Poemas de La Guerra Civil

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POEMAS DE LA GUERRA CIVIL ANTONIO MACHADO Sonetos escritos una noche de bombardeo, en Rocafort. I La primavera Mas fuerte que la guerra -espanto y grima- Cuando con torpe vuelo de avutarda El ominoso trimotor se encima, Hoy tu alegre zalema el campo anima, En claro verde el chopo en yemas guarda. Fundida irá la nieve de la cima El hielo rojo de la tierra parda Mientras retumba el monte, el mar humea, Da la sirena el lúgubre alarido, Y en el azul el avión platea ¡Cuan agudo se filtra hasta mi oído Niña inmortal, infatigable dea, El agrio son de tu rabel florido! II El poeta recuerda las tierras de Soria Y a su perfil zancudo en el regato, en el azul el vuelo de ballesta, sobre el aneho nido de ginesta, En torre, torre y torre, el garabato de la cigüeña... En la memoria mia, Tu recuerdo a traición ha florecido; y hoy comienza tu campo empedernido El sueño verde de la tierra fría, Soria pura, entre montes de violeta. Di tu, avión marcial, si el alto Duero

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Poemas de la Guerra Civil española

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POEMAS DE LA GUERRA CIVIL

ANTONIO MACHADO

Sonetos escritos una noche de bombardeo, en Rocafort.

ILa primavera

Mas fuerte que la guerra -espanto y grima-Cuando con torpe vuelo de avutardaEl ominoso trimotor se encima,Hoy tu alegre zalema el campo anima,En claro verde el chopo en yemas guarda.Fundida irá la nieve de la cimaEl hielo rojo de la tierra pardaMientras retumba el monte, el mar humea,Da la sirena el lúgubre alarido,Y en el azul el avión platea¡Cuan agudo se filtra hasta mi oídoNiña inmortal, infatigable dea,El agrio son de tu rabel florido!

IIEl poeta recuerda las tierras de Soria

Y a su perfil zancudo en el regato,en el azul el vuelo de ballesta,sobre el aneho nido de ginesta,En torre, torre y torre, el garabatode la cigüeña... En la memoria mia,Tu recuerdo a traición ha florecido;y hoy comienza tu campo empedernidoEl sueño verde de la tierra fría,Soria pura, entre montes de violeta.Di tu, avión marcial, si el alto DueroA donde vas recuerda a su poeta,al revivir su rojo Romancer;¿es, otra vez, Caín, sobre el planeta,bajo tus alas, moscardón guerrero?

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III

(Desde una torre) Amanecer en Valencia

Estas rachas de marzo, en los desvanes,_Hacia la mar del tiempo; la palomaDe pluma tornasol, los tulipanesGigantes del jardín, y el sol que asoma,Bola de fuego entre morada bruma,A iluminar la tierra valentina...¡Hervor de leche y plata, añil y espuma,y velas blancas en el mar latina!Valencia de fecundas primaveras,De floridas almunias y arrozales,Feliz quiero cantarte, como eras,Domando a un ancho río en tus canales,al dios marino con tus albuferas,al centauro de amor con tus rosales.

IV

La muerte del niño herido

Otra vez en la noche... es el martilloDe la fiebre en las sienes bien vendadasDel niño. _ Madre, ¡el pájaro amarillo!¡Las mariposas negras y moradas!_ Duerme, hijo mío. Y la manita oprimeLa madre, junto al Pecho. _ ¡Oh, flor de fuego!¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?Hay en la pobre alcoba olor a espliego;Fuera, la oronda luna que blanqueaCúpula y torre a la ciudad sombríaInvisible avión moscardonea._ ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mia?El cristal del balcón repiquetea_ ¡Oh, fría , fría, fría , fría, fría!

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Serie: La guerra.

De mar a mar entre los dos la guerra,más honda que la mar. En mi parterre,miro a la mar que el horizonte cierra.Tú asomada, Guiomar, a un finisterre,

miras hacia otra mar, la mar de Españaque Camoens cantara, tenebrosa.Acaso a ti mi ausencia te acompaña.A mí me duele tu recuerdo, diosa.

La guerra dio al amor el tajo fuerte.Y es la total angustia de la muerte,con la sombra infecunda de la llama

y la soñada miel de amor tardío,y la flor imposible de la ramaque ha sentido del hacha el corte frío.

Otra vez el ayer. Tras la persiana,música y sol; en el jardín cercano,la fruta de oro, al levantar la mano,el puro azul dormido en la fontana.

Mi Sevilla infantil, ¡tan sevillana!¡Cuál muerde el tiempo tu memoria en vano!¡Tan nuestra!  Avisa tu recuerdo, hermano.No sabemos de quién va a ser mañana.

Alguien vendió la piedra de los laresal pesado teutón, al hambre mora,y al ítalo las puertas de los mares.

¡Odio y miedo a la estirpe redentoraque muele el fruto de los olivares,y ayuna y labra, y siembra y canta y llora!

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Trazó una odiosa mano, España mía,—ancha lira, hacia el mar, entre dos mares—zonas de guerra, crestas militares,en llano, loma, alcor y serranía.

Manes del odio y de la cobardíacortan la leña de tus encinares,pisan la baya de oro en tus lagares,muelen el grano que tu suelo cría.

—Otra vez —¡otra vez!— ¡oh triste España!,cuanto se anega en viento y mar se bañajuguete de traición, cuanto se encierra

en los templos de Dios mancha el olvido,cuanto acrisola el seno de la tierrase ofrece a la ambición, ¡todo vendido!

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MIGUEL HERNÁNDEZ

Vientos del pueblo me llevan

Vientos del pueblo me llevan,vientos del pueblo me arrastran,me esparcen el corazóny me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,impotentemente mansa,delante de los castigos:los leones la levantany al mismo tiempo castigancon su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,que soy de un pueblo que embarganyacimientos de leones,desfiladeros de águilasy cordilleras de toroscon el orgullo en el asta.Nunca medraron los bueyesen los páramos de España.¿Quién habló de echar un yugosobre el cuello de esta raza?¿Quién ha puesto al huracánjamás ni yugos ni trabas,ni quién al rayo detuvoprisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,vascos de piedra blindada,valencianos de alegríay castellanos de alma,labrados como la tierray airosos como las alas;andaluces de relámpagos,nacidos entre guitarrasy forjados en los yunquestorrenciales de las lágrimas;extremeños de centeno,gallegos de lluvia y calma,catalanes de firmeza,aragoneses de casta,murcianos de dinamitafrutalmente propagada,leoneses, navarros, dueñosdel hambre, el sudor y el hacha,

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reyes de la minería,señores de la labranza,hombres que entre las raíces,como raíces gallardas,vais de la vida a la muerte,vais de la nada a la nada:yugos os quieren ponergentes de la hierba mala,yugos que habéis de dejarrotos sobre sus espaldas.Crepúsculo de los bueyesestá despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidosde humildad y olor de cuadra:las águilas, los leonesy los toros de arrogancia,y detrás de ellos, el cieloni se enturbia ni se acaba.La agonía de los bueyestiene pequeña la cara,la del animal varóntoda la creación agranda.

Si me muero, que me mueracon la cabeza muy alta.Muerto y veinte veces muerto,la boca contra la grama,tendré apretados los dientesy decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,que hay ruiseñores que cantanencima de los fusilesy en medio de las batallas.

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Sentado sobre los muertos

Sentado sobre los muertosque se han callado en dos meses,beso zapatos vacíosy empuño rabiosamentela mano del corazóny el alma que lo mantiene.

Que mi voz suba a los montesy baje a la tierra y truene,eso pide mi gargantadesde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,pueblo de mi misma leche,árbol que con tus raícesencarcelado me tienes,que aquí estoy yo para amartey estoy para defendertecon la sangre y con la bocacomo dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,si yo he nacido de un vientredesdichado y con pobreza,no fue sino para hacermeruiseñor de las desdichas,eco de la mala suerte,y cantar y repetira quien escucharme debecuanto a penas, cuanto a pobres,cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblodesnudo y sin qué ponerse,hambriento y sin qué comer,el día de hoy amanecejustamente aborrascadoy sangriento justamente.En su mano los fusilesleones quieren volversepara acabar con las fierasque lo han sido tantas veces.

Aunque le falten las armas,pueblo de cien mil poderes,no desfallezcan tus huesos,castiga a quien te malhiere

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mientras que te queden puños,uñas, saliva, y te quedencorazón, entrañas, tripas,cosas de varón y dientes.Bravo como el viento bravo,leve como el aire leve,asesina al que asesina,aborrece al que aborrecela paz de tu corazóny el vientre de tus mujeres.No te hieran por la espalda,vive cara a cara y muerecon el pecho ante las balas,ancho como las paredes.

Canto con la voz de luto,pueblo de mí, por tus héroes:tus ansias como las mías,tus desventuras que tienendel mismo metal el llanto,las penas del mismo temple,y de la misma maderatu pensamiento y mi frente,tu corazón y mi sangre,tu dolor y mis laureles.Antemuro de la nadaesta vida me parece.

Aquí estoy para vivirmientras el alma me suene,y aquí estoy para morir,cuando la hora me llegue,en los veneros del pueblodesde ahora y desde siempre.Varios tragos es la viday un solo trago es la muerte.

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Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,he prolongado el eco de sangre a que respondoy espero sobre el surco como el arado espera:he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,esposa de mi piel, gran trago de mi vida,tus pechos locos crecen hacia mí dando saltosde cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,temo que te me rompas al más leve tropiezo,y a reforzar tus venas con mi piel de soldadofuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosate quiero, y te quisiera besar con todo el pechohasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensami frente que no enfría ni aplaca tu figura,te acercas hacia mí como una boca inmensade hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,y defiendo tu vientre de pobre que me espera,y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerradoenvuelto en un clamor de victoria y guitarras,y dejaré a tu puerta mi vida de soldadosin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,y dormiré en la sábana de almidón y de estruendocosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,y tu implacable boca de labios indomables,

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y ante mi soledad de explosiones y brechasrecorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.Y al fin en un océano de irremediables huesostu corazón y el mío naufragarán, quedandouna mujer y un hombre gastados por los besos. 

Tristes guerras

Tristes guerrassi no es amor la empresa.Tristes, tristes.Tristes armassi no son las palabras.Tristes, tristes.Tristes hombressi no mueren de amores.Tristes, tristes.

Las manos

Dos especies de manos se enfrentan en la vida,brotan del corazón, irrumpen por los brazos,saltan, y desembocan sobre la luz heridaa golpes, a zarpazos.

La mano es la herramienta del alma, su mensaje,y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.Alzad, moved las manos en un gran oleaje,hombres de mi simiente.

Ante la aurora veo surgir las manos purasde los trabajadores terrestres y marinos,como una primavera de alegres dentaduras,de dedos matutinos.

Endurecidamente pobladas de sudores,retumbantes las venas desde las uñas rotas,constelan los espacios de andamios y clamores,relámpagos y gotas.

Conducen herrerías, azadas y telares,muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,y construyen, si quieren, hasta en los mismos maresfábricas, pueblos, minas.

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Estas sonoras manos oscuras y lucienteslas reviste una piel de invencible corteza,y son inagotables y generosas fuentesde vida y de riqueza.

Como si con los astros el polvo peleara,como si los planetas lucharan con gusanos,la especie de las manos trabajadora y claralucha con otras manos.

Feroces y reunidas en un bando sangrientoavanzan al hundirse los cielos vespertinosunas manos de hueso lívido y avariento,paisaje de asesinos.

No han sonado: no cantan. Sus dedos vagan roncos,mudamente aletean, se ciernen, se propagan.Ni tejieron la pana, ni mecieron los troncos,y blandas de ocio vagan.

Empuñan crucifijos y acaparan tesorosque a nadie corresponden sino a quien los labora,y sus mudos crepúsculos absorben los sonoroscaudales de la aurora.

Orgullo de puñales, arma de bombardeoscon un cáliz, un crimen y un muerto en cada uña:ejecutoras pálidas de los negros deseosque la avaricia empuña.

¿Quién lavará estas manos fangosas que se extiendenal agua y la deshonran, enrojecen y estragan?Nadie lavará manos que en el puñal se enciendeny en el amor se apagan.

Las laboriosas manos de los trabajadorescaerán sobre vosotras con dientes y cuchillas.Y las verán cortadas tantos explotadoresen sus mismas rodillas.

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Juramento de la alegría

Sobre la roja España blanca y roja, blanca y fosforescente, una historia de polvo se deshoja, irrumpe un sol unánime, batiente.

Es un pleno de abriles, una primaveral caballería, que inunda de galopes los perfiles de España: es el ejército del sol, de la alegría.

Desaparece la tristeza, el día devorador, el marchitado tallo, cuando, avasalladora llamarada, galopa la alegría en un caballo igual que una bandera desbocada.

A su paso se paran los relojes, las abejas, los niños se alborotan, los vientres son más fértiles, más profusas las trojes, saltan las piedras, los lagartos trotan.

Se hacen las carreteras de diamantes, el horizonte lo perturban mieses y otras visiones relampagueantes, y se sienten felices los cipreses.

Avanza la alegría derrumbando montañas y las bocas avanzan como escudos. Se levanta la risa, se caen las telarañas ante el chorro potente de los dientes desnudos.

La alegría es un huerto del corazón con mares que a los hombres invaden de rugidos, que a las mujeres muerden de collares y a la piel de relámpagos transidos.

Alegráos por fin los carcomidos, los desplomados bajo la tristeza: salid de los vivientes ataúdes, sacad de entre las piernas la cabeza, caed en la alegría como grandes taludes.

Alegres animales, la cabra, el gamo, el potro, las yeguadas, se desposan delante de los hombres contentos. Y paren las mujeres lanzando carcajadas, desplegando en su carne firmamentos.

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Todo son jubilosos juramentos. Cigarras, viñas, gallos incendiados, los árboles del Sur. naranjos y nopales, higueras y palmeras y granados, y encima el mediodía curtiendo cereales.

Se despedaza el agua en los zarzales: las lágrimas no arrasan, no duelen las espinas ni las flechas, y se grita ¡Salud! a todos los que pasan con la boca anegada de cosechas.

Tiene el mundo otra cara. Se acerca lo remoto en una muchedumbre de bocas y de brazos. Se ve la muerte como un mueble roto, como una blanca silla hecha pedazos.

Salí del llanto, me encontré en España, en una plaza de hombres de fuego imperativo. Supe que la tristeza corrompe, enturbia, daña... Me alegré seriamente lo mismo que el olivo.

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VICENTE ALEIXANDRE

Oda a los niños de Madrid muertos por la metrallaSe ven pobres mujeres que corren en las callescomo bultos o espanto entre la niebla.Las casas contraídas,las casas rotas, salpicadas de sangre:las habitaciones donde un grito quedó temblando,donde la nada estalló de repente,polvo lívido de paredes flotantes,asoman su fantasma pasado por la muerte.Son las oscuras casas donde murieron niños.Miradlas. Como gajosse abrieron en la noche bajo la luz terrible.Niños dormían, blancos en su oscuro.Niños nacidos con rumor a vida.Niños o blandos cuerpos ofrecidosque, callados los vientos, descansaban.Las mujeres corrieron.Por las ventanas salpicó la sangre.¿Quién vio, quién vio un bracitosalir roto en la nochecon la luz de sangre o estrella apuñalada?¿Quién vio la sangre niñaen mil gotas gritando:¡crimen, crimen!,alzada hasta los cieloscomo un puñito inmenso, clamoroso?Rostros pequeños, las mejillas, los pechos,El inocente vientre que respira:La metralla los busca,la metralla, la súbita serpiente,muerte estrellada para su martirio.Ríos de niños muertos van buscandoun destino final, un mundo alto.Bajo la luz de la luna se vieronlas hediondas aves de la muerte:aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierrala destrucción de la carne que late,la horrible muerte a pedazos que palpitany esta voz de las víctimas,rota por las gargantas, que irrumpe en la ciudad como un gemido.Todos la oímos.Los niños han gritado.Su voz está sonando.¿No oís? Suena en lo oscuro.Suena en la luz. Suena en las calles.Todas las casas gritan.Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte.

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Seguís. De ese hueco sin puertasale una sangre y grita.Las ventanas, las puertas, las torres, los tejadosgritan, gritan. Son niños que murieron.Por la ciudad gritando,un río pasa: un río clamoroso de dolor que no acaba.No lo miréis: sentidlo.Pequeños corazones, pechos difuntos, caritas destrozadas.No los miréis: oídlos.Por la ciudad un río de dolor grita y convoca.Sube y sube y nos llama.La ciudad anegada se alza por los tejados y alza un brazo terrible.Un solo brazo. Mutilación heroica de la ciudad o su pecho.Un puño clamoroso, rojo de sangre libre,que la ciudad esgrime, iracunda y dispara.

CESAR VALLEJO

Masa                        Al fin de la batalla,            y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre                 y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»                 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.                  Se le acercaron dos y repitiéronle:               «No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»                 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.             Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,        clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»                 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.                 Le rodearon millones de individuos,              con un ruego común: «¡Quédate hermano!»                 Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.                Entonces, todos los hombres de la tierra            le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;                      incorporóse lentamente,               abrazó al primer hombre; echóse a andar

España, aparta de mi este cáliz                        Niños del mundo,                  si cae España -digo, es un decir-                             si cae                del cielo abajo su antebrazo que asen,                 en cabestro, dos láminas terrestres;               niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!                ¡qué temprano en el sol lo que os decía!             ¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!                 ¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

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                     ¡Niños del mundo, está               la madre España con su vientre a cuestas;                 está nuestra maestra con sus férulas,                      está madre y maestra,                cruz y madera, porque os dio la altura,                   vértigo y división y suma, niños;                  está con ella, padres procesales!                   Si cae -digo, es un decir- si cae                   España, de la tierra para abajo,                 niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!                  ¡cómo va a castigar el año al mes!               ¡cómo van a quedarse en diez los dientes,               en palote el diptóngo, la medalla en llanto!                  ¡Cómo va el corderillo a continuar                   atado por la pata al gran tintero!               ¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto                  hasta la letra en que nació la pena!                            Niños,                  hijos de los guerreros, entretanto,          bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo                   la energía entre el reino animal,               las florecillas, los cometas y los hombres.                      ¡Bajad la voz, que está                 con su rigor, que es grande, sin saber                    qué hacer, y está en su mano                 la calavera hablando y habla y habla,                   la calavera, aquella de la trenza,                   la calavera, aquella de la vida!                      ¡Bajad la voz, os digo;              bajad la voz, el canto de las sílabas, el llando          de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aun              el de las sienes que andan con dos piedras!                       ¡Bajad el aliento, y si                        el antebrazo baja,                  si las férulas suenan, si es la noche,                si el cielo cabe en dos limbos terrestres,                si hay ruido en el sonido de las puertas,                            si tardo,                   si no veis a nadie, si os asustan                   los lápices sin punta; si la madre                   España cae -digo, es un decir-                 salid, niños del mundo; id a buscarla!

   ¡Cuídate, España, de tu propia España!                ¡Cuídate, España, de tu propia España!                  ¡Cuídate de la hoz sin el martillo,                    cuídate del martillo sin la hoz!                 ¡Cuídate de la víctima apesar suyo,                     del verdugo apesar suyo

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                   y del indiferente apesar suyo!              ¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,                       negárate tres veces,                y del que te negó, después, tres veces!                ¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,                   y de las tibias sin las calaberas!                 ¡Cuídate de los nuevos poderosos!                ¡Cuídate del que come tus cadáveres,                 del que devora muertos a tus vivos!                  ¡Cuídate del leal ciento por ciento!                  ¡Cuídate del cielo más acá del aire                 y cuídate del aire más allá del cielo!                    ¡Cuídate de los que te aman!                      ¡Cuídate de tus héroes!                     ¡Cuídate de tus muertos!                     ¡Cuídate de la República!                       ¡Cuídate del futuro!

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LEON FELIPE

II

¿Por qué habéis dicho todosque en España hay dos bandos,si aquí no hay más que polvo?En España no hay bandos,en esta tierra no hay bandos,en esta tierra maldita no hay bandos.No hay más que un hacha amarillaque ha afilado el rencor.Un hacha que cae siempre,siempre,siempre,implacable y sin descansosobre cualquier humilde ligazón:sobre dos plegarias que se funden,sobre dos herramientas que se enlazan,sobre dos manos que se estrechan.La consigna es el corte,el corte.el corte,el corte hasta llegar al polvo,hasta llegar al átomo.Aquí no hay bandos,aquí no hay bandos,ni rojosni blancosni egregiosni plebeyos...Aquí no hay más que átomos,átomos que se muerden.

España,en esta casa tuya no hay bandos.Aquí no hay más que polvo,polvo y un hacha antigua,indestructible y destructoraque se volvió y se vuelvecontra tu misma carnecuando te cercan los raposos.Vuelan sobre tus torres y tus campostodos los gavilanes enemigosy tu hijo blande el hachasobre su propio hermano.Tu enemigo es tu sangrey el barro de tu choza.¡Qué viejo veneno lleva el río

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y el viento,y el pan de tu meseta,que empozoña la sangre,alimenta la envidia,da ley al fratricidioy asesina el honor y la esperanza!La voz de tus entrañasy el grito de tus monteses lo que dice el hacha:"Este es el mundo del desgaje,de la desmembración y la discordia,de las separaciones enemigas,de las dicotomías incesables,el mundo del hachazo... ¡mi mundo!dejadme trabajar".Y el hacha cae ciega,incansable y vengativasobre todo lo que se congregay se prolonga:sobre la gavillay el manojo,sobre la espigay el racimo,sobre la flory la raíz,sobre el granoy la simiente,y sobre el polvo mismodel grano y la simiente.Aquí el hacha es la leyy la unidad el átomo,el átomo amarillo y rencoroso.Y el hacha es la que triunfa.