Politica Economica argentina 1973-1989

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TRABAJO PRÁCTICO LA ECONOMIA POLITICA DE LA ARGENTINA EN EL SIGLO XX ANTEPAZO, VERÓNICA GODOY, DANIEL MENDEZ DECOUD, AGUSTÍN VALLEJOS, VANESA Comisión 1506/A Prof. Jiménez Carlos

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TRABAJO PRÁCTICO

LA ECONOMIA POLITICA DE LA ARGENTINA EN EL

SIGLO XX

ANTEPAZO, VERÓNICA

GODOY, DANIEL

MENDEZ DECOUD, AGUSTÍN

VALLEJOS, VANESA

Comisión 1506/A

Prof. Jiménez Carlos

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INDICE

La etapa del retraso relativo desde 1973 hasta 1990. .................................................. 3

El trienio peronista 1973-1976. .................................................................................... 3

El proceso militar 1976-1983 ....................................................................................... 5

Al borde de la hiperinflación: ..................................................................................... 5

Banco central: ............................................................................................................ 6

La reforma del Banco Central. La garantía de los depósitos. La cuenta de

Regulación Monetaria. La Ley de Entidades Financieras. ......................................... 6

La recesión de 1978. ..................................................................................................... 7

El programa monetario de diciembre de 1978. El enfoque monetario del balance de

pagos. ............................................................................................................................ 8

La tasa de interés y la crisis de los bancos de 1980 y 1981.........................................10

Los años de la administración radical. .......................................................................11

Deuda pública externa: .............................................................................................13

El Plan Austral. ...........................................................................................................15

Barranca abajo: ........................................................................................................16

En caída libre. Febrero de 1989. El fracaso del Plan Primavera. .............................17

Políticas monetarias y fiscales de la presidencia de Alfonsín. ...................................20

De la inflación a la hiperinflación. ..............................................................................22

CONCLUSIONES.......................................................................................................23

BIBLIOGRAFIA ........................................................................................................26

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La etapa del retraso relativo desde 1973 hasta 1990.

En Argentina se vivió un régimen inflacionario alto entre los periodos de 1973 y 1990, a

consecuencia de ello nuestra economía desvalorizo la moneda, se sobrellevaron déficits

fiscales provenientes de políticas que generaron el aumento del gasto público.

Entre 1977 y 1983 creció la deuda externa, situación que se convirtió en la pieza

fundamental para un mayor déficit en ese momento de la historia, creando la “crisis de la

deuda externa” por la suba de tasas de interés internacionales en el año 1978. Esta crisis

genero huida de capitales debido a la inseguridad de la insolvencia fiscal. Es por ello que

el siguiente periodo de años del 1973 y 1989, la tarea de recaudar fondos del estado y

financiar el déficit se dificulto.

Al inicio de la crisis de la deuda externa, nuestro país conservaba niveles altos de

inversión física, aunque sus tasas de crecimiento se reflejaban desfavorables en

comparación a las de otras naciones en relación a las tasas de inversión en activos fijos

inferiores.

Como consecuencia del estado de la economía se distorsiono la asignación de recursos,

se redujo la tasa de acumulación de capital, llegando a la declinación y estancamiento

económico.

El trienio peronista 1973-1976.

La solución visible para terminar con la inflación se contemplaba con un acuerdo entre

empresarios y trabajadores para una equitativa distribución del ingreso, regulando la

administración de precios y salarios.

Para ello se creó una Comisión de Precios, Ingresos y Nivel de Vida, la cual

recomendaría al Ejecutivo lo relativo a precios y salarios. Creada en mayo de 1973, por

el "Acta de Compromiso Nacional para la Reconstrucción, Liberación Nacional y

Justicia Social".

Por un periodo de dos años el Plan Trienal, disponía un congelamiento de precios y

salarios, contando con el apoyo de organizaciones corporativas importantes como “La

Confederación General del trabajo” y “la confederación general de economía”; aunque se

sometió a revisación luego de 10 meses en el año 1974.

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Dicha revisión se debió a que para sostener esa política el nivel general de precios debía

ser estable, y para la fecha se presentaba relativo como consecuencia de las variables

condiciones de la oferta y demanda, producidas por las condiciones del mercado y la

disponibilidad de los recursos.

El acuerdo implementaba una política de crédito barato, con una baja nominal de la tasa

de interés, la estabilidad de la situación duro hasta el fin de año con el inicio de reclamos

y aumentos, seguidos del aumento del precio del petróleo, la suba en las importaciones

en 1974.

Como conclusión, la realidad de este plan trienal es que se produjo en una situación de

fractura política histórica dentro del peronismo, en un escenario de violencia y cambios

constantes.

Ello provocó que el gobierno subsidie el tipo de cambio de importación generando

pérdidas que absorbió el Banco Central, debido a la venta de divisas a un costo más bajo

que las que se compraban a exportadores.

Comenzó la falta de mercaderías que llevaron a ser obtenidas por el pago mayor a los

precios oficiales.

La situación se contenía con la creación de dinero para el financiamiento del sector

privado (esto contribuyo a la crisis del 75), con redescuentos que apuntaban a financiar

los aumentos salariales.

Sector Público No Financiero. Ingresos y Egresos 1970-1975

Valores constantes en Australes a precios de 1974

Año 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976

Ingresos 6.146 5.977,8 5.754,2 6.106,1 7.982,6 6.139,3 6.509,1

Egresos 6.571 7.240,1 7.359,3 8.810,7 11.028 12.859 11.182,6

Superávit

Primario -424,8 -1.262 -1.605 -2.705 -3.135,5 -6.719,3 -4.673,5

Pago de Deuda

Pública 272 323,5 414,06 417,12 547,12 622,02 981,2

Superávit -696,9 -1.586 -2.019 -3.122 -3.682,6 -7.341,3 -5.654,7

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En % del PBI

Año 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976

Ingresos 15.3% 14.3% 13.1% 13.5% 16.2% 12.1% 13%

Egresos 16.3% 17.3% 16.8% 19.5% 22.7% 25.4% 23%

Superávit

Primario -1.1% -3.0% -3.7% -6.0% -6.4% -13.3% -9%

Pago de Deuda

Pública 0.7% 0.8% 0.9% 0.9% 1.1% 1.2% 2%

Superávit -1.7% -3.8% -4.6% -6.9% -7.6% -14.5% -11%

El proceso militar 1976-1983

Al borde de la hiperinflación:

En el año 1976, ante la situación económica que nos empujaba al borde la hiperinflación

el entonces ministro de economía José A. Martínez de Hoz, lanzó un programa de

saneamiento, estabilización y crecimiento; se buscaba realizar ajustes en los salarios

reales. Ese mismo año se llegó a un acuerdo que nos comprometía a tomar una serie de

medidas para con el FMI.

Se evitó la caída en la hiperinflación debido a las nuevas condiciones que revirtieron el

flujo de capitales, debido al ingreso de los mismos del exterior

Estas nuevas condiciones produjeron una reversión del flujo de capitales ingresando una

magnitud importante desde el exterior que incluyó los ahorros de muchos argentinos.

Esto produjo una importante mejora en las mejorando las reservas en el Banco Central,

haciendo crecer las inversiones, prueba de ello fue la recuperación del sector

agropecuario.

Las condiciones cambiantes produjeron un extraño fenómeno que se debió a la

restricción de creación de dinero y expansión de los créditos, causando la suba de la tasa

nominal de interés por arriba de la inflación, es decir, la suba de las tasas reales de

interés.

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Año Tasa Anual de

Interés (nominal)

Tasa de Crecimiento

del IPM

Tasa Real de Interés

(respecto al IPM)

1975 38.1 192.5 -52.8

1976 84.6 499.0 -69.2

1977 173.5 149.4 9.6

1978 156.3 146.0 4.2

1979 101.5 149.3 -15.0

1980 77.9 75.4 1.7

1981 171.0 109.6 8.4

Banco central:

Para finalizar el régimen de nacionalización de los depósitos, se realizaron las siguientes

acciones:

Modificación de la carta orgánica para que cada banco comercial dispusiera los

depósitos de sus clientes.

Liberación de las tasas de interés a favor de los deudores del sistema financiero

Creación de la cuenta de regulación monetaria para que, el banco central cobre un

cargo a los bancos por los depósitos a la vista, y remuneraba las reservas que no

percibían intereses de depósitos a plazo en bancos y entidades financieras.

Por ello las personas comenzaron a trasladar sus fondos a depósitos a plazo, percibiendo

intereses por arriba de la inflación.

La reforma del Banco Central. La garantía de los depósitos. La cuenta de

Regulación Monetaria. La Ley de Entidades Financieras.

Como se ha tratado en los trabajos anteriores, sobre la Nacionalización de los depósitos,

pasaremos por alto su fundamento y constitución, pero trataremos que en este periodo se

decide terminar con este proceso de nacionalización modificándose la Carta Orgánica del

Banco Central, volviéndose al régimen de 1957 por el cual cada banco comercial

dispondría los depósitos de sus clientes, sin tener injerencia el Banco Central. Lo que si

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vuelve a funcionar el Banco Central como prestamista de última instancia quedando

limitado a operaciones de asistencia temporal. En estos momentos la oferta y la demanda

monetaria va a ser regulada por la capacidad prestable de los bancos con el régimen de

los efectivos mínimos, mientras que se reduciría sustancialmente el financiamiento del

Banco Central al gobierno. Se fueron liberando las tasas de interés que habían estado

controladas y que fueron fijadas salvo algunas excepciones a un tipo permanente menor a

la inflación. Esto beneficio a los deudores del sistema financiero entre ellos al gobierno,

pero fue un impedimento para la formación de un mercado de deuda para los títulos

públicos (por mucho tiempo se los había colocado en las Cajas de Previsión). La nación

sirvió como garantía a los depósitos en entidades financieras. Otra medida fue la creación

de la Cuenta de Regulación Monetaria, que fue necesario para esa economía

inflacionaria. El Banco Central cobraba un cargo a los bancos por los depósitos a la vista

y remuneraba las reservas (que no percibían intereses) de los depósitos a plazo en los

bancos y entidades financieras. Lo que parecía equilibrado que se extendía a las cuentas

corrientes tuvo un problema debido que, con expectativas inflacionarias y tasas liberadas,

menos gente dejaba sus fondos en estas y un número mayor los trasladaba a depósitos a

plazo, donde fueron percibiendo intereses ahora arriba de la inflación. La cuenta de

regulación monetaria se convirtió en una fuente de déficit cuasi fiscal y de creación de

dinero por parte del Banco Central.

La recesión de 1978.

La industria cayó 10,5 % y a consecuencia de ello cayo también el 3,2 % del producto,

todo ello fue afectada por la política monetaria que se tradujo en tasas de interés reales

positivas y la relativa apertura comercial. Los stocks de los empresarios fueron reducidos

por las tasas reales positivas, ajuste que en un primer momento se lograba por medio de

la reducción de la producción.

Se pudo reducir el déficit primario y del déficit total, debido a que las cuentas fiscales y

su baja sustancial del gasto y un aumento de los ingresos respecto a 1975 y 1976.

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El programa monetario de diciembre de 1978. El enfoque monetario del balance de

pagos.

La tasa de inflación de 1978 continuaba cerca del 175,5% anual, por más que hayan

intentado con medidas políticas monetarias no habían bajado la tasa de inflacionaria. La

recesión de 1978 fue provocada por el aumento de las tasas reales de interés, que quebró

la recuperación inicial del año 1977.

A fines de año de 1978 se utilizó un programa queriendo lograr la convergencia de los

precios domésticos con los internacionales. Se anunció una pauta decreciente de

devaluación por un periodo por entonces prolongado, intentando eliminar la

incertidumbre acerca de la evolución del cambio, que duro por un periodo de ocho

meses, que arrastraría a la inflación local que tendería a decrecer.

Tenían un supuesto en donde si todos los bienes tuvieran que competir

internacionalmente los precios domésticos serian iguales a los internacionales

multiplicándose por el tipo de cambio. Se trata de que los precios terminarían

convergiendo con los internacionales, si se podía llegar a eliminar la incertidumbre sobre

el cambio y las devaluaciones se preanunciaban.

Esto es algo que no pasaría inmediatamente con los bienes que no competían con los

extranjeros, los no transables. Sin embargo, en ese caso, se suponía que se sustituirían los

bienes domésticos no transables, más caros, por transables, más baratos. La baja de los

precios de los no transables se daría por el exceso de la oferta.

Pero esto llevaba implícito una recesión en el sector de los bienes domésticos, llevando

el equilibrio entre los dos mercados, para ello se trató de evitarlo pautando previamente

la tasa de devaluación anunciándolo para que el público pudiera adaptar sus expectativas

y así permitir un ajuste rápido que hiciera innecesario un excedente de oferta y la

recesión para logar la convergencia de los precios.

En un principio la inflación empezó a bajar, pero con retraso respecto a las pautas de

devaluación, dando a pensar una sobrevaluación de la moneda local.

Esta sobrevaluación fue muy discutida pero admitida en el año 1979.

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Esto fracaso por el modo en el que el gobierno financio el déficit. Se emitió deuda local a

tasas que debieron ser competitivas en un mercado donde los intereses se habían

liberado. Ante este panorama los particulares se endeudaban en el exterior y con esos

fondos compraban activos financieros en pesos. La operación daba ganancia si la tasa de

interés local, menos la tasa de devaluación pautada, era mayor que el interés que se

pagaba por obtener préstamos en el exterior. Pero siempre estaba el fantasma de la

devaluación y su riesgo, aunque al comienzo era improbable al comienzo y se hacía cada

vez mayor (el reflejo se daba en el crecimiento de las tasas) a medida que se acercaba el

periodo final de la pauta de devaluación decreciente llamada la tablita. Al principio esto

contribuyo a un aumento de reservas, por otro lado contribuyo a aumentar el

endeudamiento externo (la deuda externa total, pública y privada, aumento del 20,7% del

PBI en el año 1977 a 21,8 % en 1978 y a 27,6 % en 1979) que hizo poco creíble el

mantenimiento de la pauta cambiaria.

Las empresas del estado tomaban deudas en el exterior siendo alentadas por el gobierno.

También se dio una expansión monetaria a raíz de la entrada de préstamos externos, al

aumentar las reservas, tuvo las mismas características que un financiamiento monetario

del Banco Central.

Las causas del endeudamiento se dieron por en la parte externa privada por préstamos

que los argentinos realizaban en el exterior, teniendo como garantía activos suyos en

entidades financieras externas. Los fondos luego se colocaban a tasas más altas

localmente, pero se pagaban las obligaciones haciendo remesas al exterior que no

volvían al país. Los factores negativos para llegar a la convergencia se dieron por una

política fiscal inconsistente y una emisión que se basó en el ingreso de divisas

endeudándose en el exterior, generaron muy poca credibilidad, y la deuda privada que

fue utilizada para comprar deuda interna del gobierno.

En 1977 se redujo el gasto público al 18% del PBI, que luego fue en aumento del 22% en

1980/1981. Hubo una limitada apertura comercial la cual no permitió un flujo entre el

mercado doméstico y externo. Entonces el déficit fiscal y la falta de apertura comercial

fueron los factores que llevaron al fracaso del programa, sin descontar el cambio de

presidente y de ministros.

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La tasa de interés y la crisis de los bancos de 1980 y 1981.

Las empresas tenían un endeudamiento creciente por la liberación de las tasas, antes ellas

estaban acostumbradas a tasas negativas ya que con la inflación sus pasivos eran

licuados.

Los que sufrieron con ello fueron los bancos las cuales no recibían los pagos por parte de

las empresas, acumulándose intereses por falta de pago, porque estaban especulando con

un salva taje del gobierno. La medida que usaron los bancos ante esta situación fue

aumentar las tasas de interés con el fin de captar más ahorros, para poder pagar a los

depositantes, lo cual llevo a una situación crítica. Esto fue un llamado para aquellas

personas que se dejaron tentar, por algunas entidades dudosas, porque parte de su

cubierta era que eran respaldados por el gobierno nacional, pero lamentablemente esos

depósitos no fueron pagados en el año 1980, lo tendría que hacer el banco Central. Esto

creó una crisis bancaria quien tuvo que hacer frente el Banco Central redescontando

carteras que en su mayoría eran incobrables por lo cual varias entidades se liquidaron. El

pago a depositantes produjo un aumento de la emisión que término el programa de

estabilización.

Poco antes de terminar la presidencia de Videla, su ministro Martínez de Hoz, quien

abandona el programa devaluando 10%, tratando de solucionar el atraso cambiario.

Cuando llega el General Viola y su ministro de Economía Lorenzo Sigaut, esa

devaluación no fue suficiente y se inicia una nueva corrida al dólar, iniciándose un

aumento de los precios, donde se pudo observar una inflación 105% en 1981 y al llegar a

1983 fue de 344%, llegándose a una devaluación real.

Los ingresos reales cayeron provocados por la devaluación, produjo un efecto negativo

en la actividad económica. La caída del PBI fue del 5,4% 1981 y se recupera 4,1 % en

1983. Todas las medidas que querían estabilizar la situación parecían en vano, durante la

devaluación pautada (la tablita) se incrementó la deuda pública financiando al gobierno y

a las empresas públicas y la deuda privada por la fuga de capitales. Esto por un proceso

de envíos de ahorro al exterior que buscaba escapar los efectos de la depreciación. Parte

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de ello se daba pro que sus activos en el exterior que eran garantía de la deuda producían

intereses que no ingresaban en el país. Por lo cual en las cuentas corrientes se registraban

pagos por intereses en el exterior, no figuraban los ingresos, generando el problema

inminente de la deuda externa.

Debido a la devaluación de 1981, el estado asumió ante los acreedores externos una gran

parte de la deuda privada reemplazándola con obligaciones de los deudores en pesos que,

al ser ajustada por una tasa más baja que la inflación, resulto un subsidio a los deudores.

Estas obligaciones habían sido contraídas en el extranjero el valor de sus pasivos

disminuyo respecto al de sus activos lo que importo una enrome transferencia de

ingresos de los contribuyentes hacia quienes eran deudores en el exterior.

Con tasas reales positivas, se había acumulado pasivos públicos y privados enormes. Por

todo esto en 1982 se compró la deuda pública indexada VAVIS (Valor Nacional

Ajustado) y Cedula Hipotecarias que se ajustaba con un retardo de dos meses con una

emisión del dinero, produciendo una inflación importante. De esta situación fue

beneficiado por los deudores del sector financiero que al pagar con unas tasas reguladas

más baja que la inflación vieron licuados sus pasivos.

Finalizando el periodo de facto se aumentaron los salarios para intentar equilibrar el

atraso tarifario. Todo hacía que para el gobierno entrante era un panorama bastante serio,

la tasa de crecimiento IPC fue muy importante de un 130% de 1981 a un 314% en 1983.

Se suma a esta situación la suba de tasas internacionales.

La evolución del producto era frustrante, con un alza en 1977, baja en 1978, suba en

1979/80, y luego hacia abajo 1981/82. Pudiendo observar en 1983 un incremento del 2%

mayor al de 1976, observándose un fracaso y un continuo camino de depresión.

Los años de la administración radical.

Con la entrada al poder de Raúl Alfonsín en diciembre de 1983, el gobierno argentino

comienza una nueva etapa socioeconómica, acompañada de las consecuencias del

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período dictatorial: una deuda pública externa, inflación en aumento, un importante nivel

de déficit fiscal y una inequitativa distribución del ingreso.

En su primer mensaje como Presidente de la Nación, Raúl Alfonsín planteó las

principales circunstancias políticas, sociales y económicas en las que asumía el nuevo

gobierno:

“El estado en que las autoridades constitucionales reciben el país es deplorable y, en

algunos aspectos, catastrófico, con la economía desarticulada y deformada, con vastos

sectores de la población acosados por las más duras manifestaciones del

empobrecimiento, con situaciones sociales que reflejan crudamente el impacto de la

miseria, con un endeudamiento de insólito volumen y de origen muchas veces

inexplicable, que compromete gran parte de los recursos nacionales para un largo

futuro, con una inflación desbordada cuyos efectos son una verdadera afrenta para los

hombres que producen y trabajan, con un clima de arbitrariedad, atropello e

incertidumbre creado por la absurda pretensión de gobernar por el miedo y la

prepotencia, con la cultura postergada y perseguida en muchas de sus expresiones, con

la educación y la salud relegadas a un segundo plano y consiguientemente convertidas

en privilegio de los menos, con una situación internacional agravada por decisiones

irresponsables cuyas consecuencias se transfirieron imprudentemente a un futuro y que

ahora vienen a depositarse en nuestras manos; con la carga afligente de todos esos

males, cuya cuenta precisa y detallada puede ser excusada aquí por ser bien conocida,

tendremos que enfrentarnos, a partir de hoy, no sólo a la tarea de corregirlos y

eliminarlos para siempre, sino a la de echar los cimientos de la Argentina libre, grande,

próspera, fraterna y generosa que queremos. Y lo hacemos, desde luego, juntos y unidos

en esa decisión reparadora que todos compartimos.”

El gobierno democrático asume, entonces, en un ámbito de severa crisis económica

agravada por inflación, incertidumbre y especulación. A la deuda externa se sumaban un

importante déficit fiscal y una economía estancada, cerrada e ineficiente, muy vulnerable

a los ciclos externos.

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El gobierno militar sucedido por la presidencia de Alfonsín fue destruido gracias a un

triple fracaso:

Económico: debido a la deuda púbica (que a fines de 1983 alcanzaba USD 31.000

millones);

Político: tras la violación de derechos humanos;

Bélico: por la decisión de invadir las Islas Malvinas y librar una guerra.

Se acentuó la fuga de capitales a medida que los ahorros domésticos se quitaban del

alcance del gobierno, sobre los cuales éste pretendía resolver sus necesidades de

financiamiento. Como consecuencia de esta disminución del dinero real, el impuesto

inflacionario no tenía bases sobre las cuales aplicarse, aumentando así la alícuota y los

niveles de inflación.

Sin embargo, la inflación era principalmente ocasionada por la inelasticidad de la oferta

(lo cual podía resolverse con un crecimiento de la economía y de la demanda) y por la

presión de costos (que podía resolverse con aumentos graduales de precios salarios y

tarifas). Tras dicho aumento de salarios, se establecieron las pautas de incrementos

graduales, con lo que esperaban una disminución en el 343,8% de inflación que había en

1983.

Deuda pública externa:

En relación a la deuda externa contraída, Alfonsín debía negociar una refinanciación con

el Fondo Monetario Internacional. El flujo de capital continuaba cortado desde 1981 y el

importe adeudado aumentaba constantemente por la acumulación de intereses. Para fines

de 1984, se logró un acuerdo de 15 meses y por 1.419 millones de dólares, condicionado

a determinados compromisos que el gobierno debía respetar: limites trimestrales para las

reservas del BCRA, plazo máximo para concluir con la refinanciación de la deuda con la

banca privada, límites para la deuda externa total, entre otros.

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El FMI no autorizó el desembolso porque se incumplieron las metas fiscales y

monetarias que se habían acordado. Ante esta situación, poder enfrentar la deuda

requería un importante superávit fiscal (USD 7.039 millones).

La diferencia entre los intereses que pagaba el BCRA y los que percibía por redescuentos

al sistema financiero fue llamada déficit cuasi fiscal. A comienzos de 1985, Juan Vital

Sourrouille es nombrado como Ministro de Economía y se intentó mejorar la situación

fiscal con una suba de tarifas de servicios (precios públicos) y estimular las

exportaciones. Comenzaron a priorizarse dos cuestiones que no aparecían en el centro de

las preocupaciones de la gestión económica anterior: la inflación y el déficit fiscal.

Alfonsín se encargó de remarcar la relevancia que tendría desde ese momento y hasta el

fin de su gobierno la lucha anti-inflacionaria:

“El plan de reforma no es para salvar un gobierno; es para salvar un estilo de vida; y

también es para recuperar el orgullo y la ambición nacional… El objetivo prioritario de

esta etapa primera del plan de reforma es la lucha contra la inflación. No hay

producción posible, no hay inversión imaginable con este ritmo inflacionario. Pero hay

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algo aún más grave: la inflación se ha convertido en el origen de todas las

incertidumbres sociales”.

El Plan Austral.

Tras agotar una primera etapa más confrontativa respecto de la deuda externa, a

mediados de 1985 el gobierno de Alfonsín inauguró el denominado Plan Austral, que

traía aparejado la devaluación, control de precios y salarios, y el lanzamiento de una

nueva moneda, comprometiéndose a no recurrir al BCRA para financiar la emisión.

No se trataba de un plan de crecimiento sino de un ajuste antiinflacionario y, como tal,

no podía perpetuarse en el tiempo. Se pretendía actuar sobre los costos, congelando

precios, salarios y tipos de cambio, y se estableció el llamado desagio. El peso argentino

se depreciaba frente al austral con una conversión de varios decimales que hacía

imposible su utilización (₳ 0,80 equivalían a USD 1). Además, este plan estaba

destinado a modificar el pago de los intereses de los contratos contraídos antes de su

vigor quitándoles la inflación que llevaba implícitamente calculada. Por lo que cuanto

mayor era el pazo del contrato, menor era lo que el acreedor terminaba percibiendo.

La capitalización de la deuda externa privada se basaba en permitirles a las empresas

privadas cancelar con moneda local el equivalente al monto adeudado. Tras una previa

emisión de monedas, se proveían las divisas compradas al valor vigente en el mercado de

cambios, para luego venderlas a un precio menor al beneficiario. A su vez, el acreedor

debía capitalizar el crédito en la empresa. De este modo, no sólo no se comprometían

divisas en la cancelación de la deuda sino que la empresa que realizaba el pago recibía un

subsidio del Estado en moneda local por cada dólar adeudado.

El equilibrio llegó tras un aumento de los ingresos gracias a una previa mejora en los

impuestos a las exportaciones. Para reforzar la confianza en esta nueva etapa se llegó un

acuerdo con el FMI, en el que la deuda externa no podía superar los USD 39.000

millones, la tasa de cambios debía mantenerse en control y equilibro y se debía lograr

una reducción de derechos de importación y exportación, entre otros. Es decir que, si

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bien los pagos se refinanciaban, el FMI exigía la adopción de políticas destinadas al

aumento inmediato de la capacidad de pago.

Como resultado, en 1985 aumentaron las reservas del BCRA en un 69% y la inflación

disminuyo de un 28,4% a un 3,5%. Se logró evitar la hiperinflación. El Plan Austral

logró reducir rápidamente los niveles de inflación sin detener el crecimiento económico

y, además, obtener un aumento en la demanda de dinero y en los depósitos bancarios.

Durante los inicios de 1986, debido a que la aplicación prolongada del plan no era

conveniente, se pasa a una política de precios administrados.

Barranca abajo:

Un primer elemento a mencionar es que, durante el gobierno radical, se logró una

importante reducción del elevadísimo déficit fiscal heredado de la dictadura militar.

Resultó posible gracias a una reducción en la compra de bienes y servicios no personales

y a la implementación de incrementos en las tarifas de los servicios públicos y en ciertos

impuestos indirectos.

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Sin embargo, comienzan a retornar las presiones inflacionarias y a dolarizarse la

economía al punto de que la moneda extranjera se utilizaba en transacciones corrientes.

El déficit fiscal total ascendía a medida que se desaceleraba el crecimiento del PBI. A

mediados de 1987, se implementa el denominado “Australito”, programa tendiente a una

nueva congelación de precios y a la modificación de las leyes de impuesto a las

ganancias y patrimonio neto.

A comienzos de 1989, aumenta la compra de dólares gracias al correlativo aumento de

desconfianza a la conducción económica. La gente se refugiaba en activos como el dólar

en vez de ahorrar moneda nacional, encareciendo así el precio de la moneda extranjera y

profundizando el déficit fiscal. Para poder equilibrar la situación que generaba dicha

desconfianza, el BCRA aumentó los encajes, las tasas de interés y vendió dólares. La

recaudación obtenida tras los nuevos impuestos no logró contrarrestar la pérdida del

impuesto inflacionario. Estos procesos culminaron en la indeseada hiperinflación y en la

posterior renuncia del gobierno radical.

En caída libre. Febrero de 1989. El fracaso del Plan Primavera.

Con la perdida de las elecciones comenzó el deslizamiento final del gobierno radical. En

agosto de 1988 se ensayó un nuevo paquete económico, el Plan Primavera, basado en un

acuerdo de precios, salarios y un aumento de tarifas, que a la vez, buscaba ganar

confianza. Se intentaron algunas reformas estructurales que el gobierno venia

prometiendo y que nunca llevaba a la práctica.

Las medidas cambiarias conformaban uno de los principales aspectos del programa en

cuestión. Consistían en el establecimiento de un régimen de paridades, según el cual las

exportaciones agrícolas se liquidaran al tipo de cambio comercial (El que venden los

Exportadores al BCRA y al que compran los Importadores, normalmente suele ser el más

barato de todos) y las exportaciones industriales a un dólar intermedio entre el comercial,

y el libre (como su nombre lo indica, este no es regulado por el Banco Central, sino que

se determina en los mercados cambiarios de acuerdo a la oferta y la demanda). Esto hizo

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que el tipo de cambio comercial fuera corregido y las tarifas públicas fueran

incrementadas.

Como ya dijimos, entonces, el Plan Primavera se basó en un acuerdo de precio. Se

estableció un tipo de cambio comercial administrado por el Banco Central a 12 Australes

por dólar en el que se liquidaban las exportaciones y un tipo financiero a 14,40 Australes

por dólar en el que se liquidaban todas las otras operaciones, incluidas las importaciones,

con la intervención del Banco Central.

Pero esa diferencia que existía entre ambos tipos de cambio, importaba una especie de

“impuesto implícito” a las exportaciones, que despertó el descontento y el rechazo del

sector agropecuario, cuyo malhumor se vio manifestado en la inauguración de la

exposición anual de la Sociedad Rural. Debido a que a fines de 1987 el Congreso había

votado una ley que estableció las negociaciones libres de salarios, dando por finalizado

parte del trato que se había conseguido en cuanto a los acuerdos en los salarios. Tampoco

hubo un congelamiento de precios, como también se había convenido. Y en su lugar, el

gobierno negoció y acordó con las entidades más representativas del empresariado pautas

para sus correcciones.

Se pensó también obtener recursos de las diferencias de cambio, del aumento real de la

recaudación debido a la disminución de la inflación, pero esto no sucedió, ya que se

suscitó lo que se conoce como el efecto Olivera-Tanzi, lo que en economía se conoce

como una baja recaudación impositiva producto de un periodo en el cual existe una

elevada inflación, en donde los gastos corrientes del Estado aumentan a la par con dicha

inflación. Entonces si bien la recaudación fiscal existe y aumenta, en relación a la alta

inflación no puede llegar a apreciarse significativamente. A esto se le suma también el

déficit de las empresas públicas.

De todas formas, y aunque la inflación bajo, no lo hizo al ritmo de las pautas establecidas

para el tipo de cambio y las tarifas.

El déficit del sector público no financiero ascendió, en 1988, a más del 8% del PBI

(cuando era del 5,1%). Volvió un proceso de desmonetización (poder de pago de una

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moneda determinada, o calidad real del dinero), lo que recayó en una pérdida de

confianza y acentuó la sustitución de Australes por dólares (huida del dinero domestico).

El déficit continuó. Las tarifas públicas comenzaron a deteriorarse en términos reales

cuando el nivel general de precios subió más que las pautas de aumento, de las pautas en

las que se basaba dicho aumento.

Entre enero y febrero de 1989 se generalizo la desconfianza sobre la capacidad el

Gobierno para sostener los cambios y se produjo un ataque especulativo contra el Austral

y un movimiento de compra de dólares. Para frenar ese movimiento, el Banco Central

aumento los encajes (que son los porcentajes de dinero en resguardo que los Bancos

Privados no pueden prestar), las tasas de interés y vendió dólares. Pero a finales del mes

de enero, temiendo no disponer de suficientes reservas, abandono la intervención en el

segmento libre del mercado de cambios. A su vez, para evitar su impacto sobre los

precios, se creó un tercer mercado de cotización regulada (mercado de cambio),

directamente para las importaciones.

Todos estos intentos, fueron desacertados y en solo un mes el Austral se deprecio un

49%, en marzo un 140% respecto de enero, y en abril un 282% también respecto de

enero. Golpeando a quienes habían confiado en la palabra del Presidente del Banco

Central. Tras esto las entidades que habían convenido el acuerdo de precios, se

desvincularon del Gobierno.

Los precios aumentaron un 33.4% en abril con lo que se inició la fase ya definitivamente

hiperinflacionaria.

Los últimos meses de la administración radical se vivieron al borde del colapso fiscal y

en la cada vez más dramática huida del dinero doméstico, es decir, la gente empezaba a

volcarse a la divisa extranjera. Con la hiperinflación de julio los precios subieron, en el

mes, casi un 200%.

Durante el mismo mes de julio el Presidente Raúl Alfonsín renunció, anticipando su

salida prevista para las elecciones de diciembre.

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Políticas monetarias y fiscales de la presidencia de Alfonsín.

La política monetaria estuvo condicionada por la necesidad de financiar al gobierno

incluyendo la de dar redescuentos (prestamos que el Banco Central brinda a los bancos a

cambio e intereses para el Estado) a la banca oficial de la Nación y las provincias y la de

brindar créditos al sector financiero. Ello produjo una enorme expansión monetaria y una

altísima inflación que cuando fue acompañada por la caída de la demanda de dinero,

concluyo en hiperinflación.

La política fiscal estuvo, a su vez, condicionada por la necesidad de pagar intereses de la

deuda externa.

En esta tortuosa y casi imposible misión del Banco Central se encontró con objetivos

consistentes. Por un lado, como ya dijimos, generar financiamiento para el gobierno. Por

otro, contrarrestar el efecto que esos créditos y redescuentos tenían sobre la creación de

dinero. Para lo cual aumento los encajes remunerándolos, emitiendo obligaciones (entre

ellas los Bonin, Bonor, Denor, etc.). Cuando los intereses que se debía pagar eran

mayores que los percibidos por los redescuentos, se producía una expansión en la Cuenta

Regulación Monetaria (En la que se permitía que los encajes fueran mínimos) creándose

dinero. Todo esto, genero lo que se denominó un déficit cuasi fiscal que alcanzo

proporciones muy elevadas.

El Gobierno debió implementar políticas en un marco de severas restricciones creadas

por una preexistente deuda (en gran medida resultado de la estatización de la deuda

privada) y en moneda extranjera, que aumentó durante su gestión debido a que los

intereses se refinanciaron parcialmente a una tasa de intereses internacionales, altísimas

en comparación a las tasas nacionales.

La deuda externa estaba en una unidad de cuenta que no podía controlar y que se

encarecía como resultado de la devaluación. Ya la devaluación no bastaba – como en el

pasado - para licuar deudas.

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Para pagar debía contar con divisas para pagar aquellas deudas. Las devaluaciones

habían sido un mecanismo utilizado para variados propósitos, entre otros dejar saldos en

divisas.

Mientras que las políticas cambiarias lograron obtener excedentes en divisas, el desafió

del gobierno era resolver como las adquirirían fuera de estas medidas cambiarias. En este

contexto, el gobierno no creyó que podría obtener financiamiento colocando títulos en el

mercado, y lo hizo colocándolos en el Banco Central. Pero como por estos fondos, se

pagaron intereses de la deuda en el exterior, finalmente el sector externo tuvo un efecto

contractivo, en donde se achico el gasto público y se aumentaron los impuestos.

La reiterada experiencia inflacionaria había disminuido los activos monetarios que no

pagaban interés, billetes y cuentas corrientes, por lo que solo se podían lograr muy

escasos recursos mediante el señoraje (Que es la producción y emisión de dinero que

realiza el Estado, para luego ser colocados en circulación o encajes y así obtener ingresos

como contrapartida de ello). Para captar ahorro se lo debía remunerar con tasas de interés

nominales mayores que la inflación, lo que produjo un efecto bola de nieve que resulto

explosivo. Como los intereses se devengaban pero no se pagaba la deuda con los bancos

por intereses acumulados, resulto siendo mucho mayor que la original.

Después de 1985 al disminuir los excedentes comerciales y debido a la fuerte presión

inflacionaria que ejercía la cuenta de regulación, se buscó de los bancos acreedores

refinanciamiento para el pago de las deudas.

Los redescuentos, que son los préstamos que realiza el Banco Central a la Banca Privada,

fueron un factor de importante expansión, más notable en el año 1987, en donde se

hicieron grandes operaciones para apoyar a la banca oficial en las provincias y

especialmente al Banco Hipotecario Nacional.

La caída del impuesto inflacionario fue el resultado de la situación señalada, la cual no

logró ser compensada con la creación de nuevos impuestos.

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En cierta medida el déficit entre 1985 y 1989 esta subestimado especialmente por la alta

deuda provisional y de empresas públicas con proveedores, que se reconocerán a partir

de 1991-92 mediante los títulos públicos BOCON Provisional y BOCON proveedores.

De la inflación a la hiperinflación.

Mientras la inflación resultó de las necesidades de financiar al gobierno, la hiperinflación

tuvo que ver con la caída de la demanda de dinero.

Se produjo una fuerte desmonetización, es decir una caída en el poder de pago real de la

moneda nacional y disminuyó la posibilidad de recaudar impuesto inflacionario.

La acumulación de intereses devengados por los redescuentos y no pagados en el activo

del Banco Central y los intereses devengados sobre los encajes y depósitos indisponibles

no pagados , que debía a su vez el Banco Central en su pasivo, llevaron a la convicción

de que los depósitos y el dinero sufrirían alguna suerte de confiscación.

Se había llegado indudablemente a la hiperinflación. En 1985 había alcanzado un 672%

anual, bajo luego a 90,1% en 1986 tras el Plan Austral, en 1988 subió 343% y en 1989 a

3.080%.

Con ella se cerraba un ciclo de quince años de declinación del crecimiento, de múltiples

conflictos y desequilibrios. El presidente Raúl Alfonsín dejaría el gobierno, pero el

problema no terminaría entonces, la hiperinflación volvió en febrero del año siguiente y

recién entonces con la conversión de los depósitos en una deuda en dólares a largo plazo,

se recuperó la estabilidad. Este sería el comienzo de lo que fue después el esquema de

convertibilidad que rigió durante años y de nuevos y complejos escenarios, cuya

descripción sin embargo ya no es parte de esta historia.

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CONCLUSIONES

Para el año 1978, se termina con el proceso de nacionalización de los depósitos. Vuelve a

funcionar el Banco Central como prestamista de última instancia quedando limitado a

operaciones de asistencia temporal. Se fueron liberando las tasas de interés, quienes

fueron beneficiados los deudores del sistema financiero entre ellos el Gobierno. La

nación sirvió como garantía a los depósitos en entidades financieras. Se creó la Cuenta

de Regulación Monetaria, que se convirtió en una fuente de déficit cuasi fiscal y de

creación de dinero por parte del Banco Central. La industria en este periodo cayó junto

con el producto sumado a una gran inflación. A fines de año de 1978 se utilizó un

programa queriendo lograr la convergencia de los precios domésticos con los

internacionales. Se pauto previamente la tasa de devaluación anunciándolo para que el

público pudiera adaptar sus expectativas y así permitir un ajuste rápido que hiciera

innecesario un excedente de oferta y la recesión para logar la convergencia de los

precios. En un principio la inflación empezó a bajar, pero con retraso respecto a las

pautas de devaluación, dando a pensar una sobrevaluación de la moneda local. Esto

fracaso por el modo en el que el gobierno financio el déficit. Los factores negativos para

llegar a la convergencia se dieron por una política fiscal inconsistente y una emisión que

se basó en el ingreso de divisas endeudándose en el exterior, generaron muy poca

credibilidad.

Poco antes de terminar la presidencia de Videla, su ministro Martínez de Hoz, quien

abandona el programa devaluando 10%, tratando de solucionar el atraso cambiario.

Cuando llega el General Viola y su ministro de Economía Lorenzo Sigaut, esa

devaluación no fue suficiente y se inicia una nueva corrida al dólar, iniciándose un

aumento de los precios, donde se pudo observar una gran inflación.

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La estrategia económica radical reconoció dos etapas: la inicial, a cargo de la gestión de

Bernardo Grinspun (hasta enero de 1985) y la que se desarrolló desde entonces hasta el

estallido hiperinflacionario de 1989, que derivó en la asunción anticipada de Carlos

Menem.

Durante los inicios de gobierno radical, se apuntó a resolver algunas de las consecuencias

sufridas en la estructura económico-social argentina, ocasionadas por el gobierno militar

desde marzo de 1976. Para ello, se buscó la recuperación de la producción y los salarios

reales, inducir un proceso de desinflación gradual y aumentar los ingresos tributarios

(aumentando impuestos y el control de evasión), así como reorientar el gasto público,

disminuyendo los rubros militares y de seguridad a favor de proyectos sociales.

En diciembre de 1983 se otorgó un aumento salarial (por monto fijo, igual para todos los

trabajadores) y se dispusieron incrementos en las tarifas de los servicios públicos para

mantener los ingresos fiscales, mientras se aplicaban controles sobre los precios

industriales.

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Podríamos decir que, entonces, los siguientes son los puntos problemáticos que el

gobierno radical tuvo que enfrentar en su primer año de gestión:

a) Recuperar el nivel de los salarios a fin de que no siguieran retrasándose respecto

de la inflación y de avanzar hacia un reparto más equitativo del ingreso nacional;

b) Como consecuencia del punto a), lograr la expansión del PBI y de los niveles de

producción industrial perdidos en los años previos;

c) Encarar la negociación con los acreedores externos para poder reestructurar los

pagos de la deuda externa de modo compatible con el modelo económico que se

procuraba establecer;

d) Como resultado de la ejecución de los puntos anteriores, mantener en niveles

manejables el déficit fiscal;

e) Controlar el nivel de inflación acordando con los formadores de precios

(empresarios y sindicatos) la evolución mensual de los mismos.

En 1985 la inflación alcanzó un 672% anual, bajo luego a 90,1% en 1986 tras el Plan

Austral, en 1988 subió 343% y en 1989 a 3.080%.

Con ella se cerraba un ciclo de quince años de declinación del crecimiento, de múltiples

conflictos y desequilibrios. El presidente Raúl Alfonsín dejaría el gobierno pero el

problema no terminaría entonces, la hiperinflación volvió en febrero del año siguiente y

recién entonces con la conversión de los depósitos en una deuda en dólares a largo plazo,

se recuperó la estabilidad. Este sería el comienzo de lo que fue después el esquema de

convertibilidad que rigió durante años y de nuevos y complejos escenarios, cuya

descripción sin embargo ya no es parte de esta historia.

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BIBLIOGRAFIA

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Página web Expansión - Diario Económico e información de mercados.

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transformación de la economía en Argentina.