Real Oratorio del Caballero de Gracia · No es un libro que deje al lector en el ámbi-to de lo...

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Presentación del acto Bienvenidos a la presentación del libro «Para ser otro Cristo», de don Juan Moya. Agradezco, en primer lugar, la presencia y la palabra de don Juan Antonio Martínez Camino, Obispo Auxiliar de Madrid y Secretario de la Conferencia Episcopal Española durante diez años, por quien siento especial aprecio y agradecimiento. Don Juan Antonio formó parte del Consejo Editorial de Cristiandad, rondando el segundo milenio, junto con el querido y recordado Don Eugenio Romero Pose, don Olega- rio González de Cardenal, don Pedro Rodríguez y don Juan José Pérez Soba. 29 de marzo de 2017 Real Oratorio del Caballero de Gracia Presentación del libro «Para ser otro Cristo» En la presentación, que ha tenido lugar en el Aula de actividades del Real Oratorio, que resultó insuficiente por el elevado número de asistentes, intervino en primer lugar D. Juan Kindelán, Presidente de Ediciones Cristiandad, editora del libro; en segundo lugar el autor del libro, D. Juan Moya y cerró el acto Mons. D. Juan Antonio Martínez Camino, Obispo Auxiliar de Madrid. Al terminar el autor firmó ejemplares a los que lo desearon. Antes de comenzar la presentación.

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Presentación del acto

Bienvenidos a la presentación dellibro «Para ser otro Cristo», de donJuan Moya.

Agradezco, en primer lugar, lapresencia y la palabra de don JuanAntonio Martínez Camino, ObispoAuxiliar de Madrid y Secretario de laConferencia Episcopal Española

durante diez años, por quien sientoespecial aprecio y agradecimiento.Don Juan Antonio formó parte delConsejo Editorial de Cristiandad,rondando el segundo milenio, juntocon el querido y recordado DonEugenio Romero Pose, don Olega-rio González de Cardenal, donPedro Rodríguez y don Juan JoséPérez Soba.

29 de marzo de 2017

Real Oratorio del Caballero de Gracia

Presentación del libro «Para ser otro Cristo»En la presentación, que ha tenido lugar en el Aula de actividades del Real Oratorio, que resultóinsuficiente por el elevado número de asistentes, intervino en primer lugar D. Juan Kindelán,Presidente de Ediciones Cristiandad, editora del libro; en segundo lugar el autor del libro, D.

Juan Moya y cerró el acto Mons. D. Juan Antonio Martínez Camino, Obispo Auxiliar de Madrid.Al terminar el autor firmó ejemplares a los que lo desearon.

Antes de comenzar la presentación.

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Doy las gracias también al autor del libro,don Juan Moya, Rector del Oratorio del Caba-llero de Gracia, donde nos encontramos. DonJuan y yo coincidimos en la universidad: élestudiaba Medicina y Derecho Canónico, cien-cias serias, mientras yo me licenciaba en Perio-dismo. Con el paso de tantos años, él sacerdo-te y yo editor aficionado, ha querido publicar

en «Cristiandad» este precioso libro con la ilu-sión de ayudarnos a conocer mejor a Jesucris-to, amarle más y parecernos más a Él.

Antes de ceder la palabra a don Juan, tam-bién quiero agradecerles a todos ustedes supresencia en este acto.

Juan KindelánPresidente de Ediciones Cristiandad

D. Juan Kindelán.

Llegada de D. Juan Antonio.

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D. Juan en su intervención.

La sala se llenó completamente.

Presentación de libro

En primer lugar, agradezco a D. Juan AntonioMartínez Camino su intervención en la presen-tación del libro y a D. Juan Kindelán, Presidentede Ediciones Cristiandad la edición del libro.

Por qué he escrito el libro

Se podría preguntar por qué he escrito estelibro, habiendo tantos y tan buenos sobre Jesu-

cristo. Sobre todo por un deseo personal demeditar la vida del Señor, y una manera dehacerlo es poner por escrito esas reflexiones,para grabarlas mejor en la cabeza y en el cora-zón. Y por si, de paso, pueden ser útiles aotros.

Pero además el origen del libro, la decisiónde escribirlo, tiene otros estímulos: el impactode la vida de algunos santos de nuestros días,que, en mi opinión, reflejan con gran fuerza yatractivo la vida de Cristo: San Juan Pablo II y

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San Josemaría Escrivá. Cuando murió JuanPablo II, en el 2005, sentí el deseo de escribiralgo sobre el Señor. Ese impulso se unió alejemplo de la vida de San Josemaría, que habíasido canonizado precisamente por San JuanPablo II tres años antes, en el 2002, al que yohabía conocido en 1964, y cuyas enseñanzasevangélicas he deseado seguir desde enton-ces. En la vida de ambos se advierte una iden-tificación grande con Jesucristo.

Los comentarios tan sugerentes sobre elSeñor de Benedicto XVI y las homilías tan vivase incisivas del Papa Francisco, influyeron tam-bién. Y, en fin, algo habrá tenido que ver lanecesidad de predicar todas las semanas en elOratorio, desde hace 16 años. Con estos ante-cedentes doy a entender que el libro nacióhace años, y fue tomando forma poco a poco,pues la mayor parte ha sido escrito aprove-chando momentos breves.

El título del libro, bastante audaz, como essabido es paulino, y muy utilizado por San Jose-maría, que iba incluso más lejos, apoyado enSan Pablo: ser no ya “otro Cristo”, sino “elmismo Cristo”, Ipse Christus, aunque la expre-sión “otro Cristo” haya que entenderla en ese

sentido: no “otro” diferente a Cristo, sino como“el mismo Cristo”.

Los 25 capítulos recogen aspectos funda-mentales de la vida cristiana, considerándolosdesde la contemplación de la vida de Cristo,como el desprendimiento, la vida de trabajo yde familia, nuestra condición de hijos de Dios,la llamada a la santidad y al apostolado, etc. Losúltimos 5 capítulos recogen más cronológica-mente los últimos días de la vida del Señor,desde el Domingo de Ramos hasta su Resu-rrección.

No es un libro que deje al lector en el ámbi-to de lo estrictamente espiritual, pues la identi-ficación con Jesucristo tiene necesariamenteconsecuencias en la mejora personal en todoslos campos de la vida humana —porque con laEncarnación del Hijo de Dios nada humano noses ajeno—, y por tanto con la dimensión socialdel hombre, para llevar a todos los lugares yactividades las enseñanzas siempre actuales deNuestro Señor.

Aunque se recogen bastantes aspectos delas enseñanzas de Nuestro Señor en los 25capítulos, para evitar una extensión excesivahan quedado fuera otros, que también había

Otra ángulo de la sala.

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escrito. No obstante, en el caso de una segun-da edición, se podría pensar la conveniencia deañadir alguno de estos que ahora no se hanincluido.

Cómo es el libro y en que consiste ser “otro Cristo”

No es un tratado de Cristología, ni tampocouna biografía del Señor, aunque tenga un pocode ambas. Sobre todo, es una reflexión sobre elEvangelio, fijándome en algunas de las facetas,humanas y divinas, de Nuestro Señor, tratandode aplicarlas a nuestra vida y a nuestra tareacomo cristianos en medio del mundo. Algunosde los capítulos son como un diálogo con elSeñor, procurando ser “como un personajemás” —decía San Josemaría—, invitando al lec-tor a hacer lo mismo, sin limitarse a ir leyendo.

Un aspecto esencial es definir o explicar enqué consiste ser “otro Cristo”, para saber cómohemos de ser, qué hemos de vivir, si queremosrealmente parecernos a Él, identificarnos conÉl. Siendo conscientes de que la perfecciónhumana y divina de Jesucristo no se puedeencerrar o agotar en unas palabras o en unosrasgos —y sobre todo la profundidad infinita decada uno de ellos—, nos podríamos atrever adecir que parecernos a Jesucristo requiere

tener una conciencia muy viva de ser hijos deDios, que lleva a la búsqueda de la santidad y aparticipar activamente en la tarea redentora deJesucristo; a contar con la Cruz, pero siemprecon serenidad, alegría y una gran confianza enla gracia de Dios. Y como Dios es amor, siem-pre y en todo momento tener una gran capaci-dad de amar, con obras y de verdad, a todoslos hombres.

La importancia de la identificación con Jesucristo

La importancia de este empeño radica enque es el objetivo central al que debe tender lavida cristiana. Se puede decir también que eseobjetivo es alcanzar la santidad, pero ambascosas se identifican: a una mayor semejanzacon Jesucristo corresponde una mayor santi-dad, y viceversa.

Por tanto todos los santos se parecen a Jesu-cristo, pero esa identificación se puede buscarpor caminos distintos. Unos le siguen apartán-dose de las cosas del mundo, como el Señorcuando se retira al desierto: es la vida monásti-ca, de una dedicación exclusiva a la oración y ala penitencia. Otros hacen suyo literalmenteaquel mandato del Señor de ir por todo elmundo para predicar el evangelio: los misione-

En otro momento del acto.

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ros, que dejan su hogar y su tierra para ir alugares lejanos.

Ambos caminos son necesarios y lo seránsiempre, pero esta gran riqueza de espirituali-dades diversas no agotan los caminos de segui-miento al Señor. Queda aún todo el ampliocampo de las realidades humanas en medio delmundo, que hay que santificar y llevar al Señor:

es imitar al Señor en su vida de trabajo y defamilia, los largos 30 años de la vida de Jesu-cristo en Nazaret. Los largos años de Nazaretno son un paréntesis hasta el comienzo de suvida pública, sino años luminosos que, comodecía San Josemaría, nos hablan de la santidaden la vida ordinaria, que es la propia de lainmensa mayoría de los hombres y mujeres y

D. Juan Antonio comenta el título del libro.

D. Juan Antonio.

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por tanto de los cristianos, donde Dios nosespera cada día.

Así el cristiano, siendo otro Cristo, contribu-ye a transformar el mundo desde dentro, a sersal y luz, fermento, colirio..., haciéndolo másjusto, más solidario, más humano.

Cómo conseguir llegar a ser otro Cristo

Hemos hablado de la meta a la que hemosde procurar llegar. Y de la gran importancia quetiene para nuestra vida de hombres y mujerescristianos. Y ¿cómo llegar a ser otro Cristo, quémedios tenemos a nuestro alcance?

Un requisito esencial es buscar la identifica-ción con la voluntad de Dios para cada uno denosotros, en todos los momentos de nuestravida. Como el Señor, también nosotros hemosde ser conscientes de haber venido al mundopara cumplir el querer de Dios; ese debe sernuestro alimento. Este empeño de fondo, lodebemos actualizar en las más diversas cir-cunstancias, y siempre.

La fuerza necesaria para vivir así la hemos deobtener en la vida de oración y con la graciaque recibimos en los sacramentos, que nosden una presencia de Dios constante para lle-gar a ser contemplativos en medio del mundo,como decía San Josemaría. Saber convertir el

trabajo en oración, a la vez que procuramosrealizarlo con la mayor competencia profesio-nal, y ese prestigio será nuestro “anzuelo” de“pescador de hombres”, para acercarles alSeñor a través de una amistad sincera, connuestra oración y nuestro ejemplo, y esa pala-bra oportuna que ayuda a descubrir un nuevohorizonte en la vida de muchas personas, quecaen en la cuenta del amor que Dios les tiene,un amor que ha llegado hasta dar la vida porcada uno de nosotros, y está siempre dispues-to a ayudarnos y perdonarnos. Y así, poco apoco, casi sin darnos cuenta, iremos creciendoen los rasgos capitales que decíamos antes ynos vamos acercando al Señor, nos vamospareciendo a Él.

No podemos terminar sin hablar de la Vir-gen. Si queremos parecernos al Señor es nece-sario que la tratemos y la queramos comoMadre nuestra que es, pues así lo ha queridoÉl, entregándonosla como el último gran donde su vida terrena. María, el mejor atajo parallegar a su Hijo, y también el mejor camino paraparecernos a Él. “Sé de María y serás nuestro”,decía San Josemaría, de Dios y semejantes a Él.

Agradeceré a los que lean el libro cualquiersugerencia que pueda mejorarlo en una posiblereedición. Muchas gracias.

Juan Moya

D. Juan firmando algunos libros.

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— Comenzó diciendo que le gustaba el títulodel libro, aunque la expresión “ser otro Cris-to” no estuviera hoy muy de “moda”, porqueexpresa bien lo que es ser cristiano: se nosdefine por el ser, no por el hacer. Ser cristia-no no es, en primer lugar “hacer cosas”; noes tampoco “cumplir” los Mandamientos; noes en primer lugar una “moral”, aunque nose excluye. No es un pertenecer a unaescuela filosófica, o tener una idea sobre elmundo, aunque también lo sea.

— Ser cristiano se define por lo que somos:otro Cristo, acoger la gracia de Dios en Cris-to. Nosotros no “nos hacemos” cristianos;nos hace cristianos nuestra Madre la Iglesiaal recibir el bautismo.

— “Desarrollar” el ser cristiano es la gran tareaque tenemos por delante. Es dejar actuar aCristo, identificarnos con el querer de Dios.Poder llegar a decir, con San Pablo, “no soy yoel que vive, sino que Cristo vive en mi”. Pode-mos “morir” con Cristo, para “vivir” con El.

— Citando el libro “Jesús de Nazaret” de Bene-dicto XVI —uno de los mejores libros de teo-logía, decía D. Juan Antonio— se preguntabaqué trae Jesucristo al mundo: si siguehabiendo hambre, injusticias, guerras...,¿qué trae Jesucristo? La respuesta es esta:nos ha traído a Dios, pero nos parece poco.Nos ha revelado en qué consiste el poder deDios, con su palabra y con su muerte. Losgriegos decían que por el poder y la trascen-dencia de Dios con relación al hombre, elhombre no podía aspirar a ser amigo deDios, por la distancia infinita entre Él y nos-otros.

— Pero no es así: Dios mendiga nuestra amis-tad. Su poder es el del que llama al ser a loque no es, llama la muerte a la vida, y lo hacemuriendo por nosotros: la debilidad de laCruz es el poder de Dios.

— Los libros no pueden “contener” a Jesucris-to, pero el cristiano sí puede, aunque imper-fectamente.

Algunas ideas de la intervención de Mons. D. Juan Antonio Martínez Camino

D. Juan Antonio y D. Juan.

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— El poder de Cristo no es un poder de estemundo, pero las puertas del infierno no pre-valecerán contra Él y contra su Iglesia.

— Terminó hablando de la Virgen con unaanécdota del Papa Francisco: fue invitado acenar con unas personas que se las daban

de “teólogos”. Comentaban al Papa quecomo el poder de Jesucristo, es tan grande,no se necesita a María. Y el Papa les dijoque sin el sí de María no existiría Cristo. Asíes de grande su poder, que nosotros nece-sitamos. l

La intervención de D. Juan Antonio fue seguida con mucho interés por todos.

D. Juan Antonio y D. Juan Kindelán, con algunos asistentes a la presentación.