Ponencia Manuales de Estilo Sofia Rodríguez
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TERCER ENCUENTRO NACIONAL DE CORRECTORES DE TEXTOS «Nuevos recursos y perspectivas laborales en la corrección de textos»
20 y 21 de febrero de 2015
EL CONTENIDO DEL MANUAL DE ESTILO: ¿HACIA DÓNDE VA?
Sofía Rodríguez*
Resumen
Se ha difundido la idea de que solo los diarios y revistas pueden y deben tener un
manual de estilo. En esa línea, por años, se ha tomado como modelo y guía el del
diario El País, de España, y se han seguido a pie juntillas las recomendaciones de la
RAE sin cuestionarlas. La realidad es otra. En estos tiempos de modernidad, donde
cada vez se escribe más, las empresas son más competitivas, por lo que dedican un
presupuesto para cuidar sus publicaciones y uniformar usos de lenguaje no solo
ortográficos. Así, a los medios de prensa se vienen sumando las editoriales, los
estudios de abogados, las compañías de comunicaciones, los grupos comerciales,
las clínicas, entre otras de diversos giros, que han visto en el manual de estilo una
necesidad.
Esta ponencia es un acercamiento al contenido de los manuales de estilo: ¿qué
debe o no incluirse? ¿Qué aspectos formales específicos debe contener un manual
* Nació en Huaraz en 1964. Es correctora profesional, editora, docente, consultora y expositora.
Estudió Lingüística en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Entre 1997 y 2010 integró el
plantel de correctores del diario El Comercio; fue jefa de corrección en el Grupo Cosas Perú, el 2012
y 2013. Actualmente, trabaja de modo independiente en edición y corrección de textos, actividad
que complementa con la docencia. Dicta cursos de ortografía, redacción y corrección en
instituciones públicas y privadas; asesora y escribe manuales de estilo. Es fundadora de la Asociación
de Correctores de Textos del Perú, la cual presidió hasta diciembre de 2014.
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de estilo? ¿Hasta qué punto el manual de estilo es una repetición de las normas de
la RAE?
Asimismo, en este trabajo se demostrará por qué los correctores de textos son los
profesionales más capacitados para asesorar a las empresas e instituciones en la
redacción de sus manuales de estilo.
El contenido del manual de estilo: ¿hacia dónde va?
0. Presentación
Los manuales, libros o guías de estilo son publicaciones que congregan las normas
para la redacción, el diseño u otra área específica, sea para el uso público o de una
institución, entidad o empresa. Su esencia está definida por la normalización, que,
en general, es una actividad “dedicada al establecimiento de disposiciones
relacionadas con problemas reales o potenciales para su uso común y repetido, con
el fin de obtener un grado de orden óptimo en determinado contexto” (Martínez de
Sousa 2012: 35).
Ciertamente, hay muchas denominaciones para referirse a los manuales de estilo.
José Martínez de Sousa (2012), por ejemplo, diferencia entre libros y manuales de
estilo:
Aunque algunos libros de estilo periodísticos llevan por título manual de estilo,
esta denominación suele reservarse para los libros de estilo editados por y para
las editoriales, ya que su contenido, disposición y aplicación son bien distintos
de los que afectan al mundo periodístico.
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Para Martínez de Sousa, los libros de estilo son un producto estadounidense; se
utilizó por primera vez en lengua inglesa para estandarizar la escritura en los
periódicos. En Hispanoamérica surgieron en la década del ochenta del siglo pasado;
los primeros en España. Desde entonces, varios diarios hispanos tomaron como
referencia el libro de estilo de El País del país ibérico e incluso varios solo copiaron
el contenido sin reflexionar que este no necesariamente se aplica a las distintas
realidades.
Así, empezaron a popularizarse y, con ello, aumentaron las denominaciones en
diarios y editoriales. Jacqueline Murillo (2010), en su estupendo blog Nisaba,
sintetiza así la complejidad de definiciones:
Tal vez sobra decir que una delimitación epistemológica basada en la diferencia
entre “código”, “libro” y “manual” es poco menos que difusa, puesto que se está
empleando el criterio de la forma externa o modo de entrega que adopta la
publicación, sin atención de los contenidos del producto final. Pero ¿hoy día, con
tantas posibilidades para la entrega del “manual”, como son las bases de datos,
los sitios web y wikis, no valdría la pena buscar una denominación más atinente?
Debido a que no es propósito de este trabajo definir un término definitivo, en
adelante, me referiré indistintamente a manuales, libros y guías de estilo; y, por su
naturaleza, no incluiré a los manuales de estilo gráfico, ya que se centran en
el diseño, la tipografía, los colores, etc.
1. Importancia de los manuales de estilo
Toda organización que publique textos requiere un manual de estilo. ¿Por qué?
Porque con este se logra no solo uniformidad de estilo, sino —y esto a la larga es lo
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más importante— porque orienta al usuario. Los manuales de estilo son una
necesidad no solo para los diarios y las revistas. Publicaciones académicas de
diversas disciplinas como el derecho, las ciencias sociales, las ciencias económicas,
entre otras, requieren atenerse a una guía. Las editoriales y los fondos editoriales
universitarios deben obligatoriamente contar con uno.
Imaginemos una publicación de un autor X, de una editorial universitaria X, en la
que aparece una referencia bibliográfica como la siguiente:
Ricotti, Stella. (2010). Juegos y problemas para construir ideas matemáticas.
Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
Si el libro del ejemplo presentara otras referencias en el mismo estilo y estas
guardaran unidad entre sí, nadie podría increparle a la editorial universitaria falta de
rigurosidad. Pensemos, más bien, qué ocurriría si en otro libro de la misma editorial
universitaria, de otro autor o del mismo, apareciera la misma referencia de modos
distintos:
(1)
RICOTTI, Stella. Juegos y problemas para construir ideas matemáticas. 2010.
Argentina. Ediciones Novedades Educativas.
(2)
RICOTTI, Stella. Juegos y problemas para construir ideas matemáticas.
Ediciones Novedades Educativas. Buenos Aires, 2010.
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Que aparezcan dos o más modos de registrar las referencias bibliográficas (aunque
fuesen correctas) en las publicaciones de una entidad, sea editorial universitaria o
no, deja al descubierto un problema que alcanzaría una solución con una guía o un
manual de estilo. No contar con uno impide la normalización de las publicaciones,
labor de correctores y editores; además, desorienta al lector.
Debo remarcar un aspecto adicional sobre la importancia de los manuales de estilo.
En tiempos de modernidad y con acceso a tanta información, los manuales de estilo
vienen a ser una referencia obligatoria para los usuarios de la lengua, los hablantes,
que se enfrentan a los textos en su quehacer cotidiano. Cito a Alberto Gómez Font:
Cada vez son menos los usuarios del español que dudan sobre quién o quiénes
dictan la norma de uso; no son los diccionarios, ni las gramáticas, ni los libros de
ortografía; hoy en día las verdaderas guías de uso del español actual son los
manuales de estilo, y la mayor parte pertenecen a los medios de comunicación,
es decir, a la prensa, tanto escrita como oral; manuales que, en muchas
ocasiones, están redactados o supervisados por expertos en la lengua, y en los
demás casos están copiados de los primeros. Así, pues, cualquier persona que
se aproxime al estudio del español deberá tener muy en cuenta este tipo de
publicaciones, en las que encontrará resueltas muchas de las dudas que se irá
planteando a medida que avance en su conocimiento.
2. Características de los manuales de estilo
Como se dijo, el principal objetivo de estos manuales es dotar a las publicaciones de
unidad de criterios, homogéneos y consistentes, para que sean aplicados por los
redactores y trabajadores en general. Sus principales características:
2.1 No son obras terminadas
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En su mayoría, los manuales de estilo no son obras terminadas, ya que resulta
imperioso revisar y actualizar sus contenidos constantemente, por varios motivos:
a. En principio, debido a su relación directa con la naturaleza de las lenguas, los
capítulos sobre el lenguaje deben ser dinámicos y estar en revisión
constante.
b. Muchas veces la normativa deja de ser útil con el tiempo; por ejemplo
cuando se cuenta con nueva tecnología al servicio de la redacción.
c. Los usos léxicos no permanecen estáticos.
En suma, los tiempos cambian, razón suficiente para pensar que los manuales de
estilo no son obras terminadas; lo explica Álex Grijelmo (El País 2014: 21):
La vida del periodista ha cambiado mucho desde que en 2004 apareció la
anterior revisión del Libro de estilo de EL PAÍS. Los redactores conviven ahora
con tecnología que les capacita para acelerar la comunicación y que se ha
convertido en herramienta clave de su trabajo en un universo de información
instantánea. Los redactores ya no son sólo personas dedicadas a elaborar una
información para un formato de papel. Son profesionales enfocados sobre todo
a conseguir y editar información de calidad que adoptará después distintas
salidas: en la ciberpágina, en aplicaciones móviles, en redes sociales y también
en papel.
Una mención adicional sobre el léxico. Los equipos de corrección de las editoriales
o diarios y revistas son, generalmente, los que actualizan los vocabularios que van
casi siempre como anexos en los manuales de estilo. Con la tecnología, sobre todo,
surgen palabras cuya escritura genera duda. Justamente, en los manuales de estilo
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se registran las formas aceptadas por acuerdo, de modo que los integrantes del
equipo puedan consultar en caso de duda.
2.2. Su uso es obligatorio
Los manuales de estilo tienen en común proporcionar uniformidad en el estilo y en
el formato; por ello su aplicación es obligatoria. Ninguna empresa invertiría miles de
dólares en una normativa para que sea de uso electivo.
2.3 Se adscriben a otras normas ya establecidas
Otro aspecto en común es que estos manuales no contravienen acuerdos
internacionales; por ejemplo, no incluiría una simbología diferente a la establecida
por el sistema internacional de unidades (SI). Me refiero a que no sería productivo
crear, por ejemplo, un símbolo para metro cuando ya existe uno (aunque no sería
extraño encontrar reglamentado en algún manual mt, en vez de m).
Ninguna norma de un manual de estilo avala faltas contra la ética o la moral. Un
ejemplo lo encontramos en los manuales de estilo periodístico, en los que se toman
en cuenta los principios universales de este oficio, como la protección de los datos
de ciudadanos que piden el anonimato.
Los manuales de estilo tienen en común, además, obedecer a disposiciones legales
nacionales, internacionales o de uso profesional. Ello suele registrarse en el
prefacio, introducción o presentación. El siguiente ejemplo es de la portada de la
edición web del manual de estilo de RTVE:
Este MANUAL DE ESTILO DE LA CORPORACIÓN RTVE obedece a las directrices
que emanan del marco legal de la Corporación RTVE, los principios
irrenunciables de RTVE y las responsabilidades sociales y profesionales
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derivados de la Ley 17/2006, de 5 de junio, de la radio y la televisión de
titularidad estatal, y de los textos que la desarrollan y complementan, incluidas
la Ley 8/2009, de 28 de agosto, de financiación de la Corporación de Radio y
Televisión Española y la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la
Comunicación Audiovisual.
2.4 Están redactados o supervisados por expertos en la lengua
Desde que surgieron los primeros libros de estilo, en Estados Unidos, han contado
con la asesoría de personalidades de la lingüística, filología, editores y correctores.
En habla hispana, varios son los profesionales de la lengua que han asesorado e
incluso redactado libros y manuales de estilo, entre ellos Álex Grijelmo y Alberto
Gómez Font, invitado especial de este Encuentro.
Como se verá más adelante, otra finalidad de este trabajo es presentar la redacción
y la asesoría en manuales de estilo como un amplio campo laboral para los
correctores de oficio.
3. Del contenido de los manuales, libros o guías de estilo
En principio, un manual de estilo es —o tiene forma de— un libro, razón por la cual
debe tener un índice. La pregunta es si los índices de todos los manuales de estilo
deben ser similares. Por supuesto, se espera que la respuesta sea no, aunque esto
no siempre ocurre.
Muchos manuales de estilo se basan en otros manuales. En su mayoría, se
componen tanto de normas lingüísticas, como de estilo. Entre las de
índole lingüística, se incluyen las normas ortográficas y gramaticales, y las
principales dudas léxicas y de redacción.
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Debe quedar claro que los manuales de estilo no son un tratado de gramática o de
lingüística, solo son una guía para resolver dudas (cómo citar una fuente, cuándo
utilizar cursivas) y para señalar cuál es el estilo preferido, por ejemplo en el uso de
las mayúsculas.
Murillo (2010) cita a la autora Judith A. Tarutz, quien señala las funciones principales
de los manuales de estilo, a los que llama “estándares de publicación”:
1. Señalar cuál es el estilo preferido cuando hay más de un criterio correcto, tal
como la normativa bibliográfica o la alfabetización de un índice.
2. Normar estilos y dictar lineamientos para tópicos muy técnicos, tales como la
manera de desplegar fórmulas, compuestos químicos o comandos de
computadora.
3. Excepciones a las reglas generales con el fin de adaptar el manual a las
necesidades particulares de la casa editorial.
Los índices dependerán de a quiénes estará dirigido el manual de estilo, los que son
de innumerables tipos. Mariana Eguaras (2014) sintetiza así: “Podemos encontrar
distintos tipos de manuales y se puede crear un manual de estilo para cualquier
cosa que deseemos, porque al fin y al cabo de trata de normar y reglar criterios”.
4. Lo que no debe faltar
La autora Silvia Senz (2014) presenta una amplia lista y propone que el contenido
de las guías de estilo incluya lo siguiente:
Normas que afectan especialmente al editor de textos y a los
correctores
Normas que afectan especialmente a los redactores y autores
Normas que afectan especialmente a los traductores
Para Eguaras (2014), cualquiera sea el tipo de manual, no deberían faltar, entre
otros, los siguientes ítems:
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Palabras que permiten dos acentuaciones
Citas
Comillas
Mayúsculas, minúsculas
Guiones
Listas
Notas
Bibliografía
Enumeraciones
Monedas
Siglas, acrónimos y abreviaturas:
Nombre de países
Páginas web y blogs
Coincido con Mariana Eguaras en cuanto al listado anterior. Mas, mi experiencia en
el campo editorial me permite precisar algunos temas de uso obligatorio:
a. Las abreviaturas. Es necesario registrar cada una de las formas abreviadas
que usa la institución y es muy importante —sobre todo— delimitar en qué
contextos es válido utilizarlas.
b. El léxico. Todo manual de estilo requiere un listado de palabras de uso
frecuente. Una empresa de telecomunicaciones necesitará contar con un
vocabulario técnico, un estudio de abogados considerará imprescindible
contar con una lista de vocablos jurídicos. Pero es de precisar que estos
glosarios no son sola una guía para consultar significados o acepciones, sino
para verificar la escritura. Como se dijo, esta es la parte que estará en
permanente revisión.
c. La ortografía. Cualquiera sea la empresa que decida tener un manual de
estilo, siempre será importante incluir nociones de ortografía. No como un
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remedo de tratado de lingüística —como se precisó anteriormente— sino
como una forma de proveer solución a las dudas frecuentes. Recordemos
que la importancia de estos manuales radica, entre otros, en su
funcionalidad y en que estén al alcance de los usuarios.
d. Nombres propios. Muchos de los inconvenientes y defectos de las
publicaciones tienen su origen en un tratamiento inadecuado de los
nombres propios. Me parece importante proveer a los usuarios una lista
actualizada de los nombres de uso regular; por ejemplo, de clientes, razones
sociales, países, capitales, instituciones, etc.
Muy diferente será un manual de estilo para una revista de corte social, en la que
las palabras extranjeras son de uso común: socialité, diet, tips; a una publicación
científica, por ejemplo. Senz (2005) escribe:
En el caso concreto de los manuales de estilo de las editoriales biomédicas,
además de las cuestiones que generalmente abordan las normas de estilo
editorial, suelen tratar también estos aspectos:
• metodología de la investigación científica;
• tipos de artículos y comunicaciones científicos;
• reflexiones sobre la génesis y el proceso de redacción de un texto
científico;
• doctrina sobre el trabajo documental, la cita y el plagio;
• normas de ética que afectan al escritor científico…
A manera de conclusión, reitero que los contenidos siempre estarán en función de
la entidad, editorial, empresa, municipalidad, etc., que requiera un manual de estilo.
La función del profesional —o grupo de trabajo— que asuma su redacción debe
tener en cuenta no solo las necesidades de su cliente sino que deberá tener muy
presente que un manual de estilo es una herramienta de trabajo y, por lo tanto,
debe ser funcional y práctico.
5. El corrector de textos y los manuales de estilo
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En esta última parte de mi trabajo, deseo remarcar la relación que nos une a
correctores de textos con los manuales de estilo. La experiencia nos enseña que se
requiere mínimamente una hoja de estilo para el trabajo de corrección (Murillo
2012), la cual cada profesional de la corrección elabora acorde con las necesidades
de la obra que le toca revisar. Por la naturaleza del trabajo que ejercemos, somos
los usuarios principales de los manuales de estilo; razón suficiente para afirmar que
conocemos su importancia, estructura, finalidad y contenidos; y que estamos en
capacidad de elaborarlos. En otras palabras, la labor misma de corrección nos
entrena. Redactar un manual de estilo se convierte, así, en una opción laboral.
Decía, líneas arriba, que una característica de los manuales de estilo es que en su
redacción participan expertos en lenguaje. Un profesional de la corrección es
también un experto en lenguaje, pues trabaja con este permanentemente; tiene un
conocimiento extraordinario de la sintaxis y la ortografía castellanas; consulta
bibliografía, está actualizado en cuanto a las normas académicas; se preocupa por
la normalización, promueve la estandarización, coordina con los usuarios sobre la
practicidad de las normas; en suma, está capacitado para asesorar y para redactar
manuales de estilo.
En la actualidad hay cada vez más instituciones que solicitan este servicio. Opino
que sería interesante crear en las empresas esta necesidad, de modo que la
demanda sea cada vez mayor y se genere, en nuestro medio, un aprecio adicional
por los profesionales de la corrección. Tomar este nuevo camino no significa
abandonar el oficio de auxilio editorial que ejercemos, pues de cualquier manera
todos los caminos conducen a la misma finalidad: velar por la calidad de las
publicaciones.
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Queda como tema de investigación cuáles serían las técnicas de trabajo, el cálculo
de plazos y la elección de contenidos para quien asuma la redacción de un manual
de estilo.
Referencias
Eguaras, M. (2014). Manual de estilo: ¿por qué estandarizar y armonizar criterios?
Recuperado de http://marianaeguaras.com/manual-de-estilo-por-que-
estandarizar-y-armonizar-criterios/
El País. (2014). Libros de estilo. Madrid: Aguilar.
Gómez Font, A. (2006). El español internacional y la prensa hispana en Estados
Unidos: La posible y necesaria unidad del español en los medios
estadounidenses. En A. Gómez Font, Dónde dice… debiera decir... Buenos
Aires: Áncora.
Gómez Font, A. (s.f.). Los libros de estilo de los medios de comunicación en español:
necesidad de un acuerdo. Recuperado de
https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/ele/g_font.html
Martínez de Sousa, J. (2012). Manual de estilo de la lengua española. MELE 4.
Madrid: Trea.
Murillo, J. (2010). ¿Qué es un manual de estilo editorial? Recuperado de
http://blognisaba.blogspot.com/2010/05/que-es-un-manual-de-estilo-
editorial.html
Murillo, J. (2012). Leer antes de corregir: la hoja de estilo. Recuperado de
https://blognisaba.wordpress.com/2012/06/20/leer-antes-de-corregir-la-hoja-
de-estilo/
Sarmiento González, R., & Vilches Vivancos, F. (2009). Entidades públicas y manuales
de estilo. En S. Alcoba, Lengua, comunicación y manuales de estilo.
Barcelona: Premisas.
Senz, S. (2005). "En un lugar de la 'Mancha'..." Procesos de control de calidad del
texto, libros de estilo y políticas editoriales. Panace@, 6, 21-22.
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Senz, S. (2014). Las guías de estilo editorial: historia. tipología, materializaciones y
contenido. Recuperado de http://addenda-et-
corrigenda.blogspot.com/2014/02/las-guias-de-estilo-editorial-historia.html