Por Qué Necesitamos El Ornamento en La Arquitectura
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¿Por qué necesitamos el ornamento en la arquitectura?
Aun cuando el arquitecto intente condicionar una determinada estética al diseñar el proyecto; las personas encuentran comodidad y belleza en formas que siguen las leyes de la naturaleza. Es por esto que, llegado el momento de decidir por sí mismos, incluyen en sus viviendas elementos en diversas escalas interconectadas, texturas, colores, y ornamentos. Quinta Monroy, diseñado por Elemental, Iquique, Chile. Imagen via Blog de Carmen Sánchez (csanchezreyes.wordpress.com)
"Si una forma hecha por el hombre claramente carece de estructuras ordenadas en una o más escalas, es
percibida como visualmente incoherente por los seres humanos, y por consecuencia como extraña a
nuestra concepción del mundo. (...) Buscamos legibilidad y significado en nuestro ambiente, y somos
repelidos por los ambientes que no nos entregan significado, ya sea por la falta de información visual, o
porque la información presente no está estructurada".
El siguiente es un extracto del capítulo “4: El valor sensorial del ornamento” del libro “Una teoría de la
arquitectura” (2006), por Nikos A. Salingaros y Michael W. Mehaffy. El libro explica las teorías
desarrolladas por el matemático y arquitecto Nikos Salingaros -basándose en la tradición arquitectónica y
utilizando las más avanzadas teorías científicas- sobre por qué y cómo construir edificios adaptados a
las necesidades del ser humano por medio del entendimiento de la estructura subyacente de los
elementos “con vida”; en oposición a la caprichosa y alienante arquitectura contemporánea.
* Traducción por Francisco Contreras Chávez
Este texto propone que el ornamento tiene un gran valor en el proceso de vivenciar las formas
arquitectónicas de una manera positiva. La coherencia visual de una forma compleja, como es definida por
la teoría de sistemas, requiere subestructuras ordenadas en todas las escalas: desde el volumen total del
edificio hasta el detalle de la textura del material. Las estructuras naturales tienen esta propiedad,
esencialmente fractal. Si una forma hecha por el hombre claramente carece de estructuras ordenadas en
una o más escalas, es percibida como visualmente incoherente por los seres humanos, y por consecuencia
como extraña a nuestra concepción del mundo (la cual está basada en la consistencia visual). La sub-
estructura visible de un edificio en los rangos desde 1 milímetro a 1 metro ha sido lograda en el pasado a
través del ornamento y detalles tradicionales.
Nuestra neuropsicología está configurada de manera de que esperamos que la información visual que nos
rodea contenga muchas de las características del ornamento tradicional. La configuración visual y mental
humana está conectada a través de procesos evolutivos a la riqueza informacional de nuestro ambiente.
Esta experiencia biológica puede explicar en algunos aspectos por que los seres humanos crean
ornamentos. Yendo un poco más lejos que el típico análisis “artístico” del ornamento arquitectónico, lo
trato de posicionar dentro del contexto de mecanismos biológicos compartidos. Es parte de la naturaleza
humana el ordenar nuestro mundo y establecer relaciones de escala de manera de entender mejor
nuestra relación con este. En este punto, presentaré varias reglas obtenidas de nuestro mecanismo
cognitivo- estas reglas tienen por objetivo el ayudar a entender por qué consideramos una forma como
visualmente coherente, y por consiguiente, significativa. Luego se tocará el tema de la relación entre estas
reglas cognitivas y la creación de ornamento.
En total pueden ser definidas ocho “reglas cognitivas para el orden estructural”. Ellas representan el
equivalente neuropsicológico de las “tres leyes del orden estructural” que presentamos en el capítulo 1,
junto a reglas detalladas para lograr la coherencia de escalas de la que hablan los capítulos 2 y 3. Es
notable el hecho de que el concepto del orden estructural puede ser alcanzado desde tres puntos de vista
totalmente distintos: podemos utilizar la ciencia para descubrir cómo es que las estructuras son armadas
coherentemente; podemos utilizar al arte y la arquitectura para lograr lo mismo; y descubrimos que
nuestra propia mente trabaja justamente de la misma manera. Esto revela una universalidad en los
conceptos discutidos en este libro- un nivel de validez que no puede ser de ninguna manera considerada
como “accidental”.
Las ocho reglas cognitivas.
1. Una región de contraste, detalle o curvatura es necesaria.
2. Un centro o el borde debe estar bien definido.
3. Ponemos atención a elementos ornamentales simétricos.
4. La continuidad lineal ordena la información visual.
5. Las simetrías y los patrones organizan la información.
6. El relacionar varias escalas diferentes crea coherencia.
7. Conectamos fuertemente a ambientes coherentes.
8. El color es indispensable para nuestro bienestar.
La arquitectura comercial, es decir, la que es decidida por la demanda del usuario, adquiere evolutivamente características que podemos asociar a las reglas cognitivas que aquí presentamos. En esta imagen podemos ver por ejemplo: regiones de contraste, bordes definidos, escalas relacionadas, patrones de textura y color. Edificio de departamentos, de estilo típico en arquitectura inmobiliaria chilena. Lomas de San Andrés, Concepción, Chile. Imagen © Francisco Contreras Chávez
Propongo dos argumentos en contra de: el diseño minimalista, y el diseño al azar de formas construidas. El
primero es que ambos causan ansiedad y stress psicológico, ya que inhiben la conexión humana mental
con una estructura dada, la que normalmente se da cuando existe información significativa a disposición.
El diseño minimalista omite aspectos de la calidez y el confort a nuestros alrededores. Un espacio
geométricamente puro puede generar ansiedad. El segundo argumento se centra en una preocupación
acerca de un parecido bastante perturbador. Los ambientes construidos minimalistas y desordenados
(como los que diseñan muchas estrellas de la arquitectura contemporánea) se asemejan a la percepción
de un ambiente normal y visualmente complejo, pero desde la perspectiva de una persona con un sistema
perceptivo o mecanismo cognitivo dañado. Este parecido es preocupante, debido a que nuestro cuerpo
está programado para responder, y por consiguiente a evitar, el daño perceptual y cognitivo; y los
ambientes que están a propósito concebidos de tal manera, a menudo generar una reacción de stress.
Podemos inferir que la arquitectura adaptada a los seres humanos necesita de ornamentos para generar
una sensación de bienestar. Probar esto de forma rigurosa está fuera del objetivo del presente capítulo.
Reconozco otros factores que influencian la apreciación de la arquitectura, incluyendo la experiencia,
formación y ambiente cultural, y crianza. Otros autores hablan de preferencias innatas por ciertos tipos de
paisajes, dando razones convincentes basadas en las cualidades fractales del ambiente, las cuales apoyan
la necesidad de ornamento y detalle. Por otro lado, sin embargo, ha sido demostrado que las preferencias
innatas son desplazadas por factores como: familiaridad y acondicionamiento psicológico. Probablemente
es cierto que la vida dentro de un ambiente arquitectónico minimalista generará familiaridad en una
persona, pero aun así aquellos tipos de estructuras no armonizan con nuestra configuración
neurofisiológica.
Una persona educada en la arquitectura contemporánea quizás encuentre goce en formas nuevas y desafiantes, pero inconscientemente estas no se adaptan a nuestra configuración psicológica. Museo Perot de las artes y las ciencias, diseñado por Tom Mayne, Dallas, Texas, EE.UU. Imagen via Aidan Wakely-Mulroney en Flickr. CC
Significado visual.
La organización visual de una forma comunica información a las personas a través de las superficies y
geometría que presenta. La experiencia ambiental está basada en una interacción íntima entre los seres
humanos con las superficies y espacios, ya que se relaciona con nuestros sentidos. Esto influencia
nuestras emociones y estado psicológico, y por consecuencia nuestras acciones. Las superficies interiores
y exteriores de un edificio pueden: conectar con el usuario en una forma emocionalmente positiva;
permanecer neutrales sin tener efecto; o bien actuar de una manera negativa, repeliendo al usuario. Esta
interacción reside en el contenido informacional del espacio y las transiciones de una región a otra, y es
independiente de la influencia cultural. Aun cuando las cualidades de las superficies normalmente se
consideran separadas de la geometría espacial de un edificio, ambas son en realidad interdependientes, y
ambas contribuyen a como la gente responde a sus alrededores.
La arquitectura tradicional utiliza información organizada para establecer una conexión positiva con seres
humanos. A través de la historia, los componentes arquitectónicos no funcionales fueron considerados
necesarios para que un edificio otorgara un ambiente agradable, y así aumentara su atractivo y uso.
Bordes, colores, decoración y materiales ricos en texturas ayudan en este propósito. Los ambientes
arquitectónicos tradicionales son inconcebibles sin tales mejoras psicológicas de diseño. Sus arquitectos
eran increíblemente sensibles a la necesidad de provocar agrado y satisfacer las respuestas psicológicas
humanas.
En el siglo XX, este mecanismo conectivo fue abandonado para centrarse en la forma geométrica pura. Sin
embargo, la conexión emocional establecida entre las personas y las estructuras construidas nos ha
guiado, por medio de la experiencia, a producir las estructuras ornamentadas tradicionales. La respuesta
emocional humana está basada en la neurofisiología y la información recibida. No debiese ser deshecha en
pos de ningún estilo particular de diseño arquitectónico que evita el ornamento. Un ambiente falto de
textura, color y ornamento (en forma de detalle organizado) puede ser un castigo para un ser humano,
como podemos ver en el diseño de prisiones a través de la historia. Si nos vamos hacia el otro extremo, un
ambiente que esta sobrecargado con estímulos visuales desordenados (la analogía geométrica de la
cacofonía musical) – tal como la calle principal de La ciudad de Las Vegas (EE.UU.) iluminada con luces de
neón- sobrepasa el ingreso de información visual que puede ser consistentemente tolerado.
Una arquitectura sin ornamentos puede ser un castigo para la percepción humana. No es de extrañar el que: consciente o inconscientemente, se haya utilizado este tipo de arquitectura en instalaciones carcelarias a través de la historia. Sala de aislación, US Customs and Border Protection, San Ysidro, California. Del libro “Arquitectura de la autoridad” de Richard Ross
Buscamos legibilidad y significado en nuestro ambiente, y somos repelidos por los ambientes que no nos
entregan significado, ya sea por la falta de información visual, o porque la información presente no está
estructurada. (Klinger y Salingaros, 2000). La necesidad de interpretar la información del ambiente ha
guiado el desarrollo evolutivo del ser humano: tanto la visión como la inteligencia se han desarrollado para
aumentar nuestra capacidad de procesar información. El ojo y el cerebro forman un solo mecanismo
(Hubel, 1988). El diseño en sí mismo es un producto de la visión e inteligencia humana, por consiguiente la
complejidad organizada de los diseños tradicionales parece asemejar a las estructuras cognitivas del
cerebro humano. Esta observación hace que la razón por la cual construimos formas complejas sea menos
misteriosa. Las personas son motivadas a construir de esta manera para extender su conciencia
a un dominio más amplio fuera de su propia mente.