Pitkin, H. El concepto de representación.
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Representación política
Primera publicación lunes 2 enero 2006; revisión de contenidos lunes 17 octubre, 2011.
El concepto de representación política es engañosamente simple: todos parecen
saber qué es lo que es, aun así pocos pueden coincidir en una definición
particular. De hecho, existe una extensa literatura que ofrece muchas definiciones
diferentes de este elusivo concepto. (Conceptos clásicos de representación
política dentro de esta lectura incluyen Pennock y Chapman, 1968; Pitkin, 1967 y
Schwartz, 1988.) Hanna Pitkin (1967) provee, quizá, una de las definiciones más
sencillas: representar es simplemente “volver a hacer presente.” En esta
definición, representación política es la actividad de hacer “presente” las voces,
opiniones y perceptivas de los ciudadanos en el proceso de hacer políticas
públicas. Representación política ocurre cuando los actores políticos hablan,
abogan, simbolizan, y actúan a favor de otros en la arena política. En breve,
representación política es un tipo de asistencia política. Sin embargo, este
aparente simple concepto, no es adecuado tal cual como aparece. Pues deja
indefinido el concepto de representación política. De hecho, como veremos, el
concepto de representación política tiene dimensiones múltiples y competitivas:
nuestro entender común de representación política es uno de los que contiene
concepciones diferentes y conflictivas de cómo los representantes políticos deben
representar por lo que mantiene a los representantes a estándares mutuamente
incompatibles. Dejando estas dimensiones sin especificar, esta definición falla al
capturar el carácter paradoxal del concepto.
Este artículo de enciclopedia tiene tres metas. La primera es proveer un panorama
general del significado de representación política, identificando componentes
claves de este concepto. La secunda es subrayar los varios avances importantes
que ha hecho la literatura contemporánea en representación política. Estos
avances apuntan a nuevas formas de representación política, unos que no están
limitados a la relación entre representantes formales y sus electores. La tercera
meta es revelar algunos problemas persistentes con teorías de representación
política y así proponer futuras áreas de investigación.
1. Componentes clave de Representación Política
1.1 Delegado vs. Agente
1.2 Cuatro visiones de Representación de Pitkin
2. Cambiando realidades políticas y cambiando conceptos de Representación
Política
3. Avances contemporáneos
4. Futuras áreas de estudio
Bibliografía
A. Discusiones generales de Representación
B. Argumentos en contra de Representación
C. Formas no electorales de Representación
D. Representación y Diseño Electoral
E. Representación y Rendición de cuentas
F. Representación descriptiva
Herramientas académicas
Otros recursos de internet
Entradas relacionadas
1. Componentes clave de Representación política
Representación política, en casi cualquier concepto, exhibirá los siguientes cuatro
componentes:
algún partido que está representando (el representativo, una organización,
movimiento, agencia estatal, etc.);
algún partido que está siendo representado (electores, clientes, etc.);
algo que está siendo representado (opiniones, perspectivas, intereses,
discursos, etc.); y
un entorno dentro del cual se está llevando a cabo la actividad de
representación (el contexto político).
Teorías de representación política a menudo comienzan especificando términos
para estos cuatro componentes. Por ejemplo, teóricos democráticos a menudo
limitan los tipos de representantes siendo discutidos a representantes formales –
esto es, a representantes que ocupan cargos de elección popular. Una razón por
la que el concepto de representación sigue siendo elusivo es que las teorías de
representación a menudo aplican sólo a algunos tipos de actores políticos dentro
de un contexto en particular. Cómo representan los individuos un distrito electoral
es tratado distinto desde cómo los movimientos sociales u organizaciones
informales representan. Consecuentemente, no es claro cómo las diferentes
formas de representación se relacionan entre una y otra. Andrew Rehfeld (2006)
ha ofrecido una teoría general de representación la cual simplemente identifica
representación por referencia a una audiencia relevante aceptando a cada
persona como su representante. Una consecuencia del enfoque general de
Rehfeld para representación, es que permite casos no democráticos de
representación.
Sin embargo, la teoría de Rehfeld sobre representación no especifica qué es lo
que hace o debería hacer un representante para ser reconocido como tal. Y
exactamente lo que hacen los representantes ha sido un tema bastante
controvertido. En particular, la controversia se ha desatado sobre si los de
representantes deben actuar como delegados o agentes.
1.1 Delegado vs. Agente
Históricamente, la literatura teórica en representación política se ha enfocado en si
los representantes deben actuar como delegados o agentes. Representantes que
son delegados simplemente sigue las preferencias expresadas por sus electores.
James Madison (1787-8) es uno de las figuras históricas líderes que articularon
una concepción delegada de representación. Agentes son representantes quienes
siguen su propio entender de la mejor acción a seguir. Edmun Burke (1790) es
famoso argumentando que
El Parlamento no es un congreso de embajadores de intereses diferentes y
hostiles, que deben mantener sus propios intereses, como agente y
defensor, contra otros agentes y defensores; sino una asamblea
deliberativa de una nación, con un interés, el de todos… Eliges a un
miembro, en efecto, pero cuando lo has elegido no es un miembro de
Bristol, sino un miembro del Parlamento (115).
Ambas concepciones de representación política de delegado o agente presentan
demandas competitivas y contradictorias en el comportamiento de los
representantes. La concepción de representación de delegado requiere
representantes que sigan las preferencias de sus electores, mientras que la
concepción de agente requiere representantes que sigan su propio juicio acerca el
curso en acción. Cualquier teoría adecuada de representación debe tratar con
estas dos exigencias contradictorias.
Célebremente, Hanna Pitkin argumenta que los teóricos no deben tratar de
reconciliar la naturaleza paradójica del concepto de representación. Más bien,
deben buscar preservar esta paradoja recomenzando a los ciudadanos
salvaguardar la autonomía de ambos representante y representados. Los
representantes deben actuar de maneras que salvaguarden la capacidad del
representado a autorizar y mantener a sus representantes vigilados y mantener la
capacidad del representante a actuar independientemente de los deseos del
representado. Intereses objetivos son la clave para determinar si la autonomía del
representante y la autonomía del representado han sido vulneradas. Sin embargo,
Pitkin nunca especifica adecuadamente cómo hacer para identificar intereses
objetivos de los electores. En puntos, ella implica que los electores deben tener
voz en cuáles son sus intereses objetivos, pero al final ella simplemente desplaza
lejos su enfoque sobre esta paradoja a recomendar que los representantes deben
ser evaluados en la base de las razones que ellos dan para desobedecer las
preferencias de sus electores. Para Pitkin, la valoración sobre los representantes
dependerá del problema que nos ocupa y del entorno político en que el
representante se desenvuelve. Para comprender los múltiples y conflictivos
estándares dentro de la concepción de representación se revela la futilidad de
mantener a todos los representantes en un conjunto fijo de guías. En este sentido,
Pitkin concluye que los estándares para evaluar a los representantes desafían
generalizaciones. Además, los individuos, especialmente los ciudadanos
democráticos, tienden a discrepar profundamente acerca de lo que los
representantes deberían estar haciendo.
1.2 Cuatro visiones de representación de Pitkin
Pitkin ofrece uno de las discusiones más comprensibles del concepto de
representación política, atendiendo a su carácter contradictorio en su The Concept
of Representation. Esta clásica discusión del concepto de representación es una
de las más influyentes y más citados trabajos en la literatura sobre representación
política. Adoptando un enfoque Wittgensteiniano del lenguaje, Pitkin mantiene que
para comprender el concepto de representación política, uno debe considerar las
maneras diferentes en que este término es utilizado. Cada uno de estos usos del
término provee una mirada diferente del concepto. Pitkin compara el concepto de
representación a “una compleja estructura tridimensional en medio de un entorno
oscuro.” Teóricos políticos proveen de “fotografías con un foco de bulbos de la
estructura tomada desde ángulos diferentes” [1967, 10]. Más específicamente,
teóricos políticos han proveído de cuatro enfoques principales del concepto de
representación. Desafortunadamente, Pitkin nunca explica cómo estos puntos de
vista deferentes de representación política encajan juntos. Algunas veces, ella
implica que el concepto de representación está unificado. Otras, ella enfatiza en
los conflictos entre estos diferentes enfoques, ej. Cómo representación descriptiva
es opuesta a rendición de cuentas. Con su metáfora de las fotografías con foco de
bulbos, Pitkin argumentan que se debe conocer el contexto en el que el concepto
de representación se encuentra para así determinar su significado.
Aparentemente, los puntos de vista de representación pueden expandir o limitar
nuestro entendimiento de representación dependiendo en cuál término sea
utilizado en política contemporánea.
Para Pitkin, desacuerdos acerca de representación pueden ser parcialmente
reconciliados aclarando cuál enfoque de representación está siendo invocado.
Pitkin identifica al menos cuatros enfoques diferentes de representación:
representación formalista, representación descriptiva, representación simbólica y
representación substantiva. (Para una breve descripción de cada uno de estos
puntos de vista, ver el esquema de abajo). Cada punto de vista provee una
aproximación diferente para examinar representación. Los diferentes puntos de
vista pueden también proveer de estándares diferentes para evaluar
representantes. Entonces, los desacuerdos sobre lo que los representantes deben
estar haciendo son agravados con el hecho de que la gente adopta el enfoque
incorrecto de representación o aplican incorrectamente los estándares de
representación. Pitkin ha establecido en muchos sentidos los términos de las
discusiones contemporáneas sobre representación proporcionando esta visión
esquemática del concepto de representación política.
1. Representación formalista:
Breve descripción. Los acuerdos institucionales que preceden e inician la
representación. Representación formal tiene dos dimensiones: autorización
y rendición de cuentas.
Pregunta principal de estudio. ¿Cuál es la posición institucional de un
representante?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Ninguno.
(Autorización):
Breve descripción. El medio por el cual un representante obtiene su
prestigio, estatus, posición o cargo.
Pregunta principal de estudio. ¿Cuál es el proceso por el cual cada
representante ganas poder (p. ej. Elecciones)? y ¿Cuáles son las maneras
en las que un representante puede imponer sus decisiones?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Ningún estándar para
evaluar qué tan bien se comporta un representante. Uno apenas puede
evaluar si el representante mantiene legítimamente su posición.
(Rendición de cuentas):
Breve descripción. La habilidad de los electores para castigar a su
representante por fallar en el acto de acordar con sus deseos (p. ej. votar
para quitarlo del puesto) o la responsabilidad del representante con sus
electores.
Pregunta principal de estudio. ¿Cuáles son los mecanismos para sancionar
disponibles para los votantes? ¿Es el representante receptivo hacia las
preferencias de sus electores?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Ningún estándar para
evaluar qué tan bien se comporta un representante. Uno apenas puede
determinar si un representante puede ser sancionado o si ha sido receptivo.
2. Representación simbólica:
Breve descripción. Las maneras en que un representante representa a sus
representados- esto es, el sentido que un representante tiene para aquellos
siendo representados.
Pregunta principal de estudio. ¿Qué tipo de respuesta es invocada por el
representante para aquellos siendo representados?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Los representantes son
evaluados por el grado de aceptación que el representante tiene entre los
representados.
3. Representación descriptiva:
Breve descripción. La medida en la que un representante se asemeja a
aquellos que son representados.
Pregunta principal de estudio. ¿El representante se parece, tiene intereses
comunes o comparte ciertas experiencias con el representado?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Evaluar al representante
por la precisión de parecido entre éste y los representados.
4. Representación substantiva:
Breve descripción. La actividad de representantes- que es, las acciones
realizadas en nombre, con el interés, como agente, como substituto del
representado.
Pregunta principal de estudio. ¿El representante promueve las preferencias
políticas que sirven a favor de su representado?
Estándares implícitos para evaluar representantes. Evaluar un
representante por el grado en que una política promovida por éste ha
servido por “el mejor interés” de sus votantes.
No se puede sobrestimar el grado en el que Pitkin ha dado forma al entendimiento
contemporáneo de representación política, especialmente entre científicos
políticos. Por ejemplo, ella clama que representación política se opone a rendición
de cuentas es a menudo el punto de partida de las discusiones contemporáneas
de si los grupos marginados necesitan representantes de sus propios grupos.
Similarmente, las conclusiones de Pitkin sobre la naturaleza paradójica de
representación apoya la tendencia entre los teóricos contemporáneos y políticos
científicos a centrarse en procedimientos formales de autorización y rendición de
cuentas (representación formalista). En particular, ha habido mucha atención
teórica para el diseño adecuado de instituciones representativas (p. ej. Amy 196;
Barber, 2011; Christiano 1996; Guinier 1994). Este enfoque es ciertamente
comprensible, dado que una manera de resolver disputas sobre lo que los
representantes deberían estar haciendo es “dejar que el pueblo decida.” En otras
palabras, establecer procedimientos justos para reconciliar conflictos provee a
ciudadanos democráticos una manera de resolver conflictos sobre el correcto
comportamiento de los representantes. En este sentido, las discusiones teóricas
sobre representación política tiendan a mostrar la representación política
primeramente como una relación principal-agente. Este énfasis en elecciones
también explica por qué las discusiones sobre el concepto de representación
política frecuentemente colapsan en discusiones sobre democracia.
Representación política es entendida como una manera de 1) establecer
legitimidad en instituciones democráticas y 2) creas incentivos institucionales para
que gobiernos sean responsivos a ciudadanos.
David Plotke (1997) ha dicho que este énfasis en mecanismos de autorización y
rendición de cuentas fue especialmente útil en el contexto de la Guerra Fría. Para
este entendimiento de representación política (específicamente, su demarcación
desde democracia participativa) fue útil para distinguir democracias Occidentales
de países Comunistas. Aquellos sistemas políticos que llevaron a cabo elecciones
fueron considerados como democráticos. Plotke cuestiona si dicha distinción
continúa siendo útil. Plotke recomienda que ampliemos el alcance de nuestro
entendimiento de representación política para englobar representación de
intereses y así regresar a debatir cuál es la actividad propia de los representantes.
La visión de Plotke sobre por qué el entendimiento tradicional de representación
política resonó antes del final de la Guerra Fría sugiere que el entendimiento
moderno de representación política de alguna manera dependen de la realidad
política. Por esta razón, aquellos que tratan de definir representación política
deben reconocer cómo cambiar realidades políticas puede afectar al
entendimiento contemporáneo de representación política. Otra vez, siguiente a
Pitkin, parecería que nuestras ideas sobre representación política están sometidas
a prácticas políticas existentes de representación. Nuestro entendimiento de
representación está formado confusamente por la manera en que la gente está
siendo representada. Para una discusión informativa sobre la historia de
representación, ver Representación de Monica Brito Vieira y David Runican.
2. Cambiando realidades políticas y cambiando conceptos de
Representación Política
Como se mencionó anteriormente, discusiones teóricas de representación política
se han centrado principalmente en los procedimientos formales de autorización y
rendición de cuentas dentro de los Estados nación, esto es, a lo que Pitkin llamó
representación formalista. Sin embargo, este enfoque no es satisfactorio ya no es
satisfactorio debido a las transformaciones políticas internacionales y nacionales.
[Para una discusión más extensa sobre transformaciones internacionales y
nacionales, ver Mark Warren y Dario Castioglione (2004).] Cada vez más actores
internacionales, transnacionales y no gubernamentales juegan un rol importante
en impulsar políticas públicas a favor de ciudadanos democráticos- esto es, actuar
como representantes para los ciudadanos. Estos actores “hablan por”, “actúan
por” y pueden hasta “representar” individuos dentro de un Estado-nación. Ya no es
deseable limitar nuestro entendimiento de representación política para
funcionarios electos dentro de un Estado-nación. Después de todo, estos
funcionarios no poseen necesariamente “la capacidad de actuar”, la capacidad
que es más utilizada para identificar quién está actuando como representante. En
otras palabras, como los poderes del Estado-nación han sido difundidas por
actores internacionales y transnacionales, representantes electos ya no son
responsables de decidir o implementar políticas públicas que impacten
directamente a los ciudadanos quienes los autorizaron. Dado el rol que las
Organización No Gubernamentales juegan en la arena internacional, los
representantes de grupos desposeídos ya no se localizan en la arena política
formal del Estado-nación. Dados estos cambios, el enfoque tradicional de
representación política, que es, en elecciones dentro de Estados-naciones, es
insuficiente para entender cómo las políticas públicas se hacen e implementan. La
complejidad de los problemas modernos y las múltiples locaciones del poder
político sugiere que la las nociones contemporáneas de rendición de cuentas son
inadecuadas. Gran y Keohane (2005) han actualizado recientemente las nociones
de rendición de cuentas, sugiriendo que el ámbito de representación política se
necesita expandir para reflejar las realidad contemporáneas en el arena
internacional. Michael Saward (2009) ha propuesto un tipo de criterio alternativo
que debe usarse para evaluar las demandas de los representantes no electos.
John Dryzek y Simon Niemayer (2008) ha propuesto una concepción alternativa
de representación, lo que él llama representación discursiva, para reflejar el hecho
de que actores transnacionales presentan discursos, no gente real. Con discursos,
ellos se refieren a “una serie de categorías y conceptos incorporando supuestos
específicos, juicios, contiendas, disposición y capacidades.” El concepto de
representación discursiva potencialmente puede redimir la promesa de la
democracia deliberativa, cuando la participación deliberativa de todos los
afectados por una decisión colectiva es factible.
Transformaciones nacionales también revelan la necesidad de actualizar el
entendimiento contemporáneo de representación política. La vida en asociación –
movimientos sociales, grupos de interés y asociaciones civiles- es cada vez más
reconocida su importancia para la supervivencia de democracias representativas.
El grado en el que los grupos de interés escriben políticas públicas o juegan un rol
central en la implementación y regulación de políticas es el grado en el que se ha
borrado la división entre representación formal e informal. La fluida relación entre
la trayectoria profesional de representantes formales e informales también sugiere
que las realidades contemporáneas no justifican concentrarse sólo en
representantes formales. El concepto de representantes ciudadanos de Mark
Warren (2008) abre un marco teórico para explorar cómo los ciudadanos se
representan a ellos mismos y sirve en capacidades representativas.
Dados estos cambios, es necesario revisar nuestro entendimiento conceptual de
representación política, específicamente en representación democrática. Como
recientemente lo ha dicho Jane Mansbridge, el entendimiento normativo de
representación no se ha mandenito con los estudios empíricos recientes y las
prácticas democráticas contemporáneas. En su importante artículo “Repensando
Representación” Mansbridge identifica cuatro formas de representación en
democracias modernas: promisoria, anticipativa, giroscópica y subrogación.
Representación promisoria es una forma de representación en la cual los
representantes son evaluados por medio de las promesas que hacen a sus
votantes durante la campaña electoral. La representación promisoria se parece
fuertemente a la discusión de Pitkin sobre representación formalista. Para ambas
primeramente se preocupa por la manera en que los electores le dan su
consentimiento de autoridad a un representante. Utilizando un trabajo empírico
reciente, Mandsbridge argumenta la existencia de tres formas adicionales de
representación. En representación anticipatoria, los representantes se centran en
lo que sus electores premiarán las próximas elecciones y lo que no en lo que
prometieron durante la campaña electoral previa. Así, representación anticipatoria
desafía a aquellos que entienden rendición de cuentas primeramente como una
actividad retrospectiva. En representación giroscópica, los representantes “miran
dentro” para inferir de su propia experiencia concepciones de interés y principios
para servir como base de su acción. Finalmente, representación subrogada ocurre
cuando un legislador representa a electores fuera de su distrito. Para Mansbridge,
cada una de estas formas de representación genera un criterio normativo diferente
por medio del cual los representantes deben ser evaluados. Las cuatro formas de
representación, entonces, son formas en que los ciudadanos democráticos
pueden ser legítimamente representando dentro de un régimen democrático. Sin
embargo ninguno las tres últimas formas de presentación operan dentro de los
mecanismos de autorización y rendición de cuentas. Recientemente, Mansbridge
(2009) ha ido más lejos sugiriendo que la ciencia política se ha centrado
demasiado en modelos de sanción de rendición de cuentas y que otro model, lo
que ella llama modelo de selección, puede ser más efectivo al solicitar el
comportamiento deseado de los representantes. Según Mansbrige, un modelo de
sanción de rendición de cuentas presume que el representante tiene diferentes
intereses de su representado y que el representado no sólo debe monitorear sino
premiar al buen representante y castigar al malo. En contraste, el modelo de
selección de rendición de cuentas presume que los representantes tienen razones
propias y exógenas para llevar a cabo los deseos de su representado. En este
sentido, Mansbrige amplía nuestro entendimiento de rendición de cuentas para
permitir que una buena representación ocurra fuera de los mecanismos formales
de sanción.
El replanteamiento de Mansbridge sobre el significado de representación sostiene
una importante mirada a las discusiones contemporáneas de representación
democrática. Especificando las diferentes formas de representación dentro de un
Estado democrático, Mansbridge nos enseña que debemos referirnos a múltiples
formas de representación democrática. Representación democrática no debe ser
concebida como un concepto monolítico. Además, lo que es abundantemente
claro es que la representación democrática ya no debe ser tratada simplemente
como una relación entre funcionarios electos y electores dentro de su distrito
electoral. Representación política ya no debe ser entendida como una simple
relación principal-agente. Andrew Rehfeld ha ido más lejos, sosteniendo que
representación política ya no debe ser basada en el territorio. En otras palabras,
Rehfeld (2005) argumenta que las circunscripciones, ejemplo distritos electorales,
ya no deben ser construidos con base en donde viven los ciudadanos. Lisa Disch
(2011) también complica nuestro entendimiento de representación democrática
como una relación principal-agente develando el dilema que se plantea entre
explicaciones de responsabilidad democrática para los electores y los recientes
descubrimientos empíricos con respecto al contexto de dependencia de las
preferencias de un individuo votante.
3. Avances contemporáneos
Ha habido un importante número de avances en el concepto de representación
política. En particular, estos avances llaman a cuestionar la manera tradicional de
pensar a la representación política como una relación principal-agente. Más
notablemente, el trabajo reciente de Melissa Williams ha recomendado
“reimaginar” la actividad de representación utilizando la experiencia de grupos
históricamente desfavorecidos. En particular, ella recomienda entender
representación como “mediación”. En particular, Williams (1998, 8) identifica tres
dimensiones diferentes de vida política que los representantes deben “mediar:” la
dinámica de hacer decisiones legislativas, la naturaleza de la relación del
legislador-constituyente, y las bases de agregar ciudadanos a circunscripciones
representables. Ella explica cada aspecto utilizando un tema correspondiente (voz,
confianza y memoria) y utilizándola experiencia de grupos marginados en Estados
Unidos. Por ejemplo, utilizando la experiencia de mujeres estadounidenses
tratando de obtener igual de ciudadanía, Williams argumenta que grupos
históricamente desfavorecidos necesitan una “voz” en el proceso de decisión
legislativa. La “fuerte deliberativa” calidad de las instituciones legislativas requiere
la presencia de individuos que tengan acceso directo perspectivas históricas
excluidas.
Además, Williams explica cómo los representantes necesitan mediar la relación
representante-elector para poder construir “confianza”. Para Williams, confianza es
la piedra angular para la rendición de cuentas democrática. Basándose en
experiencias de afroamericanos, Williams muestra patrones consistentes de
traición de afroamericanos por grupos privilegiados de ciudadanos blancos que les
da una buena razón para desconfiar en representantes blancos y sus instituciones.
Para Williams, relaciones de desconfianza pueden ser “por lo menos parcialmente
reparada si el grupo en desventaja es representado por sus propios miembros”
(1998, 14). Finalmente, representación envuelve mediar cómo los grupos son
definidos. Los límites de grupos según Williams son parcialmente establecidos por
experiencias pasadas –lo que Williams llama “memoria”. Teniendo ciertos
patrones compartidos de marginación justifica ciertos mecanismos institucionales
para garantizar su presencia.
Williams ofrece su entendimiento de representación como mediación como un
suplemento de lo que ella considera la concepción tradicional de representación
liberal. Williams identifica dos hilos en representación liberal. El primero es lo que
ella describe como el “ideal de representación justa como un resultado de
elecciones libres y abiertas en las que cada ciudadano tiene un peso de voto
igualitario” (1988, 57). El segundo hilo es el pluralismo grupo-interés, el cual
Williams describe como la “teoría de la organización de intereses sociales
compartidos con el propósito de asegurar una representación igualitaria… de
dichos grupos en políticas públicas” (ibíd.) Juntos, los dos hilos proveen una
aproximación coherente para lograr una representación justa, pero la concepción
tradicional de representación liberal simplemente como un compuesto de estos
dos hilos es inadecuado. En particular, Williams critica la concepción tradicional de
representación liberal por fallar al considerar las injusticias experimentadas por
grupos marginados en los Estados Unidos. Así, Williams expande la cuenta de
representación política más allá de la cuestión de diseño institucional y así, en
efecto, desafía a aquellos que entienden por representación como una simple
cuestión de procedimientos formales de autorización y rendición de cuentas.
Otro estudio reciente que renueva la visión sobre representación fue ofrecida por
Nadie Urbinati (2000, 2002). Urbinati argumenta entender representación como
abogacía/defensa. Para Urbinatiel punto de representación no debe ser
agregación de intereses, sino la preservación de desacuerdos necesarios para
preservar la libertad. Urbinati identifica dos componentes principales de abogar: 1)
El nexo pasional delos representantes hacia sus electores porque y 2) la relativa
autonomía de juicio de los representantes. Urbinati enfatiza la importancia de lo
anterior para motivar a los representantes a deliberar entre ellos y sus electores.
Para Urbinati el beneficio de conceptualizar representación como
abogacía/defensa es que mejora nuestro entendimiento de democracia
contemporánea. En particular, esto evita un error común hecho por muchos
demócratas deliberativos contemporáneos: centrarse en procedimientos formales
de deliberación a la expensa de examinar el origen de la desigualdad dentro de la
sociedad civil, p. ej. en la familia. El beneficio en el entendimiento de Urbinati
sobre representación es que enfatiza en la importancia del área de opinión
formación consiente. En particular, este agregado contemporáneo a la literatura
teórica posee un concepto antagónico de representación, uno que enfatiza la
importancia de los desacuerdos y retórica a los procedimientos, prácticas, y
esencia de democracia. Su estudio expande el grado de discusiones teóricas de
representación lejos de procedimientos formales de autorización a dimensiones
deliberativas y expresivas de instituciones representativas. En este sentido,
aquellos que recomendaron adoptar un entendimiento de representación como
abogacía/defensa proveen una herramienta teórica a aquellos que desean explicar
cómo los agentes no estatales “representan”.
Por otra parte, algunos avances conceptuales han ayudado a aclarar el significado
de aspectos particulares de representaciones. Por ejemplo, Andrew Rehfeld
(2009) ha argumentado que necesitamos desagregar la distinción entre
delegado/agente. Rehfeld subraya cómo los representantes pueden ser delegados
y agentes en al menos tres formas diferentes. Por esta razón, debemos remplazar
la distinción tradicional entre delegado/agente con tres distinciones (objetivos,
fuente del juicio y receptividad). Colapsando estas tres maneras diferentes de ser
delegado y agente, la teoría política y científicos políticos pueden dejar de lado las
formas en los que los representantes son a menudo delegados parciales y
agentes parciales.
Otros teóricos políticos nos han demandado repensar los aspectos centrales de
nuestro entendimiento de representación democrática. En Inclusión y Democracia
Iris Marion Young nos llama a repensar la importancia de representación
descriptiva. Young advierte que los intentos para incluir más voces en la arena
política pueden suprimir otras voces. Ella ilustra este punto utilizando el ejemplo
de un representante latino quien podría inadvertidamente representar latinos
heterosexuales a expensas de latinos gay y lesbianas (1986, 350). Para Young, la
supresión de diferencias es un problema para toda representación (1986, 351).
Representantes de grandes distritos o comunidades pequeñas deben negociar la
dificultad de una persona representando a muchas. Porque tal dificultad es
constitutiva de representación, esto es irrazonable para asumir que representación
debe ser caracterizada por una “relación de identidad.” La legitimidad de un
representante no es primeramente una función de sus similitudes de su
representado. Para Young, el representante no debe ser tratado como un
substituto del representado. Consecuentemente, Young recomienda
conceptualizar representación como una relación diferenciada (2000, 125-127;
1986, 357). Hay dos beneficios principales diferentes del entendimiento de Young
sobre representación. Primero, su entendimiento de representación nos alienta a
reconocer la diversidad de aquellos que están siendo representados. Segundo, su
análisis de representación enfatiza la importancia de reconocer cómo las
instituciones representativas incluyen también como excluyen. Los ciudadanos
democráticos necesitan mantenerse vigilantes sobre la manera en que viene la
representación para algunos grupos a expensa de la exclusión de otros.
Construyendo el enfoque de Young, Suzanne Dovi (2009) ha argumentado que no
debemos conceptualizar representación simplemente en términos de cómo
traemos a los grupos marginados a los sistemas políticos democráticos; en lugar
de que, representación pueda requerir limitar la influencia de grupos privilegiados
sobrerrepresentados.
Además, basado en este entendimiento de representación política, Young provee
un concepto alternativo de representación democrática. Específicamente, ella ve la
representación democrática como un proceso dinámico, uno que se mueve entre
momentos de autorización y momentos de rendición de cuentas (2000, 129). Es
este movimiento entre estos momentos lo que hace este proceso “democrático.”
Esta fluidez permite a los ciudadanos autorizar a sus representantes y por rastros
de esa autorización ser evidente qué hacen los representantes y cómo estos
rinden cuentas. La pertinencia de cualquier representante es por lo tanto
parcialmente dependiente en el comportamiento futuro así como en sus relaciones
pasadas. Por esta razón, Young mantiene que esta evaluación de este proceso
debe ser continuamente diferida. Debemos evaluar dinámicamente
representación, esto es, evaluar el proceso completo en curso de autorización y
rendición de cuenta de los representantes. La discusión de Young sobre la
dinámica de la representación enfatiza en las maneras en que la evaluación de los
representantes es incompleta, necesitan incorporar el grado en el que los
ciudadanos democráticos necesitan suspender la evaluación de sus
representantes y el grado en el que los representantes pueden afrontar problemas
inesperados.
Otra percepción acerca de representación democrática que viene de la literatura
de representación democrática es la importancia de las contingencias. Aquí el
trabajo de Jane Mansbridge sobre representación descriptiva ha sido
particularmente influyente. Mansbridge recomienda que evaluemos representantes
descriptivos por contextos y ciertas funciones. Más específicamente, Mansbridge
(1999, 628) se concentra en cuatro funciones y sus contextos relaciones en los
que grupos en desventaja podrían querer ser representados por alguien que
pertenezca su grupo. Estas cuatro funciones son “(1) comunicación adecuada en
contexto y desconfianza, (2) pensamiento innovador en contexto de intereses no
cristalizados, no completamente articulados, ... (3) creando un significado social de
“habilidad de gobernar” para miembros de un grupo en contexto histórico donde la
habilidad ha sido seriamente cuestionada y (4) incrementando la legitimidad de
facto de política en un contexto de discriminación pasada.” Para Mansbridge, los
representantes descriptivos son necesitados cuando grupos marginados
desconfían de miembros de ciudadanos relativamente más privilegiados y cuando
los grupos marginados poseen preferencias políticas que no han sido
completamente formadas. Esta necesidad por representación descriptiva es
contigente en ciertas funciones.
La percepción de Mansbridge sobre contingencia de representación descriptiva
sugiere que en algún punto los representantes descriptivos podrían no ser
necesarios. De cualquier, ella no específica cómo haremos para saber si los
intereses se han vuelto cristalizados o si la confianza ha formado hasta el punto
que la necesidad de representación descriptiva sea obsoleta. Así, la discusión de
Mansbridge sobre representación descriptiva sugiere que los estándares para
evaluar representantes son fluidos y flexibles. Para una interesante discusión
sobre problemas con estándares unificados o fijos para evaluar representantes
latinos, ver The Trouble with Unity de Christina Beltran.
La discusión de Mansbridge sobre representación descriptiva apunta a otra
tendencia dentro de la literatura de representación política – esto es, la tendencia
de derivar conceptos normativos de representación desde su función. Russell
Hardin (2004) capturó esta tendencia más claro en su posición que “si deseamos
evaluar la moralidad de los funcionarios electos, debemos entender su función
como nuestros representantes y después inferir cómo pueden completar esta
función.” Para Hardin, sólo una explicación empírica del rol de un representante es
necesaria para determinar qué debería estar haciendo el representante. En
“Ruling Passions”, Andrew Sabl (2002) relaciona el comportamiento adecuado de
los representantes con su puesto en particular. En particular, Sabls se centra en
tres puestos: senador, organizador y activista. Él argumenta que los mismos
estándares no deberían ser utilizados para evaluar estos tres puestos diferentes.
Más bien, cada puesto es responsable de promover constancia democrática, lo
que Sabl entiende como “la búsqueda efectiva de interés.” Sabl (2002) y Hardin
(2004) ejemplifican la tendencia de ligar los estándares para evaluar
representantes políticos por a la actividad y el puesto de estos representantes. En
“The Good Representative”, Suzanne Dovi (2007) identifica tres estándares para
evaluar el desempeño de los representantes democráticos: aquellos con
imparcialidad, construcción de confianza crítica, y buena comunicación
(gatekeeping).
4. Futuras áreas de estudio
Hay tres problemas persistentes asociados con representación política. Cada uno
de estos problemas identifica un área futura de investigación. El primero de los
problemas es el diseño adecuado institucional de instituciones representativas
dentro de políticas públicas. La literatura teórica en representación política a
puesto mucha atención al diseño institucional de las democracias. Más
específicamente, teóricos políticos han recomendado todo desde representación
proporcional (ejemplo, Guinier, 1994 y Christiano, 1996) a ciudadanos jurados
(Fishkin, 1995). Sin embargo, con el creciente número de Estados democráticos,
es más probable ser testigos de más variaciones entre las diferentes formas de
representación política. Es probable que exista mayor debate sobre las ventajas y
desventajas de estas formas diferentes de representar ciudadanos democráticos.
Estos nos lleva la segunda línea futura de investigación – formas en las que los
ciudadanos democráticos pueden ser marginados por instituciones
representativas. Este problema está articulado más claramente por la discusión de
Young sobre las dificultades que surgen de una persona representando a muchas.
Young sugiere que las instituciones representativas pueden incluir opiniones,
perspectivas e intereses de algunos ciudadanos a expensas de marginar las
opiniones, perspectivas e intereses de otros. Por lo tanto, la creación de distritos
negros han creado zonas seguras para funcionarios negros electos y así estos
sean menos responsables con sus electores. Cualquier deceso en rendición de
cuentas es especialmente preocupante dadas las formas en las que los
ciudadanos son vulnerables a sus representantes. Así, una futura línea de
investigación es examinar la manera en que las instituciones representantes
marginalizan los intereses, opiniones y perspectivas de ciudadanos democráticos.
En particular, es necesario reconocer los sesgos de las instituciones
representativas. Mientras E. E. Schattschneider (1960) ha notado las clases de
sesgo de las instituciones representativas, hay una pequeña discusión en cómo
mejorar la representación política de los desafectados – esto es, la representación
política de aquellos ciudadanos que no tienen la voluntad, el tiempo o los medios
políticos para participar en política. La ausencia de dicha discusión es
particularmente aparente en literatura de representación descriptiva, el área está
más preocupada por ciudadanos en desventaja. Anne Phillips (1995) plantea el
problema con la representación de los pobres, ejemplo, la inhabilidad de definir la
clase, sin embargo, argumenta por problemas de clase para ser integrado en
políticas de presencia. Pocos teóricos han tomado la postura de Philip y articulado
cómo esta integración de clases y políticas de presencia debe ser hecha. Por
supuesto, algunos han reconocido la manera en la que grupos de interés,
asociaciones, y representantes individuales pueden traicionar a los menos
favorecidos (ej. Strolovitch, 2004). Y algunos (Dovi, 2003) han argumentado que
representantes descriptivos necesitan ser seleccionados basado en su relación
con los ciudadanos que han sido injustamente excluidos y marginados por
sistemas democráticos. Sin embargo, no es claro cómo contrarrestar los sesgos
que se encuentra dentro de las instituciones representativas internacionales y
nacionales. Es necesario especificar las condiciones bajo las que ciertos grupos
dentro de un sistema político requieren mejorar la representación. Literatura
empírica reciente ha sugerido que los beneficios de tener representantes
descriptivos no son de ninguna manera sencillos.
Una tercera y última área de estudio envuelve la relación entre representación y
democracia. Históricamente, representación se ha considerado estar en oposición
con democracia [ver Dahl (1989) para una mirada histórica del concepto de
representación]. Cuando comparado con las formas directas de democracia
encontradas en antiguas Ciudades-Estado, notablemente Atenas, instituciones
representativas parecen ser pobres substitutas de la manera en que los
ciudadanos se gobernaban activamente por ellos mismos. Barber (1984) ha
famosamente argumentado que las instituciones representativas eran opuestas a
democracias fuertes. En contraste, ahora casi cualquier concuerda que las
instituciones políticas democráticas son las representativas.
Bernard Manin (1997) nos recuerda que la Asamblea Ateniense, la cual seguido
ejemplifica diferentes formas de democracia, ha sólo limitado poderes. De acuerdo
con Manin, la práctica de seleccionar magistrados por lotería es lo que separa las
democracias representativas de las así llamadas democracias directas.
Consecuentemente, Manin argumenta que los métodos de selección de puestos
públicos son cruciales para entender lo que hace democrático a los gobiernos
representativos. Él identifica cuatro distinciones principales de gobierno
representativo: 1) Aquellos quien gobiernan son elegidos por elecciones con
intervalos regulares; 2) El proceso de decisión de aquellos quienes gobiernas
mantiene un grado de independencia de los deseos del electorado; 3) Aquellos
quienes son gobernados podrían expresar su opinión y deseos políticos sin estar
atados al control de los que gobiernan; y 4) Las decisiones públicas se someten a
debate (6). Para Manin, prácticas históricas democráticas mantienen importantes
lecciones para determinar si las instituciones representativas son democráticas.
Mientras esté claro que las instituciones representativas son vitales para los
componentes institucionales de las instituciones democráticas, se necesita decir
más sobre el significado de representación democrática. En particular, es
importante no asumir que todos los actos de representación son igualmente
democráticos. Después de todo, no todos los actos de representación dentro de
una democracia representativa son necesariamente instancias de representación
democrática. Henry Richardson (2002) ha explorado las vías antidemocráticas en
las que los miembros de la burocracia pueden representar a los ciudadanos. [Para
una discusión más detallada sobre formas de representación no democráticas, ver
Apter (1968). Michael Saward, (2008) también discute cómo sistemas actuales de
representación política no necesariamente funcionan democráticamente.]
Similarmente, no está claro si un representante quien activamente busca
desmantelar instituciones democráticas está representando democráticamente.
¿La representación democrática necesita representantes para promover las
preferencias de ciudadanos democráticos o requiere un compromiso con las
instituciones democráticas? En este punto, las respuestas a tal preguntas no son
claras. Lo que es claro es que los ciudadanos democráticos son propensos a
desacordar sobre lo que constituye representación democrática.
Una aproximación popular para llegar a estándares diferentes y conflictivos
utilizados para evaluar representantes dentro de sistemas democráticos, es
simplemente equiparar múltiples estándares con los democráticos. Más
específicamente, se argumenta que los estándares democráticos son pluralistas,
complaciendo los diferentes estándares que poseen y utilizan los ciudadanos
democráticos. Teóricos quienes adoptaron esta aproximación fallan al especificar
la relación propia entre estos estándares. Por instancia, no está claro cómo los
estándares que Mansbridge identifica en sus cuatros formas de representación se
deberían relacionar entre ellos. ¿Importa si formas promisorias de representación
son remplazadas por formas subrogadas de representación? Una omisión similar
puede ser encontrada en Pitkin: aunque Pitkin especifica que hay una relación
unificada entre los diferentes puntos de vista de representación, ella nunca
describe cómo estos puntos de vista diferentes interactúan. Esta omisión refleja la
laguna en literatura sobre cómo representación formalista se relaciona con
representación descriptiva y substantiva. Sin esta especificación, no es aparente
cómo los ciudadanos pueden determinar si tienen poder adecuados de
autorización y rendición de cuentas.
Actualmente, no está claro exactamente lo que hace a cualquier forma de
representación consistente, y mucho menos en consonancia con la representación
democrática. ¿Es la sinergia entre las diferentes formas o deberíamos examinar
representación descriptiva por separado para determinar la manera en que esta
puede socavar o mejorar la representación democrática? Una tendencia es igualar
representación democrática simplemente con la existencia de múltiples y fluidos
estándares. Mientras es cierto el hecho de que el pluralismo provee justificación a
instituciones democráticas como Christiano (1996) ha argumentado, ya no se
puede suponer que todas las formas de representación son democráticas desde
que las acciones de los representantes pueden ser usadas para disolver o debilitar
las instituciones democráticas. El área final de investigación es articular la relación
entre las diferentes maneras de representación y las formas en que estas pueden
minar la representación democrática.
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Otros recuersos de internet
FairVote Program for Representative Government
Proportional Representation Library, provides readings proportional representation elections created by Prof.
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Representation, an essay by Ann Marie Baldonado on the Postcolonial Studies website at Emory University.
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