Recopilación de evidencias

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LA RECOPILACIÓN DE EVIDENCIAS PARA LA EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN PREESCOLAR Desde que era estudiante normalista, recuerdo las clases de la asignatura de Práctica docente, en la que el Profr. Jorge nos insistía en la importancia de documentar nuestra experiencia; por un lado, lo que nosotros como docentes planteábamos a los alumnos como parte de la enseñanza y, por otra, el desempeño de los niños durante las actividades de los proyectos de trabajo. Hoy en día, considero vigentes esas recomendaciones de hace más de 20 años, pues es a través de esos registros y productos de los alumnos que vamos a poder sustentar las afirmaciones que hagamos al momento de valorar los avances y/ó dificultades en el aprendizaje, cuestiones que replantea el Programa de Educación Preescolar vigente. Sin duda, reconozco que es un proceso complejo, que muchas veces complicamos cuando nos aferramos a una práctica que dirige demasiado a nuestros alumnos. Es por ello que debemos de reflexionar con profundidad al momento de estar planificando, imaginando cuáles serán las actividades que despierten en nuestros alumnos el deseo de aprender de manera permanente, con base en el conocimiento que tenemos de nuestros alumnos, lo que nos plantea el programa y nuestra experiencia. Conocer qué implican las competencias y los aprendizajes esperados es una condición que nos permite acertar al elegir o diseñar las situaciones de aprendizaje. Ya de por sí se nos dificulta la recopilación de evidencias en formato físico, ahora sentimos que se nos acaba el mundo cuando escuchamos que podríamos mejorar nuestra labor elaborando nuestro portafolio electrónico. Vienen a nuestra mente

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LA RECOPILACIÓN DE EVIDENCIAS PARA LA EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN PREESCOLAR

Desde que era estudiante normalista, recuerdo las clases de la asignatura de Práctica

docente, en la que el Profr. Jorge nos insistía en la importancia de documentar nuestra

experiencia; por un lado, lo que nosotros como docentes planteábamos a los alumnos

como parte de la enseñanza y, por otra, el desempeño de los niños durante las

actividades de los proyectos de trabajo.

Hoy en día, considero vigentes esas recomendaciones de hace más de 20 años, pues

es a través de esos registros y productos de los alumnos que vamos a poder sustentar las

afirmaciones que hagamos al momento de valorar los avances y/ó dificultades en el

aprendizaje, cuestiones que replantea el Programa de Educación Preescolar vigente.

Sin duda, reconozco que es un proceso complejo, que muchas veces complicamos

cuando nos aferramos a una práctica que dirige demasiado a nuestros alumnos. Es por

ello que debemos de reflexionar con profundidad al momento de estar planificando,

imaginando cuáles serán las actividades que despierten en nuestros alumnos el deseo de

aprender de manera permanente, con base en el conocimiento que tenemos de nuestros

alumnos, lo que nos plantea el programa y nuestra experiencia. Conocer qué implican las

competencias y los aprendizajes esperados es una condición que nos permite acertar al

elegir o diseñar las situaciones de aprendizaje.

Ya de por sí se nos dificulta la recopilación de evidencias en formato físico, ahora

sentimos que se nos acaba el mundo cuando escuchamos que podríamos mejorar

nuestra labor elaborando nuestro portafolio electrónico. Vienen a nuestra mente ideas

cuya fuente es el temor, la ignorancia que mantenemos en torno al uso de las TIC: mejor

me jubilo, ojalá que esto no se de, etc... En vez de desgastarnos pensando

negativamente, tomemos la iniciativa de ir paso a pasito, nacer y adentrarnos en este

mundo virtual, que nos facilita todo, que permite enlazarnos con otros colegas con el

mismo sentir y apoyarnos para avanzar de manera sostenida. Es complicado, pero no

imposible.

A partir de ahora, será muy importante ir eligiendo nuestros artefactos con

antelación, desde el momento de planear clarificar cómo y a través de qué vamos a

evaluar y, en relación con esto, guardar los productos de los alumnos, para tenerlos

cuando sea necesario.