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fuera de la vivienda o a través de la cocina o áreas de paso, etc.

Para la configuración de las relaciones internas de las viviendas, en función de distintos condicionantes, remi-timos el análisis al que desarrollaremos al hablar de las plurifamiliares, ya que algunos conceptos pueden tener la misma aplicación y, de cualquier manera, reiteramos que lo que se trata de exponer es un modo de razonar alternativas y no de sacar conclusiones, porque éstas aflorarán al concatenarse con otras muchas variables que pesan sobre el tema.

Queremos recordar en este momento que este tipo de vivienda, la unifamiliar en suelo de uso exclusivo, es el que permite considerar a la autoconstrucción como procedimiento eficaz para su realización, tema del que hablaremos más adelante.

:-- Viviendas con suelo compartido (plurlfamlllares) Son las viviendas que se desarrollan formando parte

de edificios de más de una planta, cuyos accesos se realizan a través de zonas de circulación de uso común (verticales y horizontales) integradas en el mismo edifi-cio.

Normalmente se desarrollan en estratos horizontales, con uno o más frentes al exterior y al menos con un lado formando medianera con otras viviendas o con áreas comunes (los cuatro lados libres son posibles en vivien-das que no analizamos aquí).

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Criterios económicos aconsejan, normalmente, una baja proporción de superficies construi~as Y comu~es respecto a las útiles, restricciones de penmetro extenor, concentración de instalaciones.

Se pueden plantear casos de viviendas en dos pla~tas (duplex) o desniveladas en medias alturas, c?n obJ~,to de alcanzar un mejor aprovechamiento de la c1rculac1on común, de conseguir una doble orientación, o espacios exteriores o interiores de mayor altura en pos de restituir algunas alegrías perdidas al tener que amontonarse.

La situación más corriente, para la gama en que nos movemos, está dada por la vivienda que se desarrolla en una planta. Para este caso hemos restringido el análisis de las estrategias que se pueden adoptar en función de: A) Lados abiertos al exterior. 8) Proporciones de la planta. C) Acceso. D) Elementos fijos.

A.-LADOS ABIERTOS AL EXTERIOR

L~ ~etermina?ión de cuántas fachadas de una unidad de v1_v1enda d~~~ al aire libre, que obviamente depende del tipo d~ ed1f1c10 y de s_u organización general, parece que debena ser de las primeras consideraciones a tener en cuent~ en el proceso de diseño. Argumentar sobre l~s ve_ntaJas ~e que la casa mire, al menos, en dos d1re?c1~~es diferentes (y no decimos a dos patios de vent1lac1on) puede resultar demasiado obvio cordemoi> que la diversidad de visuales conslitE~~o re­de los pocos argumentos vitales fuertes que pod uno ofrecer desde situaciones de mínimos. remos

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A.1.-Un sólo lado al exterior: Donde todas las habitaciones deben ubicarse a lo

. largo de esa fachada para iluminar y ventilar: No es . posible la ventilación cruzada; la circulación interior ·,deberá · ser por el fondo, restringiendo las posibles

distribuciones; no es posible más que una sola visión del exterior (si es desagradable, están perdidos). A.2.-Dos lados al exterior:

Constituye la situación más generalizada, especial-mente la (a); permitiendo varias proporciones de planta,

. de situación de accesos, de distribución interior y venti-fación cruzada. A.3.-Tres lados al exterior:

La situación que permite más posibilidades de distri-bución y que de por sí aporta más cualidades, con tres visuales distintas, que pueden compensar su dilatado perímetro.

B.-PROPORCIONES DE LA PLANTA De la relación entre el perímetro de la planta, la

superficie que envuelve y los ladt:>s exteriores a los que abren las distintas habitaciones, se puede desprender una primera aproximación a las distribuciones funcio-nales posibles. .

Un primer dato a considerar será la cantidad mf nlma de perímetro exterior necesario para cumplir con la iluminación y ventilación exigibles para cada local.

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En la vivienda de 3 dormitorios, tal como la conside­ramos, esos locales (3 dormitorios, estar y cocina) requieren al menos entre 12,5 m. y 13 m. de desarrollo de fachada (suponiendo que el aseo ventile por conduc­to). Al relacionar este dato con las posibilidades que se desprenden de contar con 1, 2 ó 3 lados exteriores, podemos inferir algunas proporciones de planta po­sibles.

Para A-1 (un solo lado exterior) será necesario, evidentemente, contar con esos 12,5 m. a 13 m. de largo mínimo; la profundidad, de acuerdo a la superficie, girará entre 5 y 6 m. Esto nos permitirá deducir que las proporciones entre los lados de la planta serían entre 1 a 2 y 1 a 2,5. ·

Dentro de este territorio esquemático las distribu­ciones más elementales de los distintos ambientes podrían ser las siguientes:

- Situar el salón en un extremo, permitiendo que el resto de los ambientes puedan funcionar como una unidad, con algunas alternativas que dependen de la

· localización del o los aseos. - Situar la cocina en un extremo, fuego el salón, y

dejando el área restante para los tres dormitorios y aseos.

- Un dormitorio aislado en un extremo (preferente­ment~ con un aseo) junto al salón; cocina y demás dependencia a continuación.

- Dormitorio aislado _(con o sin aseo) en extremo, junto a cocina, luego el salón y habitaciones restantes.

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J Pueden pensarse más variantes distributivas para esta

situación con una sola fachada pero, tal como se plantea el problema, pensamos que serán derivaciones de las enunciadas. En todos los casos la superficie de circu-lación interior es similar; las relaciones funcionales y las lecturas ambientales pueden enfatizar, atenuar o desfi-gurar estos esquemas, según la situación del acceso, la posición de las puertas y una serie de recursos de los que puede depender radicalmente el aspecto y el uso de la vivienda. Pero el esqueleto funcional, su tipología, será ineludible; y es conveniente ser consciente de las posibilidades reales que ofrece, para tomar decisiones. Esta consideración tan obvia, que es extensiva a todos los casos que analizaremos, nos parece necesaria, ya que se hace difícil eludir formalizaciones concretas para explicarnos. .

Para la situación A-2(a) (dos lados libres paralelos) la distribución que requiera la menor superficie de perí-metros exterior (alrededor de los 13 m. con 6,5 m. por lado) hará necesaria una profundidad de entre 10 y 11 metros. La mínima profundidad, con habitaciones distin-tas a cada fachada, rondaría los 7 m; lo que implica unos 20 m. de perímetro exterior. Entre esos dos extremos la proporcionalidad de lados puede suponerse entre 2 a 3 y 3 a 2.

A mayor superficie exterior y menor profundidad aumentarán las posibilidades de organización interior (además de la mayor luminosidad), a costa del encare-cimiento derivado de la mayor proporción de fachada en

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relación a la superficie interior. Puede suponerse. ou_e alrededor del cuadrado se dan la mayoría de las distri­buciones con un aprovechamiento racional de áreas.

Dentro de este territorio las distribuciones más carac-teristicas serían las siguientes: .

- En los casos de mayor profundidad es necesario situar el aseo en ~I centro, entre dos dormitorios, posibilitando pocas variaciones para los otros locales.

- Con poca profundidad de planta es posible el salón a dos fachadas, lo que restringe mucho las posibilidades para las restantes habitaciones.

Entre esos dos extremos se puede pensar en un abanico relativamente amplio de posibilidades, según los dormitorios abran todos a un lado o dos, la cocina se abra a fachada opuesta al salón o a la misma, los dormitorios integren un bloque de uso íntimo o se disgreguen, etc.

Cada una de estas organizaciones topológicas con­sentirá aparte unas y otras organizaciones funcionales: áreas de circulación muy definidas y autónomas, o dobles recorridos posibles, o servidumbres de paso. Permitirá también .:pensar en posibles flexibilidades de uso; la proximidad de la cocina y un dormitorio, de modo que éste pueda usarse como comedor o lugar de trabajo, o la del -salón con un dormitorio, de modo que aquél pueda ampliarse. Y puede hacer factibles algunas decisiones técnicas: la formación de un bloque sanitario entre baño y cocina, la calefacción mediante un sólo aparato central, etc.

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Para la situación A-2(b) será necesario más perímetro exterior que para A-2(a), al aparecer siempre un local con dos caras donde ubicar posibles aberturas, con unos mínimos alrededor de 15 a 16 m. Las proporciones posibles de planta estarían entre 1 a 2 y 2 a 3, siendo difícil resolverla en un cuadrado por la inconvenciencla de utilizar el rincón oscuro como área de uso vital.

Para los casos anteriores no comentamos las conse­cuencias de alteraciones en el perímetro y los mecio­namos como si fueran rectángulos perfectos. Por su­puesto que sutiles variaciones pueden consentir organi­zaciones funcionales diferentes para un mismo esque­ma topológico. Pero en algunos casos esas variaciones constituyen sub-tipos, como sucede para este caso, A-2(b), donde según se deforme la planta hacia la situación M ó N aumentará el perímetro externo o se ampliarán las posibilidades organizativas.

En cuanto a las distribuciones que admiten estos territorios, en principio son derivaciones de la del primer caso A-1 por hacer necesario que la circulación interior discurra adyacente al lado ciego más largo, pero permi-

. tiendo que esa circulación consuma menos superficie y conecte mejor las distintas áreas; o plantear un salón con dobles visuales (perfeccionando su multifunciona­lidad).

Por último, para la situación A-3 aumenta considera­blemente la relación de fachada con superficie útil, multiplicando las posibilidades de distribución y de

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lograr ambientes más conforta~les. !é~gase en cuenta que el contar con tres perspectivas distintas del entor~o cor;,stituye "per se" un aporte enriquecedor del espacio interior.

Las proporciones que se pueden dar dentro de esta situación abarcarían entre 2 a 1 y 2 a 3.

Considerando unos anchos lógicos mínimos de unos 6 m. (dos habitaciones), el primer caso requeriría menos perímetro exterior para la misma superficie interior.

En cuanto a los posibles esquemas topológicos, es evidente que se sumarán los contemplados para los casos A-1, A-2(a) y A-2(b), permitiendo las mejores dife-renciaciones de recorridos y de áreas.

C.-ACCESO Como vimos, todas las relaciones entre la forma del

territorio de la vivienda y los lados de su perímetro se abren territorio de la vivienda y los lados de su perímetro que abren al exterior permiten varios esquemas topoló-gicos de la planta y cada uno de ellos, a su vez, varias organizaciones funcionales. Pero es evidente que el análisis queda totalmente descontextuado si no consi-deramos (aparte de las características de los bordes) un hecho fundamental que depende de cómo y por dónde se penetra al mismo desde las zonas comunes.

El modo de acceder a la vivienda depende de la organización del conjunto y del tipo de edificio; es uno de los considerandos básicos que hacen a la proposi-cióh de una organización grupal. Desde él se pueden

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favo_recer o dificultar las relaciones interfamiliares, y a

partir ~e él arrancan muchos de los factores que

det~rmman la forma, ~I tamano y la "arquitectura" del COf! Junto, en una relac!ón unívoca con los otros factores derivados de su relación con el medio.

A ~~ vez, en ?ªd~ vivienda, ese modo de acceder cond1c1ona por s, mismo el uso y recorridos del terri­

torio, sin hablar de la incidencia que tiene en la percep­

ción del mismo como espacio íntimo. De _ la ~mportancia d_el acceso en la percepción y

orgamzac1ón del espacio, es consciente la humanidad

desde que le atribuyó algún sentido simbólico y plani­

ficó la construcción en consecuencia. Eso es evidente

en toda la arquitectura religiosa. En la arquitectura

doméstica ese sentido simbólico trascendental es re­

emplazado por otros más sutiles, de raíz a veces ances­

tral, como podría ser el acceder desde las zonas más

oscuras y recónditas para ir descubriendo la luz, o el

penetrar a un lugar cada vez más íntimo que se aleja y

aisla del exterior, recogiéndose en sí mismo. Pero aquí sólo nos referimos al asunto tratando de

soslayar todas las significaciones que se le pueden

atribuir, que dependen de relaciones más sutiles Y

ambiguas, refiriéndose a cómo el modo de acceder

condiciona de un modo más directo el uso de la

vivienda. Como venimos haciendo, tomaremos como referencia

las condiciones que fija para el acceso la normativa de

dlsefto del I.P.P.V., no porque nos parezca la más 61

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apropiada, sino porque responde a una concepción bastante generalizada que permite comparar ejemplos. Por otra parte, es posiblemente el rasgo que hace más evidente que muchas proposiciones programáticas de la vivienda responden a una "pigmeización" de la casa burguesa, de cuya validez no podemos presuponer su universalidad ni longevidad, tal como evolucionan las costumbres.

Esas normas de diseño proponen que el acceso a la vivienda se realice a través de un vestíbulo, de 1,50 m2 mínimo (!?) , desde el que se pueda derivar directamente a la cocina y al salón; a los dormitorios se puede llegar a través de éste, o de áreas de paso conectadas directa-mente con aquél.

A partir de esas condiciones analizaremos algunas circunstancias que se derivan de dos situaciones de acceso aplicándolas a otras dos morfologías de la planta cuyas consecuencias topológicas vimos antes.

1.-El acceso se realiza aproximadamente por el centro de uno de sus lados. l.a.-EI acceso se realiza por el lado cerrado, en un territorio del que suponemos un ancho mínimo que permita la ubicación de dos habitaciones y que se abre a dos o a tres fachadas.

Puede considerarse que constituye el caso que bási-camente exigirá la menor área de circulación para acceder a todos los ambientes, permitiendo por tal razón una mejor diferenciación funcional de zonas y que

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esa circulación alcance una configuración precisa. Por supuesto que, dados los límites de la superficie útil, no se podrá pretender mucho más que aislarla mediante puertas y prever la ubicación de algún armario; pero es posible utilizarla como incorporada al salón para am-pliar áreas de uso específico.

Este plus de superficie útil, que se puede inferir de una reducción de las zonas de paso merced a la localización del punto de acceso a la vivienda, puede constituir un margen de flexibilidad o de adaptabilidad para el uso de la vivienda a lo largo del tiempo. Independientemente de la definición formal que se le asigne en el diseno original, será mejor para el usuario contar con él que no contar; y si el sistema constructivo empleado no conso-lida demasiado esa primera versión, aquel margen será un bien incorporado a la vivienda desde una decisión de diseño. l.b.-EI acceso se produce por el lado más largo, en un territorio estrecho en el que la mayoría de los locales abren al opuesto.

Por el hecho de conectar con las habitaciones por un lado y por los extremos del camino que es posible trazar dentro de una vivienda de esas proporciones, la super-ficie necesaria para c;ircular será mayor que en el caso anterior. Pero la ubicación del acceso a lo largo de esa cara puede abrir una gama de posibilidades .organizati-vas y un mejor aprovechamiento de esa circulación. 11.-EI acceso se realiza por un vértice.

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11.a.-EI acceso se produce por el vértice de un territorio cuyas proporciones y lados exteriores permiten abrise a dos caras opuestas.

Es evidente que para llegar desd~ la entrada hasta la última habitación será necesario caminar más por el interior de la vivienda. Esto puede hacer obligatorio (siempre teniendo en cuenta ,~ ... restricciones enuncia­das al principio) que ese camino se verifique a través de otros ambientes cuya definición funcional lo permita, o sea el salón-comedor, restringiendo a priori su flexi­bilidad.

Dado que la cocina abrirá obligatoriamente al vestíbu­lo de acceso, su comunicación con los dormitorios comprometerá también al salón-comedor; a menos que que se posibilite una relación directa con la zona íntima; que es lo mismo. que pensar que aquel camino se desdobla con un tabique de por medio.

11.b.-EI acceso se produce por el vértice de una planta alargada, donde casi todos los ambientes abren a un solo lado.

Este constituirá el caso donde la circulación interior consumirá más superficie útil y donde a su vez es casi imposible desdoblarla en recorridos opcionales, al pre­tender que la cocina se localice junfo al acceso.

También será prácticamente ineludible que el área del paso quede incorporada al salón, y estará tan definida

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que será difícil sacarle otro partido que como amplia­ción visual.

Las consideraciones realizadas hasta el momento respecto al uso posible del territorio de la vivienda, en función de su perímetro, sus proporciones y el acceso al mismo, se han hecho como si dicho territorio fuera un área despejada donde es posible moverse con absoluta libertad. Esto es parcialmente cierto, al tomar las pri­meras decisiones de diseno: pero en función de ellas quedarán fijados los elementos constructivos que con­forman los respectivos ambientes según su función. Así aparecerán los tabiques, las puertas, los elementos estructurales y las instalaciones como piezas entre las que discurrirán las distintas actividades.

Como dijimos antes, es difícil suponer que esas actividades serán siempre las mismas a lo largo de la vida del edificio y que dentro de las mismas áreas libres, con una distribución determinada, podrán realizarse actividades muy diferentes a lo largo del tiempo•. Y esa distribución original será ·más restrictiva cuando más reducidos sean los espacios específicos para cada uso, tanto que muchas veces consienten apenas variaciones de amoblamiento. Una organización de ambientes más amplios parece que es susceptible de acoger más diversos usos, como sucede con tantas casas antiguas.

Por tal razón, además de que desde el diseno original de la vivienda se posibilite un uso más pleno de las mismas, parece necesario que los elementos más rígi­dos, que conforman los distintos locales, cumplan con

* En unos sondeos muy elementales. que hemos hecho para unos trabajos sobre pautas de diseno y construcción de vlv\enda social , uno en Canarias y otro en Extremadura, nos sorprendió cómo creclan los porcentajes de modificaciones en la distribución, en relacin con la antigüedad.

En viviendas con veinte ai'los de uso, el 70 por 100 de los usuarios habían realizado cambios ·en la organización funcional abriendo puertas, eliminando tabiques y construyendo otros. Esto, indepen­dientemente de las modificaciones en revestimientos, terminaciones y equipo, que en la mayoría de las viviendas se realizan en los dos primeros arios. Aunque estos sondeos no tienen ningún valor estadístico, por lo reducido del universo considerado y porque no se manejaron todos los datos necesarios (las encuestas se dirigían a obtener niveles de satisfacción globales en algunos con¡untos de viviendas protegidas), creemos que ese dato es significativo.

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algunas condiciones que hagan factible la adaptabilidad a través de la modificación de los restantes.

Por ello incluimos en este apartado, de estrategias respecto al uso, éste que llamamos:

D.-ELEMENTOS INTERIORES FIJOS Una primera clasificación de estos elementos pode-

mos hacerla según su grado de inamovilidad, que en orden decreciente sería el siguiente:

- Estructura. - Conductos de líquidos y gases (verticales). - Tabiques con tubos de líquidos (horizontales). - Locales instalados (cocinas y baf\os) . Como queda dicho, la ubicación de esos elementos se

decidirá en función de la distribución que adoptemos dentro de cada caso, pero parece necesario obser-varlos en sí mismos, indepE:,ndientemente de aquélla, como si los viéramos en una radiografía, para poder analizar las consecuencias que acarrearán en cualquier configuré:\Ción. _

En cuanto a la estructura, parece evidente desde hace bastante tiempo la conveniencia de que ésta se resuelva mediante elementos puntuales (pilares) que, además de las ventajas en la organización constructiva que pudieran suponer, al formalizarse como cuerpos esbeltos com-prometerían mínimamente la organización espacial. Es-to fue comprendido con plenitud por maestros del Movi-miento Moderno como Mies o Le Corbusier que, por

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encima de argumentaciones teóricas como la casa Dom-i-no, asumieron en muchas obras un vocabulario donde esta proposición se exponía con énfasis.

Parece que no basta con que los pilares comprometan lo menos posible, por su reducida sección, la configura-ción de los ambientes. Su localización se puede resolver en función de una organización espacial cuyos funda-mentos estén más allá del diseno circunstancial de la distrib\,Jción de una vivienda. A estos fundamentos espaciales de la organización estructural nos referire-mos en el próximo capítulo partiendo de las proposi-ciones que Rafael Leoz expuso en los anos sesenta.

Ahora realizaremos· un análisis más genérico de las consecuencias de la forma y la ubicación de los ele-mentos estructurales a través de unos pocos esquemas.

Si se reducen al mínimo los puntos estructurales dentro de un territorio, su localización óptima depen-derá de las proporciones y distribuciones posibles dentro del mismo.

Así, pareciera que en una planta próxima al cuadrado esa localización rondará al centro de la misma, si pretendemos dejar abiertas un máximo de posibilidades organizativas.

En una planta alargada, con ambientes que abren básicamente a una cara, sería conveniente que los pilares aparecieran a lo largo de una línea próxima a lo que seria la circulación interior, de modo que compro-metan lo menos posible el resto de las divisiones entre ambientes.

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Si la estructura tuviera que resolverse mediante muros portantes (prefabricados o realizados in situ), es evidente que cuanto más nos alejamos de los conceptos antes comentados. cuanto más grandes y más próximos se realicen esos muros, más rígida será la planta. Pero además de la longitud y de la separación de los muros. las posibilidades distributivas también dependen del sentido direccional de los mismos respecto a los bordes exteriores. Así, en un territorio con aberturas en lados paralelos, que a su vez pueden estar resueltos con muros portan­tes (porque la inamovilidad de la fachada puede consi­derarse como un dato fijo por sí mismo, independiente­mente del sistema constructivo empleado), los muros interiores incrementan las posibilidades organizativas si se colocan también paralelos a esos lados abiertos. Esto parece claro si se piensa que las divisiones perpendicu­lares o fachadas podrán colocarse en varias posiciones, o eliminarse si se pretenden ambientes mayores. A lo largo del territorio discurrirá la circulación; las cone­xiones entre ésta y los distintos locales normalmente requerirán _ aberturas de paso (excepcionalmente inte­graciones espaciales amplias), lo que no impedirá la ubicación de muros de tramos breves en ese sentido.

Los conductos verticales de líquidos y gases, espe­cialmente las bajantes de saneamiento y las chimeneas de ventilación y humos. constituirán partes casi tan inamovibles del edificio como su misma estructura. Por tal motivo, aunque su ubicación normalmente se decide

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en función de la instalación y distribución específica de la vivienda, es necesario analizar las consecuencias topológicas que tendrá en el territorio, visto nueva-mente como en una radiografía donde se destacan las partes más duras, si queremos que esa decisión sea correcta. Se han hecho muchas proposiciones (teóricas y prác-ticas) para que este problema desaparezca: Sistemas que, mediante la previsión de espacios amplios entre piso y techo de unidades superpuestas, permitan des-plazar mucho las instalaciones, dándole pendiente a los desagües hacia puntos distantas; y otros que resuelven el tema con artilugios mecánicos. Posiblemente alguien piense que pronto serán transferibles a los edificios, o a cada vivienda incluida en ellos, sistemas de cápsula espacial que eliminarían incluso las redes de alcantari-llado de las ciudades.

No por falta de optimismo técnico, sino porque no tenemos datos fiables de cuándo dispondremos de esas soluciones para aplicarlas a la construcción de aloja-miento masivo, centraremos el análisis en las circuns-tancias que rodean este tipo de instalaciones en casi todo el mundo.

La primera consideración parte de I(\ conveniencia de que aquellos conductos verticales estén lo más inme-diatos posible a los aparatos y locales que sirven. Por ello indicaremos dentro de cada planta unas áreas sombreadas, que representan cocinas o baños, con unos núcleos negros que representan conductos.

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La segunda consideración se refiere a la decisión de conectar baño y cocina a una misma bajante (con la consiguiente reducción de tramos horizontales de todos los servicios) o a bajantes separadas. Visto en general es obviamente aconsejable la concentración, no sólo por facilitar la solución de problemas constructivos, de man-tenimiento y de reducción de costos, sino que parece que puede consentir más variaciones de distribución el hecho de ir generando distintos ambientes alrededor de un núcleo central. Pero esto será cierto sólo para algunas proporciones de planta y con determinadas condiciones de bordes y acceso; para otras será aconse-jable el desdoblamiento, como criterio apropiado para la efectividad en el aprovechamiento del territorio tal como lo veníamos planteando.

Para comprender los esquemas adjuntos es impor-tante tener en cuenta las posibles vinculaciones que se deben resolver entre la cocina y otros ambientes (entra-da, comedor, zona íntima) y su relación de iluminación y ventilación directa con el exterior; por su parte, el baño se vinculará directamente con la circulación de dormi-torios. También conviene considerar que una cocina requiere un ancho de 2,10 m. si pretendemos equiparla en dos caras paralelas (1,60 m. para una sola cara) y el baño 1,50 ó 1,20 m. para las mismas condiciones. A partir de esos datos tendremos los mínimos con qué movernos; en función de ellos podrían hacerse algunas observaciones sobre la localización de estas áreas y núcleos de servicio.

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En plantas de proporciones próximas al cuadrado será más factible la concentración de instalaciones, con las consecuencias antes mencionadas.

cuando las proporciones de la vivienda se alargan, aumentando su profundidad respecto a dos lados exte-riores paralelos Y estrechos, lo más aconsejable sería separar la cocina del bal'lo, de modo que aquélla se sitúe junte al acceso y al exterior, y éste entre dos dormitorios sobre el lado ciego opuesto.

Entonces parece evidente que el mejor modo de preservar un territorio, para que esté interrumpido por lá menor cantidad de obstáculos inamovibles, consistirá en llevar los núcleos de conductos a los bordes, prefe-rentemente a los compartidos con otras viviendas. Esta solución parece tan obvia que casi da vergüenza decirlo; pero la mencionamos porque se ha generalizado por razones de economía de obra (que para nada subesti-mamos), y aquí queremos enfatizar, además, su conve-niencia desde el punto de vista de los grados de libertad en la organización de la planta.

Las proporciones alargadas del territorio, con los ambientes abriendo predominantemente a un lado lar-go, pueden plantear varias alternativas, según la situa-ción del acceso y de un segundo o tercer lado exterior.

Sólo en algunos casos será posible hacer un solo bloque de instalaciones, y eso a costa de incrementar áreas de circulación (que, como vimos antes, es uno de los puntos críticos de este tipo de plantas), y de partir

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Prácticamente las viviendas en dos zonas, con lo que las posibilidades organizativas se reducen a cada una de ellas en sí misma.

Cualquier tentativa de prever un territorio más abierto parece requerir el envío de cocina y baño a los bordes y separarlos; y las consideraciones que hagamos enton-ces sobre la posible situación de los núcleos de con-ductos serán similares a la del caso anterior. CONCLUSIONES

Del análisis realizado sobre las estrategias de diset'ío respecto al uso de la vivienda, derivada de condiciones como los lados exteriores, las proporciones y los ele-mentos fijos del territorio, se podrían extraer algunas conclusiones.

La primera de ellas es la verificación de la profunda interdependencia entre todos ellos, por lo que sucederá que, a partir de un primer grupo de decisiones se generará una reacción en cadena de opciones cada vez más restringidas.

Si por alguna razón se parte de una determinada relación con el exterior, que nos lleva a la configuración de vivienda con unas características definidas a partir de la situación y extensión de sus bordes exteriores (lo que puede derivarse de una necesidad de as?leamient~, de . una ponderación de vistas o de otras c1rcunstanc1a~). esas características condicionarán la forma y proporcio-nes de la planta y la correcta implantación de sus elementos fijos.

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De igual modo, un sistema constructivo puede sugerir (o imponer) una gama muy restringida de opciones para la · organización de la planta y del edificio.

Podría pretenderse que está en manos del diseñador cuáles deben ser los condicionantes claves a los que hay que subordinar toda la cadena de decisiones; pero esto no suele ser así, ni mucho menos. Tanto que, demasiadas veces, las viviendas no parecen haber pasa-do por las manos de un profesional, cuya papel en la sociedad consiste, primordialmente, en ordenar una serie de conocimientos y recursos técnicos en función de quién va a vivir en ese lugar.

Pero, aceptando que las condiciones de partida cons-tituyen factores que no contradicen valores sustanciales del resto del proceso, las decisiones de diseno no pueden reducirse a componer la fachada para pretender que, a pesar de todo, se hizo "arquitectura".

Deliberadamente, los esquemas que acompanan el desarrollo de estos análisis eluden cualquier formaliza-ción particular. Aunque no desconocemos que muchas veces será difícil asimilar una planta determinada a alguno de esos esquemas, recordamos que no inten-tamos exponer un abanico de posibilidades, sino un rango de razonamiento.

Tampoco intentamos dejar suponer a nadie que de la correcta y lógica concatenacin de decisiones, en fun-ción del mejor aprovechamiento del territorio, vaya a surgir automáticamente un producto culturalmente res-petable. Lo que se pretende enfatizar es Ql:le la "arqui-

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tectura" no existirá, no tendrá. vigencia, si no crece apoyada en un proceso i'nteligente sobre los hechos que desencadena, o en el sentido de su utilidad. Esto puede ser una perogrullada, pero no parece tan evidente al observar muchas de las viviendas que se construyen todos los días.