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Proyecto Fotonovela chilena: registro, memoria y star system criollo !! Desde sus orígenes, la fotonovela mantiene una estrecha vinculación
con la industria cinematográfica. Los folletines promocionales de las películas
de moda surgen desde los inicios del cine comercial en Europa y Estados
Unidos. Con el material fílmico sobrante elaboran material impreso que resume
los argumentos para que sirva de guía al espectador.
La distinción de ambos formatos se conceptualiza luego de la Segunda
Guerra Mundial en Italia cuando comienza a circular Grand Hotel, revista que
incluye historias fotografiadas con argumentos propios y autónomos. Esta
apuesta modifica el paradigma y alumbra un camino por el que empiezan a
transitar otras publicaciones.
Con la ductilidad que permite la exploración en un formato recién
descubierto, se implementan diferentes fórmulas narrativas que echan mano a
recursos propios del cine y del relato audiovisual.
Este nexo también se deja ver en la manufactura de las historias
fotografiadas, aunque resulta evidente que las marcadas ausencias del sonido
y el movimiento convierten esta pretensión en un vano intento.
El caso chileno replica lo sucedido quince años antes en Europa. Desde
su aparición, fechada en noviembre de 1960, la columna editorial de la revista
Cine Amor que formaliza su circulación define el contenido como una
cinenovela o un cine estático.
“Es una película, un film, que aunque no tiene movimiento dinámico
como en la pantalla, sin embargo se mueve, gira, se desliza y provoca la
sensación exacta de una auténtica obra del séptimo arte”, explica la columna.
“Los cuadros se suceden, los actores y actrices se emocionan, interpretan y
dramatizan cada escena, cada gesto, cada palabra”, agrega.
Los argumentos que sustentan esta paridad formal con el método fílmico
detallan que “para filmar las obras chilenas…Cine Amor ha tenido que salir a la
calle, levantar escenarios y mover un denso equipo de directores,
argumentistas, libretistas, artistas, maquilladores y asistentes”. Revela además
que el aparataje de producción ”ha tenido que salir de Santiago, internarse en
los campos, trasnochar o levantarse con el alba…ha tenido que hacer todo lo
que se hace en todas partes en las películas para rodar sus páginas frescas”.
En estos dos párrafos se sustenta argumentativamente esta hermandad
performática entre el cine impreso, por llamarlo de alguna manera, y su émulo
en movimiento. El texto apela a las similitudes formales, como el modo de
producción, a escala menor, por cierto, a la interpretación de los protagonistas
y al aspecto narrativo en que se le otorga relevancia a la sensación de
movimiento que desencadenan las secuencias de los fotogramas. Se vislumbra
además el manejo de una terminología asimilable al rodaje fílmico en
exteriores.
Estas certezas semánticas se refuerzan en las nuevas ediciones con
artículos sobre la manufactura de las fotonovelas y repitiendo la terminología
para inculcarla entre la lectoría. Esta inducción se concreta a través de las
respuestas que obtienen las miles de cartas enviadas a la sección de
correspondencia, única instancia de proximidad entre lectores y estrellas.
Asumiendo el voluntarismo de esta estrategia que asimila fotonovela y
cine, esta investigación propone cinco categorías de análisis del contenido de
las principales revistas que circularon en Chile durante la década de los
sesenta y principios de los setenta.
Estos ítemes de interpretación profundizan en la naturaleza híbrida de la
fotonovela, que combina elementos cinematográficos, literarios, fotográficos y
de primaria mercadotecnia. Las áreas propuestas son Narrativa, Campo visual,
Locaciones, Ídolos y Sociedad.
!!
El corpus
! En la hemeroteca de la Biblioteca Nacional están disponibles cinco de
las principales revistas que ofrecen historias fotonoveladas producidas en
Chile: Cine Amor, Marcela, Foto Suspenso, Foto Apasionada y Foto Romance.
En esta nómina incluimos a Mi Vida, publicación que aunque no tenía
contenidos exclusivamente fotonovelescos es la pionera en hacer circular
material extranjero y porque en sus páginas también se publicó la primera
historia fotonovelada, Desesperanza, en septiembre de 1960.
La colección de Cine Amor está completa desde el número 1, de
noviembre de 1960, hasta la edición 375, de agosto de 1968, o sea, 375
ejemplares reunidos en 28 tomos empastados. El tomo siguiente no está
disponible, lo mismo ocurre con los tomos 32 y 33. La edición 435, con el
cantante Osvaldo Díaz en portada es la última disponible. En total, la
investigación abarca 408 ediciones sean normales, números especiales y
álbumes dedicados a una misma estrella con cuatro historias distintas.
A esto hay que agregar los ejemplares hallados en ferias libres y
mercados persas de Santiago, y que no están disponibles en la hemeroteca.
Son los números 376, 378 y 379, de septiembre de 1968; 382, de octubre del
mismo año; 404 y 405, de marzo de 1969; 406 y 407 de abril de 1969; 417,
junio del mismo año; 438 y 439, de noviembre de 1969, y 441, de diciembre de
1969. Estos doce ejemplares suben a 420 las revistas Cine Amor incorporadas
en este trabajo.
La revista Foto Suspenso está disponible desde el número 21, de julio
de 1965, hasta el ejemplar 71, de mayo de 1967, con lo que se cierra esa
colección. El trabajo de investigación pudo encontrar 15 revistas del tramo
incompleto: la 1, de febrero de 1965; 4, 5 y 6, de marzo del mismo año; 8, 9, 10
11 y 12, de abril de 1965; 13, 14 y 16, de mayo de 1965, y 17, 18 y 19, de junio
del mismo año. De esta marca de Zig-Zag incorporamos las 51 ediciones
disponibles de la hemeroteca más las 15 obtenidas para completar el tramo
faltante, lo que hace un total de 66.
A la colección de Foto Apasionada también le falta el tomo inicial, del 1
al 10. Almacenadas en la Biblioteca Nacional hay hasta el número 41. Son 31,
que se suman a las números 2, de agosto de 1965; 5, de octubre, y 7, de
noviembre del mismo mes, adquiridas en el persa Biobío. En total: 34.
Foto Romance exhibe una mayor continuidad pues la hemeroteca tiene
desde el 1, de marzo de 1965, hasta el 29, de septiembre del mismo año.
Luego hay un lapso que termina con el numero 43, con Jorge Guerra y Alma
Wiliams interpretando El zoo de cristal, adaptación de obra teatral de Tennesse
Williams. Se interrumpe de nuevo en el 50, de febrero de 1966. Retoma el 60,
de mayo del mismo año, hasta el número 68, en julio. Luego retoma desde el
77, de septiembre, hasta el 111, de abril de 1967. Así, los ejemplares
disponibles suman 81. Acá también se complementa con el 34, de octubre de
1965; 41, de diciembre de 1965; 55, abril 1966; y 76, agosto de 1966, revista
adquirida en Iquique. En total: 85 ediciones analizadas.
De Marcela, la hemeroteca tiene la colección desde el número 25, marzo
de 1968, hasta el 46, de agosto del mismo año, sumando 22 ejemplares.
El total global de revistas incorporadas a la investigación suma 627
ediciones de las cinco revistas. Si a estas le agregamos los ejemplares
revisados de Mi Vida, la cantidad experimenta un crecimiento que alcanza a los
796 títulos analizados, producto de las 169 revistas Mi Vida que aunque sólo
incluyen secciones de fotonovelas, se consideran porque se trata de series
entregadas en capítulos, como Martín Rivas, del 189, de noviembre de 1961, al
213, de mayo de 1962, con 25 episodios; y La Quintrala, del 331, agosto 1964,
al 354, de febrero de 1965, con 23 capítulos.
La investigación además incorpora una revista que sólo publica
fotonovelas, pero que no figura en la hemeroteca. Se trata de Ternura, que
entra en circulación en noviembre de 1973 y hay indicios de que tiene
continuidad hasta al menos, abril de 1976. A través de diversas fuentes hemos
reconstruido parte de esa historia, al recuperar los ejemplares 1, y parcialmente
los ejemplares 8, 13 y 18. Así, el corpus se incrementa a 800 unidades.
Además, este trabajo se encuentra con otras dos revistas que publican
fotonovelas y que son consideradas por representar la evolución postrera del
formato. Confidencias es una revista que en una primera etapa se llama
Margarita, entre 1934 y 1953. La segunda fase culmina en 1971 cuando el sello
Quimantú modifica el contenido de la publicación, adaptando los reportajes
femeninos a la contingencia social y política de la Unidad Popular. En este
proyecto se incluyen historias de fotonovelas con textos distintivos y que
apelan a tópicos no profundizados en las etapas anteriores de la industria. La
independencia femenina, los embarazos no deseados y la educación sexual se
incorporan en los relatos protagonizados por actores y actrices no identificados
en los créditos. Son veinte historias publicadas en la misma cantidad de
ediciones, desde la 1933, de junio de 1971, hasta la 1952, de noviembre del
mismo año. El corpus se incrementa entonces a 820 ejemplares.
Las colecciones disponibles en la Biblioteca Nacional terminan, en el
aspecto fotonovelesco, con Contigo, una revista de variedades de corte
oficialista dirigidas al público femenino que circula quincenalmente entre 1974 y
1976. Dentro del corpus analizado, esta sección de historias fotografiadas
retrotraen al modo en que debuta el formato en Chile, en Mi Vida. Los relatos
se diagraman en las últimas páginas y el anuncio en la portada se limita a
advertir que el ejemplar incluye una “fotonovela completa”.
El debut se titula Creo en ti, número 47, de enero de 1976,
protagonizado por Ana María Palma, Jaime Azócar, Franklin Bravo y Osvaldo
Silva, quien también aparece en los créditos como asistente de dirección. Esta
producción de Alsol es dirigida y escrita por Alicia Santaella, versátil escritora
argentina que emprende una recordada trayectoria en la industria de las
teleseries chilenas. En elenco posteriores figuran estrellas pasada del formato
que adquieren un protagonismo inesperado. Julia Pou y Fernando Morales, por
ejemplo, participan en El test del amor. De Contigo se incorporan doce revistas
con historias fotonoveladas. Estas cifra dejan en 832 las revistas analizadas.
Por último, hay que consignar además la inclusión de publicaciones con
nichos específicos y que utilizan las fotonovelas para dinamizar sus contenidos.
Me refiero a Barrabases, que ofrece alrededor de doce revistas con historias
fotonovelescas deportivas y aventuras, entre febrero y diciembre de 1961. Algo
similar ocurre con la revista picaresca Can-Can, que desde su número inicial
ofrece la sección Photocancan en 44 revistas, desde abril de 1965 a marzo de
1966. Con esto cierra el corpus analizado, llegando a 888 ejemplares.
Cada una de estas revistas fue sometida a un análisis interpretativo de
su contenido entregado en formato de fotonovela, usando las cinco categorías
propuestas.
No considerados, aunque sí mencionados en algunas partes de la
investigación quedan los ejemplares de Rincón Juvenil, publicación de corte
musical que incorpora fotonovelas interpretadas por cantantes de moda. Algo
similar sucedió a mediados de los sesenta con Radiomanía y con El Musiquero,
a fines de esa década, porque publicaron versiones fotonoveladas de hits
radiales.
!
Narrativa
! Las fotonovelas chilenas han acumulado una abultada cantidad de
historias publicadas, desde la primera de septiembre de 1960, en Mi Vida,
hasta la última incorporada en el corpus publicada por Contigo, en 1976. En
dieciséis años se experimenta una evolución del modo de narrar las historias
que la investigación aborda usando el siguiente marco teórico.
El ítem Textos apunta al análisis aleatorio de los relatos, diálogos,
descripción de personajes y conflictos narrativos, usando como plantillas El
libro del guión, de Syd Field, y Estructuras y funciones del discurso, del
lingüista holandés Teun van Dijk . 1
Si nos referimos genéricamente al “Discuso de la fotonovela chilena”,
hablamos de una unidad gramática extraída de los textos que están
incorporados ineludiblemente con las imágenes expuestas, lo que amplía el
campo de acción netamente gramatical.
Si Van Dijk considera que el discurso “es una abstracción” que sólo
puede ser descrita como tal, la gramática del texto sólo da cuenta “de ciertas
estructuras regulares y sistemáticas del tipo de discurso”. O sea que además
de poner nuestro foco en las palabras, hay que fijarse en el “campo entero de
la investigación sobre el discurso, que incluye la lingüística del texto, la
estilística, la retórica, etc” (Van Dijk, pag 19).
El autor holandés emparenta el marco discusivo con el guión, explicado
como una secuencia de acciones, que en el caso de las fotonovelas se
explicitan en imágenes estáticas (Van Dijk, pag. 41). Profundiza que estos
marcos o guiones “están compuestos de pedazos de información generales y
convencionales, a la disposición de la mayoría de los usuarios de una lengua”,
en nuestro caso, a disposición de los lectores de las revistas que se enfrentan
a las historias con sus propias herramientas cognitivas (Van Dijk, pág. 42).
Disciplinas como la sicología, la antropología y la etnografía colaboran
en profundizar y dinamizar la tarea analítica discursiva con lo que la
interpretación discursiva adquiere matices e incorporar a grupos minoritarios y
marginales (Van Dijk, pág. 149). En la fotonovela chilena esto se aprecia al
! Van Dijk T.. (1996). Estructuras y funciones del discurso. México: Siglo veintiuno editores.1
incorporar terminología y léxico atribuido primero a los coléricos y luego a los
hippies, marcando diferencias entre los protagonistas adultos y los menores de
edad que poco o nada tienen que ver con la toma de decisiones y el devenir de
los relatos.
La narración y el modo de narrar están delineados por estrategias que
muchas veces son inconscientes y motivadas probablemente por procesos
casuales y sin mucha explicación. Desde los títulos de las historias hasta los
parlamentos de los personajes, son mensajes directos y que llegan así a los
receptores, quienes, a juicio de Van Dijk “no esperan para echar a andar sus
procesos de interpretación, a que la cláusula u oración haya sido oída o leída,
sino que comienzan a interpretar ya desde las primeras palabras de los textos
u oraciones”.
La naturaleza parcelada del discurso de la fotonovela contribuye a su
rápida asimilación, porque el conocimiento previo de los lectores asume el
carácter ficcional de los contenidos y porque las entregas de los textos en los
títulos, los diálogos y las reflexiones de los personajes muchas veces son
estructuras básicas. Van Dijk propone que los receptores “no necesitan de las
estructuras completas de la oración para hacer una conjetura plausible sobre el
significado de una oración en el texto y en el contexto”; entonces los receptores
del material interpretado asimilan los mensajes compuestos por palabras de
uso común, aunque revestidas con formalidades contextuales impuestas por
los guiones.
El engolamiento o modo de hablar en extremo retórico tienen explicación
en las dobles militancias que exhiben los guionistas más recurrentes de las
fotonovelas chilenas. El escritor con más créditos es Miguel Espinoza Miguens,
quien al momento de debutar en Cine Amor, en diciembre de 1961 ya
acumulaba cientos de horas de radioteatros emitidos. En agosto de 1962, por
ejemplo, era el responsable de “la novela episódica que ha logrado un impacto
entre los oyentes…La Mentira, que a las 15 horas se transmite por radio
Pacífico”, informaba la sección Primera Fila de Cine Amor . 2
Otros nombres que aparecen en la nómina son la poeta María Cristina
Menares; la actriz y guionista María Eugenia Cavieres; el cineasta y actor Juan
! Mickey. (1962, agosto). Volvió Luchita Botto. Cine Amor, 63, 24.2
Pérez Berrocal, conocido por sus participaciones en películas del cine mudo
chileno; y los periodistas Luciano Vásquez y Osvaldo Muñoz Romero, entre
otros.
Si asumimos que la recepción del discurso de la fotonovela era directa y
efectiva, adquiere relevancia mayor el antecedente de que el formato ayudó en
la alfabetización de un porcentaje importante de población de estratos medios y
bajos, en las periferias de las ciudades y en zonas semi rurales y rurales.
Respecto de la cobertura y circulación, al menos de Cine Amor entre 1968 y
1969 se puede consultar el estudios de Michèle Mattelart incluido en la
bibliografía y citado en partes de esta investigación. El aviso de una campaña
pública en favor de la alfabetización, en Cine Amor de febrero de 1963,
comprueba que la estrategia de la publicación era una buena herramienta para
llegar a los ochocientos mil chilenos que, alude el anuncio, aún no saben leer.
El discurso de la fotonovela entrega también elementos cotidianos
propios de la época, lo que va moldeando y estereotipando la recepción
lectora. El uso de locaciones reconocibles, públicas como el Parque Forestal y
privadas como un living con un receptor radial en un lugar estratégico,
construye ideales e imaginarios que derivan secundariamente del texto. Los
receptores se centran en las descripciones espaciales de la ciudad y la casa
porque, como asevera Van Dijk, los guiones “no son simplemente
representaciones personales de los conocimientos…sino representaciones
socialmente compartidas, de acontecimientos o actividades sociales
estereotipados” (Van Dijk, pág. 166).
Las entregas semanales y quincenales de las fotonovelas chilenas van
conformando una especie de memoria social en que se encasillan las
imágenes estandarizadas funcionales a los guiones. Una escena romántica
luce perfecta en el Parque Forestal; una secuencia de persecución es mejor en
el centro más densificado de la ciudad, calles Huérfanos o San Antonio son las
indicadas; mientras que una conversación reveladora es preferible situarla en
el living floreado con tapices de terciopelo, o de algún material sucedáneo, en
la pared.
Estas comprensiones sociales, que forman estereotipos gracias a la
reiteración de elementos en las historias seriadas, también moldean la
estandarización respecto de sus interlocutores inmediatos. Los discursos en
general reafirman el vínculo entre los grupos dominantes y los estamentos
minoritarios, mientras que en el caso de las fotonovelas este precepto se
observa con algunos matices propios del formato.
Van Dijk refiere que los grupos mayoritarios pueden centrarse en las
diferencias sobre “la amenaza latente que tales grupos minoritarios o de
inmigrantes se supone que representan, respecto de nuestro espacio”. El
holandés agrega como elementos inherentes a la vivienda, el empleo, la cultura
y al bienestar general”. Las representaciones sociales que proliferan en las
fotonovelas chilenas apelan a diferenciar a los dominantes respecto de las
minorías, sean mujeres, niños, provincianos, jóvenes, coléricos, hippies y seres
disfuncionales y que se contraponen a la normalidad y la moralidad
conservadoras imperantes, aunque que con el correr de los años y de las
revistas experimentan modificaciones sustanciales, como si fuera tributario de
los cambios suscitados en la sociedad chilena.
La estructura del guión fotonovelesco se somete al convencionalismo
acendrado por décadas en las principales industrias cinematográficas.
Asumiendo las diferencias naturales del formato fotonovelesco, las historias
siguen la fórmula de la presentación, el desarrollo y el desenlace, lo que Sid
Field llama también planteamiento, confrontación y resolución . Este 3
paradigma experimenta ciertas variaciones en las revistas analizadas, debido al
desequilibrio que exhiben algunos relatos, que enfatizan demasiado el
desarrollo descuidando el desenlace. La prolijidad en la construcción de la
historia, en estos casos, concluye con epílogos ramplones o inverosímiles. Hay
muchos casos también en que no se aprecia descompensación entre estos tres
bloques estructurales, obteniendo historias más fluidas y verosímiles.
Esta investigación propone en el ítem Narrativa las siguientes categorías
y sus consiguientes subdivisiones: Adaptaciones: históricas, teatrales y
literarias; Diálogos; Epílogos; Terminología y Guiones, que se subdivide en
Asimetrías sociales, Ciencia ficción, Educación, Formas de morir, Género,
Provincianos, Recursos narrativos y Sexo.
! Field S.. (2001, enero). El libro del guión. Madrid: Plot.3
Las Adaptaciones son versiones que los guionistas de los equipos
permanentes de las revistas de fotonovelas realizaban basándose en obras
teatrales, cuentos, novelas y episodios históricos. En los créditos iniciales se
citaban las procedencias de las obras y acentuaban los esfuerzos de
producción que demandaban estas presentaciones.
El ítem Diálogos selecciona, entre un abultado universo de parlamentos,
algunos ejemplos de conversaciones e intercambio de razonamientos que
ejemplifican estilos de interacción social y discursos individuales que bien
pueden interpretarse como símbolos de una época discursiva, cambiante e
inesperada.
Mientras Epílogos enumera tipos de desenlaces, Terminología recopila
conceptos coloquiales, modismos y extranjerismos. El apartado Guiones trata
de reflejar las distintas herramientas diegéticas que los escritores utilizaban
para atraer y mantener lectoría. Hay secuencias clásicas que diferencian
estratos sociales, hay relatos paranormales y extraterrestres, descriptivos de
los métodos educacionales en aplicación, métodos para dejar de existir,
vicisitudes de las minorías, la peor cara del centralismo, recursos narrativos y
escenas en que el acto sexual es el soporte principal.
!!
!Campo visual
! Asumiendo las diferencias de los formatos y considerando la
autodefinición nativa de la fotonovela chilena, tomamos herramientas de
interpretación cinematográfica para analiza las historias fotografiadas. Para
elaborar nuestra matriz usamos los elementos que entrega Noel Burch en su
libro Praxis del cine, donde profundiza y teoriza con ejemplos sobre la
manufactura cinematográfica a través del t iempo y cómo esas
transformaciones construyen lenguajes . 4
El primer lineamiento es identificar los recursos visuales más usuales en
una película, adaptando esa intencionalidad a la realización fotonovelesca, que
integra conceptos fotográficos y del cine. Encuadres, composiciones y
profundidades de campo son la base de esta parte del trabajo. A estos
parámetros fotográficos, Burch -que despliega una estrategia investigativa en
base a la dialéctica de los recursos visuales en boga en los primeros años de la
industria del cine- agrega “lo borroso (flou) y lo nítido”, en referencia a los
componentes de la profundidad de campo, que se produce al abrir el diafragma
de la cámara y que generalmente sitúa en primeros planos a sujetos de las
escenas que destacan por sobre los elementos ubicados en segundo plano, en
perspectiva y al fono de los cuadros, difusos, borrosos o desenfocados (Burch,
pág. 61).
Cuando todavía el blanco y negro tenía la supremacía en la manufactura
cinematográfica -comparación atingente a nuestro propósito porque las revistas
chilenas de fotonovelas sólo usaron el color para las portadas y
esporádicamente las primeras páginas de las historias más importantes-, Burch
enuncia “los valores luminosos propiamente dichos: el contraste y la
tonalidad” (Burch, pág. 62). También habla de puntuación para referirse a la
estrategia del cineasta francés Jean-Luc Godard de basar algunas de sus
escenas aparentemente improvisadas en cuadros pictóricos. Al respecto, en el
corpus de las fotonovelas hay citas a cuadros y a escenas de películas
clásicas.
! Burch N.. (1985). Praxis del cine. España: Fundamentos.4
Burch incluye en la lista de otras dialécticas “difícilmente inventariables”
al maquillaje, el vestuario, los decorados y, nosotros agregamos, el diseño y la
diagramación como complementos del lenguaje fotonovelesco.
Por lo tanto, en el ítem Campo visual incluimos las subsecciones Acción
y movimiento, Citas cinematográficas, Cuerpo, Diseño y diagramación, Efectos
y Encuadres.
A continuación una breve reseña de algunos fotogramas interpretados
con conceptos fotográficos y cinematográficos.
1.- Cine Amor 5, enero 1961, Héctor Duvauchelle y Charles Beecher,
fotografiados por David Rodríguez y dirigido por Naum Kramarenko. Uso de
distintos planos al estilo cinematográfico, desde un plano detalle se abre hasta
un plano general que sigue la acción y los personajes, uso de luz incidente y
del espacio público como escenario. Bastante formal en una estética de cine
norteamericano de esa época.
!2.- Cine Amor 12, abril 1961. María Valle y Anita Mirlo, fotografiadas por David Rodríguez y dirigidas por Eduardo Naveda. El punto de vista, cambia de manera brusca para generar mayor intensidad en la trama: un hecho visto desde varios ángulos donde la iluminación dramatiza la escena, pero al cambiar de posición pierde verosimilitud.
!!3.- Cine Amor 27, noviembre 1961, Calvin Lira y Judith Moraga, sin créditos. Plano americano, bastante usual en las fotonovelas, la iluminación esta descuidada y las sombras tienen demasiada relevancia.
4.- Cine Amor 58, julio 1962, Héctor Duvauchelle y Grimanesa Jiménez, fotografiados por David Rodríguez y dirigidos por Eduardo Naveda. Iluminación correcta que da cuenta del espacio y los detalles; el uso del segundo plano intensifica el dramatismo al incorporar el personaje en un leve contrapicado, lo que permite un mejor punto de vista para ver las expresiones de los actores.
5.- Cine Amor 60, julio 1962, Alfredo Murúa y María Elena Duvauchelle, fotografiados por David Rodríguez y dirigidos por Felipe Ravinet. Los personajes situados en lugares reconocibles en forma evidente por el contrapicado, la composición en regla de tercios dejando espacio a los títulos, la dirección de las miradas, todo pensado y bien resuelto.
!6.- Cine Amor 61, julio 1962, Hernán Lavanderos y Gaby Hernández, fotografiados por René Cáceres y dirigidos por Andrés Gómez. La dirección de la mirada al fuera de campo, la iluminación lateral y dura, la composición en vertical, incluso el que el plano sea apretado contribuyen a generar misterio, bien lograda.
7.- Cine Amor 84, enero 1963, Silvia Santelices fotografiada por David Rodríguez y dirigida por Eduardo Naveda. El plano y contra plano en el espejo recurso eficaz y muy utilizado.
!8.- Cine Amor 136, enero 1963, Lorenzo Valderrama y Claudia Maass, fotografiados por René Cáceres y dirigidos por Víctor Zalaquett. En este caso la luz provienen de un flash electrónico muy duro. Hay profundidad y participación del segundo plano, pero la dureza de la iluminación es molesta. Al usar locaciones existentes, y no estudios especiales con producción, se resuelven las situaciones lumínicas con lo que hay a mano, en este caso es un interior con poca o nada luz natural o luz escasa. !!
9.- Cine Amor 161, junio 1964, Pat Henry y Haydée Meza, fotografiados por José Carvajal y dirigidos por Felipe Ravinet. Exterior en color con luz natural intensa que permite una buena profundidad de campo que nos sitúa en contexto.
!10.- Cine Amor 184, diciembre 1964, Sergio Buschmann, Andrea Bruni y Ángela Escámez, dirigidos por Renato Valenzuela. Iluminación artificial de corte cinematográfico el personaje en segundo plano participa y está a foco, hay profundidad y dramatismo.
!11.- Cine Amor 325, septiembre 1967, Sergio Aguirre y Patricia Meza, fotografiados por René Cáceres y dirigidos por Héctor Noguera. Contraluz que resalta los personajes las miradas de frente hacia el interior del cuadro sugiere sugiere más intimidad y sensualidad.
12.- Cine Amor 199, abril 1965, Lorenzo Valderrama y Beatriz Buhler, fotografiados por José Carvajal y dirigidos por Víctor Zalaquett. Una locación diferente más modernista y urbana representan las torres de Carlos Antúnez, en proceso de construcción, que le da un aire más sofisticado. El tiro de cámara en picado nos permite ver un “afuera” que participa.
!!!!Locaciones
! La revisión de las colecciones de fotonovelas disponibles en la Biblioteca
Nacional deja al descubierto que las locaciones usadas representan una
variedad que va de casas particulares a la vía pública, desde un anónimo
comedor de diario hasta una plaza de barrio difícilmente identificable. Razones
presupuestarias y de producción hacen reiterativo el uso de espacios públicos
como escenarios de las historias narradas en las revistas.
Esto representa una herramienta de identidad para las lectorías entre
1960 y 1976 a través de este recorrido fotográfico que fue creando,
reconociendo y afianzando íconos urbanos, ocupados muchas veces por los
actores y figurantes espontáneos, accidentales o desprevenidos. A través de la
exhibición de espacios públicos, las páginas de las fotonovelas constatan que
hay una ciudad en movimiento, dan cuenta tangencialmente del devenir
contingente nacional y trazan la fisonomía futura de muchos espacios
destinados al uso ciudadano.
Es paradójico que un formato basado en lo estático de su registro, se
transforme en una sucesión de recorridos, asimilando el efecto óptico de la
proyección cinematográfica. ”Los elementos móviles de una ciudad, y en
especial las personas y sus actividades, son tan importantes como las partes
fijas. No somos sólo observadores de este espectáculo, somos parte de él, y
compartimos el escenario con los demás participantes", arguye Kevin Lynch . 5
Esto contribuye a que la visión que tenemos de las ciudades, como nuestros
entornos inmediatos, no es continua ni total sino, como agrega Lynch, “parcial,
fragmentaria, mezclada con otras preocupaciones. Casi todos los sentidos
están en acción y la imagen es la combinación de todos ellos”.
La reiteración de las imágenes usadas, porque cumplen con el estándar
de aportar a la historia elementos dramáticos o meramente decorativos,
conforman en diez años ejes estructurados que van dibujando la ciudad, la van
! Lynch, K. (2008). La imagen de la ciudad. Barcelona: Gustavo Gili.5
haciendo legible a través de la apropiación del lugar público y la generación de
puestas en escena.
Profundiza Lynch cuando define a una ciudad legible como “aquella
cuyos distritos, sitios sobresalientes o sendas son identificables fácilmente y se
agrupan, también fácilmente, en una pauta global” (Lynch, 2008, pág. 11). La
fotonovela, con su masividad, facilita el fortalecimiento de criterios que
conforman la pauta global de Santiago, puntualmente, y de algunas ciudades
principales del país. La selección de locaciones va construyendo durante los
años un recorrido fotográfico de ejes estructurantes que hacen ciudad y que se
traspasa a los lectores.
Estos trazados que dibujan las locaciones aportan al imaginario colectivo
a través de la individualidad del acto de la lectura. Lynch arguye que “esta
imagen es producto al mismo tiempo de la sensación inmediata y del recuerdo
de experiencias anteriores”, y se la utiliza para interpretar la información y
orientar la acción. “La necesidad de reconocer y estructurar nuestro contorno
es de importancia tan decisiva y tiene raíces que calan tan hondo en el pasado,
que esta imagen tiene una vasta importancia práctica y emotiva para el
individuo” (Lynch, 2008, pág. 13).
A propósito de la influencia pedagógica de la imagen, en “Fragmentos de
una reflexión sobre literatura y fotografía”, Mercedes López Suárez enfatiza “la
hegemonía del texto iconográfico sobre el verbal-literario” . Y agrega: “El 6
carácter socializante de la fotografía converge y refuerza el carácter así mismo
social de la novela. Ello implica remitir al bagaje de una tradición no muy lejana
que la novela aporta en la conformación de este producto híbrido” (López
Suárez, 2006, pág. 114).
Las historias de las fotonovelas chilenas están ambientadas
predominantemente en zonas urbanas, y cuando no es así se destaca en los
títulos que se trata de un relato bucólico-pastoril echando mano a los símbolos
más recurrentes de la vida rural criolla, tan recurrente en la producción
cinematográfica nacional de los años cuarenta y cincuenta.
Aquí se despliega el doble propósito de los núcleos urbanos, habitar e
imaginar, palpando y aprehendiendo las imágenes a través de las fotografías
! López Suárez, M. Fragmentos de una reflexión sobre literatura y fotografía. Cuadernos de 6
Filología Italiana Facultad de Ciencias de la Información Universidad Complutense, 97-118.
convertidas en viñetas. Las ciudades tienen formas de ocupar los espacios,
dice García Canclini, pero también exhiben “lugares donde ocurren fenómenos
expresivos que entran en tensión con la racionalización, con las pretensiones
de racionalizar la vida social. Han sido sobre todo las industrias culturales de la
expresividad, como constituyentes del orden y de las experiencias urbanas, las
que han tematizado esta cuestión” . 7
! El componente físico de las ciudades es el comprobable
visualmente: casas y parques, calles autopistas y señales de tránsito. Y también se configuran con imágenes. Pueden ser las de los planos que las inventan y las ordenan. Pero también imaginan el sentido de la vida urbana, las novelas, canciones y películas, los relatos de la prensa, la radio y televisión. La ciudad se vuelve densa al cargarse con fantasías heterogéneas. La urbe programada para funcionar, diseñada en cuadrícula, se desborda y se multiplica en ficciones individuales y colectivas. (García Canclini, 1997, pág.109).
! En las fotonovelas, las imágenes de las ciudades se combinan con el
contenido de ficción de las historias, sirviéndole de escenario y provocando una
conexión identitaria. García Canclini menciona al historiador Serge Gruzinski en
Francia, al antropólogo Renato Rosaldo, de Estados Unidos, y al semiólogo
Armando Silva, en Colombia, porque “han demostrado el importante papel que
juegan las ficciones, los imaginarios colectivos, en la formación de las
identidades” (García Canclini, 1997, pág. 96). Agrega que este vínculo no es
gratuito ni indemne porque arrastra consecuencias en la conformación de la
ciudadanía cultural porque su organización no se basa sólo en la política, “sino
también a partir de una cultura formada en los actos de interacciones
cotidianos, y en la proyección imaginaria de estos actos en mapas mentales de
la vida urbana” (op.cit.).
La fotonovela construye un devenir que se convierte en identidad e
identificación a través del recorrido de las fotos. A propósito de un estudio
realizado en Ciudad de México, García Canclini afirma que los millones de
! García Canclini, N. (1997). Imaginarios urbanos. Buenos Aires: Universitaria de Buenos Aires.7
viajes diarios en la gran capital representan un modo de apropiación del
espacio urbano e incentivan la proliferación de imaginarios.
Al recorrer las zonas que desconocemos, nos cruzamos con múltiples
actores, imaginamos cómo viven ‘los otros’ en escenarios distintos de nuestros
barrios y centros de trabajo” (García Canclini, 1997, pág.110).
Esta conclusión es extrapolable a lo que elaboró, por ejemplo, la revista
Cine Amor durante su circulación de una década, demostrando que es una veta
inagotable de información que explica una época. Da cuenta de costumbres y
datos que apelan a la memoria colectiva y que conforman cruces de modos de
vida, esto es la colisión entre las realidades mostradas en las revistas y el
contexto individual en que cada lector y lectora asumía los contenidos leídos
como si fueran recorridos visuales. Se trata de fenómenos que se dan en lo
urbano y que García Canclini propone estudiar desde la antropología visual.
Para el autor francés Marc Augé, la definición de lugar antropológico se
vincula con un componente geométrico y plantea que con “tres formas
espaciales simples” aplicadas a dispositivos institucionales diferentes
“constituyen de alguna manera las formas elementales del espacio social” . 8
El criterio espontáneo que usaron las revistas para elegir locaciones
trazó líneas, intersecciones y puntos, dando cuenta de una geografía cotidiana
y en transformación permanente. Augé habla de itinerarios, ejes y caminos
“que conducen de un lugar a otro y han sido trazados por los hombres” (Ib.).
Agrega encrucijadas, cruces y “lugares donde los hombres se cruzan, se
encuentran y se reúnen” (Ib.).
De vuelta al concepto de ciudad legible, hay que explicar la importancia
de este reconocimiento al que se sumaban lectores y lectoras de las revistas al
abrir cada ejemplar, donde además de inmiscuirse en los relatos reconocen la
ciudad, los espacios comunes y los hitos urbanos. Lynch argumenta que la
conformación de un medio ambiente, entendido como entorno y hábitat, “puede
actuar como amplio marco de referencias, como organizador de la actividad,
las creencias o el conocimiento” (Lynch, 2008, pág. 13). Acentúa que un
escenario “físico vívido e integrado, capaz de generar una imagen nítida,
! Augé, M. (2000). Los "No Lugares" Espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa.8
desempeña asimismo una función social. Puede proporcionar la materia prima
para los símbolos y recuerdos colectivos de comunicación del grupo” (Ib.).
Por su continuidad temporal, Cine Amor se convierte en una guía de la
ciudad, en que convergen a través de herramientas de retroalimentación -
correspondencia al medio, concursos- lectoras y lectores de sesgo etáreo
principalmente juvenil que crecieron y se formaron generacionalmente con este
tipo de publicaciones.
La lectoría adquiere entonces una relación con la publicación y con la
imagen de ciudad que traza en la ambientación de sus historias. Y hay una
percepción del ambiente inmediato, del entorno, a través de las imágenes
fotografiadas y que generan, en palabras de Lynch, “una fuerte sensación de
seguridad emotiva” (Ib.).
Esto constituye el extremo opuesto del miedo provocado por la
desorientación; significa que la dulce sensación del hogar es más fuerte
cuando el hogar no sólo es familiar sino también característico”, refiere (Lynch,
2008, pág. 13).
La premisa de que pese a los ripios técnicos y al uso del blanco y negro,
Cine Amor constituye un álbum fotográfico valioso y subvalorado, significa que
traza un concepto de ciudad que privilegia la vida al aire libre y el uso de
espacios públicos, buscando ángulos y profundidades de campo suficientes
para reseñar la urbe con su cotidianeidad y su complejidad. Lynch comparte
que la ciudad es el símbolo de la sociedad compleja y aporta que “si se la
plantea bien visualmente, puede tener asimismo un intenso significado
expresivo” (Lynch, 2008, pág. 14).
Así, las viñetas y fotografías de las revista operan como gatilladoras de
recuerdos, revelan los pasos en la evolución de las ciudades y facilita el
reconocimiento de los usuarios y partícipes de lo urbano. Paul Ricoeur habla
de “los vastos palacios de la memoria” para referirse a este factor inmaterial y
presente, humano y vital . “El alma es como el tiempo, paso del futuro hacia el 9
pasado a través del presente...reconocer un recuerdo es reencontrarlo” (op.cit.
pág. 156).
! Ricoeur, P. (2006). Caminos del reconocimiento. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.9
El relevamiento de Cine Amor y sus recorridos traen al presente el
pasado, actualizan la cosa ausente y sirvien de ejemplo a lo que Ricoeur llama
“pequeño milagro del reconocimiento” que soluciona “el más antiguo enigma de
la problemática de la memoria, la de la representación presente de una cosa
ausente” (Ricoeur, 2006, pág. 162).
Cine Amor se transforma en una herramienta que retrotrae imágenes,
que captura recuerdos y fija trazos de memoria. Sobre la manifestación de los
recuerdos, Ricoeur explica que eso demuestra que “no lo había perdido; pero
si, a pesar de todo, lo vuelvo a encontrar y lo reconozco, es que su imagen
había sobrevivido” (Ib.).
Si como dice Lynch “las imágenes ambientales son el resultado de un
proceso bilateral entre el observador y su medio ambiente”, este ejercicio se
concreta también entre el lector y la revista que construye, enuncia y fomenta la
selección de imágenes.
La imagen desarrollada en esta forma limita y acentúa ahora lo que se
ve, en tanto que la imagen en sí misma es contrastada con la percepción
filtrada, mediante un constante proceso de interacción. De este modo, “la
imagen de la realidad determinada puede variar en forma considerable entre
diversos observadores”, desarrolla Lynch (Lynch, 2008, pág. 15).
La fotonovela, entonces, colabora en la formación individual de la
imagen -en cada lector individuo- de la realidad que muestra a través de las
historias ficticias. Es la consecuencia de optar editorialmente por mostrar la
ciudad.
La construcción de imágenes ambientales, especialmente en Cine Amor,
recurre al entorno sin intervención, por lo que hay muchos transeúntes,
peatones, conductores y público desprevenido que aparece en los cuadros de
las historias, cada vez que la locación elegida es el espacio público. En este
entorno ambiental, los objetos, las marcas, el comercio y los hitos urbanos
adquieren volumen y relevancia.
Michèle Mattelart repara en el hecho de que su corpus no evidencia el
uso, por ejemplo, de diseños de vestuario y automóviles generacionalmente
identificables ”para citar dos aspectos de consumo corriente en las otras
revistas y magazines” (Mattelart, Piccini, & Mattelart, 1976, pág. 237).
Probablemente, debido a que su muestra se acota a 42 ejemplares, la
investigadora francesa no detecta que los vehículos con más presencia son las
Citronetas y los Simca. Hay también rayados políticos, publicidad callejera, uso
de transporte público, de locales comerciales, gastronómicos, de
esparcimiento, diseño de vestuario, oficinas públicas, privadas, radios, boites y
discotecas.
La fortaleza del formato es la fotografía, en este caso en blanco y negro,
salvo las portadas y ediciones especiales en que el objetivo era demostrar
fortaleza tecnológica puesta al servicio del medio. El formato visual impreso le
da un registro amplio y dúctil, aunque estático si lo comparamos con el cine.
García Canclini apunta que “la fotografía ofrece escenas o instantes
discontinuos que pueden aspirar a una representatividad más extensa pero
siempre separan una experiencia del contexto” (García Canclini, 1997, pág.
112).
La fotonovela, entonces, le da continuidad a esos instantes convirtiendo
la experiencia de la lectura en un estado intermedio entre la representatividad
singular y la narración cinematográfica.
Walter Benjamin hace una distinción que vale incluirla a esta altura
respecto del intermediario tecnológico que registra las historias y materializa el
recorrido por la ciudad. La cámara fotográfica es un instrumento al servicio de
la expresividad narrativa y es un auxiliar para el ojo humano que le permite
captar la esencia del registro de los recorridos fotonovelescos. Es corriente, por ejemplo, que alguien se dé cuenta, aunque
sólo sea a grandes rasgos, de la manera de andar de las gentes, pero seguro que no sabe nada de su actitud en esa fracción de segundo en que se alarga el paso. La fotografía en cambio la hace patente con sus medios auxiliares, con el retador, con los aumentos. Sólo gracias a ella percibimos ese inconsciente óptico, igual que sólo gracias al psicoanálisis, percibimos el inconsciente pulsional. Dotaciones estructurales, texturas celulares, con las que acostumbran a contar la técnica, la medicina, tienen una afinidad más original con la cámara que un paisaje sentimental izado o un retrato l leno de espiritualidad” (Benjamin, 1989, pág. 67).
! El modo de producción de la fotonovela apela a la actuación estática,
que cumplió en la primera etapa de Cine Amor un rol de axioma técnico
irrefutable. Cuando la tecnología avanza en diez años se usan equipos con
mayor ductilidad, sobre todo en el tiempo de exposición. Benjamin hace una
reflexión pertinente cuando se refiere a la experiencia de ser fotografiado en los
albores de la fotografía.
El procedimiento mismo inducía a los modelos a vivir no fuera, sino dentro del instante; mientras posaban largamente crecían, por así decirlo, dentro de la imagen misma y se ponían por tanto en decisivo contraste con los fenómenos de una instantánea, la cual corresponde a un mundo entorno modificado en el que, como advierte certeramente Kracauer, de la mismísima fracción de segundo que dura la exposición depende ‘que un deportista se haga tan famoso que los fotógrafos, por encargo de las revistas ilustradas, dispararán sobre él sus cámaras’” (Benjamin, 1989, pág. 69).
! El momento en las revistas de fotonovelas es a cada instante y la pose
adentra esos instantes. A eso hay que agregar los alcances de la narración
fotográfica. Implica no sólo una síntesis lingüística, “sino también una economía
de las imágenes de modo que la fotografía esencializa incluso el mensaje
iconográfico reduciendo la escenografía a pocos objetos-símbolos”, argumenta
Mercedes López (López Suárez, 2006, pág. 115). En el caso de las revistas
chilenas, la estrategia fue asumir la reducción escenográfica usando espacios
públicos iconográficos como monumentos, estatuas, esculturas y referencias
urbanas para concentrar el mensaje.
Por todo lo anterior, en el ítem Locaciones identificaremos espacios
públicos, privados e hitos urbanos regionales usados como escenografías
ambientales y de contexto. En las Locaciones Públicas identificamos Parques,
Plazas, Terminales, Servicios estatales y Vía pública. En las Locaciones
Privadas incluimos Hoteles y clubes, Medios, Recintos deportivos y Locales
comerciales. En la subsección Regiones aparecen historias realizadas en Arica,
Iquique, Antofagasta, La Serena, Viña del Mar, Valparaíso, Concepción y Punta
Arenas, además de localidades intermedias como Cartagena, Pomaire y El
Monte.
!!Ídolos
! En la primera fase de la industria de las fotonovelas chilenas, los
protagonistas provienen esencialmente del teatro que se realiza en Santiago.
Resulta una decisión obvia, considerando que el formato es una
experimentación y se requiere talento y experiencia para cubrir el aspecto
actoral.
Con la sucesión de ediciones se vislumbra un leve giro que se acentúa
desde 1961con la inclusión de figuras de otros ámbitos. La lista de estrellas es
larga y variada. Como la estrategia fortalece el sistema de ídolos, la industria
implementa una búsqueda de nuevos rostros, para ampliar la oferta y atraer
más lectoría. Por eso son frecuentes las historias protagonizadas por duplas
combinadas, por ejemplo un actor como Héctor Noguera y una cantante como
Sussy Veccky; o el bolerista Lorenzo Valderrama, conocido por "El rosario de
mi madre", y la actriz Silvia Santelices, estudiante de teatro de la Universidad
Católica. De esta manera combinan el público que seguía a los actores de
teatro y a quienes disfrutaban de los hits musicales radiales.
“Teníamos un archivo de intérpretes y seleccionábamos de acuerdo sus
proyecciones. A veces elegíamos según el ránking de la música que se
escuchaba en las radios o se vendían más discos”, explica Julio Navarrete,
productor y director de fotonovelas de Cine Amor.
La estrategia de diversificar la oferta de ídolos se enfrenta al comienzo
con la reticencia de algunos cantantes que dudan de la conveniencia de
aparecer en las revistas. “Cuando vieron las primeras se interesaron más”,
acota Navarrete.
Con la Nueva Ola en pleno proceso de consolidación, las fotonovelas se
convierten en un valioso factor promocional que aporta con la visualidad de los
ídolos, presentes hasta ese instante en la intimidad de los fanáticos gracias a
los discos, las carátulas y las referencias orales entregadas por la
radioemisoras. Hay publicaciones dedicadas al entretenimiento que reseñan a
estas figuras nacionales, pero las ilustran con retratos posados que sólo
acentúan la faceta más formal. Con las revistas fotonoveladas, esas estrellas
adquieren otra envergadura al mostrarse dúctiles, cercanas y versátiles, lo que
ayuda a acrecentar la identificación de la lectoría con sus trabajos artísticos.
También hubo contrataciones para contar con el desempeño de artistas
extranjeros. El caso más emblemático fue Dean Reed, el rockero
estadounidense que tenía dos hist sonando en las radios en 1961: Amor
veraniego y No te tengo. “Hizo un contrato exclusivo con Cine Amor y Guido
Vallejos, como tenía mucha visión, lo contrató y sacó una revista doble. Eso
permitió un récord de ventas, un suceso de doscientos mil ejemplares
vendidos”, gráfica Julio Navarrete.
La estrategia se extrema al incorporar ídolos de otros ámbitos como los
futbolistas que jugaron el Mundial de 1962, Jorge Toro y Leonel Sánchez, por
ejemplo. Hay boxeadores como Domingo Rubio, modelos como Fernando
Pizarro y animadores como Pepe Guixé y Laura Gudack, quien se hizo
conocida por conducir el Festival de la Canción de Viña del Mar. Hay
comediantes de la bohemia capitalina o que mantenían exitosos programas
radiales.
En el tramo más afiatado de este sistema de idolatría hay ejemplos de
personas comunes y corrientes que por casualidad o accidentalmente
aparecen interpretando personajes en las revistas fotonoveladas. Edgardo Pig
fue uno de ellos. Estudiaba filosofía en el Instituto Pedagógico cuando un
amigo le pide ayuda para ser asistente de dirección en el rodaje de una
fotonovela, un trabajo que sólo requiere buena disposición para resolver
problemas. “Como el protagonista principal no pudo asistir a la producción, yo
tuve que asumir su rol como medida de emergencia. A partir de ese momento y
gracias a la correspondencia de lectores que pedían mi presencia en las
fotonovelas, mi situación económica cambió completamente y pude vivir más
confortablemente”, refiere.
!!
!!!Sociedad
! Los fotogramas que componen las historias fotonoveladas muestran la
progresión que experimenta el modo de vida en comunidad del país. Si bien no
se trata de un perfecto álbum cronológico y riguroso, es justamente la
dispersión de los datos y elementos el principal valor de las revistas, que de
forma implícita narran visualmente un tramo de la historia social chilena.
La investigación propone una división de cuatro áreas: Consumo,
Campañas públicas, Globalización y Vivienda.
En consumo la directriz busca conocer las costumbres y los usos de los
protagonistas en cuanto a sus interrelaciones personales, familiares y de
amistades, cómo se desenvuelven en espacios comunes, cómo es la manera
de entretención, qué preferencias gastronómicas están en boga y de que
manera la tecnología comienza a apropiarse de los espacios más íntimos.
Por eso proponemos una taxonomía que incluye elementos como los
Accesorios del vestuario; Alimentos, que a su vez se dividen en Bebestibles,
Platos y Varios; y Artefactos domésticos, que distingue entre Receptores
radiales y Tocadiscos, Máquinas de coser, Teléfonos y Televisores.
En la categoría de esparcimiento se reflejan los modo en que los
parroquianos y, jóvenes y adultos, ocupaban sus horas libres. Hay registros de
Boites, Festejos familiares y la proliferación de Salas de cine especialmente en
el cuadrante céntrico de Santiago.
El subítem Locomoción propone fijarse en los automóviles que recorren
las calles (predominantemente de ensamblaje nacional, como las citrolas y los
Simca), en los ferrocarriles que unen de norte a sur al país, en las populares,
masivas y actualísimas motonetas y en el transporte urbano, compuesto por
microbuses, trolebuses y tranvías.
También desarrollamos los tipos de publicidad que ofrecen las revistas,
desde avisos formales de productos alimenticios, cosméticos y para el hogar;
hasta involuntarios placements y publinovelas, un subproducto basado en la
producción de fotonovelas que exhiben las ventajas de la oferta promocionada,
sean tiendas o máquinas para tejer.
Las campañas públicas respaldan sus mensajes usando estrategias
publicitarias, pero acá aparecen separadas porque se trata de propósitos
distintos y que apelan al sentido de comunidad muy acendrado en la vida
cotidiana a través de cooperativas y mutuales en plena vigencia. Por ejemplo,
en esta época el tema tributario ya es considerado un tema de relevancia
colectiva y que beneficia a todos sin excepción, por lo que la boleta de
compraventas adquiere un valor adicional a través de concursos con premios
monetarios. En otro sentido, los llamados a cuidar el agua por la sequía se
entregan a través de frases e ideas fuerzas incluidos al pie de algunas páginas
con historias fotografiadas.
Sobre el fenómeno de la globalización, la industria de la fotonovela
chilena da fe de que lo usa y lo promociona por conveniencia y principios.
Desde el inicio de las revistas, cuyos modelos estaban en Argentina, Brasil,
México y Europa, hasta la necesidad de ofrecer atractivos adicionales a la
lectoría a través de la contratación de nuevas figuras de la canción y la
actuación con carreras exitosas, se recurre a varias estrategias para mantener
y aumentar la lectoría. La fidelidad se premia con la contratación de estrellas
internacionales, quienes aprovechan de abrir nuevos mercados. La presencia
de cantantes argentinos, actores uruguayos y bailarinas centroamericanas
enriquece la oferta disponible por las casas editoras.
Otra evidencia de que el proceso globalizador representa un elemento
fundacional de la fotonovela nacional es la circulación de los ejemplares en
Argentina, México y Perú, como consignan los colofones y las portadas.
La categoría Vivienda describe la evolución que se despliega a lo largo
de los compendios fotonovelescos respecto de los espacios domésticos de
distintos tipos de inmuebles, dependiendo del arraigo, origen e ingresos de los
personajes. La investigación incorpora en esta área a las siguientes
dependencias: Baño, Comedor, Dormitorio, Escritorio y Living.