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e LA UNIVERSIDAD EN LA ENCRUCIJADA: UNIVERSIDAD DUAL O UNIVERSIDAD DEMOCRÁTICA Y DE MASAS RAFAEL JEREZ MIR (e) INTRODUCCIÓN Cuando se habla genéricamente de las funciones sociales de la universidad se destacan normalmente cuatro: la función docente, la función crítica, la función pro- fesional, y la función política. La primera consiste en la transmisión generacional de la cultura intelectual elaborada y de los sa- beres básicos de una determinada época, necesarios para el control, la administra- ción y la gestión de los recursos naturales y cle la organización social, así como para el gobierno político y la reproducción del sistema de dominación social y para el de- sarrollo del pensamiento general y de la creatividad intelectual, científica, literaria y artística de cada sociedad concreta. La se- gunda de dichas funciones estriba, precisa- mente, en el desarrollo reflexivo e innovador de ese fondo histórico-social del conoci- miento humano más elaborado, a partir de la superación cíe sus principales antino- mias y limitaciones previas, y como base de la mejora constante de la comunicación social y de la orientación existencial cíe los hombres que forman parte de esa socie- dad. La función profesional de la universi- dad reside en la selección, la instrucción y la cualificación académica especializadas cle las diversas ocupaciones universitarias (*) Universidad Complutense. Revista de Educación, núm. 314 (1997), pp. 137-1% y en la preparación intelectual de la «clase cultivada» que impulsa la crítica, los sabe- res básicos, el pensamiento general y las áreas temáticas fundamentales de la cultu- ra intelectual elaborada. Y, en fin, su función política, puede clefinirse como la legitima- ción del sistema de dominación, la jerar- quía del poder y de la posición social y la forma de gobierno y el Estado, en general, y cle la división técnica y social del trabajo de cada sociedad, en particular. Todo ello suele completarse, además, con un par de puntualizaciones importantes e igualmente generales: la singularidad del caso particu- lar de cada país; y el contraste notorio en- tre la universidad de élites tradicional y la universidad actual. Pues bien, con este ensayo se trata de añadir una contribución más al conoci- miento particular de la universidad espa- ñola. Ante todo, se parte de una revisión forzosamente esquemática de las grandes inflexiones de la universidad española, si- guiendo el hilo temático cle sus principales modelos históricos (Jerez Mir, 1994) hasta mediados cle este siglo y cle las funciones fundamentales de cada uno de ellos. A continuación, se estudia la transformación final de la universidad de élites tradicional en una universidad dual: una universi- dad, privada y pública, de élites para la minoría más privilegiada; y una universidad' 137

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eLA UNIVERSIDAD EN LA ENCRUCIJADA:

UNIVERSIDAD DUAL O UNIVERSIDAD DEMOCRÁTICA Y DE MASAS

RAFAEL JEREZ MIR (e)

INTRODUCCIÓN

Cuando se habla genéricamente de lasfunciones sociales de la universidad sedestacan normalmente cuatro: la funcióndocente, la función crítica, la función pro-fesional, y la función política. La primeraconsiste en la transmisión generacional dela cultura intelectual elaborada y de los sa-beres básicos de una determinada época,necesarios para el control, la administra-ción y la gestión de los recursos naturalesy cle la organización social, así como parael gobierno político y la reproducción delsistema de dominación social y para el de-sarrollo del pensamiento general y de lacreatividad intelectual, científica, literaria yartística de cada sociedad concreta. La se-gunda de dichas funciones estriba, precisa-mente, en el desarrollo reflexivo e innovadorde ese fondo histórico-social del conoci-miento humano más elaborado, a partir dela superación cíe sus principales antino-mias y limitaciones previas, y como basede la mejora constante de la comunicaciónsocial y de la orientación existencial cíe loshombres que forman parte de esa socie-dad. La función profesional de la universi-dad reside en la selección, la instrucción yla cualificación académica especializadascle las diversas ocupaciones universitarias

(*) Universidad Complutense.

Revista de Educación, núm. 314 (1997), pp. 137-1%

y en la preparación intelectual de la «clasecultivada» que impulsa la crítica, los sabe-res básicos, el pensamiento general y lasáreas temáticas fundamentales de la cultu-ra intelectual elaborada. Y, en fin, su funciónpolítica, puede clefinirse como la legitima-ción del sistema de dominación, la jerar-quía del poder y de la posición social y laforma de gobierno y el Estado, en general,y cle la división técnica y social del trabajode cada sociedad, en particular. Todo ellosuele completarse, además, con un par depuntualizaciones importantes e igualmentegenerales: la singularidad del caso particu-lar de cada país; y el contraste notorio en-tre la universidad de élites tradicional y launiversidad actual.

Pues bien, con este ensayo se trata deañadir una contribución más al conoci-miento particular de la universidad espa-ñola. Ante todo, se parte de una revisiónforzosamente esquemática de las grandesinflexiones de la universidad española, si-guiendo el hilo temático cle sus principalesmodelos históricos (Jerez Mir, 1994) hastamediados cle este siglo y cle las funcionesfundamentales de cada uno de ellos. Acontinuación, se estudia la transformaciónfinal de la universidad de élites tradicionalen una universidad dual: una universi-dad, privada y pública, de élites para laminoría más privilegiada; y una universidad'

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masificada, más que propiamente de ma-sas, para el 38 por 100 cle la población enedad cle escolarización universitaria y unporcentaje pequeño cle la población adulta(menos de un 5 por 100 de los nuevos ingre-sos en la universidacD. Y, por último, se con-cluye con el planteamiento igualmentegeneral de la que parece ser una encrucijadabásica de la política universitaria española enlos próximos años. A saber: la reproduccióndel tipo de universidad dual actual hoy do-minante; o el impulso progresivo de la trans-formación de esa universidad dual en unauniversidad democrática y de masas cadavez más universal y más rigurosa.

DESARROLLOS BÁSICOS DE LAUNIVERSIDAD DE ELITES TRADICIONAL

MONARQUÍA CORTESANO-ABSOIA rEISTA: DEL

MODELO CLAUSTRAL TRIDENI1NO A IAREFORMA ILUSTRADA

En el caso de España, la transición a lamonarquía cortesano-absolutista parece elresultado final de la reestructuración de labalanza del equilibrio de poder y cle la je-rarquía cle la posición social, característicosde los diversos reinos cristianos medieva-les, en función del desarrollo de un apara-to centralizado estatal con tres centrosprincipales de poder, autoridad social y co-nocimiento, comunicación y orientaciónexistencial (Jerez Mir, 1993: 151-173).

Ante todo, la Corte se especializa en ladomesticación social y política de la viejanobleza guerrera y de sangre medieval yen su legitimación como clase dominante.La integra políticamente, como tal clasedominante, aprovechando su estrecha de-pendencia del mercado cle opiniones y dela «bolsa de influencias» cortesanos. «Civi-liza» y refina la psicología social de esa no-bleza feudal mediante la etiqueta, elceremonial, el ritual, la exigencia de losbuenos modales, la erudición, el desarrollo

del ingenio, el lenguaje, la racionalidadcortesana y las exigencias características dela cultura y la educación cortesanas en ge-neral. Y la encumbra socialmente, legitiman-do su máxima ratio cle riqueza material,poder político, posición social y prestigio,al exaltarla como la clase «naturalmentesuperior» y fomentar la admiración popu-lar mediante esa representación externa,continua y exigente de su rango social pri-vilegiado (Elías, 1982 y 1989).

Por su parte, la Iglesia contrarreformis-ta tridentina se ocupa de la domesticacióncultural cle los súbditos de la monarquíacortesano-absolutista, legitimando el ordensocial y político con su extraordinario de-sarrollo institucional, el despliegue teóricode un nuevo programa teológico-políticode gobierno y la formidable actualizaciónde sus recursos sociales, simbólicos y téc-nicos (Varela, 1984; Varela y Álvarez Uría,1991: 55-84). En cuanto a la universidad,su función principal es la selección socialy la formación profesional especializadade los funcionarios civiles y eclesiásti-cos y de la élite intelectual, académica yadministrativa.

Además de guerreros, diestros en elempleo de la violencia física, y cle médicose ingenieros, geógrafos, nautas y otros ex-pertos en el conocimiento y el gobiernopráctico del medio ambiente, la nueva mo-narquía cortesano-absolutista precisaba,ante todo, de los especialistas necesariospara garantizar la eficacia del monopolio es-tatal de la violencia fiscal y simbólico-ideoló-gica. Hacían falta técnicos de la administración,el fisco y el derecho cortesano-absolutistas,pero también teólogos, predicadores, con-fesores, directores espirituales y otros tiposde especialistas en la construcción y en lareproducción culturales del nuevo sistemache ideas, creencias y evidencias sociales,en la dirección de las conciencias y en lalegitimación ideológica del Estado y delnuevo orden social en general. De hecho,la vieja nobleza feudal continuó monopo-lizando la violencia física, al igual que en

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el feudalismo medieval, pero ahora comouna «nobleza de espada» especializada enla carrera estatal de las armas. Los expertosen la minería, el arte militar, el arte de navegary otros conocimientos científico-técnicosespecializados (matemáticos, astrónomos,nautas, mecánicos, ingenieros, etc.) se for-maron en la Casa de Contratación de Indias(1503) en Sevilla y en otras institucionesdel imperio de la monarquía o fueron con-tratados por ésta en el extranjero. El podereclesiástico se vió extraordinariamente re-forzado con la proliferación de nuevas ór-denes, congregaciones y otras fundacionesreligiosas, la potenciación de la inquisicióny su integración general en el nuevo apa-rato estatal centralizado. Pero, aparte detodo esto, se multiplicó también el númerode universidades y colegios universitarios,con el fin de formar al grueso de los fun-cionarios civiles y eclesiásticos necesarios,y se potenciaron algunos colegios universi-tarios y las universidades de Alcalá y de Sa-lamanca, que se distinguieron rápidamentepor el nivel y la duración cíe sus estudios yla rentabilidad profesional de sus creden-ciales académicas, para seleccionar y edu-car más rigurosamente a los estudiantesdestinados a ser la nueva élite académica yadministrativa.

Durante todo el siglo XVI, las nuevasclases urbanas acomodadas que surgieroncon la prosperidad económica y política dela época enviaron a sus hijos a los centrosuniversitarios más prestigiosos, como pun-to de partida de una «carrera meritocráticade las letras» que culminaba, en la prácti-ca, con la integración personal de los másafortunados en la nueva nobleza adminis-trativa, de toga y de báculo (Kagan, 1981).De hecho, la élite académica —como lanueva burocracia civil y eclesiástica estatalen su conjunto— acabó integrándose, comoun grupo social privilegiado, dentro de lajerarquía de poder y de posición social ca-racterística de la monarquía cortesano-ab-solutista. Pero su extracción social y sueducación especializada, junto con la cul-

tura universitaria en general, se fuerontransformando también en función de lasdos grandes inflexiones históricas de la es-tructura del equilibrio de poder caracterís-tico de la monarquía cortesano-absolutistaespañola: el debilitainiento del poder cen-tral estatal y el resurgimiento del «espíritude partido» y de la «triple anarquía feudal»(nobiliar, eclesiástica y gremial) y el refor-zamiento regalista de ese mismo podercentral con la nueva dinastía borbónica, larecuperación económica y la reforma ilus-trada del siglo XVIII.

Las nuevas instituciones universitariasse desarrollaron, en principio, conforme aun modelo bastante estricto de la culturaclaustral, con centro en el estudio rigurosode la teología y los cánones y en la selec-ción meritocrática de los mejores estudian-tes, aunque a costa del laicismo y de laorganización democrática de los centrosuniversitarios tradicionales. Pero, con lacrisis económica y política clel siglo XVII,ese modelo se vino rápidamente abajo. Lafacción más poderosa cle la nueva noblezaadministrativa impuso su control oligárqui-co, nepotista y clientelista en los colegios uni-versitarios y en las universidades másimportantes con el fin de utilizar esos re-cursos de poder para preservar la posiciónsocial privilegiada que había logrado ad-quirir. En esas condiciones, la cultura y laeducación universitarias se deterioraronseriamente hasta llegar a una auténtica cri-sis terminal. En la real cédula cle Carlos IIIde 1768, por la que se reforma la universi-dad de Sevilla, se denuncian abiertamentetodavía tanto la existencia de una casta co-legial que controla las principales universi-dades como la degeneración cle los estudiosde teología, derecho y medicina bajo el pre-dominio del «espíritu escolástico» más de-cadente y del «espíritu de partido», que sehabía generalizado en la sociedad española(Olavicle, 1969). De hecho, ni los abnegadosesfuerzos de la minoría crítica universitaria,que resurge ya a finales del siglo XVII conlos «novatores» de Sevilla y de Valencia, ni

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las reformas políticamente mucho mejorrespaldadas del conjunto de la élite ilustradadel siglo XVIII en general, lograron sacar yaa las instituciones universitarias españolasde ese estado de postración general. Hastael punto de que hubo que crear otro tipode instituciones para impulsar el programapolítico, cle gobierno dc los ilustrados, re-galista y baconiano, mientras el propioCarlos IV llegaba a decretar incluso el cierredefinitivo cle los colegios universitarios, antela evidencia de lo imposible de su reforma.

El esfuerzo ilustrado cle modernizaciónde la monarquía cortesano-absolutista tuvosus principales logros en el campo de lasreformas jurídicas, en el de la nueva opi-nión pública y en el de la transformaciónrelativa de la cultura y la educación de laintelectualidad. Esos cambios no pudieronser promovidos desde la universidad, dadala profundidad de su degeneración culturaly educativa. En cambio, el programa rega-lista y baconiano de gobierno de la cúpulapolítica estatal ilustrada se difundió signifi-cativamente mediante la creación de nue-vas instituciones, públicas y privadas, asícomo desde el púlpito, el teatro, la prensay los círculos literarios y políticos reformis-tas, gracias al apoyo directo de la fracciónilustrada cle la nobleza y del clero, de laburguesía mercantil y de los grupos urba-nos ascendentes en general. Sólo así pudoirse imponiendo progresivamente en lanueva opinión pública la preeminenciapolítica del derecho regalista y «nacional»sobre el particularismo jurídico feudal, seposibilitó el conocimiento de la economíapolítica y se desarrollaron los estudios his-tóricos y toda una nueva literatura científi-co-social rigurosa. De esa forma, se actualizóel fondo histórico-social de la cultura inte-lectual española y se preparó el terrenopara desenvolvimiento desde fines del si-glo XVIII del liberalismo político, en el pla-no teórico, y cle la legitimación social ypolítica de la reorganización estructural dela propiedad', la jerarquía social y la estruc-tura del equilibrio de poder de la sociedad

española, en el dominio práctico: las desa-mortizaciones cle los bienes eclesiásticos y co-munales y las reformas jurídicas liberales delos dos primeros tercios del siglo XIX, en ge-neral, comienzan ya, cle hecho, con la desa-mortización eclesiástica de Carlos IV, en 1798.

Por lo mismo, la nueva élite ilustradaintelectual, académica y burocrática tuvoque formarse en su inmensa mayoría almargen de la universidad española tradi-cional. Los intelectuales renovaron las hu-manidades clásicas y castellanas apoyándoseen las tertulias, en las academias literarias,en el mundo editorial de la nueva opiniónpública y en algunas fundaciones estatalesde nueva creación, como los Reales Estu-dios de San Isidro de Madrid, los Semina-rios de Nobles, la Real Biblioteca o las RealesAcademias de la Lengua y cle la Historia.Entonces se necesitaron también, tanto eco-nomistas, juristas, peritos mercantiles y otrosexpertos en la dirección de la sociedad ydel Estado, como matemáticos, físicos, quí-micos, metalúrgicos, cirujanos, veterina-rios, ingenieros y otros tipos de especialistasen el conocimiento y en el gobierno cien-tífico-técnico de la naturaleza. Pero, tantolos unos como los otros, cuando no vinie-ron directamente desde el extranjero, tu-vieron que formarse en nuevas instituciones,dependientes de la administración estatal —ci-vil o militar—, promovidas por ella (los con-sulados y, sobre todo, las asociacioneseconómicas cle amigos del país son losejemplos más significativos) o creadas di-rectamente por las fuerzas más dinámicascle la sociedad civil, como en los casosejemplares del Instituto Asturiano y en elde la Junta de Comercio de Barcelona.

SISTEMA TERRATENIENTE: CENTRALIZACIÓNUNIVERSITARIA Y PREDOMINIO DE LOSESTUDIOS DE DERECII0 Y MEDICINA

Presumiblemente, y a pesar cle la im-portancia relativa de las transformacio-

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nes socioeconómicas de la época, el siste-ma social que surgió finalmente de la «re-volución liberal española» de los dosprimeros tercios del siglo XIX no fue unasociedad capitalista o propiamente burgue-sa sino una modalidad «moderna» de lasociedad agraria tradicional: el «sistema te-rrateniente». Éste se distingue estructural-mente por todo un conjunto cle los rasgosfundamentales y estrechamente interrela-cionados: la liberalización jurídica de lapropiedad territorial y de la propiedad engeneral; la recomposición relativa cle la es-tructura social, con un claro predominioeconómico y político de los grandes rentis-tas de la tierra y de la agricultura precapi-talista sobre la burguesía industrial, mercantily financiera y sus actividades económicas,con un pequeño campesinado en el norte,la meseta y la periferia mediterránea, y conmillones de campesinos sin tierras, unoscientos cíe miles cíe artesanos y una claseobrera minoritaria; un nuevo Estado cen-tralizado, formalmente laico; la debilidadde la administración civil cle ese nuevo Es-tado y la militarización crónica consiguien-te del orden público; y la restauración, desdemediados de siglo, de las institucioneseclesiásticas tradicionales, en general, yde la beneficencia y el sistema escolar re-ligiosos, en particular, (Jerez Mir, 1993:173-216).

En ese sistema terrateniente los gran-des propietarios y rentistas de la tierra si-guieron detentando la máxima ratio depoder. No obstante, con la «revolución li-beral» se impulsó también una recomposi-ción de la estructura previa del equilibriode poder y de la jerarquía de la posiciónsocial, como consecuencia de la constitu-ción de una nueva élite intelectual, acadé-mica y administrativa y del ascenso de otrosgrupos sociales con recursos económicos ypolíticos fuertes. La vieja nobleza feudal,educada en el lujo y en la ostentación cor-tesana y cuyo status, poder y prestigio de-pendían exclusivamente del azar de su

nacimiento, desconfió siempre cle la frac-ción liberal de la intelectualidad y de lasinstituciones liberales. Pero la burguesíaindustrial, mercantil y financiera, la nuevaelite militar y política, los profesionales supe-riores de mayor prestigio y, en general, losnuevos grupos sociales privilegiados quedebían su ascenso social a su propia valíapersonal y estaban acostumbrados al or-den, el método, el riesgo y el cálculo racio-nal, valoraron, en cambio, positivamente lacompetencia en el ejercicio del pensa-miento abstracto y la estrategia política re-formista de las primeras generaciones de laintelectualidad liberal.

Formada, en un principio, en las nue-vas instituciones y en la tradición intelec-tual del reformismo ilustrado y con unconocimiento muchas veces directo de loque estaba sucediendo en Francia, Inglate-rra, Bélgica y otros países europeos, esa in-telectualidad liberal se ocupó, ante todo,sistemáticamente, del análisis y de la solu-ción racionales de los nuevos problemassociales, comenzando por dotar al nuevosistema social del orden y la unidad admi-nistrativos, legislativos y judiciales impres-cindibles. Así, en el dominio universitario,concretamente, hizo el diseño teórico ylegal y puso las bases institucionales delnuevo sistema centralizado, homogéneo yrelativamente laico de enseñanza mechay superior, que culmina jurídicamente con laaprobación de la Ley Moyano (1857). Porlo demás, esa universidad se ocuparía, asu vez, de los nuevos problemas socio-políticos del país. De hecho, su funciónprincipal continuó siendo la educaciónespecial de la clase media urbana cle laadministración, la política y la culturaintelectual elaborada, un grupo socialno muy numeroso (Tabla I), pero impres-cindible para mediar técnica, política, jurídi-ca e ideológicamente entre la oligarquíaagraria y las clases burguesas, por un lado,y entre el conjunto de los grupos socialesprivilegiados y los subalternos, por el otro.

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TABLA ITotal del alionliado ttniversitario

Año FacultadesEscuelas

EspecialesTasa por 100.000

habitantes

1863 8.305 465 56

1882 17.385 — 119

1914 30.427 946 157

1927 39.472 1.270 176

1932 34.129 2.950 153

1940 35.808 1.731 145

1950 51.633 2.972 195

1960 62.105 15.018 253

1967 114.867 38.090 459

Fuente: Lerma, 1976, p. 437.

Significativamente, la Ley Moyano, vi-gente hasta 1970, rompe ya con la orienta-ción técnico-profesional de la enseñanzasuperior española de origen ilustrado, quepropugnaba también todavía el primer li-beralismo (Gil de Zárate, 1855). Porque noeran exactamente científicos, ingenieros yespecialistas en la resolución de los pro-blemas de la producción lo que se precisa-ba, sino profesionales liberales (abogadosy médicos, ante todo) y buenos gestoresde la administración civil, pública y priva-da, profesores, intelectuales, políticos y es-pecialistas en la resolución de los problemassociales. De ahí que en la nueva universi-dad se forme, sobre todo, al personal espe-cializado de la administración civil delEstado, hasta el punto cle que la Facultadde Derecho llegaría a funcionar en la prác-tica como una auténtica escuela de cua-dros superiores del Estado durante elperíodo político más estable cle la Restau-ración (1876-1902): ésa será la época delapogeo político de los abogados, que enlas Cortes de 1901, por ejemplo, llegarían a

ser el 62 por ciento de los diputados. Demodo que, aunque se crearon nuevoscuerpos de funcionarios (abogados del Es-tado, ingenieros de obras públicas, inge-nieros de industria, inspectores de hacienda,técnicos comerciales, etc.), en la universi-dad del sistema terrateniente dominaránsiempre, con mucho, los estudios jurídicosy los médicos (Tabla II): los alumnos de lasFacultades de Derecho y de Medicina su-man el 50 por ciento del total de estudian-tes universitarios en 1865-1866, el 53 por100 en 1881-1882, el 60 por 100 en 1919-1920 y el 70 por 100 en 1931-1932.

La universidad del sistema terratenien-te fue una universidad burocratizada, másprofesoral que científica, y en la que lostraductores y los manualistas predomina-ron siempre sobre los creadores, los escri-tos jurídicos, filosóficos y literarios sobrelos científicos técnicos, y las «letras» sobrelas «ciencias». Tras la ruptura con la cien-cia de la ilustración provocada por la ines-tabilidad social y política, producto de lacrisis del antiguo régimen y la transición al

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sistema terrateniente, hubo dos o _tres ge-neraciones de científicos que lograron larecuperación de los hábitos de trabajocientífico y la elevación a un nivel europeode la información y de la enseñanza entre1850 y 1880. Las bases institucionales de laciencia española se ampliaron posterior-mente, entre la Restauración y la SegundaRepública, gracias a la estrategia de la inte-lectualidad y ele los políticos liberales, queproclamaron en diversas ocasiones la im-portancia de la educación en la transfor-mación de los hombres para conseguir unaorganización social y política, progresiva,liberal y democrática. Pero las aportacio-nes españolas a la historia universal de laciencia continuaron siendo obra exclusivade algunos grupos aislados y de determi-nadas individualidades excepcionales. Porlo demás, las graves contradicciones es-tructurales del sistema terrateniente espa-ñol explican la división de su clase mediay de la elite intelectual, académica, buro-crática, política y profesional que surge deella, en dos fracciones político-ideológicasbásicas, claramente contrapuestas: mode-radamente laica y reformista, la liberal; yconservadora en lo social y político y ca-tólicamente integrista en lo ideológico, latradicional.

La fracción liberal tuvo un protagonis-mo cultural y político inicial mucho mayor,

aunque éste se hizo después intermitente,al depender de lo favorable o desfavorablede cada coyuntura histórica concreta, y alfinal fue liquidada o condenada al exiliopor la violencia militarista ultraconservado-ra, auspiciada por la clase terrateniente do-minante y por las fuerzas sociales y políticasque se aliaron con ella. En la práctica, cen-tró su estrategia político-ideológica refor-mista en la extensión y en la reformarigurosa del sistema escolar liberal de laépoca y en la democratización funcionalde la sociedad español mediante la amplia-ción del acceso popular a la cultura inte-lectual elaborada, como clave principalpara la resolución pacífica de los proble-mas sociales españoles. A ella se le debe eldiseño teórico y político cle las principalesinstituciones liberales y del nuevo sistemaescolar del país. En el sexenio revoluciona-rio de 1868-1874 impulsó la «extensiónuniversitaria» y la potenciación del conjun-to del sistema de enseñanza laico liberal,público y privado. Durante los primerosaños de la Restauración sufrió las conse-cuencias de la represión política conserva-dora y tuvo que concentrarse en iniciativasde alcance más limitado, entre las que des-taca, sobre todo, la Institución Libre cle En-señanza (1877). Pero, desde el comienzocle los años ochenta, emprendió la críticateórica sistemática de la «persistencia del

TABLA IIEnseñanza Superior: Distribución del Ahunnado por Facultades

Facultades 1881/82 9/0 1961/62 %

Medicina 3.898 24,0 13.438 21,0

Derecho 4.997 28,7 15.117 23,6

Ciencias 2.954 17,0 13.290 20,8Filosofía y Letras 2.298 13,2 9.554 14,9

Farmacia 1.238 7,1 4.978 7,8Ciencias Políticas y — — 7.034 11,0

Económicas

Veterinaria — — 599 0,9

Fuente: Lerma, 1976, p. 438.

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feudalismo en España» para alentar des-pués las nuevas reformas político-educati-vas que culminarían en la época de la«República Pedagógica».

En cambio, la fracción conservadora,sobre todo a partir de la Restauración, es-tuvo bajo la influencia de la Iglesia espa-ñola de la época, antiliberal en lo políticoy neotridentina en lo ideológico. A lo largodel primer tercio de este siglo, fue aumen-tando notoriamente el número de sus efec-tivos, coincidiendo con el aumento de laconllictividad social y política, en relacióncon los principales problemas del sistematerrateniente español: el social, el religioso,el militar y el regional. Finalmente, tomómayoritariamente partido por la resoluciónantirrepublicana, violenta y militarista deesos problemas sociales estructurales. Y sebenefició directamente, por lo mismo, dela derrota del liberalismo republicano y dela izquierda política en 1939.

DE LA UNIVERSIDAD DE ÉLITES A LAUNIVERSIDAD DUAL

DESARROLLO CAPITALISTA Y SISTEMA DE

ENSEÑANZA DE TIPO DUAL

Tras el retroceso económico de losaños cuarenta, la sobreexplotación delcampesinado y la extensión del mercadonegro durante los quince primeros años clela dictadura política franquista, paradójica-mente hicieron posible la superación histó-rica del sistema terrateniente español y susustitución por el sistema capitalista y laeconomía de mercado. En esos años, losgrandes latifundistas del mecho-sur penin-sular, secularmente absentistas, se transfor-maron en empresarios agrícolas e impulsaronla extensión de los regadíos, la mecaniza-ción del campo y la acumulación del capi-tal agrícola y agrícola-financiero. Ese mismocapital alentó después la recuperación delsector industrial y de sector terciario de la

economía, reforzados a continuación conlas divisas procedentes clel turismo, las re-mesas enviadas por los emigrantes, las en-tradas de capital extranjero y los beneficiosempresariales, como principales medios fi-nancieros. Y la penetración final de las em-presas transnacionales en el mercado españolcompletó ese proceso de modernizacióneconómica, integrando la economía espa-ñola en los grandes circuitos de los capita-les reguladores de la competencia capitalistamundial.

El desmantelamiento capitalista del sis-tema terrateniente determinó, también, laemigración masiva cle los campesinos sintierra y de los pequeños campesinos (aun-que estos últimos en menor medida, en unprincipio, y con cierto retraso) desde el cam-po a la ciudad. Ocho millones de ellos seestablecieron en torno a las grandes metró-polis españolas y en los principales núcleosurbanos en general, mientras otros dos mi-llones emigraban al extranjero, con el con-siguiente deterioro radical cle la culturarural, la urbanización demasiado rápida ydesordenada del país y la desaparición prác-tica de la sociedad agraria tradicional. Ade-más, ese proceso impulsó al tiempo otrastransformaciones estructurales de la socie-dad española. La mano de obra necesariapara el desarrollo de la construcción, delsector industrial y del sector terciario de laeconomía se vió libre de sus ataduras so-ciales precapitalistas. La demografía espa-ñola se «modernizó» rápidamente, con lacrisis de la familia patriarcal tradicional, elcrecimiento inicial de la población y la pa-ralización final de ese proceso expansivo,entre otros cambios importantes. Y la com-posición de la población activa españolase transformó también radicalmente: entre1950 y 1973 la población activa del sectorprimario se redujo desde el 47,6 por cientoal 24,9 por ciento, mientras los porcentajescorrespondientes al sector secundario y alsector terciario de la economía, práctica-mente igualados a mediados de siglo, seelevaron en ese mismo período de tiempo

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hasta el 36,1 por ciento y el 39,0 por ciento,respectivamente.

Naturalmente, la transformación de laestructura de clases cle la sociedad españo-la no fue menos radical que la económicay la demográfica. El desarrollo del capitalpuso términos, por fin, a la hegemonía his-tórica y económica de los grandes terrate-nientes y de la renta cíe la tierra. Con eldesarrollo de la construcción y de la indus-tria surgió una nueva clase obrera, nume-rosa y capaz cle organizarse al margen delos sindicatos oficiales. El grueso de la cla-se media, compuesta por los rentistas rura-les y urbanos cle tipo medio, los profesionalesliberales, los profesores de enseñanza me-dia y superior, una buena parte de los fun-cionarios superiores y la pequeña burguesíaagrícola, mercantil e industrial tradicional,perdió rápidamente su status social tradi-cional relativamente privilegiado. El artesa-nado desapareció prácticamente. Pero, encambio, la nueva clase media especializa-da en la gestión administrativa, la direcciónempresarial, las relaciones públicas, losservicios sociales, la publicidad comer-cial y las nuevas profesiones en general,se vió favorecida por la consolidación delcapitalismo.

Por otra parte, el desarrollo capitalistay la recomposición paralela de la estructu-ra social y económica, hicieron finalmenteineludible la reforma de la administracióncivil, en general, y la reorganización relati-va cíe la élite política y administrativa delos primeros veinte años del régimen fran-quista y de sus principales fracciones, en par-ticular: la fracción militar, que venía siendola principal desde el final de la guerra civil;la fracción falangista del partido único, lossindicatos verticales y el movimiento na-cional en general; y la fracción católica, di-recta o indirectamente vinculada a la iglesiae ideológicamente hegemónica entre la éli-te académica y los profesionales liberales.Será el comienzo de la configuración de laélite franquista de la transición a la demo-cracia, con el ascenso político de los tec-

nócratas del Opus Dei, inspiradores de lasprincipales reformas administrativas, y delos hombres del SEU, en menor medida.

En el dominio concreto de la adminis-tración escolar, las reformas parciales delos años cincuenta y sesenta culminaronen 1969 con un replanteamiento teóricodel conjunto del sistema escolar de inspira-ción político-ideológica claramente bur-guesa (Libro Blanco sobre la Educación enEspaña) y con la promulgación de unanueva Ley General de Educación en 1970.La extensión creciente de la escuela rural,el aumento continuo del número total deniños escolarizados y la mejora progresivacle la formación profesional contribuyerondecisivamente al desarraigo de la culturarural tradicional, a la adaptación del cam-pesinado a la nueva cultura urbana y a laformación profesional de la nueva claseobrera. En cambio, la demanda cle nuevoscuadros medios y superiores no fue atendi-da adecuadamente por la administraciónpública. De hecho, los empresarios tuvie-ron que organizar escuelas de dirección yadministración de empresas, de comercia-lización y de las enseñanzas más impres-cindibles para ellos en general, a pesar deque la única reforma importante cle la uni-versidad tradicional fue la reordenacióngeneral cle las enseñanzas técnicas (leyesde 1957 y cle 1964). Pero el régimen políti-co franquista no satisfizo nunca adecuada-mente la demanda creciente de estudiosmás largos y superiores por parte cle lasnuevas capas urbanas ascendentes, en par-te por el recelo general de las principalesfracciones de la dictadura franquista frentea la extensión social de la cultura intelec-tual elaborada, y en parte por la resistenciadirecta de la clase media tradicional, comoprincipal beneficiaria de los estudios debachillerato y de la universidad cle élitestradicional. Eso explica la ralentización clelas primeras reformas parciales, el abando-no, en la práctica, cle los planteamientosteóricos más ambiciosos del Libro Blanco yla postergación sine die cle la financiación

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prevista en la propia Ley General deEducación y Financiación de la ReformaEducativa.

En cualquier caso y como resultado detodo ello, surgió un nuevo sistema cle en-señanza, estructuralmente dual. A saber:bachillerato superior y universidad paralos «herederos» de la clase media tradicio-nal, «destinados a estudiar», por un lado; yenseñanza primaria y profesional (bachi-llerato y universidad laborales, y escuelasde preaprendizaje, aprendizaje y maestría)o, en todo caso, bachillerato elemental y«de segunda clase» (con un curriculummás pobre y en centros de menor catego-ría académica —secciones filiales y delega-das de instituto y colegios libre adoptados—,estudios nocturnos o mediante la enseñan-za libre) para la clase obrera y las nuevascapas urbanas ascendentes en general, porotro (Jerez Mir, 1993: 217-230, MEC, 1969;Revista de Educación, 1982; Varios autores,1975).

REESTRUCIT1RACIÓN CAPITAI1STA,TRANSICIÓN l'01111CA, DUALISMO SOCIAL YUNIVERSIDAD DIU'.

Finalmente, a partir de los primerosaños setenta se fue imponiendo una nuevapolítica escolar que condujo progresiva-mente a la sustitución histórica de la uni-versidad de élites tradicional por launiversidad dual actual: una universidadminoritaria y de élites, privada y pública; yuna universidad, pública y más masificadaque de masas, para un tercio de la cohortejuvenil de entre dieciocho y veinticuatroaños cle edad. Y esto, en razón de la per-sistencia de una demanda creciente de es-tudios superiores, así como (le una nuevarecomposición de la estructura del equili-brio de poder y de la jerarquía social de lasociedad española, en estrecha relación, asu vez, con las repercusiones sobre esamisma estructura de la transición política a

la democracia en España y de las transfor-maciones más recientes del capitalismo.

A nivel mundial, y como una conse-cuencia más de la competitiviclad empresa-rial y de la turbulencia característica cle laeconomía de mercado en general, las trans-formaciones más recientes del capitalismovienen impulsando una nueva revolucióntecnológica con centro esta vez en la infor-mática, la comunicación eléctrica y electró-nica y la información en general, y conimportantes repercusiones económicas ysociales. La productividad industrial y laconcentración y centralización del capitalcontinúan aumentando. El número cle gran-des empresas competitivas y el coste me-dio por producto siguen reduciéndose. Laindustria tradicional ha sido objeto de unproceso de reconversión radical. La auto-matización de la producción se extiendeprogresivamente también al sector terciariode la economía. La informatización técnicay la racionalización de la gestión y la admi-nistración de la empresa siguen desarro-llándose. El trabajo y el control laboral seintensifican. Aparecen nuevos tipos de ex-pertos y de profesionales, mientras dismi-nuye la cualificación profesional de lamayor parte de los trabajadores y aumentael desempleo estructural (el «ejército de re-serva» de la economía cle mercado). Setiende insistentemente al desmantelamien-to del Estado del bienestar de los años cin-cuenta, sesenta y setenta, en tanto que laempresa privada se extiende rápidamentepor los dominios tradicionales cle los siste-mas públicos de distribución social: la sa-lud, la enseñanza, la seguridad, la producciónindustrial «nacional», la asistencia social,las pensiones, etcétera. Y se revolucionanlos medios de comunicación masiva, eléc-trica y electrónica, mientras la industria dela conciencia (esto es, la industria del re-clamo y la publicidad comercial, directa eindirecta, del entretenimiento, de la ten-sión informativa, etcétera) tiende a ocuparun lugar privilegiado en el sistema de do-minación del capitalismo actual.

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La nueva industria de la conciencia,que se rige también por las pautas caracte-rísticas de la economía de mercado, refuer-za, en el campo simbólico cíe la cultura, laeficacia ideológica espontánea de la orga-nización mercantil de la economía, condi-cionando seriamente la orientación cognitiva,afectiva y comportamental de los ciudada-nos. Los estimula constantemente hacia elconsumo por el consumo. Con el dominiocreciente de la lógica simple de la imagen,la opinión y la persuasión emocional enlos grandes medios eléctricos y electróni-cos de la comunicación masiva, se alimen-tan las mentes en general con el luclismomás vulgar, los relatos puramente icónicos,el pensamiento fragmentario y débil y eleclecticismo acrítico. En esos medios se ig-noran sistemáticamente los productos másaltos de la cultura humana, se vanaliza lacultura intelectual y se otorgan caprichosa-mente la notoriedad, la fama y el lideraz-go. Se legitima el orden social mediante sucontinua representación espectacular, ladivulgación reduccionista de los tópicos demoda y la estimulación activa de la identi-ficación emocional con ese mismo ordensocial. Y, todo ello, mientras muchos uni-versitarios e intelectuales pasan a girar tam-bién en torno a ese nuevo escenario de ladominación social y política, buscando la no-toriedad personal y unos beneficios materialessustanciosos a costa del fomento público de larazón crítica y de su autonomía personal.

Por otra parte, y como es natural, conlas últimas transformaciones socioeconó-micas del capitalismo ha vuelto a producir-se una recomposición relativa de la estructurasocial. Las distancias relativas entre los másricos y los más pobres continúan aumen-tando, por ejemplo, y prosigue activamen-te el proceso de remodelación interna delas clases medias: las principales fraccionesde la clase media tradicional desciendenen la escala social, en contraste con la mo-vilidad social ascendente de la nueva clasemedia, especializada en las nuevas formasdel control político y político-simbólico de

los ciudadanos, en los nuevos servicios so-cioculturales y en las nuevas profesionesen general.

En el caso concreto de España, esastransformaciones sociales se vienen produ-ciendo además con unos condicionamien-tos económicos y políticos particularesbastante más negativos, en comparacióncon los países más avanzados. La econo-mía española, concretamente, es hoy unaeconomía de servicios y gravada, además,con un tasa de desempleo muy alta. Estose explica, entre otras razones, por su esca-sa competitividad, por el predominio delcapital especulativo y ciel capital financierosobre el capital productivo y por la irrele-vancia de sus aportaciones a la revolucióntecnológica. La distribución de la pobla-ción activa, por ejemplo, evidencia bienese atraso científico-técnico español: mien-tras los trabajadores empleados en el sectorindustrial y en la construcción representantan sólo el 25 por cielito del total de la po-blación activa, el porcentaje correspon-diente al sector agrícola anda aún en tornoal 10 por ciento de la misma. Pero esas limi-taciones económicas se han agravado noto-riamente con el crecimiento desmesurado deuna administración pública poco eficaz ymuy costosa, en beneficio, fundamentalmen-te, de la fracción política de la nueva clase me-dia y cle una nueva élite burocrática y política,que La han patrimonializado muy deprisa.

La transición política de la dictadura ala democracia favoreció la amalgama cul-tural de la fracción más abierta de la viejaélite burocrática y política y de la nueva elitede la oposición al régimen. Los interesesdel capital internacional y nacional y losdel sector de la alta administración fran-quista menos comprometido con la políticarepresiva de la dictadura, junto al distancia-miento previo de la iglesia respecto del ré-gimen y la contestación creciente delmismo por parte de los sindicatos no ofi-ciales de las clases trabajadoras organiza-das y los movimientos ciudadanos y lospolíticos profesionales de la oposición po-

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lítica democrática, facilitaron en conjuntoel rápido desmantelamiento de las fraccio-nes dirigentes más puramente políticas (lamilitar y la falangista) del régimen fran-quista, así como el progreso de la políticacle pacto y entendimiento del resto de laelite estatal con la nueva élite potencial delos grandes partidos de la oposición políti-ca democrática, los sindicatos de la clasetrabajadora organizada y los movimientosde la sociedad civil. De hecho, con los go-biernos de UCD se llegó ya a un consensopolítico con los nuevos grupos cle interésnacionales y regionales, y ese consenso sematerializó en la extensión de la adminis-tración pública, en general, y en la multi-plicación de sus altos cargos, en particular,hasta concluir en una oligarquización rela-tivamente estable de la nueva élite admi-nistrativa y política, con los gobiernos delPSOE y cle los partidos nacionales o regio-nales sólidamente instalados en la adminis-tración pública de hoy en día.

En el caso particular del PSOE, esametamorfosis social y política se explica,en buena parte, por el apoyo del capitalextranjero, por su previa captación de unafracción importante de la elite burocráticay cle los profesionales de la administraciónpública, por la amplia representación delos nuevos grupos sociales entre su cliente-la electoral y por el protagonismo relativocle los grupos con fuertes expectativas cleascenso social dentro del partido. Y cle ahí,en buena medida al menos, la rápida desi-deologización del mismo, su adopción pa-ralela del liderazgo político carismático, lacarrera administrativa o política fulgurantede sus líderes, su exaltación frecuente delcapitalismo especulativo, su control parti-dista de los grandes medios públicos decomunicación masiva, su entendimientoestrecho con una buena parte de los priva-dos, su abuso extremo cle la patrimoniali-zación neocorporativista, endogámica yclientelista de la administración y los bie-nes públicos, y su escasa capacidad para laautocrítica. Aunque en esas condiciones se

explican, también, la burocratización crecien-te cle los partidos y los sindicatos en general,el control de los grandes medios de comuni-cación masiva por los oligopolios político-in-formativos-financieros, el retroceso de losmovimientos sociales y una desarticulaciónnotoria de la sociedad civil en general.

De hecho, la sociedad española se dis-tingue hoy por un dualismo social estruc-tural. Hay, desde luego, un dualismo cleclase en el que resalta el contraste existen-te entre las clases y los grupos sociales aco-modados en general —la clase alta, la clasemedia ascendente y la fracción de la clase me-dia tradicional que conserva aún su posi-ción social cle otras épocas— y las clases ylos grupos sociales subalternos. Dentro deestos últimos se da, a su vez, un dualismolaboral en función de la contraposición en-tre los trabajadores con un empleo fijo yrelativamente bien remunerado, por unaparte, y los trabajadores con un empleoprecario y mal pagado o sencillamente enparo. En el caso de la juventud, concreta-mente, el mercado laboral no ha hechosino reducirse cada vez más: hace dos déca-das tenían un empleo el 37,2 por ciento clelos jóvenes menores de veinte años y el 61,7por ciento de los correspondientes al grupoche 20-24 años, pero a principios de 1996esos porcentajes se habían reducido al 11,8por 100 y al 36,6 por ciento, respectivamente,y con un predominio casi total de los contra-tos laborales temporales y precarios. Por lodemás, hoy hay también un dualismo territo-rial muy claro, entre las regiones más ricas ylas más pobres, así como un dualismo urba-no, entre los barrios de la gente acomodaday la periferia popular de las grandes metró-polis y de las ciudades en general.

UNIVERSIDAD DUAL O UNIVERSIDADDEMOCRÁTICA Y DE MASAS

Como es lógico, las últimas transfor-maciones del capitalismo han alcanzado

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también a la universidad y a la política uni-versitaria. En la universidad clásica, tantoen España como en los países cíe EuropaOccidental en general, la función socialmás importante ha sido siempre la educa-ción especial de la élite administrativa, po-lítica, jurídica y profesional en general y lareproducción social de esa clase privilegia-da. Con independencia de la adecuaciónestricta de sus contenidos curriculares, latrama estructural de las facultades universi-tarias tradicionales tuvo siempre una orien-tación «vocacional» hacia las profesionessuperiores. Los títulos y los diplomas deesas facultades superiores garantizaban elacceso profesional a los mejores puestosde la administración pública y se valora-ban muy bien en el mercado cle trabajo. Encambio, con la masificación actual cle launiversidad, se ha producido un desajusteestructural entre la enseñanza superior y elempleo público en general, así como unadesestabilización de la relación tradicionalentre la cualificación académica en las ca-rreras universitarias tradicionales y el em-pleo privilegiado. Y, en segundo lugar, conla transición a una economía de alta tecno-logía y la necesidad cle desarrollarla cons-tantemente para sobrevivir en un mercadomundial cada vez más competitivo, la polí-tica universitaria de los gobiernos euro-peo-occidentales está reconsiderando lasfunciones de la universidad en general,con una orientación netamente tecnocráti-ca y utilitarista, extremadamente estrecha(Neave, 1995).

En el caso cíe España faltan aún las in-vestigaciones sociológicas imprescindiblespara saber exactamente a qué atenerse, pues-to que las carencias estadísticas son muyserias y la información disponible se redu-ce al conocimiento administrativo. Pero, sinembargo, todo apunta hacia el desarrollode dos transformaciones fundamentales.Por una parte, la constitución de un dualis-mo universitario que tiende a resolverse,en definitiva, en dos tipos de universidadmuy diferentes. A saber: en una universi-

dad de élites, privada y pública, con salidaprofesional más fácil y acceso a los mejo-res empleos, para la minoría que disponede un capital económico, social o culturalsuficiente; y en una universidad, pública,masificada, para la mayoría, con una salidalaboral bastante más difícil y a las ocupa-ciones medias, para la mujer y «los otrosestudiantes» en general. Pero a esto hayque añadir, además, la reorientación tecno-lógica y utilitarista gubernamental crecien-te de la nueva universidad de élites y de launiversidad en general.

Ciertamente, se ha roto ya con el mo-nopolio histórico de «los herederos» de laclase media tradicional sobre el bachillera-to y los estudios superiores, pero, aunquetanto el uno como los otros se han masifi-cado con el acceso de la mujer, los vásta-gos de la nueva clase media y «los otrosestudiantes» de las clases subalternas, elelitismo escolar tradicional continúa repro-duciéndose dentro del nuevo sistema esco-lar. En los niveles no universitarios se da,en función de la segmentación enclasadorade los diversos tipos de centro y de susclientelas sociales, así como mediante unaremodelación política y pedagógica inspi-rada fundamentalmente en los intereses yen la psicología típica cle las principalesfracciones sociales de la nueva clase mediaascendente (Jerez Mir, 1993: 230-271). Y enla enseñanza supeior se reproduce, en vir-tud de su estructuración dual, en una uni-versidad de élites, pública y privada, y enuna universidad más «masiva» que propia-mente de masas, aparte cle pública, tantodesde el punto de vista institucional y terri-torial como desde el de clase y el cle géne-ro (MEC, 1989; 1992 a: 183-208; y 1992 b:31-43 y 101-110. Jerez Mir, 1994: 41-53),aunque esas distancias estructurales se vie-nen reduciendo en general y relativamenteen los últimos años.

La universidad privada, cuya cliente-la ha ido aumentando en razón de la ma-sificación de la universidad pública,forma parte de la nueva «universidad de

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minorías» cle un modo bien «visible». Laselección de su clientela se hace en fun-ción de la capacidad económica de ésta yde sus estrechas relaciones con la banca,las grandes empresas y las organizacioneseclesiásticas más directamente relaciona-das con los grupos sociales privilegiados.Por lo clemás, en su caso particular, se daun predominio claro de las enseñanzasuniversitarias tradicionales —y menos cos-tosas— de la minoría dirigente (ciencias so-ciales y jurídicas, medicina e inclusohumanidades) sobre las científico-técnicas,siendo, por lo mismo, la distribución de losestudiantes y la tasa de crecimiento de lasdiversas carreras relativamente diferentede la correspondiente a la universidad pú-blica. Entre los cursos 1991-92 y 1992-93,por ejemplo, la tasa de crecimiento fue delorden del 16 por ciento para las ciencias dela salud, del 10 por ciento para las cienciasexperimentales y del 7 por ciento para lashumanidades, frente al 6 por ciento de las ca-rreras técnicas y el 1 por ciento de las cien-cias sociales y jurídicas, dentro de unamedia del 5 por ciento para el total. Apartecle que hay también un predominio claro delas carreras de ciclo largo sobre las carrerasde ciclo corto, y de los estudios científico-sociales y jurídicos, entre las primeras. Así,en el curso 1992-1993, concretamente, eltotal cle 41.780 alumnos de la universidadprivada se distribuyó de la forma siguiente:34.437 estudiantes de carreras de ciclo lar-go (4.294, de humanidades; 644, de cien-cias experimentales; 2.512, de ciencias dela salud; 19.554, de ciencias sociales y jurí-dicas; y 7.433, de carreras técnicas) frentea 7.343 estudiantes cle carreras de ciclocorto (3.799, de carreras técnicas; 1.846 cleciencias sociales y jurídicas; 1.664, de cien-cias de la salud; 34, de humanidades; yninguno de ciencias experimentales).

La universidad privada parece, pues,fundamentalmente inmersa en la recompo-sición parcial de la orientación «vocacional»de las facultades universitarias tradiciona-les hacia el empleo público y privado pri-

vilegiado. En cambio, de acuerdo con los da-tos disponibles, las carreras técnicas corres-pondientes a las escuelas técnicas tradicio-nales y a los nuevos estudios neoprofesio-nales superiores se estarían desarrollandosobre todo dentro cle la universidad públi-ca, aunque en el marco de una reorientacióntécnica y utilitarista que incluye también losestudios de tipo corto. Y de ahí la insisten-cia, por parte de los responsables guberna-mentales de la política universitaria, en lanecesidad de incrementar la oferta de titu-laciones científicas y técnicas y de adaptarla oferta universitaria en general a la de-manda profesional del mercado, así comosus frecuentes quejas sobre las inercias ins-titucionales que perturban esa reorienta-ción técnica y utilitarista de los estudiosuniversitarios.

Por lo pronto, del estudio sociológicodel sistema de acceso a la universidad,concretamente, no sólo se desprende laexistencia de una demanda de educaciónsuperior que no se corresponde ni con lasprevisiones realizadas ni con la oferta uni-versitaria, sino también la jerarquizacióncle las carreras universitarias en función delprecio de mercado cle sus títulos, con laconsiguiente dedicación cle los «mejores»recursos humanos a determinadas carrerastécnicas, la subvención pública de las ca-rreras más rentables económicamente paralos individuos que las cursan y la subordi-nación, en definitiva, del sistema universi-tario al mercado de trabajo (Muñoz Vitoria,1995). Por otra parte, al mismo tiempo y enclaro contraste con la tendencia de las dé-cadas anteriores, en los últimos años seestá invirtiendo también, significativamen-te, la relación tradicional entre la tasa decrecimiento de las carreras técnicas y la clelas carreras no técnicas. Así, entre 1991-92y 1992-93, por ejemplo, la tasa cle creci-miento de las carreras técnicas en generalfue clel orden del 14 por ciento frente al 1por ciento de las humanidades, el 5 porciento cle las ciencias de la salud, el 7 porciento cle las ciencias experimentales y el 9

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por ciento cle las ciencias sociales y jurídi-cas, siendo el cómputo final de 267.630(20,5 por ciento) de estudiantes de carrerastécnicas frente a 1.027.955 (70,5 porciento)de carreras no técnicas. En el curso 1992-93, del total de 1.295.585 matriculados,873.902 siguieron carreras cle ciclo largo:763.782 (58,94 por ciento), en facultades; y110.120 (8,50 por ciento) en escuelas técni-cas superiores. En cuanto a los 421.683alumnos de las carreras cle ciclo corto, se re-partieron en 264.173 (20,37 por ciento), enlas escuelas universitarias no técnicas, y157.510 (11,69 por ciento), en las técnicas.Por otra parte, mientras el total de alumnos seincrementó en un 33,67 por ciento entre elcurso 1987 1988 y el curso 1992 1993, las es-cuelas universitarias técnicas lo hicieron enun 92,54 por cielito y las superiores en un87,24 por ciento, frente al 42,35 por cientode las escuelas universitarias no técnicas yel 18,15 por ciento de las facultades.

Por lo demás, los desarrollos más re-cientes de la investigación universitariaapuntan también en idéntico sentido. Cier-tamente, la producción científica de la uni-versidad ha mejorado notoriamente con elaumento cle los recursos económicos y clelos incentivos profesionales cle la investi-gación. La Ley de Reforma Universitariaplanteaba ya la relación cle la universidadcon las empresas como la clave del desa-rrollo científico y tecnológico del país (art.52 c) y en 1986 se aprobaron la Ley de Fo-mento y Coordinación General de Investi-gación Científica y Técnica y el Plan Nacionalde Investigación Científica y DesarrolloTecnológico con el fin cle articular las ini-ciativas públicas y privadas en una únicapolítica científica y tecnológica capaz desalvar el déficit con Europa hacia 1996.Pero esa política científica, que pone, dehecho, los recursos estatales a disposicióncle las grandes empresas, se orienta sobretodo, hacia la innovación científico-tecnicay hacia la rentabilidad inmediata cle la eco-nomía de mercado, con el consiguientedescuido de la investigación básica, de la

investigación pura y de la función críticade la universidad, en definitiva.

En la primera fase del programa deI+D (1988-1991), por ejemplo, se produjoun avance importante de la investigaciónespañola, pero con una distribución poráreas científicas y técnicas bien sintomática:mientras determinadas áreas cle las tecnolo-gías de la producción y cle las comunica-ciones (electrónica y ciencias biológicas) yde la calidad de vida y los recursos natura-les (investigación de altas energías y nue-vos materiales) acaparaban el 77 por cientocle los 76.890 millones cle pesetas presu-puestados, los estudios socioculturales nopasaban del 2 por ciento. Además, el pro-tagonismo relativo de la universidad enese ámbito es también mucho mayor queen los países capitalistas avanzados clenuestro entorno más próximo: en esa mis-ma fase del programa de I+D, concreta-mente, el 34 por cielito de dicho fondonacional correspondió a la universidad,frente al 35 por ciento de las empresas, el19 por ciento del CSIC y el 12 por ciento deotros CPI; aparte de que las universidadesejecutaron el 53,3 por ciento (2.315) de losproyectos de investigación, en contrastecon el 11 por ciento correspondiente a lasempresas y con los porcentajes mucho me-nores cle las universidades de Alemania(11,4 por ciento), Francia (14,3 por ciento),Italia (18 por ciento) o Inglaterra (15,4 porciento) (Lafuente y Oro, 1992). Y algo simi-lar podría decirse en relación con la segun-da fase del programa (1991-1996).

Con independencia de lo positivo delos éxitos del plan de I+D, así como del re-conocimiento de la necesidad cle su mayorimpulso público en razón del atraso relati-vo de la actividad empresarial española,una valoración más objetiva cle la implica-ción cle la universidad en ese tipo de desa-rrollo debe dejar también constancia desus limitaciones. Primeramente, la parti-cipación en los programas internaciona-les y nacionales, la creación de empresasdesde departamentos universitarios y la

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penetración de la cultura empresarial real-mente competitiva dentro de los mismosse reducen a las líneas científico-técnicasmás rentables en términos empresariales.Pero lo más grave no es realmente esto, niel que los departamentos que no puedencompetir «empresarialmente» se considerandirectamente perjudicados por la prioriza-ción de los programas de 1+1) con criteriosbásicamente pragmáticos y económicos,sino la subordinación de la universidadmisma a la economía de mercado en per-juicio claro del desarrollo libre, autónomoy abierto de la investigación. Tanto más,cuanto que ese tipo de subordinación noviene sino a reforzar la penetración gene-ral de la cultura puramente mercantil y (li-nera ria en la universidad a costa delejercicio riguroso de su función crítica y desu función docente tradicionales, —lastra-das—, además, por el ascenso del clientelis-mo enclogámico y del credencialismoacadémico, de profesores y alumnos.

La Ley de Reforma Universitaria de1983 se fijó dos grandes objetivos políticos:la orgtnizwión democrática y la modernizaciónsocial, científica y docente de la universi-dad española, pero pretender que esos ob-jetivos están hoy ya superados, al haberserealizado ya básicamente (Quintanilla,1995), parece bastante discutible.

Sin duda, en los últimos años la finan-ciación cle la universidad ha aumentado entérminos relativos: entre 1982 y 1992, con-cretamente, se multiplicó por tres, mientrasel número de alumnos solamente se dupli-có. El nuevo diseño político administrativode la dirección, gestión y administración dela universidad ha supuesto, sin duda, tam-bién una mejora real. Y lo mismo puededecirse (le otras reformas básicas. La com-plementariclad actual entre la libertad decátedra y la autonomía cle las universida-des, como principios de ordenación cle laenseñanza superior, frente a la concepciónmaximalista tradicional de la libertad decátedra, representa, por ejemplo, un pro-greso teórico y práctico real (Lozano,

1995). Pero otras reformas legales se hanreducido a cambios casi puramente forma-les, cuando no han contribuido directa-mente a la acentuación de la burocratizacióninstitucional, del gremialismo clientelista yendogámico del profesorado y de la com-petitividad credencialista, y hasta puramenteeconómica, de alumnos y profesores.

Los consejos sociales, por ejemplo,como órganos de participación de la socie-dad en la universidad, tienen como funciónprincipal la aprobación de los presupuestos,la modernización de la gestión y la super-visión general de los servicios cle la univer-sidad. Por tanto, en teoría, podrían operarcomo un mecanismo reformador internoimportante. Sin embargo, en la práctica ysalvo excepciones muy concretas, su im-plantación y su integración como un órga-no efectivo de gobierno más de la universidadparecen aún poco relevantes. Los departa-mentos, como responsables directos de lainvestigación y de la docencia, constituyentambién una innovación progresiva, perosu labor se encuentra profundamente lar-vada por la burocratización institucional, elespíritu gremial, la resistencia a la coopera-ción interdepartamental y la competitivi-dad credencialista y dinerada. De hecho,en la práctica, los departamentos se ocu-pan, en buena parte y sobre todo, de la re-gulación gremial y endogámica del accesoa la docencia, de la jerarquización de la ca-rrera docente y del reparto del presupues-to. Algo similar suele ocurrir en el caso delas juntas de centro. Y, en cuanto al proble-ma clave de la institucionalización objetivay orgánica de la selección y la promocióndel profesorado, el abuso general del pa-drinazgo clientelista y la cooptación gre-mial y endogámica —con la sanciónexplícita de la legislación vigente y con uncoste económico poco racional— ha lleva-do a la estabilización burocrática y en.masa del profesorado universitario; al cie-rre endogámico y hermético del libre acce-so meritocrático al mismo; a la ocultaciónde la jerarquía real intelectual, docente y

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científica, del profesorado; a la configura-ción corporativista cle los nuevos planes deestudios y a la segmentación patrimonialde los departamentos, los centros y las uni-versidades en general.

Por lo demás, la universidad españolaes, hoy por hoy, una universidad dual.Frente a la minoría de la universidad deélites actual, compuesta en su mayoría porvarones de los grupos sociales privilegia-dos, con estudios largos y títulos prestigio-sos, totalmente o en parte costeados porsus familias, y con un capital académico ysocial que les sitúa en las mejores posicio-nes laborales, están los estudiantes de launiversidad pública. Ésta funciona en partetambién como una especie de «industriade jóvenes», que consumen escolaridad ybuscan credenciales académicas, con ma-yor o menor convicción personal, pero singrandes perspectivas reales de movilidadsocial ascendente en su inmensa mayoría,aunque, en conjunto, disfrutan también demayores ventajas laborales en compara-ción con los casi dos tercios de jóvenes desu misma cohorte de edad, que no llegana ingresar en la universidad.

Por lo mismo, de cara al futuro, el retomás importante cle la universidad actual noes su diversificación y su flexibilizaciónneoprofesional en función de la demandadel mercado, como hoy se pretende, sinosu democratización real y su modernizacióncientífica y docente crecientes, paso a pasoy con realismo, pero al mismo tiempo tam-bién con un objetivo utópico claro: la trans-formación de la universicbd dual hoy existenteen una universidad realmente democráticay de masas —a diferencia de la universidad«masiva» actual—, cada vez más universal ymás rigurosa. Aun a sabiendas de las difi-cultades enormes de la tarea, habría queenfrentarse a las principales deficienciasde la cultura universitaria española actual,impulsando el diálogo entre profesores yalumnos, así como entre la universidad y elresto de la sociedad, hasta constituir unamasa crítica inicial capaz de oponerse con

éxito creciente a la burocratización, el cre-dencialismo, el corporativismo y la mer-cantilización hoy dominantes.

Desde ese punto de vista, habría queexigir, en primer lugar, una nueva políticaescolar que discrimine positivamente a losdiscriminados, comenzando por la ense-ñanza no universitaria —sin olvidar la críticarigurosa de las reformas en curso y de sussupuestos efectos igualitaristas—, reclaman-do una financiación suficiente y cuestio-nando, al mismo tiempo también, tanto lasubvención actual de una parte cle las ca-rreras académicas más rentables económi-camente para los individuos que las cursan,como la universalidad de la gratuidad de laenseñanza pública universitaria en generalcon independencia del nivel relativo cle lasrentas de cada familia. Pero, sobre todo,habría que potenciar la función docente yla función científica de la universidad conla orientación más progresiva posible.

En ese sentido, la función docente dela enseñanza superior no puede ser sino latransmisión de la cultura intelectual elabo-rada más alta posible para capacitar a cadajoven universitario como dirigente socialen potencia, para elegir a los repre-sentantes más adecuados a los puestos delgobierno y la dirección de la sociedad, ypara la comprensión, el disfrute y el desa-rrollo de las diversas artes técnicas, litera-rias e intelectuales y del pensamiento generalsobre la naturaleza, la sociedad y los hom-bres actuales. Para ello habría que revalori-zar muy seriamente la docencia universitaria,elevando su nivel actual, resustancializan-do los contenidos curriculares de las dife-rentes disciplinas, reelaborando susprogramas básicos, produciendo los mate-riales didácticos más idóneos y creando elsoporte técnico adecuado para ese tipo deenseñanza crítica en general. Y no sólo esto.Porque para profundizar en esta democrati-zación del fondo común del conocimientode la humanidad y elevar progresivamentelos conocimientos populares hasta propor-cionar al público en general una visión de

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la naturaleza y de la sociedad lo más claray viva posible, habría que superar tambiénla presentación hermética de las investiga-ciones y el esoterismo lingüístico y simbó-lico de los especialistas. Porque, si bien eluso de símbolos verbales y no verbales re-sulta muchas veces científicamente impres-cindible, es mucho más frecuente el abusodel lenguaje rebuscado, complicado y her-mético, con el fin de exagerar el saber perso-nal y la importancia social de la propiadisciplina y del propio gremio académico,cuando no sencillamente para ocultar las li-mitaciones, los fallos básicos y hasta la vacie-dad real del conocimiento que se produce.

Supuesto esto, habría que estimulartambién el desarrollo reflexivo e innovadordel fondo histórico social ele la cultura in-telectual elaborada, oponiéndose a la reo-dentación puramente técnica y utilitaristade la investigación universitaria, así comoa la dependencia directa de los investiga-dores respecto de la economía de mercadoy de los intereses a corto plazo ele los po-líticos de turno. En particular, habría quetratar de superar la invertebración actual delos conocimientos científicos, consecuencia,a su vez, de la especialización excesiva delos mismos y del abandono institucionalele la integración rigurosa (en el pensa-miento científico general más alto posible)de los resultados alcanzados en las múlti-ples especialidades ele las ciencias empíri-cas y experimentales básicas: físicas,químicas, biológicas y del hombre y de lacultura. Porque, a la incomunicación actualentre los expertos y el público, se añadetambién el vacío teórico e institucional hoyexistente entre las principales disciplinascientíficas y entre sus especialistas respec-tivos. Por eso, urge la vuelta al cultivo dela ciencia pura y de la ciencia básica. AP' rtir ele ella, habría que ensayar la inte-gración dialéctica de todos los conoci-mientos empíricos sobre un mismo nivelde integración de la realidad en una cien-cia experimental básica, de lo inorgánico oele lo orgánico. Supuesto eso, se trataría de

elevar, con el mismo criterio dialéctico, elconjunto del saber científico-experimentalsobre cada uno de los niveles de integra-ción de la realidad (desde la partícula ató-mica al animal, pasando por el átomo, lamolécula, la proteina molecular y la célula)a saber científico-evolucionista, con el finele reconstruir así, en la medida de lo posi-ble, la lógica general ele la historia de lanaturaleza como un todo, y la lógica parti-cular de cada uno de los niveles de integra-ción de la naturaleza y la correspondiente alos diversos tipos, especies y seres/agentesindividuales concretos que constituyen, asu vez, cada uno de esos mismos niveles.Por último, habría que elevar el enormeacervo de los conocimientos relativos alhombre mismo y acumulados hasta el mo-mento, reinterpretándolos a partir ele losresultados ele la investigación ele la natura-leza del hombre y de la cultura, como me-dio biológico de la especie humana, a laluz ele su origen biológico, como especieanimal culminante.

Con ese tipo de reorientación ele la fun-ción docente y de la función crítica ele la uni-versidad, ésta podría contribuir ele una formadecisiva a la superación progresiva ele las de-sigualdades sociales estructurales de la cultu-ra actual, como clave principal ele lademocratización funcional ele la sociedad ydel desarrollo de la libertad real de todos y decada uno ele los ciudadanos. Y en eso consis-tiría lo más sustancial ele su nueva función po-lítica, al mismo tiempo que se proporcionauna preparación profesional más o menosespecializada a los universitarios, en la medi-da de lo posible y sin merma sustancial deldesarrollo prioritario ele la función crítica yde la función docente ele la universidad.

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