Quema de Conventos de 1931 en España

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Quema de conventos de 1931 en España Ciudades en las que se produjeron los sucesos. Se conoce como quema de conventos a la ola de violen- cia anticlerical contra edificios e instituciones de la Iglesia Católica, ocurrida entre los días 10 y 13 de mayo de 1931 en España, pocas semanas después de haberse proclama- do la Segunda República. Los disturbios comenzaron en Madrid durante la inau- guración del Círculo Monárquico de la calle de Alcalá y rápidamente se extendieron por otras ciudades del sur y el levante peninsular. Alrededor de cien edificios religiosos ardieron total o parcialmente aquellos días, se destruye- ron objetos del patrimonio artístico y litúrgico, se profa- naron algunos cementerios de conventos, y varias perso- nas murieron y otras resultaron heridas. 1 Antecedentes: la política religio- sa inicial del Gobierno Provisio- nal y la respuesta católica Con la proclamación de la Segunda República Española, el nuevo orden constitucional debía amparar la libertad de conciencia y desarrollar un proceso de secularización que permitiera superar la tradicional identificación en- tre el Estado y la Iglesia Católica, uno de los elemen- tos clave de legitimación de la monarquía. “Los republi- canos anunciaron su determinación de crear un sistema de escuelas laicas, introducir el divorcio, secularizar los cementerios y los hospitales y reducir en gran medida, si no eliminar, el número de órdenes religiosas establecidas en España”. [1] Sin embargo, las primeras decisiones del Gobierno Pro- visional de la Segunda República Española sobre la secularización del Estado fueron muy moderadas, en sin- tonía con la decisión de poner a su frente al católico libe- ral Niceto Alcalá Zamora y nombrar en la cartera clave de Gobernación, a su compañero de la Derecha Liberal Republicana, el también católico Miguel Maura. En la re- gla tercera del Estatuto jurídico del Gobierno Provisional, promulgado el mismo día 14 de abril de 1931, y hecho público al día siguiente en el diario oficial, la Gaceta de Madrid, se proclamó la libertad de cultos: El Gobierno provisional hace pública su decisión de respetar de manera plena la con- ciencia individual mediante la libertad de creencias y cultos, sin que el Estado, en mo- mento alguno, pueda pedir al ciudadano reve- lación de sus convicciones religiosas. [2] En aplicación de esta declaración en las tres semanas si- guientes el Gobierno aprobó algunas medidas seculariza- doras poco importantes, pero significativas, como la “di- solución de la órdenes militares, supresión de la obligato- riedad de asistencia a actos religiosos en cárceles y cuar- teles [22 de abril y 19 de abril, respectivamente], prohi- bición de participación oficial en actos religiosos [Circu- lar del Ministro de la Gobernación del 17 de abril], fin de las exenciones tributarias a la Iglesia, privación de sus derechos a la Confederación Nacional Católico-Agraria, etc. Entre todas, quizá la medida más destacada fue el decreto de 6 de mayo declarando voluntaria la enseñan- za religiosa”. [3] Por un decreto de 5 de mayo se privó a la Iglesia Católica su representación en los Consejos de Instrucción Pública, con lo que la jerarquía católica ya no pudo intervenir en la elaboración de los planes de es- tudios, un derecho que venía ejerciendo desde hacía mu- cho tiempo. [4] Además se prohibió la asistencia a actos religiosos de los militares no siendo a título personal y se suspendieron las festividades de los Patronos de Armas y Cuerpos del Ejército. Por último se modificó la ley electo- ral de 1907 para que los sacerdotes pudieran presentarse como candidatos en las elecciones. [5] Al mismo tiempo el Gobierno Provisional inició los con- tactos con el nuncio Federico Tedeschini para asegurar- le que el Gobierno hasta que no se aprobara la nueva Constitución respetaría el Concordato de 1851 y a cam- bio la Iglesia debía dar muestras de que acataba el nuevo régimen. Así el día 24 de abril el nuncio envió un telegra- ma a todos los obispos en el que les transmitía el «deseo de la Santa Sede» de que «recomend[asen] a los sacerdo- 1

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Quema de Conventos de 1931 en España

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  • Quema de conventos de 1931 en Espaa

    Ciudades en las que se produjeron los sucesos.

    Se conoce como quema de conventos a la ola de violen-cia anticlerical contra edicios e instituciones de la IglesiaCatlica, ocurrida entre los das 10 y 13 de mayo de 1931en Espaa, pocas semanas despus de haberse proclama-do la Segunda Repblica.Los disturbios comenzaron en Madrid durante la inau-guracin del Crculo Monrquico de la calle de Alcal yrpidamente se extendieron por otras ciudades del sur y ellevante peninsular. Alrededor de cien edicios religiososardieron total o parcialmente aquellos das, se destruye-ron objetos del patrimonio artstico y litrgico, se profa-naron algunos cementerios de conventos, y varias perso-nas murieron y otras resultaron heridas.

    1 Antecedentes: la poltica religio-sa inicial del Gobierno Provisio-nal y la respuesta catlica

    Con la proclamacin de la Segunda Repblica Espaola,el nuevo orden constitucional deba amparar la libertadde conciencia y desarrollar un proceso de secularizacinque permitiera superar la tradicional identicacin en-tre el Estado y la Iglesia Catlica, uno de los elemen-tos clave de legitimacin de la monarqua. Los republi-canos anunciaron su determinacin de crear un sistemade escuelas laicas, introducir el divorcio, secularizar loscementerios y los hospitales y reducir en gran medida, sino eliminar, el nmero de rdenes religiosas establecidasen Espaa.[1]

    Sin embargo, las primeras decisiones del Gobierno Pro-visional de la Segunda Repblica Espaola sobre lasecularizacin del Estado fueron muy moderadas, en sin-tona con la decisin de poner a su frente al catlico libe-ral Niceto Alcal Zamora y nombrar en la cartera clavede Gobernacin, a su compaero de la Derecha LiberalRepublicana, el tambin catlico Miguel Maura. En la re-gla tercera del Estatuto jurdico del Gobierno Provisional,promulgado el mismo da 14 de abril de 1931, y hechopblico al da siguiente en el diario ocial, la Gaceta deMadrid, se proclam la libertad de cultos:

    El Gobierno provisional hace pblica sudecisin de respetar de manera plena la con-ciencia individual mediante la libertad decreencias y cultos, sin que el Estado, en mo-mento alguno, pueda pedir al ciudadano reve-lacin de sus convicciones religiosas.[2]

    En aplicacin de esta declaracin en las tres semanas si-guientes el Gobierno aprob algunas medidas seculariza-doras poco importantes, pero signicativas, como la di-solucin de la rdenes militares, supresin de la obligato-riedad de asistencia a actos religiosos en crceles y cuar-teles [22 de abril y 19 de abril, respectivamente], prohi-bicin de participacin ocial en actos religiosos [Circu-lar del Ministro de la Gobernacin del 17 de abril], nde las exenciones tributarias a la Iglesia, privacin de susderechos a la Confederacin Nacional Catlico-Agraria,etc. Entre todas, quiz la medida ms destacada fue eldecreto de 6 de mayo declarando voluntaria la ensean-za religiosa.[3] Por un decreto de 5 de mayo se priv ala Iglesia Catlica su representacin en los Consejos deInstruccin Pblica, con lo que la jerarqua catlica yano pudo intervenir en la elaboracin de los planes de es-tudios, un derecho que vena ejerciendo desde haca mu-cho tiempo.[4] Adems se prohibi la asistencia a actosreligiosos de los militares no siendo a ttulo personal y sesuspendieron las festividades de los Patronos de Armas yCuerpos del Ejrcito. Por ltimo se modic la ley electo-ral de 1907 para que los sacerdotes pudieran presentarsecomo candidatos en las elecciones.[5]

    Al mismo tiempo el Gobierno Provisional inici los con-tactos con el nuncio Federico Tedeschini para asegurar-le que el Gobierno hasta que no se aprobara la nuevaConstitucin respetara el Concordato de 1851 y a cam-bio la Iglesia deba dar muestras de que acataba el nuevorgimen. As el da 24 de abril el nuncio envi un telegra-ma a todos los obispos en el que les transmita el deseode la Santa Sede de que recomend[asen] a los sacerdo-

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  • 2 2 LOS SUCESOS

    tes, a los religiosos y a los eles de su[s] dicesis que res-pet[ase]n los poderes constituidos y obede[ciese]n a ellospara el mantenimiento del orden y para el bien comn.[6]Junto al nuncio, el otro miembro de la jerarqua eclesis-tica que encarn esta actitud conciliadora hacia la Rep-blica fue el cardenal arzobispo de Tarragona FranciscoVidal y Barraquer, que ya haba realizado algunos gestosde deferencia hacia las nuevas autoridades como su vi-sita al presidente de la Generalitat de Catalua FrancescMaci, el da 18 de abril, o como el envo el da 22 deuna carta de saludo y felicitacin al Gobierno provisionalde la Repblica por parte de la conferencia de obisposcatalanes.[7] Otro prelado que estaba en la misma lneaera el cardenal arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundin yEsteban, y el diario catlico que la apoyaba era El Deba-te, dirigido por ngel Herrera, fundador de la AsociacinCatlica Nacional de Propagandistas, que al da siguientede la proclamacin de la Repblica haba manifestado enel editorial publicado en primera pgina, aunque acom-paado de un retrato y de un homenaje al Rey AlfonsoXIII: La Repblica es la forma de gobierno de hechoen nuestro pas. En consecuencia, nuestro deber es acatar-la. () Y no le acataremos pasivamente le acataremosde un modo leal, activo, poniendo cuanto podamos paraayudarle en su cometido.[8]

    Sin embargo un sector numeroso del episcopado estabacompuesto por obispos integristas (muchos de ellos nom-brados durante la Dictadura de Primo de Rivera) queno estaban dispuestos a transigir con la Repblica a laque consideraban una desgracia. La cabeza visible de esegrupo era el Cardenal Primado y arzobispo de Toledo,Pedro Segura, que ya se haba manifestado claramentecontrario a la Repblica antes y durante la campaa delas elecciones municipales del 12 de abril de 1931, ar-mando que la Repblica era obra de los enemigos de laIglesia y el orden social, por lo que estaba justicado laformacin de un compacto frente unido en defensa dela Monarqua y de la Iglesia Catlica.[9] Ya en su primeraintervencin desde el plpito despus del 14 de abril sereri a la Repblica como un castigo divino,[10] lo quelevant las iras de la prensa republicana, sealndolo co-mo el smbolo del clericalismo monrquico, y provoc elenvo de una nota de protesta del gobierno a la nunciatura.Pero el pronunciamiento de mayor trascendencia del Car-denal Segura se produjo el da 1 de mayo cuando hizo p-blica una pastoral en la que, tras abordar la situacin espa-ola en un tono catastrosta, haca un agradecido elogiode la monarqua y del destronado monarca Alfonso XIII,quien, a lo largo de su reinado, supo conservar la antiguatradicin de fe y piedad de sus mayores.[11][12] La prensarepublicana interpret la pastoral como una incitacin alos eles a unirse para salvar los derechos amenazados dela iglesia[13] y los partidos y organizaciones de izquierdala consideraron una declaracin de guerra, incrementan-do el sentimiento anticlerical de muchos ciudadanos.[14]El Gobierno Provisional de la Segunda Repblica Espa-ola present una nota de serena y enrgica protesta alNuncio Federico Tedeschini por lo que consideraba una

    intervencin en poltica del Cardenal Primado, "cuandono hostilidad al rgimen republicano", y pidi que fueraapartado de su cargo. La prensa, por su lado, arreciaba ensu campaa contra Segura.[15]

    2 Los sucesos

    2.1 Madrid

    En la maana del domingo 10 de mayo de 1931 se inau-guraba en la calle Alcal el Crculo Monrquico Inde-pendiente, fundado por el director del diario monrquicoABC, Juan Ignacio Luca de Tena, que acababa de regre-sar de Londres donde se haba entrevistado con el exreyAlfonso XIII con el objetivo de formar un comit elec-toral del que surgiera una candidatura monrquica parapresentarla en las elecciones a Cortes Constituyentes quese iban a celebrar al mes siguiente. Durante el acto, losmonrquicos provocaron a los viandantes haciendo sonarla Marcha Real en un gramfono y lanzando pasquinesde El Murcilago en el que se llamaba a hacer la vidaimposible a esta caricatura de Repblica.[16]

    Al parecer, en la calle dos nuevos invitados que acaba-ban de llegar sostuvieron una discusin poltica con el ta-xista que los haba trado que era republicano, a la quese unieron varios transentes. La discusin se convirtien un altercado y ardieron tres coches aparcados frenteal Crculo, cuyos dirigentes pidieron la proteccin de lafuerza pblica. En seguida corri el rumor por la ciudadde que un taxista republicano haba sido asesinado porunos monrquicos, y una multitud se congreg ante la se-de del diario ABC en la calle Serrano, donde tuvo queintervenir la Guardia Civil, que dispar contra los queintentaban asaltar y quemar el edicio causando variosheridos y dos muertos, uno de ellos un nio.[17]

    Una manifestacin se dirigi entonces a la sede de la Di-reccin General de Seguridad, en la Puerta del Sol, don-de exigieron la dimisin del ministro de la GobernacinMiguel Maura (que haba acudido personalmente a la se-de del Crculo Monrquico para calmar los nimos y don-de haba sido recibido por los republicanos al grito deMaura, no!, rememorando el rechazo a la actuacin desu padre, Antonio Maura, durante la Semana Trgica de1909). Al mismo tiempo grupos de exaltados quemabanun quiosco del diario catlico El Debate, apedreaban elcasino militar y rompan los escaparates de una libre-ra catlica. Adems a las ocho de la tarde algunas ar-meras eran asaltadas y se producan disparos contra unaunidad montada de la Guardia Civil. Hacia la mediano-che un exaltado dispar contra la multitud congregadaen la Puerta del Sol hiriendo a una persona y luego fuelinchado.[18]

    Esa misma noche el ministro de la Gobernacin MiguelMaura quiso desplegar a la Guardia Civil pero sus compa-eros de gobierno, encabezados por el presidente Niceto

  • 2.1 Madrid 3

    Miguel Maura, ministro de la Gobernacin del Gobierno Provi-sional

    Alcal Zamora y por el ministro de la Guerra ManuelAzaa, se opusieron, reacios a emplear a las fuerzas deorden pblico contra el pueblo y restando importanciaa los hechos.[19] Maura tambin us como argumento quehaba recibido una informacin de un capitn del ejrci-to de que algunos jvenes del Ateneo de Madrid estabanpreparndose para quemas edicios religiosos al da si-guiente, a lo que Manuel Azaa le contest, segn cuentaMaura en sus memorias, que eran tonteras y aadi,que, en caso de ser cierto lo que se preparaba, sera unamuestra de justicia inmanente.[20]

    Cuando el gobierno estaba reunido a primeras horas dela maana del lunes 11 de mayo le lleg la noticia deque la Casa Profesa de los jesuitas estaba ardiendo. Elministro de la Gobernacin Miguel Maura de nuevo in-tent sacar a la calle a la Guardia Civil para restablecerel orden pero al igual que la noche anterior se encontrcon la oposicin del resto del gabinete y especialmentede un ministro a quien Maura en sus Memorias iden-tic como Manuel Azaa, quien arm, segn relatMaura al diario El Sol casi dos aos despus, que todoslos conventos de Espaa no valen la vida de un republi-cano. Si sale la Guardia Civil, yo dimito sin embar-go, Alcal Zamora escribi en sus Memorias que Azaano se opuso ni por un instante a la declaracin del es-tado de guerra.[21] A otro ministro, segn Maura, lehizo gracia que fuesen los jesuitas los primeros en pagartributo al pueblo soberano. El que present su dimi-sin que luego retirara fue Maura, que abandon lasede de la Presidencia del Gobierno.[22] La inaccin del

    gobierno permiti que los sublevados quemaran ms deuna decena de edicios religiosos.[23]

    Un testigo de los acontecimientos fue un muy joven JulioCaro Baroja que relat ms tarde lo que vio:[24]

    A las doce de la maana, a las doce ycuarto, a la una y cinco, se avis del Colegiode Jesuitas de la calle de la Flor a la Direccinde Seguridad que el incendio cobraba propor-ciones grandes. La gente pasaba, o medrosa oindiferente, por las proximidades, viendo salirel humo por las ventanas. Los incendiariosdesaparecieron rpidos y organizados. El quevio aquello (y yo lo vi) no poda imaginarseque se desenvolviera as una clsica accinanticlerical. En una de las paredes ahumadaspoda leerse despus este letrero:

    Abajo los jesu[itas]La justicia del pueblopor ladrones.Ardieron as el convento de las Bernardasde Vallecas y la iglesia de Santa Teresa, delos carmelitas descalzos. (...) Por tener midomicilio cerca, vi arder el convento de loscarmelitas. Era por la maana, ya avanzadasta. Unos grupos de hombres haban prendidofuego a la iglesia, y mientras ardan tiraban porlas ventanas de la residencia enseres y libros.Entre stos, un ejemplar de la EnciclopediaEspasa. Recuerdo cmo dos o tres hombressacaron a un fraile viejo, alto, de buen aspecto,custodiado, para que nadie se metiera con l,mientras que otro reprenda a un compaero,que -al parecer- quera llevarse un tomo o unaslminas del pobre repertorio enciclopdico:Camarada, no hemos venido aqu para robar,etc.

    Tiempo despus vi incendiada una pequeaiglesia cerca de la plaza de Santa Ana, en lacalle del Prncipe. La gente pasaba una vez msjunto a ella torva omedrosa, y hubo algn gestoclaro de disgusto. Una mujercilla desgreada loobserv y dijo que los padecimientos del obrerotenan ms importancia que aquella crema.

    Por la tarde, por n, el Gobierno declar el estado de gue-rra en Madrid y a medida que las tropas fueron ocupandola capital, los incendios cesaron. Al da siguiente, mar-tes 12 de mayo, mientras Madrid recuperaba la calma,la quema de conventos y de otros edicios religiosos seextenda a otras poblaciones del este y el sur peninsular(los sucesos ms graves se produjeron en Mlaga). Por elcontrario, all donde los gobernadores civiles y los alcal-des actuaron con contundencia no hubo incendios.[25]

    Entre los das 11 y 12 de mayo de 1931 se quemaron

  • 4 2 LOS SUCESOS

    intencionadamente en Madrid los siguientes edicios re-ligiosos:

    Casa Profesa ubicada en la calle Isabel la Catlicade los jesuitas haciendo esquina con la calle Flor Ba-ja y su iglesia aneja. En este incendio se quem subiblioteca, considerada en aquel momento la segun-da mejor de Espaa. Contaba con ms de 80 000volmenes, entre ellos incunables irreemplazables.En el incendio se perdieron para siempre edicionesprncipe de Lope de Vega, Quevedo, Caldern de laBarca o Saavedra Fajardo.[26]

    Colegio de la Inmaculada y San Pedro Claver yel Instituto Catlico de Artes e Industrias (ICAI)de la calle de Alberto Aguilera. Se perdieron parasiempre 20 000 volmenes de su biblioteca. Todala obra del P. Garca Villada entre ella sus librosparticulares, coleccin Razn y Fe, papeles y todaslas chas.[27] Tambin se perdieron ms de 100 000copias de canciones populares recopiladas por el P.Antonio Martnez.[28]

    El centro de enseanza de Artes y Ocios de la callede Areneros regentado tambin por religiosos de laCompaa de Jess.

    Iglesia parroquial de Santa Teresa y San Jos de losCarmelitas Descalzos de la Plaza de Espaa.

    Colegio de Sagrado Corazn de Chamartn. Colegio deNuestra Seora de lasMaravillas de Cua-tro Caminos. Se destruy su museo de mineralogay diverso material cientco.

    Convento de las Mercedarias Calzadas de San Fer-nando. En este edicio, antes de comenzar el incen-dio, fueron desenterrados y profanados distintos ca-dveres de religiosas y sacados a paseo, nalmentefueron lanzados a las llamas.[cita requerida]

    Colegio del Mara Auxiliadora de las Salesianas. Convento de las Bernardas de Vallecas.

    Adems de estos se intentaron incendiar otros doce edi-cios religiosos, aunque sin xito. Durante los altercadosalgunos religiosos fueron agredidos y expulsados de sustemplos. En los incendios de estos edicios se quemarony destruyeron para siempre obras pictricas de artistascomo Zurbarn, Van Dyck y Claudio Coello.[cita requerida]Adems se realizaron diversos saqueos y robos antes deproducirse los incendios.[cita requerida]

    2.2 MlagaEn Mlaga la quema de conventos estuvo precedida porun intento de incendio del Palacio del Obispo en 1930y varios sucesos el mismo da de la proclamacin de la

    Repblica el 14 de abril con el asalto a la sede del diarioLa Unin Mercantil y un intento de asaltar la Residenciade los Jesuitas y el Seminario al da siguiente.Cuando llegaron a la ciudad las noticias de los sucesosde Madrid, las turbas de incontrolados se echaron a lacalle por la noche y comenzaron los asaltos a la Residen-cia de los Jesuitas y el Palacio del Obispo. Los inciden-tes se prolongaron durante la madrugada y todo el da12. Un periodista subido en su coche por la carretera deColmenar, describi la ciudad: El panorama que desdeall presenciamos no se borrar fcilmente de nuestra re-tina. Era verdaderamente aterrador, dantesco, producaescalofros en el cuerpo y una intensa amargura en el es-pritu. La ciudad estaba silenciosa y ttrica. El cielo veaserojo, negras columnas de humo hacia l ascendan. Era elresplandor de las tremendas hogueras, que desde diversossitios de la capital, elevaban hacia el innito sus llamasintensas.[29] Cuando se declar el estado de guerra, queno logr contener a los saqueadores, se constituy unaGuardia Cvica con militantes republicanos y socialistasy la CNT, que public un maniesto pacicador.[30]

    Existen dudas razonables sobre la actitud y acciones del,por entonces, recientemente nombrado por el gobiernorepublicano, general Jos Gmez Caminero, gobernadormilitar de Mlaga, que incluso pudo ser condescendien-te para con las masas incendiarias de iglesias. El citadogobernador militar no slo no reprimi a las masas anti-clericales, anarquistas y a los radicales de izquierda pir-manos, sino que mand retirar las fuerzas de la GuardiaCivil durante los disturbios, y envi un telegrama a Azaacon el siguiente contenido: "Ha comenzado el incendio deiglesias. Maana continuar".[31] Dicho gobernador mili-tar fue destituido a los pocos das,[32] para al poco tiem-po ser ascendido a General de Divisin y posteriormentenombrado General Inspector del Ejrcito.Mlaga fue la ciudad espaola ms afectada durante estostrgicos sucesos, y buena parte de su patrimonio religio-so, artstico, cultural e histrico fue destruido para siem-pre. No solo la destruccin o semidestruccin de edi-cios, sino las prdidas de archivos histricos inaprecia-bles, piezas de orfebrera, ricos bordados, imgenes deincalculable valor, antiqusimas pinturas, bibliotecas, etc.seran de inviable cuanticacin, y lo que es peor, imposi-bles de recuperar.[33] Entre las numerosas obras que fue-ron pasto de las llamas destacan las magncas esculturasdel "Cristo de la Buena Muerte" y la "Virgen de Beln" dela Iglesia de Santo Domingo, dos paradigmas del barrocoespaol, ambas obras del imaginero Pedro de Mena, y deFernando Ortiz, la imagen de "Jess orando en el Huerto",que era una esplndida escultura de talla completa,[34] yla "Urna con el Cristo yacente" del antiguo Santo Sepulcrode la Iglesia de San Agustn,[35] as como la imagen delNazareno, conocido como "El Chiquito" de la Hermandadperchelera de la Misericordia, tambin del escultor Pedrode Mena, que fue quemado en una hoguera en la Plaza dela Merced.

  • 2.3 Valencia 5

    Resultaron afectados por incendios:

    Santa Iglesia Catedral Baslica de la Encarnacin Palacio Episcopal Iglesia de La Merced, completamente destruida.[36]

    San Felipe Neri Iglesia de San Pablo. En esta iglesia se profanaron lascriptas e individuos pasearon por La Trinidad con lacabeza del antiguo sacerdote clavada en la punta deuna estaca.[cita requerida]

    Iglesia de los Santos Mrtires Capilla de San Jos Iglesia de San Julin Iglesia del convento de Sto. Domingo Convento de San Agustn Convento de Barcenillas Convento de los ngeles Convento de San Jos Convento de las Carmelitas Descalzas Convento de la Inmaculada Concepcin de las Her-manas Capuchinas

    Convento de las Hermanas de la Cruz Convento del Arcngel San Miguel. (Calle San Bar-tolom (Unicaja))

    Hermanos Maristas Ermita de Zamarrilla Convento de la Aurora Mara Iglesia del Puerto de la Torre.

    Igualmente fueron asaltadas y saqueadas:

    Iglesia del Carmen Iglesia de San Juan Iglesia de Santiago Iglesia de las Angustias y San Patricio

    Y los conventos e iglesias de San Manuel, San Lzaro,Catalinas, Reparadoras, San Jos, Concepcin, San Ber-nardo, Encarnacin, Servicio Domstico, Esperanza, Sa-grada Familia, Adoratrices, Mercedarias, Cruz del Mo-linillo, San Carlos, Terciarias Franciscanas, San Pedro ySantsima Trinidad.Durante los sucesos hubo cuatro muertos, y los incendiosy asaltos tambin afectaron a residencias y comercios deciviles.

    2.3 ValenciaEn Valencia ardieron los conventos de San Jos de lasCarmelitas, San Julin de las Agustinas y el Colegio de laPresentacin. Asimismo, fueron asaltados los conventosde Teresianas, la Residencia de los Jesuitas y el SeminarioConciliar.

    2.4 SevillaEn Sevilla durante el 11 de mayo se quem el colegiode los Jesuitas en la Plaza de Villasis, la Iglesia del BuenSuceso, la Residencia de los Capuchinos, la Capilla deSan Jos y los conventos de las Mnimas y los Pales.Tambin se intent incendiar el Palacio Arzobispal y losconventos de San Buenaventura, San Leandro y San Juande Dios, aunque estos incendios fueron sofocados por laintervencin ciudadana. La Guardia Civil impidi la que-ma de la iglesia de los Jesuitas de la calle Trajano y lasiglesias de los Salesianos y Reparadoras.El da 12 de mayo se declara el estado de guerra en Sevi-lla, pero a pesar de ello, la violencia se extiende a los pue-blos. En Lora del Ro se reproducen los incidentes contrala iglesia parroquial, la ermita de Nuestro Padre Jess y elconvento de las Mercedarias Descalzas. En Coria del Rose incendian tres iglesias. En Alcal de Guadara un gru-po de asaltantes expulsa a las Franciscanas del conventode Santa Clara. Sucedera lo mismo en Carmona dondetuvieron que abandonar su convento las Agustinas. No su-cedi as en otros pueblos comoOlivares, Carrin, Puebladel Ro y Espartinas donde los propios vecinos hicieronunas guardias cvicas y armados impidieron que las par-tidas organizadas de incendiarios quemaran sus iglesias yconventos.[37]

    2.5 GranadaEn Granada el 12 de mayo se intenta quemar el diario ca-tlico Gaceta del Sur y el monrquico El Noticiero Gra-nadino. Respecto a edicios religiosos se intentan que-mar el colegio de los Maristas, el convento de los Agusti-nos y el de las monjas de Realejo. Todos estos incendiosfueron sofocados por la rpida intervencin de los bom-beros. Pero los acontecimientos se desbordan cuando losasaltantes consiguen entrar en el citado diario catlico, enlos Luises, la residencia de los Redentoristas, la iglesia deHospitalicos y el convento de las religiosas de Santiago.Tambin estallar un artefacto en el convento de las Car-melitas y se intenta agredir a varios sacerdotes en la GranVa. El general Gonzlez Carrasco decreta el estado deguerra y logra impedir la quema del convento de las Tri-nitarias, pero no logra que el convento de los Capuchinossea pasto de las llamas.[38]

    En la provincia de Granada se reproducen los actos vio-lentos en Loja donde se queman el convento de Santa Cla-ra, la residencia de los Jesuitas en Santa Fe y es saqueada

  • 6 4 CONSECUENCIAS

    la iglesia de la Macarena. En Atarfe se produce un violen-to incidente entre vecinos y unos presuntos incendiariosque se salda con seis muertos y varios heridos.[38]

    2.6 CrdobaEn Crdoba ardi el Convento de San Cayetano.

    2.7 Cdiz En Cdiz se quem el Convento de los Dominicos,la Iglesia de Santa Mara y el Convento del Carmen.

    En Sanlcar de Barrameda se intent incendiar elConvento de los Capuchinos.

    En Jerez de la Frontera se asalt el Convento de SanFrancisco, el de los Carmelitas y la Residencia de losJesuitas.

    En Algeciras se quemaron todas los templos dela ciudad: Iglesia de Nuestra Seora de la Palma,Capilla de Nuestra Seora de Europa, Capilla delCristo de la Alameda.

    2.8 MurciaEnMurcia fue quemada la Iglesia de la Pursima y fueronasaltados los conventos de las Isabelas y de las Vernicas.Tambin se incendi el inmueble del diario La Verdad.

    2.9 AlicanteEnAlicante se incendiaron las Escuelas Salesianas, el Co-legio de las Carmelitas, la Parroquia de Benala, el Con-vento de San Francisco, la casa de ejercicios de la Compa-a de Jess, el Convento de las Oblatas, la Iglesia del Car-men, la Residencia de los Jesuitas, el Convento de Capu-chinos, el Convento de Agustinos, el Palacio Episcopal,el Colegio de Jess y Mara, el Colegio de la Compaade Mara y el Colegio de los Maristas.

    3 ReaccionesLa Agrupacin al Servicio de la Repblica conden loshechos en un artculo publicado en El Sol el 11 de mayo,rmado por Gregorio Maran, Jos Ortega y Gasset, R.Prez de Ayala:

    Quemar conventos e iglesias no demues-tra ni verdadero celo republicano ni espritu deavanzada, sino ms bien un fetichismo primiti-vo o criminal que lleva lo mismo a adorar lascosas materiales que a destruirlas.[39]

    El alcalde socialista deMadrid public el siguiente bando:

    El pueblo, que siempre dio pruebas de lams noble elevacin espiritual () no puedeolvidar en estos momentos que junto a los edi-cios que pretende destruir hay casas donde ha-bitan millares de convecinos () ancianos ()a los que las llamas () no podran distinguirni respetar. Por ello, si la indignacin prendiel fuego, apguenlo los corazones generosos delos madrileos.[40]

    El diario El Socialista public el 12 de mayo de 1931:

    La reaccin ha visto ya que el pueblo estdispuesto a no tolerar. Han ardido los conven-tos: sa es la respuesta de la demagogia populara la demagogia derechista[41]

    Tambin El Socialista public l 15 de mayo de 1931:

    (...) los religiosos disparaban contra losobreros () las violencias del pueblo () hanrespondido siempre al fuego que se les dirigadesde el interior de las fortalezas conventuales(sin duda con mala puntera, pues ni un slo in-cendiario result vctima de aquel fuego) ()eran arsenales y polvorines, haba fusiles, bom-bas de mano y ametralladoras.[42]

    4 Consecuencias

    4.1 La responsabilidad de los hechosNo se sabe con absoluta certeza quin quem los alrede-dor de cien edicios religiosos que ardieron total o par-cialmente aquellos das (adems de la destruccin de ob-jetos del patrimonio artstico y litrgico y la profanacinde algunos cementerios de conventos), y durante los cua-les murieron varias personas y otras resultaron heridas,[43]pero la hiptesis ms admitida es que los incendiariosfueron elementos de extrema izquierda republicana yanarquista que pretendan presionar al Gobierno Provi-sional para que llevara a cabo la revolucin que signi-caba ante todo arrancar de cuajo el clericalismo.[44]Sin embargo lo que s que est clara fue la irresponsabili-dad del gobierno en el manejo de la situacin, que slo seexplica, adems de por una difusa simpata que pudieransentir algunos ministros por los alborotadores, por unamezcla de perplejidad, error de clculo, debilidad y mie-do a la impopularidad derivada del empleo de la fuerzacontra el pueblo,.[45] En esta misma lnea explicativa semaniesta el historiador Gabriel Jackson que seala quela mayora de los ministros no quera que el nuevo r-gimen comenzara su existencia disparando contra espa-oles convencidos de que las masas odiaran a un Go-bierno que recurriera a la guardia civil ante las primeras

  • 4.3 El caso Segura 7

    seales de un motn.[46] El propio presidente Niceto Al-cal Zamora en una alocucin radiada el mismo da 11justic implcitamente la actitud del gobierno diciendoque se haba evitado un bao de sangre. Sin embargo, elPapa Po XI el 17 de mayo se referira a la gravsimaresponsabilidad de los que no haban impedido oportu-namente que los sucesos se produjeran.[43]

    La izquierda republicana y los socialistas hablaron de laexistencia de una conspiracin monrquica y clerical e in-terpretaron los hechos como un aviso para el GobiernoProvisional sobre la poltica moderada que haba llevadohasta esos momentos. El pueblo dotado de no instinto,asegur El Socialista, se haba adelantado al Gobierno enla defensa del rgimen. El rgano cenetista SolidaridadObrera fue el que ms insisti en la intervencin popularen los hechos y en relacionarlos con un movimiento jus-ticiero frente al afeminamiento poltico del Gobierno,que ha[ba] dejado de ser un Gobierno revolucionariopara convertirse en uno de los tantos Gobiernos liberalesde la monarqua.[45] Las logias masnicas tambin ex-presaron al gobierno su descontento por su contempori-zacin con los elementos conservadores, clericales y mo-nrquicos. Entre los que apoyaban al gobierno Provisio-nal los nicos que claramente condenaron lo sucedido yse opusieron a la interpretacin que estaban haciendo delos sucesos la izquierda republicana y los socialistas fue-ron los intelectuales de la Agrupacin al Servicio de laRepblica que criticaron duramente que se considerarauna expresin de la democracia los actos vandlicos deuna multitud catica e informe y ponan en duda queincendiar edicios religiosos fuera una demostracin deverdadero celo republicano.[47]

    4.2 La tensin entre la Repblica y la Igle-sia Catlica

    El gobierno se sum a la interpretacin de la izquierda re-publicana y de los socialistas y por eso orden la suspen-sin de la publicacin del diario catlico El Debate y delmonrquico ABC, as como la detencin de varios signi-cados monrquicos (que semanas despus seran absuel-tos por los tribunales, lo que provoc una dura reaccinde la prensa de izquierdas que lo consider una nueva yvergonzosa maniobra monrquica).[48] El gobierno llega acordar incluso la expulsin de los jesuitas aunque nal-mente no se consum.[49] Y en ese contexto se produjo laexpulsin de Espaa el 17 de mayo del obispo integristade Vitoria Mateo Mgica, por negarse a suspender el via-je pastoral que tena previsto realizar a Bilbao donde elgobierno tema que con motivo de su visita se produje-ran incidentes entre los carlistas y los nacionalistas vas-cos que compartan su oposicin a la Repblica y su de-fensa del clericalismo, y los republicanos y los socialistasanticlericales.[50]

    El Gobierno Provisionals aprob tambin algunas medi-das dirigidas a asegurar la separacin de la Iglesia y el

    Estado sin esperar a la reunin de las Cortes Constitu-yentes. El 13 de mayo una circular de la Direccin Ge-neral de Enseanza Primaria concretaba el decreto de 6de mayo que haba declarado voluntaria la enseanza re-ligiosa. En ella, adems de establecer que sera necesariauna manifestacin expresa de los padres en la matrculaindicando que deseaban recibirla, se ordenaba la retiradade crucijos de las aulas donde hubiese alumnos que norecibieran enseanza religiosa. El 21 de mayo un decretodeclaraba obligatorio el ttulo de maestro para ejercer laenseanza, lo que afectaba especialmente a los colegiosreligiosos ya que los frailes y monjas que impartan lasclases carecan del mismo. El 22 de mayo otro decretoreconoca la libertad de cultos y la libertad de concienciaen la escuela y otra disposicin prohiba a los religiososenajenar inmuebles y objetos artsticos, arqueolgicos ohistricos sin permiso de la administracin.[51]

    4.3 El caso Segura

    Cardenal Pedro Segura

    La Iglesia Catlica, que en general haba reaccionado conmoderacin a los incendios de mayo, critic todas estasmedias laicistas, especialmente la retirada de los cruci-jos de las aulas donde hubiera alumnos que no queranrecibir enseanza religiosa, y sobre todo el decreto de 22de mayo que provoc incluso la protesta del Nuncio ase-gurando que no era legal legislar sobre libertad de cultoso enseanza religiosa en las escuelas sin tener en cuen-ta el Concordato de 1851.[51] El 30 de mayo el Vaticanoneg el placet al recin nombrado embajador de Espa-a, Luis de Zulueta.[1] La reaccin ms radical parti denuevo del cardenal Segura que el 3 de junio en Roma,donde se encontraba desde el 12 de mayo, hizo pblica

  • 8 6 REFERENCIAS

    una pastoral en la que se recoga la penossima impre-sin que les haba producido ciertas disposiciones guber-nativas a los obispos y todos los agravios que a su juiciohaba padecido la Iglesia hasta esos momentos, incluidoel ltimo decreto, del que no aceptaban que la ensean-za religiosa desapareciera de la escuela pblica, poniendode maniesto el antiliberalismo que la Iglesia Catlica se-gua manteniendo.[52] La pastoral del cardenal Segura denuevo desat las iras de la prensa republicana y socialistaque la calic de intromisin intolerable. El GobiernoProvisional expres al Vaticano su deseo de que el car-denal no retornase a Espaa y que fuese destituido de lasede de Toledo. En estas circunstancias el cardenal Se-gura volvi inesperadamente a Espaa el 11 de junio yfue detenido tres das despus por orden del gobierno enGuadalajara, y el da 15 fue expulsado del pas. De estehecho qued una famosa foto que dio la vuelta al mundocon el cardenal abandonando el convento de los pales deGuadalajara rodeado de policas y guardias civiles, que sepresent como prueba de la persecucin que estabapadeciendo la Iglesia Catlica en Espaa.[53] El CardenalSegura no volvera a Espaa hasta despus de iniciada laguerra civil[50] Al da siguiente se celebr en la plaza detoros de Pamplona un gran mitin catlico para protestarcontra la expulsin del cardenal.[1]

    4.4 El caso Echeguren

    Dos meses despus, y en pleno debate en las Cortes Cons-tituyentes recin abiertas sobre la nueva Constitucin enel que la cuestin religiosa estaba siendo la ms polmi-ca, se produca un nuevo incidente que enturbi an mslas relaciones de la Repblica y la Iglesia Catlica y en elque el Cardenal Segura volva a ser protagonista. El da17 de agosto entre la documentacin incautada al vicariode Vitoria, Justo Echeguren, que haba sido detenido tresdas antes en la frontera hispano francesa por la polica,se encontraron unas instrucciones del Cardenal Segura atodas las dicesis en las que se facultaba a los obisposa vender bienes eclesisticos en caso de necesidad. Pe-ro lo ms grave era que, a tal circular, acompaaba undictamen del abogado Rafael Martn Lzaro, rmado enfecha tan temprana como el 8 de mayo, que aconsejabala transferencia por parte de la Iglesia de sus bienes in-muebles a seglares y la colocacin de bienes muebles enttulos de deuda extranjeros, es decir, invitaba a la fugade capitales, todo ello para eludir una posible expropia-cin por parte del Estado.[54] La respuesta inmediata delGobierno Provisional, despus de descartar la ruptura delas relaciones diplomticas con la Santa Sede, fue la pu-blicacin el 20 de agosto de un decreto en el que se sus-pendan las facultades de venta y enajenacin de los bie-nes y derechos de todo tipo de la Iglesia Catlica y de lasrdenes religiosas. En el prembulo se intent suavizarla medida haciendo referencia a los esfuerzos notoriosque ha[ban] realizado elementos destacados de la Igle-sia espaola para mantener su lealtad al nuevo rgimen,

    aludiendo as al sector conciliador encabezado por el car-denal Francisco Vidal y Barraquer y el Nuncio frente alintransigente sector integrista encabezado por el carde-nal Segura. Por otro lado, el decreto fue acompaado porla suspensin de una decena de peridicos catlicos delPas Vasco y de Navarra que se haban signicado por susproclamas antirrepublicanas y que fueron acusados porel gobierno de hacer llamamientos a la rebelin armadacontra la Repblica.[55]

    5 ValoracinA juicio del historiador Julin Casanova:[56]

    El signicado principal de estos aconteci-mientos es que se produjeron al mes escaso deinaugurarse la Repblica y que en la memoriacolectiva de muchos catlicos quedaron graba-dos como el primer asalto contra la Iglesia porparte de una Repblica laica y anticlerical, unensayo general de la catstrofe que se avecina-ba. Las consecuencias fueron desastrosas pa-ra la Repblica, escribi despus en sus memo-rias Niceto Alcal-Zamora: le crearon enemi-gos que no tena; quebrantaron la solidez com-pacta de su asiento; mancharon su crdito hastaentonces difano e ilimitado. Algo similar ma-nifestaba el cardenal Francisco Vidal y Barra-quer en la nota de protesta que el 17 de mayoenvi al presidente del Gobierno Provisional:hechos de esta ndole... disminuyen la conan-za que un numeroso sector de catlicos habainspirado la actuacin directa del Gobierno enmuchas de sus primeras disposiciones

    6 Referencias[1] Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola y la Gue-

    rra Civil, 1931-1939. (The Spanish Republic and the CivilWar, 1931-1939. Princeton, 1965) (2 edicin). Barcelo-na: Crtica. p. 47. ISBN 84-7423-006-3.

    [2] De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlericalismoen la Segunda Repblica y la Guerra Civil. En EmilioLa Parra Lpez y Manuel Surez Cortina. El anticlerica-lismo espaol contemporneo. Madrid: Biblioteca Nueva.p. 215.

    [3] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. pp. 224225.

    [4] Juli, Santos (2009). La Constitucin de 1931. Madrid:Iustel. p. 31. ISBN 978-84-9890-083-5.

    [5] lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y liber-tad de conciencia. Poltica y religin en la Segunda Rep-blica Espaola. Madrid: Centro de Estudios Polticos yConstitucionales. p. 87. ISBN 84-259-1202-4.

    [6] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 215.

  • 9[7] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 216. Ambossaban que la instalacin en el poder de los republicanossignicaba que stos, antes o despus, habran de llevar acabo la poltica anticlerical que siempre haban propug-nado. Ambos conaban en la prudencia, la deferencia y lanegociacin, ms que en el enfrentamiento, para reduciral mnimo los efectos de esa poltica.

    [8] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 9394.

    [9] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 79.

    [10] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 215. Lo quedijo el cardenal en la primera sabatina de la catedral deToledo tras el 14 de abril no est del todo claro. La prensarepublicana lo acusaba de haberse despachado en trminoscomo stos: Que la ira de Dios caiga sobre Espaa si laRepblica persevera. Los peridicos catlicos -y algnotro como Ahora- negaron la verdad de estas acusaciones,si bien parece que Segura se reri a las circunstanciasespaolas del momento como un castigo divino.

    [11] Casanova, Julin (2007). Repblica y guerra civil. Historiade Espaa, vol. 8. Barcelona: Crtica-Marcial Pons. p. 23.ISBN 978-84-8432-878-0.

    [12] Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola y laGuerra Civil, 1931-1939 (2 edicin). Barcelona: Crti-ca. ISBN 84-7423-006-3. En la carta Segura se referarepetidamente a las graves conmociones y amenazas deanarqua a que Espaa se vea expuesta. Aunque la Iglesiano se preocupaba de formas de rgimen, deseaba expre-sar la gratitud de la Iglesia a S.M., por haber consagradoEspaa al Sagrado Corazn de Jess y por haber preser-vado las tradiciones de piedad de sus antepasados. Apela las mujeres de Espaa para que organizaran una cruzadade oraciones y sacricios para defender la Iglesia contralos muchos ataques a sus derechos. Record el ejemplode Baviera en 1919, cuando la poblacin catlica salv alpas de una breve ocupacin bolchevique, sugiriendo, portanto, por su analoga, que el Gobierno provisional era dela misma categora que el rgimen comunista de la breverevolucin bvara.

    [13] diario La Libertad, N 3472, edicin del 7 de mayo de1931. Pgina 4.

    [14] lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y liber-tad de conciencia. Poltica y religin en la Segunda Rep-blica Espaola. Madrid: Centro de Estudios Polticos yConstitucionales. pp. 9798. ISBN 84-259-1202-4. Des-de nales de abril [los socialistas y la izquierda republica-na ms extrema] exigieron al Gobierno la suspensin delPrimado, por considerar sus pastorales como una activi-dad poltica intolerable. No se dijo nada sobre el com-portamiento de otros prelados. (Se explicara as que granparte de la opinin pblica pensara que la iglesia en bloqueestaba conspirando contra la Repblica).

    [15] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 97.

    [16] Gonzlez Calleja, Eduardo (2011). Contrarrevoluciona-rios. Radicalizacin violenta de las derechas durante la Se-gunda Repblica. Alianza Editorial= Madrid. pp. 2830.ISBN 978-84-206-6455-2.

    [17] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 100101.

    [18] Gonzlez Calleja, Eduardo (2011). Ibid. Alianza Edito-rial= Madrid. pp. 3031.

    [19] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 102.

    [20] De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlericalismoen la Segunda Repblica y la Guerra Civil. En EmilioLa Parra Lpez y Manuel Surez Cortina (Eds.). El anti-clericalismo espaol contemporneo. Biblioteca Nueva. p.221.

    [21] Juli, 1990, p. 124.

    [22] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. pp. 219221.

    [23] Josep Pla, El Advenimiento de la Repblica.

    [24] Caro Baroja, Julio (2008) [1980]. pp. 219220. Falta el|ttulo= (ayuda)

    [25] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 104.

    [26] Po Moa, Los personajes de la Repblica vistos por ellosmismos. Pg. 198.

    [27] Luis Garca Iglesias, El P. Zacaras Garca Villada, aca-dmico, historiador y jesuita.

    [28] Alejandro Barcenilla, La Universidad Ponticia Comi-llas: cien aos de historia. Pag. 199.

    [29] CEDMA,Diputacin deMlaga (ed.). La quema de con-ventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 deseptiembre de 2011.

    [30] Diario Sur Digital, La quema de conventos.

    [31] Cfr. J. ARRARS, Historia de la segunda repblica es-paola, Madrid 1969, I, p. 116

    [32] CEDMA,Diputacin deMlaga (ed.). La quema de con-ventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 deseptiembre de 2011.

    [33] CEDMA,Diputacin deMlaga (ed.). La quema de con-ventos en Mlaga en mayo de 1931. Consultado el 9 deseptiembre de 2011.

    [34] De la talla deNtro. Padre Jess Orando en el Huerto se pu-do salvar parte, destacando la testa, que le fue restaurada(y sustancialmente modicada), adems de esculpido unnuevo cuerpo durante el resto del siglo XX. En 2006, cun-plindose 250 aos de su ejecucin por parte de FernandoOrtiz, el imaginero Manuel Carmona recupera la policro-ma original y realiza un nuevo cuerpo, el al original, alque se integraron los brazos primigenios.

    [35] Diario Sur (ed.). El gran taller de la escultura barroca.Consultado el 8 de octubre de 2011.

    [36] Diario Sur Digital, La Merced, en el recuerdo

    [37] Leandro lvarez Rey, La derecha en la II Repblica: Se-villa, 1931-1936.

    [38] Jos Manuel Macarro Vera, Socialismo, repblica y re-volucin en Andaluca (1931-1936)"

    [39] El Sol, La Agrupacin al Servicio de la Repblica condenala quema de conventos, 11/05/1931.

  • 10 8 ENLACES EXTERNOS

    [40] Heraldo de Madrid, 13-5-31.

    [41] El Socialista, 12-5-31.

    [42] El Socialista, 14-5-31.

    [43] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 105106.

    [44] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 220. El in-cendio de edicios religiosos era una manera simblica yexpeditiva de hacer efectiva la anhelada destruccin delpoder clerical, que por medios polticos no llegaba, y deas avanzar, mediante el fuego puricador, hacia la rege-neracin de Espaa. Bast la provocacin monrquica y elambiente creado en torno a Segura y otros clrigos refrac-tarios para que saltase la chispa y se produjese la accinde los exasperados revolucionarios.

    [45] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 220.

    [46] Jackson, Gabriel (1976). Ibid. (2 edicin). p. 51. Lossocialistas, especialmente, consideraban a la guardia civilcomo enemiga de la clase trabajadora, un enemigo peor,bien considerado, que la propia Monarqua. Los libera-les opinaban que el pueblo espaol, aun en sus actos msdeplorables, haba sido ms vcitima que verdugo. La Re-pblica deba dirigir al pueblo tan slo por la persuasin.

    [47] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 108109.

    [48] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 103.

    [49] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 221.

    [50] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 224.

    [51] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. p. 115.

    [52] lvarez Tardo,Manuel (2002). Ibid. p. 116. Los obisposse haban reunido el 9 de mayo en Madrid para tomar unadecisin sobre la poltica a seguir si el Gobierno aprobabapor decreto las medidas de secularizacin que reclama-ba la izquierda. La conferencia de metropolitanos aprobdos textos, uno dirigido a los eles que debera ser publi-cado en el boletn de Toledo y otro que era una protesta alGobierno por los agravios cometidos hasta entonces con-tra la Iglesia. A diferencia de Segura, Vida y Barraquerno deseaba que el segundo se hiciera pblico -por razonesde oportunidad pero tambin de fondo-. Convenci a suscompaeros y logr que pasara todo el complicado mes demayo sin que se publicara ninguno de los dos. Pero al nalSegura, que estaba en el extranjero desde el 11 de mayo,decidi publicar el segundo por su cuenta y riesgo. Lo hi-zo adems fechndolo en Roma, de tal forma que, comotema Vidal, aquel documento acab siendo interpretadopor los republicanos como la oposicin del Vaticano a lapoltica del Gobierno Provisional.

    [53] Casanova, Julin (2007). Repblica y Guerra Civil. Vol.8 de la Historia de Espaa, dirigida por Josep Fontana yRamn Villares. Barcelona: Crtica/Marcial Pons. p. 24.ISBN 978-84-8432-878-0.

    [54] De la Cueva Merino, Julio (1998). Ibid. p. 225.

    [55] lvarez Tardo, Manuel (2002). Ibid. pp. 143145.

    [56] Casanova, Julin (2007). Ibid. pp. 2526.

    7 Bibliografa lvarez Tardo, Manuel (2002). Anticlericalismo y

    libertad de conciencia. Poltica y religin en la Segun-da Repblica Espaola. Madrid: Centro de EstudiosPolticos y Constitucionales. ISBN 84-259-1202-4.

    Caro Baroja, Julio (2008). Historia del anticlerica-lismo espaol. Madrid: Caro Raggio. ISBN 978-84-7035-188-4.

    Casanova, Julin (2007). Repblica y Guerra Ci-vil. Vol. 8 de la Historia de Espaa, dirigida porJosep Fontana y Ramn Villares. Barcelona: Crti-ca/Marcial Pons. ISBN 978-84-8432-878-0.

    De la Cueva Merino, Julio (1998). El anticlerica-lismo en la Segunda Repblica y la Guerra Civil.En Emilio La Parra Lpez yManuel Surez Cortina.El anticlericalismo espaol contemporneo. Madrid:Biblioteca Nueva. ISBN 84-7030-532-8.

    Jackson, Gabriel (1976). La Repblica Espaola yla Guerra Civil, 1931-1939 (2 edicin). Barcelona:Crtica. ISBN 84-7423-006-3.

    Juli, Santos (1990). Manuel Azaa, una biografapoltica. Del Ateneo al Palacio Nacional. Madrid:Alianza Editorial. ISBN 84-206-9606-4.

    8 Enlaces externos Desrdenes antimonrquicos en Madrid. Quema deconventos

  • 11

    9 Texto e imgenes de origen, colaboradores y licencias9.1 Texto

    Quema de conventos de 1931 en Espaa Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Quema_de_conventos_de_1931_en_Espa%C3%B1a?oldid=82180037 Colaboradores: Sabbut, Lourdes Cardenal, Aloneibar, Tamorlan, CEM-bot, Falconaumanni, Satyajit Ray, Gafotas, Roy-Focker, ngel Luis Alfaro, Muro de Aguas, Algarabia, Gerwoman, Dhidalgo, Fertejol, Muro Bot, El Pantera, JMLS, Tyk, Kikobot, Leon-polanco, Miwipedia, Googledance, LucienBOT, Javierre, Andreasmperu, Luckas-bot, MystBot, Retaliator, Nixn, Morancio, Simen elLoco, TiriBOT, Nenuco1971, Manuchansu, Pasionyanhelo, Grillitus, Sammy pompon, Lupulo2010, Metrnomo, Franco68, KLBot2, John-bot, Xaquiles, Libertad 17, Elvisor, Bashevis6920, Chamarasca, Robert Laymont, El extranjero, Fer48, CEM-air, Devo Max, Strakhov yAnnimos: 12

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