Politicas Sociales Los Pobres Bajo El Neoliber

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Políticas Sociales: los pobres bajo el neoliberalismoPor Raúl A. Wiener

Tal vez no esté lejos el día en que las transnacionales del mundo empiecen a inaugurargerencias y departamentos para pobres. Total, ya lo hacen para atención del medio ambientey la cooperación con poblaciones locales. Hace tiempo que descubrieron, además, que laintervención directa puede ser mucho más eficaz que las donaciones liberadas de impuestos alos fondos sociales del Estado o de instituciones privadas de apoyo social. No sólo porque senota más y redunda en imágenes más vendedoras de las marcas empresariales, sino porquerefuerza la ideología de que lo mejor que puede ocurrirle a los pobres es que los ricos seanmás ricos, para que puedan ofrecerles un sobrante de sus excesos. Hoy hay poderosos gruposprivados que colocan dinero en apoyar campañas contra el trabajo infantil, sobre todo cuandose trata de actividades marginales; lo cual no soslaya que otras empresas batallan porque hayalibertad de contratación de los menores porque les resulta eficiente y barato enrolarlos en sustrabajos.

El mayor éxito del neoliberalismo es haber construido un vasto consenso sobra la idea de lamiseria sin culpas. Cada vez más pobres sobre el mundo, tanto en la periferia como en elcorazón del desarrollo capitalista, y como única explicación de este infortunio está la fallapersonal de las personas y las familias. Cada vez se produce una mayor concentración delingreso y la propiedad en un puñado de individuos y empresas, y se pretende que hay unasola razón para ello: el éxito de cada uno para actuar en el mercado y lograr los mejoresresultados. Así bajo esta fórmula interpretativa ricos y pobres pueden terminar siendoperfectos aliados. Ganadores con perdedores. Es cuestión de aceptarse unos a otros.

Quizás dentro de poco veamos cláusulas de pobreza en las cartas de intención del FMI, luegode décadas de condenar los gastos populistas e improductivos de los Estados. En eso el BancoMundial lleva largamente la delantera con departamentos y especialistas encargados detrabajar el tema social y transformarlo en una parte complementaria a los programas de ajustey liberalización. Ustedes no van a poder hacer buenos negocios, sobre todo seguros negocios,si no están metidos en la lucha contra la pobreza y eso logra ser percibido de esa manera porla sociedad. Diversos modelos econométricos están siendo trabajados para demostrar que estapreocupación también puede medirse en dinero, registrarse en valores contables y de repentecotizarse en la bolsa.

El punto, por cierto, no es enojarse porque se preocupen recién ahora o porque tengan otrospropósitos al lado de los más altruistas. Lo irritante es la capacidad del gran capital y susagencias para apoderarse de todo. Aún de la bandera de reducir el sufrimiento. Como si elmalestar social recién se descubriera y no hubiera habido una lucha verdadera contra lapobreza desde los pobres mismos y sus organizaciones.

Pauperología

Hace algunos años que se hizo visible la presencia de especialistas en manejo de programasde pobreza y pobreza crítica en países periféricos. Venía a ser algo así como una variante dela macroeconomía, que algunos empezaron a denominar pauperología. Su lugar nunca fuecontestatario al de los encargados de abrir mercados, privatizar empresas públicas,flexibilizar el sistema de empleo que han tenido tanto peso en las decisiones globales de las

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dos últimas décadas. Los resultados de estas políticas mostraban consistentemente un avancedel desempleo, caída del ingreso promedio, informalización, deterioro de indicadoressociales, etc. Es decir empobrecían. Había que traer pues a alguien que pudiera decir de quemanera se podía renovar el modelo, pareciendo que de él mismo emergía la preocupaciónsocial. Buscar, en una palabra, su sostenibilidad ante la eventualidad de un cuestionamientopopular.

La “ajustología” y la “pauperología” se articularon sobre un mismo objetivo: que la políticaneoliberal siga siendo viable. Por eso mismo, los profesionales encargados de uno y otrocampo tendieron en el tiempo a aproximar sus perfiles. Si bien es verdad que a losajustadores los importaban originalmente de universidades conservadoras del norte y se lespedía casi un certificado de yuppie para saber que estaban más allá de cualquier sensibleríapopulista; y que entre los especialistas en pobreza hubieron muchos tipos reclutados de lasantiguas izquierdas teniendo en cuenta su tiempo de trabajo con las bases, su habilidad paragenerar alternativas de desarrollo local y su seriedad en el empleo de fondos de cooperación;en perspectiva, sin embargo, se fue perdiendo la diferencia. Gozar de salarios elevados,recocerse como parte de un mismo modelo, admitir que no había incompatibilidades entre elajuste de consecuencias empobrecedoras y las políticas sociales para atender a los pobres, fuecreando una evidente comunidad de intereses.

Selectivización

Las políticas sociales tenían antiguamente el sentido de distinguir el campo en el que losgobiernos procuraban proveer servicios que por derecho debía estar al alcance de toda lagente sin distinción de condición social o cualquier otra contingencia de la vida de la que nosomos responsables. Así la educación y salud públicas deberían ser simplemente buenas ,araque las sociedades puedan educar y cuidar a todos sus miembros. En lo posible la viviendadebía ser accesible y los servicios de agua, energía y telefonía abaratarse progresivamentecomo forma de hacerlos democráticos. Todo esto se ha venido abajo bajo la égida delpensamiento neoliberal. Con argumentos tan poderosos como el Estado no debe gastarporque no tiene plata; la gente que puede pagar por los servicios debe contribuir con los máspobres; no debe haber ninguna actividad en la que no pueda intervenir la inversión privada;se ha reformulado todo el concepto de las políticas sociales hasta convertirlas en políticas depobres.

Ya no se trata ahora de un Estado responsable de proveer la mejor educación y salud para sugente, intentando por lo menos generar condiciones de inicio relativamente equitativas. Nadaque ver. Tampoco de regular los mercados y asegurar servicios básicos para todas lasfamilias. Ahora el que tiene, es el que consigue colocarse en circuitos de elite y alto consumo,globalizarse y tener su futuro laboral asegurado. Los que apenas pueden, agotan susestrecheses en servicios privados de baja calidad o tratan de mantenerse en los serviciospúblicos deteriorados donde los consideran de más y sufren de grave incertidumbre sobre loque habrá de ocurrirles. Y los más pobres deben probarlo a cada rato, para ser tratados comotales por un Estado que se declara tan empobrecido como ellos, y que no puede prometerlesnada para más adelante. Un trastrocamiento radical ha ocurrido.

A pesar que las políticas neoliberales de ajuste de gasto (menor inversión pública y despidode trabajadores), de la privatización para reducir el crónico déficit público y de las facilidades

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al capital para que haga utilidades y pague impuestos, se hicieron con el justificativo de queasí se podrían disponer más recursos para lo realmente importante que era lo social, loeducativo, lo social; la verdad ha sido que el gasto real en estas materias también hadeclinado, la privatización igualmente ha entrado con fuerza al ámbito social en medio de ladeserción estatal y el capital no ha pagado más impuestos sino menos, gracias a lagenerosidad del fisco hacia ellos. Lenta pero inexorablemente los sentidos comunes hanvariado para entender que los servicios que todavía se prestan desde el poder central,subsisten únicamente porque hay un porcentaje de personas que no pueden pagárselos. Y quesi alguna vez pudiera terminarse con la pobreza el Estado dejaría de tener relación con lasalud, la vivienda y sus servicios básicos. ¿Y acaso esto sucede en los países desarrolladosque son nuestros supuestos modelos?. Todos sabemos que no.

Programas

Un Estado pauperólogo es muy funcional al ajuste de las economías. Puede jefaturar serviciospara pobres, donde los menos pobres sean exigidos de pagar por lo que reciben, y administrarprogramas sociales de alivio por encargo de los países desarrollados y organismosinternacionales. Pero este sistema estará conduciendo de hecho a renunciar a construirinstrumentos para ejercer un liderazgo de desarrollo. Es decir que en nombre de los pobres searticula una política que lo que puede hacer es eliminar las condiciones básicas que generanpobreza. Foncodes, PRONAA y otros, pueden dar cuenta de fondos extraordinariosmovilizados hacia poblaciones identificadas como de extrema pobreza, luego deinterminables estudios para saber quienes califican como más miserables y de otra tanda deproyectos para seleccionar lo que se hace. Pero efectos estructurales: cero sobre cero.

La población puede, como es normal, agradecer que se fijen en ellos y que les traigan laposta, la escuela o la carretera que pensaron que nunca iba a llegar. También pueden saludarla oportunidad de percibir unas monedas por hacer trabajos comunales o de recibirmicrocréditos para sus ínfimos negocios. También las familias se han terminado deacostumbrar a recibir alimentos para comedores colectivos, desayunos escolares y otros.Pero: ¿es esta una efectiva lucha contra la pobreza?. ¿Se están integrando los pobres alsistema económico y abriéndose oportunidades para vencer su desgracia personal?. Todosconocemos la respuesta.

Tal vez a estas alturas sea necesario volver a preguntase por qué corren paralelos el interéscreciente por la pobreza con el aumento constante del número de pobres. O si se quiere: ¿porqué cuando hay más programas, especialistas y dinero metido en la épica lucha contra lapobreza crítica, los indicadores sociales dan la evidencia trágica de una miseria cada vezmayor?.26-10-2002