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7/21/2019 Presencia Historica y Procesos Organizativos Afrocolombianos en Santander. Doris Lamus Canavate- Bucaramanga
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Presencia histrica y procesosorganizativos afrocolombianos en
Santander
Doris Lamus Canavate
ISBN: 978-958-46-5760-2
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Doris Lamus CanavatePresencia histrica y procesos organizativos afrocolombianos. Santander (Colombia)
ISBN:978-958-46-5760-2Universidad Autnoma de Bucaramanga
Instituto de Estudios Polticos
Grupo Democracia Local, Lnea Movimientos sociales, gnero y cultura
Bucaramanga/ Colombia
Todos los derechos reservadosPrimera edicin, diciembre de 2014Hecho en Colombia
Ilustracin de cubierta:
Mark Edward (1843). Cocinero, Detalle de champan, en el Magdalena. [Acuarela]
El texto original de este libro corresponde al informe final del proyecto deinvestigacin Hacia la reconstruccin de los procesos organizativos de losmovimientos sociales afrodescendientes en Santander, Colombia. (20132014),financiado por la Universidad Autnoma de Bucaramanga. Colombia.
Lamus Canavate, DorisPresencia histrica y procesos organizativos afrocolombianos en Santander.
/ Doris Lamus Canavate. pp.144ISBN: 978-958-46-5760-2
l. El Movimiento Social Afrolatinoamericano y los procesos organizativos en Colombia.2. Esclavos, libres y bogas en Santander. 3. Procesos organizativos de la poblacinafrodescendiente en Bucaramanga y su rea Metropolitana.4. Las organizaciones delMagdalena medio santandereano.
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CONTENIDO
INTRODUCCIN ........................................................................................................................... 5
EL MOVIMIENTO SOCIAL AFROLATINOAMERICANO Y LOS PROCESOS
ORGANIZATIVOS EN COLOMBIA ............................................................................................ 9
ESCLAVOS, LIBRES Y BOGAS EN SANTANDER ................................................................. 15
La jurisdiccin de Girn....................................................................................................... 17
La jurisdiccin de San Gil y Socorro ................................................................................... 21
La boga en el Ro Grande de la Magdalena ......................................................................... 25
Magdalena Medio, Historia y Poblamiento ......................................................................... 31
PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LA POBLACIN AFRODESCENDIENTE EN
BUCARAMANGA Y SU REA METROPOLITANA .............................................................. 35
Asociacin Colonia Horizonte Chocoano ............................................................................ 36
Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS ............................................................. 41
Fundacin de Mujeres Afrodescendientes de Santander, Amina......................................... 46
Asociacin de Desplazados Afrodescendientes de Santander, Races Afro ........................ 48
La Asociacin de Afrodescendientes y Vctimas del Conflicto Armado de Girn,
AFRODEVIC .................................................................................................................... 52
Fundacin Afrocolombiana Quilombo ................................................................................ 56La Mesa Departamental Afrodescendiente de Santander .................................................... 56
El Movimiento de Organizaciones Afrocolombianas de Bucaramanga y el rea
Metropolitana, MOABAM ................................................................................................... 62
Tensiones y conflictos en las organizaciones....................................................................... 64
Relaciones con las administraciones Municipal y Departamental ....................................... 65
LAS ORGANIZACIONES DEL MAGDALENA MEDIO SANTANDEREANO ..................... 71
Asociacin Afrocolombiana de Barrancabermeja y el Magdalena Medio, AFROBAM..... 72
Asociacin de Afrodescendientes del Barrio El Dorado, AFRODORADOS...................... 74
Asociacin Afrodescendiente del Magdalena Medio, AFRODMAM ................................ 76
Colectivo Libertarios Magdalnicos, AFROLIBERTARIOS ............................................. 78
Fundacin Minga Afro Magdalnica, La Minga.............................................................. 81
Fundacin Afro El Sol, AFROSOL ..................................................................................... 83
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Asociacin de Afrocolombianos de Sabana de Torres, AFROCOLSAT ............................ 85
Corporacin Regin Afrocolombiana, CORAFROC .......................................................... 89
Organizaciones en Cimitarra y la India ................................................................................ 98
La Asociacin de Trabajadores Campesinos del Carare, ATCC....................................... .99
Consejo Comunitario El Qucharo.................................................................................... 110
Asociacin Afrocolombiana Kenia de Cimitarra, ASAKENCI.......................................... 112
Fundacin de Mujeres Manos Limpias.............................................................................. 118
PARA FINALIZAR................................................................................................................ 122
BIBLIOGRAFA ......................................................................................................................... 127
Anexo 1. Listado entrevistas AMB y Magdalena Medio santandereano .................................... 133
Anexo 2. Listado organizaciones de afrodescendientes rea Metropolitana de Bucaramanga y
Magdalena Medio santandereano .................................................................................... 134
Registro fotogrfico del proyecto ................................................................................................ 138
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INTRODUCCIN
En Colombia, la disputa por el control del poder de nombrar, contar y representar a la
diversa poblacin descendiente de los africanos trados a Amrica a partir del siglo XVI,
es uno de los ms complicados asuntos por dilucidar en la actualidad. As mismo es una de las
causas de la fragmentacin y el estancamiento de los procesos organizativos locales y, por
tanto, del debilitamiento en las conquistas propuestas desde antes de la Constitucin Poltica
de Colombia (CPC)de 1991. De hecho, el art. 55 transitorio de la CPClegitim el nombre de
Comunidades Negras propuesto por las organizaciones del sur del Pacfico, lo que
constituye uno de los puntos de partida de la disputa por el poder de nombraren las dcadas
siguientes, pero tambin de las contradicciones entre estos y quienes traen sus reivindicaciones
de tiempo atrs, unos inclinados por la denominacin de Cimarrones, otros por la de
Negritudes. No obstante, en tiempos globales, otro proceso de amplitud como la
Conferencia Mundial Contra el Racismo del 2001 en Durban, Sudfrica, tambin influy en el
sentido que aqu se puntualiza, en la decisin de los participantes de reconocerse comoafrodescendientes, asunto propuesto por la acadmica brasileraSueli Carneiro.
Por otro lado, est planteado en Colombia desde finales del siglo pasado, un debate en la
academia contra la invisibilidad (Friedemann, 1995, pp. 32-77) en que las ciencias sociales
haban mantenido a la gente negra y sus aportes a la construccin de nacin. A partir de la
Constitucin Poltica de 1991 se abre camino una importante produccin desde distintas
disciplinas que dar lugar a muchas formas de nombrarel objeto de estudio y con ello los
debates acerca de la impronta colonial en el uso de negro, la racializaciny la discriminacin
en estos y otros discursos, los problemas derivados del autoreconocimiento (soy negro o
negra, afrodescendiente, raizal, palenquero, afrocolombiano, afrosabanero, o simplemente
afro). Tambin toman lugar en el debate los problemas derivados de la (in)visibilidad
estadstica y, por supuesto, la pregunta por el quin soy o no quiero ser, para efectos de
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identificacin mediante un censo, una caracterizacin o ejercicio similar. Conjuntamente
con la demanda de ms agudas herramientas de medicin, aparecen los problemas de
desigualdad que viven en muchas regiones de Colombia estas comunidades. Lo destacado en
todos estos debates es su vigencia y permanencia1. Debo al menos mencionar en esta breve
enunciacin, porque marcan tambin unas trayectorias en el debate, posturas que parten de las
nociones de blackness(Wade, 2013, pp. 21-42) o la de negridad (Restrepo, 2013).
Sin pretender ser exhaustiva y dicho muy sintticamente, esta disputa por el control de los
significados del ser o no ser negro, negra, afro o cualquiera de las otras propuestas posibles,
se traslada y se debate, necesariamente, entre comunidades, organizaciones, activistas y, no
faltan quienes sin entender del todo de qu se trata, se autodefinan de una u otra manera o se
resistan a ello2. As mismo, encontramos a quienes actan en sentido pragmtico y asumenuna identidad estratgica (Spivak, 2003) de la que pueda, eventualmente, derivar un beneficio.
Este prembulo sirve de pretexto para introducir una particular reflexin a partir de esta
investigacin que indaga por la presencia de afrodescendientes en Santander, tierras en las
que la historia destaca la de colonos alemanes(Rodrguez Plata, 1968) y la antropologa de la
familia (Gutirrez de Pineda, 1968) identifica a la regin como Complejo Cultural
Neohispnico, subrayando, uno y otro campo, la huella europea en Santander. Con estos
prejuicios dominantes en la regin, la tarea que aqu se emprende tiene la intencin de hacer
visibles a los descendientes de antiguos esclavos y bogas3, as como a migrantes de tiempos
recientes.
Sostengo pues que, si bien no cabe una comparacin cuantitativa con otras regiones como la
Caribe y la Pacfica, tanto en las tierras altas como en las ribereas y aledaas al ro
Magdalena, existe una significativa presencia de poblacin afrodescendiente de diversa
1Para quienes tienen intereses en el debate cuantitativo, vase Tukufu Zuberi (2013).2En este contexto, aqu utilizamos indistintamente los trminos aludidos para la poblacin en estudio,con la particularidad de que, cuando seguimos estudios historiogrficos, los usos de los siglos XVI aXVIII son, precisamente, algunos de los que hoy se critican (negro, esclavo, mulato, etc.), pero que nopodemos cambiar sin caer en anacronismos. En muchos casos seguimos los usos de los propiosentrevistados.3Bogar es un verbo sinnimo de remar, por extensin se conoce como boga al hombre que haca latarea de conducir canoas y champanes por el ro Magdalena durante la Colonia.
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procedencia, as como procesos de arraigo y construccin de comunidad, lo cual define una
variopinta trama de colores de piel y prcticas culturales que hace ms complicada la tarea de
identificacin y cuantificacin de esta poblacin. Aunque algunos funcionarios locales
sostienen y suscriben la afirmacin de que aqu no hay negros, lo que se puede observar con
atencin y sin prejuicios, es que sern pocos pero que los hay, los hay. De la visibilidad de
esta poblacin como organizaciones, en su mayora legalmente constituidas, depende el
reconocimiento de sus derechos en Santander y el acceso a recursos de destinacin especfica.
Los antecedentes del proyecto se ubican en 2008 con un trabajo orientado a identificar
organizaciones de mujeres negras/afrodescendientes en Colombia, tanto en la regin Pacfica
como la Caribe, el cual parti de la pregunta por el lugar de las mujeres en los procesos
organizativos del movimiento afrocolombiano.Los resultados de este trabajo se publicaron en2012 bajo el ttulo El color negro de la (sin) razn blanca: el lugar de las mujeres
afrodescendientes en los procesos organizativos en Colombia4. Con posterioridad, y producto
de este ejercicio previo, localizamos una experiencia en Cartagena y San Basilio de Palenque
surgida de las organizaciones de mujeres, la cual propona construir elgnero desde lo afro.
Nuestro trabajo all indag por la construccin de relaciones de gnero en el interior de las
comunidades y las organizaciones y las familias involucradas en el proyecto (Lamus, 2013).
Para 2013 conforme a una directriz institucional presentamos a convocatoria interna una
propuesta tituladaHacia la reconstruccin de los procesos organizativos de los movimientos
sociales afrodescendientes en Santander, Colombia, orientada a identificar la presencia de
poblacin organizada y auto-identificada como afrodescendiente, con el fin de reconstruir sus
historias, proyectos y propsitos como colectivos que propenden por la defensa de sus
derechos y su cultura. Su cobertura geogrfica fue: Bucaramanga y los municipios del rea
Metropolitana (Floridablanca, Girn, Piedecuesta) y el Magdalena Medio santandereano.
El desarrollo de la investigacin forma parte junto con otras actividades y est cobijado por un
Convenio Marco de Cooperacin suscrito entre la Universidad Autnoma de Bucaramanga y
la Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS, en junio de 2013, cuyo objetivo es el de
4Disponible en: http://alainet.org/active/57438
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articular acciones, esfuerzos, capacidades y conocimientos para crear espacios acadmicos,
proyectos y actividades que promuevan la interculturalidad, el reconocimiento y la visibilidad
de la poblacin afrocolombiana, su cultura, sus prcticas y aportes a la construccin de nacin
y de ciudadana, desde esta universidad.
La estrategia metodolgica est inspirada en los procesos de investigacin previos, con un
enfoque cualitativo, que pretende conocer a las personas y los procesos en los que se
encuentran inmersas, por lo cual se da cuenta en extenso, y en sus propias voces, de sus
experiencias. Para la recoleccin de informacin se utilizaron fuentes secundarias tanto
cuantitativas como cualitativas, documentales y bibliogrficas, e informacin primaria, a partir
de entrevistas y grupos focales con personas, lderes o de base, hombres y mujeres
afrodescendientes auto identificados como tales que han participado en procesos organizativosen la regin. En cuanto a la informacin secundaria, se logr identificar una significativa
bibliografa de corte histrico, fundamental para la documentacin de la presencia de
poblacin esclavizada, libre o bogas (navegantes del Ro Magdalena). As mismo, se hizo la
recoleccin de informacin en terreno en los distintos municipios. Las entrevistas se realizaron
entre agosto y diciembre de 2013.
Se aplicaron, finalmente, 35 entrevistas, un grupo focal y un taller, distribuidos as: 9
entrevistas y un taller en el rea Metropolitana de Bucaramanga (AMB); 5 entrevistas en
Barrancabermeja; 10 entrevistas en Cimitarra y el corregimiento de La India; 6 entrevistas en
Sabana de Torres, 5 entrevistas y un grupo focal con 21 participantes en Puerto Wilches 5.
5Ver al final cuadro de entrevistas y listado de organizaciones encontradas.
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1.
EL MOVIMIENTO SOCIAL AFROLATINOAMERICANO Y LOS
PROCESOS ORGANIZATIVOS EN COLOMBIA
Desde 2008, cuando emprendimos el proyecto inicial sobre El lugar de las mujeres en los
procesos organizativos de la poblacin afrocolombiana, hemos venido revisando la literatura
producida alrededor de estos debates. Se incluye a continuacin una actualizacin sinttica de
esta revisin, a la cual se adiciona el aporte de nuestro trabajo al mismo campo de
investigacin y que no aparece en la bibliografa consultada.
De la misma manera que otros movimientos sociales como el feminismo, el pacifismo, los
ecologistas, los obreros o los campesinos y los estudiantes tuvieron sus antecedentes en pases
del Norte, sin querer decir con ello que los nuestros son sus mulos, ni que se orientan en las
mismas coordenadas epistmicas y polticas, existe una conexin de contexto histrico, as
como de aspiraciones y reivindicaciones entre algunos de ellos, ms an, en tiempos de
globalizacin. As lo evidencia la ya larga historia de movimientos de liberacin, revolucin,emancipacin y descolonizacin de los pueblos descendientes de africanos en Amrica. Si
bien no es muy abundante la produccin al respecto, sirve de marco a esta revisin el trabajo
de Agustn Lao-Montes (2009), en el cual propone la siguiente periodizacin:
El primero alcanz su punto lgido en la ola de revueltas de esclavizados en el siglo XVIII,
cuyo punto culminante fue la revolucin haitiana (1796-1804), lo que a su vez marc el
nacimiento de la poltica negra como dominio explcito de identidad y derechos, y como
proyecto de emancipacin (Agustn Lao-Montes, 2009, p.215). El segundo periodo,
aproximadamente de 1914 a 1945 (I y II guerras mundiales, las revoluciones rusa y mexicana,
y la gran depresin de los aos treinta). Fue un momento de consolidacin de los movimientos
polticos, culturales e intelectuales negros en todo el Atlntico, que configur una suerte de
cosmopolitismo afro que sigue vigente en nuestra poca (Lao-Montes, 2009, p. 216).
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El tercer periodo, de la posguerra de la segunda guerra mundial hasta la ola global de
movimientos antisistmicos de los aos sesenta y setenta. Aproximadamente de1945 a 1955
fue un ciclo sistmico de luchas por la descolonizacin en frica, Asia y el Caribe, y por el
surgimiento de movimientos contra el rgimen de Jim Crow en el sur de los Estados Unidos
(Lao-Montes, 2009, p. 217). El cuarto periodo comienza a finales de los aos ochenta y a
principios de los noventa hasta hoy. Es la poca del surgimiento del nuevo imperialismo
estadounidense (las invasiones de Granada y Panam en 1986 y 1988, y primera guerra con
Irak en 1991). Marca tambin el comienzo del fin de la fascinacin con las polticas de Estado
neoliberales, presididas por movilizaciones y movimientos emergentes contra sus efectos
negativos de orden econmico y poltico (pp. 218-219).
Se destacan en este periodo tres referentes importantes para los movimientos negros eindgenas en el continente americano: uno, el cambio constitucional sin precedentes que tuvo
lugar en Colombia en 1991 y luego en los pases vecinos, que reconoci el carcter
pluritnico y multicultural de la nacin; dos, la campaa contra la celebracin de los 500 aos
del descubrimiento de Amrica en el 1992, y el proceso hacia la Conferencia Mundial
Contra el Racismo del 2001 en Durban, Sudfrica, todo ello en un contexto de alta
movilizacin social contra los efectos negativos de la globalizacin neoliberal y en particular
de la aparicin de los movimientos negros e indgenas en Latinoamrica (Lao-Montes, 2009,
p. 219).
En Colombia, un reciente trabajo y tal vez el nico directa y completamente dedicado al
Movimiento social afrocolombiano, negro, raizal y palenquero, es el que bajo ese ttulo
publicara la Universidad Nacional (agosto de 2012), cuya autora corresponde a los profesores
Maguemati Wabgou, Jaime Arocha, Aiden Jos Salgado Cassiani y Juan Alberto Carabal
Ospina. El trabajo inicia con un apartado conceptual, terico y metodolgico que bsicamente
resea los enfoques tericos sobre los movimientos sociales y precisa el tipo de abordaje de la
investigacin. As mismo establece una periodizacin que va del cimarronismoa la dcada de
los aos 90 del siglo XX, destacando los aspectos centrales, en localizaciones especficas de la
geografa colombiana, hasta llegar al proceso previo y subsiguiente a la promulgacin de la
Constitucin Poltica de 1991. Termina el captulo con las mujeres afrocolombianas y su
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motivacin para crear organizaciones. Finalmente se detiene en el movimiento
afrocolombiano en los albores del siglo XXI para plantear sus retos y alternativas. Llama
nuestra atencin la incorporacin de poblaciones especficas ya no solo las mujeres, sino los
jvenes y las comunidades afectadas por el desplazamiento forzado. El eplogo se plantea
como un puente maestro sobre las organizaciones rurales afrocolombianas. No contiene
referentes a poblaciones afrosantandereanas.
Esta obra, de carcter panormico, contiene una formidable sntesis y documentacin muy
importante no slo para la investigacin sino para la propia historia del movimiento afro. Es,
sin embargo, lamentable que el trabajo de importantes mujeres afrodescendientes, acadmicas
y activistas, siga siendo ignorado en estas y otras publicaciones. De igual manera nuestro
trabajo queda por fuera de tales reconocimientos.
Sea entonces el momento para mencionar nuestro propio aporte a la investigacin de los
procesos organizativos de la poblacin afrodescendiente en Colombia en general y de las
mujeres en particular (2012), la cual parti de la pregunta por el lugar de las mujeres en los
procesos organizativos del movimiento afrocolombiano en general, as como por sus
articulaciones con los movimientos feminista y de mujeres en el pas. Es claro que no es el
movimiento afro en s mismo el objeto de indagacin, pero no es posible preguntar por el
lugar en l de las mujeres sin reconstruir al menos los trazos gruesos de los procesos recientes,
incluso desde antes de la Constitucin de 1991 (Lamus, 2012, Introduccin).
Es, sin embargo, a partir de la dcada de los aos 90 cuando las mujeres adquieren alguna
visibilidad en el sentido organizativo y poltico y cuando empieza un lento proceso de auto-
constitucin como sujetos polticos, en muchos casos demandando una autonoma, no solo
como mujeres, sino como mujeres negras/afrocolombianas. Es preciso subrayar, no obstante,
que buena parte de las organizaciones de mujeres afrocolombianas mantienen sus vnculos de
hermandad y de defensa del proyecto tnico con sus congneres varones y por tanto del
movimiento social.
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Nuestro aporte ha sido publicado bajo el titulo El color negro de la (sin) razn blanca: el
lugar de las mujeres afrodescendientes en los procesos organizativos en Colombia , de 2012.
La publicacin recoge dos proyectos de investigacin, uno inicial que rastrea las
organizaciones de mujeres afro en el Pacfico y el segundo, que hace esta misma tarea en el
Caribe, ms especficamente en Cartagena, San Basilio de Palenque y Barranquilla. La
mayora de las organizaciones encontradas coinciden con las consultadas en el libro de
Maguemati Wabgou, et alt. (2012).
A partir del trabajo en Cartagena y San Basilio de Palenque identificamos una propuesta
surgida de los procesos internos de las organizaciones afro de la regin, pertenecientes al
Proceso de Comunidades Negras (PCN), el cual pretende construir elgnero desde lo afro
(2011-2012)6. Este ejercicio pregunta por la construccin de relaciones de gnero de lascomunidades, las organizaciones y las familias afro del Caribe colombiano. La idea parti de
una directiva nacional del PCN; sin embargo, las encargadas de implementar la directiva han
ido mucho ms all de liderar una lnea de trabajo de gnero y generacin; han creado una
asociacin de mujeres,pero su propuesta incluye a los hombres porque como bien ano tan, sin
ellos no tendra razn de ser el proyecto del gnero desde lo afro... Una de las apuestas de las
organizaciones es transformar la comprensin de la valoracin que se tiene de las mujeres y
construir nuevos relacionamientos (Simarra, 2011)7.
De este modo los movimientos sociales y sus organizaciones el referente ms emprico de
ellosactan en contextos en los que se confrontan discursos, compiten frente a creencias y
representaciones mayoritarias, se disputan por el acceso a recursos y capacidades de
incidencia. Parte de su propsito es hacer visibles sus discursos, as como modificar creencias
y valores dominantes (Sabucedo, 1998, pp. 175-177), como en el caso de Colombia y otros
pases latinoamericanos de importante presencia indgena y afrodescendiente, en los cuales el
racismo, la discriminacin, y los efectos del conflicto armado en el caso colombiano,
afectan precisamente a estas as llamadas minoras.
6 Artculo y video disponibles en:http://www.redalyc.org/pdf/110/11029045010.pdf ; http://www.youtube.com/watch?v=hkSJ2juz6T87Entrevista a Rutselly Simarra, Cartagena, 2011.
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Desde el punto de vista de las discusiones tericas y polticas acerca de los movimientos
sociales contemporneos, buena parte de ellos han enfocado sus polticas hacia el problema de
la redistribucin (o de la igualdad), y otros hacia el problema de la identidad (o el
reconocimiento). Sin embargo, una y otra dimensin son hoy inseparables (Fraser, 1997, pp.7-
52). Ms recientemente, se han planteado crticas a esos asuntos tpicos de una visin liberal
de los movimientos sociales, lo que marca sus lmites, y se propone la pertinencia de una
visin que descolonice y desujetivice las teoras de los movimientos sociales (Flrez Flrez,
2010), asuntos que podran favorecer una discusin y por supuesto, una construccin menos
atada a los cnones del pensamiento y de la prctica poltica liberal, con nuevos retos y
horizontes de sentido. En esta direccin se orienta un conjunto de preguntas planteadas por el
profesor Agustn Lao-Montes, muy a propsito para el trabajo que nos ocupa.
A qu le estamos apostando?, slo a ganar puestos y espacios dentro del Estado y a
obtener favores del Estado metropolitano norteamericano, o en contraste, buscamos crear
un orden poltico sustancialmente distinto? Por cul forma de democracia y ciudadana
estamos luchando?, Por una mera extensin de la franquicia de la democracia liberal, o
buscamos una transformacin sustancial de las formaciones polticas con el fin de obtener
derechos colectivos (sociales, econmicos, culturales, y polticos) en el contexto de una
democracia radical y participativa desde el nivel local hasta lo nacional y aun a escala
mundial? (Lao-Montes, 2009, p. 240)
De igual manera se detiene en un punto que tiene que ver con la construccin de identidades y
subjetividades y el horizonte de sentido hacia el cual se piensa el movimiento social afro en
Latinoamrica:
Vamos a centrar las luchas en contra del poder patriarcal, es decir, en contra del
machismo y el heterosexismo, en nuestras agendas y en nuestras prcticas de movimiento?
Cul es la importancia adscrita a los afrofeminismos y a los reclamos LGTB en nuestro
registro de prioridades y en nuestro anlisis de la opresin y la liberacin? (Lao-Montes,
2009. p. 240)
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Por ltimo, un nudo gordiano para las organizaciones y el movimiento, entre los proyectos
modernos de Occidente y la recuperacin de prcticas heredadas de tradiciones ancestrales:
Cuando hablamos de la ancestralidad y de lo propio, desde qu ptica y a
favor de qu proyecto poltico-cultural lo estamos haciendo? Por ejemplo,
entendemos lo ancestral y lo propio dentro de marcos y patrones autoritarios y
conservadores, o, por el contrario, entendemos la tradicin y la cultura como
procesos cambiantes y espacios atravesados por luchas casa adentro lo cual
implica combinar la defensa de la ancestralidad con la construccin de culturas de
liberacin. (Lao-Montes, 2009. p. 240)
Estas reflexiones son un valioso instrumento tanto para el movimiento afrocolombiano comopara quienes pretendamos hacer algn tipo de diagnstico sobre sus logros en pases
latinoamericanos. A las acertadas preguntas del profesor Lao-Montes debo adicionar, por otro
lado, una inevitable reflexin sobre la vida cotidiana de las organizaciones, en cualquier lugar
del mundo. Al respecto es imprescindible subrayar con Tourain (2000, p.104), que un
movimiento social y, por tanto, las organizaciones que lo conforman es un conjunto
cambiante de debates, tensiones y desgarramientos internos; ellos se encuentran en muchas
circunstancias, polarizados entre la expresin de la base y los proyectos polticos de los
dirigentes, entre las aspiraciones e intereses particulares de unos y otros, as como asediados
por problemas de control autoritario, manipulaciones y corrupcin. No es posible, por tanto,
pensar en los movimientos sociales y ms exactamente, en quienes integran las organizaciones
que los constituyen, como entidades prstinas. Son, por el contrario, de la misma naturaleza
humana que el resto de sus congneres. Pero, del mismo modo, no es polticamente correcto
generalizar sobre sus posturas, conductas y procederes. De all la pertinencia de estudios sobre
procesos y discursos que den cuenta de sus orientaciones de sentido, de sus prdicas y sus
contradicciones.
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2. ESCLAVOS, LIBRES Y BOGAS EN SANTANDER
Edward W. Mark (1843). Mujeres de las riberas del Magdalena. [Acuarela sobre papel gris. 17 x 25 cms]
Los estudios historiogrficos en Colombia que se ocupan de la institucin colonial de la
esclavitud se han detenido fundamentalmente en los lugares donde hubo mayor concentracin
de esta poblacin, como por ejemplo en las minas de oro de Antioquia y Choc, as como en
las grandes haciendas y trapiches de las sabanas de la provincia de Cartagena, donde el peso
especfico de esta mano de obra era fundamental en la economa de la poca. Ello contribuy a
la invisibilidad de la poblacin negra, esclava o libre en los territorios que hoy reconocemoscomo Santander, y que existi incluso tempranamente, conforme a registros y documentos que
dan cuenta de un nmero significativo que, sin embargo, no aparecen fcilmente en la
historiografa de la regin.
Segn el censo demogrfico de 1778, el grupo tnico de mayor presencia en este territorio era
el mestizo, con un 60% del total de la poblacin. Le segua, en su orden, el segmento blanco
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con un 30%, mientras que indios y negros se repartan el 10% restante. La poblacin negra
represent aproximadamente el 5% del total de habitantes, una cifra mucho ms moderada de
lo registrado en las provincias de Cartagena, Antioquia, Popayn y Choc, en donde
alcanzaron hasta un 30%, llegando incluso a igualar en algunas partes a los blancos 8.
De ello da cuenta un nmero importante de trabajos realizados por historiadores de la regin,
entre los cuales destacaremos una pequea muestra de ellos referidos a la jurisdiccin colonial
de las ciudades de Girn (Pico Pita, 2008; Castao Pareja, 2007) San Gil y El Socorro (Salazar
Carreo, Robinson, 2008), durante los siglos XVIXVIII, con la intencin de mostrar las
evidencias de esa presencia, lo cual permite dar soporte a la idea que orienta este trabajo, la de
rastreas las huellas de la existencia de poblacin descendiente de africanos esclavos o libres
llegados en distintos momentos de la historia de la regin.
8 Censo de poblacin de las provincias de Tunja, Girn y Pamplona, 1778, Archivo General de laNacin, Bogot (AGN), Censos Redimibles-Varios Departamentos, tomo 6, ff. 261r, 365r y 367r.Citado por Pita Pico (2012 p. 652).
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2.1. La jurisdiccin de Girn
Carmelo Fernndez (1850). Tejedoras y mercaderes de sombreros de nacuma en Bucaramanga. Tipos
blanco, mestizo y zambo. [Acuarela]
La demarcacin colonial de la jurisdiccin de la ciudad de Girn defini los siguientes
lmites: por el occidente, el ro Magdalena, por el norte el ro Lebrija (cuyo puerto era el de
Botijas), y por el sur el ro Sogamoso (cuyo puerto se denominaba Caaverales) y el ro
Chicamocha; y por el oriente los ros de Oro y Manco. De modo que esta jurisdiccin,
hacia el nordeste, limitaba con la provincia de Pamplona; hacia el noroeste con la de Santa
Marta, y hacia el sur con la de Vlez. Hacia el oriente tena una fisonoma accidentada y
montaosa; y hacia el occidente, los terrenos eran llanos, selvticos, pantanosos y malsanos.Topogrficamente este territorio estaba compuesto por las Mesas de Jridas, Bucaramanga y
Juan Rodrguez (Ruitoque), y los valles de los ros Sogamoso, Lebrija y Rionegro, con sus
afluentes principales los ros Fro, del Hato y del Oro (Castao, 2007, p.11).
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Aunque se reconoce que en esta regin no haba las ricas haciendas de otras regiones del
territorio, lo que s es sabido es que en la provincia de Girn, los ms importantes eran
propietarios ausentistas que encargaban la administracin de sus bienes a un mayordomo,
capitn u oficial negro, mulato o mestizo. De este modo, se encontraban grupos en algunos
casos vinculados por lazos de parentesco, conformados primordialmente por esclavos criollos
de corta edad, y unos cuantos adultos y viejos; algunos de ellos eran bozales (Castao, 2007,
p. 63).
Diversos amos encargaron del gobierno y direccin de sus heredades a un esclavo,
quien por ello pasaba a convertirse en el miembro ms importante en esa jerarqua de
funciones que se presentaban al interior de las haciendas y estancias cacaoteras de este
territorio. Dentro de las ocupaciones de estos encargados estaba llevar las cuentas,repartir y coordinar el trabajo; distribuir, dirigir y controlar la mano de obra, y velar por
la eficiencia en la recoleccin de las cosechas. Otras funciones de los negros capitanes era
dar cuenta y manifestar todo lo referente a las herramientas y alhajas de la posesin, no
solo a sus amos, sino en ausencia de este o por su fallecimiento, a los avaluadores de
dichos bienes. (Castao, 2007, p.68)
Los negros bozales9 eran superados numricamente por los esclavos criollos de pieles de
variadas tonalidades (eran ms baratos) o por asalariados, adems, para el periodo del que seocupa este estudio, 16821750, la relacin numrica entre hombres y mujeres era muy
desequilibrada, afirma Castao (2007).
por cada mujer que se comercializaba y que aparece mencionada en las cartas de
compraventa, existan dos varones. Esta desigualdad numrica incida en las
caractersticas estructurales y somticas de algunas parejas, matrimonios y familias, pues
los varones se vean obligados a establecer nupcias o relaciones ilcitas con
afrodescendientes criollas, ya fueran esclavas o libertas; y no en pocas oportunidades, con
algunas indgenas, que bien podan ser sirvientas y criadas del amo. (p.169)
9Los recin llegados, quienes desconocan la lengua y la cultura americanas.
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Arars, Luangos, Congos y Minas, conformaban el 75% de la poblacin total de los
negros bozales de este territorio. El porcentaje restante se distribua entre bozales de las
naciones Lucum (6%), Cetre (6%), Guinea (3%), Carabal (3%), Chal (3%) y
Cuasifula (3%). Muchos de estos negros bozales llevaban impreso en su cuerpo la marca
distintiva de los asientos. Y algunos tenan en su rostro escarificaciones o saxaduras esdecir, tatuajes tribales que se aplicaban en las sienes, el entrecejo y los prpados, y que
eran un indicio claro y contundente de sus races netamente africanas. (p.169)
La relacin entre el creciente nmero de esclavos criollos y las caractersticas econmicas de
la regin entonces, ha dado pie a los historiadores para sostener la hiptesis de que, tratndose
de una sociedad pobre (no exista la gran hacienda, ni el monocultivo, ni grandes minas), los
propietarios, adems de fomentar los embarazos de sus esclavas, les proporcionaban ciertos
cuidados a ellas y a sus hijos, como se cuida una inversin para que d mejores rendimientos.
As mismo, cuidaban a los esclavos mayores para hacer que su vida productiva se expandiera
lo mximo posible. As que la restringida economa no permita adquirir grandes lotes
o cuadrillas.
De modo que para los pocos propietarios de esta jurisdiccin atentar contra la salud fsica
de los esclavos, menoscabar sus cuerpos o no esmerarse por su bienestar no resultaba ser
una buena idea ni un atractivo negocio. Herirlos o descuidarlos equivala a depreciarlos enel mercado esclavista, y menoscabar una parte considerable del peculio y la fortuna
personal. (Castao, 2007, pp.170-171)
La distribucin demogrfica de la jurisdiccin de Girn, segn Castao, era la siguiente:
la mayor parte de los esclavos criollos eran mulatos (37% entre los varones y 38% entre
las mujeres), quienes eran clasificados segn el grado de mayor o menor blancura como
oscuros, claros, pardos y cochos. En segundo lugar estaban los negros (21% entrelos hombres y 13% entre las mujeres) entre los cuales se distinguan los loros (de color
amulatado, o de un moreno que tiraba a negro), y los atezados (o que tenan la piel tostada
y oscurecida por el sol). Y finalmente, aunque en esta jurisdiccin fueron ms bien
escasos y que la mayora eran provenientes de las jurisdicciones de Cartagena y Santa
Marta, hubo esclavos y esclavas zambas. (Castao, 2007, p 179)
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Esta institucin, como llaman en la historiografa tradicional a la esclavitud, no respetaba
vnculos familiares o consanguneos, ni siquiera entre madre e hijo/a. Aunque se reportan
casos en que fueron vendidos juntos, madre e hijo, tambin era posible que el hijo fuese
negociado hacia los seis o siete aos, es decir separado de la madre. Sin perder de vista que la
visin de familia o parentesco es la que reconoce la Iglesia Catlica y que eran muchas las
restricciones entre hombres y mujeres de distinto origen tnico, encontramos en este trabajo la
siguientes observaciones para el perodo comprendido entre 1645 y 1699: en casi la
mitad de las actas bautismales concernientes a esclavos no se menciona el nombre del padre,
o explcitamente se indica que este se desconoce (48%), lo que hace inferir al historiador que
la mayora de los esclavos eran el producto de relaciones ilegtimas es decir, fuera del
matrimonio catlico, y que la mayor parte de las esclavas eran madres solteras (Castao,
2007, p 172).
As mismo, en la jurisdiccin de Girn, se encontraban parejas de cnyuges compuestas por
negro e india o viceversa, unidos bien por el vnculo matrimonial o el amancebamiento,
tambin existan otros vnculos como el compadrazgo, de tal modo que otros negros o
afrodescendientes, fueran esclavos o libertos, podan integrar la misma unidad domstica y
pertenecer al mismo amo. Este mismo seor esclavista tambin sola convertirse en el padrino
de sus pequeos cautivos (Castao, 2007, p 173). Un presente usual a una mujer en vsperas
de casarse, en la jurisdiccin de Girn, era otorgarle una esclava de entre 13 y 20 aos y,
algunas veces esta pieza se entregaba en la dote junto con su primera cra al pecho
(Castao, 2007, p 177). Esta dote era, precisamente, la base para el futuro econmico de la
nueva familia.
Pero tambin hubo liberacin de esclavos. De acuerdo con el historiador Hermes Tovar (1994)
la manumisin de los esclavos no fue slo un fenmeno del siglo XIX (es decir, a partir de la
legislacin que se promulg para estos fines)10, pues durante el dominio colonial algunos de
ellos recibieron la libertad voluntariamentede parte de sus amos. Y si bien hay informacin
10No slo la expedicin de leyes de manumisin, sino la liberacin en la prctica de las poblacionesesclavizadas tuvieron todos los obstculos del mundo. Formalmente se expidieron la Ley de partos o devientres, de 1821, que supona que el hijo de una esclava nacera libre y, luego de muchos debatesdurante tres dcadas, se proclam la manumisin de los esclavos, el 21 de mayo de 1851.
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disponible de estas manumisiones tempranas en Popayn, Cartagena, Santa Marta, Valledupar,
Mompox, entre otros, se encuentran casos tambin en la jurisdiccin de Girn:
entre 1697 y 1757, fueron manumitidas 27 personas; es decir, tan slo el cuatro por
ciento de la poblacin total de esclavos calculada, los cuales sumaban, entre esclavos
bozales y criollos, 691 personas. Doce de ellos obtuvieron su carta de libertad de manera
graciosa y gratuita, y sin condicin alguna; tres la obtuvieron de manera graciosa,
pero con condiciones; y los doce restantes compraron su libertad. Seis de estos pagaron
directamente por su propia emancipacin, y los seis restantes lo adquirieron gracias a la
intervencin de un pariente. (Castao, 2007, p.141)
Entre los motivos expuestos por los antiguos amos en las actas notariales se mencionan la
fidelidad y lealtad en el servicio; el cuidado y esmero proporcionado a los amos en tiempos de
enfermedad y pobreza; la obediencia, el cuidado y el esmero por el incremento de la hacienda
y peculio del amo; la ausencia de herederos por parte del testador; la satisfaccin de las
necesidades bsicas del amo en cuanto a alimentacin, vestido y salud y eran comportamientos
con los cuales haban atendido a amos empobrecidos o a mujeres viudas. (Castao, 2007,
pp.131-132).
2.2.
La jurisdiccin de San Gil y Socorro
Por jurisdiccin de San Gil, entre 1694 y 1713, se reconoca el territorio que comprenda cinco
pueblos de indios (Guane, Chanchn, Charal, Oiba y Curit) y dos parroquias (Nuestra
Seora del Socorro y Nuestra Seora de Mongu del Valle de Charal) (Guerrero y
Martnez, 1996, p.112) . Este territorio comprenda desde el ro Oiba al sur hasta el ro
Chicamocha al norte y desde la cordillera de los Yarigues al occidente hasta los lmites con
la ciudad de Tunja al oriente (Martnez, 1997. Guerrero y Martnez, 1996).
Sobre el territorio de San Gil y Socorro, Salazar (2008, pp. 141-156) estudia las transacciones
de esclavos registradas en los protocolos notariales, los cuales dan cuenta de 127 esclavos de
diversas edades, origen generacional, gnero, precios y rutas de comercio. Salazar observa,
por ejemplo, la relativa incorporacin de mano de obra esclava en la economa rural sangilea,
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en la cual las pequeas haciendas y estancias productoras de mieles y panelas combinaron el
trabajo de mestizos y blancos con algunos esclavos, tal como ocurri en la jurisdiccin
de Girn. De este modo, tener uno o dos esclavos permita a la vez que apoyar las faenas del
campo o domsticas, adquirir un cierto prestigio en la comunidad sangilea.
Carmelo Fernndez (Artista). (1850). Estancieros de las cercanas de Vlez. Tipo blanco. [Acuarela]
El siguiente cuadro elaborado por el historiador Robinson Salazar (2008), brinda un resumen
de las diferencias no slo de edad y sexo, sino de aquellas clasificaciones utilizadas entonces
y que se fueron construyendo a lo largo del perodo colonial a partir del mestizaje que se dio
pese a las restricciones impuestas. De este se derivan algunas observaciones que he de
destacar: La primera es la confusin que se produce, a partir de estas denominaciones,
porque, finalmente, todos, negro, criollo, mulato, bozal, eran esclavizados. La siguiente, hace
referencia al predominio (alrededor de un 76%) de poblacin nacida en Amrica frente a la de
los nacidos en frica (bozales o recin llegados). La tercera hace referencia al alto nmero de
mulatos (esclavos y criollos suman el 42,5%), lo que refuerza la idea del intenso mestizaje,
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entre los dueos blancos y sus piezas hacia el perodo estudiado.
Origen generacional de la poblacin esclava de San Gil 1694-1713
Grupo generacional H M
Bozal 29 1Negro esclavo 8 6Esclavo criollo 2 0Negro criollo 4 5Mulato esclavo 20 26Mulato criollo 5 3
Fuentes:A.M.S.G.,Fondo notarial, paquetes 1, 2, 3 y 4;Fondo administracin municipal, caja1; A.N.S.,Notara primera, tomos 1 y 2. (Salazar, 2008, p. 9)
Al igual que en la jurisdiccin de Girn, en la de San Gil subraya el autor que, no por ser lapoblacin esclavizada una minora, deja de ser un referente importante en la sociedad colonial.
Si bien los propietarios sangileos de finales del siglo XVIIe inicios del XVIII, no dispusieron
del capital suficiente para incorporar masivamente mano de obra esclava a sus propiedades
rurales y labores domsticas, todo indica que tampoco lo necesitaron. Contaron con suficientes
contingentes de peones y concertados blancos y mestizos, los cuales les ahorraban los altos
costos de adquisicin y mantenimiento de poseer esclavos. En resumen, se destaca la mayora
de poblacin mulata, lo cual da cuenta de la intensidad del mestizaje en la regin, as mismo,
la existencia de mayora de hombres que de mujeres y el predominio de edades entre 16 y 30
para ambos sexos (Salazar, 2008, p.13).
Pero, detrs de las cifras de la demografa y de la economa se hallaban grupos de hombres y
mujeres, la mayora de ellos en su edad ms productiva y reproductiva; por ello, indagar qu
pasaba con estos seres humanos y su vida sexoafectiva, familiar y parental es una tarea
necesaria, as sea en unas cortas lneas. La fuente para avanzar en estos asuntos la proporciona
el historiador Roger Pita (2012).
Continuamente, la poblacin esclava se vio amenazada por disposiciones que coartaban la
libre eleccin de pareja y sinti inhibidas sus posibilidades de desarrollo conyugal y
familiar. Solo en las fugas, en los palenques, en las rochelas y en todos aquellos
espacios de vida clandestina, se puede decir que el negro cont con algn margen de
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libertad para unir su vida sin las habituales restricciones que le imponan su amo, el
gobierno colonial y la Iglesia.(p.655)
Si bien hubo leyes que propendan por el emparejamiento y hasta matrimonio entre hombres y
mujeres negros, estas finalmente dejaron de tener sentido, en la medida en que un conjunto de
otros factores, de orden econmico algunos, otros sexoafectivos, as como el desequilibrio
numrico entre los sexos, sobre todo en ciertas estancias y trapiches, contribuyeron a que,
finalmente, se mezclaran hombres y mujeres de distintas procedencias sociorraciales, ms all
de leyes y prohibiciones (Pita, 2012, p.656). De esta manera se fue incrementando la
poblacin hasta hallar un mayor equilibrio entre los sexos.
En el censo de 1778, la informacin sobre poblacin esclava recogida para lasjurisdicciones de Girn, Socorro, San Gil y Vlez arroj un 47,8% de hombres frente a un
52,2% de mujeres. Esta paridad se verific tambin en el movimiento comercial
operado en esos territorios a lo largo de las ltimas dcadas del periodo colonial
(1720-1819). Para el caso de la villa del Socorro, de 1.458 piezas transadas, un 54%
correspondan al sexo femenino mientras que en Girn se contabilizaron 882 hombres
frente a 761 mujeres11. (Pita, 2012, p. 656)
Nmero de Esclavos Casados en el Nororiente Neogranadino Segn e l Censo d e 1778
PoblacionesEsclavos Total
esclavosEsclavas Total
esclavasTotal poblacin
esclava
Girn 34 380 27 424 804Vlez 296 708 152 649 1.357Socorro 210 848 197 1.000 1.848San Gil 38 214 39 277 491Total 578 2.150 415 2.350 4.500
Fuente:(AGN), Censos Redimibles-Varios Departamentos, tomo 6, ff. 261r y 367r. (Pita, 2012, p.
663)
En otro trabajo el historiador Roger Pita (2008) quiere mostrar cmo aun siendo una economa
modesta, para los propietarios de estas tierras fue importante la adquisicin y el aporte de los
11Escrituras de venta de esclavos en Girn, 1720-1819 (CDIHR), Archivo Notarial de Girn, tomos2-30. Escrituras de venta de esclavos en El Socorro, 1720-1819 (CCHRP), Archivo Notara 1 delSocorro, tomos 3-39. Citado por Pita (2012).
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pocos esclavos de los cuales llegaron a disponer. As solo poseyera un esclavo, para el amo
esta modesta tenencia pudo significar un invaluable apoyo para su economa personal y
familiar. En esa medida, el rol de este sector de la poblacin debe examinarse desde una
perspectiva ms compleja que va mucho ms all de ponderar su aporte como fuerza laboral
productiva o como servidor domstico (p. 17). Sin embargo, la importancia econmica de
estas piezas es concomitante con su explotacin y capacidad de rendir beneficios a los
propietarios.
En resumen, cuentan los historiadores que en las provincias de Girn, San Gil, Socorro y
Vlez, en el siglo XVIII, de alto poblamiento entonces, predominaba la gente blanca y
mestiza. Slo el 5% de esta poblacin era negra esclavizada, es decir, una tasa mucho ms
baja que en Cartagena, Antioquia, Popayn y Choc y la proporcin aproximada era de 4 o 5piezas por amo. El precio de las mujeres era mayor ($210) que el de los hombres ($197).
Las mujeres entre 13 y 25 aos tenan importancia en la crianza y cuidado de los hijos tanto
propios como los de los amos. Algunos amos concedieron la manumisin en agradecimiento
por cuidados o beneficios reibidos. Lo que se observa en los documentos es que el mercado de
esclavos en el nororiente, Girn y El Socorro contribuy al dinamismo econmico de la
regin. No slo se utilizaba el comercio (compraventa) sino tambin el alquilar de esclavos,
para labores domsticas o de cuidado de ganados y siembra (Pita, 2008; Salazar, 2008).
2.3.
La boga en el Ro Grande de la Magdalena
El Ro Grande de la Magdalena qued como nima del Nuevo Reino. Fue su va natural contra
la cual no pudieron las intrigas a favor de un camino de Santa Fe a Maracaibo pasando por
Pamplona. Y este fenmeno trascendental no ocurra en un sitio cualquiera, sino dentro del
crculo de 160 leguas de dimetro en que tena que estar ubicado el Paraso. Ni ms ni menos,
el Magdalenacon el Amazonas, el Plata y el Orinoco- era uno de los cuatro ros del Edn(Len, citado por Noguera, 1980, p.32, T1)12
12 Len Pinelo, Antonio de (1590-1660). (1656). El Paraso en el Nuevo Mundo: comentarioapologtico: historia natural y peregrina de las Indias Occidentales, islas, i Tierra-Firme del MarOcano.Madrid.
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El Magdalena es un ro frvolo (); es lenfant gat de la hidrografa colombiana ()
Adems, es un ro bohemio (). El Magdalena no sufre de egosmo (...) Se entrega sin
dificultades. Los nativos, que tuvieron tino para sus toponimias, le llamaron Yuma: ro del pas
amigo. En sus orillas, los aborgenes realizaban las interminables ferias que tenan como
epicentro el puerto de Tora. Su atracadero herva, permanentemente, de piraguas y dialectosfamiliares. Cerca flua el ro Opn, en donde se encontraban las bodegas del pueblo ms
poderoso del pas: dos enramadas que servan como terminal para los cargueros chibchas. Por
el Yuma y por los caminos de la sal y las mantas que encaramaban las altas montaas muiscas,
subi nuestra historia en 1536. La empuj la obstinacin de los expedicionarios de Jimnez de
Quesada. () Y una nueva poca comenz. Tora se trasforma en Barrancabermeja y el Yuma en
Magdalena.
(Noguera, 1980, p. 525, T.2)
Existe una importante documentacin histrica sobre el trnsito humano y de mercancas por
el ro Magdalena desde el siglo XVI, as como imgenes recogidas por artistas y viajeros que
permiten hoy reconstruir entre mitos, leyendas y realidades, una semblanza de lo que el ro
represent para el desarrollo de pueblos, culturas y prcticas a que dio lugar la presencia del
conquistador espaol y el aporte africano de quienes llegaron como esclavos a reemplazar la
fuerza de trabajo indgena. El ro fue tambin desde el siglo XVIhasta avanzado el XVIII, el
escenario de la lucha de los nativos contra el avasallamiento por los conquistadores, luego
encomenderos (Noguera, 1980, p. 73, T.2).
En principio, los indgenas sirvieron de tripulacin de las canoas que iban y venan por el ro,
sin embargo, los nativos no estaban en obligacin de prestar este servicio. El compromiso de
los encomenderos era dar educacin sobre actividades agrcolas artesanales ganaderas a los
indios y de ensearles espaol y cristianizarlos (.) en ningn caso, y la ley era explcita, en
trabajo personal, exactamente lo que estaba ocurriendo (Noguera, 1980, p. 73, T.2).
Orlando Fals Borda (1979) cuenta que los cementerios indgenas se fueron llenando con
aquellas osamentas curtidas al sol de Magdalena. Los conquistadores empezaron a traer del
frica occidental (de Guinea, Angola, Dahomey, Congo, Elmina), fuerza de trabajo
esclavizada para reemplazar a los nativos en la boga. Este proceso se fue dando a medida que
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los africanos aprendan los trucos del oficio, conocan los brotes, destellos y reflejos de la
corriente que van indicando la profundidad de ste (p.45A). Se produjo entonces una
transformacin de la canoa de los indgenas al gran champan, que responda a las demandas
del transporte de mercancas. Canoas ms grandes con un techo de paja, ms espacio para
equipaje y carga, como medio de transporte y negocio lucrativo. Algunos indgenas siguieron
actuando como pilotos de las canoas y de los nuevos champanes, con el fin de adiestrar a los
novatos africanos. Hacia el siglo XVI la presencia africana era considerable (p. 45A).
El champn fue ideado en 1560 por Alonso de Olalla y Hernando Alcocer. El champn le dio
esplendor a los caseros ribereos. Estas aldeas participaron activamente en la formacin de la
nacionalidad. () Un ingls, el seor Mark13, dej vivos trasuntos de esas aldeas. Su pincel es
ms veraz que los testimonios escritos(Noguera, 1980, pp. 525-526, T.2).
Con los champanes, tambin se opera un trascendental cambio humano. Sus primeros
navegantes fueron esclavos negros, quienes al igual que los patrones blancos iniciaron el
mestizaje en un permanente ayuntamiento con las indgenas (Noguera, 1980, p. 527, T.2). Fue
as como a lo largo del ro y de los siglos XVI- XVII-XVIII se fue produciendo lo que el filsofo
mexicano Jos Vasconcelos llam Raza Csmica14, el resultado gentico y cultural del
entrecruzamiento de espaoles, africanos y nativos.
En el ro fue caracterstico el zambaje entre mujeres indgenas y hombres negros, lo cual dio
lugar al surgimiento en la regin de una poblacin de personas libres, al nacer de vientre libre.
Para los siglos XVIII y XIX, los zambos libres eran los protagonistas de la boga en el ro
Magdalena. Junto a ellos remaban tambin negros y mulatos que haban sido libres desde su
nacimiento o eran ex-esclavos liberados mediante algn mecanismo de manumisin (Burgos,
2011, p.72).
Los champanes eran embarcaciones de veinte y ms metros de largo con dos o tres metros de
ancho, construidas con madera de cedro y con una tolda central de bejucos de palma. La
13Ver datos en http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=105014Ver en http://www.filosofia.org/ave/001/a225.htm
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tripulacin de cada champn estaba formada por el patrn, hombre experimentado en el
oficio y por un nmero de 12 a 24 bogas. Haba embarcaciones de menor tamao como los
bongos, las canoas y las piraguas. Los bongos, las canoas y los champanes fueron las
embarcaciones protagonistas del comercio nacional an despus de la llegada del vapor en
1824, pues muchos trayectos requeran unos y otros (Burgos, 2011, pp.72-74).
Alcide Dessalines d'Orbigny, Navegation sur la Magdalena, Biblioteca Luis ngel Arango, Sala de Libros Rarosy Manuscritos
Desde los tiempos de la Comisin Corogrfica (1850-1859; 1860-1862), en las crnicas de
viaje de Manuel Anczar (1984), emergen en el discurso del civilizado, las imgenes de la
poblacin de la regin, cuya temperatura a la sombra es de 31 grados y al sol de 48. La raza
blanca no puede soportar esta temperatura, y vegeta en ella sin salud ni energa; cruzada con la
africana produce una casta de atletas que reciben con gusto sobre sus cuerpos semidesnudos
los quemantes rayos del sol y los aguaceros repentinos, y duermen a cielo abierto (p. 185).
As, irn surgiendo las visiones de los blancos civilizados de tierras altas sobre los
habitantes de las tierras bajas, de territorios selvticos en la vecindad de los ros (tambin del
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mar), no solo de los negros. Unos de estos personajes reales y mticos al mismo tiempo son los
bogas, los navegantes del ro Magdalena hasta los albores del siglo XX.
Por espacio de tres siglos el boga fue un personaje de primer orden. De sus bceps y de su
nimo verstil dependi, en parte, la vida poltica y econmica de la Colonia y de los primeros
treinta aos de rgimen republicano (Burgos, 2011, p. 527). Son muchas las representaciones
del boga en la literatura:
El boga del Magdalena es un ente singular, de quien todos los viajeros hablan, contra
quienes se declama fuertemente, pero cuyo carcter y costumbres ninguno hasta ahora ha
descrito con propiedad. () Inherentes a raza de que trae su origen, y al clima en que
vive, son por la mayor parte sus defectos. Supersticioso como el espaol y camorristacomo el africano, de cuya mezcla ha nacido, soporta con pena el trabajo en medio de los
ardientes calores de un sol abrasador. Sin educacin sin familia, porque el boga casi nunca
conoce a su padre, es un ser aislado, ignorante, imprevisivo y lleno de resabios. Sus vicios
empro no pertenecen a la clase de aquellos que hacen estremecerla humanidad; siendo
ms bien travesuras y ruines pillera, con las que poco riesgo corren la vida y la propiedad
de los viajeros15(Rufino citado por Noguera, 1980, p.515, T.1).
El verdadero boga ha nacido por lo regular en la regin del fuego, en Momps: motivo por
el cual le repugnan las tierras fras, y habla de Honda con desdn. Pasa la vida subiendo y
bajando el Magdalena, y es enteramente acutico. Cuando uno se lo encuentra empujando
para arriba un pesado champn, encorvado todo el da sobre la palanca que le hace llagas
en el pecho, arrojando gritos salvajes para aturdirse en sus fatigas, sudando a chorros bajo
los rayos de un sol implacable, decididamente lo califica como el ser ms infeliz de la
creacin. Pero, bajando, es otra cosa: Teniendo poco o nada que trabajar, come, canta,
bebe y juega, o lo pasa sobre la tolda fumando tranquilamente. (Emiro Kastos16, citado
por Noguera, 1980, p. 515, T.1).
15Rufino Cuervo, Vice-Presidente de la Nueva Granada, 1847-1849. Escrito sobre el boga de 1834.16Emiro Kastos (Escrito sobre el boga de 1825) es, como si dijramos nombre de guerra, porque elverdadero que se le puso en la pila bautismal, fue Juan de D ios Naci Juan de Dios Restrepo en laProvincia de Antioquia. M. Uribe A. Pars, 12 de Mayo de 1885. Recuperado dehttp://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/ares/ares02.htm
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La embriaguez, la pereza y la gula estn siempre en el programa de su vida. Como buen
habitante de los climas ardientes, las mujeres significan mucho en su existencia: tiene
amores permanentes en Mompox y amores pasajeros en Honda. De diez, doce o catorce
pesos que recibe cuando va a hacer un viaje, le deja una parte a su querida, gasta la otra en
aguardiente y la tercera, apenas salta al champn, la juega al naipe con el mayordesenfado. Qu le importa el da de maana a l, hombre de la naturaleza, que come lo
que encuentra, anda medio desnudo, se acuesta sobre la arena de la playa y se cobija con
la luz de las estrellas? (Noguera, 1980, p. 520. T,1)
Sin embargo, la voz del boga, sus sentimientos y sufrimientos, quin los podr expresar?
Escuchemos la voz de Candelario Obeso, tal vez lo ms cercano a aquel lamento:
Cancin del boga ausente17
Qu trijte que ejt la noche,
la noche qu trijte ejt:
no hay en er cielo una ejtreya...
Rem! rem!
La negra re mi arma ma,
mientra yo brego en la m,
baao en sur por eya,Qu har? qu har?
Tar vej por su zambo amo
doriente sujpirar,
o tar vej ni me recuecda...
Yor, yor!
La j'embras son como toro
lo rejta tierra ejgracia;
con acte se saca er pejeder m, der m!...
17Candelario Obeso (1849 - 1884) es el iniciador de la corriente llamada "Poesa Negra" en Colombia. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/cantostierra/cantostierra33.htm
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Con acte s'abranda er gierro,
se roma la mapan;...
cojtante y ficmej la penaj;
no hay m, no hay m!...
Qu ejcura que ejt la noche;la noche qu ejcura ejt;
asina ejcura ej l'ausencia...
Bog! bog!...
2.4.
Magdalena Medio, Historia y Poblamiento
Sigo aqu a otro historiador local, Arturo Moncada cuyo trabajo Colonizaciones y ConflictoSocial en el Medio Magdalena Santandereano (2013), ilustra la historia de poblamiento del
Magdalena Medio Santandereano. Esta regin se encuentra demarcada por llanura aluvial del
ro Magdalena en su margen derecho desde el ro Ermitao, al sur, hasta la desembocadura del
ro Lebrija al norte, con todas las cuencas bajas de los ros Opn, Carare, Sogamoso y Lebrija
y un extenso sistema de humedales, parte fundamental de los ecosistemas. El territorio fue
habitado originalmente por nativos: chimichagues, al norte de la banda derecha del ro Lebrija;
yarigues, en la zona riberea entre los ros Sogamoso y Lebrija; carares y opones al sur del roCarare, y guanes en la zona media y alta de la cordillera oriental. Salvo estos ltimos, los
dems forman parte de la familia lingstica caribe, parte del grupo Caribe del ro Magdalena.
Cronistas y documentos repiten una y otra vez la naturaleza indomable de estas etnias caribes
frente a los esfuerzos de la dominacin espaola.
El poblamiento de la regin no tuvo lugar sino avanzado el siglo XIX. Los hallazgos de
productos vegetales demandados por los mercados internacionales como la quina, la tagua, el
ail, el perrillo y la raicilla, as como la urgencia de sacar las artesanas hacia los puertos
martimos promovi la accin de destacados comerciantes en esta regin, en especial en la
promocin de colonizaciones y apertura de caminos. La libre competencia que auspiciaba el
gobierno radical del Estado Soberano de Santander promovi la carrera hacia el ro Magdalena
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entre los grupos de comerciantes de Socorro, Vlez y Bucaramanga, e incluso un par de
proyectos ferrocarrileros (2013).
Con poblaciones esencialmente negras y mulatas, estos puertos tuvieron dos orgenes
posibles: de una parte fueron desarrollados partiendo de una colonizacin
espontanea dedicada inicialmente a actividades agrcolas de subsistencia, a las cuales se
adicion el leateo. Vijagual, El Guayabo, Barrancabermeja y Puerto Wilches en sus
orgenes ejemplifican este proceso. De otra parte, otros fueron desarrollados por las
exigencias del mercadeo y de actividades directamente vinculadas con la boga y la
arriera. En este grupo se incluyen El Pedral, Chocoa, Puerto Santos, Puerto Marta y San
Fernando entre otros. () As que el paulatino acercamiento al ro por parte del
santandereano habra que explicarlo y comprenderlo a partir del crecimiento propio, de la
expansin agrcola por su modo de produccin y por los sistemas de contratacin
vigentes, que originaran que muchos labradores empobrecidos escapando de los
continuos conflictos civiles y algunos empresarios, ingresaran a la regin en procura de la
gran riqueza natural que prometa ventajas en la produccin del caf y del cacao. San
Vicente, Betulia y Landazuri ejemplifican esta expansin de los montaeros hacia el valle
fluvial. La crisis econmica del caf y los conflictos civiles de 1895 y 1899-1902
detendran este proceso netamente santandereano. (Moncada, 2013)
El siglo XX marca otro derrotero: Puerto Wilches y Barrancabermeja dejaran de ser puertos de
para convertirse el primero en enclave industrial, que atraera gentes de casi todo el pas. La
industria del petrleo ser la que configure y determine las caractersticas de esta ciudad 18.
Los 4500 trabajadores que arribaron a las petroleras en los primeros aos de la concesin
De Mares no tuvieron los tropiezos y vicisitudes que hoy se viven para encontrar un
trabajo estable. () vinieron antioqueos que eran la mayora, sabaneros y
santandereanos que abrieron la montaa, tendieron los rieles del ferrocarril, perforaron la
tierra y construyeron la concesin. Del extranjero trajeron yumecas palabra muy usual
18La Tropical Oil Companyinici los trabajos de exploracin petrolera en Barrancabermeja en 1917.Por otra parte, se da inicio a la concesin De Mares para la explotacin de petrleo celebrada entre elgobierno de Rafael Reyes y Roberto De Mares en 1906, contrato que se traspas a la sociedad TropicalOil Company en agosto de 1919. Industria que llevo a miles de trabajadores a la regin (Santiago,1986, p. 31).
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en la poca que derivaba del gentilicio de los nacidos en Jamaica se aplicaba por igual a
los oriundos de las diversas islas del Caribe. (Santiago, 1986, p.88)
Por su parte Puerto Wilches absorber gran cantidad de mano de obra en la construccin de la
lnea frrea y as la llegada de colonos a esta regin. De 1930 y 1948 se fueron configurando
algunos centros poblacionales bordeando la va frrea y la carretera: Cimitarra, Puerto Araujo,
Sabana de Torres, entre otros. Al tiempo los viejos puertos empezaran a languidecer
(Moncada, 2013).
A partir de 1948 la regin sufrir un proceso violento de desalojo y de emigracin hacia otras
regiones o hacia las cabeceras municipales ms seguras, como Bucaramanga y
Barrancabermeja. A partir de 1958 se presentar un repoblamiento por antiguos habitantesluego de escapar de la violencia. Pero el conflicto y el desplazamiento apenas empezaban. La
insurreccin armada de los grupos guerrilleros de izquierda y la respuesta gubernamental
marcar la historia de la regin desde 1965 y dar lugar a ciclos de desplazamiento (Lamus,
2009, pp.14-15), despojo y repoblamiento de estos territorios. En medio del conflicto y su
escalamiento en etapas posteriores, se producirn repoblamientos y colonizaciones
polticamente orientadas en Cimitarra, Puerto Wilches, Puerto Parra, el Bajo Simacota, El
Carmen, Yarima, Sabana de Torres y otros. Los problemas de tenencia de la tierra, la
titulacin de tierras y la agudizacin del conflicto armado estarn presentes en toda la
regin (Moncada, 2013).
Por otro lado, la boga comenz a decaer desde 1920 por el impacto de la navegacin a vapor y
el ferrocarril. La inauguracin de la lnea frrea en 1930 dio el golpe definitivo a la boga por
el ro Sogamoso. Los trenes y los vapores relegaron las canoas a un trnsito menor. Slo
hasta los aos sesenta aparecera en el ro el motor (Moncada, 2013). Hoy, se reconoce como
Magdalena Medio santandereano el conjunto de los siguientes municipios: Barrancabermeja,Sabana de Torres, Puerto Wilches, Puerto Parra, Cimitarra, San Vicente de Chucur, Bolvar,
Betulia, El Carmen de Chucuri, El Pen, Landzuri, Rionegro y Simacota.
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Santander-Hidrografa
Fuente: Atlas Ambiental de Santander, Departamento de Santander 1991, adaptado por el Centro deEstudios Regionales, Universidad Industrial de Santander (1998). En: Diagnstico DimensinBiofsico Ambiental Territorial de Santander, 2011.
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3.
PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LA POBLACIN
AFRODESCENDIENTE EN BUCARAMANGA Y SU REA
METROPOLITANA
Luego de este recorrido histrico, es preciso puntualizar dos observaciones: la primera,
obviamente, ratifica la presencia temprana de poblacin negra esclava y libre en tierras de
Santander en tareas que hicieron posible, an a costa de su libertad y condicin de seres
humanos, la construccin de sociedad y de nacin desde entonces. La segunda subraya la
intensidad del mestizaje o blanqueamiento de la poblacin local, asunto que ha sido
propicio en todos los tiempos, hasta la actualidad, como se observa en las caractersticas
fenotpicas de la poblacin en las riberas del ro Magdalena y la conformacin de familias
interculturales.
Como bien muestran las cifras del Departamento Nacional de Estadstica (DANE, 2008), la
poblacin negra de Colombia se encuentra en todos los departamentos del pas, pero esta se
concentra en los departamentos de Choc, 82,1%, seguido por San Andrs con 57%, Bolvar
con 27,6%, Valle del Cauca con 27,2%, Cauca con 22,2%, Nario con 18.8%, Sucre, 16,1%,
Guajira, 14,8%, Crdoba, 13,2%, Cesar, 12,1%, Antioquia, 10,9% y Atlntico con el 10,8%.
Los dems departamentos presentan porcentajes muy inferiores al 10% de su poblacin total;
este es el caso del Departamento de Santander que segn estas cifras concentra 3.2%, pero con
una particularidad: dada la geografa de la regin, los contornos del ro Magdalena son, como
observamos en el apartado precedente, tierra de llegada de bogas, as como de colonos,campesinos sin tierra, cuadrillas de obreros en pocas de construccin del ferrocarril o de
carreteras, quienes frecuentemente se quedan en estas tierras. Tambin en Colombia, asuntos
como la violencia de mediados del siglo pasado y las ms recientes expresiones de esta, han
contribuido a la migracin y el desplazamiento forzado de familias provenientes de las costas
Caribe y Pacfica.
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Conforme a los objetivos de este proyecto, en adelante, damos cuenta de las organizaciones
encontradas en Santander, primero las del rea Metropolitana de Bucaramanga y, en el
apartado siguiente, en la regin del Magdalena Medio.
Poblacin af rodescendiente por departamentos
Fuente DANE, Censo General 2005 (DANE, 2008, p.15)
3.1.
Asociacin Colonia Horizonte Chocoano
Las formas asociativas de la poblacin afrodescendiente avanzado el siglo XX en
Bucaramanga, fueron las denominadas colonias, en las cuales se congregaban personas
provenientes de determinada regin de Colombia y compartan amistad, solidaridad y
expresiones propias de su cultura. Este fue el caso de la primera organizacin reconocida que
es tambin el punto de encuentro de los que podramos denominar fundadoresy, en alguna
medida, promotores de las formas asociativas existentes.
Una serie de rasgos son comunes a ellos: provienen de los Departamentos de Choc y Nario.
Fueron educados en sus poblaciones de origen hasta concluir el bachillerato o la Escuela
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Normal, salieron de su tierra en busca de trabajo o de mayor educacin favorecidos con becas
en ciudades como Bogot o Tunja y as, finalmente, llegan a Santander. Llegan, adems, hace
ms de 40 aos, vinculados a alguna institucin educativa en Bucaramanga o en otros
municipios, y aqu desarrollan su vida profesional; se casan con mujeres santandereanas,
construyen familia y aqu se quedan. Adems se integran totalmente a la vida en esta ciudad,
son reconocidos por su trabajo profesional, por sus aportes como educadores, por su
participacin en las actividades cvicas y sociales locales y regionales. Estos fundadores son:
El profesor Amrico Manuel Copete Garca19, oriundo de Quibd, egresado de la Universidad
Pedaggica y Tecnolgica de Tunja, docente y Rector del INEM, hasta que se jubila en 2003,
docente tambin de las universidades que entonces existan en Bucaramanga. Es el iniciador
de la Asociacin Colonia Horizonte Chocoano, la ms antigua de las organizaciones.
El educador, mdico y msico Leonidas Eduardo Ocampo Arboleda20, nacido en Tumaco,
Nario. Estudi en la Universidad Libre de Bogot, Licenciatura en Qumica y Biologa y
trabaj simultneamente, por las noches, como msico en un grill durante un tiempo. Llega
como maestro en 1968 a Bucaramanga donde arraigar ya no slo como educador, pues en el
camino de su vida ingresa a la Escuela de Medicina de la Universidad Industrial de Santander,
donde se hace mdico y desarrolla este nuevo campo de ejercicio profesional en distintas
instituciones de salud de la ciudad. Hoy est tambin jubilado, pero lo que no ha cambiado es
su dedicacin a la msica y a la orquesta Tumacuba con la que compone e interpreta msica
del Pacfico colombiano.
El tambin educador Luis Ibargen Rentera21, oriundo de Nbita, Choc. Termin el
bachillerato en Condoto, Choc, con muy buenas bases en los idiomas ingls y francs, lo que
le permite obtener un nombramiento como docente de idiomas primero en Aguachica, Cesar,
y luego en El Socorro, Santander, donde se radica desde julio de 1972. Entretanto accede a
unos estudios de maestra en Bucaramanga lo que le permite entrar en contacto con los otros
19Entrevista a Amrico Copete, noviembre 20 de 2013, Bucaramanga.20Entrevista a Leonidas Ocampo, junio 20 de 2013, Bucaramanga.21Entrevista a Luis Ibargen, agosto 15 de 2013, Bucaramanga.
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colegas fundadores. Finalmente, obtiene un traslado al INEM de esta ciudad en 1996; es
tambin jubilado en 2006.
El cuarto fundador es Atahualpa Ibarra Madrid22, nacido en Tumaco. Estudi Deportes en la
Escuela Nacional del Deporte en Cali. Es profesor de Educacin Fsica, profesin que ejerci
en Bucaramanga en universidades y colegios a lo largo de los aos, hasta su jubilacin. Sigue
activo como entrenador de Lucha Olmpica y actividades relacionadas con el deporte.
Estos cuatro hombres del Pacfico colombiano, llegaron a Santander y arraigaron. Todos
tienen hoy familias interculturales, como las llama Atahualpa, pues sus hijos, hijas y nietos
son hoy la prolongacin no slo gentica, sino cultural de sus costumbres, prcticas y
tradiciones, que procuran mantener, negociando con la cultura local para que la suya no
desaparezca. Con esta motivacin de fondo, se orientan en la formacin de las primerasorganizaciones en Bucaramanga y el rea metropolitana.
Como hemos visto hasta aqu, la presencia en Santander de poblacin afro proveniente de las
costas colombianas es antigua. Las formas organizativas recientes corresponden a las colonias
y la organizacin ms antigua es la Asociacin Colonia Horizonte Chocoano, en principio, una
manera informal de encuentro de personas y familias provenientes de esta regin de Colombia,
el liderazgo de Amrico Copete (2013):
Cuando llegamos aqu ramos unas cuatro personas. Mario Salazarera un estudiante de la
UIS en petrleos, pero era hijo de un mdico en el Choc; l se gradu en la UIS y ah
mismo lo nombraron profesor. Jorge Morenohaba trabajado en Telecom y l tena un
caf aqu en Bucaramanga y estaba el profesor Pedro Palaciosy nos encontramos, todos
somos del Choc, hemos sido muy unidos, nos reunamos aqu en la casa, hacamos
comida, tombamos traguito, oamos msica, y quedamos en que cuando llegara alguien
del Choc le bamos a ayudar para que su adaptacin fuera buena, aqu llegaron jvenes a
jugar al Bucaramanga y nos reunamos para ayudarlos, yo tuve muchos jvenes del Choc
durmiendo aqu en mi casa. Cuando vimos que haba mucha gente formamos la Colonia
Chocoana. Eso fue antes del 80, por ah en el 75.
22Entrevista a Atahualpa Ibarra, octubre 21 de 2013, Bucaramanga.
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Luego fueron pensando en agrupar no slo a personas provenientes del Choc, sino en
general del Pacfico colombiano y entonces, hicimos asambleas e invitamos a los de
Nario El contacto se haca de boca en boca. Despus quisimos abrir las puertas a los del
Atlntico, pero ellos ya estaban organizados como una colonia con estudiantes de la UIS y
profesionales (Copete, 2013).
El periodo de las colonias va a diluirse a medida que se avanza en la dcada de los 90, a partir
de los procesos que conducen a la promulgacin de la Constitucin Poltica de Colombia de
1991, su artculo transitorio 55 y la posterior legislacin de Comunidades Negras contenida
en la Ley 70 de 1993. El conocimiento de derechos all contenidos promueve una manerade
concebir la organizacin de esta poblacin que, al tiempo que legitima las organizaciones, las
institucionaliza y establece un tipo de relacin entre organizaciones y Estado, que darn lugaren lo sucesivo a innumerables conflictos no slo con las entidades gubernamentales, sino entre
las propias organizaciones.
As las cosas, los intentos de integracin de otros grupos ya no solo del Choc, sino del
Pacfico Sur y eventualmente de la Costa Caribe, continuaron. Hacia 1994-1995 se produce el
encuentro entre Amrico Copete y Luis Ibargen, otro de los lderes visibles de este proceso y
quien viva en El Socorro (Santander) desde 1972:
Yo vena (a Bucaramanga) los viernes y sbados a estudiar y empezamos a hablar de
cmo podamos integrarnos, se pens pero nunca se dio esa integracin. Cuando a m me
trasladaron al INEM(1999) me integr porque ya exista una organizacin que se llamaba
Colonia Horizonte Chocoano, entr a formar parte de ella, alcanc a ser vicepresidente.
Nos reunamos donde un paisano que se llama Jess Cossio, en su restaurante, algunas
veces iba el doctor Leonidas, pero nos dimos cuenta que no se sentan muy bien en
Horizonte Chocoano y es que el nombre de la organizacin no les atraa porque no eran
chocoanos, entonces en una de esas reuniones, yo como vicepresidente, propuse ampliar
la organizacin ampliando el nombre, ah apareci el nombre de FACOPScon el objeto de
que fuera Fundacin Afrocolombiana del Pacfico en Santander, que tratara de englobar a
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todos los departamentos del Pacfico. As estuvimos trabajando unos aos. Esta
organizacin se formaliz. Incluso en algunos papeles aparece FACOPS.
Despus me encontr con varios amigos de la Costa Caribe y me decan que los afros son
de todas partes de Colombia y que no entendan por qu slo del Pacfico, entonces losreun y les propuse buscar la manera de quitarle la Pa FACOPSy qued entonces FACOS,
Fundacin Afrocolombiana de Santander, quedaba abierto para todo afro que quisiera
formar parte. En ese devenir Colonia Horizonte Chocoano desapareciy es la primera
vez que estamos todos unidos en FACOS. (Ibargen, 2013)
Sin embargo, algunos de los antiguos organizadores recuerdan que con la Asociacin Colonia
Horizonte Chocoano se haba alcanzado a avanzar por los senderos del reconocimiento oficial
de las comunidades negras. As, uno de sus integrantes, Jorge Moreno, presidente de esta
organizacin, ya formalizada, fue el primer Consultivo23 y como tal representaba a esta
poblacin, contribuyendo a la divulgacin de la Ley 70 de 1993, documentos y libros que
traa de Bogot. De igual manera, manifiestan no compartir la filosofa con la que se crea
FACOS, pues la juzgan como elitista. Ya haba un trabajo que estaba haciendo Jorge
Moreno y surge la otra idea que quera absorber todo, entonces me hice a un lado y Horizonte
Chocoano desaparece en 2007, seala Amrico Copete (2013), pero luego retoma su trabajo
en Horizonte Chocoano en 2009:
Sigo siendo el Presidente. Tenemos personera jurdica. Los miembros de Horizonte
Chocoano casi todos son personas intelectuales, tenemos mdicos, bacterilogas,
educadores, estudiantes que estn finalizando sus carreras, son hijos de chocoanos.
Nuestro objetivo es tratar de que los derechos estipulados en la Ley 70 se cumplan. Yo
tengo el listado de las personas. Todos son miembros. Hay muchas organizaciones que
trabajan por el pan de cada da, en cambio otras como Horizonte donde las personas ya
tienen su modus vivendi, entonces estas personas colaboran con las otras personas. En elplan de desarrollo deca que 800 mercados para los afro, entonces yo les deca que esos
800 mercados mejor se los diera a quienes realmente los necesitara. Yo soy pensionado y
23Representante de las organizaciones afro de Santander ante la Comisin Consultiva de Alto Nivel(Ley 70/93).
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no tiene sentido que yo reciba un mercado entonces yo deca que hiciramos un estudio
para detectar a los ms necesitados.
La estructura orgnica de Horizonte Chocoano est constituida por la Asamblea General
integrada por el Presidente, Amrico Copete; el Vicepresidente, Jorge Moreno, hijo de un
chocoano pero con madre de Santander. El tesorero, Juan Jos Murillo; y los vocales, Samuel
Murillo y Enrique Acevedo. Tenemos Comit de Programacin encargado de planear
actividades, ah estoy yo, Jos (Valoyes) que trabaja en el INDERBU, y Enrique Acevedo. As
como otros comits, a saber: De Relaciones Pblicas y Afiliacin, de Asuntos Territoriales y
Medio Ambiente, de Educacin y Cultura, de Seguridad Social y Vivienda, de Asuntos
Polticos y Relaciones Internacionales, as mismo existe un Comit Asesor para trabajar en
cuestiones jurdicas y de estatutos, a cargo de dos abogados de la organizacin.
La ltima actividad fue en 2011. Horizonte Chocano manej todo lo del Proyecto de la
Afrocolombianidad, nos toc trabajar con la participacin de otras instituciones. Yo
estuve como coordinador, fueron tres grandes actividades que realizamos: acadmica,
deportiva y cultural, con el apoyo de la Gobernacin, la Alcalda y el Instituto de Cultura.
(Copete, 2013)
3.2.
Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS
El mdico y msico Leonidas Ocampo (2013) es tambin el promotor de lo que sera la
Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS. Cuenta l que hacia 2000,
Me fui al INEMcon Amrico Copete, que era el rector, ellos tenan una organizacin que
se llamaba Horizonte Chocoano donde ellos ayudaban a los paisanos que llegaban
desorientados, pero no haba un proceso de reivindicacin, entonces me puse a averiguar
qu haba y encontr una legislacin Organizamos con un grupo de compaeros
chocoanos, tumaqueos profesores del INEM Comenzamos con una organizacin que
s