Proyecto Trabajo Final - Víctor Bedoya

4
Universidad del Rosario Maestría en filosofía Proyecto trabajo final Presentado por: Víctor Bedoya Docente: Tupac Cruz El lugar de la corporeidad en una hermenéutica de la mirada Contexto En El ojo y el espíritu, el filósofo Maurice Merelau-Ponty nos previene frente a un tipo de pensamiento, vinculado a la ciencia moderna, que se concibe a sí mismo como una “práctica constructiva”, que aborda el mundo y sus fenómenos desde modelos generales y abstractos, los cuales son transpuestos de un ámbito a otro haciendo que se pierda el sentido particular de cada fenómeno y su vínculo con la totalidad de la que hace parte. Para M-P, este pensamiento no sólo evade el sentido propio de cada fenómeno, sino que, más grave aún, instala un “régimen de cultura” en el que los seres humanos se comprenden a sí mismos como máquinas, procesadores de información, destinados a la producción y empleabilidad de artefactos, así como a la mutua manipulación. A partir de esta diagnóstico, M-P concibe la necesidad de resituar este modelo de pensamiento en “el suelo del mundo sensible y del mundo trabajado”, es decir, de que abandone el terreno del laboratorio, de las técnicas teóricas de aprehensión y de los modelos matematizados, para retornar a un posicionamiento entre las cosas, a un contacto directo con éstas fundado en cierta experiencia del cuerpo, caracterizada por la actualidad y la historicidad. Congruente con su diagnóstico, M-P no sólo espera que su tarea de reposicionamiento devuelva a los seres humanos un saber distinto, quizás más auténtico y original de las cosas y del mundo, sino que también busca recuperar una experiencia de la intersubjetividad, esto es, de una comunicabilidad entre los cuerpos humanos que contrarrestre los índices negativos que en el terreno de la vida con otros puede llegar a imponer el “pensamiento operacional”. La tarea de reposicionamiento que desarrolla M-P tiene tanto una faceta constructiva como deconstructiva. En relación con la primera, M-P propone como modelo alternativo al “pensamiento operacional” cierta experiencia de la pintura, ligada a personajes como Cezanne, Klee, Matisse y Rodin, en la que el cuerpo, la mirada y el movimiento

description

Maestria

Transcript of Proyecto Trabajo Final - Víctor Bedoya

Page 1: Proyecto Trabajo Final - Víctor Bedoya

Universidad del Rosario Maestría en filosofíaProyecto trabajo finalPresentado por: Víctor Bedoya Docente: Tupac Cruz

El lugar de la corporeidad en una hermenéutica de la mirada

Contexto

En El ojo y el espíritu, el filósofo Maurice Merelau-Ponty nos previene frente a un tipo de pensamiento, vinculado a la ciencia moderna, que se concibe a sí mismo como una “práctica constructiva”, que aborda el mundo y sus fenómenos desde modelos generales y abstractos, los cuales son transpuestos de un ámbito a otro haciendo que se pierda el sentido particular de cada fenómeno y su vínculo con la totalidad de la que hace parte. Para M-P, este pensamiento no sólo evade el sentido propio de cada fenómeno, sino que, más grave aún, instala un “régimen de cultura” en el que los seres humanos se comprenden a sí mismos como máquinas, procesadores de información, destinados a la producción y empleabilidad de artefactos, así como a la mutua manipulación.

A partir de esta diagnóstico, M-P concibe la necesidad de resituar este modelo de pensamiento en “el suelo del mundo sensible y del mundo trabajado”, es decir, de que abandone el terreno del laboratorio, de las técnicas teóricas de aprehensión y de los modelos matematizados, para retornar a un posicionamiento entre las cosas, a un contacto directo con éstas fundado en cierta experiencia del cuerpo, caracterizada por la actualidad y la historicidad. Congruente con su diagnóstico, M-P no sólo espera que su tarea de reposicionamiento devuelva a los seres humanos un saber distinto, quizás más auténtico y original de las cosas y del mundo, sino que también busca recuperar una experiencia de la intersubjetividad, esto es, de una comunicabilidad entre los cuerpos humanos que contrarrestre los índices negativos que en el terreno de la vida con otros puede llegar a imponer el “pensamiento operacional”.

La tarea de reposicionamiento que desarrolla M-P tiene tanto una faceta constructiva como deconstructiva. En relación con la primera, M-P propone como modelo alternativo al “pensamiento operacional” cierta experiencia de la pintura, ligada a personajes como Cezanne, Klee, Matisse y Rodin, en la que el cuerpo, la mirada y el movimiento son concebidos y ejercitados a la luz de una concepción distinta a la impuesta por la epistemología cartesiana. Para M-P la experiencia moderna del cuerpo y de la mirada, cuyo efecto se extiende a distintos ámbitos, está atravesada por un modo de comprensión de origen cartesiano, cuya principal característica es una cierta “escisión en el corazón del Ser”. Esta última constituye la faceta deconstructiva de la argumentación desarrollada por M-P, a saber, la crítica de la concepción de los modos de conocer o de comprender a la luz de la distinción entre res cogitans y res extensa, entre el espíritu y la materia, entre el pensamiento y el cuerpo.

Tomando como referencia la concepción que los mencionados artistas desarrollaron de su quehacer pictórico, M-P sitúa el cuerpo en un mundo compartido de manera pareja con las cosas, el mundo de lo visible. Esta pertenencia común dota al cuerpo de una interioridad originaria, que no se funda en la configuración particular del cuerpo humano ni en la encarnación del espíritu, sino que surge en el momento en que se da una “especie de recruzamiento” “entre el que siente y lo sensible”, “el vidente y lo visible”. M-P concibe el cuerpo como un vidente-visible, que cabe suponer no como un hecho dado sino como aquello que emerge al interior o “en” el mundo de lo visible. En este mismo orden de ideas,

Page 2: Proyecto Trabajo Final - Víctor Bedoya

la visión está estrechamente ligada con el movimiento, con el cuerpo, y por ende tampoco es algo dado, no es órgano con sus propias estructuras de ver ni visión-pensamiento que construye un ícono que representa y evoca el objeto en su ausencia, sino que es “mirada” que emerge en el mundo de lo visible.

Además, M-P argumenta que esta “mirada” emerge a la par de la visibilidad de las cosas, esto es, la videncia se forma en el mismo punto en que surge la visibilidad de la cosas, o en términos más cercanos a los del propio M-P, la videncia (la “mirada”) torna visibles las cosas y en este proceso, que cabe suponer siempre parcial y en vías de realización, se hace a sí misma, se deja conmover “por cierto impacto del mundo”. Así, de entrada, entre el cuerpo vidente y lo visible nunca se da la distancia que Descartes supone a partir de la distinción entre dos órdenes de ser distintos, sino que la filosofía de M-P se construye a partir de una interioridad, de una ontología de la inmanencia, cuyas determinaciones parecieran ser tanto la visibilidad como la carnalidad. No deben olvidarse las expresiones que usa M-P para referirse al ojo como dotado de carne y hueso, que impide suponer que la visibilidad que defiende el autor francés implica algún tipo de idealismo.

Problemática

Este hilo argumentativo desarrollado por M-P coloca al pintor en un lugar privilegiado en relación con la “mirada”, lo cual el mismo autor francés reconoce que no es una novedad. Sin embargo, las palabras que usa para describir la experiencia de la pintura sí problematizan la concepción de un cuerpo que tiene como atributo no sólo la visibilidad, sino también la carnalidad, es decir, generan el misterio de un privilegio de la “mirada” y de la “visibilidad” que, aunque en principio no tendría que hacernos sospechar de la noción de la corporeidad como carnalidad, sí pareciera obligarnos a una reconceptualización radical de ésta, tomando en cuenta el lugar destacado que ocupa el “ver” en relación con los valores ligados a otros modos perceptivos, en particular el tacto. Nos dice M-P que:

“(…) el mundo del pintor es un mundo visible, nada más que visible, un mundo casi loco, pues siendo parcial es sin embargo completo. La pintura despierta, eleva a su última potencia un delirio que es la visión misma, pues ver es tener a distancia, y la pintura extiende esta caprichosa posesión a todos los aspectos del Ser, que de alguna manera deben hacerse visibles para entrar en ella. Cuando el joven Berenson hablaba a propósito de la pintura humana, de una evocación de los valores táctiles, casi no podía equivocarse más: la pintura no evoca nada, especialmente menos lo táctil.”

Aunque este extenso pasaje podría ser interpretado de diversas maneras, lo cierto es que encontramos en El ojo y el espíritu una gran cantidad de referencias que nos permiten suponer un privilegio de la visión en la filosofía de M-P. Basta con recordar su negativa a aceptar la trasposición del modelo del tacto, del ciego con el bastón, al fenómeno de la visión. Al parecer “la visión”, y en particular “la visión del pintor” y “su actividad artística”, adquieren una primerísima relevancia, al punto de representar un camino privilegiado de acceso al Ser. Tal relevancia no pareciera darse solamente en relación con otros modos perceptivos (ejemplo, el tacto), sino que cabe suponer que se levanta también contra el pensamiento operacional, del que nos busca prevenir M-P a la luz de sus efectos culturales.

Junto con la visión, “la imagen” y “lo imaginario” adquieren una relevancia esperada, que nos hace sospechar una cierta reducción de la corporeidad y la carnalidad a la especularidad. Así, en últimas vale la pena preguntarse y tratar de despejar el camino que permita desembrollar el nudo que produce una filosofía que, al tiempo que pretende recuperar una experiencia del cuerpo, hace retroceder en la experiencia de las cosas ciertos ámbitos de lo sensible, esto es, preguntarse por las

Page 3: Proyecto Trabajo Final - Víctor Bedoya

implicaciones que para la recuperación de una cierta experiencia de la corporeidad, que pareciera pretender originariedad y unidad, tiene el que la filosofía de M-P conserve un privilegio de la visión que ha sido dominante hasta cierto punto en el mundo moderno y en la filosofía occidental, que sirve de fundamento a la escisión entre dos planos de ser distintos: res cogitans y res extensa.

Despejar este camino requiere preguntarnos también por las características e implicaciones de lo que podríamos llamar al interior de la filosofía de M-P una cierta hermenéutica de la mirada, la cual debe servir, reitero, para contrarrestar los efectos que sobre la ciencia y la cultura tiene un modo de pensamiento, un esquema de la comprensión, si se me permite la expresión, que subsume las cosas bajo modelos abstractos y que las supone a todas destinadas para el uso y la empleabilidad. De modo que resulta importante contrastar la actividad del manipulandum, que opera y transforma las cosas, y el quehacer del pintor, que al fin y al cabo no se reduce a un ver contemplativo, sino que también es ejecución, para preguntarse si este privilegio del quehacer del pintor no implica acaso un hacer retroceder no sólo otros dominios artísticos, en relación con el camino de acceso al Ser, sino también a la filosofía y más esencialmente al lenguaje. ¿Qué lugar ocupa el lenguaje en la hermenéutica de la mirada esbozada por M-P?