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/ 5 estudios sociales del noa / nueva serie, nº 11, 2010:5-21 * Facultad de Filosofía y Letras, Sección de Antropología. Universidad de Buenos Aires. CONICET. [email protected] Reconversión territorial del modelo evangelizador en el Chaco Central: desde el modelo misional hacia la ayuda al desarrollo y las ONGs. Sergio Iván Braticevic Resumen En este breve artículo, el autor pretende avanzar en el análisis del papel que vienen desempeñando las ONGs en la vida social del Chaco Central tras la transformación de los modelos evangelizadores de las iglesias (católica y anglicana principalmente), y la concomitante metamorfosis del modelo espacial de las misiones religiosas, centrándose en la ejecución de proyectos de desarrollo. Tomando como caso testigo el programa DIRLI, se intentan discutir las nociones que sustentaron su diseño dentro del paradigma de las políticas públicas focalizadas, así como la fragmentación territorial relacionada con su implementación. Por último, se realizan algunas reflexiones con respecto a las manifestaciones territoriales recientes a partir de la aparición de las ONGs y la ayuda al desarrollo. Palabras clave: ONGs - misiones - desarrollo - focalización - fragmentación territorial Abstract In this brief article, the author tries to advance in the analysis of the role that the NGOs has redeeming in the social life of the Central Chaco after the transformation of the evangelizing models of the churches (Catholic and Anglican principally), and the concomitant metamorphosis of the spatial model of the religious missions, centring on the execution of development projects. Taking the example of DIRLI program, he tries to discuss the notions that sustained the design inside the paradigm of focalized public policies, as well as the territorial fragmentation related to his implementation. Finally, some reflections are realized with regard to the territorial recent manifetations since NGOs and development´s aid appearances. Key Words: NGOs - missions - development - focalization - territorial fragmentation Introducción La fuerte influencia que las misiones re- ligiosas desplegaron en el Chaco Central du- rante gran parte del siglo pasado tiene al- cances hasta la actualidad. Con rupturas y continuidades en el plano organizacional (se retiran las misiones y se desarman las reduc- ciones, pero dejan el legado de haber forma- do a los pastores para la prédica), las igle- sias logran mantener su preponderancia relativa en la vida social de las comunida- des locales, pese a la reconversión de los sujetos misionales y pastores hacia organi- zaciones de otro tipo, como sería el caso de las ONGs que se analiza.

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estudios sociales del noa / nueva serie, nº 11, 2010:5-21

* Facultad de Filosofía y Letras, Sección de Antropología. Universidad de Buenos Aires. [email protected]

Reconversión territorial del modelo evangelizador en elChaco Central: desde el modelo misional hacia la ayuda aldesarrollo y las ONGs.

Sergio Iván Braticevic

ResumenEn este breve artículo, el autor pretende avanzar en el análisis del papel que vienen desempeñando

las ONGs en la vida social del Chaco Central tras la transformación de los modelos evangelizadoresde las iglesias (católica y anglicana principalmente), y la concomitante metamorfosis del modeloespacial de las misiones religiosas, centrándose en la ejecución de proyectos de desarrollo. Tomandocomo caso testigo el programa DIRLI, se intentan discutir las nociones que sustentaron su diseñodentro del paradigma de las políticas públicas focalizadas, así como la fragmentación territorialrelacionada con su implementación. Por último, se realizan algunas reflexiones con respecto a lasmanifestaciones territoriales recientes a partir de la aparición de las ONGs y la ayuda al desarrollo.Palabras clave: ONGs - misiones - desarrollo - focalización - fragmentación territorial

AbstractIn this brief article, the author tries to advance in the analysis of the role that the NGOs has

redeeming in the social life of the Central Chaco after the transformation of the evangelizing modelsof the churches (Catholic and Anglican principally), and the concomitant metamorphosis of thespatial model of the religious missions, centring on the execution of development projects. Taking theexample of DIRLI program, he tries to discuss the notions that sustained the design inside the paradigmof focalized public policies, as well as the territorial fragmentation related to his implementation.Finally, some reflections are realized with regard to the territorial recent manifetations since NGOsand development´s aid appearances.Key Words: NGOs - missions - development - focalization - territorial fragmentation

Introducción

La fuerte influencia que las misiones re-ligiosas desplegaron en el Chaco Central du-rante gran parte del siglo pasado tiene al-cances hasta la actualidad. Con rupturas ycontinuidades en el plano organizacional (seretiran las misiones y se desarman las reduc-ciones, pero dejan el legado de haber forma-

do a los pastores para la prédica), las igle-sias logran mantener su preponderanciarelativa en la vida social de las comunida-des locales, pese a la reconversión de lossujetos misionales y pastores hacia organi-zaciones de otro tipo, como sería el casode las ONGs que se analiza.

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Siguiendo este esquema se estructura laprincipal hipótesis del presente trabajo. Sila centralidad de las reducciones en las co-munidades indígenas disminuyó substan-cialmente a principios de los ’80, los wichihabrían encontrado canales alternativos paraviabilizar la reproducción de la vida socialen otro tipo de institución. Tras un tiempode gestación, es probable que durante la dé-cada de los ’90 este papel lo hayan tomadolas ONGs.

Por su parte, la deslegitimación social delas iglesias tradicionales en la región debidoa la aparición de cultos que permiten prác-ticas más flexibles, así como la falta de res-puesta por parte de éstas a los problemasconcretos de las poblaciones locales, habríapropiciado en parte la reconversión del mo-delo evangelizador desde el formato reduc-cional hacia el de ONG.

Se intentará visualizar, entonces, la men-

cionada trayectoria a través del diagnósticode uno de los programas de desarrollo másimportante en la región, el DIRLI1. A su vez,con el propósito de mostrar las manifesta-ciones espaciales que estos procesos conlle-

1 Basado en una lógica similar a la de los proyec-tos de desarrollo rural integrado (DRI), tan popu-lar en la década de los ’80, el programa DIRLI fueproducto de un convenio suscripto entre la Co-munidad Europea y la Secretaría de Bienestar So-cial de la Nación Argentina, en 1997, para ser de-sarrollado en 2 etapas. La primera finalizó en di-ciembre de 1999, con la recopilación de toda lainformación disponible y la elaboración de un diag-nóstico sobre la situación global de las comunida-des aborígenes que habitan en el territorio del de-partamento con índice de NBI más alto del país.La segunda etapa, que concluyó en 2002, tuvocomo objeto la autoconstrucción de viviendas y elaprovisionamiento hídrico, entre otros, en veintecomunidades wichi (Programa DIRLI 1998).

Mapa 1. Bañados, cuencas y cursos de agua en el Chaco Central.

Fuente: elaboración propia en base a datos de la Secretaría de Recursos Hídricos, 2006.

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van, se trabajará con las nociones de frag-mentación territorial y focalización para pro-yectos de desarrollo.

Marco teórico-conceptual, descripciónterritorial y horizonte temporal

La región chaqueña se encuentra deli-mitada de norte a sur por las Sierras de SanJosé y San Carlos al sudeste de Bolivia, hastael Río Salado en Argentina, y de oeste a estedesde las últimas estribaciones subandinasargentino-bolivianas hasta los ríos Paraná yParaguay. Es una extensa planicie, mayor-mente semiárida, que va incrementando suamplitud térmica y disminuyendo su nivelde precipitaciones en dirección este-oestedesde los ríos Paraná y Paraguay hasta el sec-tor este de la provincia de Salta. En esta áreael clima comienza a volverse más húmedo yse caracteriza por no poseer amplitudes tér-micas tan marcadas, gracias a la barrera queencuentran en las primeras elevaciones losvientos húmedos provenientes del sureste(principalmente en el período estival).

Lo que se denomina Chaco Central secorresponde con el espacio comprendidoentre los dos principales ríos de la región, elBermejo y el Pilcomayo. Geomorfológica-mente, el diseño fluvial presenta un patrónde cauces anastomosado, aunque antigua-mente existiera el modelado en meandros.Los paleocauces que persisten en la actuali-dad, a menudo funcionales, se conectan a lared de drenaje existente durante la época deverano. En el mapa 1 pueden verse los cur-sos de agua en las cuencas medias de los ríosPilcomayo y Bermejo.

En términos de cuenca, la dinámica hi-drogeomorfológica del Pilcomayo tambiéndebe ser tenida en cuenta a la hora del análi-sis. Esto no es un detalle menor, ya que comose verá más adelante, tiene fuertes implican-cias a la hora de determinar las obras para

un programa de desarrollo rural integradocomo el analizado. De esta manera, el trans-porte de sedimentos a lo largo del río, el ré-gimen de precipitación en la totalidad de lacuenca, los procesos de avulsión2 y la for-mación del abanico aluvial en Ramón Lista,entre otros aspectos, establecen diversas li-mitaciones con respecto a la construcción deviviendas y obras hidráulicas.

El recorte territorial específico del tra-bajo de campo se circunscribió al departa-mento de Ramón Lista (donde se localiza elabanico aluvial citado), en el oeste de la pro-vincia de Formosa. Dentro de esta unidadadministrativo-censal se realizaron entrevis-tas abiertas en algunas de las comunidadesallí localizadas3. A su vez, se utilizaron losdatos disponibles del Censo 2001, así comolos de la Encuesta Complementaria de Pue-blos Indígenas 2004-2005 del INDEC.

El horizonte temporal del trabajo seidentificó con un hecho de substancial im-portancia: la retirada de gran parte de lasmisiones religiosas. En los años ochenta pordiversos factores, siendo la principal causala Guerra de las Malvinas, la Iglesia Angli-cana comienza un período de decadencia,muchos misioneros se retiran de la región ydejan de funcionar las reducciones. Un pocomás tarde, retorna la democracia, con todassus particularidades en esta zona de fronte-ras, y en los años noventa aparecen las ONGs,con muchos de los integrantes de las anti-guas misiones en sus planteles.

2 Éstos se definen como la acumulación de sedi-mentos que genera la diversificación de los cau-ces de un río.3 Principalmente en la comunidad núcleo de SanMartín I, que agrupa a los «barrios» o comunida-des del mismo nombre, Monte Redondo y MistolMarcado. A su vez, aquellos forman un «conglo-merado» relativamente continuo junto con SanMartín II, San Andrés, KM. 17 y Batería.

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Específicamente, hace aproximadamen-te quince años, con la implementación delMercosur y la promoción de los gobiernosprovinciales, la entrada de inversiones en elárea se intensifica notablemente, con el ob-jetivo de generar mejores posibilidades devalorización para el capital agrario extrarre-gional y otras fracciones de capital. Estasinversiones eran muy pobres durante la dé-cada de los ochenta, y si bien en los noventasus volúmenes no son muy elevados, pasana detentar un peso sustantivo en la región4.

De forma concomitante, emergen diver-sas ONGs en la región, que de manera con-tradictoria acompañan este proceso de «mo-dernización» del Chaco Central, con discur-sos indigenistas usualmente contrapuestos aldesarrollo de tipo infraestructural a gran es-cala dirigido a la integración de mercados anivel regional. A su vez, el accionar de estasorganizaciones se centra en la articulaciónentre las diferentes agencias estatales y supra-nacionales con las comunidades indígenas encuanto a la definición de inversiones y pro-yectos en la zona5.

Por su parte, en el seno del estado du-rante los años noventa, se comienza a dar laoposición entre universalización y focaliza-ción en materia de políticas públicas de asis-tencia social, optándose por esta última. Lanoción de focalización se origina en la pla-nificación de políticas de corte neoliberal,desde la perspectiva de una asignación efi-ciente de recursos (escasos), con el objetivode beneficiar únicamente a sectores de lapoblación que se encuentran en situación dealta «vulnerabilidad social» y por debajo decierto nivel de pobreza. Este esquema semontaba dentro de la lógica de achicamien-to estatal, recorte presupuestario y ajuste es-tructural, convirtiéndose los planes y pro-gramas focalizados en dique de contenciónde la creciente pobreza y protesta social.

Es así como los programas de desarrolloimpulsados por muchas ONGs se enmarcanen un contexto de focalización de las políti-cas de asistencia en zonas que los propiosproyectos califican como «vulnerables», des-de los puntos de vista social y ambiental.

4 Se contempla en este punto como «inversión»a todos los programas, proyectos y planes orien-tados tanto a la población local como a los capi-tales extraregionales, ya sea en materia de infraes-tructura localizada en pequeñas comunidades(como es el caso del abastecimiento hídrico y lavivienda), así como la construcción de gran por-te (caminos, tendidos eléctricos y ductos). Di-versos proyectos comenzaron a ser implementadosa partir de la década del noventa con la entradaen vigencia del MERCOSUR y la promoción deagencias de financiamiento internacional (comopor ejemplo el BID, el BM y la CEE, entre otros).Si bien no se cuenta con datos precisos y unifica-dos, se puede aseverar que este despliegue de in-versiones ha sido al menos novedoso en la regióndel Chaco Central. A su vez, con la puesta enmarcha de la Iniciativa para la Integración de laInfraestructura Regional Suramericana (IIRSA)desde el año 2000, las inversiones se han intensi-

ficado aún más. Para consultar cifras sobre losproyectos de IIRSA ver http://www.iirsa.org//Index.asp?CodIdioma=ESP5 Es a mediados de los ochenta cuando comien-za a darse la proliferación de ONGs y fundacio-nes relacionadas con algún culto religioso. Losantecedentes más emblemáticos proceden de laIglesia Católica y son de los años setenta,INCUPO (Instituto de Cultura Popular) yFUNDAPAZ (Fundación para el Desarrollo enJusticia y Paz), ambas hijas de la Teología de laLiberación y del Concilio de Medellín. Más tar-de, en noviembre de 1984, desde la ConferenciaEpiscopal se crea la Comisión Episcopal de Pas-toral Aborigen (CEPA) que reúne a los agentespastorales en el Equipo Nacional de Pastoral Abo-rigen (ENDEPA). Para la misma época se esta-blece ASOCIANA (Acompañamiento Social dela Iglesia Anglicana del Norte Argentino) en elChaco Central.

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A su vez, la fragmentación territorial vade la mano de la focalización, ya que estetipo de política (recortada espacialmente aun distrito aislado como se dio en el casoanalizado) se corresponde con una visión yun paradigma instrumentalista e ingenieril,sin tener en cuenta los procesos que se danen otras instancias y escalas territoriales.La elección del departamento de RamónLista se relacionó con esta idea, el programadebía tener un fuerte impacto y visibilidad,características que se lograrían sólo si se efec-tuaba un plan con mucho financiamiento encomunidades no tan numerosas.

La noción de desarrollo en el diseño eimplementación del programa

Un primer aspecto para tener en cuentase relaciona con la teoría del desarrollo. Ésta,fue construida desde un principio a partirde modelos economicistas y tecnocráticos sintener en cuenta los aspectos sociales, territo-riales y culturales de las poblaciones objeto.Tras los repetidos fracasos durante la décadadel ’70, se comenzaron a replantear los mo-delos utilizados hasta aquel momento. Losproyectos empezaron a atender factores so-ciales y buscaron ser «culturalmente» viables,teniendo en cuenta las iniciativas de las co-munidades en cuestión y proponiendo quelos actores no participaran sólo en el diseño,sino también en la gestión y evaluación delos programas de desarrollo. Ante este nove-doso escenario creció de manera notable lademanda de cientistas sociales que pudierandar cuenta de los aspectos sociales y cultura-les de los grupos beneficiarios. Este procesopropició el impulso definitivo a lo que sepodría denominar como antropología apli-cada o para el desarrollo (Isla y Colmegna2005:3).

En este sentido, los proyectos se han ve-nido desenvolviendo con la participación de

numerosos profesionales, enmarcados en unavisión de antropología aplicada para el de-sarrollo de comunidades rurales empobreci-das. A su vez, la mayoría de los programasque se implementaron en la Cuenca del Pil-comayo han contado con diferentes nivelesde aportes de diversas ONGs, hayan sidoaquellos tanto planes gubernamentales, co-mo los ejecutados desde entes suprana-cionales.

Para el caso del DIRLI, el programa seconsustanció a partir de la integración detécnicos europeos y locales, muchos de ellosprovenientes de organizaciones y fundacio-nes no gubernamentales. Por su parte, losprofesionales contratados que no participa-ban de forma continua en instituciones deeste tipo, sí lo hacían generalmente en pro-yectos como el analizado. De este modo, seproponía una acción puntual, de alto im-pacto, durante algunos años y sin un moni-toreo posterior. Tras la finalización de la úl-tima etapa, las ONGs continuaron realizan-do algunas de las funciones que se ejecuta-ban desde el DIRLI, principalmente las re-lacionadas con el abastecimiento hídrico ylos proyectos de artesanías.

Por su parte, uno de los que trabajó enel programa es el sociólogo Jorge Carpio,quien participó del DIRLI durante el últi-mo año de ejecución. Según el entrevistado:«Los expertos de la Comunidad Europeaplantearon […] que para que el proyectotuviera impacto, visibilidad y fuera efectivo,debía concentrarse en un punto geográfico»(2005:94). El departamento escogido era elde Ramón Lista, ya que éste reportaba elmayor índice de NBI a escala nacional. Comoafirma el entrevistado: «Si bien se suponíaque la propuesta era la de implementar unproyecto de enfoque integral, de desarrollorural integrado que suponía actividades con-juntas con participación de la población,mejora de los sistemas productivos, etc., real-

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mente se avanzó muy poco en ese sentido»(2005:94).

Ahora bien, en el diseño del proyecto sehabía pensado en diferentes líneas de traba-jo con el objetivo de abordar la totalidad dela realidad wichi y desarrollar las potenciali-dades de la población local. En este sentido,el programa se componía de nueve subpro-gramas a saber: autoconstrucción de vivien-das, aprovisionamiento hídrico, reforesta-ción, educación, salud, agropecuario, micro-emprendimientos y crédito, artesanías ymujeres indígenas, y por último, apicultura.Por una parte, algunos parecían ser bastanteambiciosos y abarcativos (como los casos deSalud y Educación que apuntaban a «Mejo-rar la calidad y la cobertura del sistema desalud/educativo del departamento»), mien-tras que otros se dirigían a aspectos más pun-tuales, como el suministro de agua potabley la construcción de viviendas. Debido a queexcede las intenciones de este trabajo anali-zar individualmente cada uno de estos sub-programas, más abajo realizaremos un su-cinto análisis a partir del rastreo bibliográfi-co y de las notas tomadas en campo.

De manera considerable, el énfasis estu-vo centrado en la autoconstrucción de vi-viendas, dejando de lado los otros subpro-gramas, y de esta forma también cualquierintención de abarcar aspectos integrales delbienestar wichi. El diagnóstico había detec-tado la falta de viviendas como el principalproblema y allí empezó la «especialización»en la ejecución del plan. Si bien en la sínte-sis final se describen los diversos propósitosalcanzados, la construcción de viviendas, re-presas y molinos aparecen en primer lugar yson los subprogramas de mayor contribuciónrelativa. De todos modos, y como se pudoconstatar en las diferentes comunidades deRamón Lista, la mayoría de estas infraestruc-turas fueron inutilizadas, mientras que elrastro del resto de los subprogramas se veri-

ficó prácticamente inexistente (con excep-ción apenas de pequeños avances en materiade artesanías y apicultura).

Otro aspecto fundamental para compren-der el posterior fracaso del programa es el ca-rácter «enlatado» que se importó desde Euro-pa con vistas a la etapa de aplicación. Si bienuno de los principios del proyecto era la par-ticipación de las comunidades locales en latoma de decisión (con respecto a la cons-trucción de vivienda, por ejemplo), los téc-nicos extranjeros decidían qué era lo que setenía que hacer a la hora de la ejecución.

Como cuenta Carpio, «Una vez decididoel tipo de proyecto a implementar, viajó unconjunto de expertos europeos, en este casoitalianos, que habían estado trabajando enAbisinia» (2005:95)6. Estos técnicos trajeronsus experiencias de allí e intentaron importarlas tecnologías empleadas en aquel lugar parala construcción de viviendas. Como describeCarpio en la entrevista: «Trajeron una má-quina con la cual se elaboran bloques que eranluego utilizados en la construcción de casas.La ventaja que tenía esta técnica era que losbloques se podían hacer directamente en ellugar […] Lamentablemente, intentaronextrapolar una técnica y pretendieron apli-carla en otro lugar sin tener en cuenta la com-posición arcillosa y mineral de la tierra […]luego de iniciada la construcción de bloquescon la misma técnica en Ramón Lista, éstosse convirtieron en un charco de barro con laprimera lluvia» (2005:95).

6 Tal vez un error referencial, un sinónimo o unanacronismo, pero Abisinia era el nombre de laactual Etiopía cuando era colonia italiana, visiónque refuerza aún más la perspectiva eurocentristaque sobrevive al pasaje terminológico de coloniasa países subdesarrollados durante la guerra fría.

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La elección del departamento en laProvincia

La provincia de Formosa tiene ocho de-partamentos que sirven de circunscripcionesadministrativo-censales, mientras que el pesopolítico lo detentan los municipios, que tota-lizan veintisiete. Lo que denominamos oesteformoseño se compone por los departamen-tos de Ramón Lista (con cabecera en El Cho-rro), Matacos (Ingeniero Juárez) y Bermejo(Laguna Yema). Las cabeceras de estos tresdepartamentos, a su vez, también conformanlos tres municipios del oeste formoseño, yaque poseen poblaciones superiores, en todoslos casos, a los mil habitantes. En el mapa 2se pueden observar los municipios y departa-mentos de la provincia.

A modo de caracterización general, se-

gún cifras del Censo 2001, para aquel añoen Ramón Lista vivían 10.815 personas, mien-tras que en el oeste formoseño la poblaciónascendía a 35.512 habitantes (con una parti-cipación relativa de 7,3%)7, y el total pro-vincial era de 484.261. La población con

7 Es reconocido por estudiosos de la zona, inclu-sive por las propias autoridades, que no se censa-ron muchos hogares en estos departamentos. Si-guiendo sólo estos datos, es posible que se estéomitiendo a una parte substancial de las comu-nidades originarias, tanto a nivel departamentalcomo provincial. Según la Encuesta Complemen-taria de Pueblos Indígenas de 2004-05, la pobla-ción wichi ascendía a 36.149 personas, localiza-das en las provincias de Chaco, Formosa y Salta.Si bien las cifras no se pueden cruzar territorial-mente, nos pueden dar una idea del nivel deomisión.

Mapa 2. Departamentos y municipios en la provincia de Formosa

Fuente: elaboración propia en base a datos del Censo Nacional de Población 2001-INDEC.

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NBI en Ramón Lista se ubicaba en 84,6%,mientras que para el año ’91 se observabaen 94%. Si bien las cifras son bastante ele-vadas para ambos censos, siguiendo a Car-pio podemos afirmar: «Este índice es un pocotramposo en el sentido que no es el métodomás adecuado para medir la pobreza en unárea fuertemente rural, porque las NBI semiden sobre las bases y características dela vivienda […] la vivienda en el área ruraltiene una serie de déficit de infraestructuraque no necesariamente suponen precarie-dad de las condiciones de vida (2005:96)».

A lo anterior podemos agregar otra par-ticularidad: las dinámicas propias de las co-munidades no se condicen necesariamentecon la lógica modernizante impuesta por elproyecto, mientras que la vivienda no ocu-pa el mismo lugar en la vida social entre loswichi si se la compara con el contexto ruralno indígena.

A la hora del diseño de las medicionesestadísticas, los criterios que suelen utili-zarse son eminentemente urbanos, por loque la complejidad del ámbito rural no lle-ga a ser alcanzada en su especificidad a tra-vés de estos instrumentos. Por otra parte,las estadísticas responden a convencionesinternacionales con el propósito de efectuarcomparaciones entre países. En este senti-do, los parámetros se corresponden a espe-cificaciones relacionadas con la moderni-dad, no tomándose en cuenta aquello queestá por fuera (como por ejemplo las prác-ticas en el medio rural en general y de losgrupos indígenas en particular).

Es una cuestión de escala: las medicio-nes de «barrido territorial» de gran magni-tud, tales como el censo nacional, dan unamuestra del país entero y sirven para teneralgunos parámetros generales y efectuarcomparaciones. En cambio, si se trabajacon una escala de mayor detalle, algunosfenómenos de substancial importancia no

llegan a captarse. Otra cuestión a tener encuenta es que la dinámica social, y con ellolas características de los hogares, vienensufriendo un significativo proceso de trans-formación que podría no ser captado conlas herramientas disponibles8.

Diagnóstico, ejecución y focalizacióndel DIRLI

En el apartado introductorio del diag-nóstico oficial del DIRLI se comentan laslimitaciones a la hora de la recolección delos datos, así como la intención de que eltrabajo de «escritorio» no esté disociado dela «acción» en campo durante el desenvolvi-miento del programa. Más allá de estas cues-tiones, nos interesa analizar brevemente unpasaje de la introducción: «Estamos esperan-zados de que los elementos recopilados eneste documento puedan, desde ya, represen-tar un insumo de gran utilidad para mejorarel impacto y la focalización de las accionesdel programa durante los próximos años»(Programa DIRLI, 1998). De esta manera,se podría sugerir que la implementación delproyecto DIRLI en el oeste formoseño serelaciona más que nada con la tendenciahacia los programas focalizados, por ende nouniversales. Y de este modo, se estaría de-jando de lado la concepción de un espacio(no sólo delimitado por fronteras naciona-les o municipales, sino también) inserto enla lógica más amplia de apropiación territo-rial en conjunción con las particularidades

8 Como menciona Carpio: «Los instrumentosestadísticos que tenemos han servido para darcuenta de la realidad durante un período de 30 ó40 años, en los que el ciclo social mostró ciertaestabilidad que a su vez permitió que los instru-mentos diseñados en la década del ’50 sirvieranhasta los ’80, pero de ahí en más comenzaron aperder precisión» (2005:106).

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locales, siguiendo la noción de formaciónsocio-territorial de fronteras (FST)9.

Por su parte, Carpio comenta que elproyecto comienza a ponerse en marcha du-rante un período de gran transformaciónen la Secretaría de Desarrollo Social de Na-ción: «Durante los ’80 el deterioro del mer-cado de trabajo, el empleo precario y la in-formalidad empiezan a hacer mella sobrelos índices de pobreza, por lo que el temaadquiere un protagonismo que no habíatenido antes. A partir de los ’90 el Estadocomienza a asumir el discurso de la pobre-za […] A su vez, aparece en escena el Ban-co Mundial» (2005:112).

Este último se erigió como el actor fun-damental en el diseño y financiamiento delos programas contra la pobreza que veníande la mano de los programas de ajuste estruc-tural, con el objetivo de mitigar los efectos deestos últimos. Por un lado, se realizaban re-cortes de presupuesto en áreas fundamenta-les como salud y educación, y por el otro, seconstruía un «dique de contención» a travésde los mencionados planes con el objetivo dedisminuir la conflictividad social que el ajus-te produciría. Retomando a Carpio: «En aquelmomento se instala el debate entre progra-mas focalizados y universales, y la tendenciase inclina a favor de los primeros. Junto a esto,se da la coexistencia de tres principios com-

plementarios entre sí: descentralización, pri-vatización y focalización. Por último, y nomenos importante, se produce un quiebrecon respecto a la gestión en política social,ganando espacios significativos los técnicosen detrimento de los puestos de origen polí-tico» (2005:112).

Por ahora sólo interesa señalar que, enel ínterin de la implementación del DIRLI,la intención de «desarrollo integral» fue tor-nándose en una «especialización» sobre de-terminados aspectos de la realidad wichi.Esto se podría haber debido principalmentea tres factores: 1) la gran cantidad de pro-blemáticas que se querían abordar; 2) el ca-rácter estructural que poseían las mismas; 3)la escala espacial con la que efectivamente setrabajó, que impidió el desarrollo previstodel proyecto.

En primer lugar, como pudimos consta-tar en las entrevistas realizadas a los poblado-res locales y a algunos de los técnicos que par-ticiparon del proyecto, la ejecución del mis-mo se centró en la autoconstrucción de vi-viendas, y en menor medida en el aprovisio-namiento hídrico. El impacto del resto de lossubprogramas fue cuasi marginal y diferen-ciado territorialmente. Es decir, algunos deéstos fueron implementados en determinadascomunidades, aunque en líneas generales nocomportaron los cambios propuestos a niveldepartamental, tal como se suponía. Sinadentrarnos mucho más en esta cuestión,podemos mencionar que al interior de lossubprogramas «no centrales», el orientado ala producción y comercialización apícola, asícomo el de artesanías con mujeres indígenas,dejaron algunos avances que los de orienta-ción más genérica no lograron instalar.

En segundo lugar, gran parte de los as-pectos citados en el proyecto se relacionancon la pobreza estructural. El hecho de ha-ber elegido el índice de NBI no es casual,más bien tiene que ver con una mirada te-

9 Con dicha categoría conceptual se intenta pro-fundizar tanto en el proceso conectivo de espa-cios heterogéneos (en el cual se despliegan espe-cíficas relaciones de producción capitalistas), asícomo también en la particular forma en que lasrelaciones de producción se encuentran mediati-zadas, en cada momento histórico, por el proce-so de construcción de fronteras políticas del esta-do-nación moderno. En este sentido, la categoríaposee rasgos territoriales que se rigen a partir, nosólo de las fronteras estatales, sino también gra-cias a la lógica de apropiación del territorio enconjunción con las particularidades locales.

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ñida por los colores de la paleta de la mo-dernidad. Sin embargo esto comportaba unacontradicción: este déficit estructural en lascondiciones de vida no podía ser soluciona-do en un lapso de apenas cinco años. Conesto no estamos afirmando que el impactodel proyecto haya sido negativo, más bienque aquél se encontró con las limitacionesinscriptas en el propio diseño. Tal vez, redu-cir el NBI no era el objetivo más apropiado,tampoco el más sencillo. Aquí se suscita otroproblema: ¿Era factible mejorar las condi-ciones de vida exclusivamente a nivel depar-tamental? Vamos entonces al tercer punto.

La escala espacial del proyecto se corres-ponde de alguna manera con la ya mencio-nada focalización. Según la Comunidad Eu-ropea, que financiaba el programa, éste de-bía tener un fuerte impacto, visibilidad, efi-ciencia y efectividad. Para ello debía centrar-se, como ya dijimos, en un espacio geográfi-co bien delimitado y acotado. Si bien elGobierno Nacional tenía una propuesta te-rritorialmente más amplia, primó la visiónde los europeos. No es un dato menor, estamanera de ver el espacio (de forma puntualy fragmentaria) condiciona inevitablementeel diseño y la implementación del progra-ma. Más allá de algunos resultados precisosque pueden obtenerse gracias al enorme de-talle de la escala de trabajo, las restriccionesa los fines estructurales que impone el ac-cionar sólo con las comunidades de un dis-trito territorial determinado sin abrazar alespacio circundante pueden ser substanciales.Por dar un ejemplo, muchas comunidadeswichi extra-departamentales tienen fuertesinterrelaciones con las comunidades radica-das en Ramón Lista, los mismos problemasy el mismo nivel de exclusión estructural.¿Es posible entonces transformar ese territo-rio exclusivamente sin modificar la totalidaddel espacio adyacente?

Sería necesario entonces que se constru-

yan y apliquen políticas que no profundicenla fragmentación territorial existente y abar-quen al espacio de manera sistémica, al me-nos si la intención es no dilapidar recursos yconseguir algunas mejoras. Se podría pensartambién que la lógica reproductiva de los pro-fesionales que cimientan estos proyectos pri-ma por sobre el punto nodal del discursoque los sustenta. Pasando en limpio: más alláde la intencionalidad de mejorar las condi-ciones de vida de las poblaciones objeto porparte de los actores concretos, la creación agranel de programas, fundaciones y agenciasde cooperación pareciera erigirse esencial-mente como un mecanismo de reproducciónde profesionales y técnicos.

Ahora bien, los efectos de este tipo deintervenciones de antropología aplicada, asícomo las previas relacionadas con el accionarmisional, son múltiples y se visualizan hastala actualidad en las comunidades. Con el pro-pósito de examinar las diversas transforma-ciones territoriales, tanto históricas como re-cientes, se propone un breve recorrido a losdiversos procesos de intervención hacia po-bladores originarios en esta zona del Chaco,teniendo en cuenta como eje central al pro-grama DIRLI.

Manifestaciones territoriales históricasy recientes. Su relación con el procesode misionalización y la aparición de lasONGs

Las formas de apropiación del monte porparte de las diferentes etnias que poblabanel Chaco Central comienzan a verse altera-das, en primer término, con las incursionesde los primeros expedicionarios y misione-ros, los que se remontan al siglo XVII. Yapara esa época se establecen las primerasmisiones en la región. El avance español porlos distintos frentes, así como la introduc-ción del caballo entre algunos de los pue-

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blos chaqueños, produce movimientos mi-gratorios, guerras y cambios en los patro-nes territoriales de los diferentes grupos du-rante el siglo posterior.

Más tarde, con el avance de los fortinesy la colonización del espacio primero, y conla efectivización del control territorial mástarde por parte de los estados-naciones, laspoblaciones indígenas dejan de usufructuarlos recursos localizados en una gran canti-dad de lugares del monte y los ríos. Estomarca el inicio de una nueva forma de habi-tar, ocupar y relacionarse con el territorio.El golpe final a estos modos de reproduc-ción en el monte lo asesta el comienzo de lasmigraciones estacionales a los ingenios, a fi-nes del siglo XIX. Otra manera de apropia-ción espacial se iría originando a partir delos citados procesos.

Por último, si se tiene en cuenta el «arrin-conamiento» que han sufrido los paisanosde la región hacia las denominadas «zonasde avulsión», que soportan inundacionesperiódicas, las limitaciones al usufructo delterritorio son aún mayores (ya sea por la es-casez de espacio, así como por la baja cali-dad de estas tierras).

El accionar misional en el ChacoCentral. Origen y atomización de lascomunidades

Los pobladores locales agrupados en co-munidades adoptan este denominador haceno tanto tiempo, a partir de la instalaciónde las misiones anglicanas a principios delsiglo XX. Alrededor de 1890 los anglicanosestaban asentados en el Chaco paraguayo,con una misión entre los «enxet» y algunasavanzadas entre los «suhin» de la banda nor-te del río Pilcomayo (nivaklé). Finalizado elsiglo, y viendo el éxito de aquella misión, elgobierno argentino ofrece a la sociedad mi-sionera espacio para iniciar sus labores reduc-

cionales en el territorio de Formosa. Sin em-bargo, las negociaciones no llegan a buenpuerto y el lugar es ocupado por los francis-canos (que en 1900 fundan las misionesLaishí, Tacaaglé y Nueva Pompeya). Los pri-meros contactos se realizan en 1909, perorecién en 1927 se establece en las costas delPilcomayo la misión San Andrés (De la Cruz1997:28).

Es importante remarcar que durante elproceso de misionalización la población ori-ginaria se «aglutinó» espacialmente en algu-nos núcleos de la llanura chaqueña, disposi-tivo funcional a la intención de hacer másdócil a la mano de obra local, tanto para losingenios como para los obrajes. A su vez, antela posibilidad de ser reclutados para la Gue-rra del Chaco10, los indígenas se refugiaronen las misiones. Por otra parte, con anterio-ridad a lo expuesto, la expansión de la fron-tera agrícola acicateada por el estado y ma-terializada a través de los «criollos fronteri-zos», los colonos, los ganaderos y los milita-res, había tenido como resultado el arrinco-namiento de los wichis a la vera de los ríoschaqueños y en las zonas más anegadizas, deaguadas y cañadones. Muchas matanzas seprodujeron entre finales del siglo XIX y laprimera parte del siglo pasado, lo que tam-bién sirvió como estímulo para acudir a lasreducciones11.

10 Conflicto bélico desarrollado entre 1932-35por los recursos petroleros del área entre la Stan-dard Oil (bajo la bandera de Bolivia) y la Shell(bajo la bandera de Paraguay).11 Según Gordillo, tanto el fenómeno de los in-genios como de la ganadería criolla no represen-taron elementos que provocaron una desarticula-ción completa de los wichí y los otros gruposnativos del Chaco. «En el Chaco centro-occiden-tal (oeste de Formosa y nordeste de Salta), la des-articulación del modo de producción no signifi-có una total destrucción de la dinámica econó

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En este sentido, las misiones en ciertamedida actuaron como resguardo para laspoblaciones indígenas, que fueron agrupán-dose alrededor de estas reducciones, forman-do las comunidades. De esta manera, la re-ducción se estructuró como un lugar de con-trol social, no sólo en el plano simbólico,generando la posibilidad de un ejercicio depoder acotado a un espacio reducido. El mi-sionero oficiaba como juez en los conflictosinternos de las comunidades y operaba comoel factor primordial de cohesión social, deeste modo, se lo podría equiparar al poderde policía o de un patrón al interior de lamisión.

Si bien las misiones franciscanas y an-glicanas son las primeras en llegar a la re-gión, hacia la década del cuarenta hace suaparición la pentecostal sueca de la Asam-blea de Dios, mientras que desde finales delos sesenta misioneros católicos de diversasórdenes comienzan a retomar las obras en-tre los wichi, pero con un carácter diferente,inspirados en la Teología de la Liberación.Para esta época las misiones anglicanas ypentecostales se encontraban consolidadasdesde hacía tiempo, mientras que la recon-

figuración territorial producida a partir dela entrada de los anglicanos había estructu-rado un espacio reduccional. A su vez, laIglesia Pentecostal, que no propugnaba unavida comunitaria rígida como la anglicana,crecía en adeptos gracias al aparente culto«desordenado» que permitía, bajo la agita-ción extática, expresar la vivencia de la fe sinocultar el carácter cultural propio. Así en-contraron espacio para la expresión cristia-na quienes habían sido marginados por laprédica de los evangelistas anglicanos. LaAsamblea de Dios se desarrolló en menos deveinte años a lo largo del Pilcomayo, reunien-do a los grupos marginales y, en cierta me-dida, reordenó la ocupación territorial (Dela Cruz 1997:30-31).

Las comunidades, otrora agrupadas alre-dedor de las misiones, comienzan a separarsepor distintos conflictos produciéndose la dis-persión en el espacio contiguo. Se podría afir-mar que las misiones operaban como el prin-cipal factor cohesivo, pero una vez disueltas,los conflictos latentes empiezan a manifestar-se. Se origina entonces un proceso que puedeverse hasta la actualidad: la atomización per-manente de las antiguas comunidades enfragmentos más pequeños. Sin embargo, uningrediente se agrega durante los últimos 20años: con la intensificación de las inversio-nes y la creciente presencia del estado a tra-vés de los servicios de salud y educación prin-cipalmente, muchos grupos se relocalizan enlos centros más aglomerados.

Concomitantemente, comienzan a regis-trarse inundaciones de envergadura, produ-ciendo la relocalización de gran parte de lascomunidades indígenas del departamento(doce sobre un total de quince). Las que sesituaban a la ribera del río Pilcomayo convi-vían con el fenómeno de las inundaciones,en tanto que el río era la única fuente dealimentos y las crecidas no eran de la mag-nitud que empezaron a tener en los ochen-

mica cazadora-recolectora. Dada la semiaridez deesta región, la expansión del capital en ella no sebasó en su ocupación directa, sino en el recluta-miento de los indígenas como mano de obraestacional por parte de sectores productivos situa-dos a su alrededor: primero los ingenios salto-jujeños y más recientemente las fincas poroterassalteñas y las colonias algodoneras del Chaco orien-tal. En este sentido, el avance directo del blanco selimitó a la colonización por parte de pobladorescriollos que, provenientes de Salta, practicaban unaganadería montaraz. En este contexto, a pesar dela presión territorial generada por los criollos, losindígenas mantuvieron el control de relativamen-te amplios territorios y del acceso a los ríos, lo queles permitió reproducir las actividades de pesca,caza y recolección y las relaciones sociales y econó-micas asociadas a ellas» (1995:106).

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ta. Durante toda esa década, con el avancede los bañados, las relocalizaciones se fue-ron repitiendo. Con estos desplazamientosque fueron alejando a los pobladores del río,las comunidades perdieron su acceso direc-to a un monte húmedo y rico en especiestanto vegetales como animales.

A remolque de estas dos situaciones pa-ralelas, las pautas territoriales de la zona ydel departamento se fueron trastocando.Mientras que para principios de los ochentaexistían 15 comunidades, para el primer lus-tro de la presente década éstas se habían casicuadriplicado, alcanzando la cifra de 60.

En este sentido, en el documento oficialdel programa se afirma: «Ya a finales de ladécada de los ’80, luego del proceso de recu-peración de las tierras, el departamento con-tabilizaba 26 comunidades aborígenes. Du-rante los noventa el proceso de división delos grupos sociales se profundizó, llegándosehoy a contabilizar con el diagnóstico 42 co-

munidades wichi» (Programa DIRLI, 1998).La principal característica espacial pro-

ducto de la misionalización fue el «agrupa-miento condensado» alrededor de las reduc-ciones. A su vez, se puede aseverar que granparte de las misiones que estructuraron estemodelo espacial se retiran tras la Guerra delas Malvinas, originándose nuevos patronesterritoriales: fragmentación de las antiguascomunidades, lo que no implica necesaria-mente dispersión territorial en el monte. Sedesarrollan dos tipos de ocupación del espa-cio: a) La agrupación alrededor de centroscon mejor provisión de servicios y mayornivel de asistencia estatal. b) La dispersiónen el monte, obteniendo un acceso más di-recto a los recursos de la tierra. De todosmodos, el proceso de segmentación se oca-siona de forma continua tanto en el ámbitode las comunidades agrupadas, como en elde las aisladas. En el mapa 3 se puede iden-tificar a las mismas por áreas.

Fuente: elaboración propia en base a datos provistos por Luis María De La Cruz, 2003.

Mapa 3. Comunidades por áreas del departamento Ramón Lista.

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El surgimiento de las ONGs y la ayudaal desarrollo. El reposicionamiento delos sujetos misionales

Durante la década pasada, se desarrollanalgunas transformaciones desde el estado ylas ONGs al tratamiento de las poblacionesindígenas. Por una parte, las fundacionescomienzan a realizar acciones que anterior-mente efectuaban las misiones. Vale la penaaclarar que las iglesias siguen ostentando unaimportancia relativa que no es desdeñable,pero sus modos de operar son diferentes,mientras que la centralidad que poseían notiene la misma dimensión en la actualidad.Por otra parte, desde la esfera estatal es ne-cesario dar cuenta de las especificidades pro-vinciales, con el objetivo de comprender quétipo de política se aplica con respecto a laspoblaciones originarias en cada caso.

En el Chaco Central, en la provincia deSalta, la situación es un tanto diferente conrespecto a Formosa, principalmente debidoal proceso incansable de lucha por la titula-ridad de las tierras y el posicionamiento quedetenta el estado provincial frente al recla-mo indígena. Desde el estado salteño, don-de la cuestión indígena se visualiza como unproblema y un condicionamiento al proyec-to «modernizante», el accionar del tercer sec-tor (estrechamente relacionado con las igle-sias anglicana y católica) se orienta a la ob-tención de los títulos de propiedad para lascomunidades en pugna. Por su parte, enFormosa las ONGs se articulan con diversasagencias estatales y fundaciones foráneas parala consecución de proyectos de desarrollo,mientras que las comunidades de RamónLista son dueñas de las tierras lindantes conel Pilcomayo.

No obstante, es substancial adicionar eneste proceso el papel que juegan los partidospolíticos, tal vez no tan diferente en uno yotro ejemplo, pero con algunas particulari-

dades. Para el caso que se analiza, el rol dealgunos dirigentes locales fue determinantea la hora de elegir definitivamente a RamónLista como departamento «enclave» del pro-grama de desarrollo integral.

Ahora bien, es necesario remontarse a losorígenes de la ayuda al desarrollo. A princi-pios de los setenta, arriban al Chaco misio-neros anglicanos y católicos con el propósi-to de lograr avances en la calidad de vida delas poblaciones locales, a partir de la trans-ferencia de conocimientos, tecnología y ca-pital para el despegue productivo y la inser-ción en el mercado. En esta génesis se en-cuentra la estrecha relación que se mantienehasta hoy en día entre misioneros, funda-ciones y proyectos de desarrollo.

En este sentido, la hipótesis del presentetrabajo se plantea como una reconversión departe de los actores que trabajaban en lasmisiones y de las propias instituciones trasdiversos cambios a principios de los ochen-ta. En este contexto se produce la reaperturademocrática que, de algún modo, genera unmayor nivel de visibilidad de los reclamosindígenas en cuanto a titularidad de la tierray el acceso a mejores condiciones de vida.

Desde el estado nacional, la ayuda sematerializa en proyectos de desarrollo paralas comunidades, que empiezan a ser másfrecuentes durante la década de los noventa.Por su parte, los gobiernos provinciales adop-tan medidas diferentes entre sí. El formoseñoaprueba en 1984, por intermedio de su cá-mara de diputados, la «Ley Integral del Abo-rigen» por la cual se otorga la propiedad dela tierra; mientras que el salteño no sólo nopromueve algo similar, sino que hasta el díade hoy mantiene un extenso proceso de di-lación para la entrega de tierras.

Con respecto a las iglesias, los principa-les aportes hacia las comunidades provienende la anglicana, la católica, la adventista ylas pentecostales sueca y noruega. Las trans-

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formaciones institucionales se darían, porcitar los ejemplos más significativos, en laiglesia católica con la creación del EquipoNacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA)y en la anglicana de la mano de Asociana, enlos ochenta. Estas asociaciones, o fundacio-nes, comienzan a operar como los brazos másorgánicos de ambas iglesias en el Chaco Cen-tral y detentan en la actualidad un peso derelativa importancia en la región.

Por su parte, algunos sujetos se despren-den de sus congregaciones y optan por for-mar nuevas organizaciones con el objetivoprimordial de canalizar recursos para el de-sarrollo de programas de bienestar social. Deeste modo, la mejor manera de generar ca-nales confiables para el arribo del dinero quesustentara los proyectos era la creación deestas fundaciones.

En este escenario aparecen las agenciasde cooperación internacionales, así como lascámaras empresariales, para financiar los di-ferentes programas. Este auge, que se iniciahace más de diez años, se desarrolla de ma-nera notable en el oeste formoseño. Los en-tes extranjeros e internacionales (por citaralgunos ejemplos, el Banco Interamericanode Desarrollo o la Agencia de CooperaciónItaliana) entran en escena a partir de la lle-gada de sus técnicos y sus ingentes presu-puestos. Es para esta época cuando se im-plementa el DIRLI.

Aquí se retoma nuevamente el planteoinicial con respecto a la aplicación de planessegmentados. Como se mencionó más arri-ba, durante la década pasada se opta porpolíticas focalizadas, en detrimento de lasuniversalistas, diseñadas desde una perspec-tiva de eficiencia.

Desde el estado se hace un guiño positi-vo hacia este tipo de política, con una visiónde que los egresos en infraestructuras paravivienda, salud y educación podrían conver-tirse en gasto deficitario, y no en gasto en

inversión, si no primaba el principio de efi-ciencia en un tiempo de recursos escasos.

Para el caso del Chaco Central, una for-mación socio-territorial sumamente comple-ja, que alterna archipiélagos de opulencia(campos de soja, cultivos primicia, ganade-ría comercial desplazada desde la regiónpampeana, entre otros) con una vasta exten-sión de extrema pobreza y marginación (co-munidades rurales y poblados urbanos conbajos niveles de servicios y dependientes dela ayuda estatal), la posibilidad de obtenerrecursos para programas de desarrollo seidentifica como una oportunidad para salirdel «atraso».

De esta forma, las organizaciones deltercer sector se erigen como el mecanismocentral a la hora de distribuir de manera «efi-ciente» aquellos recursos. Y en cierto senti-do, pasan a tener el papel de control socialque antes investían las misiones en el for-mato reduccional. Además, el estado se in-clina por dejar en manos de estos actores granparte de la política en materia social, fenó-meno que condensa aún más el poder deci-sorio en estas instituciones.

Por otro lado, una parte significativa delos programas aplicados se orienta al desa-rrollo del capital comercial a través de losemprendimientos de artesanías, tomandocomo modelo el ejemplo del noroeste argen-tino, estimulando la producción autóctonaen las comunidades originarias. Sin embar-go, más allá de algunos exiguos avances, laslimitaciones estructurales de inserción en losmercados locales y regionales ralentizan lacapitalización de los emprendimientos,mientras que se desarrolla una incipienteapropiación de valor en la esfera de la circu-lación por parte de actores externos a esteproceso de producción.

Finalmente, se podría afirmar que estasorganizaciones, de alguna manera, empujana la conformación de un capital comercial

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relacionado con la manufactura artesana yposeen un papel medular en la organizaciónde la producción local. A su vez, se dispo-nen como el principal engranaje a la hora dela determinación de políticas en materia so-cial y ejecución de proyectos de desarrollo,gracias al rol central que detentan en la vidade las comunidades locales.

Conclusiones

Como se planteó en el comienzo, el des-mantelamiento de las reducciones religiosas,que funcionaban como polo centrípeto paralos pobladores wichi hasta principios de los’80, reconfigura las relaciones socio-territo-riales de la región. La dispersión en el mon-te y la reagrupación en las áreas de serviciostras el retiro de las misiones reordenan al te-rritorio a partir del incremento en el núme-ro de comunidades. Por su parte, el reacon-dicionamiento misional en organizaciones yfundaciones intensifica la ayuda al desarro-llo, de forma concomitante con una visiónfragmentaria de política social por parte delestado.

En este contexto se ejecuta el DIRLI, quese montaba sobre las bases de un programade desarrollo rural integrado, pero finalmen-te se expresaría en el terreno como un plan devivienda con algunos aditamentos. A su vez,la necesidad de darle una fuerte visibilidad alprograma hizo que una gran cantidad de re-cursos de todo tipo se centralizaran en laspoblaciones de Ramón Lista exclusivamen-te, dejando de lado al espacio circundante.De este modo, la balanza entre universaliza-ción y focalización se inclinaría hacia estaúltima, tal como se venía dando a escala na-cional desde los inicios de la década pasada,retroalimentando de algún modo la ya exis-tente fragmentación territorial del área.

En cuanto a la trayectoria de la obra re-ligiosa, el accionar reduccional fue de la

mano con el crecimiento de los ingenios sal-to-jujeños, que se abastecían de la mano deobra aglutinada en las misiones, y tambiénoficiaba como refugio de los indígenas (cla-ro ejemplo de ello, la Guerra del Chaco),ejerciéndose un poder disciplinar sobre és-tos. Con la retirada de las reducciones enformato de misión, en cierta medida el po-der de control se estructura alrededor de lasONGs. Estas últimas comienzan a articularsecon diversas agencias públicas en la aplica-ción de proyectos de desarrollo local, adqui-riendo hoy en día una actuación central a lahora de determinar políticas en materia so-cial en la región.

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