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PRESENCIA Y FUNCIÓN DEL MITO EN LE ROMÁN DE LA ROSE CARMEN GUZMAN FRANCISCA MOYA Universidad de Murcia La presencia de los mitos en la obra poética Le Román de la Rose 1 , hito de la literatura gala medieval y reflejo del siglo XIII francés no es, en absoluto, sorprendente 2 . El conocimiento de la mitología clásica no se interrumpe durante la Edad Media y un poema culto, como Le Román de la Rose, que tenía en su base 3 obras latinas y autores como Ovidio no podía carecer de la recreación o mención de los mitos, con lo que se compadece bien su condición alegórica 4 y didáctica. Mito fundamental desde la misma concepción central de la obra lo es el de Narciso, cuyos ingredientes (fuente, agua, espejo y, sobre todo, amor) 1 Cf. G. de Lorris et J. de Meun, Le Román de la Rose, publié par F. Lecoy 3 vols, París 1965, 1966 y 1970; la traducción española de C. Alvar y J. Muelas, El libro de la rosa, Madrid 1986, cuyo prólogo de C. Alvar ofrece una certera visión de las cuestiones fundamentales de la obra; y la traducción en verso de J. Victorio, Madrid 1987, que nos han servido de base. 2 Cf. por ejemplo, P. Albouy, Mythes et mythologies dans la littératurefrancaise, París 1969; K. Heinrichis, The MythsofLove ClassicalLoversin MedievalLiterature, Pennsyívania 1980 o J. N. Feimer, The figure ofMedea in Medieval Literature: A Thematic Metamorphosis, New York 1983 (Tesis dirigida por F. Goldin). 3 Las fuentes han sido objeto de estudio cf. E. Langlois, Origines et sources du Román de la Rose, París 1982 (= 1891) y E. M. Steinle," Versions of Authority in the Román de la Rose: Remarks on the use of Ovid's Metamorphoses by G. de Lorris and J. de Meun", Mediaevalia 13 (1989) 189-206 entre otros. Estos tratamientos hacen innecesaria la mención, en este trabajo, de cualquier alusión a las fuentes. Por otra parte los mitos presentes en la obra, pertenecían al acervo común. Con todo, Jean de Meun menciona sus fuentes: Livio, Virgilio, Ovidio, el famoso libro (v. 5.512), etc. y corrobora, interpretando a Horacio Sat. 13,107-110, que los mitos son conocidos porque están en los libros. Otras historias hubo, dice, semejantes a la provocada por la belleza de Helena, pero frente a lo que ocurrió con la guerra de Troya éstas no fueron escritas (vv. 13893-98). 4 Cf. sobre el carácter alegórico del Román además de lo expuesto en obras generales como la de E. Curtius, Edad Mediay Literatura Latina, Méjico 1955 (=ed. alemana 1948) y G. Highet, La tradiciónc/ósi'ca, Méjico 1954 (1949, ed. inglesa) las más concretas de M.R. Jung, Études sur le poeme allégorique en France au Mayen Age, Berna 1971; W. Wetherbee 'The Romance of the Rose and medieval allegory' European Writers.Nev/ York 1983, 309- 335; C.S. Lewis, The Allegory ofLove, A Study in Medieval Tradition, 1988 (=1936; en esp. Buenos Aires 1969). La Filología Latina hoy. Actualización y perspectivas. A. M" Aldama, M a F. del Barrio, M. Conde, A. Espigares, M* J. López de Ayala (eds.), Sociedad de Estudios Latinos, Madrid 1999, vol. II.

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PRESENCIA Y FUNCIÓN DEL MITO EN LE ROMÁN DE LA ROSE

CARMEN GUZMAN FRANCISCA MOYA

Universidad de Murcia

La presencia de los mitos en la obra poética Le Román de la Rose1, hito de la literatura gala medieval y reflejo del siglo XIII francés no es, en absoluto, sorprendente2. El conocimiento de la mitología clásica no se interrumpe durante la Edad Media y un poema culto, como Le Román de la Rose, que tenía en su base3 obras latinas y autores como Ovidio no podía carecer de la recreación o mención de los mitos, con lo que se compadece bien su condición alegórica4 y didáctica. Mito fundamental desde la misma concepción central de la obra lo es el de Narciso, cuyos ingredientes (fuente, agua, espejo y, sobre todo, amor)

1 Cf. G. de Lorris et J. de Meun, Le Román de la Rose, publié par F. Lecoy 3 vols, París 1965, 1966 y 1970; la traducción española de C. Alvar y J. Muelas, El libro de la rosa, Madrid 1986, cuyo prólogo de C. Alvar ofrece una certera visión de las cuestiones fundamentales de la obra; y la traducción en verso de J. Victorio, Madrid 1987, que nos han servido de base.

2 Cf. por ejemplo, P. Albouy, Mythes et mythologies dans la littératurefrancaise, París 1969; K. Heinrichis, The MythsofLove ClassicalLoversin MedievalLiterature, Pennsyívania 1980 o J. N. Feimer, The figure ofMedea in Medieval Literature: A Thematic Metamorphosis, New York 1983 (Tesis dirigida por F. Goldin).

3 Las fuentes han sido objeto de estudio cf. E. Langlois, Origines et sources du Román de la Rose, París 1982 (= 1891) y E. M. Steinle," Versions of Authority in the Román de la Rose: Remarks on the use of Ovid's Metamorphoses by G. de Lorris and J. de Meun", Mediaevalia 13 (1989) 189-206 entre otros. Estos tratamientos hacen innecesaria la mención, en este trabajo, de cualquier alusión a las fuentes. Por otra parte los mitos presentes en la obra, pertenecían al acervo común. Con todo, Jean de Meun menciona sus fuentes: Livio, Virgilio, Ovidio, el famoso libro (v. 5.512), etc. y corrobora, interpretando a Horacio Sat. 13,107-110, que los mitos son conocidos porque están en los libros. Otras historias hubo, dice, semejantes a la provocada por la belleza de Helena, pero frente a lo que ocurrió con la guerra de Troya éstas no fueron escritas (vv. 13893-98).

4 Cf. sobre el carácter alegórico del Román además de lo expuesto en obras generales como la de E. Curtius, Edad Mediay Literatura Latina, Méjico 1955 (=ed. alemana 1948) y G. Highet, La tradiciónc/ósi'ca, Méjico 1954 (1949, ed. inglesa) las más concretas de M.R. Jung, Études sur le poeme allégorique en France au Mayen Age, Berna 1971; W. Wetherbee 'The Romance of the Rose and medieval allegory' European Writers.Nev/ York 1983, 309-335; C.S. Lewis, The Allegory ofLove, A Study in Medieval Tradition, 1988 (=1936; en esp. Buenos Aires 1969).

La Filología Latina hoy. Actualización y perspectivas. A. M" Aldama, Ma F. del Barrio, M. Conde, A. Espigares, M* J. López de Ayala (eds.), Sociedad de Estudios Latinos, Madrid 1999, vol. II.

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suministraban ideas y sentimientos, susceptibles de ser recreados, y por ende interpretados y cambiados, como lo hace el poema5.

El mito de Narciso que aparece en la primera parte de Le Román de la Rose6 (vv. 1423-1610), a modo de pórtico, constituye el punto de partida, el eje y el camino. En la segunda, y casi como conclusión, hay otra hermosa leyenda, la de Pigmalión, también tratada in extenso (w. 20.765-21.197). Ambos mitos han sido objeto de análisis e interpretaciones por parte de los estudiosos7, por lo que quedarán fuera de este trabajo; ahora bien, hay otros mitos en la obra; de ellos nos ocuparemos tratando de extraer algunas conclusiones.

En principio, se observa que todos, con excepción del mito de Narciso, pertenecen a la segunda parte, dato de más significativo, por cuanto sirve para poner de relieve el distinto comportamiento de los autores, Lorris y Meun, y por ende para avalar la doble autoría; es decir, el mito tiene una función desde el principio, informar sobre el autor.

El mito sirve también para establecer un puente entre las dos partes de la obra. Con el nombre de Eco, en el v. 5808, alude Meun al mito de Narciso, contado por Lorris, aunque no sin dejar de evocar diferencias. También Narciso aparece retomado, como un guiño al autor de la primera parte, casi al final del poema (w.20380-91) al mencionarse su fuente y después (vv. 20846-20858)) como ejemplo de amor loco, mayor, en opinión de Pigmalión, que el suyo por su estatua. El enlace propuesto es evidente. Dice así8: "¿Acaso no amó un día en el bosque el bello Narciso a su propia imagen que vio reflejada en la clara fuente, a la cual quería incluso besar? Pero no logró gozarse con ella, sino que murió, según el relato que de él nos quedó, que es tan conocido. Comparado a él yo estoy menos loco porque en cuanto a mí, siempre que lo quiero la puedo

5 El cambio de la versión ovidiana ha sido bien analizado. Cf. F. Carmona, "Narciso: mito y complejo literario", Estudios Literarios dedicados al Prof. Mariano Baquero Goyanes, Murcia 1974, pp.31-47.

6 La doble autoría de esta obra está reflejada también en la diferente utilización del mito aunque, como es conocido, el autor de la segunda parte, Jean de Meun desde el v. 4029 hasta el final (v. 21.750) optó por añadir un final feliz en el que se alcanza el éxito amoroso y por cerrar el marco narrativo del sueño compenzado por G. de Lorris (vv. 1 - 4028) con el despertar del poeta. Además ha sido recalcado (c/ J. Muelas, Historiade la literaturafrancesa,Madriá 1994, p. 198) la condensación de la obra en las dos fuentes que abren y cierran la obra: la de Narciso y la de la Naturaleza.

7 Cf. M. M. Pelan; NC. W. Spence, Narcissus (poéme du Xlle siécle), Belfast 1964; F. Goldin, The Mirror of Narcissus in the Courtly Love Lyric, 11 haca, New York 1967; D. Hult, "The allegorical fountain: Narcissus in the Román de la Rose", Romanic Review72.2 (1981) 125-148; I. Kessler, "La quéte amoureuse et poetique. La fontaine de Narcisse dans le Román de la Rose", Romanic ReviewTi:2 (1982) 133-146; E. Steinle, "Anti-Narcissus: Guillaume de Lorris as a reader of Ovid", Classicaland Modern Literature6A (1986), 251-259; L. Cortés, El episodio de Pigmalión del Román de la Rose, Salamanca; J.Dornbush, Pigmalión 's Figure: Reading Oíd French Romance, Lexington 1990.

8 Traducción de J. Victorio, op. cit., Madrid 1987, p. 602.

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coger, besar y abrazar y de esta manera puedo consolarme; porque él no podía nunca conseguir la que contemplaba en aquella fuente".

El mito sirve de elemento recurrente, cuando la historia se cuenta en varios momentos; así la de Venus y Marte, Edad de Oro, Saturno-Júpiter.

La diversidad de personajes-alegorías y la estructura dialógica permite la contemplación de posturas encontradas, ópticas distintas ante una misma cuestión, por lo que los protagonistas-actores usarán del mito ad libitum, eligiendo mitos, facetas o versiones que convengan a sus propósitos, puesto que cada mito, o cada personaje mítico constituye una vida múltiple y diversa, que ofrece respuestas distintas o es susceptible de nuevas interpretaciones9.

Con la utilización de más de setenta nombres10, evocadores de casi otras tantas leyendas, se cubre un amplio espectro mítico. En el Román de la Rose encontramos: a) Historias de los dioses, representadas desde el mismo "caos"11, entre las que destaca la de Venus y Marte y el mito de la Edad de Oro, no omitiéndose una alusión a la Gigantomaquia, o al diluvio12; b) Episodios de dioses con mortales: Júpiter-Ιο; Venus-Adonis; c) Las grandes hazañas míticas: guerra de Troya, Odisea, expedición de los argonautas, viaje de Eneas; d) Leyendas de héroes y heroínas: Dido-Eneas, Medea-Jasón, Hércules, Proteo, Dédalo e ícaro etc.

1. Los personajes míticos, y por tanto la historia que subyace tras el nombre, aparecen aludidos, como ejemplo de las ideas propuestas, elegidos adecuadamente por los personajes que de ellos se sirven. Serán diferentes si habla Razón, Vieja, Amigo, Seguridad o Falso Semblante.

RAZÓN, hablando al amante, trae en su apoyo a Dédalo y Hécuba.

9 Cf., por ej. el reciente trabajo de B. García Hernández, Descartesy Planto, Madrid 1996 o A. Sastre, Los dioses y los cuernos, Hondairribia 1966.

10 Aqueronte, Adonis, Anfión, Argos, Baco, Caco, Cadmo, Caribdis, Céfiro, Cerbero, Ceres, Cupido, Cibeles, Cíniras, Circe, Danaides, Dédalo, Deyanira, Demofonte, Deucalión, Doris, Dido, Eaco, Eco, Enea?, Esón, Filis, Flora, Furias (Alecto, Tisífone y Mégara), Hécuba, Helena, Hércules, Himeneo, ícaro, lo, Iole, Ixíon, Janto, Jasón, Juno, Júpiter, Lucina, Marte, Medea, Mercurio, Minos, Mirra, Narciso, Neptuno, Noche, Enone, Orfeo, Palinuro, Palas, Pan, Pafos, Parcas (Cloto, Láquesis, Átropos), París, Penélope, Pigmalión, Pirítoo, Pirra, Plutón, Príamo, Proteo, Radamantis, Saturno, Sísifo, Tántalo, Temis, Teseo, Triptólemo, Tritón, Ticio, Ulises, Venus (passim), Vulcano. Algunos de estos nombres míticos son usados metonímicamente como para indicar peligro = Caribdis.

" Es evocado (v.16.900) cuando el poeta pone en boca del Aqueronte que preferiría estar a oscuras con Noche, tal como antaño cuando fueron concebidas las Furias. La versión 'más clásica' considera a las Furias como hijas de las gotas desparramadas tras la mutilación de Urano aunque como veremos más adelante J. de Meun no asimila la castración a Urano sino a Saturno siendo el ejecutor Júpiter, no Saturno-Crono que de agente pasa a paciente / víctima en esta obra. Además, no está atestiguada en las fuentes clásicas la unión del Aqueronte con la Noche aunque sí son nombradas (las Erinies) como hijas de ésta en diferentes autores equiparadas {cf. Ruiz de Elvira, Mitología Clásica, Madrid 1984, p.49) de alguna forma a las Ceres de Theog. 217.

12 En los versos 17568-17620.

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1.1. Dédalo (5191-5200) le sirve para defender, frente a la avaricia, que hay que disfrutar de la riqueza, de Pecunia. Los hombres "valientes" -dice- al hacerla galopar sacan provecho de ella y se regocijan sus corazones; "toman ejemplo en Dédalo, que construyó alas para Icaro cuando, por ingenio y no por hábito usaron juntos el camino del aire. Los valientes hacen lo mismo con Pecunia, pues le dan alas para volar13, etc."

1.2. Hécuba, sólo el nombre, paradigma del cambio de Fortuna lleva consigo una carga de significado. Fortuna, dice Razón, convierte a los hombres de libres y señores en esclavos, pues ocurre que el hombre libre que se vuelve soberbio por su libertad no recuerda a Hécuba (6739) que fue mujer de Príamo14.

AMIGO, por su parte, hablando de la amistad y de que el amor permanece después de la muerte, y se vive en el corazón de la persona que sigue viva, aduce como ejemplo el caso de una mítica pareja, Teseo y Pirítoo (vv. 8098-8124). Teseo -dirá el poeta- amó tanto al amigo, lo llevaba tan vivo en su corazón que bajó a buscarlo al infierno.

SEGURIDAD aduce el nombre de Caco como sinónimo de cobardía. Seguridad (w. 15539-15662) increpa a Miedo, que en el combate del amor ha aceptado la pelea, diciéndole que escapó junto a Caco y le puso alas en los pies al ver acercarse a Hércules, al que había robado los bueyes y llevado a su establo, muy escondido, tirando de ellos por el rabo para que no pudiera nadie seguir sus huellas. Allí, dice, se vio la fuerza de Miedo, que sólo sirve para huir.

VIEJA trae a colación a Palinuro, como ejemplo erudito y no carente de humor del peligro de dormirse en lugares donde hay que estar despierto. Entre los consejos de "manual de urbanidad" que Vieja, hablando con Dulce Albergue recomienda a las mujeres: beber poco y con "elegancia" y tomar la precaución de no dormirse en la mesa (13390-13444), destaca que, además de ridículo; de argumento sirve Palinuro, piloto de la nave de Eneas; despierto la guiaba bien, pero al dormirse cayó al mar y se ahogó, siendo llorado por sus compañeros.

FALSO SEMBLANTE nombra a Proteo, prototipo del engaño y la mentira, para criticar a las órdenes mendicantes; Falso Semblante afirma que Proteo, que solía mudarse en cualquier cosa que quisiera, no supo tantos embustes y astucias como él (vv. 11151 11154).

Contemplamos que los diversos personajes aducen el mito desde una perspectiva; hay, además, un focalizador, que ilumina una parte de la historia,

13 Traducción de C. Alvar, op. cit., p.97. 14 Junto a Hécuba paradigma de lo mudable de la Fortuna al convertir a libres y poderosos

en esclavos nombra a Creso y a Sisicambria, madre del rey Darío de Persia, ejemplificación trimembre a la que no hay que añadir más datos puesto que los personajes son modelos / ejemplos muy conocidos. Continua el relato recomendado enérgicamente las enseñanzas de los libros y que preste atención en concreto a las recibidas de Homero.

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dejando las demás ocultas; a veces se trata de medias verdades; la óptica desde que se contempla hace silenciar la posterior muerte de Icaro, exemplum también, y por contra, de desmesura; de Teseo se afirma que bajó al infierno en busca del amigo, cuando la mitología cuenta que bajaron juntos con intención de raptar a Prosérpina (Teseo podría regresar con Hércules, no Pirítoo); de Palinuro se dice que cae al agua, dormido, pero se omite que el dios Sueño le fue enviado por Júpiter. El mito, pues, tiene como función servir de ejemplo a imitar (Dédalo, Teseo), a tener en cuenta (Hécuba), a evitar (Palinuro) o son metáforas paradigmáticas como Caco o Proteo.

2. EL MITO en función de la actitud de las MUJERES: El mito sirve especialmente al poeta para defender o justificar que la

mujer15 es libre y debe gozar de su libertad, aunque el perspectivismo presente en la obra hace que la crítica que de ellas se hace por parte de una serie de personajes se sirva a veces del mito para ilustrar propuestas distintas. Empezamos por las críticas: Si se quiere criticar se utilizan unos mitos o unas parcelas concretas de mito. Hay una crítica de las mujeres por parte de Amigo y una simpatía y defensa de la libertad sexual de ellas por parte de Vieja.

2.1.a) AMIGO afirma, entre otras cosas, en contra del matrimonio, que la mujer casada no resiste el asedio; y asegura (v.8568) que "incluso Penélope podría ser vencida si alguno se lo propusiera"; que no existen Lucrecias ni Penélopes, ni una sola mujer honrada (w. 8621-8631).

2.1.b) Deyanira (w. 9150-9180) le sirve de ejemplo de cómo los hombres se creen muy valientes (como Hércules, Roldan o Sansón) pero son vencidos por las mujeres. Alaba el vigor de Hércules, su talla, los trabajos que superó y los monstruos que venció; sin embargo no logró triunfar sobre el decimotercero pues su amiga Deyanira le destrozó el cuerpo envenenado por una camisa emponzoñada; recuerda que Hércules amaba a otra mujer, Iole, concluyendo que así fue vencido Hércules, que alcanzaba tantas virtudes, por una sola mujer.

No hay que pasar por alto que la visión del mito es, de nuevo, parcial; el poeta ofrece la información desde el lado del espejo que más le interesa en su ejemplificación; se hace a Deyanira responsable de la muerte de Hércules, pero se silencia la causa, el que fue por amor por lo que ella, engañada, le envió lo que creía filtro amoroso; el poeta, pues, manipula la historia.

2.2. Pero hay más mitos que sirven para mostrar la simpatía hacia las mujeres, a las que se anima a gozar de la libertad. Los mitos aducidos están en boca de un personaje completamente distinto a Amigo. Se trata de la Vieja,

15 Pese a la innegable complejidad de esta alegoría amorosay al carácter casi enciclopédico de su segunda parte el Román de la Rose es ante todo un tratado, un manual de amor. Cf. " Ars Amandi, Ars Legendi: Love poetry and Literary Theory in Ovid, Andreas Capellanus and Jean de Meun", Exemplaria 1 (1989) 181-205.

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consejera de Dulce Albergue. Ésta considera que la mujer que ama a un solo hombre merece toda clase de castigos, pues ellos se cansan y las abandonan (w. 13137-42). Como ejemplo para ponderar el abandono de que son objeto, la falta de correspondencia en su amor y en sus regalos, y su triste final trae a Dido, Filis, Enone y Medeal6(w 13.143-13232).

2.2.a) - Gran atención dedica a la figura de Dido (13143-13180), de la que resume la historia (no pudo retener a Eneas, pese a haberlo acogido, reparado sus naves, darle ciudad bienes y cuerpo; el la abandonó y ella se mata). Por contra, cuatro versos sirven para recordar la historia de Filis que se ahorcó después de esperar que volviese Demofonte como le había jurado. De la historia de Enone (13185-13198) selecciónalo fundamental: París no cumple su promesa, aunque había jurado amar a Enone grabando con su cuchillo en la corteza de un árbol que el rio Janto cambiaría su curso y volvería a su fuente si la abandonaba. El personaje de Medea, tan lleno de fuerza, merece un detenimiento por parte del narrador (vv. 13199-13232); recuerda que Medea salvó de la muerte a Jasón, durmió al dragón, consiguió que se enfrentasen los nacidos de la tierra, conquistara el vellocino, rejuveneció a Esón17, y que él, "infame traidor, tramposo, desleal, bribón", la abandonó. No se silencia -y esto sí se desaprueba-el que Medea asesinó a sus hijos.

Responden desde luego a la tópica y antigua enumeración de heroínas que escribieron cartas de desengañado amor (Heroidas) pero aquí tienen una función, estar al servicio del pensamiento: puesto que los hombres se burlan de las mujeres, es lícito a ellas por eso engañarlos de igual modo y no atar el corazón a uno solo pues loca sería quien lo hiciese (v. 13.239).

2.2.b) También en boca de Vieja, para apoyar que las mujeres pueden engañar de mil maneras a los maridos y que ni el mismo Argos las podría guardar, está el mito de lo (vv. 14351-14364), vigilada por Argos (se alude a que era observada por cincuenta ojos cuando los otros cincuenta dormían, que Mercurio por orden de Júpiter lo venció -decapitó, sin omitir el cambio de lo en vaca).

2.2.c) El no fiar de encantamientos ni magias, lo enseñan Medea y Circe, incapaces de retener a sus amantes (vv.14365-14378).

Los mitos de que se sirve Vieja sirven para justificar la infidelidad de las mujeres, para ilustrar una realidad, no pueden -si no quieren- ser guardadas o para darles consejo.

16 J. Victorio, op. cit. pp. 398 y 399, indica que el relato de Dido se basa en el Román de Eneas, los de Filis y Enone en Le román de Troie y el de Medea en Ovidio, MetamorfosisVll. Pero cf.Am. II 18, 19-26, donde Ovidio da una lista más amplia y Arsam. III 31-40, Met. VII 1-403, para Jasón y Her. II (Filis) y V (Enone) ya señalados como fuente por Langloís y Lecoy.

17 Así en la versión ovidiana Met. VII162-293 frente a otros textos (Apolodoro, Diodoro) que narran el suicidio de Esón elegido como forma de muerte ante la presión de Pelias.

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2.3. El mito de Adonis18 que J. de Meun inserta hábilmente en el discurso (w. 15629-15720)19 sirve de ejemplo de cómo los hombres tienen que obedecer siempre a las mujeres y fiarse de sus palabras, que son verdaderas, pues desobedecer sus consejos tiene consecuencias fatales. El mito aparece como excurso en la narración del asedio al castillo, y en su narración destaca el poeta que en Citerea, donde Venus tiene su morada principal, la diosa se dedica a enseñar a Adonis el arte de la caza que deseaba aprender, y le da consejos oportunos: que no intente nunca cazar a animales que se defiendan con fiereza, etc., lo que el narrador omnisciente sabe que no hará y que por ello morirá.

3. Dentro de la concepción de la obra, además de los de Narciso y Pigmalión, puede resaltarse la función que tienen los mitos de la Edad de oro, la historia de Venus y Marte y, la presencia de Natura.

3.1. La Edad de Oro, que representa ese mundo ideal, idílico, de naturaleza bella y generosa, en que reinaba el Amor, al que aspira el poeta, es pintada porque representa, precisamente, esa realidad que se busca; ilustrarla es la función del mito. Éste va apareciendo a lo largo del Román de la Rose en distintos momentos:

1.- La primera mención habla de su fin, de la marcha de los dioses. En los versos 5350-5374 se dice que ahora no hay amor ni amistad porque el mundo quedó limpio de él, una vez que los dioses se fueron ante el ataque de los gigantes y Derecho, Fe y Castidad también huyeron; los dioses abandonaron las tierras por no soportar las guerras incluso Justicia, que lo hizo la úlitma. Así pues, Amor se marchó y buscarlo es empresa de gigantes.

2.- La Justicia identificada explícitamente con la edad de oro vuelve a aparecer unos versos después (vv. 5504 ss), tras afirmar Razón que hubiese sido preferible que Amor, que no necesita de Justicia, fuese el que hubiera quedado. Se resume el mito bien conocido: gobernó en otro tiempo -en la edad de oro-cuando reinaba Saturno, a quien -añade- Júpiter su hijo, cortó los testículos20

y luego los arrojó al mar, de donde nació la diosa Venus, tal como dice el libro. 3.- En los versos 8325 y ss. en contraposición con el tiempo presente en

que reina el dinero, habla Amigo de aquella época de antaño (que pintara Ovidio. Met. I 89-112 y 127-50) en que el amor era leal, sin codicia y el mundo hermoso; las gentes recogían bellotas en los bosques, buscaban manzanas y frutos, recogían espigas, uva, miel que fluía de los robles, bebían agua pura, y o conocían el vino; la tierra producía todo, vivían al aire libre y se refugiaban

18 La genealogía de Adonis será incluida posteriormente en el mito de Pigmalión (vv. 21154-21180).

19 Cf. E. Bermejo, "Notas sobre las modalidades retóricas de inserción de anécdotas en el Román de la Rose de Jean de Meun", en La lengua y la literatura en tiempos de Alfonso X, Murcia 1985.

20 Los mismos versos en 20002, con la misma imprecisión cf. nota 11.

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las gentes en grutas o huecos de árboles, y en primavera Céfiro y Flora, dueños y señores de las flores, hacían renacer plantas y flores, de todo tipo; se solazaban en lechos cubiertos de flores; entonces Perfidia no había creado a reyes ni a príncipes, que hurtan y roban al prójimo.

4.- También corresponde a Amigo la otra mención de la Edad de oro, incorporando el mito de los argonautas. Desaconsejando Amigo el matrimonio a los hombres recuerda cómo los antiguos se daban apacible compañía sin esclavitud ni ataduras (w.9463-9470); eso era antes de que el hombre se hubiese lanzado a navegar; no había cruzado el mar Jasón ni preparado las naves para buscar el vellocino -de ahí la sorpresa que causó su navegación a Neptuno, Tritón, Doris y sus hijas (w. 9471-9486). Estos hombres, añade, pues el fin que pretende es defender la clase de amor que prevalecía en aquel momento, además de no conocer la navegación y hallar todo en sus tierras, se amaban con lealtad, vivían con sencillez y manifestaban un amor natural. No conocía el amor de entonces "la simonía"21 y nadie pedía nada al otro, hasta que llegó Embaucador (v. 9487 y ss.).

5.- Casi al final de la obra, al hacerse mención del Paraíso y describirlo como el conjunto de toda belleza y perfección se afirma que "nadie vio jamás un sol tan hermoso y tan puro, ni siquiera cuando en la edad de oro reinaba Saturno"22.

3.2. La historia de Venus y Marte. En el mito de la Edad de oro había ya elementos pertenecientes a la

historia de Venus, que relacionan ambos mitos como el de su nacimiento, pero Venus, diosa del Amor (y, por tanto, protectora universal de los lectores de esta obra), representa el amor natural, libre, jovial; por eso el poeta se detiene y va eligiendo a lo largo de Le Román momentos importantes que nos ofrece la mitología. Este episodio que puede dañar la "fama" de Venus es elegido precisamente, creemos, para justificar a Venus. El mito contaba que Vulcano, celoso de las relaciones de su esposa con Marte urde una red invisible en la que sorprende a la pareja, a la que muestra de manera tan poco decorosa a los demás dioses. Los diversos momentos de la historia son:

1.- Nacimiento de Venus. Se habla, a propósito de Justicia, en 5508, ex abrupto, tras mencionarse la castración de Saturno23 y el lanzamiento de los genitales al mar, "de donde nació Venus".

21 Carga satírica presenta este anacronismo del v. 9496: lors iertamor sanz symonie. 22 Se vuelve a añadir lo dicho en los versos 5.500- su hijo Júpiter ultrajó y castró. Júpiter

que sólo ansiaba el poder aunque mandó que cada cual hiciese lo que le agradara, llevó las cosas de bien a mal, y asi comenzó la Edad de plata que luego sería la de bronce etc. En el verso 20.085 hace mención expresa de las Geórgicas como fuente para insistir en cómo era la vida antes de que Júpiter ocupara el trono y su desarrollo posterior hasta el 20.150.

2 3 C / n . 11.

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2.- En los versos 10797-10.800, vuelve a aparecer a propósito de un juramento de Cupido, que recuerda su extraordinario nacimiento: 'Mes par sainte Venus, ma mere,/ et par Saturne, son viell pere,/ qui ja l'angendra jenne touse,/ mes non pas de sa fame espouse/'.

3.- La historia propiamente dicha comienza en 13.810 y en boca de Vieja, que recomienda que la mujer actúe de manera que su amante crea que lo ama locamente y que ella es más celosa que lo fue Vulcano. Este dios, ejemplo del celoso, da pie a la narración de la historia: sorprendió a Venus con Marte en plena falta; con una red que había forjado los apresó unidos pues los había espiado; luego -el necio- convocó a la risa a los dioses, que enmudecieron al ver la belleza de Venus, que se lamentaba avergonzada en la red.

Como es natural, se justifica que Venus se uniese a Marte, el que no amase a su marido, pues las mujeres nacieron libres; la Naturaleza las hizo libres24, "a todas para todos y a todos para todas, cada una igual a cada uno y cada uno igual a cada una" (vv. 13855-13858); por eso intentan recuperar su libertad si son desposadas. Volverá a insistir en la libertad que enseña Naturaleza (vv. 13987-14008) y en que por ello hay que excusar a Venus, que sólo pretendía usar su libertad, como todas las damas que se entregan a los juegos de amor, aunque estén comprometidas por el matrimonio: Es Naturaleza quien las empuja a recobrar la libertad. Naturaleza es una gran fuerza, pues vence incluso a la educación; de nuevo en 14128-30 se afirma: 'Así nos gobierna Naturaleza, atizando nuestros corazones hacia el placer, y por eso Venus no merece desprecio por haber amado a Marte". Y continúa Vieja diciendo que muchos dioses se hubiesen cambiado por Marte, y que el propio Vulcano debió disimular para seguir gozando del amor de Venus (14131-14156). Esa es la enseñanza del mito, la libertad de las mujeres, lo peligro de los celos y el beneficio de fingirlos (así comenzaba el pasaje que encuadra la leyenda).

La última pincelada sobre el tema ocurre en los versos 18031-18099 a propósito de la utilidad de los espejos. Si Venus y Marte los hubiesen puesto debajo del lecho no habrían sido atrapados en la red; Vulcano no hubiese probado el adulterio y ellos habrían ido a yacer en otro paraje en el que pudiesen ocultar mejor su secreto. O de otro modo, podría Marte haber roto la red con su espada y acostarse con Venus en el mismo lecho; ella, incluso, podría haber inventado mil mentiras para justificar la presencia de Marte al ver llegar a Vulcano.

3.3. Los imperativos de Natura. 3.3.1. Los condenados del infierno. Del mito se sirve también el poeta

para apoyar los dictados de Naturaleza; ella gobierna los corazones y manda

24 vv. 13.845-13.848: 'D'autre part el sunt franches nees; loi les a condicionees, que les oste de leur franchises ou Nature les avoit mises'.

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amar -así lo hacía Venus- y manda procrear, y no debe ser desobedecida. Esta realidad se ilustra con mitos y se sustenta en un pensamiento por demás mítico, el que la Naturaleza (también los dioses) se vengan de los hombres cuando se la pretende violentar, trasgredir o maltratar. Naturaleza se dirige a Genio para que vaya donde está Amor y Venus y sus huestes. Al lamentarse de la desobediencia del hombre, que no procrea, y al cuestionarse qué le ocurrirá al desgraciado cuando se encuentre ante el Juez, o qué recompensa podrá esperar, pasa revista a los famosos suplicios eternos míticos (vv. 19.249-19.278): Ixíon, atado a la rueda, la sed y hambre insaciables e insaciadas de Tántalo; Sísifo, empujando continuamente una roca hacia la cima de la que cae de nuevo, o la cuba que no se llena jamás de las Danaides (Belidienes, descendientes de Belo como en Ovidio Met. IV 463), o Ticio al que los buitres devoraban su hígado. Todos estos castigos, de los que ha hecho el catálogo completo, serán inferiores a los que esperan al hombre que no haya obedecido a Natura; ésta se vengará.

3.3.2. Orfeo y Cadmo.- Dos personajes míticos sirven de ejemplos a evitar y seguir, Orfeo y Cadmo respectivamente. Dice Genio que deben ser excomulgados (ser enterrados vivos y más adelante, v. 19.638, además, perder sus signos masculinos) los que no aman según ordena Naturaleza (con las armas que ella dio: con estilete y tablillas, con martillos y yunque, con reja afilada para que el arado marque surcos en campo fértil25 w . 19.513- 19529), por querer seguir a Orfeo, que no supo arar ni escribir, ni forjar en el yunque debido, es decir, no tuvo trato con mujer, y que estableció un uso que contrarió a la Naturaleza (vv 19621- 19.624). Por contra deben seguir el ejemplo de Cadmo y hacer progresar el linaje.

3.3.3. Las Parcas.- Procrear significa multiplicarse, vencer a la muerte, una suerte de inmortalidad, por lo que Natura, tras pasar revista (v. 19738) a las Parcas e informar al ejército de que Cloto, la que tiene la rueca, y Láquesis que saca el hilo, son favorables, pero que les es contraria Átropos que rompe y destroza lo que las otras consiguen hilar, insta a la procreación, pues la multiplicación es el mejor camino para burlar a la traidora Átropos que se regocija con la muerte. En este contexto infernal aparecerán Cerbero, las Furias (v. 19.805 que se alimentan de sus sobras) y otros tres personajes: Radamantis, Minos y Eaco ante los que todo el mundo tiembla.

De todos los mitos que aparecen en la órbita de Natura, el de Orfeo merece ser destacado por cuanto ofrece la visión menos común de la Edad Media; Meun ha elegido seguir a Lille (tomando sus personajes de Naturaleza

25 La comparación en Alain de Lille De planctu Naturae, Patr. Lat. 210, 431 y 456-7 (Cf. Lecóy op. cit. p.180).

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y Genio) y con ello resaltar una imagen inusual, de profundo contraste con la tópica del Orfeo medieval26.

Las páginas que preceden pueden servir para comprobar cómo el mito cumple su función en Le Román de la Rose; que los poetas se pueden servir de ellos y recrearlos y cambiarlos incluso, a veces siguiendo una versión no común, a veces, quizá equivocándose, otras, sin necesidad de exponerlo en su totalidad, es capaz de evocar historias con una palabra o con alusiones o simples referencias que de inmediato sitúan al lector en el punto de vista deseado por el autor con su mención a éste o aquél personaje o, en fin, cuando es necesario trayéndolo a nuestra presencia en su totalidad.

Es evidente que J. de Meun conocía perfectamente la mitología, la había leído en los libros, ya latinos ya medievales. Conocía detalles (Adonis, Mirra, Ciniras), repite mitos incorporados a una historia (Infierno y castigo de los condenados), no separa, como ocurre también, mito-historia, sea o no legendaria (Hécuba-Creso-madre de Darío; Helena-Lavinia, Penélope Lucrecia); eran "parejas literarias".

Los mitos, en fin, pueden aportar nueva luz a la conocida problemática sobre si es posible seguir el pensamiento de Meun a través de las diversas opiniones de sus múltiples personajes27. Aunque es lugar común tratamiento orientan sobre que Meun está más cerca de las posturas de Vieja que de Razón, matizadas y avaladas por las de Naturaleza. En suma es evidente la específica función que tanto la recreación como la alusión cumplen en el Román de la Rose.

26 Cf. J.B. Friedman, Orpheus in the Middle Ages, Harvard University Press 1970. 27 Cf. K. Heinrichs, op. cit. p. 5.