Relatoria Violencia y Agresión

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Autor: Roy Fabián Cristian Bernal Profesión: Estudiante de Psicología VI semestre Tema: Capítulo 1. Baró, Martín. Violencia y agresión social. pp 65-137 Universidad Autónoma de Bucaramanga “La violencia nunca cesa, sólo se desplaza.” –Fred Wander Desde la apreciación más amplia de los conceptos de violencia y agresión, se puede concebir la connotación negativa o positiva que contienen implícitamente cada uno de ellos según el ojo que les mire, porque no es desconocido para el ser humano que desde el principio de los tiempos la impartición de agresión en pro de la supervivencia permeaba no sólo en la base de la subsistencia del hombre como especie en la tierra, sino que a su vez se encamina en la búsqueda del reconocimiento del ser más fuerte y capaz entre los de su misma especie para posicionarse en lo más alto de una jerarquía simbólica dentro del grupo y reinar a su gusto, como también para regocijarse de los beneficios de una posición social. Ante esto último, fue necesario pasar por encima de los intereses y necesidades de los demás por medio de disputas sociales que de una u otra forma llevaron a actos violentos que para los afectados tienen un valor negativo, pero para el beneficiado de positivo, porque para el agresor la violencia es tomada como un fin justificado por ella misma. Es claro que los actos violentos deben contemplarse a la luz de las intenciones personales de sus hechores y de la valoración social de poder en términos históricos para el tanteo

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Esta relatoría evidencia las prespectivas hacia la violencia y la agresión (Si la van a utilizar par algún texto por favor ponerme en las referencias y citarme)

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Autor: Roy Fabián Cristian BernalProfesión: Estudiante de Psicología VI semestre

Tema: Capítulo 1. Baró, Martín. Violencia y agresión social. pp 65-137Universidad Autónoma de Bucaramanga

“La violencia nunca cesa, sólo se desplaza.”–Fred Wander

Desde la apreciación más amplia de los conceptos de violencia y agresión, se puede concebir la connotación negativa o positiva que contienen implícitamente cada uno de ellos según el ojo que les mire, porque no es desconocido para el ser humano que desde el principio de los tiempos la impartición de agresión en pro de la supervivencia permeaba no sólo en la base de la subsistencia del hombre como especie en la tierra, sino que a su vez se encamina en la búsqueda del reconocimiento del ser más fuerte y capaz entre los de su misma especie para posicionarse en lo más alto de una jerarquía simbólica dentro del grupo y reinar a su gusto, como también para regocijarse de los beneficios de una posición social. Ante esto último, fue necesario pasar por encima de los intereses y necesidades de los demás por medio de disputas sociales que de una u otra forma llevaron a actos violentos que para los afectados tienen un valor negativo, pero para el beneficiado de positivo, porque para el agresor la violencia es tomada como un fin justificado por ella misma.

Es claro que los actos violentos deben contemplarse a la luz de las intenciones personales de sus hechores y de la valoración social de poder en términos históricos para el tanteo justificado de su accionar en los que fuesen los afectados directos o indirectos de ella, como también para darle su caracterización valorativa desde una perspectiva psicosocial. Además de los motivos intencionales que tenga el actor material, debe existir un contexto posibilitador para que el hecho tenga su desenvolvimiento y adquiera un significado. Sin él, la acción violenta no encontrará función ni tampoco podrá resultar aún con el intento más verás. Ligado al ambiente se encuentran las leyes o normas establecidas bien sea de forma concreta en un apartado legal de la constitución que rige a las personas que viven dentro de una localidad, o de forma abstracta como configuración de la realidad que se crea a partir de la convivencia de los seres humanos en una situación actual. Sin esta normatividad no se podría mirar con claridad el hecho violento o tal vez no existiría como tal este acontecimiento, porque sin normas para violentar, la violencia carecería de razón. A la par del acto violento, se desencadena una réplica de la violencia como acto transgresivo, el cual sigue ocurriendo de manera paulatina y se le conoce como “espiral de

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violencia”. Pero no debe de ser tan sorpresivo el curso de la violencia porque la única forma para contenerle o eliminarle es con más violencia. Así, ésta se tiene que tomar como un acto cíclico que por lo dicho durante este epígrafe, no tiene término, y la perspectiva con capacidad para acogerla es la psicología social con sus respectivos modelos.

La complejidad de la violencia hace que los modelos psicosociales no puedan abarcarle como un todo, sino que es necesaria su parcelación en tres enfoques para llegar a un entendimiento más próximo junto con todas sus contingencias. Así, tenemos el (1) enfoque instintivista visto desde la Etología y el Psicoanálisis que busca explicar la agresión como un instinto modulado por las pulsiones en el afán de competir con los otros para proteger un territorio del cual alguien más quiere apoderarse o simplemente le está invadiendo; (2) en segundo lugar está el enfoque ambientalista desde el modelo de la frustración-agresión y desde el modelo del aprendizaje social en donde primero platean, que a diferencia del anterior enfoque, no se necesitan procesos internos para arremeter agresivamente contra alguien, basta con impedirle cumplir un objetivo o meta para que se sienta frustrado y violente. Posteriormente en el modelo del aprendizaje social se postula que los actos agresivos pueden aprenderse sin la exposición directa o el actuar directo de una persona en la violencia, se puede observar un suceso violento y replicarlo.; (3) y por último se encuentra el enfoque histórico el cual quiere explicar desde una perspectiva histórico-social, el accionar violento del sujeto envainado en el deseo hacia la lucha defensiva de su estancia viva (mediante las pulsiones orgánicas), y los comportamientos violentos mediante “agresiones malignas” que promueven la destrucción y crueldad propia del hombre.

Sumado a la comprensión de la violencia desde la psicología social, está un ahondamiento en su historia para acoger a modo más objetivo sus desenlaces. Tenemos una constelación de comportamientos agresivos que al parecer heredamos filogenéticamente y esto se repite al paso de las generaciones, pero como se ha trabajado durante el texto, sólo es posible el accionar de los comportamientos agresivos si hay un contexto que brinde esa oportunidad, y es mediante el conocimiento del momento dado en donde sucede que se puede lanzar condenas punitivas o por el contrario, celebrar proezas en favor de unos intereses socialmente aceptados a modo de justificación social. A medida que la sociedad va rememorando las circunstancias anteriores con sus respectivos resultados, va elaborando una razón colectiva de la que todos sus miembros hacen parte y colman con sus experiencias. Y es mediante esta rememoración contextualizada de los hechos que la sociedad puede resignificar lo sucedido y tratar de mediar entre los actos violentos y las secuelas que ellos dejaron. Porque para aquellos que no son participes de los interés por los cuales la violencia trabajó, les resulta inaceptable su impartición y se convierten en víctimas de las arremetidas atroces de la violencia institucional propuesta por gremios con alto poder de mando dentro de la sociedad.

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