PREGONERO DE LA SEMANA SANTA 2014 - heraldo.es · de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo...

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Fotografías: Tomás Vela, Sofía del Arco, Archivo de la Cofradía

Julián Ruiz Martorell (Cuenca, 19 de enero de 1957) es el obispo de las diócesisde Huesca y de Jaca.

Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Metropolitano de Zaragoza.Estudió en Roma entre 1983 y 1988. Es licenciado en Teología Dogmática y en SagradaEscritura por la Pontificia Universidad Gregoriana y por el Pontificio Instituto Bíblicorespectivamente.

Fue ordenado sacerdote en Zaragoza el 24 de octubre de 1981 por el arzobispoElías Yanes Álvarez.

Ejerció el ministerio sacerdotal en Plasencia de Jalón como ecónomo y comoencargado de Bardallur. Pasó por Bárboles, Pleitas y Oitura.

En 1983 fue elegido capellán de las religiosas “Battistine”, en Roma, cargo quedesempeñó hasta 1988, momento en el que regresó a Zaragoza para regir la parroquiade Santa Rafaela María, donde estuvo hasta 1993.

En 1991 se le encargó además, la dirección del Instituto Superior de CienciasReligiosas “Nuestra Señora del Pilar”, cargo que desempeñó hasta el año 2005.

PREGONERO DE LA SEMANA SANTA 2014

Monseñor Julián Ruiz MartorellObispo de Huesca y de Jaca

COFRADÍA DE CRISTO ABRAZADO A LA CRUZY DE LA VERÓNICA

Desde 1994 hasta 2010, ejerció también como capellán de la comu-nidadreligiosa del Colegio Teresiano del Pilar.

Desde 1998 hasta 2005 fue director del Centro Regional de Estudios Teológicosde Aragón, cargo que compaginó desde 1999 con la dirección del Centro de Zaragozadel Instituto Superior de Ciencias Religiosas a distancia “San Agustín”.

En 2007 fue designado delegado de Culto y Pastoral de El Pilar hasta 2010.

Además, hasta su ordenación episcopal fue Profesor de Sagrada Escritura delCentro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, del Instituto Superior de CienciasReligiosas “Nuestra Señora del Pilar” y del Centro de Zaragoza del Instituto Superiorde Ciencias Religiosas a distancia “San Agustín”.

También ha sido desde 2004 Canónigo de la Catedral-Basílica “Nuestra Señoradel Pilar” de Zaragoza, y desde 2005 miembro del Colegio de Consultores.

En 2009 fue nombrado Vicario General de la Archidiócesis.

El 30 de diciembre de 2010 el Papa Benedicto XVI lo nombró Obispo de lasdiócesis de Huesca y Jaca. Fue consagrado Obispo el 5 de marzo de 2011 en laCatedral de Huesca por el Arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña Pastor, acompañadopor el Cardenal Agustín García-Gasco, Arzobispo emérito de Valencia, Renzo Fratini,Nuncio Apostólico y otros 23 obispos.

El 6 de marzo tomó posesión de la sede jacetana.

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EN CAMINO HACIA LA PASCUAPREGÓN SEMANA SANTA ZARAGOZA 2014

0) Me siento muy honrado y agradecido por permitirme dirigir estas palabras delpregón de la Semana Santa de Zaragoza que, a lo largo de su historia, ha vivido comohitos trascendentales la incorporación de los tambores, la creciente participación dela mujer y el protagonismo de las familias.

Creo recoger el sentimiento unánime de todos los presentes para agradecer a Dña.Monserrat Caballé su disponibilidad y enviarle, desde aquí, un afectuoso saludo juntocon el deseo de una feliz y pronta recuperación.

Saludamos a los responsables e integrantes de las Cofradías y Hermandades:Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén; Cofradía de la Institución de la SagradaEucaristía; Cofradía de Nuestro Señor en la Oración del Huerto; Real Cofradía delPrendimiento del Señor y el Dolor de la Madre de Dios; Hermandad y Cofradía deNazarenos de Nuestro Señor Jesús de la Humildad Entregado por el Sanedrín y de MaríaSantísima del Dulce Nombre; Real, Pontificia, Antiquísima, Ilustre y Penitencial Hermandady Cofradía del Señor atado a la Columna y de Nuestra Señora de la Fraternidad en elMayor Dolor; Cofradía de la Coronación de Espinas; Cofradía del Santísimo Ecce-Homoy Nuestra Señora de las Angustias; Cofradía de Jesús de la Humillación, María Santísimade la Amargura y San Felipe y Santiago el Menor; Muy Ilustre y Antiquísima Cofradíade la Esclavitud de Jesús Nazareno y Conversión de Santa María Magdalena; Cofradíade Jesús Camino del Calvario; Cofradía de Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica;Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción y Llegada de Jesús al Calvario; Hermandadde Cristo Despojado de sus Vestiduras y Compasión de Nuestra Señora; Cofradía dela Exaltación de la Santa Cruz; Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista;Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Agonía y de Nuestra Señora del Rosario en susMisterios Dolorosos o del Silencio; Cofradía de la Crucifixión del Señor y de San Franciscode Asís; Cofradía del Descendimiento de la Cruz y Lágrimas de Nuestra Señora; Cofradíade Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro; Congregación de Esclavas de MaríaSantísima de los Dolores; Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores; MuyIlustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro SeñorJesucristo y Madre de Dios de Misericordia; Real Hermandad de Cristo Resucitado ySanta María de la Esperanza y del Consuelo.

1) Esta tarde experimentamos lo que el Papa Francisco describe en su Exhortaciónapostólica “Evangelii gaudium” (EG) con estas palabras: “sentimos el desafío de descubriry transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnosde los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puedeconvertirse en una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, enuna santa peregrinación” (EG 87).

La piedad popular es “verdadera expresión de la acción misionera espontánea delPueblo de Dios” (EG 122). Es una genuina espiritualidad encarnada en la cultura de lossencillos de corazón, refleja una sed de Dios que solamente los pobres y humildespueden conocer y engendra gestos de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo cuandose trata de manifestar la fe.

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La Semana Santa nos hace descubrir la alegría del Evangelio para que nunca seamos“seres resentidos, quejosos, sin vida” (EG 2), “evangelizadores tristes y desalentados,impacientes o ansiosos” (EG 10).

La Semana Santa nos permite renovar nuestro encuentro personal con Jesucristoo, al menos, nos concede la posibilidad de dejarnos encontrar por Él.

Esta Semana constituye un acontecimiento de gracia para las personas que participanhabitualmente en las celebraciones litúrgicas y viven en clave de conversión comodiscípulos misioneros. También para aquellos cuya adhesión de fe está más desdibujaday decae en el compromiso. E incluso para quienes no conocen a Jesucristo o lo rechazan.

En estos días se actualiza el mensaje cristiano cuando “el anuncio se concentraen lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempolo más necesario” (EG 35).

Para participar activamente, necesitamos una espiritualidad que transforme elcorazón. “Sin momentos detenidos de oración, de encuentro orante con la Palabra, dediálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamospor el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga” (EG 262).

Nuestra peregrinación debe llevarnos hasta Dios. Si no es así corremos el riesgode dejar de ser peregrinos y convertirnos en errantes “que giran siempre en torno así mismos sin llegar a ninguna parte” (EG 170).

Cristo pasa a través del abismo del mal y de la muerte y hace llegar a la humanidadal nuevo espacio de la resurrección y de la vida. Es la hora de su paso y la hora delamor vivido hasta el extremo, sin reservas, sin renuncias.

Jesucristo carga sobre sí mismo todo nuestro sufrimiento, nuestra angustia, nuestrapobreza y transforma todo según el proyecto del Padre. Nos hace salir de nuestro “no”y entrar en su “sí”. Lleva al ser humano a la altura de Dios y, con su obediencia, nosabre las puertas del cielo.

Al revivir la Semana Santa nos disponemos a acoger también nosotros en nuestravida la voluntad de Dios, conscientes de que en el designio del Señor, aunque parezcaduro, en contraste con nuestras intenciones, se encuentra nuestro verdadero bien, elcamino de la vida.

La pasión de Cristo es pasión de amor, pasión de enamorado. “Dios no se cansanunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia”(EG 3).

En estos días participamos de un torrente de vida, del fluir constante de laesperanza, de una búsqueda apasionada. Se entrelazan el silencio, el sonido y laplegaria. El espacio se convierte en horizonte de manifestación de Dios en el desplieguede los misterios de pasión, muerte y resurrección.

Son jornadas de intensa contemplación, pero contemplación no solamente estética,sino profundamente teologal.

Queremos sumergirnos en el misterio, adentrarnos en él, dejarnos envolver porel acontecimiento de nuestra redención. Queremos adentrarnos en un manantial depoesía, recorrer juntos un sendero de sentimientos, proclamar el kerigma profético.

Para ello es preciso escuchar el mensaje secreto, el silencioso anuncio de la Pascua,la alegría del evangelio.

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A lo largo de estos días estaremos preocupados por el cómo, inquietos por perfilarmil y un detalles de la vida y acción de las cofradías y hermandades. Sentiremos laurgencia de armonizar un caleidoscopio de escenas. Pero hemos de estar intensamenteasombrados por el porqué, percibir el cálido abrazo de la misericordia de Dios que nosenvuelve y transforma.

2) Comenzamos la Semana Santa en la que se actualiza el misterio central del añolitúrgico. El tiempo adquiere una consistencia especial y el espacio zaragozano albergaprocesiones y expresiones de la devoción de un pueblo peregrinante, en camino. Celebrarla Semana Santa no significa ser solamente espectadores de un acontecimiento inaudito,oír su narración pasivamente, sino vivirla juntamente con Jesucristo, su gran protagonista.

La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos, que comprende, a la vez,el triunfo real de Cristo y el anuncio de la pasión. Nos uniremos a la multitud de personasque acompañaron a Jesús en su entrada en Jerusalén. Algunos abrieron los ojos a unarealidad distinta, aclamaron a Jesús, lo reconocieron como Mesías, le salieron al encuentro,le dieron una acogida calurosa, se dejaron contagiar por el entusiasmo.

En la Misa Crismal el obispo y los sacerdotes renovarán las promesas de suordenación, se reunirán como comunidad fraterna y actualizarán su firme voluntad devivir cada vez más unidos al Señor. También se bendecirán los óleos para la celebraciónde los sacramentos: el óleo de los catecúmenos, el óleo de los enfermos y el santocrisma.

El Jueves Santo celebramos la institución de la Eucaristía y del sacerdocio yacompañamos a Jesús en la oración en el huerto de Getsemaní. Se hace memoria de laúltima Cena, cuando Cristo se nos entregó a todos como alimento de salvación, comomedicina de inmortalidad. Con el humilde y expresivo gesto del lavatorio de los piesse nos invita a contemplar y vivir la primacía del amor, un amor que se hace serviciohasta la entrega, el amor que se convierte en mandamiento nuevo y distintivo de losdiscípulos de Jesús.

El Viernes Santo se conmemora la pasión, crucifixión y muerte salvadora de Cristo.En el acto litúrgico de la tarde, la asamblea se reúne para meditar en el gran misteriodel mal y del pecado que oprimen a la humanidad, para recordar, a la luz de la palabrade Dios, y con la ayuda de conmovedores gestos litúrgicos, los sufrimientos del Señorque expían este mal. Meditamos en la pasión del Señor, oramos por todas las necesidadesde la Iglesia y del mundo, adoramos la Cruz, contemplamos a la Iglesia que nace delcostado del Salvador (cf. Jn 19,34) y recibimos la Eucaristía.

Como invitación ulterior a meditar en la pasión y muerte del Redentor y paraexpresar el amor y la participación de los fieles en los sufrimientos de Cristo, la tradicióncristiana ha dado vida a diferentes manifestaciones de piedad popular, procesiones yotras acciones piadosas, que imprimen intensamente en el corazón de los fielessentimientos de auténtica comunión con el sacrificio redentor de Jesucristo.

El Sábado Santo se caracteriza por un profundo silencio. Permaneceremos juntoal sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, y esperando en la oración suresurrección. Sentiremos la especial presencia de la Virgen María, pues Ella, en la quese denomina “la hora de la Madre”, anticipa y representa a la Iglesia y espera, llena defe, la victoria de Cristo sobre la muerte.

La Vigilia Pascual significará la manifestación del triunfo del Señor sobre las tinieblas,el pecado y la muerte. La nueva luz, la Palabra de Dios proclamada con solemnidad y

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escuchada con actitud receptiva y comprometida, el agua nueva, el pan y el vino renovadospara convertirse en alimento de vida eterna, el canto exultante, la alegría festiva,expresarán la más honda transformación producida en la historia: el triunfo de la vida,la resurrección del Señor de la Vida.

El Domingo de Pascua es la máxima solemnidad del año litúrgico. Todo se orientahacia la Pascua porque todo procede de la Pascua. La resurrección no es un hecho delpasado, sino un acontecimiento continuamente presente en la historia de cada personay de cada tiempo. La eternidad se ha mezclado con el tiempo y el tiempo ha adquiridodimensiones de eternidad. Podemos hablar de nueva creación, de hombres y mujeresnuevos, de cielos nuevos y nueva tierra.

La fiesta más antigua de los cristianos es la Pascua. La resurrección de Jesucristoes el fundamento de la fe cristiana, está en la base del anuncio del Evangelio y hacenacer a la Iglesia.

La Semana es Santa no simplemente porque sus días sean densos y santos, sinotambién porque nos ofrece la posibilidad de nuestra propia santificación. Es SemanaSanta y santificadora. Los cantos, las procesiones, el silencio, las plegarias, las penitencias,los sacrificios, la generosidad de todos los participantes, el trabajo disciplinado yescondido de tantas personas que ponen a disposición de todos su tiempo y suexperiencia, su saber y su bien hacer, responden a un único deseo de vivir con intensidadel encuentro con Cristo en su pasión, muerte y resurrección.

3) Decía el Papa Benedicto XVI: “Hacer memoria de los misterios de Cristo significatambién vivir en adhesión profunda y solidaria al hoy de la historia, convencidos de quelo que celebramos es realidad viva y actual. Por tanto, llevemos en nuestra oración eldramatismo de hechos y situaciones que en estos días afligen a muchos hermanosnuestros en todas las partes del mundo” (Audiencia general, 19-marzo-2008).

El profeta Isaías describe el carácter solidario y penitencial de estas jornadasdiciendo en nombre del Señor: “Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenasinjustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos,partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien vesdesnudo y no desentenderte de los tuyos” (Is 58,6-7). Esta dimensión se refleja tambiénen el consejo de Daniel al rey Baltasar: “expía tus pecados con limosnas, y tus delitossocorriendo a los pobres, para que dure tu paz” (Dan 4,24b).

Compartimos los dolores, las tristezas, los temores, las esperanzas, las inquietudes,las preocupaciones, las emociones, los sentimientos, el asombro y la perplejidad queanidan en el alma de los seres humanos.

Hoy se nos plantea el desafío de responder a la sed de Dios de mucha gente. Unased que no puede ser apagada por propuestas que se basen en un Jesucristo sin carney sin compromiso con el otro. Muchas personas “si no encuentran en la Iglesia unaespiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz y al mismo tiempo quelos convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañadospor propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios” (EG 90).

Las imágenes se desplazan por las plazas y calles donde se ríe y se llora, dondese espera y desespera, donde se transita y se descansa, donde se comercia o estudia,donde se vive y se muere, donde se sufre y se disfruta, para fecundar el desierto de laciudad con la semilla del Evangelio.

Queremos ser fieles a un camino luminoso de vida y de sabiduría.

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4) La Semana Santa nos urge al compromiso con los más pobres. La relaciónpersonal y comprometida con Dios nos compromete con los demás, especialmente conlos más necesitados y desfavorecidos. Es necesario tocar la carne de Cristo sufrienteen los hermanos afligidos y marginados.

El servicio de la caridad es una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesiay expresión irrenunciable de su propia esencia. De la naturaleza misionera de la Iglesiabrota la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve.

Estamos llamados a vivir el amor efectivo a los hermanos, “con todos sus dramasy cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades” (EG 183).Ello requiere que “seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre ysocorrerlo” (EG 187).

El Papa Francisco dice con gran rotundidad: “La belleza misma del Evangelio nosiempre puede ser adecuadamente manifestada por nosotros, pero hay un signo queno debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descartay desecha” (EG 195).

Por eso nos invita diciendo: “Jesús quiere evangelizadores que anuncien la BuenaNoticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado enla presencia de Dios” (EG 259).

También nos exhorta: “La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo,una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemostodo su amor que nos dignifica y nos sostiene, pero allí mismo, si no somos ciegos,empezamos a percibir que esa mirada de Jesús se amplía y se dirige llena de cariño yardor hacia todo su pueblo” (EG 268).

Y el Papa reconoce: “A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendouna prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos lamiseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. (…) Cuando lo hacemos,la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia deser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo” (EG 270).

Benedicto XVI escribió: “cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también enciegos ante Dios” (Deus caritas est, 16).

El Señor nos llama a ser misteriosamente fecundos, es decir, a vivir la certeza deque quien se ofrece y se entrega a Dios por amor da mucho fruto. El Señor nos invitaa realizar la síntesis entre la fe y la vida, entre el culto y la justicia.

Nuestra tarea consiste en caminar en integridad, practicar la justicia y la verdaddel corazón.

5) Cada uno de nosotros ha sido amado por Jesús “hasta el extremo”, es decir,hasta la entrega total de sí mismo en la cruz. Dejémonos abrazar por este amor.Dejémonos transformar, para que se realice de verdad en nosotros la resurrección.

La humanidad actual espera de nosotros, los cristianos, un testimonio creíble yrenovado de la resurrección de Cristo. La Buena Noticia es anuncio de un hecho queha cambiado todo, ha trastocado todas las perspectivas, ha modificado radicalmenteel marco de todas las situaciones, ha hecho despuntar un horizonte nunca imaginado.

Avancemos junto al Señor, caminemos junto a Él hacia Jerusalén. Que sus pasosmarquen nuestro camino, que su voz resuene en nuestros corazones, que su palabraencuentre eco en nuestro interior y que Él sea nuestro único Señor.

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6) La Semana Santa constituye el culmen de todo el año litúrgico. En ella celebramosel misterio central de la fe. Y lo hacemos de la mano de la Virgen María.

Ella nos muestra a su Hijo y nos enseña, como escribe el Papa Francisco, que “noes lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Élque caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no eslo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No eslo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propiarazón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es másfácil encontrarle un sentido a todo” (EG 266).

Rezamos a la Virgen con las últimas palabras de la Exhortación apostólica “Evangeliigaudium”: “Estrella de la nueva evangelización, ayúdanos a resplandecer en el testimoniode la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a lospobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ningunaperiferia se prive de su luz. Madre del Evangelio viviente, manantial de alegría para lospequeños, ruega por nosotros” (EG 288).

+ Julián Ruiz MartorellObispo de Huesca y de Jaca

• Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza

• Cofradía de Cristo Abrazado a la Cruz y de la Verónica