Por Epifanio Alcañiz · La Radiestesia es una percepción extrasensorial que se puede englo-bar en...
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Por Epifanio Alcañiz
Han pasado más de 2000 años desde que Hipócrates,
al que se considera padre de la medicina, enseñaba la
influencia del entorno sobre la salud.
Los geomantes chinos ya conocían las energías
emergentes de la tierra 6000 años atrás (las nocivas
y las positivas). Y también los egipcios, celtas, visigo-
dos, aztecas, mayas, árabes, cristianos, cátaros, tem-
plarios...; es decir, en todas las culturas, en todas las
religiones (a través de geomantes, rabdomantes, za-
horíes, varilleros, ahora radiestesistas y geobiólogos),
se ha tenido conocimiento de estas energías. Prueba
de ello son los miles pozos detectados a través de esta
percepción; el zahorí no “huele” el agua, simplemente
detecta la radiación que se genera en su vertical.
Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha
necesitado creer, tener un Dios al que adorar, rezar,
respetar y pedir, para ello ha construido altares, tem-
plos e imágenes en su honor. Para la ubicación de
todo ello ha buscado el lugar idóneo, uno escogido
entre los demás, un lugar donde la energía que fluye
de la Madre Tierra fuese especial, un lugar de poder
que contase al menos con un Vórtice Energético, ese
punto de unión entre el cielo y la tierra, el lugar ideal
para comunicar con sus dioses.
Y en ese lugar construyeron sus lugares de culto;
primero fueron simples megalitos de piedra, luego les
siguieron dólmenes y menhires, que después fueron
templos en las civilizaciones precristianas, hasta lle-
gar a las iglesias y catedrales del Medievo.
Estimo que la práctica totalidad de los tempos
construidos hasta el siglo XVII contienen al menos
un vórtice en su interior.
Después llegaron unos siglos en los que su uso se limitó a la búsqueda de aguas subterrá-neas y la localización de minerales, hasta que a principios del siglo pasado y a través de la
Radiestesia empezamos a redescubrir las energías de la Madre Tierra.
¿QUÉ ES, PARA QUE SIRVE?
La Radiestesia es una percepción
extrasensorial que se puede englo-
bar en lo que se conoce como "sexto
sentido". Es la capacidad que todos
portamos al nacer de percibir las
radiaciones energéticas.
El término radiestesia cobró vida
entre 1920-1930 de mano del abate
francés Bouly.
Este vocablo está formado por la
palabra latina radium” (radiación) y
la griega “aisthesis” (percepción)
El radiestesista percibe una información de la cual
no es consciente. Éste transmite un impulso eléctrico
a los músculos del brazo, haciendo que el péndulo
gire o se mueva, y en el caso de las varillas que se
abran o se crucen entre sí, interpretando el radieste-
sista estos movimientos como respuestas.
Existe la creencia, errónea y muy extendida, de que
las herramientas utilizadas por el radiestesista, o los
materiales con que están fabricadas, intervienen en
las respuestas, nada más lejos de la realidad, el im-
pulso neuromuscular que propicia el movimiento in-
voluntario del péndulo o varillas es generado por el
inconsciente a través de la percepción radiestésica.
Por desgracia esta percepción es perdida por mu-
chos en la adolescencia, otros no tienen el tesón de
practicarla hasta conseguir alcanzar el máximo de su
percepción y otros simplemente no se interesan por
la misma.
No existe por el momento ningún instrumento
conocido capaz de detectar estas alteraciones, si así
fuese hace tiempo que esta percepción estaría reco-
nocida por la ciencia.
Por desgracia muchos se empeñan en pensar que la
radiestesia puede ser utilizada como método de adi-
vinación, otro error, no sirve para saber qué tiempo
ha de hacer mañana, ni para adivinar en qué lugar
se ha escondido un objeto, ni el número de la loter-
ía, es sencillo de entender, un objeto escondido no
emite una radiación que pueda ser captada por el
radiestesista, cierto es que a través del péndulo
obtendremos respuestas que quizás nada tengan
que ver con la Radiestesia y habrá quien consiga re-
sultados satisfactorios en otros ámbitos a través de
las mismas herramientas y el mismo método, pero
esa será una función más a la que tendrá acceso de-
ntro de su mente inconsciente.
Tele-Radiestesia, es lo mismo pero a distancia. Ojo,
esta cualidad no la portan todos los radiestesistas. Yo
diría que son muy pocos los elegidos. Tan solo aque-
llos que alcanzan un alto nivel de percepción obtie-
nen resultados positivos en la distancia.
Explicar cómo funciona la Tele-Radiestesia es algo
que escapa a mi conocimiento. Sea cual sea el funcio-
namiento, lo cierto es que el hemisferio derecho de
nuestro cerebro o la parte inconsciente del mismo es
un completo desconocido. Para mí es un largo pasillo
lleno de puertas cerradas, que tan solo en algunas
ocasiones y que en algún caso estas pueden ser cir-
cunstanciales, se abren dejando paso a otras dimen-
siones, conocimientos o poderes ocultos.
VÓRTICES ENERGÉTICOS
Mucho es lo escrito sobre todo aquello relacionado
con la llamada Energía Sutil. Esa energía que se co-
noce con diferentes nombres, según la cultura de que
se trate. Esa fuerza invisible que tan fuertemente
vinculada estuvo, está y seguirá estando con nuestra
existencia. Esa energía que nuestros antepasados
supieron percibir, sin duda mejor que nosotros.
La geografía está llena de construcciones que nos
muestran el respeto de nuestros ancestros por aque-
llos lugares donde sabían que esta energía se hacía
mucho más densa, más notable y más beneficiosa.
Construyeron sus templos sobre estos lugares, reali-
zando para ello en ocasiones titánicos esfuerzos, que
aún hoy arrojan muchos interrogantes.
La ciencia aún no ha conseguido desentrañar el
misterio. Aún no ha podido crear una máquina capaz
de detectarla. Por tanto, la Energía Sutil, sencilla-
mente, no existe para la ciencia.
Hace poco más de 100 años, los Rayos X también
eran ignorados por la ciencia. Hubo que esperar al
físico Wilhelm Conrad Röntgen. Él consiguió en 1896
fotografiar los huesos de la mano de su esposa Berta,
con el anillo flotando sobre estos; fue la primera ima-
gen radiográfica del cuerpo humano. Desde entonces
sí que existe esta radiación para la ciencia. Sin em-
bargo, no hay duda de que esta radiación ya existía
antes de que la ciencia aceptara su existencia.
Vórtices Energéticos o Puntos de Poder, tantas ve-
ces mencionados como desconocidos, invisibles colum-
nas de energía de unos 60 cm. de diámetro que sur-
gen inesperadamente de la Red Curry, entrando y
saliendo de la Madre Tierra.
Algunos aseguran verlos físicamente, otros dicen sen-
tirlos, otros más dicen captarlos, y muchos más
hablan de ellos con la simple autoridad de lo que han
leído (pero pocas, muy pocas veces de lo que han ex-
perimentado o sentido).
Llevo años buscando esa prueba que me confirme la
certeza de lo que percibo; existe y por fin la encontré:
La momificación inducida por la densidad bioenergé-
tica.
La respuesta al por qué la materia se deshidrata en
aquellos lugares con una alta concentración bio-
energética tiene una lógica aplastante; pero en esta
lógica no interviene para nada la ciencia, tan solo
una percepción extrasensorial: la Radiestesia.
Siempre he mantenido la teoría de que cuando el
nivel energético de una persona baja por debajo de
los límites normales es cuando comienzan las enfer-
medades. Todo guarda una estrecha relación, es el
pez que se muerde la cola. A menor nivel energético,
mayor actividad vírica o bacteriana; nuestro cuerpo
se convierte en un excelente caldo de cultivo para
cualquier microorganismo. Por el contrario, cuanto
más alto es nuestro nivel bioenergético, tanto menor
es la actividad vírica; nuestro sistema inmunológico
se suele encontrar en mejor forma y los microorganis-
mos menos activos, ya que los niveles altos de energ-
ía frenan su actividad.
Según esta teoría y considerando a una bacteria
como responsable de la putrefacción, si mantenemos
un trozo de carne con unos niveles energéticamente
aceptables durante un tiempo, se debería conseguir
ralentizar el proceso.
¿Y si en vez de ser aceptables son altos?
Si soy capaz de medir la energía, si detecto estos
puntos, ¿por qué no hacer la prueba sobre alguno de
ellos?, ¿por qué no enfrentarme a mis fantasmas y
convertir la teoría en regla, la percepción en confir-
mación?
No obtuve los resultados positivos a la primera, he
de reconocerlo. Antes de establecer unos parámetros
son necesarias muchas pruebas variando los compo-
nentes.
Depositando el cuerpo de un animal muerto sobre un
vórtice y preservándolo de la humedad y los insectos
se consigue la deshidratación de la carne. He momifi-
cado animales sobre alguno de aquellos lugares don-
de digo que hay una mayor densidad bioenergética.
Así pues tengo la certeza muchas veces repetida de
que allí donde detecto estos vórtices suceden hechos
paranormales, como lo es la no putrefacción de carne.
Existen más coincidencias. Aquellos lugares donde se
detectan presencias, apariciones de espíritus o espec-
tros, o psicofonías, también se suelen dar en los alre-
dedores de alguno de estos vórtices; lo mismo sucede
con las apariciones marianas.
Estos vórtices fueron muy apreciados desde tiem-
pos remotos. Prueba de ello es que para sus construc-
ciones sagradas estos lugares fueron utilizados, en
distintos puntos del planeta, por tribus de distintas
razas y culturas, que nunca llegaron a tener contacto
entre sí.
Prácticamente todos los menhires fueron situados
sobre un vórtice, todos los dólmenes (al menos los que
yo he prospectado) contienen un vórtice en su inter-
ior. En la práctica totalidad de las iglesias, ermitas y
catedrales del Medioevo, encontraremos uno o varios
de estos vórtices.
GEOPATÍAS
Pero no todo son energías positivas, todas las ra-
diaciones que consiguen atravesar la atmosfera son
remitidas por la Tierra a través de un entramado de
redes magnéticas que circundan el planeta y también
en la vertical de venas de aguas subterráneas, fallas
o diaclasas del terreno y otras alteraciones telúricas
más esporádicas, como las chimeneas cosmotelúricas.
Se denomina lugar neutro a aquel en el cual no
existe una alteración telúrica que baje los niveles
bioenergéticos del entorno. Un lugar geopatógeno es
aquel donde la emisión de las radiaciones electro-
magnéticas que emanan de la Tierra puede afectar a
la salud física o psíquica de las personas. También
afectan a los animales y plantas. Por el contrario pro-
porciona vitalidad a gran parte de los insectos (puede
que a todos, ya que su nivel vibracional es más bajo
que el de personas, animales y plantas).
Todos los hormigueros, al menos los que yo he com-
probado, están situados sobre una geopatía, y el pri-
mer tramo de la senda que trazan las hormigas suele
seguir una línea de las redes Hartmann o Curry.
Las abejas en libertad hacen sus colmenas sobre
una geopatía. Los apicultores que sitúan sus colme-
nas sobre el cruce de una red telúrica consiguen un
notable incremento en la producción de miel de sus
colmenas, además de aumentar la población de las
mismas con abejas de otras colmenas que llegan has-
ta allí siguiendo una de sus líneas; esto les da vitali-
dad y en sus salidas efectúan recorridos más largos,
lo cual incrementa la recolección de polen.
Tal es el entramado de las geopatías que calculo
que aproximadamente tres de cada cuatro personas
dormimos sobre una de ellas afectando alguna zona
de nuestro cuerpo; este es, sin duda, el enemigo invi-
sible que lenta pero inexorablemente baja nuestros
niveles energéticos, llegando con el tiempo en algu-
nos casos a deteriorar nuestras células bajando a la
vez nuestro sistema inmunitario y afectando a nues-
tra salud.
El cuerpo humano necesita estar en perfecta ar-
monía con el lugar donde habita y vibrar en los mis-
mos niveles que los lugares neutros de ese lugar y
cuando la enfermedad llega, siempre, siempre sus
niveles bajan ¿o es tal vez al contrario?
Si alguien desea ampliar esta información puede visi-
tar mi web, www.radiestesiaysalud.com en ella he
querido reflejar ese libro que no existe o que yo no
supe encontrar cuando descubrí que era portador de
esta percepción y que debería haber dado respuestas
a una gran parte de las muchas dudas que en aque-
llos momentos se me planteaban.
Epifanio Alcañiz Rubio
Radiestesista y tele radiestesista
Investigador de las energías telúricas
Restaurador bioenergético