QUINTA PARTE PIJA
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[imagen: colaboración especial de DOLO]
PARTE CINCO
1 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
De pronto...
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhh.
M_ Mierda.
V_ Joder.
Salieron corriendo hacia donde los gritos de Esther
provenían.
Al llegar se detuvieron en seco, ante ellos el horror
humano que pensaban habían sido afortunados de no
encontrar, Esther estaba pálida con sus ojos abiertos como
platos, observando como en el suelo yacían cuerpos de
hombres, mujeres de todas las edades, niños, nadie se
atrevía a dar un solo paso ante la barbarie que habían
encontrado. Fue Yildas, el primero en pasar, el primero en
mirar con sus ojos rasgados, con la rabia marcada en sus
mandíbulas, con el fusil apretado en su mano, después
Vilches quien con pasos temerosos se acercó hasta él,
mientras Maca acunaba a una Esther que había roto a llorar
sobre su pecho.
V_ Miremos a ver si hay supervivientes –esa voz queda, no
parecía la suya, ese gesto de horror marcaba en su rostro
arrugas nuevas.
Z_ Están muy fríos ziku –Zulú se agachó para tocar al
hombre que yacía envuelto en sangre.
2 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Imposible que haya sobrevivido nadie –miraba desolado
alrededor.
M_ Vamos a estar seguros Vilches, venga Esther quédate
aquí –le dijo con la voz suave tratando de acunarla con ella.
E_ No, voy con vosotros –se secaba los ojos, subía sus
mocos.
V_ Deben estar muertos más de veinticuatro horas.
M_ De todos modos… asegurémonos.
V_ Voy a dar el aviso –seguía teniendo ese tono de voz
totalmente roto.
Z_ Mwasi no hay vivos –le dijo mientras Yildas seguía con la
exploración.
M_ Han hecho bien el trabajo –miraba alrededor
encontrando en cada cuerpo una señal de extrema
violencia.
Y_ Nadie.
E_ Dios mío… los niños Maca –su gesto volvió a teñirse en
tenebroso.
M_ Lo sé cariño, lo sé –dijo tan abatida como ella.
Z_ Mwasis marchar, nosotros arreglar no ver más –les dijo
Zulú mientras junto a Yildas se marchaban al camión, allí
siempre llevaban utensilios que les facilitaban la labor-.
Ahora volver.
M_ Está bien… vamos Esther.
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E_ No lo entiendo –murmuró con su gesto todavía repleto
de perplejidad, rabia y descorazonamiento.
M_ Venga vamos… no hacemos nada aquí cariño –estiró
suavemente de su brazo para llevársela.
E_ Al menos, recemos por sus almas Maca.
M_ Esther… vamos –la miró entristecida entendiendo su
dolor.
E_ Espera –la detuvo en seco-. ¿Has oído eso?
M_ ¿El qué?, no oigo nada –la miraba con el ceño fruncido.
E_ He escuchado algo por allí –señaló hacia un lado donde
habían varios cuerpos.
M_ No escucho nada, venga eso es la sugestión cariño –le
dijo con dulzura mientras ponía atención-. No se oye nada.
E_ Estoy segura Maca que he escuchado algo por ahí –sin
más se dirigió hasta donde creía haber escuchado algo.
Mientras sobre el capó de la cafetera, Vilches trataba
de situarse para dar las coordenadas exactas a Dávila,
debían formalizar la denuncia de una nueva masacre, de
una nueva aberración contra la humanidad. Estaba en ello
cuando vio como Zulú y Yildas llegaban con gesto serio
profundamente afectados por lo que habían tenido que
soportar.
V_ ¿Y Maca?
Z_ Se quedó.
4 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¿Hay algún superviviente? –lo miró con el ceño fruncido.
Z_ No ziku.
V_ De acuerdo. No quiero quedarme mucho tiempo aquí, no
sé si estén cerca celebrando aún la matanza.
Y_ Nosotros quedar.
V_ No, nos vamos todos, voy a avisar a Dávila,
desgraciadamente no podemos hacer nada.
Mientras los hombres bajaban los utensilios del
camión, y Vilches trataba de ponerse en contacto con
Dávila, Esther había salido corriendo sin saber muy bien si
lo que había escuchado era real o no. Maca lo hizo tras ella,
miraban a su alrededor buscando algo que ninguna sabía
que era, trataban de no mirar las caras del horror, las
heridas abiertas, la sangre, las barbaridades más atroces
nunca vistas para Esther y ya alguna que otra vez vividas
por Maca.
M_ Esther no escucho nada –la miraba intensamente
escuchando el silencio.
E_ Juraría que si –se rascaba la frente desesperada con
ansias de poder saber que era aquello que había llamado su
atención.
M_ Será un animal… vamonos de aquí venga –pero de
pronto se detuvo en seco-. Espera.
E_ De allí –señaló unos metros más hacia delante.
5 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Corre –llegaron adonde varias mujeres yacían en el
suelo con heridas por todo el cuerpo, sangre saliendo de
sus entrañas, supuestamente violadas con tal salvajismo
que a las dos les entraron arcadas al verlas allí. Maca
quería escapar llevarse lejos a Esther pero quería saber que
era aquello. Al poner atención definitivamente supo de
donde venía aquel leve sonido-. Es aquí.
E_ Dios mío Maca… mira… -Maca puso gesto mezclado
entre espanto y asombro-. Es un… es un bebé –susurró
mientras se agachaban y retiraban la mano de la madre,
que lo tenía aferrado a su cuerpo y con la ropa con la que
seguramente en la agonía de su vida había cubierto a su
hijo. Esther impactada murmuró con total énfasis-. Dios…
M_ Esther está vivo… débil pero vivo… esta totalmente
hipotérmico… rápido avisa a Vilches, necesitamos abrigarlo,
ponerle una vía… rápido Esther –se dispararon sus nervios.
E_ ¡Vilches… Vilches! –llegó llamándolo desesperada tras
una carrera en la que hubo algún tropezón pero llego sana
y salva hasta la cafetera.
V_ Adiós Dávila –colgó y entonces la vio descompuesta
como sacaba su maletín-. ¿Qué pasa?, ¿qué haces?
E_ Un bebé, Vilches… un bebé rápido.
V_ Joder… Zulú.. Yildas… vigilar… no os mováis de aquí, los
militares están avisados llegan decía gritando- ¿Cómo está?
6 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Hay que estabilizarla, es niña, tiene hipotermia de estar
con la madre muerta –le tocaba las pulsaciones y revisaba
posibles heridas.
V_ Hay que salir de aquí Maca… este silencio no me gusta.
M_ Vale… -cogió a la niña en brazos acercándola a su
pecho.
V_ ¡Rápido al camión, vamonos de aquí! –gritaba a los
hombres que suponían que algo les había dicho Dávila y
actuaron rápidamente.
E_ Espera…
V_ No puedo esperar Esther –subió las ventanillas
arrancando la cafetera entre ruidos y quejidos.
M_ Vilches tiene que ponerle la vía.
E_ Ya… ya –decía algo alterada, la niña rompió a llorar
aunque había acertado a la primera ante el gesto
complaciente de Maca-. ¿Qué le pongo?
M_ Ponle salino, y la manta hipotérmica que está detrás.
E_ Si… -con rapidez sacó un suero y lo conectó a la
pequeña aguja que había puesto en la vena de la niña,
abriendo el gotero con cuidado para que no entrara
demasiado rápido-. Esto ya está.
M_ Dame, yo sujeto el gotero.
E_ Si… -le dio el gotero poniéndose a gatas sobre el asiento
y sacando como pudo la manta.
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M_ Avisa a Teresa Vilches, que vamos con la niña, que
preparen la cama del hospital y… espera… no… -se detuvo
con gesto pensativo mientras Esther le ponía la manta-.
Dile que su viejo calefactor lo ponga en nuestra cabaña,
que trate de que esté lo más caliente posible, que ponga
agua a calentar… y alguna manta en el cama.
V_ Bien –dijo mirando por el espejo retrovisor con el miedo
en el cuerpo, como si de entre la maleza intensa pudieran
salir con sus fusiles los guerrilleros que habían cometido tan
salvaje acto.
E_ Pobrecita Maca… mira que pequeña es –le decía
mientras Vilches hablaba con Teresa y Esther tapaba a la
pequeña frotando sus pequeños bracitos.
M_ Si… está en bastante buen estado Esther –decía
mientras la palpaba-. Creo que la madre la escondió, esos
salvajes no hubieran tenido escrúpulos en asesinarla
también.
E_ No puedo borrar las imágenes Maca… los niños…
M_ Lo sé… nunca te acostumbras –oían como Teresa
rogaba a Dios por la niña-. Tranquila ¿si? –le acarició la
cara.
E_ Sí…
M_ Vale –resopló porque aunque la niña tuviera frío, ella
estaba muerta de calor con la manta.
V_ ¿Cómo va Maca?
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M_ Bien… creo que saldrá adelante, está hambrienta me
busca la teta.
V_ De acuerdo… se nos está echando la noche encima…
-susurró alterado.
E_ Mira como abre los ojos Maca –dijo omitiendo el
comentario y el tono de temor de Vilches.
M_ Si –sonrió mirando a la pequeña.
El camino se les hizo largo, cuando tan solo les
separaban veinte minutos de la aldea, al ver que se
asomaba con su vieja y destartalada muralla de protección,
Vilches respiró tranquilo. En el interior todo estaba
preparado para recibirlos, y sobre todo la rapidez con la que
Maca, salió del coche mientras Esther llevaba el gotero y
entraban con la pequeña a la cabaña, hizo que las mujeres
expresaran a la vez un “oh” de emoción.
M_ Ayúdanos Teresa.
T_ Si… que criaturita más mona… que pequeñita –decía
emocionada.
M_ Si, Esther dame el fonendo por favor, quiero asegurarme
de que va mejorando.
E_ Toma –la miraba con una expresión enternecida.
T_ ¿No había nadie más vivo? –les preguntó mirándolas
alternativamente.
M_ No, una barbarie más de esos hijos de perra.
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E_ Se nota el calor –dijo sudando mientras se quitaba la
camisa quedándose con la interior blanca que llevaba de
tirantes.
M_ Le hará bien… eso es pequeña… a ver…
E_ Lleva sangre.
M_ Si pero es de la madre ya la había visto antes no tiene
herida alguna –la habían dejado desnuda revisando todo su
cuerpo.
T_ Nsona cariño… trae agua caliente para lavarla, eso le
ayudará.
M_ Creo que la hemos estabilizado, va subiendo su
temperatura.
T_ Claro estaba helada, voy a por el agua y a ver si
podemos darle un poquito de leche.
E_ Pobrecita… mira… tiembla, necesita el calor humano,
cariño ¿por qué no la abrazas?
M_ Si… igual sí ¿no?
E_ Claro –la miraba sonriente entendiendo su respeto-. Le
hará bien.
M_ Espera voy a quitarme esto, me doy una ducha rápida y
vengo. No la pierdas de vista.
Fuera esperaba un desquiciado Vilches, al ver salir a
Teresa corriendo se fue tras ella hasta la cocina donde
estaba Bárbara preparando cosas para la niña.
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V_ Teresa… de momento no vamos a decir nada ¿vale?
T_ Me parece correcto aunque creo que la niña va a salir
adelante. ¿Esto ya está Bárbara?
Ba_ Sí my darling.
T_ Bien, Lula por favor ordeña a la vaca.
Lu_ Si mami.
V_ Que hijos de puta Teresa… que hijos de puta –repetía sin
cesar-. Han arrasado con todos, con todos.
T_ No sé cuando va a parar esto.
V_ Los hemos tenido cerca Teresa, y para mí, que estaban
allí, ya sabes que luego disfrutan borrachos brindando por
los muertos.
T_ Vilches por favor –le decía con gesto serio.
V_ ¿Has visto a Maca?
T_ Sí, la he visto.
V_ No le vamos a decir nada a Dávila –Teresa lo miró seria,
suspiró y le sonrió acariciándole la barba con gesto
cariñoso.
Ba_ Hay algo en esta aldea que atrae Vilches –él la miró
serio bebiendo un vaso de agua-. Y ese algo es el cariño
que existe. Enorme cariño.
V_ Si… soy afortunado.
Mientras en la ducha Maca, se daba toda la prisa que
podía, no quería recordar bajo el grifo las imágenes, quería
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quedarse con la niña aferrada a ella, quería pensar que le
iban a salvar la vida y que iba a ser una niña dichosa y feliz.
Volvió rápidamente allí estaba Esther, mirando a la
pequeña tratando de calmar su llanto.
M_ ¿Qué le pasa?
E_ Creo que está reaccionando y tiene hambre –sonreía.
M_ Es pronto aún.
E_ Anda siéntate en la cama.
M_ ¿No quieres tú?
E_ No Maca, no puedo sentarme y necesita calor de una
madre.
M_ Bueno… yo le puedo dar calor, de Pediatra –ponía gesto
algo nervioso.
T_ Ya estoy aquí, a ver el bibe de Nsona, esta preparado,
Lula me ha dado esto para poner en el agua cerca de la
niña, y los hombres van a hacer la danza de la vida esta
noche para fortalecer a los espíritus para que protejan a la
pequeña.
E_ Estupendo así con todo esta pequeña saldrá adelante.
M_ Uf tirita –la abrazaba contra su pecho mirándola con un
gesto tan tierno que los rostros de Teresa y Esther se
volvieron de lo más sentimentales-. Mira como nos miran...
parecen tontas.
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T_ Perdona ¡eh! pero la que parece tonta eres tú... –acercó
uno de los recipientes que habían puesto agua caliente y
dejó caer las gotas del brebaje de Lula-. Ya está.
E_ Voy a ducharme yo.... y esta ropa Teresa la voy a echar
a quemar... creo que llevo impregnado en ella la olor a
muerte –hablaba con el ceño fruncido y con su tono de voz
cargado de dolor.
T_ Muy bien, voy a ver si necesitan algo, os dejo solas.
Ahora en cuanto esté la cena vais a cenar o, mejor, os
traigo aquí algo para que estéis tranquilitas, ¿vale?
M_ De acuerdo –sonrió con gesto dulce.
T_ Hasta luego.
E_ Bueno mi vida... voy a ducharme –se acercó y le dejó un
beso en la frente-. ¡No os vayáis, eh!
M_ Aquí te esperamos, ¿verdad?... venga date prisa que te
echamos ya de menos, ah y frótate bien el colador –
aguantó su risa.
E_ ¿Qué colador? –la miró sin entender.
M_ Tu culito mi vida... tu culito –se reía abiertamente.
E_ Desde luego como te gusta burlarte de mí –se había
puesto en jarras y aunque trataba de no sonreír, no pudo
evitarlo-. Voy a ver a Mona.
M_ Si, pero no tardes...
Esther se giró para salir, pero justo cuando llegó a la
puerta volvió la cabeza de lado, y se encontró con una
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estampa que le hizo temblar de felicidad el corazón, allí
Maca le había dado su dedo a la pequeña que se aferraba a
él, mientras bostezaba, y agitaba sus piernecitas, fue
entonces cuando Maca sintió la presencia de Esther todavía
allí y se miraron, sus ojos mostraron el mismo sentimiento
de felicidad, quizás el mismo pensamiento, quizá la misma
esperanza, pero claramente encontraron el amor recíproco.
Y ambas sonrieron con la misma ternura.
Bajo la ducha Esther pensó tantas y tantas cosas,
sintió tantas y tantas otras, que deseaba salir de allí para
llevarlas a cabo, frotó bien todo su cuerpo, al pasar su
mano por su trasero se quejo sin poderlo evitar, pero de
igual manera una sonrisa marcó su rostro al recordar aquel
colador que le había dicho Maca. Se secaba con ansías y se
vestía toda de Coronel Tapioca, de arriba a bajo, hasta las
sandalias toda ella oliendo a fresco, a colonia que dejaba
rastro en su piel del perfume carísimo como le había dicho
Teresa, y si bien cuando entró lo hizo como si fuera una
pordiosera, al salir, lo hacía como si fuera la Pija Mayor del
Reino de la Selva, tal y como un día le bautizó Maca.
Estaba recogiendo la ropa cuando apareció ante ella
Teresa, por su cara, no debían ser muy buenas noticias las
que le iba a dar al menos, algo que le preocupaba.
E_ ¿Qué pasa? –le preguntó inquieta.
T_ Tu madre está en la radio.
E_ ¿Ahora?
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T_ Sí, Esther, ahora, ¡tú también que cosas tienes! anda ve
yo me encargo de esto.
E_ Joder... quería ir a ver a Mona...
T_ Mona te espera. Ves.
Refunfuñando porque conocía de sobra a su madre, se
fue hasta el hospital, cuando la vio Mona un grito como
tantos suyos llenó la aldea arrancando risas y carcajadas
entre todos, eran dos gotas de agua finalmente lo
admitieron. Vilches que estaba en el despacho le hizo una
señal que se salía para dejarle intimidad pero Esther no le
dejó, con un ademán negativo se sentó frente a la radio, un
suspiro profundísimo a las profundidades de su alma para
tratar de encontrar calma para hablar. Cuando pensó que la
tenía habló.
E_ Hola mamá.
En_ ¡Vaya dichosos los oídos que te escuchan!; estaba por
ir a la Embajada y pedir socorro por ti.
E_ Mamá estoy muy liada, ¿qué quieres? –le dijo cortante
mientras pasaba sus manos por el rostro ante la mirada
furtiva de Vilches.
En_ ¡Qué voy a querer! saber de mi hija ¡te parece poco!,
que me tienes con el alma en vilo, con el corazón en puño.
E_ Mamá por favor... no seas dramática todo está bien –su
tono cansino su mirada perdida en el techo.
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En_ ¿Qué manera es esa de contestarme?, a mí, a tu
madre.
E_ Tengo mucho lío... no puedo estar aquí todo el rato,
estoy bien y ya está.
En_ Ya sé... ya... esos modales te los ha debido enseñar la
maleducada esa con la que hable el otro día.
E_ ¡Mamá! –la riño mientras Vilches se rascaba la barbilla
como si pudiera presagiar tormenta, no solo por el tono de
voz de Esther que cambió sino, por como se irguió en el
asiento-. No te permito que hables así de Maca.
En_ ¿Vas a defenderla a ella?
E_ Sí, mamá, así que mejor dejemos ese tema. Mira todo
llegó bien y te lo agradezco.
En_ Menuda tipeja, ¿y esa quién es?
E_ ¿Quién es? –le preguntó con el gesto muy serio.
En_ Sí, la insensata ésa, la maleducada, aléjate de sus
modales que son vergonzosos.
E_ ¿Quieres saber quién es? –Vilches carraspeó tratando de
frenar el ímpetu que notó en su voz-. A partir de este
momento si tienes que volverme a llamar, procura no
volver a nombrar a Maca de esa manera, porque la
insensata, maleducada y tipeja ésa, es mi mujer ¡te ha
quedado claro! –silencio al otro lado-. ¿Me has escuchado?,
me he casado con ella y es mi mujer, así que si vas a llamar
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para insultarla no me llames, ¿me oyes? –silencio muy pero
que muy espeso al otro lado-. ¿Mamá?
V_ Te la has cargao, si es que eres una bruta –le dijo Vilches
con tono borde.
E_ ¿Mamá estás ahí? –insistió.
En_ Esa boda... ¿esa boda no valdrá aquí, verdad?
E_ ¡Dios! –se golpeó la frente.
En_ ¿Qué van a pensar mis amistades?, ¿te ha picado un
mosquito de esos raros?, ¿qué ha hecho contigo?, tú no
eras así... no... ha debido haber algún tipo de cruce en la
línea –Esther miraba incrédula a un Vilches que permanecía
con el gesto muy serio pero sin poder evitar una mueca de
sonrisa-. Hija... Esther... hija... que alguien a metido algo en
la línea... dime...
E_ Mamá nadie ha metido nada.
V_ Mujer... algo digo yo habrán metido.
E_ ¡Vilches! –lo riñó, trató en un segundo de poder
recomponer su calma para hablar con su madre-. Maca y yo
somos pareja, me siento feliz, soy feliz, no me ha picado
nada para que te quedes tranquila, simplemente me he
enamorado.
En_¡Angustiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!, llama al Samur que me da, que
me daaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
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V_ Vaya... ya sé de donde te vienen los grititos, cosas de
mamá –se burlaba graciosamente tratando de no morir de
un ataque de risa contenido.
E_ ¡Mamá por favor!... mamá... ¡joder! –decía ante los
continuos gritos.
En_ Acabas de matarme hija... tú ¡eso!, acabas de
matarme....
E_ No seas exagerada por favor... haz el favor de
escucharme.
En_ Yo no tengo el porque escucharte... no para eso...
espero que no vuelvas a dirigirme la palabra ¿qué van a
pensar mis amistades?, ¿los socios de tu padre?, no... no...
E_ Mamá.
En_ No vuelvas ¿eh?, si vas a ser eso, no vuelvas.
¡Angustiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaasssssssssssssssssssssss!
E_ ¿No te importa que sea feliz? –le preguntó ofendida.
En_ No puede ser... Angustias falta la pastilla, no la roja no
es la azul, no si me va a dar y ésta estúpida de la sirvienta
que debe ser daltónica ni se entera.
E_ Adiós mamá. ¡Será posible! –dijo tras colgar.
V_ ¿Eso iba de verdad?
E_ ¿El ataque?
V_ No, sé que no, ¿qué no vuelvas?
18 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Supongo que sí... no sé... –decía decepcionada.
V_ ¿Por qué se lo has dicho?
E_ Porque no soporto que lo único que he ganado en mi
vida, que lo único que me haga feliz, ella lo estropee, Maca
es todo para mí Vilches.
V_ Menuda madre tienes... ¡y encima una criada daltónica!
–decía en chunga como si fuera una barbaridad.
E_ Si –sonreía abiertamente, y entonces su risa paró, lo
miró seria y le dijo-. ¿Podemos hablar un momento en
serio?
V_ Uy, me asustas, tú nunca hablas tan en serio. Venga
dime.
Mientras en la cabaña, Maca miraba a la niña con cara
totalmente entregada a ella, le miraba las manitas, los
deditos perfectos, aquella pequeña nariz, los grandes ojos
que había abierto un par de veces, la perfección de la vida
y sin poderlo evitar sus ojos se llenaron de lagrimas, una
perfección de la vida que no pudo disfrutar, si bien desde
que Esther estaba a su lado el dolor y la rabia por lo que
había perdido, había menguado bastante, en ese momento
en el que aquella niña se aferraba a la vida entre sus brazos
sintió que su alma salía reconfortada, que tenía una vida
que no le pertenecía y que seguramente en el momento
estuviera más fuerte, se encargarían de llevar a cualquier
orfanato para buscarle una familia, pero en aquel segundo
que sus ojos emocionados soltaron una lagrima, sintió la
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felicidad de tenerla en sus brazos. Le besó la frente,
mientras le susurraba.
M_ Trataremos de buscarte una familia que te quiera, y te
dé lo mejor, lo intentaremos cariño...
La puerta se abrió y entraron Teresa y Bárbara con la
cena, ambas demasiado sonrientes, Maca sospechó de
ellas, tras ellas una Esther con el gesto algo más seria, y
por fin Vilches con la mirada dirigida a la niña. Maca seguía
sentada en la cama sobre los almohadones y con la
pequeña en sus brazos.
M_ Vaya... mira cuanta gente... nos viene a visitar –sonrió.
V_ ¿Qué tal va?
M_ Creo que ha parado de temblar y ha hecho pipi.
V_ Eso es buen señal –le quito la sábana con la que Maca la
tenía tapada.
T_ Nsona me manda este pijamita de Mbe, por cierto los
niños quieren venir a ver a la cosa pequeña que ha llegado.
E_ La cosa pequeña... mira que son ricos –decía sonriendo.
Ba_ ¿Y cómo está la babosa Pediatra?
M_ No te pases Bárbara, que aquí mi mujer se puso el culo
como un colador pero a ella se le dan mucho mejor que a
mí.
Ba_ ¿Necesitas cremita? –la miró-. Ya sabes, yo te pongo
crema, tú me pones crema....
20 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¡Eh! –le riñó con cara de pocos amigos.
Ba_ ¡Vaya ya aparecieron los celos de la Pediatra! –sonrió
burlonamente ante la sonrisa cómplice de Esther.
V_ Creo que esta pequeña tiene muchas ganas de vivir...
vamos a quitarle el salino, lo que realmente necesita es
leche.
T_ Eso mismo he dicho yo y Nsona dice que la niña se hará
fuerte con leche de Lucero, saldrá de esto.
E_ Yo también lo creo...
V_ Bueno pues nada si las mamis varias lo creen, ¿qué va a
hacer este pobre ziku?
T_ Hacer lo que te decimos.
V_ ¿Esther? –la miró como dándole permiso para que le
quitara el gotero.
E_ Sí. A ver pequeña... no te va a doler... ya lo verás cariño
–le hablaba con ternura.
T_ ¿Tendremos que ponerle un nombre?
E_ Yo había pensado ponerle Esperanza o Milagros –todos la
miraron-. ¿Qué?
M_ Joder cariño... pobrecita... a veces me asombra con lo
pija que eres para unas cosas, lo rara que eres para otras.
E_ ¡Oye! –le riñó.
Ba_ Yo la llamaría Maes –dijo tras dar un bocado a un trozo
de carne.
21 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Qué significa Maes? –le preguntó mientras le quitaba la
aguja y la niña a penas se quejaba.
T_ ¿Maes?... no lo he oído nunca –apuntaba Teresa
pensativa.
M_ Ni yo –se levantaba para comer mientras la niña se
quedaba tumbadita en la cama con los cuidados de Esther.
Ba_ Maes es el nombre de sus salvadoras, Maca Esther,
Maes...
V_ Original si.
E_ Es verdad –sonrisa amplia-. Bueno Maes... bonito nombre
¿no te parece? –le dio besitos mientras le quitaba el trapo
que efectivamente llevaba mojado.
M_ Pues nada Maes ha hecho pis –dijo con la boca llena-.
¡Qué hambre!
T_ ¡Hija ni que la hubieras parido!
Todos rieron más por el gesto de Maca que por la frase
en sí, Maca siguió comiendo sin parar, mientras Esther se
encargaba de ponerla guapa ante la visita de los niños que
sentían curiosidad por ver a la niña que había llegado, y
todos, pasaron por la cabaña de las mwasis para ver el
encanto de niña que había llegado a la aldea, las
exclamaciones, las sonrisas, los gestos de aceptación de
todos, fueron bien recibidos por las dos mujeres blancas
que se sentían como si realmente alguna de ellas hubiera
traído a la pequeña al mundo. Tras la visita, los hombres
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sacaron el tam-tam, todos se pusieron alrededor de la
hoguera, mientras Maca y Esther observaban a la pequeña
en la cama y los movimientos que hacían fuera, con las
voces de las mujeres pidiendo a los espíritus la protección
para Maes. Finalmente cuando la danza se detuvo,
Massamba se acercó hasta la cabaña, Maca que sabía como
seguía el rito, abrigó a la niña con otra manta térmica que
tenían en el botiquín y se la entregó, después ambas
salieron abrazadas por la cintura admirando y disfrutando el
momento, Massamba cogió a la pequeña en sus grandes
manos, la elevó a la luna y Lula soltó un grito que cruzó el
cielo, y como si el cielo diera el visto bueno, una estrella
fugaz cruzó justo por delante de Maes.
M_ Niña afortunada –susurró Maca.
E_ ¿Por qué? –le preguntó mirándola con la boca abierta.
M_ La estrella fugaz, significa fortuna cuando pides algo, así
que imagino que podremos darle una familia que la acoja y
le dé lo mejor.
E_ Estoy segura que si –apoyó su cabeza en el hombro de
Maca.
M_ Maes –musitó con una sonrisa y sus ojos repletos de
ternura.
E_ Maes Wilson García... no está mal, ¿no? –Maca la miró
algo sorprendida.
Ma_ YAYI KE NGALA NA BENO MWANA (AQUÍ TENÉIS A
VUESTRA HIJA)
23 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En la cabaña, Maca esperaba inquieta a Esther, no entendía
lo que trataba de hacer con la pequeña, ansiosa y con los
latidos de su corazón disparados esperaba que saliera del
lavabo, Maes dormía justo en medio de la cama rodeada
por los almohadones. Maca, caminaba de un lado a otro
nerviosa, comiéndose su uña del dedo pulgar, de vez en
cuando se separaba el pelo de la cara, hasta que decidió
recogérselo en una coleta. Maes se había movido, ella
sonrió al recordar como se había aferrado al biberón, como
había eructado en el hombro de Esther y como todos les
habían felicitado por ser mamás.
E_ ¡Mi amor! pensé que estarías en la cama ya con Maes –le
dijo sonriente y feliz acercándose a ella.
M_ No... Esther... perdona ¿eh?, pero hay algo que no
entiendo... me parece muy bonito lo que ha pasado... me
parece estupendo... eso que ha dicho Massamba pero...
E_ ¿Pero qué? –la miraba algo aturdida más por sus
aparente nervios que realmente por lo que le estaba
diciendo.
M_ A ver Esther... nosotras no podemos quedarnos con la
niña –su tono fue definitivo.
E_ ¿No quieres quedarte con la niña? –le preguntó
asombrada.
M_ No te estoy diciendo eso –trató de decirlo con calma
dejando a un lado sus nervios para poder hablar con
tranquilidad de la situación.
24 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Entonces qué me dices? -seguía mirándola con
perplejidad, no entendía su postura.
M_ ¡Joder Esther que hay unas normas que seguir!, que hay
unos papeles que no se puede hacer lo que se quiera –
hablaba nerviosa.
E_ No entiendo a que viene esto Maca, la verdad.
M_ Viene a que no podemos adoptarla por gracia de Dios,
los espíritus o una estrella fugaz Esther, y no quiero que
pienses que puedes encariñarte con ella como si realmente
fuera nuestra hija... no lo es... lo que han hecho está muy
bien pero...
E_ A ver Maca cariño ven aquí... a veces me parece que de
lo fuerte, segura y ecuánime que eres, te pasas y te
vuelves un poco lela.
M_ ¡Esther! –la riñó con el ceño fruncido.
E_ Esther no, ven –le decía extendiendo su mano para
estrechar la suya y abrazarla contra su pecho. Tras el
abrazo, le dijo mirándola a los ojos-. Sé o adivino lo que
quieres decirme, no podemos quedarnos con una niña,
encariñarnos, darle todo nuestro amor y que después
vengan y nos la quiten. ¿Verdad?, no quieres pasar por otro
sufrimiento como el que pasaste, y como te conozco, sé
que tratas de evitar que yo pase por eso, tú quieres que
tengamos un hijo juntas, pero un hijo que podamos criar,
que podamos disfrutar como nuestro, con papeles y con
todo lo demás, ¿no?
25 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Sí –respondió como si sobrara su respuesta mirando la
calma profunda en sus ojos.
E_ Sé que sabes que esto no se puede hacer, pero, he
hablado con Vilches, Vilches ha hablado con Dávila, los
militares van a demostrar que la niña la hemos encontrado
en plena Selva rodeada de muerte. Y que, nosotras vamos a
quedarnos con ella, cuando Dávila tenga los papeles, nos
los entregará.
M_ Vilches siempre ha denegado esas posibilidades, no
podemos atar lazos con esta gente Esther, es parte de
nuestro compromiso.
E_ Y nosotras nos vamos a comprometer en darle a Maes lo
mejor que podamos, porque no pensamos volver a Madrid,
nuestra vida está aquí ¿no?
M_ Aquí puede estar nuestra muerte Esther y lo sabes –su
tono fue desgarrador y su mirada se mostró por primera
vez desde que se conocían trémula.
E_ ¿Quieres volver a Madrid? –esta vez volvió a salir su
desconcierto ante el razonamiento de Maca, que entendía
pero no esperaba.
M_ Quiero que no te pase nada, quiero tenerte a mi lado –le
acarició con ternura la cara mirándola a los ojos mostrando
su infinito amor.
E_ ¿Y volviendo a Madrid puedes asegurar que eso no vaya
a pasar? –la miraba fijamente-. Mira, siempre he sido una
cobarde, me vine aquí buscándome y tú me has ayudado a
26 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
encontrarme, adoro esta Selva, adoro sus gentes, adoro sus
costumbres como tú me has enseñado a adorarlo. Aquí
tengo lo que quiero, a mi familia, y ahora tengo una niña a
la que puedo criar contigo, no necesito más mi amor, ¿tú
necesitas algo más?
M_ Sí.
E_ ¿Qué?
M_ A ti, aquí o donde sea, pero a ti te necesito para vivir, y
si te pasara algo... –apoyó su frente en la de Esther.
E_ Si pudieras asegurarme que voy a vivir noventa años y
nos moriremos juntas abrazadas en la cama después de
hacer intensamente el amor, me voy mañana mismo a
donde quieras. ¿Me lo puedes asegurar?
M_ ¿Te he dicho que eres mi pija preferida? –le cogió de la
solapa de la camisa y tiró de ella para besarla-. ¿Te lo he
dicho?
E_ No.
M_ Esther... tú eres lo que quiero y si me aseguras que
Maes puede quedarse con nosotras, no necesito nada más.
E_ Pues ya está todo dicho –se besaron despacio, con calma
y cuando Maca profundizó un poco más Esther le dijo-.
Cariño que ahora somos tres.
M_ Es verdad... uf –resopló-. Venga que te ponga crema
que te debe doler.
27 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Un poco, sí ¿eh?, pero vamos... que si no puedes voy a
Bárbara y...
M_ ¡Y qué! –le medio riñó estrechándola con sus brazos
apretándola contra ella.
E_ Uy... nada... nada –sonreía ante su gesto serio.
M_ ¡Ah!, creía –le contestó con su gesto algo provocativo-.
Vamos a poner cremita.
Una vez terminaron, se acostaron, la niña en medio y
cada una a un lado, Esther descansaba de lado porque no
podía apoyar el culo en la cama, algo que sacó algunas
risas por parte de Maca, y algunos graciosos quejidos por
parte de Esther quien a parte de todo, no podía dejar de
pensar con la conversación de su madre. La luz de la luna
que entraba a Maca le iluminaba suficiente el rostro y
Esther podía vigilar su tranquilo gesto, admiraba su belleza
así como admiraba la manera que tenía sin querer
reconocerlo de protegerla, de a su manera, defenderla de la
vida.
Maes a penas Esther se había dormido, comenzó a
llorar, ambas se despertaron sobresaltadas, la falta de
costumbre sin duda les hizo saltar en la cama.
E_ Au... –quejido al sentarse.
M_ Hostia que susto –susurró frotándose la frente.
E_ Maes cariño.... creo que tiene hambre –la cogió
acunándola para calmar sus fuertes pulmones.
28 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Si... voy a ordeñar a Lucero –se apresuró a levantarse.
E_ Vale... yo voy a ver si se calma –caminaba con ella en
brazos por la habitación.
M_ Vuelvo en seguida. ¡Uf!... no estaba preparada
mentalmente para ser madre, pero… joder ¡qué suerte que
Esther apareciera así en mi vida arrasando todo el miedo y
dolor!, si, he tenido suerte –sonreía mientras caminaba
hacia Lucero.
E_ Vamos pequeña, mami ha ido a por lechecita si, ¿sabes?,
hemos tenido tú y yo mucha suerte, va a ser una madre
estupenda, ya lo veras cariño… ya lo verás.
Juntas le dieron el biberón, sonriendo al ver como se
aferraba a la tetina, rápidamente la comparativa fue
sencilla, “es una glotona como tú” le sonreía Maca mientras
miraba embobada como le daba el biberón de pie, la crema
podía suavizar el dolor pero era imposible poder sentarse.
Una vez finalizó la tarea, le hizo eructar Maca mientras
Esther limpiaba bien el biberón en la cocina, y a su vuelta
las vio acostadas ya esperándola.
M_ Eres muy lenta.
E_ Joder y tú muy rápida ya la has dormido.
M_ Ya ves es que soy un encanto hasta para ella.
E_ Ay espero que eso no se lo enseñes a Maes, no quiero
que sea una presumida y conquistadora como tú ¿eh? –le
apuntaba con el dedo.
29 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Tendrás queja –la miraba con gesto de pillina.
E_ Ninguna… ninguna…
M_ Ah –se besaron con suavidad-. Oye acércate que no
estoy acostumbrada a tenerte tan lejos –le dijo sonriente.
E_ Si, es cierto… te echo de menos, tus piernas largas
llegan, pero no puedo abrazarte.
M_ ¿Y si me abrazas y ponemos a la niña en la otra parte?
E_ Se nos puede caer –la miró seria.
M_ ¿Tú crees que se nos puede caer de verdad? –la miraba
seria.
E_ Vale, pero déjame poner la silla, esto me lo hacía mi
abuela.
M_ Ay las abuelas… -sonreía-. Por cierto hablando de
abuelas, a mi madre le da un para atrás que dice Teresa
cuando se entere que tengo una niña.
E_ Pues a la mía ni te cuento, le he dicho que eres mi
mujer.
M_ ¿Qué le has dicho, qué? –no pudo disimular su impacto
al escuchar la noticia.
E_ Lo has oído, ayyy, joder es que no puedo rozarme con
nada ¿eh? –se frotaba el culo.
M_ Esther no me desvíes el tema –la riñó mirándola
fijamente.
E_ Lo que oyes, y me ha prohibido volver a España.
30 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Joder… ¿y tiene influencias?
E_ Tonta –sonrió divertida por el comentario pero sus ojos
mostraron cierta tristeza.
M_ No te preocupes es la primera reacción y la más normal,
anda sube –le dijo señalando su pecho y Esther obedeció-.
La mía me retiró la palabra, y rogó a todos los santos que
no fuera diciendo que era lesbiana, fue lo único que me
dijo.
E_ Ya… y tú fue lo primero que hiciste, ¿no?
M_ No, la verdad que no, fue mi padre en una reunión que
le dijo a un amigo que estaba avergonzado, ese amigo lo
cantó a la prensa y en la sección alta sociedad, salió una
foto mía con una mujer.
E_ Una novia, claro.
M_ Pues no, que no sé como decirte que yo no he tenido
novias –le decía bostezando después-. Joder que sueño…
pues eso, era una amiga con la que íbamos a montar a
caballo, estábamos sentadas en el césped riéndonos como
locas, y dijeron que ese era el resultado de una tórrida
relación en medio del valle.
E_ Joder… eso si que es ir a mala leche.
M_ Si, fue un holocausto –sonrió-. Pero después la vida fue
suavizando las cosas, no soy su hija predilecta pero al
menos nos hablamos con cierta frecuencia aunque
terminemos discutiendo casi siempre.
31 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Bueno… yo sabía que mi madre iba a reaccionar así,
pero no me dio la gana dejar que te atacara, a ti no te ataca
nadie –dijo con rotundidad.
M _Es que empecé mal con mi suegra, pero en cuanto me
conozca va a sentirse afortunada de tenerme como ¿nuera,
se dice? Ahhhhhhhhh –bostezo grande y alguna lagrimilla
rodando por su rostro.
E_ Sí, nuera… y con tu salero y gracia, seguro lo consigues,
vamos lo doy por hecho.
M_ Sabes que si, si logré que una pija como tú en medio de
la Selva se enamorara perdidamente de mí, ¿cómo no voy a
lograr que mi suegra me adore?
E_ Anda duerme… mejor que cierres la boquita.
M_ Estoy muerta.
E_ Y yo… mira como duerme –decía feliz de ver a la niña
dormidita.
M_ Normal, con el biberón que se acaba de tragar…
E_ Buenas noches mi amor.
M_ Buenas madrugadas cariño…
No habían pasado ni tres horas cuando la pequeña
Maes volvió a llorar, ambas volvieron a levantarse con el
pelo revuelto y caras de sueño. La mano de Esther en el
pecho derecho de Maca, y una vez se despegaron, se
miraron con los ojos pegados, con bostezos largos y
grandes, y con paso casi a ojos cerrados Maca se marchó
32 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hasta la cocina para coger el biberón y sacar su leche a
Lucero.
Esther trataba de calmar a la niña que en sus brazos,
dio unos cuantos bostezos, se echó un par de peditos ante
la sonrisa bobalicona de Esther y tras coger su dedo con
fuerza volvió a dormirse. La dejó en la cama, y la niña ni se
movió, pensó que Maca tardaba demasiado en volver con la
leche y tras asegurarse que la niña no se iba a poder caer,
¡cómo hacerlo si tan solo tenía días y era imposible que
cruzara toda la cama y se echase al suelo!, sonrió ante tal
pensamiento, y salió en busca de la mujer de su vida. Al
llegar al establo, Lucero la miró y Esther como si
comprendiera aquella mirada no puedo más que sonreír,
fue hasta la cabaña, rescató la cámara de fotos y lanzó un
par de ellas. Su sonrisa se volvió casi en carcajada cuando
tocó el hombro de Maca que dormía con la frente sobre el
lomo de la vaca.
M_ Ehhhh… mmmmm…
E_ Maca cariño que te has dormido –le dijo sonriendo.
M_ No me he dormido –dijo con voz totalmente adormilada.
E_ Venga… vamos a la cama…
M_ ¿Y la leche?
E_ Tranquila, Maes solo tenía aires, ¡mira me rima!...
M_ Ay señor –bostezó-. Oye… ¿tú crees que pasara algo si
nos llevamos a Lucero a la cabaña?
33 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Crees qué cabrá?
M_ Yo la meto como sea… -sus ojos seguían pegados, sus
bostezos eran continuados.
E_ Anda vamos mi amor… vamos…
Esther la ayudó a meterse en la cama, la tapó y sonrió,
miró la cámara de fotos, funcionaba gracias al buen hacer
de Mona, la dejó en el armario sin duda, sus dos fotos
valían su peso en oro. Se metió en la cama, estrechó el
cuerpo de su mujer, y le susurró delicadamente algo que
sentía en su corazón vibrar.
E_ Te quiero Maca.
Con la aparición del sol, una Maca ojerosa apareció
también en la aldea, todos que ya estaban puestos en
marcha, sonrieron al ver a la ziku bostezar, con esa melena
tan cuidada por ella totalmente despeinada y hacer un par
de estiramientos, nunca solía levantarse tan temprano,
pero sin duda su nueva labor de madre le llevaba a ello.
T_ Buenos días madrugadora.
M_ Serán para ti… he dormido tres horas como mucho –
protestó.
T_ Pero no me negarás que es divino.
M_ Lo voy a negar ¿pasa algo? –le preguntó chuleta.
T_ Uy, te has despertado más borde de lo habitual…
M_ Voy con Lucero, al menos ella no me da lata nada más
verme –salió hacia la granja.
34 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Buenos días mamá.
M_ No me toques los cojones.
Ba_ Jajajajaja, jajajajaja, jajajajaja.
M_ No le veo la gracia –la miraba seria con la vasija para la
leche en la mano.
Ba_ Yo si… perdona… pero yo si –sus carcajadas no podían
parar Maca la miraba con el ceño fruncido-. Ay perdón que
me meo de la risa… my God, my God una sola noche siendo
madre… y ya te levantas así…
M_ Joder que no he dormido, y encima, ¡no he catao! –decía
enfadada entonces se miraron fijamente estallando en una
carcajada que les hizo llorar de risa, y entre suspiros por el
ataque de risa le dijo-. Te vas a mear.
Ba_ Ay ay ay Madona… Madona… -dicho esto salía
corriendo hacia el lavabo.
Mientras Maca y Bárbara reían divertidas, Esther tenía
a la pequeña en brazos, era tan pequeña, la miraba con
cara de adoración y así la descubrió Teresa.
T_ Buenos días mamá babosa.
E_ Buenos días Teresa –sonrió-. Has visto es pequeñita pero
matona.
T_ Como tú, sí –sonrió dejándole un beso a la niña en la
frente-. Me he cruzado con la madre arisca, borde y
somnolienta.
35 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pobrecita Maca –decía sonriente y entonces con gesto
travieso le confirmaba algo-. Tengo un documento
histórico…
T_ Cuenta… cuenta…
E_ Mejor que contar es ver.
T_ Gorrinadas no, ¿eh?
E_ Jeje –sonrió le dio a la niña.
T_ ¡Ay mi niña bonita!, tienes que aprender a decir abu…
mira mira… a-bu –la niña movió los brazos provocando un
ataque de ternura en Teresa que la abrazó besándola como
loca-. ¡Ay que me como yo a esta ricura!
E_ Babosa… -le dijo a modo de recriminación simpática.
T_ Es mi nieta y le digo lo que quiero.
E_ ¿Tu nieta?, bueno pensándolo bien, ahora mismo no
tiene abuela por mi parte.
T_ Me lo contó Vilches.
E_ ¡Ay que ver cómo le gusta el chisme!, luego dice que no.
T_ ¿Ah Vilches?, le encanta, a-bu…a-bu –le repetía poniendo
gestos exagerados.
E_ Teresa que es muy pequeña.
T_ Pero es así cuando hay que decirle las cosas y esta niña
dirá antes abu, que mamá –le decía orgullosa.
36 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Bueno mira –sacó la cámara de fotos, pasó las últimas y
allí estaba Maca durmiendo con la frente apoyada en la
vaca.
T_ ¿Es… es…? –decía ya muerta de risa.
E_ Sí, pobrecita mía… se quedó ko.
T_ Pues no entiendo ¿eh?, si estáis acostumbradas a
chuscar toda la noche.
E_ ¿Tú también con lo de chuscar? –la miraba boquiabierta.
T_ Es que la palabra me parece menos salvaje que la otra –
le decía en voz baja y gesto simpático-. A-bu… a-bu.
M_ Ya estoy aquí… ¿y eso? –le señaló la cámara-. ¿Le has
hecho fotos?
E_ No –sonreía.
M_ ¿Ah no?, ¿y entonces?
T_ A-bu… a-bu… prrrrrrr –hacia pedorretas.
M _¿Qué haces imitando a Mona?
T_ Graciosa…. –le sacó la lengua.
M_ Tengo arte a raudales ya lo sabes. Bueno va… ¿qué es
eso?
E_ Nada, vamos a darle el biberón.
M_ Quiero verlo –le dijo muy seria, con ese gesto suyo que
daba respeto.
E_ ¿Crees que me vas a asustar con esa carita?
37 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Quiero verlo –insistió con dos golpes de voz.
E_ ¿Qué me das a cambio?
M_ ¿Chantaje?
E_ Sí.
T_ Nada cariño… ni caso… no las escuches… dame el
biberón Maca –se lo entregó mientras seguía mirando
insistentemente a Esther-. Nada cariño tus mamis van a
cambiar y no van a ser tan… tan…
M_ ¿Qué me pide la señora? –omitieron a Teresa y se
encerraron en su mundo de miradas.
E_ ¿Puedo?
M_ ¿Tú veras? –se acercó a su oreja y le susurró su deseo,
Maca se mordió el labio inferior en gesto ardiente y cerró
los ojos, sólo imaginarlo le provocaba escalofríos-. ¿Nada
más? –Esther negó con la cabeza-. De acuerdo.
E_ Pero ahora.
M_ ¿Ahora?
E_ Sí.
M_ Antes quiero ver eso.
E_ Nop.
M_ ¿Teresa por favor, puedes darle el biberón a Maes en tu
cabaña? –seguía mirando a Esther intensamente.
T_ Ni loca, Bárbara duerme, no la voy a molestar –su gesto
fue contundente.
38 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Cuándo piensa irse? –la miró con el entrecejo fruncido
imponiendo respeto.
T_ Cuando quiera… no hay prisa.
M_ ¿Y… voy a saber que…?
T_ Me llevo a Maes a la cocina para que Nsona y Lula la
vean… ¡y no quiero oír ni un mu!
E_ Ni que fuéramos vacas, en todo caso ni un ayyyyy –
suspiró.
T_ Yo ya no sé quien de las dos está peor. Esto no es bueno
¿eh?
M_ Teresa, acelera.
T_ Maes cariño… menos mal que está la a-bu aquí contigo…
si… mira que boquita abre… mira con que ojitos me mira…
¡mareeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
E_ Por fin solas –susurró mirando divertida a Maca.
M_ Por fin solas…
E_ ¿Piensas empezar?
M_ Quítate la ropa –le dijo sentándose sobre la cama.
E_ Mmmm, me gusta…
M_ Y más que te va a gustar –le susurró con su voz
extasiada por el deseo que sentía.
Mientras en el comedor, todas las mujeres al igual que
Teresa babeaban con la niña, hasta que entró Vilches
buscando a Teresa.
39 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Madre mía cuanta baba –todas sonrieron la gracia del
hombre que las miraba con los brazos cruzados-. ¿Se puede
saber dónde están las madres?
T_ En la cabaña.
V_ ¿Solas?
T_ Sí Vilches.
V_ No respetan que tienen una hija...
T_ No seas malo.
V_ Pues vas a tener que interrumpir porque tenemos a la
Sra de Wilson en la radio.
T_ No me digas –le dijo con gesto de asombro.
V_ Si.
T_ Voy a avisarla no tengamos follones, que con una de las
madres de la novia ya tenemos suficiente.
V_ Cierra los ojos no vayas a aprender demasiado.
T_ ¡De verdad, eh!, ¡me tenéis con el temita calentita!
V_ ¿Nosotros?, no será... ¡otra!
T_ Mira me voy.
Salió despavorida sabía que hacer esperar a la madre
de Maca implicaba hacerle cabrear innecesariamente, por
el camino pensaba como había cambiado todo, el día
siguiente sería la primera Noche Buena del poblado con
tanta gente y eso la emocionaba. Llegó a la cabaña
40 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dispuesta a golpear la puerta pero un gemidito de Esther le
detuvo los nudillos en alto.
E_ Así Maca... uyyyyy que bien... sigue... sigue...
ayyyyyyyyyyyyy.
T_ ¡Ay qué calor! –movía divertida la mano. Después llamo-.
¿Se puede pasar?
M_ Sí.
T_ ¿Si? –murmuró atónita y pensó “ay madre Teresita no
mires, no mires”-. A ver... tu ... ¡Esther hija mía pero que
culo tienes! –gritó al verla acostada en la cama porque por
más que lo intentó, miró y vio a Maca sentada a su lado con
las manos untadas para poder bajar la inflamación.
E_ Ya ves Teresa... una que a patosa no le gana nadie y
mira...
T_ ¿Qué le estás poniendo?
M_ Aloé –dijo mientras frotaba-. Pero nada Teresa ni caso,
es que a mi niña le gusta que le pase la manita por el culin.
T_ Desde luego... eso tendría que verlo Lula.
E_ Eso, si y mi culo que sea de cotilleo en la Selva... vamos.
T_ No hija, pero eso una cataplasma y listo.
M_ Si, había pensado comentarle a Lula.
T_ Si, si... mejor... –decía tranquila.
M_ ¿Y qué te trae por aquí? –le preguntó con ironía al verla
allí a los pies de la cama parada.
41 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡Tu madre! –exclamó poniéndose las manos en la
cabeza.
M_ ¿Qué?
T_ Que tu madre está en la radio.
M_ ¿Y qué quiere? –la miró con la boca entreabierta.
T_ ¿Qué va a querer? –elevó los hombros-. Hablar con su
hija.
M_ Joder... espera Esther en seguida vuelvo.
T_ Anda que... menos mal que no tengo hijos, porque si una
hija mía hace lo que acaba de hacer Maca... vamos...
E_ Venga no te quejes... –se levantó con dificultad-. Que tú
eres la gran mami y todas te queremos muchísimo.
T_ Gracias Esther –sonrió orgullosa.
E_ ¿Y Maes?
T_ En la cocina, todas babeando que dice Vilches.
E_ Debería pedirle a mi madre pañales, biberones, chupetes
y esas cosas, aunque pensándolo bien, mi madre no me va
a dar tregua, claro, me ha prohibido la entrada en España.
T_ No le des más vueltas a eso... dale tiempo.
E_ ¿Vamos a ver a Maes? –le preguntó colgándose de su
brazo.
T_ Sí.
Al llegar a la cocina se encontraron con Vilches y la
niña en sus brazos, aquel gesto era tan tierno, como
42 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cuando vieron a Massamba con su niño, ambas se miraron
y sonrieron.
E_ Buenos días –sonrisa amplia.
V_ Oye... tu hija se ha meado, que lo sepas y se me ha
tirado dos pedos y un eructo.
E_ Que bonita... –sonrió orgullosa.
T_ Si es que es una niña lista.
V_ ¿Eso va por mí?
T_ Oye mañana es Noche Buena.
V_ Y pasado Navidad.
E_ Saca la bota María que me voy a emborrachar –
canturreó Esther mientras cogía a la pequeña en sus
brazos.
V_ Dios mío Esther, mejor no vuelvas a cantar o tendremos
otro diluvio.
E_ Jeje –sonrió.
T_ Tenemos que prepararlo todo, Massamaba me ha dicho
de sacar dos tableros grandes y si no llueve celebrarlo fuera
todos juntos.
V_ Si algo me ha comentado, Zulú dice que irán de caza, no
dejan ir a Massamba y está cabreado.
T_ Lo sé.
43 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Yo creo que hacen bien aún no está la cien por cien,
bueno voy a cambiar a Maes que su tío tiene razón, va
mojadita.
V_ ¿Soy su tío?
E_ Y serás su padrino, ¿te parece bien?
V_ Si te empeñas –su gesto fue de desinterés pero sus ojos
mostraron tal ternura que Esther no pudo más que
acercarse y darle un beso en la frente, Teresa lo miraba
fija-. ¿Qué?
T_ Nada... nada... voy a despertar a Bárbara.
V_ Su padrino... snif –subió una pequeña lagrima de
emoción.
Una vez en la cabaña, Esther cambiaba la niña y le
ponía una especie de Liputa muy pequeño que Siya le
había preparado en cuestión de horas con las telas que
tenían de la boda de sus madres, orgullosa por el calor y el
cariño de toda la gente del poblado, la cambiaba mientras
la besaba y le decía mil cosas bonitas que tan solo una
madre embobada con su retoño es capaz de decir. Estaba
en ello cuando la puerta se abrió.
M_ Hola mi amor –dijo sonriendo-. Bueno, mis amores
debería decir.
E_ Si, eso mejor.
M_ Bien mi madre me acaba de dejar patidifusa, ¿se dice
así?
44 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Sí –sonrisa amplia de las suyas que provocaban suspiros
en Maca.
M_ Dice que quiere conocerte, que si vamos un fin de
semana a la casa porque quiere saber quien es la mujer
que me ha hecho sentar la cabeza, vamos como si
pudiéramos coger un tren y ale, nos plantamos en Jerez –
decía graciosa y Esther sonreía.
E_ Bueno, hay cosas buenas... mi suegra me adora y eso
que no me ha conocido aún.
M_ Vaya... y luego soy yo la que tiene la fama ¿eh? –se
acercaba besándola en el cuello mientras miraba a la
pequeña que en la cama dormía-. Mírala ella durmiendo y
nosotras a dos velas en todos los sentidos.
E_ Maca que ahora somos madres y tenemos una
responsabilidad.
M_ Lo sé mi amor, pero eso no quita para que también
tengamos una necesidad –le volvió a besar.
E_ Ay Maca que no ¿eh?
M_ Oye yo he cumplido con mi parte, ya estás cumpliendo
con la tuya.
E_ Es verdad... tienes razón.
M_ Vale... –se sentaba en la cama mirando a la niña como
suspiraba-. ¿Quién le ha hecho este vestidito tan mono.
E_ Siya, pero deberías ver... todas han cosido algo ¿eh?
45 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Es lo habitual cariño, y los hombres nos harán algo
también.
E_ ¿Ah si? –la miraba emocionada.
M_ Sí –sonreía de lado viendo como se acercaba y le daba
la cámara-. A ver.
E_ Es todo un documento –decía orgullosa por lo que había
logrado.
M_ La madre que te parió –susurró mientras Esther se moría
de risa separándose al ver su gesto-. Ya las estás borrando.
E_ Nop.
M_ Esther.
E_ Nop.
M_ Mira soy una negada para esto pero te prometo que lo
averiguo y la borro.
E_ Pero si estás monísima cariño –le decía con toda su
pasión.
M_ Estoy babeando... ¿no lo ves? –no podía evitar su
enfado.
E_ ¿Y qué?, a ver... a mí me gustas.
M_ Joder... va... bórrala.
E_ Te he dicho que no y es que no, y no me hagas decirlo
más. Venga vamos a ayudar a la cocina que hay mucho que
preparar.
M_ Mira la tía y no la borra.
46 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pues claro, vamos.
M_ ¿Sabe Mona que tenemos una hija?
E_ ¿Mona?, no.
M_ Pues vamos a enseñársela, es capaz de ponerse celosa
y retirarnos la palabra.
Salieron juntas las tres hablando mientras Maca
llevaba a la niña en brazos, justo al pasar por la puerta de
Teresa escucharon algo que les hizo pararse en seco.
T_ Mmmmmmmmmmmmmmmmm si Bárbara siiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
E_ ¿Lo has oído?
M_ Hostia...
E_ Que fuerte.
M_ Toma la niña –le daba a la pequeña.
E_ ¿Para qué?
M_ Esto se está pasando –su gesto era muy serio.
E_ Venga no seas ridícula, deja que sea feliz.
M_ Está chuscando con Teresa.
E_ ¡Y dale con la palabreja!, que sepas que odio esa
palabra, que no me gusta nada ¿me entiendes?
M_ Estás tú hoy muy mandona ¿eh?
E_ Me parece... me parece... tan...
T_ Siiiii Bárbara... siiiiii, ahí, ahí, ahí esta el punto...
ahíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
47 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Las dos se miraron con un gesto total de asombro
Teresa gritando por el punto que había sido encontrado y
unos suspiros y gemidos que en la vida la había escuchado.
Esther sonrió y al ver el amago que hizo Maca la detuvo.
E_ Ni lo intentes, ¿te gustaría que en pleno acto te
interrumpieran? –la cara de Maca le hizo sonreír-. Pues ya
sabes. Vamos a la presentación oficial de Mona y nuestra
Maes, mira que a gustito está en brazos de su mami –
sonreía mirándolas.
M_ Oye creo que sería mejor que nos llamara por nuestros
nombres, ¿no te parece?
E_ ¿Así tan fría? –la miraba mientras andaban-. Vamos
cariño que es nuestra hija, ¿cómo nos va a llamar por
nuestros nombres? –le preguntaba como si hubiera dicho
una solemne tontería.
M_ No sé Esther, es que a ver… mami y mamá.
E_ Pues claro, a veces me asombras, las cosas complicadas
las resuelves con maestría y lo más simple, le das mil
vueltas.
M_ Es que los genios... ya sabes...
E_ Jolín –le dio una palmada en el culo con una sonrisa
traviesa.
M_ ¡Ay Esther!, tener a la niña te devuelve tu vena pija –le
iba diciendo sin quitar ojo a su culo.
E_ Monaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
48 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Mo_ Uhhhh uhhhh uhhh uhhhhhhhhhhh –saltaba en la cama
alegre junto a Valiente pero al ver entrar detrás de ella a
Maca con la niña ambos se pararon en seco.
E_ Hola cariño, venimos a presentaros a Maes, nuestra hija.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhh –abrió muchos sus ojos.
M_ Es clavadita a Teresa cuando hace ese gesto, por cierto,
habrá llegado ya.
E_ ¡Qué bruta eres! –sonreía negando con la cabeza pero de
manera divertida-. ¿Qué te parece Mona, cariño?
Mo_ Uhhhhh –se acercaba con cuidado a verla oliéndola
mientras bajaba de manera tierna los párpados.
M_ ¿Verdad que es preciosa, eh? –Mona enseñaba todos sus
dientes-. ¿Y Valiente que dice? –el animal quería verla y se
aupaba-. Se llama Maes.
Va_ Uhhhh.
Mo_ Uhhhh –parecía confirmar que en su lengua Valiente
había dicho “es guapa”
V_ ¿Sabéis dónde tiene Teresa la fregona?, estáis poniendo
el suelo perdido –las observaba con los brazos cruzados
desde el quicio de la puerta.
E_ Ayyyy Vilches –sonrisa feliz.
V_ Bueno –se quejó-. Creo que voy a tener una charla con
vosotras ¿eh?
M_ Cuando quieras.
49 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Va a venir Dávila pero no quiere que le diga nada a
Teresa, es una sorpresa.
M_ La sorpresa se la va a llevar él, menudos gemidos tiene
Teresa…
V_ Yo ya estoy desubicado con ella, se le ve tan bien –
contrajo su barbilla demostrando su desconcierto.
E_ Está fenomenal, súper bien, vamos.
M_ Ays mi pija cuanto tiempo sin el súper.
E_ Tontita ¡eeehhhh! –le dijo con mirada de cordero
degollado.
M_ Ya sabes...
V_ ¿Va para mucho la sesión tontería?, de todos modos
deciros que sí, que el tío como no se dé aire al final se la va
a llevar Bárbara que no pierde el tiempo ¿eh?
M_ Yo es que no lo veo.
E_ Yo tampoco la verdad.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –les dedicó
una pedorreta mientras movía el culo graciosamente de
lado a lado.
M_ Bueno por lo que veo aquí sí que hay alguien que se
cree lo que aparenta pero estoy segura no es –le dijo
mirándola mientras entrecerraba los ojos.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
50 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ Buahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –rompió en
un llanto nervioso.
Mo_ Uuuuuhhhhh.
Va_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhh.
V_ ¡Hala la filarmónica!
M_ ¿Qué te pasa cariño?, si es Mona –mecía a la niña entre
sus brazos.
E_ Igual es que va mojada.
M_ Si.
E_ Hay que cambiarla.
Ns_ Pulmones fuertes ¿eh? –les decía sonriendo al verlas
salir del hospital.
E_ Ni que lo digas Nsona.
Volvieron a pasar por la puerta de la cabaña de Teresa
la niña justamente se había callado cuando escucharon.
Ba_ ¡Teresa siiiiiiiiiiiiiiii!, very very very
veryyyyyyyyyyyyyyyyyyyy.
M_ Joder... que Teresa también le da.
E_ Pero no puedes hablar con un poquito más de tacto.
M_ Lo siento es que se me olvida que no te gusta mi
brusquedad… pero sin embargo te gusta cuando estamos
en pleno auge –le susurró bajito.
E_ ¡Maca! –no quiso reír pero al recordar lo que su voz la
ponía no pudo sonrojarse y reírse-. Mala.
51 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Uf yo no estoy para cuarentenas te aviso.
E_ Ni yo –entonces dieron una carcajada entrando en la
cabaña.
Entre arrumacos por aquí, arrumacos por allá
estuvieron cambiando a la niña que una vez tumbada en la
cama, guardó silencio quedándose dormida, entre bromas y
risas le cambiaron un nuevo liputa que Nmaba había tejido
para la pequeña, y con ella en brazos fueron a presentarla a
la mujer que emocionada la cogió en brazos mientras los
niños la observaban con atención. A lo lejos un
cariacontecido Massamba contemplaba la escena. Maca
aprovechando que Teresa radiante y feliz tras sus suspiros
comenzó con sus habituales artes de mandar a repartir
trabajo con todas las mujeres, se quedó con el hombre,
sentándose a su lado.
M_ ¿La quieres coger?
Ma_ Ser un orgullo mwasi.
M_ Para mí también lo es que la tengas tú –le sonrió
dulcemente.
Ma_ Es preciosa.
M_ Si, lo es, si.
Ma_ Y con suerte.
M_ Esperemos que si Massamba, ¿recuerda una de nuestras
conversaciones donde te decía que tenía miedo de dar el
paso con Esther?, ¿y que tú me dijiste que lo diera? –el
52 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hombre asintió sonriente mientras la pequeña buscaba su
pecho para acomodarse-. Pues es lo mejor que he podido
hacer en la vida, gracias por tu consejo.
Ma_ Massamba no hacer nada, el corazón ser sabio. Me
alegro por las dos.
M_ La verdad que me asusta esto de estar tan bien.
Ma_ La vida no siempre es mala, pero lo malo pesa más que
lo bueno.
M_ Si, eso es cierto. El dolor de Julia pesaba más que la
ilusión por conseguir que Esther fuera la mujer que
esperaba.
Ma_ Merecer la pena y ahora, esta pequeña tiene que kele
kubotikila (ser bautizada).
M_ Si –sonrió ampliamente pero vio en el hombre la sombra
de la tristeza-. ¿Qué te pasa Massamba?, ¿por qué tu
tristeza?
Ma_ Massamba kele nunumi (Massamba está viejo).
M_ ¡Pero qué dices! –lo medio riñó-. No eres viejo
Massamba, solo que nos salvaste la vida y tu herida hay
que cuidarla.
Ma_ Ser viejo, antes curar rápido, ahora lento.
M_ No me gusta verte triste… la herida cicatrizó y ahora
poco a poco puedes ir haciendo algún esfuerzo pero suave,
era una zona muy complicada tienes que tener paciencia.
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Ma_ Yo no voy a poder cuidar de Lula y niño, creo que
mejor buscar hombre para ella.
M_ ¡Vamos Massamba! No puedo creer lo que estás
diciendo. Tú no eres viejo para Lula, ni para nada, que no
puedas ir a cazar no significa que no puedas encargarte de
Lula, sabes que aquí somos una familia y tantas veces has
cazado tú por los demás, que nadie va a dudar en cazar por
ti si fuera el caso –Massamba miró a la niña y sonrió con
tanta ternura que provocó en Maca ese sentimiento de
protegerlo y por primera vez fue ella quien sin dudarlo,
rompiendo todas las tradiciones ancestrales de la historia
de las tribus, una mujer blanca, abrazaba al gran jefe
acunándolo con amor-. Eres el mejor Massamba, porque
tienes esa mezcla de fuerza y sensibilidad, un gran corazón
que te hace único, y Lula poco a poco ha ido viendo eso en
ti, te va perdiendo el miedo que tú sabes queda.
Ma_ Massamba no querer nada.
M_ Lo sé, lo sé, pero es parte de la vida y sé que ella está
feliz a tu lado y un día te lo demostrará y ese día no te
sentirás viejo, ni enfermo, ese día te sentirás feliz y lleno de
vida porque no hay nada más bello que sentir que alguien
nos ama, nada Massamba te lo digo yo –le sonrió
separándose de él.
Ma_ Melesi mwasi, nge ntima kele ngolo ntu kesa ti gana
lekun, ke kele kudivulusa, na nki nge nekento ti mwana (tú
corazón es fuerte, tu cabeza inteligente y tu amor eterno,
54 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
serás feliz con tu mujer y tu hija), mono gana mowa na
lombela (mi corazón así lo invoca).
M_ Melesi Massamba, no sé si mi corazón sea fuerte o soy
inteligente, pero te juro que sí, mi amor por Esther es
eterno –le sonrió feliz.
V_ ¡Maca ven!
M_ Voy. ¿Te quedas con Maes?
Ma_ Massamba cuidar.
M_ Melesi –le dejó un beso en la cabeza calva del hombre
que le hizo sonreír-. Tú dirás jefe.
V_ ¿Podemos hablar?, hay problemas –su cara así lo
mostraba.
M_ ¡Ya me parecía a mí! –renegó con rabia.
Hablaron en el despacho, el rostro de ambos
demostraba cierta preocupación cuando acabó de exponer
lo que sucedía le dijo.
V_ Te recomiendo que te vayas con Esther y la niña.
M_ No Vilches, lo hemos hablado y ahora menos que nunca
vamos a dejarte solo.
V_ Hoy viene Dávila, os dará los papeles de adopción, y
quiero que le digáis que prepare también los de volver a
España.
M_ Te he dicho que no, y es que no. Pase lo que pase, lo
afrontaremos juntos.
55 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¡Par de cabezotas!
M_ Si –sonrió.
V_ Espero que la niña no salga a ninguna de las dos porque
sino… ¡menuda familia para ponerse de acuerdo!
M_ Jeje –sonrió ampliamente-. Voy a ver donde está mi
mujer que hace demasiado rato no la veo.
V_ No sí… encoñada es poco.
M_ Muy poco –le guiñó un ojo y se fue.
Entró al comedor y allí estaban todas las mujeres
excepto la suya, miró a Bárbara quien le sonreía de manera
pícara, sonrisa que a Maca le parecía algo burlona y le sacó
la lengua con un gesto de pegarle en el culo moviendo su
mano. Después se fue hasta la cabaña pero allí no estaba
Esther, las mujeres felices por la proximidad de las fiestas
de Navidad, fiestas que habían hecho casi sagradas los
blancos, cantaban divertidas. Tras llamarla y obtener su
respuesta desde la parte de detrás, salió en su busca, y allí
la vio pasando alguna dificultad para colgar la ropa que
estaba tendiendo, le encantó verla en ese papel de madre
aplicada.
M_ ¿Dificultades para llegar? –Esther la miró seria-. Si es
que ya te lo digo yo que eres muy pequeña, anda dame.
E_ Y tú muy borde, podías bajar el hilo –le dijo con gesto de
cierto cansancio por el esfuerzo.
56 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Sus deseos ya sabe… -la miró embobada con una
sonrisa romanticona mientras hacía una pequeña
reverencia, para mirarla intensamente.
E_ No me mires así –se dio la vuelta para coger otro pañal
de la pequeña de tela reutilizables pero entonces Maca la
estrechó por la cintura pegando su cuerpo al suyo-. Maca.
M_ Me llaman –le susurró en el oído con su voz
aterciopelada.
E_ Por favor –respondió en un susurro.
M_ ¿Qué?, ¿no te gusta? –le decía mientras sus manos
viajaban por el cuerpo de la enfermera poco a poco.
E_ Me vuelves loca –apoyó su cabeza en el hombro.
M_ Te necesito tanto, ¿cuántas horas llevamos en paro?
E_ Y las que nos quedan.
M_ Me niego… te necesito ahora mismo.
E_ Maca que me estás haciendo subir el calor.
M_ Es lo que quiero.
E_ Pero no podemos… y el parón es terrible.
M_ ¿Cómo qué no?, ¿para qué está la ducha? –le dio la
vuelta y comenzó a besarla.
E_ Dios… Dios… -susurraba mientras Maca la besaba.
T_ ¡Maca!, ¿Maca dónde estás? –la llamaba desesperada en
la cabaña.
57 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ La madre que la parió, yo no puedo interrumpirla, y ella
a mí si –decía con gesto exasperado.
E_ No seas mala –exhaló un profundo suspiro-. Anda ve.
M_ Recuérdame que la próxima vez que escuche un
gemidito suyo, eche su puerta abajo.
E_ Mira que te gusta ser mala –sonreía.
T_ ¡Ah estáis aquí!, ven Maca que necesito que me ayudes
en el huerto.
M_ ¿No está Bárbara?
T_ No, está curando a Mona, ven.
M_ Joder…
T_ ¿Protestas?
M_ No.
T_ Mira que tus paros sexuales son insoportables ¿eh? –le
decía quejándose.
M_ Oye… un poco de respeto por favor.
T_ Anda tira…
E_ Que fuerte es Teresa –susurró sonriendo mientras
trataba de colgar la ropa-. Joder con el hilo. Uf… suspira que
te has encendido como una antorcha… que digo antorcha,
más bien volcán.
Comieron y decidieron comenzar con el jamón, las
mujeres lo devoraban graciosamente, mientras los niños al
principio lo olían y miraban contra la luz del sol aquellas
58 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
finas hojas que tenían un sabor extraño, pero finalmente
eran quienes más pedían repetir, las chicas encantadas de
ver la reacción de los muchachos, y de un Laobi que desde
su torre de vigilancia les hacía señas de que estaba
terriblemente bueno. Así entre risas y demás decidieron
acostarse para evitar las horas de mayor calor. Maca y
Esther estaban por la labor de unos cuantos besos y
caricias, pero Maes estaba despierta y aunque no lloraba
les robaba la atención.
M_ De esta noche no pasa.
E_ Anda no te quejes.
M_ Llevo contadas las horas.
E_ Anda ya -la miraba divertida mientras la niña le cogía un
dedo-. Mira como me coge el dedito jajajaja.
M_ Es preciosa –suspiró.
E_ Y tiene una mami que es mucho pero mucho más
preciosa –le dijo mirándola con pasión.
M_ No me mires así –su tono sonó a advertencia seria, muy
seria a punto de perder los papeles.
E_ Es cierto, estamos en cuarenta.
M_ Mira… si no aguanto ni las treinta y seis horas que
llevamos sin… imagínate… cuarenta días, ¡joder! –se quejó
graciosa mientras Esther se moría de risa.
E_ ¿Te acuerdas nuestra cuarentena que nos la
prometíamos felices?
59 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Yo me la prometía muy feliz, tú decías que era una
pesadilla estar conmigo.
E_ Es cierto, un poco si ¿eh?
M_ ¿Ah si? –la miró entrecerrando los ojos.
E_ Pero muy poco.
M_ ¿Ahora piensas lo mismo?
E_ Ahora me muero de ganas de encontrar cuarenta días
para ti y para mí con sus cuarenta noches.
M_ Cuanto hemos cambiado, ¿verdad?
E_ Sí, mucho –sonrió tiernamente.
M_ ¿Crees que para bien?
E_ Por supuesto, ¿tú no?
M_ Sí, yo también, nunca había sido tan feliz.
E_ ¿De verdad? –la miró como tratando de adivinar si lo
decía realmente y Julia no había significado lo que ella.
M_ Sí, de verdad, nadie había conseguido amarme así,
hacerme sentir tan amada, te lo aseguro.
E_ Me encanta, o sea, yo soy la más mejor.
M_ ¡Pero eres de un pijo insoportable, tía! –se tumbó de
lado sobre ella mientras sonreían y al mismo tiempo
giraban su cabeza hacia donde la niña parecía observarles
con sus ojos abiertos-. Si… soy feliz.
E_ Yo también, y Maes también, y su madre supongo que
esté donde esté también –la miró emocionada.
60 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo tenemos que hacer bien.
E_ Lo haremos bien –le dijo con una sonrisa emocionada-.
Estoy segura.
M_ Ay Esther… a veces me da miedo tanta felicidad.
E_ Y a mí, pero recuerda, vivimos al día.
M_ Con una niña ese pensamiento ya no vale Esther –la
miró con gesto serio.
E_ Tienes razón –le mostró también cierta preocupación en
ella.
M_ La situación se está complicando Esther, la guerrilla de
la República Democrática ha comenzado a ganar terreno en
la Selva, ahora mismo la situación es grave en el norte, no
estamos tan lejos y Vilches me ha pedido que nos vayamos.
E_ ¿Crees que nos debemos ir?
M_ Los militares están tomando posiciones, pero la
situación es grave. No me quiero ir Esther y al mismo
tiempo, os llevaría bien lejos de aquí.
E_ Creo que podemos esperar un tiempo, si vemos que la
situación se pone peligrosa, podemos irnos todos a otro
lugar, no quiero abandonarles.
M_ No es tan fácil mi amor, pero te entiendo. Dávila nos lo
va a contar y entonces veremos que podemos hacer.
E_ Quedarnos y ser felices a pesar de todo.
61 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Bien –se empezaron a besar justo en el momento en que
Maes comenzaba a llorar-. Oh, no… ¡eres una glotona!
E_ Es verdad, tendrás que enseñarme a ordeñar a Lucero.
M_ ¿Tú? –dio una carcajada.
E_ ¿Qué?, yo sí, al menos seguro que no me duermo sobre
el lomo de la vaca –dio una carcajada.
M_ No sé como te aguanto... bueno si, porque eres
terriblemente encantadora –la besó-, preciosa –la besó-,
una maravilla hecha mujer.
E_ Me pongo roja.
M_ Pues no mi vida... eres todo eso y mucho más.
Mae_ Buahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
M_ Vale... vale... ya voy ¡vaya carácter! –decía riéndose-.
Ahora vuelvo.
E_ Maca espera –se paró en la puerta mirándola-. Tú
también eres una maravilla hecha mujer.
M_ Copiona –le sonrió guiñándole un ojo mientras le lanzaba
un beso.
E_ ¡Ay Maes cariño!... nunca he querido a nadie como a
ella... nunca...
Maca fue hasta la cocina, calentó la leche que Teresa
le había guardado para la siguiente toma, preparó el
biberón sonriendo al recordar sus palabras con Esther, era
cierto, nadie la había amado así y se sentía terriblemente
62 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
afortunada. Felizmente afortunada. De vuelta a su cabaña,
pasó por la de Teresa y una carcajada de Bárbara le hizo
pararse y escuchar.
T_ ¡Qué van a pensar de mí Bárbara!
Ba_ ¿Te importa mi lady?
T_ Mujer... algo sí.
Ba_ Eres una mujer maravillosa ¿lo sabes?
T_ ¡Ay! –se oyó un sonoro golpecito, clásico de Teresa-.
Venga sigue que me vuelves loca.
Ba_ Te vas a volver una auténtica fiera –le dijo mientras
Maca abría los ojos como platos.
T_ Ayyyyy Bárbara... ayyyyyyy.
Entonces la puerta se abrió, en el umbral Maca con el
biberón en la mano, con los ojos abiertos como platos, en la
cama Teresa tapada con una fina sábana, Maca se percató
que estaba desnuda, a su lado Bárbara con una de sus
camisas largas que Maca sabía perfectamente cuando las
usaba. El rostro de la Pediatra palideció, Teresa se tapó con
la sábana la cara y Bárbara sonrió.
Ba_ Esto no es lo que parece.
M_ ¿Ah no? –la miró seria y enfadada.
Ba_ No.
T_ Maca por favor... –le susurró desde debajo de la sábana.
63 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Tan solo le estoy ayudando a sacar su estrés y
cansancio mediante la reflexoterapia.
M_ ¿Pretendes qué me lo crea? –seguía allí impasible
enarcando una ceja totalmente atónita ante el comentario.
Ba_ Está bien, hemos fucking ¿alguna objeción?
M_ No me lo puedo creer Bárbara –negó mirándola con
malestar.
T_ ¿Qué es eso Bárbara?, habla en cristiano –le decía
tapada con la sábana pues no había manera de que pudiera
mirar a Maca.
M_ ¿Qué pretendes?
Ba_ Lo que tú, ¿o yo no puedo?
M_ ¿Con Teresa?
Ba_ Sí –se acercó a ella eran como dos fieras el ojito de
Teresa saliendo de la sábana vio la secuencia-. ¿Pasa algo?
M_ No quiero que le hagas daño, sólo eso.
Ba_ ¿Tú crees que yo hacerle daño?
M_ Es como si fuera mi madre Bárbara, no quiero que sufra.
Ba_ Entendido.
M_ Vale... –se sintió ridícula allí con el biberón, con Teresa
en la cama tapada y casi discutiendo con Bárbara-. Voy a
darle el biberón a Maes.
Ba_ Ok.
64 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Hasta luego –su voz tembló ligeramente, al salir resopló
algo nerviosa había sido un auténtico golpetazo ver la
situación en la que se encontraban-. Joder...
T_ ¡Qué vergüenza por las espinas de Cristo!
Cuando Maca llegó a la cabaña, su gesto era
demasiado serio y la sonrisa que marcaba del rostro de
Esther que la esperaba se le borró al instante, como estaba
de pie paseando con la pequeña Maes que no cesaba de
bostezar y buscar el pecho de la enfermera, se acercó hasta
ella mirándola con dudas.
M_ Creo que está suficientemente calentado.
E_ ¿Qué te pasa?, no me asustes –su gesto seguía siendo
preocupado.
M_ Acabo de enfrentarme con Bárbara.
E_ ¿Has entrado? –la miró frunciendo los labios y ladeando
un poco la cabeza-. Maca cariño, lo que haga Teresa no te
importa, no debes inmiscuirte.
M_ ¿Cómo que no me importa? –la miró confundida con la
boca abierta.
E_ Eso he dicho. Debes respetarla.
M_ Joder que es como si fuera mi madre.
E_ Ya, y tu madre como la mía hacen el amor con nuestros
padres, pero mira, es algo tabú de lo que mejor no pensar
¿verdad? –Maca cerró los ojos mientras Esther se sentaba
con cuidado y le daba el biberón a una desesperada Maes-.
65 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
El mismo derecho tiene Teresa a la que sé, quieres como
una madre.
M_ Lo sé… solo que… ¡joder que es Bárbara!
E_ Y Bárbara es una mujer maravillosa, ¿o qué?, si todos
tuviéramos que pensar en lo que han hecho a lo largo de su
vida, sus escarceos o sus ligues, ¿no sería la vida
demasiado injusta? –Maca la miró como entendiendo lo que
quería decir-. Yo te juzgue por lo mismo Maca, y si hubiera
tenido que ser tan injusta de no dar el paso de conocerte
mejor por tu pasado, por todo lo que habías hecho en él,
me hubiera perdido algo maravilloso, hubiera perdido la
oportunidad de conocerte de verdad, de que me hagas feliz,
y de eso se trata la vida cariño, tratar de ser felices con
quien podamos. Si Teresa es feliz con Bárbara, es su vida y
su oportunidad, y si tanto la quieres, no debes juzgar, tan
solo debes estar a su lado y apoyarla, y si un día llega el
momento de sufrir, estar a su lado en silencio y apoyarla.
M_ Como ella hizo conmigo, lo sé, pero… sigue siendo
Teresa, la mami Teresa –insistía mirándola con dudas y
temblor en su voz mientras paseaba de lado a lado.
E_ Pues por eso, como sigue siendo Teresa tendrás que
apoyarla y comprenderla, sea lo que sea.
M_ Estaba desnuda.
E_ Pues entonces… si ha encontrado la felicidad junto a
Bárbara, tú las apoyarás porque lo que quieres es verla feliz
–sonreía.
66 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Desnuda Esther, los grititos, los gemidos, las risitas…
E_ Ya, ya… si eso yo me lo sé muy bien de memoria, ¿eh?
no hace falta que me cuentes lo que te hace dar todo eso.
M_ ¿Me estás vacilando? –enarco su ceja derecha mirándola
fijamente.
E_ Jamás se me ocurriría, vamos, jamás.
M_ Que fuerte –murmuró todavía atónita-. Desnuda en la
cama… con… ¡uf!
E_ Eso te pasa por cotilla, mira la mami cariño, está mal por
ser una cotilla y ni siquiera ha visto como has devorado tu
biberón –lo dejó a un lado y la cogió poniéndola en pie y
besándola-. Teresa es una mujer excepcional, y sea lo que
sea que haga, desde luego tendrá mi apoyo.
M_ Tú estabas tan impactada como yo, ¿y ahora?
E_ Pues porque he visto los ojos de Teresa, brillan y yo
quiero a Teresa esté con quien esté, haga lo que haga. Eso
me lo has enseñado tú, pero ya… ya… es Teresa –le dijo
como si con eso lo dijera todo.
Dos golpes en la puerta le hicieron girarse, seguro que
era ella, no la podría mirar a la cara, ¿cómo hacerlo?, si
había parecido una pelea de gallos la situación entre
Bárbara y ella.
E_ ¿Piensas abrir cariño?
M_ Sí, claro –respondió algo aturdida.
67 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Mira tu mami… tiene un corazonzote enorme –le dijo al
oído pero llegando a escucharlo Maca y arrancándole una
sonrisa.
M_ Hola Bárbara.
Ba_ ¿Puedes salir un momento? –se oyó su voz seria, Esther
no esperaba que se lo hubiera tomado tan mal, así que se
levantó y s gesto mostraba un rictus grave-. Hola Esther,
disculpa pero esto es cosa nuestra.
E_ Si, si… no digo nada –la miraba con algo de
intranquilidad-. ¿No os iréis a pelear, no?
Ba_ Todo puede ser, ¿por quién apuestas? –le guiñó un ojo.
M_ Vamos.
Salieron hasta fuera de la aldea, el camino hasta la
piedra de filosófica como le llamaban desde que Vilches la
encontró porque allí iban a pensar. Ella fue testigo de un
encuentro entre dos mujeres que habían sido amantes, que
habían sido amigas y que en ese momento se encontraban
tensas mirando el horizonte esperando quien de las dos
rompía el hielo.
Como no se había quedado tranquila, Esther, decidió ir
a la cabaña de Teresa, tocó a la puerta y la mujer le dio
paso, su gesto eras entre tímido y serio, tan solo una
sonrisa al ver a la pequeña con su liputa amarillo.
E_ Vaya Maes tiene poderes… -sonrió-. A mí ni una sonrisa
es verte a ti.
68 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Hola Esther –sonrió más ampliamente.
E_ ¿Qué pasa Teresa?, ¿por qué esa carita? –se sentó a su
lado mientras Ramón le daba unos lametazos en las
espinillas a modo de bienvenida-. Me haces cosquillas
Ramón. Jiji.
T_ Déjala Ramón ya está, ya –le sonreía-. Es tan cariñoso.
E_ Venga dime ¿qué te pasa?
T_ Maca –puso gesto serio.
E_ Maca es una metomentodo –sonrió.
T_ ¿Qué va a pensar de mí?
E_ Pues no tiene mucho que pensar más que, si tú eres
feliz, ella lo es también.
T_ Ya… pero…
E_ Venga Teresa mujer… el amor es lo mejor de la vida
siempre me lo has dicho ¡eh! –le dio un codazo divertido.
Entre tanto en la piedra filosófica, Maca y Bárbara
guardaban silencio, como sopesándose la una a la otra,
hasta que finalmente Bárbara habló.
Ba_ Me has hecho daño.
M_ Lo sé… perdona, sé que me he pasado –su tono
demostró que estaba afectada.
Ba_ Mucho… si.
M_ Lo siento –volvió a insistir.
69 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Tú sabes que mami para mí es sagrada, que es como la
gran madre para todos, para mí también –la miraba seria-.
Y que pienses que yo le haría daño, de veras, me dejo out.
M_ Lo siento no era mi intención, pero… es que… no lo
puedo entender.
Ba_ ¿Por qué?
M_ Joder Bárbara porque es Teresa, y es como mi madre y…
y… joder… dame tiempo ¿vale?, dame tiempo y te prometo
que lo veré como algo normal, que Teresa esté contigo,
solo es eso que… no sé… joder en parte quien mejor que
tú, pero en parte… no quiero que sufra.
Ba_ ¿Por estar conmigo va a sufrir? –la miró como si con
aquella última frase en lugar de arreglar el desatino todavía
lo hubiera enredado más.
M_ No es eso Bárbara, no es eso, ella es…
Ba_ Como tu madre, como mi madre y no queremos que
sufra ni que lo pase mal.
M_ Exacto y yo sé que la diferencia de edad, ¿recuerdas con
la mujer que me líe?, aquella que me llevaba casi veinte
años, pues…
Ba_ Para Maca, no estoy para escuchar tus hots –dijo
elevando sus dos manos en el aire y mirando el río-. No soy
nada de Teresa que no lo seas tú, tan solo le estoy
ayudando a sacar sus malas vibraciones, sus dolores, sus
preocupaciones, ¿sabes qué está preocupada por vosotras?
70 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
–Maca la miró más afectada aún-. Me encanta tontear con
Teresa porque sé que en parte necesita que le digan
piropos, my lady es muy presumida, hace mucho que el
cocodrilo se comió al bastardo aquél, pero era su bastardo.
M_ ¿Entonces tú y ella, nada? –Bárbara negó y Maca dio un
soplido que podía haber transformado el tranquilo río en un
agitado mar con olas gigantes.
Ba_ Por supuesto que no, respeto mucho a mami, aunque
es una mujer tan maravillosa que porque no sé puede una
enamorar de ella.
M_ Joder… me he comportado como una imbécil –se quejó
gravemente contra si misma.
Ba_ Quiero que sepas, mami está asustada porque las
cosas se enredan, y piensa que lo mejor es que tú y Esther
con la niña os vayáis, pero eso para ella es perderos, está
agotada porque la edad le pasa factura, porque piensa que
sois muchos, que la guerrilla está cerca, tan solo le he
ayudado a mejorar.
M_ Creo que últimamente la tenemos un poco abandonada
–exhaló un suspiro como si con él pudiera sacar un poco de
su interior la repentina culpabilidad que sintió.
Ba_ No te culpes, las circunstancias son así, ella es feliz por
ti pero también tiene miedo, aunque sea la gran mami, es
un ser humano con su corazoncito y necesita un abrazo y…
mimos también.
M_ Viches nos ha dicho que nos vayamos.
71 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ ¿Y?
M_ Vamos a esperar… porque no queremos dejar a Teresa,
a los demás.
Ba_ Difícil situación.
M_ Quiero mucho a Teresa Bárbara, no he querido
ofenderte.
Ba_ ¿Entonces puedo intentarlo en serio? –la miró
fijamente.
M_ Si ella te da permiso, por mí.
Ba_ Porca miseria y me lo dices ahora –susurró sonriendo.
En la cabaña, Teresa le había comentado a Esther lo
que realmente ocurría, Bárbara estaba dando unos masajes
que le estaban quitando dolores, ya no era una jovencita y
desde la riada que habían sufrido con sus golpes, se había
resentido de todo su cuerpo. Esther sintió un poco de
culpabilidad al saber que todos pensaban que Teresa
siempre estaba ahí pero que, como todos necesitaba ese
abrazo que el ser humano necesita aunque lo niegue. Y la
abrazo, la estrechó fuertemente dejando un beso en la
frente mientras Teresa suspiraba pesarosa por lo que Maca
pudiera pensar de ella.
La campana de Laobi sonó, anunciaba la visita de
alguien y allí estaba un camión con el logo de MSF. Los
niños corrían como siempre hacían y poco a poco iban
saliendo las mujeres, Massamba y Teresa junto a Esther y la
72 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
pequeña Maes. Del camión un Dávila con un traje caqui, y
un sombrero, la sonrisa en el rostro y detrás suyo
descendió Claudia que al verla Esther no le hizo ninguna
gracia su presencia allí. Detrás del camión volvían Maca y
Bárbara sonrientes, al ver Maca a Claudia esbozó una gran
sonrisa dándole un fuerte abrazo, al igual que hizo con
Bárbara. Esther desde la distancia trató de verlo como algo
normal y deja de lado esa punzada de celos que había
sentido.
V_ Bienvenido Dávila.
D_ Bien hallado, Vilches. ¿Dónde está Teresa?
V_ Vaya… ya vienes con hambre.
C_ Hola Vilches.
V_ Claudia que alegría verte, ¿verdad?
M_ Esther cariño ven –la llamó acercándose a ella-. Espera
Teresa.
T_ Si.
Ba_ Hola my lady –le guiñó un ojo.
M_ Que siento lo de antes ¿vale?, que no tengo derecho a
meterme en tu vida, y que me parece estupendo.
T_ ¿Ah si?
E_ Ves como no es tan complicado, Teresa.
Ba_ ¿Teresa, quieres casarte conmigo?, tengo el permiso de
tu hija –le guiñó el ojo ante el gesto asustado de la mujer.
73 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡Desde luego vosotras juntas sois un peligro de los
grandes!, no hagas más broma con eso, que por querer
hacerle yo una a Maca… mira lo que me ha costado –decía
con el ceño fruncido.
M_ Bien tonta serás si no aceptas la oferta –sonreía.
E_ ¿Entonces nada?
M_ Nada cariño.
E_ Oh.
Ba_ Ves mami, pero bueno… siempre serás mi bella dama.
T_ ¡Ay! –suspiró.
M_ Te quiero Teresa –la abrazó con fuerza mientras la
besaba ante la sorpresa de la mujer-. Te quiero mucho.
T_ Y yo… venga vamos a saludar a nuestros invitados –dijo
feliz cogiéndose de Maca y Bárbara.
E_ Eso… ¿y yo qué? –protestó divertida.
D_ Mis chicas favoritas… a ver que venimos todo el viaje
deseando conocer a la niña.
C_ Hola Esther –le sonrió dándole un beso.
E_ Hola Claudia, ¿qué tal?
C_ No tan bien como tú pero no me puedo quejar.
E_ Me alegro que hayas venido.
C_ Gracias.
M_ Gracias mi vida –le dijo bajito al oído.
74 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ De nada –la miró con esos ojos suyos ardientes como
fuego.
D_ Bueno… bueno… pues os traigo algo para que la fiesta
sea redonda.
V_ ¿No me digas?... ¿qué has traído para sorprendernos?,
¿un ballet de danza clásica?, viejo carcamal.
D_ No bocazas, no, te he traído algo mejor. ¡Cruz!, puedes
bajar.
Todos se quedaron boquiabiertos, pero quien se
quedo sin palabras fue Vilches, allí petrificado viendo como
los militares ayudaban a bajar del camión a una Cruz tan
sonriente como emocionada, cuando por fin Vilches se dio
cuenta que no era uno de sus más repetidos sueños, echó a
correr abrazándose a su mujer con total dependencia de
ella, hundiendo su cara en el cuello de su mujer.
Cr_ Vilches cariño… por fin.
V_ Cruz dime que no es un sueño.
Cr_ A ver si esto lo vives en tus sueños.
Poso los labios en los de su marido que mantenía un
gesto todavía descolocado por la situación, y al notar el
beso, al notar sus labios y darse cuenta que no era un
sueño, la estrechó por la cintura atrayéndola a él mientras
todo el poblado rompía en aplausos, y vítores, Teresa
emocionada recibía un pañuelo de Dávila, Teresa silbaba
75 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
como loca, y Esther con la niña en brazos, sonreía
emocionada.
M_ Vale… vale… vale… que nos lo fundes Cruz.
T_ ¡Ay que bonito!
D_ ¿Verdad que si? –la miró sonriente.
T_ Sí, Dávila, mucho –se apartó una lagrima de su ojos.
Tras el beso y los aplausos, los gritos y demás, llegó
el momento de las presentaciones cuando le llegó el turno
de Esther, la abrazó con cariño sincero y una sonrisa en sus
labios que contagió a la enfermera.
Cr_ Tenía muchas ganas de conocerte.
E_ Yo también –le sonrió.
M_ Pues ya os conocéis, anda toma Cruz, toma a mi niña –le
dio a la pequeña que disfrutaba de estar en el brazo de
cualquiera.
E_ Pero que cosa más bonita de niña… ¿cómo se llama?
Ba_ Maes.
Cr_ ¿Maes?, ¿quién le ha puesto este nombre tan feo?
Ba_ Yo morenaza, yo.
Cr_ ¿Y qué significa?
Ba_ Maca y Esther, sus mamis.
Cr_ Vaya.
76 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Esto Cruz mejor porque no dejas a la niña con sus mamis
y tú y yo hablamos con tranquilidad.
M_ ¡Mierda los tapones!, ¿Esther los tienes tú?
E_ Jajajajajaa –reía a carcajadas.
M_ Que Vilches parece que aúlle.
V_ Tú mejor la boquita callada, no me hagas hablar a mí.
Cr_ ¿Pero de qué habláis? –los miraba sin entender nada.
V_ Yo te lo explico.
M_ Eso, explícale, pero deja el pabellón alto –le decía
gritando.
C_ Mira que eres mala… pobre déjalo, deberías haber visto
a Cruz todo el camino, paramos a cargar el depósito y casi
le dio algo, ¿eh?
M_ ¿Para cuántos días viene?
C_ Se va pasado mañana.
M_ Joder… ¿no sé puede quedar?
C_ No.
E_ Que lastima.
M_ ¿Dónde está Teresa?
Ba_ Con el baboso de Dávila…
Maca y Esther la miraron y no pudieron aguantar la
risa, estaba claro que no le caía nada bien. Los camiones
volvieron a partir, tan solo dejaron uno en el qué Cruz había
77 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
podido preparar dos cajas grandes con toda clase de
medicinas, de vendas, de apósitos, hasta había logrado que
le preparan anestesia. Lo destaparon todo y con la ayuda
de Bárbara mientras Nmaba tenía a la niña y los niños
jugaban con las últimas luces del atardecer, Vilches y Cruz
seguían poniéndose al día, mientras Dávila con una linterna
alumbraba la alacena donde Teresa tenía guardadas las
reservas.
D_ Y eso es todo Teresa.
T_ Deberías insistir en que se vayan.
D_ No puedo hacer nada si ellas no quieren.
T_ Pero ahora ya no son ellas solas.
D_ Mira Teresa, yo confío en los militares.
T_ Yo no confío en nadie cuando el asunto es tan peliagudo
como dices, es más, mi propuesta es, que todos
deberíamos abandonar el poblado e irnos a algún otro más
seguro hasta que todo pase.
D_ No es fácil y lo sabes, lo único que podría hacer es que
vayáis a Ebambi.
T_ Pero allí no hay refugio, y seguimos está demasiado
cerca y no hay medios para ayudar a los demás.
D_ Tengo que hablar con los directores Teresa, yo no quiero
poner vuestras vidas en peligro, ¿lo entiendes?
T_ Lo sé, lo sé…
M_ ¿Se puede pasar? –preguntó Maca graciosamente.
78 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Claro, pasa –sonrisa feliz al verla.
M_ Vilches por fin ha salido de la cabaña y tiene unas
hambres que se muere.
T_ Ya me parecía a mí.
M_ Dávila todo un detallazo por tu parte lo de Cruz.
D_ Era lo menos que podía hacer por vosotros, que me
habéis ayudado infinitas veces.
M_ Menos mal… mira… me vas cayendo mejor –dado el
aviso se fue.
D_ Se le ve radiante.
T_ Si, se lo merecía.
En la cabaña, Maca estaba cambiando a la pequeña,
no paraba de hablarle, de hacerle cosas, de reír con ella, a
pesar de seguir sintiendo esa tristeza que no podía evitar al
pensar en su hijo.
Cr_ ¿Puedo pasar?
M_ Claro que sí Cruz, ya te extrañaba pero claro, antes está
tu marido –le dijo con ironía.
Cr_ ¡Y tanto que si! –dieron una carcajada y se acercó hasta
sentarse junto a la niña-. ¿Qué tal llevas tu labor de madre?
M_ Muy bien… es el segundo día, la primera noche ha sido
dura pero…
Cr_ No es fácil.
79 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No, lo que llevo peor es… -elevó las cejas con su juego
divertido.
Cr_ Jajaja, tú no cambias. Te veo tan bien que me siento
feliz.
M_ ¡Anda ya estás feliz por lo que estás! –le dijo sonriendo y
Cruz terminó por dar otra de sus carcajadas. Después Maca
apuntó con voz melosa-. Esther es lo que siempre necesité
Cruz, es tan… tierna… tan serena… tan… patosa.
Cr_ Y guapa.
M_ Y una sonrisa… uf… mira… me tiemblan las piernas
cuando la veo y me sonríe.
Cr_ Está con Claudia poniendo la mesa.
M_ Es maravillosa. Me ha ayudado mucho.
Cr_ He traído algo que… no sé si deba enseñarte pero…
¿quieres ver la foto de tu hijo? Maca se quedo
paralizada, no sabía que hacer, la miró como si aquella
pregunta la hubiera estado esperando tanto tiempo que en
el momento en que le daba la opción de mostrarlo, su
corazón se había acongojado de tal manera que no sabía
que hacer.
Cr_ No quiero crearte problemas, ni añoranzas, pero sé que
siempre quisiste tener su foto, vero como crecía.
M_ ¿Lo has visto? –le preguntó con la voz temblorosa.
Cr_ Sí.
M_ ¿Y?
80 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cr_ Afortunadamente no se parece al padre, y me atrevería
a decir que a su madre poco.
M_ ¿Y entonces? –le preguntó sonriente.
Cr_ Es solo una opinión, claro.
M_ No, no lo quiero ver.
Cr_ Vale si cambias de opinión, ya sabes.
M_ No, no, no necesito verlo, ahora solo me importa mi
presente y futuro Cruz.
E_ Hola –sonrisa amplia y Cruz instintivamente miró las
piernas de Maca quien sonrió-. ¿Cómo están mis soles?
M_ Aquí esperando a la madre que se ha escaqueado de la
cagadita de la tarde.
E_ No empieces, estaba ayudando a las chicas y hemos
quedado en repartirnos los cambios de pañal –le dio un
beso y un golpecito en el culo-. Oye Cruz, muchas gracias
por el cargamento, ¡ahora si vamos a poder trabajar en
condiciones! –se mostró ilusionada-. Tengo a Sissou allí con
un quebradero de cabeza, no había visto tantas cosas
juntas.
Cr_ No me extraña –sonrió como ellas.
M_ De todos modos, esperemos que trabajemos poco.
Cr_ Me temo que eso no va a ser posible Maca.
81 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Bueno vamos a cenar, porque además tenemos a Vilches
de un humor, gracias por eso también –le dijo en voz bajita
a Cruz.
M_ Es lista ¿eh? –le sonrió.
Cr_ Vaya par, lo que me voy a divertir.
La cena fue divertida, los hombres no habían
regresado de la caza y eso daba muestras que no habían
tenido suerte y se quedaban en la Selva, era una
circunstancia que a Vilches no le gustaba pero en ese
apartado él no tenía mucho que decir, pues era el jefe de la
aldea ante la ausencia de Massamba, Zulú, quien lo habría
decidido. Durante el largo rato que dedicaron a cenar, se
contaron las anécdotas más divertidas, pusieron al día a
Cruz sobre el caos de la riada y la magistral demostración
de Teresa a nado.
T_ Calla, calla que así estoy.
E_ Voy a sacar un poco de fruto seco ¿vale?
M_ ¡Te ayudo!
E_ Bien.
V_ No tardes o sospechare –le dijo en voz baja a Esther.
E_ Jeje –sonrió graciosamente.
M_ Menos mal cariño –le dijo una vez entraron en la cocina
lanzándose a sus labios.
E_ Maca… Maca… para.
82 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No puedo cariño –suspiraba.
E_ Venga, va por favor para Maca –le decía tratando de
zafarse de sus brazos que la retenían por la cintura
mientras la besaba.
M_ ¿Qué te pasa? –la miraba aturdida al ver que se
separaba.
E_ Maca que están fuera, que nos pueden ver –le decía
apurada mientras ponía las nueces en un recipiente.
M_ Joder Esther que me muero por hacerlo rapidito va –le
decía volviendo a estrecharla por la cintura.
E_ Que no Maca, que me moriría de vergüenza.
M_ Pero si están hablando –le besaba el cuello ante eso
Esther echó las nueces por el suelo y Maca sonrió.
E_ Maca por favor.
T_ ¿Os ayudo?
E_ Sí Teresa, toma Maca saca esto –Maca la miró
entrecerrando los ojos mientras Esther resoplaba
graciosamente.
T_ Esther… ¿puedo hacerte una pregunta?
E_ ¿Si era lo que parecía?, sí Teresa, sí –aceptaba como si
realmente estuviera tan necesitada como Maca y su
cordura en detenerla le estuviera pasando factura.
T_ No te iba a preguntar eso –le dijo mirándola seria.
E_ ¡Ah!, lo siento –le dijo cerrando sus ojos de golpe.
83 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¿Lo que ha dicho Maca era por quedar bien?
E_ ¿El qué?
T_ Lo de Bárbara… quiero decir –carraspeó bajando la voz-.
¿Qué vería bien lo de Bárbara conmigo?
E_ Imagino que sí Teresa, te lo ha dicho de verdad ella ha
entendido que lo que quiere es verte feliz –le ponía unos
higos-. Sea con quien sea.
T_ Es que… ¡uy Dios cuánto tiempo sin probar esto! –
mordía el higo poniendo ojos de éxtasis-. No sabía que era
tan importante para ella, la verdad.
M_ ¿Qué más tengo que sacar cosa guapa? –se lanzó como
quien no quiere la cosa sobre la espalda de Esther
abrazándola fuerte y besándola sin parar en el cuello.
T_ Oye… oye… que estoy aquí guapa.
M_ Peor fue lo mío ¿eh? –la miraba seria.
T_ Anda deja a Esther y lleva los higos.
M_ ¿Por qué no los llevas tú?
T_ Porque te digo que los lleves tú y los llevas. Ale,
arreando que es gerundio.
M_ Desde luego como me explotáis.
E_ Esto ya está –sonreía-. ¡Ay mi pobre niña! –le dio un
golpe suave con su codo en el brazo.
M_ Ays porque llevo las manos ocupadas que sino.
E_ No, que aún me duele.
84 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Madre mía si es que vosotras sois un incendio
constante…
Entre risas llegaron a la mesa, la tertulia se hizo larga,
Maca desesperada porque Maes no había llorado ni una
vez, cuando no estaba en los brazos de uno estaba en los
de otro, y agradeció que fuera la hora de darle el biberón.
M_ Pues lo sentimos pero nos llevamos a Maes que es su
hora de cena.
E_ Es verdad –decía sonriendo.
C_ ¿Puedo acompañaros?, me hace ilusión –dijo Claudia
ajena a la mirada que Esther le había dado a Maca.
M_ Claro, ¡vamos!, así a ver si te animas.
E_ Ahora volvemos –“joder esperando que llegara el
momento y ahora se apunta… uf… si es que me ha puesto
a mil”.
M_ “No si… quien espera desespera”
En la cabaña Claudia tenía a la pequeña en brazos
mientras Esther le preparaba el biberón en la cocina un
poco contrariada por su presencia, pero sabiendo que a
Maca le gustaba que la tratara con naturalidad, al fin y al
cabo, ella le había animado a darle una oportunidad, así
que suspiró tranquila. Si, estaba celosa, ¿por qué negar la
evidencia así misma?
M_ Te queda muy bien –sonreía sentada en la cama.
C_ Me encantan los niños ya lo sabes.
85 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Si, lo sé.
C_ Y estoy muy contenta que tú tengas esta preciosidad.
M_ La verdad que ha pasado todo tan deprisa que no me lo
puedo ni creer aún.
C_ ¿Qué tal Esther?
M_ ¡Uf Claudia!, increíble –se mordió el labio inferior con un
gesto totalmente radiante-. Es… todo lo que había querido
tener.
C_ Me alegro mucho, porque además se te nota –le sonreía.
E_ Ya estoy aquí –dijo abriendo la puerta, y sonrió
gratamente al ver como Claudia sentada en la silla tenía a
su pequeña-. ¿Se lo das?
M_ Sí anda que tengo que ayudar a recoger los pañales.
E_ No hace falta cariño, me apaño –le sonrió algo nerviosa.
M_ Vale.
E_ Ahora vuelvo…
C_ Lo llevas mal ¿eh? –sonrió dando una carcajada.
M_ ¿Se nota mucho?
C_ Ya te digo –volvió a sonreír.
M_ Ya vuelvo –no pudo aguantar y salió tras Esther, quien
estaba luchando por coger del hilo un pañal que se había
enrollado por el aire. Entonces notó su presencia y sonrió,
Maca se acercó-. ¿Te ayudo?
E_ Sí.
86 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Necesitas algo más? –preguntó entre susurros mientras
una mano bajaba el pañal y la otra acariciaba el brazo de
Esther lentamente.
E_ Maca por favor…
M_ Sí –murmuró mientras sin miramientos lamía su lóbulo
de la oreja derecha.
E_ Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaca –le salió de alma un
suspiro.
M_ Me muero por lo que tú sabes.
E_ Y yo –se giró con la necesidad grabada en los ojos.
M_ Tenemos cinco minutos, venga –le cogió la mano y la
apoyó en la pared.
E_ Si… ay… ay…
M_ Mi amor…
Ba_ ¡I’m sorry! shift –soltó tapándose falsamente los ojos
mientras dejaba dos de sus dedos entre abiertos y veía
como Maca sacaba del pantalón de Esther su mano
rápidamente-. Meu deus.
M_ Joder Bárbara… joder…
Ba_ Me iba a duchar… pero yo no miro –decía siguiendo con
su mano puesta en los ojos, tropezando-. Ay, mierda… que
golpe.
E_ Anda quítate la mano no te vayas a lesionar y todavía
sea peor.
87 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Será mejor que… vayamos a ver si Maes ya ha
terminado… ¡mecagoentodoloquesemenea! –dijo seguidito
con rabia provocando la carcajada de Esther-. No tiene
gracia.
Una vez cambiada la pequeña, Maca se quedó
durmiéndola y Claudia junto a Esther se reunieron con los
demás, la noche ya había caído, el fresco se hacia más
intenso. Los habitantes de la noche no cesaban con sus
cantos, y paseando por la aldea mientras le explicaba todo
como había ido cambiando, se encontraba Vilches que
llevaba de la mano a una enamorada Cruz que había
apoyado su cabeza en su hombro.
Cr_ Has hecho un trabajo magnífico.
V_ Ha sido cosa de todos, creo que la gente de está aldea
se merece lo mejor, han trabajado codo con codo con casi
nada para hacer más fácil la vida a todos.
Cr_ Si, son gente absolutamente sorprendente porque dan
todo ¿verdad?
V_ Sí, es un lugar hermoso para vivir cariño, si no fuera por
la maldita guerrilla.
Cr_ ¿Qué vais a hacer?
V_ Dávila mañana nos va a reunir, quiere que las chicas se
comprometan a dejar la aldea, no sé si lo conseguirá.
Cr_ Me temo que están decididas a quedarse.
88 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Hacen un gran equipo, quien me iba a decir a mí que
una pija como Esther y una pija rebelde como Maca, iban a
terminar siendo el mejor equipo de la Selva, solo faltas tú.
Cr_ Jaja –dio una carcajada deteniéndose mientras lo
miraba fijamente, la luna se había posado en sus ojos-. Te
he echado de menos Rodolfo.
V_ Y yo, ya queda menos para encontrarnos en casa.
Cr_ Si, después podríamos volver juntos ¿qué te parece?
V_ Esto engancha, es una droga fuerte.
Cr_ Pues si, ¿qué me dices?
V_ ¿Y la niña?
Cr_ Unos meses puede estar con mis padres, quiero
trabajar aquí contigo.
V_ ¿Y eso?
Cr_ Porque quiero trabajar con el mejor, en el peor lugar del
mundo –dijo con tristeza.
V_ Esa es mi chica.
Cr_ Y que le parece a mi chico si seguimos la charla en la
cabaña.
V_ De acuerdo… vamos…
Poco a poco fueron retirándose a dormir, la visita de
Cruz había sido para todos un acontecimiento, las mujeres
habían estado juntas hablando de los niños, del embarazo
de Nsona, del pequeño de Lula, había sido una de esas
89 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
noches únicas que con calma alrededor del fuego habían
charlado sobre tantas y tantas cosas. Al final se quedaron
como siempre Dávila y Teresa, pero junto a ellos una
Bárbara que le contaba las evoluciones de sus parques, la
lucha encarnizada contra las guerrillas que asesinaban sus
gorilas, todo era calma, demasiada calma.
D_ Me retiro a dormir.
T_ Buenas noches Dávila.
Ba_ Buenas noches gordo.
D_ Bárbara tú no cambies nunca ¿eh?
Ba_ No.
Se marchó y Teresa se quedó mirando al cielo
estrellado, Bárbara se sentó a su lado y la abrazó, sabía lo
que estaba sintiendo, pero allí estaba para apoyarla.
Ba_ Vamos a la cama bella singora.
T_ Acuéstate tú Bárbara, no tengo sueño.
Ba_ Tú querer escuchar los gemidos de todos ¿no?
T_ No seas tonta, quiero disfrutar de la paz de la noche, ¿te
quieres quedar?
Ba_ No, estoy cansada y mañana me voy.
T_ Es verdad… podías quedarte –la miró con una sonrisa
tierna.
Ba_ Que más quisiera yo, pero mi trabajo me reclama
guapa.
90 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Bueno… sé que volverás pronto.
Ba_ No te vas a deshacer de mí tan fácil.
T_ Ve descansa y gracias por todo.
Ba_ ¿Y el masaje?
T_ Tranquila… mañana…
Ba_ Felices sueños mi bella dama.
Mirando las estrellas se quedó, allí sola escuchando el
crepitar del fuego, los animales, algún ronquido y algún
gemido medio ahogado. Sonrió al pensar en Vilches, sin
duda se merecía aquella mujer maravillosa que era Cruz,
era un ser especial. En esas estaba cuando el ruido de unas
pisadas le hicieron abrir los ojos, a su lado Maca.
T_ ¿No duermes?
M_ No puedo… necesito calmarme un poco, además Esther
está tratando que se duerma Maes.
T_ ¿Qué te pasa?
M_ Estoy un poco nerviosa.
T_ ¿Y eso?, ¡anda siéntate conmigo! –le sonrió haciéndole
sitio.
M_ Cruz ha traído una foto de Nacho –se sentó suspirando.
T_ ¿De Nacho? –preguntó abriendo los ojos de par en par.
M_ Así es –afirmó con la cabeza mientras la apoyaba sobre
sus rodillas.
T_ ¿Y cómo está?
91 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No lo sé, no la he visto.
T_ No te entiendo.
M_ Pues es muy fácil, no creo que deba ver como está.
T_ Perdona Maca, es tu hijo.
M_ No, no lo es Teresa, no lo será nunca –dijo contrayendo
la barbilla.
T_ Bueno… bien mirado, es cierto.
M_ No creo que a Esther le haga mucha gracia que tenga
una foto suya.
T_ ¿Lo haces por ella? –la miró con pena.
M_ No quiero que se enfade, no quiero que piense que sigo
pensando en él o... en... ya sabes.
T_ Pero es que ella siempre te ha dicho que cuando vuelvas
lo busques, siempre te ha apoyado en eso, no tiene sentido
lo que dices.
M_ No la quiero perder –la miró con sus ojos brillantes de
miedo.
T_ No la vas a perder porque tengas la foto de tu hijo,
porque le pese a quien le pese fue concebido como tu hijo,
y aunque no lo pariste tú, lo sentiste nueve meses tuyo, lo
adoraste y ese sentimiento es muy complicado de borrar,
así que no digas más tonterías y al menos, mira como está.
M_ ¿Para qué?
92 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Maca tú estás tonta –le dijo definitivamente-. Esther no
se va a enfadar, ni molestar ¿o no la conoces? –le sonrió-.
Esther es tu mujer y lo comprende.
M_ ¡Uf no soportaría perderla!
T_ Lo sé cariño… lo sé… pero no creo que la pierdas,
vamos… ¿tú recuerdas los pájaros aquellos de colores, los
agapornis? –Maca sonrió-. Sí esos que no pueden estar
solos que necesitas ser dos, pues vosotras igual, os
necesitáis la una a la otra es así de sencillo.
M_ Bueno yo aquí dándote lata, y venía para decirte tan
solo una cosa.
T_ ¿Qué? –la miró sonriente.
M_ Que te quiero, que eres muy importante para mí y que
no nos vamos a marchar de aquí, no voy a dejarte, ni Esther
tampoco.
T_ Me emociona que me digas eso, ¿pero sabes qué quiero
yo?
M_ Dime –sonrió.
T_ Que os vayáis –sus ojos se llenaron de lagrimas y su voz
se quebró en el último momento-. No quiero sufrir por
vosotras, quiero saber que estáis bien, viviendo una vida
que os merecéis, no quiero que te quedes Maca… por
favor… si me quieres de verdad que lo sé, hazme ese favor,
iros… iros y vivir lejos de esta pesadilla. Por favor Maca…
iros…
93 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
El gesto de Maca cuando entró en la cabaña era serio,
pero al ver a Esther durmiendo, con la niña sobre su pecho
todo le cambió, una luz iluminó sus ojos, una sonrisa su
rostro, y el corazón latió de tal manera que sintió que todo
lo que le importaba en la vida estaba allí, en aquella
cabaña, en aquel poblado, en aquellas gentes. Sonrió al
pensar que aquella noche tampoco sería posible un
acercamiento con su Esther, se cambió recordando como le
había dicho que no se entretuviera mucho con Teresa
porque tenía sueño, al llegar a la cama, apagó la vela de un
suave soplido y se acurrucó en el pequeño hueco que le
quedaba junto a Esther, pasó su mano por su cintura y
acarició con ternura la piernecita de su hija, allí estaba su
familia, allí estaba su felicidad.
E_ Maca –susurró al notar su presencia.
M_ ¿Qué cariño?
E_ Te quiero.
M_ Y yo, descansa.
E_ Si… luego lo hacemos ¿eh?, pero es que no puedo con
mi alma.
M_ Anda duerme que tenemos que dormir intensamente
cada dos horas –sonreía contenta dejándole un beso en el
cuello.
E_ Ayyyyyy.
M_ Eso. Ayyyyy.
94 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Efectivamente durmieron dos horas abrazadas sin
moverse hasta que Maes comenzó a pedir su biberón,
ambas se despertaron, Esther acunó a la pequeña mientras
bostezando salía Maca hasta Lucero, le gustaba a pesar del
sueño que pasaba sacar aquella leche para su niña,
entonces recordó que Cruz tenía la fotografía de su hijo,
suspiró, aún le dolía.
M_ Ya estoy aquí.
E_ Menos mal, yo creo que esta niña va a terminar con la
leche de la pobre Lucero –decía con cara de sueño.
M_ Que carita, anda acuéstate que yo se lo doy.
E_ No cariño, acuéstate tú. ¿Qué te ha dicho Teresa?
M_ Que nos vayamos.
E_ ¿Qué nos vayamos? –la miró con el ceño fruncido.
M_ Sí, parece que va en serio.
E_ ¿Y los demás?
Ambas se miraron preocupadas, cambiaron a la niña,
hablaron un poco sobre la situación y finalmente Maca
estuvo tratando de dormir a la pequeña que parecía se
había espabilado, sus ojos grandes y brillantes miraban
como si buscaran algo, Maca reía y Esther aunque
pensativa disfrutaba del momento, aquella visión de una
Maca totalmente entregada y babeando por su hija le hacía
sonreír tontamente, y así medio sentada en la cama se
95 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
durmió, con la tranquilidad en su corazón y la intranquilidad
en sus sueños.
M_ Mira como duerme mami Maes, puedes con ella me la
tienes fundidita –la besó-, vamos a la cama, seguro que si
te acuestas sobre mi y notas a tu mami linda, te duermes,
pero nada de llorar ¿eh?... vale… eso es mi amor… te
quiero pequeñaja… y a tu mami la quiero mucho, mucho,
vamos a ser una familia feliz cariño, somos afortunadas de
tenernos… claro que si.
El sol comenzó a entrar por la ventana, Maca sentía un
peso en su parte izquierda, su pecho izquierdo, y
adormilado el brazo derecho, fue abriendo poco a poco los
ojos, y allí estaba la mano de Esther aferrada como siempre
a su pecho, sonrió, su pierna metida entremedio de las
suyas y sobre su parte derecha la niña, no notaba nada de
su cuerpo pero era feliz.
M_ Esther… cariño… Esther –la llamó con dulzura.
E_ No… no me quiero ir….
M_ Esther que ha amanecido nos hemos dormido, y no le
hemos dado el biberón a Maes de las cuatro.
E_ ¡Qué!, ¡joder!... no… pero… como… -se sentó de un salto
y al mirarla sonriendo le dijo-. Pero si está dormida mírala.
M_ Ya pero hay que darle el biberón, se habrá quedado
saciada del anterior, Maes… Maes cariño…
96 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Mírala si es que es un sol ¿eh? –sonreía viendo como la
niña bostezaba y provocaba en ambas madres el mismo
bostezo. Entonces Esther apoyó la frente en el brazo de una
Maca que sonreía-. Uf mi amor… estoy acabada…
M_ Ay mi flojita…
E_ Voy a por la leche.
M_ Pero si tú no sabes ordeñar a Lucero.
E_ Pero a estas horas Nsona o Lula estarán y me enseñarán.
M_ Vale cariño, pero primero me traes la leche, después
que te enseñen.
E_ ¿Y eso?
M_ Tú hazme caso –la besó.
E_ Siempre te hago caso –le devolvió el beso.
M_ Ayer en la cocina no –le insistió algo más en el beso.
E_ No debía –abrió sus labios atrapando los de Maca que
sonrió-. Y ahora, tampoco debería seguir…
M_ Es verdad… ¿crees qué encontraremos un hueco?
E_ Yo creo que no –suspiró mientras gemía.
M_ Bueno… pero se da por bien empleado –sonrió mirando
a la niña.
E_ Pues si pero… -movía la cabeza graciosamente-. Pero…
M_ Pero… -sonreía mirándola embobada.
E_ Voy a por la leche.
97 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Eso, mejor.
Al salir, vio como ya las mujeres comenzaban su
trabajo, la ausencia de los hombres hacía que la aldea
pareciera distinta, a esas horas ya estaban trabajando en el
hospital, su rostro al ser golpeado por el sol mostró una
mueca de añoranza por ellos. A la que vio fue a Cruz, la
saludó y se reunieron a mitad camino.
Cr_ Buenos días –saludó radiante.
E_ Buenos días Cruz, ¿qué tal?
Cr_ Bien disfrutando del amanecer, es el lugar más hermoso
que he conocido, la luz es tan especial.
E_ Si, a mi me pasa igual me cautiva esta luz.
Cr_ ¿Cómo está Maca?
E_ Bien… preocupada pero bien.
Cr_ No era mi intención.
E_ ¿Tú intención?
Cr_ Vaya… creo que no hablamos de lo mismo.
En la cabaña junto a Maca estaba Teresa que llevaba a
la niña en brazos, sin parar de decirle que la llamara abu, a
lo que Maca contestaba de manera borde y Teresa se
enfadada de forma cómica, en esa lucha estaban cuando la
puerta se abrió y entró una sonriente Cruz a pesar de
negarse a sonreír con el biberón en la mano, y tras ella una
Esther mojada de cabeza hasta los pies.
98 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No quiero ni la más mínima sonrisa, ni la más mínima
coña, me voy a la ducha.
M_ Si cariño –se esforzaba por no reír.
Cr_ Dios –le dolía la boca de aguantar la risa.
T_
Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaa –soltó Teresa sin poder aguantarse y ya todo
fueron risas, carcajadas y dobleces para soportar el dolor
de barriga.
E_ Muy bonito, hombre… muy bonito –mascullaba mientras
salía a la ducha.
Cr_ Ay que pensé que me moría, mira Lula no ha podido
soportarlo, se ha tenido que marchar.
M_ Dios mi pobre niña… ¿qué le ha pasado?, si es que se lo
he dicho ¿eh?, Lucero no te va a dejar.
T_ Ay señor que me da algo –se limpiaba las lagrimas.
C_ ¡Vaya se oyen las risas desde fuera! –entró sonriente.
Cr_ Mira, Lula diciéndole que cogiera las tetas de la vaca, la
vaca mirándola de reojo, es que yo lo veía venir ¿eh?,
Esther sin parar de decir ¡jopeta!, uhh que caliente... ays...
ostras... yo tratando de aguantarme la risa empieza a dale
que te pego y la tía lo estaba haciendo bien ¿eh?, de
repente cuando ya tenía el cubo con bastante leche la
Lucero le ha pegado una patada que ha ido el cubo, la
banqueta y la pobre Esther por el aire.
99 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M,TyC_
Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaa mareee.
Cr_ Pero lo mejor ha sido que el cubo ha salido despedido lo
último y entonces le ha pegado en una de las maderas y
toda la leche le ha ido a parar a la pobre.
T_ ¡Ay Dios… ay Dios! –repetía.
M_ Voy a ver que con el culo que me tiene…
Cr_ Si ves… ves…
C_ Pobrecilla que mal –reía divertida Claudia.
T_ Si es que todo le pasa a ella, es de un patoso…
C_ Pero la cabrona de la vaca, luego cuando se estaba
acercando le ha echado un pedo y no se que ha sido peor,
si el pedo o la cara de Esther.
TCyCr_
Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Aún con la sonrisa en los labios Maca llegó a la ducha,
Esther estaba ya fuera secándose, al ver que se abría la
puerta se tapó.
M_ Soy yo cariño.
E_ Ya veo que te lo has pasado muy bien, hasta aquí han
llegado las risas –le dijo enfadada.
M_ Mi amor no te enfades.
100 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No, si no me enfado.
M_ Venga mi niña –le ponía morritos graciosos.
E_ Déjame que tengo hambre.
M_ Es tu primera experiencia cariño… luego será más fácil.
E_ ¿Luego?, mira a la Lucero después que la salve de morir
ahogada la hija de puta menuda me ha liado.
M_ Cariño no te pongas así –la miraba sonriente-. Cuando
dices tacos estás monísima pierdes todo el glamour.
E_ Jo… si es que… -la miraba haciendo pucheros.
M_ ¿Si es qué, que?
E_ Que soy un desastre eso pasa, un desastre… que no sé
ni como te has fijado en mí.
M_ Eh, eh, eh, eso si que no –se acercó a ella que se había
puesto una especie de casca que le llegaba a media muslo-.
Eres un desastre maravilloso, repleto de cosas buenas que
me tiene muy tontita por cierto esto te sienta de muerte –le
dedicaba una mirada lasciva.
E_ Maca no estoy para eso ahora, en fin…cambiemos de
tema.
M_ No me cambies de tema con este vestidito que me
pierdo –la estrechaba entre sus brazos mordiéndose el
labio.
E_ Macaaaaa –se quejaba.
101 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Queeee –le decía al igual que ella con ese canto de
cierto pijerío.
E_ Jo… si es que no puede ser… a mí esto no me hace bien
–le decía mientras la besaba el cuello.
M_ ¿Cómo que no? –le preguntaba mirándola sonriente.
E_ No… mira ahora me haces esto se me altera la sangre,
paramos, ¿tú sabes lo qué me cuesta bajarla?, ¿eh?
M_ Claro que lo sé, pero mira si no estuvieras perdiendo el
tiempo con todo esto, algo podríamos haber hecho.
E_ Joder Maca…
M_ ¿Joder qué?
E_ Pues eso… que nada de nada tenemos que irnos,
venga… la vida no es solo sexo hay infinitas cosas mas.
M_ Ya lo sé, pero… es una parte muy importante cariño…
pero mucho ¿eh? –la miraba intensamente.
E_ También tienes razón… si –se besaron con pasión-. Que
buena estás.
M_ Lo mismo digo, vamos.
Mientras con cara de sueño y dolor de riñones,
aparecía Vilches que tras dar un vistazo y comprobar que
todo estaba bajo control, al cruzar su mirada con
Massamba, se metió en la cocina donde ya lo esperaba
Dávila que hablaba con Nsona sobre su embarazo y la
reacción de Zulú.
102 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ ¡Hombre ya era hora!
V_ No me toques las pelotas, para un día que puedo.
D_ Ya hombre ya…
V_ De todas maneras, gracias por traerla.
D_ Un placer, es una mujer única, ¿has visto todo lo que ha
traído?
V_ Sí, por eso es mi mujer.
D_ Ya, ya, no me cabía la mínima duda –sonrieron mientras
Nsona le ponía un vaso grande de leche a Vilches que
agradeció con una medio sonrisa hacia ella-. Vilches sé que
esta noche es la fiesta grande, lo sé y que no debería tratar
el tema pero es vital, no es broma y creo que por primera
vez estamos ante un grave problema militar.
V_ Lo sé…
Allí se quedaron hablando, mientras las mujeres iban
acudiendo, y por orden de Esther se llevaron una vez
cambiada a Maes dejándola sola con su mujer.
M_ Me huele a encerrona –le dijo.
E_ Y tanto que lo es. ¿Por qué no quieres ver a tu hijo? –la
miraba con calma casi como comprendiéndola, sin un solo
reproche, tan solo una pregunta para saber que motivo real
le llevaba a su negativa.
M_ La verdad Esther… no quiero que eso me cree ningún
problema contigo.
103 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Crees que yo te pondría problemas?
M_ No, sé que no, sé que tú me has dicho que cuando
volvamos a España intente recuperarlo, y te lo agradezco –
le sonrió con ternura.
E_ ¿Entonces mi amor?
M_ Es muy sencillo, hasta que te conocí a ti me castigaba
por la perdida de quien creí y quise como si realmente fuera
mi hijo, ahora, ahora tengo mi propia familia te tengo a ti, y
a nuestra hija, él es un sentimiento al que si le pongo cara,
me ilusionará, sino, es un sentimiento que tengo guardado
en mí al que nunca olvidaré.
E_ Es tu hijo, Maca, nosotras no podemos apartarte de ese
sentimiento por el que tú has sentido tanto cariño –le
acarició la cara.
M_ Un sentimiento que me dolía Esther, no lo olvides.
E_ El niño no tiene culpa de nada.
M_ Por eso mismo, yo no puedo ni quiero ser responsable
de nada con ese niño, tiene a su madre y a su padre, lo
quise mucho, si intento algo para él será un choque muy
fuerte, y no quiero hacerle daño lo querré siempre, pero yo
tengo mi propia familia que sí me han dado la oportunidad
de ser feliz, y por nada os quiero perder.
E_ Te entiendo –le sonrió-. Pero a mí no me va a hacer daño
que lo veas, y a ti, estoy segura que tampoco.
M_ Te quiero –le sonrió.
104 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Y yo aunque seas una cabezota.
M_ ¡Mira pues quién fue a hablar!
E_ Vamos que me muero de hambre.
M_ Ay mi glotona favorita. Oye otra cosa.
E_ Dime.
M_ Gracias por tratar a Claudia tan bien.
E_ Ella me dijo que te tenía que cuidar, y siempre me habló
de ti de manera especial, no tengo porque reaccionar con
ella de otra manera cariño, me ayudó y eso a mí me vale.
M_ Si es que cuando digo que he tenido suerte.
Maca la llevaba por los hombros mientras Esther le
había pasado la mano por la cintura, reían y hablaban hasta
llegar al comedor donde todos las esperaban.
V_ ¡Ya era hora!, me estaba muriendo de hambre.
M_ No sabes vivir si no protestas, tío que cansino Cruz.
¿Qué viste en él?
Cr_ A ti te lo voy yo a contar –dijo jocosa.
T_ Bueno... bueno... haya paz que es muy temprano para
soportaros.
V_ ¿Te has recuperado del golpe Esther? –le preguntó serio.
E_ Sí, sabes que me recupero bien, estoy acostumbrada.
C_ Pobre... la verdad que Lucero tiene mal genio ¿eh?
Ba_ Y eso que Esther salvar de caput –dijo con la boca llena.
105 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ No entiendo como se salvo la vaca.
M_ Yo entiendo menos como se salvo Teresa.
T_ Muy graciosa –falsa sonrisa.
Ba_ No te metas con una dama –dedo acusador.
E_ ¡Que hambre! –soltó de pronto y todos la miraron
sonrientes.
Siguieron por un rato más hablando hasta que
finalmente Dávila decidió que era el momento de hablar del
tema más importante.
D_ A ver chicos, he venido a parte de para pasar la Navidad
con vosotros que sois mi grupo preferido.
V_ Menos monos –le interrumpió burlón.
M_ Muy bien dicho Vilches, di que somos los más pringaos.
T_ De verdad... mártires ¡no te digo yo! –les decía con los
ojos bien abiertos.
D_ Como decía, mi motivo por el cual he venido es otro,
Claudia y yo, hemos sido mandados para alertaros del
peligro que esta aldea puede afrontar, otras veces hemos
tenido aviso y no ha pasado nada pero desgraciadamente
por el norte la guerrilla está ganando terreno, y los militares
van a hacer lo que puedan.
V_ Es decir, nada.
D_ Ya lo sabemos, hacen con sus medios lo que pueden.
M_ Vale, ¿qué propones que hagamos?
106 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ Hemos decidido que de momento Claudia se queda aquí
con Vilches y Teresa, ella tiene nociones de enfermera.
M_ Un momento –lo miró algo enfadada incorporándose en
la silla.
D_ Hemos pensado que vosotras debéis marcharos con la
niña. Esto es demasiado peligroso.
T_ Maca, Esther por favor... es lo mejor.
V_ ¿Cuándo se van? –preguntó Vilches.
E_ Nosotras no hemos hablado todavía –dijo Esther, todos
las miraron.
M_ Nosotras no nos vamos a mover de aquí, si salimos de la
aldea será con todos, pero no vamos a abandonar, de
ninguna manera.
V_ ¿Cuándo se van? –preguntó Vilches.
E_ Nosotras no hemos hablado todavía –dijo Esther, todos
las miraron.
M_ Nosotras no nos vamos a mover de aquí, si salimos de la
aldea será con todos, pero no vamos a abandonar, de
ninguna manera.
E_ No nos vamos a ir, que quede claro, además ¿por qué
nos tenemos que ir nosotras y vosotros no? –miraba a
Teresa y Vilches que estaban sentado juntos.
M_ Eso es.
107 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Hubo unos segundos de silencio, se escuchó el bufido
de Vilches, Claudia miraba a un Dávila que prefería no ser
él quien lo dijera, Teresa hizo un pequeño puchero en su
barbilla, y fue Cruz quien miró con insistencia a su marido.
V_ Está bien, he sido yo.
M_ ¿Y me puedes decir por qué? –no fue un reproche pero
su tono si llevaba una mezcla de seriedad y queja.
V_ Voy a perder mi reputación pero... es lo que pasa por ir
contra dos cabezotas, lo he dicho porque no quiero que
sufras más Maca, porque ya has sufrido bastante, porque
has encontrado una mujer que te quiere, te soporta y eso
no es fácil, y sé que si las cosas se ponen difíciles igual que
tú lo sabes, nuestras vidas son blancos sencillos, nos
convertimos en el centro de las miradas de esos hijos de
puta y tienen buena propaganda en el mundo estamos en
Navidad. Y eso no lo quiero para ti ni para Esther, ni para
esa pequeña que tiene suerte de ser vuestra hija, ¿está
claro? –le dijo con gesto serio.
M_ Vale –le respondió con los ojos emocionados tragando
saliva mientras pasaba su lengua por los labios tratando de
poder hablar con calma-. Pero repito, si no nos vamos
todos, nosotras tampoco, aunque te agradezco tu
preocupación.
V_ Muy bien, pues si esto es lo que opinan, habrá que trazar
un plan.
T_ ¡Ay Dios mío! –susurró abatida.
108 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Todo va a ir bien y si va mal, estaremos juntos para
superarlo, porque si nos vamos, ¿crees Teresa de verdad
que podríamos estar tranquilas allí y nuestra gente aquí?
T_ Ya lo sé Esther, pero...
E_ Yo os comprendo, pero Maca y yo estamos juntas en
esto.. y seguiremos juntas en esto con vosotros.
D_ Pues nada lo dicho... haremos un plan de emergencia
mientras las mujeres nos preparan la cena para recibir a
Noël.
E_ ¿A papá Noel?
M_ No cariño –rieron todos-. Se le llama así con la e muy
cerrada a Jesús, hoy se hace la cena por él, se brinda por él,
en algunas partes de África, y siempre es la fecha idónea y
escogida por la Guerrilla para armarla más gorda –sonó la
alarma de Laobi y todos se pusieron rápidamente en pie.
T_ ¡Los niños!
V_ Son los chicos de Bárbara –dijo rápidamente pues fue el
primero en salir.
Ba_ Bueno pues nada... ya me voy a preparar. Esther
puedes ayudarme con Mona, quiero revisar y dejarte a ti su
enfermera.
E_ Claro.
Fueron a saludar a los hombres que les traían noticias
frescas sobre el estado de la guerrilla y los militares,
109 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mientras Maca con la niña en brazos se había sentado en la
recuperada mecedora y Cruz lo hacía en el suelo a su lado.
M_ ¿Crees que nos hemos equivocado?
C_ No Maca, sé que es lo que queréis y a lo mejor es como
muchas veces pasa, humo...
M_ No soportaría que a Esther le pasara nada.
C_ Y nada va a pasar –la miró sonriente.
M_ Oye Cruz...
C_ ¿Qué?
M_ ¿Podrías dejarme ver la foto?
C_ Claro –sonrió ampliamente.
M_ Quiero mostrársela a Esther.
Mientras en el hospital, Mona recibía con sonoros
besos a Esther y Valiente saltaba para que le dieran sus
mimos también, lo primero fue mirar la herida y comprobar
que no supurara, lo segundo explicarle como debía curarla
y por último:
E_ ¿Bárbara crees que nos estamos equivocando?
Ba_ No, creo que es lo que sentís, y hay que hacerlo así.
E_ Ha sido todo un detallazo por parte de Vilches, no me lo
esperaba.
Ba_ Es un maravilloso cabrón. Mira Esther, te he traído aquí
para decirte que gracias, no sé si voy a salir con vida de lo
110 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
que tengo que enfrentarme, y quiero decirte de corazón
merci.
E_ No digas eso Bárbara.
Ba_ ¿Viste la serpiente?
E_ Sí –asintió con gesto triste.
Ba_ Impresiona, ellos mucho más porque son humanos pero
capaces de aniquilar sin motivo. Y voy hacia tierras de
guerra, mi parque está en peligro y debo ir. Cuida a Teresa
es adorable, my lady, la amo, cuida a Maca es borde como
ella sola pero, un encanto, a Maes, y a todo esta gente que
también es mi gente –lo decía seria con un tono solemne
que le puso la piel de gallina a Esther-. Cuídate y gracias
por devolver a la mejor Maca.
E_ Bárbara –se abrazaron entre lagrimas y Esther sintió el
miedo en aquella mujer-. Todo va ir bien.
Ba_ Por supuesto, mi bella ragazza. ¿Vamos?
Fuera todos trataban de tranquilizarse un poco, las
noticias eran malas, pero con perder la compostura y los
nervios no se solucionaba el problema. Al salir Bárbara se
fue despidiendo de todos, un abrazo, una sonrisa, hasta que
llego a Teresa sus ojos se encontraron, Teresa sonrió puso
sus dos manos en las mejillas de la rubia que se había
puesto de momento muy colorada y sin pensarlo junto sus
labios con los de la veterinaria quien abrió los ojos como
platos, y sintió como un calor abordaba su piel de arriba
abajo.
111 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Cuídate y gracias por todo guapa.
Ba_ A.. a... adi... adi.
M_ Arranca Bárbara, arranca...
Ba_ Adiós my lady –le devolvió la enorme sonrisa mientras
Maca que había dejado a Maes con Cruz, pasaba la mano
por los hombros de Teresa-. Cuídamela.
M_ Lo haré no te preocupes, pero sobre todo cuídate tú.
Ba_ Adiós familia.
El camión junto al jeep se marchó, desde la puerta del
hospital Mona saludaba con su brazo en alto reposando su
cabeza en el hombro de Bartolo que la miraba serio, y
Valiente que se había cogido la gorra de Carolina Herrera y
no había manera que la soltara, se abrazaba ala barriga de
su mami, como le había explicado Bárbara, eran una
familia, su nueva familia que lo querían y que lo iban a
cuidar siempre. Todos se fueron retirando y quedaron Maca
junto a una Teresa que se había quedado con la mirada
perdida tras el portón de madera que no permitía ver la
marcha de Bárbara.
T_ ¡Ay señor!
M_ Venga vamos Teresa... no te pongas así.
T_ ¿Pero cómo no quieres que me ponga así? –la miraba
seria-. Yo que no quería que Bárbara ser fuera, se va, y yo
que quiero que os vayáis vosotras, no os vais... si es que...
112 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
todo al revés –se quejaba negando con la cabeza y
juntando sus manos.
M_ Venga va... que los hombres estarán a punto de llegar y
no van a tener preparadas las cosas –entonces vio como
Esther le hacía un gesto mientras se metía en la cabaña-.
Voy a coger una cosa a la cabaña.
T_ Si, si... ay señor... ay...
M_ ¡Deja de suspirar Teresa! –le riñó medio sonriendo.
T_ Si es que... ayyyyy.
M_ Menudo morreo le has dado a Bárbara... le has sacado
hasta los colores, ¿suspiras por eso?
T_ No, suspiro porque la vida es injusta... solo eso –elevó los
hombros marchándose.
M_ Si, a veces puede serlo... y mucho –murmuró apenada
cerrando los ojos al recordar que Esther estaba esperándola
fue a la cabaña con paso tranquilo para no levantar
sospechas. Abrió y allí estaba Esther esperándola
sonriente-. Hola.
E_ Hola.
M_ ¿Y Maes?
E_ Con Claudia, nos ha echado un cable.
M_ ¿No me digas? –se encaminaba hacia ella.
E_ Sí –puso gesto serio.
M_ Eso es estupendo –sonreía pícaramente.
113 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pues si –le devolvía la sonrisa.
M_ ¡Ay Esther! –la acarició lentamente mientras pasaba por
su cintura la mano.
E_ Au –se quejó.
M_ ¿Te he hecho daño? –preguntó alertada.
E_ No... es que justo ahí me llegó la patada de Lucero.
M_ Si es que ya te dije yo... pobrecita mía... cuando pille a
Lucero verás...
E_ Ella no tuvo culpa –le dijo con gesto de pena.
M_ ¿Ah no?, ¿y quién tuvo la culpa?
E_ Yo.
M_ ¿Y eso mi niña? –la miraba con la mano puesta en la
barbilla a los ojos sonriendo levemente.
E_ Pues porque... verás... prométeme que no te vas a reír.
M_ Prometido –le dijo con la sonrisa por debajo del bigotillo.
E_ Si ya te estás riendo –le decía de manera pija.
M_ Ays mi princesa... va cuenta –le sonreía mirándola
fijamente.
E_ Pues que esto de no... de no tener... sexo... cuando me
senté allí y comencé a tocarle las tetas a la vaca, pues
mira... no sé que me pasó pero... me acordé de las tuyas...
y uf... de verdad... que mal rato pase... porque claro venga
a tocar y a tocar, y yo cerraba los ojos y joer Maca es que
eran las tuyas –Maca la miraba fijamente y se estaba
114 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
poniendo colorada, asustando a Esther-. ¿Estás bien?,
¿Maca?
M_
JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
A.
E_ Joder te he dicho que no te rías –le decía con gesto
enfadado mientras Maca se había enganchado con la risa-.
Nada mírala, ¡te vas a mear!
M_ Ay… ay… ay…
E_ No sí…
M_ De verdad –trataba de calmarse limpiando sus lagrimas
pero al mirarla y verla tan seria no pudo más que comenzar
a reírse como loca nuevamente-.
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA… ay… ay… que me da
algo…
E_ Desde luego es la última vez que te cuento nada.
M_ No seas así mujer… que además debería estar yo
enfadada porque comparar mi bonito pecho con las tetas
caídas de una vaca –le dijo con cierto tono amenazador.
E_ Es que… uf…
M_ Lo malo –volvía a reírse-. Va a ser –más risas-, cuando
me toque ordeñar a mí y me acuerde de esto, vais a tener
que buscarme arriba de un árbol jajajajaja.
E_ Si… seguro jajajajajajaja.
M_ Jajajajajajajajajaa.
115 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Jejejejejejejee.
Y por fin el ataque de risa fue conjunto, lloraban y
reían sin poder parar, mientras se abrazaban y se miraban
hasta que Maca trató de suspirar repetidas veces para
controlar el ataque y Esther trató de hacer lo mismo.
M_ Bueno… uf… otra vez se nos está pasando el tiempo y
nada de nada –decía entre suspiros.
E_ Es cierto –se ponía la mano en el pecho-. Que risa por
favor.
M_ Uf… no me extraña que te diera una patada –sonreía.
E_ Pues no se porque, con lo que te gusta a ti que yo te
toque –le dijo bajito mientras le dejaba un beso en la
mejilla.
M_ Eso si que es verdad… pero es que yo… te quiero mi
vida, la vaca no.
E_ Pues debería, que le salvé la vida –seguía besando su
mejilla y la comisura de sus labios.
M_ Es una desagradecida –musitó sin poder abrir los ojos.
E_ Totalmente –besó con suavidad sus labios mientras las
yemas de sus dedos recorrían en silencio los brazos de
Maca tan suavemente que un escalofrío se adueño de ella.
M_ Esther… -abrió los ojos y se la encontró allí a un solo
paso suyo.
E_ ¿Qué? –respondió con un hilo de voz.
116 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Te quiero –le acarició la cara con delicadeza y total
ternura en su mirada.
E_ Yo también mi vida –comenzaron a besarse con
suavidad, mirándose a los ojos-. Mucho.
M_ Pero no tanto como a Lucero…
E_ No… -sonrieron nuevamente.
M_ Eres muy mala voy a tener que vigilarte.
E_ Lo que tienes que hacer, es… -se pellizco el labio
mientras las manos de Maca recorrían la espalda buscando
el cierre del sujetador.
M_ ¿Qué?
E_ Hacerme el amor.
M_ Eso me gusta más –susurró mientras sus dientes
atrapaban suavemente el labio inferior de una Esther
totalmente excitada.
E_ Y a mí…
Sus labios se encontraron en ese baile que ellas tan
bien y en tantas ocasiones habían ensayado, los pasos eran
metódicos pero siempre diferentes, nuevos y excitantes,
unir sus cuerpos, sus bocas y sus lenguas, un paso y la
unión perfecta en la más bella danza de amor.
M_ Mi amor… -jadeaba.
E_ Si –susurraba extasiada mientras su mano audaz
desabrochaba el botón del pantalón.
117 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Oh…
E_ Maca…
Pero de pronto la alarma de Laobi volvió a sonar, el
baile se detuvo.
M_ Me cago en la hostia –protestó mirando el techo.
E_ Joder.
M_ Uf… corre … -salieron de prisa de la cabaña.
E_ No me hables de correr –murmuraba enfadada.
Los hombres llegaban con una pieza única de antílope,
las mujeres aullaban y aplaudían, el mejor regalo para Noël
sin duda, y con un grito de Zulú, la pieza fue dejada sobre
la tierra, ante Massamba quien salió de su cabaña donde no
cesaba de hacer ruido, y todos se preguntaban que estaría
haciendo. Los ojos de todos miraban al hombre que con un
asentimiento de cabeza dio por buena la caza, y así empezó
la danza, los gritos, los golpes de sus lanzas contra el suelo,
el polvo que levantaban sus pies al golpearlo, aquel baile
que ofrecían a los espíritus para agradecer que todos
volvían sanos. Aquella danza calmó a las dos mujeres un
poco el ardor, Claudia las miraba y sonreía, y es que,
aquellos movimientos y gestos adustos en sus caras era un
espectáculo único que hasta los perros y la familia Mona, se
detenían para observarlos.
Una vez finalizaron ya no pudieron volver a la cabaña,
fueron requeridas por Teresa y los ojos de Claudia se
118 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cruzaron con los de Esther, que los cerró negando con la
cabeza mientras se mordía con cierta desesperación el
labio.
E_ No hay manera…
Cl_ Se nota –no quiso reírse pero no lo pudo evitar.
T_ Bueno vamos a tener trabajo para cortar la carne.
E_ Yo no quiero verlo, ¿qué hago yo?
T_ Prepara el fiambre… -entonces se detuvo en su camino
hacia fuera y murmuró-. ¡No me puedo creer que haya
dicho semejante palabra en medio de la Selva! –decía
pensativa.
Cl_ Si, es increíble… por eso he venido ¿eh? –le guiñó
divertida el ojo.
T_ ¡Mira que cara! –le dijo seria.
Cl_ No Tere, una que es lista –sonrió.
M_ Voy a explotar, un calentón más detenido y exploto –
entró diciendo de manera graciosa-. Teresa no tenemos
intimidad, y estoy preocupada mi mujer confunde mis tetas
con las de Lucero.
T_ ¿Esther? –la miró muy seria.
E_ Joder Maca… un poco más y lo cantas por la radio.
M_ No es mala idea, eso me ha dolido ¿eh? –le decía seria.
E_ Era el tacto mujer... la abstinencia... en fin... –elevó los
hombros.
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M_ Ya... me estás comparando mis precisos pechos con
unas tetas descolgadas de una vaca, cariño. Teresa dile
algo por favor –decía seria pero por dentro muerta de risa.
T_ No… no… esto ya es lo último –parecía no poder
entender lo que le decía.
M_ Por convulsión masiva empezando por la entrepierna
Tere, que me quemo… que no doy más de mí si no chusco.
E_ ¡Maca! –la riñó.
T_ Voy a cortar carne… o terminaré cortando cabezas… las
tetas de Lucero por las tetas de Maca… no… si al final…
oye… ¡un momento!, ¿has dicho las tetas de Lucero?
M_ Sí mami... –le dijo seria.
T_ Madre del Amor Hermoso... esta noche me quedo a la
niña yo... ¡no hay más que hablar!
M_ Gracias Teresa, en el fondo eres casi una santa si no
fuera por el morreo que le has dado a quien ya tú sabes.
Arreglado cariño.
E_ Desde luego –la miraba con los ojos entrecerrados
cruzando los brazos sobre el pecho-. Eres...
M_ ¿La mejor?
Cl_ Anda deja de darte el lote de que eres la mejor y ayuda
a las chicas, yo me quedo con Esther no vaya haber una
eclosión de calentamiento mundial empezando en la
Selva... ve... anda...ve.
120 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No sé si podré aguantar hasta luego –le dejó un beso en
el cuello.
E_ No seas payasa que no estamos solas –le dijo bajito.
M_ ¿Y?
E_ Que sabes que me da corte –susurraba sonrojada.
M_ Me encanta cuando te pones así, coloradita.
E_ ¡Maca!
M_ Vaaaaaaaaaaaaale, me voy... uf –resopló ante la mirada
divertida de Claudia.
E_ Bueno... menos mal que te has quedado tú para coger lo
de la parte de arriba –decía mientras sacaba los paquetes
envasados al vacío.
Cl_ Claro mujer no hay problema. Oye...
E_ ¿Dime?
Cl_ ¿Os habéis pensado bien la propuesta de Vilches? –iba
sacando los platos de plástico que habían llegado en el gran
pedido de Esther.
E_ Sí, no vamos a dejarles... o todos o ninguno –decía
segura.
Cl_ Ese es el espíritu de la gente que trabajamos en esto,
¿verdad? –le sonrió ampliamente.
E_ Sí... gracias por querer quedarte tú...
Cl_ Estoy con Vilches, Maca ha encontrado la felicidad y yo
quiero mucho a Maca como para no hacer algo así.
121 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Ya... –le contestó algo cortada-. Bueno la verdad que me
siento un poco incomoda hablando de esto contigo.
Cl_ Lo sé, lo siento no es mi intención, mira Esther, cuando
estás en la Selva a veces la soledad te hace extraña, haces
cosas que quizás en tu país ni te planteas desde comer ojos
de cocodrilo en una sopa, hasta en mi caso, liarme con
Maca. Pero te aseguro que ella lo que necesitaba era
alguien como tú, que le parara los pies y le demostrara que
en la vida no se puede ser tajante en algo tan hermoso
como el amor –Esther la escuchaba la consideraba alguien
extraña, ni llegaba a ser rival, ni tampoco amiga-. Julia le
hizo mucho daño, y ella vivía bien con esa excusa sabía
como volver loca a cualquier mujer, pero no era ella, ella es
quien está hoy ahí fuera metiéndose sin parar con Teresa
porque sabe que está mal por Bárbara, ella es la que ahora
mismo te está mirando, la que sonríe, y esa Maca la has
devuelto tú, como su amiga que me considero y alguien a
quien adoro, me hubiera gustado que os fuerais a intentar
vivir vuestro amor lejos de aquí, pero sé, que sois carne de
esta Selva y aquí o donde estéis, seréis felices.
E_ Gracias... la verdad que siempre te tuve cierta manía,
pero... sé el aprecio que le tienes a Maca y, eso me hace
considerarte amiga.
Cl_ Me alegro –sonrió-. Pues amiga vamos a cortar el
fiambre o Teresa nos cortará a nosotras.
122 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pues si –dijo aún algo nerviosa pero tratando de
serenarse con la mirada puesta en una Maca que no paraba
de sonreír.
Cl_ ¿Una pregunta?, ¿qué hace Massamba con tanto ruido?
E_ Ni idea, es más debería no hacer nada, la herida no le
cicatrizó bien y estoy un poco preocupada.
Cl_ Vaya...
E_ ¡Claudia que viene Teresa! –le dijo al ver que la mujer
estaba a punto de entrar y ellas no habían hecho nada,
conociéndola sabían que se iban a llevar una buena bronca.
Cl_ Joder... dame algo.
E_ ¡Ay madre!, toma...
Cl_ ¿Un vaso?, joder Esther que está aquí.
E_ Ya... y...
T_ ¡Pero bueno!, ¡vosotras qué de chachara!, pues vamos
bien a este paso me toca hacerlo todo a mí, ¿qué pasa?,
que hablar mucho pero trabajar poco... ¡bah, si es que no
sé ni como os dejo solas al cargo de esto!, mala la una peor
la otra –ellas se miraban de reojo mientras abrían el envase
de salami-. Si es que... bla bla bla, pero de trabajar nada...
si ya lo decía mi madre... ¡uy dónde he puesto la fuente
grande!
E_ La tengo yo –dijo débilmente.
T_ ¡Acabáramos! –la miró muy seria con sus ojos muy
abiertos.
123 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Salió de allí mascullando con gracia, y ambas se
miraron sonrientes al ver sus nervios porque todo saliera
bien.
El resto de mujeres comenzaron a llenar la cocina,
mientras fuera Cruz disfrutaba con la mano del mortero
junto a Nmaba triturando cereales, los niños que tan bien
conocían a la Mwasi mondele, le contaba sus adelantos en
los estudios, la mujer se mostraba feliz mientras su marido
junto a Dávila, valoraban la tensa situación en la que se
encontraban.
En un momento dado, Maca tuvo que ir a cambiar a la
pequeña Maes, la dejó dormidita en la cama y fue a tender
los pañales, era su turno, estaba en ello con los brazos
arriba cuando notó como unas manos apretaban sus pechos
y una sonrisa traviesa estallaba.
E_ Te pille.
M_ Esther... pero... –se reía ya no solo por el susto sino, por
su gesto.
E_ Me muero por besarte, me he escapado de mami que
menuda pieza es en la cocina, me ha dicho en mi propia
cara –Maca la miraba divertida por sus gesticulaciones y su
gesto ofendido-. Que se nota que tenía una sirvienta, que
no sé poner el jamón con delicadeza.
M_ Es que es verdad cariño, que eso se nota –seguía
mirándola divertida.
E_ Pero oye lo que cuenta es la intención.
124 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Ah, si?, es cierto, ¿y qué intenciones tienes viniendo
aquí a despertar mi revoltosa libido?
E_ Ninguna... solo venía a darte un beso –ponía gesto de no
haber roto un plato.
M_ Ya...
E_ Si –sonreía mientras daba pasos hacia tras.
M_ Te vas a caer que si andando hacia delante te caes, ni te
cuento hacia detrás.
E_ Eres mala.
M_ Pero estoy buenísima.
E_ Eres... de verdad... una engreída que te cagas.
M_ ¡Pero qué modales son esos! –le decía con una amplia
sonrisa por sus palabras.
E_ Ya ves... todo lo malo se contagia.
M_ Y lo bueno –la cogió de la cintura-. Ven aquí.
E_ Me he dejado ¿eh?
M_ Ya, ¿qué tiene mi niña aquí?
E_ ¿Adónde?
M_ Aquí –le dijo abriendo su boca y atrapando sus labios en
un beso intenso y profundo que hizo que Esther ahogara un
gemido entre sus labios.
T_ ¡Maca!...
125 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Joder... –renegó apoyando la frente contra Esther-. Ya
voy Teresa.
E_ Esta noche cariño... esta noche haremos la fiesta del
siglo tú y yo, en nuestra cabaña, recuérdalo –le dijo
saliendo corriendo de allí.
M_ Joder como me pone –susurró con cara de tonta y una
gran sonrisa.
En medio de la aldea, Mona que había salido ya de su
ingreso hospitalario estaba despiojando a Valiente y
Bartolo, los demás niños esperaban sonriendo su turno.
Mientras, Vilches salía de su despacho junto a Dávila, su
gesto era serio pero tranquilo, al ver a Cruz con la mano del
mortero, sonrió, sin duda siempre se había implicado con
aquel pueblo al que ella adoraba.
T_ ¡A comer!... vamos...
Y allí todos, acudieron a la llamada de la gran mami,
Lula apareció sonriente tras Massamba, y juntos con el niño
en el saco que ella llevaba en su espalda se reunieron con
el resto, una gran mesa, donde todos se sentaban y
hablaban, donde las sonrisas eran las protagonistas, y
donde Teresa en pie, miraba a todos y cada uno de ellos,
Vilches hablando con Cruz, ésta sonriendo, Maca y Esther
con su tontería particular, las manos por debajo de la mesa,
la bronca de Vilches pidiendo las manos a la vista, Claudia
que sonreía divertida con Dávila sobre las chicas,
Massamba hablaba con Ngouabi quien le contaba todas las
126 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
vicisitudes para cazar el antílope, Zulú sentando a sus hijos
mientras Nsona con su vientre ya avanzado lo miraba con
el amor en sus ojos, Nmaba riéndose junto a Siya que
parecía contar con el favor de la mujer para estar junto a su
nieto, Monwe recibiendo las sonrisas de Zambi quien había
puesto sus ojos en la joven que poco a poco con la ayuda
de todas iba superando la muerte de su bebé. Sissou
contando a Yildas todo aquello que había traído la mondele
que se estaba volviendo loca para colocarlo, hasta Laobi
había dejado de vigilar y se había unido a todos ellos, y no
paraba de sonreír con las locuras de Dib. Allí estaba su
familia, su gente, su aldea, su mundo, nadie vio como se
giraba con los ojos acuosos, nadie la vio llorar en la cocina,
pensaba en Bárbara, pensaba en ellos, en la fragilidad en la
que vivían y su corazón que había sufrido ya tantos golpes,
parecía avisarle ¿otro?
T_ Dios mío... no nos mandes más castigos... te lo ruego.
La cena fue de lo más divertida, aquellos fiambres que
para los hombres y mujeres de la aldea eran imposibles,
hicieron las delicias de todos, el vino, después el champán,
y los frutos secos mezclado con comida clásica de África
realmente hizo que la noche que era bastante estrellada y
con una luna hermosa sin lluvia, fuera especial. Las miradas
furtivas entre Maca y Esther se sucedieron durante la cena,
Maes fue de brazo en brazo, en ese momento en que todos
se disponían a cantar a Noël la tenía Nmaba con su amplia
y feliz sonrisa. Esther escuchaba las canciones, Teresa las
127 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cantaba con una expresividad y un dominio del kikongo que
era la admiración de todas, cuando terminaron de sus
canciones de repente Esther habló.
E_ Bueno y porque ahora no cantamos esa de...
M_ ¡Ay madre!, cariño que no entonas muy bien.
E_ Venga... vamos allá... Esta noche es Noche Buena y
mañana Navidad –se le fueron uniendo entre risas las
mujeres mientras daban palmas y Maca se moría de risa de
lo mal que cantaba su mujer-. Saca la bota María que me
voy a emborrachar... ¡todos venga!
T_ ¡Ande ande ande!
ClyD_ ¡La marimorena!
Cy V_ ¡Ande ande ande!
MyE_ ¡Qué es la Noche Buena!
Las risas siguieron al final de la canción, los hombres
reían y aplaudían al ver al Ziku cantar como loco, mientras
las mondeles recién casadas no paraban de reírse mientras
cantaban, de mirarse a los ojos, de demostrarse
abiertamente tantísimo amor.
T_ Venga vamos a recoger todo y a bailar que es Navidad –
decía feliz aún con añoranza.
Cl_ Vamos Teresa... venga chicas dejar un poco de tontear
que dais un poco de asquito.
V_ Eso, eso... imagínate lo que tenemos que soportar... un
monumento nos merecemos.
128 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Eres un desaborio te lo digo siempre... con lo bonito que
es el amor –sonreía burlona- ¿Verdad Cruz?
T_ Pero lo vuestro cansa ¡hija! –les decía seria.
Lu_ ¿Tiernas?, así Esther –preguntó ante la sorpresa de
todos.
E_ Sí cariño, somos tiernas pero nadie nos comprende –le
dijo abrazándola con todo el cariño que sentía por ella.
Ns_ Oh Mwasi, Nsona comprender.
M_ Menos mal –les dijo sonriendo.
Entre bromas y risas fueron retirando las cosas de la
mesa, los hombres mientras se fumaban los puros que
Dávila había traído para ellos, y preparaban los tam-tam
para bailar, hablaban sobre la Selva, las mujeres
canturreban, y no paraban de hablar, una de las veces
Maca estaba cogiendo un vaso y Esther se puso al lado
diciéndole bajito:
E_ ¿Preparada?, esta noche voy a dejarte ko mi reina.
Maca la miraba con la boca abierta, no sabía como lo
hacía era insultante que fuera tan fácil dejarla boquiabierta
y atontada sintiendo como toda su sangre se revoloteaba
sin remedio, y Esther se alejaba sonriendo.
Cr_ Anda cierra la boca, es la primera mujer que te tiene así
¿eh?
M_ Uf... me puede –dijo sonriendo.
Cr_ No se nota mucho.
129 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ambas rieron y siguieron con las risas y felicidad del
momento. Una vez todo estaba preparado, el tam-tam
sonó, y todos comenzaron a bailar, en parejas, por libre con
los niños, cantaban, se divertían en el otro lado del mundo,
donde el horror era diario, también podían sacar esa parte
de alegría por vivir, por estar juntos, por compartir, y así lo
hicieron hasta que llegó el momento de felicitar a Noël
según las costumbres de la Selva y se hizo con total
solemnidad...
Massamba se puso de pie tras él todos los demás, los
niños arrodillados delate suya, las mujeres detrás, Mona,
Valiente y Bartolo junto a los perros como uno más de la
familia escuchaban de la voz de Massamba agradecer que
estuvieran juntos, sanos y salvos, para después pedir que
siguieran protegiendo sus vidas. Cada uno de ellos alzó su
plegaría en silencio, cada uno cerró sus ojos pidiendo casi
en común lo mismo, y aquellas plegarias parecieron caer
juntas, unidas al fuego y en un gran destello se alzaron
hasta el cielo, cubriendo con sus luces las estrellas
formando parte del firmamento, de ese Universo que para
todos ellos era esa aldea, esa amistad, ese amor.
Un golpe seco del tam-tam dio por finalizada la fiesta
hacia Noël, y allí juntos sintieron esa magia especial de la
que les habló Nmaba, “cuando las cosas salen del
corazón llegan al espíritu del cielo, él nos comprende
y nos da valor, él nos da la fuerza para aplacar tanto
miedo, para creer en el amor y superar el dolor, y
130 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
que nadie dude, que después de la muerte y del
sufrimiento llegará la paz”. Su voz inundó cada recodo
de los presentes, y Maca instintivamente entrelazó sus
dedos a los de su mujer, y se miraron, una mirada meliflua
repleta de ternura les hizo ver en el brillo de sus ojos el
amor, y la emoción.
Eran cerca de las dos de la mañana, todos hablaban
sobre aquella Navidad diferente, para cada uno significaba
algo distinto, quien sorprendió fue Claudia que contó como
el día de Navidad, su novio y el que iba a ser marido en
escasas semanas, le dijo que se había enamorado de otra y
se iba para siempre de su lado, desde ese día todas las
Navidades le dolían, sin embargo, compartirla allí rodeada
con algo tan simple como necesario que era amistad y
amor, le había dejado por primera vez un buen sabor de
boca. La calma era total, el crepitar del fuego era la música
que les acompañaba cuando llegaba el silencio. La mente
de Teresa voló hasta Bárbara, aquella mujer tan especial,
aquella loca que le hacía constantemente reír, que le hacía
sentirse bien, rezaba para que no le pasara nada, la echaba
de menos. Mientras Vilches y Cruz contaban como fue su
primera Navidad juntos, las risas se fueron sucediendo, allí
sentados todos, Zulú transmitía a las mujeres que habían
llegado las palabras de los mondeles, y éstas sonreían ante
las diferentes costumbres que ellos tenían, les parecían
curiosas y también algo sosas. Eso de comer tanto y nada
más, no lo llegaban a entender. Cuando llegó el turno de
131 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Esther, contó las grandes fiestas en su casa, todo tan frío,
tan vacío, tan triste que le había emocionado poderlo
compartir con su nueva familia, ya no solo Maca y su hija,
sino, con todos los que para ella eran su familia, llegado a
ese punto Mona con un vestido Lacoste verde de Esther se
subió en sus brazos ante la sonrisa tierna de todas. Las
mujeres que habían cogido por la mondele bajita mucho
cariño, sonreían y Nmaba le dijo que ellos sentían lo mismo,
una más, la sentían como una más. Maca contó poco, no
porque no tuviera que contar sino, porque no quería que se
dieran cuenta la emoción que recorría su cuerpo al tener a
Esther junto a ella.
Poco a poco se fueron retirando, al día siguiente habría
que despedirse y toda despedida conllevaba un sufrimiento
necesario que pasar, Vilches y Cruz se quedaron fuera de
su cabaña mirando el cielo estrellado, aquella hermosa luna
abrazados tapados con una manta fina. Teresa se llevó a
Maes, la pequeña aquella noche precisamente se había
portado de lo más bien, y era motivo de comentario para
todos y nuevas risas, nueva felicidad.
M_ Bueno Teresa, si necesitas algo nos llamas, eso si, llama
antes de entrar a la puerta, no estás para emociones
fuertes.
T_ Deja... deja... ¡mira que eres burra! –le riñó-. Además no
es el primer niño que cuido ¿eh?
M_ Lo sé Teresa, lo sé.
132 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Gracias Teresa –le sonrió por las caras que le ponía
Maca.
T_ Venga... a ver si es posible que no se despierte toda la
Selva.
E_ Tranquila –contestó algo sonrojada.
M_ Bueno, buenas noches Maes –le dio un besito en la
frente.
E_ Buenas noches cariño –le dio otro.
T_ Venga a descansar, bueno... a lo que sea... bueno me
voy.
Se quedaron solas, mirándose con una sonrisa y Maca
de pronto estiró de su mano para llevarla a la cabaña en la
puerta Esther la detuvo.
E_ Para... para...
M_ No me hagas parar, ni se te ocurra –le advirtió mirándola
con gesto serio.
E_ Pues vas a parar, porque vamos a disfrutar de nuestra
primera Navidad juntas.
M_ Ah, y me lo dices ahora después de ponerme caliente
como una loca con tu frase en la mesa.
E_ Se siente, ese era tu juego, ¿no?, al principio me lo
hacías pasar así de mal a mí, así que yo también sé ser
cautivadora, y ardiente –le musitó cogiéndola de la blusa y
atrayéndola hacia ella-. ¿Oh no?
133 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Demasiado.
E_ Pues mi mujer preciosa se va a esperar aquí –le decía
con su eterna sonrisa.
M_ Como tardes mucho entro –le hacía un gesto de total
seguridad sin contemplaciones alguna.
E_ Vale, prométeme que vas a ser buena –le besó.
M_ No puedo.
E_ Vaaaaaaa –le decía sacando su lado pijote.
M_ Lo prometo.
E_ Eso es –se mordió el labio inferior suspirando
fuertemente-. Porque como tú has dicho vamos a vivir
emociones fuertes –se metió en la cabaña.
M_ Joooooooooooooooooooder –susurró resoplando ante la
sugerente frase de su mujer.
Allí fuera, veía a Vilches y Cruz hablar y sonreír, que
pareja aquella, siempre les había tenido envidia, siempre
había soñado con algo así, y justo detrás de la puerta
estaba su sueño hecho realidad. Paseaba de lado a lado
inquieta, sintiendo el cosquilleo de miles de mariposas en
su estómago y su entre pierna, resoplaba con asiduidad,
juntaba sus manos, las entrelazaba, sonreía, se detenía,
volvía a andar, hasta que de pronto escuchó algo que la
dejó quieta con gesto de total asombro.
Antes de que se abriera la puerta lentamente, oyó un
¡au! Tras un golpe, algo habitual en Esther, que primero le
134 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hizo sonreír y después asombrarse, porque tras la puerta
podía ver la luz de velas de colores, sin duda, una sorpresa
más que le tenía guardada su mujer, pasó hambrienta de
verla, y al entrar la puerta se cerró tras ella, al girarse allí la
vio en una pose muy sensual, con aquel picardías que a
Maca tanto le gustaba, con su sonrisa encantadora y
saliendo de no sabía muy bien donde una música que
recordaba perfectamente, un bolero “Amanecí en tus
brazos”, con la desgarradora voz de Chavela Vargas.
E_ ¿Quieres bailar?
M_ Contigo lo quiero todo -le dijo dulcemente como
hechizada, como entregada a ella para toda la vida,
dejándose llevar.
Juntaron primero los dedos de su mano, deslizándose
suavemente la mano derecha de Maca con la mano
izquierda de Esther, unos ojos echando chispas de pasión
los de Maca, encontrándose con los otros de Esther que
respondían de igual manera; la mano de Esther se aferró a
su cintura de tal manera que hizo que la piel de su mujer se
erizara al fino contacto, de igual modo cuando el brazo de
la Pediatra recorrió el hombro de Esther para detener su
mano en el cuello, recibió la misma respuesta, un escalofrío
una entrega total. La música que ya había empezado a
sonar, las rodeó para que al unir sus cuerpos la magia fuera
total, entrelazaron sus piernas, la mano de Maca fue
descendiendo lentamente por la espalda desnuda que
135 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dejaba el picardías, tan lentamente como sus pies se
movían, como sus cuerpos parecían desplazarse tan solo
milésimas, tan lentamente como la música sonaba o como
las velas destellaban con una luminosidad por toda la
estancia, que hacia del momento, único.
Amanecí otra vez, entre tus brazos
Y desperté llorando de alegría.
Las mejillas se rozaron, los pasos lentos, como cada
letra que regalaba la canción a sus oídos, las yemas de los
dedos rozando la piel deseada, las manos que se habían
entrelazado, apretando como si dependieran del roce para
seguir vivas.
Me cobijé la cara con tus manos
Para seguirte amando todavía.
Las manos se deslazaron, Maca posó la suya en la
cintura de Esther mientras la otra ascendía por la espalda
hasta el cuello, las manos de Esther bajaron hasta las
caderas de su mujer, se metieron por la fina camisa de lino
que llevaba y dibujaron un cuadro abstracto de caricias. Un
suspiro llenó la música. Antes que cantara nuevamente
haciendo que fuera como un redoble de tambor.
136 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Te despertaste tú casi dormida
Y me quisiste decir no se que cosa.
Los ojos cerrados dejándose llevar por los latidos
ardientes de sus corazones, por las caricias, por el tacto,
por el roce de ambas mejillas que se movieron lentamente
buscando, encontrando el anhelo de sus labios.
Pero callé tu boca con mis besos
Y así pasaron muchas, muchas horas.
Por fin se encontraron, las bocas, los labios,
suavemente Esther sus manos en la cintura de Maca
subiendo por la espalda, Maca las manos en el cuello
acariciando su pelo, y los labios ¡ay los labios!, que juego,
que placer, que ternura, besos y más besos, lentos como si
así pudieran saborearse más, como si así el éxtasis llegara
poco a poco, como se saborean las mejores cosas de la
vida.
Cuando llegó la noche
Apareció la luna
Y entró por tu ventana.
137 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
La pausa en la voz de Chavela Vargas, la llenó el
sonido del chasquido de los labios buscándose ya sí con
ansia, sus manos ya no buscaban caricias lentas, sino viajar
a través de su espalda, con las palmas bien abiertas,
rozando, acariciando, aprisionando por la pasión, por el
calor que las iba ya sí, inundando.
Que cosa más bonita
Cuando la luz del cielo
Iluminó tu cara.
La ropa ya sobraba, las respiraciones se volvieron
jadeantes, los ojos miraban con premura, las manos
liberaban los cuerpos, las bocas, las piernas hasta que hubo
una pequeña tregua donde Maca acarició lentamente su
cara como si quisiera detener el tiempo en ese segundo en
el que aquellos ojos transmitían todo el amor que sentía su
corazón. Ambas sonrieron, y se besaron desnudas,
dibujando sus labios con la lengua, y entraron en sus bocas,
resbalando, saboreando, notando como todo su cuerpo
hervía en una súbita urgencia, que no detenía el baile,
lento, pegado y sensual.
Yo me volví a meter entre tus brazos
138 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Tú me querías decir, no sé que cosa.
Despacio con suavidad, Maca se dejó caer en la cama,
sobre ella Esther y los ojos decían tantas cosas que no
hacían falta palabras, la energía entre ellas explicaba
millones de cosas, de sentimientos desbordados, mientras
las manos volaban, los cuerpos se entrelazaban, las
melenas se enredaban, los dedos encontraron la libertad de
movimientos para esa pasión desmesurada que sentían,
que vivían. Se entregaron al amor con total dependencia,
sus movimientos agitados, sus bocas, sus manos, sus
sexos, Esther acoplándose sobre su mujer perfectamente
como si Dios las hubiera creado por separado para unirlas
en la perfección más absoluta del amor, y allí jadeaban, se
movían, se contorsionaban, apretaban las mandíbulas,
cerraban los ojos, sudaban, y se devoraban con la avidez
del torbellino de la pasión más perfecta. Hasta llegar al
final, con una explosión silenciada de miles de partículas en
el aire llamadas, amor.
Pero callé tu boca con mis besos
Y así pasaron muchas... muchas horas.
Y así pasaron los minutos, entre besos suaves, caricias
lentas, miradas enamoradas, y así con esos besos no hizo
falta más que dar y recibir, sentir y sonreír. Para volver a
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amarse de mil maneras diferentes, sabiendo que lo más
importante era que en el lugar más recóndito de su
corazón, ambas sentían lo mismo, amor.
Hasta que el sueño y cansancio les venció, hasta que la
respiración volvió a apaciguarse, Esther miró a Maca, con
un delicada sonrisa en sus labios mientras se aferraba a su
cuerpo.
E_ Alguien dijo una vez que cuando se ama de verdad...
hasta después de encontrar la muerte, se sigue amando –le
susurró con sus pocas fuerzas-. Yo creo, que si hoy me
muriera, seguiría amándote toda la eternidad.
M_ Lo sé... porque a mí me pasa igual... la eternidad será
para nosotras lo que el amor es hoy para poder vivir –ya no
pudo decir más, así abrazando a su mujer se durmió.
Y seguían durmiendo abrazadas suavemente, tan solo
algún movimiento de una hacía que la otra volviera a
buscar el cuerpo de su compañera en la cama, para dejar el
menor espacio entre ellas. Maca en una de esas vueltas,
oyó algo, le pareció un sonido extraño, no se quedo
tranquila y se separó de Esther con cuidado de no
despertarla, se cubrió con el camisón que había junto a la
cama en silencio y con la oscuridad de la noche.
E_ ¿Qué pasa? –preguntó adormilada.
M_ He escuchado algo –su voz sonó ronca todavía por la
garganta seca de tanto amor.
140 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Vas a salir? –le preguntó sentándose en la cama
tapándose con la sábana.
M_ Sí, imagino que será el perro o Mona... voy a ver, no he
escuchado a Maes en toda la noche. Anda acuéstate.
E_ Voy contigo –se levantó y aún bostezando se puso la
bata.
Maca salió primero, la oscuridad aún era patente, su
cuerpo cansado por el esfuerzo de tanto amor, le hizo
desplazarse con lentitud, mientras Esther se vestía y se
ponía de pie. Miró alrededor pero no vio nada, ¿habría
soñado?, estaba segura que podía reconocer lo que había
escuchado por el helor de su piel aún estando dormida
podía apostar que no estaba equivocada,
desgraciadamente pensó.
Y así fue, justo detrás suyo, volvió a escuchar el sonido
repugnante de una o dos balas, ya no le quedaba la más
mínima duda, eran disparos. Al girarse con horror lo vio, allí
plantado delante suya no quería imaginar donde habían ido
a parar las balas que tan tremendo estruendo habían hecho
a su lado, no sabía porque nadie decía nada, su mente fue
rápida y cuando fue a moverse para ir hasta Esther, volvió a
escuchar el arma, pero no solo escuchó sino, también sintió
como algo atravesaba su pecho, algo que al entrar le
producía un calor extraño, un calor de infierno, y vio la risa,
la carcajada de aquel tipo que tras disparar se marchó
comiendo algo que llevaba en su mano. Maca cayó de
141 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
rodillas, el golpe fue seco, notaba el líquido viscoso y
caliente de su sangre como estaba inundando su pecho.
M_ Esther...
Su voz fina y casi inaudible salió de su garganta, era
una pesadilla, estaba viviendo una pesadilla de la cual se
despertaría y respiraría al ver que todo era mentira, quiso
gritar y no pudo, su voz se ahogó, sintió como se quedaba
sin fuerzas, como caía al suelo y seguía sin escuchar a
nadie. Como pudo se arrastró cual serpiente en la tierra,
seguía notando el calor de su propia sangre, le entraban
arcadas, estaba perdida si no recibía ayuda, ¿y su Esther?,
¿por qué no salía?, al llegar a la puerta tras dejar su rastro
de sangre la vio, de lado con la mirada perdida hacia ella, al
verla parpadeó levemente, movió su brazo lentamente
estirándolo, ofreciendo su mano como momentos antes le
ofrecía su risa, su cuerpo, su alma, su vida, en ese instante
le ofrecía su muerte y Maca lo intentó con las pocas fuerzas
que le quedaban, estiró su mano y se encontraron,
volvieron a entrelazar sus dedos, volvieron a mirarse a los
ojos, Esther trató de decirlo pero su voz se quebró a mitad
camino y tan solo sus labios dibujaron lo que su garganta
no pudo hacerle llegar a su amada.
E_ Te quiero
M_ Esther... no... Esther... Esther... es una pesadilla Esther...
Esther...
142 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ya no quería que la salvaran, ya no quería pedir
socorro, Esther había apretado su mano y cerrado sus ojos,
ya no quería seguir viendo el cuerpo sin vida de su mujer y
una lagrima recorriendo su rostro ante la despedida, ya no
podía soportar sus propias lagrimas, ni su sangre, aunque
entonces le llegó una voz lejana, muy lejana, ya era tarde,
no quería que la tocaran quería irse con su mujer, quería
mirarla pero sus ojos ya no podían soportar más aquella
visión, hizo un último esfuerzo que le costó la poca vida que
le quedaba, aferrándose al cuerpo inerte pero aún caliente
de Esther, se abrazó para ir juntas a aquella eternidad que
buscaban vivas. Murmuró su nombre y con el amor que
había sentido en vida se dejó llevar por la muerte.
Y fue una luz potente y blanca, la que le hizo ver que
allí estaba Esther, ya no llevaba su ropa de marca, llevaba
una túnica blanca radiante y potentemente blanca, con
Maes en los brazos sonriéndole esperándola como había
dicho para seguirse amando, y ella misma sintió como
volaba, como llegaba hasta el final de aquel túnel sintiendo
una paz interior, tan maravillosa, que olvidó que era el
dolor, y se acercó con la sonrisa en los labios, sin importarle
nada más que aquel abrazo, aquel beso y aquel lugar
donde seguía estando con quien tanto amo, con quien le
devolvió la vida y su hija.
E_ Te quiero.
M_ Te quiero.
143 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
El avión con los cuatro cuerpos de las heroínas llegaban a
Barajas, allí viendo como descendía entre una ligera lluvia
todos los principales responsables del país, de MSF, y un
grupo de militares, a pesar de que las familias habían
solicitado total intimidad, las televisiones, prensa y radio,
necesitaban carnaza para vender la muerte de aquellas
pobres mujeres que habían ido a un país para ayudar y
habían encontrado injustamente la muerte a manos de
unos canallas que iban a pagar caro su osadía.
Paso a paso los corazones de quienes realmente
sentían la perdida, fueron cobrando mayor latido, mayor
pena, conforme el momento del reencuentro se
aproximaba, las primeras lagrimas comenzaban a caer por
los rostros desencajados, los suspiros entrecortados, los
quejidos de las madres, los silencios de los padres.
Abrieron una de las puertas laterales del avión poniendo
una escalera de hierro por donde descendieron una pareja
que por su estado y su dificultad para moverse,
reconocieron que eran los compañeros, los que habían
salvado la vida entre tanta muerte. Los más altos
mandatarios fueron hasta un Vilches destrozado y cojo por
la bala que le había atravesado una de sus piernas para
tenderle la mano y mostrar sus condolencias, la mirada
ojerosa del hombre destrozado que hizo un terrible esfuerzo
por poder estar allí y despedir a sus colegas, les hizo
agachar la cabeza, mientras Cruz herida en su brazo
izquierdo, agradecía sin palabras tan solo con una sonrisa
144 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
triste el afecto por quien hasta ese momento nada les había
importado.
Tras el primer avión llegaba otro que aterrizaba lejos de
éste con dos heridos graves, y una tercera persona
destrozada de dolor, al segundo de tocar tierra dos
ambulancias recogían a cada uno de los heridos partiendo
con las sirenas silenciadas porque en ese momento en que
sacaban el primer féretro sonaba una partitura
interpretadas por las trompetas de la banda del ejército la
famosa canción de “Silencio”.
Vilches y Cruz se pusieron en la primera fila junto a los
padres cogidos, inseparables, el primer ataúd que
descendieron con total celebridad y solemnidad fue
Claudia, sus padres destrozados entre sollozos recibieron a
su hija. Segundos después fue el féretro de Maca quien fue
recibida por el gesto serio de su padre, las lagrimas de su
madre y sus hermanos, y entre la gente, en una esquina las
de una Julia que sollozaba en silencio. Después fue Esther y
Encarna se derrumbó sobre su féretro, estaba helado, tan
solo pudo llorar abrazada a aquella frialdad inhumana en la
que se había vuelto su hija. Por último un pequeño ataúd
blanco, donde la hija de ambas y en el que las dos abuelas
no pudieron resistir rozar entre sollozos. La emoción fue tan
dura, que a más de uno de esos altos jefes de despacho, a
145 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
salvo de cualquier barbarie, se les formó un pequeño
puchero en sus barbillas perfectas, sus caras repletas de
lociones.
Los cuatro ataúdes y sus familiares comenzaron a desfilar,
con el sonido de la música como acompañante y el repique
del agua de la lluvia contra la madera de los cuatro
féretros, tras ellos Cruz y Vilches rotos, ausentes, con el
corazón compungido lo hicieron por última vez tras las que
eran sus compañeras, sus amigas.
Mientras esto ocurría en Barajas, la primera ambulancia
llegaba al hospital, el primero en entrar a la UCI fue Dávila,
su estado era crítico varias balas habían encontrado lugar
en su cuerpo, lo habían operado en Brazzaville ya que la
repatriación de los cuerpos les había llevado cinco días, la
segunda en descender de la ambulancia fue Teresa,
inconsciente y con oxígeno, tras ella una Bárbara
destrozada por la pérdida irreparable de sus amigas, y por
el estado preocupante de la mujer que tanto le había
enseñado, y reconocía, había amado en silencio tras
sonrisas y piropos.
Se hizo un funeral de estado, todo preparado al milímetro,
todo precioso, flores, música, rezos del Arzobispo, buenas
palabras, halagos, en el primer banco Vilches aguantaba las
ganas de gritar, de cómo estaba haciendo en ese momento
146 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
internamente cagarse con el mundo entero, ese que giraba
la espalda a la verdad porque estaba lejos. Y que era tan
hipócrita de hacer un Funeral de aquellas características
para que vieran que se preocupaban por sus muertos en el
extranjero. Cruz suspiraba mirando los cuatro féretros,
parecía increíble que estuvieran allí.
Tras el funeral la condecoración a cada una de ellas
sobre la bandera española, los militares tras un bonito paso
ensayado sacarlas a hombros hasta los coches, el adiós por
el pasillo de la Catedral y la despedida de los altos cargos
porque tal y como habían solicitado las familias, decidieron
enterrar a las tres mujeres juntas en el panteón familiar de
los Wilson que había en Madrid en la Almudena, mientras
Claudia era llevada al de San Isidro y querían hacerlo entre
la gente que las apreciaba de verdad. Los coches, la gente
todos de negro riguroso, y el comentario más sonado,
“dieron su vida... fueron valientes”. Y Vilches apretando los
dientes, y Cruz ahogando las lagrimas. Y Julia marchándose
sin más.
Cuando Teresa abrió sus ojos se encontró con un techo
blanco que le recordó lo que había visto por última vez,
lagrimas cayeron de ellos, mientras la mano de Bárbara le
acariciaba el rostro aún temblorosa con ojeras y sin poder
pronunciar una palabra, tan solo estaba allí, a su lado
apoyando su dolor y el propio. Había tratado de salvar con
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su cuerpo a la niña, pero una bala caprichosa que entro por
su espalda y salió justamente por el cuerpo de la pequeña,
lo impidió. Tragó saliva quiso hablar pero el oxígeno que
llevaba no le dejó y la voz de Bárbara la arropó.
Ba_ Tranquila my lady... tranquila... no voy a dejarte
pasaremos esto juntas... descansa.
En el panteón, las lagrimas de las madres se sucedían, las
de Cruz y Vilches, las de Julia, las de compañeras de Maca,
y amigas de Esther, no había juicio de que fueran una
pareja, estaban muertas, ya no preocupaba que fueran
lesbianas, en ese momento el dolor lo perdonaba todo. La
oración que cada madre quiso que se dijera, se dijo, la
emoción de ver como ponían los tres féretros juntos los
sollozos que en ese momento cubrieron el silencio que
existía en el cementerio, todo había acabado para aquellas
mujeres que habían tratado de superar tantas cosas en la
vida, que habían salvado tantas vidas, que habían sorteado
tantos y tantos obstáculos, y que, en ese momento en el
que se cerraba la puerta, el dolor más profundo se repartió
a partes iguales entre las dos familias.
Cuando todo terminó, Cruz y Vilches se metieron en un
coche para llegar al hospital, allí dentro el silencio era casi
tan sepulcral como el panteón, Vilches miraba al cielo por
su ventanilla, Cruz lo hacia por la suya.
148 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Creo que si han visto esto Maca se ha debido descojonar
–dijo serio.
C_ Yo también lo creo.
V_ Y no les gustaría vernos mal, así que... volveremos a
levantar aquello a pesar de que todo se haya perdido, a
pesar de que los muchachos no estén, de que cada
centímetro de aquella aldea nos recuerde el horror vivido...
pero seguiremos luchando como ellas lo hubieran hecho en
nuestro lugar.
C_ Así es.
Juntaron sus manos, y se miraron emocionados.
De un golpe se sentó en la cama, la respiración
agitada, mientras un sudor frío recorría su rostro, su
espalda, la garganta se había quedado seca, con rapidez
giró su cabeza hacia la derecha dando un respingo, allí
estaba Esther dormía placenteramente, tranquila, pero el
sonido seco de aquella bala seguía en su cerebro, se vistió
a toda prisa, su respiración seguía jadeando, hiper
ventilando, sus ojos se habían vuelto como los del gato
audaces para ver en la oscuridad, sin pensarlo mucho, abrió
la puerta de la cabaña, como si al hacerlo sus peores
presagios pudieran hacerse realidad, allí no había hombre,
el único que había era el perro de Nmaba que se acercó
hasta ella para recibir mimos, pero Maca no estaba para
ello, lo apartó con una excusa, sus pasos pesados casi
arrastras llegaron hasta la cabaña de Teresa, abrió la
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puerta deprisa como si quisiera poner punto y final a su
angustia, Ramón la miró sin entender mucho, levantó la
cabeza, la ladeó mientras su oreja se ponía en alto, ella le
hizo un gesto de silencio, en la cama Teresa con sus rulos
dormía y a su lado Maes, parecía estar encantada de dormir
con su abuela, poco a poco la respiración fue descendiendo
en rapidez, en intensidad. Se agachó cogiendo a su hija
entre los brazos.
T_ Mmmm
M_ Teresa me llevo a Maes, descansa tranquila –le dijo
susurrando
T_ Vale... se ha tomado el biberón
M_ Bien, te quiero Teresa –le besó la frente con tanta
necesidad de sentirla que sus labios estuvieron pegados a
su frente unos segundos.
T_ Y yo... cariño... y yo...
M_ Vamos mi vida... todo ha sido una pesadilla...
Respiró tranquila aunque su corazón seguía palpitando
tan fuerte que parecía iba de un momento a otro a
detenerse al igual, que aquel proyectil que había sentido
cruzar perfectamente su pecho lo había detenido. Llegó a la
cabaña, bebió un poco de agua para aplacar el miedo, y sus
ojos se llenaron de lagrimas, allí estaba con su mujer y su
hija, ¿y al día siguiente?, ¿seguiría estando? Todavía con el
nudo en el corazón se acostó, trato de exhalar aire para
tranquilizarse, mientras abrazaba y besaba a Esther,
150 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mientras Maes se acomodaba sobre su agitado pecho que
comenzó a relajarse al estar allí las tres, tratando de sacar
de su mente la visión de los cuatro féretros, la visión de su
madre llorando, tragó saliva quizá también era momento
para aclarar con ella todos los malos entendidos, quizás
incluso hasta para Esther había llegado ese momento.
E_ Cariño –susurró.
M_ Dime.
E_ Tengo frío...
M_ Acércate a mí.
Y así abrazadas se durmió Maca, tratando de alejar
lejos muy lejos las imágenes pero tenerlas presentes para
ser más sensata con todo y con todos.
En la cocina de la aldea, Teresa y Cruz charlaban
animadamente a pesar de que ese día era la despedida.
Reconocían que la situación era ciertamente complicada
pero querían creer como tantas otras veces que nada iba a
pasar.
En la cabaña donde se colaba juguetón un rayo de sol,
Maes se había despertado, pero en lugar de llorar, se había
aferrando con su cuerpecito al de Maca que dormía con la
boca abierta y Esther a su lado observando la tierna
escena. Recordaba la música que afortunadamente gracias
a Mona se había salvado de la riada, recordaba los besos,
los labios y caricias de Maca en su cuerpo, y los suyos en el
cuerpo de su mujer. Sonreía al ver como la niña bostezaba
151 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
y con sus manitas se aferraba al pelo de Maca, sonreía
sabiendo lo que en ese momento sabía. Era feliz.
E_ Maca... Maca –la llamó en susurros.
M_ ¿Qué? –musitó humedeciéndose los labios.
E_ Estabas roncando.
M_ Imposible... yo no ronco... –seguía con los ojos cerrados
notando la maravillosa sensación de tener a Maes sobre su
pecho y a Maca aferrada a su cuerpo.
E_ Es verdad... ¡vaya tontería acabo de decir!, la bella
afrodita no ronca –bostezó-. Pues mira yo voy a mear.
M_ Cariño... me pierdes el pijerio ¿eh?, pero sabes que me
encanta cuando te vuelves terrenal –la estiró cuando se fue
a levantar haciendo que cayera sobre ella y tuviera que
hacer un requiebro para salvar a la niña-. Sin mi beso no te
vas.
E_ ¡Ay perdón! –la besó suavemente y le sonrió.
M_ ¿Ya?
E_ Sí...
M_ Pues no te vas –insistió.
E_ Me voy a tener que ir a menos que quieras que haga un
estropicio aquí.
M_ ¿Y quién se va a enterar?... es muy excitante –se movió
un poco debajo de ella.
152 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¡Maca! –le dijo totalmente ofendida ante la carcajada de
la Pediatra salió corriendo al lavabo.
M_ Ay Maes... cariño... tienes una madre encantadora –
cogió a la pequeña elevándola al aire haciendo que moviera
sus brazos-. Marmotilla que no has hecho ningún escándalo
esta noche y...
E_ ¿Maca quiero que ahora mismo me digas si lo has
probado?, ¡lo has hecho! –la miraba atónita, enfadada.
M_ ¿El qué? –le preguntó sinceramente mientras abrazaba a
la niña y se sentaba en la cama.
E_ No te hagas la que no ha dicho nada –seguía muy
molesta.
M_ ¡Ah... lo dices por...! –se mordió el labio inferior
pensativa.
E_ Lo has hecho –susurró atónita con gesto perplejo.
M_ Que no mujer, que solo era una broma.
E_ Dame a Maes –le dijo enfadada.
M_ ¿Y ahora por qué te enfadas?, tontita... si era una
broma.
E_ Ya... y yo me chupo el dedo, dame a la niña le toca el
biberón.
M_ Esther... que sólo me quería quedar contigo –la miraba
tratando de no reírse porque notaba su enfado de verdad.
E_ Me da igual, dame a la niña –insistió molesta.
153 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Oye... a mí no me hables así.
E_ Le toca el biberón... Maca por favor.
M_ Vale –dejó a la niña en la cama y la cogió a ella por la
cintura mirándola fijamente a pesar de que Esther le había
girado un poco la cara-. ¿Qué te pasa?
E_ Nada...
M_ Esther –la miró insistentemente como si así pudiera
sacarle los pensamientos más interiores.
E_ Que a veces pienso que... igual yo no... que no sé... igual
yo no te doy lo que otras te han dado y...
M_ Esther no te permito que me digas ni que pienses eso
¿vale? –le puso la mano sobre la barbilla y la obligó a
mirarla, entonces llegó a ella la imagen de Esther muerta y
agachó la mirada nublándose los ojos.
E_ ¿Qué te pasa?, siento si te he molestado... no quería
hablarte mal –se apresuró a disculparse.
M_ Tranquila no me has molestado para nada, solo ha sido
una broma, y quítate eso de la cabeza que no es verdad,
estamos aprendiendo juntas, ¿no?
E_ Bueno... tú me enseñas claro –sonrió con algo de
timidez.
M_ Me encanta cuando te pones así colorada... si es que te
comería sin parar –comenzó a besarla.
E_ Maca –decía en su boca pero no pudo más que
entregarse a ese beso apasionado y entregado.
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M_ Me vuelves loca mi amor... y eso te juro que nadie lo
había conseguido.
Ma_ Buaahhhhh –comenzó a llorar.
E_ Tiene hambre... pobrecita... –carraspeó mientras se
arreglaba el camisón que Maca había ya bajado el tirante-.
Será mejor que la llevemos.
M_ Vale... oye...
E_ ¿Qué?
M_ Me gusta que... te preocupes por mí satisfacción... eres
la primera mujer que realmente se preocupa por eso –la
miraba esta vez algo cortada ella.
E_ Me alegro –sonrió ampliamente.
M_ Nunca lo habíamos hablado pero... –se mordió el labio-.
De lo que estaba sedienta tú me has saciado con toda tu
ternura... de todos modos –sonrisa verdaderamente feliz-.
Eres la mejor amante que he tenido, y la que más me ha
llenado de amor.
E_ Va... vale... yo... no... no quería que... bueno esto... –
carraspeó-. Que tú también para mí.
Maca sonrió ampliamente al ver sus dificultades para
hablar del tema, y sin embargo era un volcán metidas en
situación, pero su amplia y fresca sonrisa se borró en
cuanto como un fogonazo le hubiera reflejado en su mente
el sueño. Suspiró con fuerza y fue al lavabo, se lavo la cara,
los dientes y se vistió para hablar con Dávila.
155 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al salir los niños jugando con la pelota, los hombres
trabajando en la construcción del hospital, todos
saludándola con sus sonrisas le dio la vida que la noche
anterior le habían quitado, aún le temblaban las piernas y
con decisión tras saludar a todos se fue directamente a la
cocina para hablar seriamente con Vilches y Dávila. Cuando
se asomó a la puerta de la cocina, no vio a ninguno de los
dos, pero se llevo la sorpresa de Esther dándole el biberón
a Maes ante la mirada embelesada de Teresa.
M_ Que lastima que no tenga la cámara de fotos, estáis
para una.
T_ ¡Oye bonita pues ya podrías, eh! Que yo quiero tener
fotos con esta preciosidad.
E_ Di que si, lo que pasa es que ella como quiere ser la
prota si no sale no hay foto.
T_ Tienes razón... en eso mucha razón.
E_ No si ya... ella y su belleza que eclipsa a los demás –
exageraba con su mano las palabras.
M_ Oye os estáis pasando ¿eh?, es que vosotras no sabéis
reconocer la evidencia y os lo tengo que recordar yo –les
dijo sonriendo, y entonces las dos mujeres dieron una
carcajada de felicidad-. ¿Dónde está Dávila?, quiero hablar
con él.
T_ Anda... pues no hace que se han ido ya.
M_ ¿Cómo?
156 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Sí, se fueron.
M_ ¿Y Vilches?
T_ En el despacho desde que se fueron.
M_ Joder...
T_ ¿Qué pasa? –le preguntó al ver su gesto que parecía
realmente angustiado.
M_ Nada... voy a hablar con él, ¿me preparas un rico café
del que a mandado a su adorada nuera, mi suegra?
T_ ¡Ay tu suegra!
E_ Es su suegra Teresa... ahora... otra cosa es que la adore,
como ella se cree.
M_ Perdona cariño –se le acercó graciosamente mientras la
mira suspirando-. A mí me adoran todas.
T_ ¿Las suegras?
M_ No... las mujeres –sonrió dándole un beso a Esther en el
pelo-. Ya vuelvo.
E_ Es maravillosa es que además tiene razón ¿eh?
T_ Si pero no se lo digas.
E_ Oye Teresa... quería decirte que ha sido mi mejor día de
Navidad de verdad.
T_ Bueno tú has contribuido a ello de manera muy activa.
E_ Me siento tan bien aquí, mi abuela estaría feliz.
157 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Seguro que si, porque tiene una nieta muy especial –la
miraba con sus ojos infinitos de ternura.
E_ Solo espero que todo esto de la guerrilla, los militares y
la guerra quede en nada.
T_ Yo también lo espero.
E_ ¿Sabes algo de Bárbara?
T_ No, no creo que tenga sencillo avisarnos –suspiró.
E_ ¿Y Vilches cómo se ha quedado?
T_ Imagínate... echo polvo hasta le he visto caer una
lagrima cuando ya Cruz se había ido.
E_¿Por qué no nos han avisado? –se puso a la niña al
hombro para ayudarla a expulsar los aires.
T_ Porque se han ido muy pronto y han comprendido que
mejor que descanséis.
E_ Vale.
Ma_ Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
E_ ¡Vaya eructo mi amor! –sonrió.
T_ Madre mía...
En el despacho realmente abatido estaba un Vilches
pensativo y jugando con un bolígrafo, al verlo, Maca
recordó su cara en el funeral y sonrió, era cierto sabía que
la apreciaba y se lo había demostrado infinitas veces.
M_ ¿Puedo pasar?
V_ Claro...
158 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No te voy a preguntar como estás porque sé que estás
jodido.
V_ Gracias por evitar recordármelo –dijo fastidiado
poniéndose bien la gorra.
M_ Quería hablar con Dávila.
V_ ¿Para? –la miró fijamente.
M_ Uf Vilches he tenido un sueño terrible y quería decirle
que nos tendríamos que ir.
V_ ¿Esther y tú?, pues un poco tarde porque Claudia se ha
ido.
M_ No, todos Vilches... deberíamos irnos todos, he soñado
que nos mataban solo quedabais tú y Cruz.
V_ Y yo he soñado que me tocaba la lotería y aún lo estoy
esperando.
M_ Vilches, sabes que si nos quedamos...
V_ Maca, te dieron a elegir y dijiste que te quedabas, ahora
no me toques las pelotas.
M_ Vale... muy bien... no sé puede hablar contigo... cuando
podamos hablar me lo dices.
Salió de allí no muy enfadada porque sabía que en
parte su abatimiento no solo era por Cruz sino, también por
el peligro que entrañaba quedarse y si eran solicitados para
alguna misión. Se metió la mano en el bolsillo y entonces se
reencontró con algo que debía enseñar a Esther.
159 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ante la mirada tierna de Lula, Esther bañaba a la
pequeña que parecía encantada ante el contacto del agua,
a su derecha Mona observaba los pasos de la enfermera,
una vez acabó, enrolló a la niña y se la dejó en los brazos a
su amiga Lula que le había pedido hablar con ella.
M_ Cariño mira que...
E_ Espera Maca, es que Lula quiere hablar conmigo, ¿me
das un tiempo?
M_ Claro mi vida, esto puede esperar.
E_ Gracias cariño... ¿estás bien?
M_ Sí, ¿por?
E_ Te veo ojerosa y algo preocupada...
M_ Tranquila... luego te cuento.
E_ Vale cariño... voy a ver ¿eh?
M_ ¿No necesitaras interprete?
E_ Que va... si lo tengo chupao.
M_ Es verdad... no me acordaba de cómo dominas la lengua
–hizo un inciso que volvió a hacer sonrojarse a Esther
mientras la miraba con una tímida sonrisa-... kikonga...
cariño lengua kikonga...
E_ Mira que eres borde –le susurró sonriendo para después
darle un beso y marcharse dentro de la cabaña donde le
esperaba Lula-. Bien cariño... a ver... dime guapa.
160 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Lu_ Lula querer hacer amor con Massamba, pero Lula no
poder –le decía como si hubiera aprendido sus palabras a
golpes y de esa manera se las fuera diciendo a una atónita
Esther-. Lula querer... Massamba estar kubaka (triste).
E_ ¿Kubaka? –la miró seria-. Joder... esa palabra no me
suena...
Lu_ Dolor –sonreía divertida al ver su gesto.
E_ ¿Triste? –Lula sonrió más aún-. Vale, vale.
Lu_ Eso.
E_ A ver –sonreía mientras se sentaba a su lado y Maes se
movía desnudita a sus anchas-. Massamba yo creo que te
quiere, tú eres importante para él, sé que vuestras leyes o
costumbres en cuanto a relaciones son diferentes a las
nuestras, pero en el amor... no hay diferencias, ¿me
entiendes? –le preguntó mientras Lula la escucha
atentamente y asentía-. Tú corazón siente cosas por él,
¿verdad?
Lu_ Mono ntima kele malembe.
E_ Pues si tu corazón esta tranquilo, es porque tú estás bien
a su lado.
Lu_ Lula sentir una vez feliz.
E_ Nunca antes había sido feliz y Massamba te hace feliz –le
decía sonriente interpretando sus palabras.
Lu_ Si –sonrió por primera vez tan ampliamente que Esther
descubrió que Lula tenía una sonrisa preciosa-. Feliz.
161 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pues no tengas miedo Lula, estoy segura que él hará del
momento único, cuando yo sentí que Maca me hacía feliz,
el momento llegó y fue maravilloso a pesar de tener miedo
–le cogía las manos contenta y con los ojos emocionados.
Lu_ Melesi Esther.
E_ De nada Lula, me alegro mucho por ti –se abrazaron con
fuerza y gran cariño mutuo.
Al abrir la puerta de la cabaña allí sentada apoyada
con la espalda en la columna de madera mirando el
horizonte, al ver salir a Lula se puso en pie y ésta se abrazó
a ella con fuerza y cariño. Salió disparada hacia la cabaña
donde Massamaba estaba haciendo algo.
M_ Yo no sé que tienes que allá donde estas repartes
alegría, me temo que cuando esté en España contigo, voy a
descubrir que son los celos.
E_ No seas tonta...pero... no entiendo ¿tenemos que ir a
España? –la miró confundida.
M_ Esta noche Esther he soñado que nos mataban a las tres
–su voz se había vuelto triste de golpe y en sus ojos una
sombra que los cubría sin remedio-. Aún siento la angustia
de verte muerta a mi lado sin poder hacer nada.
E_ Maca –le acarició la cara.
M_ Tengo miedo que se haga realidad –la miraba
intensamente.
E_ Cariño... por favor –la abrazó con fuerza.
162 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Igual nos hemos equivocado Esther, y ahora... no sé –la
miraba mojándose los labios con la lengua mientras negaba
con la cabeza nerviosa.
E_ Maca, creo que esa pesadilla es fruto de los nervios de la
situación, pero sabes pase lo que pase siempre estaremos
juntas.
M_ Pero yo no quiero sufrir Esther, y esta noche he sufrido
mucho –la miraba a los ojos asustada.
E_ Eso no podemos decidirlo nosotras mi amor... nos hemos
quedado y... ahora no vamos a abandonar a los demás.
M_ No es abandonar a nadie, es irnos todos.
E_ Pero eso es imposible y lo sabes, podemos ir todos
juntos a un lugar, pero después ellos irán a los campos de
refugiados, me lo dijo Claudia, y a nosotros nos destinaran
en otro sitio donde quizá dentro de un mes vuelva a
explotar todo. Es o quedarnos aquí o irnos para siempre de
aquí, ¿qué quieres Maca?, haré lo que tú quieras.
M_ Marcharnos de aquí Esther... marcharnos de aquí para
siempre.
E_ Cariño –le sonrió con tanta ternura que Maca no pudo
más que abrazarse a ella con fuerza cerrando los ojos no
quería verla sufrir, ni sufrir ella, no podía, no quería. Esther
le habló con su dulzura mirándola a los ojos fijamente-.
Creo que estás ahora mismo influenciada por el sueño,
vamos a esperar unos días y si sigues pensando igual, nos
iremos siempre y cuando podamos.
163 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ He hablado con Vilches... pero hoy está que no se le
puede decir nada y...
E_ Maca... relájate mi amor, mira ya sé que vamos a hacer –
la miró devorando sus ojos con avidez-. Ya sé que vamos a
hacer tú y yo...
M_¿Qué? –le preguntó sonriendo olvidándose de sus
miedos, su pesadilla, perdiéndose en aquella mirada.
E_ Pues vamos a... –le susurraba bajito-. Vamos a...
Va_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhhh
E_ Joder... ese es Valiente.
M_ Clavaito a ti, espero que Maes no se parezca en eso o
me vais a matar.
Hablaban mientras habían salido corriendo hacia la
parte trasera de donde provenía el grito, al llegar a la vez
que Teresa y una Nsona preocupada, vieron a Valiente
dentro de una vasija repleta de agua y a Mona con la gorra
de Esther verde bañándolo tal y como había visto hacer a la
enfermera con Maes. La cara del pobre Valiente no tenía
precio, un puchero y sus brazos cruzados en el pecho
resignado a su suerte y la risa de Mona feliz tal y como
Esther la había mantenido mientras bañaba a su hija. Las
mujeres lo único que pudieron hacer fue romper en una
carcajada que fue seguida por Mona y Bartolo que a un lado
veía la escena como un padre orgulloso de su familia.
164 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Pero que fuerte...
E_ Mona cariño... que el agua está muy fría.
Mo_ Uh uh uhhhhhhhhhh –decía moviendo las manos.
E_ Claro... hay que calentar el agua cariño, traer una toalla
por favor Maca.
T_ Esto es la leche, si no me mata Esther con uno de sus
gritos, ¡fijo!, que me mata Mona o Valiente, si es que...
M_ No hables de muerte Teresa... por favor –salió a por la
toalla.
T_ Uy –la miró sin entender muy bien su reacción-. ¿Qué le
pasa?
E_ Esta muy susceptible Teresa ha soñado que nos
mataban a todas.
T_ La comprendo, yo también sueño eso muchas veces y
más cuando las cosas van mal. Si es que es tan sensible.
E_ Bueno... mejor no hablar de ello –le dijo sonriendo por el
cariño infinito que se notaba en sus palabras.
M_ Aquí está, por cierto Nsona, quiero revisarte hoy –volvió
más tranquila tocándole la barriga ya avanzada de la mujer.
Ns_ Nsona está bien -le sonrió agradecida.
M_ Ya lo sé pero a ti y a Monwe os quiero ver ahora, ¿está
Sissou en el hospital?
E_ Sí, sigue tratando de ordenar todo lo que ha traído Cruz –
sonreía.
165 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Vale, te encargas tu de Valiente y yo de las chicas.
T_ Y yo voy a ver que Lula dice que ha salido algo ya en el
huerto.
M_ ¿Ya?
E_ Perdona... es que lo que compré era de mucha calidad
¿eh?, que yo no compro cualquier cosa.
M_ ¡Ah! –dijo poniendo gesto de asombro.
E_ Ya sabes... yo o tengo lo mejor, o no tengo nada –le
guiñó el ojo.
T_ Me voy... me voy –decía haciendo ademanes con las
manos graciosos.
M_ Vamos a posponer lo que ibas a hacerme.
E_ Si, pero no creas que se me olvida –decían bajito.
M_ Me voy ... me voy...
E_ Eso.
M_ Es que esa boquita es mi perdición, bueno y el cuello –la
miraba con una pasión desmedida que le hizo exhalar un
profundo suspiro-. Dios estoy en ebullición.
Maca salió corriendo hacia el hospital, y la risa de
Esther fue sonora. Negó con la cabeza pero algo en ella la
inundó de repente de pena. Se giró agachando pensativa la
cabeza y rescató al pobre Valiente que temblaba en el
agua.
166 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Ven aquí guapo, mira Mona... hay que hacerlo así ves –le
frotaba y Valiente asustado abría mucho sus ojos-. No pasa
nada cariño...
Va_ Mmmmm.
E_ Ah, vale eso es que le gusta Mona, ves así –sonreía al ver
como Valiente cerraba los ojos.
Mo_ Ahhh ahhh ahhh.
E_ Si –la miraba divertida y entonces otra vez la pena
apareció en ella-. Joder pensar que si me voy te echaré
tanto de menos Mona.
Mo_ Uhhhhh –la miró triste.
E_ Pero... bueno... no vamos a ponernos mal ¿eh?... aún no
es seguro.
Mo_ Ohhh –de repente Mona la abrazó fuerte como si
pudiera entender lo que le había dicho, tras ella Bartolo que
también abrazó a la mujer blanca, mientras el pobre
Valiente se sentía ahogado, entre sus padres, la toalla y los
pechos de Esther.
Va_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ Uy dios pobre... que lo estamos a apretujando –no pudo
evitar que le cayeran lagrimas ante el gesto del animal que
para ella había sido mucho más que un mono cualquiera, le
había salvado la vida dos veces y entonces la miró
dejándole un beso que Mona recibió con una lagrimita-. ¡Eh
Mona!, que no me voy a ir.
167 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En el hospital, los hombres seguían trabajando parecía
mentira que con tan pocos utensilios fueran capaces de
hacer tanto, Massamba estaba concentrado en como se
estaba llevando a cabo el trabajo, de vez en cuando veía
pasar a Lula quien le sonreía de manera muy especial, el
hombre sentía temblar todo su cuerpo de pies a cabeza
ante la sonrisa de la chica que le había robado el corazón.
Sin embargo todos andaban un poco preocupados por la
ausencia de Vilches, sabían que la marcha de la gran Mwasi
Cruz le había dejado tocado, entre ellos había cierto miedo,
ciertas dudas, por eso en un momento en que buscaron la
sombra, Zulú, Yildas, Dib y Massamba se sentaron en un
apartado hablando.
Ma_ Bantu kele ezali kikama, kansi, mono kuzaka nde ya
beto mpangi ve kumatia kulamba yayi (Todos estamos en
peligro, pero sé que nuestros amigos no pueden quedarse
aquí).
Z_ Mono Zuzonzisa nde beto me ngala nseka bau kwenda
(Creo que tendríamos que facilitarles la marcha).
Dib_ Beto, ngatu, ve kumatia kwenda... kansi, ban inga
(Nosotros, sin duda, no podemos irnos... pero, ellos si).
Ma_ Na bazombi kwisa, ve ngala luzolo na kni kebaka (Si la
guerrilla llega, no tendrán piedad con nadie).
Z_ Fwete kusadisila nde kwenda, kele a bampangi kansi..
(Debemos hacer que se vayan, somos una familia pero... ).
Ma_ Kutuba (Hablemos).
168 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Z_ Kulunga (Estoy de acuerdo).
Dib_ Talo ( y yo).
Ma_ ¿Yildas?
Yi_ We fwete kwenda bantu, beto ata (Deberíamos irnos
todos, nosotros también) –dijo con firmeza en su voz y
gesto muy preocupado.
Ma_ Kulunga –susurró ensombreciéndose su rostro al
pensar en su aldea y nuevamente la aventura de huir, el
peligro de perder lo único que tenía en sus manos, la vida
de los suyos.
Mientras en el hospital, Maca había revisado primero a
la joven Monwe que parecía muy recuperada, ya no solo
físicamente sino también, emocionalmente. Hablaron y
Maca suspiraba con tranquilidad el odio que le tenía había
ido apagándose y quizá su abuela, le había hecho
comprender que era una necesidad lo ocurrido y que ella
solo y gracias a Dios le había salvado la vida. Después le
tocó el turno a Nsona, le gustaba como trabajaba Sissou
pero le gustaba mucho más tener a su lado a Esther.
M_ Esto está perfecto Nsona.
Ns_ Nsona ser veterana –sonreía graciosamente.
M_ Ya lo sé...
Ns_ Lula dice niña todavía.
M_ Pues nada Nsona, mejor, tienes todo chicos... así que
una niña será la alegría de la casa.
169 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ns_ Y el dolor del corazón.
M_ Bueno... te comprendo ahora con Maes también pienso
mucho en esto... pero.. no podemos vivir así Nsona, tener
hijos es una maravilla que debemos disfrutar.
Ns_ Si...
M_ Intenta no hacer muchos esfuerzos, sé que tú sabes
como llevar mejor que yo un embarazo pero... ten cuidado
¿si?
Ns_ Melesi –amplia sonrisa.
M_ ¿Qué tal Sissou, cómo lo llevas?
Si_ Necesitar a Esther –le dijo apurada.
M_ Vale –sonrió-. Ahora se lo digo... creo que Cruz se ha
pasado un poco –le tocó la cabeza con gracia y al salir vio
como los hombres entraban por la puerta-. ¿Qué pasa
Massamaba?
Ma_ Massamba como jefe aldea tener hablar con Zikus.
M_ Vale –le dijo aturdida-. Sissou por favor llama a Esther.
Si_ Si...
Entraron al despacho donde Vilches estudiaba algo en
el mapa y apuntaba en un papel. Al girarse los vio allí a
todos y supuso a lo que iban. Les miró quitándose la gorra,
y esperando que Massamba hablará.
E_ ¿Me has llamado, Maca?, ¿qué pasa?
M_ Espera tenemos reunión –le dijo bajito.
170 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Escucho al jefe de la aldea.
Ma_ Nosotros hablar... y decidir que es mejor para Mwasis y
ziku irse lejos.
V_ Sin vosotros no –contestó seguro.
Ma_ Nosotros huir a la Selva hasta pasar todo.
V_ Eso es una locura –lo miró al igual que Maca con total
seriedad.
Ma_ Locura también quedar –le respondía serio.
V_ No os vamos a dejar solos en medio de la Selva, de eso
nada.
Ma_ Ellos llegar y arrasar, con niños, mujeres y hombres.
Zikus, no deber estar... son necesarios para nuestros hijos
en el futuro.
V_ Mira Massamba os agradezco vuestro apoyo a que nos
vayamos de aquí, pero ahora mismo es imposible. He
hablado con la Central para saber como estaba la situación
–se giró mirando el mapa-. Han llegado ocho mil soldados
de parte de la ONU los han distribuido por esta zona de aquí
–señalaba los territorios más del norte en el mapa que tenía
extendido en la pared y señalado con los puntos
conflictivos-. Las guerrillas han entrado por Bétou y sus
aliados de la parte del Camerún por Bomassa, así que como
veis los tenemos razonablemente lejos, pero
preocupantemente cerca.
171 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Y quienes son esta vez? –había cruzado los brazos
sobre el pecho, Esther notaba su tensión claramente en su
gesto.
V_ Los temidos Rasta, esos que llevan chándal y van con
camisetas de la NBA, ¡ay que joderse en medio de la Selva
con una camiseta que vale 100 euros!, son los que queman
bebes vivos, violan mujeres y cortan vivos en pedazos a los
hombres, parece que son los que han movilizado el tema
debían estar aburridos, también se les ha unido los Mai-Mai,
y los paramilitares de Uganda han extendido por la
República Democrática del Congo una fuerza que ha
llegado hasta aquí, es decir, el lío es grande. Todo el Norte
está enfurecido y en pura carnicería pero no estamos a
salvo nadie, la espesura de la Selva es su aliada –decía
pensativo ante la atenta mirada de las chicas que veían en
su gesto la preocupación-. Debemos esperar
acontecimientos, me han asegurado que de momento
estamos a salvo y que pueden producirse oleadas de
fugitivos, mezclados entre desplazados, ¿irnos? no
podemos esa gente nos necesita, pero de todos modos si la
cosa se pone muy seria nos iremos pero no os voy a dejar
en plena Selva, si nos vamos lo haremos todos juntos.
Ma_ Ziku –lo miró con agradecimiento por el apoyo pero
temor por el peligro.
172 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Me dicen que pueden tener un avión militar preparado
en Impfondo para vosotras pero no me aseguran que sea
posible.
M_ Pero Vilches Impfondo está al Norte.
V_ Lo sé, pero de momento es lo que hay, si por una de
aquellas nos llaman, vosotras y la niña os iríais porque solo
aterrizan aviones militares en el Norte para traer más
militares, hay uno preparado de MSF que traerá a más
compañeros, me lo comentó Dávila. Era el plan B para
vuestra cabezonería, vosotras y Teresa fuera.
E_ A ver un momento, habrá que entre toda esta nube de
datos a cual de todo más cruel, pensar con sensatez.
¿Dónde pueden irse todos para que estén a salvo, digo
nuestra gente?
Z_ Campos de refugiados Mwasi, y yo no querer eso para
mis hijos.
M_ Si te vas a la Selva, nadie podrá ayudarte.
Z_ Si me voy a un campo, nadie me ayudará –le dijo con la
expresión tan triste y abatida que se hizo un silencio
descomunal.
V_ Vale... Massamba ha hablado como jefe de la aldea, yo
como director de este pequeño grupito de revolucionarios lo
agradezco, agradezco vuestra preocupación por nosotros,
pero, os propongo algo. Esperar, no podemos hacer otra
cosa, si vemos que la situación se pone fea, más de lo que
173 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
está, iremos a Mossaka allí nos acogerán durante el tiempo
que esto dure, todos juntos. ¿Os parece bien?
M_ Sí.
V_ Tú no digas sí, porque vosotras en cuanto la situación
mejore, os iréis a Madrid.
Ma_ Melesi ziku.
V_ Melesi a ti por pensar en nosotros, estoy muy orgulloso
de este lugar Massamba, de vosotros, hasta de estas dos
que forman el mejor equipo que he tenido, soy afortunado
y créeme que nunca os pondría en peligro.
Comieron sin tener noticias de nadie, todo estaba
bastante tranquilo hasta parecía que el calor había dado
una tregua, las mujeres prefirieron trabajar a descansar
aprovechando el buen tiempo, ayudaron a Esther y Sissou a
clasificar las vendas, las gasas todo para tenerlo cerca en
caso de necesidad. Pero nadie hablaba del tema, todos lo
habían pasado y ninguno quería recordarlo ni revivirlo
nuevamente, hablaron de lo guapa que estaba la gran
Mwasi Cruz, de lo enamorado que se veía a Vilches, y
escucharon a Nmaba contar cientos de anécdotas
divertidas de las vividas con Cruz, Esther trataba de seguir
la narración pero Maca notando que se perdía le iba
traduciendo sonriente.
A mitad tarde, Maca se acercó hasta el pozo para
sacar agua y bañar a la pequeña Maes, estaba en ello
cuando se quedó mirando el horizonte, el cielo
174 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
inmensamente grande y azul, era como si nunca se fuera a
terminar, mirara donde mirara siempre estaba allí
majestuoso, y así sintió su amor por Esther, infinito y
majestuoso.
M_ Aquí está el agua de la niña.
E_ Le he calentado demasiado esta.
M_ Tranquila para eso esta su madre, para regularla –sonrió
mirando a las dos encantada de tenerlas allí.
E_ Oye Maca... ¿tú has pasado algo como lo que estamos
viviendo ahora?, quiero decir el desconcierto ante lo que
pueda ocurrir y eso.
M_ Sí, un par de veces, una con Cruz, tuvimos que salir
hasta Liranga, hacia el Sur, aprovechando que ahí el río se
hace grande y frondoso, la guerrilla cruzaba de la República
Democrática aquí con mucha facilidad, íbamos con los
militares habían miles de desplazados que nos cruzábamos
en la carretera, algunos los curábamos y seguían huyendo,
otros morían y no podíamos hacer nada. Recuerdo una vez
que decidimos dejar las luces de los camiones encendidas,
Cruz decía que sentía gente a su alrededor y no la veíamos,
era una especie de darles tranquilidad en su desgarradora
noche donde los sanguijuelas aprovechan para arrasar.
E_ Claro –sonrió mientras metía a la niña en el agua que
parecía gustarle-. ¿Y qué pasó?
M_ Al día siguiente me despertó Cruz, miré alrededor y
habían cientos de personas acurrucadas allí durmiendo, fue
175 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
increíble, acabamos las dos llorando –le dijo con la voz
entrecortada al recordar aquella imagen tan impactante.
E_ Pobre gente, joder si es que quien lo paga es la gente
llana... la que no tiene nada.
M_ Pues si, y la verdad no me gustaría que se repitiera, es
horrible vives momentos de angustia y bueno... horrible –
dijo abatida.
E_ ¿Qué piensas de lo que ha dicho Vilches?, de lo de irnos.
M_ Es lo más sensato Esther.
E_ ¿Crees que salir con la niña en medio de una guerra es
sensato? –le sonreía a la pequeña mientras le echaba agua
por su cuerpecito.
M_ Sí, parece una locura pero iremos con los militares, lo
que no es sensato es ir por nuestra cuenta.
E_ Así que quieres irte –la miró apenada.
M_ Hasta que esto pase, sí. Mira estamos unos meses en
Madrid, te presento a mis padres, me presentas a los tuyos
y...
E_ Espera... espera... –la miraba sin entender muy bien sus
palabras mientras la niña seguía encantada en el agua-.
¿Quieres qué te presente a mis padres?
M_ Eso he dicho, como yo a los míos, no sé, se me ha
ocurrido eso, tendríamos que mirar como hacemos para
vivir allí, el piso... muebles... no sé hacer lo que hace una
familia.
176 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ A ver Maca, mi madre para empezar no quiere saber
nada de mí, no creo que le interese lo más mínimo si estoy
o no en Madrid.
M_ Vale pues no me presentas a tus padres, asunto
arreglado –dijo definitiva.
E_ Es que te escucho y me parece mentira que me digas
esto... ¿tanto te ha afectado la pesadilla?... sabemos a lo
que nos exponemos Maca pero...
M_ Mira Esther, lo único que sé es que te quiero, y me da
igual si lo entiendes o no, pero en cuanto podamos nos
vamos, tú, la niña y yo –su voz sonó cortante y segura.
E_ Estás siendo un poco egoísta e injusta ¿no te parece? –le
devolvió el mismo tono.
M_ ¿Cómo? –preguntó mirándola seria mientras Esther
sacaba a la niña del agua, Maca la acogió con la toalla para
secarla sentándose en la cama, dejando un beso en la
frente de su hija.
E_ A ver mi amor, no te pongas borde lo primero. Yo
también tengo miedo, y también he soñado cosas horribles
desde que estoy aquí, es cierto que ahora tenemos un
problema mucho mayor y sin duda, yo no lo he vivido y
espero que no me toque vivirlo, pero de ahí, a querer huir
no me parece lógico. La muerte es parte de la vida, mi
abuela siempre lo decía, es horrible lo sé, me volvería loca
si te pasara algo, y sé que te pasaría a ti igual, por eso yo
creo que tienes y no tienes razón. Nuestro trabajo es este,
177 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
nos hemos enamorado, nos hemos casado, hemos tenido
una niña que ni siquiera soñábamos, hemos evolucionado
juntas, hemos ayudado a gente que eso es lo que venimos
a hacer, tú misma lo dijiste, y si ahora nos toca sufrir,
sufriremos. Pero no te dejes llevar por el miedo Maca, por el
miedo se dejan llevar los cobardes y tú no lo eres, no eres
tú, estás tensa, tu cara mantiene un rictus serio y rígido,
cariño... sé que es horrible si nos pasara algo, pero eso, lo
sabíamos cuando firmamos el papel para venir aquí.
M_ Ahora es diferente –trató de justificarse.
E_ No mi amor –le acarició la cara dejándole un beso
enamorado en la comisura de los labios mientras se
agachaba-. Sigue siendo igual, solo que mucho mejor
porque estamos juntas. ¿Recuerdas cuándo pasamos
aquello con los que nos cogieron?, cuando te pegaron a ti,
pasé mucho miedo, pero lo superamos, y ahora pasará
igual, lo superaremos cariño... juntas como toda esta gente
que forma esa familia que tú quieres encontrar en Madrid,
juntos es como se superan las cosas, y nosotros aquí
tenemos una familia maravillosa.
M_ ¿Cómo las superan Esther?, no ves la realidad, esto no
es un cuento de princesas –le dijo seria, negó con la cabeza
y con voz algo quebrada siguió-. Se pasan la vida huyendo
ya has escuchado a Zulú prefiere perderse en la Selva que
ir a un campo de refugiados.
178 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Maca, viven al día y son felices, sonríen como tú también
hacías. Tenemos que seguir mi amor y no exponer a Vilches
o a los demás en un viaje que por muchos militares que
llevemos alrededor, será peligroso.
M_ Está bien... quizá me he precipitado... pero tengo tanto
miedo que si pudiera, metía a toda esta gente en un avión y
me los llevaba a Madrid.
E_ Ojalá –sonrió-. Pero no se puede Maca, te entiendo
pero... no podemos fallarles ahora.
M_ Gracias por entenderme –musitó despacio.
E_ Créeme que te entiendo perfectamente y yo también
estoy muerta de miedo –la besó con suavidad y ternura-.
Pero estamos juntas mi vida... y mientras lo estemos,
estamos vivas y te aseguro que lo seguiremos estando toda
la vida.
M_ Si, lo seguiremos estando –susurró sonriendo, entonces
la miró seria y le dijo-. Pero ni loca digas toda la eternidad.
E_ Tontita estás –la besó mordiéndose el labio ante las
quejas de Maes que reclamaba atención.
A mitad tarde cuando el sol estaba ya descendiendo y
sus rayos alumbraban pero sin tanta fuerza, los hombres de
la aldea decidieron hacer algo especial, sin duda había que
matar el tiempo como fuera para que las mentes y los
corazones no sintieran el miedo desbordado que sentían.
179 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¡Venga partido de fútbol! –gritó Vilches tras hablar con
Zulú.
M_ ¡Bien!, voy a recogerme el pelo.
E_ Es que es coqueta hasta para pringarse de sudor.
M_ Te he oído –se giró en su camino hacia la cabaña
apuntándola con el dedo.
T_ Venga dame a la niña, yo me voy con Nmaba para
reírme un rato.
Z_ Mami jugar.
T_ ¡Pero qué dices!
Ny_ Si mami –le dijo sonriendo con su falta de dientes el
hijo de Nsona.
E_ Venga Teresa... va no te hagas de rodar.
Ns_ Si mami, si.
Lu_ Mami –la miró sonriente una más que cambiada Lula.
T_ Es que si juego yo va a ser una ruina para todos, van a
quedar ensimismados con mis regates... que a mí eso del
furgol se me da muy bien –decía coqueta.
V_ Fútbol Teresa, se dice fútbol.
T_ ¿Y qué he dicho yo?, furgol, total... es de locos eso de
correr detrás de la pelota como si fueran tontos... pero
bueno... voy a deslumbrar, Maradona a mi lado un
principiante ¡vamos Lula! –le dijo sonriente abrazándola
feliz de notar su cambio.
180 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Madre mía ya sé a quien se parece Maca.
V_ Si la hubiera parido no serían tan iguales –murmuró
colocándose bien la gorra-. ¿Por cierto dónde está la
Calentorra de la Selva?
E_ Arreglándose, lo hace a propósito ya sabes para que... –
sonrió.
V_ Joder... lo vuestro es peor que el calentamiento global.
M_ ¡Ya estoy aquí!, mami a mi equipo –decía mientras
abrazaba también a Lula.
E_ Oye Lula... tradúcele esto Maca que quiero decirle una
cosa.
M_ Si guana.
E_ ¿Vas a exhibirte delante de Massamba? –le preguntó con
gesto pícaro.
M_ Pero Esther... ¿qué clase de pregunta es esa? –la miró
aturdida.
Lu_ Lula jugar para Massamba, sí.
EyLu_ Jajajajajaja –se abrazaron felices.
M_ Madrea mía como tenemos las hormonas –susurró
viendo como las dos mujeres se iban y chocaban sus manos
con los niños.
Mo_ Uhhhhhh –confirmó Mona mirando a Bartolo con su
gesto serio llevando a Valiente sobre sus hombros.
M_ ¡Tú también!
181 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Maca ven vamos –le gritó feliz Esther mientras se subía
un poco la camiseta.
M_ ¿Qué haces?
E_ Tengo calor.
M_ Bájate ahora mismo la camiseta.
E_ ¿Y eso?
M_ Porque me tengo que concentrar y eso me
desconcentra... venga.. –le dio una palmada en el culo.
E_ Au.
Massamba se puso entre Vilches y Maca que iban a
hacer la elección de los jugadores, mientras Mona se había
puesto en medio como si fuera la animadora, movía su
trasero, daba vueltas, elevaba sus brazos, echaba la gorra
CH arriba, hasta que el final del número se tumbaba en el
suelo y con los pies capturaba la gorra. El aplauso fue
atronador, mientras su marido e hijo aullaban por el
espectáculo realizado por la número uno en el mundo
simio. Nsona se lo contaba a una más que divertida Nmaba
que con su boca sin dientes bien abierta daba carcajadas
sin parar acompañada por Bendi y su nieta Monwe aún en
proceso de recuperación, quien se habían sentado
haciéndose cargo del hijo de Lula y de Maca y Esther.
Ma_ Nada de golpes bajos –les dijo a ambos muy serio.
M_ Se intentara –sonrisa maliciosa.
V_ Más te vale.
182 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ ¿Quién elige primero?
V_ La dama... es decir... equipo perdedor.
M_ ¡Ja!, ya lo veremos. Zulú.
V_ Ngouabi.
M_ Dib –dijo después de morderse algo nerviosa la uña.
V_ Zambi.
M_ Limao –lo señaló con una sonrisa.
V_ Mutaba.
E_ Hola –sonrió Esther al ver que le tocaba a Maca elegir.
M_ Ngande.
V_ Teresa.
T_ ¡Ahí le has dao!, vamos chicos a machacarles –gritaba
como loca haciendo que sus compañeros se partieran de
risa.
E_ Hola –volvió a insistir a Maca con su amplia sonrisa.
M_ Nyuami.
V_ Siya.
E_ Esto... que... yo... –le decía rascándose la cabeza con la
risa de Lula y Siya-. Estoy aquí.
M_ Sissou.
E_ ¡Joder! –protestó ante la sonrisa mala de Maca.
V_ Lula.
M_ Joder...
183 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¿Quién es joder?
E_ Muy graciosos.
M_ Bueno pues que remedio, Esther –ante su gesto de
enfado agregó-. Compréndelo cariño, te quiero mucho pero
jugando quiero ganar –le decía yéndose tras ella divertida.
T_ ¡Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamos que
nos vamos! ¡a ganar se ha dicho chicos!
Ma_ No vale pegarse... ni estirar.. yo pitar.
Ns_ Mami está muy divertida –decía a Monwe-. Mira Mwasi
Esther se ha enfadado.
Mo_ Si.
M_ A ver, tu cariño de portera, ¿crees que pararas algún
balón?
E_ ¿Y por qué tengo que ser yo portera?
M_ A ver mi vida... porque no le das a la pelota nunca –Zulú
se giró muerto de risa como el resto por el gesto de Esther-.
Vale Esther portera, los demás a por ellos.
Li_ Si Mwasi.
Si_ Vamos Mwasi Esther... yo ayudar –le decía.
E_ ¿Ah pero se pueden ser dos porteras?, ¡mira que bien!
El partido empezó, los niños le ponían toda su ilusión y
ganas, los mayores su diversión, mientras en la portería
una más que molesta Esther observaba el juego, a su lado
Mona que le pasó la gorra.
184 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Gracias Mona, creo que eres la única que me valora.
Mo_ Uhhhhh uhhhh ahhhhh –decía negando con la cabeza y
saliendo hacia donde estaba el resto para vociferar como
todos.
E_ ¡Anda que...!, cuidado Dib que vienen –exclamó al ver
que corrían todos hacia ella.
Dib_ Oh Mwasi malembe .
E_ Socorro que vienen... que vienen... por allí –señalaba a
Vilches que llevaba la pelota ante el acoso de Maca que se
lo tomaba muy en serio eso de quitársela-. Ay que no me
puedo esconder...
T_ ¡Aquí Vilches... aquí! –saltaba cual jovencita enloquecida.
E_ Zuluuuuuuuuuuuuuuuuu que ya está aquí Vilches.
V_ Toma Teresa.
T_ Ay...
goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool,
toma toma toma tomaaaaaaaaaaaaaaaa del frasco
¡Carrasco!
Las risas eran por todos lados, Teresa bailando dando
vueltas y moviendo su culo como los críos, que la
abrazaban y besaban, Nmaba gritaba de júbilo y Mona fue a
abrazarse con Teresa mientras Ramón ladraba como loco,
como queriendo decir al perro de Nmaba que dormía.
Ra_ ¡Eh tío que ha marcado mi mami!
185 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
A lo que el perro de Nmaba respondía con un largo
bostezo.
Pr_ Pasando tío... pasando...
Pero había alguien que no sonreía, era Esther que
cuando había visto llegar a Vilches se había tapado la cara,
y por eso Teresa había marcado gol. Maca se mordía el
labio pero no quiso decirle nada mientras Zulú muerto de
risa se acercaba a ella.
Zu_ No pasa nada Mwasi.
E_ Zulú, se me hizo todo negro –le dijo con gesto
compungido.
Zu_ Yo ser negro –sonrió.
E_ No quise decir eso –se disculpó corriendo.
Zu_ Mwasi ser una, una.
E_ ¿Única?, sí mira Maca se ha enfadado –decía sonriendo.
Zu_ ¡Ay que dolor barriga! –se iba dando carcajadas.
Ng_ Dib con esta portera perder –le dijo el niño al hombre
que sonreía ante los bailes de Teresa.
Di_ Malembe, no hay que dejar llegar –le guiñó un ojo.
El partido siguió con algún que otro golpe que
Massamba cortaba, eso si, a veces no podía seguir el juego
porque Lula lo miraba sonriente, o cogía la pelota
levantándose la falda y dejaba ver sus bonitas piernas.
186 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Massamba la baba... la baba... –le decía entonces Maca
si pasaba por su lado.
Ma_ ¡Oh Mwasi! –se hacía el ofendido.
T_ ¡Maca! –la riñó Teresa.
M_ ¿Qué? –le contestó mientras atacaba su equipo.
T_ Me has tocado el culo.
M_ Mujer si no te lo toco ahora que lo tengo a mano,
¿cuándo?
E_ Deja de hablar y juega.
M_ Estoy distrayendo al contrario –le respondía.
E_ Joder... mira que piernas tostaditas al sol... si es que...
mira que culito tan bien puesto, ni un gramo de grasa de
mas, ¡ay Esther qué te va a dar una insolación y no de sol
precisamente!.
Li_ Sissou –le pasó el joven Limao el balón.
E_ Dale Sissouuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu –saltaba dando
palmaditas.
Si_ Gooooooooooooooool... gollllll.
E_ Siiiiiiiiiiiiiiii esa es mi niñaaaaaaaaaaa –corrió hasta
Sissou abrazándose a ella mientras saltaban Limao y
Ngande los más jóvenes impresionados por su destreza.
M_ Muy bien Sissou y tú vuelve a la portería –le decía
sonriente.
E_ Marimandona –le sacó la lengua-. Nmaba gollll.
187 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Nm_ ¡Ay Mwasi! –se quejaba.
E_ ¡Te vas a mear! –soltó mientras jugaban los demás.
Ns_ jajajajajajajajajaaj –no pudo dejar de reír al decirle a
Nmaba sus palabras
El partido siguió, goles por aquí, goles por allá, risas,
riñas, pero hubo un momento en que el equipo de Vilches
atacaba, Esther se iba moviendo conforme el balón al
tiempo de rezar un “madre mía... madre mía”.
Ns_ El balón lo lleva Ngouabi –le decía a Nmaba-. Oh... Siya
ha hechizado a Ngouabi y quitar balón.
Nm_ Jajajajajajajaja. Niña lista –batió palmas.
Mo_ Vandaka Zambi (Vamos Zambi) –gritó de pronto Monwe
ante la sorpresa de todos y después sonrió algo
avergonzada-. Kolol (Perdón).
Nm_ Ve peso kolol. Nge ntima kutuba... nge ntima kele
laneni. ¡Knanga na gana! (No pidas perdón. Tu corazón
habla... tú corazón es libre. ¡Viva el amor!) –decía feliz al
notar como poco a poco su gente iban encontrando lo que
ella un día tuvo y disfrutó, un corazón repleto de amor y
eso, le hacía feliz.
Ns_ Mami tiene balón.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó como si
quisiera decirle algo a Esther.
E_ No chutes fuerte Teresa –le gritó como poseída mientras
subía una pierna hacía arriba y ponía gesto de miedo.
188 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¿Cómo que no?
M_ Ya eres mía –Maca le quitó la pelota-. Gracias Esther.
T_ Tú eres una tramposa –le decía mirándola con el ceño
fruncido y repleta la camiseta de sudor.
E_ Todo se pega –le guiñó el ojo graciosamente.
T_ Lo malo desde luego.
E_ Jejeje... ¡mírala Teresa!, mira que buena está... ¿has
visto que culo?
T_ ¡Ay señor!... ¿cómo no van a meterte goles?
E_ Es mi perdición –sonrió divertida.
Volvía a atacar el equipo de Vilches, Maca se había
puesto justo delante de Esther, y ésta no lo podía evitar,
sus ojos se olvidaban del balón y buscaban el culo de su
mujer que parecía gritarle, ¡mírame!. Entonces Lula cogió el
balón y chutó casi sin fuerzas arremangándose la falda, el
balón poco a poco fue hacia Esther que seguía absorta
mirando el cuerpo de su mujer, hasta que el balón entró y
todos cantaron gol. Mientras Lula abrazaba a un
sorprendido Massamba que al notar su piel tuvo que
carraspear.
T_ Toma castañaaaaaaaaaa, ¡campeones!, ¡campeones!
M_ ¿Qué te ha pasado ahora? –miraba a Esther seria
mientras recogía la pelota.
E_ Nada, ¿por qué?
189 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Esther te acaban de meter otro gol.
E_ ¡Tú querías que fuera portera!, pues alé portera soy –le
dijo a modo de reproche colocándose la gorra.
M_ Pero es que... ¡quieres estar mirando el balón y dejar de
mirar mi culo! –le riñó seria.
E_ Pues no me lo pongas delante.
M_ Encima tendré yo la culpa –renegaba yéndose.
E_ Si, si no estuvieras tan buena –justo lo dijo cuando el
jolgorio de los cánticos, ladridos y aullidos se detuvo, todos
oyeron claramente sus palabras y volvieron a sonreír-.
Joder... si es que... lo siento... prometo estar más pendiente
–les decía a los niños que se aceraron a ella.
Ng_ Mwasi Esther... no ser portera.
E_ Ya lo sé Ngande pero ha sido ella –señalaba a Maca.
Li_ Mwasi Esther mondele...
E_ Dime cariño.
Li_ Mirar.
E_ No... si... mirar... ya miro ya...
Ng_ Mwasis mondeles –hizo un ademán el niño como si no
tuvieran arreglo.
E_ Ayyyyyyyyyyyy –suspiró mirando como su mujer volvía a
correr y entonces recibió en su rostro un buen pozal de
agua. Al mirar vio a Mona con sus dientes fuera sonriendo-.
¡Pero Mona!
190 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Mo_ Uhhhh uhhh uhhh ah ah aha uhhhhhhh –le movía el
culo como recordándole que menos mirar el culo y más el
balón.
Nuevamente las risas, la cercanía entre todos, la
amistad, incluso el amor cómplice entre miradas de unos y
otras, sonrisas pícaras como la de Maca a Esther cuando se
ponía delante, cosquillas mal intencionadas de Teresa a
Esther para que se despistara algo que no hacía mucha
falta porque lo hacía con facilidad, carcajadas de Vilches
que parecía relajarse, la felicidad de los niños al poder jugar
y olvidarse de todo. El ambiente, era fantástico.
En una de esas, el equipo de Vilches atacaba era ya
casi el final de partido, iban empate a seis, y fue Ngouabi
quien tras hacer una demostración para su Siya, fue a
chutar desde lejos, Esther que seguía en su mundo
particular tan solo acertó a escuchar como todos la
llamaban, y al alzar la vista lo vio, el balón llegaba justo a
su cara, sin poder hacer mas que recibir el golpe y caer de
culo con uno de sus quejidos clásicos.
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
La gorra salió despedida, su cuerpo quedó tirado en el
suelo, y el silencio se hizo en medio de la aldea, Mona se
tapó los ojos, y aulló, Ramón dio dos vueltas y a la tercera
con su pata se tapó los ojos, el perro de Nmaba abrió los
suyos después de tanto escándalo le despertó el silencio, y
todos, con gestos de susto fueron corriendo hacia una
191 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Esther que seguía en el suelo con sus piernas abiertas, los
brazos estirados y los ojos abiertos fijos mirando el cielo.
M_ ¿Esther... Esther estás bien cariño? –le levantó un poco
la cabeza mientras Vilches traía un poco de agua.
E_ Pa que luego me digas... que soy mala portera... ¡la
hostia!
V_ Si, la hostia, pero la que te han dao.
Habían pasado un par de horas desde el fin del
partido, Esther estaba sentada en la cocina aún con cierto
mareo, se había duchado ayudada por una divertida Maca y
ésta se había encargado del siguiente biberón de su
pequeña, mientras se lo daba, pensaba como era posible
adorar a una niña así, sentirla suya en tan pocos días y
sobre todo, sentirse madre con Esther. Su sonrisa demostró
su felicidad y orgullo por ese maravilloso sentimiento.
Sin duda el partido había sido un motivo para no
pensar, para no sentir el miedo atenazado en sus
gargantas, las cosquillas en sus estómagos, el rato que
habían pasado gritando, sonriendo, sacando energía que les
sobraba provocada por el miedo a la situación que
presentían les iba a llegar, les había hecho bien.
Ng_ Mwasi Esther –se asomó preocupado.
E_ Hola Ngouabi, ¿qué tal?
Ng_ Ngouabi querer saber por ti –le decía apurado.
192 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No te preocupes, estoy bien... estoy acostumbrada a los
golpes –le sonrió haciendo un gesto para que se sentara a
su lado-. Ya sabes... soy patosa..
Ng_ No Mwasi, yo querer hacer algo por ti.
E_ No hace falta... la gorra paró mucho el golpe, lo que pasa
es –miró alrededor y guiñándole el ojo le dijo bajito-. Que
exageré un poquito para recibir los cuidados de Maca.
Ng_ Entender –dio una carcajada.
E_ Si... –sonreía divertida.
M_ Mira quien tenemos aquí... si es Mami portera invencible
recibe golpes Esther.
E_ Ves Ngouabi si tú no tienes la culpa, la culpa la tiene ella
–cogía a la pequeña en sus brazos sonriendo.
Ng_ Estar más tranquilo –le dijo sonriendo mientras
agachaba un poco la cabeza.
E_ Estoy bien –le guiñó nuevamente el ojo hablando bajito.
Ng_ Ngouabi irse.
E_ Adiós. No me has dado ni un beso y estoy herida.
M_ ¿Herida?, poco exagerada eres.
E_ Oye pero paré el balón ¿eh?, te has dado cuenta que
parada.
M_ Sí, me he dado cuenta que te gusta demasiado mirarme
–le sonreía.
E_ Ya...es que... –movía la cabeza divertida.
193 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No si yo te entiendo perfectamente, ¿eh?, vamos pero...
T_ ¡Acabáramos! a mí tenerme que mandar a mí edad.
¡Pero qué te has creído Vilches! –entraba recién duchada en
la cocina hecha una fiera Teresa y Vilches con gesto
agotado tras ella.
E_ ¿Qué pasa? –le preguntó a Maca bajito.
M_ No sé –los miraba extrañada por sus gestos.
V_ Que me da igual Teresa, que he dicho que os vais y os
vais.
T_ Mira... llevo toda mi vida aquí, he pasado guerras,
hambrunas, golpes, me han herido dos veces de bala todo
lo que se pasa en esta tierra, y no vas a decirme ahora que
me tengo que marchar porque hay una posibilidad de que
nos alcance la guerrilla. Eso ellas, pero yo no, mi vida está
aquí y punto.
V_ Teresa no seas cabezota.
T_ ¡Mira Vilches!, te digo que no... que no me voy y no se
ha de volver hablar del tema, ¡vamos hombre! –se metió
hacia la cocina.
V_ La próxima vez me pido trabajar en un hospital donde no
hayan mujeres, ¡dios qué testarudas!
M_ Bueno es comprensible –le dijo sentándose.
V_ ¿Qué es comprensible vamos a ver? –la miró cruzándose
de brazos sobre el pecho.
M_ Que no quiera irse, Teresa es de aquí.
194 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Es una inconsciente, como tú, como Esther... pero
bueno... a vosotras lo más seguro es que me dé tiempo a
sacaros, a Teresa después de este numerito a ver... ¡qué
me ha amenazao con dejarme sin comida! –decía ofendido.
E_ Bueno Vilches tranquilo de momento parece que todo
está en calma.
V_ Si, no hay noticias he hablado con Dávila de vuestro
avión. Definitivamente os iréis con uno medicalizado ¿eh?
M_ ¿Y eso?
V_ Porque os vais vosotras con dos niños que van a operar
en Madrid, así que según como esté la Selva haremos,
porque no salen en el sur los aviones ¡ay que joderse!, sale
justo del norte donde está el meollo.
Lu_ Mwasis –les llamó Lula desde la puerta con una sonrisa.
M_¿Dime cariño?
Lu_ Salir, na bwala ngala ya ebo sambu na beno (la aldea
tiene un regalo para vosotras).
E_ Me he perdido –salió Teresa de la cocina al escuchar las
palabras de Lula.
M_ Que nos van a regalar algo...
E_ ¡Ay que ilusión! –dijo con voz de ñoña mientras se
levantaba.
M_ Si cariño... –la miraba negando con la cabeza por su
espontaneidad donde salía con fuerza su pijerio.
195 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Venga vamos.
Salieron las dos acompañadas por Vilches y Teresa, la
mujer cogió a la niña y la pareja se miraron algo
sorprendidas, entonces Lula les señaló su propia cabaña
donde estaba las mujeres y los hombres fuera. Justo cuando
estaban llegando, Massamba salía de dejar algo, las miró
les sonrió y les dijo con su habitual tono solemne.
Ma_ Maes necesita cuna, mi aldea os regala para que sus
sueños sean siempre dulces.
E_ Gracias Massamba –se lanzó a su cuello emocionada
mientras el hombre no sabía que hacer con sus manos.
M_ Muchas gracias a todos, de verdad –les dijo sonriendo y
sin poder evitar que sus ojos se llenaran de brillo por la
emoción.
E_ Que cuna más bonita.. que preciosidad.
M_ Ahora ya sé que hacías Massamba –le abrazó dejándole
un beso en la mejilla.
Ma_ Massamba hacer lo que hombres deben hacer. Mujeres
hacer el resto.
E_ Mira Maca... mira esto –decía emocionada al ver las
sabanitas de la cuna con el nombre de la pequeña bordado.
M_ Uf... que pasada.
E_ Ay que bonito –volvió a decir mientras se abrazaba a
Maca.
196 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡Bueno vamos a probarla, no Maes!, que tus madres se
han quedado boquiabiertas.
Lu_ Así mwasis poder tener ternura –sonrisa amplia y
cómplice.
M_ Di que si... Lula... di que si... ¿desde cuándo sabes tú de
eso tanto, eh? –la abrazó mientras la joven se reía feliz, por
primera vez desde que llegara a la aldea tremendamente
feliz-. Ya lo sé, desde que te juntas con Esther. Pero...
aprovecha Lula... sé feliz –le dijo mirándola intensamente a
los ojos.
Lu_ Melesi.
La cuna era posiblemente la mayor obra de arte que
había visto Esther, la miraba con la pequeña dentro
disfrutando de su cama mientras se movía, por su parte la
enfermera miraba el detalle de cada madera modelada, de
cada rincón perfectamente terminado. Massamba era un
artista y no pudo evitar el comentario de “esto valdría una
pasta, y él lo hace de corazón”. Maca la miró, sí, era cierto,
el corazón era lo que movía a todos, y a pesar de su
egoísmo por salvar a su familia, reconocía que nunca
encontraría a gente como la que le rodeaba, y entonces aún
sintió mayor rabia e ira, unos pocos iban a conseguir
apartarla de algo tan maravilloso como era su gente.
Cenaron y después se sentaron alrededor del fuego,
tanta tranquilidad a todos les parecía el presagio de algo
horrible, pero era un pensamiento silenciado en sus mentes
197 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
y sufrido en sus corazones. Tan solo se escuchaba el
crepitar del fuego, el silencio aplastante de todos, y entre
ese silencio bajo el manto del cielo más hermoso que nunca
habían visto, las miradas entre Maca y Esther fueron tan
tiernas, tan cariñosas, que sentían bombardear su corazón
de emociones, recorrer su sangre y llegar nuevamente
hasta el corazón sintiendo más amor del que podían
imaginar.
Fue Zulú quien se levantó primero, agarrando a su
mujer suavemente del brazo, a su lado quedaba Massamba
que parecía aquella noche no tener demasiado claro ir a
dormir. Su gesto había llamado la atención de todos, y la
ausencia de Lula también.
Z_ Massamba a dormir.
Ma_ Si –dijo sin apartar la mirada del fuego.
Z_ El viejo tiene miedo –susurró en su oreja la mirada dura
del hombre le hizo sonreír-. El corazón siente, y es quien
manda... tu decir a mí cuando Nsona, ser valiente cuando
sentir amor, hoy tú ser más valiente que nadie... el espíritu
de arriba, dibujó una noche hermosa para Massamba y
Lula...
Ns_ Y esa noche hermosa dibujar en el corazón, el
sentimiento del amor encontrado –le hablaban bajito como
ellos solían hacer cuando hablaban de cosas importantes
casi como si recitaran un poema de amor.
198 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Z_ El viejo Massamba morir, y estar hoy el Massamba de
siempre.
Ns_ Bueno y grande... tierno y sincero... Lula esperar.
Z_ Mpimpa na, bampangi (Buenas noches, hermano).
Ma_ Mpimpa na, bampangi –respondió orgulloso.
El hombre y mujer blancos, no dijeron nada, pero sus
miradas le decían lo mismo que las palabras de sus
hermanos, y tras exhalar un profundo suspiro mirando la
Luna como esperando sus rayos y la fuerza necesaria, se
levantó dio las buenas noches y se perdió hasta su cabaña.
Ante el gesto simpático del resto.
V_ Yo también me voy... a mí no me espera ni Dios, pero
me voy –dijo poniéndose en pie mientras Esther que tenía
apoyada su cabeza en el hombro de Maca le sonrió con
cariño-. Buenas noches.
T_ Buenas noches...
V_ ¿Ya se te ha pasado el enfado?
T_ Yo no me enfado... porque no pienso hacerte ni caso.
V_ Ya mami... ya...
T_ Ramón cariño... nos vamos –el perro llegó dando brincos
y moviendo la cola-. Buenas noches chicas.
M_ Buenas noches.
E_ Hasta mañana mami. ¿Nos vamos?, le toca el bibe a
Maes.
199 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Si, ya voy yo a ordeñar a Lucero no vaya a ser que te dé
otro golpecito que hoy tus hormonas están muy
revolucionadas tras mi trasero –le dejó un beso divertido y
se fue.
E_ No lo sabes tú bien.
Mo_ Uh uh uh –apareció Mona.
E_ Mona cariño –tras ella Valiente que se subió a los brazos
de Esther.
Mo_ Uhhhhhhh.
E_ Estoy bien, ¿os vais a dormir?
Mo_ Uh uh ahhhh –movía su cabeza y después le dio un
abrazo como si quisiera así darle las buenas noches.
E_ Que lista eres, venga descansar... Valiente –le daba un
abrazo al animal.
Va_ Uh uh –la miraba acercando su rostro al de ella.
E_ Jajaja –sonreía al ver su gesto divertido-. A dormir que es
tarde.
Se quedó sola esperando ver acercarse a Maca con la
leche, sintió un escalofrío porque como todas las noches, el
aire cambiaba y se hacía fresco, se abrazó a si misma
mirando las estrellas, suspirando y sintiendo tantas cosas,
que terminó por levantarse con los ojos emocionados.
E_ Ayúdanos abuela... ayúdanos.
200 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Le dieron el biberón, Maca tras lavar el pañal de la
pequeña Maes, se marchó a la parte de atrás para tenderlo,
el silencio de la noche le hacía estremecerse, miró el
poblado que estaba tranquilo, puso atención pero no se
oían gemidos, ni otros ruidos, sonrió al pensar que por fin
Lula le daba una oportunidad a un hombre, cuando siempre
pensó que jamás lo haría. La vida tenía sus recompensas y
estaba segura que no solo ella con la aparición de Esther en
su vida, la había tenido, quizás en ese momento Lula,
también.
Abrió la puerta y al cruzar el quicio, vio a Esther de pie
mirándola.
M_ ¿Qué te pasa?
No hubieron respuestas de palabra, Esther se lanzó
apresuradamente hacia ella, la deseaba tanto, que no
pensó en otra cosa que no fuera hacerle el amor, la agarró
y empujó contra la puerta ya cerrada, apretándose contra
ella, abriendo sus labios con su propia lengua, Maca suspiró
dentro de su boca al notar la caricia fiera de su lengua en
su boca, sus manos buscaron con rapidez la piel cálida de
Esther, quien la obligó a abrir sus piernas, al notar como la
acariciaba la espalda con la misma fiereza que su lengua
seguía batallando en su boca, se separó un segundo el justo
para mirarla con total avidez, el rostro de Maca mostraba
cierto azoramiento, recordando aquella primera vez donde
Esther la volvió loca cuando menos lo imaginó. Pero estaba
201 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
claro que la enfermera no le iba a dejar tiempo para pensar,
con una pasión descomedida buscó nuevamente sus labios,
mientras sus manos se chocaron al tratar de buscar los
botones de la otra de su pantalón, pero Maca siguió
sintiéndose desbordada por su mujer quien le musitó:
E_ No... ahora tú.
Maca se dejó hacer pasó su lengua humedeciendo sus
labios enrojecidos por la pasión de Esther, notó como sin
ningún cuidado Esther metía su mano en el pantalón, sintió
su propia necesidad porque la tocara. Cerró los ojos su piel
comenzaba a abrasarse por el ardor del momento, Esther la
miraba mientras su mano apartaba con salero la braga de
algodón, y se introducía allí a aquel mar que la recibía
rebosante.
M_ Hmmmmm –sonó un gemido ahogado ante la
profundidad de la caricia de Esther.
E_ Me gustas muchísimo Maca... muchísimo –recitó
mientras sus labios rodaban por la mejilla de una Maca que
comenzaba a mover sus caderas con necesidad.
M_ Entra... entra... –le susurraba mientras sus manos la
estrechaban contra su cuerpo, necesitándola-. Te necesito...
Esther.
E_ Me tienes mi vida... te quiero tanto.
M_ ¡Oh Esther no pares! –le rogaba mientras sus manos
buscaban con frenesí los pechos de Esther.
202 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Así... aprieta –le suplicó.
M_ Esther –musitó mientras la respiración entrecortada
resonaba en el oído de la enfermera-. Me estás volviendo
loca.
E_ Quiero volverte loca...
Entonces detuvo su mano con una mínima queja de
Maca, que rápidamente entendió lo que pretendía hacer, se
apoyó mejor contra la pared mientras abría sus piernas
mientras Esther recorría con la punta de su lengua el
vientre de la Pediatra que había apoyado sus manos en los
hombros de su mujer urgiendo su recorrido.
M_ No puedo esperar... Esther –le musito sintiéndose ebria
de deseo.
Esther tuvo compasión de ella, jugó con la punta de su
lengua en aquel abultado y sabroso sexo, después de un
gemido y una convulsión de Maca al notar su suave caricia,
recorrió el camino trazado por las olas, el sabor salado la
saciaba, aquel mar que la había recibido en calma, se
estaba convirtiendo en una marea agitada en la que se
sumergió y dejó arrasar, provocando que la marea se
transformara en una estruendosa ola rompiendo sobre su
boca, en un gemido ahogado y arrollador en la boca abierta
jadeante de Maca, que notaba como sus piernas se volvían
débiles, como había llegado a la profundidad del mar, había
divisado todo el hermoso mundo secreto en el que Esther la
condujo, y allí tratando de sosegar la respiración mientras
203 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Esther besaba sus muslos, besos delicados, tiernos, pero
que provocaban en Maca un cosquilleo intenso, con sus ojos
cerrados, apretando los puños abriendo las manos
impacientes por tocar a quien tanto placer le había
entregado, haciendo que subiera hasta su boca, haciendo
que ambas lenguas volvieran a reencontrarse y saborearse,
haciendo que sus manos la tocaran con locura.
M_ Mi amor... te deseo tanto...
E_ Maca –fue lo único que pudo decir porque notaba como
era ahora ella a la que el deseo apremiaba sin poder
esperar mucho más tiempo-. Te deseo...
Fue la palabra mágica, no necesitaron más, la ropa fue
cayendo al suelo como si fueran semillas que eran
repartidas en la tierra fértil del amor y la pasión. Aquella
noche, parecía que la pasión las desbordaba a las dos.
Maca empujó a Esther desnuda suavemente sobre la
cama, se tumbó sobre ella con su sexo todavía
humedecido, sintiendo el propio calor de Esther quien abrió
las piernas para recibirla, rodeó con ellas sus caderas, Maca
chupaba sus pezones que se habían vuelto como dos
provocaciones para ella, los lamía con cuidado, con ternura,
con desesperación mientras acoplaba su sexo contra el de
una Esther que no podía evitar sentirse totalmente
encendida. Sus labios chocaron, sus lenguas batieron
batallas, mientras las manos de Maca cada una puestas a
los lados de los hombros de Esther la ayudaban se
204 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
marcaban sus músculos ante la fuerza de que sus caderas
se retorcían contra el pubis de Esther, sus gemidos se
mezclaron al tiempo que Maca introducía su lengua en el
oído de Esther que clavó sin reparo sus uñas en la espalda
humedecida por el sudor de su mujer, el éxtasis parecía
llegar, Esther lo notaba, Maca también, fueron
incrementando el ritmo, la fuerza mientras un gemido se
escapaba desde el fondo de su garganta. Una acometida,
otra y la última que logró arrancar en ambas un estallido de
miles de luces a su alrededor, y que provocaron que Maca
se derrumbara sobre Esther. Las respiraciones seguían
siendo jadeantes, Esther abrazó con total dependencia a
Maca.
E_ Te quiero.
M_ Mi vida... y yo.
Y como si el amor las hubiera trastornado, Esther
tumbó a Maca que no pensaba podría responderle, se había
dejado sus últimas energías, pero la lengua de Esther
recorriendo su cuerpo, y sus manos llenándola de caricias
suaves, tiernas y ardientes, le hicieron desearla de nuevo,
la mano de Esther dibujó el camino que tanto le gustaba,
rozó con suavidad su sexo consiguiendo un suspiró por
parte de Maca quien se aferró a la almohada, Esther sonrió
le encantaba verla así, totalmente entregada a ella , fue
entonces cuando devoró con ansías su cuello, saboreándolo
mezclándose entre su aroma y el sabor salado de la
205 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
transpiración, mientras su mano acariciaba íntimamente a
una Maca que con los talones apretando contra la cama se
dejaba llevar con la boca abierta, suspirando, gimiendo
mientras murmuraba su nombre, y aquella voz sedosa
enardecía aún más el deseo de colmarla de éxtasis a
Esther, quien comenzó a aumentar el ritmo de su mano, de
sus besos, y Maca tuvo que aferrarse a la piel desnuda y
humedecida de su mujer, notaba que no podía soportarlo
que iba a morir allí mismo de placer, pero lo aguantó,
aguantó no uno sino hasta dos sacudidas tan fuertes que
enarcó su espalda apretó los ojos viendo todas las estrellas
del firmamento, esas que Esther había bajado para ella.
M_ Esther –murmuró extasiada con la voz entrecortada por
el placer.
E_ Mi amor.
M_ Que sepas que me voy a morir y tú tienes la culpa.
E_ No me lo creo –sonrió.
M_ ¿Ah, no? –abrió los ojos mientras su pecho seguía
agitado.
E_ No –sonrió con provocación.
M_ Aunque sea lo último que haga, pero… voy a hacer que
veas como yo he visto las estrellas.
De un salto se puso sobre una Esther que reía
divertida, aunque sus ojos mostraban todo el brillo del
206 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
deseo, y Maca al verse reflejada en sus pupilas que le
entregaban amor sonrió dulcemente.
M_ Date la vuelta –le musitó con tanta sensualidad que sus
ojos parecían dos brasas ardientes en su punto álgido.
E_ Oh Maca –se dejó hacer, metió su cara entre los dos
almohadones y extendió sus brazos cada uno al lado de su
cuerpo cogiéndose a la sábana. Al notar como le apartaba
el pelo y su aliento le rozaba el cuello suspiro-. Maca…
M_ ¿Qué mi vida?
E_ Por favor… -suplicó apremiante.
M_ No tenemos prisa mi vida…
E_ Yo si.
M_ ¿Tú si? –sonrió maliciosamente y le musito despacio en
su oído provocando que toda su piel se erizara-. Me encanta
que tengas prisa…
Su lengua paseó por la base del cuello de Esther
provocando un estremecimiento total y un gemido
ahogado, mientras sus manos volaban por el dorso, le
obligó a despegar un poco su cuerpo del colchón para que
su mano derecha ocupara el pecho derecho, mientras que
la izquierda siguió un camino descendente muy suave
tocando levemente su piel, entre tanto Maca apoyaba sus
rodillas elevándose un poco sobre su trasero. Los gemidos
comenzaron en cuanto Maca descendió por la cadera de
Esther quien instintivamente abrió sus muslos para facilitar
207 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
su camino, le dejó una caricia excitante en la parte trasero
de los muslos algo que provocó en Esther un leve gemido
hasta que su mano llegó y cubrió toda la humedad de la
enfermera quien volvió a gemir.
E_ Maca.
M_ Levanta un poco, déjame entrar.
E_ Hmmm –volvió a gemir al notar el pubis de Maca sobre
su piel al apoyar sus rodillas levemente sobre el colchón
para facilitar que su mano penetrara en su entre pierna.
M_ Cariño…
E_ ¡Ah!... no pares…
M_ No mi vida…
E_ No pares –repetía frenéticamente mientras notaba como
Maca la empujaba con sus caderas y como su cuerpo la
llamaba sin cesar-. Sigue…
M_ Esther… -la llamaba con su voz repleta de ardor, gruesa
por el deseo.
E_ ¡Ah!
M_ Aguanta.
E_ Maca.
El ritmo había subido, los corazones acompasados al
mismo latido, parecía que llegaban juntas al éxtasis, al
mayor éxtasis nunca vivido, Esther ahogó un grito sobre la
almohada, Maca sobre su pelo escondió su boca para
208 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
gemir, para gritar sin despertar a Maes, cayeron a la cama,
cada una a un lado, Esther boca abajo, Maca de lado,
ambas mirándose con las respiraciones a punto de explotar,
sus ojos hablaban, sus labios rojos de saciarse en caricias
en la piel deseada, y de pronto una carcajada las inundó
como antes el deseo y pasión.
M_ No vuelvas a decir que no sabes si eres buena –le
acarició la cara acercándose a ella pasando su pierna por le
medio de las de Esther-. Eres increíble cariño… me haces
tan feliz.
E_ Tú a mí también… te quiero… te quiero como nunca he
querido a nadie.
M_ Y yo.
E_ ¿Quieres más?
M_ ¿Estás de coña? –enarcó su ceja derecha desafiándola-.
Uno más y te quedas viuda.
E_ No me lo creo –se acodó a su lado paseando su dedo por
la piel de Maca.
M_ Esther –cerró los ojos con una sonrisa divertida.
E_ Mi Calentorra de la Selva no puede rendirse así tan
fácilmente.
M_ ¿Tan fácilmente?... Dios mío y Maes justo esta noche no
llora ni pide nada.
E_ ¿Quieres librarte? –se había puesto sobre ella.
209 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No me fío… que desde que eres tan amiga de Lula… a
saber que te has tomado.
E_ ¿Sabes lo que me he tomado?
M_ ¿Qué? –le preguntó sonriendo mientras acariciaba sus
muslos con delicadeza.
E_ Una ración triple del culo de mi mujer.
M_ Eres más mala –le dio la vuelta subiendo sobre ella ante
el pequeño grito de Esther-. Pero me encanta que lo seas.
E_ Y a mí que lo seas tú –le acariciaba la frente mirándola
con ojos tremendamente enamorados.
M_ Te quiero.
E_ Y yo.
M_ ¿No oyes eso?
E_ ¿El qué?
M_ Me está llamando.
E_ ¿Quién? –miró a la niña pensando que Maes se había
movido.
M_ Mi tesoro.
E_ ¡Maca! –la riñó sonriendo mientras Maca cubría su sexo
con la boca ante el ataque de risa de Esther.
M_ Eres mía –le dijo volviendo a su lugar preferido.
Y volvieron a amarse, y volvieron a tocar la luna que
las vigilaba y las iluminaba en aquella noche pasional
donde el amor se convirtió en alianza perenne, en donde
210 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dos cuerpos descubrieron lo que era temblar juntos,
estremecerse al mismo tiempo, y siempre y cuando la vida
se lo permitiera, seguirían unidas así.
El sol volvía a salir anunciando un día nuevo, y Maca
entraba con la leche para Maes con los ojos casi cerrados, y
una Esther tan agotada como ella, mantenía a la pequeña
entre sus brazos con gesto de sueño.
M_ Aquí está –le dijo tumbándose a su lado tratando de
contemplar a su mujer e hija.
E_ Gracias cariño... tendré que hablar –bostezo enorme
mientras una lagrima recorría su mejilla-... con Lucero no
podemos seguir así, no puedes encargarte tú siempre.
M_ A mí me ve y espera a ver que pasa... debe pensar ¡uy
que viene la otra!
E_ Que mala eres –sonrió graciosamente mientras la veía
luchar contra sus párpados. Con una sonrisa encantadora le
susurró-. Anda duerme un rato.
M_ Me has dejado inservible –acarició primero la frente de
su mujer y después dejó un beso en la de su hija.
E_ Y tú a mí.
M_ Vaya par estamos hechas.
E_ Si... vaya maravilloso par –le besó la frente-. Descansa.
El día se estaba desarrollando demasiado tranquilo, el
calor era importante y eso hacía que los niños estuvieran
sentados en la sombra en compañía de Mona y demás,
211 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Valiente se había puesto a jugar con ellos imitando sus
volteretas, mientras Ramón cuidaba de que Mbe que era el
más pequeño no se hiciera daño. Los mayores habían
estado haciendo las labores que normalmente llevaban a
cabo entre la tensa espera de que algo sucediera.
V_ ¿Nsona has visto a Maca y Esther?
Ns_ Sí Ziku, están en el huerto.
V_ Gracias… avisa a todos tengo que hablar con vosotros –
su rostro seguía siendo preocupado.
Ns_ Si Ziku.
Al llegar al huerto, las vio, a Teresa con Maes en el
brazo sonriente, a Esther hablando divertida con Lula y a
Maca con la azada haciendo un socavón en la tierra.
Sonrió… aquella estampa era para grabarla y mandársela a
Julia, con un remite “mira como se hace a una mujer feliz”.
M_ Cariño ¿podrías echarme un poco de agua?, digo si no
interrumpo tu charla no vayas a herniarte ¿eh?
E_ Ay que mona eres… mírala como trabaja… ¡Vilches! –lo
saludó al verlo parado viéndolas.
V_ Vaya por lo que veo te llevan muy pero que muy firme
Maquita.
M_ Ya ves… si en el fondo es que soy una blandengue.
V_ Venga pues blandengue tenemos reunión, Teresa tú
también.
T_ Si. Lula –le entregó a Maes.
212 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Lu_ Si.
V_ ¿Has visto a Massamba Teresa?, está como si lo hubiera
dejado tonto…
T_ Eres un trasto y un mal pensado.
M_ Eso siempre… ¡qué me pregunten a mí todo lo que he
tenido que soportar!
V_ Espera contigo siempre he acertado y no sigo porque
está tu mujer delante.
E_ Por mí puedes seguir Ziku –le dijo sonriendo-. Al final
muchas mujeres pero mira… comiendo de mi mano –le
guiñó el ojo a Vilches que sonrió.
M_ ¡Pero tú que te has creído niña pija! –le reprochó seria
aunque en el fondo no podía estar más de acuerdo con ella.
E_ La verdad… no te engañes cariño –le dejó un beso
sorpresa que le hizo cerrar los ojos y poner su mano en el
corazón.
M_ Dios me puede esta mujer me puede.
E_ Payasa.
T_ Ay cuanta tontería por favor –susurró.
M_ Si si… pues no somos las únicas que tiene tontería ¿eh?,
y no me hagas hablar.
V_ Bueno… a ver ahora nos dejamos las cuestiones
sentimentales a un lado y hablamos de lo que interesa.
Ma_ Estamos aquí.
213 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Bien Massamba, a ver quiero que me prestéis total
atención. Ya hemos recibido el toque esperado, el camión
que salió hacia Brazaville con Dávila y los demás, ha sido el
último que ha podido pasar hacia el sur, es decir, de
momento las fronteras entre estados del sur están
cerradas.
M_ Que bien, nos abandonan a nuestra suerte. ¿Sabemos el
número de desplazados del que hablamos?
V_ No Maca, la gente esta escapando en masas es un
número incontrolado de refugiados, ¡ya sabéis!, la gente
huye hacia el sur y el oeste del país y muy posiblemente
vamos a tener trabajo.
Z_ ¿Abrir puertas? –preguntó preocupado.
V_ Ya Zulú, es peligroso pero no podemos hacer otra cosa,
se mantendrá cerrada hasta que Louabi nos dé señal de
posibles movimientos, quiero que Sissou y Esther tengáis
preparado todo lo que Cruz trajo, posiblemente lo vayamos
a terminar.
E_ Vale no te preocupes por eso –Sissou miró a Esther con
una sonrisa que le quería demostrar seguridad.
V_ Está bien ayudaremos con agua y curas, algo de comida
también hasta que acaben de pasar o se nos acaben las
provisiones. Me han asegurado que una vez a la semana
nos traerá comida en latas los militares.
M_ Y yo va y me lo creo.
214 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Sigo –la miró serio-. Vamos a crear el plan de evasión.
Cada vez que entre un grupo de refugiados, no quiero ni a
uno solo de vuestros hijos por el medio.
Z_ No problema.
Ma_ Subir al refugio.
V_ Bien. Tendremos que apañarnos con la comida que
haya, no vais a salir a cazar.
T_ Tenemos para un mes como mínimo para nosotros,
ahora si llegan refugiados –elevó los hombros con
preocupación.
M_ Deberíamos preparar el hospital Vilches, de eso me
encargo yo con Siya y Ngouabi, sacar del de campaña las
camillas y si podemos recuperar algún colchón de los de la
riada, los acoplamos como podamos.
V_ Estupendo.
M_ Cuando vengan los refugiados, las chicas deberían subir
con los niños al refugio –le advirtió algo preocupada por
ellas.
V_ Si, no sabemos si entre la gente puede haber algún loco.
E_ ¿Y una vez nosotros les ayudemos, que harán?
V_ Seguir huyendo… porque nosotros llegará un momento
en que también tendremos que huir si los militares no
detienen la ofensiva, no quiero correr riesgos. Y nada de
que vosotros os vais a la Selva –miró a los hombres que lo
215 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
escuchaban atento-. Ahora mismo nadie nos podemos
mover de aquí, ni siquiera vosotras.
M_ No hay problema por eso –le dijo no muy convencida.
V_ Claro que hay problema. Bueno Monwe, tú te encargas
de los más pequeños, Lula tú de tu hijo y los mayores.
Bendi y Nmaba no os quiero ver por el medio, no quiero
correr el más mínimo riesgo de nada van a venir
desesperados y sin nada que perder. Teresa, voy a
necesitarte como enfermera en el caso que se confirmen
los peores augurios.
T_ Está bien.
V_ ¿No tendrás más vasos de piolin, verdad? –miró a Esther
enarcando una ceja.
E_ Si tengo si, pero no son de piolin, lo siento.
V_ ¿Con que nos vas a conmover?
E_ Ya lo veras.
V_ Pues ya sabéis manos a la obra. Los hombres y yo,
vamos a meter caña al hospital… creo que podríamos
levantar un trozo más. ¿Qué os parece?
Ma_ Sin problemas –su rostro era preocupado.
V_ Massamba… ¿podemos hablar tú y yo?
Ma_ Claro.
V_ Ven a mi despacho. El resto a trabajar.
216 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Oye cariño… ¿de qué son los vasos? –se le acercó a la
oreja divertida.
E_ No pienso decírtelo, es sorpresa.
T_ ¿Y se puede saber porque te traías vasos?, ¿Qué
pensabas que aquí no habían?
E_ Bueno Teresa –sonrió algo sonrojada-. Pensaba si un día
tengo que ir a la Selva, me darán a beber de donde beban
los demás y… bueno… no me gustan las cantimploras
porque el agua se vuelve caliente.
T_ Pues para no gustarte…
E_ ¿Qué? –le preguntó sonriente mientras Maca la miraba
embobada mordiéndose el labio.
T_ Pues que estás al lado de una que vamos… poquito asco
te debe dar beber de su cantimplora… ¡habéis visto como
lleváis los morros!... ¡ay señor!
M_ Pues porque no puedes ver como llevamos otras cosas,
¡guapa! –le susurró saliendo de prisa hacia el hospital ante
la risa de Esther.
T_ Mira… mira… no le rías esas gracias que a mí no me
hacen ninguna.
Nuevamente la tensión se palpaba en el ambiente,
pero nuevamente cada uno trataba de hacerlo más
llevadero. Ante las órdenes de Vilches cada uno se puso a
trabajar en lo que el ziku había mandado, y mientras en su
217 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
despacho un cariacontecido Massamba esperaba que
hablara.
V_ Massamba, aún tenéis tiempo, a mí me va a parecer
bien lo digáis porque comprendo que la situación para
vosotros es todavía peor que para nosotros. Aún hay una
esperanza de huir, sin prisa… hay niños y no me gustaría
que os pasara nada.
Ma_ Nosotros quedar con mondeles, sois nuestra familia y si
salir, salir todos.
T_ Esas palabras las agradezco y son muy bonitas pero la
realidad nos supera Massamba, sabemos los dos que es
muy dura.
Ma_ Hablar y quedar.
V_ De acuerdo... tenía que volverlo a intentar.
Ma_ Melesi ziku.
V_ Para mí también sois muy importantes, de verdad –lo
abrazó sinceramente preocupado por el futuro de todos.
La gente acostumbrada a trabajar en los peores
momentos con la mejor de las sonrisas, ayudaron entre
todos a que el trabajo fuera menos duro, esta vez quien era
el centro de las risas era Lula y su cara de “uf lo que me
había estado perdiendo”, tal y como le había traducido
Maca muerta de risa.
218 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Teresa me voy a duchar ¿os ayudo en algo? –le guiñó el
ojo a Esther que estaba en la cocina separando algo de
comida para poderla repartir.
T_ No... tranquila lo tenemos controlado.
Maca se marchó y al poco rato lo hizo Teresa para
consultar con Vilches algunas cosas, esos momentos a
pesar de ser quien más veces los había vivido, quizá por
eso, era la que perdía los nervios y con ellos el control del
entorno.
E_ Nsona voy a ver si ya se me ha secado la ropa, ¿te haces
cargo de la niña?
Ns_ Claro Mwasi –sonrió.
E_ Melesi –le guiñó el ojo.
Siy_ ¿Na wapi kwenda? (¿Dónde va?).
Ns_ Na nki yayi nkento (Con su mujer) –sonrió divertida.
Siy_ Bonso na kuzaba Teresa (Como se entere Teresa) –
sonrió también divertida.
Lu_ Na gana -(El amor) susurró con gesto repleto de
ternura.
Ns_ Jajajajaaja Lula... sí el amor.
En la ducha estaba una seria Maca, aún no había
podido sacar de su cabeza las imágenes de la pesadilla, aún
sentía un escalofrío al recordarlo, en esos pensamientos
estaba cuando la puerta de la ducha se abrió de golpe.
219 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ahhhhhhhhh.
E_ Copiona –le dijo entrecerrando los ojos medio desnuda
mientras se quitaba la ropa interior-. No grites que me he
escapado de Teresa.
M_ ¿Pero qué haces aquí? –la miraba atónita y divertida.
E_ He pensado –le besó-... qué seguramente –le besó con
un poco más de pasión-... necesites ayuda para algunas
partes de este impresionante cuerpazo –literalmente se
metió en su boca.
M_ Hmmmmm.
E_ Hmmmmm.
Mientras Vilches salía con Teresa tratando de calmar
sus nervios ante lo que se avecinaba, verla así trastornaban
al hombre que resoplaba divertido. Se detuvieron ante el
hospital viendo como trabajaban los hombres y lo
adelantado que llevaban cerrar esa parte con un poco de
esfuerzo, esa misma noche podrían conseguir más espacio
para al menos tres camas más tal y como Maca le había
comentado a Vilches.
V_ No hay mal que por bien no venga ¿eh?
T_ Sí. ¿Sabes Vilches?, siempre he dicho que es una
injusticia el abandono de los grandes países a esta gente,
tienen lo más importante que es el sacrificio por mejorar, la
fuerza para trabajar, y la unión para sacarlo adelante… y
sin embargo…
220 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Pues si… siempre consiguen maravillarme y que se me
ponga un nudo en la garganta.
T_ Si –sus ojos se aguaron casi sin remedio-. Voy a dejar
esto en la ducha de las chicas… les hice estas toallas para
cuando estén allí.
Mo_ Uh uh uh -se puso delante de ella con los dos brazos
en alto.
T_ ¿Qué te pasa Mona? –la miraba atónita.
Mo_ Ohhhhh ahhhhh uhhhhhh –le decía con gestos como
que no debía ir.
V_ ¿Pero qué le pasa? –preguntaba al ver su rostro.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhh.
T_ ¿Esther?
Mo_ Ah, ah –asentía poniéndose las gafas de sol y sacando
sus morritos como si besara al aire, después se pasaba las
manos por su cuerpo, y finalmente se daba un golpe en el
culo.
T_ ¿Maca?
De pronto les llegó un claro gemido… y Mona se tapó
la boca, Vilches negó con la cabeza sonriendo mientras
Teresa murmuraba:
T_ Jesús, María y José… se nos van a enfermar.
221 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Nunca había escuchado aullar a Maca como aúlla con
Esther… no si… ya lo dicen ya… pequeñita pero matona.
T_ Jesús, María y José.
Tras el grito de placer de Maca, salió Esther como si
nada extraordinario hubiera pasado, aunque en su cuello un
ligero mordisco la delataba, no había nadie y sonrió, se
sentía tan bien cuando hacía el amor con Maca, era una
emoción sentirla en su piel, una ilusión poderla llenar de
placer y verse correspondida en ese amor, en ese
maravilloso amor, loco a veces, que por momentos las
trasladaban a un rincón en el mundo donde eran únicas y
dueñas la una de la otra, donde podían disfrutar del amor
en mayúsculas y era entonces cuando Esther agradecía
estar en aquel lugar que tanto le había dado, amistad,
cariño pero sobre todo una mujer maravillosa a la que
adorar y una hija a la que criar en común
La oscuridad de la noche la contrastaron con una
buena fogata porque el motor de la luz había fallado, la
cena había sido más silenciosa de lo habitual, y desde esa
noche decidieron que los niños durmieran con Siya y
Ngouabi en el refugio por si a lo largo de la noche ocurría
algo. Mientras los demás poco a poco se fueron acostando.
Las últimas en quedarse fueron Maca y Esther con la niña y
Teresa en la cocina. Sentada en la mecedora Maca le
estaba dando a Maes el biberón con la leche que por fin
Esther había podido sacar de Lucero sin ningún
222 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
contratiempo; Esther observaba sentada en el suelo junto a
ellas como el reflejo de la fogata les iluminaba de una
manera tan bella que se quedaba embelesada mirándolas.
Vilches se había retirado momentos antes porque su cabeza
no cesaba de trazar planes de salida, una y otra vez
pensaba en posibles soluciones y lo único que se le ocurría
era que los militares pudieran detener la ofensiva de la
guerrilla, todo lo demás sería realmente complicado.
Ante ellas apareció una Teresa cariacontecida con algo
en su mano y un anda apesadumbrado.
M_ ¿Qué bebes Teresa?
T_ Un otin funfun.
M_ ¿Quieres emborracharte? –la miraba asombrada y
también preocupada.
T_ Bueno… hace mucho que no lo hago –elevó los hombros
mientras se sentaba en el suelo.
E_ ¿Teresa qué te pasa, cariño? –le pasó el brazo por los
hombros dejándole un beso en la sien.
T_ ¿Qué me va a pasar? –dio un trago-. Que todo es una
mierda… tanto trabajo para que lleguen estos desgraciados
y nos lo quiten todo.
E_ Venga… no van a llegar, tranquila –le sonrió con ternura
mientras Mona se sentaba al otro lado de Teresa y Valiente
lo hacía junto a Ramón mirándola fijamente.
223 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Lo que más me molesta es la parsimonia de todo el
mundo… como si la gente que vive en este país no tuviera
derechos… como si fuera normal que esos hijos de puta
vengan y arrasen con la vida de cuantos se les pase por el
forro, eso me molesta –dijo con rabia.
M_ Cariño… Maes ha terminado –le hizo un gesto como que
ella se ocupaba de Teresa.
E_ Vale, la llevo a su cuna, buenas noches Teresa –le hizo
un gesto admitiendo su disimulada orden.
T_ Buenas noches –dio un trago largo.
E_ Venga dale un beso a Maes.
T_ Que Dios te proteja pequeña –le susurró mientras la
besaba.
E_ Te espero –le dijo mirándola con gesto apenado pero
haciéndose cargo de la situación.
M_ Si, tranquila –le guiñó un ojo-. Dame un segundo que
voy a servirme yo también.
T_ No hace falta que te emborraches, a mí al menos nadie
va a ver mis mocos, pero tú te pones horrible.
M_ Eso es imposible.
T_ ¿Recuerdas tus borracheras?
M_ Sí –sonrió con tristeza-. Claro que las recuerdo, y
recuerdo que siempre estabas tú a mi lado.
224 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Me alegro tanto de cómo te ha cambiado la vida –la miró
con los ojos rojizos y cierto color en sus mejillas mientras le
acariciaba con cariño la barbilla.
M_ Lo sé… la verdad que todas las mañanas cuando me
despierto y la veo a mi lado, me siento afortunada, y ahora
con Maes… ni te digo.
T_ Ay… si… -suspiró fuertemente.
M_ ¿Qué te pasa Teresa?, a mí no me engañas… no es solo
por la situación, sabes que puede no darse.
T_ Claro por eso tú has querido ser por primera vez desde
que te conozco egoísta y largarte, porque sabes que puede
no darse esas matanzas y esas carnicerías.
M_ Teresa… -le dijo contrariada por lo que parecía un
reproche.
T_ No te lo reprocho, es más fui la primera que te rogó que
os fuerais.
M_ Estás así por Bárbara, lo sé.
T_ Si –dijo rompiendo a llorar como una niña pequeña,
haciendo pucheros sin parar, tanto que a Maca la
sorprendió de manera que la miró abriendo sus ojos, para
finalmente estrecharla contra su hombro-. No sé nada de
ella, no sé si ha llegado o no bien… no sé… no sé que me
pasa…
M_ Teresa estás teniendo un pequeño ataque de histeria.
225 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¿Y qué?, ¿acaso no puedo? –dio otro sorbo y cuando
Maca fue a quitarle el vaso, ella se lo impidió-. No… hoy
quiero emborracharme hasta perder el control.
M_ Está bien… no seré yo quien te lo impida –le dijo
recogiéndose el pelo en una coleta.
Mo_ Uhhhh –le acarició la barbilla.
T_ Monaaaaaaaaaaaaaa –se echó a los brazos del animal
que puso gesto de sorpresa ante la risa de Maca.
Va_ Uh uh uh –se lanzó también en ese abrazo con la mujer.
Ra_ Guau guau –ladraba como avisando que aquella mujer
era suya y que no se pasaran ni un pelo.
M_ Anda Teresa que mira como los tienes a todos, hasta el
mundo animal no puede verte llorar –decía sonriendo con
cariño.
T_ Si es que… ¿qué me pasa Maca?
M_ A ver, hace mucho tiempo que nadie te da amor y
Bárbara sabe darlo.
T_ No me he acostado con ella –su rimel resbalaba por sus
mejillas mientras el que le había caído a Mona lo chupaba
sacando la lengua.
Mo_ Prrrrrrrrrrrr –resultado después de saborearlo con la
risa de Valiente y el coscorrón de su madre.
Va_ Auuuu.
226 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo sé. ¿Y qué? –la miraba seria pero con una mueca de
sonrisa en sus labios.
T_ ¿Cómo y qué?, ¿a ti qué te parece? –la miraba como si
no la entendiera.
M_ No hace falta tener sexo para sentirse bien… para
sentirse querida y creo que es lo que te pasa.
T_ Es algo extraño, me gusta estar con ella, la primera
noche que me abrazó, casi ni respiraba.
M_ ¡Pero que bruta eres! –dio una carcajada.
T_ Tengo mis principios Maca.
M_ ¿De qué valen Teresa?, ¿si los sigues eres más feliz?
T_ Pues… no mucho… -ladeó un poco la cabeza.
M_ ¿A ti te gusta que te dé un buen masaje?
T_ Sí –sonrió mientras formaba un puchero.
M_ Te gusta que te abrace ¿a qué si? –agachó la cabeza y
asintió-. ¿Y qué hay de malo Teresa?
T_ No lo sé…
M_ Eres increíble… mira Teresa eres la mejor tía que he
conocido en mi vida, tienes todo para ser una mujer
excepcional, y me jode que por principios estipulados no
puedas darte una alegría en la vida. ¿Recuerdas al que se
comió el cocodrilo?, siempre dijiste que te hizo un favor,
¿sentirías lo mismo si le pasara a Bárbara?
T_ Nooooooooooooooooooo –rompió a llorar.
227 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Pues ya está Teresa, ya está. Tú me enseñaste a vivir al
día, ni mirando el pasado ni el futuro.
T_ Nunca me hiciste ni puto caso así que no me vengas con
esa copla –le dijo subiéndose los mocos.
M_ Me encanta cuando bebés por la facilidad que tienes de
soltar tacos. Ese yo que tienes reprimido y no dejas salir
nunca me fascina.
T_ Es que claro tú lo ves como lo más fácil porque lo eres y
cada noche hay que ver lo bien que te lo pasas con la
Esthercita que parecía modosita y ha resultado una fiera.
M_ Una leona Teresa, una leona –le dio dos golpes suaves
en el brazo como solía hacer ella.
T_ ¡Calla, calla por Dios! –decía cerrando los ojos.
M_ Vale me callo –sonreía divertida-. Pero no por callarme
es que no tenga razón.
T_ ¿Dónde estará?
M_ Seguro que en el parque –sentía su desazón, ella misma
se había hecho esa pregunta con temor a la respuesta.
T_ Si estuviera en el parque habría llamado.
M_ Recuerda que las comunicaciones desde el Norte no
deben funcionar.
T_ Y encima vosotras con la niña aquí –negaba preocupada.
M_ Eso ya lo hemos discutido, cuando se pueda nos iremos.
228 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡Cuándo haya pasado todo!, claro mientras aquí
corriendo un riesgo innecesario ¡joder! ¡pedazo cabezotas
sois, hostias!
M_ Olvídate de nosotras, olvídate de todos, y por favor
piensa en ti Teresa. Te quiero y a Bárbara también, sé que
ella es un poco loca pero estoy segura que te haría feliz.
T_ ¿Y yo a ella?, mírame redios, soy vieja, arrugada, tengo
las tetas caídas, el culo ni te cuento… además soy nueva en
esto, no tengo ni idea en como funciona el tema –las
carcajadas de Maca resonaron en toda la aldea-. No te rías.
M_ A ver… mira si quieres, hablo con Esther y te sientas ahí
mientras lo hacemos… y aprendes ya sabes de voyeur,
tomas notas y…
T_ Menos mal que mañana no me acordaré de esto –reía
abiertamente también.
M_ Yo lo te lo recordaré.
T_ Dios… ¡por qué!
M_ Venga… no dramatices, y vamos a la cama que si esta
noche tenemos refugiados tú estás como para ayudar.
T_ Ay que malita me estoy poniendo, mamá.
M_ Anda va… yo te llevo y te digo que mantengo la oferta
en pie –sonreía por bajo.
T_ So guarra, serías capaz.
Maca no podía aguantarse era superior a ella las risas,
aquella Teresa borracha, con sus mejillas negras del rimel,
229 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
con sus dudas pero sabiendo en parte lo que quería, con
sus miedos, con sus maravillosos sentimientos hacia los
demás con esos tacos que nunca decía. Le costó lo suyo
acostarla, más que nada porque tuvo que ponerle los rulos,
una vez sobre la cama Ramón la abrigó con la sábana
acostándose a su lado. Maca le dejó un beso con la mirada
algo ensombrecida, aquella mujer había sido para ella como
una madre, si le pasara algo… se mordió el labio inferior y
salió de la habitación.
T_ No gritéis mucho…que una está sensible…
Aún salió con la sonrisa en los labios tras aquel ruego,
negó varias veces con la cabeza mientras se mordía el labio
inferior, allí en el suelo durmiendo sobre las toallas que
Teresa les había preparado estaba la familia Mona, desde el
refugio le llegaban unas sonrisas en voz baja, y unos
susurros que le hicieron sonreír, suspiró con fuerza mirando
al cielo, algunas nubes que comenzaron a dejar caer gotas
finas de lluvia, hacia días que no llovía, y eso no le gustaba,
estaba acostumbrada a ese repiqueteo de la lluvia en los
tejados, a esa musicalidad tan íntima del agua, volvió a
suspirar. Miró alrededor y todo estaba en orden, una
carcajada que reconoció como la de Lula le hizo volver a
sonreír, pero al mismo tiempo a sentir cierta zozobra que
tan solo se marchó cuando entró en su cabaña. Allí en la
cama su dulcinea la esperaba o al menos lo había intentado
porque ya dormía placidamente. En la cuna su niña, esa
niña que después de salvarla y estabilizarla, dormía como
230 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
debía y se mostraba muy mejorada, un día tendría que
contarle como la encontraron, y se le encogió el corazón. Se
acercó lentamente a la cama, se desnudó y buscó el cuerpo
de su mujer, besó lentamente su brazo, pasó sus cálidos
labios por el hombro, hasta posarlos en el cuello, Esther
llevaba una coleta y eso le encantaba, porque significaba
que estaba preparada para hacer el amor.
E_ Mmmmm.
M_ Mi amor… mi vida… mi dulce leoncilla.
E_ Hmmmm Maca…
M_ Si cariño… la misma que te va a comer.
Pasó un rato desde que Maca la había acostado,
Teresa se movió algo en la cama, uno de sus rulos cayó de
su cabeza, hizo varios ruidos con la boca y la lengua,
Ramón la miró desconcertado no la reconocía, y entonces
se oyó un gemido de considerable potencia.
T_ ¡No, no y no!, ¡no puede ser!... ¡pero qué tienen…!
Ramón tú no escuches… ¡es injusto unas tanto y otras tan
poco!
Pasaron dos días con relativa calma, las noticias
insistían en que la guerrilla había avanzado hacia el Sur,
que los militares no habían hecho frente y alguna retirada
les había dejado avanzar más rápido de lo esperado.
Mientras tanto en la aldea, los hombres habían
terminado el hospital, se mostraban orgullosos del trabajo
231 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
realizado, aunque la espera les estaba haciendo ponerse
algo nerviosos, los hombres no podían salir a cazar y eso
les hacía sentirse algo inútiles, habían ayudado en el huerto
y discutían con las mujeres porque aquella era su faena,
siempre aparecía la gran mami Teresa para apaciguar los
ánimos. Una Teresa que tras la borrachera se mostraba
taciturna que tan solo reaccionaba cuando Maca le
recordaba cierta conversación. Vilches andaba todo el día
cabizbajo, tampoco había recibido noticia alguna ni de
acudir a ningún poblado ni de una posible salida del lugar.
Las chicas, un tanto ajenas voluntariamente a lo que
sucedía se pasaban el rato que podían amándose,
divirtiéndose, sonriendo sin parar a sus nuevas locuras,
porque además Maes se había vuelto una niña muy
tranquila y lo agradecían con total dedicación a sus
menesteres. Aunque como Teresa ambas compartían el
miedo a las no noticias de Bárbara en silencio.
Ese día que había amanecido intenso en calor, Esther
se había levantado con un pequeño dolor de cabeza, Maca
le había estado cuidando por la noche, con paños fríos y
muchos y suaves besos, estaban en la cocina preparando el
desayuno mientras hablaban entre las mujeres.
T_ Como no les deje ir pronto a cazar, os digo yo que hacen
un rascacielos de hospital.
Ns_ Están imposibles, mami –se quejo sonriendo Nsona.
Lu_ Oh, no… todo bien –sonreía.
232 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No si… tú lo has descubierto tarde pero…
T_ Mira pues quien fue a hablar.
M_ Cariño no tomes café.
T_ ¿Y eso? –la miró porque Esther estaba algo ojerosa.
E_ Me duele la cabeza Teresa, estoy toda la noche con un
dolor –ponía gesto de daño.
T_ Vaya.
Lu_ Lula sacar.
E_ Si por favor.
V_ Buenos días –apareció serio ante todas-. Dentro de diez
horas sale vuestro avión hacia España… tenéis media hora
para prepararos.
Las caras de todas que en ese momento se estaban
riendo, fueron de auténtico impacto, se miraron unas a
otras sintiendo que la hora había llegado, justo cuando se
habían olvidado del tema, justo cuando todo parecía estar
tranquilo y bien. Era una difícil decisión ¿qué hacer justo en
ese momento?
V_ Buenos días –apareció serio ante todas-. Dentro de diez
horas sale un avión hacia España… tenéis media hora para
prepararos.
Las caras de todas que en ese momento se estaban
riendo, fueron de auténtico impacto, se miraron unas a
otras sintiendo que la hora había llegado, justo cuando se
habían olvidado del tema, justo cuando todo parecía estar
233 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
tranquilo y bien. Era una difícil decisión ¿qué hacer justo en
ese momento?
T_ Venga… yo os ayudo –dijo con cierto nudo en la garganta
como tratando de hacerlas reaccionar.
M_ Pero… ¿no será peligroso? –miró a Esther nerviosa.
V_ No lo sé Maca… no sé a lo que os vais a enfrentar –decía
serio, tras un suspiro continuó explicando lo que iban a
hacer-. Os estarán esperando dos camiones militares, nos
tienen que abastecer de gasoil, no tenemos suficiente por si
hay que huir, y Dávila me ha asegurado que el camino
hasta Epéna esta libre, iréis río arriba, allí os esperan los
militares que os acompañaran hasta Impfondo.
M_ ¿Cómo lo ves?
V_ ¿Francamente? –las miró alternativamente-. Ir al Norte
es una locura, pero es más locura quedarse y que las
oleadas nos traigan problemas serios.
E_ Pero puede no ser así… -se resistía a marcharse.
V_ Esther me importa un huevo si es o no es así, os quiero
fuera de aquí a las tres.
T_ ¿Tú no vas Vilches? –apareció su voz casi inaudible
provocado por el momento que iban a pasar en la
despedida, desde detrás del hombre.
V_ Si voy y llegan refugiados, no los vamos a poder
atender… lo siento pero tendréis que ir con los hombres.
M_ De acuerdo… voy a preparar algo para llevarnos.
234 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Nada Maca, no vais a llevar nada a lo sumo una mochila
con lo más preciso.
M_ Vale.
V_ Lo justo para el viaje, para la pequeña y poco más.
M_ De acuerdo –miró a Esther quien tenía los ojos cargados
de lagrimas-. Vamos cariño.
T_ Os ayudo.
La tristeza se había instalado en todos, rápidamente
mientras las dos mujeres se ponían a preparar los
biberones para la niña el resto de mujeres las esperaban
cerca del camión que las trasladaría hasta el aeropuerto.
Sus caras eran serias, Nmaba mantenía un gesto de rabia
posiblemente no volvería a verlas, ella se sentía mayor y
esos golpes de la vida le hacían flaquear a pesar de saber
que debía seguir luchando por sus nietos, quienes eran los
que hasta ese momento le habían dado vida aunque con la
llegada de Siya a la vida de su nieto, le hacía estar más
tranquila con ese tema. Los niños que veían los gestos de
sus mayores, sin saber porque, se sentían atemorizados,
Mona que captaba el pesimismo, había llegado hasta la
puerta de la cabaña donde dentro una Maca terriblemente
afectada y una Esther llorosa, protegían a Maes del calor,
del sol y de todo cuanto pudiera ocurrir. Y allí sin saber muy
bien que hacer, Teresa con el corazón compungido, con el
dolor de ver como se las llevaban pero con la calma de
saber que iban a estar bien, y que si Dios las ayudaba,
235 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
pronto volverían, quería mentalizarse de ese modo, no
quería pensar que tardaría en reencontrarlas o, que ya no
las volvería a ver.
T_ ¿Lo lleváis todo?
M_ Sí.
E_ Teresa dejo la cámara y el ordenador –decía con la voz
temblorosa.
T_ De acuerdo… -se frotaba las manos nerviosa.
M_ Yo llevo a Maes, lleva tú la mochila.
E_ Si… ¿y la leche?, no podemos llevarla Maca.
T_ Si, en el termo Esther, además acaba ahora de tomar, en
Impfondo os espera Claudia y allí no tendréis problemas
para encontrar.
M_ No sabía que Claudia había ido al norte, pensé que se
había ido con ellos.
T_ Parece ser que salió esta oportunidad, me alegro que
sea ella quien os acompañe –sonrió.
M_ Bueno ya está todo.
E_ Si.
T_ Esperar, no quiero despedirme fuera –les dijo
mordiéndose el labio con un ligero temblor-. Cuidaros
mucho, y que no os falte el amor que sentís, a veces
cuando uno sale de este mundo y llega al civilizado pierde
236 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
algunas nociones, tratar de mantener este amor ¿vale? –las
miraba emocionada.
E_ Claro Teresa –se abrazó a ella con fuerza, habían sido
cerca de siete meses, intensos y siempre emotivos a su
lado-. Te voy a extrañar.
T_ Y yo, venga… vamos…os están esperando…
M_ Cuídate Teresa, y por favor prométeme que si la cosa
empeora os iréis.
T_ Claro, ya sabes que Vilches no va a permitir que pase
nada –su barbilla era un temblor constante a pesar de
querer evitarlo-. Por favor Maca… no vayas a perder lo que
has conseguido aquí.
M_ Tranquila… ¡crees que sería capaz!
T_ Tú sabes a lo que me refiero –la miró seria-. En Madrid,
te están esperando y no se detendrá.
M_ No pienso dejarla.
T_ Está bien… no quiero que os vaya a crear ningún
problema –ya de sus ojos caían las primeras lagrimas-. Te
quiero.
M_ Y yo Teresa… te quiero mucho –se abrazó con Maes en
su brazo izquierdo el gesto de ambas mujeres estaba
repleto de cariño y ternura, como de pena por el adiós-. Nos
veremos pronto Teresa.
T_ Buena suerte –besó a su pequeña nieta quedándose en
la cabaña sin salir.
237 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Fuera la estampa era estremecedora, Mona subida a
los brazos de Esther con su gorra puesta, Valiente
enganchado a sus piernas y las miradas de todas las
mujeres repletas de lastima. Tuvo que tragar el nudo que
se había instalado en su garganta, mirando alrededor por
última vez, esperando reencontrarse en el tiempo con todo
aquello. Los abrazos, los besos, el silencio se hacía pesado
en la despedida, ambas tuvieron que subir ayudadas por
Massamba al camión que las llevaría al río y de allí hasta el
punto donde las esperaban para trasladarlas hasta
Impfondo. El momento decían que era el adecuado, pero en
ese viaje los cinco hombres que las escoltaban, iban
armados. Hasta Louabi había bajado de su torre de control
para despedirse con gesto muy serio, y con un “hasta
pronto”, volvió a su lugar con un nudo en su garganta.
V_ ¿Preparadas?
E_ Sí, Vilches.
V_ Ir con cuidado y en cuanto estéis en Madrid poneros en
contacto con nosotros.
M_ De acuerdo.
Ma_ Mwasi –llamó a Esther-. Hay que ir.
E_ Si… -miró a todas con un suspiro y se dio la vuelta para
no hacer más amargo el adiós.
Ma_ La niña –le dijo a Maca para que pudiera subir ella.
M_ Toma.
238 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ Vamos Mwasi –le dijo con tanta ternura que a punto
estuvo Maca de no subir-. Nosotros volver ziku.
V_ De acuerdo… ir con mucho cuidado ¿eh? Y tú… procura
portarte bien.
M_ Vilches yo…
V_ Venga… si estuviera en tu misma situación haría igual.
M_ Gracias –sus ojos se llenaron de lagrimas.
V_ Dale un beso a mi niña.
M_ Si ves que hay peligro… volver.
V_ Si… tranquila ahora me preocupáis más vosotras.
M_ Gracias por todo Vilches, sobre todo… gracias por estar
siempre que te he necesitado.
V_ Eres una medica maravillosa, pero mejor persona… así
que… espero cuando vaya a Madrid me invites a una buena
cena de chuletón a la brasa.
M_ Dalo por hecho –se abrazaron con fuerza mientras
dentro Esther sentía un dolor agudo en su corazón-. Adiós.
Se giró para subir al camión, una vez arriba miró a
todos cuantos las despedían con tremendo cariño, a Mona
la había tenido que coger en brazos Siya porque quería
subir al camión, allí abrazada al cuello de la chica lloraba
porque su pija se iba. El camión arrancó con un sonoro
ruido, y las caras de todos, mostraron la pena de ver como
aquellas dos mwasis que tanto habían hecho por ellos se
marchaban, los corazones de todos quedaron tocados,
239 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Teresa apoyada en el quicio de la cabaña de ambas, sentía
como le desgarraban un trozo de sus propias entrañas, y
sintió más rabia que pena, más ira que dolor, se giró
mirando la cuna y rompió en un llanto necesario para no
ahogarse.
Dentro del camión, Maca y Esther entrelazaron sus
dedos, a su lado con un fusil Massamba y Dib, la niña
dormía mientras sus madres lloraban en silencio, se iban
hacia un camino incierto, quizá se precipitaban, o quizá
simplemente acertaban en la huída. Pero era tanto el dolor
que se hacía irrespirable, insoportable.
E_ Pronto volveremos cariño.
M_ ¿Nos estamos equivocando Esther? –la miró con mil
dudas en sus ojos.
Ma_ No… es lo mejor… -dijo con rotundidad mirándolas con
la misma pena que habían visto en los demás ojos-. No
tener dudas mwasi… y melesi por todo lo que han hecho
por mi gente.
Un cabreado Vilches venido abajo, se metió en el
despacho, abrió la radio buscando encontrar a Cruz tal y
como habían quedado. Cruz no tardó en aparecer al otro
lado, su voz era un poema.
V_ Ya han salido Cruz.
C_ Me lo ha confirmado Dávila.
240 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ No sé si es una buena idea que vayan justo donde está
el caos.
C_ Te aseguro que no cariño, pero no podemos hacer otra
cosa para sacarlas de ahí, y hay que sacarlas.
V_ Diez horas de incertidumbre hasta que lleguen al avión…
C_ Todo irá bien ya lo verás. Claudia ya está allí dice que en
Impfondo no hay problemas está tomado por militares y allí
nadie se atreve a llegar.
V_ A mí lo que realmente me preocupa Cruz, es cuando
lleguen a Epéna, de ahí hasta llegar a la carretera es mi
preocupación.
C_ Estarán los militares –trató de animarlo.
V_ Si… Dávila me ha confirmado que las esperan dos
camiones, uno que lleva el gasoil para nosotros que les
darán a los chicos, y el otro para ellas.
C_ Todo irá bien… ya lo verás…
V_ Eso espero Cruz.
C_ Aquí las estamos esperando, justo llega el avión cuando
yo termino mi jornada, así que las esperaré en el
aeropuerto, ya he quedado con Claudia. Los niños irán en
ambulancia y ya está todo previsto para ingresarlos.
V_ Bien –dijo decaído.
C_ Vamos Vilches… todo irá bien y en el momento veas
peligro… ya sabes.
241 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Me hubiera ido con ellas te lo juro, comprendo a Maca…
yo también me hubiera ido.
C_ Lo sé… somos humanos cariño… eso no nos lo puede
reprochar nadie.
V_ Gracias por el apoyo.
C_ Te quiero.
V_ Y yo.
Vilches suspiró al cerrar la comunicación, exhaló un
profundo suspiro, y en su cara la expresión de tristeza no
había desaparecido, sin duda, las iba a echar de menos. Se
estaba pasando las manos por la cara cuando la alarma de
Louabi sonó con fuerza.
V_ ¡No! –se dijo pensando en las chicas.
Al salir del hospital respiró tranquilo, era un grupo
pequeño de hombres, mujeres y niños, Sissou se apresuró
con el botiquín de Esther hacia ellos, se puso junto a Vilches
esperando sus ordenes pero, al mirar el botiquín la imagen
de Esther sonriendo y enseñándole le hizo que sus ojos se
llenaran de lagrimas, se acababa de marchar y ya la echaba
de menos.
V_ Sissou aquí… esta mujer rápido acostarla… -les dijo a
ella y Zambi que se había quedado para ayudar.
Tal y como Vilches había ordenado, en cuanto la
campana de alerta sonó, todos hicieron lo que él había
mandado. Aunque todos habían pensado que algo les había
242 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sucedido en el camino a las mwasis y que regresaban,
suspiraron al mismo tiempo que sintieron un pellizco al ver
que no eran ellos, que no volvían que seguían su marcha.
Teresa suspiró y con el delantal que llevaba se quitó las
lagrimas para ayudar a la gente que en su mayoría llegaban
exhaustos por el intenso calor al que llevaban expuestos.
Entre tanto, el camión iba haciendo su camino hasta el
río, unidas con las manos entrelazadas y en silencio como
esperando escuchar de un momento a otro disparos o
alguna voz de alarma, iban concentradas en cada
movimiento del camión. Pero de pronto, Maca recordó algo
que llevaba en el bolsillo de la mochila que habían cogido.
Sonrió pero pensó que en el avión podría mostrarla con más
tranquilidad.
Z_ Ya hemos llegado al río.
Ma_ Ngouabi, Yildas kwenda na bwatu -(Ngouabi, Yildas ir a
por la piragua) les dijo tras asegurarse él y Zulú de que
todo estaba tranquilo-. Mwasis, esperar.
M_ Vale.
E_ Maca…
M_ Dime cariño.
E_ Tengo miedo.
M_ No va a pasar nada ¿vale?, si Dávila ha dicho que
podemos salir es porque no hay peligro –trataba de
243 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
convencerla y convencerse-. En pocas horas estaremos
volando hasta Madrid y empezar una nueva vida.
E_ Sólo espero de momento llegar al avión.
M_ Todo va ir bien mi vida –la besó-. Ya lo verás. ¿Confías
en mí?
E_ Claro.
M_ Todo va a ir bien.
Zu_ Mwasis todo listo. Darme Maes –cogió a la pequeña con
ternura.
M_ Bajo yo primero y te ayudo que seguro te caes.
E_ ¿A qué no?
Zu_ Mejor no probar mwasi.
M_ Ves… hasta Zulú lo dice –le sonrió ayudándola a saltar.
E_ Yo no sé porque me hacéis tan patosa.
M_ Francamente, yo tampoco –sonrió y Esther le entregó
una sonrisa que no pudo evitar reflejara su miedo.
Zu_ Ni yo saber –elevó los hombros mientras caminaba
delante.
Las chicas se pusieron la gorra, Massamba y Yildas
habían hecho una especie de refugio para el calor con un
toldo que usaban a veces cuando tenían que hacer
trayectos largos, seguían aún en el momento de la huída
sorprendiéndolas gratamente pensando en ellas a todas
horas. Maca les guiñó un ojo y ellos sonrieron con tristeza
244 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
porque sabían que las iban a echar mucho de menos pero,
tenían el encargo de dejarlas sanas e ilesas y en eso se
habían concentrado.
Ma_ Voy a hablar con ziku, le prometí.
Al llegar al camión, Massamba lo hacía con gesto serio
algo llamó su atención por el camino y miró con cierto
temor, escondido entre el espeso follaje que era el lugar
donde escondían el camión, pudo observar como el camino
se convertía en un goteo de gente que huía, sabía que
huían por sus rostros, por sus expresiones rotas, cansadas,
tristes. Aquello le dio mala espina, si ya llegaban gente es
que la situación era complicada y eso, no le gustaba para el
viaje que ellos iban a hacer. Subió al camión y conectó la
radio, tardó en ser escuchado pero finalmente allí estaba
Teresa.
Ma_ Mami llegamos al río.
T_ ¿Todo bien Massamba?
Ma_ Sí, mami, pero Massamba ver refugiados.
T_ Sí, van llegando… -dijo con tono triste.
Ma_ Mami no estar triste.
T_ ¡Ay Massamba!, ¿cómo están?
Ma_ Bueno… tristes también… pero bien todo ir bien.
T_ Rezaré por vosotros, hijos.
Ma_ Adiós mami.
245 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Adiós Massamba.
Saltó del camión repasando que nada se hubiera
quedado allí, sobre todo las armas, por el río era
complicado encontrarse con los guerrilleros, pero si tenían
que defenderse, quería estar seguro de que las armas y las
balas estaban listas.
Ma_ Ir.
M_ ¿Qué ha dicho? –asomó la cabeza entre la tela.
Ma_ Todo bien. ¿Mwasis bien?
M_ Sí, sí, muy bien solo que me puedes por favor mojar este
trapo, a Esther le vuelve a doler la cabeza.
Ma_ Claro.
M_ ¿Te duele mucho cariño?
E_ Sí, la verdad que sí, creo que son los nervios.
M_ Tranquila mi vida… todo va a ir bien –le sonrió dejándole
un beso en los labios mientras Maes estaba tranquilita
sobre una fina tela de seda que le daba frescor-. Relájate,
tenemos unas cinco horas de camino.
E_ ¿Cómo estás tú cariño? –la miró con un gesto de pena.
Ma_ Mwasi –le entregaba la toalla que había cogido.
M_ Gracias Massamba. Bien... yendo contigo estoy bien –le
sonrió mientras le ponía la toalla sobre la frente-. Ya verás
como pasa pronto.
E_ Hacia mucho tiempo que no me cogía este dolor Maca.
246 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Tranquila es el cúmulo de nervios que llevamos –la
miraba tratando de mostrar una sonrisa.
E_ ¿Has visto cómo se han quedado?
M_ Sí –tragó saliva subiendo la cabeza y cerrando los ojos-.
Ha sido lo más duro que he hecho en los últimos años... no
sé no pensaba que me iba costar tanto irme.
E_ Es normal, si yo que llevo relativamente poco tiempo, y
me duele el pecho –le decía con voz débil, y un intenso
dolor de cabeza-. Hasta Mona… y Valiente…
M_ Volveremos cuando todo pase, igual con un poco de
suerte podemos hacerlo pronto, de paso, aprovechamos
nos casamos y arreglamos todos los papeles.
E_ No sé si me casaré contigo en España.
M_ ¿Y eso? –le preguntó enarcando su ceja derecha.
E_ Pues porque no me lo has pedido...
M_ Ah vale... pues ya te lo pediré ¿no? –le besó sonriendo.
E_ Eso espero.
M_ Venga descansa cariño... descansa.
Le acarició la cara mientras le ponía el paño bien
presionado con su propia mano, Esther cerró los ojos
mientras Maca veía por la abertura que tenía la lona pasar
aquel verde frondoso que había sido su casa, por el que
había vivido aventuras de todo tipo, por donde había reído,
llorado, pasado miedo y disfrutado, recordaba la primera
noche de Esther en la Selva, sonrió mirándola, y se dio
247 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cuenta que todo lo vivido anteriormente a su aparición, era
como si no fuera realmente importante. Y allí estaba por su
familia huyendo del lugar que más emociones le había
hecho vivir intensamente, el lugar de donde siempre pensó
nadie la movería, porque no tenía a nadie por quien
abandonarlo, pero allí estaba quien le había hecho tomar la
decisión más difícil de su vida, dejar a un lado a quien para
ella era su familia, dejar a un lado su hogar, su fuerza, y
enfrentarse a ese día a día en la ciudad, quizá trabajando
en el Hospital, quizá yendo a casa y al llegar notar que le
faltara el aire, no poder compartir esas noches con sus
estrellas con la hermosa luna, suspiró mordiéndose el labio,
¿estaba preparada para aquello?, no lo sabía hasta que
llegara el momento, había pasado muchos años perdida en
la Selva, y al volver, también volvería irremediablemente a
encontrarse con quien no quería. Le cambió el paño de
agua fría a Esther que estaba sumida en un dulce sueño,
viendo como llegaba a Madrid, y al bajar las escaleras del
avión la esperaba su abuela, ¿su abuela?, pero si su abuela
estaba muerta, aquella visión le hizo fruncir el ceño y Maca
que la vio, le dejó un beso que le borró de golpe aquella
mueca mientras le daba a Massamba nuevamente la toalla.
En la aldea no había cesado la calma desde que se
habían marchado, el pozo era un constante dar agua para
la gente sedienta, llegaban familias que tan solo pretendían
algo de sombra, agua y algo de comida para poder seguir
248 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
en su camino. En uno de esos paros, Vilches se sentó a
tomar algo mientras Teresa le preparaba la mesa.
T_ Llevan ya casi seis horas Vilches.
V_ Deben estar llegando a Epéna, aunque deberían haber
llegado ya... si todo va bien el camino que les espera es
peligroso en su primera parte, un hora como mucho para
cruzarlo.
T_ Si, pero ya has escuchado... la gente dice que es
horrible, que hay matanzas, pueblos arrasados sin
compasión, y que justo en ese lado es donde más violencia
hay.
V_ ¡Lo he escuchado Teresa!, pero si Dávila dijo que podían
ir, se habrá asegurado, vamos digo yo –le decía cabreado
ante el gesto de la mujer agregó-. Lo siento estoy algo
nervioso, para mí también es complicado esto.
T_ Lo sé hijo, para todos... hacen tanto vacío. ¿Has visto
como lloraban los niños? –sonrió de lado tristemente-. Les
van a echar de menos.
V_ Si... solo espero que todo salga bien.
Ns_ Ziku... la radio sonar.
V_ ¿La radio? –le preguntó aterrado-. Joder.
T_ ¿Quién es Nsona?
Ns_ Dávila.
Una hora antes a aquella llamada, en el río la batwu
había llegado a su destino, Esther seguía con su insistente
249 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dolor de cabeza, mientras Maca la cuidaba con todo su
amor y mimo, al llegar, Massamba y Zulú se lanzaron a las
frías aguas del río para acercarla hasta la orilla y antes que
nada asegurarse que todo estaba bajo control.
Al llegar vieron que efectivamente habían dos camiones
militares, ambos encarados hacia el camino que debían
llevar a las mwasis hasta la carretera que les uniría con el
aeropuerto. Los hombres tras unos silbidos captaron la
atención de dos de los militares. Estos apuntándolos con los
fusiles se acercaron hasta ello, al ver la batwu, Massamba
se dio a conocer les saludaron con una sonrisa y le dijeron
al hombre que salía del agua secundado por Zulú.
Mi_ Nswalu ka kele beto ezali likama –(Rápido estamos en
peligro).
Ma_ Kulunga, na mwasis kele in batwu... (De acuerdo, las
mujeres están en la barca).
Mi_ Yayi kele beno mpange (Aquí está vuestro encargo) –
señaló cuatro bidones con el gasoil.
Z_ Yildas –lo llamó para que los cargara en la batwu.
Yi_ ¿Ve, banzandu bawu? –(¿No hay más?) Preguntó
preocupado.
Z_ Ve (No) –agitó su cabeza negativamente mientras
miraba alrededor.
Ma_ Mwasi Maca... Esther... –las llamó mintiendo su gesto
preocupado.
250 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Sí, vamos Esther cariño... ¿puedes?
E_ Sí, sí –se levantó y al salir de aquel refugio que los
hombres habían hecho para ellas tuvo que entrecerrar los
ojos con fuerza por el golpe del sol.
M_ ¿Estás bien? –la miró preocupada con Maes en el brazo.
E_ Sí, un poco mareada.
M_ Vale, espera aquí.
Ma_ Mwasi... hay que ir rápido estamos en peligro... esto no
es seguro –la miraba con algo de miedo.
M_ Lo sé... ayúdala por favor Massamba está mareada.
Ma_ Claro.
E_ La mochila Maca... espera... –se giró y fue hasta la
batwu.
Ma_ No poder esperar... Mwasi Maca –la miró haciéndole
una señal para que caminara.
Mi_ Mbote –la saludó el militar con el fusil en la mano
mirando a la niña-. Bonita... niña...
M_ Melesi –le sonrió agradecida a aquel joven muchacho
que sonreía con alegría.
Mi_ Vamos...
Massamba estaba esperando a que Esther cogiera la
mochila, Yildas se la había entregado con una mirada de
pena, Esther lo abrazó sonriendo y ante la prisa de
Massamba lo abrazó, sus latidos en la cabeza eran
251 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
martilleantes y se detuvo un momento cerrando los ojos,
después Zulú se puso a su lado para acompañarla hasta el
camión donde Maca estaba por llegar, había entregado a la
niña a uno de los militares que esperaban dentro del
camión, había puesto ya sus pies en los escalones y estaba
por subir ayudada por otro militar que la saludó como el
primero con una sonrisa, en un momento dado se giró
mirando hacia tras esperando a Esther, su cara denotaba
ese dolor de cabeza, no había duda. De repente los oyó, no
sabía de donde tan solo oyó disparos, quejidos graves y la
figura de Esther se diluyó en la oscuridad, en su oscuridad.
Habían pasado cerca de tres largas e interminables
horas, donde no tenían noticias de nadie, la falta de ellas
era el peor presagio que podían esperar, algo había salido
mal, Dávila tenía que saber a esas alturas que habían
recogido a las chicas y estaban ya aproximándose al
aeropuerto la comunicación de los militares le debía haber
llegado a él.
Ese pesado y duro silencio les estaba creando a todos una
sensación de pánico desmedido un pánico que no podían
controlar, cada uno lo llevaba de la mejor manera posible
eran sus hombres además de sus dos mujeres y la niña,
demasiada gente para perder. Teresa caminaba de un lado
a otro sin hacer nada, tan solo moverse para no morirse de
desespero, las mujeres rezaban por sus maridos, Nmaba
por su nieto, a esas alturas ya todos sabían que algo había
salido mal. Vilches desesperado había tratado de
252 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
comunicarse con todo el mundo, llevaba dos horas
prácticamente encerrado en su despacho con la radio,
nadie sabía nada, Dávila lo había llamado hacia apenas diez
minutos, y seguían sin noticias. Con las manos en la
cabeza, suspirando como si estuviera a punto de quedarse
sin aire ahí seguía, en silencio y soledad temiendo haber
cometido un grave y quizá definitivo error.
T_ ¿Nada?
V_ Nada.
T_ Algo ha pasado Vilches –su voz se iba quebrando a pesar
de no querer que sucediera mientras sus manos se frotaban
cada vez más nerviosas.
V_ Lo sé... pero no hay manera de comunicarse con nadie.
No hay ni rastro de ellos, lo último que sabemos es
Massamba asegurándonos que estaban en el río ya.
T_ ¿Cómo puede ser?... ¡Dávila debe saber si ha salido o no
el avión!
V_ Las comunicaciones son una mierda Teresa, ha tenido
que ir a la embajada está de camino.
T_ Si es que... ya lo sabía yo... debían haberse ido antes... –
comenzó a pasear por el despacho más nerviosa todavía.
V_ Ahora no nos sirve Teresa... –su tono era totalmente
abatido, derrotado.
T_ ¡No quiero... no quiero pensar, Vilches!
253 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Ni yo –la miró con los ojos rotos, el gesto adusto y los
labios fruncidos.
El silencio nuevamente se hizo dueño entre ellos, entre
todos, los refugiados que llegaban a cuenta gotas, habían
cesado al caer la tarde, estaba oscuro y sabía que
Massamba si todo había salido bien debería haber llamado
por la hora y con la corriente a favor ya debían haber
llegado al camión y debía haberse puesto en contacto con
ellos por la radio. Pero todo estaba en silencio, demasiado
silencio, tanto mutismo alrededor, en la propia aldea, hasta
los animales, Mona estaba sentada en la cama de las
chicas, aferrada a un pantalón de Esther, se había vuelto a
vestir de ella, de su ropa, nuevamente aparecía como la
Esther mona y pija, pero su corazón estaba tan triste que ni
Valiente conseguía que le hiciera caso, Bartolo, se lo había
llevado a un árbol para que la dejara en su tristeza. Y tanto
fue así, que en el momento en que Teresa y Vilches habían
terminado de hablar se oyó un aullido suyo, tan fuerte, que
a todos les encogió el corazón.
Había pasado una media hora más, lenta, pesada,
justiciera, vengativa Vilches estaba frente a la taza de café,
sus ojos veían el humo como salía y parecía una burla,
sonreía recordando alguna que otra anécdota con las
chicas, su primera salida, el encuentro con la guerrilla la
primera vez, el valor de Esther al salvar al niño, el valor de
Maca al salvar al niño y a Esther, los gritos de la pija...
estaba en ello cuando la radio hizo un ruido extraño, le
254 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
llamó la atención, la miró... finalmente reconoció la voz de
Massamba.
Fuera, Teresa estaba sentada junto a Nmaba y Bendi,
junto a una Nsona preocupada, una Lula que había rezado,
había tratado de ver por los espíritus si todo estaba bien,
pero su corazón estaba tan preocupado y triste, que no
podía llegar a ver nada, Siya, se había sentado en el
refugio, allí donde en la oscuridad había robado sus
primeros besos con Ngouabi, caricias y sonrisas. Los niños
sentados todos junto a Zambi el único hombre que quedaba
y que había dado muestras de su preocupación ni siquiera
la compañía de Monwe le había ayudado a alejar la
inquietud de su cabeza y la pena de su corazón.
De repente, ante el silencio sepulcral que se
escuchaba una y otra vez en la aldea aparecieron los gritos
desesperados de Vilches, haciendo que todos se pusieran
en pie en tensión.
V_ ¡Zambi abre la puerta, rápido!, Sissou prepara el
quirófano, Teresa cagando leches ten preparado el
laboratorio para analizar la sangre... vamos a necesitar...
Siya ayuda a Sissou me importa nada que no sepas, Lula
deja al niño con Nmaba te quiero dentro.
Todos sin preguntar hicieron lo que les había pedido,
porque sabían que fuera lo que fuera estaba relacionado
con su gente, cuando se disponían a ponerse a hacer lo que
el ziku les decía, se quedaron todos parados porque
255 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mientras Zambi abría la puerta pudieron escuchar el viejo
sonido de aquel camión que llegaba a toda prisa conducido
por Ngouabi, con un gesto roto, mientras Massamba abría
la puerta y se lanzaba de un salto a tierra, Zambi buscaba
la camilla pero no le daba tiempo, allí en los brazos de
Yildas, una desmayada y con manchas en su ropa de
sangre Esther, al verla todos ahogaron un grito, el grito que
sí salió cuando Ngouabi, Massamba, Dib subieron en la
camilla el cuerpo ensangrentado de Zulú.
Ns_ ¡Zulú! –exclamó tapándose la boca desesperada al
verlo mientras los niños rompían a llorar.
Be_ Vandaka... vandaka kmawana... (vamos… vamos…
niños) –los llamaba mientras los críos lloraban ante el
espectáculo visto y los gritos y llantos de los demás.
Nm_ ¿Nde kele? (¿Qué es?) –le preguntaba con un nudo en
la garganta aferrándose a su bastón de madera.
Be_ Zulú y Mwasi Esther kele mbefo (Zulú y Esther están
heridos).
Nm_ ¿Mbefo? –(¿Heridos?) preguntó con terror reflejado en
su cansado y arrugado rostro.
Be_ Inga... vandaka... vandaka… kuanwa -(Si… vamos…
vamos cariño) los abrazaba a todos mientras seguía con la
mirada como todos entraban corriendo al hospital- Ve kele
santu… ban kele kima (no es nada, ellos están bien) les
decía mientras se los llevaba de allí con los lloros.
Nm_ Bendi –la llamó desesperada.
256 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Be_ ¿Nde?
Nm_ ¿Ti Maca... ti Maes? (¿Y Maca... y la niña?).
B_ Ve mono kuzaka (No lo sé).
Aquella contestación dejó helada a Nmaba, a tientas
con la ayuda de su perro llegó hasta la puerta del hospital,
dentro escuchaba el llanto de Teresa, el de Nsona, y a los
hombres hablar desesperados, fue Lula quien la vio y quien
la hizo pasar. Una vez dentro sin saber aún nada lo único
que pudo hacer fue romper a llorar abrazada a su nieto
quien le llamó con un tono de voz que le hizo temblar más
que el dolor que podía sentir por lo ocurrido, sin duda, su
nieto se sentía defraudado por lo que había pasado y se
abrazó a ella necesitado del apoyo maternal.
Ng_ Mamá...
Mientras en ese momento en el que el dolor era
palpable en esa habitación del hospital, donde las lagrimas
caían sucedidas y repletas de pena, un avión tomaba el
cielo de África para cruzarlo, un gesto, terrible, asustado de
Claudia en sus brazos una niña llorando y en una camilla
repleta de cables. Maca.
En el quirófano del hospital luchaban entre la vida y la
muerte por Zulú, Teresa se había ocupado de Esther, tenía
un rasguño de bala en el brazo por suerte era superficial
con unos puntos quedaría en una cicatriz, aunque le había
sangrado bastante pero aquella inconsciencia no le
gustaba. Cuando hubo terminado con ella se unió al equipo
257 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
para seguir luchando por la vida de Zulú, tras dos horas
largas y pesadas, Vilches salió con su bata aún
ensangrentada mientras Nsona lo miraba aterrada.
V_ Está bien Nsona, tranquila se va a salvar.
Ns_ Melesi... melesi –le decía inclinándose hacia él.
V_ ¿Estás bien? –le preguntó por su embarazo y al asentir
no pudo evitar abrazarla con toda la fuerza del miedo que
había pasado en el quirófano sacando las dos balas del
cuerpo de Zulú-. Massamba... tenemos que hablar...
Ma_ Si –respondió tan afligido, tan derrotado como el resto
de hombres.
V_ Déjame que reconozca a Esther.
Ma_ Ella despertar pero... volver a dormir.
V_ Ya.
Ma_ Dolerle la cabeza, nada más llamar a Mwasi Maca.
V_ Vale... –tragó saliva sin querer saber nada más por el
momento.
T_ Le he puesto un par de puntos... ha sangrado bastante
pero no hay rotura de ninguna clase en los tejidos Vilches.
V_ Mejor –susurraba mirando a Teresa y viendo en sus ojos
la desesperación, pasó a reconocerla y una vez terminó les
dijo-. Está bien... tiene las constantes bien... vamos a
dejarla así y hablar con Massamba, creo que lo
necesitamos.
258 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Si.
V_ Sissou por favor vigila, si se despierta nos avisas, ah, y
ponle un paño frío en la frente.
Si_ Si ziku.
V_ Venga Teresa.
Fuera los hombres en silencio, abatidos por lo
sucedido, se sentaron alrededor de Vilches y Massamba,
Teresa de pie escuchaba las palabras mientras Mona
pasaba directa al hospital, para sentarse junto a Esther
mirándola con gesto de pena.
V_ ¿Qué pasó?
Y como si fuera el relato de una película, Massamba
comenzó a narrar con la voz linealmente triste todo cuanto
ocurrió.
“Mwasi Maca llegar al camión, pero mwasi Esther se había
dejado la mochila en bwatu y volver, le dolía la cabeza y
marear, eso hizo que se separara de mwasi Maca y quedar
junto a Zulú como cincuenta pies, al momento de caminar
para llegar al camión, yo mirar a mwasi Maca ella empezar
a subir, no sé de donde comenzaron a caer balas, mataron
al militar delante de mwasi Maca, nosotros al suelo y lo
último que vi fueron sus pies salir por el camión que huyó,
disparaban y aprovechar Ngouabi mientras Yildas cubrir,
recoger a mwasi del suelo y Zulú, nosotros huir los
guerrilleros, seguir camión militar y dejar marchar a
nosotros. Lo peor ver a mwasi Maca herida, una bala
259 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
seguro alcanzar, ella casi caer ver sangre y gracias al
militar poder subir pero ella no mover. Para suerte nuestra,
la niña estar en el camión arriba. Nosotros no saber que
hacer, no tener nada para seguir a camión, y Zulú estar
mal, lo siento ziku, yo saber que mwasi Esther odiar cuando
despierte, pero no saber que hacer... querer salvar a los
dos... lo siento no poder llegar con las dos mwasis al
camión”
Un nudo en la garganta de Teresa, una exhalación rota
de Vilches... un dolor compartido por todos, Maca estaba
herida seguro, la niña supuestamente bien, y Esther allí, a
más de cincuenta mil kilómetros de ellas, cuando se
despertara sería horrible para ella, y para ellos decirle fuera
cual fuera la verdad sobre Maca.
V_ Habéis hecho lo que os correspondía Massamba... –les
dijo con el corazón oprimido ante los gestos de los hombres
serios y afectados.
Ma_ No... nosotros no cumplir.
T_ Massamba, habéis cumplido mucho más de lo que podías
o debíais, os doy las gracias porque era lo que debíais hacer
–le decía con los ojos rasgados de lagrimas.
V_ Necesito saber algo... algo de Maca... necesito que
Dávila nos diga algo...
T_ No entiendo porque no nos ha llamado... si Maca está
herida no creo que pueda afrontar un vuelo de 13 horas.
260 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Depende –decía pensativo mientras se rascaba la
barbilla.
T_ ¿Y si está en el aeropuerto?
V_ No creo recuerda que el avión es medicalizado allí la
podían atender mejor seguramente que en el hospital.
T_ Dios mío Vilches... ¿y ahora qué?
V_ No lo sé Teresa, francamente no sé como va a responder
Esther cuando se despierte, no sé como lo va a afrontar
porque no sabemos el estado de Maca como para
tranquilizarla.
T_ Dios mío...
V_ Vamos a llamar a ver si ya de una puta vez Dávila ha
conseguido encontrar algo con que informarnos.
T_ Si.. voy mientras a ver si Esther se ha movido o algo –no
sabía ni siquiera que decir al entrar vio con ternura como
era Mona quien le ponía el paño de agua en su frente-.
Hola.
Si_ Solo llamar a Maca en susurros.
T_ Imagino –le dijo formando un puchero en su barbilla-.
Sissou vamos al despacho de Vilches si ella o Zulú
necesitan algo nos llamas en seguida.
Si_ Si.
Fuera mientras los hombres se sentían mal por haber
fallado, las mujeres rezaban por Zulú, pero en un apartado,
Massamba recibía el abrazo de Lula quien lo confesó el
261 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
miedo que había pasado. El hombre cerró los ojos sintiendo
un gran alivio por primera vez en mucho tiempo, sintió que
aquel abrazo calmaba su dolor y su rabia contenida.
En la radio Vilches desesperado trataba de localizar a
alguien, no había manera, los hombres y mujeres
finalmente no pudieron tampoco aguantar las ganas de
saber por la mwasi Maca y en silencio esperaron noticias
dentro del despacho todos de pie.
V_ Nada... esto es una puta mierda.
T_ Tranquilicémonos todos por Dios –dijo exaltada.
V_ Massamba ¿durante el trayecto Esther estuvo mal? –le
preguntó de pronto.
Ma_ Mwasi Maca me pidió varias veces agua fresca para la
frente.
V_ ¿Teresa tenía fiebre? –la miró pensativo.
T_ No, antes no –lo miró de igual modo-. ¿Piensas que...?
V_ Me extraña que no se haya despertado por un simple
roce de bala en su brazo, ya se fue mal de aquí...
D_ ¡Vilches! –le gritó un Dávila que por su estado se notaba
nervioso-. ¿Me oyes?
V_ Sí, Dávila sí.
D_ Me cago en mi estampa... ¿qué hay de los chicos?
V_ Volvieron con Esther, Zulú herido lo hemos operado y
Esther está sin recobrar la conciencia.
262 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ ¿Y eso?
V_ Le dolía mucho la cabeza.
D_ ¿Tiene fiebre?
V_ De momento no.
D_ Aíslala.
V_ Lo estaba pensando...
D_ Ya sabes... fiebre amarilla, disentería y malaria hay que
descartarlo.
V_ No creo que tenga nada de eso pero... lo estoy teniendo
en cuenta.
T_ ¡Quieres hacer el favor de decirnos como está Maca! –le
dijo tan exasperada que consiguió que Vilches la mirara
fijamente.
D_ Lo único que sé es que va herida, al parecer cayeron en
una emboscada, han muerto dos militares y ella está herida
en el muslo, los chicos dicen que fue ella misma la que se
hizo un torniquete, y quien con el botiquín y lo que pudo
tener de fuerzas se hizo los primeros auxilios, tuvieron que
luchar con ella porque quería volver, así que en el avión los
médicos pensaron que era mejor dejarla en tierra.
V_ ¿En tierra?... ¿Dávila?... ¡me oyes!... ¿Dávila?... me cago
en la puta madre que parió todo.
T_ Dios mío... así que está en Impfondo.
263 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Aún no lo sabemos Teresa. Voy a controlar la fiebre de
Esther, no quiero más sustos.
T_ Maca... –susurró con miedo ante las noticias que les
había dado Dávila.
Ma_ Mami si mwasi Maca estar en Impfondo, nosotros ir y
traer.
T_ No Massamba, si Maca está en Impfondo se quedará allí
hasta que con total seguridad podamos llegar o movernos,
no quiero que volváis a arriesgar vuestras vidas, lo siento
pero no, ya hemos arriesgado suficiente.
La confusión en Vilches era evidente, según su estudio las
constantes vitales en Esther eran perfectas, el pulso era
débil pero por la pérdida de sangre, la respiración era
normal así como la presión arterial, y no había signos de
fiebre. Retiró la sábana con ayuda de Sissou mientras Mona
se había pasado a la pequeña mesa sentada allí vigilando
los pasos del ziku, revisó bien su cuerpo y no veía otra
herida, ni tampoco veía nada razonable a menos que se
hubiera golpeado la cabeza tal y como podía haber
sucedido en el desmayo. La volvió a tapar, fue a revisar a
Zulú que estaba rodeado por Nsona, Nmaba y sus dos hijos
mayores allí junto a él dándole calor. Vilches le aseguró a
su mujer que lloraba sin poderlo evitar por tantas
emociones conjuntas que estaba fuera de peligro, y que en
el momento la anestesia pasara su efecto, despertaría.
Ng_ Ziku radio.
264 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Ya vuelvo Nsona pero tranquila ¿vale? Zulú está bien –la
mujer asintió y al entrar vio a Teresa allí sentada en su silla
con la radio en la mano escuchando atentamente-. ¿Es
Dávila?
T_ No… es de España…
V_ Hay que tocarse los cojones, no podemos hablar con
Dávila y podemos con España…
Ma_ Vilches, mami no querer pero nosotros hablar, si mwasi
Maca está…
V_ Ni lo sueñes, ya está bien de jugarse la vida… tanto
jugar al final perderemos.
C_ ¿Hay alguien?
T_ ¡Cruz hija mía! –exclamó casi en un llanto ahogado.
C_ ¿Teresa?
T_ Espera te paso con Vilches, espera…
V_ ¿Qué pasa Cruz?
C_ A ver… ya está todo preparado así que tan solo estamos
esperando. ¿Qué pasó con los chicos... con Esther?
V_ ¿Esperando el qué?... a ver Cruz, que no sabemos nada
que el inepto de Dávila no puede comunicarse con nosotros
y encima se comunica y a mitad explicación se corta –le
decía casi fuera de si con las venas de la garganta bien
marcadas.
C_ ¿No sabéis nada?
265 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ No –contesto ya exasperado-. Ni siquiera donde está
Maca.
C_ Maca está de camino, les faltan exactamente cinco
horas para llegar, va herida Vilches, por un momento
dudaron si subirla al avión o dejarla en tierra, finalmente se
decidió subirla he podido mantener el contacto con el
médico del avión, es una herida de bala en el muslo,
presenta una isquemia, le han sedado porque según
Claudia era como si se hubiera vuelto loca, trató de volver
con los militares y al no hacerle caso, llegó en estado de
shock total.
V_ ¿Ha perdido mucha sangre?
C_ Se hizo un torniquete bastante bueno, los militares
taponaron la herida y prácticamente llega viva gracias a
ellos. Pero tengo que deciros que hemodinamicamente nos
llega inestable y con la frecuencia cardiaca y la tensión
baja. La han estabilizado pero son muchas horas de viaje
así que no sé con lo que nos vamos a encontrar Vilches.
V_ Entiendo.
C_ ¿Y Esther? –le preguntó mientras cerraba los ojos
nerviosa.
V_ Esther tenía dolor de cabeza, se marchó con él según
Massamba el viaje lo hizo medio adormilada por el intenso
dolor, tiene una herida en el brazo por bala, Teresa le ha
cosido era una herida abierta, pero no me parece suficiente
266 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
como para tenerla en ese estado de inconsciencia. Y no
tiene fiebre si es lo que me vas a preguntar.
C_ ¿Vio como se marchaba Maca?
V_ No lo sabemos, lo he pensado también, no sé si ella
también está en shock y prefiere permanecer así… voy a
forzar que despierte.
C_ ¿Qué va a pasar ahora Vilches?
V_ No lo sé, no sabemos nada, los hombres estaban
dispuestos a ir a por Maca porque el chiflado de Dávila nos
ha hecho pensar que estaba en Impfondo.
C_ Estaba desesperado…
T_ ¿Y la niña? –apareció su voz acongojada.
C_ Está bien, no tiene nada ella estaba en los brazos de un
militar y gracias a Dios está bien.
T_ Esto va a ser muy duro para ellas… muy duro.
Cuando el tren de aterrizaje del avión, tocó tierra, la
ambulancia del Central llegaba con el horario previsto, a pie
de pista Cruz junto a Raúl y Mónica, sabían quien era la
médica que llegaba y se habían ofrecido acompañarla aún
fuera de su horario de servicio. Estaban pendientes de que
el aparato se detuviera del todo cuando vieron atónitos
como una nube de fotógrafos y cámaras salía no sabían
muy bien de donde y aparecían como aves de rapiña a la
rampa trasera por donde habían dejado caer la pesada
bajada.
267 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ ¡Donde coño está seguridad! –les gritó a los
responsables del aeropuerto que elevaron los hombros-. ¡Ay
que joderse!, vamos Raúl.
Los médicos bajaron primero a los niños, los flashes y
las cámaras comenzaron a disparar y grabar los pequeños
se pusieron a llorar mientras los responsables de MSF
acudían para acompañarlos hasta el hospital, Cruz
intercambió una mirada con una nerviosa Claudia quien les
hizo una señal para que subieran con rapidez.
C_ ¡Apártense, apártense! –les gritaba a los periodistas-.
¡Claudia!
Cl_ Rápido Cruz, su estado ha empeorado.
C_ Maca cariño –le dijo al verla con el oxígeno, goteros y su
cara demasiado pálida-. Raúl, Mónica hay que moverla con
cuidado.
Me_ Doctora Gándara hemos hecho todo lo que hemos
podido, la tuve que sedar porque se puso con taquicardia.
C_ De acuerdo… ¡puede pedir que por favor retiren sus
hombres a la prensa! –su gesto era realmente preocupado.
Me_ Claro.
Cl_ Cruz la niña está bien, le di un biberón ¿qué hacemos? –
la había cogido en sus brazos, la pequeña lloraba ante el
ruido del avión.
C_ Nos la llevamos también. Los chavales van a Pediatría
directos, Maca a quirófano.
268 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ ¿Puedo ir con vosotros?
C_ Sí.
Los militares hicieron un pasillo para que la
ambulancia quedara a escasos centímetros de la rampa,
una vez lo tuvieron todo preparado llevaron con cuidado la
camilla bajo la lluvia nuevamente de flashes y voces que
gritaban para sacar una buena instantánea de la doctora
herida, la española herida en la Selva Africana, los titulares
estaban preparados, a esas horas en las redacciones
buscaban la foto más dramática para causar el efecto
deseado.
A más de cincuenta mil kilómetros de distancia Esther
continuaba inconsciente, Vilches le hacía toda clase de
pruebas sin ningún resultado, había descartado cualquier
enfermedad infecciosa, no había fiebre que así lo indicara,
aunque también era consciente que en algunos casos la
fiebre aparecía muchas horas después, le habían limpiado
la herida que estaba en perfecto estado, y tan solo le
seguía preocupando aquel dolor de cabeza.
V_ ¡Voy a despertarla!, voy a tratar de hacerle reaccionar.
T_ ¿Crees que estamos preparados? –lo miró algo incierta.
V_ No lo vamos a estar, porque digamos lo que digamos,
Esther no lo va a creer y además, no puede hablar con
Maca, con lo cual va a sufrir un ataque de ansiedad, o de
shock y no podemos hacer otra cosa más que estar atentos
y apoyarla.
269 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Massamba y los chicos están preocupados por su
reacción.
V_ Lo sé… si al menos supiera que esos dolores de cabeza
en ella son habituales.
T_ Son demasiadas horas así.
V_ Si –revisó sus ojos-. Hay actividad…
La ambulancia había llegado al Central, mientras Cruz
se preparaba en la zona séptica a Maca le hacían
radiografías para localizar como estaba aquel muslo en su
interior, y cuales eran las partes que podía haber dejado
afectadas, mientras se lavaba las manos no podía dejar de
pensar en los momentos buenos compartidos con ella en la
Selva, así como aquella vez que habían llegado a un
poblado repleto de muerte, y al estar allí les apareció la
guerrilla, podía notar como aún le producían un revuelo en
su bilis, y como Massamba les salvó la vida a las dos, y
como Maca, con valentía arrastró de ella lejos y sus risas
incontroladas al verse libres, y el miedo en los ojos. Y las
palabras de quien en esos momentos se encontraba en la
camilla llegaron hasta ella fulminantes.
M_ “Cuando vienes piensas que todo es una película, que
no puede ser tan brutal, cuando sientes las balas correr tan
cerca, sabes que es la puta realidad. ¿Pero sabes?, quiero
seguir creyendo que habrá un día en el que podremos
trabajar en África sin este miedo”
C_ Maca –susurró apenada.
270 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ ¿Cruz puedo pasar?
C_ Claro, te espero dentro.
Cl_ Vale.
La operación terminó con éxito, duro algo más de lo
esperado por la meticulosidad de Cruz, la pasaron a una
habitación de la UCI y la dejaron allí mientras Cruz atendía
la llamada de Rosario, la madre de Maca quien se había
enterado por los altos jefes de la Organización que su
valiente hija estaba en estado grave.
Un quejido de Zulú obligó a Teresa y Vilches a ir con
él, le volvieron a poner otro gotero calmante, la noche se
estaba presentando dura para ambos, quienes
agradecieron la ayuda de Sissou cuidando a Esther. Estaban
preparando algunas cosas para despertarla cuando
pudieron escuchar su voz.
E_ Maca… Maca ven… Maca… no… no… -decía
desesperada.
Si_ Mwasi malembe… malembe Mwasi –la miraba repleta de
pena sus ojos.
Mo_ Uhhh uhhh uhhh –le susurraba despacio.
E_ ¡Maca!... ¡Maca!
V_ Vamos a ponerle un poco de sedación, creo que su
estado se debe al shock y no ha ninguna infección.
271 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Si. Será mejor –le pinchó Teresa lo que Vilches le dio con
gesto preocupado-. Vilches porque no vas a descansar,
hemos tenido un día muy intenso.
V_ No podría –decía con ese gesto tan adusto que se había
marcado en su rostro tras todo lo ocurrido.
T_ Vilches mañana lo más probable es que nos lleguen
nuevos refugiados, lo más natural es que tengamos mucho
trabajo y si no estamos al cien por cien, no podremos
ayudar.
V_ ¿Por qué todo es tan complicado hostia?, ¡por qué
Teresa!
T_ La vida es sencilla Vilches, nada más hay que vivirla pero
la complicamos los humanos, la complicamos con nuestros
aires de grandeza o de miseria, no busques explicaciones,
cuando llegaron y arrasaron con la vida de toda la que fue
mi gente incluida mi madre y yo me pasaba las noches
buscando explicación, había una mujer mayor que me
acunaba y decía, el reino de los hombres es el reino animal,
un hombre y un animal son lo mismo, tan solo les diferencia
la inteligencia, y créeme desgraciadamente para nosotros,
hay animales más inteligentes que hombres. No le des más
vueltas Vilches, descansa hijo poco a poco, paso a paso
iremos solucionando esto.
V_ Parece que Maca esté destinada a sufrir siempre.
T_ Ha sido muy feliz en estos meses, pero nos gusta ver la
parte negativa… -se lo dijo con una sonrisa tierna.
272 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Como siempre tienes razón –le dejó un beso en la
frente-. Y aunque no me lo digas sé que sufres por todo
esto y por Bárbara, y me da miedo pensar de cuanto
podemos llegar a soportar.
T_ Que Dios nunca nos dé a probar cuanto somos de
resistibles al dolor. Venga descansa.
Habían pasado tres horas, Sissou se había marchado a
dormir por orden de Teresa, a los pies de la cama Mona,
Valiente y Ramón, hacían compañía a Teresa y Esther,
quien seguía dormida, tan solo de vez en cuando un gesto y
un leve movimiento de cabeza que eran calmados por la
voz suave de Teresa.
En Madrid, junto a la cama de Maca se encontraba
Cruz, esa amiga que a pesar de todo y de la distancia
seguía sintiendo cercana, se había movido levemente y
había emitido por debajo de la mascarilla algún quejido y
algún nombre que la cirujana sabía perfectamente a quien
hacía referencia.
Levemente abrió sus ojos, sus párpados pesaban
demasiado para poder abrirlos a la primera. Cuando los
tuvo completamente abiertos y con la visión borrosa fue
acertando a averiguar que era lo que había en su entorno,
la boca la tenía seca y una sensación de que flotaba la
embargaba. Fijó la vista en el techo durante unos segundos.
En la cama de aquel hospital reformado en la aldea,
levemente Esther luchaba por abrir sus ojos, los párpados
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parecían negarse a trabajar, pesaban tanto, notaba un
pulso en sus sienes, los labios y la garganta seca. Cuando
por fin pudo abrirlos y aún con la visión borrosa acertó el
lugar donde se encontraba, su mente rápidamente lo
descifró. Fijó la vista en el techo durante unos segundos.
Aquel ruido de la máquina que Maca tenía a su lado,
terminó de despertarla entonces lo comprendió todo, cerró
nuevamente los ojos y a pesar de que no se oyó su voz,
gritó al vacío como si se estuviera cayendo por un
precipicio.
M_ Esther.
Un ronquido de Teresa, terminó de despertarla
comprendiéndolo todo, abatida cerró los ojos dejándose
llevar por el dolor, y a pesar de que no se oyó en la aldea
emitió un grito silencioso como si estuviera en lo alto de
una montaña.
E_ Maca.
En Madrid estaba amaneciendo, el frío de Diciembre
comenzaba a dejarse notar en una intensa nevada, Cruz
miraba a través del impávido cristal como la poca gente
que caminaba por la calle trataba de resguardarse,
mientras su mente dibujaba el miedo a que en África
pudiera terminar sucediendo algo grave para la gente de la
aldea, necesitaba que alguien detuviera aquello, necesitaba
que alguien pusiera freno a tanta locura. Por el reflejo del
cristal vio como Maca se movía, se giró rápidamente y se
274 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
puso a su lado. Antes de hablarle exhaló un profundo
suspiro sabía que no iba a ser fácil controlar tantas
emociones.
C_ Hola cariño, no hables todo está bien limpiamos bien la
zona y la bala se quedo en un sitio donde gracias a Dios no
afecto movilidad –los ojos cansados y cristalinos de Maca
miraron alrededor-. Te hemos puesto sangre porque
perdiste bastante en el trayecto hasta llegar al avión,
prefiero que no hables ni te canses Maca. Sé lo que me vas
a preguntar, Esther está bien, tan solo sufrió un rasguño en
el brazo, le han puesto unos puntos y todo en orden, a Zulú
lo tuvieron que operar porque salvó la vida de tu mujer –
sonrió pero podía ver por su gesto lo mucho que estaba
sufriendo con sus palabras, y un suspiró entrecortado se lo
demostró-. Maes está perfecta la he dejado en observación
porque quiero hacerle pruebas, para quedarme tranquila.
Entonces los ojos de Maca derramaron sendas
lagrimas por sus mejillas pasaron por la goma de la
máscara de oxígeno y se precipitaron hasta la almohada,
como lo hace el agua de una cascada de manera natural sin
detenerse marcando bien el camino del dolor que sentía en
ese momento, de la tristeza, de la soledad. Cruz sintió un
dolor en su corazón, ¿cómo podría evitar ese desespero que
sabía sentía?
C_ Todo irá bien cariño… todo ira bien –le besó en la frente
ante la mirada asustada de Maca.
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Y si Cruz afrontaba ese momento complicado, Teresa
estaba a punto de afrontar el suyo, fue Mona quien le
advirtió de que Esther estaba despertando, suspiró tratando
de encontrar la calma para poder consolarla para encontrar
las palabras adecuadas para hacerle comprender la
inesperada situación, ese giro en sus vidas. Estaba
amaneciendo tan lentamente como a Esther, se le estaban
pasando por la cabeza las imágenes de todo lo ocurrido
justo el momento antes de perder la conciencia.
E_ Maca… -musitó.
T_ Tranquila cariño… todo está bien… tranquila.
La voz hizo que reaccionara, aquella voz no era la de
Maca, ni la que le estaba poniendo paños en la frente era
ella, allí estaba Teresa, y como si estuviera dejándose
arrastrar por las imágenes en las que vio como Maca
resultaba herida justo antes de que todo se hiciera oscuro
comenzó a llorar.
T_ Cariño tranquila… por favor no te pongas así mi vida…
Maca y Maes están bien… mi vida… mi vida –la abrazó
mientras la veía llorar desconsoladamente-. Esther todo va
a solucionarse cariño, ya lo verás.
E_ Maca… ¿dónde está? –miró a su lado donde la cama
vacía le provocó un terremoto en su interior de pánico
desmedido.
T_ Lo siento está en Madrid, tuvieron que llevársela.
276 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No… no puede ser –lloraba amargamente-. No puedo
estar sin ella… Maca…
T_ Será por poco tiempo… ya lo verás.
E_ ¿Por qué Teresa?, ¿por qué se fue?, ¿por qué no me
llevaron con ella? –preguntaba herida y desesperada.
T_ Cálmate y te lo cuento todo… pero tienes que calmarte
no puedes perder los nervios Esther, tienes que ser fuerte.
E_ No puedo… no quiero… Maca… Maca…
Mo_ Uhhh uhhh –había subido a la cama mirándola
fijamente.
E_ Maca…. –insistía.
Si_ ¿Mami? –la miró asustada al ver el ataque que tenía
mientras Mona la miraba con gesto triste y se bajaba a
apenada de verla en ese estado.
T_ Llama a Vilches por favor… ya cariño ya… Maca está
bien.
E_ Me mientes… vi como la herían, estaba herida… me
mientes –gimió con la cara ya repleta de lagrimas mientras
su brazo seguía pegado al cuerpo con el vendaje.
T_ No te miento Esther… y por favor tranquilízate no
puedes mover el brazo.
E_ ¡Quiero que venga! –volvió a gritar sentándose justo
cuando entraba Vilches, al verlo lo llamó desesperada
levantando su brazo-. ¡Vilches!, Vilches ayúdame tú.
277 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Vale Esther tranquila voy a inyectarte.
E_ ¡No quiero que me inyectes!, ¡no quiero!, ¡quiero ir con
Maca!, ¡por qué me separaron de ella, por que! –gritaba y
lloraba al mismo tiempo.
V_ Dame diazepan.
E_ Maca… no quiero… quiero que me lleves con ella… por
favor Vilches.
V_ Esther escúchame, quiero que te relajes ¿vale?
E_ Maca… Maes…
V_ Todo está bien.
E_ Nada está bien.
V_ Quiero que estés tranquila a Maca la ha operado Cruz,
¿me oyes?
E_ ¡MACA! –gritó sin poderlo soportar echándose en la cama
y dando vueltas.
T_ Aquí lo tienes, Esther hija mía.
E_ ¡Tenía que estar con ellas! –gritaba cada vez más fuerte
despertando a Zulú de su sueño.
V_ Ya está bien Esther, haz el favor de tranquilizarte.
E_ ¡Quiero irme, me tengo que ir! –hizo amago de
levantarse ella.
V_ Estate quieta Esther tienes puntos en el brazo –la obligó
a acostarse.
E_ No… suéltame… suéltame –decía histérica.
278 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Vale ya Esther… ¡me oyes!
Durante unos minutos duró el forcejeo, hasta que
finalmente el sedante comenzó a hacer efecto y fue poco a
poco entregándose al sueño ante el agotamiento de los dos
que habían luchado por evitar que se levantara de la cama.
Se dejo vencer aún con la respiración alterada, con el rostro
colorado del sofoco y con una mueca marcada de rabia en
su rostro deseando que fuera una pesadilla y al despertar,
Maca y Maes estuvieran junto a ella.
Ante un desayuno viendo atentamente la televisión, se
encontraba una mujer, sus ojos se cerraron al ver la noticia
que la presentadora daba con total indiferencia, mientras
las imágenes de la llegada de la médica herida pasaban por
la pantalla, Cruz luchando con los fotógrafos, Raúl
empujando a uno de ellos que se había casi metido en la
ambulancia:
-El avión llegó anoche trasladando a los dos niños que
tenían previstos y también, a una de nuestras Médicas que
trabajan en aquel país, ésta llegó en estado grave tras ser
abatida por la guerrilla en plena Selva mientras hacía su
trabajo. Su nombre Macarena Wilson Fernández, la hija de
los famosos bodegueros Wilson. Su estado a estas horas es
grave temiendo los médicos por su vida.
Se quedo el desayuno sobre la mesa, se dirigió a su
habitación cogiendo el bolso, el abrigo y salió de su casa
con el miedo en el cuerpo y las ansias de verla.
279 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En un despacho Cruz mantenía una acalorada
discusión con el director de urgencias, a su lado Claudia la
observaba y entendía porque Vilches estaba tan enamorado
a ella, porque la amaba tanto, era justo lo que él necesitaba
una mujer de carácter, valiente, decidida a todo y con las
ideas muy claras.
C_ Mira me es indiferente lo que me digas, he dicho que no
se van a dar noticias en ningún parte médico y no se van a
dar.
Di_ Mira Cruz, es un tema que a todo el mundo interesa, es
una médica herida en el Congo que ha sido abatida
haciendo su trabajo, es la versión oficial y ni tú ni yo vamos
a cambiarla. Por si fuera poco es la hija de los Wilson, y
todo el mundo está pendiente de la noticia, así que lo
siento pero saldré a esa rueda de prensa y diré lo que tenga
que decir si no lo haces tú que eres su médico responsable.
C_ Que pronto te bajas los pantalones como si no
conocieras a Maca, sabes que ella no estará de acuerdo con
eso, siempre se ha pedido su respeto a la intimidad, y no
somos nadie para joderlo.
Di_ Cruz, lo siento, pásame el informe.
C_ Es lo que quieren, es lo que a ti te interesa vender el
morbo de la situación, pero antes nadie quiere saber nada,
no quieren saber lo que hace allí, solo la carnaza que va a
vender una española herida en la Selva –le decía muy seria
con tono duro.
280 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Di_ No es mi problema.
C_ No, no es tu problema, pero esto es tu responsabilidad y
nada más te digo que te atengas a las consecuencias que
esto va a conllevar si lo haces, sabes como es Maca y sabes
lo que ella quiere y no quiere. Eso si, haz lo que te dé la
gana sin contar conmigo para ese circo que quede claro.
Di_ Cruz –Cruz se marchó mientras Claudia seguía allí-. ¿Tú
qué harías?
Cl_ Yo no participaría en el circo que dice Cruz, ya es
bastante que tenemos que hablar de los niños, deja a Maca
tranquila.
Di_ Joder… los de la prensa me están acribillando, los de
Médicos sin Fronteras también.
Cl_ Pues tú no tienes autorización para hablar, Cruz tiene
razón.
Di_ Bueno trabajemos con los niños que van a venir la
representación para protocolizar los pasos con ellos.
Por los pasillos Cruz aparecía con gesto muy serio, sin
duda era la parte que odiaba tanto, el dichoso protocolo de
noticias interesantes, antes de pasar por la habitación de
Maca, lo hizo por la de la pequeña Maes que ajena a todo,
dormía placidamente aunque la enfermera le aseguro que
no había parado de llorar que la habían tenido que coger en
brazos, pero que era tal la desesperación con la que lloraba
que se había quedado encanada dándoles un buen susto.
281 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Tendré que llevarla con Maca, pero no está aún para
tener a la niña… ¡joder todo se complica! –renegó.
Ja_ Cruz ¿puedo hablar un momento contigo?
C_ Claro Javier dime.
Ja_ Mónica me ha contado y quería saber que tal Maca.
C_ Bien, quiero que estés conmigo en la cura y siguiendo su
caso, anoche no estabas de guardia y te eché de menos.
Ja_ Debiste llamarme.
C_ No había tiempo Javier.
Ja_ Vale… lo que necesites ¿lo sabes verdad?
C_ Gracias.
Ja_ ¿Los demás bien?
C_ Esther, su mujer herida, y uno de los muchachos herido
también pero vamos –se rascó la frente-… con problemas
ya sabes.
Ja_ Tranquila, estoy segura que pronto pasara todo…
C_ Gracias.
Agradecía que todo el mundo le diera ese apoyo pero
ella había estado allí y sabía lo que había, ellos tan solo lo
seguían desde la lejanía, suspiró con cierta rabia por lo
ocurrido, sabía que a Maca no le iba a hacer ninguna gracia
pero ya todo cuanto podía hacer en cuanto a ese tema se
refiere, lo había hecho.
282 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
El día comenzó para los habitantes de la aldea en
África con el ambiente enrarecido, la tristeza por la marcha
de Maca, se había incrementado con el estado de Zulú y los
gritos desesperados de dolor de Esther, los hombres
sentían una profunda rabia por lo que había pasado y a
pesar que los mondeles no les habían reprochado aquello,
ellos sentían que habían fallado, en un apartado Ngouabi lo
hablaba con su maestro Massamba, bajo la atenta mirada
de Vilches.
Si_ Ziku… radio –le avisó Sissou que vigilaba a Esther sin
moverse de su lado.
V_ Melesi bingaka mami –(llama a mami) le dijo mientras
después de ver como Esther dormía fue a su despacho-.
¿Si?, ¿hay alguien?
C_ Vilches soy Cruz.
V_ Cruz –susurró su nombre con tanta necesidad que las
ondas le hicieron llegar a la mujer un sentimiento de terror
en su voz.
C_ ¿Cómo estás?
V_ Podría estar mejor pero… ¿y Maca?
C_ Bien, ha despertado, le he levantado un poco la
sedación… la herida está bien y sus constantes todas
recuperadas, pero llegó mal Vilches creo que si tarda un
poco más no la cuenta.
V_ Pero ella es así, las cuenta todas –sonrió orgulloso.
283 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¿Cómo está mi niña? –preguntó con los ojos enrojecidos
por el llanto.
C_ Bien Teresa está estable y la operación salió bien.
T_ ¿Y su corazón?
C_ Bueno… no lo lleva nada bien como es natural.
T_ ¿Y Maes?
C_ Llora mucho yo creo que echa de menos estar con sus
madres.
T_ Imagino… pobrecilla –negó con la cabeza.
C_ Venga ánimo chicos. ¿Esther? –preguntó mientras se
apartaba el pelo de la cara y dejaba reposadas sus manos
en las sienes.
V_ Pues Esther tiene un ataque de ansiedad de la hostia, le
he tenido que dormir siempre he pensado que de las dos
ella era la fuerte, la que había logrado enderezar a Maca a
base de fuerza, pero veo que me he equivocado… la ha
enderezado a base de amor y ahora… me doy cuenta que
lo va a pasar muy mal.
C_ Maca no ha hablado aún, pero su mirada me lo dice
todo.
T_ Va a ser duro, muy duro.
V_ Y las expectativas son malas Cruz –hubo silencio-. ¿Cruz?
T_ Se ha cortado.
V_ Joder… si es que… ¡vaya mierda!
284 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Bueno… al menos sabemos que Maca está bien –la
campana de Louabi sonó-. Empezamos el día Vilches.
V_ Si –dijo como si no tuviera fuerzas para ello-. Sissou
vente conmigo, quiero que se quede con Esther Lula, Nsona
no te muevas de aquí ¿de acuerdo?
Ns_ Si Ziku.
V_ En cuanto termine vengo a revisar a Zulú.
Z_ Zulú estar bien –habló con voz cansada aún por el efecto
de la anestesia mientras buscaba la mano de su mujer.
V_ Gracias Zulú –le sonrió marchándose de allí.
Z_ ¿Bonso kele na mwasis? (¿Cómo están las mujeres?) su
voz sonaba quebrada por el dolor y la tristeza.
Ns_ Mwasi Maca kele sika Madrid, ti mwasi Esther kubaka ti
mvula ke dila (Mwasi Maca está en Madrid, y mwasi Esther
triste y está llorando).
Z_ Mono vandaka tendila, kansi yandi ve na kuwa (yo la
protegí, pero, ella no lo va a entender) decía apenado
cerrando los ojos.
Ns_ Malembe… yandi ata kele kubula, kansi, na nki ya beto
kusodisa, ata kwonwa (tranquilo, ella ahora esta mal, pero,
con nuestra ayuda volverá con ella).
Z_ Na Mianda ata zola (los espíritus lo quieran) musitó
mientras Nsona le besaba la frente.
Ns_ Mono zola nge (te quiero).
285 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Z_ Mono ata (yo también) y sintiendo el abrazo de su mujer
rompió a llorar.
Ns_ Zulú –susurró llorando.
Haberle fallado a la gente que confiaba en ellos, a la
gente que tanto hacía por sus hijos, por sus mujeres, por
ellos mismos, era una de las peores sensaciones que les
quedaban, tanto era así, que se sentían culpables por la
separación de las dos mujeres y en su foro interno, sentían
que debían ser castigados por ellas por aquel fallo
cometido. Sin embargo aquellos pensamientos el convivir
con Teresa, les había ido convenciendo que en la vida no se
puede ser tan exigente con uno mismo, porque no
dependían de ellos, los consejos sabios de aquella mujer
blanca, habían ido cambiando sus costumbres, ninguno
pegaba a su mujer, ninguno recurría a la violencia con sus
hijos, aquella mujer sabia junto a Nmaba les había hecho
reflexionar y fue Massamba quien primero lo entendió,
después de ver como violaban y mataban a su mujer, de
cómo le golpeaban una y otra vez, el que primero alzó la
voz entre ellos, pero aún así, aquella necesidad de hacer
bien lo que los blancos les pedían y confiaban, y mucho
más en ese caso de Maca y Esther, les había afectado a
todos, mucho más al escuchar los gritos desesperados de
Esther.
Habían pasado un par de horas desde que Cruz había
hablado con Maca, se había duchado y aunque era su día
286 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
libre había llamado a su suegra primero para tranquilizarla
con respecto a Vilches y también para pedirle que se
quedara con la niña. Ante la puerta de la habitación de
Maca dudó en como afrontar su conversación, sabía que
debía estar destrozada, porque ahora iba a comprender su
miedo y sus mil quebraderos de cabeza al tener a Vilches
allí solo. No sabía si estaba preparada para ayudarla.
Entró con gesto sereno, la miró y pudo ver que
mantenía los ojos cerrados, pero al acercarse sabía que no
dormía, quizá tan solo soñaba con lo que no tenía.
C_ ¿Maca cariño, cómo estás? –Maca abrió los ojos y la
miró-. Acabo de hablar con Vilches, Esther está bien.
M_ No lo está –susurró y a Cruz le costó entenderla por su
garganta seca y sus labios tirantes.
C_ Voy a hacerte una analítica completa, y te cambiaré el
oxígeno, vas a tener que llevarlo un par de días –Maca
asintió en el mismo momento en que entraba la enfermera-.
Alicia quiero que le hagas una analítica completa y la pides
urgente.
Al_ Voy a ponerle el calmante.
C_ Si, si. Ahora miraremos la herida, no tienes fiebre –miró
las notas que le pasaba Alicia de la mañana-. Bien… vas a
comenzar por un poco de caldo quiero que te alimentes.
Cámbiale el oxígeno Alicia, ponle las cánulas nasales así
estarás más tranquila –Maca cerró los ojos y asintió.
287 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al_ Si… has salido por la tele esta mañana –le dijo sonriente
pero la mirada fulminante de Maca le hizo mirar
desconcertada a Cruz.
C_ Vale Alicia… gracias. Es muy buena pero no sabe cerrar
su boca a tiempo.
M_ ¿Esther?
C_ Físicamente está bien… pero le han tenido que sedar –
Maca cerró los ojos y una lagrima cayó, Cruz se acercó a
ella y le pasó una gasa por las mejillas, después otra por el
labio-. Vilches dice que bueno… lo que imaginas.
M_ Necesito hablar con ella.
C_ Lo siento pero las comunicaciones van fatal, además,
hasta que no te levantes de la cama no vas a poder y eso,
si no le pones ganas no va a ser pronto –la miraba
sonriéndole.
M_ No quiero que piense que me ha pasado algo –hablaba
con dificultad y marcó un gesto de dolor.
C_ ¿Te duele mucho?
M_ El corazón sí –sonrió de lado.
C_ Ahí no tengo manera de llegar para mermarlo.
M_ ¿Y Maes? –preguntó algo aturdida.
C_ Llorando… trata de pensar ahora en ti y en ella, necesita
el calor de su madre.
288 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No puedo dejar de pensar que he dejado a Esther en
medio de una guerra –tragó saliva con dificultad, se
humedeció los labios con la lengua-. ¿Puedes dejar de
pensarlo tú?
C_ No, no puedo Maca pero trato de vivir por mis hijas, por
mí y eso vas a tener que hacer tú. Espera voy a mojarte un
poco la boca… y beberás agua ¿vale?
Al_ ¿Puedo hacerle el análisis?
M_ Si no vas a hablar sí –le contestó de mal genio.
Al_ Perdón.
Los ojos pesaban tanto como el cuerpo, era una
sensación extraña la cabeza le daba vueltas, le mostraba
imágenes que no podía entender, ella entrando a la soledad
de la cabaña donde tantas emociones había compartido,
con la cuna vacía, con el lado ausente de Maca, sintiendo
un dolor penetrante en su alma, notaba como sudaba, y
como tiritaba a la vez, pero de pronto una mano apoyada
en su frente hizo que todas aquellas imágenes se
volatilizaran y la calma se apoderó de ella. Abrió sus ojos
tristes, abatidos, apagados, y allí estaba Lula mirándola con
el entrecejo fruncido, con los labios apretados, Esther lloró
sin poderlo evitar, no dijo nada se puso de lado, el brazo
que tenía bien le sirvió de apoyo, Lula entendió su dolor y le
habló.
Lu_ Esther no poder, estar mala.
289 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Quiero irme de aquí –decía como si fuera la rabieta de
una niña pequeña.
Lu_ Mono saber… Maca no querer verte mala –hablaba
despacio pues le costaba hablar en otro idioma, mantenía la
distancia pero sus ojos reflejaban dolor por su estado.
E_ Maca no está, Lula… Maca no está que más da como
esté.
Lu_ Está en tu corazón, te ve y está por esperar, vive ella,
niña y tu…
E_ Pero…
Lu_ Lula saber pero…Lula no querer verte mala, a mí si
importar y al resto también
E_ No puedo… no puedo Lula –se levanto llorando
abrazándose a ella con fuerza-. No puedo estar sin ella…
Lu_ Queda menos para estar… Lula querer a Esther y no
querer ver llorar.
Aquellas palabras fueron la excusa perfecta para
romper a llorar, para dejarse llevar por el llanto ahogado en
su pecho, por sentir ese dolor que sentía ante esa ausencia
¿cómo iba ella a aguantar sin verla?, ¿cuánto tiempo debía
esperar?, esa pregunta era la que creaba una indómita
desesperación. Acunada por la joven fue poco a poco
ahogando su llanto para dejarlo en un sollozo repleto de
soledad.
290 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
La nueva oleada de refugiados dio como resultado dos
niños con heridas superficiales y veinte personas
deshidratadas, bajo el sol de justicia iban trabajando y
como Massamba había pensado se montó el hospital de
campaña que Esther había comprado para que todo fuera
más cómodo menos duro. De vez en cuando las mujeres
entraban a ver a Zulú que seguía con Nsona y a ver a
Esther, ninguno de los hombres entró a verla, preferían que
estuviera más calmada para hacerlo. En esas estaban
cuando la radio sonó.
Si_ Ziku… ziku… radio… -cada dos horas iban turnándose
para estar pendientes de la radio y esta vez le tocó a Siya.
V_ Melesi. ¡Teresa ocúpate de esta mujer por favor!, tiene
una herida en el talón no va a poder andar…
T_ Ve, ojalá sean noticias de Maca.
V_ Eso espero –pasó y vio como Esther seguía de lado sin
decir nada con la mirada perdida mientras Mona se había
tumbado a su lado-. ¿Si?
D_ ¿Vilches, eres tú?
V_ ¡Hombre Dávila vives, no podía dormir pensándolo!
D_ Vilches no me toques los cojones que esto se está
complicando.
V_ ¿No me digas? –sonrió irónico con un fuerte enfado.
D_ No voy a poder ayudaros Vilches… lo siento… no
podemos llegar la situación está en manos de los militares.
291 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Ya, y los militares en lugar de defender a mi gente, lo
que hacen es que huyen y aún tengo que dar gracias que
no echaron a Maca del camión ¿no?
D_ Hacen lo que pueden… Vilches lo siento, pero no podéis
moveros, se han suspendido todas las salidas, no hay
aeropuertos, la carreteras se han convertido en una trampa
mortal, las comunicaciones no funcionan llevo dos horas
tratándote de hablar, se han unido varios grupos de
guerrilleros parece que les pagan bien.
V_ ¿Y qué sugieres que haga?
D_ Huir hacia el sur, llegar a Liranga como sea.
V_ ¿Dónde está la guerrilla?
D_ Por lo que intuyen están por entrar en Sangha, aunque
tienen blindada la entrada hacia la capital, lo que se me
ocurre es que podríais intentar llegar al río y cruzar a la otra
parte.
V_ ¿Sabes los que somos Dávila? –le preguntó tras pasarse
las manos por la cara desesperado.
D_ Sí, lo sé –admitió nervioso.
C_ Dávila... dime la verdad, ¿crees que pueden llegar? –
Esther con las pocas fuerzas que tenía se había levantado y
se había quedado escuchando en la puerta.
D_ Sí, parece que está vez están muy bien dirigidos, así que
me gustaría que abandonarais la aldea –hizo una pausa
292 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
incómoda-, reconozco que la única salida es pasar al estado
de Cuvette, hacia Ntouku.
V_ ¿Allí podría sacar a Esther a España de alguna manera?
D_ Vilches, no sé lo digas si no lo crees oportuno, pero dudo
mucho que pueda salir de aquí en algún tiempo, tan solo
funciona el aeropuerto de la capital, ya sabes son más de
seis días por carretera porque los otros aeropuertos están
cerrados y eso es una autentica locura mucho trayecto
muchas posibilidades de encontraros con problemas,
estamos en conflicto y…
Para Esther la conversación ya no tenía sentido
alguno, ya no era importante su corazón se había detenido
con la sola idea de pensar que no podría salir ¿cuánto
tiempo?, no podría soportarlo necesitaba saber de Maca,
hablar con ella, decirle que la quería, que la echaba de
menos, que no podía vivir sin ella, la angustia fue creciendo
notaba que se ahogaba, que se moría de tristeza poco a
poco.
En el hospital, Maca seguía entre el sueño de los
sedantes, si bien Cruz había retirado un poco la cantidad, le
había dejado la suficiente como para que estuviera lo más
tranquila dentro de la intranquilidad que sabía sentía,
Claudia había entrado pero al verla dormir, se había
marchado a tomarse algo, sabía que su madre había estado
junto a su hija, Rosario había llegado de Jerez, no habían
hablado casi tan solo le había besado y Maca había
293 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
susurrado cosas volviéndose a dormir. Fue Cruz quien se la
llevó al despacho para hablarle y tranquilizarla.
La puerta de su habitación se abrió lentamente como
si dudaran a entrar, tras unos segundos por fin se cerró,
Maca mantenía los ojos cerrados y pensaba con Esther, era
inevitable por mucho que tratara de tranquilizar su alocado
corazón. Presintió que no estaba sola, los sonidos de unos
tacones que pretendían pasar desapercibidos pero que al
no lograrlos la pusieron en alerta, abrió despacio los ojos,
tenía unas profundas ojeras, ladeó la cabeza lentamente
aún estaba algo mareada y se encontró con ella, allí quieta
a su lado mirándola.
-Hola.
M_ Hola –musitó sin poder evitar un gesto de profunda
confusión.
Las palabras que habían volado por el aire una vez
salidas de la radio, le llegaron directamente a su corazón
haciendo diana, puntuación máxima para Dávila, doblegada
Esther. Aquella diana tocó una campana, encendió la luz de
emergencia en su interior y notó como las fuerzas le
fallaban como iba cayendo sobre sus piernas que se iban
doblegando, poco le importaba en ese momento su mente
le empujaba a desaparecer realmente, que más daba todo
si las palabras de Dávila la estaban mandando al infierno,
desaparecer, dormir, hundirse en la más pura oscuridad de
donde resurgiera la imagen de su mujer, pero ya ni eso le
294 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
servía, necesitaba su tacto, su calor, su amor. Fue
cayendo… poco a poco… de igual manera que caían sus
lagrimas, que caía en el vacío de su propio corazón, pero
antes de tocar el suelo unos brazos fuertes la sujetaron, la
levantaron y le dieron el calor suficiente como para que
abriera los ojos, al hacerlo se encontró con una mirada tan
triste, tan culpable, tan dolida que lo único que pudo hacer
y quiso hacer fue abrazarse a aquel hombre que tanto le
había ayudado y que la miraba con un gesto repleto de
culpabilidad.
E_ Massamba…
Ma_ Tranquila mwasi, tranquila –la cogió en brazos
dejándola sobre la cama.
E_ No voy a verla –repetía con desespero.
Ma_ Massamba pedir perdón –lo dijo con severidad, la que
da ese sentimiento de haber defraudado a la gente.
E_ Oh Massamba… ¿qué voy a hacer?
Ma_ Tratar de llevarla mwasi… Massamba si debe dejar la
vida, la deja… pero reunir con mwasi Maca.
No fueron las palabras, ni siquiera el contenido en
que unidas daban como resultado lo que tanto deseaba, fue
la mirada, fue la decisión, fue el sentimiento fue la amistad
y lealtad lo que le hizo suspirar profundamente aún con su
rostro rojo por los lloros, humedecido por las lagrimas,
rígido por el dolor, y fue tras el suspiro cuando volvió a
abrazarse a aquel hombre que le ofrecía su vida por
295 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
reencontrarse con su amor, ¿tenía derecho a hacerle sentir
mal?, ¿tenía derecho a seguir diciéndole lo mal que
estaba?, las manos grandes y fuertes de Massamba se
volvieron suaves y tiernas para abrazarla, para transmitirle
su pena por lo acontecido para demostrarle que estaba ahí
que nunca estaría sola.
Mientras Esther lloraba por su distancia, en la
habitación del hospital aquellos ojos clavados en los suyos
hicieron a Maca tragar un nudo en su garganta, no la
esperaba allí ni siquiera pensaba que podía querer de ella,
pero, los segundos que guardaron silencio, se les volvieron
eternos.
M_ Tiene sus ojos –susurró con calma.
En_ He visto las noticias, ¿tú eres…? –guardó silencio sin
poder seguir tratando de ávidamente descubrir algo que no
sabía muy bien que buscaba.
M_ Soy su mujer, sí.
En_ Me gustaría que no te refirieras así cuando hablo de mi
hija.
M_ Si no quiere que me refiera así, es que pretende que sea
una hipócrita y lo siento pero no lo soy –le dijo de manera
continuada al terminar, tosió.
En_ ¿Quieres agua?
296 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No, gracias –cerró los ojos agotada por el esfuerzo de
hablarle a quien era su suegra y se mostraba en pie de
guerra por su actitud contra ella.
En_ Sólo quería saber… ¿mi hija está bien?
M_ Sí.
En_ ¿La has abandonado?
M_ Jamás haría eso y le digo más… tan solo la muerte nos
separará.
Encarna dio media vuelta y se marchó con el corazón
en un puño, al cerrar la puerta se encontró con una mujer a
la que reconoció al segundo de alguna fiesta compartida, lo
mismo que la otra la reconoció a ella, la miró algo
extrañada de ver que salía de la habitación de su hija.
En_ Hola Rosario.
R_ Hola Encarna. ¿Conoces a mi hija?
En_ No la conocía, no, lo acabo de hacer ahora mismo –lo
dijo con la voz algo tomada.
R_ Perdona por tu tono me da la sensación de que no es
agradable para ti, ¿me equivoco? –la miraba sin entender
muy bien su expresión.
En_ No, no te equivocas –asintió con un gesto cansado y
triste.
R_ ¿Quieres que nos sentemos?, aquí no hay una sala
donde podamos hablar tranquilamente, es la seguridad
social, pero… algún rincón habrá.
297 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Tengo prisa pero… me hará bien hablar.
Se sentaron un tanto desconcertadas aquellas dos
damas de la alta sociedad española, aquellas dos madres
que desconocían que el destino las había unido. Se
sentaron en las sillas de plástico, y durante unos breves
segundos guardaron silencio. Fue Rosario que seguía sin
entender como la Sra García salía con tan mala cara de la
habitación de su hija.
R_ Odio los hospitales… -musitó por romper el frío.
En_ Yo también.
R_ Y creo que con esto de mi hija voy a tener un tiempo que
pasar aquí a pesar de que ella seguro no me dejara.
En_ Es cabezota –le dijo sin mirarla.
R_ Bastante. ¿Puedo preguntarte de qué la conoces?
En_ Se ha liado con mi hija –lo dijo como si un puñal en ese
momento le hubiera atravesado la espalda.
R_ Tu hija es… ¿tu hija es la famosa Esther de la que me
habla? –le preguntó algo incrédula tratando de recordar si
la había visto en alguna fiesta.
En_ Si –sacó un pañuelo y se secó las lagrimas-. Ha sido un
golpe muy duro para mí, sigo sin entenderlo no me alegro
que tu hija esté herida, pero, me alegro que se hayan
separado… así a la mía se le pasara la tontería.
298 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
R_ No creo que se le pase la tontería habiendo adoptado
una niña –la mirada atónita de Encarna le hizo darse cuenta
que desconocía aquel dato-. Pensé que lo sabías.
En_ No me hablo con Esther desde que me dijo lo de…
bueno… eso.
R_ Pues tienen una niña acabo de verla… -la miró
guardando silencio-. Es preciosa.
En_ ¿Qué es lo qué le ha pasado a mi hija?, la tuya la ha
confundido… estoy segura que ha sido eso… -decía
aturdida-. Recuerdo haber escuchado a nuestras amistades
hablando de tu hija... ha debido ser ella... y ahora que no
están juntas se le pasara... ¿verdad?
R_ Yo también eche la culpa a la primera novia de mi hija,
pensé que ella era la responsable de que a mi hija le
hubiera entrado la tontería –remarcó la palabra que
momentos antes había usado la misma Encarna, quien
agachó la cabeza-. Pero… creo que a estas alturas ya no me
importa quien está a su lado, agradezco que tenga esa
tontería que le hace feliz, cuando me dijeron que le habían
herido y estaba grave, lo único que quise era tenerla viva...
que importa de que manera vive su vida, lo que quiero es
que la viva.
En_ Pues yo lo siento pero no… no lo voy a aceptar...
bueno… se me está haciendo tarde espero que todo vaya
bien.
R_ Gracias…
299 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cuando entró en la habitación se encontró con Maca
envuelta en un llanto, se había quitado el oxígeno y
respiraba con dificultad, llamando una y otra vez a Esther. A
Rosario le dieron ganas de buscar a Encarna y hacerle ver
aquella escena, pero lo único que fue capaz de hacer fue
abrazar a su hija como muy pocas veces había hecho,
sintiendo como le dolía aquella separación, para su suerte
entró Cruz, quien le obligó a ponerse nuevamente el
oxígeno y tras tranquilizarse un poco le dijo:
C_ Si sigues así te voy a sedar, y quiero que estés bien,
porque tu hija te necesita ¿te queda claro? –Maca asintió-.
No quiero que me digas que sí y hagas lo que te dé la gana.
M_ Tiene sus ojos –sonrió mordiéndose el labio mientras
hacia un puchero. Cruz no entendió a lo que se refería.
Ro_ Ha venido la madre de Esther... –apuntó Rosario y Cruz
hizo un gesto de negación
M_ Pero no le brillan como a mi niña...
Su niña se había vuelto a abandonar en la cama, con
la mirada perdida con un escozor en el brazo, y un profundo
dolor en el corazón. Así la vio Vilches que al salir del
despacho y encontrarse con Mona sentada a su lado
acariciándole la frente, sintió como estaban ante un grave
problema, y entonces salió, solo paró una vez había salido
de allí, fuera el aspecto no era mejor, los refugiados
seguían llegando, las mujeres seguían ayudando, agua,
300 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
comida y sombra, pero él sentía que no podía ayudar a
Esther, y entonces se dijo para mí mirando el horizonte.
V_ Mucho decirle que no se implicara con nadie, ¡y mírate!,
si pudiera ponerme a llorar lo haría muy a gusto, ¿qué
hago, cómo ayudo a dos mujeres tan increíbles como
ellas?, reconócelo joder... las quieres... y te duele ver lo que
ha ocurrido tan injustamente –hizo un gesto de rabia y
llamó a Teresa que se acercó a él secándose las manos con
el delantal-. Por favor entra y habla con Esther, tú sabrás
que decirle, yo no.
T_ Tranquilo Vilches, hay que darle un poco de tiempo.
V_ No sé cuanto tiempo disponemos Teresa... no lo sé...
T_ El que sea, lo haremos lo mejor posible, ve... descansa
un rato, Sissou está trabajando muy bien. Voy a hablar con
Esther.
Al entrar la estampa seguía siendo enternecedora y
triste, contrajo la barbilla ladeando un poco la cabeza,
sentía que iba a costar mucho hacerla reaccionar, así que
suspiró con fuerza y siguió el consejo que momentos antes
le había dicho Nmaba. Se acercó a ella, cogió una silla y se
puso al lado de la cama, Mona la miró con tristeza su mami
estaba demasiado triste, ella le acarició la cabeza y el
animal miró nuevamente a Esther.
T_ Hola Esther… voy a revisarte la herida, hay que estar
seguros que no se te infecta. ¿Te duele?
E_ No –musitó con voz inaudible.
301 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Mejor –empezó a trabajar con su brazo mientras Mona se
sentaba a los pies de Esther-. ¿Sabes una cosa cariño?,
tienes dos posibilidades, una estar así como estás decaída,
hundida y sintiendo ese profundo y comprensible dolor ante
la ausencia de Maca y Maes, notando como pasan lentos los
minutos, como las horas se hacen interminables, pensando
y pensando nada más en Maca y dejando que tu corazón
día a día se vaya destruyendo por la apatía a ese transcurrir
de tu vida aquí –la miró, Esther lloraba en silencio-. O.
Puedes luchar como siempre has hecho desde que llegaste,
día a día para conseguir estar lo mejor posible, preparada
para cuando puedas reunirte con ellas hacerlo de la mejor
manera, involucrarte como hasta ahora en todo para que el
tiempo pase antes, porque cuando puedas hablar con Maca,
no voy a permitir que lo hagas en un estado lamentable
como en el que estás, como en el que entiendo debes estar
porque ha sido un golpe muy duro –Esther exhaló un
profundo suspiro, mientras seguían cayéndole lagrimas-.
Pero hagas lo que hagas, tomes la decisión que tomes,
sabes que nos tienes a todos a tu lado, eso si, los hombres
tienen miedo a mirarte a los ojos, ellos se sienten culpables
de esta situación, las mujeres les duele verte así, y los
niños echan de menos a Maca pero también saben que
estás y quieren estar a tu lado –terminó de curarla, le
acarició la cara y Esther se estrechó a su pecho con fuerza
rompiendo a llorar-. Llora todo lo que sea necesario, sácalo
de tu interior pero recuerda que Maca está bien, la niña
302 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
está bien y esto tan solo es temporal, y sabes que los
hombres se sienten en deuda contigo y harán lo imposible
por ayudarte.
Había entre ellas una hora de diferencia horaria y
cincuenta mil kilómetros de distancia, pero tenían dos cosas
que las unían a pesar de todo, su amor y la Luna. Maca
había ladeado la cabeza hacia la ventana, la veía y sabía
que Esther estaría observándola de igual modo, y era
cierto, Esther contemplaba la Luna y suspiraba, las palabras
de Teresa, las visitas de las mujeres llevándole comida, o
simplemente una sonrisa, la compañía de Mona, la de
Nmaba que no hablaba tan solo le hacía saber que estaba
allí que a pesar de su soledad no lo estaba tanto, le hacía
sentirse mejor, estaba en África y seguro que si la que
estuviera en aquella cama fuera Maca, tendría la fuerza de
luchar día a día y tenía un consuelo demasiado importante
como para dejarse arrastrar por la pena, saber que estaban
vivas y pronto estaría con ellas, ése debía ser su motor para
levantarse y superar el dolor.
Aquella Luna le mostraba a Maca una luz que en otros
momentos le parecía maravillosa, aquella Luna le daba
fuerza en las noches y ternura cuando la compartía con su
mujer, pero justo en ese instante lo único que le daba era
un profundo sentimiento de tener que aprender a pasar los
días sola, lejos de Esther.
303 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Y como todas las noches antes de que el sueño les
venciera hubo un susurro.
M_ Te quiero Esther.
E_ Te quiero Maca.
Habían pasado dos lentos días, en el hospital la
prensa había esperado en la puerta para ver si alguno de
esos jefazos entraban o salían, si alguna amistad de las
grandes llegaban a hacer visita a la Wilson, si entraban o no
ramos, cajas de bombones o ositos de peluche, pero como
todo, cuando el peligro de muerte pasó, la noticia dejó de
ser noticia macabramente importante, y los periodistas se
fueron como lo hicieron las profundas preocupaciones de
los altos cargos, funcionarios y estado, que de un día para
otro olvidaron que Macarena Wilson estaba en un Hospital
herida de bala por un guerrillero en la Selva del Congo,
localizado en África.
Estaba con su niña en los brazos sentada en un sillón,
las horas pasaban tan lentas, que se desesperaba con una
facilidad que hasta la asustaba a ella misma, había
discutido con su madre, no hacía falta que estuviera allí
vestida con la ropa del mejor modisto y temiendo que
alguna de esas sillas le dejaran la tela inservible, había
discutido con Cruz porque no le había retirado el gotero, y
finalmente su mal humor fue a menos en cuanto tuvo a su
pequeña en los brazos, entonces, las lagrimas llegaron a
borbotones.
304 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ ¿Puedo pasar?
M_ Claro Claudia –haciendo un esfuerzo para limpiarse las
mejillas y los ojos.
Cl_ Vaya... otra vez llorando... tú que no llorabas nunca.
M_ Uf Claudia estoy muy jodida.
Cl_ Lo sé...
M_ ¿Aún no habéis podido hablar? –preguntó con la voz
tomada por el sofoco.
Cl_ No, las comunicaciones están saboteadas, Dávila no
puede ponerse en contacto con ellos y lo último que
sabemos es que si seguía la situación complicándose iban a
marcharse hacia el Sur.
M_ Dios mío... daría todo por estar allí –dijo con rabia.
Cl_ Te entiendo.
M_ Ojalá me hubiera quedado yo...
Cl_ Esther es fuerte.
M_ Pero no ha vivido nada así y me da miedo.
Cl_ Maca... no puedes estar así tienes que animarte y saber
que Esther no está sola, que si les llegan noticias van a
huir, y no les va a pasar nada, ya lo veras –le apretó la
mano con total estima.
M_ Es tan fácil decirlo.
Cl_ Lo sé. Esta noche me llevo a la niña a casa porque como
has discutido con tu madre...
305 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No he discutido sé que a mi padre no le debe hacer
gracia que esté aquí.
Cl_ ¿Y?
M_ Pues eso...
Cl_ Pero si tu madre quiere estar contigo, ¿quién eres tú
para mandarla fuera?, deja que los demás se preocupen por
ti, no te ha ido tan mal con Esther.
M_ Es que Esther... Esther es... –sus ojos se llenaron de
lagrimas sin poderlo evitar.
C_ Buenos días... traigo buenas noticias –le dijo sonriendo.
M_ ¿Has podido localizarlos?
C_ Yo no, pero Dávila ha vuelto a hablar con ellos.
M_ ¿Y? –sus ojos cobraron vida-. Le has dicho que quiero
hablar con Esther.
C_ Sí Maca –le cogió a la pequeña que movía los brazos
riéndose-. Pero que ricura de niña madre mía.
M_ ¡Cruz!
C_ Maca lo que sabe es que tienen refugiados, que de
momento los militares han conseguido frenar el éxodo y
parece que la guerrilla se ha desplazado más hacia el
Oeste, de momento, todo tranquilo.
M_ ¿Me estás diciendo la verdad?
C_ ¿Tú qué crees?, ¿estaría yo así?, no eres la única que
tiene a su pareja allí, ¿eh?
306 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo siento perdona.
Al_ Vengo a curarte, con la boca cerrada –le dijo pues Maca
continuaba un tanto borde con ella.
M_ Así me gusta... –la mirada recriminatoria de Cruz le hizo
sonreír-. Y procura no hacerme daño.
Al_ Vale –sonrió nerviosa.
C_ No le hagas caso Alicia. ¿Ha vuelto la madre de Esther?
M_ No... habló con mi madre y según me dijo está muy
ofendida no creo que vuelva.
Cl_ Pero no sabe que hija tiene... estoy segura que cuando
regrese Esther le va a dejar las cosas claras.
M_ Sí, mi niña es... ¡au! –se quejó.
Al_ Lo siento, lo siento –se mordía el labio apurada pero
aquel comentario le hizo perder su concentración.
Aquellos dos días lentos y pesados, los había pasado
Esther en el hospital, no se había levantado de la cama,
aunque sí había empezado a comer, Vilches le había
informado de cómo seguía la situación en la frontera y si
todo seguía calmándose pronto abrirían los aeropuertos.
Pero ni aún así había logrado el efecto deseado.
La mañana llevaba buena parte ya transcurrida
cuando la campana de Louabi comenzó a sonar, los niños al
refugio, Nmaba y Bendi con ellos, Siya que se había vuelto
una experta en curar heridas, y Monwe que trabajaba como
la demás habiéndose incorporado como una más de esa
307 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
gran familia, les ayudaban. Teresa salía del hospital cuando
vio entrar la avalancha de gente.
T_ Dios mío –susurró.
V_ Yildas... Yildas... cierra la puerta... cierra la puerta... –
gritaba como loco.
Yi_ Ngouabi... vandaka nswalu –(Ngouabi vamos rápido).
V_ Sissou... te necesito aquí... Teresa...
T_ Vilches... son demasiados.
La gente que entraba sedienta y hambrienta les estiraba de
las ropas mientras gritaban:
_ Masa... masa.. madya... madya... sambu Nzambi…
luzolo... luzolo (Agua... agua... comida... comida por Dios...
piedad... piedad).
D_ Ziku... ziku –gritaba.
V_ ¿Qué pasa Dib?
D_ Niño... niño...
V_ Joder... me cago en la puta... hay que llevarlo al
hospital... rápido...
Entraron a quirófano con el pequeño que no podía casi
respirar, en su piel manchas de sangre, y parecía
desmayado.
V_ ¿Qué es esto? –se preguntó al verlo.
E_ ¿Qué hago Vilches? –apareció de repente Esther
observando al niño.
308 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Hay que curar estás heridas... ¿te sientes con fuerzas? –
la miró fijamente.
E_ Sí. ¿Le pongo oxígeno? –su gesto era concentrado y
serio.
V_ Vamos Esther tenemos que salvar a esta criatura,
¿entendido?
E_ Sí –le sonrió.
T_ Vilches que... –entraba nerviosa porque no había visto a
Esther, al encontrarla allí una calma profunda llenó su
corazón-. ¿Me necesitáis?
V_ No, está conmigo la mejor enfermera de la Selva, así
que... ¿hay alguien más en mal estado?
T_ Dib me ha dicho que hay un hombre fuera muerto, que
el camino está lleno y que algunos pasan de largo.
V_ Está bien... os hacéis cargo de los de fuera y si hay
alguno me lo pasáis aquí.
T_ Sissou está con Massamba en el hospital de campaña.
V_ Tengo suerte... ¡menudo equipazo tengo! –dijo mientras
curaba al pequeño-. Ponle un poco de anestesia Esther.
E_ Si.
V_ ¿Quién es la familia?
T_ Voy a ver.
V_ Aunque mucho me temo que este pequeño no tiene
familia.
309 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ El niño ha sido apalizado, no hay duda.
V_ Tú lo has dicho, mira su brazo, tiene la mano rota, esta
desmayado posiblemente por el dolor.
E_ Hijos de puta.
V_ Si... –la miró algo más tranquilo al verla trabajar de
nuevo.
Fuera del hospital el caos era terrible, las voces se
confundían, un olor penetrante llenaba todos los rincones
de la aldea, la gente se había amontonado algunos
desmayados, otros sollozando, las mujeres incluida Nsona
no daban abasto para repartir agua, la gente agradecía
aquel gesto, besaba sus manos, lloraba al contacto con el
caldo que en una gran cacerola Teresa había preparado.
Mona iba de un lado a otro y cuando veía algo que no le
parecía normal, aullaba, Teresa acudía y casi siempre tenía
razón.
T_ Bárbara te ha enseñado bien ¿eh?, si es que es un cielo –
le dijo dándole dos golpecitos en la cabeza.
Mo_ Uhhhhhh –abría los ojos como dándole la razón.
T_ ¿Dónde estará esa cabra loca que no se comunica
conmigo?
Mo_ Uhh, ahhhh, ahhh ahhh –parecía enfadada-.
Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
T_ Vale oye... solo ha sido un comentario, es una adorable
cabra loca ¡contenta!
310 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Mo_ Uh –se puso las gafas de sol nuevamente cruzándose
de brazos.
Si_ Estar aquí.
T_ Vale Sissou, esta chica que... ¡Dios está de parto!
Si_ No –dijo asustada.
T_ Llama a Vilches... ¡ay que me toca hacer de partera!...
que lo veo venir... Massamba ven... ven...
Ma_ Mami –la miró nervioso ante sus gestos.
T_ Pasa a la chica aquí... Nsona toallas... Lula ayúdame...
¡qué viene!... ¡qué viene!
V_ ¿Quién viene? –le preguntó Vilches mientras veía como
Teresa se arrodillaba
T_ Un niño... una criaturita.
V_ ¿Estás tú, no?, voy con el niño Teresa no puedo dejar
sola a Esther.
T_ Pero Vilches... hace años que no asisto a un parto.
V_ No lo digas mujer, pobre chica, mira se ha desmayado
del susto... de una primeriza ayudándole a parir.
T_ Ay mi madre... ay mi madre...
Lu_ Malembe mami –le sonreía.
T_ Si Malembe... ¡ya está!... ya lo veo... por mi madre como
sale....
Lu_ Jeje –reía ante los gestos exagerados de la mami.
311 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ns_ Ohhh bebé –decía sonriendo con lagrimas en los ojos.
Za_ Ay daño –se quejó el hombre al ver como la chica
gritaba y dándose la vuelta y encontrándose con Monwe
que le sonrió.
T_ ¡Vamos el último empujón pequeña!, vamos... venga...
Dios mío que cosa más bonita... si es un niño...
Ma_ Bravo mami... bravo –le dijo sonriéndole mientras
Teresa lloraba a moco tendido-. Traer.
T_ Si...
V_ Ya estoy aquí... ¿cómo ha ido matrona? –le preguntó
sonriendo.
T_ Bien –lloraba sin parar.
V_ Anda... anda... súbete los mocos que estas quedando un
poco mal.
Lu_ Mami ser la mejor.
V_ Eso... hale súbele el ego.
Mientras todos seguían trabajando, Esther hizo un
esfuerzo por enfrentarse a la realidad que vivía no a esos
recuerdos repletos de amor, caricias, besos que ahora tanto
le faltaban, era la hora de la verdad, no podía dejar pasar el
tiempo en un lugar como ese no se podía ser egoísta,
estaba para ayudar y eso era lo que debía hacer, además
porque no podía dejar que el resto se sintieran más
culpables al verla, nadie tenía la culpa, le habían salvado la
vida y eso era lo que quería agradecer, las palabras de
312 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Massamba dando su vida a cambio de llevarla junto a su
mujer, sabía eran ciertas, y tampoco podía permitir aquello,
así que tras una exhalación fuerte, apretando con su brazo
bueno el maletín, salió junto a Vilches para seguir las
revisiones. Los hombres al verla aparecer soltaron un
respingo, las mujeres una sonrisa y Mona fue hasta ella
aullando detrás Valiente quienes la abrazaron y la vigilaban
sin descanso.
Apoyada la cabeza contra el respaldo del sillón, dejaba
caer los minutos, había puesto la televisión y la había
quitado con rabia, ¡cuántas tonterías decían!, ¡cuántas
opiniones absurdas desde una silla daban!, según las
noticias ya no existía tanta crudeza en el Congo, las cosas
se habían suavizado bastante, y eso ella no lo entendía
¿qué era para ellos suavizarse?, que en lugar de matar a
mil mataban a quinientos, sí, seguro que sí. Hizo el esfuerzo
con la muleta de levantarse, necesitaba ir al lavabo,
agradecía que Cruz le hubiera dejado ponerse un camisón
diferente, no le gustaba ir enseñando el culo a quien
entraba, y al recordarlo, sonrió recordando cuando Esther le
mordía, o cuando Esther lo acariciaba, lo apretaba o
pellizcaba, suspiró con fuerza, al terminar se lavó las manos
y volvió al sillón, a recordar.
En la aldea habían sido siete horas intensas, como no
había comido mucho a Esther le pasó factura el ajetreo, y
tuvo que ser Vilches quien le mandara descansar, ante el
desbarajuste que tenían alrededor, lleno de personas que
313 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
no podían continuar el viaje hacia ninguna parte, Vilches
esperaba las averiguaciones de los hombres para saber
realmente a que atenerse. En la cocina Esther comía
pensativa.
T_ Me alegro que hayas salido a ayudar.
E_ Es mi deber Teresa.
T_ Si... pero entiendo que no tengas muchas fuerzas.
E_ Ya pero las tenga o no lo debo hacer.
T_ Bien... ahora te miraré el brazo porque no estaba muy
para ponerse a trabajar así ¿eh?
E_ Si, es cierto... pero no noto dolor ni nada.
T_ Mejor.
E_ ¿Crees que Julia irá a verla? –soltó de pronto haciendo
que Teresa se diera la vuelta mirándola fijamente-. Sí,
ahora está allí... ¿crees que vaya?
T_ Tiene la cara muy dura, sí, pero vamos... ya puede ir ya.
E_ Voy a lavarme la cara...
T_ Bien... Esther.
E_ Dime –le dijo desanimada.
T_ A Maca no le interesa Julia para nada.
E_ Lo sé... yo solo lo digo porque no me gustaría que le
hiciera daño, ahora debe estar mal.
T_ ¡Ya sé lo que vamos a hacer!, anda ve a lavarte la cara y
voy a tratar de encontrar comunicación con la embajada,
314 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cruz puede llevarla en el hospital al despacho para que
hable contigo.
E_ ¿De verdad? –sonrió brillándole los ojos de emoción.
T_ Lo podemos intentar... sin hacerte muchas ilusiones
pero… venga... que yo también tengo ganas de escuchar su
voz.
Salió con la esperanza de poder escucharla, entonces
vio que los hombres estaban todos en el pozo, y que al
verla, agachaban la mirada. Sonrió de lado y se acercó a
ellos mientras iba pensando en Julia.
E_ Hola –les sonrió, ellos la miraron serios-. Quería deciros
que gracias por salvarme, la verdad que no sé que haría sin
vosotros si he estado mal no es porque piense que tenéis
culpa de nada, al contrario, cuando me vaya para reunirme
con Maca, os voy a estar eternamente agradecida, y no me
gusta veros mal por lo que ha sucedido, sois todos muy
importante para mí, y para Maca también, estoy segura que
si pudiera os daría las gracias. ¿De acuerdo?
Ma_ Melesi mwasi.
E_ Melesi a vosotros, os quiero mucho de verdad.
Les entregó una sonrisa sincera que para esos
momentos que estaba viviendo, a los hombres les hizo
sentirse aliviados en su propio reproche por la separación
de ambas mujeres. El problema fue cuando abrió la puerta
de la cabaña, entonces toda la fuerza que había mantenido
mientras ayudaba fuera, se le vino a bajo, notaba como la
315 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sangre fluía con rapidez por sus venas y como le latían las
sienes, cerró la puerta y se apoyó sobre ésta. No podía
mantener los ojos abiertos notaba como las venas se
enrojecían preparando un llanto que la estremecía, pero si
los cerraba podía alcanzar el perfume de Maca llegando
innato a ella, como se metía por las fosas nasales, llegando
a su cerebro, podía imaginar su recorrido para formar la
imagen de su mujer, podía escuchar sus carcajadas, y eso
provocaba que se le erizara la piel. Abrió los ojos mareada,
se acercó hasta la cama para sentarse, la rozó como si al
hacerlo pudiera romper el encanto, sus ojos estaban
repletos de lágrimas, y peor fue al encontrarse con la cuna,
su hija, su pequeña que tanto amor le había hecho
desarrollar con un instinto materno que había aprendido a
compartir con Maca. Ambas estaban bien, debía respirar
tranquila, lejos de que les pudiera ocurrir cualquier
desgracia, lejos de aquella locura pero estaba tan sola que
no podía alegrarse por nada, tan solo sentir la intensa pena
en su alma, la intensa soledad en su espíritu en su esencia.
Entonces vio la mochila, la maldita mochila que le hizo
volver y su maldito dolor de cabeza que le privó de disfrutar
aquel viaje con Maca, si no hubiera vuelto estaría con ellas
o quizá, estaría muerta, sacudió su cabeza no debía volver
a pensar aquella circunstancia ya había pasado y era inútil
hondar en ella. Entonces recordó que Maca le había dicho
que llevaba algo en la mochila que en el avión le enseñaría,
suspiró abriéndola, allí estaban las toallitas para Maes
316 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sonrió, un biberón vacío, pero no vio nada más, tan solo
trataba mientras revisaba aquello controlar el llanto. Había
una cremallera dentro que no había abierto, al hacerlo se
encontró con una fotografía, aquella imagen supuso de
quien era, el que para Maca a pesar de todo sentía como su
hijo, lo miró y un nudo se apoderó de su estómago, tenía
que volver y cuanto antes mejor un desespero comenzó a
apoderarse de ella, justo cuando se abrió la puerta y Mona
entró saltando y abrazándola.
E_ Mona... ¿qué va a pasar?... no la puedo perder... ¿qué va
a pasar? –repetía muerta de miedo.
La otra parte de la pareja estaba más o menos como
ella, a duras penas podía masticar lo que le habían llevado
de cena, justo cuando entró una Cruz con gesto tan
apenado como el suyo.
C_ ¿Cómo estás?
M_ Cruz por favor déjame que me vaya a casa.
C_ Si no comes ¿cómo pretendes irte?
M_ No quiero estar aquí...
C_ Mañana te haré unas pruebas... si la herida y los tejidos
están bien te irás. Pero vas a necesitar que alguien te
cuide.
M_ ¿Cómo puedes soportarlo Cruz?, me estoy volviendo
loca... no puedo dejar de pensar en que están allí solos y...
317 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Al principio es duro Maca, pero desgraciadamente a todo
te vas acostumbrando, sé que para Vilches estar allí es muy
importante, a la vez que duro porque nos echa de menos,
pero... no puedo negarle que esté allí –la miraba con pena.
M_ No voy a soportarlo... en las noticias dicen que ha
mejorado la situación... pero no les creo.
C_ No ha mejorado mucho, no.
M_ ¿Y a qué esperan para irse?
C_ Maca ahora estás bien y no te voy a engañar... han
cerrado las fronteras y los aeropuertos, es muy posible que
no se reestablezca el orden en algunos meses.
M_ ¡No! –susurró.
C_ Lo siento pero son las noticias que llegan.
M_ ¿Y qué piensan hacer?
C_ Dávila les ha aconsejado que de momento esperen, si se
sabe que la guerrilla avanza se les informará con tiempo
para que se vayan hacia el sur.
M_ ¿Y se queden en la frontera? –le preguntó casi fuera de
si.
C_ Sí –su voz tan solo fue un susurró cerrando los ojos y
formando un gesto en su cara que demostraba el mismo
temor que Maca.
M_ ¿Sabes que eso es un infierno?
318 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ No hay otra opción Maca... así que quiero que lo tomes
con calma, serenidad y sobre todo que no nos pongamos
nerviosas, ni histéricas ¿vale? –se le llenaron los ojos de
lagrimas.
M_ Joder...
Le costó dormirse, pero lo hizo con la ayuda de un
sedante, ya no tenía goteros y podía ponerse de lado para
dormir, estaba luchando con una pesadilla, no podía
controlar su miedo interior que por las noches salía y se
convertía en protagonista de sus sueños. Veía mil veces la
escena, Esther corría y ella le gritaba pero de pronto
desaparecía, las lagrimas fluían por sus mejillas y el miedo
se apoderaba de ella, en la penumbra de la habitación,
unos ojos la vigilaban y murmuraban un tranquila que
surgía efecto. Maca se abandonaba a abrazar a Esther
aunque fuera en esas pesadillas.
En la cabaña de Teresa, la esperaba una Esther que
había tenido un ataque de histeria por la tarde y Vilches le
había tenido que dar uno de los últimos sedantes que
quedaban. No podía dormir pero al menos estaba tranquila,
Ramón la vigilaba y cuando vio que entraba la mujer
suspiró.
E_ No puedo dormir.
T_ Tranquila ya estoy aquí.
E_ No puedo estar sola allí... la cuna... Maca...
319 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Es un proceso ¿vale?, no te exijas estar en perfecto
estado, además así no dormimos solas.
E_ ¿No lo has conseguido, verdad? –le preguntó decaída.
T_ Cuesta un poco por las malas comunicaciones... pero no
nos vamos a rendir.
E_ Ya...
T_ Gracias por hablar con los chicos, no sabes lo que te lo
agradecen... creo que les has quitado de un solo golpe toda
su rabia.
E_ Me alegro, la verdad es que es lo que siento... –decía
abatida.
T_ Lo sé. Bueno... espero no pensar que eres Bárbara no me
vaya a pasar –dijo abriendo sus ojos, Esther la miró y
sonrió-. Eso está mejor.
E_ ¿Te gusta?
T_ Yo no tengo edad para estas cosas Esther.
E_ Nunca es tarde.
T_ Si, para todo hay un “esta vez se me hizo tarde”...
Bárbara es una mujer excepcional, pero yo ya no soy una
jovencita.
E_ Quizá por eso le gustas.
T_ ¿Tú crees? –la miró de reojo.
E_ Si te ha visto con esos rulos y no ha salido corriendo...
tienes mucho ganado.
320 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Eres un poco borde ¿no? –le dijo seria con un punto
gracioso.
E_ Lo siento –sonrió nuevamente.
T_ Mira... lo que ahora me preocupa es como van a seguir
las cosas... no puedo pensar en mí.
E_ Pues aunque te preocupe eso, puedes pensar en ti... te
mereces ser feliz.
T_ Lo soy.
E_ De otra manera... yo nunca pensé que podría llegar a
serlo tanto.
T_ ¿Tú lo dices por vuestros gemidos?
E_ No y sí. No porque creo que Maca me ha llenado la vida
de cosas, desde miradas, sonrisas, ese lado suyo borde e
insoportable, me ha enseñado a confiar, a amar, a reír, a no
tener miedo, el sexo ha sido fabuloso, increíble.
T_ Lo he entendido a la primera –se acomodó en la cama
mientras Ramón tras un bostezo se enroscaba a sus pies.
E_ Pero lo que me ha enamorado de Maca ha sido su
interior, su forma de ser conmigo y con todos... no sé...
quizá por eso me cuesta tanto pensar que voy a estar sin
ella, sin sus abrazos, sin sus besos, o simplemente sin sus
locuras.
T_ Será temporal.
E_ ¿Y si no lo es? –su voz reflejó el temor.
321 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Claro que lo será.
E_ ¿Y si Julia aparece en su vida nuevamente?
T_ Te ha dado fuerte con Julia, ¿eh?
E_ Lo intentó estando aquí Maca, no sé nunca he sido
celosa pero… si pierdo a Maca me muero… y ya lo intentó
Teresa.
T_ ¿Y lo logró? –Esther guardó silencio-. Pues lo mismo si se
le ocurriera aparecer... Maca está enamorada de ti hasta las
trancas... ¿Bárbara lo dice así, no? pues olvida a la tipeja
esa... y haz el favor de callar y dormir.
E_ Cuando una mujer se lo propone...
T_ No lo consigue cuando el amor es verdadero... y el
vuestro lo es, pase el tiempo que pase... ¿entendido?
E_ Sí.
T_ Pues duerme... y nada de abrazos ¿eh?
E_ Lo mismo digo.
Ra_ Guau… -pareció él también despedirse.
Bajo la aparatosa máquina de radiología, Maca
esperaba que las imágenes reflejarán que su lesión
estuviera lo mejor posible para que la dejaran marcharse a
casa, lo necesitaba, necesitaba la tranquilidad y paz de su
casa, estar con Maes y esperar a Esther. Pero ¿cuánto?,
aquella pregunta le desesperaba no podía hacer
absolutamente nada, y aquella impotencia sabía que la iba
a volver loca.
322 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Una vez los celadores la dejaron en la habitación, se
acomodó cerrando los ojos y apartándose el pelo de la cara,
la puerta se abrió y tras ella apareció su madre.
R_ Hola hija.
M_ Hola.
C_ Buenos días –entró sonriendo con las radiografías en la
mano-. Buenos días sra Wilson.
R_ Buenos días Cruz, ¿qué tal, cómo han salido las pruebas?
–le preguntaba con sincera preocupación sorprendiendo a
Maca que la miraba incrédula.
C_ Mira Maca, la herida por dentro está bastante bien –le
mostraba la radiografía que Maca también estudiaba
atentamente-. Bueno yo creo que una vez te curen y
veamos como están los puntos podrías irte a casa, no
tienes fiebre, y la analítica ha salido bastante recuperada,
la transfusión ha resultado positiva, eso sí, aún estás floja y
no puedes hacer demasiados excesos.
M_ Vale... ¿a qué hora me voy?
R_ ¿Por qué tienes tanta prisa hija? –la miró algo extrañada.
M_ Porque me quiero marchar de aquí.
R_ Bueno... ¿has pensado qué vas a hacer?
M_ ¿Cómo que, qué voy a hacer?
R_ Sí, tú sola con la preciosidad de niña no puedes hacer
mucho ¿no crees? –enarcó una ceja de igual manera que lo
hacía su hija-. ¿No has escuchado a Cruz?
323 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Ahí tu madre tiene razón –la miró haciendo un gesto de
interrogativa-. Si quieres puedes venirte a casa Maca, hasta
que estés recuperada creo que no deberías estar sola
debes guardar reposo.
R_ Te agradezco el ofrecimiento Cruz, pero soy su madre y
creo que me corresponde a mí cuidar de mi hija.
M_ Mamá no pienso moverme de mi casa.
R_ ¿Te lo he pedido a caso? –la miró seria-. Puedes por un
vez en tu vida a callar la bocaza y dejarte cuidar, ya no solo
físicamente, también estas emocionalmente mal y no voy a
dejarte sola ¿te queda claro? –le dijo enérgica.
M_ Clarísimo...
R_ ¡Pues ya está!
M_ ¡Pues ya está! –replicó.
C_ Bueno... pues entonces... todo arreglado... voy a hablar
con Alicia si me disculpáis para que te cure esa herida y
veamos si no hay inflamación y esas cosas que tú ya
sabes...
M_ Gracias.
R_ ¿Dónde está la niña Cruz?
C_ Está en Pediatría le están dando el biberón como Maca
estaba en rayos.
R_ ¿Puedo ir a verla?
C_ Por supuesto Sra Wilson.
324 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
R_ Por favor llámame Rosario. Ahora vuelvo.
M_ Vale –no entendía a su madre, y aquel cambio, ya le
pareció extraño cuando le dijo que quería conocer a Esther,
al nombrarla su cabeza volvió a traicionarle-. Joder... ¿qué
estarás haciendo ahora?...
Cl_ Buenos días ¿puedo pasar?
M_ Claro... adelante.
Cl_ ¿Cómo estás?
M_ Esperando si Cruz ve bien la herida me voy a casa.
Cl_ Estupendo.
M_ Si.
Cl_ Oye Maca... ¿has pensado que vas a hacer una vez te
recuperes?
M_ Pues... no... ¿por qué?
Cl_ Van a venir a hablar contigo los jefazos, estaban
esperando que estuvieras mejor, te explico, ahora mismo
vas a estar un tiempo de baja y una vez saquen a todos los
que están allí van a suspender toda ayuda.
M_ ¿Qué quieres decir?, ¿no vamos a poder volver? –la
miraba intensamente.
Cl_ Al Congo por lo que parece no en bastante tiempo.
M_ ¿Tú sabes cómo están?, no me ha mentido Cruz,
¿verdad?
325 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ No te ha mentido pero la situación es complicada,
cuando yo me iba con Cruz, nos avisaron y aún pude salir
con el camión militar, cuando me dijeron que veníais
vosotras pensé que era una locura, ¡por cierto menudo
viajito me diste!
M_ ¿Yo? –la miró sorprendida.
Cl_ Desde luego ya puede estar contenta Esther, ya... nada
más que la llamabas... no tenías otra obsesión que ella.
M_ La sigo teniendo.
Cl_ Es perfectamente comprensible, no te castigues yo sé
que hasta que no la oigas no vas a estar tranquila.
M_ No Claudia, hasta que no la tenga aquí a mi lado no lo
estaré.
Cl_ Es verdad –sonrió con un halo de tristeza-. Bueno a lo
que iba, una vez te recuperes tendrás que ponerte a
trabajar... ¿lo has pensado?
M_ No... no tengo pensado nada.
Cl_ Mira... nos van a recolocar en el Central al menos hasta
que el peligro haya pasado
M_ ¿A Esther también?
Cl_ Eso no lo sé, sé que a ti, a Vilches, a Carlos y a mí, sí.
M_ Joder... ¿y Esther?, ¿y Teresa?, ¿y los demás? –su gesto
era de una zozobra total.
326 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ A Esther imagino que le ofrecerán una plaza no sé como
están de enfermeras, Teresa... no es responsabilidad de la
organización.
M_ Mierda –se quejó-. No puedo dejar de ver a Teresa... ni a
los demás son mi gente.
R_ ¡Ya estamos aquí!, hola mami la niña guapa ya está bien
alimentadita.
Cl_ Vaya modelazo.
R_ Dile me lo ha comprado mi abuela. ¿Y a ti qué te pasa? –
le preguntó a su hija con ese tono que Claudia podía
reconocer en Maca.
M_ No nos van a dejar volver.
R_ ¿Y qué esperabas?, volver ya... Maca ahora tienes una
hija... y una hija de verdad de la que tienes que
preocuparte y cuidar, ¿no te parece que es algo irracional
volver?
Guardaron silencio, durante un rato estuvo con su hija
en brazos hablándole de Esther, Rosario la miraba y
escuchaba y entendía que sin duda aquella mujer llamada
Esther cuya madre no quería saber nada de ellas dos, era
especial, muy especial para su hija. Suspiró y cuando entró
la enfermera salió con la niña al pasillo a pasear y dejarla
dormir.
Al_ Hola.
M_ Hola.
327 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al_ Vengo a curarte.
M_ ¿No me digas? –no podía evitar su lado borde con Alicia.
Al_ Pues... eso me ha dicho Cruz.
M_ Ya.
Al_ Te quito el vendaje ¿vale?
M_ Sí –a Maca la cabeza parecía que le iba a explotar solo
pensaba en todo Esther allí, si volvía no le iban a dar
trabajo en el Central, tendrían que trabajar separadas,
turnos diferentes, lugares diferentes, todo diferente, ¿sería
diferente también su relación en Madrid?. La voz lejana de
Alicia la rescató-. ¿Qué?
Al_ Que voy a echarte salino.
M_ ¿Me lo vas a retransmitir todo?
Al_ Hija es que a ti no se como hablarte... me das cada
bufido.
M_ Oye... no te pases.
Al_ No, si... si yo no digo nada.
M_ ¿Te llamas Alicia, no?
Al_ Sí –dijo con cara de temor como si le fuera a caer una
buena bronca.
M_ Alicia.
Al_ ¿Qué? –seguía su mismo rostro.
M_ ¿Hay plazas vacantes de enfermeras?
328 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al_ ¿Aquí?
M_ Sí.
Al_ Estamos todas, aunque bueno nos vendría muy bien
alguna extra, pero como están en ese punto de ahorrar... la
jefa de enfermeras está harta porque todo es pedir alguna
más y nada.
M_ ¿Y tú qué piensas?
Al_ ¿Yo?
M_ Sí, tú –la miraba fijamente le gustaba aquella enfermera,
imaginaba perfectamente a Esther haciéndose su
protegida, y sonrió al recordar la voz de Esther cuando
enseñaba a Sissou.
Al_ A mí me encantaría que pusieran a más, así trabajaría
menos... pero no lo digo por trabajar menos, lo digo por el
estrés, estamos muy estresadas.
M_ Ah.
C_ ¿Qué tal tenemos la herida Alicia?
Al_ Pues yo la veo bien... ahora la cicatriz se te queda fijo
¿eh?, vas a tener ahí un trozo un poco chungo.
C_ Vale Alicia.
M_ La de tiempo que hacía que no escuchaba esa palabra.
Al_ ¿Chungo?
M_ Sí, chungo –sonrió de lado.
329 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Tengo todos los resultados y visto lo visto –le decía
mientras examinaba la cicatriz-. Creo que voy a darte el
alta después de comer.
M_ ¿Después de comer?, ¿no puede ser ahora?
C_ ¿Tienes algo que hacer? –la miró fijamente.
M_ No... la verdad que no... salvo esperar.
Al_ ¿Esperar el qué?
C_ Alicia –la medio riñó.
Al_ Bueno... bueno... me voy...
C_ ¿La herida de fuera está bien, la de dentro?
M_ Sangrante, hemorrágica... en estado de coma...
Cruz negó con la cabeza, sabía en parte porque se
quería ir a casa, conocía ese estado en Maca ese sufrir ella
sola sin que los demás la vieran, y le estremecía la sola
posibilidad de que a Esther le sucediera algo, sería un golpe
demasiado duro para ella, y eso la tenía preocupada de
verdad, tanto como que Vilches estaba allí, su otro yo... eso
la tenía en una situación extraña, sintiendo miedo por su
marido, pena por su amiga, tristeza por Teresa, pánico por
todos. Esas razones eran las mismas por las que Maca
quería recluirse en su casa, pero la presencia de su madre
le iba a trastocar su idea de auto flagelarse diariamente.
Cansados, ojerosos, casi mugrientos, por el sudor, el
polvo que se levantaba por las carreras de un lado a otro, la
sangre que algún de los refugiados traía, enterrar y quemar
330 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
algunos que fallecían a pocos metros de llegar, la
desolación ante lo que veían, la tristeza y el cansancio les
tenía abatidos.
Hubo un pequeño respiro donde tan solo habían una
veintena de personas, fue el momento en que Vilches
aprovechó para poder hablar con Massamba a solas bajo la
sombra ambos echados en el suelo con la espalda apoyada
en la pared, y un refresco en la mano.
V_ ¿Qué han dicho?
Ma_ Ayer y hoy decir lo mismo, estar mal y cerca.
V_ ¿Deberíamos irnos?
Ma_ Massamba no saber... es peligroso todo pero si poder ir
hoy, mejor que mañana.
V_ Lo sé –miraba alrededor-. Estamos incomunicados, y
dejados de la mano del hombre.
Ma_ Como el niño sin familia.
V_ Otro problema más Massamba, somos demasiado y
además un niño, y además...
T_ ¡Vilches... Vilches! –aparecía gritando como loca
haciendo que Esther que salía de la ducha acompañada por
su inseparable Mona, la mirara con temor.
V_ ¿Qué pasa? –preguntó mientras los dos hombres se
ponían en pie.
T_ Nsona... Nsona... ha roto aguas –sus ojos mostraban
angustia.
331 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¡Pero aún no le toca!
T_ No.
E_ ¿Qué pasa? –llegó a ellos al ver el rostro de todos.
T_ Nsona.
Salieron corriendo hasta la habitación donde entre
Teresa y Sissou la habían llevado, Zulú estaba desesperado
tratando de levantarse al escuchar los quejidos que por
muy ahogados que pretendía Nsona no salieran de su
interior, era irremediable.
V_ No te muevas Zulú... Massamaba hazte cargo de él–
pasaron como una exhalación.
Ma_ Si Ziku... Zulú malembe –le puso sus manos en el
hombro con gesto de bonanza transmitiéndole tranquilidad.
Z_ Massamba Nsona...
Ma_ Malembe.
Lu_ ¿Nde kumonikisa? (¿Qué pasa?) apareció Lula.
Ma_ Kele Nsona, kwenda na nki ban (Es Nsona, ves con
ellos).
Lu_ Malembe Zulú.
Z_ Mono Nsona... (mi Nsona)
En el quirófano, los nervios se habían disparado,
demasiada gente para poder trabajar en un parto
adelantado.
332 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Solo quiero aquí a Esther... las demás fuera... ponle un
gotero Esther.
E_ De acuerdo, ya tengo la vía.
V_ Tranquila Nsona se ve que esta muchachita tiene prisa
por llegar al mundo.
Ns_ Oh ziku –se quejó.
V_ Duele lo sé... ahora vas a notar alivio tranquila.
T_ Vamos Sissou, dejémosles trabajar.
E_ Tranquila Nsona... estamos aquí contigo y nada va a
pasarte –le sonrió dejándole un beso en la humedecida
frente.
Ns_ Melesi –sonrió aún con gesto de dolor y también
incertidumbre ante lo que le había pasado-. Pero no llegar
aún.
V_ No pasa nada Nsona tú tranquila. Bien Esther, esto viene
complicadito... así que prepárame todo el instrumental...
E_ Claro.
Ns_ Ahhhhhhhhhhh.
V_ Bien grita todo lo necesario Nsona, no te cortes un pelo
¿eh?
E_ Venga... respira... –le pasaba un trapo por la frente.
V_ Bien... vamos allá –se sentó en el taburete mientras
Nsona se cogía al hierro de la mesa.
V_ Esther pásame la espátula.
333 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Toma –entonces la puerta se abrió y apareció un débil
Zulú-. ¿Zulú qué haces aquí?
V_ Déjalo Esther... no podemos perder tiempo en
discusiones...
Z_ Nsona... Nsona –la llamaba mientras le daba la mano con
gesto de dolor por sus heridas.
Ns_ Zulú –lo miró con los ojos vidriosos emocionada por
tenerlo ahí, en sus anteriores partos, no tuvo más que el
frío del dolor.
Z_ Todo ir bien ¿verdad ziku? –preguntó emocionado
haciendo que a Esther se le pusiera un nudo en la garganta.
V_ De puta madre... Nsona sigue mis instrucciones ¿de
acuerdo?
Ns_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó de dolor haciendo que
Zulú sintiera en su piel su propio dolor.
V_ No empujes ahora ¿vale?
E_ Venga Nsona respira y aguanta... aguanta...
V_ Esther tijera.
E_ Si.
V_ Dale vía libre al gotero.
E_ De acuerdo... ya.
V_ Nsona empuja.
334 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ns_ Mmmmmmmmmmm –apretaba la mano de Zulú,
apretaba los dientes, sus venas en la garganta
demostraban su fuerza para ayudar al médico.
V_ Para... vale... muy bien... Esther.
E_ Si.
V_ Prepara oxígeno.
E_ Vale –lo miró preocupada.
V_ Empuja Nsona... empuja.
Ns_ AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.
V_ Ya... ya llega Zulú... otro más y la tengo–sudaba nervioso
la niña llegaba con más dificultades de las previstas.
E_ Vamos Nsona... ya está casi... venga –sonreía.
Z_ Cariño –respiraba fatigado como si él estuviera haciendo
la fuerza.
V_ La última Nsona... la última... vamos.
E_ Eso es... muy bien Nsona.
Ns_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh... –parecía que iba a
desfallecer tras incorporarse un poco volvió a caer sobre la
camilla respirando trabajosamente.
V_ Ya... aquí está... –la niña pronto rompió a llorar-. Esther...
E_ Es una niña preciosa –decía sonriente mientras Zulú
lloraba al ver como se la ponían sobre el pecho.
V_ Tengo que coser, lo siento Nsona pero la tortura no ha
terminado.
335 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ns_ Nsona ya no notar –decía llorando mientras Zulú le
besaba la frente y miraban a la niña aún con los restos del
parto.
E_ Dejarme que la lave y os la doy. ¿Hace falta oxígeno?
V_ No... está niña es fuerte...aunque la vamos a tener que
vigilar.
E_ Si.
V_ Bueno... ¿ya sabéis como le vais a poner? –les preguntó
mientras Esther esperaba que se la dieran.
Ns_ Si ziku.
V_ ¿Rodolfa? –preguntó divertido.
E_ Vaya tela Vilches... pobrecilla.
Ns_ Poner Maca –dijo mirando a la niña y después a Esther
mientras le daba la mano-. Maca.
E_ Gracias –le dijo apretando la mano mientras lloraba-. Le
va a encantar.
Tras arreglar a la nueva pequeña, fue presentada en
sociedad, Maquita como la bautizó Teresa fue la atracción
por algunas horas, hasta que el pequeño niño despertó con
llantos enfurecidos y tuvieron que ocuparse de él tratando
de calmarle, tratando de que los dolores fueran
menguando, y mientras lo trataban allí de pronto se puso
Monwe Esther miró a Vilches, Vilches miró a Esther, y
Teresa miró a los dos.
336 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Nuevamente comer, nuevamente la lucha para que
aquella insípida comida pudiera ser terminada por Maca,
protestas, mal humor, rabia, ira, todo se había mezclado
tras la visita de los más altos cargos de su organización
diciéndole lo orgullosos que estaban de ella, y ella que les
plantó cara exigiéndoles que movieran el culo y sacaran a
la gente de allí, que miraran un poco más por los suyos y
dejaran tanta hipocresía. Rosario sonreía porque su hija
tenía una fuerza y un coraje increíbles, pero también sabía
que estaba muerta de miedo ella mejor que esos dos tipos
trajeados sabía que podía estar ocurriendo allí y sin duda, el
pánico se reflejaba en su cara cada vez que hablaba de ello.
M_ ¡Me gustaría saber que coño hace Cruz que tarda tanto!
R_ Se puede decir lo mismo sin tacos.
M_ Mira mamá... –protestó.
R_ Me callo... pero...
C_ Vamos Maca –apareció en la habitación emocionada,
ansiosa.
M_ Joder por fin apareces, hace una hora que debería
estar…
C_ Calla y pasa a la silla de ruedas –la interrumpió.
M_ ¿Qué ha pasado?
C_ Nada pero tengo que llevarte a mi despacho, Rosario...
volvemos en seguida si quiere ir preparando la cosas… ya
tengo el alta –le decía mientras se iba corriendo empujando
337 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
a una Maca que ponía cara de cierto cague al ver como
manejaba la silla-. Por favor apártense.
M_ Cruz por favor que voy a vomitar la mierda que he
comido, ¡me estás mareando!
C_ ¡Qué pelmaza estás!, la verdad que me da pena tu
madre... aguantarte va a ser un infierno.
M_ Mira Cruz... que se hubiera quedado en su casa... ¿yo se
lo pedí?, no… pues ya está… ¿me puedes decir dónde
vamos?
C_ Ya te lo he dicho –se giró dando una vuelta rápida a la
silla para abrir de culo la puerta del despacho.
M_ Hostia Cruz –volvió a protestar antes el movimiento
brusco cogiéndose de los brazos de la silla.
C_ Ya está... ya está...
M_ Ya está… ya está dice…
C_ ¡Ahora! –sonrió ampliamente.
E_ ¿Maca?... ¿me oyes Maca?...
A Maca se le aceleró el pulso, le empezaron a temblar las
manos, los ojos se llenaron de lagrimas y su boca se
entreabrió parecía que iba a morir de un momento a otro,
todo su mundo se había desvanecido, era Esther, la voz de
su Esther allí susurrándole no la podía ni ver ni tocar, pero
era ella. Esther.
A Esther quien estaba con el ordenador encendido una
vez finalizaron con los problemas del niño, y dejaron
338 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
tranquila a Nsona para que pudiera descansar, una vez
había pasado el susto y la aceleración la adrenalina pura,
como siempre le daba el bajón el momento de ver de darse
cuenta que estaba sola, que iba a la cabaña y allí no estaba
Maca para darle un masaje, o para decirle que lo había
hecho bien, o simplemente para abrazarla y relajarla. Ni
tampoco estaba Maes para tomarla en sus brazos y
compartir los momentos con Maca. Con las lagrimas
saliendo de sus ojos con total libranza miraba las fotos, a su
lado Mona comiendo un plátano y al otro lado, Valiente con
el camisón de Esther de encaje negro. Cada vez que
aparecía Maca, ambos animales aullaban despacito, lo
mismo que aullaba su corazón llamándola, y era así como
sin más pasaba la yema de su dedo por la pantalla sobre la
cara de Maca, sobre su boca tan sensual, sobre su nariz
larga pero perfecta, sobre su cuerpo que había devorado
veloz y lentamente, estaba allí en la pantalla, pero no
estaba a su lado para acunarla.
T_ ¡Esther rápido!
E_ ¿Qué pasa ahora? –en su rostro se mezclaba la tristeza
con el cansancio, dejó a un lado el ordenador y se
levantaron los tres de la cama.
T_ Acompáñame –sus ojos la delataron.
E_ ¿Maca?
T_ Sí –sonrió ampliamente-. Pero nada de llorar, ni nada de
mostrarte mal… por favor… Cruz dice que está muy triste.
339 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Vale… vale.. –corría.
T_ Espérame –le decía corriendo tras ella con dificultad.
V_ Si Cruz, de acuerdo ya se pone ella. Va a buscarla pero
escúchame está bastante mal de animo así que trata de
cómo sea hacerle ver que estás bien y que la extrañas pero
no le cuentes la cara que tienes, ni tus ataques de histeria,
¿vale?
E_ Sí, claro –decía nerviosa.
V_ Te dejamos intimidad.
T_ Pero… -fue a protestar.
V_ Teresa…
T_ Dale un beso de mi parte y dile que la quiero…
Y así se había quedado allí sintiendo un frío extraño,
era la primera vez que iba a hablar con ella sin tenerla
delante, sentía que su corazón trotaba desquiciado, que le
sudaban las manos y se le secaba la boca. No quería llorar
pero las lagrimas las tenía al borde de los lagrimales,
estaba a punto de ponerse a gritar, pero debía contenerse.
Cuando oyó la voz de Cruz que tras apretar el botón
puso en marcha el sistema del ordenador, su cuerpo se
erizó de pies a cabeza, se tensó como la cuerda de un
violín, sus ojos parpadearon insistentemente esperando
escuchar la voz, esa voz que la volvía loca.
E_ ¿Maca? –silencio-. ¡Maca!
340 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Sí, cariño… eres tú –susurró emocionada tratando de no
llorar.
E_ Sí mi amor… ¿cómo estás?, dime –ansiaba saber y saber
que estaba dentro de lo malo lo mejor posible.
M _Bien, no te preocupes mi amor... estoy bien.
E_ ¿Y la niña?
M_ Bien, bien estamos bien las dos –sonreía emocionada
mientras fruncía los labios y a Cruz se le llenaban los ojos
de lagrimas de la emoción.
E_ ¿Seguro?
M_ Sí, Cruz me ha dado el alta me voy a casa.
E_ ¿Sola?
M_ No, se viene mi madre conmigo.
E_ Maca… Maca… mi vida… te echo de menos –no pudo
evitar decirlo mientras la congoja le subía del estómago
hasta su garganta.
M_ Yo también pero debemos ser fuertes cariño seguro que
estamos juntas pronto.
E_ Si, seguro que si los chicos lo están intentando… quieren
llevarme donde sea.
M_ Esther cariño, prefiero que te quedes si es más seguro,
que no te arriesgues no me lo perdonaría nunca.
E_ Maca –le susurró totalmente dependiente a ella-. Te
quiero tanto.
341 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Y yo, no lo olvides, sé que va a ser más duro para ti
ahí… pero piensa que hagas lo que hagas, yo estoy a tu
lado ¿vale? –le dijo con los ojos repletos de lagrimas.
E_ Sí –frunció los labios, se le formó una arruga en la frente
por el dolor que sentía en ese momento por querer
controlar y no poder el llanto-. Y tú igual mi vida, por la
noche cuando me acuesto murmuró un te quiero como
solíamos hacer.
M_ Yo también – se mordió el labio inferior tratando de
controlar un ligero temblor que se había apoderado de él.
E_ Lo siento en mi corazón a pesar de la distancia… y estoy
segura que pronto estaré contigo –trató de mostrarse
serena a pesar de sentir como volaba su corazón a mil por
hora.
M_ ¿Cómo están los demás? –preguntó dándose una tregua
entre tanta efusividad.
E_ Tengo algo que contarte –se movió un poco en la silla
retirando con sus manos las lagrimas que tenía en los ojos-.
Nsona ha tenido la niña.
M_ ¿Ya? –hizo el mismo gesto con sus manos que
anteriormente lo había hecho Esther, limpiar sus lagrimas y
preocupada agregó-, pero si no le tocaba aún.
E_ No, pero la niña ha nacido fuerte, quizá nos equivocamos
un mes y es ocho mesina.
M_ ¿Y cómo es?
342 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Muy guapa… ¿y sabes cómo se llama? –sonrió
imaginando la emoción que iba a causar en ella.
M_ ¿Cómo?
E_ Maca… se llama Maca.
Su rostro no pudo evitar una mueca repleta de
emoción, sin duda aquella gente era especial, y por eso le
daba más rabia haber escuchado de los jefazos sus
palabras, no se puede ayudar en esas condiciones, dejando
al amparo de los guerrilleros lo que pudiera ocurrir.
E_ ¿Estás ahí Maca?
M_ Sí… -sonrió emocionada.
E_ Quiero que estés tranquila, que lo tenemos todo bajo
control, no va a pasar nada ¿vale? –le decía no muy
convencida aunque trató de reflejar total seguridad-. Quiero
que te recuperes bien cariño.
M_ Me muero de ganas por verte.
E_ Y yo –sonrió triste-. ¿Y Maes, me echa de menos?
M_ Muchísimo… llora y las enfermeras no saben que
hacerle… no saben que le falta la nana desafinada de su
mami –sonrió.
E_ Que mala eres –sonrió también mezclándose su sonrisa
con las lagrimas-. Teresa me ha dicho que te diga que te
quiere mucho.
M_ Dale un beso fuerte de mi parte.
343 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Vale…
C_ Chicas lo siento pero… os queda un minuto –dijo algo
consternada por tener que mediar entre ellas.
E_ Maca prométeme que te vas a animar y a recuperar
bien.
M_ Y tú prométeme que te vas a cuidar mucho, ¿sabes por
qué?, porque te necesito mi vida, la vida sin ti no vale nada
–lloraba sin esconder su dolor-. Te necesito y te quiero
como jamás he querido a nadie.
E_ Yo también, quiero que no lo olvides nunca, que no
olvides lo mucho que te quiero, pase lo que pase no lo
olvides.
M_ Volveremos a hablar pronto y seguro que entonces ya
sabemos cuando vienes.
E_ Seguro que sí, por favor cuidaros mucho… Cruz
cuídamela…
C_ Tranquila Esther…
M_ Te quiero Esther… te quiero mucho.
E_ Y yo Maca… todas las noches hasta que estemos juntas
de nuevo, piensa que te quiero por favor.
M_ Lo mismo digo.
E_ Vale ya joder que menudo drama estamos teniendo.
M_ Si –sonrió con pesar-. Es cierto.
E_ Nos libramos que no está aquí Vilches –sonrió.
344 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Oye Esther… cuídamelo tú ¿eh?
E_ Descuida… así lo haré.
M_ Te quiero mi vida –se empezó a escuchar un pitido que
daba por finalizada la conversación.
C_ Venga Maca.
M_ Joder... ¡joder! –exclamó repleta de rabia.
No pudo decir más, se aferró al cuello de su amiga a
llorar, le había encantado hablar con Esther pero de la
misma manera le había hecho recordar todavía más
intensamente su dolor, mientras lloraba la llamaba, y Cruz
no podía evitar en su gesto la pena.
Por su parte, Esther se había quedado con los brazos
sobre la mesa cruzados, y sin poder hacer más, se entregó
al mismo llanto que Maca tenía, a ella fue Teresa quien la
trató de consolar, pero sin palabras porque no las había, tan
solo con un abrazo con el tacto, con el cariño de amiga, de
madre.
Dos días más habían pasado para una y otra, ambas
parecían dos fantasmas, tan solo Esther reaccionaba
cuando había que trabajar, y desgraciadamente el trabajo
se les estaba multiplicando por días. Las comunicaciones
seguían del mismo modo, a penas podían hablar con Dávila
y mucho menos habían podido volver a comunicarse con
Maca ni Cruz.
345 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Aquella noche frente a la fogata, Vilches y Esther se
habían quedado solos, a ambos la incertidumbre del día a
día los estaba volviendo más vulnerables que al resto,
porque no veían salida a pesar de no reconocerlo, era tal
como lo sentían y ambos tenían su vida en España.
E_ Otro día más sin poder hablar –rompió el sonido del
crepitar del fuego con su voz apesadumbrada.
V_ Si...
E_ ¿Cómo conociste a Cruz? –le preguntó tras dar un trago a
ese otin funfun del que no soportaba el sabor pero le
ayudaba a olvidar aunque tan solo fuera unas horas.
V_ La conocí en quirófano, sus ojos me perdieron... me dio
una bronca porque llegue tarde a pesar de ser yo el
director –sonrió de lado moviendo en el vaso su bebida.
E_ Se le ve una gran mujer, Maca habla muy bien de ella
siempre.
V_ Si, ellas se llevan muy bien –dio también un trago de la
misma bebida-. No te emborraches demasiado, solo lo
suficiente.
E_ Vale, lo tendré en cuenta –resopló fuertemente.
V_ Saldremos de aquí, tranquila...
E_ ¿Sabes lo que pienso Vilches?, que la vida me está
demostrando con hechos todo lo que yo no creía.
V_ ¿Cómo qué?
E_ ¿Quieres saberlo? –lo miró divertida-. Te voy a aburrir.
346 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ No... me interesa estoy por estudiar psicología femenina,
sois un portento los hombres no pensamos tanto y las
mujeres llegáis a conclusiones muy interesantes.
E_ Pues yo pensaba que el amor verdadero ese que te hace
sentir en una nube, que a pesar de que pase el tiempo
perdura, que puedes sentir que te mueres si te falta esa
persona a la que amas.
V_ Que sientes como quema el corazón.
E_ Si, y notas como la sangre se hace más líquida y lo
golpea una y otra vez.
V_ Haciendo que sientas que duele.
E_ A pesar de que digan que no duele el corazón –le dijo
enarcando las cejas y poniendo gesto muy serio-. Pues en
todo eso yo no creía, cuando tuve novio pensé que la vida
era eso que él me ofrecía, pero yo que soy una soñadora
irremediable, no podía soportar esa vida, cuando lo perdía
de vista me alegraba, me tranquilizaba.
V_ Y ahora sientes morir.
E_ Exacto, ahora lo único que quiero es marcharme de aquí,
poder abrazar a Maca, tan solo pido eso Vilches, abrazarla –
decía llenándose sus ojos de lagrimas.
V_ Te entiendo... yo he tenido otra mujer con la que me
casé, después nos divorciamos y me líe con otra, pero
nunca sentí lo que siento por Cruz, jamás me he sentido tan
347 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
vacío como cuando no está a mi lado y si no fuera que amo
tanto esta tierra y esta gente te aseguro me volvería loco.
E_ Yo creo que sí se puede uno volver loco de amor –se
limpió la cara con el dorso de la mano.
V_ Completamente de acuerdo.
E_ Yo no puedo dormir, cierro los ojos y me duele todo
porque no está a mi lado.
V_ Es que Maca es mucha Maca.
E_ Maca lo es todo, significa todo para mí. Maca es el centro
de mi Universo ¿y sabes?, quiero que lo sea toda mi vida...
no sé lo que me queda de ella, pero la quiero ahí justo ahí
en el centro siendo ella la protagonista –decía con rabia,
con contundencia y mucho dolor.
V_ Yo siempre pensé que Maca era un caso perdido ya, pero
tú has conseguido lo que nadie, y te aseguro que si tú
sientes esto, ella siente lo mismo por ti.
E_ Lo siento si, ella me lo hace sentir a pesar de la distancia
–dio otro largo sorbo.
V_ Damos pena Esther.
E_ Si... totalmente de acuerdo Vilches –apoyó su cabeza en
el hombro de su compañero de penas-. Dime la verdad...
¿crees que podremos salir de aquí?
V_ Como mañana no nos vamos a acordar te lo diré, no.
E_ Yo tampoco, pero me conformo si puedo hablar con
Maca.
348 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Yo también.
E_ Pero lo estamos haciendo bien, ¿no?
V_ Sí Esther... muy bien.
E_ A Monwe ese pequeño le está devolviendo la sonrisa.
V_ Si, pero en el caso que tengamos que salir cagando
leches, somos demasiadas personas para hacerlo con un
camión y una cafetera.
E_ Ay la cafetera que lindos recuerdos me trae... ¡Dios
cómo me reí después, claro! –acentuó levantando el dedo al
aire-. Con la goma en el tubo aquel, debiste ver la carita de
mi niña... era para comérsela pero entonces a mí no me
gustaba.
V_ Así es la vida porque ahora te gusta demasiado.
E_ Tú lo has dicho.
V_ Brindemos por las dos mujeres más maravillosas que
pudieron tocarnos en la vida.
E_ Por ellas –alzaron sus vasos y dieron el último trago-. Por
ellas.
V_ Por ellas.
Se quedaron un buen rato más allí mirando las
estrellas y aguantando una fina lluvia tan suave que les
gustaba el roce en su piel, total irse a la cama para dar
vueltas añorando su pareja daba lo mismo, al menos allí
podían contemplar la maravillosa noche que les estaba
349 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
regalando quien contrariamente tanto les estaba haciendo
sufrir. África.
Una semana después de aquel brindis, mientras ellos
se preparaban a afrontar su día, en Madrid, en el cuarto de
curas una Maca cabreada con el mundo entero esperaba a
que Alicia junto a Cruz terminaran de curarla:
C_ Mira Maca así no ganas nada, no podemos hablar con
ellos y mientras sigan así no vamos a poder.
M_ Claro y tengo que quedarme tan tranquila, ¿no?
C_ Pues así no adelantas nada, no sé como tu madre te
aguanta.
M_ Perdona, no sé como la aguanto yo a ella, deberías ver
como me ha puesto la casa de juguetes, de ropa y de
muñecos, Maes no necesita nada de eso, necesita a su
madre –Alicia la escuchaba atentamente.
C_ Pero su madre está en África y con tu mal genio no
ayudas Maca, no ayudas.
Al_ Ya está Cruz.
C_ Bien... esto está perfecto, una semanita más y te quito
los otros, deberías empezar con la rehabilitación.
M_ En casa hago.
C_ Pero en casa no se hace igual que aquí –la miró un poco
harta de ella.
M_ No puedo más Cruz... está angustia me va a matar.
350 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Lo que necesitas es trabajar.
M_ Lo que necesito es a Esther.
C_ Pesada ¡Dios!
Alicia las miraba a una y a otra sin entender pero
sacando sus propias conclusiones, así que cuando salieron
fuera de la sala de curas esperando que volvieran para
sacarle sangre, Alicia le preguntó con algo de temor.
Al_ ¿Es lesbiana?
C_ ¿Y esa pregunta?
Al_ Es que si no te la hago reviento, solo habla de Esther.
C_ ¡Vaya te has dado cuenta! –protestó algo alterada y
Alicia se tapó un poco con su carpeta-. Perdona es que me
tiene atacada... como si solo ella tuviera allí a alguien,
joder, no sé que va a pasar si les ocurre algo.
Al_ Esta mañana no han dicho nada Cruz.
C_ Que no lo digan en el telediario no quiere decir nada –le
decía tajante.
Al_ Solo era por animar –le dijo a modo de disculpa.
C_ Gracias... es que Maca me saca de quicio.
Al_ A mí también –sonrió-. Pero no se lo digas.
Nuevamente la campana, nuevamente los gritos, así
se despertó Esther con un tremendo dolor de cabeza otra
borrachera no era lo que ella quería, pero era lo que le
ayudaba a pasar las horas, se acostaba con Teresa y la
351 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mujer preocupada por ella ya no sabía que hacer, así que
siguiendo las instrucciones de Vilches la dejaron perderse
por las noches. Trataba de encontrarse al despertar, aquel
maldito sonido, aquella maldita campana que le decía más
barbarie, más peligro, más dolor. Se levantó y al salir se
encontró nuevamente con la aldea llena, sangre, gritos,
lloros, suplicas, dolor... sintió que su estómago como todas
las mañanas que se debía enfrentar a aquello le avisaba
que estaba al borde del ocaso, debía salir corriendo y
vomitar, se lavaba lo más rápido posible y con maletín en
mano, ojeras profundas y casi siempre gesto de rabia pero
concentrado ayudaba a Vilches, curaba por si misma,
mandaba a Sissou, renegaba e insultaba a diestro y
siniestro.
E_ ¡Teresa!... ¿dónde está Massamba?
T_ Fueron a pescar nos estamos quedando sin reservas.
E_ Me cago en la puta.
T_ ¿Qué te pasa?
E_ Creo que hay un anciano que no va a sobrevivir.
T_ Ya –admitía triste.
E_ Joder.
Nm_ Mwasi Esther, tu corazón está triste, tus palabras
duelen... tranquila o tú enfermar.
E_ Nmaba... no lo soporto...
352 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Mira cuantos niños y todos llorando... ¿qué podemos
hacer? –preguntaba desesperada ante la situación.
E_ Espera –le dijo saliendo con prisas hacia su cabaña.
V_ ¿Dónde está Esther? –le preguntó cansado.
T_ Ha ido a su cabaña.
V_ Nmaba por favor necesito ayuda... ¿puedes ayudar a
morir?
Nm_ Sí.
V_ Te llevo.
Nm_ Claro.
V_ ¿Y eso? –preguntó boquiabierto al ver salir con el sudor
impregnado en su ropa, el rostro enrojecido y su gorra, tras
ella Mona con gorra, gafas y camisa, más atrás Valiente con
el camisón de encaje-. ¡Miras esto y es como si
estuviéramos en el circo!
T_ Mira que eres malo.
E_ Sissou ayúdame –dijo haciendo un aspaviento.
V_ Más vasos de... ¿qué es eso Teresa?
T_ Dios... Dumbo –susurró atónita mientras veía como los
niños la miraban extrañados.
V_ Esto es muy fuerte, la pija es muy fuerte...vamos
Nmaba.
T_ Es única –sonrió al verla con los vasos y su gran sonrisa.
353 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Los niños fueron cambiando sus llantos por gesto de
asombro ante unos vasos blancos con un elefante y unas
orejas que ellos no habían visto jamás, lo miraban tan
extrañados como aquella mwasi mondele que los llevaba
con una sonrisa enorme, y que les hablaba de forma muy
rara, tan rara como la mona que la perseguía, y como el
mono que daba volteretas con su vestido de encaje. Así
entre los animales, los vasos y Esther, consiguieron calmar
los llantos, mientras Nmaba ayudaba a morir a aquel
anciano que había luchado por llegar pero se había
quedado sin vida a mitad camino.
En el despacho de Cruz, lo intentaban pero no había
manera de volver a conectar, el desespero de Maca lo tenía
que soportar Cruz, y también Claudia que se había unido a
ellas. Estaban allí luchando con las ondas cuando tocaron a
la puerta.
C_ Adelante.
Ca_ ¿Se puede? –asomó la cabeza un sonriente Carlos.
M_ ¡Tú qué haces aquí! –le espetó con rabia poniéndose en
pie y haciendo un gesto de dolor al andar sin muleta.
C_ Maca por favor... siéntate –le dijo cerrando los ojos.
Ca_ Vaya bienvenida... parece que estamos destinados a
encontrarnos ¿eh Maca?
C_ Carlos... ¿cómo has llegado?
354 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ca_ Pues salí desde Brazaville, la verdad que allí no hay
problemas.
C_ Claro... pero el problema es llegar.
Ca_ ¿Siguen en la aldea? –su gesto mostró una sincera
preocupación.
M_ Sí, porque los pringaos son los que lo pasan mal.
Ca_ ¿Qué quieres decir Maca?
C_ No quiere decir nada –la miró seria.
Cl_ Anda vamos Carlos, y me cuentas.
C_ Quiero ver a los niños... tengo muchas ganas.
Cl_ Si. Hasta luego chicas.
C_ Adiós.
M_ Cabrón...
C_ Vaya cariño le tienes.
M_ Debías ver como le echa los tejos a Esther... el muy
cabrón.
C_ ¡Bueeeeeeeeeno! –se quejó.
M_ Me voy a casa, necesito estar con mi hija, hoy tampoco
parece que podamos, hace una semana Cruz, una semana
que hablé con ella, llevo catorce días sin verla... ¿sabes lo
que es eso?
C_ ¿Quieres que te diga cuánto tiempo llevo yo sin ver a
Vilches?
355 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo siento... a veces se me olvida.
C_ Maca te dije que si pierdes el norte, estás derrotada por
el paso de los días, no puedes estar así... ¿entiendes?
M_ Sí, ¿pero cómo hago?
C_ Pues como yo... asumiendo que están allí y que todo va
a ir bien confiando que así sea, de lo contrario nos
volveremos locas y no podemos Maca…
M_ Ya...
C_ Oye hace días te quería comentar... ¿sabes algo de la
madre de Esther?
M_ Nada... desde el día que vino no se nada... debe estar
muy ofendida.
C_ Dale tiempo.
M_ Podía interesarse por ella ¿no?, digo yo porque si no
quiere hablar conmigo podría hacerlo contigo.
C_ Bueno... vamos a darle la oportunidad de que lo vaya
digiriendo.
M_ Me duele que ni siquiera le importe su nieta.
C_ Ay Maca... la vida ya sabes que no es fácil... tú lo sabes
bien. Se ha encontrado de golpe que a su hija de repente le
gusta una histérica como tú –le dijo en tono de burla
mientras Maca la miraba entrecerrando los ojos-, y que a
demás es abuela de una niña.
M_ Pues no veo donde está el problema.
356 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Voy a preguntarte algo, si quieres me contestas sino, no.
M_ Es sobre Julia, a ti también te parece extraño que no
haya aparecido a darme la lata.
C_ Si, me he asegurado que no estaba aquí su marido,
bueno ya sabes se separó pero pensaba que quizá si estaba
él le costaría más pero... no está y no ha aparecido.
M_ Aparecerá –dijo con tranquilidad.
C_ Maca...
M_ Tranquila... no pasa nada lo que menos me preocupa
ahora es ella te lo aseguro.
C_ Vale pero no dejes que te haga daño.
M_ No... ¡joder Carlos aquí y Vilches con Esther y los demás
allí!
La tarde había caído, volvían a estar solos en la aldea,
habían enterrado a tres personas más, los niños se habían
marchado contentos con sus vasos... aprovecharían la
noche para caminar hasta la próxima aldea, llegarían y
pedirían ayuda, así, hasta estar seguros que habían huido lo
suficiente ¿cuánto era lo suficiente?, una pregunta que
nadie sabía responder.
V_ Oye lo de los vasos de Dumbo un puntazo.
E_ Si –sonrió ampliamente.
V_ Los piolines estuvieron bien pero con esto te has
superado.
357 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Si... –sonrió forzadamente-. Estoy agotada Vilches.
V_ Y yo.
T_ A cenar chicos –les gritó desde la puerta de la cocina.
E_ ¿Nsona ha cenado ya?
T_ Sí, Zulú ya está casi en forma y se ocupa de cuidar a la
pequeña... está de un baboso.
E_ Su primera hija –sonrieron las dos-. No es para menos.
Mo_ Uhhhhhh.
E_ ¿Qué te pasa?
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrr –le sacó la lengua.
E_ Ya sé que pasa a mi Mona querida.
T_ ¿Qué le pasa?
E_ Se ha quedado sin vaso Dumbo.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó enseñando los dientes.
E_ Anda toma –sacó uno de su bolsillo.
Mo_ Ahhh ahhhhhh ahhhhhhhh –saltaba contenta.
T_ Bueno vamos a cenar.
Ma_ Ziku... ziku –gritaba Massamba saliendo del hospital.
V_ ¿Qué pasa?
Ma_ Bárbara radio.... como loca.
T_ ¡Bárbara! –cruzó sus manos sobre el pecho contenta al
escuchar su nombre.
E_ Vamos –salieron todos corriendo hacia la radio.
358 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¿Bárbara?
Ba_ Vilches... huir.... huir.... están aquí Vilches huir –gritaba
como loca mientras de fondo se escuchaban gritos-. Mi
aldea... fuera Vilches.
V_ ¿Bárbara?... ¡Bárbara!
Gritó pero no hubo respuesta, las miradas de todos
reflejaron pánico.
Cuando Maca llegó a su casa, lo hizo con un nudo en el
estómago, ver a Carlos allí le había provocado acidez, él
había tenido suerte y había podido huir su zona aún no era
conflictiva. Subió en el ascensor recordando como hacía
siempre la sonrisa de Esther, su sonrisa su brillo en los ojos.
Abrió la puerta y al entrar vio a Encarna sentada allí, la miró
sorprendida precisamente estaba allí cuando había hablado
con Cruz de ella. Exhaló un profundo suspiro y le preguntó:
En_ ¿Sabes algo de mi hija?
M_ No.
En_ ¿Nada?
M_ Nada... lo último que sé es que estaban bien pero seguía
el conflicto –le hablaba seria pero más por lo que debía
decirle que por ser ella.
En_ Gracias.
Se levantó y seguida por Rosario se marchó, Maca
suspiró no había forma de que aquella mujer le diera una
359 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sola oportunidad, al verla, Rosario le dijo tocándole la cara
con cariño.
R_ Dale tiempo.
M_ ¿Ha visto a la niña?
R_ Sí, la ha visto.
M_ ¿Y?
R_ Son demasiadas cosas para entender Maca... no
podemos juzgarla.
M_ ¿Por qué has cambiado tanto? –la miró con el cejo
fruncido.
R_ Porque rectificar es de sabios, y llevo mucho tiempo
sufrido desde que te fuiste, he aprendido a verte de otra
manera, eres mi hija lo demás no me importa Macarena.
M_ Mamá... no puedo soportarlo... no puedo –decía
abrazándose a ella.
R_ Todo va a ir bien.
M_ Tengo un mal presentimiento.
R_ Hija... acuéstate, no puedes hacer esfuerzos y mientras,
te preparo algo para tomar.
M_ No tengo apetito.
R_ Aunque sea un filete de pechuga... venga...
M_ Estoy con Maes.
R_ Vale.
360 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Entró a la habitación con esa sensación de miedo, la
niña jugaba con el sonajero que su abuela Rosario le había
comprado para la cuna. Allí divertida ajena a los
presentimientos de Maca, ajena a los problemas en la aldea
pero sintiéndose fuera de lugar en los atascos de la ciudad,
en las prisas de la gente, en las malas maneras, en la
soledad de aquella habitación.
M_ Cariño... –la cogió en brazos mirándola con enorme
cariño y la besó acostándose con ella en la cama como
solían hacer en la cabaña, la niña se acomodó a su pecho y
gorgoteo-. ¿Verdad qué no le va a pasar nada a mami?,
¿verdad?, ¿verdad que está angustia que tengo tan solo es
mi propia sugestión?... Maes cariño todo va a ir bien y
pronto estará en casa... ya lo verás...
En el hospital las palabras de Bárbara habían dejado a
todos de piedra como si hubieran echado raíces, ninguno se
movía. Hasta que el primero en reaccionar fue Vilches.
V_ Tenemos que irnos, si han llegado a ellos, aquí pueden
plantarse en tres horas... ¡vamos!
Ma_ Ziku camión preparar –le dijo perdiendo su habitual
tranquilidad.
V_ Rápido no hay tiempo que perder.
E_ ¿Pero qué vamos a hacer? –los miraba aterrada.
V_ Escapar.
T_ Bárbara –susurró con los ojos repletos de lagrimas.
361 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Vamos Teresa no podemos perder tiempo... vamos...
seguro que sale de allí –le decía angustiada mientras se
abrazaban fuertemente.
Zu_ Ziku, Nsona y mi niña... –su rostro reflejaba el miedo a
perder, a perder lo querido.
V_ Tranquilo lo vamos a hacer bien ¿eh?, tranquilo... Dib
rápido llenar el depósito del camión y la cafetera –les
gritaba mientras la tensión iba subiendo, se pasó la mano
desesperado por la cabeza-. Teresa, carga capazos con
comida...
E_ ¡Teresa reacciona! ¡Teresa! –le gritó mientras la
zarandeaba al ver que estaba en shock y no hacía nada.
T_ Voy…voy… ¡ay Señor!
V_ Sissou pon en dos maletines lo más preciso... vamos...
una vez lo tengas lo pones en el maletero de la cafetera –
salió hacia fuera para ayudar a los hombres.
E_ Los animales... –susurró.
V_ No podemos hacer nada... se comerán la vaca al menos
estarán distraídos y sacamos tiempo.
E_ Pobre Lucero –musitó con dolor viendo el animal
tranquilo mientras comía.
Mo_ Ziku... ziku...
V_ Monwe tú llevas al niño.
Mo_ Melesi –le dijo agradecida con los ojos repletos de
lagrimas.
362 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Nmaba, el perro y Bendi las primeras...
E_ Tendrá que subir Zulú y Nsona tendrá que ir en el suelo,
recuerda que sigue de reposo.
Ma_ Ziku sacar todo del camión poner lugar para todos.
T_ La comida... el agua... hay que llevar agua para los
niños.
Yi_ Yo sacar del pozo mami –se prestó Yildas tan nervioso
como el resto.
Lu_ ¿Dónde llevar? –los miró con terror en sus ojos, el terror
de lo vivido.
V_ Hay unas vasijas de barro, ¿te han quedado vasos?
E_ Sí.
V_ Massamba piensa ¿qué hacemos?
E_ Vilches... ¿nos llevamos las tiendas campaña?
V_ No Esther... no podemos cargar más que lo necesario.
T_ Toma... aquí hay comida... pero no tenemos reservas
casi –aparecía Teresa con un capazo con lo más
imprescindible.
Si_ Yo llevar –se mostraba como el resto alterada y con
gesto muy serio.
E_ Esto es una puta mierda. Los niños...
Ma_ Primero subir niños, Nmaba, Bendi, niños y Nsona con
Zulú.
V_ No hay sitio Massamba.
363 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Tú y yo en la cafetera.
V_ Aún así.
T_ No importa iremos como podamos –apuntaba con su
tono repleto de angustia Teresa.
V_ Venga... venga... venga... –gritaba como loco.
E_ Mona... Valiente... ¿dónde está Bartolo?
Mo_ Ahhhhhhhhhhhh -decía agitando los brazos tan
histérica como el resto de gente.
V_ Esther no podemos llevarlos –le dijo con gesto duro.
E_ Ellos se vienen arriba de la cafetera, así nos avisan si los
ven.
Ma_ No hay tiempo... no hay tiempo –les decía apremiando
el momento.
V_ ¿Habéis subido a los niños?
Ma_ Todos... ¿y mami? –preguntaba nervioso con el gesto
adusto, con la mirada ensombrecida por el miedo.
E_ Está en la cocina... mi ordenador, la cámara, las fotos.
V_ No Esther... nada –su gesto de estrés, de miedo asustó a
Esther-. ¡Teresa vamos!
E_ Mierda las fotos de Maca, la niña...
Yi_ Armas ziku.
V_ Dame... no sabemos nada ni cuantos son... no podemos
perder tiempo –su gesto era turbado y repleto de
preocupación.
364 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ Ir ziku ir.
T_ Ya está esto es lo último –traía con la ayuda de Siya y
Ngouabi dos cestos más con toda la comida que tenían.
Ma_ Ziku hay problema... no cabemos –apareció un
Massamba con gesto atormentado.
V_ Lo sabía... joder... lo sabía... ¿Esther donde coño estas?
E_ Voy –gritó desde la cabaña donde nerviosa sacaba las
tarjetas y antes de marcharse se giró dándose la vuelta y
observando la cabaña que había sido su paraíso de amor-.
Maca ayúdame a encontrarnos cariño.
Ng_ Yo ir con Louabi detrás... no importar como.
Ma_ Es demasiada gente –lo miraba preocupado.
Ng_ No importar... todos aguantar –trata de animar algo a
su maestro que seguía mostrando su pánico ante la
situación-. Todo bien Massamba... no preocupar.
V_ Vosotros iréis primero nosotros detrás Massamba,
comprobar la radio, Esther… mira a ver, asegúrate que
funcione. ¡Me cago en la puta que los parió! –gritó con toda
su rabia al cielo mientras el camión se ponía en marcha.
Maca dormía junto a ella Maes que también lo hacia
tranquilita, de pronto a Maca una pesadilla la inundó y de
un salto se sentó en la cama temblando, sudando, casi
llorando.
M_ Esther...
365 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Tras tratar de distribuirse de la mejor manera posible
partieron en busca de hacer lo que habían hecho todos los
que habían pasado por su aldea, huir con tal de salvarse, de
poner a salvo su vida, la vida de todos los que huían a
cambio de la incertidumbre del camino y de lo que ocurriría
a partir de ese momento.
En la parte trasera del camión, las mujeres, los niños, y
Louabi que con el fusil señalando hacia el exterior vigilaba
junto a Ngouabi con gesto concentrado y serio el camino
que iban dejando a pesar de la oscuridad. El silencio dentro
era aplastante, las mujeres preferían mirar el suelo para no
asustar a los niños que iban algunos dormidos, ninguna
hablaba, optaban por mantener ese silencio para estar
atentos a cualquier cosa que pudiera ocurrir fuera,
cualquier sonido extraño o cualquier voz de alerta.
En la cafetera, Vilches la manejaba como podía, la luz
era tan pobre que a penas podía ver por donde pasaban, a
veces se daban un buen coscorrón pero ninguno decía
nada, ninguno era capaz de decir palabra que pudiera
tranquilizarles, pensaban en
Bárbara, en lo que podía haber sucedido, afortunadamente
para ellos su aviso les había dado ventaja sobre los
perseguidores. Arriba, Mona, Bartolo y Valiente agarrado a
la vaca de la cafetera que protestaba a cada salto que
daban, vigilaban cruzando sus miradas con las de Ngouabi
366 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
y Louabi para tranquilizarles sobre la ausencia de los
guerrilleros, tras ellos tan solo una insistente oscuridad.
E_ ¿Crees que llegaremos con tiempo suficiente?
V_ No lo sé Esther, nosotros llevamos muy cargado el
camión, tenemos que rezar para que no se nos trabe en
ningún lado, que no llueva y se convierta la carretera en un
barrizal para no detenernos solo así creo que tenemos
opciones.
E_ Joder… -protestó moviendo su mano y la pistola que se
aferraba en ella.
V_ Cuidado con la pistola Esther, la he visto pasar para mi
gusto muy cerca de mi oreja.
E_ Vilches estoy atacada y si tengo que vigilar si vienen
detrás debo llevarla ¿no? –hablaba con tono crispado.
V_ Ya pero lo que menos me gustaría en estos momentos
es que me metas un balazo más que nada como
comprenderás no pienso dejarte otra vez a mi cafetera en
tus manos.
E_ Dios y no podían a ver llegado de día, así no se ve nada –
decía mortificada-. Oye pues no sé porque dices eso, yo
salve a esta cafetera ¿eh?, recuerda.
V_ Si con una gomita del pelo, si –decía divertido.
E_ Voy a ver como van –fue a coger la radio.
V_ No… no quiero que se gasten las baterías, podemos
necesitarlo más adelante.
367 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Es cierto… joder solo pido llegar no sé a donde pero
llegar.
V_ Si tenemos suerte podemos llegar a Bodzendzo en unas
seis horas, allí podríamos dar la voz de alarma para que nos
ayuden, supongo que nos abrirán la frontera al ver que
somos de Médicos sin Fronteras, para eso dice algo el
nombre ¿no?... nada más falta que no nos abran y nos
dejen aislados de verdad... en fin eso no pasará. Después...
E_ ¡Vilches mira! –lo interrumpió alterada.
V_ Mierda no… que no detengan nuestro paso –decía
mirando a la gente que se acunaba a ambos lados de la
carretera-. Dile a Massamba que no paren que les griten
desde el camión que vienen detrás que se metan en la
Selva pero que no paren.
E_ Vilches pueden necesitar ayuda –decía alterada ante la
visión de gente que ellos mismos habían ayudado.
V_ No podemos detenernos… no podemos Esther…
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó asustada al ver a Mona
que se colgaba por el cristal delantero sonriéndole.
V_ ¡Joder… ya echaba yo de menos tus gritos!
E_ Mona ¿qué haces?, venga sube te vas a caer –le decía
sacando la cabeza por el cristal.
V_ Esther mete la cabeza… que ella es una mona y sabe lo
que hace, tú no.
368 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu –volvió a gritar metiendo
la cabeza mientras se frotaba con su mano.
V_ Quieres hacer el favor de estarte quietecita coño… no
estamos para bromas –cogió el mismo la radio y mientras
le daba ordenes precisas a Massamba Esther hablaba
E_ ¡Maca… Maca! –repitió cerrando los ojos.
V_ Si quieres volver a verla, haz todo lo que yo te diga…
nada de tonterías ¿vale?
E_ Sí –se frotaba la mano con lagrimas en los ojos-. No
vamos a llegar.
V_ Claro que vamos a llegar.
Los segundos, los minutos cada vez se hacían más
angustiosos, más pesados, esa sensación de sentir tras
ellos la presencia de los guerrilleros les provocaba un
estado casi de locura. La noche era tan oscura, tan cerrada,
tan intensamente negra que todavía provocaba una mayor
sensación de miedo en todos. La luna de repente había
desaparecido ante unas intensas nubes, y sin más empezó
a llover, haciendo si cabía, mayor el sufrimiento para todos
entre los barrizales que se iban a convertir las escabrosas
carreteras. De repente el camión se detuvo, la cafetera
también.
E_ ¿Qué pasa?, ¿hemos llegado? –preguntó alertada.
V_ No… no bajes… dame la pistola.
369 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Vio como Ngouabi se bajaba del camión y le hacía una
señal para que se acercara. Esther se acercó y Mona con
Bartolo tras ellos mientras Valiente se metía en la cafetera
y se acostaba muerto de sueño en el asiento trasero.
V_ Me cago en la puta –renegó nervioso Vilches al ver un
tronco en medio de la carretera-. No podemos perder
tiempo… venga… -les gritó.
E_ Os ayudo.
T_ Dios mío –murmuró al ver que no podían continuar la
marcha girándose instintivamente hacia detrás.
Lo_ Yo vigilar –se subió a pesar de la falta de una pierna con
agilidad al techo del camión para vigilar desde allí mejor si
veía acercarse luces.
Nm_ ¿Nde kumonikisa? –(¿Qué pasa?) preguntó nerviosa la
mujer.
Ns_ Malembe Nmaba... kukwanga (Tranquila Nmaba un
árbol caído).
Lu_ Lula lombela Mianda... malembe (Lula va a rezar a los
espíritus, tranquila) –le decía frotando un brazo de la mujer
asustada por los suyos.
Mientras fuera todos incluidos Mona, Bartolo y Teresa,
ayudaban para tratar de retirar el tronco que había caído
sobre la carretera deteniendo su paso y retrasando así su
huida con los consiguientes nervios de todos.
Ma_ Fuerza –les gritó.
370 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Zu_ Esperar.
V_ Tú no Zulú.
Z_ Yo si ziku… -sus ojos mostraban una mirada repleta de
pánico él también había vivido lo que todos y sabía como
eran, y no quería volver a perder a su familia.
Ma_ Venga.
V_ Una dos y tres, ¡ahora!
Tras un esfuerzo por parte de todos el tronco se movió
mínimamente, bajo una lluvia que comenzó a golpearles
intensamente.
V_ Otra vez.
Ma_ Ziku esperar –le dijo antes de volver a hacer fuerza.
V_ ¿Qué pasa?
Mientras en el despertador de Maca marcaba las
cuatro de la mañana, las tres en la aldea, ¿qué estarían
haciendo?, no podía soportar no saberlo, imaginaba a
Esther durmiendo en la cabaña… tranquila, relajada
abrazada a la almohada imaginando que era ella, sonrió.
Maes dormía tranquila en una cuna que no tenía nada que
ver con la que Massamba le había hecho con tanto cariño,
con tanto amor y que no podía disfrutar. Se levantó
nerviosa sin hacer ruido para que su madre no apareciera,
agradecía su presencia pero en ese momento que salía a la
terraza para contemplar en la fría noche de Madrid la luna,
aquella que Esther debería haber contemplado horas antes,
371 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
necesitaba estar sola con sus recuerdos. Y en ellos aparecía
Esther cansada por el arduo trabajo, con su gesto
concentrado, con alguna sonrisa para los niños, con alguna
sonrisa provocada por Mona, pensativa seguro que
recordándolas a ellas, al igual que en ese preciso instante
hacia en su terraza, seguro que Esther lo había hecho
frente al fuego en la aldea, pensar en lo que habían vivido,
sus besos, sus broncas del principio, sus burlas, sus
locuras... pero entonces sintió como el corazón le daba un
fuerte pellizco. Cerró los ojos mientras murmuraba abatida.
M_ Estoy recordándola como si estuviera muerta... Esther
cariño... Esther...
Se durmió cerca de las seis de la mañana, y eran las
ocho cuando su madre la despertó algo alterada, lo supo en
seguida, no le hizo falta que nadie le dijera nada, lo había
presentido.
R_ Macarena... está aquí Cruz quiere hablar contigo.
M_ ¿Cruz? –se preguntó sin poderlo evitar sintiendo sus
palpitaciones como se incrementaban.
El gesto de su madre era significativo de problemas. Se
levantó sin muleta, andando un poco coja, pero con el
miedo clavado en su rostro, al ver a Cruz parada en medio
del comedor con la uña entre sus dientes, se detuvo exhaló
un profundo suspiro mirándola con temor. Cruz agachó la
mirada sus ojos repletos de lagrimas y sin más se fundieron
en un abrazo mientras Rosario desde la puerta las
372 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
observaba con gesto compungido, no conocía a Esther,
pero, reconocía a su hija y sin duda era gracias a ella.
M_ No... –se separaron mirándose asustadas.
C_ Me acaba de llamar el embajador... atacaron anoche la
aldea de Bárbara, tuvo tiempo de pedir socorro, cuando
llegaron estaban todos muertos, excepto ella y uno de sus
hombres, esta mal pero no temen por su vida.
M_ No –volvió a repetir pues no podía decir otra cosa, no
tenía palabras y sentía el dolor en ese momento por su
amiga.
C_ Al parecer le dio tiempo a avisar a la aldea... y... han
acudido allí... –decía angustiada.
M_ No –negaba llorando mientras Cruz la obligaba a
sentarse.
C_ La aldea estaba vacía, tan solo quedaba la vaca... dicen
que no había ni rastro de nadie... no saben nada.
M_ Han huido Cruz –le dijo con sus lagrimas cayendo por
sus mejillas-. Sabes que de otra manera les hubieran
matado y dejado los cuerpos allí, es imposible que hicieran
otra cosa.
R_ Entonces están vivos –dijo tratando de ser optimista.
C_ No lo sé Rosario... no sabemos nada...
M_ ¿Nadie dice nada?
C_ No... nadie... es lo único que me han dicho, lo único que
saben.
373 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Yo sé como averiguar más.
C_ No, Maca... es meterte en la boca del lobo y quizás es lo
que está esperando.
M_ No me importa... necesitamos saber –decía nerviosa.
C_ Me voy contigo.
M_ No... mejor no.
C_ Maca –la advirtió con seriedad.
M_ Cruz no.
C_ Maca... escúchame, si Dávila no se ha comunicado con
nosotros, dudo mucho que tenga más información.
M_ Me da igual, quiero saber no podemos estar así Cruz –le
decía con gesto trastornado.
R_ Hija... Cruz tiene razón, además, creo que antes que
hagas nada habrá que llamar a Encarna y hablar con ella,
tiene derecho a saber lo que sucede.
C_ No te precipites vamos a esperar y si esta tarde cuando
han quedado localizarme a mí o a ti, no tenemos
respuestas, vas.
M_ Han tenido que huir Cruz, estoy segura.
R_ ¿Puedo preguntaros algo?
M_ Sí –cerró los ojos echándose hacia tras en el sofá con
actitud decaída.
R_ ¿Tienen más posibilidades si huyen?
374 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ No, desgraciadamente es África... y en África cuando hay
este caos nada es seguro.
R_ Vale... pues vamos a organizarnos hija, sobre todo
tranquilidad y organización.
M_ Mamá que esto no es una de tus fiestas con amiguitas –
le dijo con rabia, ante el gesto de su madre rectificó de
inmediato-. Perdón.
R_ Creo que en estos momentos de angustia, Encarna
debería estar aquí.
M_ No quiere ni verme, y tampoco quiere saber nada de
Esther.
R_ Claro, por eso ha venido a tu casa, y por eso me llama
todos los días. Mira en este momento no importa que no
tengáis una buena relación, lo que importa es que si
estamos todas juntas sufriremos menos. Es su madre y tan
solo siente coraje, rabia por lo que ha sucedido con su hija y
contigo, pero eso no implica no sentir cariño, el sentimiento
de madre supera el de la traición que piensa ha cometido
Esther con ella. ¿Cuándo te van a llamar Cruz? –le preguntó
dejando que su hija masticara bien sus palabras.
C_ No lo sé
M_ ¿Trabajas hoy?
C_ No, hoy es mi día libre –dijo abatida pasándose las
manos por el pelo y mirando a Maca con temor.
375 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
R_ Muy bien pues no se hable más, llamo a Encarna que
venga, preparo tilas y a esperar se nos pasará antes el
tiempo.
M_ ¿Quieres traer a la niña?
C_ No, prefiero que esté con mi madre. Maca.
M_ Dime.
C_ Por favor... dime que todo va a salir bien –la miraba
fijamente mientras ambas se daban la mano.
M_ Lo van a intentar Cruz, y estoy segura que les va a salir
bien. Ya lo veras –sonrió sin creer ni una sola de sus
palabras.
El sol de un nuevo día brillaba en lo alto, el cielo azul
con algunas nubes en forma de pecas simpáticas, les
acompañaba en el tenso viaje, la cafetera iba dando
tumbos de un lado a otro, dentro los quejidos de Valiente
les daba alguna que otra tregua ante tanto miedo, el
silencio se les hacía pesado por el estruendoso ruido que
les acompañaba.
E_ ¿Crees que con la idea de Massamba ganamos tiempo?
V_ Creo que sí, ahora ellos tendrán que retirar los troncos y
eso nos da un poco de tiempo, no sé cuantos son, así que
no sé cuanto les va a costar quitar los dos troncos, el que
había y el que echamos –sonrió con un gesto travieso como
si hubiera ganado una mínima batalla.
E_ ¿De verdad piensas que nos siguen?
376 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Somos carnaza Esther, con nosotros como rehenes
podrían tener más fuerza, más popularidad en la televisión,
ya sabes esas cosas...
E_ ¿Habrán hecho lo mismo con Bárbara?
V_ Ella no es importante, para ellos los que están aquí en la
Selva tratando de salvar a los monos y gorilas, no tienen
ningún valor, son locos poco más. Nosotros los que
salvamos vidas humanas, somos los que damos penita a los
de fuera, a esos que sentados en sus casas miran la tele
mientras se comen un buen chuletón o una fabada y dicen,
antes de acostarme rezaré un Padre Nuestro por esos
pobres inocentes.
E_ Tienes razón –sonreía con tristeza-. Eso nos vuelve
carnaza de telediarios.
V_ Exacto, estoy seguro que a Maca la habrán sacado en
todo canal de información.
E_ Mi niña... –sonrió nuevamente cerrando los ojos-. ¿Crees
que le habrán hecho algo a Bárbara? –era incapaz de
preguntar ni siquiera si podía estar muerta... tan solo de
pensarlo le dolía el corazón.
V_ Espero que no, no quiero pensar en eso ahora, necesito
guardar energías.
E_ ¿Vamos a parar?
V_ A poder ser no.
Dicho esto, y el camión se detuvo.
377 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¡Y ahora que pasa, joder!
El día lluvioso, gris y tremendamente cubierto con una
capa de niebla en Madrid hacia todo mucho más tétrico, la
espera se volvía desesperación, las tilas que Rosario había
preparado, no servían para mucho, a Maca no le pasaba
nada y a Cruz tres cuartos de lo mismo. Cuando el timbre
sonó Maca miró a su amiga algo inquieta, sabía quien era y
aquella mujer le creaba una desestabilización tremenda.
C_ Ya está aquí.
M_ Si –dijo con pena.
C_ Vamos... ponte en su lugar.
M_ No quiero llevarme mal con ella, al contrario, me
gustaría allanar el camino para cuando vuelva Esther.
C_ Pues hazlo.
M_ Ya pero creo que ella no comparte mi intención –elevó
sus hombros y tras una profunda exhalación se quejo al
viento-. Y nadie llama, joder... nadie llama.
C_ ¡Es Claudia! –exclamó de repente al ver como su móvil
comenzaba a sonar.
M_ A ver.
Mientras tanto Encarna saludaba a Rosario, por sus
ojeras entendía que aquella madre lo estaba pasando peor
de lo que quería demostrar, y la entendía.
R_ Pasa Encarna, pasa.
378 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Supongo que malas noticias ¿verdad?
R_ Pasa –le hizo un gesto de calma.
Al llegar al comedor, vieron a Cruz hablando por
teléfono y a Maca escuchando atentamente su
conversación. Entraron en silencio pensando que era algo
importante, después Rosario le hizo una señal a Encarna
para que tomara asiento, y ésta lo hizo, pero lejos de Maca.
Una vez colgado el teléfono Cruz se giró y la saludó
amablemente.
C_ Buenos días.
En_ ¿Qué pasa? –las miró a las dos.
C_ Se lo cuentas tú Maca –trató de mediar algo aquella
tirantez.
M_ Nos han avisado que han atacado una aldea próxima a
donde estábamos nosotros, los militares que han llegado
para auxiliarles han ido a buscar a nuestra gente, al llegar
han descubierto que no había nadie.
En_ ¿Y eso qué quiere decir? –la miraba seria, clavadito el
gesto al de Esther y aquello provocaba en Maca un dolor
agudo en su corazón.
C_ Quiere decir que no sabemos nada de ellos,
supuestamente y según me ha dicho Claudia por sus
fuentes, han debido de huir o bien Selva a dentro cosa que
no creo, o bien hacia el Sur en busca de la frontera con
Cuvette.
379 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Y los militares?
C_ Según cuenta siguieron el rastro de unas ruedas pero no
vieron nada y no se adentraron más.
M_ Ya... como siempre –se quejó.
En_ ¿Y qué vamos a hacer ahora?
C_ Poco se puede hacer.
En_ Nadie me ha avisado, mi hija está allí –decía con
profunda angustia.
C_ Supongo que lo harán una vez confirmen que no hay
rastro de ellos.
M_ Seguro se han marchado hacia el Sur, ese era el plan,
los chicos querían irse a la Selva pero Vilches les quitó la
idea, el plan era el Sur –decía con la mirada perdida
mientras era inevitable trazar el camino hacia el Sur y sus
tremendas dificultades.
C_ Deberían asegurarnos que les van a ayudar.
M_ Y me lo van a asegurar.
R_ Hija...
M_ La necesito Encarna para llevar a cabo el plan que he
trazado, mire, sé que no le caigo bien, sé que me odia por
lo que ha pasado, pero necesito su ayuda para poder tener
información sobre Esther y los demás, y quien sabe si con
un poco de suerte, la ayuda que necesitamos para que
vuelvan.
380 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ ¿Qué quieres que haga?
Se lo preguntó con distancia pero con una imperiosa
necesidad de saber algo de su hija.
Bajo los penetrantes rayos de sol, Vilches junto a
Esther se dirigieron hacia el camión desde donde Teresa les
hacía señales y ayudada por Ngouabi y sus musculosos
brazos, bajó hasta ellos.
V_ ¿Qué pasa?
T_ Tenemos que parar, llevamos más de doce horas de
camino los niños y nosotras necesitamos hacer algunas
cosas –su rostro marcaba la tensión del momento y algo
más.
V_ Teresa.
T_ Mira Vilches pon la excusa que quieras, baja a todos del
camión y revisa a Nsona, está sangrando demasiado.
E_ Vilches, Teresa tiene razón hay que comer algo sobre
todo deberíamos dejar que los niños salgan a hacer sus
necesidades. Que el camión descanse y la cafetera
también, solo nos falta un calentón que no podamos seguir
–lo miraba fijamente como tratando de hacerle entender
que había necesidad de detenerse.
T_ Vilches... –le metió prisa al ver como se rascaba nervioso
la barbilla.
V_ Está bien. Massamba, Yildas, Dib vamos ayudar a bajar a
todos, aquí hay un poco de sombra.
381 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ Ziku es la última sombra, a partir de aquí, no haber
nada.
V_ Lo sé, lo sé...
E_ Deberías descansar Vilches –le dijo en voz baja.
V_ Si, no más de una hora ¿de acuerdo?
E_ Vale.
V_ Dib por favor carga nuevamente la gasolina para el
camión y la cafetera.
Z_ Ziku... ziku –le llamaba angustiado.
V_ Tranquilo Zulú, no pasa nada.
Z_ Nsona.
V_ Tranquilo todo está controlado ¿vale? –lo miró con
firmeza tratando de demostrar algo que no era cierto.
E_ Sissou ven, quiero que nos ayudes. Siya.
Si_ Mwasi –apareció con el mismo gesto que todos, un
profundo miedo.
E_ Sambu na sika, pesaka na kudya na bantu, beto kele na
nki Nsona (Por favor, da de comer a todos, nosotros
estamos con Nsona).
Si_ Inga mwasi (Sí, mujer).
V_ ¡Ay qué joderse, ahora que te vas hablas bien el
kikongo!
E_ Ya ves... –respondió a modo de queja.
382 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Aquí estamos Nsona.
Ns_ Ziku algo mal...
V_ Tranquila... tienes una hemorragia pero vamos a estar
tranquilos ¿de acuerdo?
Ns_ Ziku yo molestar... no querer poner en peligro a la
gente.
E_ Nsona... calla no pones a nadie en peligro ¿vale? –la miró
intensamente demostrándole que aquel pensamiento
aunque se lo agradecía por pensar en los demás, no le
gustaba escucharlo por su parte, un poco más calmada le
dijo con una sonrisa triste-. Venga tranquila que todo va a ir
bien y necesitamos todos descansar un poco.
Ns_ ¿Macarena?
E_ Con Teresa, tú no te preocupes por nada.
Z_ Ziku –se asomó abriendo la tela que tapaba la parte
trasera del camión.
V_ ¡Pero qué tío más pesao! –le dijo ante la sonrisa de
Nsona.
Trabajaron dentro del camión con un calor asfixiante,
hasta que pudieron controlar el sangrado, con cuidado y
ayuda de los hombres que se ofrecieron para llevar a Nsona
hasta la sombra, siguieron poniéndole un gotero y mediante
él lo único que podían para tratar de detener la hemorragia,
pero, las condiciones eran las peores, y el nerviosismo iba
creciendo entre Vilches y Esther que cruzaban miradas de
383 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
preocupación. Mientras sobre el camión Louabi vigilaba
acompañado por Dib, los niños se distraían jugando con la
pelota que Mutaba consiguió llevarse entre las prisas y las
mujeres trataban de tranquilizar a las más jóvenes quienes
veían como nuevamente las pesadillas vividas volvían a su
presente.
V_ Lula ven aquí por favor.
Lu_ Si.
V_ Escúchame Nsona tiene una complicación es seria, mi
medicina llega hasta lo que le acabo de inyectar y con eso,
no estoy seguro de que podamos salvarla.
Lu_ Ziku no preocupar.
V_ Confío en ti.
E_ Vilches –lo miró con dudas.
V_ No podemos hacer más Esther... no podemos hacer más.
E_ ¿Qué le vamos a decir a Zulú?
V_ Nada, Lula se encargará de ella. ¡Teresa!
T_ Dime hijo –sus ojeras delataban que había llorado.
V_ Nsona no va a poder dar de mamar a la niña... ¿hay
leche?
T_ Sí –la miró con preocupación mientras veía a Lula
arrodillada a su lado-. Pero no demasiada ¿eh?
V_ Recemos... si todo va bien pronto llegamos a Badzendzo.
384 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Anda Vilches descansa un poco... tienes mala cara –le
dio un ligero golpe en la espalda.
V_ Vale, ¿y tú?
E_ Creo que no voy a poder dormir.
Vilches se echó un rato, Zulú hizo compañía a Lula
mientras veía como su magia cubría el cuerpo de su mujer,
se turnaron para descansar sus agotados cuerpos que
aunque les faltaba poco para llegar al destino donde
podrían darles cobijo, llevaban demasiadas horas sin dormir
y el cansancio comenzaba a pasar factura. Quien no dormía
era Massamba que dibujaba algo en la tierra que llamó la
atención de Esther, quien se acercó con sigilo.
E_ ¿Puedo?
Ma_ Sí mwasi.
E_ ¿Qué es? –miraba con atención sin saber muy bien que
eran aquellos garabatos.
Ma_ Nuestro futuro.
E_ No te entiendo.
Ma_ Ser camino hasta la ayuda... difícil pero será mejor
llegar.
E_ ¿Eso es Bodzendzo? –señaló un montón de tierra que
había acumulado Massamba.
Ma_ Sí.
E_ A partir de aquí es el camino sin sombras.
385 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ma_ Si.
E_ ¿Y cómo va la gente que hemos dejado atrás? –le
preguntó arrugando la frente por el intenso sol que le
golpeaba la cara.
Ma_ Río abajo, como pueden Mwasi, por aquí solo ir con
auto.
E_ ¿Y si tenemos algún problema? –lo miró aterrada.
Ma_ Mejor no tenerlo –le respondió con voz ruda.
Volvieron al camino con la vigilancia extrema de
Teresa sobre Nsona y de Lula quien seguía ayudando a la
mujer, los niños no entendían lo que sucedía con su madre
y fue Monwe quien se encargó de entretenerlos con
canciones para ellos, en la cafetera el silencio era casi
sepulcral, tan solo el sonoro motor, o los golpes de las
piedras lo rompían. Ante Esther apareció una explanada de
tierra sin nada verde, sin agua, tan solo tierra
resquebrajada por los rayos de sol, en una carretera pésima
y que le hizo sentir un miedo atroz. ¿Llegarían?
Mientras ellos luchaban contra todas las inclemencias
que el terreno, el sol, los problemas de salud de Nsona y la
guerrilla les iban poniendo, en Madrid el plan se había
trazado meticulosamente. A Maca la herida no le dolía
porque el dolor de su corazón lo llenaba todo, a Encarna el
silencio le hacía bien, porque tras escuchar por encima la
historia contada por su nuera, prefería no volver a hablarle.
Cuando llegaron al edificio grande de lujosas oficinas,
386 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Encarna dio un respingo, Maca un soplido enfermizo,
cuando le dijeron al portero a quien iban a ver y les dio
paso, a Encarna le dio igual, a Maca se le estremeció toda
su piel. Y en el ascensor el silencio era tremendista, tan solo
el ruido de la muleta cuando comenzaron a andar rompió
tal volumen de no ruido. Por el pasillo detuvieron a Maca
tras besarle varias mujeres que se sorprendían ante su
visita, Encarna no podía dejar de pensar que se había liado
con todas ellas y que su hija tan solo debía ser otra más en
su larga lista. Al llegar al despacho de J. Vivó, a Maca se le
hizo un nudo el estómago, tocó y al escuchar la voz ese
nudo se apretó mucho más.
M_ Hola ¿podemos pasar? –asomó su cabeza.
J_ Maca... –susurró totalmente impactada poniéndose en pie
de un salto, la ausencia de su secretaria le permitió ese
golpe de efecto a Maca-. Pasar, pasar.
M_ Te presento a la madre de Esther García, Encarna –le
hablaba con frialdad y mirada tan gélida que a ella misma
le hacía temblar.
J_ ¿La madre de tu mujer?
M_ Eh... bueno... no –se apresuró a aclarar-. Esther y yo no
somos ya pareja.
J_ ¿No? –preguntó Julia extrañada, Maca negó con la cabeza
y Julia no pudo evitar una leve sonrisa-. Siéntese,
encantada.
387 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Le agradecería que quedara claro que mi hija no tiene
nada que ver con ella –lo dijo con tanta rabia que le dio una
credibilidad absoluta.
J_ De acuerdo –notó su malestar-. ¿En qué puedo ayudaros?
M_ Verás... sabemos que se han marchado de la aldea pero
no tenemos más noticias.
En_ Quiero que me confirme ese dato, no me fío de ésta.
M_ Por favor –le dijo sin mirar a ningún otro sitio nada más
que a ella, a quien el tiempo había cuidado mucho, quizá
las cremas o alguna cirugía, pero que contrariamente a lo
que siempre imaginó, tenerla delante no le causó ningún
desconcierto-. Yo quería saber por Bárbara sabemos que la
hirieron y... quería saber como está.
J_ Déjame que mire a ver si os puedo ayudar –le sonrió con
amabilidad.
M_ Gracias Julia –le devolvió una leve sonrisa.
J_ Vuelvo en seguida –y extrañada, sorprendida y con el
corazón lanzado al vacío de las pulsaciones, salió del
despacho.
En la cafetera, Vilches miraba sin cesar por el espejo
retrovisor, tenía la sensación de que alguien les seguía, sin
embargo el silencio de Mona, hacia que Esther fuera más o
menos tranquila, incluso sin quererlo pero a la vez sin
poderlo evitar, se había quedado dormida. La voz de Vilches
la despertó, el portazo en el coche la sobresaltó. Al abrir los
388 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
ojos lo vio jurando en hebreo, a los hombres mirando
alrededor con gesto repleto de espanto y ante ella, una
especie de pueblo abandonado, casas sin nadie, animales
sueltos, gallinas, alguna vaca. Bajó con la mirada perdida
tratando de entender.
E_ ¿Qué es esto Vilches?
V_ Esto es Badzendzo... o lo que era el pueblo que nos iba a
ayudar.
E_ No hay nadie.
V_ No...
Ma_ Ziku... nadie –le confirmó Massamba.
V_ Es decir... están cerca, lo sabían y han huido…
Ma_ Si –lo miró con temor y ambos buscaron en el horizonte
alguna señal de polvo que pudiera alertarles de la
presencia de sus camiones-. Venir a por nosotros, a por ziku
y Esther por eso Bárbara ayudar.
V_ Si...
Ng_ Hay vaca... poder sacar leche para niños.
V_ Te doy cinco minutos, lo que me cueste reconocer a
Nsona.
Ma_ Lula encargar... estar mejor –apuntó mostrando algo
más de tranquilidad por ese tema.
V_ Lo sé.
389 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Sissou ve tú con Vilches yo voy a sacar leche
necesitamos con el problema de Nsona
Dib_ Yo ayudar mwasi.
E_ Gracias Dib –le sonrió porque en el peor de los
momentos todavía parecía que aquel nexo que les unía, lo
hacía con mayor fuerza.
Dentro del camión pudieron contrastar que Nsona
estaba mejor, al menos entre la medicación que Vilches le
había inyectado y la magia de Lula parecía haber frenado
su hemorragia. Zulú también fue revisado por él, pero sin
duda aquellos hombres estaban preparados para todo, sus
lesiones habían mejorado muchísimo, por último el niño que
Monwe le había puesto por nombre de Ntima (corazón)
porque se lo había devuelto, también mejoraba.
Mo_ Ziku, ya kamwana mé kutuba –(Ziku, el niño ha
hablado) le dijo contenta.
V_ Nge mé peso nde nge kele yayi ngudi (Tú le has dicho
que eres su madre).
Mo_ Inga ziku –(si ziku) le respondió con los ojos bañados en
lagrimas.
V_ Mono nunga (me alegro) –le sonrió.
E_ Teresa aquí hay leche suficiente ¿verdad? –llegaba
exhausta y con la ropa sucia.
T_ Si... ¿pero… de donde sales?
E_ De ordeñar la vaca dichosa… lo mío no son las vacas.
390 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Ni que lo digas –le dijo con tristeza en su rostro.
E_ Teresa por favor... no pongas esa cara no me gusta verte
así ya verás como todo queda en un gran susto –le decía
con una sonrisa triste.
T_ Ojalá Esther.
E_ Ya lo verás –la abrazó con fuerza mientras Teresa se
abrazaba a ella con gesto decaído-. Venga que la gran
mami nos tiene que dar fuerzas a todos ¿eh?, y si no, aquí
estoy yo para dártelas a ti –le dijo estrechándole
fuertemente las manos.
T_ Gracias... eres un tesoro –le sonrió haciendo un puchero
en su barbilla.
V_ ¡Nos vamos chicas!, ¿estáis haciendo manitas?, mira que
me chivaré a Maca –le guiñó el ojo graciosamente.
E_ Eres muy malo –le sacó la lengua-. Venga Teresa que ya
verás como llegamos.
T_ Y una vez lleguemos... volveremos a empezar.
E_ Eso es... ¡qué no se diga!. ¡Venga vamos! –les gritó con
animo a los hombres.
Ma_ Pequeña pero grande –le susurró a Vilches.
V_ Si, y con un par bien puestos, Ngouabi me ha contado
que la vaca le dio dos coces, pero mírala... ahí sigue en pie
de guerra.
Ma_ ¿Mwasi Maca estar bien?
391 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Sí, seguro que cagándose en todo por nosotros... venga
Massamba nos quedan dos días mínimo para llegar.
Subieron al camión, a la cafetera y partieron rumbo a
la salvación.
Mientras Julia hacía algunas averiguaciones en el
despacho la tensión entre Maca y Encarna era más que
evidente, la madre de Esther se había apartado hasta la
ventana lateral mirando el horizonte como si de alguna
manera posible pudiera localizar así a su hija. Maca trataba
de negarse a mirar el cuadro que sabía había una
fotografía, su respiración aunque tranquila se había
alterado un poco, sin darse cuenta mantenía apretadas las
mandíbulas en señal de tensión. De pronto la voz gélida de
Encarna la sacó de sus propios pensamientos.
En_ ¿Ella también estaba en tu lista, no?
M_ No entiendo a que se refiere Encarna.
En_ No te hagas la tonta. ¿Estás enamorada de ella?
M_ Por supuesto que no –le dijo con rotundidad casi herida
en su orgullo-. Además creo que no es un tema para
hablarlo precisamente aquí.
Volvió el silencio y la espera, el tic tac de un reloj que
había en la estancia se clavaba en sus sienes, Encarna no
se había vuelto a sentar junto a Maca, y así fue como las
encontró una todavía desconcertada Julia.
392 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Cómo está Bárbara? –se mordió la lengua para no gritar
la pregunta que tanto deseaba hacer “¿Cómo está Esther?,
¿dónde está?”
J_ La han operado pero está fuera de peligro, me dicen que
en cuanto descienda los escarceos continuos que hay la
mandaran hacia España.
En_ ¿Mi hija?... ¿qué sabe de mi hija? –se aproximó hasta la
mesa apresuradamente.
J_ Lo que me han contado es que parece que efectivamente
huyeron, no sabemos más, porque Dávila ha tratado de
comunicarse por su radio pero no ha sido posible.
M_ Si van en el camión es otra frecuencia.
J_ Si, eso me ha dicho que espera en unas horas poderlos
localizar porque han recuperado algunas líneas, pero no
sabemos nada más –miró a una descompuesta Encarna.
En_ De acuerdo –sacó algo de su bolso y le entregó la
tarjeta-. Aquí está mi número de teléfono cuando sepan
algo me llaman a mí ¿le ha quedado claro?
M_ “Joder... ya sé a quien se parece en genio mi niña” –
pensó mirándola de reojo.
J_ Si, claro.
En_ Quiero que me mantengan informada, y si usted no lo
hace me manda llamar a quien sea, si tengo que hablar con
el más alto cargo lo haré, y si tengo que mandar un avión
privado para recogerla, tenga por seguro que lo mando.
393 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ “¡Clavadita, si señor!”
J_ No se preocupe que nosotros estamos haciendo todo lo
que podemos, si efectivamente han salido al Sur, no van a
tener problemas para entrar a Cuvette van a tener ayuda.
En_ Eso espero... buenos días.
J_ Buenos días –le dio al ver que se marchaba y dejaba allí a
Maca.
M_ ¿No sabes cuándo regresara Bárbara? –le preguntó
poniéndose en pie.
J_ No, los militares han reducido bastante a la milicia, pero
todavía quedan algunos grupos insurgentes. ¿Cómo estás?
M_ Mejor –se apoyó en la muleta-. Y ahora te dejo seguir
trabajando.
J_ Espera –se aproximó a ella deteniéndose delante-. Quería
decirte que... bueno... no creas que no fui a verte al
hospital, lo que pasa es que sabía que era mejor no forzar
nada, y que tú me dieras la oportunidad de hablar, fui una
noche y estabas durmiendo.
M_ Me tengo que ir
J_ Si, si, a pesar de todo... sigues tan guapa como siempre –
le pasó la mano por su mejilla haciendo que las fosas
nasales de Maca se abrieran para controlar un rabioso
suspiro que pretendía gritarle-. ¿Podré llamarte?
394 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Claro –sonrió de lado-. Recuerda que... estaré esperando
información de Vilches, sé que tú puedes sacar algunas
cosas extra confidenciales.
J_ Descuida... te llamaré.
M_ Bien... me voy.
J_ Adiós Maca... nos llamamos.
M_ Adiós Julia.
Al entrar en el ascensor vio marcado en el espejo su
gesto de rabia contraída, sabía que lo que estaba haciendo
no era legal, no pretendía vengarse de nada, pero Julia no
tenía reglas para vivir la vida, y en ese momento, ella por
recuperar a Esther, tampoco las iba a tener.
Ya en su casa mientras le explicaba a Cruz y a su
madre como estaban las cosas, no pudo evitar hacer un
comentario sobre el comportamiento de Encarna que no
había vuelto a su casa. En sus brazos la niña que sonreía y
agitaba las manos, aquello le provocaba una sonrisa eterna
que le hacía pensar rápidamente en Esther.
Aquella noche cuando se acostó sin poder dormir
trataba de imaginar como sería el camino, ella lo había
hecho una vez cuando huían también de otra revuelta
mucho menor a la que en esos instantes se estaba
consumiendo, y podía sentir en su propia piel la tensión,
recordaba como si hubiera sido ayer, las veces que su
cuello se giró para atrás, cuantas veces miró en busca de
encontrar señal enemiga, y entonces suspiró, si lo habían
395 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
conseguido una vez, porque no iban a conseguirlo otra. La
niña dormía pero le provocaba tanta ternura que de un
plumazo conseguía calmarla y darle algo de serenidad,
entonces comenzó a cantar.
M_ Tu corazón esta lleno de vida y tu vida llena de libertad
y en mis brazos podrás tranquila dormir y así saber lo
mucho que te quiero... mi niña pequeña... mi niña pequeña.
A mas de cincuenta mil kilómetros, en medio de la noche
sin ver absolutamente nada, con la frente apoyada en la
ventanilla, Esther canturreaba:
E_ Nge ntima kele bwinma nde knanga, ti nge knanga
bwinma na laneni, ti nde mono mafufu ata kumatia
malembe kulala ti ata kuzaba na mingi nde mono zola
nge... mono kamwana... mono kamwana...
V_ Bonita nana.
E_ Se la cantaba Maca a Maes... quiero pensar que a través
del viento o de las nubes o la luna, a mi hija le llega mi voz
junto a la de su madre para cantarle su nana.
V_ Vamos a llegar.
E_ Lo sé –sonrió.
V_ De una u otra manera... te prometo que vamos a llegar.
Un sonido extraño comenzó a intervenir en el sueño de
Maca, no sabía muy bien al principio de donde llegaba,
esforzándose por localizarlo de un salto se sentó en la
396 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cama, era su móvil y en la pantalla un número de teléfono y
un nombre.
Julia.
Antes de contestar, tomó aire y trató de parecer lo más
tranquila posible a pesar de que su corazón latía con fuerza.
M_ ¿Si?
J_ ¿Maca te he despertado? –le preguntó con delicadeza y
tono muy cercano.
M_ No, dime.
J_ Tengo a Dávila en comunicación, te lo voy a pasar ¿vale?,
luego no cuelgues y hablo contigo.
M_ Si, si gracias –decía aturdida, Dávila estaba allí y sin
duda con noticias-. ¡Dávila!
D_ ¿Maca estás ahí?
M_ Dávila... por fin... dime ¿qué sabes? –le decía
atropelladamente.
D_ Maca tranquila lo primero ¿vale? no tengo mucho
tiempo, he podido hablar con Teresa, van camino a
Loukoléla, en la frontera ya saben que tienen que abrirles y
que van a llegar en un par de días.
M_ ¿Aún dos días? –se frotó la frente con desconcierto,
entonces sacudió su cabeza como tratando de sacudirse la
pesadez que se le había instalado en ella, con
desesperación le preguntó hambrienta de respuestas-.
¿Cómo están?
397 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ Cansados, no hemos podido hablar mucho no quería
gastar batería por si le surge algún problema y necesitan
conectarse pero... tranquila que están bien.
M_ ¿Pero no les siguen?
D_ No hay indicios de ello, así que dentro de cuarenta y
ocho horas llegaran a la frontera y podrás hablar con
Esther...
M_ ¿De verdad Dávila?
D_ Mujer si no fuera así no te lo diría, además, les va la
radio, tienen agua suficiente, comida, leche, van bien
equipados Maca.
M_ Pero el camino... –mostraba sus dudas.
D_ El camino es duro pero están en ello. En cuanto lleguen
a Loukoléla, les estarán esperando, tengo orden de que
abandonen el país todos los médicos y personal de ayuda
humanitaria, si todo fuera bien, los mandaría por el
aeropuerto mismo de la ciudad sin llegar hasta aquí camino
de España.
M_ Gracias Dávila –cerró los ojos reprimiendo lagrimas de
emoción.
D_ ¿Avisas a Cruz?
M_ Por supuesto... gracias –le dijo emocionada.
D_ Nos vemos pronto.
M_ Si –sonrió y colgó, no lo pensó dos veces y marcó el
número de una Cruz que contestó asustada con rapidez
398 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
quiso quitarle cualquier temor sobre su llamada-. No pasa
nada tranquila.
C_ Joder que susto –decía con el pelo revuelto y cara del
cansancio.
M_ Me ha llamado Dávila, ha podido hablar con ellos están
de camino, dice que todo bien de momento, les están
esperando en la frontera incluso si las cosas en estos dos
días siguen igual de calmadas, podrían salir en un vuelo
nada más llegar.
C_ Menos mal... gracias Maca.
M_ De nada, solo quería que... bueno –sonreía emocionada-.
Que los vamos a tener de vuelta Cruz.
C_ Si... sanos y salvos.
M_ Así es... estoy segura que esto nos va a quedar como
una pesadilla en nuestra memoria pero todo saldrá bien.
C_ Seguro que si.
M_ Descansa, dentro de unas horas hablamos –le sonrió.
C_ Tienes que venir al hospital ¿te acuerdas?
M_ Si.
C_ Mañana te ofrecen que te incorpores ¿ya lo has
pensado?
M_ No sé Cruz, me siento como pez fuera del agua... espero
que cuando tenga a Esther a mi lado, se me pase esta
sensación de cárcel.
399 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Tranquila es normal, de la libertad de la aldea, al
encierro de tu casa, es normal pero vamos que Esther lo
soluciona pronto, estoy más que segura.
M_ Si –sonrió ampliamente.
C_ ¿Oye y Julia?, no hemos podido hablar mucho.
M_ Pues mira si te soy sincera nunca pensé que tenerla
delante me iba a resultar tan indiferente… mira… tenía
sobre la mesa un retrato supongo que del pequeño, y no
sentí necesidad de otra cosa que no fuera seguir mi teatro
¿sabes?, tan solo sentía ganas de cerrar los ojos y mirarme
por dentro, estoy curada porque Esther me ha sacado toda
la amargura que ella me dejo.
C_ Me alegro muchísimo de verdad. ¿Y Encarna?
M_ Pues la verdad que lo hizo todo tan natural que
realmente creo que Julia se creyó que he terminado con
Esther, tampoco hizo falta que mintiera mucho –sonrió de
lado y con tristeza-. Su comportamiento la descolocó
totalmente.
C_ Bueno… la verdad que Encarna te tiene algo de manía.
M_ ¿Algo?
C_ Pero sabes que, me recuerda mucho a tu madre, señoras
de la alta sociedad con todo el dinero del mundo, las joyas
y todo el poder que muchas de nosotras soñaríamos, pero
esa circunstancia les hace perder un poco la realidad de las
emociones, y esas emociones que les provocan los hijos
400 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cuando todo va bien siguen igual de lejanas y superficiales,
pero necesitan a veces un gran golpe emocional para darse
cuenta que la vida no es tan sencilla. Tu madre lo ha
entendido… ¿quién te dice que Encarna no?
M_ ¿La verdad? –sonrió de lado-. Mi madre me ha
sorprendido, siempre pensé que no quería saber nada de mí
y ahora…
C_ Pues lo mismo Encarna, el dolor o la decepción para ellas
también pasa si os ven felices, porque a pesar de todo yo
soy de las que piensa que una madre no puede ir contra lo
que ha llevado en su vientre, es imposible.
M_ Ya sé de quien ha sacado su mal genio mi niña… -sonrió
más ampliamente-. A Julia la ha acojonado ¿eh?
C_ Eso es bueno.
M_ Si… en nada están aquí Cruz.
C_ Si
M_ Venga que mañana trabajas y llevamos un buen rato
hablando ya.
C_ Se me ha ido el sueño.
M_ Voy a avisar a Encarna, ¿crees que es buena idea? –le
preguntó algo dubitativa mientras se mordía el labio.
C_ Creo que sí, será una buena manera de limar asperezas.
M_ Gracias Cruz.
C_ Oye… que te quiero mucho ¿eh?
401 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Yo también ¿lo sabes, verdad?
C_ Sí –sonrió.
M_ Buenas noches –sonrió y al colgar, suspiró, buscó el
número de teléfono de Encarna y lo marcó, esperó que la
señal le dijera que estaba conectado y tras un solo timbrazo
contestó-. Hola Encarna no pasa nada. ¿La he despertado?
En_ No… tranquila… ¿qué ha pasado?
M_ Me ha llamado Julia porque han podido localizarles,
están de camino hacia la frontera y allí les están esperando
–por parte de Encarna silencio, Maca pasó su lengua por los
labios tratando de mostrarse serena-. ¿Me ha escuchado?
En_ Sí, parece que esa mujer está muy interesada en ti
¿no? –le dijo con tono hiriente-. Espero que sea verdad y
tenga pronto aquí a mi hija. Buenas noches.
M_ Encarna yo… -oyó como el pitido le decía que se había
terminado la comunicación. Exhaló un profundo suspiro
negando con la cabeza y mirando a su hija le susurró-.
Pronto estará aquí mami Maes, pronto.
Pasaron los dos día lentamente, a Maca le parecieron
una eternidad, a Cruz más de lo mismo, a quien le había
parecido una pequeña traición tras haberle conectado con
Dávila, fue a Julia el silencio de la Pediatra que seguía
provocando en ella las mismas ansias de poseerla le había
hecho de alguna manera daño. Encarna y Rosario se habían
hecho más amigas de lo que pudieron llegar a imaginar y
era un consuelo poder hablar con alguien que realmente
402 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
pudiera entender el desespero, la decepción y el dolor de
madre.
A Maca le habían ofrecido incorporarse una vez
terminada la baja en el Hospital, sin duda tardarían mucho
en restablecer el orden en el Congo como para que
volviera, su puesto de Pediatra estaba asegurado y ella
prefirió pedir unos días para pensarlo, y así llevarse la
bronca de Claudia y Cruz que eran su máximo apoyo.
Estaban en cafetería hablando las tres cuando en las
noticias dieron un especial.
C_ Callaros –les dijo a todos los que estaban allí.
La locutora habló:
“Las negociaciones entre miembros de la guerrilla del Chad
y el Congo con los enviados de la OTAN, se han visto
truncadas nuevamente, las imágenes que nos llegan desde
ese país demuestran que se ha vuelto a recrudecer la
situación, y ya se cuentan por miles los muertos, nuevas
fuerzas van a acudir procedentes de la ONU. Está situación
ha vuelto a provocar el cierre de aeropuertos, con el riesgo
que conlleva para los médicos y personal humanitario
español que todavía quedan, a pesar que por las noticias
que tenemos se encuentran en perfecto estado”
En los ojos de Maca y Cruz las venas se habían
enrojecido, según lo previsto ese mismo día debían llegar a
la frontera, y ambas habían decidido estar juntas para
recibir la llamada y confirmación de que todo estaba bien,
403 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Claudia las miró preocupada, sin duda esa noticia no era
esperada y creó en ambas un miedo atroz que se reflejó en
los ojos, en los gestos, en un ligero temblor de manos.
En ese mismo momento Julia entraba por la puerta de
cafetería, cuando la vio Claudia su gesto cambió por una
profunda aversión, ella había sido testigo de la crudeza del
dolor de Maca, y siempre pensó que verla así le hizo
convertirse en su apoyo y de un apoyo de amiga, pasó a
verse en vuelta en una relación algo tormentosa de
amantes.
J_ Hola.
Cl_ Bueno… tengo que seguir con los niños.
C_ Hasta luego. Hola Julia.
J_ Hola Cruz. Imagino que habréis escuchado las noticias –
les dijo sentándose mientras miraba a Maca.
M_ Si… ¿qué sabes? –la miró fijamente.
J_ ¿Por quién quieres saber? –le devolvió la mirada.
C_ Queremos saber por mi marido y los demás.
J_ ¿Por tu mujer?
M_ Si estuviera aquí Encarna te daba una hostia si te oye
que la llamas mi mujer, es de armas tomar.
J_ Dime –insistió clavándole la mirada mientras Cruz se
mordía la lengua.
404 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Principalmente por Teresa… ¿pero me lo vas a decir o
tengo que esperar que me ofrezcas algo a cambio?
J_ No Maca, no soy así.
M_ No es verdad… no eres así –le dijo convencida, tratando
de retenerse.
C_ Puedes decirme de una puta vez si sabes algo –explotó
finalmente.
J_ Venía para tranquilizaros, Dávila ha hablado con ellos,
están a tres horas de la frontera.
C_ Uf –resopló tapándose la cara demostrando así los
nervios que estaba sufriendo.
J_ ¿Podemos hablar tú y yo? –le preguntó a Maca.
M_ Claro dime.
J_ A solas.
M_ Claro… Cruz ¿puedo ir a tu despacho?
C_ Sí, sí está abierto.
La pierna le dolía menos, aparentemente Maca era una
mujer fuerte que se recuperaba bien de sus heridas,
siempre asombraba a Vilches en la Selva de cómo se
recuperaba, mientras andaba por los pasillos le llegaba su
voz diciéndole “como eres tan orgullosa, tus heridas
tienden a serlo también”. Una sonrisa leve dibujó su rostro.
Al entrar al despacho la hizo pasar.
M_ Tú dirás.
405 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
J_ Vengo a proponerte algo.
M_ Te escucho –se quedaron de pie una frente a la otra.
J_ Quiero que trabajes conmigo, tú sabes como funciona
aquello, necesito una persona que me ayude a crear
estrategias para mejorar nuestros servicios en el Congo y
que sea una persona de mi total confianza.
M_ ¿Trabajar juntas? –la miró con sorpresa dejándose
querer.
J_ Sí –sonrió con encanto-. Me apetece mucho volver a estar
a tu lado, creo que sería bueno para ti.
M_ ¿El trabajo? –hizo una mueca-, no sé…
J_ Estar junto a mí –se acercó a ella con una sonrisa que
Maca reconocía perfectamente.
M_ Ya –sonrió de manera divertida siguiendo el juego.
J_ Te he echado muchísimo de menos.
M_ Imagino –le dijo con su porte chulesco, su mirada
orgullosa y la sensación de no sentir nada que le parecía
maravillosa, reconociéndose tal y como Esther le había
bautizado cuando la vio de chula insoportable.
J_ ¿No te haría ilusión empezar de nuevo a mi lado?
M_ Muchísima si, ¿no te parece?
J_ Yo creo que sí.
Entonces sonó su teléfono.
406 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Perdona –vio en la pantalla el nombre de Encarna y le
colgó-. ¿Qué más te ha dicho Dávila?
J_ Que van a intentar refugiarlos y en cuanto haya un avión
los mandarán con más gente que está en la espera.
M_ ¿Y los demás? –seguía sin nombrar a Esther pero su
móvil volvió a sonar y lo cerró
J_ Sólo van a salir ellos tres.
M_ De acuerdo, oye Julia... y... tú no podrías –se acercó a
ella pasando su lengua por los labios de una manera tan
sensual que vio los ojos encendidos de Julia y sabía que iba
por buen camino-. Digo yo... no podrías hacer que un avión
estuviera preparado... yo sé que tú puedes –se mordió el
labio inferior.
J_ Tanta prisa tienes –se acercó hablándole con voz
sugerente.
M_ Necesito ver a Teresa, y a Vilches lo están pasando muy
mal y...
J_ ¿Y a ella no? –le acarició la cara.
M_ Fue una más, algo divertido... la Selva en soledad es
aburrida –le puso un mechón de su cabello tras la oreja.
J_ ¿Vas a pensarte lo del trabajo? –se volvió a acercar a ella
quedando a escasos centímetros de ella.
M_ Sí… no me apetece mucho estar en el hospital, prefiero
seguir vinculada con aquello, además, espero poder volver
a África nuevamente.
407 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
J_ Así que… con esa enfermera… nada.
M_ Tú lo has dicho –le dijo con su lado frívolo-. Y ahora si
me permites, tengo que hacer una llamada.
J_ Claro… ¿podría invitarte a cenar?
M_ Con esta pierna no puedo hacer muchos excesos –sonrió
traviesa.
J_ No siempre debes hacer excesos, yo puedo evitarlos.
M_ Pues nada… nos llamamos… ahora mismo estoy muy
preocupada por Teresa y Bárbara. ¿Miraras lo del avión?
J_ Como negarme a tus encantadores ruegos... pero te tomo
la palabra, me debes una cenita.
M_ Claro que si.
J_ Adiós –se acercó para besarla en los labios pero Maca se
retiró.
M_ Recuerda… nada de excesos me lo ha prohibido mi
médico. Por cierto, has avisado a la madre de Esther.
J_ No. ¿No lo has hecho tú?
M_ ¿Yo?, mi trato con ella terminó cuando la acompañé
contigo.
J_ De acuerdo yo la llamo.
M_ Adiós Julia –le sonrió.
J_ Adiós cariño.
Julia se marchó contenta, sonriente, cerró la puerta
con una sonrisa que iluminaba su rostro. Mientras Maca
408 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dentro soltaba aire mientras tecleaba el número de
Encarna.
M_ Que hija de puta…aún viene a… ¡será posible! -Maca
recibió la misma respuesta por parte de Encarna, le colgó-.
Joder… ¡menudo carácter!... ¿cómo podría hacer que me
deje hablar con ella?... si Esther vuelve pronto no me
gustaría que nos viera enfrentadas… Esther… Esther…
-decía mientras cerraba los ojos y podía sentir sobre su piel
las caricias de su mujer.
Ajenos a todo cuanto pasaba en España, el camión y la
cafetera seguían su camino bajo un sol de justicia, en el
camión las mujeres cantaban con tono bajo, trataban de
hacer más tranquilo el viaje, sobre todo para los niños. Los
hombres seguían con sus ojos bien pendientes de cualquier
movimiento que pudiera surgir, pero llevaban dos días sin
cruzarse con nadie, tan solo una manada de antílopes
perdidos en la espesura de la tierra. A Esther también le
dolían los ojos, le escocían de dormir poco y mal, habían
parado lo justo para no sobrecargar ambos coches, y para
bajar a hacer las necesidades. En la cafetera, tan solo iban
ellos dos, Mona, Valiente y Bartolo se habían metido
también en el camón, así el silencio ya era un acompañante
más entre ellos.
V_ Según mis cálculos estamos a menos de media hora de
encontrarnos con nuestro refugio.
E_ ¿Y qué pasará entonces?
409 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ No lo sé, Dávila ha dicho que no nos preocupemos, así
que… si superamos esto… estaremos a salvo.
E_ Es la experiencia más dura de mi vida Vilches –le dijo
con voz y gesto cansado.
V_ Te entiendo, yo con esta, ya van dos.
E_ ¿Y Maca?
V_ Ella venía en una.
E_ Seguro que se portó de manera excepcional –lo dijo con
total orgullo.
V_ Tú tampoco lo estás haciendo nada mal –le sonrió con el
gesto cansado, la barba de los tres días que llevaban
perdidos y la mirada triste.
E_ Gracias, estar a tu lado me ayuda mucho.
V_ ¿Y ahora por qué paran? –se preguntó mirando
nuevamente encenderse las luces rojas del freno del
camión.
En su casa Encarna estaba con unas amigas cuando su
sirvienta hizo aparición con gesto algo impactado. Se
acercó hasta ella y al oído le dijo. Que fuera estaba Maca,
ésa.
En_ Disculparme... tengo una visita urgente. ¿Qué te ha
dicho Angustias?
An_ Nada, solo que era urgente hablar con usted, señora.
410 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Que no me moleste nadie, y en cuanto puedas a éstas
las mandas a tomar viento.
An_ Si señora –la miraba algo impactada por su forma de
hablar.
Encarna suspiró agradeciendo que su marido no
estuviera en casa, él estaba ajeno a todo cuanto sucedía
entre Maca y su hija, al entrar al despacho la vio allí sin
muleta, pensó que era una mujer o muy fuerte o muy
orgullosa.
En_ Hola.
M_ Lo siento no he podido contestarle.
En_ Ya... estabas con Julia.
M_ Si –le contestó algo aturdida por su frase directa y su
mirada juiciosa.
En_ Ya me he enterado que va a mandar un avión a por mi
hija. ¿Cuándo vuelva, qué le vas a decir?
M_ Mire Encarna, he venido porque yo soy muy orgullosa,
muy cabezota ¿vale?
En_ No me importa como eres, para mí no tienes nada que
ver con mi vida.
M_ Pero eso no es así, Esther es mi mujer le guste más o
menos, y pienso casarme con ella aquí.
En_ ¿Y Julia?, ¿algo habrás hecho para conseguir que
inmediatamente se ponga en marcha?
411 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Haré lo que sea por conseguir que Esther vuelva a mi
lado lo antes posible –le decía segura mirándola fijamente a
los ojos-. Mire, entiendo que le caigo como patada en el
hígado, lo entiendo y respeto, pero me gustaría que cuando
viniera Esther usted y yo pudiéramos hablar al menos sin
rencor.
En_ No tengo nada que hablar contigo, y solo espero que mi
hija vuelva para hablar con ella, ella decide, o está a mi
lado como una mujer decente, o está al tuyo como ya
imagino entiendes que.
M_ ¿A usted eso le parece normal? –no pudo evitar mirarla
con chulería.
En_ Lo anormal es lo que hace contigo.
M_ Usted nunca ha estado enamorada, se ve clarísimo.
En_ Si ya has terminado te agradecería que te marcharas.
M_ Claro que me voy, pero que sepa que Esther y yo nos
amamos por encima de muchas cosas, yo nunca pondría en
una disyuntiva tan cruel como la que usted le quiere poner
a ella a mi hija. Esther es una mujer excepcional, no sé si
sabe la clase de hija que tiene.
En_ No te permito que...
M_ No me venga con tono de película, la realidad aquí es
que nos amamos, que su hija es la madre de mi hija, que
nos vamos a casar, y que si quiere poner en esa disyuntiva
tan estúpida a Esther, la va a perder, y si la pierde, que
412 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sepa que pierde a una mujer única, a la que quizás usted no
ha sabido valorar como hija, persona y mujer.
No dijo nada más, se giró y con la cojera que aún
quedaba en ella se fue, con el gesto de rabia marcado en su
rostro, pero la tranquilidad de haberlo intentado por Esther.
El camión se detuvo, Vilches bajó junto a Esther que tenía
una rozadura en su zapato derecho y le sangraba la herida,
por su parte, Massamba bajó del camión el sol era de
justicia, y dentro se escuchaba el llanto de la pequeña
Macarena.
V_ ¿Qué pasa?
Ma_ El camión calentar Ziku.
V_ Joder –se removió inquieto.
Yi_ Masa.
V_ Si, estamos muy cerca podemos utilizar el agua que
queda.
E_ Voy a ver a Nsona.
V_ Si...
Ma_ Ziku... Massamba tener angustia.
V_ No me jodas Massamba que tus angustias me tocan los
cojones siempre.
Ma_ Quedar poco –sonrió.
V_ Eso espero, voy a ver como van los niños y Nsona.
413 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Durante un rato estuvieron allí esperando que el agua
hiciera su trabajo con el agotado camión, mientras Mona y
Valiente jugaban en lo alto, con la gorra y las gafas de sol,
Loaubi bajó un momento para poder hacer sus necesidades,
los hombres sabían que el camino empezaba nuevamente
algo de Selva, quedaba una curva a la derecha y podrían
ver ya la ciudad. Aquello les hacía estar más distendidos, lo
peor había pasado.
E_ Estoy muerta –le dijo a Teresa que había bajado también
y estaba abanicándose con la gorra.
T_ Ya prácticamente estamos, me muero por una buena
ducha.
E_ ¿Cómo estará Maca?
T_ Vaya... lo que dio de si la ducha ¿no? –la miró divertida.
E_ Sí... mucho Teresa, mucho –sonreía.
T_ Bueno... ahora llegaremos y en seguida podremos
recomponernos.
E_ ¿Qué va a pasar con ellos?
T_ Nos quedaremos un tiempo.
E_ ¿Tú te vas a quedar?
T_ Sí Esther, yo no sé vivir en España, y ellos son mi familia,
no los quiero abandonar.
E_ ¿Y Bárbara?, ¿y Maca?, ¿y yo?
414 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Venga... venga... si en cuanto estéis allí unos meses ya
me estaréis dando la lata de que os volvéis. Y bueno,
Bárbara está en el hospital de Impfondo, imagino que
cuando se calme todo podré ir a verla.
E_ ¿La cuidaras? –le preguntó sonriente.
T_ ¡Mira que eres tonta!
E_ Si, si, yo te lo recomiendo, vamos nada que ver.
T_ ¿Nada que ver que?
E_ Un hombre y una mujer... no... no... me quedo con Maca.
T_ Es que Maca es mucha Maca.
E_ Y Esther es mucha Esther –sonrió con sorna.
V_ Bueno... parece que esto ya está... así que... damas...
¿nos vamos?
T_ Sí por Dios que tengo un calor que me muero y unas
ganas de una buena ducha.
E_ Y yo, vamos que Maca me ve así ahora y huye de mí.
T_ ¡Ay Maca... Maca!
V_ ¡Nos vamos!
Todos volvieron a subir camino a Loukoléla donde por
fin estaba la tranquilidad, y donde sin saberlo ellos, se
había negociado desde Madrid un avión que les estaría
esperando para esa misma noche salir rumbo a casa, por
fin.
415 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En casa había llegado Maca con los nervios de la
espera, tenía en sus brazos a Maes que era lo único que le
daba cierta tranquilidad, jugaba con ella, le cantaba
canciones y sobre todo la observaba en silencio, porque al
hacerlo la voz de Esther llegaba con total claridad a su
mente.
R_ Ya está de camino la comida, es que no me ha dado
tiempo, he llevado a pasear a la niña y hacer algunas
presentaciones oficiales –decía orgullosa ante la mirada
atenta de Maca mientras ponía la mesa.
M_ ¿A tus amistades?
R_ Sí hija, a algunas y he ido a ver a la Tía María… se ha
quedado prendada de ella.
M_ ¿Y no les ha sorprendido que la niña no es blanca?
R_ ¡Ay hija!, de verdad que manía tienes de juzgar a todas
mis amistades.
M_ Mujer… de mí opinan pestes porque soy lesbiana.
R_ Eso es otra cosa, pero pasando… tu padre viene esta
tarde, otro que babea.
M_ ¿Aquí?
R_ Sí, claro.
M_ Mamá, es posible que mañana ya esté aquí Esther.
R_ Bueno pues nada, la conoceremos, nos iremos y le daré
las gracias.
416 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Las gracias? –la miró enarcando su ceja derecha.
R_ Sí, por hacer que mi hija vuelva a sentir ganas de vivir –
le sonrió mientras sonaba el timbre-. ¡La comida!
M_ Joder… pues si que ha cambiado tu abuela Maes…
-entonces sonó su móvil-. Joder… la madre que la parió.
¿Dime?
J_ Hola Maca… me preguntaba si estabas haciendo algo.
M_ Pues ahora mismo iba a comer –trataba de poner buen
tono.
J_ Pensé que te gustaría comer conmigo.
M_ Lo siento pero mi madre ha hecho un cocido y no puedo
dejarla con todo por medio, ya sabes como son las madres.
J_ Si…claro… ¿y esta noche?
M_ Pues… esta noche… ¿ya sabemos algo no?
J_ Podemos celebrar que vienen de camino ¿no te parece?
M_ Claro… porque no…
J_ Pones tú la hora y yo el lugar.
M_ De acuerdo… ¿a las nueve?
J_ Sí… me han confirmado que llegaran sobre el medio día
de mañana podrían estar aquí –Maca cerró los ojos-.
Siempre y cuando ellos estén preparados Maca, ten en
cuenta que han hecho un esfuerzo y quizá quieran
descansar.
417 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya… si… pero imagino que Vilches estará como loco por
llegar –“y mi niña también debe estar sufriendo y debe de
tener unas ganas tremendas por volver a ver a Maes y
claro... a mí también... ¡uf que calor de repente!”
J_ … ¿me estás escuchando?
M_ No perdona mi madre me estaba diciendo que se enfría
el arroz –Rosario la miró levantando una ceja-. De acuerdo a
las nueve de todos modos igual ya hemos podido hablar
con ellos a esa hora ¿no crees? –insistió.
J_ Claro guapa.
M_ Así lo celebramos.
J_ De acuerdo… te esperaré en la puerta del Ritz.
M_ Tentadora oferta… pero te recuerdo que no puedo
cometer excesos.
J_ Tranquila recordaremos viejos tiempo con calma. Hasta la
noche.
M_ Hasta la noche.
R_ ¿Julia?
M_ Sí –dijo suspirando.
R_ Ten cuidado, Encarna está muy ofendida con ese tema.
M_ ¡Ah si!, es cierto se piensa que he conseguido el avión
tirándomela.
R_ ¡No hables de esa manera hija! –le riñó ante la sonrisa
de Maca-. No me hace ninguna gracia.
418 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ A mí si.
R_ Se nota que estás feliz.
M_ Estamos a unas horas de reencontrarnos mamá… es
que Esther es tan… especial en todo, es tierna, siempre con
una sonrisa que te deja boba, atenta, cariñosa… tiene su
genio ¡no vayas a creer!, pero es… apasionada para todo,
tan dulce y a la vez tan inocente… -cuando se dio cuenta de
que su madre la miraba fijamente con una sonrisa elevó las
cejas y contrajo graciosamente el mentón-. Vaya… se me
hace raro contarte estás cosas… perdona.
R_ Me gusta escucharte hablar así, creo que por fin has
sentado cabeza y mira, no conozco a Esther más que de
una vez que coincidimos en una fiesta, entonces iba con un
chico.
M_ No me lo recuerdes, aunque gracias a él, llegó a África –
musitó con algo de celos.
R_ Me cae bien… y tengo muchas ganas de conocerla…
M_ En unas horas la conocerás.
R_ Pues nada vamos a comernos ¿el cocido era? –sonrió
señalando la bandeja que habían subido del Restaurante de
la esquina ante la sonrisa de Maca.
En África la vida se veía de otro modo, por fin tocaba
despedirse de ese desierto, llegaban los primeros brotes de
Selva, nuevamente árboles, grandes zonas de intenso
follaje, aves sobrevolando la cafetera de diversos colores.
419 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Aquello parecía nuevamente que volvían a la vida, Esther
miró a Vilches parecía más viejo ¿le pasaría a ella igual?
Cerraba los ojos y veía a Maca, y con esa imagen el resto
que parecía tan poco y a ella se le estaba haciendo tan
largo, pretendía que al menos, fuera ameno.
V_ Al menos esta carretera está un poco mejor.
E_ Si, y al menos tenemos algo con que alegrar la vista.
V_ Eso es cierto, tanto suelo cansa.
E_ Es precioso esta parte de aquí.
V_ Si, es una zona pobre pero la ciudad tiene su encanto.
E_ Oye Vilches… ¿crees que podremos salir?
V_ Mira Esther yo, hasta que no llegue no me creo nada.
E_ Debería haberlo aprendido ya ¿no?
V_ Tú no aprendes nada, te dije nada de sentimentalismos
y…
E_ Jejeje –sonrió.
V_ Parece mentira que lo hayamos conseguido –hizo un
gesto de asentimiento.
E_ Si.
V_ ¿Has visto la magia de Lula?
E_ Eres el primer médico que conozco que da crédito a esta
magia.
V_ A veces para salvar a la gente, hay que ser más humilde
en tu profesión, he visto tantas cosas aquí, que creo que
420 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hay un punto donde yo no puedo pasar, pero esta gente
que tiene su poder… hace lo que nadie se creería en la
civilización, aunque también a veces comete graves
errores.
E_ Los médicos… las enfermeras… también –Vilches la miró
y le sonrió.
V_ Entiendo porque tienes a Maca tan rendida.
E_ ¿Qué estará haciendo?
V_ La cabra seguro, nada de hacer caso a Cruz, irá andado
por ahí como si nada.
E_ Mientras no se deje liar por Julia.
V_ ¿De verdad crees eso? –la miró extrañado.
E_ No por ella pero… ¿qué le pasa a Mona? –preguntó algo
aturdida al ver la reacción del animal.
V_ Ni idea se ha vuelto loca con tanto salto.
Esther giró la cabeza hacia detrás porque Mona
saltaba y agitaba los brazos, entonces su gesto se
transformó en pánico, miró a Vilches sin poder decir nada y
los ojos del médico se encontraron con los dos camiones a
través del espejo retrovisor.
V_ ¡Mierda!
E_ Massamba… Massamba –gritaba como loca por la radio.
Di_ Mwasi ver… ver…
V_ Massamba dale toda la fuerza al camión.
421 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Vilches se están acercando.
V_ Massamba voy a entretenerlos… trata de darle toda la
potencia… ya debemos estar llegando –gritaba como loco.
E_ ¿Qué vas a hacer? –lo miraba asustada por su rostro
desencajado.
V_ Tenemos que tratar que no se acerquen a ellos –decía
levantando el pie del acelerador-. Joder... lo siento Esther.
E_ Haz lo que tengas que hacer –decía tragando saliva
muerta de miedo-. Por mi madre que esto salga bien... los
niños Vilches.
T_ ¡Vilches! ¿qué vas a hacer? –le gritaba fuera de sí
Teresa.
V_ Seguir y pedir ayuda... voy a tratar de detenerlos creo
que nos quieren vivos a Esther y a mí.
T_ Vilches estás loco –decía al ver que la cafetera había
aminorado la marcha y los camiones se acercaban a ellos a
toda prisa.
V_ Cierra la radio Esther –le pidió respirando agitadamente.
E_ Si –se pasaba la lengua por los labios, la garganta se
había secado.
V_ ¿Sabes rezar?
E_ No.
V_ Joder... vamos bien...
422 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
La cafetera casi estaba parándose, por el retrovisor
podía ver que eran unos cuantos, podía reconocer a la
distancia que estaban hambrientos de furia, de maldad,
notaba como sudaba, como su corazón latía fuerte, a su vez
controlaba como el camión iba tomando cada vez más
distancia... estaba prácticamente seguro que llegarían y si
su plan salía bien, ellos tendrían una oportunidad para
escapar, pero era tan complicado que sintió ganas de llorar.
Dentro de la cafetera tan solo se escuchaba el sonido de
ambas respiraciones y la tensión podía cortarse con una
pequeña navaja.
E_ Vilches los tenemos muy cerca.
V_ Esther... escúchame, voy a acelerar a tope, la cafetera
va a morir en el intento pero quiero intentarlo si nos sale
bien, creo que podríamos llegar a la recta que nos dejaría
en la frontera, allí hay militares y no creo que se atrevan a
seguirnos.
E_ De acuerdo –lo miraba con miedo.
V_ Te juro que me gustaría que no estuvieras aquí.
E_ Vilches va a salir bien.
V_ Cuando te diga, agarrate bien voy a acelerar a tope, y
esto va a ser como un obús hasta que pierda la potencia.
E_ Ya están aquí Vilches –le dijo con gesto de pánico.
V_ ¿Preparada? –el camión se había detenido tras ellos,
cuando Vilches vio que se abrían las dos puertas laterales le
423 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
gritó al mismo tiempo que apretaba el acelerador a tope
tras meter primera-. ¡Ya!
E_ Dios –susurró al escuchar el chirriar de las ruedas, al ver
como salían disparados a golpes por las piedras-. El camión
no está...
V_ Vamos... vamos... vamos –repetía insistentemente a la
cafetera.
E_ Los hemos dejado atrás –le anunciaba girándose y
viendo como subían alterados al camión.
V_ Bien... vamos... de puta madre... –de pronto llegaron a la
zona donde Vilches sabía podían salvarse-. Esther... voy a
derrapar la cafetera no puede más una vez lo haga hay que
salir corriendo de acuerdo... yo haré lo mismo.
E_ Si.
V_ Esther.
E_ Dime –le decía con los nervios a flor de pie.
V_ Ha sido un placer conocerte.
E_ Lo mismo digo –le sonrió asustada.
V_ Piensa en Maca.
E_ Piensa en Cruz.
V_ Vamos –la cafetera comenzaba a echar humo-. Un poco
más aguanta un poco más, buena chica... venga...
E_ ¡Ahí está la frontera! –gritó al ver una alambrada.
V_ Ahora Esther, no mires atrás ¡corre!
424 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Tal como dijo, la cafetera quedo en medio de la
carretera, Esther salió corriendo sintiendo la presencia del
camión sobre sus pasos, no se giró como le dijo Vilches,
corrió al igual que lo hizo él los ojos de los dos vieron
perfectamente el camión con su gente, lo habían logrado,
ambos corrían, ambos notaban sus latidos desenfrenados,
ambos sentían la vida en la otra parte del alambrada, hasta
que ambos escucharon una detonación, y tras ella a ambos
les llegó la oscuridad.
A Maca la siesta con su hija se le hizo corta, abrazada
a ella, soñando que Esther bajaba de ese avión con una
amplia sonrisa en sus labios, una sonrisa que le llenaba los
ojos de emoción. Pero la voz de su madre finalmente la hizo
despertar.
M_ ¿Qué ha pasado? –preguntó sobresaltada.
Ro_ Nada hija.
M_ ¿Qué hora es? –la niña ante su movimiento brusco
rompió a llorar.
Ro_ Son las cinco y media.
M _Ya cariño… ya… venga…
Ro_ Anda dámela y sal que está aquí tu padre.
M_ Voy… ¿no ha llamado nadie?
Ro_ No… ¿aún es pronto para que llamen?, venga…
M_ Voy –cuando se quedó sola en la habitación miró la
pantalla de su teléfono ninguna llamada perdida, ningún
425 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mensaje-. Deben estar a punto de llegar. Esther cariño…
que larga se me está haciendo la espera… seguro que tú
estás igual de mal, seguro.
Antes de cerrar sus ojos, Esther llegó ver el gesto de
horror de Teresa, todo le pareció como si ella fuera a
cámara lenta, como si todo cuanto pasara por delante de
sus ojos fuera una película, Maca, su hija, su madre, su
novio, finalmente su abuela, una abuela que la miraba
sonriente, con esa misma sonrisa suya, con esa sonrisa con
la que un día se fue.
Desde el otro lado de la alambrada, segundos antes a
la explosión, Teresa tocaba con sus pies el suelo que les
daba la tranquilidad de estar protegidos, nerviosa levantó la
cabeza y buscó la cafetera, aquel coche donde sus dos
amigos llegaban para como ella salvarse de la locura que
habían dejado atrás y volver a casa junto a sus familias. Su
gesto marcó sorpresa al ver llegar el coche a toda velocidad
y de repente derrapar, no pudo evitar ponerse la mano en
la boca para sofocar un grito ahogado, su tensión fue
insoportable cuando vio como se abrían las puertas y
ambos salían corriendo, pero nada comparado a la
angustia, el dolor y el pánico cuando vio como uno de los
hombres con un lanza granadas disparaba haciendo
explotar la cafetera, viendo como los dos volaban
despedidos del suelo cayendo a metros de distancia del
lugar, el sonido de los soldados de la frontera disparando
hacia los guerrilleros Teresa no lo escuchó, tan solo sintió la
426 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
frialdad de unas lagrimas que recorrían sus mejillas, y un
dolor tan hondo en el corazón que por un segundo, sintió
con gesto desgarrado que le habían atravesado a ella
alguna de las balas.
El paso del tiempo cuando esperas una noticia tan
importante como la que Maca esperaba, parecía que lo
hacía con lentitud burlándose de ella, y el mismo frío que
notaba a través de la ranura de la ventana donde se había
sentado en el sofá, lo sentía en su alma, quedaba poco pero
lo poco que quedaba le estaba pasando tan lentamente que
no sabía ya en que matar ese lento morir de los minutos. Si
hubiera estado más tranquila la reacción de su padre con la
niña le hubiera llegado a emocionar, incluso escuchar
hablar a su madre de Esther con tanto cariño aún sin
conocerla, pero estaba tan sumida en el paso pesado y
lento de los minutos que ni siquiera había podido demostrar
alegría, más bien todo lo contrario una profunda tristeza
hacia su entorno incluso, agradeció que se llevaran a la
niña para quedarse sola y pensar, algo en ella le decía que
quizás estaban en problemas. Se levantó para ducharse con
el móvil tras ella, su cabeza no se detenía, no podía hacerlo
era imposible estar tranquila.
Después de la explosión y las balas perdidas, sin
dudarlo Massamba, Ngouabi, Yildas, Dib así como algunos
soldados se acercaron a la pareja, cada una a un lado, boca
abajo Vilches, de lado Esther. Los gestos de los hombres
eran de pánico, mientras las mujeres lloraban tratando que
427 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
los niños no vieran lo ocurrido. Teresa tardó en reaccionar
pero cuando lo hizo comenzó a gritar como loca la
presencia de médicos, un par de jeeps ranchera que hacían
las funciones de ambulancias llegaron hasta el lugar de los
hechos. Massamba llevaba la sangre de Vilches en su ropa,
Yildas con gesto paralizado llevaba la sangre de Esther, y
Teresa al llegar y ver el estado de ambos, solo pudo
susurrar.
T_ Dios mío no...
Eran las ocho de la tarde, junto a Maca una Cruz algo
desesperada se había sentado en el sofá en silencio
pensando cada una en miles de posibilidades, que cuando a
una le parecían lógicas las elevaba en voz alta para tratar
de tranquilizar a la otra, aunque nada podía engañar el
corazón al menos podían apaciguar los nervios.
M_ No entiendo porque no llaman, son las ocho y cuarto y
deben haber llegado ya.
C_ Si pero te dijeron que el avión salía a media noche –la
miró tratando de calmar sus propios nervios-. ¿Qué vas a
hacer cuándo esté aquí Esther? –Maca la miró sonriente-. A
parte de…
M_ Yo no he dicho nada ¿eh? –dieron una carcajada-. Pues
no lo sé Cruz, tendré que volver a trabajar en el Hospital, y
esperar a que podamos volver.
C_ ¿Con la niña?
M_ Sí.
428 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ ¿Te lo has pensando bien?
M_ Sí, claro…
C_ ¿Esther piensa igual? –le preguntó tras dar un sorbo a su
tónica.
M_ Sí, estuvimos hablando diversas posibilidades… yo no
soy de ciudad Cruz.
C_ Pero ahora ya no es igual… hay una niña y… después de
esta experiencia... no sé.
M_ Bueno, en el caso que Esther no quisiera ir pues tendría
que aguantarme y quedarme aquí.
C_ Háblalo bien, no vayáis a tener problemas, recuerda que
yo tuve que dejar las cosas claras con Vilches.
M_ Si, lo recuerdo… aquellas crisis en la distancia –reía.
C_ En el fondo tenía razón, aquella zona no es para mujeres
y nuestra hija necesitaba de una madre, ahora no sé que
pasará cuando venga porque mi hija, necesita de padre
también.
M_ Si –sonó su teléfono y ambas saltaron hacia delante.
C_ ¿Quién es? –le preguntó al ver su gesto.
M_ Julia –resopló tratando de controlar la modulación de su
voz-. Hola Julia. Si. Hemos quedado a las nueve ¿verdad?,
¿ya?, me estoy arreglando… no estoy con Cruz tratando de
ver si nos llaman y nos dicen algo, ¿de verdad?, te lo
agradecería –miró hacia el techo con actitud cansada-.
Claro… hasta ahora. Joder…
429 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Está pesada.
M_ Está salida que no es lo mismo –le dijo mordiéndose el
labio-. Reconozco ese tono de voz a mil leguas.
C_ Te estás metiendo en una trampa tú misma Maca.
M_ Si, no te digo que no, pero mira tenemos el avión
esperando.
C_ ¿A cambio de…?
Maca guardó silencio, ni siquiera hizo el más mínimo
movimiento para arreglarse, se mordía la uña del dedo
gordo pensando que era cierto, en un primer momento
había pensado no ir a la cena, dejarla plantada, pero sin
embargo la hora de salida del avión le dejaba poco margen
para hacer algo así, no quería ir a cenar pero sabía que su
actitud estaba gustando a Julia que realmente le importaba
bien poco si llegaban o no, tan solo le importaba hacer que
Maca después de todo se mostrara igual de interesada en
ella como si nada hubiera cambiado.
M_ Voy a vestirme.
C_ ¿Y si no vas?
M_ El avión sale a las doce y ésta es capaz de hacer
cualquier cosa con tal de joderme, y lo que quiero es que
estén aquí.
C_ ¿De verdad crees que se ha creído lo de Esther?
M_ No lo sé, creo que la actitud de Encarna juega a nuestro
favor.
430 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Horas antes…
Las dos camillas con los dos cuerpos, entraban en el
hospital de la ciudad, ensangrentados, Teresa subida sobre
Vilches haciendo un masaje cardíaco que le estaba
costando casi la vida, no pensaba en otra cosa que en
reanimar el corazón, no sabía como iba Esther, tan solo
había visto quemaduras en la espalda, y sangre por todo su
cuerpo. Al llegar los médicos consiguieron con la ayuda de
Teresa seguir con el masaje cardíaco, al apartarse sus
piernas comenzaron a temblar y fueron los brazos de
Massamba que la había acompañado junto a los demás
quien la sujetó.
Ma_ Todo ir bien Mami –le dijo mientras le caí una lagrima
por su rostro.
En su casa desesperada Encarna trataba de calmar sus
nervios, su marido le había dado de lado en aquella espera,
“ella se fue sabiendo lo que hacía ¿no?, pues ahora que
acarree con las consecuencias”, tras aquella frase se dio
cuenta de la diferencia que había entre un padre y una
madre, las entrañas donde había dado vida a su hija podían
más que cualquier otra cosa, pedía y rogaba que volviera,
le daba lo mismo que junto a esa mujer, tan solo rogaba
con el rosario en sus manos que su hija pudiera llegar sana
y salva.
Dentro de su desesperación, hizo una llamada.
431 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Maca salía de su habitación con unos vaqueros, botas
y una camiseta ceñida, se notaba su delgadez, y el tono
moreno en su piel, francamente se le veía hermosa pero no
lo podía disimular, la mirada opaca demostraba la tristeza
que sentía en su interior.
C_ Madre mía Maca, se te echa a la yugular.
M_ Que lo intente siquiera.
C_ Mira voy a llamar, lo siento no voy a esperar más.
M_ De acuerdo –entonces volvió a sonar su móvil-. Joder es
ella, espera. Si… dime… ¿han llegado?, sí… gracias a Dios…
¡si ya ves a estas alturas he dejado de ser atea!... ¿cuándo
salen?, bien… si… si… ¿Encarna?, sí no me puede ver
mucho no… me trata como una hereje que trastornó a su
niña buena… si… en fin menos mal que no tengo que seguir
soportándola y ha entendido que a mí no me tiene que
molestar. Gracias Julia por mediar en esto eres un amor…
gracias…nos vemos si…
C_ ¿Han llegado? –le preguntó expectante.
M_ Sí –sonrieron ampliamente abrazándose emocionadas-.
Dice que todo bien… que a media noche van a salir y… por
fin estarán aquí.
C_ Eso es fantástico… gracias a Dios.
Ro_ Hemos llegado –al ver sus rostros entendió que todo
estaba bajo control-. Han llegado.
M_ Si, mamá, Esther y los demás están bien –sonrió.
432 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ro_ Menos mal hija… que descanso –se abrazaron como
hacía mucho tiempo no hacían, con ese sentimiento de
madre e hija.
C_ Pues entonces yo me voy a casa Maca… creo que ahora
mismo me ha salido todo el sueño que llevo atrasado de
estos diecisiete días de tensión.
M_ De acuerdo. Espera… ¿sabes qué le dijo Encarna?
Ro_ ¿Encarna?
P_ Voy a llevar a la niña a su cuna, se ha quedado dormida
–les dijo sonriendo con su nieta en brazos.
Ro_ Si. ¿Qué dijo?
M_ Le ha dicho a Julia que quiere que le ayude a estar en el
aeropuerto de alguna manera para recibir a su hija sin mí, y
aquella se lo ha creído.
Ro_ Cariño…
M_ ¿Crees que lo ha dicho de verdad? –la sonrisa se le
borró.
Ro_ No lo sé, Encarna está muy afectada por todo esto… no
me gustaría que luego te llevaras tú el golpe que pretendes
darle a Julia.
C_ De todos modos, no va a conseguir nada Maca. ¡Vamos
con las ganas que debe tener Esther de verte!
M_ Si –sonrió-. Mi niña y yo hemos estado dieciocho días
porque cuento el de mañana, toda una condena sin vernos.
433 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ ¡Ay guapa, te cuento yo! –le dijo con sorna.
Ro_ ¿Y dónde vas ahora? –verlas así de sonrientes le daba
un gran alivio por fin la pesadilla se terminaba.
M_ A una cena de negocios mamá. No tardaré.
C_ Eso espero aún estás convaleciente, si fuera Esther te
daría permiso.
M_ Pero que mala eres tú también, me recuerdas a Vilches
–le dijo con burla.
C_ Menos mal que ya tienes la herida cerrada.
M_ Pero mírame Cruz, me has dejado perfecta casi ni se
nota.
C_ Ya, además mañana seguro que ni cojeas.
M_ Eso dalo por hecho –sonreían divertidas.
En el hospital, lejos muy lejos de aquellas dos mujeres
que habían sido engañadas, que pensaban que todo estaba
correcto, los médicos luchaban contra reloj por ellos, Teresa
esperaba fuera desquiciada pasillo arriba, pasillo abajo,
separándose moscas de la cara con su mano, resoplando
sintiendo la pesadez de los tres días en sus piernas,
desesperada ante la falta de noticias, decidió hacer algo.
T_ Massamba acompáñame por favor, necesito poner al día
a Dávila, debe saber esto
Ma_ Si mami.
434 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Con la ayuda de la secretaria de aquel hospital,
pudieron localizar la embajada, y con ella a Dávila. El
hombre había recibido la llamada de Julia y le contestó
contento.
D_ ¡Hombre por fin los desaparecidos!, enhorabuena.
T_ Dávila –susurró algo alterada entendiendo que no sabía
nada entrecerrando sus ojos.
D_ He hablado con Madrid y me han avisado que ya estáis
ahí, el avión está preparado para media noche.
T_ Dávila han atacado el coche de Vilches y Esther.
D_ ¿Cómo?
T_ ¿Quién te ha dicho que todo va bien?
D_ He hablado con Julia y…
T_ Hija de puta –Massamba que conocía el insultó la miró
con los ojos abiertos como platos Dávila se retiro algo el
auricular mirándolo aturdido-. Nos atacaron y ellos pudieron
entretenerlo el tiempo suficiente para que el camión llegara
bien, nosotros estamos todos bien sin embargo, a ellos les
alcanzó una granada, en el coche llevaban todavía un poco
de gasolina que nos había sobrado y la explosión fue
tremenda. Vilches a sufrido un paro cardíaco, lo hemos
podido remontar pero…
D_ Teresa no entiendo nada –decía aturdido y afectado por
la noticia.
T_ No vamos a poder volar a España como turistas.
435 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
D_ Entiendo lo que me quieres decir –miraba absorto
alrededor mientras pensaba en Vilches herido grave, Esther
también.
T_ Necesitamos ayuda médica, tendrán que operar a
Esther, a Vilches… aquí tampoco estamos en condiciones.
D_ Dame un tiempo Teresa, voy a ver que podemos hacer.
T_ Si, claro.
D_ No te muevas de ahí.
T_ Pero sobre todo no hables con Julia. Ni de momento con
Cruz ni Maca… vamos a aguantar a ver como se puede
solucionar evitándoles más dolor.
D_ No… tranquila… trataré de ver como se puede hacer
pero… Teresa no sé como vamos a sacar un avión… en
fin… déjame que lo vea.
T_ ¿Has visto Massamba?
Ma_ Demonio volvió.
T_ Esther tenía razón…
Se habían marchado juntas de casa de Maca, a Cruz le
había dejado el taxi en la puerta de su casa, Maca
continuaba rumbo hacia su cita, por su cabeza miles de
imágenes, miles de ideas, y de pronto, una solución.
M_ Disculpe, he cambiado de idea, vamos a otra calle…
Eran las nueve y media, Julia movía los dedos nerviosa
sobre la mesa, su gesto poco a poco fue cambiando cada
436 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
vez que la puerta se abría pensaba en verla entrar, con esa
melena al viento que la volvía loca, estaba maravillosa y
tenía tantas ganas de estar con ella que había tenido que
prepararse para cenar en un restaurante y no ir a por el
postre directamente en la habitación. Aquel retraso en ella
no era lo habitual, nunca llegaba ni un minuto tarde, y en
esa ocasión lo hacía media hora, llamó al móvil sin querer
aparentar desesperación carraspeó para dar la impresión
de tranquilidad, tan solo le haría ver preocupación por ella.
M_ Hola soy Maca deja tu mensaje ahora no puedo
atenderte.
J_ Maca, soy Julia te llamo porque no sé si te ha podido
pasar algo y… bueno… quería quedarme tranquila.
Diez minutos después su móvil sonaba, en la pantalla
veía el nombre de Maca, sonrió, hacia efecto sus llamadas,
volvía ver como sus influjos sobre ella esa sonrisa hasta
cierto punto maquiavélica le iluminó el rostro.
J_ ¡Maca cariño!... ¿qué tal?
M_ Julia hola… siento si no te he podido llamar pero la niña
se ha puesto con un poco de fiebre y prefiero quedarme.
J_ ¿Qué niña? –preguntó apretando inconscientemente la
servilleta entre sus dedos.
M_ La mía… ¿no te lo había dicho?
J_ No, no sabía nada –contestaba aturdida.
437 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo siento no voy a poder ir, lo dejamos para otra
ocasión. Un beso.
J_ Maca… Maca... –sonrió forzadamente y tras una
exhalación profunda se levantó para marcharse diciéndole
al camarero-. Lo siento me ha surgido un imprevisto me
tengo que marchar… ¿Qué estás haciendo Maca? –se
preguntó con seriedad y desconcierto por su actuación
mientras llamaba a un taxi.
Tras colgar la sonrisa de Maca fue tremenda, apoyó el
teléfono sobre la barbilla y siguió mirando por la ventanilla
la luna hermosa a pesar de taparla alguna nube oscura y
querer menguar su magia, para ella tan solo pensar que al
día siguiente podría compartirla con Esther le daba la
sensación de bienestar, de profundo alivio.
El taxi paró y Maca bajó con los nervios habituales
cada vez que se detenía ante las puertas de aquella casa,
tocó el timbre y una compungida sirvienta le abrió la
puerta.
M_ Hola… espero que no sea muy tarde… ¿puedo hablar
con Encarna?
An_ Pues no lo sé –le dijo con dudas.
M_ ¿Podrías preguntarle? –la miró con cierto malestar.
A_ Espere aquí.
Al verla en ese estado no pudo reprimir un cierto
malestar en la boca del estómago sin saber muy bien a que
438 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
era debido. La siguió tras una mirada juiciosa, Maca se
quedó esperando en el pequeño despacho, allí había una
fotografía que al verla le dolía el alma sus ojos se
entrecerraron un poco, allí con su sonrisa a pesar de algo
triste, estaba Esther con un chico, la tenía abrazada por la
cintura, odio al chico, odio aquellas manos que la tenían
sujeta, le hubiera gustado arrancar aquel maldito retrato y
echarlo a la basura. Sin embargo el sonido de la puerta le
hizo girarse. Encarna la miró iba vestida que se notaba
venía de alguna cita importante, y eso le provocó un grave
pellizco en su corazón. Se miraban desafiantes. El silencio
se instauró entre ellas. Maca tragó saliva sintiéndose muy
incómoda pero quería probar por última vez antes de que
llegara Esther, quería solucionar sus problemas con su
suegra.
M_ Hola.
En_ ¿Qué quieres?
M_ Venía a hablar con usted, he estado hablando con Julia.
En_ Imagino –le dijo mirándola de arriba a bajo.
M_ Mire Encarna por favor… Esther va a llegar y no me
gustaría que se encontrara con esta situación.
En_ Puedo decirte una cosa Maca.
M_ Claro –sonrió con cierto temor por su gesto, entonces vio
lagrimas y en sus ojos y su sensación fue peor-. Dígame.
439 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Te ruego que después de esto, no te acerques a mi
hija… que te quedes con Julia o con quien te dé la gana,
pero te agradecería que dejes a mi Esther tranquila.
M_ He venido para tratar de hablar con calma, creo que
está sacado unas conclusiones precipitadas y equivocadas.
En_ Ya… veo lo que te importa mi hija.
M_ Mucho, más de lo que usted puede imaginar.
En_ Me gustaría que por favor te marcharas de mi casa.
M_ Encarna… mañana cuando venga Esther no me gustaría
que pasara un mal momento por usted, y por mí –la miraba
fijamente quería terminar con aquella estúpida para ella
postura en su contra-. No quiero que Esther llegue y vea
que estamos mal.
En_ Esther no lo va a ver –le dijo con tanto dolor, con tanta
rabia que Maca sintió como si ante de que hablara le
quitaran el alma con un arañazo-. Está muy grave y no sé si
llegará con vida aquí.
M_ ¡Qué! –la miró incrédula y con tono de sorpresa le
preguntó con una media sonrisa irónica-. ¿Pretende que me
crea eso?
En_ Lo único que pretendo es que te vayas de mi casa, ¡y
que te vayas ya!
Las prisas en el hospital de Likolela, de un lado a otro,
la mezcla de goteros, moscas, inyecciones, prisas, y una
profunda angustia por parte de Teresa, de los demás que
440 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
habían conseguido llegar para acompañar a los blancos en
su agonía. Y para que un doctor pudiera revisar a Nsona.
Ma_ Mami.
T_ Dime Massamba –sus ojos estaban hinchados de llorar,
unas profundas ojeras de cansancio se marcaban en su
rostro.
Ma_ Decirme que Dávila estar al teléfono.
T_ Vamos…
Corrieron por los pasillos, a pesar del cansancio
acumulado, a pesar de seguir con su ropa mugrienta por el
sudor, la sangre y la penetrante olor a cloroformo sus
piernas se mostraron ágiles para cruzar pasillos y llegar
desesperada hasta el teléfono.
Mientras, en casa de su suegra con gesto de
perplejidad, gesto de no entender absolutamente nada, se
encontraba Maca, la mirada de su suegra, el odio reflejado
en sus ojos hacia ella, la fotografía justo detrás, Esther… la
respiración se volvió pesada, su corazón sin embargo se
volvió ágil en latidos seguidos y el golpe de aquella noticia
fue como si el puño de un boxeador le golpeara la boca del
estómago y la dejara sin aire.
En_ Ya me has oído, por favor… sal de mi casa.
M_ ¿Pretende que me vaya así? –su mirada era dura,
realmente dura.
441 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ ¿Y tú pretendes qué me crea que no sabías nada? -le
devolvía la misma mirada.
M_ Por favor Encarna, no sé nada, ¿cree qué estaría tan
tranquila? –le alzó un poco la voz.
En_ Vete de aquí… mi hija lo último que va a necesitar es
alguien como tú que le mienta como lo está haciendo, y ya
lo último que encima sea una mujer, ¡sois así y espero que
si sobrevive lo entienda! –le espeto con cierto asqueo.
M_ Encarna ¡por favor!
En_ ¡Márchate!, mi hija no sé si llegara viva, pero si lo hace,
me asegurare que no puedas ni siquiera acercarte a ella.
M_ No me puede hacer eso, ¡dígame qué ha pasado! –se
acercó a ella con los ojos rojos de ira y dolor-. Porque no
pienso moverme de aquí hasta que me lo diga.
En_ Pregúntale a tu amante.
M_ ¡Déjese de joderme y dígame que le pasa a Esther! –le
dijo entre dientes mirándola con ojos repletos de ira.
En_ En mi casa te atreves a levantarme la voz… ya veo la
clase de persona que eres, ¡qué ciega está mi hija!
M_ En su casa le levanto la voz y lo que haga falta, no
pienso moverme de aquí hasta que me diga que le pasa a
Esther.
En_ ¿Y para qué lo quiere saber? –la miró herida.
442 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Por favor Encarna… por favor –le dijo ladeando un poco
la cabeza mientras apretaba sus puños por no agarrarla de
los brazos y zarandearla para que le dijera la verdad.
En_ Angustias… acompáñala a la puerta.
An_ Si señora.
En_ No sé si llegue viva… si lo hace te ruego te olvides de
ella –salió de prisa de allí.
M_ ¡Encarna! –la detuvo con gesto de loca-. Dígame que le
pasa… no sea tan dura conmigo por favor –lloraba ya sin
ningún tipo de retención-. Mire Encarna que no esté de
acuerdo con lo que hacemos no significa que me haga esto,
amo a su hija con todas mis fuerzas.
En_ ¡Cállate!
M_ Por favor… por favor –le rogó llorando-. No sé da cuenta
que no puede hacerme esto.
En_ Vete de aquí.
M_ ¿Quiere que se lo pida de rodillas? –la miró con un ligero
temblor en su barbilla que le demostraba a la mujer su
necesidad, su desesperación-. Por favor... se lo suplico.
Con sus manos apretando el teléfono Teresa
escuchaba atentamente lo que Dávila le decía, de vez en
cuando abría sus ojos pero no hablaba. Al colgar, suspiró,
se mostró nerviosa, pensativa y finalmente le dio una orden
a Massamba para que reuniera a todos en el hospital.
443 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cuando llegaron, las mujeres se les notaba la tristeza,
Nmaba con su viejo perro que trataba de cazar las moscas
perdidas, las demás con el temor a lo que mami pudiera
decirles. Todos afectados porque sabían que de una
manera u otra estaban a punto de despedirse de ellos.
T_ La verdad que esto es una de las cosas más duras que
voy a hacer, pero… sé que entenderéis que lo haga, y no
quería irme sin deciros que sois mi familia y que voy a
viajar con ellos hasta Madrid, tenemos en una hora un avión
preparado para estos casos, pero os prometo que volveré
porque no quiero vivir sin vuestra compañía –trataba de
aguantar las lagrimas pero la emoción la embargaba.
Ma_ Mami… nosotros esperar.
T_ Os voy a echar de menos –dijo ya llorando-. Muchísimo.
Después de decir las palabras las lagrimas inundaron
su rostro, uno a uno fueron abrazando a la gran mami, a
esa mujer que les había enseñado a hablar otro idioma, a
mostrar una sonrisa a pesar del mal tiempo, a cuidar de sus
mujeres, a contar historias de amor, esa mujer que había
pasado noches curando a sus mujeres, cuidando de sus
hijos o simplemente tratando de explicar a los hombres
porque en otros países se vivía mejor. Esa mujer que había
conseguido a través de los seis años que compartían la
aldea, ganarse primero el respeto pero sobre todo el
inmenso cariño que en cada abrazo que daba a su
despedida notaba en esas gentes. Fue tremendo cuando se
444 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
abrazó a Lula, la muchacha lloraba sin cesar, no podía
evitar sentir tanto miedo, para ella Teresa había significado
todo, era como una madre, y aunque estar junto a
Massamba era lo mejor que había descubierto, Teresa era
quien le daba la paz, el equilibrio.
Lu_ Mami… te quiero –susurró abrazada a su cuerpo.
T_ Y yo pequeña… volveré…
Mientras Maca seguía en casa de Esther, le parecía tan
injusta la actitud de Encarna que se había negado a
marcharse, le había gritado poco le importaba, le había
exigido saber, hasta que la desesperación era tal que la
cogió de los brazos, la plantó delante suya y le exigió con
furia que le dijera la verdad, a lo que Encarna contestó con
voz helada.
En_ Que te lo diga Julia.
M_ Julia nada más es una jugada para localizarlos, para
traerlos, usted me ayudó en el plan ¡usted lo sabía joder! –
volvió a elevar la voz con las venas de la garganta a punto
de explotar, con la ira en sus ojos.
En_ Te ayudé, pero nada más había que ver como os
mirabais.
M_ ¡Me importa una mierda lo que piense!, ¡dígame donde
coño está Esther!, si no me lo dice lo averiguaré, y que le
quede claro que no pienso separarme de ella ni un solo
centímetro, ni un solo día de lo que me quede de vida –le
hablaba con rabia pero entendiendo que esa actitud no iba
445 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
a ayudarle, la soltó, trató de relajarse minimamente para
hablarle con la mayor calma posible a pesar de que sus
hombros aún se movían agitados por la respiración alterada
tras la discusión y necesidad por saber-. He venido hasta
aquí para hablar y tratar de arreglar su odio por mí, no
quiero que Esther sufra, por favor…
Los ojos inyectados de locura de Maca a pesar de
tratar por todos sus medios de tranquilizarse, se clavaron
en los temblorosos de Encarna, Maca la estaba poniendo en
la cuerda floja, su coraje le estaba haciendo flaquear. Tras
suspirar como quien al hacerlo encuentra las fuerzas
suficientes como para seguir viviendo, le habló sin a penas
mirarla.
En_ Gracias a tu amante… había una pista para esta noche
a las doce de allí, por mediación de un amigo de la
embajada de España en Sudan los traerán, el estado de
ambos es grave, les explotó una granada en el coche y
llevaban gasolina, les alcanzó y vienen mal.
M_ No –cerró los ojos con dolor notando como el pecho le
daba un fuerte calambrazo.
En_ Y ahora por favor vete de mi casa, no quiero volverte a
ver.
M_ Sé que no le importa, pero a mí sí, necesito a Esther así
que ni se le ocurra hacer algo que trate de alejarla de mí.
Esto no va a quedar así.
446 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Abandonó la casa temblando no por el frío que hacía
en la helada noche de Madrid, sino por el miedo, las
lagrimas se congelaban en sus mejillas y los pies le
pesaban como si hubieran metido en sus botas toneladas
de peso. No sabía que hacer, estaba perdida en la calle,
necesitaba un abrazo, ese abrazo que si estuviera a su lado
sabría como dárselo Esther, su sonrisa se formó en el frío
vaho que salía de su boca entre abierta por el dolor, por la
pena, no podía pensar en otra cosa que fuera Esther, y su
Esther no sabía que le pasaba, en que estado se
encontraba, que heridas podía tener. Pensó en Cruz, detuvo
un taxi y se fue hasta su casa. Al llegar la cirujana abrió con
un nudo en su garganta, con los ojos repletos de lagrimas y
sin decir nada se abrazaron las dos rompiendo a llorar.
M_ Cruz.
C_ Lo sé.
M_ No puede ser.
C_ Dios mío Maca…
A las doce de la noche, un avión tomaba pista, una vez
cumplidos todos los requisitos, subían a Vilches y Esther,
tras ellos una Teresa completamente destrozada por lo que
dejaba atrás, y aturdida por lo que sucedería en las
próximas horas. Los médicos tomaron todas las
precauciones, se sentaron mientras el avión tomaba altura,
y una vez en el aire siguieron trabajando.
447 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Vamos aguantar... volvemos a casa chicos... volvemos a
casa –les dijo a Vilches y Esther con un leve puchero en su
barbilla.
Había pasado media hora desde que Maca se había
marchado de su casa, Encarna no había podido acostarse,
su marido tampoco, desde que se había enterado por
casualidad al escuchar a Encarna con su mejor amiga
contarle lo de Esther y Maca, había trazado una línea donde
no había cabida para su hija, pero una cosa era aquella
línea, otra que Esther la hija risueña y aparentemente feliz
iba en una avión debatiéndose en estado grave entre la
vida y la muerte. Cada uno en una sala, cada uno en un
lugar de la casa Antonio con una copa de Coñac, Encarna
con un pañuelo, y es que desde su marcha la casa se había
quedado más en silencio que nunca.
Sonó el timbre de la puerta, ambos salieron de sus
lugares diferentes para ver quien era, la hora les hacía
pensar que podía ser alguien que les llevaba noticias sobre
el estado de Esther o el avión. Angustias pasó y tras ella
Rosario con gesto compungido, se dirigió hasta Encarna y la
abrazó, la mujer necesitaba aquel abrazo.
Ro_ Tenemos que hablar Encarna... los tres tenemos que
hablar.
Los nervios, los paseos de un lado a otro en la casa de
Cruz, las llamadas, las informaciones contradictorias, los
llantos, ambas perdiendo el control. Pero no estaban solas
448 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hasta su casa se había desplazado Claudia, por su cuenta
también trataba de averiguar pero sobre todo trataba de
tranquilizar, mantener la cabeza fría y ver las mejores
soluciones ante los problemas que se venían encima.
Cl_ Tengo algo chicas... pero creo que no te va a gustar
Maca.
M_ ¿Qué pasa? –la miró aterrada.
Cl_ La madre de Esther ha solicitado que a su hija se le
derive a un hospital privado, no quiere ir al Central.
M_ Ah vale pero yo soy su mujer y digo que va a ir al
Central –decía enfadada pero muy convincente en sus
palabras.
C_ Aquí no eres su mujer Maca –le dijo con gesto de pena y
unas profundas ojeras.
M_ Aquí o el la luna soy su mujer y se hará lo que yo diga.
C_ ¡Maca por favor para ya! –le dijo seria-. Ella es quien
debe decidir tú no tienes potestad aquí, tu boda no sirve.
M_ No puede hacer eso...-se mostraba aturdida y en sus
ojos se reflejaba el profundo miedo que sentía-. Estoy
segura que no va a dejarme estar a su lado, me quiere
alejar de ella.
Cl_ Maca está en su derecho al menos hasta que Esther
vuelva en sí y diga lo que quiere, que sin duda será estar a
tu lado –le decía tratando de tranquilizarla.
449 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Joder –dijo con rabia apretando los dientes mientras
volvía a pasear de un lado a otro nerviosa, entonces se
detuvo se giró y les preguntó-. ¿Y si no vuelve en si?
C_ ¿Por qué no me contestan?...
Cl_ En la embajada deben estar ya durmiendo todos –
ninguna supo que contestarle.
M_ La madre que los parió.
C_ ¡Dávila, eres tú!... ¡puedes decirme que hostias ha
pasado!, ¿por qué no nos han dicho nada?... espero que
tengas una buena excusa ¡cabrón! –le espetaba fuera de
control.
M_ Cruz... –le llamó la atención.
C_ ¿Dónde están?, ¿cómo están?, ¿en que estado vienen?
M_ ¡Cruz vale ya! –le dijo alterándose un poco.
Cl_ A ver déjame que yo hable con él. ¿Dávila?
C_ Voy a volverme loca –dijo resoplando.
M_ Cruz ¿qué va a pasar?
C_ No lo sé… si es una granada imagino que junto a la
explosión si les ha pillado separados del coche no tendrán
quemaduras, no lo sé… no puedo pensar.
M_ Tengo que hacer algo Cruz, no puedo dejar que Encarna
me separe de Esther.
450 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Ahí no vamos a poder hacer nada –la miró con tristeza
haciendo un puchero en su barbilla y tras un gesto de
tristeza ambas volvieron a abrazarse.
Cl_ Chicas… no son buenas noticias, lo siento –las miraba a
una y a otra con temor.
Una vez sabían el estado de ambos, y que Teresa
venía con ellos sabían que no podían hacer otra cosa que
esperar, esperar las trece horas de viaje, Maca desesperada
sin saber que hacer, si volver a casa de Encarna o al
aeropuerto y secuestrar la ambulancia.
Estaban desayunando algo, un café y unas tostadas
que había preparado Claudia tras una ducha y tratar de
tranquilizarse.
Cl_ Nos tenemos que preparar, Cruz si quieres operar a
Vilches no voy a dejar que lo hagas en un estado así.
C_ No tengo apetito Claudia.
Cl_ Me da igual. ¿Y tú qué estás tramando que pones ese
gesto? –le dijo a Maca.
M_ Secuestrar la ambulancia cuando suban a Esther.
Cl_ ¡Dios! –susurró negando con la cabeza.
M_ En serio… y luego ya dirán, pero no voy a dejar que me
separen de ella.
C_ Madre mía –murmuró mirándola con temor.
Cl_ Deberíamos tranquilizarnos, ¿Maes está bien?
451 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Echando de menos a Esther, ¿y qué le voy a decir
ahora? –la miró con los ojos repletos de lagrimas-. ¿Cómo le
digo que Esther viene mal y quizá no la vuelva a ver?,
¿cómo le digo que su madre puede quedarse ciega? –se
mordió el labio a punto de llorar.
C_ Maca de la misma manera que yo voy a decirle a la mía
que su padre se puede quedar paralítico.
Cl_ Bueno… vamos a esperar ¿de acuerdo?, no vamos a
adelantar acontecimientos, los diagnósticos de allí no van a
ser los mismos que aquí principalmente porque aquí
tenemos los aparatos que realmente nos dirán lo que
tienen.
C_ Eso es lo que me asusta, que si con lo que ellos han
explorado y visto me dicen esos dos diagnósticos, lo que
podemos encontrar aquí sea mucho peor.
M_ Solo pido que viva, me da igual como pero quiero a
Esther a mi lado…
Cl_ Bien… sabemos que el avión ya lleva nueve horas de
vuelo, si os parece bien, os arregláis y nos vamos al
Hospital.
M_ Yo no lo sé… porque igual… joder –cerró los ojos con
una rabia incontrolada-. Yo iré al aeropuerto.
C_ Maca por favor lo último que necesitamos ahora son
problemas, trata de ser sensata.
452 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo de la sensatez tendrás que decírselo a ella, solo faltó
que me arrodillara y ni por esas entró en razón.
Cl_ Bueno… a ver yo creo que Encarna entrara en razón,
de todos modos lo mejor es estar en el Central. Desde allí
podemos saber hacia donde va la ambulancia que lleve a
Esther ¿vale?
C_ Por mí bien –dijo abatida mirando al vacío.
M_ Por mí también, ¡mierda! –renegó con toda la rabia del
mundo.
El avión cruzaba los cielos, las nubes de diferentes
países, llegaba al mar y los ojos de Teresa no se separaban
de los monitores de ambos, de los cuerpos de ambos, de su
propia pena, atrás quedaban tantas cosas su gente,
Bárbara, su perro, pero no podía dejar que aquellos dos
cuerpos fueran solos, si alguno despertaba necesitaba
escuchar la voz amiga, aunque era prácticamente imposible
porque iban intubados y le habían asegurado que el estado
era grave, para que seguir mintiéndose, precisamente eso
le había hecho volar con ellos, si morían quería estar a su
lado, al lado de dos mujeres que eran para ella como sus
hijas para darles el apoyo que estaba segura necesitarían,
pero ella que era mujer optimista por naturaleza, tan solo
pensaba en que algún día volvería y podría reencontrarse
con su gente, volvería a abrazarse, sonreír, o sufrir, pero
volvería. Suspiró cerrando los ojos con terrible gesto de
pena.
453 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Llegaron al Hospital donde Sam la Recepcionista de
pelo canoso, con acento argentino y gafas subidas a su
frente, al verlas salió para abrazarlas, ya todo el mundo lo
sabía, todos estaban esperándolas con cierto temor por
como estaban de animo. Para la recepcionista su ojo
derecho de siempre a pesar de coincidir poco en el
Hospital, era Maca, a ella la estrechó con más fuerza.
S_ Maquita mi dulce...
M_ ¿Sam sabes algo más? –la miró con esa necesidad
hambrienta de saber.
S_ No... que llegan mal heridos –le hablaba con su tono de
voz bajo, suave y tan envolvente.
C_ Sam estaremos en mi despacho por favor si te enteras
de algo nos avisas.
M_ Confiamos en tus dotes, sobre todo –se acercó y le dijo
en voz baja-. Si te enteras que a Esther la remiten a otro
hospital me avisas porque tendré que impedirlo.
C_ Vale ya con eso Maca –la riñó Cruz.
M_ Si tengo que secuestrar la ambulancia y traerla, lo haré
–lo dijo seria y convencida.
S_ Contá comigo Maquita –la miró con gesto fuerte como
demostrándole como siempre que estaba a su lado.
M_ Gracias –le sonrió con ternura.
C_ Vamos estoy segura que Sam va a mover cielo y tierra
para encontrar algo... tuviste suerte que cuando estabas
454 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
herida ella estaba de vacaciones, sino, te hubiera llenado la
habitación de flores.
M_ Le va a encantar Esther –sonrió de lado.
C_ Lo sé.
Cl_ Animo chicas... todo va a estar bien –les dio al ver sus
gestos, y mientras Cruz recibía muestras de apoyo Claudia
le dijo-. Oye Maca ¿qué vas a hacer con Maes?
M_ Les llamaré para saber como está, en cuanto Esther esté
aquí y la pueda tener en una habitación, haré que la niña
esté con nosotras, quiero que estemos juntas.
Cl_ Ya –no puedo evitar acariciar su cabeza, era la primera
vez que la veía tan entregada a una mujer, estaba segura
que aquella era la mujer de su vida.
Ja_ ¡Maca!
M_ Hola Javier.
Ja_ Oye cuenta conmigo para lo que necesites, ¿vale?
M_ Gracias.
C_ Javier, trata de que Aimee esté con nosotros, vamos a
necesitar lo mejor para cuando lleguen.
Ja_ Está en sus días libres pero seguro viene si le aviso.
He_ ¡Cruz, Maca! –apareció Héctor-. Recién me enteré.
C_ Si.
He_ Sabés que podés contar conmigo ¿eh? –le tocó la
barbilla a la cirujano que sonrió cansada y triste.
455 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Gracias. En cuanto sepa cual es el estado real, haremos
una reunión.
He_ Maca deberían descansar ¿eh?
Al_ ¡Maca... Maca! –apareció Alicia corriendo-. Lo siento me
he enterado de lo de tu novia... bueno tu mujer... bueno tu
pareja –decía mordiéndose el labio inferior algo nerviosa.
M_ Si, está viajando.
Al_ Si necesitas algo...
M_ Gracias –le había llamado la atención su ofrecimiento.
C_ Vamos Maca. Es buena chica ¿eh? –le sonrió-. Haría buen
equipo con Esther.
Entonces sus ojos sin remedio se llenaron de
lagrimas, ¿podría Esther volver a trabajar?, ¿podría
recuperar lo que había perdido?, una angustia llenó su
interior y fue Cruz quien la hizo entrar y sentarse, mientras
parecía que se iba a ahogar, con la ayuda de Cruz y
Claudia, pudo superar su ataque de ansiedad.
La hora siguiente pasó con lentitud, seguían
esperando noticias, Cruz como Directora de urgencias del
Central, había preparado todo para atenderlos, tan solo
sabían por encima su estado, y lo que sabían era
descorazonador teniendo en cuenta que debían llegar vivos
en avión, enfrentar 13 horas de vuelo todavía complicaba
todo. La puerta se abrió y apareció Sam, con su gesto de
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bonanza y unos cuantos cafés, las conocía eran médicos y
no necesitaban tilas, sino café.
C_ Gracias Sam.
S_ Traté de hablar con la cúpula de MSF, me dijeron que
fue Julia la que consiguió el avión.
C_ Ya.
M_ Eso no es cierto, el avión lo consiguió Encarna, ella solo
la pista.
Cl_ Tampoco seas tan tiquis miquis Maca –le dijo un tanto
cansada de sus objeciones y pensamientos, se notaba que
estaba fuera de si.
S_ Parece ser que vienen hacia acá.
M_ ¿Quién? –la miró seria.
S_ Ya sabés, esos buenos para nada que no sea figurar en
la tele.
C_ Era lógico Maca, así que... paciencia –llamaron a la
puerta-. Adelante.
R_ Hola Macarena, Cruz, Claudia, Sam.
Entró Rosario acompañada de su marido, tras él,
una Encarna con ojeras pronunciadas, con semblante serio
y por primera vez Maca conoció al padre de Esther, a ése
hombre del que su hija hablaba más bien nada. Los miró
con dolor.
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S_ Bueno... luego nos vemos –la mujer salió pensando “Meu
Deus se puede cortar la tensión... mi Maquita va a estallar,
si fuera creyente rezaría”
R_ Macarena hija –la abrazó.
M_ ¿Y Maes?
R_ He llamado a la tía Maria, la he dejado con ella he creído
que aquí hacíamos más falta. Cruz te presento a Encarna y
Antonio, los padres de Esther.
C_ Encantada.
M_ ¿Qué hace aquí? –se acercó a Encarna.
R_ Macarena –le advirtió su madre.
M_ No sé a que cojones viene, pero solo le digo una cosa –
con su clásica postura desafiante, con las piernas algo
abiertas, su ceño fruncido, sus ojos algo entrecerrados y
con la voz tranquila pero fuerte, segura de todo cuanto le
iba a decir, prosiguió-. Haga lo que haga Esther va a estar a
mi lado, nada ni nadie lo va a impedir. Aquí están los
mejores médicos, y para Esther quiero lo mejor.
R_ Macarena –trató de frenarla.
Claudia salió tras ella, negando con la cabeza, la
detuvo en el pasillo justo cuando vieron como llegaba Sam
corriendo hacia ellas.
M_ ¿Qué pasa?
S_ ¡Maquita!, mi dulce, la puerta está llena de periodistas.
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M_ Joder...
S_ Y tengo una noticia para ti –sonrió.
M_ ¿Qué?
S_ No tenés que secuestrar la ambulancia, tu Esthercita
viene acá, tu mamá me lo confirmó.
M_ ¿Cómo? –la miró algo aturdida.
Cl_ Anda vamos... vamos a la terraza necesitas aire. Gracias
Sam.
En el hall, nerviosos, todo preparado, los quirófanos,
los compañeros, los de seguridad avisados para que
alejaran a los periodistas, Rosario, Pedro, Encarna y
Antonio, con la representación de MSF esperando en el
pequeño hall de la UCI, todo bajo control y todo
descontrolado para Cruz y Maca. Sam luchando con las
llamadas de las cadenas de televisión, de radio, paseos
arriba, paseos abajo, las enfermeras esperando ansiosas
porque Vilches era uno de esos médicos que para ellas no
olvidan, y saber en el estado en que llegaba a todas les
producía cierta preocupación, y las ganas enormes de que
todo saliera bien.
La primera ambulancia llegó, sabían que era
Vilches, Raúl apartó de un golpe a un periodista que trató
de sacar un fotografía, con precaución pero a toda
velocidad la camilla de Vilches repleto de cables, intubado,
y con un monitor sobre sus pies pasó volando recepción,
459 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
dentro ya le esperaba Cruz, que al verlo sintió el impacto
brutal del terror.
He_ ¡Déjame a mí Cruz!
C_ No hay tiempo que perder... ¡vamos!
La segunda ambulancia llegaba, los periodistas
querían sacar cualquier instantánea, Raúl ayudó a Ricardo
para apartar algunos y poder abrir la puerta, a Maca se le
había secado la boca, notaba como su garganta suplicaba
agua, como sus piernas temblaban y como la necesidad de
ver y besar a Esther no la dejaban moverse de su sitio,
junto a ella Claudia que había sido su mayor apoyo.
M_ Esther –murmuró al ver como abrían paso.
Su rostro quedo tan impactado como el de Cruz,
Esther llegaba igual que Vilches solo que ella además
llevaba los ojos vendados, y heridas en la cara, Maca no se
pudo mover hasta que la camilla había pasado, el impacto
fue tan brutal como lo había sido segundos antes para Cruz.
Entró en el box, se puso junto a Aimee, Claudia
también, y mientras Aimee pedía pruebas sin cesar y la
habían pasado a la camilla, Maca se precipitó hasta el
cuerpo de su mujer abrazándose a ella, rompiendo a llorar
mientras la llamaba.
M_ Mi amor... ya estás aquí... mi amor... todo va a ir bien.
A_ Por favor Claudia –le hizo una señal para que la sacará
de allí.
460 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ Vamos Maca, dejemos trabajar.
Al salir, se apoyó contra la pared la frente, los cortes
en su cara, la venda en sus ojos, el pelo recortado
torpemente, las heridas en sus brazos, no pudo evitar sentir
que el mundo se le venía encima, pero una voz parecía
llegar para rescatarla.
T_ Maca...
No hicieron falta palabras, tan solo un abrazo y un
llanto descontrolado por ambas partes, una imagen
desgarradora de dos mujeres por Esther, que llegó al
corazón de Encarna que veía la escena rota por su propio
dolor y sufrimiento.
Las pruebas dieron los peores presagios, a Esther una
vez reconocida decidieron que había que operarla de su
tobillo izquierdo el cual tenía los ligamentos rotos, las
heridas habían sido bien limpias sin embargo se llevaron a
un aparte a Maca y sus padres para explicar bien la lesión
que más les preocupaba.
Ai_ Bueno Maca, la situación es complicada, el tobillo no me
preocupa pero es cierto que tiene una lesión ocular –
Encarna cerró los ojos preocupada, Maca apretó las
mandíbulas-. Ahora mismo la hemorragia interior no nos
deja llegar a la profundidad del ojo.
En_ ¿Quiere decir que va a peder la vista? –lo dijo como si le
hubieran arrancado el alma.
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Ai_ Su hija ahora mismo debido al impacto sufre una
ceguera que sólo con el paso de los días sabremos si es
temporal o no.
En_ No.... –susurró mientras su marido la abrazaba.
Ai_ Maca, sabes que hay riesgo de que la lesión sea grave
¿verdad? –le preguntó al ver que parecía muy lejos de allí.
M_ Perdona Aimee ¿qué?, ¿qué decías?
Ai_ Tienes que ser fuerte porque cuando Esther despierte
va a necesitar que todos a su alrededor estén fuertes,
vamos a mantenerla en el coma inducido, las heridas que
tiene y algunas quemaduras le harían tener un dolor
insoportable.
M_ Si, si –Teresa se puso a su altura pasando su brazo por
la cintura-. ¿Y el tobillo?
Ai_ Hemos hablado Javier y yo, creemos que es mejor que
pasen unos días para operarla, no la voy a despertar... hay
que ponerle sangre perdió mucha.
M_ De acuerdo... –respiraba con dificultad.
Ai_ De momento es todo lo que puedo decirles –se dirigió a
sus padres.
En_ Gracias doctor, ¿puedo pasar a verla?
Ai_ En cuanto terminen con las pruebas –le contestó
asintiendo.
M_ ¿Y Vilches? –lo miró con temor.
462 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ai_ Vilches tiene una lesión demasiado cerca de la médula,
es una cirugía de alto riesgo, ahora mismo están
estudiando su caso.
M_ Gracias.
Ai_ ¿Necesitas algo? –Maca negó con la cabeza-. Está bien...
voy con Cruz.
T_ Maca cariño... ya has escuchado a Aimee, tienes que ser
fuerte ¿si?
M_ Esther es la fuerte Teresa... yo no –susurró abatida
abrazándose a ella.
T_ Vamos pequeña... todo irá bien.
La abrazó con el pensamiento en Vilches, y en el
problema tan grave que se le había presentado a Esther, y
una vez se despertara lo mucho que iba a necesitar el
apoyo de Maca. En esos pensamientos estaba cuando llegó
Sam.
S_ Teresita te conseguí algo de ropa para que te acomodes
–le entregó su maravillosa sonrisa.
T_ Gracias Sam.
S_ ¿A vos le importa que hablemos?
T_ No. Maca ahora vuelvo.
El ruego de Sam tenía un fin, y sin duda era ayudar
a su Maquita.
463 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Una vez Esther en la UCI les dejaron que pasaran a
verla, Maca miró a Encarna y con más o menos gracia le
hizo una señal para que pasara. Rosario se había quedado
con ella y habían decidido acercarse a ver si Claudia les
informaba sobre la operación de Vilches. Maca se asomó al
quirófano para hacerle una señal y que saliera.
M_ ¿Cómo va?
Cl_ La lesión es grave pero Cruz está convencida que la van
a reducir.
M_ Ya... seguro que lo logra –dijo con desgana ante la
mirada de pena de su madre.
Cl_ Oye Maca, ¿por qué no descansas un poco?, Esther está
fuera de peligro y va a estar vigilada.
R_ Eso le he dicho yo pero no hay manera hija, no me hace
caso.
M_ No voy a separarme de Esther, no ahora.
Cl_ Precisamente ahora es cuando puedes Maca, la niña
también te necesita.
M_ No Claudia. Cuando termine la cirugía por favor decirme
algo –su gesto era más apenado que cansado, pero se le
notaba tan afligida que levantaba la preocupación en todos.
Cl_ Va para rato Maca.
M_ ¡Menuda mierda!, ¡no sé porque cojones me tuve que
venir!
464 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
R_ Vamos hija de nada sirve eso ahora, es una manera
tonta de castigarte, lo que tienes que hacer es tratar de
estar lo más relajada posible, ¿vale?
M_ Ya... ¿y eso cómo se hace? –la miró desesperada.
R_ Estando al lado de tu mujer, apoyándola y demostrando
que la amas de verdad, pero también descansado, lo
necesitas.
M_ ¿Por qué no se la llevó? –le preguntó al entender que
hablaba de Encarna.
R_ Digamos que tuvimos una charla intensa.
M_ Gracias –le sonrió.
R_ De nada hija, es lo menos que puedo hacer.
M_ Ahora tiene heridas en la cara y con esa venda no se
aprecia... pero... es tan guapa, es tan maravillosa mamá.
R_ Lo veo en tus ojos –sonrió-. Vamos.
Cuando Maca llegó Encarna aún estaba dentro, al no
ver a Teresa decidió irse hasta la cafetería, necesitaba un
café bien cargado y un rato de soledad para asumir todos
los cambios que iban a darse en su vida, desde ese preciso
instante.
Mientras, la operación de Vilches seguía, Cruz, Javier y
Héctor, trataban de remediar una lesión irreversible, iban
por buen camino pero esa clase de cirugías nunca se podía
mostrar seguridad.
465 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al llegar Teresa, buscó con la mirada a Maca pero no
estaba, sí lo hacia una Encarna ojerosa, llorosa, bien
instruida por Sam llegó hasta su lado, le sonrió como solo
Teresa sabía sonreír.
T_ ¿Puedo?
En_ Claro.
T_ No nos han presentado pero soy Teresa, he estado con
su hija desde que llegó.
En_ Si, lo sé, ella me habló de usted.
T_ Por favor tuteémonos ¿no te parece?, al fin y al cabo
compartimos algo hermoso y es el inmenso cariño que
siento por Esther.
En_ Está bien.
T_ ¿Quieres un café?, ¿una tila, algo? –la miraba con
distancia.
En_ No gracias, no me pasa nada.
Hubo silencio intenso, donde tan solo se
escuchaban los sonidos de pisadas que iban y venían a
través del pasillo donde esperaban.
En_ Supongo que me vas a vender a Maca como la mujer de
la vida de mi hija.
T_ No, yo no tengo que vender nada, a todo caso lo único
que puedo hacer es hablarte de la felicidad de Esther en la
Selva, nada más –le dijo convencida.
466 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Las ideas estúpidas de mi madre –dijo con rabia-. Ella
siempre diciéndole tienes un corazón tan grande que serías
una estupenda enfermera.
T_ Pues tu madre dijo una gran verdad, la conocía bien.
En_ ¿Qué quieres decir? –la miró con el cejo fruncido.
T_ Mi madre murió cuando yo era muy joven, tuve el
ejemplo de las madres africanas toda mi vida, la libertad en
el pensamiento es algo impresionante, aunque si bien es
cierto las leyes machistas cortan esas alas, al fin y al cabo
tratan de que sean libres. Cuando conocí a la madre de
Maca, Rosario, con todos sus prejuicios por la vida de su
hija, me alertó, porque como decía una vieja mami africana,
los llevamos en nuestras entrañas, los parimos, los
educamos, pero su vida es Suya –recalcó la palabra-. Y
hagan lo que hagan las madres estaremos a su lado porque
han estado en nuestras entrañas y eso no hay nada más
que la mala fe lo que puede separar a una madre de su hijo.
Viene a decir que Esther ha sido muy feliz junto a Maca, lo
puedo asegurar, la he visto reír, llorar, disfrutar, todo junto
a Maca, Maca no era una mujer fácil, es de armas tomar,
pero Esther ha sabido domarla, y yo creo que tú eres
inteligente, todo cuanto hagas para separarla de Maca, irá
en tu contra porque cuando el corazón está entregado no le
importa derribar los muros que a su paso levanten, y yo sé
que... la quieres y mucho, me lo dicen tus lagrimas.
En_ ¿Y si se queda ciega, crees que ella no huirá?
467 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Bueno esa pregunta si conocieras a Maca sobraría. De
todos modos, yo no voy a venderte a Maca. ¿Un café? –le
sonrió.
Con el abatimiento que se le clavaba en el alma día
tras día desde que se había separado de Esther, Maca
deambulaba por la terraza del Central, era su sitio favorito
cuando debía pensar. Y allí estaba viendo el atardecer con
un café en su mano y la mirada perdida en el horizonte.
Una voz le sorprendió, y se giró.
M_ Vaya... has tardado en aparecer.
J_ He venido porque tenemos que visitar a los heridos, ya
me he enterado de lo de Esther –se detuvo cerca suya
mirándola fijamente.
M_ Si.
J_ Y también he supuesto por la mirada de Teresa que me
has mentido.
M_ ¿Yo?, ¿mentirte?, ¿esa no era tu especialidad? –bebió del
vaso de plástico el café, lo saboreó en la boca y siguió
mirando el horizonte.
J_ ¿Qué pretendes Maca? –la miraba desconcertada ante su
actitud.
M_ Pretendía que Esther llegará, y lo he conseguido, a partir
de aquí, nada –no la miró pero le habló con seriedad.
J_ ¿Has jugado conmigo?, no lo puedo creer.
468 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya ves tuve una maestra ejemplar, una maestra que me
jodio la vida durante muchos días y noches.
J_ Yo jamás pretendí...
M_ Julia, no me importa –la miró entrecerrando los ojos
negando con la cabeza y poniendo cierto gesto de hastío-.
Lo único que me importa en esta vida es mi mujer, mi hija
que son mi familia.
J_ ¿Cómo te atreves a manejarme así? –le dijo herida en su
orgullo.
M_ No me hagas reír –sonrió de buena gana.
J_ Eres de lo peor... yo quiero volver a estar contigo... yo
soy la mujer de verdad que necesitas.
M_ No Julia, la mujer que necesito se llama Esther.
J_ ¿Prefieres a una ciega antes que a mí? –le dijo con gesto
de repudia.
M_ Tú lo has dicho, Esther es la mujer de mi vida, la que me
demostró que el amor no es una mentira, la que me hizo
creer nuevamente en él, la que me ayudó a volver a
encontrarme como ser humano, quiero a Esther como ni
siquiera te quise a ti, ciega, inválida, coja o como Dios
quiera devolvérmela, he tenido la gran suerte de conocerla,
de poder abrir mi corazón y enamorarme, ¿qué hago
explicándote estas cosas? –sonrió con ironía-. Tú no tienes
ni idea de eso... afortunadamente, yo con Esther si.
469 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
J_ Te vas a arrepentir toda tu vida –le dijo fuera de sí
mientras Maca la bordeaba y se marchaba-. Ella no te dará
nunca lo que yo te di, nunca podrás olvidarme.
M_ Tienes razón en algo, ella nunca me dará lo que tú me
diste que no fue otra cosa que un puñal en mi corazón,
porque ella me lo arrebató y desde que la conozco llena mis
días y mis noches de amor y... perdona... ¿quién eres tú? –
sonrió de lado y se marchó victoriosa.
J_ Hija de puta, ¡jugar conmigo de esta manera!
Cuando Cruz salió de quirófano, lo hacía con el gesto
cansado, pero al mismo tiempo más sereno que cuando
entró, tras siete horas habían intentado reducir al máximo
los daños que podían quedarle a Vilches tras el ataque. Al
salir se encontró que la esperaba sentada Maca, su cara no
era mucho mejor sabía que apreciaba mucho a su marido y
que sin duda lo que estaba mostrando era una
preocupación sincera y emotiva dentro de la poca
expresividad que solía demostrar Maca.
M_ ¿Qué tal ha ido? –le preguntó entregándole una taza de
café que había preparado para ella.
C_ ¡Uf! –resopló al sentarse-. Gracias. Creo que bien hemos
descomprimido las vértebras lumbares con lo que el daño
en la médula lo hemos podido evitar, pero ya sabes… hasta
que no baje toda la inflamación –negó cerrando los ojos con
cierto abatimiento.
M_ ¿Por qué no te vas a casa?
470 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ No podría. ¿Por qué no te vas tú? –le preguntó con
sonrisa triste.
M_ Tampoco podría, necesito ver a Esther, tocarla, sentirla
he pasado mucho miedo Cruz, nunca me había sentido así.
C_ Lo sé –sonrió.
M_ Ya verás como todo va a salir bien y un día nos reiremos
de esto.
C_ ¿Y las lesiones de Esther?, Aimee me comentó algo
pero…
M_ Tiene fracturado el tobillo, y los ligamentos, eso no me
preocupa, lo preocupante es la lesión en los ojos.
C_ Si, bueno vamos a ser ambas optimistas dependemos
del tiempo ahora es nuestro aliado.
M_ O enemigo.
C_ Prefiero que sea aliado –ambas sonrieron con tristeza-.
¿Qué tal con Encarna?
M_ No me mira, me omite, y ni te cuento el padre de Esther,
me fulmina con la mirada en cuanto aparezco.
C_ ¡Pues si qué estamos bien!
M_ Mi madre fue quien la convenció de que la dejara aquí –
dio un corto sorbo a su taza de café contrayendo la barbilla.
C_ ¿Tu madre ha cambiado mucho, no? –le preguntó
frunciendo el ceño.
471 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya te digo. ¡Ah!, y acabo de tener un drama con Julia, la
idiota pretendía volver conmigo, ¿cómo pude estar tan mal
por su culpa?
C_ Creías estar enamorada, te decía que un burro volaba y
lo creías.
M_ Si, pero no lo estaba, ahora sí lo estoy –sonrió.
T_ ¡Cruz! –llegó la mujer con gesto de pena.
C_ Teresa –se levantó y se fundió en un abrazo que a Maca
le emocionó.
T_ ¿Qué tal ha ido?
C_ Bien –le contestó sin poder evitar algunas lagrimas con
ella, Maca se puso en pie acariciando su espalda.
T_ Nos salvaron la vida, no dudaron en poner su vida en
riesgo por nosotros –las miraba emocionada y orgullosa-.
Sólo por eso estoy convencida que todo va a salir bien, no
os preocupéis.
Como estaba en medio de ambas, no dudó en dar lo
que en ese momento tan solo puedes dar, un abrazo de
apoyo a ambas, de presencia, de tremendo cariño que
sentía no solo por ellas que en ese instante lo necesitaban,
sino, por quién para ella habían sido dos compañeros, dos
amigos, casi dos hijos.
Habían pasado cerca de cuarenta minutos desde que
Maca dejara a Cruz que se duchara, tumbará un rato, ella
se había quedado sola en la puerta de la UCI, no sabía
472 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
donde estaba su suegra, ni tampoco tenía muchas ganas de
preguntar. A Teresa se la habían llevado Rosario y un Pedro
que debía volver a Jerez, sin poderlo aplazar. De esa
manera, ambas mujeres se habían quedado solas en casa
con Maes, Teresa pudo disfrutar de la niña, sus sonrisas,
sus lloros, y así todavía sentía más añoranza por lo que
había quedado atrás.
R_ Sé que me he comportado bastante mal con mi hija
mucho tiempo, y sé que cuando debí estar a su lado no lo
estuve, también sé que tú fuiste quien la ayudó y quería
darte las gracias por eso –le dijo de pronto Rosario como si
callarse le hiciera sentirse mal.
T_ Maca es una persona excepcional, quizá no deberías
darme a mi las gracias de que esté así tan centrada,
deberías agradecerlo a la mujer que tiene a su lado, a Cruz
quien la levantó cuando peor estaba, a todos y cada uno de
los componentes de la familia que éramos en la aldea. Ella
solo recibió lo que se ganó, un inmenso cariño por parte de
todos.
R_ Tienes razón, estaba ciega por la situación que sin
querer me había impuesto Maca con su vida, no podía
entender que a mi hija le gustaran las mujeres y… me ha
costado un tiempo adaptarme a eso, pero te aseguro
Teresa que he aprendido la lección, veo a Encarna y me veo
a mi misma, no es fácil.
473 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Con Encarna Maca va a tener que desplegar todos sus
encantos y aún así, veremos.
R_ Yo la entiendo, y sé que necesita tiempo.
T_ Si, en cuanto veáis lo enamoradas que están… -sonrió-.
Todo será distinto, ya lo veras.
R_ Espero que Esther se recupere.
T_ Yo también, porque tal y como es ella, si no recupera la
vista… no sé que va a pasar
R_ ¿Qué quieres decir?
T_ Esther es muy responsable, sabe que para Maca África
es su vida, y si no puede acompañarla… -se calló pensativa
Rosario puso un gesto de cierta preocupación-. No sé
prefiero esperar.
R_ Maca no se irá sin ella.
T_ Pero no sé como reaccionara Esther.
Por fin cuando salió una enfermera de ponerle un
nuevo gotero a Esther, Maca entró, lo hizo con un nudo en
la garganta, con una sensación de miedo que la
desbordaba, allí en la cama con el rostro desfigurado, con
los ojos vendados, intubada, repleta de goteros, con aquel
sonido necesario de vida que cada segundo penetraba más
y más el alma de Maca, del corazón de su mujer, se
encontraba una desfigurada Esther. La había podido besar
al verla en el box, pero en ese instante que se acercaba a la
cama sentía deseos de quitar todos los tubos, los goteros,
474 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
arrancarla de aquella máquina y llevársela lejos, volver a
crear juntas el espacio que la cabaña les había dado,
compartir los amaneceres y atardeceres, la pasión, la
ternura, la compañía, ahora que la tenía allí y que le rozaba
con suma ternura su mano, en ese momento se daba
cuenta de lo que echaba de menos su compañía, su voz, su
sonrisa.
Terminó por sentarse en el taburete que tenía junto a
la cama, mirándola fijamente, tratando de reconocer en
aquel rostro con heridas y desfigurado a su Esther. Tras una
exhalación profunda que le dio muestras de lo mucho que
le dolía el alma se levantó un poco del taburete para besar
el trozo de frente que quedaba libre del vendaje, le habían
cortado el pelo y sonrió al pensarlo. Estaba segura que su
pija se iba a enfadar. Se volvió a sentar tomando con
cuidado su mano por los goteros.
M_ Hola mi vida, ha sido insoportable todo este tiempo sin
ti, no verte, no poder disfrutar tu sonrisa –hizo una pausa
para poder seguir hablando sin lagrimas-. Maes está
ansiosa por estar contigo, en cuanto estés despierta la
traeré aquí, se lo he comentado a Cruz. Ah Vilches está
fuera de peligro mi amor, ya me contó Teresa que sois dos
héroes y me voy a poner celosa ¿eh?, que mi patosa
preferida haya hecho esto es para sentirte muy orgullosa
vida mía, y lo estoy, pero al mismo tiempo me siento tan
culpable, lo siento, no debí dejarte sola, no debí dejarte –
volvió a hacer una pausa un poco más larga que la anterior
475 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
porque las lagrimas estaban empeñadas en salir y ella no
quería-. Te quiero tanto mi vida… necesito que te pongas
pronto bien, te necesito Esther, Maes y yo no sabemos vivir
sin ti. Ah… y tú tranquila que ya te dije que no habría
problemas con tu madre, lo ha pasado muy mal, así que
cuando despiertes imagino que lo harás con más
tranquilidad de saber que está a tu lado –nueva pausa,
nueva exhalación, y las lagrimas recorriendo su rostro-. No
lloro cariño, es que… tengo tanta alegría de poder tocarte,
mi niña… mi amor no vamos a volvernos a separar, siempre
juntas cariño, ahora voy a cuidar de ti y en cuanto te
pongas bien, iremos a algún lugar tú y yo solas a
descansar, a recuperar el tiempo que nos han robado de
estar juntas. Te quiero Esther… ¿lo sabes verdad mi amor?,
te quiero con locura como no he querido a nadie.
Entonces apoyó su mejilla sobre la mano de Esther
cerrando los ojos sintiendo como todo su interior se
resquebrajaba entre el dolor de saber lo que ocurría, y la
felicidad de tenerla a su lado, entre el miedo a lo que iban a
tener que enfrentarse y la calma de poder llenarse de ella,
entre el pánico a perderla y el valor por luchar por ella.
Suspiraba entre sollozos que no quería que pudiera Esther
escuchar, y sin darse cuenta una figura salía entre la
penumbra de la habitación, Encarna había pasado
desapercibida para Maca, la mujer se había apoyado en la
ventana y en silencio había visto toda la escena, toda la
ternura con la que le acarició, con la que la miraba
476 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
luchando por no llorar, como la besó, como cuantas veces
hizo falta cerró sus ojos y suspiró para no fallar, había sido
testigo en silencio de una declaración de amor. Y allí en la
habitación tan solo se escuchaba el sollozo ahogado de
Maca llamándola junto al pitido de la máquina, junto a sus
propios latidos acelerados. Tan solo fue capaz de pasar por
detrás de Maca sin decirle nada, abandonando la habitación
con un nudo en la garganta.
M_ Esther cariño… podremos con todo mi amor…
Durante la noche, Maca se paseó por los pasillos, se
encontró con Cruz que estaba junto a Vilches en la
habitación siguiente, estuvieron juntas, viendo posibilidades
para uno y para otra, hablando para tratar de soportar
mejor el dolor, estuvieron un rato con Vilches, otro con
Esther, recordaron anécdotas, sonrieron y lloraron juntas.
Era una manera de compartir el dolor que ambas estaban
sufriendo.
A los dos días, Aimee entró a la habitación allí a un
lado Maca, al otro Teresa, les sonrió y se dirigió hasta
Esther, la reconoció y una vez mirado su historial habló con
Maca.
Ai_ Creo que vamos a proceder a despertarla Maca, quiero
saber como reacciona
M_ Vale.
Ai_ ¿Estás preparada?
M_ Sí, claro.
477 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ai_ Va a ser duro.
M_ Lo sé.
Ai_ Tendrías que hablar con su madre, esta mañana ha
venido desesperada a mí, creo que no asimila lo que le ha
pasado.
M_ Trataré de hablarle, si –decía como si pensara en otra
cosa.
Ai_ ¿Estás bien? –ella asintió-. De acuerdo, vamos a
proceder.
T_ Maca... cariño... explota ahora no vaya a ser que cuando
se despierte te pase factura el estar tan entera.
M_ No puedo Teresa, se me ha puesto algo en el pecho y no
puedo.
T_ Se te ha parado el dolor ahí, tienes que sacarlo.
M_ ¿Podrías hablarle a su madre?, a mí no me quiere ni
escuchar
T_ Claro no hay problema –le sonrió con tristeza.
M_ ¿Sabes algo de Bárbara?
T_ Dávila llega mañana y dice que me traerá noticias
suyas... le tengo unas ganas.
M_ ¿A Dávila o a Bárbara? –la miró sonriente.
T_ No seas mala.
M_ ¿Crees que se van a quedar en el campo de refugiados?,
todos juntos.
478 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ No lo sé Maca, la situación no era nada propicia para
hacer otra cosa, y Massamba creo que es bastante
consciente de que la situación es así.
M_ ¿Cómo lo podremos saber?
T_ Ahora mismo de ninguna manera, toda la ayuda
humanitaria ha sido mandada fuera del Congo, hasta que
no nos den cobertura nuevamente no lo sabremos.
M_ Vaya mierda –susurró sin apartar sus ojos de Esther-.
Solo pido que salgamos de esta Teresa.
T_ Saldremos –le dijo con rotundidad.
M_ Hablaras con Encarna –la miró con una mirada triste y
algo suplicante.
T_ Creo que sería bueno que lo hicieras tú. Si Esther vuelve
en sí, no le va a gustar estas diferencias.
M_ Díselo a ella, no a mí, he tratado por todos los medios
que podamos hablar.
T_ Pues lo vuelves a intentar.
En ese momento Encarna entraba en la habitación,
llegaba con Rosario y sus caras les llamaron la atención,
Maca explicó a groso modo a ambas lo que iba a ocurrir, y
que había llegado el momento de afrontar la realidad con
Esther. No hubo más palabras, Rosario se marchó y Teresa
se fue con Vilches que seguía sin despertar, en estado
comatoso.
479 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Encarna y Maca, Maca y Encarna guardando silencio,
la máquina pitando, Esther inamovible, y el silencio. Maca
miró a Encarna, Encarna miró a Maca, y más silencio. Hasta
que el ruido de la máquina hizo reaccionar a Maca.
M_ Esther cariño no te preocupes voy a quitarte el tubo,
tranquila, cuando yo te diga ¿eh?, todo está bien mi vida –
Maca notó como Esther la tocaba-. Ya sabes lo que hay que
hacer Esther... una... dos.. ¡ya!
Esther tosió, Maca le sujetó la cabeza, no eran buenos
los movimientos bruscos y sus manos la tocaron con
delicadeza, la miraba con total adoración y un ligero
temblor en su barbilla.
M_ Mi amor... cariño... estás aquí en Madrid... mi amor... no
te esfuerces ¿vale?
E_ Ma... –tosió.
M_ Tranquila cariño... todo va a ir bien, ¿sabes quién está
aquí?, tu madre.
E_ Mamá.
En_ Si cariño... aquí estamos tu mujer y yo –le dijo sin mirar
a Maca pero provocando un temblor en todo su cuerpo-.
Hazle caso ¿eh?
E_ Maca...
M_ Cariño tranquila.
E_ No... no veo... Maca... ¡Maca... no veo!
480 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Dijo alterada ante el gesto de pena de Encarna y el
desesperado de Maca, el temido momento acababa de
llegar, Encarna y Maca se miraron, silencio, Maca y Encarna
fruncieron el ceño pero en silencio mientras la voz
temblorosa, reseca y repleta de pánico lleno la estancia.
E_ ¿Maca?... ¡no veo!
M_ Mi amor tranquila, tranquila –le cogió la mano le volvió a
dejar un beso en la frente y con toda la ternura y calma de
la que fue capaz, le habló-. El impacto te ha provocado una
hemorragia interna cariño, sabes perfectamente que puede
ser temporal, ahora no podemos valorarla bien porque aún
no ha bajado, pero estoy segura que en cuanto baje esa
hemorragia mi vida, volverá todo a la normalidad.
E_ Maca… -le dijo a punto de llorar.
M_ No llores Esther, sobre todo tienes que estar tranquila
mi amor, estamos contigo, no vas a estar sola ni un
momento te lo prometo.
E_ Maca no voy a ver –decía negando con la cabeza
apretando su mano.
En_ Maca tiene razón cariño, no debes preocuparte de
nada, el doctor este que es muy guapo, no recuerdo su
nombre, está convencido que todo es temporal, es de la
deflagración y en cuanto esa hemorragia disminuya, todo
volverá a ser como antes –tuvo que intervenir porque vio
como Maca comenzaba a llorar, como se mordía el labio
inferior como sufría al ver a Esther así.
481 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Y si no lo es?... no… no –repetía con dolor.
M_ Cariño lo va a ser, no te preocupes –llamó al timbre.
Llegó una enfermera quien avisó a Aimeé para que
acudiera a la habitación donde habían vivido la reacción de
Esther una reacción normal pero que a Maca le había
dejado bastante afectada. Le pusieron un sedante para que
volviera a dormir, los nervios se habían desatado en ella, y
tras hacerle un par de pruebas, le dejaron descansar.
Maca se había apoyado en el quicio de la ventana,
miraba el horizonte ese atardecer de varios colores, con
una lluvia intermitente, tal y como de sus ojos caían
lagrimas, lo hacían del cielo ¿eran también por su Esther?
En_ ¿Crees que volverá a ver? –la sorprendió de repente la
voz de Encarna que estaba sentada junto a su hija.
M_ No lo sé –negó con la cabeza muerta de miedo-. Las
pruebas han confirmado la lesión, aún hay demasiada
sangre para saber hasta donde ha afectado.
En_ ¿Qué piensas hacer?
M_ ¿Cómo? –se giró mirándola con el ceño fruncido.
En_ Si se queda así, ¿qué vas a hacer?
M_ No entiendo esa pregunta.
En_ ¿La vas a dejar?
M_ ¿Cree que lo haría? –la miró desafiante.
En_ No lo sé, por eso te lo pregunto.
482 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No la dejaré recupere o no la vista, Esther es lo que más
quiero en la vida. ¿Le queda claro?
En_ Sí. Gracias.
No entendió aquella gratitud pero tampoco quiso
hondar en ella, volvió a girar su cabeza hacia la ventana
cerrando por unos segundos los ojos y viendo como su
corazón latía lento, como su alma lloraba, nunca había
sentido aquella sensación, ni siquiera cuando sufría como
condenada a muerte tras el cruel engaño de Julia, porque
entonces el sufrimiento era diferente, en ese instante el
sufrimiento por ver a Esther en aquellas condiciones, era lo
peor que había podido ocurrirle en su vida, y se dio cuenta
mientras las gotas salpicaban el cristal, que hasta ese
sonido en la ciudad era diferente, todo había cambiado de
forma salvaje, lo único que seguía imperturbable era su
profundo sentimiento de amor por ella.
En la otra habitación justo de al lado, Vilches seguía en
ese estado de coma que tenía preocupada a Cruz, sus
compañeros habían estado muy pendientes de todo y lo
agradecía, pero sus ojeras demostraban esa preocupación,
ese desespero.
M_ ¿Puedo pasar?
C_ Sí, claro –le sonrió.
M_ ¿Sigue igual? –se sentó mirando a Vilches que a
diferencia de Esther en su rostro no tenía marcas.
483 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Sí, no hay novedad alguna. Me ha dicho Héctor que
Esther se ha despertado.
M_ Si, si –suspiró se miró las manos y tras hacer un gesto
de cierta rabia con sus ojos repletos de lagrimas mientras
se movía en la silla con actitud nerviosa siguió-. No he
sabido que decirle, como tranquilizarla.
C_ Es normal Maca… ellos han sido afectados en sus
cuerpos, nosotras en el alma.
M_ Si es así… lloraba y no sabía que decirle.
C_ Creo que es una prueba muy dura de la cual, no sé como
vamos a salir.
M_ Su madre me ha preguntado si la voy a dejar.
C_ Es normal Maca, no te conoce.
M_ Me da miedo Esther cuando despierte Cruz, no se lo he
dicho a nadie pero la conozco y sé lo que va a pasar y me
da miedo.
Cruz la miró con lastima, sabía a lo que se refería, la
entendía perfectamente porque era lo mismo que ella
sentía, cuando ambos despertaran, ¿qué pasaría si los
peores pronósticos se confirmaban?
La noche había llegado con su oscuridad bárbara, con
su pesadez y su miedo, la lluvia había intensificado su
fuerza y Maca seguía sentada en el taburete junto a su
mujer, seguía allí como había estado gran parte de la tarde
tan solo había bajado a cafetería obligada por Teresa
484 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
acompañada por Claudia. Llamaron a la puerta y se giró un
poco.
Al_ Hola Maca –entró con cuidado temerosa.
M_ Hola Alicia.
Al_ Venía porque… bueno… porque estoy de turno… y he
pensando que si querías algo… pues que… me avises.
M_ Gracias –le sonrió cansadamente.
Al_ ¿Sigue igual?
M_ Sí.
Al_ Que pena –dijo con gesto de tristeza-. Bueno pues ya lo
sabes.
M_ Gracias –repitió volviendo a mirar a Esther resoplando
con fuerza.
El silencio era demasiado cruel para ella, parecía que
se burlaba constantemente, mientras ella lo único que
podía hacer era ser un eco triste en la noche resoplido tras
resoplido.
E_ No suena igual aquí la lluvia ¿verdad? –le dijo
sorprendiéndola.
M_ Mi amor –sonrió-. No…
E_ ¿Cuánto tiempo hace que estoy aquí?
M_ Tres días cariño.
485 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Y no has descansado desde entonces? –movió su mano
buscando el contacto con la de Maca, aquel gesto, hizo
añicos a la Pediatra-. Dime.
M_ No me he movido de aquí –susurró con un puchero en su
barbilla estrechando fuertemente su mano, besándola con
sus labios temblorosos.
E_ ¿Y Maes?
M_ Con mi madre, en cuanto estés un poco mejor ya le he
dicho a Cruz que la traeré.
E_ ¿Y qué es estar un poco mejor Maca?
M_ Esther sé que no es fácil mi amor, pero si nos ponemos
en el peor de los casos, si nos volvemos pesimistas, todo
será más complicado –le acariciaba la mano.
E_ ¿Qué más tengo?, noto algo en la pierna.
M_ Llevas una escayola con hierros fijando el hueso, van a
tener que operarte –no le era sencillo hablarle sin ver sus
ojos.
E_ ¿Qué más? –su voz era diferente desangelada.
M_ Tienes alguna quemadura en la zona de la espalda, y
una herida en la parte trasera del muslo.
E_ Hubiese preferido morirme –dijo soltando la mano de
Maca.
M_ No te permito que digas eso, ¿me has oído?
486 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ SÍ, al menos no me he quedado sorda –su ironía le hizo
tanto daño a Maca que no pudo responder-. ¿Por qué no te
vas a casa?
M_ Porque no tengo nada que hacer en casa.
E_ ¿Y aquí?
M_ Esther cariño, comprendo que estás mal, comprendo
que esto es duro para ti pero tratemos de llevarlo con la
mayor calma posible mi amor, no voy a dejarte sola, ni voy
a dejar de luchar porque recuperes la vista que estoy
segura lo vas a hacer.
E_ ¿Y si no lo hago?
M_ Lo harás –le contestó segura.
E_ Aquí no hay magia Maca.
M_ Esther.
Volvió el silencio entre las dos, Maca no sabía si
dormía o pensaba, tan solo sentía distancia, una distancia
que dolía tanto como el silencio.
El día llegó tan triste como el anterior, Maca seguía en
la habitación apoyada en la ventana, la puerta se abrió un
par de veces, primero Sam quien le llevó a su Maquita
Dulce, unos churros que le hicieron sonreír y recordar los
viejos tiempos en el Hospital, con grandes carcajadas por
las locuras maravillosas de aquella gran mujer. Más tarde
Alicia para despedirse de ella.
E_ ¿Maca?, ¿Maca estás aquí?
487 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Sí cariño. ¿Qué te pasa mi vida? –le besó en la frente
con la candidez en sus labios.
E_ Me duele mucho la pierna.
M_ Tranquila, voy a ponerte un calmante ¿vale? Mi amor...
te quiero –le susurró mientras se entrelazaban sus dedos.
E_ ¿Puedes besarme?
M_ Claro que sí mi amor... encantada además –sonrió pero
Esther no le podía ver esa sonrisa que le provocaba como
tantas otras veces. Sus labios se unieron tímidamente, tras
un suspiro que llevaba mucho tiempo guardado en el
pecho, volvieron a rozarse-. Te quiero.
E_ Y yo.
M_ Voy a por el calmante.
A mitad mañana llegaron Rosario y Teresa, primero
fueron a ver que tal estaba la situación con Vilches,
después pasaron a ver a Esther. Al entrar vieron que Maca
seguía sentada a su lado mirándola con ese mismo gesto
de miedo que tenía desde que habían dado su diagnóstico.
T_ Buenos días –dijo bajito.
M_ Hola, pasad, pasad, está despierta.
E_ ¿Teresa? –movió un poco la cabeza hacia un lado.
T_ Sí cariño... –le besó la frente.
E_ ¿Cómo estás?, ¿cómo llegaron?
488 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Bien cariño... bien estoy bien, y llegaron gracias a
vosotros bien.
E_ ¿Y Nsona?
T_ Con la magia de Lula, llegó casi sin hemorragia Esther.
E_ Tengo miedo a preguntarlo... pero... ¿y Vilches?
M_ Está justo en la habitación de al lado, en cuanto estés
mejor iremos a hacerle una visita –Esther pareció respirar
tranquila pero no dijo nada más fue entonces cuando Maca
insistió con ella, no quería que se derrumbara por nada del
mundo-. Esther cariño... quiero presentarte a alguien que
tiene muchas ganas de conocerte –le dijo abrazando a su
madre con un brazo por los hombros-. Te presento a una
más que cambiada Rosario Fernández, mi madre.
R_ ¡Maca mira que eres payasa! –le riñó-. Ni caso Esther, no
sabes las ganas que tenía de conocerte.
E_ Y yo... aunque bueno... no pueda hacerlo.
R_ Ya podrás tranquila –le dijo sonriendo mientras le dejaba
un beso en la frente.
E_ Gracias.
Ai_ Hola a todas, Esther ¿qué tal estás?
E_ Igual, se me ha pasado el dolor en la pierna.
Ai_ Te vamos a operar, según la radiografía es un buen
momento para hacerlo, Javier está seguro que no va a
quedarte secuela alguna.
489 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿También puedo quedarme coja?
M_ Esther cariño –le dijo un poco abatida por su respuesta.
Ai_ No, tranquila.
M_ Quiero estar en la operación Aimee.
Ai_ Bien. Ahora Esther voy a explicarte lo más detallado
posible tu lesión ocular, ¿de acuerdo?
E_ Sí, pero dime la verdad por favor.
Ai_ Claro –miró a Maca que asintió-. La ecografía que te
hicimos nada más llegar nos dio una lesión severa en el
fondo del ojo, tenemos que esperar para poder decirte si
esa lesión va a se temporal o definitiva, no voy a mentirte.
Si mañana con la ecografía que te hagamos nos indica que
podemos hacer una fotocoagulación con láser, la haremos,
para prevenir que la hemorragia sea recidiva. Después
tendremos que esperar de dos a tres semanas para saber si
hemos acertado con el tratamiento y la operación definitiva
te ayuda a recuperar la vista. No va a ser fácil para ti, pero
lo único que puede asegurarte es que vamos a hacer todo
lo posible porque te recuperes. ¿Tienes alguna pregunta?
E_ No.
Ai_ De acuerdo... pues... vamos a preparar las cosas ¿vale?
M_ Gracias Aimee.
T_ Todo va a ir bien Esther.
Otra vez silencio, silencio con demasiada gente
alrededor, silencio con demasiado dolor.
490 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Mientras operaban a Esther, Maca les contaba hazañas
de ambas al grupo de médicos, todos trataban a pesar de
estar concentrados en el trabajo, hacer algo más fácil a
Esther esos momentos. Fuera, Teresa junto a Rosario y
Encarna esperaban las noticias de que al menos esa
operación había salido bien.
T_ Y bueno... ¡qué os voy a contar!, allí estaban las dos
volviendo con Mona como si fuera la heroína de la peli,
todos preocupados por ellas, y ellas felices a pesar de que
un león les había atacado.
R_ ¡Qué pareja! –sonrió.
T_ Si, pero buenas trabajando ¿eh?, con el ébola fue
mortal... durísimo pero allí estuvieron –les hablaba mirando
más a Encarna que guardaba silencio que a Rosario que
participaba en la charla-. Y bueno... que...
_ ¡Teresa!
T_ Uy –se sobresaltó en la silla, aquella voz...
_ Mi bella lady.
Al girarse vio a allí plantada a Bárbara con un brazo
aún en cabestrillo mirándola con los ojos brillantes de
emoción, justo al lado de Dávila quien seguía la escena
sonriente. Teresa se levantó sin poder decir palabra y se
abrazaron emocionadas por el reencuentro.
T_ Dios mío Bárbara –la miraba como si no pudiera creerse
verla allí.
491 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Oh mi bella signiora –la abrazaba con un solo brazo
bajo la atenta mirada de Rosario y sobre todo de Encarna-.
¡Cuánto echar de menos!
T_ ¿Cómo estás? –se limpiaba las lagrimas emocionadas
mirándola de arriba a bajo.
Ba_ Bien... ¿la parejita? Me dijo Dávila –puso gesto triste
mientras apretaba fuerte su mano.
T_ Están operando a Esther, no sabemos nada aún pero ha
perdido la visión y no sabemos si es temporal o... –se calló
haciendo un gesto con su barbilla de pesar.
D_ Buenos días, ¿molesto?
T_ ¡Dávila! –lo abrazó pues ni cuenta se había dado de su
presencia-. Contigo ya hablaré yo, pero ven que creo debes
conocer a la madre de Esther.
D_ Por supuesto.
T_ Dávila te presento a Encarna la madre de Esther.
D_ Encantado señora, permítame darle la enhorabuena por
la hija que tiene –le sonreía mientras estrechaba su mano.
En_ Muchas gracias –sonrió emocionada.
D_ Rosario, ¿qué tal?
R_ Bien, nerviosa y preocupada por Esther pero...
esperando que todo salga bien.
D_ Claro que si, estoy seguro de ello.
492 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Ser una heroína –le sonrió a Encarna-. Por algo tener
loca a mi Maca.
T_ Esto... bueno... –carraspeó ante el gesto de la mujer-.
¿Nos sentamos?
D_ Voy a ver a Cruz... quiero saber que tal Vilches.
T_ Claro que sí, tú y yo tenemos un tema pendiente.
D_ Está bien –sonrió.
T_ Y tú, calla la boca que su suegra no la mira muy bien –le
dijo en voz baja con cara de susto a Bárbara.
Ba_ Meu deus.
Al salir del quirófano, la alegría del reencuentro con
Maca fue importante tanto que se le escaparon unas pocas
lagrimas en el abrazo, después les explicó que la operación
había ido muy bien, pero el desanimo de su mujer la tenía
realmente preocupada. Después fue el turno de Bárbara
quien explicó como se había salvado gracias a una mesa de
madera donde había caído tras el primer impacto pero se
mostró afectada por todo lo que había perdido, sin duda,
sus monos y su propia gente aquello la tenía tan triste
como a ellas haber dejado solos a quienes eran su familia.
La tarde pasó tranquila porque decidieron volver a
sedar a Esther ya que sin poderlo evitar le había dado un
pequeño ataque de ansiedad y no querían que sufriera
ningún desnivel que pudiera afectar sus ojos. En un
493 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
momento Maca fue a visitar a Vilches y allí, con Cruz
volvieron a compartir el pitido de la máquina y el silencio.
C_ Oye así que... ¿tú crees que Teresa se ha pillado por
Bárbara? –le preguntaba con una sonrisa repleta de pena,
ojeras profundas y gesto cansado.
M_ Yo creo que sí, debiste ver la borrachera que se pilló.
C_ Madre mía.
M_ Esther se moría de risa con la situación, y me chinchaba
en cuanto podía con el tema –decía con brillo en sus ojos
recordando sus burlas.
C_ Vilches me comentó algo de...
De pronto la máquina hizo un sonido, que a ambas las
alertó, Vilches estaba despertando. Fue Maca quien se
encargó de retirarle el tubo, y de llamar a la enfermera para
que acudiera mientras Cruz lo reconocía.
C_ Rodolfo cariño tranquilo... tranquilo trata de respirar
poco a poco, eso es... estás en el hospital mi vida, todo ha
terminado ya.
V_ Mmmm –balbuceó.
C_ No te esfuerces... todo está bien.
M_ Vilches tranquilo, respira... hazlo despacio eso te va a
ayudar.
C_ Muy bien... así... –la miró con una pequeña sonrisa.
M_ Creo que vais a necesitar un poco de intimidad –sonrió.
494 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Gracias –le guiñó un ojo-. Vilches...
Mientras ellas hablaban, Cruz lo abrazaba y besaba,
Maca se quedó fuera en el pasillo, le daba miedo entrar a la
habitación y encontrarse nuevamente con esa Esther
desquiciada, miedo porque no sabía como apoyarla, en
esos pensamientos estaba cuando apareció Claudia
saliendo del ascensor por el pasillo le vino bien su
presencia.
Cl_ Iba a veros, ya ves, una se reincorpora y en nada ya me
ponen guardias de noche.
M_ Es lo que tiene –sonrió de lado.
Cl_ Prepárate porque a ti te van a hacer lo mismo.
M_ Lo sé.
Cl_ ¿Y cómo estás?
M_ No lo sé, estoy un poco como con subidas y bajadas
¿sabes?, esa sensación de no saber muy bien si voy o
vengo.
Cl_ Lógico, eso se llama desconcierto ante la situación
inesperada que de pronto ha surgido en vuestra vida.
M_ No puedo verla así, no soy capaz de decirle nada, me
siento una inútil.
Cl_ ¿Sabes qué le ayudaría?, tener a la niña cerca.
M_ Lo he pensado pero me da miedo que al no verla,
todavía le cree más trauma.
495 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ Bueno... es una posibilidad pero... al menos tendrá la
cabeza más ocupada con la niña por aquí, ya sé que es un
hospital y...
M_ Mañana la cambian a una habitación.
Cl_ Bien. A ver Maca, lo que te está pasando es lógico y
normal, te haría muy bien salir del hospital, irte a casa,
ducharte, comer algo caliente, dormir bastantes horas y
volver renovada, eso también te ayudará a desbloquearte.
M_ Solo me ayudará ver a Esther bien.
Cl_ Pero sabes que hay una posibilidad de que no sea así, y
tienes que estar fuerte.
M_ Si, eso también es verdad aunque aún no lo quiera
admitir.
Cl_ Cuanto antes admitas las cosas, mejor. ¿Quieres que
hable con ella, o te mando a Carlos?
M_ Cabrona –le susurró entrecerrando los ojos mientras
reían divertidas abrazándose con total cariño-. Gracias.
Cl_ ¿Sabes que te quiero mucho, verdad?
M_ Sí.
En_ Buenas noches –les dijo con gesto serio y totalmente
juiciosos.
M_ Hola Encarna –no hubieron más palabras, Encarna se
metió en la habitación y Maca miró a Claudia con gesto
contrariado-. Es un encanto.
496 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cl_ Lo siento.
M_ No te preocupes, haga lo que haga ya me tiene fichada,
lo bueno es que por lo menos delante de Esther se
comporta.
Cl_ Venga pasa...
M_ Oye se me olvidaba, Vilches ha despertado.
Cl_ Uf la fiera ha vuelto.
M_ Espero que todo vaya bien porque sino, lo mío no es
nada comparado a lo que le queda por pasar a Cruz.
Cl_ Tú lo has dicho, pero el amor cuando es verdadero
puede con todo.
M_ Es una gran verdad.
Cl_ Tomo nota.
M_ Tu te lo mereces...
Cl_ Deja... deja... que así estoy muy bien.
M_ Bueno voy a entrar.
Cl_ Suerte.
M_ Gracias.
En la habitación, Esther estaba en silencio, y Encarna
se había sentado igualmente a su lado, le llamaba la
atención a Maca aquella relación, parecía distante y no
entendía como podía actuar así con su hija. Al entrar, la
mirada de Encarna le demostró un alto nivel de enfado.
En_ Puedes irte a casa, voy a quedarme con ella.
497 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Pues nos quedaremos las dos –le contestó de igual
modo con tono seco y frío.
En_ No hace falta, estoy yo que soy su madre y soy quien
tiene que estar –hablaban en voz baja.
Maca no le contestó le pareció que mejor callarse sin
más y sentarse, pasaron la noche sin hablarse, tan solo
cuando Encarna se levantaba a estirar las piernas, Maca
aprovechaba para acercarse a Esther, besarla, y acariciarla.
Cuando Maca salía a por café, era Encarna la que miraba a
su hija con el ceño fruncido y cara de dolor.
La mañana apareció con luces que se llevaron los
tonos grises de los días pasados, las nubes parecía que
habían hecho una tregua con el sol y habían permitido que
hiciera acto de presencia en el cielo. La lluvia se había
detenido pero las calles aparecían mojadas, y un cierto frío
que molestaba a Teresa que llegaba con churros y
chocolate.
T_ Buenos días.
En_ Buenos días.
T_ He traído churritos y chocolate... ¿está despierta?
E_ Sí Teresa –le dijo con su voz apagada.
T_ Buenos días cielo, luego vas a tener una sorpresa por mi
parte –le dejaba muchos besos seguidos y sonoros.
E_ Gracias.
498 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Nos van a cambiar a una habitación Teresa, le he dicho
a mi madre que prepare a Maes, ¿podrías ayudarla?
T_ Claro.
E_ Maca vete a casa a descansar.
T_ En eso tiene razón, si vieras la cara que tiene –al decirlo
se dio cuenta y puso gesto de espanto.
M_ Estoy bien, solo necesito una ducha y vuelvo. Mi amor
hasta ahora –le dejó un beso en los labios que la vista de
Encarna no soporto ver-. Te quiero guapa.
E_ Te espero –parecía volver a ella la ironía.
En la ducha del vestuario de médicos Maca dejó que
las lagrimas se mezclaran con el agua, no había nada mejor
que llorar en la ducha, a ella le sentaba de muerte. Se
recompuso lo mejor que pudo y volvió a la habitación. Pero
en el pasillo se encontró con Teresa.
M_ ¿Qué pasa?
T_ Nada no te asustes hija, ¡estás un poco nerviosa, no!
M_ Joder Teresa ¿cómo quieres que esté? –la miraba
cerrando los ojos tratando de tranquilizarse.
T_ Siento lo de antes.
M_ Es que es inevitable Teresa... no podemos hacer otra
cosa... ¡y lo peor no sé qué coño hacer!
499 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Lo que estás haciendo, dale tiempo, no es fácil hay que
asimilar lo ocurrido y una vez lo asimile todo será más
llevadero.
M_ Lo sé Teresa, pero...
T_ Tranquila Maca, no te exijas demasiado ¿vale?, poco a
poco ella también irá sacando esa rabia y se irá
encontrando mejor.
Los celadores llegaron en compañía de Aimee para
trasladarla a la habitación, Maca aprovechó el momento
para salir a la calle después de cinco días intensos, al
hacerlo se dio cuenta que tenía frío ni siquiera llevaba su
chaqueta, chasqueando un poco sus dientes, se dirigió
hasta la floristería, le compró un ramo de flores y subió
ilusionada hasta la nueva habitación tras el visto bueno de
Sam.
M_ Hola... ¿cómo está mi princesa?
E_ ¿Flores?
M_ Joder... ¡me has descubierto! –le dijo sonriendo.
E_ Lo siento –sonrió por primera vez.
M_ ¡Cuánto he echado de menos esa sonrisa mi amor! –se
acercó dejando a un lado las flores y besándola en los
labios-. ¿Cómo está mi mujer linda?
E_ Maca... debo estar horrible, además me he dado cuenta
que me han cortado el pelo hostia –dijo con rabia ante la
sonrisa divertida de Maca.
500 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Estás preciosa no digas tonterías.
E_ No las digas tú, debo hacer una pinta horrible –le
respondió algo enfadada.
M_ Esther cariño... tranquila ¿vale?
E_ Quiero pedirte una cosa Maca, lo he estado pensando y...
creo que es lo que debo pedirte.
M_ ¿Qué pasa? –se sentó a su lado con el ceño fruncido.
E_ Quiero que lo que te voy a pedir lo hagas.
M_ Si, dime –la miraba con algo de temor ese tono tan frío
no le gustaba nada.
E_ Quiero que te vayas de mi lado, que me dejes... que
vivas tu vida, tan solo te pido poder disfrutar de Maes
cuando esté adaptada a todo y...
M_ Espera –la detuvo en seco-. ¿Me estás vacilando?,
porque si es eso no tiene ninguna gracia.
E_ Te estoy diciendo la verdad, lo que quiero que hagamos.
M_ Yo no voy a dejarte –su voz fue firme sin miramiento
alguno.
E_ No quiero que estés conmigo por pena.
M_ Estoy contigo porque te quiero.
E_ Ya no es igual –negaba con la cabeza mientras
instintivamente apretaba la sábana entre sus dedos.
M_ Claro que si –le levantó la voz-. ¿Acaso tú no me
quieres?
501 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No es eso Maca.
M_ Pues no hay más que hablar, ¡y haz el favor de no volver
a repetirlo!
E_ Maca yo... voy a ser una carga –decía titubeante.
M_ ¿Yo lo sería para ti?
E_ No, claro pero...
M_ Pues entonces Esther –sus ojos se llenaron de lagrimas-.
Tenemos que adaptarnos a esto y ¡ya está!
E_ No quiero ser una carga para ti –decía con la voz
quebrada.
M_ No lo eres mi vida, eres lo que más quiero... ¡cómo
puedes decirme eso! –bajó su tono volviéndolo tan tierno
que Esther sintió erizarse toda su piel, Macala abrazó como
pudo con cuidado estrechándola entre sus brazos ambas
llorando.
E_ Porque no quiero que me odies.
M_ ¿Y por qué debería hacerlo? –le besaba la frente
mientras Esther con su mano apretaba su cintura.
E_ Si no recupero la vista, no podré ir a África y eso es tu
vida –le decía preocupada.
M_ Mi vida sois tú y Maes, nada más, y donde estéis
vosotras está mi vida.
E_ Ahora pero después...
502 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ahora y siempre, eres el amor de mi vida y no pienso
dejarte nunca –su gesto si Esther lo hubiera podido ver era
tan triste, tan apagado.
E_ Te quiero tanto Maca... que sería incapaz de provocar en
ti algo malo, algo que hiciera que tú te cansaras de mí.
M_ Esther si pasa, si no recobras la vista, nos
acomodaremos a esa vida, para ambas será nuevo pero
valdrá la pena porque estemos juntas.
E_ Maca... –lloraba.
M_ No llores... no es bueno.
E_ Me duele el pecho Maca, tengo que llorar.
M_ No debes, me tienes aquí contigo, tienes a tu madre,
ahora vendrá Maes para estar contigo, está Teresa y...
bueno... todos contigo mi amor, no debes llorar por tu
lesión y porque me destrozas el corazón.
E_ Maca... te quiero...
M_ Y yo, y no soporto verte mal, no lo soporto cariño
estamos juntas en esto y de una u otra manera saldremos
adelante, ya lo verás.
Esther guardó silencio, cuando llegó Teresa se habían
calmado ambas, hicieron fiesta con las flores, cuando llegó
Bárbara hubieron algunas risas, pero la emoción llegó a
todas cuando Rosario subió con la pequeña Maes, la niña
fue el centro de todas las miradas, todas las sonrisas, Maca
le puso a le pequeña en la cama un rato, después le dieron
503 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
un caldo para comenzar a comer y fue entonces cuando
llegó Encarna. Hubo uno poco de tensión, pero Teresa en
seguida consiguió rebajarla. Al igual que consiguieron que
Maca se fuera a casa con su madre, y que Teresa cenara
con Bárbara para quedarse por la noche junto a Esther.
En la habitación se habían quedado madre e hija solas,
Esther aprovechó el momento para hablar con ella.
E_ ¿Mamá? –movió su mano en el aire buscando el contacto
con su madre.
En_ Estoy aquí.
E_ Gracias por estar a mi lado –le cogió la mano.
En_ No me las des, eres mi hija.
E_ Ya pero sé que no es fácil para ti verme junto a Maca.
En_ No lo es no –reconoció sin tapujos.
E_ Sé que estáis haciendo ambas un esfuerzo por mí.
En_ Prefiero no comentar nada hija, es tu vida la has
elegido así y yo la voy a respetar aunque sabes que no la
comparto.
E_ ¿Puedo pedirte una cosa?
En_ Sabes que sí –la miraba con pena.
E_ Quiero que una vez me den el alta me lleves a casa.
En_ ¿Cómo que a casa?
E_ Sí, no quiero volver con Maca en estas condiciones.
En_ Hija… por mí encantada pero...
504 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Seré una carga para ella y no podrá ir a África por no
dejarme sola, no quiero que pase eso mamá, necesito tu
ayuda por favor.
Cuando Maca volvió de descansar para estar un rato
más con Esther, se encontró a Esther dormida junto a Maes,
la escena le hizo sonreír con ternura, se había duchado, se
había cambiado de ropa, llevaba una coleta con la que al
verla Sam directamente babeo lo suficiente como para
arrancarle una carcajada, y tras pasar por Vilches con el
que no pudo hablar porque estaba tan afectado y
bloqueado como Esther, fue a ver a su niña. Dejó la mochila
en el armario tras saludar a Encarna se dispuso a sentarse
junto a su mujer cuando en voz baja Encarna le dijo:
En_ Esther me he pedido que me la lleve, que en cuanto le
den el alta me la lleve a casa conmigo.
Maca la miró fijamente temiendo su respuesta, por un
segundo varió su vista y la pasó por la cama, fijándose en
Esther, después volvió a mirar a Encarna con gesto de
pavor.
En_ Le he dicho que la quieres de verdad, que no la vas a
abandonar y que... confío en ti... espero no equivocarme
por el bien de mi hija.
A la mañana siguiente cuando Maca llegó a la
habitación, se habían llevado a Esther a rayos, Teresa le
contó como había pasado la noche tranquila, que no había
hablado y que se había tomado un café con leche
505 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sentándole bien. Maca cogió a la niña y estuvo con ella
jugando ante sus sonrisas mientras esperaba la vuelta de
Esther.
M_ Le ha dicho a su madre de irse con ella.
T_ Compréndela Maca –la miró con gesto de pena.
M_ No, no la comprendo –le respondió mirándola fijamente.
T_ Mira deja eso a un lado, no saques el tema que tan solo
puede provocaros disputas inútiles.
M_ ¡Es que no lo entiendo!, le dije que no iba a cambiar
nada –le dijo dejando a Maes en una cuna que les habían
prestado del hospital.
T_ A Esther le va a cambiar todo y los cambios hay que ir
aceptándolos poco a poco, se ha despertado de una
pesadilla y al hacerlo se ha encontrado con la más repleta
oscuridad, hay que comprenderla Maca.
M_ Teresa la comprendo porque a mí también me cuesta
esto… mira si no se recupera, iré a buscar a Lula, me la
traigo y que pruebe a recuperar su vista, no voy a
quedarme con los brazos cruzados, sé que va a ser
tremendamente duro pero no por eso la voy a dejar.
T_ No sé si volveré a verlos –dijo con tristeza.
M_ Encima eso…
T_ Bueno… no vamos a ponernos trágicas ¿eh?, lo que hay
que hacer es sonreír y tratar de llevarlo todo mejor.
506 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya pero… ¡ah mira ya está aquí!, Esther cariño… ¿cómo
ha ido?
E_ Bien… aunque ahora me duele mucho.
M_ Te pongo un calmante en el gotero.
E_ ¿Has visto a Vilches?
M_ No, he venido directa aquí, ¿sabéis algo? –miró a Teresa
quien también se había acercado a la cama.
T_ Ha venido Cruz, y dice que no habla.
M_ Bueno es normal…
E_ ¿Por qué no me dijiste que puede quedarse paralítico? –
le dijo a Maca girando su cabeza en dirección contraria a
donde estaba.
M_ Estoy aquí mi amor –le cogió la mano fuerte y le besó-.
Porque no estabas en condiciones.
E_ Ya… ¿me lo vas a ocultar todo?
M_ No Esther, no te voy a ocultar nada cariño pero no
estabas en condiciones además puede ser que solo sea una
falsa alarma.
Ja_ Buenos días pareja, y señora –sonrió a Teresa haciendo
una leve inclinación a Teresa que miraba a la pareja con
pena.
Después de darles los informes sobre la operación, y
más o menos el tiempo que tendría de recuperación, entre
seis y siete meses, las dejó solas llevándose a Teresa a
507 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
desayunar. Maca le hablaba a Esther sobre lo que harían
para recuperar el movimiento normal de ese tobillo, no solo
rehabilitación, sino también irían al mar a pasear por la
orilla, eso los fines de semana o cuando tuviera libre con la
pequeña Maes como una familia cualquiera, en principio
tendría que usar la silla de ruedas sería más cómodo, algo
que hizo sonreír de lado a Esther exasperando un poco la
calma de Maca.
Al_ Hola ¿se puede? –apareció Alicia con una auxiliar.
M_ Hola Alicia pasa –Esther giró su cabeza un poco no sabía
quien era esa Alicia ni su tono tan familiar con Maca-. ¿Qué
tal?
Al_ Venía a cambiar el gotero y saber ¿qué tal está Esther?
M_ Pues… ¿mejor verdad mi vida? –le sonrió.
Al_ Ya me ha dicho Javier que la operación ha sido un éxito.
M_ Si, la verdad que si.
Au_ Doctora Fernández, tengo que lavarla… si no le
importa.
M_ No, no, claro, cariño me voy a ver a Vilches.
E_ Vale –tras darle un beso se fue con gesto preocupado.
Al_ Uf debiste ver lo pesadita que estaba porque no sabía
nada de ti, nos dio una paliza que hasta Cruz se tuvo que
plantar con ella… se nota que te quiere mucho.
E_ ¿Y tú quién eres? –le preguntó algo borde.
508 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al_ Soy Alicia, enfermera, me preguntó si había sitio para ti
en el hospital, así que por mí encantada de trabajar contigo,
dijo que haríamos muy buen equipo y estoy segura porque
dijo que eras la mejor.
E_ Te olvidas de algo.
Al_ ¿De qué?
E_ Estoy ciega.
Alicia se mordió el labio inferior, no sabía muy bien
que decirle a eso, así que decidió marcharse con un hasta
luego mientras la auxiliar la aseaba.
En urgencias, Vilches seguía con su gesto serio, sus
cejas enfuruñadas, sus labios pegados, Cruz había ido a
casa a descansar por orden de Dávila, y al entrar Maca lo
vio solo y pensativo. Pasó de largo sentándose a su lado
apoyando su pie en los hierros de la cama. No dijo nada,
tan solo estuvo allí durante un largo rato en silencio.
V_ ¿Cómo está Esther? –le sorprendió de repente Vilches.
M_ Uf… no sé… está borde, está con una ironía
exasperante, triste, apagada, abatida y algo insufrible,
vamos, como tú.
V_ Me gustaría verte a ti en nuestra situación.
M_ Ya sabes… sería peor que vosotros dos juntos, por eso
os comprendo.
V_ Tienes una mujer impresionante Maca.
509 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo sé, pero esa mujer impresionante ha decidido irse
con su madre para no ser una carga para mí.
V_ Yo he pensado lo mismo así que a ver como vas a
terminar la frase –le amenazó con el dedo.
M_ ¡Joder Vilches!, pero no veis que tanto Cruz como yo os
queremos, yo quiero a Esther ciega o no, Cruz te quiere a ti
aunque nunca he entendido como te aguanta –le pinchó.
V_ Mira pues quien fue a hablar –le dijo con sorna.
M_ Me jode mucho esto que lo sepas.
V_ A mí me jode más porque si no vuelvo a andar no
volveré a ser médico.
M_ Lo sé Vilches… ¿crees que no lo sé?, pero joder… es lo
que tenemos y con eso hay que luchar, hay que seguir
viviendo no podéis ser egoístas.
V_ ¿Sabes lo que pienso?, Esther debe pensar igual, Cruz va
a tener que dedicarme más tiempo que a María, no va a
poder levantarme, de momento voy a tener que llevar un
jodido pañal como un crío, después tendré que ir
controlando mi vegija, por supuesto ni un polvo en
condiciones en no se cuanto tiempo, pienso todo eso y me
digo, ¿tengo derecho a hacerle esto a Cruz?, ¿a que cambie
su vida por mí?
M_ Vilches el amor es así, cuando amas a alguien no
puedes dejar de hacerlo porque esté en una silla de ruedas,
¿lo harías tú si le pasará a Cruz?
510 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ No –le contestó con rotundidad.
M_ Sé que Esther no lo haría si yo estuviera en la cama sin
ver, ella estaría a mi lado, por lo tanto, ¿qué derecho tenéis
de elegir algo así por encima de lo que Cruz y yo
opinemos?, ¿eh?, ¡dime! –lo miraba seria.
V_ Ninguno –negó con su cabeza muy serio y pensativo.
M_ Pues entonces, dejar de jodernos a una y a otra –Vilches
la miró fijamente-. No me mires así es la verdad, ¡hostia!
V_ ¿Y qué haces aquí?
M_ La están lavando y no puedo estar delante… no puedo…
-decía suspirando.
V_ Tú eres tonta –lo miró seria-. Tanto discursito conmigo, y
dejando que otra la lave y tú con un calentón de la hostia
que tengo que aguantar yo.
M_ Vilches.
V_ Ni Vilches ni hostias, mañana la lavas tú ven aquí.
M_ ¿Qué?
Durante todo el día la habitación de Esther fue un ir y
venir de visitas, algunas amigas que se habían enterado por
la televisión fueron a ver como estaba, todas boquiabiertas
al conocer a Maca quien se auto presentaba como su mujer
para evitar una posible llegada de su ex novio, porque no
estaba dispuesta a soportarlo. Esther parecía continuar con
sus pensamientos, seria, callada, casi ausente, Cruz la
había visitado para que Maca y Encarna se fueran a comer,
511 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cada una lo hizo yéndose a un lugar, y mientras estaba con
ella, había tenido las mismas palabras que Maca le había
dicho a su marido.
Cuando por fin las dejaron solas con Maes, Maca
respiró aliviada estaba realmente cansada de tanto pijerío.
M_ Ya se ha dormido Esther –le dijo pues habían
incorporado a la enfermera en la cama y sentada tenía a
Maes sobre su pecho.
E_ Si… mejor que la dejemos dormir.
M_ Vamos a ver si no se despierta.
E_ Ya no llora ¿eh? –sonrió.
M_ No, ya está hecha toda una mujer –dejó a la niña en la
cuna.
E_ ¿Dónde estás? –le preguntó al ver que no se ponía a su
lado.
M_ Aquí guardando el biberón.
E_ ¿Puedes venir? –le preguntó con algo de dudas.
M_ Claro mi amor –se sentó en la cama frente a ella con
ciertas dudas, lo último que quería era que volviera a
decirle que quería irse con su madre-. Dime.
E_ ¿Dónde están las flores?
M_ En la mesita.
E_ ¿Puedes dármelas?
512 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Si, claro –le decía desconcertada-. Toma el jarrón pesa lo
suyo ¿eh?
E_ Uf… es cierto…
M_ Sam que me dijo no podías tener un jarroncito de la
china, tenía que ser el mejor.
E_ Agradéceselo de mi parte.
M_ Claro –la miraba intensamente sin saber muy bien que
estaba pasando.
E_ A ver –carraspeó-. Sé que estas no son las mejores
condiciones, y que igual, hasta puede sonar aprovechado
pero es lo que quiero y quiero que lo sepas.
M_ Pues… tú dirás –le dijo con ciertas dudas.
E_ Ay… a ver… ¿por donde empiezo? –se preguntó a si
misma graciosamente porque se mostraba nerviosa-. Sé
que… bueno sé que me he comportado como una estúpida,
egoísta e insoportable, que…
M_ Est…
E_ Déjame que lo diga todo de una cariño –su voz volvió a
sonar dulce y tierna.
M_ Vale –desde que había llegado era la primera vez que le
decía alguna palabra cariñosa y eso le llenó de calma, la
miraba sonriente porque notaba sus nervios y volvía a ver
como se sonrojaba algo que le encantaba.
E_ Sé que no tengo derecho a decidir por mí, que esto es
terrible para mí pero también lo es para ti, porque sé que
513 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
me quieres y me lo has demostrado tantas veces que no
tengo una sola duda, sé que esto nos va a cambiar todo, no
verte es lo peor que me podía pasar, al menos Vilches,
puede disfrutar de los colores, la visión de su hija, de Cruz,
yo ahora, tengo que aprender a disfrutar de otras cosas,
aunque en mi memoria estás como eres –a Maca se le
llenaron los ojos de lagrimas mientras se mordía el labio-.
Sé que no tengo derecho a estar amargada porque estáis
todos a mi lado, aunque yo solo deseo estar al tuyo. Y
quería pedirte algo –carraspeó-. ¿Puedo?
M_ Claro mi amor… claro que puedes –le sonreía
emocionada aunque no sabía muy bien que le iba a pedir,
se había tranquilizado con la explicación.
E_ Macarena Wilson Fernández, alias la Calentorra de la
Selva, que pronto pasara a ser la Calentorra de la Ciudad –
sonreía y Maca también-. ¿Aceptas casarte con Esther
García …? –le acercó el ramo.
M_ Sí, acepto –le dijo con una sonrisa emocionada, amplia y
cristalina mientras sus ojos se llenaban de brillo cogía el
ramo y se abrazaba a Esther con toda su fuerza-. Acepto,
acepto…
E_ Te quiero Maca –la estrechó con fuerza enredándose el
cable del gotero con el brazo de Maca-. Joder…
M_ Lo siento… lo siento –reía.
E_ ¡Qué daño! –reía también.
514 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Lo siento es que tienes una herida en la cara, lo siento la
emoción y… uf… -había dejado el ramo.
E_ ¿Me va a quedar cicatriz? –le preguntó aterrada.
M_ No, y si te queda, está en un sitio muy interesante.
E_ Joder Maca… que hijos de puta.
M_ Pues sí mi vida, pero esto se merece una celebración.
E_ Si –entonces Esther puso su mano sobre la mejilla de
Maca, la Pediatra cerró los ojos y Esther fue deslizando
suavemente su mano por la mejilla, por el cuello, suspiró
cerrando la boca que la tenía abierta, hasta llegar a su
escote.
M_ Esther… para o me convertiré en la Calentorra del
Hospital.
E_ Jijijiji –sonreía divertida mientras seguía acariciándola-.
Cuanto tiempo sin tocarte.
M_ Mi amor… vamos a poder con todo cariño… ya lo verás –
sonrió acercándose a ella para besarse-. Te quiero.
E_ Necesito oírlo para vivir mi vida –le susurró emocionada
mientras seguía acariciándola y Maca seguía cerrando los
ojos.
V_ ¡Bueno pero esto qué es!, ¡hasta en el hospital!, ¡manda
huevos! –entró con la silla de ruedas dando voces.
T_ ¡Desvergonzadas!... ¡ya están Vilches…! ¡ya están!
Mucho estaban tardando.
515 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¡Pero qué pesados! –les sonreía.
E_ ¡Vilches!... ¿Vilches dónde… dónde estás? –movía sus
manos hacia donde había escuchado su voz.
V_ Aquí pija, estoy aquí –le cogió las manos sonriente y
emocionado.
C_ ¡Pero bueno! –reía al ver como se abrazaban ante la
emoción de Maca y Teresa.
E_ ¡Pedazo de cabrón! –les sorprendió a todas-. ¡Mira que
dejar la gasolina en la cafetera!
V_ Joder tienes razón, eso solo nos pasa a ti y a mí –decía
sonriente.
E_ Pero lo conseguiste.
V_ No, lo conseguimos –dijo sonriendo.
E_ Somos los mejores pero claro, esto como no lo ha hecho
la súper Maca…
V_ Es cierto… es cierto no le dan importancia.
M_ Por supuesto es que Maca es mucha Maca.
E_ Tengo que deciros una cosa –parecía más tranquila a
pesar de que su voz seguía sonando cargada de tristeza-.
Le he pedido matrimonio a Maca.
V_ ¡Ya la hemos cagao pija!, es que no te tengo enseñada
¿eh?
E_ Maca… ¿estás ahí Cruz?
C_ Sí, estoy aquí.
516 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Debisteis ver las borracheras que nos pillábamos Vilches
y yo.
M_ ¿Cómo? –la miraba atónita.
E_ Sí, en mi vida me había pillado unas cogorzas así.
V_ Era vital… estábamos cagados de miedo.
E_ Si –sonrió divertida por primera vez desde su vuelta.
M_ No me lo creo, pero si mi Esther no bebe.
T_ Mira bonita, tu Esther se pillaba cada una… que vamos el
pobre Massamba siempre vigilante, le recordaba a ti en tus
tiempos mozos en la aldea.
M_ ¿De verdad Esther? –le preguntó al ver como sonreía.
E_ Es que tu ausencia era insoportable.
M_ ¡Ay mi niña!
V_ Vámonos Cruz, que ya sobramos.
La noche hacia aparición, con una Esther más
tranquila aunque a veces por mucho que lo tratara de
evitar la tristeza se apoderaba de ella y Maca se daba
cuenta, pero guardaban silencio. Una vez finalizado el
resopon y las dejaron tranquilas, Maca dejó la luz más floja
para poder descansar.
E_ Maca puedes acostarte conmigo.
M_ Claro… estaba a punto de decírtelo, pero en este lado
Esther no quiero que me claves los hierros de una patada
como cuando jugábamos al fútbol.
517 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Es cierto –sonrió mientras notaba como Maca se
acostaba a su lado-. Abrázame.
M_ Lo estoy deseando… solo espero que esta cama sea
más fuerte que la de la aldea, ¿recuerdas?
E_ Pedazo golpe nos dimos –sonrió dejándose abrazar.
M_ Si y lo que nos reímos.
E_ ¿Crees que los volveremos a encontrar? –les dijo con la
voz apenada.
M_ No lo sé Esther, no sé si alguna vez volveremos –trató
de no mostrar nostalgia, una profunda nostalgia.
E_ Me gustaría volver.
M_ Bueno… eso ya lo evaluaremos.
E_ Mi madre me ha contado lo de Julia –le dijo y Maca que
estaba acariciando el brazo de Esther se detuvo.
M_ Si… no sé que te ha contado pero… -tragó saliva-, todo
salió mejor de lo previsto.
E_ Me ha contado que fuisteis y se creyó lo que le
contasteis.
M_ Si, la verdad que mordió el anzuelo, se pensó que
después de todo yo aún volvería con ella, que me tenía en
su mano y preparó una cena en el Ritz –sonrió de lado
estrechando con más fuerza a Esther.
E_ Vaya –se acomodó más en su pecho.
M_ Es muy cursi.
518 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Ya veo.
M_ Cuando estés bien, ¿sabes lo qué vamos a hacer?
E_ ¿Qué?
M_ Iremos a la playa, me hace mucha ilusión llevarte a la
playa.
E_ ¿Y cómo has solucionado con ella las cosas? –insistió.
M_ Me odia por engañarla –Esther sonrió-. ¿No te parece
increíble?
E_ Vi al niño –le dijo con voz tierna.
M_ Se quedó en la mochila.
E_ Lo llevaba en el bolsillo pero… no sé que hicieron con mi
ropa.
M_ Tranquila cariño. Creo que aparecer en la vida de ese
pequeño sería una locura para él, te agradezco porque con
tu ayuda fui entendiendo mejor las cosas –le besó por
encima del vendaje en la sien-. ¡Qué ganas tengo que te
quiten esto!
E_ Y yo… aunque me da pánico.
M_ Bueno ya hemos dicho que un poco de calma, son dos o
tres semanas.
E_ Más seis meses coja… sin ver… un adefesio total.
M_ Si, pero un adefesio maravilloso para mí.
E_ ¡Ay Maca! –sonrió poniéndole los morritos.
M_ ¡Ay la boquita de mi princesa! –susurró divertida.
519 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Se quedaron dormidas, abrazadas y con gesto sereno,
una vez se le terminó el gotero del calmante, Maca lo cerró
y se entregaron al sueño, tan solo las despertó como
siempre el sonido del llanto de Maes, tras darle el biberón
volvió a la cama junto a su mujer y su hija.
Para Encarna el día había empezado pronto, tenía que
acudir a una fiesta con su marido y había decidido visitar
antes a su hija, al entrar se encontró con una Sam que le
saludó y mando besos para su hija, Encarna lo agradeció y
sonriendo subió hasta la habitación, abrió y al entrar se
quedó inmóvil, en la cama Maca dormida tenía en su pecho
a Esther y entre las dos se encontraba la pequeña, fue una
imagen que le sacudió los cimientos desde sus entrañas
hasta su piel, notó un escalofrío y como una emoción
embargaba sus ojos, se puso la mano en la boca con gesto
emocionado y lentamente se marchó.
La puerta se abría de la habitación nuevamente y en la
cama Esther junto a Maes hablándole y sonriendo,
imaginando sus gestos y sus manitas moviéndose,
entonces unos pasos se escucharon como se acercaban a
ellas.
E_ ¿Maca?
T_ No, soy yo Teresa pero no quería perderme esta foto
maravillosa de madre e hija.
E_ Me has asustado.
520 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Lo siento cariño –se agachó besó primero a Esther y
luego a la niña-. ¿Y la loca de Maca?
E_ En el lavabo se esta lavando la cara, no podía
despertarse, me ha costado un pelin.
T_ ¿Cómo estás?
E_ Mejor, un poco más animada.
T_ Muy bien.
M_ ¡Hola Teresa!, contigo estaba yo pensando
precisamente.
T_ ¡Qué miedo!
M_ ¿Ya te has acostado con Bárbara?, ¿eh?, ¿o aún esperas
a que caigan los prejuicios del cielo?
T_ ¡Pero qué cosas tienes eh! –le dijo enfadada ante la
sonrisa de Esther.
M_ No esperes mucho no se vaya a enamorar de otra.
E_ Es cierto Teresa, deberías aprovechar aquí es distinto –
agregó sonriente.
T_ ¿Y por qué va a ser aquí distinto? –la miró sin entender.
E_ Pues no sé... aquí hay más intimidad.
T_ Anda esta ¿y para qué quiero yo la intimidad?, no, no, no
me vais a liar.
M_ Tengo que recordarte tu cogorza.
T_ Fue un bajón de moral –se disculpó levantando las
manos.
521 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Teresa... –le sonrió.
T_ Que yo venía para veros y vosotras me queréis liar.
M_ Si, te voy a liar. Cariño dame a Maes.
E_ ¿Le toca el biberón?
M_ No, es que se va a ir con su tía Teresa, que ahora te van
a lavar y ellas dan una vueltecita por ahí –le guiñó el ojo a
Teresa que no lo entendió muy bien.
E_ ¡Qué vergüenza! –dijo fastidiada-. Odio que me laven.
T_ No decías que aquí había más intimidad... anda que...
dame a la pequeña.
M_ Escúchame –la acompañó hasta la puerta-. No quiero
que en una hora aparezca nadie por aquí.
T_ ¿Una hora?, ¿qué pasa Maca? –la miraba asustada.
M_ Necesito intimidad –le dijo mordiéndose el labio inferior
y alzando las cejas.
T_ ¡Pero... pero!, ¿aquí? –la miraba totalmente perpleja.
M_ Teresa que la necesidad apremia, va, ve... ve.
T_ Pero y... ¿y si abren la puerta? –Maca sacó del bolsillo
una llave pequeña, Teresa dio un pequeño respingo y se
tapó la boca con la mano que tenía libre-. No me lo puedo
creer.
M_ Va.
T_ Con lo que grita Esther, me veo aquí hasta el Samur, el
vigilante… la policía –decía fuera de sí.
522 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya sabes ¿eh? –la amenazó con el dedo blandiendo
sobre su cara.
T_ ¡Jesús, María y José!
M_ Esther ya van a lavarte –le dijo desde la puerta.
E_ Vale Maca –mientras pensaba “Joder… odio esto, si al
menos me lavara Maca, no, eso sería peor porque me
pondría y no estoy para ponerme, aunque la verdad es que
ni eso, ¿no me habrá afectado?, ¡ay dios! A ver si ahora me
quedo inservible también y ya es lo último que me faltaba”
unas manos comenzaron a subirle el camisón tras retirarle
la sábana. “Tendré que avisar a Cruz para que mire a ver si
tengo afectado el… el… ay…!
Mientras Esther pensaba, Maca con cuidado y una
sonrisa traviesa comenzaba a subirle el camisón, le abría el
lazo e iba dejando su cuerpo con las bragas, cuando justo
iba a quitarle el camisón, la mano de Esther la detuvo.
E_ Maca –su voz fue de urgencia.
M_ Dime cariño –contestó con voz sugerente.
E_ Por favor… que estoy lisiadísima.
M_ Ya lo sé, prometo ir con cuidado para lavarte –sonreía
tras suspirar.
E_ Que te conozco y no vamos a terminar bien.
M_ Soy médico, además Aimeé me ha dado permiso
siempre y cuando no agites la cabeza.
523 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Maca no me lo puedo creer ¿le has dicho eso a Aimeé? –
le preguntaba mientras notaba su mano pasear por su
muslo.
M_ Claro, voy a subir ¿eh?
E_ Maca que pueden entrar ¡qué me da algo si nos pillan!
M_ Nadie va a entrar –comenzó a besarle el vientre
colocándose entre sus piernas.
E_ Maca por favor… que si viene mi madre se me muere –le
cogía la cabeza enredando sus dedos por su pelo mientras
sentía una fuerza volcánica renacer en su interior, un
vértigo que le comenzaba a secar la garganta.
M_ Ya te he dicho confía en mí, mmmmmmmm, que ganitas
tenía de tocarte –iba ascendiendo hacia sus pechos.
E_ Maca que me da… que no puede ser bueno que estoy…
¡ay madre pero si estás desnuda!
M_ Claro mi amor… -sonrió divertida.
E_ Quieres acabar conmigo…
M_ No… quiero llenarte de amor –le musito con su voz de
seda mientras la besaba y Esther recorría su espalda
lentamente con las manos.
E_ Maca… ¿y si entran? –no podía concentrarse pero rozar a
Maca le estaba quitando toda duda sobre su deseo.
M_ La puerta está ¡ay! –se quejó amarga.
E_ ¿Qué?
524 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Joder me acabo de clavar el hierro del tobillo.
E_ Au, au –se quejaba.
M_ ¿Te he hecho daño? –se apoyó en el codo separándose
del cuerpo de Esther mirándola con gesto apenado.
E_ Un poco en el costado.
M_ Joder... creo que será mejor parar.
E_ Lo siento Maca –decía mordiéndose el labio.
M_ Tranquila mi vida –le besaba.
E_ Te quiero –se besaron con pasión mientras las
respiraciones iban en aumento.
M_ ¡Ay! –volvió a quejarse.
E_ ¿Qué?
M_ Joder con el hierro.
Se abrazaron muertas de risa, no pudieron hacer el
amor, pero lo hicieron de otra manera, se llenaron de
besos, de caricias lentas, de susurros enamorados, se
llenaron la una a la otra como les gustaba hacer, como les
gustaba sentir. Con ese amor que fueron descubriendo
poco a poco, con ese amor que sobrevivía por encima de la
pasión, del dolor, con el amor que para ambas se había
convertido en el motor de sus vidas.
A mitad tarde, volvió Encarna, al entrar vio a Maca
junto a Esther y Maes, les estaba contando algo, el gesto de
Esther a pesar de su vendaje era de calma, y al escuchar la
525 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
puerta, giró su cabeza un poco hacia el lugar desde donde
provenía el ruido.
En_ Buenas tardes.
E_ Hola mamá.
M_ Buenas tardes Encarna –le saludó educadamente.
En_ ¿Qué tal vas, hija? –la miró con pena.
E_ Bien, algo mejor –hubo un pequeño silencio que era
ciertamente incómodo, Esther carraspeó y se dirigió a su
madre-. Mamá quería comentarte una cosa.
En_ Dime.
E_ Hemos decidido casarnos aquí Maca y yo. Bueno, yo le
pedí a Maca que se casara conmigo.... –Encarna no dijo
nada tan solo miró a Maca con gesto serio y suspiró-. Me
gustaría que estuvieras presente, pero si no vienes lo
vamos a entender.
En_ Sabes que no comparto esto, te agradezco que
entiendas que no vaya.
E_ Claro –Maca guardaba silencio, tan solo miraba a
Encarna fijamente con el ceño fruncido, el tono de Esther
fue algo más triste de lo esperado y eso a ella le dolía y así
se lo hizo comprender tan solo con la mirada a su suegra-.
Lo comprendo mamá.
En_ De todos modos avisarme de cuando es y si tengo un
hueco iré.
E_ Gracias –sonrió.
526 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ ¿Qué te ha dicho el médico? –su voz comenzó a ser
algo más calmada parecía que la rabia había ido dejando
paso a la tranquilidad.
M_ Mañana le harán una nueva prueba para ver como va la
hemorragia –le contestó también de igual modo.
E_ No espero mucho pero bueno...
M_ Cariño no seas pesimista ya te he dicho que haremos
todo lo que podamos.
En_ Sabes que tienes los mejores médicos a tu alcance.
E_ Confío mucho en los del Central, la verdad que me han
tratado muy bien.
En_ ¿Y el tobillo?
E_ Soporto mejor el dolor, si la prueba de mañana de los
ojos sale mejor ya me podré sentar porque me duele todo
de estar en la cama.
M_ Y si todo es como esperamos en tres días a casa –
agregó contenta mientras le dejaba un beso en la frente
con la sonrisa de Esther.
En_ ¿Dónde vais a ir?
M_ No lo hemos hablado todavía –miró a Esther con cierta
duda.
E_ A tu casa Maca, la niña tiene sus cosas allí y a mí... la
verdad...
527 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Bueno cariño, a mi casa que la vamos a acondicionar
¿eh?, ahora mismo viene Claudia y me tengo que ir con ella
y Bárbara, Teresa se quedara con vosotras.
E_ Maca no hagas nada.
M_ No voy a hacer nada extra, no te preocupes.
E_ Ya... como si no te conociera.
Las amigas llegaron, besos por doquier, risas, abrazos,
como Maca había dicho Teresa se quedo junto a Encarna y
una Esther que no dejaba a Maes en ningún momento, las
dos mujeres hablaban sobre las pruebas, los nervios pero
sobre todo, de la curación y animo hacia una Esther que les
agradecía las palabras y aunque les entregara una sonrisa
sabía que no iba a ser tan fácil como todos le aseguraban,
pero debía intentar superar lo que en esos momentos
cuando se quedaba sola o escuchaba la respiración
tranquila de Maca que le decía que dormía, pasaba por su
cabeza, un miedo atroz, tanto que las pulsaciones subían,
que a veces notaba como el pecho le dolía ¿cómo iba a
cambiar todo?, no podría trabajar, no podría acompañar a
Teresa y Maca de vuelta a África, no podría jugar con su
hija, todo se le hacía un mundo, aunque por otro lado, en
ese mundo se encontraba Maca y sabía que era lo mejor
que le podía ocurrir para seguir luchando.
En casa de Maca, Claudia y ella movían muebles,
Bárbara se había puesto una venda en los ojos y caminaba
por donde Maca le decía, quitaron un sillón, apartaron la
528 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mesa del centro del salón, retiraron dos plantas para
colocarlas en la terraza, desde la entrada al comedor en el
pequeño pasillo, no dejaron nada donde pudiera tropezar,
la habitación la acomodaron de tal modo que tras muchos
golpecitos de Bárbara les quedó claro que el camino de la
cama al lavabo estaba libre de posibles tropiezos.
Sudorosas, cansadas de mover muebles se sentaron a
darse un respiro mientras se tomaban un café.
M_ Me preocupa la silla, creo que en el lavabo no entra.
Cl_ Eso te lo he dicho yo ¿eh?, pero como eres tan
cabezota.
Ba_ ¿Maca cabezota?, my god –suspiró mirando al techo
como si hubiera dicho una barbaridad.
Cl_ Es cierto... perdón.
M_ Podría hacer obra, si, echar el tabique y no poner puerta
hasta que al menos deje la silla de ruedas.
Cl_ Maca has movido doscientas mil veces los muebles.
Ba_ Voy llena de golpes, ni hijos de perra de la guerrilla
dejarme así, ¡oh la la!
M_ Claudia quiero que cuando Esther venga esté cómoda.
Cl_ Si cómoda va a estar, pero... sensatez Maca ¿cuánto va
a llevar la silla de ruedas?
M_ Pues deberá llevarla tiempo Claudia, como va a ir con
muletas y sin ver, no, tengo que llamar y que derriben el
trozo ese que no hay nada en el lavabo para que pueda
529 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
entrar, la conozco y va a querer tener autonomía –decía
moviendo su mano ante la mirada atenta de las dos.
Cl_ Vale, yo conozco a alguien serio.
Ba_ ¿Serio albañil?, oh no, yo no conocer ninguno.
M_ Yo tampoco Bárbara, y tendría que arreglarlo en tres
días –mostraba gesto de fastidio.
Cl_ Te digo que esta lo arregla.
M_ ¿Está? –la miró sorprendida.
Cl_ Mi hermana, es una auténtica manitas.
M_ ¿Manitas o chapuzas?
Cl_ De verdad que agonías ¿eh?, ahora no debería llamarle.
M_ ¿Podría venir ahora?
Cl_ Déjame que negocie –se levantó y fue hasta la cocina
donde tenía el móvil y se puso a hablar con su hermana.
M _ ¿Y tú qué?
Ba_ ¿What?
M_ Veo tu cara de estreñida y sé que pasa algo, ¿nostalgia?
Ba_ Un poco, hoy llamé a mi organización, quiero volver.
M_ Aún no estás recuperada y la guerra no ha terminado.
Ba_ Yo saber...
M_ ¿Qué más te pasa?, venga cuéntame –la miraba con
gesto preocupado.
Ba_ Teresa...
530 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¡Ya lo sabía yo! ¿ya? –le preguntó divertida mientras
enarcaba su ceja derecha.
Ba_ ¿Ya, que? –la miró seria.
M_ ¿Ya has tenido intimidad con ella?
Ba_ ¡Oh!, ¡oh! –se levantó ofendida mirándola incrédula-. Tu
crees que yo ser una ligera... ¿eh?, yo respetar a mi lady...
ella es una gran dama.
M_ ¡Vale... vale! –se reía disculpándose mientras levantaba
los brazos.
Ba_ Pero no estar segura que ella querer a Bárbara.
M_ Bueno... dale tiempo, ¿tienes paciencia?
Ba_ Por Teresa, infinita.
M_ Pues ya sabes, poco a poco my lady, poco a poco –le
hizo una pequeña reverencia cuando sonó su teléfono
móvil, hizo un gesto de fastidio.
Ba_ ¿Qué es?
M_ Julia.
Ba_ ¡Oh ser la hija de puta! –puso gesto de loca disparando
las risas de Maca.
M_ Esa misma.
Ba_ Trae –le arrebato el teléfono ante la sonrisa de Maca-.
Tú hija del diablo, de una chingada madre, ma fangulo figlia
de una puttana (vete a tomar por culo hija de puta), volver
531 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
a llamar y caput, ¿conoces la mafia italiana?, yo ser filglia
de ella…
Cl_ ¿Qué la pasa? –preguntó al verla colorada insultando
sin parar.
M_ Está hablando con Julia –sonrió-. ¿Qué te ha dicho tu
hermana?
Cl_ Eres una chica con suerte, dice que en un cuarto de
hora viene.
M_ Vale pues aviso a Esther que nos vamos a retrasar un
poco más.
Cl_ Si.
Y allí ambas esperaban sonrientes que Bárbara
acabara con la ristra de insultos sin tapujos hacia Julia y
cuando vieron como finalmente colgaba, ésta se giró y las
tres mujeres rompieron en una carcajada ante su actuación
y la perplejidad de la otra que trataba inútilmente de
hablar.
Cuando Maca volvió al hospital, Esther estaba tratando
de cenar, la niña estaba en los brazos de su abuela Encarna
mientras Rosario ayudaba con el tenedor a su mujer, si el
día anterior su propia escena había servido a Encarna para
darse cuenta de muchas cosas, aquella estampa tan
familiar le sirvió a ella para darse cuenta que por fin tenía lo
que tanto había deseado, una familia de verdad.
532 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al día siguiente la pilló Aimeé aun sin peinar, los pelos
revueltos sentada dándole el biberón a la pequeña mientras
Esther disfrutaba en el silencio del sonido de su hija y los
mismos de una medio dormida Maca.
Ai_ Buenos días familia.
M_ Hola Aimeé.
E_ Buenos días.
Ai_ ¿Qué tal va la niña?
M_ Muy bien es muy buena, al principio le costó un poco
adaptarse por las circunstancias en las que la encontramos,
pero ahora es una bendita.
Ai_ Y glotona –acarició la cabecita de la pequeña.
M_ Si, como Esther –miró a su mujer sonriendo.
E_ Jeje –sonrió algo nerviosa.
Ai_ ¿Estás preparada Esther?
E_ Que remedio –suspiró.
M_ ¿Puedes esperar un momento, Teresa está al llegar?
Ai_ Sí, claro no hay problema mientras tu mujer y yo
hablamos. ¿Tienes alguna clase de dolor, Esther?
E_ No, lo mismo, me duele muchas veces la cabeza.
Ai_ Bien, eso está dentro de lo esperado.
E_ Por lo demás nada.
Ai_ ¿No tienes destellos?
533 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No –contestó con tristeza.
T_ Buenos días… lo siento es que había un atasco que
vengo con el corazón a punto de caerse al suelo… ¡odio la
ciudad! ¡Donde esté mi Selva que se vaya a tomar viento la
ciudad!
Arrancó la sonrisa de todos más que por su comentario
por sus gesticulaciones y la cara ciertamente de
trastornada que traía Teresa.
Maca se arregló con rapidez y salió junto la camilla,
por el pasillo se cruzaron con la camilla de Vilches que iba a
hacerse unas pruebas y Cruz, se saludaron y cada cual
partió hacia su verdad, ambos con la sensación de que el
mundo podría comenzar a andar de nuevo o, por el
contrario acabaría deteniéndose dejándolos a ellos fuera.
Ai_ No quiero que te preocupes si los resultados no son
buenos Esther, es muy pronto pero necesito ver como va la
hemorragia.
E_ De acuerdo.
Ai_ Sabes que no duele, Alicia por favor retira el vendaje.
Al_ Si, tranquila Esther.
E_ Gracias –entonces notó como Maca una vez finalizada la
retirada del vendaje por parte de Alicia le cogía la mano con
ternura y si hubiera visto su gesto preocupado y
concentrado le hubiera provocado un dolor intenso en su
corazón-. Estoy preparada cariño.
534 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Bien –miró a Aimeé como rogándole que empezara o de
lo contrario no soportaría el ritmo de su corazón.
Los ojos de Esther se mostraban morados, el impacto
había dejado alguna huella en las cejas y los párpados que
se mostraban hinchados, al verlos Maca apretó
inconscientemente la mano de su mujer y sus ojos se
llenaron de rabia, rabia contra el mundo, rabia contra la
suerte de su chica. Aimée comenzó a preparar la prueba,
Esther seguía sus instrucciones, parpadear, mover el ojo a
un lado, no parpadear, y a ella no le hacía falta que le dijera
como estaba yendo la prueba, la mano de Maca sin
percatarse de ello se lo estaba transmitiendo.
Ai_ Esto ya está…
E_ ¿Y?
Había atajado bien el golpe de que todo seguía igual,
trataba de pensar que aún faltaba que bajara la inflamación
y con ella la posibilidad de afrontar ya definitivamente el
resultado, la verdad llegaría. La prueba le había al menos
servido para que Aimeé le quitara el vendaje y le dejara dos
gasas puestas en cada ojo, Alicia con mucho mimo se las
colocó mientras Maca salía al pasillo y apoyaba la frente
contra el frío ladrillo verde sintiendo como la rabia subía de
su estómago hasta su garganta y le hubiera encantado
soltar todo en un grito.
Después de la prueba de los ojos, llegó la del tobillo, al
menos su tobillo estaba reaccionando bien a la operación y
535 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Javier se mostraba satisfecho por ello. Acordaron sentarla
con el pie en alto porque sus quemaduras en la espalda se
estaban alterando de tener tanta cama, Esther a penas se
quejaba de ellas, pero Maca sabía que debían dolerle. Sin
embargo también sabía que no tanto como el alma.
Llegaron dos celadores y la sentaron en el sillón, Maca
aprovechó para peinarla, ponerle colonia, crema en las
manos, en los brazos, una vez terminaron de curarla
trataban de hablar como si realmente no ocurriera nada,
pero ambas sentían el mismo nudo en el pecho. Después
llegó la hora de arreglar a Maes y cuando terminó con la
llegada de su madre, Maca con una excusa salió a la calle.
M_ ¿Sam, aún nada del estudio de Vilches?
S_ No mi dulce…
M_ De acuerdo voy a pasear, por favor si sabes algo –le hizo
una señal de que le llamara.
El frío le hizo bien, se sentó en uno de los bancos con
las manos en los bolsillos de su chaqueta, con el vaho
saliendo de su boca y su mente pensado miles de
soluciones que no veía. Llevaba un rato cuando se sentó a
su lado Cruz, con su bata y sobre ella el abrigo.
C_ Hace frío ¿eh?
M_ Sí –sonrió de lado-. ¿No ha ido bien?
C_ Sigue todo su curso Maca, desgraciadamente para
ambos les han pasado lo peor, sus heridas son a largo
536 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
plazo, y por el camino van a ir sufriendo caídas que costara
alzar.
M_ Si.
C_ He hablado con Aimeé.
M_ ¿Tú crees que cuando remita la hemorragia habrá
posibilidad?
C_ No se ven los daños Maca, es imposible decir –la miró
con cierta lastima.
M_ Me lo ha dicho él, si.
C_ Lo mejor es tener paciencia.
M_ ¡Uf! –resopló.
C_ Oye que me han dicho que tu pierna está ya recuperada
y que si quieres cubrir la plaza del Central deberías
incorporarte en los próximos días.
M_ ¿Cómo voy a reincorporarme estando así Esther? –la
miró como si hubiera dicho una solemne tontería.
C_ Maca… si no lo haces perderás tu plaza.
M_ No puedo Cruz.
C_ Te irá bien distraerte.
M_ ¡Uf! –volvió a resoplar.
C_ ¿Cuándo os vais?
M_ Mañana si todo va bien, ¿y vosotros?
537 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Vilches quiere irse hoy, pero quiero aguantarlo hasta
pasado mañana. Voy a hacerle más pruebas.
M_ Esther ya se puede sentar.
C_ Si ya has visto a Vilches, ¡por cojones se tenía que
sentar!, me da pánico Maca, él es así y si no lleva las cosas
a rajatabla no sé si lo conseguiremos.
M_ Nos tenemos que armar de paciencia.
C_ Pues si, por eso te hará bien trabajar.
M_ ¿Una semana Cruz?, al menos déjame que Esther se
acomode en mi casa, todo es nuevo para ella y me gustaría
estar a su lado.
C_ Lo intentaré, pero ya sabes que no depende de mí.
M_ Lo sé.
C_ Dávila va a ocupar su puesto también, de momento, se
acabó la ayuda.
M_ No puedo dejar de pensar en mi gente, ¿qué habrán
hecho?, ¿dónde estarán?
C_ Es tan complicado saberlo –decía triste.
M_ Ha sido un golpe demasiado duro Cruz, creo que no debí
elegir volver.
C_ Ahora es fácil decirlo aquí, pero para mí hiciste lo
correcto.
M_ No debí dejar solo a Vilches.
538 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Maca… ¡vale ya, eh!, tienes suficientes problemas como
para buscarte más con esa manera de auto castigo.
M_ Lo sé… pero… ¡joder Cruz tengo una rabia!
C_ Pero no logramos nada así ¿eh? –soplaba sus manos se
estaba quedando helada.
M_ Por un lado pienso es tan complicado, por el otro siento
que lo vamos a lograr ¿sabes de lo que hablo, verdad?
C_ Así es… como tú dijiste es como si estuvieras montada
en una montaña rusa, las bajadas son suicidas, la subidas
cuestan mucho, mucho.
M_ Oye Cruz ¿te das cuenta que en los peores momentos
de nuestra vida siempre hemos estado juntas?
C_ Es verdad –sonrió- ¿Recuerdas cuándo nos tendieron
aquella emboscada?
M_ Dios sí, pensé que no lo contábamos.
C_ Y salimos.
M_ La vida nos ha tendido esta emboscada y saldremos –le
tendió la mano con una sonrisa.
C_ Saldremos –le entrelazó los dedos y le devolvió la
sonrisa.
La llegada de Esther a casa se convirtió en una fiesta,
Maca empujaba la silla de ruedas, Teresa emocionada
llevaba a la niña, Claudia, Bárbara y Encarna subían por la
escalera ya que la finca situada en la parte vieja de Madrid
era un tercer piso cómodo de subir. Al salir del ascensor, se
539 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
encontraron todas en el rellano, pasaron primero Teresa
con la niña y Maca con la silla, detrás las demás.
M_ Bueno cariño ya estamos en casa, estamos en la
entrada y ahora mismo estamos pasando por el pasillo que
lleva al comedor, no hay nada con lo que puedas tropezar.
Ba_ Acá la conejillo de Indias lo puede asegurar -dijo
graciosamente Bárbara.
M_ Ni caso cariño, bien ahora estamos en el comedor, es
amplio la silla puede ir por todo él sin golpearte lo hemos
distribuido en dos partes pero que no te molestan para
moverte puedes desplazarte con tranquilidad, lo irás
aprendiendo poco a poco.
Ba_ Tras cien golpes Esthercita que tu mujer es muy
cabezona logramos la distribución como a la señora le
gustó.
Cl_ Alguno más aquí ¿eh Bárbara?, aquí fuiste de puto culo.
Ba_ Si Claudia, si.
M_ Ni caso a éstas dos que son dos quejicas, cariño –
sonreía.
E_ Que bien huele…
M_ Si… son unas flores que te ha mandado una
desconocida y me voy a poner celosa ¡te lo advierto! Bien
centrémonos, ahora si tocas con tu mano derecha –le cogió
la mano-. Esto es la pared que lleva a la cocina, aquí
540 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
puedes también sin problemas ir por ella, no hay nada con
lo que puedas tropezar.
Ba_ Claro después de Bárbara tropezar por ti.
E_ Eso me lo tienes que contar Bárbara, que sé de lo que es
capaz Maca.
Ba_ Si my darling, yo a puro golpe.
T_ Desde luego exageradas vosotras ¿eh?, voy a dejar a la
niña en la cuna.
Cl_ De eso nada Esther, créennos que tengo agujetas
todavía de tanto cambio.
M_ Seguimos cariño –le dijo contenta sonriendo mientras
omitía como las demás se metían con ella.
E_ Te dije que no tocaras nada Maca.
Cl_ Pero nosotras lo hemos hecho muy a gusto guapa, por ti
lo que sea ¿verdad Bárbara?
Ba_ Of course, doscientos golpes merecen la pena
Esthercita –le sonreía.
M_ De verdad que pareja… bueno cariño salimos de la
cocina ahora y nos vamos a la derecha donde esta el pasillo
que lleva a la otra parte de la casa, pasa las manos por la
pared y así podrás aprender a tocar y aprender la
distribución.
E_ Si.
M_ A tu izquierda hay una puerta –Esther tocó.
541 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Esa mejor no abrir nunca peligro de muerte -Esther
sonrió divertida.
Cl_ Mucho peligro esto sería como los dibujos animados
¿verdad Bárbara?, o el camarote de los hermanos Marx.
M_ ¡Pero qué pesadas sois, eh! si lo llego a saber no os pido
ayuda.
E_ Anda no te enfades cariño… venga…
M_ Mira a tu derecha hay otro cuarto que es mi despacho y
ahora si seguimos un poquito más recto llegamos a nuestra
habitación.
T_ ¡Qué expectación chicas! –dijo contenta.
Ba_ Ni el museo del Prado Esthercita.
CL_ Di que si.
M_ Ya estamos dentro, ahora a la izquierda está el lavabo.
Cl_ Sin puerta.
M_ Eso, sin puerta nos la tienen que colocar.
E_ ¿Y dónde está la puerta?
Ba_ En la basura… aquí la sister de la Claudia ¡meu deus
qué woman!
T_ Ejem… ejem… -carraspeó.
Ba_ Nada que envidiar a moi mademoiselle.
M_ ¡Sigo si me dejáis!, claro –las miró a las dos que hicieron
gesto de silencio-. Bien, la cuna la he puesto a mi lado
542 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cariño, así tú puedes levantarte y llegar al lavabo en… he
contado con tus piececitos unos doce pasos.
Cl_ Deberías haber visto como contaba –decía muerta de
risa.
E_ Me lo imagino.
Ba_ ¿Dejar contar a Bárbara?
M_ No. Encarna por favor pase, pase, no se quede fuera.
Ba_ Bárbara contar o morir.
E_ ¡Cuenta, cuenta! –le decía sonriendo.
Mientras Bárbara contaba toda su odisea sobre las
pruebas que Maca le hizo hacer con un pañuelo vendándole
los ojos, Encarna no había perdido detalle de nada cuanto
había ocurrido, ni lo que estaba ocurriendo, veía como Maca
había transformado su casa en algo tan sencillo que le
había emocionado, estaba totalmente diseñada para que
Esther pudiera ir con la silla el tiempo que hiciera falta con
total comodidad, escuchaba a Bárbara contar todas las
peripecias vividas, veía a su hija sonreír y la mirada de
Maca tomándole la mano mientras le dejaba un beso, y
sentía la emoción de ver a su hija querida, tantas veces lo
había rogado que verla así le daba esa sensación de liberar
su parte materna, esa parte de la que Rosario tanto le
había hablado, y que en ese momento gracias también a
todo cuanto Teresa le había contado de aquella pareja le
estaba ocupando gran parte de su reticencia hacia la
relación que mantenían.
543 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ro_ Buenas noches, casi ¿eh?
M_ Mamá… ¿dónde estabas?
Ro_ Hola Esther cariño –le dio un beso.
E_ Hola Rosario –le saludó con una sonrisa.
Ro_ He ido a encargar la cena tenemos un bufette en la
cocina.
Ba_ ¿Tenemos?, ¿Bárbara entrar?
Ro_ Todas… además hay una sorpresa.
T_ Pues nada, vamos a preparar las cosas.
Cl_ ¿Nos lo van a servir camareros con pajarita? –preguntó
por lo bajo a Maca.
M_ Ni idea, si está pensado por mi madre pude ser
cualquier cosa.
Cl_ Mmmmmmm.
Ro_ Encarna vamos.
En_ Si.
E_ Quiero ir al lavabo Maca.
M_ Vale… hemos puesto un supletorio cariño, así te será
más sencillo.
E_ Si es que estás en todo.
M_ Y más que voy a estarlo esta noche –le susurró
provocando otra sonrisa divertida en Esther.
544 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Prepararon la mesa, y una vez todo estuvo listo se
dispusieron alrededor, la pareja tardó un poco en salir, si
bien en el cuarto de baño no había puerta, en la habitación
sí y estaba cerrada, aquello levantó las sospechas
divertidas de Bárbara y Claudia que fueron rápidamente
silenciadas por una Teresa que les amenazaba con el
cuchillo, Encarna ayudó a Rosario se habían puesto un
delantal y cuando Maca salió hasta el comedor, en sus
labios se notaba que algo había sucedido y el codazo de
Bárbara a Teresa fue bastante elocuente, la mirada de
Teresa a Maca también, y la sonrisa de ésta acompañada
por el guiño mucho más.
Sonó el timbre y fue Rosario quien de un salto se puso
en pie para ir a abrir la puerta, ya estaban todas sentadas y
esperando que les sirvieran tal y como habían dicho Rosario
y Teresa que junto a Claudia se estaban encargando de las
cosas.
Ro_ Pasad, pasad –les dijo a alguien.
E_ ¿Quién es Maca?
M_ Ni idea, igual es mi padre y tu padre.
E_ ¿Mi padre?, no creo.
V_ ¡Me niego… son todo mujeres Cruz! –gritó desde la
puerta con su silla de ruedas y gesto rudo.
E_ ¿Vilches? –preguntó marcando sus labios una leve
sonrisa.
545 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Joder… joder… -repetía sin parar ante la risa de todas.
Cl_ Aquí tenemos al gruñón por excelencia…
Ba_ Mi guapo…
C_ Sin pasarse Bárbara sin pasarse –le decía sonriendo la
cirujana.
M_ Dios lo que me alegro de que hayáis venido –abrazó a
Cruz.
C_ Ya ves… mi marido que no podía permitir que Esther
saliera del hospital y él no
V_ A mí no me sentéis cerca de esa pareja, ni loco ¿eh? –
decía ante la sonrisa de Teresa.
T_ Tú a mi vera.
V_ No sé que es peor –murmuró serio.
Cl_ ¿Empezamos Rosario?
Ro_ Claro que sí, esto hay que celebrarlo por todo lo alto.
La cena transcurrió divertida, amena y entre miradas
cómplices entre unos y otros al ver a Esther tranquila, a
Vilches dicharachero a su modo, a Cruz sonriente y a Maca
pendiente de Esther de su cena, del vaso, del cubierto, de
un beso robado, de mirarla repleta de amor, de una
caricia…
V_ Encarna… ¿aún sigue teniendo a su sirvienta daltónica?
–preguntó de pronto Vilches sorprendiendo a todos.
En_ ¿Cómo? –su gesto se tensó.
546 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Sí mujer, recuerdo cuando su hija le dijo que se había
casado con Maca sus gritos a su sirvienta porque la pastilla
era azul.
E_ “Dios que ahora explota”.
M_ “La leche Vilches no podías haberte callado la boquita”.
E_ “Con lo bien que íbamos”.
Después del silencio que se hizo y de las miradas de
Vilches hacia Encarna se creó una expectación que fue rota
por una estruendosa carcajada de Encarna que sorprendió a
todos que siguieron su risa algo confundidos.
En_ Pero hijo, ¡tú crees que se le puede decir eso a una
madre de esa forma!
V_ Ya le dije yo que era muy bruta.
En_ Mucho, no me dio un infarto gracias a que mi sirvienta
daltónica, por eso de no ver los colores como eran, me dio
la pastilla acertada justo a un paso del infarto –decía
riéndose ante la mirada incrédula de Maca-. Mira te voy a
contar un secreto.
M_ “¿Será el vino?... joder…”.
E_ “Ha debido tomar vino, seguro” –pensó algo nerviosa
mientras le decía a su desconocida madre-. Mamá a ver que
vas a contar.
En_ Nada hija, nada que no sepan. Porque digo yo, tú tienes
una hija que es una patosa empedernida como la mía y…
547 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –echó todo el vino de su boca a modo
de fuente-. Perdón.
T_ Por un momento me has hecho pensar que Mona estaba
aquí, ¡clavaita! –dobló la boca graciosamente.
E_ Jajajajajajaa –se reía sin parar.
Cl_ Igualita vamos –reía y reía con las lagrimas en los ojos.
M_ Joder… lo siento –se limpiaba con la servilleta.
V_ Siga, siga que esto me parece interesante.
E_ Mamá…
En_ Pues eso, mi hija con una raya de lápiz tropieza, eso o
se cae de culo.
M_ Cof cof cof cof –se atragantó con un trozo de pastel que
estaba comiendo.
E_ Mamá me vas a matar a Maca.
M_ Joder… es que… cof… cof… es verdad –bebía mientras
sonreía.
E_ Eso va… ponerme a caldo.
En_ Pues yo pensaba, nada te quedas sin hija, se la come
un cocodrilo, la muerde una víbora o finalmente en uno de
sus golpes se me cae por un barranco.
M_ Todo eso Encarna, todo eso le pasó, bueno no se la
comió un cocodrilo –le dijo con voz tierna mientras le
acariciaba la mano a una boquiabierta Esther.
548 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Pero se la comió una cocodrila –le dijo en voz baja a
Encarna que estaba a su lado.
E_ Si, una cocodrila maravillosa, ¿verdad mi amor? –le
extendió la mano para que la cogiera.
M_ Si cariño –le dejó un besito tierno mientras Bárbara
hacia ojitos y Claudia reía sin parar.
V_ Atención señoras que ya empieza la tontería.
C_ Oye pues bien mirado a ver cuando la empiezas tú –le
dijo con gesto de enfado pero sonriendo.
M_ Eso, eso… que tú mucho hablar pero la carita de Cruz lo
dice todo ¿eh?. Pues si Encarna, Esther es una patosa, se ha
caído yo no sé las veces, vamos de marca de record, casi se
nos come un león…
E_ Es cierto, casi nos mata una guerrilla.
M_ También.
V_ Me ató el motor de la cafetera con una goma de pelo.
T_ Nos mató a todos de más de un susto, porque tu hija
tiene una facilidad para gritar.
En_ En eso ha salido a la madre, y en lo de patosa, también
–dio otra carcajada.
Y luego fue el turno de Rosario, las risas iban en
aumento, la cercanía se fue tejiendo en la mesa poco a
poco, con gestos, con miradas, con sonrisas, Claudia se
sintió unida a aquella familia, Bárbara no apartaba sus ojos
de Teresa que parecía feliz aunque una mirada sombría
549 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
cubría sus ojos, se habló de Mona, Valiente, Nsona, Zulú,
todos eran conocidos para Rosario y Encarna, notaban el
cariño, el calor en las palabras que se decían. Allí se tejió
sin apenas nadie darse cuenta, el calor de un hogar.
Una vez se quedaron solas, Esther fue ayudada por
Maca y Teresa que se quedaba con ellas a meterse en la
cama, tras apagar todas las luces, se sentó unos minutos
junto a Teresa, allí apoyó su cabeza en el hombro de la
mujer sin palabras porque no se necesitaban.
E_ ¿Maca?
M_ Sí, ya estoy aquí.
E_ Maes se ha quejado.
M_ A ver –se asomó a la cuna-. Está bien, habrá tenido una
pesadilla.
E_ Me siento tan inútil.
M_ Bueno en cuanto tengas el tobillo bien podrás moverte
mejor además, te digo una cosa, en un mes o dos yo creo
que puedes tener solucionado el problema de la vista –se
metió en la cama acercándose a ella.
E_ Cuidado con el hierro.
M_ Lo tengo controlado cariño. ¿Estás muy cansadita? –
sonrió pasando su mano por el rostro de su mujer.
E_ Estoy asombrada –la mano de Maca pasó por su cintura-.
Mi madre no parecía ella, al no ver ¿sabes qué me pasa?
M_ ¿Qué cariño?
550 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Siento otras cosas, por el timbre de voz, las risas… no
sé… percibo otras cosas.
M_ ¿Y que sientes en mi voz?
E_ En tu voz –movió su mano para acariciar el brazo
lentamente-. En tu maravillosa voz siento el amor, en tu
risa la felicidad y en tu silencio la tristeza.
M_ Joder…
E_ Eres transparente no me hacen falta ver tus gestos
cariño, aunque me muero de ganas por verlos.
M_ Sin prisas Esther, todo a su tiempo -le besó la mano.
E_ ¿Sabes una cosa? –le dijo con voz mimosa.
M_ Tú dirás princesa –sonrió acodándose sobre la
almohada.
E_ Me he dado cuenta que todos hacéis un esfuerzo terrible
por quitar del vocabulario que usamos el verbo, ver.
M_ ¿En serio? –le preguntó divertida.
E_ Sí, hasta para eso sois fantásticos, ahora, lo de Bárbara
ha estado para morirse.
M_ Debiste verla –sonreía.
E_ Si es que… solo a ti se te ocurre.
M_ Pues si.
E_ Por eso te quiero tanto.
M_ ¿Sólo por eso?
551 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Bueno, vale, y porque estás muy buena.
M_ ¡Ah! –la besó.
E_ Y porque eres un cielo.
M_ Si –la besó nuevamente.
E_ Y porque tienes ese punto que me vuelve loca.
M_ ¿Qué punto?
E_ Tu punto erótico mi amor… ese que me hace perder la
compostura.
M_ Cariño… no me digas eso –pasó su pierna entre las dos
de Esther.
E_ El hierro Maca.
M_ Lo tengo controlado.
E_ Yo estaba asustada porque no sentía nada… y pensaba
joder…mal lo tengo –Maca le estaba besando el cuello.
M_ Claro que sientes mi vida… y mucho.
E_ Lo que tú me haces sentir.
M_ ¡Ay! El puto hierro –se quejó amargamente.
E_ Jajajajajajajajaa.
M_ Jajajajajajaja –reía divertida.
T_ ¡A dormir qué está convaleciente! –les gritó desde el
despacho donde se había acomodado en el sofá cama.
M_ Joder…
E_ ¿No había otra habitación más lejos? –le preguntó bajito.
552 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No.
T_ ¡A callarse! –les volvió a gritar.
M_ Buenas noches mi amor.
E_ Buenas noches cariño, te quiero.
M_ Cuanto deseaba escucharlo –le besó suavemente.
E_ Venga duerme que ya vas a tener que empezar a
trabajar.
M_ Eso me jode mucho.
E_ Bueno… cariño tendremos que vivir de algo, me vas a
tener que mantener.
M_ Ya pero… no quiero dejarte sola.
E_ No voy a estar sola además, tendré que aprender mi
amor…
M_ Buenas noches.
E_ ¿Cuándo podremos Maca?
M_ Bueno… Teresa tiene razón… esperaremos un poco.
E_ Bien “¡joder… no creo que pueda esperar mucho, uf me
ha encendido como una antorcha!”.
M_ Hasta mañana “no puedo… no puedo… esto va a ser
peor que un calvario… tenerla y no poder hacer nada, si
solo con esa vocecita y un roce ya me ha encendido como
una antorcha!... –oyó la sonrisa de Esther-. ¿De qué te ríes?
E_ Pienso que estamos a punto de incendiarnos.
553 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Jajajajajajaja –se unió a las risas de su mujer
abrazándola con cuidado-. Au.
E_ El puto hierro.
Y así se durmieron después de estar un mes
separadas, preocupadas la una por la otra, sufriendo, por
fin estaban juntas, por fin estaban para apoyarse, quererse,
y abrazarse, así se durmieron, sabiendo que por encima de
todo existía el amor, y amándose todo sería más sencillo de
superar.
Había pasado una semana, y con ella habían llegado
los cambios de humor de Esther, que a pesar de haberse
acostumbrado a manejar la silla, pocas veces porque Maca
siempre la llevaba, había días que cuando no podía
ayudarla con Maes cuando lloraba, o con la casa, se sentía
como ella decía una buena para nada. Maca trataba de
llevarlo lo mejor posible pero esos cambios de humor en
Esther también le afectaban, sobre todo le afectaba tener
que volver a trabajar y dejarla sola, eso le tenía muy
preocupada. La noche antes una conversación con Teresa
le había dejado algo más tranquila.
T_ Tienes que mentalizarte Maca, las cosas no son fáciles
para nadie y es lo que hay, tú tienes que empezar a
trabajar ella tiene que empezar a soltarse de ti, sois como
un apéndice la una de la otra, y eso lo que le crea es
dependencia, y a larga es un problema para ti cariño pero
más para ella.
554 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Es que no sé que hacer Teresa, puedo montar una
consulta y que ella me ayude, así podemos salir hacia
delante hasta que todo vuelva a la normalidad.
T_ Pero es que quizás esa normalidad ya no exista, no
puedes dejar el trabajo pensando en que el día de mañana
todo será normal porque puede que no lo sea.
M_ Lo sé –aceptó cerrando los ojos y tapándose la cara.
T_ Pues ya sabes… a trabajar.
La despedida estaba siendo algo complicada, Esther
no quiso que se sintiera mal y trataba de sonreírle, Teresa
salió de la cocina algo enfadada al verla aún allí.
T_ ¡Te quieres marchar ya!
M_ Ya me voy Teresa.
T_ Ya me voy… ya me voy –fue hacia la cocina renegando.
E_ ¿Qué le pasa Maca?, lleva dos días mal.
M_ Mira ella dice que no, pero yo digo que si –se agachó a
su altura de la silla y le dijo en voz baja-. Hoy han quedado
para comer Bárbara y la hermana de Claudia, ¡qué es
impresionante!
E_ Vaya…
M_ Cariño que yo solo tengo ojitos para ti ¿eh? –le decía con
voz mimosa y fielmente enamorada.
E_ Ya –frunció algo los labios.
T_ ¡Te quieres ir ya pelmaza! –acabó gritándole.
555 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Eso vete ya.
M_ Uf… vale… cariño te llamo desde el hospital.
E_ No hace falta… -le dijo con tono cansino.
M_ Que si.
T_ Pero que pesada eres, ¡anda vete ya! Una hora para
despedirte…
Finalmente Maca se marchó, lo hizo con sabor amargo
porque a pesar de todo entendía todo lo que Teresa le
había dicho era cierto, debía dejarle un poco de espacio
para que ella también fuera haciendo pasos importantes y
así ir recuperando algo su moral.
En el hospital a Maca le habían asignado para el
primer día a Alicia que encantada había asumido el reto de
volver a educarla como médico en el Central, tal y como
Cruz le había dicho. A mitad mañana Cruz la encontró en el
cuarto de médicos con un café en la mano sentada en el
sillón y con gesto totalmente concentrado, con la vista fija
en el mueble que había enfrente.
C_ ¿Te gusta?
M_ ¿Qué? –le preguntó sin entender.
C_ ¿El mueble?
M_ ¡Ah! –sonrió de lado dando un sorbo a su taza-. Esto es
una mierda Cruz.
C_ Ya… lo entiendo.
556 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Yo no estoy hecha para trabajar aquí… no puedo voy a
volverme loca.
C_ Es el principio Maca, debes tenerte paciencia –la miraba
seria.
M_ ¿Paciencia?, no puedo más Cruz… estoy como si me
hubieran dado una paliza y aún no me hubiera recuperado.
C_ Si pero si perdemos la paciencia entonces estamos
perdidas.
M_ Perdona… a veces me siento muy egoísta como si tú no
estuvieras pasando por lo mismo –le dijo a modo de
disculpa al comprende que ella también estaba sufriendo.
C_ ¿Qué tal con Alicia? –le preguntó sonriendo.
M_ No es Esther pero… -elevó los hombros.
C_ ¡Mujer!
M_ ¿Y Vilches?
C_ Pues ha empezado con la rehabilitación pasiva, pero es
¡tan cabezota! De verdad ¿eh?, a veces me supera.
M_ Paciencia –Cruz la miró y sonrió-. Esther es muy
cabezota también, creo que por eso se llevan tan bien.
C_ Si. ¿Y qué… ya has desfogado? –le preguntó sonriendo
para beber de su taza.
M_ No, me da miedo, lo hemos intentado pero entre los
hierros que mira no es broma ¿eh? –se subió el pantalón del
pijama y se bajo el calcetín para enseñarle los arañazos,
557 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cruz se reía sin parar-. Pues eso, y luego que no sé donde
tocarle porque aún está molesta… ¡uf!, es peor casi
intentarlo.
C_ Si.
M_ ¿Y vosotros?
C_ Nada Maca, no puedo acercarme a él, dice que no va a
funcionar y no quiere deprimirse más... está de un plan de
no me beses, no me toques, que vamos… me pone
nerviosísima.
M_ Ya… entiendo.
C_ Tengo ganas de hacerle la prueba que en una semana
ya podré.
M_ Yo tengo pánico que se le hagan a Esther, Cruz.
Ambas se miraron con gesto de miedo, sabían que el
después podría ser un infierno y no sabían si ambos
estaban preparados para vivirlo.
Cuando regresó a casa después del primer duro día, se
encontró en el sofá a Esther con la niña en sus brazos. Al
verla sonrió ampliamente se acercó y por el movimiento de
cabeza de Esther se percató que ya la había escuchado
llegar.
E_ Te he oído –sonrió.
M_ Lo sé, iba a decirte que estaba por lanzarme al sofá con
vosotras pero estoy muy escarmentada con esos hierros y
me acercaré poquito a poco.
558 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Mira que eres payasa… tienes una mami cariño muy
payasa –le decía a la niña que parecía encantada en sus
brazos.
M_ Esta mami estaba como loca por llegar a casa –se sentó
a su lado suspirando mientras la besaba-. Y encontrarse con
las dos mujeres que más quiere en este mundo.
E_ Mmmmm que ganitas.
M_ ¿Verdad?, ¿si tenía ganitas mi niña? –le preguntó con
voz melosa.
Ambas se fundieron en un beso que poco a poco se fue
volviendo más intenso, Encarna que salía con el plato de
sopa se quedó como si fuera una estatua de cera, no era lo
mismo aceptar que ver lo que estaba viendo, las sonrisas
entre ellas, los besos, la caricia de Maca por el escote de
Esther, mientras ésta le decía algo en el oído que hacía
poner a la Pediatra cara de placer.
T_ Tranquila ya te irás acostumbrando –le dijo bajito-. ¡A
comer, chicas!
M_ Ya… -al ver el gesto de su suegra se percató que estaba
totalmente indignada por lo que había visto-. Buenas tardes
Encarna.
En_ Buenas tardes.
E_ ¿Qué ha pasado? –le preguntó al percibir su tono.
M_ No sé… ¿qué ha pasado? –se hizo la despistada-. Venga
dame a la niña que vamos a comer.
559 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Los días fueron pasando demasiado despacio para
Esther, cuando estaba sola que desde que Maca trabajaba
eran algunos pequeños ratos, en ellos solía llorar, era su
manera de sacar todo el dolor que sentía, toda la
impotencia ante esa nueva vida.
El día que debía ir al hospital a volver a sus malditas
pruebas, todo eran nervios, la noche fue agitada sin poder
dormir ninguna de las dos, abrazadas dándose ánimos
mutuos, esperanzas cuando a la otra le faltaban.
La mañana había salido nublada y con una lluvia fina,
Maca bajó ayudada de Teresa a Esther hasta el garaje, la
mujer seguía seria y con la preocupación de los resultados.
T_ Nada más sepas algo me llamas –le dijo una vez
metieron a Esther en el coche.
M_ No te preocupes.
T_ Encarna acudía allí.
M_ Si, lo sé.
T_ Venga animo hija…animo.
M_ Gracias –le sonrió nerviosa entrando al coche-. ¡Nos
vamos!
E_ Si –sonrió levemente.
Durante el trayecto hablaron del sonido del agua
golpeando el coche, Maca en el semáforo cerró sus ojos
para percibir todo aquello que Esther le contaba, era cierto,
se aproximaba al sonido de la Selva, pero no era igual.
560 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Qué estarán haciendo?
M_ Ni idea.
E_ ¿Y Mona, Valiente…?
M_ Imagino que si ellos están en el campo de refugiados
habrán vuelto a la Selva, no son bien recibidos allí –decía
con el gesto preocupado.
E_ Los echo muchísimo de menos.
M_ Y yo. Ya hemos llegado.
Bajar a Esther del coche le fue un poco complicado se
rieron lo suyo con los dichosos hierros, fueron soltando así
algo de la adrenalina que llevaban y les provocaba aquel
miedo incontrolado. Con la silla de ruedas que Maca solicitó
llegaron hasta la entrada de urgencias.
M_ Hola Rosa, vamos a la consulta de Javier ¿eh?
R_ Si doctora Fernández –le sonrió.
E_ ¿No está Sam?
M_ Está tarde. Hola –iba saludando a quien se cruzaba con
ella-. Te hubiera salido a recibir tenlo por seguro, es
adorable, adiós.
E_ Que famosa eres ya... tendré que tener un topo aquí
dentro.
M_ No hace falta mi amor... no soporto esto.
Lo dijo sin darse cuenta mientras esperaban el
ascensor pero para Esther el comentario no pasó
561 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
desapercibido. Subieron a la consulta de un Javier que las
esperaba ansioso.
Ja_ Buenos días chicas, por aquí.
M_ Lo siento he pillado un poco de tráfico.
Ja_ No pasa nada tranquila –le sonrió-. ¿Cómo estás Esther?
E_ La verdad que no noto casi nada, a penas una leve
molestia.
Ja_ Muy bien.
M_ Es que Javier para estas cosas es muy bueno –le guiñó
un ojo.
Ja_ Viniendo de la doctora Fernández es todo un halago –se
puso la mano en el pecho sonriendo. Antes de que vayamos
a hacer nada tenéis alguna pregunta.
M_ Yo.
Ja_ Soy todo oíos.
M_ ¿Los hierros los vas a quitar, verdad? –le preguntó con
una sonrisa amplia.
Ja_ Incómodos, ¿no?
M_ Un poco.
E_ Maca –la riñó sonriente-. No le hagas caso Javier... es que
tiene muy mal dormir.
Así entre comentarios sobre su rehabilitación y demás,
se fueron a rayos para hacerle las radiografías oportunas.
562 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Una vez todo preparado en la consulta otra vez, se dispuso
a quitarle la escayola.
Ja_ Esto tiene muy buena pinta. No te lleves los hierros
Sara, creo que la Doctora Fernández los quiere como arma
de guerra.
M_ Que borde eres –le decía sonriendo.
Ja_ Bien Esther, voy a ponerte otra escayola, hay que tener
cuidado porque los golpes con la escayola también son
peligrosos.
E_ Está bien –sonrió girando la cabeza hacia donde estaba
Maca imaginando su sonrisa.
Ja_ La herida está perfecta, las radiografías me dejan ver
que como la rotura fue limpia está todo cicatrizando
bastante bien.
M_ ¿Empezamos ya con la rehabilitación? –lo miró
preocupada.
Ja_ No... ¿mueves los dedos como te dije?
E_ Sí.
Ja_ A ver hazlo ahora por favor quiero ver como se mueve
esto –Esther movió los dedos mientras Maca la miraba con
el ceño fruncido-. Bien... está bien... este ejercicio quiero
que lo hagas varias veces al día, te volveré a ver en quince
días.
E_ ¡Quince días! –le dijo algo decepcionada.
563 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ja_ Si, lo siento pero son dos semanas más y según como
siga la radiografía te podré poner una bota con fijación
angular y con ella ya podrás ir defendiéndote para andar.
M_ Cariño es mejor recuperarlo bien ¿eh?, si son quince días
pues quince.
Ja_ Eso es.
E_ Ya claro.. –se notaba que no le había sentado nada bien-.
Quince días más con silla de ruedas dependiendo de todo el
mundo.
M_ Mi amor... tranquila –le susurró cogiéndole la mano.
Ja_ Tómalo como unas vacaciones Esther, aprovéchate de
todos luego vas a quedar como nueva, hasta tacones vas a
poder lucir.
M_ Gracias Javier –se mostró realmente agradecida.
Una vez finalizaron su consulta con Javier, se
prepararon para la revisión de ocular, y si con Javier había
perdido la calma, Maca se preguntaba que pasaría con
Aimé.
M_ Cariño quiero que estés tranquila ¿vale?, lo más que
puedas, sé que es difícil y que las cosas van un poco para
largo, pero no importa el tiempo... lo que importa mi vida es
que te pongas bien.
E_ Ya Maca pero tú no estás en un silla de rueda y sin ver –
el silencio de Maca le hizo ver que se había pasado con su
comentario-. Lo siento Maca, tienes razón lo siento.
564 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Vale pues vamos con Aimé.
E_ Maca no te enfades.
M_ No me enfado Esther.
E_ Si te enfadas y lo siento –le volvió a decir moviendo su
mano para que Maca la cogiera-. Perdóname... es que
pensé que al menos podía ya dejar la silla.
M_ Venga vamos que ya llegamos tarde –le dio un beso.
Al llegar a la sala de médicos encontraron a Aimé
hablando con Claudia muy entretenidos, al entrar los ojos
de Maca buscaron a su amiga que entendió que habían
problemas.
Cl_ Hola Esther.
E_ ¡Claudia, qué tal! –le saludó.
Cl_ Aquí hablando con Aimé... ya le he dicho que te trate
bien o le mando a Bárbara.
M_ Tenemos a Teresa de los nervios con Bárbara.
Ai_ Bueno dejarme que al menos salude a Esther.
E_ Hola Aimé.
Ai_ Si queréis poder seguir cotilleando de la pobre Teresa,
Esther se viene conmigo –empujó la silla haciéndole un
guiño a Maca.
M_ ¡No te lleves a mi mujer sin mí!
Cl_ ¿Has mirado lo de la boda? –le preguntó mientras salían.
565 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No, no sé si va a querer casarse al final, creo que si no
vuelve a ver no va a querer.
Cl_ Lo vamos a saber pronto.
Siguieron a Aimé que iba hablando con Esther
animadamente, cuando llegó a la sala hizo una señal a
Alicia quien se acercó rápidamente.
Al_ ¡Esther hola!
E_ Hola Alicia –la saludó con una leve sonrisa.
Al_ Acabo de entrar Aimé ¿quieres que te ayude?
Ai_ Sí por favor. ¿Entráis chicas?
M_ Sí, vamos Claudia creo que va a necesitar tu ayuda,
cuando Javier le ha dicho que dos semanas más sin apoyar
el pie se ha venido abajo, imagino que con esto si no sale
bien.
Cl_ Tranquila estaré a su lado aunque insisto, ¿no es mejor
Carlos? –la mirada asesina de Maca le hizo responde a ella
misma la pregunta-. No, no es mejor.
En_ Maca... Maca... –la llamaba algo nerviosa Encarna
acercándose por el pasillo.
M_ Encarna pasé por favor... vamos a retirarle las gasas le
hará bien que esté a su lado.
En_ ¿Y el tobillo?
M_ Aún tiene que ir en la silla, dos semanas más.
En_ ¿Y cómo lo ha tomado?
566 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ No muy bien.
En_ Entiendo –su gesto mostró desanimo y al mismo tiempo
resignación-. Dios nos ayude. Hija estoy aquí –la saludó
dejando un beso en su frente.
E_ Hola mamá.
Ai_ Bueno pues... Alicia por favor.
Una vez todos estuvieron dentro de la sala, Alicia le
retiro las gasas de los ojos, las heridas seguían su curso
tenía los ojos morados, y algunos cortes alrededor de las
cejas, en la frente.
Ai_ Bueno... esto ya tiene mejor pinta Esther.
E_ No veo nada.
Ai_ Tranquila no espero que veas sin hacerte nada ¿eh?,
hay una lesión y debemos curarla, ahora estamos en espera
de que tus ojos evolucionen como lo están haciendo –Maca
lo miró nerviosa-. Voy a pasar una luz por tu ojo derecho
¿vale?, apaga la luz Claudia por favor.
Cl_ Si.
M_ Estoy aquí mi amor –le dio la mano-. No tengas miedo.
Ai_ Empiezo –pasaba la luz mientras miraba atentamente-.
Ahora el ojo izquierdo... muy bien. ¿Has notado algo?
E_ No.
Ai_ Ya he acabado con esto, vale pues nada... vamos a
hacerte una ecografía así podré comparar la evolución y si
567 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
como yo creo la hemorragia ha desaparecido en cuanto sea
así te haremos la fotocoagulación.
E_ Vale... lo que sea Aimé... pero necesito ver.
Ai_ Ya te dije que haríamos todo lo que podamos.
E_ Lo sé.
Ai_ Vale pues Alicia tráeme el ecógrafo y comenzamos, te
advierto una cosa Maca, si el momento es el adecuado le he
dicho a Cruz que la dejaré ingresada unas horas porque
tiene que estar totalmente quieta.
M_ No hay problema.
Le hizo la prueba ante la atenta mirada de todas, el
gesto de Aimé era serio al estudiarlo, Maca que algo
entendía se mostraba más seria aún que él, y Encarna
tratando de no poner nerviosa a su hija fruncía sus labios
para no hablar.
Ai_ Bien, Esther –tragó saliva antes de seguir hablando-.
Vamos a hacer la prueba la hemorragia ha remitido y no
quiero que tenga la más mínima oportunidad de volver.
E_ ¿Y eso qué quiere decir?
Ai_ Quiere decir que es un proceso para limpiar y ver
realmente hasta donde llega la lesión. De momento sé que,
tienes una lesión en ambas córneas, el golpe te lo llevaste
de pleno en los ojos.
E_ ¿Y qué quieres decir?, ¿voy a quedarme ciega, no?
M_ Esther... –se pinzó el labio inferior.
568 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ai_ Quiero decir que esto va a ser un poco largo, ahora te
haré lo que te dije, habrá que dejar pasar dos semanas
más, volver a ver la evolución de ambos ojos, si todo va
bien, y tú nos das permiso, podríamos esperar un
transplante.
E_ ¿Qué?
Ai_ Es de la única manera que tengo de devolverte la vista.
En_ ¿Un transplante? –preguntó impactada.
Ai_ Sí, no es una operación de alto riesgo pero... tiene un
post-operatorio y un plazo largo de ir recuperando poco a
poco la vista, es algo así como te quitamos tu cornea
lesionada reemplazándola por la del donante.
E_ Hasta ahí lo sé, soy enfermera –le dijo con tono seco,
Maca cerró los ojos en señal de temor.
Ai_ Vale, cosemos la córnea trasplantada digamos que al
botón que queda en tu ojo para ocupar el lugar de la tuya,
se cose al borde de ese botón, en ese punto debemos tener
cuidado para no dejarte un astigmatismo como regalo para
el resto de tus días, una vez superado el transplante el
tiempo en el que puedes recuperar la vista es largo y
dependiendo de cómo se acomoden las suturas a tu ojo.
Esas suturas no las podemos tocar hasta pasados cuatro
meses.
E_ ¡Dónde no voy a ver! –le dijo alterada.
569 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ai_ No... en ese tiempo no, y pasará quizá un año hasta que
vuelvas a recuperar la vista.
E_ ¿Es seguro?
Ai_ En medicina nada es seguro hay un par de riesgos que
pueden ocurrir y si se dan no volverías a recuperar la vista,
pero –acentuó-. No tiene porque pasar.
E_ Pero puede pasar, de hecho ha pasado –dijo segura.
Ai_ Si –admitió mientras Encarna se limpiaba
silenciosamente los ojos.
E_ Que fuerte –renegó sonriendo incrédula.
M_ Cariño... es un tiempo pero...
E_ No me voy a operar.
M_ ¿Cómo que no? –la miró sentándose a su lado-. Tienes
que operarte.
E_ No me van a solucionar el problema.
M_ Claro que si, ¿por qué tiene que salir mal?
E_ Maca no soy idiota, he tenido una hemorragia muy
fuerte, y podría volver a tenerla con la operación sería no
volver a ver nunca más –decía a punto de llorar.
M_ Mi amor... así tal como estás... tampoco vas a ver nunca
más... por favor.
Ai_ Bueno chicas... lo mejor ahora es ingresar a Esther,
hacerle la pequeña operación con láser y que se lo piense
570 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Maca, no hay prisa y tiene que estar muy segura de lo que
va a hacer –le decía con gesto de calma.
M_ De acuerdo.
En_ ¿Puedo quedarme?
Ai_ Sí, sí.
M_ Voy a quirófano con vosotros.
E_ Prefiero que no Maca.
M_ Está bien, no voy a quirófano con vosotros.
Cl_ Tranquila voy a tratar de hablarle sin presión, ¿vale? –la
miró frotándole el brazo con cariño.
M_ Vale –resopló con fuerza mientras Encarna la miraba
seria-. Lo peor que puede pasar es esto, que se venga
abajo.
En_ Dale un poco de tiempo...
Ambas se quedaron mirando y aunque ambas
necesitaban ese abrazo que parecían pedir, ninguna dio el
pasó para ello.
Cuando le dijeron la noticia a Teresa, estaba allí una
Bárbara con el brazo todavía en cabestrillo en silencio
ambas sentadas esperando que el móvil sonara, al hacerlo
Teresa se precipitó hasta él y por su cara, Bárbara entendió
que no eran buenas noticias. Al colgar se enjuago las
lagrimas.
Ba_ My darling no puedo verte llorar...
571 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ No sé que va a pasar Bárbara, tienen que hacerle un
transplante a Esther.
Ba_ Shit... –dijo con rabia.
T_ Esto no sé en que va a terminar...
Ba_ A ver un transplante no es malo.
T_ No... ya... pero tardan mucho en recuperar la vista.
Ba_ Esther no tener prisa ¿no?
T_ Eso es lo que no sé... no sé si el tiempo les va a unir más
o las va a separar con este tremendo problema.
Ba_ ¿Tú crees?
T_ Sí Bárbara, conozco a Maca, este mundo le agobia, no
sabe estar aquí es como yo, ama por encima de muchas
cosas a Esther pero... no sé.
Ba_ Yo si sé. Todo ir bien bella signoria mia.
T_ ¿Tuya?... ¡ja y un cuerno!, eso se lo dirás a todas –le dijo
separándose de ella.
Ba_ Pero... –se quedó de piedra mientras Teresa se iba a la
cocina-. ¡Oh my God!
Fue Bárbara la encargada de llevarle el neceser al
hospital a Esther, la operación había terminado con éxito y
estaban en la habitación, Maca y Encarna junto a la cama y
un Aimeé que contaba como había ido.
572 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ai_ Siento si te he vendado los ojos otra vez, tan solo van a
ser un par de días, una vez vuelvas te volveré a poner
gasas y después ya no hará falta nada.
E_ Claro –volvió de pronto su machacona ironía.
Ai_ Recuerda que no puedes mover la cabeza, ¿vale?
E_ Sí, lo recuerdo.
Ai_ Mañana por la mañana podréis iros a casa, con que
guarde reposo un par de días es suficiente –le dijo a Maca.
M_ Gracias Aimé.
En_ Muchas gracias Doctor –le dijo profundamente
agradecida.
Ai_ Es mi trabajo, aunque... también son mis colegas y me
gustaría mucho que pudiéramos salir del túnel.
En_ Gracias.
No hubieron más palabras, Maca se sentó junto a
Esther y Encarna lo hizo en la silla, cada una pensativa
entregada al miedo de lo que iba a suceder, el miedo es
libre, y cada una lo dejaba volar en esa libertad a medias,
más bien era como una cometa que volaba pero anclado en
el corazón, donde las tres tenían la pena de lo que
realmente pudiera suceder y el hilo tiraba cada vez más
fuerte, dejando exhaustas las pocas fuerzas que les iban
quedando para luchar contra el viento de la derrota. .
A mitad tarde llegó Rosario al hospital acompañó a Encarna
tomar algo a la cafetería y de paso hablar con ella de una
573 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
idea que se le había ocurrido pero que necesitaba su ayuda
para llevarla acabo. Mientras eso ocurría en el piso de
abajo, en el de arriba se habían quedado las dos solas en
silencio en la habitación, Maca no quería forzar una
conversación que acabara en llanto, porque en esos
momentos era lo único que sentía podía pasar.
E_ ¿Estás ahí Maca?
M_ Sí cariño, no muevas la cabeza ¿eh?
E_ No te vayas.
M_ No mi amor... estoy aquí –le cogió la mano. Apoyo el
otro brazo sobre la cama y la besó para quedarse allí
observándola-. No voy a moverme de aquí, tranquila.
Y así pasaron los días, las semanas como si siempre
fueran cogidas de la mano, Esther fue al hospital
nuevamente, le quitaron la venda le pusieron las gasas,
después volvió y le quitaron las gasas la dejaron sin nada,
las marcas que habían quedado como cicatrices eran lo de
menos, lo importante era esa espera a que hubiera un
donante para el transplante, las noches donde Maca no
había hecho ninguna guardia, las pasaban cogidas de las
manos, abrazadas con mejor movilidad para Esther con la
escayola, no habían ganas de hacer el amor, ninguna
quería porque ambas estaban demasiado metidas en el
problema, ninguna lo nombraba pero el miedo seguía
sobrevolando sus cabezas en forma de cometa.
574 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Las cosas para los demás habían cambiado pero
tampoco demasiado, Vilches se había sometido a las
primeras sesiones de rehabilitación, su mal genio, sus
constantes ironías llevaban por la calle de la amargura a
Cruz, y las guardias compartidas por ella y Maca, se habían
convertido en un constante confesionario donde ambas
iban y venían con sus penas. Aquella tarde Maca había
tenido un accidente donde el niño que había operado
finalmente no había sobrevivido, Cruz la encontró en la sala
de médicos con el gesto serio.
C_ Maca... no ha sido culpa tuya.
M_ Yo no conducía el coche que les envistió, no, pero... no
he podido hacer nada por él, cuando se supone que podría
tenemos las mejores herramientas esto es la modernidad
¿no?, ¡la puta civilización!
C_ Vale Maca... desgraciadamente esto pasa todos los días.
M_ Eso es lo malo... que pasa todos los días –asentía
contrayendo la barbilla con rabia.
C_ A mí se me ha muerto el padre –Maca la miró triste-. No
he podido hacer nada.
M_ Joder...
C_ La madre... según me ha dicho Javier lo más probable es
que se quede paralítica y cuando despierte, se va a
encontrar sola sin su familia, y nosotras llorando por
nuestro drama cuando los tenemos vivos –le dijo con un
nudo en la garganta.
575 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Ya... el hombre es egoísta por naturaleza ¿no crees? –la
miró con las mismas lagrimas en sus ojos.
C_ Sí, y... no somos capaces de valorar lo que tenemos de
una u otra manera.
M_ Pero quizá es fácil para ti y para mí porque estamos
bien...
C_ Si Maca, es más fácil pero Vilches tiene una oportunidad
en la vida... y Esther también, y lo que más me jode es que
la están desaprovechando.
M_ No hay nada que podamos decir, ni hacer Cruz, y eso a
mí también me jode mucho.
C_ Pues parece que estamos jodidas ¿no?
M_ Mucho... y lo que es peor, jodidas sin joder.
Se miraron con las lagrimas cayendo por su rostro y
una sonrisa en sus labios, terminaron nuevamente por
abrazarse, nuevamente por intentar apoyarse la una en la
otra, la amistad entre aquellas dos mujeres no tenía límites,
habían hecho un lazo cuando ambas estuvieron a punto de
morir y ese lazo persistía en la distancia, en el paso del
tiempo, y pasara lo que pasara se tenían la una a la otra, y
la una a la otra se animaron para tratar de convencer a sus
respectivas parejas, a afrontar definitivamente ese golpe
que la vida les había dado dejando libres las cometas del
miedo.
576 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Cuando llegó a su casa, Maca se encontró con Bárbara
que ya llevaba el brazo como ella misma decía en su sitio
esperando que Teresa se decidiera, aquella noche le había
dicho a Teresa de salir a cenar y casi Maca con el cuchillo
jamonero le había amenazado para que finalmente lo
hiciera con el guiño de la veterinaria al conseguirlo. Le
parecía que Teresa debía salir y distraerse y también
porque quería quedarse a solas con Esther quería afrontar
ese momento que había ido posponiendo, pero que no tenía
ya ningún sentido seguir callando. Esther estaba sentada
en el comedor escuchando música de jazz, Maca se estaba
preparando la cena, en los últimos días la tensión entre
ellas había subido sin saber muy bien porque.
M_ Cariño no quieres de verdad acompañarme, te preparo
algo ligero.
E_ No, Teresa me ha hecho cenar antes para que tú no
cocinaras para mí.
M_ Que mandona es... espero que hoy haga algo con
Bárbara –Esther guardó silencio, Maca suspiró para su
interior-. ¿Qué tal la tarde?
E_ Como siempre –respondió.
M_ ¿Y Maes?
E_ Bien...
M_ ¿Esther mi amor... te pasa algo? –le preguntó con
ternura y mirada repleta de tristeza.
577 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ No... ¿debería?
M_ Vale, está bien –apartó a un lado la cena y se puso en
pie trató de relajarse, trató de no gritarle ni ofuscarse-.
Esther se me ha muerto un niño de dos años por un
accidente de coche, su padre ha muerto en quirófano, su
madre se ha quedado invalida, y todo porque un loco se
había hecho más de una raya de cocaína y se lo estaba
pasando de puta madre en la carretera.
Maca guardó silencio para que Esther dijera algo pero
lejos de decir nada, ella también guardó silencio
M_ Esther la vida es muy jodida para todo el mundo, ni ese
niño ni ese padre van a tener una puta oportunidad en su
vida para nada, su madre su mujer, no va a volverles a ver
a pesar de tener los ojos en perfecto estado –no había
alzado la voz, pero si era algo dura y exigente como los
últimos días habían tenido en más de una parecida
discusión.
E_ Maca si me vas a venir con una monserga de las tuyas,
mejor déjalo, no pienso operarme es mi decisión y punto.
M_ ¡Puedes dejar de pensar un segundo en ti, hostia! –le
reprochó elevando duramente la voz. Al ver que Esther
movía su silla se precipitó hasta ella preguntándole-.
¿Dónde vas?
E_ A la cama.
578 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Esther estoy hablando contigo, por favor creo que
tenemos que hablar –le decía sujetando la silla con tono
algo más calmado.
E_ No me interesa lo que me tienes que decir, lo siento por
ese chaval y su padre, pero no me compares lo mío es otra
forma de morir.
M_ ¡No permito que digas eso!
E_ Me da igual que me lo permitas o no –dio marcha atrás
con la silla y al ir a pasar por la mesa echó la bandeja y
toda la cena de Maca al suelo-. ¡Joder!
M_ No pasa nada... no pasa nada ahora lo recojo.
E_ Lo ves... lo ves... no sirvo para nada que no sea
estropearlo todo.
M_ Esther haz el favor de no decir más tonterías –le dijo
deteniendo la silla y agachándose, mientras la miraba
expectante y temerosa.
E_ No quiero operarme, no voy a recuperar la vista, así que
creo que es mejor que tomemos alguna que otra decisión
¿no te parece?
M_ ¿Qué quieres decir?
E_ Tú misma lo dijiste, te agobia trabajar en el Central, no
estás hecha para esto y conmigo a tu lado es lo que vas a
tener.
M_ No si tú luchas.
E_ Es que no quiero luchar.
579 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Me importa una mierda que quieras o no –le gritó-.
Debes luchar.
E_ No me grites.
M_ Esther... tienes una oportunidad no seas cabezota, la
tienes hazlo por ti, por Maes, por mí, pero no porque me
quiera ir cosa que dices tú, sino porque te quiero y quiero
verte bien y sonreír, estás un poco depre y es normal yo
también lo estaría.
E_ Deja que me vaya a la cama.
M_ Esther por favor...
E_ ¡Deja que me vaya! –lo dijo entre dientes con un tono
totalmente irritado.
M_ Esther.
E_ ¡Maca!
M_ Haz lo que quieras –se apartó y dejó que se marchara-.
¡Mierda!
Dejó que se fuera pero escuchando como se iba dando
golpes aquí y allá, a pesar de que llevaba bastante bien el
manejo de la silla porque había aprendido muy rápido
gracias a la sencilla distribución de la casa, moverse por
ella, pero aún así, con los nervios y el enfado se le podía
escuchar perfectamente la ristra de tacos que iba soltando
a cada golpe que se daba. Maca se giró furiosa por lo que
había provocado, pero no podía seguir así, dejando que
Esther se resignara a llevar la vida que tenía en ese
580 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
momento, entendía su depresión y aunque Claudia lo había
intentado no había logrado que le hiciera caso, ni siquiera la
opción de que la tratara Carlos cuando una desesperada
Maca se lo dijo.
Maca miró el plato en el suelo con la ensalada, y el
otro plato a medio caer, su rabia se vio recompensada
cogiendo el plato y echándolo al suelo, después se sentó en
el sofá tapándose la cara con las manos.
Mientras ajenas a la batalla que se estaba viviendo en
casa de las chicas, en un lujoso y encantador restaurante
Bárbara estaba cenando con una Teresa encantada. Iban
por el postre cuando de repente Bárbara le dijo a bocajarro
a Teresa.
Ba_ My lady, Bárbara querer estar contigo.
T_ Ya estamos cenando Bárbara –“¡ay que se me ha
encogido el culin... me estará diciendo lo que creo!” decía
roja como un tomate.
Ba_ No, Bárbara querer más, quererte a ti.
T_ ¡Bárbara! –la riñó.
Ba_ ¿Qué? –le preguntó sonriendo.
T_ Mira... eres una mujer excepcional, me gustas como
persona, pero soy una vieja.
Ba_ No eres una vieja –sonrió de lado.
T_ Se me caen las pieles, ya ni me acuerdo de nada –le
decía bajito.
581 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ Bárbara recordar –sonrisa picante en su cara junto a un
parpadeo divertido de sus párpados.
T_ ¿Y la hermana de Claudia?, ¿te ha dado calabazas?
Ba_ ¡Teresa! –le riñó.
T_ Así me puso mi madre al parirme, ¡si!
Ba_ Estás celosa.
T_ ¿Yo... vamos anda... a que santo? –le preguntó dejando a
un lado la servilleta con gesto serio.
Ba_ A todo el santoral.
T_ Bárbara lo digo porque una mujer de tu edad, joven y
guapa, es lo que necesita, yo no soy ninguna de las dos
cosas, aunque me conservo bien de cara ¿eh?, tampoco
vamos a...
Ba_ Mira Teresa, no voy a presionarte, yo te quiero... me da
igual lo demás, en dos semanas me vuelvo a la Selva han
arrasado con mi parque y debo estar allá, cuando Bárbara
ir, saber si tú quieres ser mi pareja, respetando tu espacio.
T_ ¿Te vas a marchar? –la miró seria con gesto de profunda
tristeza.
Ba_ Sí, tengo que ir.
T_ Aún hay peligro –la miraba con temor.
Ba_ No puedo abandonar.
T_ Bárbara, eres maravillosa y te agradezco tus palabras
pero... no.
582 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Ba_ ¿Definitivo?
T_ Sí –asintió mientras su interior gritaba contra si misma
por la respuesta.
Ba_ ¡Camarero! –le hizo una señal para que le llevara la
cuenta-. Está bien... Teresa decir que no, Bárbara respetar,
te esperaré en la Selva.
Teresa sonrió y negó con la cabeza, aquella mujer era
excepcional.
Mientras en casa de Cruz, la situación no era mucho
mejor el malhumor inaguantable de Vilches había hecho
que la cirujana se fuera a dormir al salón, llevaba allí un
buen rato buscando la posición cuando volvió a la
habitación.
V_ Vaya no te ibas al salón.
C_ No me hables Vilches, no me hables –le apuntó
directamente a la cara.
V_ Vale... no te hablo... tú te lo pierdes.
C_ ¡Encima no me toques las narices!, te estoy diciendo que
tienes que mejorar, que animarte, que tratar de rehabilitar
con confianza y tú, lo único que sabes hacer es callarte.
V_ Te he dejado hablar.
C_ ¡Vilches! –le riñó.
V_ ¿Qué, cariño?
C_ No vas a conseguirlo.
583 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ ¿El qué?, ¿qué se te pase el enfado?
C_ Sí, me tienes muy harta Vilches.
V_ Lo sé.
C_ ¡Ah!, claro y te da igual –dio dos golpes a la almohada.
V_ No, no me da igual –le acarició la cara con cuidado
sonriendo de lado-. Eres la mejor mujer que podía
encontrar.
C_ ¡Vilches! –ya no tenía tanta fuerza su reproche.
V_ Y eres la mejor cirujana del mundo, vamos eres un chollo
para mí.
C_ No me hagas eso –le decía pues los dedos de Vilches
recorrían su cuello.
V_ Me he portado como un gilipollas, dilo.
C_ Gilipollas –lo decía sin apenas fuerza mientras cerraba
los ojos.
V_ Pero justo hoy cuando has llegado tenía algo que decirte,
como has venido hecha una furia, he pensado dejarlo para
mañana.
C_ ¿Qué pasa? –le sujetó la mano mirándolo con miedo.
V_ He notado las corrientes en los gemelos –le dijo
mirándola a los ojos, unos ojos que se cubrieron de
lagrimas-. Lo he notado cariño.
C_ Eso quiere decir que...
584 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Quiere decir que he sido un gilipollas que no ha dejado
de renegar, pero tampoco ha dejado de intentarlo, porque
tengo una mujer maravillosa y una hija por las que no
puedo rendirme. Y he sido tan afortunado, que parece la
vida me va a dar una segunda oportunidad –lo decía
emocionado como ella.
C_ ¡Y te has callado cabrón!
V_ Me encanta que me trates con tanto cariño.
Cruz se subió sobre él y comenzó a besarlo, Vilches la
miraba con total amor, mientras le devolvía los besos
pidiéndole perdón.
En la cama Esther no podía dormir, daba vueltas y
vueltas, había escuchado a Maca llorar y aunque quería ir a
su lado prefirió guardar la distancia, a pesar de sentirse
destrozada y que sin querer le había hecho daño a su
mujer. Las lagrimas resbalaban por su rostro, mientras su
mano apretaba la sábana entre sus dedos.
E_ Lo siento Maca –susurró mientras lloraba.
Fuera Maca lloraba sin saber que hacer, era cierto que
se ahogaba en la ciudad, pero no era egoísta no le pedía
que se operara por ella, se había abrazado a un almohadón
y había tratado de que Esther no la oyera.
M_ Joder...
Al mismo tiempo que lloraban, en el portal Bárbara
dejaba a una Teresa que desde que había salido del
585 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
restaurante no había hablado mucho, ninguna había
hablado, tan solo habían paseado por la ciudad con su
intenso frío de finales de enero. Al llegar, Teresa sacó las
llaves del bolso.
T_ Gracias por acompañarme.
Ba_ No my lady, te dejo en el ascensor.
T_ ¡Venga! –le protestó sonriendo.
Ba_ Maca me ha dicho que te cuide y no me apetece ser
blanco de las iras de la señora de García... –le cogió las
llaves mientras abría.
T_ ¡Qué frío hace!
Ba_ ¿Si?
T_ ¿Tú no tienes? –subieron los tres escalones del portal.
Ba_ No –le entregó las llaves.
T_ Hija... pues yo estoy muertecita de frío.
Ba_ Quizás porque te falta algo.
T_ ¿El que?
Ba_ Esto –Bárbara no lo dudó cogió a Teresa por la cintura,
la estrechó con fuerza contra su cuerpo mientras besaba
sus labios con total pasión y respeto, al principio, para
pasar a pasión con su lengua investigando el interior de la
boca ajena. Si hubiera sido el final de una película el público
se hubiera puesto en pie a aplaudir, pero como estaban
solas, lo único que pasó fue que Teresa se quedó
586 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
boquiabierta como si estuviera en trance-. ¿Se te ha pasado
el frío?
T_ Sí –dijo titubeante.
Ba_ Buenas noches mi lady –y volvió a besarla pero esta
vez muy suave.
T_ Buenas noches lady, digo Bárbara.
Bárbara salió con una sonrisa de oreja a oreja, le
encantaba aquella mujer, la volvía loca, y sin duda, estaba
dispuesta a todo para conseguir que finalmente le dejara
estar a su lado. Subió el ascensor como en trance, pasó por
el comedor sin darse cuenta ni que Maca estaba allí, entró a
su habitación cerrando la puerta y sin cambiarse se dejó
caer sobre la cama con sus ojos repletos de lagrimas, su
corazón de pánico y su cuerpo de temblor.
Maca estaba con los ojos cerrados con la cabeza que
empezaba a dolerle apoyada en el respaldo del sofá, así
escuchó como se acercaba la silla de ruedas, giró su cabeza
lentamente no hacía falta encender la luz, ella también se
había acostumbrado a la oscuridad, y la vio llegar con un
gesto triste.
E_ ¿Maca?
M_ Estoy aquí –le contestó algo distante.
E_ Perdóname por favor.
M_ No tengo nada de que perdonarte...
E_ Ven... no puedo llegar ahí.
587 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Anda vete a la cama, es tarde –su voz sonaba grave por
el gran sofoco que tenía.
E_ Vale –se puso en pie y a la pata coja dio dos pasos.
M_ ¿Pero qué haces? –se levantó yendo a por ella y
cogiéndola.
E_ Te quiero, pero no puedo evitar sentir este pánico a que
no salga bien y sea definitivo.
M_ Te entiendo Esther, si es que yo te entiendo –le dijo con
su misma pena mientras la ayudaba a sentarse en el sofá.
E_ ¿Crees que saldrá bien? –le preguntó con temor.
M_ Claro que sí –sonrió emocionada-. Estaré a tu lado
cariño... todo irá bien y ya no hará falta borrar el verbo ver,
ya lo verás.
E_ Maca...
M_ Pero si no saliera bien, seguiré estando a tu lado porque
eres lo más importante en mi vida ¿lo entiendes cabezota?
E_ Sí... –le dijo tras un profundo suspiro-. Maca te quiero
tanto como no he querido a nadie y no quiero perderte por
nada... te quiero mi amor.
Se abrazaron sintiendo la necesidad de que saliera
bien, de que merecía la pena, estaban juntas y a pesar de
todo, podrían superarlo una al lado de la otra con lo más
importante, su amor.
La mañana siguiente, Maca se levantó con nuevas
ilusiones, durante la noche había abrazado a Esther
588 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
sintiéndola a veces temblar, podía imaginar su miedo pero
no quería que aquello las paralizara a las dos. Le preparó el
desayuno mientras pensaba en todo cuanto debía hacer, le
llevó la bandeja hasta la cama y allí la esperaba Esther
mientras Maes terminaba su biberón.
M_ Estoy aquí.
E_ Si... te siento llegar. ¿Y Teresa?
M_ Anoche subió muy extraña no sé que pasaría, ni se
enteró que estaba yo en el comedor.
E_ ¿Y aún está en la cama?
M_ Sí, me extraña –dejó la bandeja sobre el edredón
mientras retiraba a la pequeña de los brazos de su madre-.
Ven aquí.
E_ Se porta muchísimo mejor ¿eh?
M_ Está hecha una mujercita ya, ahora podremos tener más
intimidad ¿verdad pequeña?
E_ Tengo unas ganas que me quiten la escayola.
M_ Oye que la escayola también tiene su punto –se sentó a
su lado besándola y jugueteando con su nariz-. ¿No te
parece?
E_ ¿Tú crees? –metió su mano por el pijama tocando esa
piel que deseaba tanto.
M_ Lo deberíamos...
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T_ ¡No puedo más!, toda la noche sin dormir, esto a mi
edad no es sano ¡no señor! –decía paseando de un lado a
otro de la habitación en los pies de la cama omitiendo que
ambas se habían casi caído al separarse por verla entrar, la
miraban y se miraban sin entender nada-. Es que vamos...
solo a ella se le ocurre ¡menuda!, ja, ja y ja, ¡se cree que
me chupo el dedo!, esto es inadmisible.
M_ Ejem... ejem –carraspeó.
T_ Ah no y lo mejor es, Teresa te doy dos semanas,
¡ultimátum a mí!, ¡a Teresa! Un ultimátum –las miró
mientras les explicaba las cosas, ninguna entendía nada
pero ambas tenían una ligera sonrisa en la boca-. ¡De que
os reís!, no tiene ninguna gracia.
M_ Vamos a ver, por favor Teresa, puedes parar y
explicarnos ese ataque que tienes a que es debido...
E_ Mejor dicho cariño... a quien –le corrigió con rintintin.
M_ Mi mujer tiene razón... ¡a quién! –puntualizó-, es debido.
T_ ¡Bárbara anoche me beso!, ¡y no quiero coñas! –les
apuntó a las dos con el dedo.
M_ ¿Qué te qué?, ¿te beso?
E_ Pero si ya te había besado Tere –le restó importancia
mientras tanteaba a cogerse del brazo de Maca.
T_ No como anoche, me... me... ejem –se pasó la mano por
el cuello en actitud nerviosa.
590 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Con lengua? –le preguntó a punto de estallar en una
carcajada.
E_ ¡Ay Dios! –trataba de aguantarse como Maca.
T_ Eso mismo –dijo bajito casi de manera inaudible.
M_ ¡Acabáramos!; vaya cosas que hace Bárbara.
T_ ¡Y no solo eso!
M_ ¿Hay más? –la miró seria.
T_ Me ha pedido relaciones –dijo con gesto a punto de
llorar.
M_ ¿Relaciones?, has oído eso cariño.
E_ Sí, le ha pedido relaciones.
M_ ¿Y dónde está el problema para que te pongas así?
T_ Maca... mírame.
M_ Ya te veo.
T_ Mírame bien, ¿qué ves?
M_ Ahora mismo una mujer aterrada porque otra mujer está
enamorada de ella y le ha pedido relaciones.
T_ No te burles.
E_ Te diré lo que veo yo, claro, que lo veo a mi modo
porque lo que se dice ver –sonrió por primera vez hizo una
broma de su ceguera y eso a Maca le pareció maravilloso,
era el paso que necesitaba, que Esther asumiera lo que
ocurría y lo afrontara-. Veo una mujer maravillosa con una
sensibilidad apabullante, un corazón enorme y una
591 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
predisposición por ayudar a todo el mundo que admiro, veo
una mujer que cuando se le necesita está, una mujer
sencilla pero maravillosa, una mujer que se merece ser feliz
sea con quien sea, ¡eso es lo que veo yo!
T_ Estoy vieja Esther –le dijo llorando mientras se sentaba a
su lado haciendo sin parar pucheros.
E_ Bárbara te mira con los ojos del corazón y no hay nada
mejor que eso, te mira con sus propios ojos porque lo que
ve en conjunto es algo que sabe no quiere dejar escapar, te
ve con la ilusión de poder darte todo lo que quiere, y lo que
quiere es amarte Teresa, ¿dónde está el problema?
M_ Que bien habla mi niña –la miraba embobada.
T_ No si... razón tienes ¿eh? –se secaba las lagrimas
asintiendo como si le hubiera convencido.
M_ Luego me dices a mí que soy una narcisista.
T_ No pinches ¿eh? –la miró seria.
M_ Perdón.
T_ Vale... pues esta mujer con todas esas cualidades que
me has descrito tan bien, te dice algo, yo tengo relaciones
con Bárbara si tú te operas.
Entonces Maca y Esther se miraron no pudieron evitar
la carcajada y cuando Esther le dio la respuesta a Teresa,
ésta se abrazó a ella emocionada llorando de felicidad por
todas, lo malo estaba a punto de pasar estaba segura, tan
solo reaccionó al final diciendo:
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T_ ¡Oh!
M_ Se siente Teresa, debes tener relaciones con Bárbara...
¡qué dura es la vida, verdad!
Salieron a pasear una vez terminaron de desayunar,
era la primera vez que Esther dejaba que Maca la llevara,
habían salido con la niña, Esther la llevaba en brazos y
Maca empujaba la silla, cuando estaban en el ascensor, le
llamó Cruz, diciéndoles que las esperaba para comer, que
ella aún no había invitado a nadie y ese era el día. Maca
aceptó sonriendo y como la casa de Cruz no quedaba muy
lejos de la suya, se fueron caminando.
Mientras ellas iban camino de casa de Cruz, Encarna y
Rosario entraban en su casa, se sentaron junto a Teresa y
una taza de café, la mujer escuchaba atentamente lo que
una y otra decía, las miraba absorta, tanto que se había
olvidado completamente de su situación personal.
T_ Dios mío... es que no sé ni que decir –las miraba atónita
justo en el momento en que sonó el timbre de la puerta-.
Disculpad por favor voy a ver quien es –les dijo aún
impresionada, al abrir un enorme ramo de rosas la
esperaba-. Hola.
Re_ Hola es para la Mademoiselle Teresa.
T_ ¡Ah! –dijo impresionada poniéndose la mano en la boca-.
Soy yo... soy yo...
Re_ Le han gustado ¿eh?
593 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Gracias –le cerró la puerta en los morros al pobre
repartidor al entrar aún con una expresión totalmente
impresionada.
Ro_ ¡Vaya ramo... qué barbaridad!
T_ Ni que lo digas... ¡Bárbara! –musitó emocionada.
En_ ¿Bárbara? –miró a Rosario quien elevó los hombros
divertida-. ¡Jesús!
Ro_ ¿Estás en disposición de continuar Teresa?
T_ Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii –dijo feliz.
En casa de Vilches, se encontraba Aimé y Claudia muy
juntitos hablando en la terraza cubierta que tenían cuando
entraron Maca con Esther y la niña. Saludos, risas, besos,
un codazo de Maca a Claudia que le hizo ojitos hacia Aimé,
y la confesión final por su parte de que aquel hombre le
encantaba. Cuando a mitad comida Maca se lo comunicó a
Esther, ésta le dijo que lo había notado por la voz, como
siempre terminó por darle un beso y un “me tienes loca”.
C_ Bueno atención a todos, Vilches tiene algo que
comunicarnos, cariño.
V_ Bueno sí, no voy a enrollarme mucho, sé que os encanta
escucharme pero no es mucho lo que os tengo que
comunicar –carraspeó.
C_ Venga va –le dijo sonriente.
V_ Aquí mi señora debo reconocer que es buena, sin duda
por eso está casada conmigo
594 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¡Anda ya!
Cl_ Por favor... ¿no será al revés, eh?
Ai_ Jajaja –miró divertido a Claudia quien le sonrió.
V_ ¡Pero me dejáis hablar!, no si cuando digo que la pija es
la única que me entiende.
E_ Si Vilches pero en esto les doy la razón ¿eh?
C_ Gracias guapa.
E_ De nada Cruz.
C_ ¡Pero quieres hablar!
V_ Pues nada coño, ¡qué ya siento las corrientes!, ya está...
que desde luego tenéis una manía de echarme a perder las
cosas –renegaba sin parar.
M_ ¡Pero eso es la hostia! –exclamó feliz mientras se
levantaba abrazando a Vilches al darse cuenta ambos se
soltaron carraspeando-. Ejem... bien... me alegro mucho.
V_ No se ha notado tranquila ejem...
Cl_ Enhorabuena Cruz, me imagino el peso que te habrás
quitado de encima, no tener que aguantarlo eso es para
hacer esta fiesta y alguna mas ¡eh!
V_ Muy graciosa Claudia. ¿Y tú Esther?, piensas decir algo.
E_ Que me alegro mucho, ya lo sabes.
V_ No digo eso... ¡cuándo coño vas a operarte!
E_ No me riñas Vilches.
595 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Claro que te riño, esta no es la Esther que yo admiraba
por echar al suelo a la Calentorra de la Selva.
Ai_ ¿La Calentorra de...?
Cl_ Mejor no preguntes –le hizo un gesto divertido mientras
arrugaba la nariz y hacia un ademán gracioso con la mano.
E_ Bueno, ayer decidí con Maca que me operaría... y que
sea lo que Dios y Aimé quieran.
Ai_ Si es por mí, seguro que ves.
M_ Ves cariño, sólo nos falta Dios, y con la ayuda de Teresa,
tu madre y la mía, lo tenemos en el bolsillo –le dijo
dejándole un beso.
C_ Claro que si, todo va a ir bien. Maca... ¿puedes
acompañarme a por el champán?
M_ Claro... ya vuelvo.
V_ Oye Esther –como la tenía a su lado le cogió del brazo y
le dijo-. Podíamos haber perdido la vida allí, y no fue así,
tenemos mucho que hacer mucho que trabajar creo que
has tomado la decisión correcta.
E_ ¿Y si no vuelvo a ver?
V_ Le corto los huevos a Aimé.
E_ Pobre –sonrió de buena gana.
V_ Esa sonrisa es la que nos animaba a todos Esther,
¿recuerdas? –Esther asintió emocionada-. Que no vuelva yo
a echarla de menos ¡vale!
596 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Se hará lo que se pueda.
V_ Lo que se pueda no, vas a hacer lo que debes,
recuperarte porque tenemos que volver a África,
¿entendido?, y no quiero volver sin mi mejor enfermera.
E_ Gracias Vilches...
V_ Gracias a ti Esther... ¡además ya echo de menos tus
gritos, joder!
En la cocina, Maca y Cruz se habían abrazado con esa
necesidad de ver que poco a poco se les iba solucionando
los problemas que la vida les habia impuesto.
C_ Por fin Maca... por fin...
M_ A nosotras aún nos queda una prueba complicada Cruz,
pero... al menos lo vamos a intentar.
C_ Estoy segura que todo saldrá bien. Os lo merecéis.
Aquella noche cuando volvieron a casa lo hicieron
acompañadas por un Aimé que trataba de tranquilizar los
nervios de Esther ante las pruebas para la operación, y una
Claudia que lo escuchaba con tanta atención que tropezó
dos veces ante la sonrisa y burla de una Maca a quien sus
ojos volvían a brillar.
M_ ¿Y este ramo?
T_ ¡Hola chicas! –salió de la cocina mostrándose feliz.
E_ No te lo vas a creer Teresa... Vilches ya va recuperando
la sensibilidad de las piernas.
597 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡No me digas! –juntó sus manos en señal de alegría
sobre su barbilla.
M_ Te he hecho una pregunta Teresa.
T_ Así que ya tenemos recuperándose a Vilches, gracias
Señor.
E_ Si.
M_ ¿Teresa? –la miró doblando un poco la cabeza mientras
enarcaba su ceja.
T_ Solo faltas tú Esther.
E_ Hemos estado hablando con Aimé y... bueno... espero
que todo salga bien.
M_ ¿Bárbara?
T_ Seguro que sale bien, y ahora, a dormir.
E_ Mañana tenemos que ir a hacerme todas las pruebas –
sonreía por la insistencia de Maca y la facilidad de pasar de
ella de Teresa.
M_ Ni puto caso –se cruzó de brazos.
T_ Pues nada a descansar que mañana es un día
importante. Buenas noches.
M_ ¿Cómo que buenas noches?, ¿y me dejas así?
T_ Maca cariño... siempre dijiste que no te gustaban los
cotilleos así que... ¡te aguantas! –le sacó la lengua y se
marchó.
E_ Jajajajajaja.
598 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Oye no te rías ¿eh?, me ha sacado la lengua –decía
mientras la llevaba hasta la habitación.
E_ ¿De quién van a ser Maca?, pues de Bárbara, además no
le notas la felicidad en la voz.
M_ Joder no Esther, no... yo no tengo esa facilidad que
tienes tú.
E_ Ahora mismo puedo decirte... ¿ya estamos en la
habitación?
M_ Sí.
E_ Cierra la puerta.
M_ Ya marimandona –le dijo sonriente llevándola hasta el
lavabo y dejando a una dormidita Maes en la cuna-. Ahora
te cambio, voy a ayudar a mami a arreglarse y luego tú.
Bueno a ver... que me ibas a decir.
E_ Ven, aquí delante –Maca sonrió y se puso delante de ella
quien posó sus manos en los muslos y fue subiendo hasta
su entrepierna bajando la cremallera mientras Maca
suspiraba con los ojos cerrados-. Pues ahora mismo puedo
decirte que... estás a punto de caramelo, y que, sabes que
me encanta tu caramelo.
M_ ¡Dios!
El día siguiente y los que siguieron fueron tremendos,
una vez hechas las pruebas, nada más quedaba esperar la
llamada de que ya había córneas para transplantar,
mientras, Vilches poco a poco y con mucho esfuerzo fue
599 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
recuperando cada día un poco más, a veces se
desesperaba, a veces se motivaba tanto que Cruz debía
detener sus ansias por ponerse en pie. Lo mismo empezó a
vivir Esther que compartía las horas en el gimnasio del
hospital con Vilches, para recuperar aquel tobillo que según
Javier había quedado perfecto.
Solía ir a rehabilitar cuando Maca tenía turno así
aprovechaban y se iban juntas, uno de esos días Teresa
acudió acompañada por una Bárbara que se mostraba tan
feliz como si anduviera todo el día sobre una nube, Teresa y
ella se habían visto secretamente, la primera vez para la
buena de Teresa fue todo un ay, divertida y pasional, tierna
y repleta de miedos, pero finalmente feliz y dispuesta a
aprender todo cuanto Bárbara le iba enseñando que era
mucho y variado haciendo las delicias de la mujer.
T_ Ya estamos aquí.
M_ Vaya... la parejita feliz...
Ba_ Maca.
E_ ¿Sabéis por qué nos ha llamado Cruz?
V_ Ni idea. Por cierto, ¿cuándo te vas Bárbara?
Ba_ La semana que viene.
V_ He escuchado que seguimos igual, ¿eh? –le advirtió algo
preocupado.
Ba_ Sí pero Bárbara debe volver.
600 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
C_ Hola... bueno Dávila aquí los tienes formaditos y todo
¿eh?, ¡te quejarás!
D_ Para nada Cruz. Buenos días chicos, debo deciros que
después de mucho trabajo y tiempo, he conseguido
localizar a alguien en el campo de refugiados.
T_ ¿Y? –preguntó ansiosa.
D_ He localizado al doctor Mondela, él está allí también en
Loukoléla así que va a tratar de buscar a alguno de los
muchachos.
E_ ¡Ojalá estén allí!
M_ ¿Cuándo lo vamos a saber? –preguntó ansiosa.
D_ Ahora, por eso os he reunido no quería decíroslo y
haceros pasar unos días neviosillos porque no sé si
daremos o no con ellos. Así que... faltan cinco minutos para
que llame.
V_ ¿Se sabe cuándo podremos volver?
D_ No Vilches, de momento no.
C_ Digo yo que... harán algo ¿no?, porque la situación ya
era pésima me puedo imaginar ahora como estará.
D_ Pues si, desgraciadamente cuando podamos volver a
entrar será peor todavía, Bárbara será nuestros ojos allí.
M_ Será otra vez volver a empezar.
D_ Sin duda si. Mira se han adelantado.
601 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Todos expectantes esperaban alrededor de la mesa,
Teresa había cruzado sus manos tras una profunda
exhalación tratando de controlar sus nervios, los rostros de
los demás incluida Claudia que acababa de llegar, se
mostraban tensos. Al escuchar al doctor Mondela los
corazones y las ansias por saber se dispararon.
Mon_ Lo siento, ellos no están aquí... somos muchos pero
he censado a todos y... no están.
Fue un golpe duro que atajar, otro más, sin duda para
ellos eran parte de esa familia que habían creado en África
y que, les había dado tantas y tantas alegrías. Se
marcharon con la tristeza de saber que si no estaban allí
era prácticamente imposible saber de ellos, la noticia les
cayó como una losa. Cuando se iban a marchar con la pena
de no saber nada de ellos, Aimé entró alterado al despacho.
Ai_ Menos mal que os encuentro. ¡Han llegado las corneas
Esther!, nos vamos a quirófano.
Una noticia compensaba la otra, aunque la pena
seguía en ellos al menos había una posibilidad de que
Esther pudiera recuperar la vista y con ello, la posibilidad
de volver a África se hacia más factible.
E_ ¿Has llamado a mi madre? –le preguntaba nerviosa
mientras se ponía el camisón para quirófano.
M_ Sí cariño –contestaba igual de nerviosa-. No sé porque te
empeñas en que no entre a quirófano.
602 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Porque sé que te pones muy nerviosa Maca, y de
verdad... no quiero que lo estés.
M_ No lo estoy cariño.
E_ Ya por eso me has abrochado y desabrochado el
camisoncito con esta tres veces –le sonrió acariciándole
suavemente la cara.
M_ ¿De verdad?
E_ Sí, de verdad –sonrió.
M_ Lo siento... es que... sé que esto es muy importante para
ti y... –le cogió las manos y las besó con tanta ternura que
sintieron ambas un escalofrío.
E_ Maca, tranquila ¿vale?, estoy en manos de Aimé y lo que
tenga que ser será, ¿no decías eso?
M_ Sí, sí, claro –se frotaba las manos nerviosa-. Oye
Esther... que... yo no te quiero agobiar pero... tengo que dar
la fecha en el juzgado.
E_ Yo quería casarme viéndote cariño... viendo lo guapa
que vas a estar.
M_ Mira si quieres no nos casamos pero... debemos adoptar
a Maes aquí y eso necesita los papeles de matrimonio.
E_ Está bien, lo antes posible una vez Aimé nos dé permiso.
M_ De acuerdo. Te quiero mi amor... –la abrazó con fuerza.
E_ Y yo... ¡qué lastima!
M_ ¿El qué?
603 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Esta noche te tocaba vendarte los ojos –dio un pequeño
gemido.
M_ Siiiii –sonrió besándola con pasión-. ¿Tú crees que nos
daría tiempo aquí uno rapidito?
T_ ¡Qué viene Encarna! –entró gritándoles, al verlas se puso
en jarras y les dijo-. No si... ya sabía yo que debía avisar.
EyM_ Jajajajajaja.
En_ Hola hija... que bien ¡verdad! Estoy tan nerviosa.
E_ No te preocupes mamá que todo está controlado.
En_ Lo sé... lo sé... Maca... ¿te importa dejarnos solas un
momento?
M_ No por supuesto –salía mientras Teresa se quedaba-.
Teresa.
T_ Ha dicho Maca –ante su mirada insistente le dijo-. Vale...
En la habitación, madre e hija se habían quedado
solas, Encarna le cogió la mano y le sonrió algo nerviosa,
tras dar un trago para aclarar su voz pues estaba segura le
saldría algo quebrada habló a una Esther que la escuchaba
expectante.
En_ Mira cariño... sé que tú sabes que no he estado muy a
la altura de las circunstancias con respecto a Maca, me
cuesta muchísimo no te lo niego pero, creo que en su
mirada me dice que te quiere con locura, yo pensaba que
iba a dejarte pero...
604 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Maca no es así, aunque mira que he estado inaguantable
y me lo merecía.
En_ Si te digo que me gusta para ti y que a pesar de ser
una mujer la que comparta tu vida, ¿me crees?
E_ Sí mamá, claro que te creo Maca es así, simplemente
maravillosa.
En_ Aunque me cueste veros como os besáis.
E_ Te acostumbraras.
En_ Vaya...
E_ ¿Qué?
En_ Pensaba que me ibas a decir que no lo haríais delante
mía.
E_ Eso es imposible, porque no podría cumplirlo –sonrió
feliz.
En_ Ay señor... si ya lo decía tu abuela, ¡es diferente al
resto del mundo! –decía sonriendo mientras la abrazaba-.
Yo era como tú hija, pero bueno en mis tiempos habían
cosas que no se podían hacer.
E_ ¿Eres lesbiana?
En_ ¡No seas burra! –le riñó-, era como tú en el sentido de
querer vivir la vida y ayudar a los demás, pero tu padre que
es un desaborio, me quitó toda la ilusión.
E_ Jejejeje –sonrió acompañada por su madre.
605 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
En_ Todo va a ir bien, ya lo veras –la abrazó con tanto amor
que a Esther le extrañó aquel abrazo-. Te quiero hija.
E_ Y yo mamá.
En_ Y además, tengo una nieta preciosa.
Pasillo arriba, pasillo abajo, café va, café viene, así se
pasó Maca la hora y cuarto que duró la operación, su madre
y Encarna la observaban atentamente, habían decidido
mejor no hablarle, Claudia también estaba nerviosa pero
había decidido sentarse y esperar, Teresa se había
marchado a casa con la pequeña y Bárbara, allí todavía
eran mayor los nervios, los pensamientos negativos, las
dudas.
Ai_ Bueno ya está –apareció Aimé.
M_ ¿Qué tal?
Ai_ Bien... a partir de ahora... paciencia y a esperar, pasa
con ella está loca porque estés a su lado.
M_ Gracias Aimé –lo abrazó feliz.
Habían pasado dos meses desde la operación, Esther
seguía sin ver pero ya podía andar sin ayuda de las dos
muletas, eso le daba ánimo suficiente para defenderse sola
por la casa y no sentirse tan dependiente de una Maca que
no la dejaba sola ni a sol ni a sombra. Por su parte Vilches
ya se mantenía de pie aunque sí necesitaba las muletas,
pero había avanzado mucho, tanto que hasta Cruz se había
impresionado por su recuperación. Mientras todo esto
606 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
ocurría casi sin darse cuenta la primavera había llegado con
todo su auge, habían aguantado ese tiempo para la boda
que no se hizo en ningún juzgado, se hizo en casa de
Encarna, con tan solo los invitados que las dos decidieron, y
con un jardín nada exagerado para una boda sencilla entre
dos mujeres que en esos dos meses habían intensificado
sus noches, sus tardes, sus mañanas, sus horas en una
relación que cada día iba mejorando, se hacía más fuerte y
ni siquiera la aparición de Julia en un Restaurante mientras
comían había hecho la menor mella en ninguna de las dos.
Así llegaron a la boda, Esther en su casa, Maca en la suya,
los mismos nervios de la Selva, pero diferente preparación.
T_ Maca venga estate quieta que te ponga el tirante
cruzado.
M_ Joder Teresa que estoy más nerviosa que en la otra
boda.
T_ Normal.
M_ ¿Te ha llamado Bárbara?
T_ Sí, para preguntar si ya estaba todo listo, no sabe nada
todavía de nadie.
M_ ¿La echas de menos? –la miraba sonriente.
T_ Vamos Maca que... nada más estamos en plan de
amigas.
M_ Ya, por eso tienes en tu habitación el manual del
kamasutra lésbico.
607 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ ¡Has entrado a mi habitación! –la miraba con los ojos
desorbitados.
M_ Claro, si tú no me cuentas yo tengo que averiguar.
T_ ¡Eres... eres...!
M_ La que más te quiere... por eso deje ese libro ¿o qué te
crees?, yo no lo necesito –sonrisa traviesa, mirada pillina y
finalmente soltó una gran carcajada.
T_ ¡Así que...!
M_ Venga deja de alarmarte y abrir tanto los ojos y ponme
bien los tirantes ¿eh?
T_ Que lastima que Esther no lo pueda ver, porque estás
guapísima.
M_ Bueno ella ya lo sabe... sabe que soy guapísima.
T_ ¡Ay que joderse!
Entre risas y la llegada de Claudia terminaron de
vestirse.
Mientras en su casa, una atacada Esther hablaba con
su madre y Cruz que había ido a ayudarle.
C_ Tranquila Esther estás guapísima, creo que Maca va a
resbalarse.
En_ No creo Cruz, la alfombra es segura.
C_ No Encarna, digo con su propia baba.
E_ ¡Ay señor! –suspiraba riéndose-. Estoy de los nervios...
C_ ¡Pero si ya te has casado!
608 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ ¿Y qué Cruz?... estoy de los nervios igual.
En_ Hija... tranquila que al final me va a dar algo a mí...
¡caray!
La boda fue sencilla pero para las novias intensa,
durante toda la ceremonia no dejaron de darse la mano, de
esa manera Maca quería transmitirle todo cuanto estaba
sintiendo, tampoco pararon de sonreírse y sentir como la
felicidad inundaba sus corazones. Con el sí, las madres se
emocionaron, los padres sacaron pecho para no demostrar
esas lagrimitas rebeldes, las madrinas, Cruz por parte de
Esther y Claudia por parte de Maca, se mostraban
orgullosas del enlace, y Teresa irremediablemente se había
entregado al llanto de ver como por fin la vida, les daba una
tregua. Aunque la verdadera protagonista de la ceremonia
no fue otra que Maes, con sus continuos balbuceos hacia
sus madres y sus manos tratando de que la llevaran con
ellas.
Así ya convertidas en pareja oficial sin luna de miel
porque el trabajo de Maca no se lo permitía, seguían
pasando los días, esos días donde parecía que nunca iba a
llegar el momento que tanto ambas deseaban. Todas las
mañanas Maca cuando abría los ojos esperaba que Esther
le dijera que había recuperado la vista, que veía algo pero
habían pasado seis meses desde la operación, y nunca le
decía nada, y ella ya no le preguntaba porque sabía que era
una manera de presionarle sin querer, y Claudia quien
609 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
estaba comenzando una historia bonita de amor con Aimé,
se lo tenía prohibido.
M_ Buenos días mi amor.
E_ Buenos días cariño –se besaron como les gustaba, Maca
se tumbó sobre Esther y le fue dejando besos hasta llegar a
sus labios donde los compartieron con pasión-. Me encantan
estos buenos días.
M_ Y a mí. Pero no tenemos mucho tiempo ¿eh?, hay que ir
a la consulta.
E_ Si... uf... me tiemblan las piernas cada vez que tengo que
ir.
M_ Lo sé, a mí también. Pero ya oíste que todo va bien, y
que no hay que preocuparse, así que ¡venga para arriba!
E_ Tengo unas agujetas...
M_ Si es que mi niña... te gusta demasiado el sexo.
E_ Perdona bonita... perdona ¿eh?, nos gusta.
M_ Llevamos mucho retraso cariño, hay que ponerse al día.
E_ Joder... y tanto que nos estamos poniendo –sonrieron
divertidas.
Entraron por urgencias con el abrazo de Sam que fue a
quien primero se encontraron, Maca tenía que trabajar
pero había aprovechado un hueco para acompañar a su
mujer, fuera los clásicos nervios, y dentro mucho más.
Ai_ Bueno... esto marcha bien ¿eh?
610 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ Si –le hizo un gesto desesperado porque seguía sin ver.
Ai_ Es lógico el desarrollo de... –sonó el busca de Maca.
M_ Mierda.
E_ Tranquila Maca, te espero fuera cuando termine.
M_ Joder –protestó con rabia.
E_ Ve, anda.
M_ Vale... luego hablo contigo –señaló a Aimé con el dedo.
Ai_ Bien. Vale Esther vamos a...
E_ Tengo que decirte algo pero no quiero que se lo digas a
Maca.
Ai_ ¿Qué?
E_ Veo poco pero veo –sonrió ampliamente mientras se
abrazaba a Aimé.
Una semana después Esther seguía ocultándole a
Maca que las sombras habían dejado paso a un poco de luz,
al principio distorsionada, pero conforme pasaban los días
iba viendo un poco más, no podía captar todavía el rostro
de las personas pero veía un conjunto y eso le iba dando las
energías necesarias para día a día ir luchando para mejorar
del todo.
Aquella mañana, Esther se había despertado antes que
Maca y le había despertado dándole infinitos besos, que
eran recibidos con una sonrisa en los labios que marcaba su
felicidad, su serenidad, lo peor había pasado y aunque
611 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
seguía sin poder adaptarse a la ciudad, por Esther merecía
la pena y con la ayuda de Cruz y Claudia iba mejorando su
adaptación, a pesar de sus enfados y sus problemas con
algún que otro médico que iba de listillo. Pero despertar así
le borraba todos los malos momentos que pasaba, tener a
su lado a su mujer y su hija, le compensaba todo lo demás,
compartir todo cuando hacían las tres juntas era una
manera maravillosa de vivir.
E_ Buenos días mi amor.
M_ Buenos días cariño –pasó sus manos por la espalda de
Esther quien se había subido sobre ella.
E_ ¿Qué tal?
M_ En la gloria –decía mientras Esther paseaba su lengua
por el cuello.
T_ ¡Por fin... ya podemos volver!... ¡ARRIBA... ARRIBA!
Les gritaba como loca mientras del susto se habían
sentado ambas en la cama con expresiones diferentes,
Maca con la expresión de querer acabar con Teresa, Esther
con el miedo de lo que significaban sus palabras.
T_ Y ahora salir, que tenemos una sorpresa maravillosa
para vosotras ¡voy a volver a mi casa! –gritaba repleta de
felicidad.
Cuando salieron lo hicieron cogidas de la mano, Maca
al ver a su madre y a Encarna cada una ante una taza de
612 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
café hablar riéndose, se sorprendió, nunca imaginó que su
madre y su suegra se llevaran tan bien.
M_ Están tu madre y la mía –le avisó bajito.
E_ Vaya amigas que se han hecho –le contestó en voz baja.
M_ Si. Buenos días.
E_ Buenos días.
T_ Venga... sentaros que os traigo el desayuno –les dijo
mientras llevaba en una bandeja el café con leche.
E_ ¿Qué pasa?, porque pasa algo seguro.
En_ Hija, Maca, queremos comentaros que aquí mi
consuegra y yo hemos creado la Fundación Maes.
M_ ¿Cómo? –las miró atónita.
Ro_ Sí, es una locura en la que nos hemos enfrascado
porque no somos tan valientes como vosotras, pero,
queríamos aportar nuestro granito de arena.
T_ ¡Granazo chicas, granazo! –apuntó.
E_ No entiendo nada.
En_ Tenemos a partir de hoy tres meses para que la
Fundación funcione, se ponga en macha con solidez.
Ro_ Y una vez este en marcha ¿Teresa se lo dices tú? –le
sonrió.
T_ ¡VOLVEMOS A ÁFRICA!... ¡A NUESTRO HOGAR!
MyE_ ¡Qué!
613 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Para ambas la sorpresa fue tal que ni siquiera sabían
que decir, por un lado no entendían de lo que realmente
hablaban, por otro la sola idea de volver a la aldea les
provocaba un éxtasis difícil de controlar, y allí sus madres
habían logrado aparentemente saber como podían volver.
M_ A ver un momento... ¿una Fundación? –preguntó
totalmente atónita mirándolas a ambas alternativamente.
Ro_ Sí hija, todo lo ha hecho Teresa.
T_ No por favor yo solo he colaborado –decía
modestamente pero encantada por el comentario.
Ro_ Teresa nos ha comentado lo que realmente haría falta
en vuestra aldea, sobre todo seguridad.
En_ Eso es lo primero en lo que hemos trabajado, si vais a
estar allí con la pequeña, ante todo seguridad.
Ro_ Después hemos pensado contratar a una gente que nos
ha recomendado Dávila para que levanten la aldea otra
vez, que hagan un hospital en buen estado.
En_ Con muchas camas, para que podáis atender a la pobre
gente.
T_ Les he dicho que es una aldea que se puede levantar
como se han levantado otros pueblos, es un paso continuo
de gente necesitada.
Ro_ Pero con los mejores sistemas de seguridad.
En_ Eso es.
614 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Pretendéis hacer una aldea segura, en África? –las
miraba alternativamente.
E_ Bueno... no sería hacer una aldea en ese caso, sería
hacer como una especie de pueblo, ¿es eso lo que queréis
decir?
Ro_ Algo así donde haya un muro bien alto y fuerte por
donde no pueda entrar nadie, con una caseta bien
preparada para vuestro vigilante.
En_ Con buenos prismáticos para vigilar, ¿cómo se llamaba
el chico?
T_ Laobi –apuntó Teresa.
M_ A ver... a ver... creo que os estáis precipitando, yo no
quiero amargaros la ilusión pero, en primer lugar, hasta que
Esther no esté bien y siempre y cuando, ella quiera volver.
E_ Maca cariño yo quiero volver –le interrumpió sin darle
tiempo a continuar.
M_ Si nos recuperamos si.
E_ Que mona es... siempre habla en plural cuando se refiere
a mí –la miraba con una sonrisa boba muy boba mientras
ambas madres sonreían por el gesto.
M_ Es que cariño... no podemos ir a África en malas
condiciones.
E_ ¿Recuerdas cuándo tu ojo?, dijiste que no te movías.
M_ Esther era un ojo.
615 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Vale yo te gano por uno, pero...
T_ ¿Puedo decir una cosa? –intervino con algo de temor.
M_ Por supuesto.
E_ Claro.
T_ Gracias, yo creo que la idea no es mala, quiero decir, se
puede levantar con el dinero de la Fundación un buen lugar,
algo así como el doctor Mondela hizo.
E_ Si eso estaba muy bien, a mí me gustó.
T_ Por lo tanto no es tan descabellado, mientras ponemos
todo en práctica Esther puede ir recuperando vista.
Ro_ Si os vais a ir, que sea un lugar donde tengáis
seguridad cariño –le dijo a su hija con gesto tierno.
M_ Mamá... África no es segura.
En_ ¡Nosotras la haremos segura! –dijo contenta.
E_ Me encanta –sonrió.
M_ Esther... –ante su guiño de ojo resopló diciendo-. Vale, tú
ganas Esther, que le voy a hacer si me puedes, mi mujer
me puede –les dijo haciendo un gesto gracioso.
T_ Quien te ha visto y quien te ve guapa –dio una carcajada.
M_ Entonces tendremos que ponernos manos a la obra, eso
si, hasta que no veas, no iremos.
E_ ¿Y si tardo mucho?
M_ África siempre estará allí.
616 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Pero necesitamos saber de nuestra gente Maca... y yo...
no quiero esperar eternamente.
M_ Yo tampoco Esther, pero las posibilidades de que nos
volvamos a encontrar debes entender que son escasas.
Ro_ Entonces... ¡de acuerdo!
M_ Si mi mujer dice que si, será que si –sonrió sin ocultar su
felicidad.
En_ Claro que contamos con Vilches y Cruz.
E_ ¿Cruz?
En_ Sí, nos ha dicho que si hacemos un hospital, ella podría
ir y venir siendo médico de apoyo, llevando a Aimé, a
Javier, a Héctor, cada uno en su especialidad para ayudar a
la gente que lo necesite.
M_ Sería maravilloso desde luego poder ayudar así, lo que
siempre soñamos Esther.
E_ Los sueños se hacen realidad, ¿ves?
M_ Sí –le sonrió pinzándose el labio inferior-. Y la primera
vez que lo creí, fue cuando te conocí a ti.
Se besaron ante la mirada emocionada de Teresa, la
sonrisa de Rosario, y la mirada evasiva de Encarna.
A partir de ese momento tenían mucho trabajo que hacer,
la Fundación parecía que les había ayudado a superar las
ansias por volver, tenían un proyecto y debían estar bien
preparados para no fracasar. Ayudar a los niños era la
principal causa que todos quisieron poner en primer lugar.
617 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Al principio hubo una serie de trabas que todos sabían
llegaban del despacho de Julia, herida aún por las
constantes omisiones de Maca, pero poco a poco los más
altos cargos de Médicos sin Fronteras fueron viendo que era
un proyecto interesante y que podía realmente ser muy
importante dado el lugar donde la aldea se levantaba y ese
interés se vio recompensado en una ayuda real que los tres
agradecieron, Vilches soñaba con todo lo que iban a montar
en el hospital, Maca con ser libre nuevamente y poder
ayudar a quien la necesitaba, y Esther una mezcla de
alegría por la contribución que iban a hacer pero también,
una gran pena al saber que no sería lo mismo, volver sin
saber donde estaba su familia.
Pero también había otra cuestión pendiente, entre
reunión y reunión que casi siempre se hacían con una
suculenta cena, a mediados de junio, una desesperada
Maca no podía aguantar la situación que vivía su mujer. Por
eso, en una de sus guardias se presentó ante un Aimé que
ella se había dado cuenta le huía cada vez que se
encontraban en los pasillo o cuando la veía ir a su
despacho.
M_ ¿Podemos hablar un momento?
Ai_ Maca estoy un poco liado.
M_ Estás muy liado últimamente –lo miró enfadada.
Ai_ Está bien... dime –suspiró preparado para atajar su
enfado.
618 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Tú no crees que Esther ya debería ver?
Ai_ Maca... no todo el mundo reacciona igual.
M_ Aimé, son ocho meses.
Ai_ Ya lo sé.
M_ ¡Entonces! –le levantó la voz.
Cl_ Hola –apareció Claudia que tras dar un beso a Aimé le
preguntó a Maca al ver su gesto serio-. ¿Qué te pasa?
M_ Nada... solo espero que hagas algo ¿eh? –le dijo a Aimé
enfadada y se marchó con sus andares patizambos pero
seguros.
Ai_ Joder... –suspiró.
Cl_ ¿Pero qué pasa?
Ai_ A ver Claudia lo que te voy a decir no lo digas a nadie
¿vale? –la miraba nervioso.
Cl_ No, claro.
Ai_ Esther desde hace unos dos meses está recuperando la
vista –Claudia fue hacer un comentario pero él la detuvo-.
No quiere que Maca lo sepa por si hay algún contratiempo,
pero Maca me está machacando a mí.
Cl_ Pero... no entiendo.
Ai_ Es su decisión y hay que respetarla.
Cl_ Ya pero... mira... precisamente estábamos hablando de
ti –le dijo al ver como llegaba hasta ellos acompañada por
Teresa.
619 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Espero que bien.
T_ Buenas tardes, venga pues yo ya que te dejo con Claudia
voy al despacho de Dávila a ver si la gente que ha ido a la
aldea nos dicen algo.
E_ Vale Teresa, gracias y nada más lo sepas ya sabes.
T_ Os aviso si –se marchó dispuesta a averiguar.
E_ ¿Qué pasa Claudia?
Ai_ Nada Esther, anda vamos.
Cl_ No Manuel, creo que debería saberlo, Esther, Maca está
enfadada con Manuel a parte de estar muy nerviosa porque
piensa que no ves y que algo ha hecho mal.
E_ Ya... lo siento Aimé.
Ai_ No te preocupes... venga vamos...
Volvió a pasar las pruebas, seguía con problemas para
ver pero de cerca ya podía dar forma a las letras, eso era
un grandísimo adelanto y según Aimé le había dicho de dos
a tres semanas recuperaría completamente la vista. Con
esa idea fue hasta el despacho de Maca acompañada por él
mismo.
E_ ¿Se puede? –se asomó en su despacho con una amplia
sonrisa.
M_ ¡Esther mi amor! –sonrió yendo hacia ella-. ¿Qué haces
aquí?
620 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Tere tenía que hablar con Dávila, ya sabes que se han
acercado a la aldea para saber si hay rastro de ellos.
M_ Si, anda dame mi beso –se besaron primero con
suavidad como les gustaba hacer, rozaron sus narices y
mientras Maca pasaba sus manos por la cintura de Esther y
ésta le tocaba el culo-. Que rico.
E_ Si... mucho –sonreía apretando sus manos.
M_ Estás muy guapa hoy cariño... ese mini bronceado te
favorece.
E_ Tú también.
M_ Gracias –sonrió sin caer en lo que había dicho-. ¡Ah!,
tengo que decirte que he discutido con Aimé, lo siento.
E_ Este tono de suéter te queda de rechupete.
M_ Si, no sé que le pasa al tío que me esquiva cada vez que
voy a hablar con él –seguía sin percatarse.
E_ ¿Por qué llevas coleta?
M_ Esther estoy trabajando y... un momento –se detuvo en
seco mirándola fijamente con el ceño fruncido.
E_ ¿Qué pasa? –puso gesto serio-. ¿Qué te pasa?
M_ ¿Cómo sabes que llevo coleta si no me has tocado?,
¿cómo sabes que este tono me queda bien si...?, un
momento... un momento –decía atropelladamente sin poder
controlar las lagrimas.
621 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Lo sé porque te estoy viendo, borrosa pero te veo y el
pobre Aimé tenía orden mía de no decirte nada.
M_ ¿Ves? –la miró con la boca abierta y sus mejillas rojas de
la emoción.
E_ No completamente bien, pero sí... veo.
M_ Esther –se abrazó a ella rompiendo a llorar como una
niña, mientras Esther se emocionaba al ver su reacción.
E_ Cariño... no sé que hubiera sido de mí sin tu ayuda –la
separó para limpiar sus lagrimas.
M_ Lo siento... parezco tonta pero...
E_ No pareces tonta –sonrió ampliamente con esa sonrisa
que encandilaba a su mujer.
M_ Esther... Esther –la abrazaba con pasión, con ternura,
con total cariño.
E_ Déjame decirte una cosa mirándote a los ojos.
M_ Tú dirás –la miraba aún con los ojos repletos de
emoción.
E_ Te quiero y si tú cumpliste el sueño conmigo, te aseguro
que el mío también se cumplió, tenerte a mi lado y recibir
tanto amor, ha sido para mí mucho más que un sueño, un
imposible que tú, has hecho realidad día a día aún en los
peores momentos. Te quiero.
M_ Esther.
622 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
La alegría les duró lo que Teresa tardó en entrar, no
habían señales de vida en la aldea, tampoco habían vuelto
a ella, así que les habían perdido la pista totalmente.
T_ ¿Qué será de ellos?
M_ Teresa, quizá cuando estemos allí les llega la noticia de
que hay un nuevo hospital y regresan.
E_ Claro Teresa –se acercó a ella y la abrazó tratando de
tranquilizarla aunque ella misma se sentía fatal.
T_ Si, claro... pero...
E_ Venga guapa.
T_ Confío que así será –trataba de admitirlo.
E_ Me encantan esos pendientes.
T_ ¿Verdad?, son un regalo de...
Se detuvo en el instante en que recapacitó y se dio
cuenta que Esther había visto sus pendientes, se abrazó
con ella, saltó haciendo saltar a la enfermera bajo los
cuidados continuos de Maca que de pronto se vio abrazada
por Teresa de forma fulminante, la pena de los chicos de la
aldea seguía en sus corazones, pero la felicidad por la
recuperación de la vista de Esther, era lo que en esos
momentos les desataba la felicidad.
Aquella noche lo celebraron con todos para seguir con
sus charlas entre plato y plato sobre seguridades, material
quirúrgico, antibióticos y demás. Como ya hacía buen
tiempo se celebró en el jardín de la casa de Encarna con
623 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
una gran parrillada donde Héctor demostró sus dones
argentinos para llevarla acabo, la carne la puso Maca, Cruz
y Vilches las bebidas, los pasteles Claudia y Aimé, los vinos
el padre de Maca que había hecho muy buenas migas con
el padre de Esther para futuros negocios, mientras, dejaban
que sus mujeres siguieran entusiasmadas el proyecto de
aquella Fundación Maes.
V_ Venga vamos a brindar... va....
D_ Eso que hay que celebrarlo.
V_ Menudo morro tienes tío, vienes te apalancas en el sitio
más fresquito y encima exigente.
D_ No sé que harías sin mí –lo miraba divertido.
V_ ¿Vivir más tranquilo? –ladeó un poco la cabeza.
T_ Venga dejarlo ya... brinda Vilches.
V_ Voy a brindar en nombre de todos por dos mujeres a las
que les debemos mucho, no queridas no sois vosotras –les
dijo a Maca y Esther que se miraron sonrientes junto a la
risa de los demás-. Brindo por Encarna y Rosario por darnos
la oportunidad como personas y como médicos de seguir
ayudando a mejorar la calidad de vida de aquella pobre
gente que tanto nos necesita. Brindo por Teresa por dar las
coordenadas, por poner los puntos sobre las “ies” en las
reuniones más complicadas, por ser tan fantástica aunque
esto último se me ha olvidado ya que lo he dicho.
T_ Yo también te quiero Vilches.
624 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
V_ Brindo por la Fundación Maes futuro hospital para
niños...
Todos_ ¡Por la Fundación!
La ovación y el que hablen las dos mujeres se hizo tan
insistente que finalmente aceptaron hablar.
Ro_ Bueno yo...
M_ No, no así no mamá, de pie ¡venga que no se diga! –le
animó guasona.
Ro_ Hija –renegó su idea ante la sonrisa de todos-. Yo lo
único que puedo decir es que os admiro, y espero que esto
que está empezando a labrarse aquí, una vez estéis allí sea
un éxito rotundo. ¡Por vosotros!
V_ ¡Eso está bien, muy bien! –comenzó a aplaudir mientras
Claudia silbaba como loca.
E_ Mamá tu turno –la miró sonriente.
En_ Pues como mi consuegra ya lo ha dicho todo, yo voy a
decir otra cosa.
E_ Ay –murmuró ante la mirada divertida de Maca.
En_ Quiero decir ante todos que brindo por Maca –aquellas
palabras hicieron que la Pediatra se quedara inmóvil
mirándola fijamente ante la sonrisa esta vez de Esther-.
Brindo por ti, por querer así a mi hija, por demostrarme que
podía confiar en ti como una vez te dije... brindo por
vuestra felicidad que después de todo lo visto, es la
felicidad de mucha gente que os quiere. ¡Por vosotras!
625 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Todos_ ¡Por las pijas!
E_ Gracias mamá –la abrazó y su padre hizo lo mismo-.
Gracias papá...
M_ Te dije que en cuanto me conociera me adoraría –le
musitó bajito.
E_ Lo sé, es difícil no hacerlo.
M_ Te quiero pija.
E_ Te quiero Calentorra –se lo dijo entre dientes con el
fuego clavado en sus ojos.
Llegó por fin el día en que el avión estaba preparado
para volver, en él, Vilches, Maca y Esther junto a Maes y
Teresa, y por último un Dávila que volvía con la ilusión
renovada a pesar de sus años y el cansancio. En el
aeropuerto la despedida fue intensa, abrazos y más
abrazos, sonrisas nerviosas, lagrimas todo lo lógico en una
despedida un año después de que en ese mismo
aeropuerto aterrizara el mismo avión con Maca herida. Un
año donde habían pasado muchas cosas que en ese avión
entre las nubes, dieron por buenas. Las miradas entre Maca
y Esther eran contundentemente tiernas, Vilches se había
dispuesto a dormir ya que el avión le daba pavor, Teresa se
mostraba nerviosa porque en el aeropuerto de Loukólela le
estaba esperando Bárbara, y desde allí partirían con tres
camiones y gente para remodelar lo que en planos llevaban
y les esperaba en África.
626 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
El vuelo fue tranquilo, y el aterrizaje sin problema.
Iban descendiendo del avión con tranquilidad excepto una
desquiciada Teresa cuyos ojos se mostraban ansiosos por
reencontrarse meses después con quien le había enseñado
a amar de manera distinta.
T_ ¡Bárbara, Bárbara! –gritaba desde la escalinata.
V_ Mírala como una locaza... ¡ay señor!
E_ Es el amor Vilches.
V_ Joder... a su edad...
M_ Dios que la desconjunta –dijo muerta de risa Maca.
V_ Llevo todo el viaje queriendo hacerte una pregunta
Esther.
E_ Tú dirás –miraban como se abrazaban, gritaba,
emocionaban y hasta besaban las otras dos-. Míralas son
felices.
V_ ¿Habrás traído en tu maleta ropa pija, no?
E_ Que malo eres... –sonrió aunque con tristeza-. No creo
que pueda volver a ver a Mona, porque los modelitos que
he traído la volverían loca.
M_ Bueno... hemos llegado sabiendo como estaban las
cosas y que iba a ser algo complicado estar sin ellos, pero
con la esperanza de que nos volveremos a encontrar en
cuanto se de la voz de que estamos aquí.
E_ ¿Sabes una cosa Maca?, estoy segura que todo cuanto
nos ha pasado, en todo, Lula ha tenido mucho que ver...
627 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
recuperarnos así de algo que podía habernos costado la
vida a los dos, estoy segura que no ha sido un milagro,
sino, Lula.
M_ Bueno... está bien si quieres pensar así.
Ba_ ¡Maca... Esther! –gritaba feliz-. Mi niña Maes...
V_ Y a Vilches que le den.
Ba_ Oh my caballero de pelo canoso –lo abrazó
sacudiéndole también.
V_ ¡Joder! –protestó una vez lo soltó dirigiéndose hacia el
camión.
Hicieron el mismo trayecto que cuando huyeron,
parecía que nada había cambiado y no había pasado un
año, la gente seguía caminando por las carreteras de la
misma manera, el calor seguía siendo tan intenso como
siempre, la misma sensación de bienestar y al mismo
tiempo desconcierto, los ojos trataban de encontrar en
aquellos rostros que pasaban junto a los camiones alguno
conocido, ese rostro esperado para bajar y abrazarse a él.
Pero en todo el camino nadie apareció.
M_ Ya hemos llegado cariño –le dijo a Esther que finalmente
se había dormido sobre su hombro.
E_ Dios mío –susurró al ver el estado en el que se
encontraba la parte de fuera.
D_ Van a entrar los hombres con el camión, no bajéis hasta
que estemos dentro.
628 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Y así fue, los camiones entraron ya caída la tarde,
cuando bajaron sus ojos expresaron el más puro dolor que
se podía sentir ante algo tan cruel, la aldea había sido
prácticamente destruida, tan solo quedaba en pie la cocina,
el refugio y las dos cabañas de Maca y Vilches, ni siquiera la
parte del hospital que habían levantando los hombres.
T_ Dios mío... no queda nada.
V_ Esto es un horror joder –dijo desanimado.
E_ Maca –le cogió la mano con los ojos repletos de lagrimas.
M_ Vaya mierda Esther... no parece nuestra aldea.
Sin ellos percibirlo, un rifle apuntó a Maca.
Todos afligidos, Bárbara sujetando a Teresa, Maca y Esther
con las manos unidas, Dávila ordenando a sus hombres que
dejaran las armas y comenzaran a trabajar, y Vilches
desolado mirando lo que un día fue su hogar, cuando de
pronto se oyó:
_
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
HHHHH
D_ ¡No dispares! –le dijo a uno de los soldados que había
apuntado hacia la dirección donde provenía el grito
ensordecedor.
E_ ¡Mona! –abrió sus ojos emocionados, allí estaba Mona
vestida con sus mejores galas, un suéter de Carolina
Herrena y un pantalón de Coronel Tapioca, tras ella,
629 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Valiente con el camisón de encaje ya roto porque había
crecido y otra pequeña criatura tras él-. Mona Dios mío.
M_ Mona.
T_ ¡Ay que es Mona! –decía emocionada juntando sus
manos dirigiéndose hacia ellas.
V_ Joder... Mona...
E_ Cariño –se abrazó a ella que se notaba como lloraba de
emoción, mientras Valiente se abrazaba a Maca y la
pequeña se quedaba a los pies de su madre y Esther-.
Mona...
M_ ¿Y este quién es?
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhh, ahahaha uh uh uh uh
uhhhhhhhhh –movía sus manos alteradamente.
E_ ¿Tu hija?
Mo_ Ahhhhhhh ahhhhhhhhhh ahhhhhhh –asentía ante la
mirada emocionada de todos.
Ra_ Guau.. guau... guau.. –salió corriendo Ramón como si se
hubiera vuelto loco hasta Teresa.
T_ ¡Ramón... mi Ramón! –decía llorando a lagrima viva al
ver como de un salto el animal se subía y lamía su cara con
un cierto lloriqueo.
Ma_ Bienvenidos a vuestro hogar.
Salió de entre las ruinas Massamba, con los ojos
anegados de lagrimas, con un ligero temblor en su barbilla
630 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
de emoción al reencontrarse con quienes ya pensaba no
volvería a ver, tras él, con una sonrisa enorme Zulú con
Maquita en los brazos, salió Nsona, salió una emocionada
Lula que no pudo evitar salir corriendo a abrazarse con
Teresa, salió Ngouabi con Siya embarazada, y Zambi
llevando de la mano a Monwe con el pequeño que habían
logrado salvar, y Yildas con una llorosa Sissou que
aparentemente también estaba embarazada, y Loabi con su
muleta apareció tras un fusil, y los niños corrieron para
abrazarse a un Vilches que no podía evitar esas lagrimas
que bañaban el rostro de todos, lagrimas de emoción que
rompieron en un llanto de felicidad al abrazarse con
Massamba.
Ma_ Siempre supo Massamba, que vosotros volver.
V_ Joder macho pues yo no lo tenía tan claro –le dijo
abrazándolo.
T_ Mi Lula... cariño... –lloraba a mares estrechándola con
fuerza.
Lu_ Teresa... oh mi Teresa.
Ns_ Esther –se abrazó a ella emocionada.
E_ No me lo puedo creer, no me lo puedo creer –la abrazaba
sonriendo.
Zu_ Presentarte a Maquita, Maca.
M_ Es preciosa Zulú –lo abrazó y después cogió a la
pequeña en brazos-. Mira Esther.
631 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Si... es preciosa –le entregó su sonrisa amplia y una
caricia en su rostro al ver como la Pediatra se emocionaba.
M_ ¿Y Nmaba? –le preguntó a Ngouabi que la miraba algo
triste.
Ng_ Nmaba estar allí... despidiéndose.
E_ ¡Qué!, no puede ser.
M_ ¿Cómo que...?, Vilches... Nmaba.
V_ Esther trae el botiquín –dijo con el gesto serio.
E_ Si.
T_ Oh no Nmaba no –decía con gesto de pavor.
Lu_ Estar triste, vieja y cansada, estuvimos en la Selva
todos juntos, hasta que pudimos llegar, pasamos hambre,
frío, sus viejos huesos, no resistir.
Ma_ Hicimos todo por ella mami –concluyó con pena
Massamba.
T_ Oh Massamba –se abrazó a él con total cariño-. ¡Cuánto
os hemos echado de menos!, ¡Dios mío!
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –aullaba
dirigiéndose a Bárbara
Ba_ Mona... mi niña... –se abrazaron con fuerza mientras el
animal le explicaba sus cosas y Bárbara le contestaba.
Vilches, Maca y Esther acompañaron a Ngouabi hasta
el refugio, allí rodeada de velas y alguna hierba en el suelo
sobre un fino colchón se encontraba Nmaba. A sus pies su
632 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
fiel perro que al verlos entrar levantó la cabeza, la ladeó y
emitió un pequeño aullido como pidiendo ayuda para su
ama. Al escuchar los pasos tras el alboroto volvió un poco
la cabeza.
Ng_ Madre...
Nm_ Mondeles mwasis, ziku... Nmaba estar esperando.
V_ Nmaba tranquila voy a revisarte ¿vale?
Nm_ Sin beso no.
V_ De acuerdo –le dio un beso sonriendo.
M_ Nmaba... ¿qué tal estás?, dinos –se acercó a ella
dejándole un beso.
Nm_ Mwasi Esther.
E_ Estoy aquí –le dijo con un nudo en la garganta.
Nm_ El amor... ganó... todos ganamos...
V_ Nmaba voy a inyectarte ¿vale?
Nm_ Nmaba ser vieja.
M_ Ya, pero nosotros ser cabezotas además por lo que he
visto te van a hacer abuela... –sonrió mientras asentía la
indicación de Vilches-. Ponle salino Esther.
E_ Si... Nmaba no te voy a hacer daño ¿vale?
Nm_ ¿Y mami?
T_ Estoy aquí –le dijo con un nudo en la garganta y las
lagrimas en los ojos.
633 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Nm_ Vieja Nmaba echar de menos, ¿decir así?
T_ Sí... yo también –sonrió acariciando su frente y dejándole
un beso mientras la miraba con un puchero en su barbilla.
Nm_ Nmaba morir.
V_ De eso nada, Nmaba va a vivir porque Nmaba lo que
tiene es una neumonía, y de eso Vilches no va a dejar que
se muera.
E_ ¿Traigo la careta y el oxígeno, Vilches?
V_ Sí.
M_ Nmaba... tranquila que... todo va a ir bien –le sonrió.
Nm_ Mi niña... fibana mondele (mi niñita blanca).
M_ Nge fibana mondele zola nge mingi (tu niñita blanca te
quiere mucho) –le acarició la frente.
Nm_ Mono kuzaka –(lo sé) le sonrió-. Mono peso nde ntima
(me lo dice el corazón).
E_ Aquí está el oxígeno.
V_ Bien... Nmaba de esta no te mueres, te lo digo yo.
Nm_ ¿Mi hijo?
Ng_ Aquí ngudi (madre).
Nm_ Melesi.
Ng_ Nosotros hacer un sacrificio de un león... a cambio de
vosotros venir... Nmaba lo pidió, Lula lo hizo.
634 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Y nosotros estamos aquí... para no irnos nunca más –dijo
segura y feliz del reencuentro más tranquila al ver a Vilches
hacer un gesto de tranquilidad.
Nm_ Dios existe, mis oraciones llegar.
E_ Ves... os lo dije...
Todos se miraron con una emotividad grande, esa era
su aldea, mágica, sensible, tierna... esa era su gente... su
familia.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hh.
Gritó cuando vio nuevamente a Esther, y por largo rato
estuvieron juntas, hablando todas las mujeres, rápidamente
sin dejar tiempo a una negativa entre Maca y Esther
revisaron a las dos embarazadas que se mostraban
tranquilas al verlas allí y saber que estaban en buenas
manos, Maquita hacia las delicias de Maca, y los demás
niños cantaban y jugaban alrededor de ellos felices por el
reencuentro y sobre todo por la sorpresa.
Con la ayuda de los militares en pocas horas la aldea
fue tomando otro color, el de la felicidad que había
arrasado con las tenebrosas noches que habían tenido que
vivir, sin luz, sin fuego, para no ser descubiertos. En tres
días con el esfuerzo infatigable de todos, las casas estaban
servibles nuevamente, y con Massamba estudiando planos,
orgulloso de que aquello se fuera a transformar en un
635 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
hospital para niños, y siendo consciente que era algo que
implicaba un alto y gran esfuerzo para que todo saliera
bien. Los hombres dispuestos a trabajar duro, las mujeres
dispuestas a ayudar en lo que ellas podían y como no, Maca
y Esther felices por volver a su lugar preferido, de ver como
Maes podía dormir en aquella cuna que había sobrevivido
como si la estuviera esperando, y allí tenían las estrellas, la
fina lluvia, los amaneceres y atardeceres, allí tenían su
hogar.
M_ Que preciosa noche.
E_ Si, me recuerda a nuestra primera noche.
M_ Si... es cierto –sonrió.
E_ Cuanto miedo tenía entonces.
M_ ¿A qué? –la miró seria.
E_ A ti, a que de verdad estuviera equivocada y debajo de
aquella facha de prepotente y egocéntrica, no hubiera lo
que yo pensaba.
M_ ¿Y qué pensabas? –se le acercó lentamente.
E_ Que eras una mujer maravillosa.
M_ Ah... –Esther la besó-. Yo también estaba muerta de
miedo, eras la primera mujer que me hacía temblar, y no
podía dominar la situación, eso me aterraba.
E_ Lo sé... era mi baza –le guiñó graciosamente un ojo.
M_ Pues te salió de puta madre porque me tienes coladita.
636 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Es que soy irresistible cariño –dio una carcajada
acompañada por Maca.
M_ Eso es verdad –se pinzó el labio inferior.
E_ Acabo de ver una estrella fugaz.
M_ ¿Has pedido un deseo?
E_ Sí, he pedido que siempre estemos juntas hasta el final
de nuestros días cuando seamos viejitas.
M_ Que casualidad, porque yo he pedido lo mismo, esta
noche las estrellas caen del cielo felices de que estemos
aquí.
E_ Que cosas más bonitas dices cuando estás en la Selva –
se besaron.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhh –tapó los ojos de su hija
pequeña ante el gesto Maca y Esther sonrieron.
M_ Vestida así, es la pija mayor del reino.
E_ Desde luego.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –le sacó la lengua a Maca.
M_ ¡Pero bueno! –protestó.
E_ Jajajajajaja.
Mo_ Ah ahahahahahaha –se reía como Esther.
T_ Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
ayyyyyyyyyyyy jijijijijijijiji ohohohohohohoho
mmmmmmmmmmmmm.
637 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
M_ ¿Vamos a dejar que nos gane? –la miró
provocativamente ante los gemidos que se escuchaban de
Teresa.
E_ Bárbara la está volviendo loca.
M_ Eso parece y yo que me alegro, la pobre se lo merecía.
E_ Y tanto que si, ¿competimos?
M_ Vamos allá. Buenas noches Nmaba.
Nm_ Buenas noches pijas –decía riendo como siempre en
compañía de Siya mientras dormía allí fuera sentada en una
mecedora porque aún se ahogaba.
Si_ Jajajajajaja.
E_ Se nos ha quedado ya eso de pijas.
M_ Totalmente, poco a poco va mejorando Nmaba.
E_ Tenía tanto miedo a que le pasara algo.
M_ Un día más y seguramente no lo hubiéramos
solucionado.
E_ Ves... Lula rezó todos los días... ¿has visto que feliz está?
M_ Sí, y Massamba ¡vaya cambio!
E_ ¿Y Zulú con su Maquita?
M_ Jajaja, si –iban cogidas de la cintura-. Si es que con ese
nombre como para no babear.
E_ Es cierto.
M_ Pues... ya estamos en casa.
638 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
E_ Si –sonrió suspirando.
M_ ¿Pasamos?
E_ Sí mi amor.
Entraron mezclándose sus bocas, los labios se
buscaban ansiosos como las manos acariciaban lentamente
la otra piel tan deseada, el sonido de esa lucha de bocas,
inundaba toda la habitación, sus respiraciones agitadas, sus
más viscerales deseos iban saliendo e iban dejando paso a
la pasión descontrolada, las ropas volaron con la facilidad
de costumbre las sonrisas resonaban entre los jadeos, Maca
cubrió el cuello de Esther con un hilo de saliva que le hizo
estremecerse meter sus dedos en la melena de su mujer y
gemir al notar aquella lengua húmeda y caliente recorrer su
piel. Tras ese recorrido, se volvieron a mirar viendo la una
en los ojos de la otra no solo la pasión, sino, un amor tan
eterno que les parecía que todo a su alrededor había
desaparecido y las había dejado en cueros con ese amor de
testigo dispuesto a ganar una nueva batalla. Esther dejó
que Maca desnuda se acostara y abriera sus piernas
dispuesta a recibirla, ella terminó de quitarse el tanga, y fue
en busca de aquel cuerpo que la llamaba, que notaba como
temblaba por el deseo, volvían sus labios a encontrarse sus
lenguas a mezclarse y recorrerse, primero los labios,
después luchando una batalla de flores lengua contra
lengua, los dientes y finalmente terminaron por separarse
mirándose, notando la humedad de una y otra en sus
639 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
muslos, una sonrisa una mano de Maca pasando por la nuca
de Esther acariciándola con sumo cuidado, atrayéndola
nuevamente a su boca, nuevos besos, y una vuelta para
que Esther quedara debajo, y sus manos recorriendo la
espalda de Maca que se movía sobre ella con cuidado pero
encendiéndose como si la excitación de su cuerpo estuviera
en ese momento disparando un castillo de fuegos
artificiales únicamente para su mujer, y las yemas de
Esther recorriendo ambas nalgas de Maca, jugueteando en
ellas y de pronto, una palmada que le hizo soltar un gemido
de placer, y que volviera a recorrer su cuello, a lamer, a
morder hasta llegar a sus pechos que se mostraban duros,
erectos los pezones como si fueran quienes con sus señas
dirigen al avión sobre la pista, sobre esa pista aterrizó y
disfrutó la lengua de Maca de aquel bello lugar donde se
perdía su sentido, y entonces fue Esther quien la ayudó a
dar otra vuelta y subir sobre ella, colocándose a horcajadas
sobre el escueto vello de su pubis, y así hizo saber a Maca
cuanto la había excitado, entonces cerraba los ojos y se
movía con suavidad mientras las venas de la garganta
mostraban como si fueran un chivato, el placer que estaba
sintiendo en aquel preciso instante donde Maca dejaba salir
de su boca una respiración entrecortada, mientras sus
manos se apoderaban de aquellos pechos que se habían
mostrado tan para ella, que no pudo más que levantarse
abrazando a Esther por la cintura, acoplándola en su sexo,
moviéndose las dos cada vez con mayor frenetismo, con
640 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
mayor ardor, mirándose a los ojos esos ojos que brillaban
por la pasión del momento, por la necesidad de volver a
amarse con esa música celestial que era el golpeteo del
agua en el techo de la cabaña, y conforme iba creciendo la
fuerza de la lluvia iba creciendo en ellas el ritmo del placer,
y se mezclaban los sonidos como si fueran una perfecta
orquesta.
E_ Maca... Maca... –le decía agitadamente.
M_ Esther... mi amor –respondía de igual manera.
E_ Cariño... te quiero...cariño.
M_ Mi amor... te quiero –jadeaba sin cesar.
Fuera de la cabaña, la noche cubría la aldea que poco
a poco iba tomando su nueva forma, aunque todavía estaba
muy lejos de lo que pretendía ser. Lucero paseaba bajo la
lluvia, mientras Mona y Bartolo dormían en le granero
abrazados y sus dos hijos, lo hacían igualmente, en un
momento, Mona miró a su mono, y le hizo ojitos, Bartolo
aulló mínimamente y Mona le devolvió el sonido, que
Bárbara hubiera traducido por un “te quiero”, pero que en
ese momento no podía traducir porque estaba llevando a
una Teresa cada vez más entregada a esas pasiones de las
que había disfrutado poco en Madrid, desde que había
llegado las tres noches habían sido pasionales y hasta como
ella decía, su cutis lo agradecía, pero sobre todo su corazón
que se sentía querido, y ella amada.
641 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
T_ Nunca me había sentido así, nunca había sido tan feliz –
le decía totalmente entregada a los brazos de Bárbara.
Ba_ ¿Sabes mi lady? –le besó-. Yo tampoco... ¿trajiste el
libro?
T_ ¡Si... aquí está! –decía divertida separándose y sacándolo
de la mesilla de noche.
Ba_ ¿Por donde nos quedamos, mi lady recuerda?
T_ ¡Y tanto que recuerdo!
En su cama Vilches pensaba en todo cuanto había que
hacer, en que pronto estaría allí Cruz con su hija, en que
gracias a las dos madres iban a tener un lugar más seguro
donde poder seguir ejerciendo su profesión y su ilusión,
sonrió al pensar en que no sabía si gracias a la magia o a
Dios, se habían vuelto a reencontrar todos. Miró al techo y
susurró.
V_ Gracias... seas quien seas.
Y la noche siguió y como no podía ser de otra manera
en medio de ella, con la luna ya presente se oyó.
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
M_ ¡Esther! –susurró entre dientes muerta casi de placer.
T_ ¡Ya me extraña a mí! –soltó medio dormida por el
cansancio.
V_ ¡Lo que había extrañado esos gritos! –sonrió.
642 Una Pija en la Selva, Parte 5, © by ldana, 2009
Y sin fuerzas, abrazadas cuerpo contra cuerpo,
mientras Maca se dejaba estrechar entre los brazos de
Esther mirando a su pequeña dormir, se oyeron sus voces
extasiadas decir:
M_ Te quiero mi niña.
E_ Y yo a ti... mi amor.
FIN
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