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    EXPANSIN DE LA SOJATRANSGNICA EN LA

    ARGENTINA Miguel Teubal*

    * Economista, con doctorado en la Universidad de California (Berkeley, California, EE.UU.). Es investigador del CONICET, Instituto de

    Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y profesor consultor de la Facultad de Ciencias Sociales. Public

    trabajos sobre deuda externa, crisis alimentaria, sector agropecuario y agroalimentario en Amrica Latina y la Argentina

    INTRODUCCIN

    En aos recientes la opinin pblica ha dado un vuelco respecto a la percepcin que tuvo en la dcada delos noventa sobre las presuntas bondades del neoliberalismo aplicado en la Argentina, aparentemente conmayor severidad que en otros pases del continente. En efecto, si bien a lo largo del perodo de instauracindel modelo se manifestaron regularmente protestas de diversa naturaleza en contra de la poltica econmicaneoliberal, tuvo que producirse la crisis que vivi el pas en 2001/2002 considerada una de las ms gravesde la historia, quizs incluso mucho ms que la de los aos treinta para que gran parte de esa opininpblica comenzara a cuestionar aspectos centrales de esa poltica. Tal incredulidad se hizo evidente ycobr importancia porque, a diferencia de las crisis asitica, brasilea o rusa, la que vivi Argentina fueefectivamente una crisis del neoliberalismo (vase Teubal, 2004 y 2007).

    Privatizar, desregular, abrirnos a la economa mundial, en fin, ajustar las cuentas fiscales, reducir el gastopblico en salud, educacin, etc. fueron todas polticas que se sustentaban en preceptos que conformabanparte de un presunto pensamiento nicoque haba que aceptar, s o s, como parte de una verdad revelada.Y todo en aras de impulsar una autntica economa de mercado que habra de proyectarnos hacia elprimer mundo. En lo esencial tales polticas se correspondan con la naturaleza del Estado que se fue

    conformando en ese perodo: un Estado que deba rebasar su estatus benefactor para pasar a considerarla necesidad de que las instituciones y la poltica econmica en general se orientaran en gran medida enfuncin de las necesidades del mercado y las grandes empresas (esencialmente transnacionales), enatencin a los preceptos ms preclaros del neoliberalismo.

    Sin embargo, existe un aspecto del neoliberalismo aplicado en Argentina que se mantiene intacto: se tratadel modelo agrario, de agricultura industrial (vase Vallianatos, 2001; Shiva, 2003), impulsado con granahnco durante el perodo de apogeo del neoliberalismo. Tal modelo se manifiesta, entre otros factores,por el auge fenomenal que ha tenido el cultivo de la soja en el pas. Este cultivo, que comenz a producirseen gran escala en los aos setenta, adquiere un cariz muy especial a partir de mediados de los noventa,cuando se libera al mercado el cultivo de la soja transgnica. Rpidamente esta variedad sustituy a laconvencional, transformando a la soja en uno de los principales productos de exportacin. En efecto, a partirde este desarrollo, la Argentina se ha transformado en uno de los principales pases del tercer mundo en elque se impulsan los cultivos transgnicos. Todo ello de la mano de la soja transgnica, la siembra directa, lasemilla RR resistente al glifosato y las empresas transnacionales, que se han convertido en sus principalesbeneficiarias. Nos hallamos afirman los defensores del modelo en una frontera tecnolgica de enormesproporciones. Quien no est a favor de los transgnicos, est en contra del progreso. No matemos lagallina de los huevos de oro, se nos dice. Se trata del boomde la soja transgnica que coyunturalmentepermite la expansin de grandes supervit fiscales y de la balanza comercial, esenciales para el pago de los

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    servicios de la deuda externa. Sin embargo, cabra preguntarse si tambin significa mayor bienestar paratodos los ciudadanos argentinos, ahora y en el largo plazo.

    Este modelo est tambin sustentado en un sistema de agro-negocios, un sistema que articula al complejoagroexportador, con grandes exportadoras a la cabeza, grandes productores sojeros, los denominados poolde siembra (conjuntos empresariales que financian operaciones agropecuarias comandadas por contratistasque arriendan campos), y la empresa Monsanto y sus licenciatarias que provee la semilla transgnica y que

    constituye la base de sustentacin del sistema de siembra directa (vase Teubal, 2008; 2006; Giarracca yTeubal, 2008).

    A lo largo de su perodo de implantacin en el pas que involucr la difusin masiva de los cultivostransgnicos, en particular la soja, as como el uso masivo del glifosato y otros agrotxicos en la agriculturaargentina, fueron pocas las voces que sealaban los efectos nocivos de este modelo sociales, econmicos,medio ambientales, y relativos a la salud pblica, etc. En trminos generales pocas voces se preguntabanen qu medida era perjudicial una excesiva especializacin en este cultivo y la gran vulnerabilidad a unaexcesiva dependencia de un producto casi exclusivamente de exportacin. Asimismo, se haca caso omisode la desaparicin y expulsin del sector de medianos y pequeos productores, campesinos, comunidadesindgenas y trabajadores rurales debido al avance ejercido por grandes productores sojeros sobre el territorio

    nacional; se negaba la creciente prdida de la soberana alimentaria; el deterioro ambiental; el avance dela soja sobre la yunganortea (zona de arbustos naturales en clidos valles precordilleranos), as comosu incidencia sobre la deforestacin masiva que se produce en el pas con todas las consecuencias queello entraa, incluyendo el desplazamiento con violencia de comunidades campesinas e indgenas de sushbitat habituales. Tampoco se consideraba la prdida de la biodiversidad; la dependencia respecto degrandes empresas transnacionales. En fin, tampoco se haca alusin a su incidencia sobre la desocupacin,el hambre, la pobreza y la regresividad de la distribucin del ingreso a nivel nacional.

    Es en aos recientes que se ha venido tomando ms consciencia del impacto de las fumigaciones masivaspor aire y a nivel local del glifosato y otros agrotxicos sobre poblaciones locales del interior del pas, ysobre las agriculturas de pequeos productores, lo cul se manifiesta en un aumento de la incidencia decncer, malformaciones en nios nacidos, y otras enfermedades.1

    En este trabajo nos proponemos adelantar una evaluacin crtica sobre esta cuestin, presentando algunasconsideraciones generales sobre las polticas que subyacen detrs de estos procesos y sus manifestacionesen los sistemas agrarios, como parte del creciente dominio que van adquiriendo los agro-negocios en elpas. Con esta base, luego se presenta una descripcin de la implantacin del modelo sojero, su difusin enlos ltimos 30 a 40 aos y algunas de sus consecuencias sociales, econmicas, medioambientales y sobrela salud pblica.

    POLTICAS GLOBALES Y SECTORIALES APLICABLES AL AGRO

    Fueron mltiples las polticas que incidieron sobre la constitucin del modelo que encarna la expansin

    sojera en el pas. El marco general en el que se desenvolvi tiene que ver con el auge del neoliberalismo,particularmente a partir de mediados de los aos setenta, y con medidas vinculadas con las polticas agrariasenmarcadas en ese proceso.

    Si bien a lo largo del siglo XX nunca hubo una reforma agraria integral en Argentina equiparable a lasimpulsadas en otros pases de Amrica Latina (Teubal, 2003), esto no significa que el acceso a la tierra no

    1 Los casos se multiplican y han tomado espacio pblico en das recientes: vase Domnguez, Diego y Sabatino, Pablo(2005) La muerte que viene en el viento. La problemtica de la contaminacin por efecto de la soja transgnicaen Argentina y Paraguay. Informe final del concurso: Los impactos socioculturales y econmicos de laintroduccin de la agricultura transgnica en Amrica Latina y elCaribe:http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/2005/soja/domsa.pdf

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    fuese regulado en funcin de las disputas ejercidas por mltiples sectores: terratenientes, por una parte,y campesinos, chacareros e indgenas que no accedan a la tierra o bien accedan en forma precaria aella, por la otra. Hacia mediados del siglo, tal como lo reflejan los diversos censos agropecuarios (porejemplo el de 1937), el rgimen de tenencia de la tierra que prevaleci ampliamente en el pas fue el de losarrendamientos. No obstante, tal como lo sealan numerosos trabajos, fue durante las primeras dcadasdespus de la segunda guerra mundial que la agricultura familiar en el pas lleg a tener una difusinrelativamente importante, (vase Teubal, Domnguez, Sabatino, 2005).

    Esta situacin fue cambiando en las ltimas dcadas ante el embate del neoliberalismo. Durante el gobiernomilitar del autodenominado Proceso de reorganizacin nacional (1976-1983) comenz la flexibilizacin delas leyes de arrendamiento que haban sido reguladas fuertemente a fin de proteger a medianos y pequeosproductores agropecuarios durante el primer gobierno peronista (1946-1955). Comenz la difusin masivade los contratos por una cosecha, coadyuvando de este modo a la expansin del modelo sojero. Se fuemodificando el tradicional esquema de diferenciacin entre la ganadera y la agricultura, esta ltima impulsadanotablemente por el sector chacarero de la regin pampeana. La posibilidad de que se hicieran contratosaccidentales por una cosecha, les permiti a los grandes propietarios obtener el concurso de contratistaspara sembrar soja y otros cereales y oleaginosas y, por consiguiente, lograr determinadas rentas que de otromodo no hubieran podido lograr. Se trataba de sectores que vieron la posibilidad de acrecentar sus rentas

    arrendando tierras para la implantacin de la soja que comenzaba a ser una actividad altamente rentable.Igual situacin afect a los medianos y pequeos productores que, al no poseer necesariamente los mediossuficientes para impulsar una produccin en escala, tambin arrendaron sus campos a contratistas, con loque, en ltima instancia, dejaban la actividad. Asimismo, comenzaron a difundirse en los aos setenta y amasificarse durante los noventa los pool de siembra, quienes acercaban fondos financieros para inversionesen el agro.

    La poltica madre que posibilit un cambio institucional importante en la poltica agraria y que fue la basede sustentacin de estas transformaciones fue el Decreto de Desregulacin de 1991. A partir de esa medidafueron eliminadas de cuajo los organismos que existan desde los aos treinta a esta parte: la Junta Nacionalde Granos, la Junta Nacional de Carne, la Direccin Nacional del Azcar, etc., organismos que tenan por

    finalidad regular la actividad agraria (por ejemplo, manteniendo precios sostn para la produccin decereales en apoyo de los chacareros pampeanos). Desde entonces el sector agrario argentino se transformen una de los menos regulados del mundo, sujeto como ningn otro a los vaivenes de la economa mundial.stas y otras medidas adoptadas durante los aos noventa contribuyeron a la desaparicin de numerosasexplotaciones agropecuarias, fundamentalmente aquellas que tenan menos de 200 Has (vase Teubal,Domnguez y Sabatino, 2005; Teubal, 2006). Otro hito importante a favor del modelo de la soja transgnicafue la liberacin al mercado de la semilla transgnica round up ready RR en 1996. A partir de entonces elmodelo sojero cobr impulso y se consolidan en el pas los agro-negocios de las grandes empresas delsistema agroalimentario.

    El embate del modelo sojero fue netamente contrario a los intereses de campesinos, comunidadesindgenas, y gran parte de la agricultura familiar. An hoy su expansin arrasa en regiones donde prevalece

    el campesinado o comunidades indgenas amparadas en las denominadas leyes veinteaales (que les danderechos propietarios a los ocupantes de tierras si permanecen en el lugar ms de veinte aos). Frente a lagran expansin del negocio de la soja, se nota una cierta laxitud en la aplicacin de estas leyes y de otrasque originariamente tuvieron la misma finalidad protectiva.

    Fue as como el Estado favoreci al modelo sojero. Este apoyo se extendi en al mbito de la semilla. Sibien tradicionalmente exista un rgimen jurdico que permita a los productores agropecuarios reproducir supropia semilla, han surgido presiones de las grandes empresas semilleras internacionales (fundamentalmenteMonsanto) para limitar esta prerrogativa, obligando al productor agropecuario a pagar royalties por suutilizacin, y prohibindole la posibilidad de reproducirla incluso para uso propio. Esta situacin comenz amanifestarse particularmente a partir de la difusin masiva de la semilla transgnica en el pas en 1996.

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    El conflicto agrario que se desat en 2008 y que sigue inconcluso en la actualidad (2009) fue importantepara que gran parte de la opinin pblica nacional tomara consciencia de aspectos importantes que ataenal sector agropecuario argentino. Sin embargo, el debate gir fundamentalmente en torno a la aplicacinde retenciones por parte del gobierno sobre las exportaciones agropecuarias que en ltima instancia erantrasladadas a los productores agropecuarios. No fue objeto de controversia el modelo sojero en s ya quetanto el gobierno como el campo (en realidad una parte del campo: ni el campesinado ni las comunidadesindgenas del interior, ni gran parte de la agricultura familiar participaron en la controversia) siguieron en lo

    esencial aceptando e incluso defendiendo al modelo sojero, con todas las implicaciones que esta tesiturapudiera tener. Sin embargo, en 2009 cobra intensidad la crtica al modelo debido, entre otras razones, porlas consecuencias que ejerce sobre la salud humana el uso masivo del glifosato en nuestro pas.

    EL NUEVO PERFIL PRODUCTIVO EN LA ARGENTINA: DE LOS ALIMENTOS A LOS COMMODITIES

    Durante el siglo XX la Argentina junto a pases como Australia, Canad, Nueva Zelanda e, incluso, EstadosUnidos se constituy en un importante exportador de carne vacuna y cereales (trigo, maz, girasol, entreotros granos) a la economa mundial. Al mismo tiempo, esos productos eran alimentos bsicos de consumopopular en el mercado interno. Se trataba de una produccin centrada en la regin pampeana, ya que en lasregiones extra pampeanas se producan los tradicionales cultivos industriales, orientados en su mayor parte

    hacia el mercado interno: caa de azcar en el Noroeste (provincias de Tucumn y Salta); algodn, yerbamate en el Noreste; frutales diversos (manzanas, peras, uvas) en el Valle del Ro Negro, y Cuyo, que, haciamediados y fines del siglo, comenzaron tambin a exportarse. En la Argentina se produca la casi totalidad delos alimentos que consuma su poblacin, salvo algunos productos tropicales como el caf, los palmitos, etc.

    Este potencial productivo lo concretaban fundamentalmente medianos y pequeos productores, queconstituan una parte importante del conjunto de los productores agropecuarios nacionales. Si bien en1960 las denominadas propiedades rurales multifamiliares medianas y grandes (sector que poda serasemejado al latifundio) controlaban ms de la mitad de la superficie y produccin agropecuaria (en Brasil,Chile, Ecuador y Guatemala controlaban una proporcin an mayor), las propiedades rurales familiares(productores medianos y pequeos) ocupaban el 45% de la superficie y producan el 47% de la produccinnacional, proporciones mayores a las que expresaba este estrato de productores en otros pases de AmricaLatina. Asimismo, la economa campesina ocupaba slo el 3% de la tierra frente al 17% que ocupaba en elEcuador y el 14% en Guatemala (Feder, 1975: 102). Estos datos indican la mayor importancia relativa quetuvieron en Argentina los productores familiares de tipo farmer y el poco significado relativo del campesinadotradicional, salvo en regiones extra pampeanas (vase Archetti y Stlen, 1975 para un anlisis del sectorfarmer o chacarero de la Argentina).

    En la dcada de los setenta se establecieron nuevas variedades de cereales y oleaginosas en el campopampeano y se introdujo la doble cosecha. Esto es, en vez de alternar la produccin agrcola con la ganadera,se origin una mayor agriculturizacin expresada en la siembra de dos cultivos agrcolas anuales. Ello fueposible debido a la utilizacin de nuevas variedades, que permitieron sembrar cultivos de segunda y quecomenzaron a tener preeminencia al ser combinados con la produccin triguera. Surgi pues la produccin

    sojera que, junto con la introduccin del germoplasma mexicano en el trigo, permiti el desarrollo deldoble cultivo trigo-soja. Esta tcnica se difundi rpidamente en la regin pampeana, especialmente enla zona maicera tpica, provocando una parcial sustitucin del maz y del sorgo, as como de actividadesganaderas que anteriormente participaban con estos cultivos en sistemas de explotacin mixta.

    El campo argentino comenz a sustentarse en la soja y en el paquete tecnolgico que la acompaa, a costade la ganadera y la produccin de otros cereales tradicionales. Algunos autores perciben en este proceso laaplicacin tarda en Argentina de la denominada Revolucin Verde. A partir de entonces, el pas emergi,en los trminos acuados por Friedmann (1993: 45), como un nuevo pas agropecuario, en una analogacon los denominados nuevos pases industrializados del Sudeste asitico. Si bien esta autora se refierefundamentalmente al Brasil, su percepcin es perfectamente aplicable a la Argentina, ya que ambos pases,

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    conjuntamente con Estados Unidos, se fueron transformando rpidamente en los principales productores yexportadores de soja en el nivel mundial.

    En 1996 comenz la implantacin de la semilla transgnica de la soja, comercialmente llamada RR(Roundup Ready2). El paquete tecnolgico consiste en combinar esta semilla con el sistema de la siembradirecta, complementado con el glifosato (para la eliminacin de las malezas que quedan). Tanto lasemilla RR como el glifosato son producidos por Monsanto, pero la distribucin de la semilla luego fue

    transferida a su licenciataria Asgrow, la que a su vez fue adquirida por Nidera. Con esta base, Monsantoy sus licenciatarias en la Argentina han logrado inducir a los productores agrcolas a incorporar el paquetetecnolgico controlado por ellas, lo que determin la dependencia de los agricultores nacionales respectode estas grandes empresas transnacionales.

    Dada la difusin que tuvieron estas tecnologas en Argentina, el glifosato lleg convertirse en el principalinsumo fitosanitario empleado, con ventas totales que pasaron de 1,3 millones de litros en 1991 a 8,2millones en 1995, y a ms de 30 millones en 1997. Hacia el 2008 se utilizaba ente 160 y 180 millonesde litros de glifosato. Su facturacin en 2000 fue de 263 millones de dlares, representando el 42% delmercado agroqumico total. En 2003 el glifosato represent un mercado de 350 millones de dlares, cifraque se incrementar en la medida en que el maz RR cuya comercializacin fue aprobada en 1996 tambinreemplazaba a las variedades convencionales. Hacia el 2008 se factur ms de 600 millones de dlares.

    La crisis de 2001/02 no modific en lo sustancial estas tendencias. Sin embargo, la devaluacin del tipode cambio de la moneda nacional, junto a mejoras en los precios internacionales de la soja, significaron unaumento de los ingresos globales del sector. Por lo tanto, el modelo deagricultura industrial, centrado en lasoja, sigui expandindose, favorecido por diversas polticas pblicas.

    Con frecuencia se sealan las consecuencias benficas, incluyendo los sustanciales supervit de la balanzacomercial y fiscal que gener el modelo sojero. La prosperidad que origin benefici fundamentalmente a unsegmento de productores agropecuarios pampeanos y extra pampeanos; y contribuy incluso a que muchosproductores agropecuarios que durante la dcada de los noventa se haban endeudado y se encontrabanal borde de la quiebra, pudieran recuperarse. Es ms, al expandirse sobre nuevos territorios, el negocio dela soja impuls el desplazamiento de productores marginales, comunidades indgenas y campesinas delinterior del pas.

    Sin embargo, tambin comenzaron a manifestarse presiones al alza de los precios alimentarios en elmercado interno, potenciados por el incremento de la demanda internacional de los productos de exportacinargentinos, el alza de los precios alimentarios mundiales, y (a nivel interno) el aumento del tipo de cambioy una mayor concentracin en el mbito de la industria alimentaria y de los canales de distribucin final dealimentos.

    EL BOOMSOJERO

    Desde los aos setenta el cultivo de la soja ha crecido sostenidamente en la Argentina. La produccin pasde 3,7 millones de toneladas en 1980/81 a 10,8 en 1990/91 y a 35 en 2002/03. En la campaa del 2006alcanz 40 millones de toneladas. Se estima que en 2007 fueron sembradas 16,5 millones de Has paraproducir unas 49 millones de toneladas y as responder a las expectativas internacionales. Esto significque la soja pas de representar 10,6% de la produccin de cereales y oleaginosas en 1980/81 a 28,4% en1990/91 y a ms del 50% en el perodo 2002/03. Otro tanto ocurri con la superficie destinada a la produccinsojera, pues en 1980/81 representaba el 9,1% del total del rea cultivada con cereales y oleaginosas, en lacampaa 1990/91 pas al 24,8%, y en 2002/03 a ms del 46%. En la actualidad los 16,5 millones de Has queocupa la produccin de soja constituyen ms de la mitad de la superficie que se destina a la produccin degranos en el pas. (vase Teubal, Domnguez y Sabatino, 2005 y datos oficiales recientes). Asimismo, la casitotalidad de la produccin sojera es transgnica y se destina a exportacin. En 2005 las exportaciones delcomplejo sojero representaron 8.460 millones de dlares (24,5% del total nacional). La mayor parte de estasexportaciones fueron harinas y otros subproductos de la soja, destinados fundamentalmente al consumo del

    2 Roundup es la marca comercial del glifosato, herbicida o agrotxicos al que es resistente la soja RR/

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    ganado de los pases europeos, ya que despus de la crisis de la vaca loca, la soja se transform en unode los alimentos balanceados ms apetecibles para alimentar los pollos, las vacas y los cerdos del antiguocontinente. Ciertamente no es un cultivo que por definicin contribuye a paliar el hambre en el mundo y,menos an, en Argentina, como sostienen sus defensores.

    Estas tendencias se han dado en detrimento de la produccin ganadera, de otros cereales tradicionales, delos tambos (productores de ganadera lechera) de las explotaciones que producen frutales y los tradicionalescultivos industriales del interior del pas. En efecto, entre las campaas agrcolas de 1997/98 y 2004/05 laproduccin sojera aument casi 20 millones de toneladas, mientras que la de girasol cay 2 millones, la dearroz 0,5 millones y la de maz se mantuvo ms o menos constante. En la provincia de Crdoba el auge dela soja fue acompaado por la prdida del 17% de las cabezas de ganado. A nivel nacional, de 1988 a 2003,la cantidad de tambospas de 30.141 a aproximadamente 15.000 establecimientos. Estimaciones recientesplantean que en la actualidad los productores de lcteos no superan los 11.500 productores. Tambin cayla produccin de frutales y de los cultivos industriales tradicionales (por ejemplo el algodn) del interior delpas. En los ltimos aos el auge de la soja tambin ha desplazado a frutas y hortalizas producidas en losentornos de las grandes ciudades, incidiendo en el alza de los precios de productos bsicos de consumopopular, como el tomate y la papa.

    La soja transgnica arrasa: de haber sido uno de los graneros del mundo la Argentina se ha transformadoen una repblica sojera. Rpidamente la economa se ha reprimarizado (retornado a actividadesprimarias), y ms que en cualquier otra poca de la historia del siglo XX, depende de un slo productode exportacin, con todo lo que ello significa en trminos de vulnerabilidad externa. Es ms, tal como losealan los defensores del modelo, el auge de la produccin de biodiesel y otros biocombustibles, as comola demanda sostenida que parece generarn China y la India en el futuro, podran darle nuevo oxgeno almodelo sojero.

    Constituye un modelo que tiende a menoscabar la tradicional agricultura familiar. Entre los censos de 1960y 1988 desaparecieron 51.000 explotaciones agropecuarias, 1.800 por ao. Entre los censos de 1988 y 2002en plena era neoliberal desaparecieron 87.000 explotaciones agropecuarias, esto es, 6.263 por ao. Y las

    que desaparecieron fueron fundamentalmente las de menos de 200 Has (75.293 explotaciones) mientrasque en el estrato de 200 a 500 Has, desaparecieron 7.561. En cambio, aumentaron las de ms de 500 Has,particularmente las del estrato de entre 1.000 a 2.500 Has. Se fue ejecutando inexorablemente la propuestade los funcionarios pblicos del menemismo (seguidores del ex Presidente Menem) en el sentido de queindefectiblemente deban desaparecer 200.000 productores agropecuarios, considerados ineficientes pornaturaleza. El agro argentino se fue transformando a paso acelerado en una agricultura sin agricultores,ya que las explotaciones que desaparecieron fueron principalmente las medianas y las pequeas. (Teubal,Domnguez y Sabatino, 2005).

    Los productores que han logrado sobrevivir y mantenerse en el sector se ven sujetos ms que nunca alas pautas impuestas por las transnacionales que proveen no slo la semilla, sino tambin el paquetetecnolgico involucrado en el modelo. Por tanto, el qu, cmo y con qu tecnologa producir tienden a ser

    cuestiones dictaminadas cada vez ms por estas empresas.

    En definitiva, algunas de las consecuencias de estos procesos son: la desaparicin de la agricultura familiar,la transformacin del sector en una agricultura sin agricultores, la creciente dependencia del productoragropecuario de las transnacionales, y la prdida de soberana alimentaria (dejar de producir los alimentosbsicos de consumo popular masivo).

    EFECTOS AMBIENTALES DEL MODELO

    El modelo trajo aparejada una serie de consecuencias en la biodiversidad, en los ecosistemas naturales y enlas especies vegetales y animales que son parte de ellos, todos esenciales para sustentar la vida humana

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    y su calidad. Por ejemplo, se van perdiendo los efectos benficos de la existencia de pastizales (Camadroy Cauhep, 2003)3. A ello se debe agregar sus posibles efectos sobre la salud humana, no slo de losproductores agropecuarios que manipulan los agrotxicos requeridos por este modelo, sino tambin la delpblico en general que consume alimentos transgnicos, es afectado por la fumigacin del glifosato, o porlos depsitos de los agrotxicos en los poblados del interior. Existen consecuencias ambientales y sanitariascuando se rocan campos enteros con glifosato desde el aire, que perjudican tanto la produccin comola salud de miles de vecinos linderos en Formosa (vase Domnguez, Lapegna y Sabatino, 2005); cuandose hace tabla rasa con la yunga del Norte del pas (valles clidos con arbustos naturales) y se impulsa laprdida de la biodiversidad; cuando se desplaza con extrema violencia a miles de productores agropecuariosde la tierra en la que habitaron durante dcadas en Crdoba, Santiago del Estero, Salta y otras regiones delpas.

    HACIA UNA AGRICULTURA SIN AGRICULTORES

    Uno de los argumentos esgrimidos para impulsar los transgnicos en Argentina es que son necesarios paraacabar con el hambre. Sin embargo, el perodo de implantacin de la soja transgnica de 1996 a 2003aproximadamente coincide con la poca de mayor aumento de la pobreza e indigencia en el pas Existeuna relacin causal entre ambas tendencias? En otros trabajos sealamos cmo una mayor especializacin

    en los cultivos transgnicos, conjuntamente con otros elementos inherentes a una agricultura industrialya transformaciones operadas en el sistema agroalimentario en su conjunto, han contribuido a la expulsinde productores y trabajadores rurales del sector y a la prdida de la soberana alimentaria, as como a unamayor regresividad en la distribucin del ingreso debido al aumentos de los precios de los alimentos bsicos.No es difcil inferir que stos son factores que ha tenido que ver con el hambre y la miseria que imperan enel pas que no necesariamente ha desaparecido con el boomde la produccin cerealera y oleaginosa de losltimos aos (vase Giarracca y Teubal, 2005; en especial Teubal, Domnguez y Sabatino; Giarracca, Gras yBarbetta; y Aparicio).

    Hasta hace dos dcadas las tierras en las que vivan y trabajaban muchos de los pequeos productoresagrarios de Argentina que producan en gran medida para autoconsumo y/o el mercado interno local eran

    consideradas marginales. Sin embargo, con los cambios climticos de los ltimos tiempos, particularmentecon los cambios en el rgimen de lluvias, estas tierras de bajo valor productivo se transformaron en tierrasaptas para el cultivo de la soja y se revalorizaron. Asimismo, a partir del Decreto de Necesidad y Urgencia deDesregulacin de 1991, se cambiaron los arreglos institucionales que haban permitido durante el siglo XX lacoexistencia de la pequea unidad agraria con la gran explotacin ganadera y agraria (vase Giarracca, Grasy Barbetta, 2005: 104). Tales arreglos institucionales tenan que ver con la existencia y el funcionamiento dela Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes y las otras entidades reguladoras de la actividadagropecuaria. A partir de la desregulacin de 1991 los pequeos productores quedaron enfrentados a losgrandes productores y a las grandes empresas agroindustriales transnacionales.

    El Censo Agropecuario de 1947 mostr que el 22,4% de la superficie censada eran tierras fiscales y el 17%

    bosques y montes naturales. Junto al ncleo capitalista pervivan diversidades productivas y culturales:pequeos agricultores capitalizados, comunidades de campesinos que practicaban transhumancia, etc (vaseDomnguez, 2005). La preocupacin de los sectores dirigentes en ese entonces era la integracin de esteconjunto heterogneo al desarrollo capitalista y que ste se acelerara en consonancia con la modernizacininternacional surgida en el marco de la llamada Revolucin Verde (vase Giarracca, 1999). La produccinpampeana fue receptora de los agroqumicos, las semillas hbridas y de una fuerte mecanizacin. El interioragrario lo fue en forma dispareja y siempre pervivi un sector campesino que raramente acceda a la agro-industrializacin.

    4 Segn Gonzlez, Janke y Rapoport (2003: 40), una maleza es una planta que crece en un sitio que el hombreconsidera inadecuado. Podemos, por lo tanto, considerar que, debido al sistema de siembra directa, todas lasplantas que quedan en pie son malezas susceptibles de ser eliminadas con el uso del glifosato.

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    Tal como fuera sealado ms arriba, los campesinos constituan un pequeo ncleo dentro del gran estratode explotaciones familiares capitalizadas (EAPpequeas en el Cuadro 1) cuyo corte en superficie de tierrase estableca hasta 200 Has. Con este corte, el estrato llegaba al 80% de las explotaciones en el perodoanterior a 1960 y dinamizaba la economa agraria como productor de agroalimentos para el mercado internoy como exportador (y generador de divisas) acompaando a los sectores ms capitalistas.

    Dentro de este estrato estaba el subsector

    denominado minifundista. Se trataba de unidadesque no sobrepasaban las 25 Has, producan para lasubsistencia o estaban articuladas a las agroindustriasregionales desarrolladas al calor de la expansin delmercado interno: caa de azcar, t, yerba mate,tung, algodn, tabaco, algunos productos de lafruticultura, etc. Esta articulacin a los mercadosagroindustriales conduca a considerar a estasunidades como pequeos productores capitalistas,faltos de recursos productivos, por lo que la polticapblica se vea ante una disyuntiva: que el mercado

    se encargara de ellos hacindolos desaparecer (conretirar las medidas proteccionistas bastaba) o aplicarmedidas desarrollistas para capitalizarlos. Una uotra posibilidad estaba generalmente asociada a laalternancia de gobiernos militares o democrticos.Esta oscilacin termin en 1976 con el golpe de estado

    militar, clebre por la represin salvaje que ejerci para disciplinar a la poblacin en funcin de lo que seranlos mandatos del Consenso de Washington. Luego, ya en la etapa de las democracias formales, se llev acabo la total desregulacin econmica. Ambos acontecimientos, uno preparando al otro, desataron procesosde concentracin y control de la tierra productiva en una medida desconocida durante todo el siglo XX. Deesa manera, no slo disminuy drsticamente las unidades de la pequea produccin (de hasta 25 Has) sinolas de hasta 500 Has, mientras que aumentaron los llamados estratos medios y altos (vase el Cuadro 2).

    Desde mediados de los noventa se llev a cabo la granexpansin sojera con la semilla transgnica. Todo ellorefleja la desaparicin de la agricultura familiar en elpas. A medida que avanzaba la agriculturizaciny se expandi la frontera agrcola, se acentu elarrinconamiento de los pequeos productores ocampesinos. Tierras consideradas marginales para elmodelo de agricultura industrial asentado en la pampahmeda comenzaron a ser de inters para grandesproductores agropecuarios y fondos de inversin

    volcados al agro. Con esto, la disputa por el controlde la tierra hizo crecer los conflictos en el medio rural,que se manifestaron fundamentalmente pero noexclusivamente en regiones extra-pampeanas,como Santiago del Estero, Salta, Chaco, Formosa yzonas de Crdoba.

    Los dispositivos utilizados fueron variados. En algunoscasos, donde las familias estaban asentadas desdehaca dcadas pero sin tener regularizada la tenencia,se presentaban los nuevos dueos esgrimiendo los

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    ttulos u rdenes judiciales y exigiendo el desalojo de los campos. En otros casos se produca el desmontede campos para destinarlos a la agricultura, impidiendo la tradicional utilizacin como zonas de pastoreo delas comunidades indgenas y campesinas.

    A comienzos de los noventa muchos productores agropecuarios pampeanos se endeudaron para comprarmaquinaria y equipo a fin de poder adaptarse al nuevo patrn de agricultura profesional propiciado desdesectores oficiales. Pero pronto ese endeudamiento se transform en una rmora. Se fue multiplicando

    la deuda ante la imposibilidad de generar los ingresos necesarios para pagarla y, mediante punitivos ydems elementos inherentes al modelo financiero vigente, pronto se transform en una bola de nieve deimposible abordaje. De este modo deudas originarias de, por ejemplo, 15.000 pesos/dlar4, en pocos aosse transformaron en 150.000/200.000 pesos/dlar. En algn momento, 12 millones de Has en la pampaestaban hipotecadas. Fue en este contexto que surgi el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha,una organizacin dedicada a parar los remates de los campos. En lo esencial, se trataba de defender la tierraque haban heredado de sus antepasados, colonos inmigrantes y arrendatarios que, tras arduas luchas,finalmente haban accedido a ella (vase, entre otros trabajos, Giarracca y Teubal, 2001). Tambin est elcaso del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), conformado por campesinos (muchos deellos ocupantes de tierras veinteaales) que repentinamente comenzaron a ser desalojados (otra de lasconsecuencias del boomsojero). Asimismo, en la zona del Noroeste, las comunidades indgenas luchan para

    no ser desalojadas de sus tierras, al igual que en el Sur lo hacen aquellas desplazadas por Benetton (y otrosgrandes compradores de tierras patagnicas).

    En aos recientes han cobrado relevancia dentro de estos procesos de arrinconamiento dos mecanismoscada vez ms recurrentes: la violencia rural por parte de policas o guardias privados al servicio departiculares, contra los bienes y la seguridad personal de los campesinos y pequeos productores; y loscasos de contaminacin, en los que el paquete tecnolgico utilizado en los grandes emprendimientosagrcolas perjudican directamente la viabilidad de los cultivos y la salud de las familias campesinas. Estosdos mecanismos expresan de forma dramtica la expulsin de agricultores de sus tierras y constituyen elescenario ms frecuente en el que se desenvuelve la desarticulacin de la agricultura familiar.

    NEOLIBERALISMO Y SISTEMA AGROALIMENTARIO

    Los ajustes estructurales de corte neoliberal aplicados a la economa argentina incidieron no slo sobreel sector agropecuario sino tambin sobre el agroalimentario en su conjunto5. Las privatizaciones,desregulaciones y la apertura casi indiscriminada al exterior, aplicadas al conjunto de la economa en arasde lograr una mayor integracin a la economa mundial, repercutieron de forma considerable sobre lastendencias y la variabilidad de la actividad agropecuaria, los precios de su produccin y de sus insumos, elacceso al crdito, la rentabilidad general de la actividad y las condiciones de vida de los grupos mayoritariosdel sector. Tambin incidieron sobre el sector agropecuario las transformaciones del sistema agroalimentario,es decir, el procesamiento industrial, la comercializacin y la distribucin final de alimentos, orientadostanto al mercado interno como a las exportaciones, as como el sector de provisin de insumos (en particular,el semillero).

    Los ajustes estructurales originaron cambios en el sistema agroalimentario con incidencia sobre el sectoragropecuario. Se produjeron procesos de concentracin y centralizacin de capital en la agroindustria y ladistribucin final de los alimentos (por ejemplo, el denominado supermercadismo) y en la provisin desemillas y otros insumos a los productores agropecuarios (un nmero muy limitado de empresas se ocupa de

    5 En esa dcada la poltica cambiaria determin que el peso argentino mantuviera el mismo valor que la monedaestadounidense.

    6 Entendemos por sistema agroalimentarioel espacio socioeconmico que incluye la produccin agropecuaria, laprovisin de insumos agropecuarios y la comercializacin, el procesamiento industrial, la distribucin y el consumofinal de alimentos, o bien, sucintamente, la red de relaciones que se gestan en torno a la produccin y el acceso ala alimentacin (vase Teubal y Rodrguez, 2002: 65).

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    ello casi con exclusividad). Estas tendencias se dieron junto a una fuerte extranjerizacin en estos sectoresa partir de fines de los noventa. Como consecuencia de la intensificacin de los procesos de integracinvertical, fueron modificndose notablemente las articulaciones en el interior de los complejos que integranel sistema agroalimentario (Teubal y Rodrguez, 2002; Teubal y Pastore, 1995). Creci la agricultura decontratoy otras formas de articulacin agroindustrial y adquirieron mayor poder las grandes empresasextra-agrarias con relacin a los medianos y pequeos productores agropecuarios, quienes comenzarona perder significativamente su autonoma de decisin. Lo mismo ocurri en la industria semillera, pues

    el medio agropecuario rpidamente se transform en un sector cautivo de las grandes y pocas empresasproveedoras de la semilla transgnica.

    Los procesos de liberalizacin, apertura y desregulacin les brindaron a las grandes empresas el marcopropicio para expandir su control sobre distintas reas del sistema agroalimentario y obtener as unaposicin dominante en lo referido al almacenaje, procesamiento, comercializacin, produccin y provisin desemillas e insumos para la actividad agrcola. Estas innovaciones facilitaron la consolidacin de oligopsoniosy oligopolios en segmentos clave de diversos complejos agroindustriales. Por ejemplo, en el complejo lcteosiete compaas entre las que se destacan SanCor y Mastellone (La Serensima) controlan el 80% delmercado; el 90% de las ventas de aceite refinado de girasol es manejado por apenas seis empresas lideradaspor Molinos Ro de la Plata y Aceitera General Deheza. En panificacin, Fargo, Bimbo y La Veneciana

    acumulan el 85% de las ventas; en el negocio de galletitas, la francesa Danone (Bagley), la estadounidenseNabisco (Terrabusi, Mayco, Capri y Canale) y Arcor concentran el 80% del mercado (Cash, suplementoeconmico dePgina/12, 6/6/2004). Recientemente se han fusionado Arcor y Danone. En otros casos, laconcentracin y centralizacin del capital facilit la captura de negocios altamente rentables, como es elcaso de la cuota Hilton6, donde cinco empresas (Swift Armour, Quickfood, Friar, Gorina y Finexcor) dominanel 55% del mercado (si se toma a las diez primeras empresas del sector, el control asciende al 77%).

    Al analizar el caso de las empresas multinacionales dedicadas a la exportacin de cereales, se observaque siete empresas (Cargill, Bunge, Nidera, Vincentn, Dreyfus, Pecom-Agra y AGD) concentran el 60%del volumen de granos exportados. En consonancia con lo anterior, tambin se observa que creci laconcentracin en el mercado de insumos (dependencia de las semillas y del paquete tecnolgico deMonsanto en la produccin de soja y maz). A su vez, creci la concentracin de la comercializacin con elauge del supermercadismo, y se introdujeron nuevas dinmicas en los sistemas agroalimentarios.

    En el sector oleaginoso, fundamentalmente sojero, tambin hubo una creciente concentracin del capital. Elcomplejo oleaginoso es el segundo ms importante del pas despus del cerealero, pero se ha transformadoen el principal grupo exportador. Sin embargo, el sector del procesamiento industrial de oleaginosasgenera muy poco empleo, menos an que el tabacalero (Teubal y Rodrguez, 2002: 70/71). Un dato centrala considerar referido al complejo sojero tiene que ver con la concentracin que se ha dado a nivel de lasempresas exportadoras, tanto de aceite como de harinas de soja. En efecto, para describir el grado deconcentracin se toman las cinco firmas ms importantes que dominan el mercado de la harina de soja obien, las ocho ms importantes. Las cinco primeras pasaron de exportar el 50% del total de exportaciones deharina de soja en 1990 al 79% en 2002. Tomando las ocho primeras se constata que pasaron de exportar el

    67% en 1990 al 92% en 2002. Otro tanto ocurri con las exportaciones de aceite de soja: en 1990 las cincoy ocho primeras exportaron el 53% y el 72% respectivamente del total de ese rubro, en tanto que en 2002lo hicieron 80% y 92% (CIARA, 2004).

    En conclusin, los cambios profundos que se han dado en el sistema agroalimentario del pas hancercenado la capacidad de decisin del productor agropecuario sobre su produccin y han incidido sobrelos insumos utilizados y las tcnicas productivas desarrolladas. A ello se suma una merma de la capacidadde negociacin del precio de venta que tiene el productor frente a la industria o al acopiador y, en el casode los transgnicos, frente a su proveedor de semilla. Se agrega tambin la imprevisin que genera la gran

    6 La cuota Hilton representa la posibilidad de colocar en el mercado europeo 28.000 toneladas de carne bovina. Setrata de cortes de alta calidad cuyo valor aproximado es de siete dlares el kilo.

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    variabilidad de los precios agrcolas internacionales, que afectan directamente al productor agropecuario apartir de la desregulacin y apertura externa. El aumento de la concentracin del capital en cada uno de loscomplejos que integran el sistema agroalimentario hizo que, a partir del Decreto de Desregulacin de 1991,quedara eliminada, entre otros factores, toda reglamentacin que estableca un precio mnimo o sostnpara los productores agropecuarios. Ello le permiti al polo integrador de cada complejo agroindustrialincrementar su rentabilidad y reducir los precios agropecuarios percibidos por los medianos y pequeosproductores, as como imponer condiciones de calidad, presentacin y traslado del producto e incluso de

    la variedad del cultivo y de los insumos que debe usar el productor. La situacin se hizo ms grave an apartir de la introduccin de los transgnicos (vase Teubal y Rodrguez, 2002: cap. 6 y 7; Teubal, Domnguezy Sabatino, 2005).

    IMPACTOS SOBRE LA ESTRUCTURA AGRARIA Y OTRAS CONSECUENCIAS

    Desde mediados de los aos setenta, potenciado por el cambiante marco institucional que refleja el Decretode Desregulacin y las dems disposiciones legales, surgi un nuevo rgimen de acumulacin y de polticaeconmica, denominado de apertura, reforzado por los ajustes estructurales aplicados cada vez conmayor severidad en el pas. A partir de entonces son los agro-negocios los que influyen en forma destacadasobre el sector agropecuario. Operan mediante la provisin de insumos, la compra de tierras en algunasregiones, el control del procesamiento industrial y la comercializacin de la produccin local, tanto para elmercado interno como para la exportacin.

    Una parte importante de este vasto sistema que hemos denominado de agro-negocios (Giarracca y Teubal,2008) se manifiesta en funcin de la primaca que adquiere la produccin sojera y el paquete tecnolgico que laacompaa. Las grandes empresas semilleras, combinadas con las que venden los agrotxicos introducidosen forma creciente en el sector adquieren una preeminencia inusitada en el sistema agroindustrial deArgentina, en gran medida potenciada inicialmente por las denominadas revoluciones tecnolgicas de loshbridos (la Revolucin Verde) y, ms recientemente, por la revolucin biotecnolgica (transgnicos).

    Son grandes empresas que se conectan con el sector financiero, formando los denominados pools desiembra, transformando al sector en un negocio financiero. Algunas veces compran tierras, otras operancon contratistas que arriendan tierras y proveen la maquinaria, el equipo y los agroqumicos necesariospara impulsar la produccin de los commodities requeridos por el mercado (fundamentalmente externo).

    El agro se transforma cada vez ms en productor de commodities y cada vez menos en medio de vidapara la mayora de los productores agropecuarios, especialmente para los familiares. Asimismo, tal cualya se destac, el pas va perdiendo su calidad de productor de alimentos bsicos. Se van conformando losdenominados complejos agroindustriales, con grandes empresas que extienden su podero hacia adelantey hacia atrs en la cadena agroindustrial, integrndose verticalmente, sea en forma directa o mediantealguna forma de agricultura de contrato. (Teubal, Domnguez y Sabatino, 2005).

    EN TORNO A LA PROBLEMTICA DE LA SEMILLA

    Histricamente, desde que se invent la agricultura hace diez mil aos, los productores agropecuariosreproducen su propia semilla e impulsan su mejoramiento gentico mediante los cruces de las diversasvariedades de una misma especie. Como consecuencia, surgi un consenso mundial para defender ese

    potencial del productor agropecuario y, por ende, su existencia como tal. En efecto, una de las demandas queimpulsan organizaciones como Va Campesina es la defensa de la prerrogativa del productor de reproducirsu semilla, establecindose que sta debe ser considerada patrimonio de la humanidad. Es de notar quelos diferentes sistemas de crianza de animales, as como las diferentes formas de obtener semillas, fueronsurgiendo a lo largo del tiempo como producto de la observacin y experimentacin que campesinos ypastores realizaron durante milenios.

    Durante el siglo XX, el Estado argentino (a travs de sus respectivos organismos) impuls el mejoramientogentico de la semilla y, aos ms tarde, tambin algunas empresas privadas comenzaron a hacerlo. Lacreciente participacin privada en la investigacin agropecuaria que surge de la capacidad de apropiacinde los bienes creados que antes haban sido de libre disponibilidad fue acompaada paulatinamente por laimplementacin de sistemas legales de patentamiento de seres vivos, en varios pases. En 1935 se promulgla Ley 12.253 (Ley de Granos), que cre el organismo antecesor de la Junta Nacional de Granos. Un captulo

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    de esta ley, denominado Fomento a la Gentica, establece la prohibicin de lanzar nuevas variedades sinautorizacin del Ministerio de Agricultura, debindose ensayar previamente las caractersticas de estassemillas en estaciones experimentales, escuelas agrcolas, etc. Se dispuso que los agentes que deseendifundir nuevas variedades deben indicar el lugar donde realicen las siembras para que el ente gubernamentalpueda fiscalizarlas. Asimismo, se cre un registro de entidades productoras de semillas y se estableci quese vendern en bolsas precintadas y rotuladas por el organismo oficial. Aun cuando los agricultores podanmultiplicar la semilla para uso propio hecho que no prohbe ninguna ley en ningn pas del mundo, elnuevo sistema de fiscalizacin tena la finalidad de controlar el comercio no legal de la semilla a fin deproteger al creador de las variedades, que seran identificadas segn su nombre comercial (a la manerade las marcas registradas). La nueva ley tena varios objetivos adems de evitar la difusin de semillaspertenecientes a una variedad no lo suficientemente probada fuera de la regin ecolgica donde se obtuvo.Tena por finalidad garantizarle al obtentor de la nueva variedad una cierta rentabilidad, asegurndole quepor tres aos el nico abastecedor terico de esa semilla fuera su creador (Gutirrez y Jacobs, 1986: 11).

    La primera iniciativa para establecer una proteccin legal de las variedades de plantas en Argentina datade 1936, cuando se propuso al Congreso la Ley de Patentes de Plantas, que fue aprobada cuarenta aosdespus como parte de la Ley de Semillas y Creaciones Fitogenticas (Ley 20.247), promulgada en 1973 yregulada en 1978. Dicha ley se asemejaba a la legislacin nacional e internacional de la Plant Breeders

    Rights. En 1994 Argentina accedi a la Unin Internacional de Proteccin de Obtentores de Variedades(UPOV), como forma de darle cierta seguridad y credibilidad a la industria semillera extranjera (Jacobs yGonzlez, 1986; van Wijk, 1995). Como lo seala van Wijk, la existencia de un sistema de Plant BreedersRights influye sobre la forma en que el productor puede proveerse de la semilla, quien tiene tres opciones:a) obtener semillas para cada ciclo de cultivo a travs de los canales oficiales de institutos pblicos, lascompaas semilleras o sus licenciatarias; b) intercambiar granos por semilla, a travs de canales deintercambio informales o no oficiales, con otros productores, comercializadores o elevadores de granos; y c)ahorrar una porcin de su propia cosecha para sembrar en su propio campo. Segn van Wijk, en los pasesen desarrollo ms del 80% de las semillas requeridas por los agricultores es provisto por semilla ahorradau obtenida por canales no oficiales. Evidentemente, la legislacin instituida a favor de los Plant BreedersRights tiende a restringir estas formas de provisin de la semilla e induce a los productores a abastecerse

    ao tras ao en las semilleras oficiales privadas. De all que en los ltimos aos, en especial a partir dela generacin de los hbridos y los transgnicos, esta cuestin haya generado un conflicto de intereses deenormes proporciones.

    Con el surgimiento de los transgnicos comenzaron a tener una enorme primaca a escala mundial lasgrandes empresas semilleras transnacionales, que combinan su produccin o difusin de semilla con la delos agroqumicos producidos por ellas. Es el caso de Monsanto, empresa tradicionalmente productora deagroqumicos que paulatinamente fue entrando en el negocio altamente lucrativo de la semilla transgnica.Segn algunos agricultores7, el propsito sera el control absoluto del suministro de semillas8.

    7 La informacin sobre los transgnicos y los derechos de los agricultores canadienses que han sido

    demandados por Monsanto proviene de la entrevista realizada a uno de ellos, Percy Schmeiser. Vasewww.percyschmeiser.com y el Fondo de Defensa de Percy Schmeiser, Box 400, Bruno, Saskatchewan, Canad,SOK OSO.

    8 Segn Schmeiser un productor agropecuario en los ltimos aos Monsanto ha gastado ms de 8000 millones dedlares estadounidenses en la adquisicin de empresas semilleras por todo el mundo. Era una empresa qumicay ahora es la segunda compaa de semillas ms grande del mundo. Eso nos dice exactamente cules son susintenciones. Cuando controlen las semillas, les dirn a los agricultores que tienen que pagar 15 dlares por acrecada ao a cargo de la biotecnologa, y stos tendrn que comprar tanto las semillas como los plaguicidas deMonsanto. Esto es importante porque los derechos de Monsanto sobre las patentes de sus productos qumicos hancaducado en Estados Unidos y Canad, por lo que tienen que encontrar una nueva manera de vender el herbicidaRoundup Ready (glifosato) a los agricultores. Pueden lograrlo controlando el suministro de la semilla. Si usted nocompra su herbicida, no consigue las semillas.

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    La Argentina, segundo productor mundial de transgnicos y tercero en la produccin mundial de soja,sufre los ataques cada vez ms agresivos de Monsanto para cobrar lo que segn la multinacional lepertenece en concepto de regalas por el uso de su patente sobre la soja transgnica. Afirmacin temeraria,segn Ribeiro (2005), ya que Monsanto no tiene patente de soja vlida en Argentina! Esto no le impidi,sin embargo, amenazar al pas con cobrarle una multa de 15 dlares por cada tonelada de soja argentinaexportada a Europa. Ribeiro seala que el caso argentino es paradigmtico porque muestra claramentetanto las estrategias legales e ilegales de los gigantes genticos, como los riesgos a los que se exponen

    los pases que permiten los transgnicos. La investigadora declara: en la prctica Monsanto adquiri asel monopolio mundial de la soja transgnica, ya que, aunque su patente no tenga validez legal en muchospases, acta agresivamente para lograr los mismos resultados. En Argentina, por ejemplo, la patente nuncatuvo validez, ya que Monsanto no cumpli con los trmites de registro nacional en el plazo requerido. Estono impidi a Monsanto haber cobrado compulsivamente regalas, porque al vender la semilla cobra unporcentaje incluido en el precio. Se estima, aunque nunca fue corroborada la fuente, que en la Argentinasolamente el 18% de la soja transgnica es comprada a distribuidores, el resto se vende sin certificacin oes producto de lo que los propios agricultores guardan de su cosecha como semilla para la prxima siembra9(Ribeiro, 2005). Por tanto, en opinin de Ribeiro, los reclamos de Monsanto son ilegales. La secuencia enel accionar de la Monsanto respecto de la difusin de la semilla transgnica en la Argentina tiene, lossiguientes pasos10: primero, en 1996, Argentina aprob el cultivo comercial de la soja RR y, a partir de all,

    la multiplicacin de la semilla por parte de los agricultores creci al mismo ritmo geomtrico que lo hizoel cultivo de la soja RR. La expansin del cultivo de soja RR pas de una superficie de menos de 1 millnde Has en 1996 a ms de 9 millones en 2001. Se supone que gran parte de esta expansin tiene que vercon la multiplicacin y venta ilegal de la semilla a travs de la llamada bolsa blanca. 11Y que por estamisma va se expande el cultivo de la soja RR a Brasil, Paraguay y Bolivia, donde los transgnicos estabanprohibidos.

    Monsanto permaneci en silencio frente a todo este proceso de difusin de la soja transgnica, observandocmo su tecnologa se expande por todo el Cono Sur de Sudamrica. Ningn reclamo se escuch enesos aos de parte de la empresa, confirmando lo que muchos sospechaban: la expansin de los cultivostransgnicos a travs de la contaminacin y la violacin de las leyes en algunos pases fue una estrategiaconciente e intencional de las grandes corporaciones y se repiti con diversas variantes en diferentesregiones del mundo (Riveiro, 2005). Recin hacia el 2001, cuando ya estaba plenamente establecida lasoja transgnica en el pas, Monsanto comenz a amenazar a los productores agropecuarios por el usopresuntamente ilegal de su semilla y a exigirle al gobierno argentino que haga cumplir la ley. En esemomento se realizaron varios operativos policiales, pero la prctica de comercializar la semilla de produccinpropia no se interrumpi. De la misma manera, continu la expansin del cultivo de soja en el pas, y laproduccin agrcola avanz sobre los bosques existentes en la regin chaquea y otros ecosistemas frgilesde Argentina, pero tambin hacia Paraguay y Brasil. Ya para entonces se hablaba de la soja Maradona,nombre que se le dio a la semilla presuntamente traficada ilegalmente desde Argentina al Brasil y aotros pases del Cono Sur. Al mismo tiempo, desde 1999, Monsanto aplica a travs de las licenciatariasde sus semillas (Nidera, por ejemplo) y con la anuencia del gobierno argentino, el cobro de las regalasextendidas. Les cobra a los agricultores 2 dlares ms IVAe impuestos por cada bolsa de 50 kg de semillas

    que se guardan para uso propio. Esta clusula de los contratos de venta va en contra de la misma Ley deSemillas que, como se seal anteriormente, permite el uso de semilla apartada por el productor para supropio uso sin condicionamientos de ningn tipo. Ninguna voz se escuch desde el gobierno argentino sobrela ilegalidad de este tipo de exigencias.

    9 En realidad, ste es un porcentaje establecido por Monsanto. No existe una investigacin seria que haya estimadofehacientemente los porcentajes correspondientes a la semilla certificada, aquellos provistos por el ahorro desemilla del productor o comprado/vendido ilegalmente incluso al Brasil.

    10 Tomado de Argenpress, en base a un trabajo de Grain-Biodiversidad, 02/10/2004).11 Estas cifras podran dar la idea engaosa de aumentos substanciales de productividad. No es as: las plantaciones

    de soja ya establecidas fueron siendo sustituidas por soja transgnica, as como las de otros cultivos y rebaos deganado.

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    Hacia 2004 el accionar de Monsanto se volvi ms agresivo an. En febrero de ese ao amenaz con salirdel mercado de la soja en Argentina porque para nosotros no es rentable. Seala que la principal razn dela retirada es la alta difusin entre los agricultores de las semillas ilegales conocidas como bolsa blanca.Pocos das despus, el Secretario de Agricultura de la Argentina, como por casualidad dio a conocer que elgobierno est estudiando la creacin de una ley de regalas globales, por la que se creara un Fondo deCompensacin Tecnolgica. Este Fondo, manejado por la misma Secretara, consistira en una alcuota quelos agricultores pagaran con la venta de la soja a acopiadores y exportadores de entre el 0,35% y el 0,95%

    del precio de venta, que se destinara a la(s) empresa(s) semillera(s). Tal propuesta, sin embargo, no logr laaceptacin de los productores agropecuarios argentinos.

    El conflicto ha ganado virulencia en los primeros meses de 2006, luego de que la compaa estadounidenselograra que la justicia europea interceptara varios barcos cargados con soja argentina que llegaban al ViejoContinente, poniendo en peligro el principal negocio de exportacin del pas: la venta de harinas a Europapor 2.500 millones de dlares anuales. La estrategia de Monsanto es muy clara: como no puede cobraren Argentina regalas por su transgnico de 15 millones de Has, intenta hacerlo a quienes compran lacosecha.

    La cuestin semillera entraa todo un modelo agrario basado en grandes empresas semilleras, agropecuarias

    y de comercializacin y distribucin de productos e insumos al sector. Frente a esto, Va Campesina proponeuna alternativa como parte de la Campaa Mundial de Semillas, al sostener que: Las semillas son el inicioy fin de los ciclos de produccin campesina. La diversidad y existencia de semillas campesinas permiteasegurar la abundancia y la diversidad alimentaria en cada localidad, sirviendo de base para una nutricinadecuada y permitiendo el desarrollo de las formas culinarias culturalmente adecuadas y deseadas. Portanto, las semillas y el conocimiento asociado a ellas son parte fundamental e insustituible de la soberanaalimentaria de los pueblos. Las semillas son obra campesina e indgena, una creacin colectiva que reflejala historia de los pueblos y especialmente de sus mujeres, quienes fueron sus creadoras iniciales y sehan mantenido a travs de la historia como sus principales guardianas y mejoradoras. Entendemos quela semilla es muchsimo ms que un recurso productivo. Las semillas son simultneamente fundamento yproducto de culturas y sociedades a travs de la historia. En ellas se incorporan valores, afectos, visiones, yformas de vida que las ligan al mbito de lo sagrado. Sin las semillas, es imposible el sustento y la soberanade los pueblos. Al desaparecer las semillas, desaparecen las culturas y los pueblos rurales y comunidades;la desaparicin de las culturas, a su vez, lleva a la desaparicin de las semillas. Por lo anterior, las semillasno son apropiables. Ellas deben mantener en todo momento su carcter de patrimonio colectivo, frente alcual hay deberes ineludibles que cumplir, incluso sobre el derecho a gozar de l. La Campaa (Mundial de laSemilla de Va Campesina), por lo tanto, se opone a la propiedad intelectual y a toda forma de apropiacinde la vida (Va Campesina, 2005).

    REFLEXIONES FINALES

    En este trabajo se ha mostrado cmo la expansin del modelo sojero puede considerarse en gran medidaun caso paradigmtico del crecimiento de los agro-negocios en Argentina. La consolidacin de este modelo

    va acompaada por la difusin de los denominados pool de siembra no slo a grandes propietarios, sinotambin, en gran medida, a campos pertenecientes a medianos y pequeos productores agropecuarios.El sector se transforma cada vez ms en un negocio de unos pocos, perdiendo su capacidad histrica deconstituirse en un medio de vida para vastos sectores sociales: rpidamente se transforma en una agriculturasin agricultores.

    Son mltiples las consecuencias de este modelo. Se constata cmo el pas va perdiendo su capacidad paraproducir los alimentos bsicos de consumo popular masivo, o sea, va perdiendo su soberana alimentaria. Porotra parte, estn sus efectos medioambientales de largo plazo altamente perjudiciales como el avance dela soja hacia layunga, su impacto sobre la deforestacin, la prdida de la biodiversidad, etc. Puede inclusosealarse su impacto sobre otros aspectos (por ejemplo, las inundaciones en vastas regiones de Santa Fey Salta, entre otras provincias). Se seala tambin que la soja enmarcada en la siembra directa genera

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    una capa impermeable sobre el suelo que hace escurrir el agua hacia los ros en vez de que sea retenido.Todo ello contribuye significativamente a que se produzca el aumento inusitado de los caudales de los rosen el Norte del pas. Simultneamente la deforestacin impulsada por la expansin sojera contribuye a unacrecentamiento de sequas en diversas regiones del pas.

    En lo esencial el cultivo de la soja transgnica se asemeja cada vez ms a la explotacin minera a cielo abiertocon cianuro, o a la que involucra a las papeleras en el pas, actividades que son altamente contaminantes,que no guardan respeto por el medio ambiente, y que han generado importantes protestas de vecinos yambientalistas.

    Son estas protestas las que han incidido, aunque sea en mnima medida, sobre una cierta concienciaambiental en el pas. Si bien sta no estuvo en general presente a lo largo de la historia nacional siemprese pens que Argentina era un pas con enormes recursos naturales y que no importaba si la explotacin dealgunos de esos recursos fuese altamente contaminantes esta perspectiva ha ido cambiando en los ltimostiempos, quizs como consecuencia de las mltiples protestas y nuevos movimientos sociales surgidos enel pas. Sin embargo, cabe destacar que la protesta referida a la expansin de los cultivos transgnicosen general, y de la soja transgnica en particular, es mucho ms dbil que las realizadas en contra de laspapeleras, o las mineras en el interior del pas.

    Cabra preguntarse acerca de las perspectivas que tiene el modelo para seguir impulsndose en el futuro.Existen dos factores que sealan elementos auspiciosos para el modelo y los intereses involucrados en suexpansin continua: a) la nueva revolucin que se impulsa en Amrica Latina en torno a los biocombustiblesdebido al inters de Estados Unidos y dems potencias mundiales de sustituir su dependencia del petrleopor otras fuentes energticas. No cabe duda de que podra constituirse en un elemento externo adicionalque tendera a apuntalar el modelo tal como se viene desarrollando en la actualidad, o sea, podra darle unnuevo aire o impulso; y b) el papel que comienza a ejercer China en el panorama mundial. A medida que estegran pas va adoptando una serie de pautas productivas para ir transformndose en una potencia mundial, susistema econmico y productivo (incluyendo su agro y sistema agroalimentario) tambin sera transformadosubstancialmente. No es difcil de percibir que China va a tener nuevas necesidades y demandas a medida

    que su economa vaya creciendo a tasas exorbitantes, y que, como consecuencia, va a ir pautando en laeconoma mundial una creciente demanda de commodities, entre ellos la soja. Es probable que ello incidasignificativamente sobre la demanda futura de soja y otros recursos naturales de la regin.

    No cabe duda de que si se concretan estas tendencias se va a acrecentar la conflictividad manifiesta entreel modelo de los agro-negocios, los grandes intereses vinculados a los recursos naturales en general, y losdel campesinado, productores agropecuarios y vecinos y ambientalistas. Es importante que se extienda loms posible el debate en torno a las caractersticas esencialmente contradictorias que manifiestan ambosmodelos. Se trata de una cuestin que va ms all de lo meramente sectorial. Tiene que ver con el futurode nuestras sociedades y la forma de convivencia que se establezca (si es posible) entre ellas en el futuro.

    Sin embargo, los efectos negativos del modelo tambin se manifiestan en forma creciente. Recientementeha impactado significativamente sobre la opinin pblica la difusin de los resultados de una investigacinbio mdica que muestra que el glifosato incide directamente sobre la formacin de malformaciones enanfibios. Dada la difusin masiva del glifosato y de otros agrotxicos se ha tomado consciencia de que,contrariamente a lo que sostienen oficiales de gobierno e investigadores de que se trata de un agro-txicoesencialmente inocuo, se lo vislumbra con un factor que ha generado enormes perjuicios sobre la saludhumana. (Vase Pgina 12, 13/05/09, Domnguez y Sabatino).12

    12 A partir de esta entrevista al Dr. Carrasco, se ha suscitado una importante controversia en Argentina, no slorespecto del uso del glifosato, sino tambin a favor de la autonoma universitaria y cientfica sin presiones de losgrandes poderes econmicos, vase el blog: www.voces-de-alerta-blogspot.com.

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