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PROSPECCIONES Y ESTUDIOS SOBRE ARTE RUPESTRE PREHISTÓRICO EN EL TÉRMINO DE YECLA: CAMPAÑAS II-IV (2001-2003) ANNA ALONSO TEJADA * ALEXANDRE GRIMAL ** ENTREGADO: 2008 Comunidad Autónoma de la Región de Murcia Consejería de Cultura y Turismo Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales Servicio de Patrimonio Histórico MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA DE LA REGIÓN DE MURCIA 15, 2000-2003, ISBN: 978-84-7564-471-4, PP. 173-187 Palabras claves: Cantos de la Visera; Arte Levantino; Arte Esquemático; Arte lineal-geométrico. Resumen: Las actuaciones arqueológicas llevadas a término durante los años 2001 a 2003 en el municipio de Yecla, dan continuación al proyecto iniciado en el año anterior, con la elaboración, en el 2001, de un documento base sobre la puesta en valor del Monte Arabí. Por una parte, se ha proseguido con las tareas prospectivas, con el hallazgo de Cantos de la Visera III y, por otra, se ha seguido avanzando en las investigaciones de los frisos pintados del Monte Arabí. Éstas, más detenidas, modifican necesariamente los resultados de los estudios pioneros y rectifican teorías más recientes. Se desestiman las interpretaciones figurativas del Abrigo del Mediodía (el jinete); Cantos de la Visera II se inicia con el Arte Levantino al que siguen sucesivas secuencias de aquél y del Arte Esquemático, debiéndose desesti- mar la presencia de Arte lineal-geométrico. Keywords: Cantos de la Visera; Levantine Art; Schematic Art; Linear-Geometric Art. Abstract: The achaeological activities during years 2001 to 2003 in the municipality of Yecla, are the continua- tion to the project initiated in the previous year, with the processing, in the 2001, of a document bases on the put- ting on value of Monte Arabí. Also, it has been continued with the prospective tasks, with the finding of “Cantos de la Visera III” place and, it has been continued advancing in the investigations of the painted frisos of Monte Arabí. These, necessarily modify the results of the pioneering studies and rectify more recent theories. The figurative inter- pretations of the “Abrigo del Mediodía” (the rider); “Cantos de la Visera II” begin with the Levantine Art which they follow successive sequences of that one and the Schematic Art, being due to misestimate the presence of Linear- Geometric Art. *Dra. en Prehistoria; [email protected] **Pintor, investigador de arte rupestre [email protected]

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PROSPECCIONES Y ESTUDIOS SOBRE ARTE RUPESTREPREHISTÓRICO EN EL TÉRMINO DE YECLA:

CAMPAÑAS II-IV (2001-2003)

ANNA ALONSO TEJADA*

ALEXANDRE GRIMAL**

ENTREGADO: 2008 Comunidad Autónoma de la Región de MurciaConsejería de Cultura y Turismo

Dirección General de Bellas Artes y Bienes CulturalesServicio de Patrimonio Histórico

MEMORIAS DE ARQUEOLOGÍA DE LA REGIÓN DE MURCIA 15, 2000-2003, ISBN: 978-84-7564-471-4, PP. 173-187

Palabras claves: Cantos de la Visera; Arte Levantino; Arte Esquemático; Arte lineal-geométrico.

Resumen: Las actuaciones arqueológicas llevadas a término durante los años 2001 a 2003 en el municipio deYecla, dan continuación al proyecto iniciado en el año anterior, con la elaboración, en el 2001, de un documento basesobre la puesta en valor del Monte Arabí. Por una parte, se ha proseguido con las tareas prospectivas, con el hallazgode Cantos de la Visera III y, por otra, se ha seguido avanzando en las investigaciones de los frisos pintados del MonteArabí. Éstas, más detenidas, modifican necesariamente los resultados de los estudios pioneros y rectifican teorías másrecientes. Se desestiman las interpretaciones figurativas del Abrigo del Mediodía (el jinete); Cantos de la Visera II seinicia con el Arte Levantino al que siguen sucesivas secuencias de aquél y del Arte Esquemático, debiéndose desesti-mar la presencia de Arte lineal-geométrico.

Keywords: Cantos de la Visera; Levantine Art; Schematic Art; Linear-Geometric Art.

Abstract: The achaeological activities during years 2001 to 2003 in the municipality of Yecla, are the continua-tion to the project initiated in the previous year, with the processing, in the 2001, of a document bases on the put-ting on value of Monte Arabí. Also, it has been continued with the prospective tasks, with the finding of “Cantos dela Visera III” place and, it has been continued advancing in the investigations of the painted frisos of Monte Arabí.These, necessarily modify the results of the pioneering studies and rectify more recent theories. The figurative inter-pretations of the “Abrigo del Mediodía” (the rider); “Cantos de la Visera II” begin with the Levantine Art which theyfollow successive sequences of that one and the Schematic Art, being due to misestimate the presence of Linear-Geometric Art.

*Dra. en Prehistoria; [email protected]**Pintor, investigador de arte rupestre [email protected]

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PUESTA EN VALOR DEL MONTE ARABÍ

La campaña del año 2001 se compartió con la ela-boración de un estudio sobre la Puesta en Valor delMonte Arabí (ALONSO y GRIMAL, 2001) encargadopor la Comunidad. El cerramiento de Cantos de laVisera había constituido uno de los primeros que sehabían aplicado a este tipo de yacimientos con arte alaire libre. Después de Cogul (Lérida), al que se protegiócon un muro y una puerta de acceso, y de la Cueva dela Vieja (Alpera, Albacete), al que se instaló protecciónmediante una reja, las estaciones murcianas fueron lassiguientes a las que se salvaguardaron con un cercado depiedra que diseñaba un relativamente amplio recinto y,en los cantos con pinturas, una reja a través de la que sepodían ver las pinturas. Entendíamos que su protector,propietario y descubridor, Julián Zuazo Palacios habíasido el primero en considerar que el espacio inmediatoa los frisos con arte también era valioso y sobre el cualhabía de llamarse la atención. Sobre estos valores, queciertamente habían jugado un papel importante en laconservación de las pinturas –puesto que no habíamosdetectado agresiones tan drásticas como las verificadasen otros yacimientos– propusimos una serie de actua-ciones que se ocupaban de la sección arqueológica delMonte Arabí. En lo que afecta a Cantos de la Visera, sesustituía el antiguo cercado por una plataforma elevadaque diseñaba un circuito de visita a los frisos pintadoscon la intención de ordenar el recorrido y al mismo

tiempo insistir en el carácter singular y valioso de todoaquel espacio inmediato; en cierta forma, permanecía-mos fieles a la idea básica del antiguo “corralito”, comose lo llamaba popularmente. Las rejas de las pinturaseran sustituidas por un cristal, de características especia-les, que permitía observarlas y evitaba cualquier agre-sión. Las pinturas debían mantenerse tal como se hanconservado hasta ahora –sin agresiones del tipo limpie-za, restauración– con actuaciones específicas necesariaspara salvaguardarlas de filtraciones, etc.

Además de la actuación mencionada, se contempla-ba la dinamización del Arabilejo y los espacios con gra-bados. La Casa de Cultura se constituía en el centro deinformación exhaustiva del valor de aquellas manifesta-ciones como documentos arqueológicos y como expre-siones plásticas contempladas desde la perspectiva con-temporánea.

UN NUEVO FRISO CON PINTURAS: CANTOSIII

Parece razonable suponer que un yacimiento descu-bierto hace bastantes años posea un entorno inmediatodebidamente prospectado; el caso de las estaciones deCantos de la Visera se incluía de pleno en esta situaciónporque su hallazgo había sido uno de los primeros delsector del Este peninsular y, por su importancia, ha sidovisitado por los investigadores más reconocidos en dis-tintas épocas; nosotros mismos hemos de incluirnos en

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el grupo de visitantes reincidentes. Sin embargo, elhallazgo de un nuevo friso en aquel espacio de arte, quehemos dado en llamar Cantos de la Visera III, adverti-do en primera instancia por uno de nosotros (AG),pone de manifiesto la necesidad de las labores de revi-sión con una perspectiva algo distinta y la idoneidad dehaber tomado la decisión de llevar a cabo un nuevoestudio sobre ese particular entorno.

El nuevo friso con pinturas se conserva en el mismocanto rodado en el que se ubica Cantos de la Visera IIpero en el lado opuesto. Actualmente se trata de unaconcavidad o abrigo que dispone delante mismo de ungran bloque, al parecer desprendido de lo que sería lacornisa superior. A pesar de ese desprendimiento, laoquedad que se conserva queda particularmente prote-gida aunque no exenta totalmente de la acción de losagentes meteorológicos, de forma que se han consegui-do mantener parte de lo que probablemente fueronunas figuras más completas, todas de color rojo. Se lle-gan a distinguir tres motivos, o para ser más precisos,restos de ellos: uno, integrado por un trazo horizontalque se amplia en el extremo izquierdo; otro, se trata derestos de pintura de recorrido vertical ligeramente incli-nados hacia la izquierda, y ubicados en un nivel infe-rior. Unos 64 cm a la derecha, un pequeño resto derecorrido vertical, inclinado hacia la derecha, e inme-diatos unos restos de mayor envergadura que se escin-den en dos en el extremo superior.

Aunque su estado actual no permite una identifica-ción por el tamaño conservado y, especialmente, por latextura, adherencia y el color se acercan razonablemen-te a los motivos del Estilo levantino más que a losesquemáticos en los que domina la línea sobre las masasde color, además de un tipo de pigmento algo distinto.Si se aceptase que estamos ante un friso levantino, esteyacimiento representaría una innovación en la concep-ción espacial pictórica de aquellos artistas. Es cierto quelos santuarios de cantos geológicamente son un tantosingulares, pues no se repiten estas formaciones geoló-gicas con pinturas de cazadores-recolectores epipaleolí-ticos, pero esta concepción no deja de alterar la fronta-lidad tan constante con que se construyen los santuariospintados que conocemos hasta ahora.

En efecto, de las cientos de estaciones con Levantinoque se conocen, la mayoría corresponden a cavidadespintadas en la pared frontal, más raramente en el techoy únicamente cuando éste es accesible, en suma parecehaber una norma bastante extendida. Sin embargo, la

propia Comunidad de Murcia ha hecho aportacionesbastante sorprendentes que han representado una sutildesviación a la norma. Nos referimos a los frisos levan-tinos ubicados a una altura considerable respecto a labase del abrigo que los acoge, como los del Rincón delas Cuevas II , en la pedanía de Benizar y los de la RiscaI, II y III , en el Campo de San Juan (Moratalla); parti-cularmente el primero y el último de los mencionados.

Es nuevamente este conjunto murciano del Arabí elque aporta una interesante innovación que irremedia-blemente conduce a la reflexión sobre este aspecto de laelección del espacio. La selección puntual y concreta delos cantos desprendidos y erosionados, con sus notoriasviseras, frente a los abrigos (que es lo habitual), ofreceindicios de criterios particulares y distintos de aquellosartistas. En este enclave, además, se pone en cuestión elsentido utilitario que aún hoy se atribuye a los abrigospintados –desde una visión excesivamente simplista– deposeer buena visibilidad para las acciones cinegéticas.

Es en estos yacimientos de Cantos de la Visera I, IIy III en que adquiere pleno valor el tratamiento y ladenominación de espacios sacros con que venimos cali-ficando a estos lugares pintados.

OBSERVACIONES SOBRE EL ABRIGO DELMEDIODÍA

Podría afirmarse que este conjunto de ArteEsquemático es el que menos atención ha recibido delos que se ubican en el Monte Arabí pues con excepciónde alusiones a alguno de sus motivos, como el jinete,nada ha despertado el interés para una nueva revisión,sea total o parcial, desde 1915 en que se publican porvez primera (BREUIL y BURKITT, 1915).

Las formas pintadas que superan la treintena se con-centran en 4 paneles todas en color rojo, aunque condistintas tonalidades, algunas francamente difíciles deapreciar como varias del primer espacio, en un ocremuy desvanecido.

El primer panel se halla protegido por una reja, es elmás numeroso, integrado por motivos abstractos, desdebarras, puntiformes, zig-zag horizontales hasta formasgeométricas más complejas y tipológicamente pocohabituales.

El segundo, se halla fuera de aquella protección peroen la misma gran concavidad que los anteriores.Agrupando series de trazos, en algunos casos, y demasas de color, en otros, de recorrido vertical.

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El tercero se ubica a 13,10 m a la derecha del ante-rior y corresponde a otra cavidad independiente, aun-que forma parte de la gran concavidad que representa elAbrigo del Mediodía. Tan solo conserva un motivointegrado por un trazo vertical engrosado en el extremoinferior al que cruza en el opuesto otro en sentido hori-zontal y ligeramente arqueado. El último de los puntoscon pintura está a 30,60 m a la derecha del anterior.Únicamente conserva una forma abstracta, en el techo,conformada por dos trazos paralelos que discurren ensentido horizontal para diseñar varias ondulaciones.Breuil publicó este motivo sobre elementos del panelprimero sin señalarlo gráficamente lo que pudo crearcierta confusión, también el hecho de que lo trata comodos motivos completos e independientes. En realidadcorresponde a un único elemento, de tipo serpentifor-me que nosotros lo presentaremos en la posición correc-ta en que el espectador ve la imagen en el techo del abri-go.

La apreciación inicial que cabe puntualizar se refiereal método que hemos utilizado para la reproducción delos motivos. Contrariamente a la propuesta del investi-gador francés, en el que aparecen las formas muy com-pletas y bien perfiladas, nuestra versión se hace reflejode todas y cada una de las irregularidades lo que origi-na que las figuras no se presenten tan bien acabadas,pudiendo sugerir el efecto erróneo de que se deba a unproceso de destrucción o de degradación relativamentereciente. Esta percepción, insistimos, no responde a larealidad sino simplemente al método empleado enaquellos años que trataba de completar las imágenespara que fueran reconocibles. En realidad, aquello coin-cidía con su idea de que el Arte Esquemático era unaevolución degenerada del arte figurativo (Levantino) y,por tanto, no cabía cuestionarse un aspecto menorcomo el proceso técnico.

Esa dependencia de las pinturas del Mediodía con elarte figurativo no solo se percibe en el método sinotambién en la identificación de las formas. De tal suer-te que se reconoce en el friso elementos totalmente figu-rativos, como el individuo montado sobre un caballo,un segundo jinete incluso, una cabra y figuras huma-nas, la mayoría totalmente rechazables.

El método empleado por nosotros refleja distintosprocedimientos técnicos en la ejecución de los elemen-tos y rompe la uniformidad tan notoria que reflejaba elantigua calco y que tan sumisamente se había aceptadopor la investigación. La relevancia de la técnica resulta,

desde nuestro punto de vista, capital en el análisis de unarte porque, como debería ser bien sabido, forma partefundamental de la definición del estilo. En el Mediodíaresulta muy valiosa porque se imbrica directamente enel reconocimiento de las formas y nos permite discre-par, también en esta cuestión, en la identificación de losmotivos allí pintados. Por otra parte, hay un aspecto enel que la técnica y su análisis pueden resultar funda-mentales, aunque quizás todavía no podamos valorarloen toda su magnitud, y es que las distintas técnicaspudieran corresponde a diferentes momentos de ejecu-ción y consecuentemente a diversas etapas cronológicas.

La Pintura Esquemática, al contrario que laLevantina, presenta una variabilidad muy notoria encuanto al instrumento pictórico empleado. La presenciamuy generalizada de trazos de grosores que suelen supe-rar los 10 mm, con perfiles irregulares, permiten hipo-tizar sobre un abanico de objetos ciertamente amplio ytodos ellos verosímiles. En el caso del Mediodía, con unsoporte rocoso bastante irregular, los pintores no trata-ron de conseguir perfiles uniformes y paralelos por loque es deducible que el instrumento empleado tendríapoca flexibilidad y no conseguía impregnar de pinturalos surcos y recovecos más profundos. La posibilidad deque ramas preparadas a modo de brochas hubiesen sidoel vehículo empleado es más que aceptable para algunosmotivos, como por ejemplo los de estructuras más com-plejas.

A pesar de la idoneidad de las ramas como instru-mentos pictóricos, el empleo de los dedos es una opciónmuy rentable. Se trata de trasladar el pigmento con layema de los dedos y arrastrarlo sobre el soporte median-te cortos pero consecutivos trazos cuyo resultado final yaparente es el de un trazo único. Este sistema ha sidoverificado por nosotros en todo el sector Este peninsu-lar, de manera particular en la Cañaica del Calar II y IV,en el abrigo V de Benizar, Cueva del Esquilo(Moratalla), Buen Aire (Jumilla), y en los abrigos delPozo (Calasparra), por citar unos pocos ejemplos, porcitar los de la Comunidad de Murcia (GRIMAL yALONSO, en prensa).

En definitiva, los dedos como instrumentos resultanindiscutibles para los puntos y barras pero pueden serigualmente verosímiles para el diseño de motivos conestructuras más complejas. Por ello, es perfectamenteaceptable que el serpentiforme doble del último paneldel Mediodía fuese sido ejecutado con este método, enconcreto, con dos dedos simultáneamente.

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Más difícil se presenta el proponer un instrumentoespecífico para los elementos más altos del panel prime-ro, y no es fácil para los motivos de coloración extrema-damente débil precisamente por el estado de conserva-ción. Con todo, la distribución de la pintura y el resul-tado se aproximaría al que hemos conseguido con unaespecie de muñeca de piel o de fibra vegetal, con las quese logran superficies más irregulares y se ejerce menoscontrol sobre el diseño.

Otra fórmula de ejecución que hemos determinadoes la que se ha empleado en un elemento ubicado en lazona más próxima a la base del abrigo del primer panel,según la cual la pintura parece transferida al soportemediante un vehículo aplanado que impregnado depintura se presiona sobre la roca soporte. Se consiguenmasas compactas pero sin penetración de la pintura enlas rugosidades rocosas y con perfiles poco precisos.

El abrigo del Mediodía presenta, en conclusión,cuatro maneras como mínimo de aplicación del pig-mento que indica fases de composición del friso y quepueden marcar algún indicio temporal, descartando,cuanto menos, la sincronicidad en su ejecución.

La Pintura Esquemática estaría integrada, segúnnuestras investigaciones, por tres tipos de elementos:aquellos netamente abstractos, informes, en definitiva;los geométricos y los esquemáticos, estos últimos sonlos que mantienen alguna referencia a la figuración,aunque sea ciertamente muy exigua, en motivos talescomo antropomorfos y zoomorfos.

El abrigo yeclano ofrece mayoritariamente motivosgeométricos y formas abstractas, siguiendo así una cons-tante en esta expresión pictórica-creencial, pues sonaquellas las que conforman el elenco más numeroso deltotal de pinturas. Entre los primeros, se han reconocidoalgunas tipologías muy comunes y esenciales como sonlas barras y los puntiformes, además de algún serpenti-forme (Figura 1 a 3). Sin embargo, buena parte de losgeométricos corresponden a elementos algo más com-plejos, algunos incluso verdaderamente inusuales, puesno van a reconocerse entre las formas que se conservan,por ejemplo, en el cercano Abrigo II de Cantos de laVisera; ni siquiera pueden hallarse estructuras similaresentre los yacimientos con aquel tipo de pintura del restodel territorio del Altiplano, en término municipal deJumilla: Abrigo de la Pedrera, Buen Aire I o Abrigo delos Gargantones, por citar los más prolíficos.

Hay que desestimar la presencia de formas con refe-rencia a la figuración y entre ellas la identificación por

parte de Breuil, ya desde el primer estudio, de un jine-te sobre un caballo; interpretación por la que este yaci-miento ha sido mencionado con iteración en la investi-gación posterior al convertirse en un ejemplo paradig-mático. En suma, no se reconoce figuración animalalguna como tampoco se trata de un équido otro ele-mento a la derecha de aquél al que Breuil también iden-tificó como tal. Morfológicamente ambos son el resul-tado de una idea bastante similar pero dentro del marcoestrictamente geométrico.

La pintura del panel primero que el investigadorfrancés había identificado como un cáprido, va a resul-tar una forma geométrica, y una aportación estimableque ofrecen los nuevos calcos se refiere a la identifica-ción de los elementos en la zona alta de aquél, que pier-den todo el carácter antropomorfo que les concedieraBreuil.

Para concluir estos comentarios, si tomamos el posi-cionamiento, desde nuestro punto de vista más correc-to, de huir de esa inercia perniciosa de interpretar cons-tantemente las formas –antes incluso de un análisisaséptico y estricto– en la búsqueda de las trazas de lafiguración, concluiríamos que la llamada convencional-mente Pintura Esquemática (o Arte Esquemático)podría ser analizada desde la tendencia artística abstrac-ta, con una gran carga de gestualismo y de acción.Todos ellos son los verdaderos valores de este horizon-te, lo que suscita la percepción del espectador y losauténticos instrumentos de que se vale. Con todo, suvaloración habrá de ser muy estricta, precisamente parano caer en la anécdota como con demasiada frecuenciase incide en el tratamiento de la figuración; nos referi-mos, en concreto, al Arte Levantino.

DATOS SOBRE CANTOS DE LA VISERA I y II

De estos dos abrigos se llevaron a cabo con bastanteinmediatez a su descubrimiento, en 1912, dos versio-nes, una, autoría de Henri Breuil y, otra, de Juan Cabré,publicadas ambas en 1915. Son, como cabe suponer,versiones muy mediatizadas por las disponibilidadestécnicas de aquellos años pero, sobre todo, por la expli-cación –o interpretación– subjetiva que cada autorquiso dar de lo que ellos percibían en los frisos, demanera que ante una misma imagen, o grupo de éstas,los recursos gráficos empleados pueden ser muy distin-tos pues cada autor resaltaba o insistía en aspectos dife-rentes. Si bien, por ejemplo, la propuesta gráfica de

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Cabré parece acercarse más a la realidad –y de hecho esla que se ha tomado siempre como referencia– al resal-tar más los detalles, no quiere ello decir que sea más fiela lo existente en la pared, pues hemos observado quedicho estudioso omite imágenes, o las presenta muyincompletas. Breuil ofrece un calco muy personal, sepodría decir que hay un mayor reflejo del carácter, de lamanera de hacer del dibujante, logrando una cierta uni-ficación de todos los motivos, pero repara en detalles yfiguras que en verdad son verificables. Con todo, hayque reconocer que en ambos casos se trata de estudios

muy meritorios y demuestran, una vez más, ser perso-nas muy cualificadas.

Otra cuestión es la reinterpretación que los investi-gadores que les sucedieron han hecho de aquellas ver-siones, ajenos al conocimiento y las voluntades de loque los investigadores pioneros querían expresar, por-que ello sí ha conducido a algunas deducciones y afir-maciones que no se pueden sostener actualmente.

La primera cavidad ha aportado alguna figura decuadrúpedo nueva, ciertamente fragmentada, probable-mente identificable como un ciervo, discrepancias en la

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Figura 1. Sector izquierdo del Panel I del Abrigo del Mediodía. Calco de A. Grimal y A. Alonso.

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morfología de otras y sobre todo en la interpretaciónque se hacía a partir de motivos incompletos, pudiendoestablecer diversas secuencias en la ejecución de losmotivos; todos animalísticos.

Pero hemos de reconocer que, sobre todo el abrigoII, y su sector izquierdo, ha sido el que ha captado laatención de la investigación, constituyéndose hace añosen la demostración cronológica del Arte Levantino.

Ciertamente es el que aporta más información porlas abundantes solapaciones entre motivos de distintosarte, y hemos de reconocer que es verdaderamente com-plejo y ha exigido de observaciones minuciosas y dete-

nidas para establecer, con suficiente seguridad, el ordende la secuencia de ejecución de los diversos motivos.Probablemente sea este sector uno de los más comple-jos, en el sentido a que nos referimos, de todos cuantosconocemos con Arte Levantino. Por el interés que estesector tiene no detendremos en él especialmente y aalgunos de los resultados a que hemos llegado.

La primera figura de esa compleja zona pintadacorrespondió a un ciervo, orientado hacia la izquierda,de cuello extremadamente esbelto, conservado en sutercio anterior con más claridad. La línea de silueteadoestá bien marcada, con trazos bastante constantes en su

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Figura 2. Motivos abstractos del Panel I del Abrigo del Mediodía. Calco de A. Grimal y A. Alonso.

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grosor en torno a lo 3-4 mm, mientras su interior cor-poral debió estar originariamente completado de formadesigual; fórmula bien conocida en el Levantino.

Sobre aquél se diseño un gran toro –el mayor delabrigo de 56,2 cm de longitud máxima conservada–orientado en sentido contrario, en un color rojo amari-llento, de pintura muy homogénea y cubriente, en elque prácticamente no se aprecia la línea de silueteado;son esos dos elementos tamaño y color los que en cier-ta forma centraría visualmente el espacio porque lasimágenes siguientes se dispondrán en su entorno. Sepodría decir que ese punto de la pared rocosa ejerce uninterés especial a cuantos después diseñaron los moti-vos. En proporción a la masa corporal, la cabeza y par-ticularmente la cornamenta es más bien de poca enver-gadura y de tendencia semicircular y se sobrepone con

decisión al abdomen del venado ocultando fragmentosde aquél

Pero antes de este gran toro se pintaría una figura deciervo de color rojo-castaño menor cuya cabeza y cuellosobresale por el dorso del bóvido, quedando totalmen-te oculto el resto de su anatomía. La imagen presentaunas características de realización semejantes al primerciervo –en ambos el relleno es desigual–, y además seorientan en el mismo sentido, por lo que se plantea laduda, por otra parte difícil de resolver, de si pudiera seranterior al primer ciervo. En cualquier caso, lo que escierto es que su diseño también fue anterior al gran toropues la posibilidad de que se hubiese pintado a conti-nuación de él plantea algunas cuestiones; la principalque al haberse optado en el ciervo por el relleno corpo-ral desigual la imagen se presentaría confusa en ese

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Figura 3. Motivo abstracto del Panel IV del Abrigo del Mediodía. Calco de A. Grimal y A. Alonso.

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punto, pues el color del toro dominaría sobre ella. En elArte Levantino hemos verificado que en las solapacionesde grupos de figuras se intenta que la imagen precedentepueda ser también reconocida, para lo que se utilizandiversas fórmulas que en todo caso resaltan siempre laúltima. Y únicamente en la circunstancia de que la ima-gen precedente se halle muy destruida es cuando no setiene inconveniente en pintar sobre ella la nueva imagen.

La tercera fase pictórica corresponde a la acción delos pintores del Arte Esquemático. Corresponde al ave,rojo-castaño oscuro, que superpone su ala izquierda alciervo y al toro.

Sobre el abdomen del gran toro se pintó una estruc-tura geométrica semicircular –una especie de retículapara entendernos–, rojo-castaño, que en su área centraldeja ver unas formas, que sugieren, y de hecho han sido

interpretadas como un ave, por sus semejanzas estruc-turales con la comentada anteriormente.

El reconocimiento se ve apoyado en buena medidapor la presencia de lo que parecen ser las extremidades,particularmente una de ellas que finaliza en tres apéndi-ces –como la anterior– y en la estructura un tanto per-dida de lo que probablemente corresponde a las alasdesplegadas horizontalmente y con trazos paralelosentre sí y perpendiculares a ellas a modo de plumas.

Objetivamente no se puede determinar cual deaquellas dos aves fue pintada en primera instancia comotampoco hemos podido decidir, dado el estado de dete-rioro de los motivos, el orden de ejecución entre la retí-cula y el ave.

Como propuesta –y esto es una mera hipótesis–diríamos que ambas aves y la retícula y las formas geo-

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Figura 4. Bóvido incompleto de Cantos de la Visera I. Calco A. Grimal y A. Alonso

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métricas similares, tanto del sector izquierdo como laque se halla en la zona baja de la derecha, constituiríanlas primeras acciones de los pintores abstractos.Probablemente todas estas ejecuciones no sean sincró-nicas pues presentan colores y facturas distintos, aun-que tienen en común el ubicarse en un sector concretoy en el carácter geométrico-abstracto que comparten.

En efecto, es evidente que la forma en zig-zag ver-tical, de un tono castaño-rojizo se infrapone en suextremo inferior a la retícula ubicada en ese punto.Hay que comentar que dicho zig-zag está integradopor dos bloques de cuatro trazos cada uno que inten-tan diseñar ángulos simétricos. En el grupo de la dere-cha aparece, no obstante, un quinto trazo, de igualcolor y factura, pero que no sigue las pautas de laslíneas compañeras; incluso se aparta notablemente deellas para seguir un recorrido casi paralelo a la grupa del

gran toro llegando a ser ocultada en alguno de los tra-mos de su recorrido por la imagen del ciervo de grandesproporciones que, como veremos más adelante, fue pin-tado con posterioridad.

La siguiente ejecución de motivos corresponde, nue-vamente, a los pintores levantinos. Sobre el gran toro ysobre la retícula que solapa parte de su abdomen sepintó un cuadrúpedo que Cabré confundió con el cuer-po del gran ciervo y que, en cambio, Breuil sí llegó aindividualizar, pero dándole una orientación en sentidocontrario a como la verificamos nosotros. Nos basamosen que los fragmentos que sobresalen por el dorso delgran toro, a la derecha de cabeza-cuello del ciervo,corresponden a las puntas de la cornamenta de animalque cabe reconocer como un venado. Esta superposi-ción del ciervo sobre la retícula se aprecia en distintospuntos de sus extremidades delanteras.

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Figura 5. Ciervo de Cantos de la Visera I. Calco de A. Grimal y A. Alonso.

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Sobre el animal comentado, se pintó otro, en uncolor castaño-rojizo, que se dirigía hacia la derecha, quese conserva bastante incompleto.

Un nuevo herbívoro se incorpora al friso, en uncolor algo más intenso que el anterior, que mantiene lamisma orientación, y que con el inicio de su dorso sesolapa a las extremidades delanteras de aquél. Tanto lacabeza de éste como la de aquel al que se solapa se pre-sentan muy difíciles de definir, pero el hecho de que nose distinga ningún fragmento de las puntas de la corna-menta nos permite lanzar la hipótesis de que pudierantratarse de ejemplares de ciervas (o de individuos jóve-nes).

A este momento podría atribuirse el diseño del cier-vo macho que se ubica delante del precedente, tambiénorientado en el mismo sentido, y que muestra partes desu anatomía (grupa, patas delanteras, extremos de la

cornamenta) ocultas, como veremos, por actuacionespictóricas posteriores.

La siguiente intervención pictórico-creencial vuelvea ser responsabilidad de los artistas levantinos al diseñarun ciervo de gran tamaño, de 58,5 cm de longitud dehocico a inicio de la cola, en un color castaño-oscuro.En realidad lo que se consigue con ello es “rehabilitar”la antigua imagen, aunque quizá sería más preciso decirque lo que verdaderamente se recupera es un antiguo eimportante espacio. Manteniendo las dimensiones deltoro se pinta un nuevo herbívoro empleando especialcuidado en no ocultarlo totalmente de forma que sereconociera sin la menor confusión. Por ello se com-prueba como la silueta del venado deja ver –gracias a ladiferencia de color– parte de la cabeza y totalmente lasastas, el cuello, la cruz, la parte final de la línea dorsal,la grupa, una parte notable de las extremidades poste-

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Figura 6. Sector izquierdo de Cantos de la Visera II en el que se concentran el número más relevante de superposiciones. Calco de A. Grimal y A. Alonso.

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riores –son visibles, incluso, las pezuñas– buena partedel abdomen y del pecho.

En base a estos datos diríamos que estamos más queante un toro convertido en ciervo, como se ha venidomanteniendo por algunos estudiosos, ante dos animalescon anatomías independientes; muy distinto, por ejem-plo, a los casos de la Cueva de la Vieja (Alpera) y al delabrigo I del Torcal de las Bojadillas (Nerpio), sobre todoaquél, en que, en efecto se transforman las cornamentasmientras que el cuerpo es único.

En suma, el gran ciervo de este sector de Cantos dela Visera II se superpone a todos los motivos comenta-dos, tanto del Arte Levantino como del Esquemático,con excepción de dos retículas.

Tal vez contemporánea de aquel gran ciervo, talcomo propuso Cabré, se pintara un ciervo, de menoresdimensiones, del sector inferior de color muy similar yque se sobrepone a varios cérvidos de la zona baja.

Con posterioridad a dicho ciervo pues cubre partede su eje y puntas más adelantadas, se pintó un équido,de un color castaño-rojizo muy oscuro, que representala última actuación levantina que podemos seguir a tra-vés de las superposiciones, ya que debe mencionarseque a su alrededor hay otros motivos de ese mismohorizonte a los que no se puede adjudicar un orden deejecución especifico.

La última actuación, o actuaciones, de esta cadenade acciones pictóricas corresponde a los autores de laPintura Esquemática, con la ejecución de motivos neta-mente abstractos, resultantes del gestualismo, o actionpainting, todos de color rojo-castaño. Y así se pintanmáculas sobre el hocico del gran ciervo, sobre el équi-do, sobre varios animales cercanos pero fuera del cuadrode solapaciones, y sobre los ciervos del sector más bajodel friso alguno de los cuales resta muy enmascaradopor estas acciones pictóricas.

CONSIDERACIONES FINALES

Como hemos comentado, los trabajos de investiga-ción en los frisos pintados del Monte Arabí se compar-tieron con las tareas prospectivas en el municipio deYecla. Prácticamente se han hecho incursiones en todoslos territorios que presentaban posibilidades, con pre-sencias de cavidades, orientación adecuada y otros fac-tores adecuados. Una primera consideración es que,aún existiendo sectores con presencia reseñable de cavi-dades, éstas no se daban con la profusión de otros terri-

torios; nos referimos, por ejemplo, a las que concentra-ba el término de Moratalla –y que inevitable nos ha ser-vido de referencia al haber desarrollado en él variascampañas de prospección (1989-1990, 1996-1999)–;incluso, y como comprobaríamos en años sucesivos,eran numéricamente inferiores respecto a las que sedeterminan en el otro sector del Altiplano, el pertene-ciente al término de Jumilla. Otra eventualidad que haintervenido en el resultado nulo en hallazgos de las tare-as prospectivas ha sido la calidad de los soportes, que sehan presentado notoriamente alterados, lo que haimposibilitado totalmente la conservación de motivospictóricos, en el caso que los hubieran contenido.

De los resultados del muestreo prospectivo realizadoen el término de Yecla, no se puede inferir que no exis-tan yacimientos con alguna presencia de arte prehistó-rico, pero hay posibilidades razonables, o al menos nosatrevemos a sospecharlo, de que no hayan existido con-centraciones de pinturas tan notables como las delArabí, pues algún fragmento o resto se hubiese conser-vado. De manera que la conexión de aquel núcleo pic-tórico con otros hipotéticamente posibles del mismotérmino –y que había sido uno de nuestros propósitos–no se ha podido establecer; este resultado determinó enbuena medida que, en años posteriores, ampliásemoslas tareas de búsqueda en el otro sector del Altiplano, enel término de Jumilla, obteniendo excelentes resultados.

El Abrigo del Mediodía se presenta para nosotrosespecialmente interesante por las particulares y novedo-sas formas que acoge; aparte de las esenciales y básicas,que no encuentran paralelos prácticamente en toda laComunidad de Murcia. La presencia de estructuras sin-gulares y prácticamente únicas en amplios territorios,las hemos constatado en geografías tan alejadas de laque nos estamos ocupando como la comarca de LasGarrigas (Lérida), concretamente en el friso de la Vallde la Coma, o en el Portell de les Lletres (Montblanc,Tarragona) o, también constituye un ejemplo, algunasformas de Solana del Molino (Socovos, Albacete). Peroestas constataciones, que seguramente se repiten enotros muchos territorios, están dentro de los parámetrosde este horizonte por lo que deben aceptarse con nor-malidad.

Hay un aspecto del Mediodía que ha asumido unaimportancia muy notoria en la investigación por sutrascendencia y es la interpretación de uno de sus moti-vos como un jinete. En base al nuevo estudio, y ate-niéndose estrictamente a lo que se conserva, debemos

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desestimar la presencia de un elemento figurativo; locual está en perfecta consonancia con el contenido deeste yacimiento, de carácter abstracto, o abstracto geo-métrico si se quiere, y se integra sólidamente con elgrupo de motivos inmediatos con los que comparte unmismo criterio estructural. Son elementos que guiadospor un eje central diseñan formas simétricas a amboslados, como ya hemos reseñado. Así pues, la supuestacabeza del équido tiene una forma idéntica en lo que seinterpretaba como cola; las reconocidas como extremi-dades son trazos que se unen completamente cerrandola estructura, etc.

La búsqueda de detalles en los elementos pictóricosque pudieran suministrar algún dato cronológico forzóa los investigadores pioneros a interpretaciones verdade-ramente irreales; lo que ya resulta menos comprensiblees que, transcurrido el tiempo, no se haya procedido ala revisión aquellos motivos que se han escogido paraextraer conclusiones de alcance verdaderamente impor-tante, como es el tema de los jinetes, y por tanto de ladomesticación del caballo, y su representación en el arterupestre. Precisamente es este un tema recurrente en lainvestigación pero que se presenta con una ausencianotoria de rigor por cuanto se concede prioridad a lasinterpretaciones subjetivas en detrimento de un análisispausado y estricto, como corresponde. Y así se com-prueba como, a parte del ejemplo del Mediodía, sesigue calificando de jinete alguno de los motivos de laCova del Pi (Tivissa, Tarragona), cuando no hay ningúnelemento para sostener dicha identificación, y así se hapublicado en alguna oportunidad; y quizás, el caso másllamativo, sea el del jinete del Abrigo X de la Gasulla(Ares del Maestrat, Castellón), interpretado como tal alno tenerse en cuenta que las formas pintadas fueronmodificadas con una acción de raspado y grabado muyposteriores, de manera que lo resultante nada tiene quever con lo que originariamente se pintó. Como quieraque hace ya algunos años nos detuvimos ampliamenteen este motivo, no insistiremos sobre la cuestión(ALONSO y GRIMAL, 1995: 59; GRIMAL, 2003).

Cuando iniciamos las investigaciones en los Cantosde la Visera, contábamos con ciertos datos obtenidos enuna primera aproximación al abrigo II que nos habíapermitido en su momento mantener una postura dis-crepante con las propuestas hasta entonces, respecto alas superposiciones (ALONSO y GRIMAL, 1995).

Las revisiones que en los años setenta había realiza-do F.J. Fortea (1974), recogiendo dudas reiteradas por

parte de A. Beltrán (1968), aceptaban que este friso erauna demostración de que anterior a los motivos de ani-males grandes, los primeros del ciclo del ArteLevantino, existían otros geométricos pertenecientes alque él denominó Arte Lineal-geométrico cuya adscrip-ción cronológica cabía atribuir al Epipaleolítico, y quereubicaban el origen de aquel arte figurativo enmomentos posteriores. Esta teoría se ve consolidada,particularmente en el territorio murciano, cuando M.Hernández ratifica dicha propuesta en las I Jornadas deHistoria de Yecla, en base esencialmente a los nuevos yrecientes hallazgos alicantinos de un nuevo arte que éldenominó Macroesquemático. Hay que añadir que adicho autor algunas manchas presentes en el friso yecla-no de Cantos II le recordaban los trazos gruesos de esenuevo arte (HERNÁNDEZ, 1989).

La propuesta de la cronología neolítica para el ArteLevantino estaba definitivamente consolidada, y así sereflejaba en las salas y publicaciones del propio MuseoArqueológico de Yecla (RUIZ, 1999; 2000) y en diver-sas obras de carácter universitario (EIROA, 2000: 325),admitiéndose también ese criterio en alguna edición dela propia Comunidad (SAN NICOLÁS, 1999).

El que la Comunidad apoyase nuestra propuesta derevisión de estos importantes conjuntos, y particular-mente Cantos II, era una oportunidad para demostrarque el Arte Levantino era epipaleolítico, reforzando latesis que venimos manteniendo hace años. Y la cuestiónno era menor pues ese friso había constituido la pruebade que bajo los grandes animales iniciales del Levantinoexistían formas geométricas –Lineal-geométrico, paraFortea, o Pre-levantino de Beltrán– que imponían unabarrera cronológica. Son muchas las pruebas que inva-lidan esa propuesta, como se ha puesto de manifiesto enlíneas precedentes, y demuestran que la hipótesis de tra-bajo que se propuso por E. Hernández Pacheco, en1918 y 1924, no ha sido demostrada objetivamente enlos decenios siguientes. Debe rechazarse esa inercia enconceder a las figuras grandes animalísticas un valorcronológico inicial en el proceso del Arte Levantino;Cantos II, precisamente, tiene la figura de mayor tama-ño en las últimas etapas levantinas y de ello se aperci-bieron todos los investigadores aunque, sorprendente-mente, no dieran explicación a esa evidencia; probable-mente porque en el mismo espacio se verificaba la tesisy la antítesis. Por otra parte, ¡era tan cómodo teneralgún elemento de cronología para el origen del indó-mito Arte Levantino! y así poder anticipar otros hori-

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zontes: Arte Lineal-geométrico, Arte Pre-levantino,Arte Macroesquemático (ALONSO y GRIMAL, enprensa).

Cantos de la Visera II es un magnífico ejemplo deespacio creencial compartido y de cómo todos los pinto-res-celebrantes ordenaron sus imágenes en un puntoconcreto de la cavidad. A primeras acciones levantinasde ciervos, le sucede una potente imagen de toro en uncolor homogéneo y diferencial. Con la intención deaproximar al máximo posible, pero sin interferir endicha figura, se pintan una serie de motivos del ArteEsquemático. Esta ordenación intencionada del espaciose puede observar en la posición del ala izquierda del aveque se sobrepone al ciervo alto y al toro, mientras quesus extremidades parecen inclinadas para evitar enmas-carar la cabeza del toro, elemento esencial en su identi-ficación. Y una intención en el mismo sentido nos atre-vemos a advertir en la colocación de la retícula y el avemenor, que parecen encajadas en el espacio libre entrepatas y abdomen del toro y que, aunque contactando, ennada perjudican la lectura correcta del animal.

Aunque a primera vista pudiera parecer que los zig-zags verticales y la retícula que en su parte inferior sesobrepone, se han ubicado marginalmente al gran ani-mal, el detalle de que uno de los trazos verticales sesepare de su grupo para ir a buscar la parte posterior delanimal siguiéndola en su recorrido, nos está indicandoesa intención de vincularse espacialmente. Los pintoreslevantinos que pintaron nuevamente siguieron esamisma pauta, de manera que se pinta un ciervo sobre eltoro, al que no afectaría en su lectura visual, al sermucho menor y de color más oscuro; como tampocoperjudica, a pesar de la solapación de sus extremidades,al motivo geométrico. A los pies de aquél se pinta otroanimal y, quizás, el que ascendente se halla delante mos-trando que las puntas de su cornamenta contactaríancon el cuello del bóvido. Con intención decidida sepinta una nueva imagen cuya cabeza debería solaparsecon los tres últimos herbívoros; es un ejemplo evidentede elección prioritaria de ese espacio en beneficio delocupado por las formas abstractas y, quizá, porque si sehubiera pintado sobre ellas éstas se hubieran vistodemasiado perjudicadas en su lectura visual.

Verdaderamente contundente es la realización delgran ciervo justamente en el mismo espacio que perte-nece al toro pero con sutiles disposiciones de su anato-mía –la cabeza baja– para preservar la cabeza de aquél.Con la imagen del ciervo se recupera en realidad todo

el espacio del gran toro y contacta con la mayor partede motivos, tanto levantinos como esquemáticos.

Aquella actuación levantina dará paso a una siguien-te, tal vez contemporánea, la de un ciervo, cuya prolífi-ca cornamenta se sobrepone al ciervo ascendente comosi así se vinculase, aunque fuese a través de un ejemplarintermediario, con el gran bóvido. Y una nueva acciónpictórica levantina dispondrá la parte posterior de unéquido justamente sobre la cuerna más adelantada deaquel venado.

Este auténtico frenesí por compartir un espacio tanlimitado, despreciando el disponible en áreas inmedia-tas, con escrupuloso respecto por cada una de las actua-ciones, solo debe comprenderse en clave creencial. Y nodebería sorprender que grupos humanos, de culturasdistintas, pero cuyas creencias se explicitan a través deacciones pictóricas sobre soportes rocosos al aire libre,comprendiesen el valor sacro de ese espacio y de las for-mas pintadas. Este sector de Cantos II es un ejemplomagnífico –quizá el mejor de cuantos conocemos en elOriente peninsular– de las etapas finales de las creenciasde los grupos predadores epipaleolíticos y su contactotemporal con las de los grupos productores, permane-ciendo fieles cada uno a su mundo de valores pero mos-trando, a la vez, un indudable respeto mutuo. Respetoque parece diluirse cuando el gestualismo se convierteen una decidida action painting que enmascara indiscri-minadamente a formas levantinas y abstractas.

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