PINCELADAS INTERNACIONALES HASTA 2014
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PINCELADAS INTERNACIONALES
HASTA 2014
Índice de contenido
Introducción Discurso CFK en la Asamblea General de Naciones Unidas Thomas Piketty: "Pasado y futuro de la desigualdad" Joseph Stiglitz: "La era de la vulnerabilidad" Atilio Borón: "El imperio y la legitimación de la tortura" Federico Vázquez: "La derrota del bipartidísimo español" Raúl Zibechi: "Crisis del mercado petrolero: choque a la vista" Néstor Restivo: “Relación estratégica” Néstor Restivo: “Fotos del socio oriental” Ezequiel Kopek "Todos los caminos conducen a Irán" Federico Vázquez: "Las cuatro etapas de la UNASUR" Alvaro García Linera: "La construcción del Estado" José Natanson: "La nueva derecha en América Latina" Amílcar Salas Oroño: "Brasil 2014: Política de alianzas e ideología" Amílcar Salas Oroño: "Gobierno Dilma 2015: Clases sociales y rumbos económicos"
PINCELADAS INTERNACIONALES
HASTA 2014
"La aparición de nuevos actores va a permitirá nuestros países nuevas y mejores
oportunidades, porque ya no va a ser posible un mundo donde unos dominen a otros, será el
mundo de la cooperación y este deberá ser el nuevo modelo global. Es hora de valorar esta
magnífica oportunidad, que tenemos en este mundo que vuelve a ser multipolar".
CFK - 20/07/2014
Introducción
En el acto de conmemoración a los ex combatientes y caídos en la Guerra de Malvinas
que tuvo lugar el 2 de abril de este año, Cristina nos pidió en los patios de la Casa
Rosada a formarnos sobre política internacional dada la importancia de conocer no
sólo nuestra historia sino cómo ésta fue determinada históricamente por la correlación
de fuerzas a nivel internacional. Con este propósito, hemos diseñado este Seminario de
Coyuntura Política cuyo objetivo es interpretar las actuales transformaciones dentro
del sistema internacional, poniendo especial énfasis en el posicionamiento de la región,
en general, y de nuestro país, en particular.
Las distintas realidades políticas, sociales, culturales y económicas a nivel mundial dan
cuenta de un sistema internacional en constante transformación. En un mundo con una
distribución del poder desigual, donde los Estados más poderosos procuran imponer
sus intereses a los más débiles, es necesario conocer y comprender las problemáticas de
un mundo sumamente interrelacionado para intentar incorporar mayores grados de
igualdad en las relaciones de poder mundial.
La política exterior se da siempre en un contexto mundial determinado, por lo que
resulta fundamental comprender sus lineamientos generales para poder comprender las
opciones y disyuntivas sobre las cuales se construye.
En este marco, es particularmente importante conocer las características, los alcances y
desafíos de la geografía política regional. El llamado cambio de época en América
Latina se vio acompañado por una lógica discursiva y un compromiso político por
reactivar el proceso de integración regional, que fue (re) considerado como eje de un
nuevo modelo de desarrollo y de inserción autónoma y soberana en el concierto de las
naciones.
En función de ello, podemos distinguir determinados actores o grupos de actores tienen
decisiva importancia a nivel geopolítico, y que serán trabajados en el presente
seminario: Estados Unidos, la Eurozona, China y Rusia. En ese marco en el que
comienza a delinearse el pasaje de la unipolaridad neoconservadora hacia un escenario
multipolar, es donde nuevos agrupamientos, como el BRICS comienzan a tomar mayor
preponderancia. En este mundo en permanente reconfiguración, en donde el tablero de
poder muta constantemente, tal vez el gran desafío sea lograr un escenario
internacional en donde primen la cooperación entre los pueblos y no la dominación de
unos sobre otros en base a la fuerza, la sangre y el sojuzgamiento económico. En esa
batalla, esa nueva América Latina que fue naciendo desde principios de siglo, tiene un
rol fundamental. Argentina, bajo la conducción de Néstor y Cristina, ha mostrado que
la única defensa de nuestra soberanía y nuestra identidad sólo es posible en el marco de
la defensa de la consolidación de nuestra Patria Grande.
Se trata de una batalla de los Pueblos que quieren defender su dignidad. Y es allí donde
nosotros, como militantes de este Proyecto Nacional que hace de la construcción de la
Unidad Latinoamericana una de sus principales banderas, donde estamos llamados a
comprender estos cambiantes escenarios geopolíticos para defender nuestra Soberanía
y ser protagonistas de nuestra Historia.
DISCURSO DE CFK ANTE LA
ASAMBLEA DE LAS NACIONES
UNIDAD
“Los fondos buitres ejercen terrorismo
económico”
Discurso CFK en la Asamblea General de Naciones Unidas
24 de Septiembre de 2014
Querida presidenta, querida compatriota; señoras y señoras jefes y jefas de la distintas
delegaciones, que conforman Naciones Unidas: quiero dirigirme a ustedes en un
momento muy particular no solamente del mundo, sino también de mi país, quiero
comenzar reflexionando sobre las palabras con que abrió esta Asamblea, número 69, su
secretario general, el señor Ban Ki-Moon, repasó parte o gran parte de los problemas,
de las tragedias, de las calamidades que hoy conmueven al mundo y creo - si mal no
recuerdo - que textualmente afirmó que “estás turbulencias - así las definió - que hoy
sacuden al mundo ponen en peligro la multilateralidad”.
Yo creo sinceramente que gran parte de los problemas que hoy tiene el planeta, en lo
económico y financiero, en materia de terrorismo y de seguridad, en materia de fuerza
e integridad territorial, en materia de guerra o de paz se debe precisamente a lo
contrario, a la ausencia de una multilateralidad efectiva, concreta y democrática.
Por eso, quiero especialmente, hoy, comenzar agradeciendo y felicitando a esta
Asamblea General por la sanción de la resolución, número 68/304, que se produjera, el
pasado 9 de septiembre, por la cual se decidió, por fin, por amplia mayoría de 124
votos positivos abocarse, esta Asamblea, a la construcción de una Convención
Multilateral, que genere un marco jurídico regulatorio, en materia de reestructuración
de deudas soberanas, de todos los países. (APLAUSOS). Una tarea que nos debíamos,
yo he concurrido a estas Asambleas, desde el año 2003: primero, como Senadora;
luego - a partir del año 2007 - como Presidenta y siempre veníamos reclamando la
reformulación de los organismos de los Consejos de Seguridad, como también del
Fondo Monetario Internacional. Partíamos de la experiencia de lo que le había
sucedido a la República Argentina, mi país, hoy me atrevo a decir en este contexto
internacional y global, mi país, la República Argentina es un triple leading case en
materia económica financiera; en materia de terrorismo y seguridad y también en
materia de fuerza e integridad territorial.
En lo primero, en lo que hace a una crisis económica y financiera, que se disparó para
el resto del mundo, a partir del año 2008, y que aún persiste y que ahora comienza a
amenazar a las economías emergentes, quienes hemos sostenido, durante la última
década, el mayor crecimiento económico. Me refiero que esa crisis, del año 2008, mi
país la vivió en el año 2001, cuando se produjo el default de deuda soberana más
importante del que se tenga memoria. En aquel momento, la República Argentina
había logrado con la anuencia también de los organismos multilaterales, porque
cuando se debe, señores, el 160 por ciento del PBI, la culpa no es solamente del deudor,
sino también de los acreedores.
Y desde la dictadura, del 24 de marzo de 1976, pasando por la etapa del neoliberalismo,
en la cual la Argentina era presentada como una alumna dilecta en las asambleas del
Fondo Monetario Internacional, finalmente acumuló una deuda sin precedente, que la
hizo implosionar, no sólo en términos económicos, sino también en términos políticos.
Llegamos a tener cinco presidentes, en una sola semana. Allí nadie se hizo responsable
de lo que había pasado en la Argentina, nuestro país tuvo que arreglarse como pudo y
en el año 2003, un Presidente - que había llegado al gobierno únicamente con el 22 por
ciento de los votos - a los pocos meses de asumir se presentó, en esta Asamblea, y
sostuvo que era necesario generar un modelo de crecimiento y desarrollo para el país,
para que la nación pudiera hacer frente a sus deudas. Porque sostuvo - en una metáfora
más que interesante - que los muertos no pagan sus deudas y que es necesario que los
países puedan vivir, desarrollarse y que ese nivel de deuda - vuelvo a repetir- 160 por
ciento del PBI - no era solamente responsabilidad del país; que asumíamos como país
el haber adoptado políticas que nos habían impuesto; que asumíamos nuestra
responsabilidad, pero que también pedíamos y pretendíamos que los organismos
multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y los propios acreedores, que
había prestado a tasas usuarias, en aquel momento, y se les reconoció hasta eM4 por
ciento en dólares, a quienes depositaban en la República Argentina, también asumieran
parte de la responsabilidad de ese endeudamiento.
Y ese hombre, que asumió con el 22 por ciento de los votos; el 25 por ciento de
desocupación; con el 54 por ciento de pobreza y 27 por ciento de indigencia; sin
educación; sin salud; sin seguridad, al cabo del tiempo con un modelo de desarrollo y
crecimiento, pudimos no solamente generar millones de puestos de trabajo, millones de
nuevos incluidos en el sistema previsional, jubilados y pensionados; generar una
participación de 6 puntos del Producto Bruto, destinado a la educación; destinar
ingentes sumas de dinero a la infraestructura del país, en materia de caminos, escuelas,
centrales nucleares, centrales hidroeléctricas; generación de redes de agua, de gas de
electricidad, que hoy cruzan todo el país, en un proceso de inclusión social sin
precedentes, que nos hizo reducir la pobreza y la indigencia a un solo dígito y que hoy
el propio Fondo Monetario Internacional reconoce, que el crecimiento económico,
realizado por la Argentina - entre el año 2004 y 2011 - es el tercero, a nivel global, en
calidad de crecimiento; solamente superados por Bulgaria y por China, siendo -en la
región latinoamericana - hoy el de mejor calidad de crecimiento y también el de mejor
poder adquisitivo del salario de nuestros trabajadores y del mejor ingreso previsional.
Y
Y todo esto lo hemos logrado, también, haciéndonos cargo de la deuda, que otros
generaron. Porque bueno es también recalcarlo, que nuestros gobiernos no fueron los
que declararon el default, tampoco fueron los que lo endeudaron, fuimos -
sencillamente - los que nos hicimos cargo, como correspondía y pagamos, desde el año
2003 a la fecha, más de 190.000 millones de dólares. Repito la cifra: más de 190.000
millones de dólares porque reestructuramos la deuda defaulteada con el 92, 4 por
ciento de los acreedores, en dos canjes de deuda: uno, el que realizó el Presidente
Kirchner, en el año 2005; otro, el que realizó esta Presidenta, en el año 2010. Lo cierto
es que logramos que el 92,4 por ciento de los acreedores de la Argentina regularizaran
su situación y desde allí se comenzó a pagar regularmente. No solamente allí, sino que
también pagamos totalmente la deuda con el Fondo Monetario Internacional, que venia
sosteniéndose con bicicleta financiera permanente, a través de los denominados stand
by y pudimos cancelar también la deuda con el Fondo Monetario Internacional.
Y
También, hace pocos meses, concluimos la negociación de una deuda, que databa del
año 1956, con el Club de París. Para que ustedes tengan una idea, esta Presidenta tenía
tres años cuando esa deuda comenzó a generarse, y el ministro de Economía de mi país,
que discutió la reestructuración y la renegociación de esa deuda con el Club de París no
había nacido, en el año 1956, y sin embargo llegamos a un acuerdo con 19 ministros de
Economía, de la Unión Europea, para finalmente reestructurar la deuda y ya pagamos
la primera etapa, de 642 millones de dólares. Tampoco termina allí, logramos también
regularizar la situación de los juicios del CIADI, en el Banco Mundial, juicios que
realmente habían comenzado, no por actos o acciones cometidos, durante nuestros
gobiernos, sino por acciones de gobiernos anteriores, que terminaron demandándose
ante el tribunal, del Banco Mundial, también allí lo solucionamos, como también
llegamos a un arreglo con Repsol, cuando decidimos recuperar el control de nuestros
recursos energéticos y expropiamos el 51 por ciento de las acciones de la empresa
petrolera, también reestructuramos esa deuda y llegamos a un acuerdo.
Todo esto lo hemos hecho, además, con recursos propios, sin acceso al mercado de
capitales, porque la Argentina - producto del default, del año 2001 - tenía vedado el
acceso a los mercados de capital. Fíjense ustedes, un proceso de inclusión social sin
precedentes y por qué digo sin precedentes. Sé que algunos en mi país dirán que hubo
durante de la década de los cincuenta, procesos de inclusión similares, pero ¿saben cuál
es la diferencia?, que nosotros ese proceso de inclusión lo iniciamos desde la
bancarrota total y absoluta, en pleno default. Logramos remontar el default, logramos
incluir a los argentinos, logramos crecimiento social con inclusión, logramos
desendeudarnos y hoy, además, tenemos una ratio de deuda de las más bajas del
mundo.
¿Y dónde está el otro leading case del que quería hablarles? Lo que pasa ahora, con la
aparición de los denominados fondos buitres. No es un término acuñado el de los
fondos buitres por ningún líder populista sudamericano, tampoco es un término
acuñado por ningún gobernante africano, pese a que los países del África también han
sido grandes víctimas de estos fondos buitres. Uno de los primeros dirigentes, a nivel
global, que los mencionó fue en esta Asamblea, en el año 2002, el entonces primer
ministro inglés, Gordon Brown, puede estar la versión taquigráfica para ser controlada
y registrada, donde los mencionó como algo indigno moralmente que restan esfuerzos
a todos los países para hacer frente a los verdaderos problemas de la pobreza, de la
salud y la educación. Y hoy, Argentina con la complicidad del sistema judicial, de este
país, está siendo acosada por estos fondos buitres.
¿Quiénes son estos fondos buitres? El 1 por ciento de los que no entraron a la
reestructuración que hicimos en el 2005. No podían entrar porque recién habían
comprado bonos, en el año 2008. Ustedes saben son fondos que se especializan - su
nombre así lo indica- en comprar fondos o títulos de países que han defaulteado su
deuda o están próximos a hacerlo para, luego, no ir a reclamárselo al país, sino entablar
juicios en distintas jurisdicciones y obtener ganancias exorbitantes.
Yo no hablaría de ganancias, porque lo que se le ha reconocido a ese 1 por ciento en un
juicio aquí, en la jurisdicción de Nueva York, ha sido un tasa de 1.608 por ciento, en
cinco años, en dólares. Díganme ustedes, si hay alguna empresa, si hay algún
emprendimiento, algún inversionista que logra una rentabilidad en dólares, de más de
1.600 por ciento, apenas en 5 años. Por eso, el nombre de fondos buitres y hoy están
obstruyendo el cobro de quienes confiaron en la Argentina, de ese 92,4 por ciento y por
eso yo celebro que esta Asamblea haya tomado el toro por las astas y espero que, entre
este año y el próximo, antes que se celebre nuevamente la Asamblea General del 2015,
hayamos podido construir, porque de eso se trata: de un ejercicio de multilateralismo
activo y constructivo, hayamos podido arribar a ese marco regulatorio de
reestructuración de deuda soberanas para que ningún otro país, le pase lo que hoy le
está pasando a la Argentina, un país que tiene capacidad de pago, voluntad de pago y
que va a pagar su deuda, pese al acoso de estos fondos buitres. (APLAUSOS). Fondos
buitres que además amenazan y hostigan con acciones sobre la economía de nuestro
país, provocando rumores, infamias y calumnias desde lo personal hasta lo económico
y financieros, de modo tal de actuar como verdaderos desestabilizadores de la
economía, casi una suerte de terrorismo económico y financiero.
Porque no solamente son terroristas los que andan poniendo bombas, también son
terroristas económicos los que desestabilizan la economía de un país y provocan
pobreza, hambre y miseria, a partir del pecado de la especulación y es algo que
debemos decirlo con todas las letras. Por eso, abogamos fuertemente porque ese
convenio multilateral alumbre con prontitud, con celeridad. No por la Argentina, sino
por el resto del mundo y porque además creemos que un equilibrio económico y
financiero, que ataque las desigualdades económicas y sociales entre los países y
adentro de cada una de las sociedades va a ser también un gran antídoto contra aquellos
que reclutan jóvenes. Porque no tienen esperanzas, porque no tienen futuro y los
enrolan en cruzadas locas que luego todos tenemos que lamentar. No podemos
solamente ver la superficie de los fenómenos, tenemos también que adentrarnos
profundamente en las causas que movilizan.
Y también hablaba de mi país como un triple leading case también en materia de
terrorismo y seguridad. Y también mi país, el único país junto a Estados Unidos de
Norteamérica en todo el continente americano, que fue objeto de atentados terroristas,
dos atentados terroristas. Uno en el año 92, cuando se voló la Embajada de Israel y,
segundo, en 1994, cuando se voló la sede de la AMIA. Este año se cumplen 20 años de
la voladura de la AMIA.
Y
Y me atrevo a decir frente a esta Asamblea y con la presencia de algunos familiares de
las víctimas que siempre nos han acompañado, que el gobierno que encabezó el
presidente Kirchner, fue el que más profundizó y el que más hizo por develas quiénes
eran los verdaderos responsables, no solamente porque abrió todos los archivos de
inteligencia de mi país, no solamente porque creó una unidad fiscal especial de
investigación, sino también porque reclamó cuando en el año 2006 la Justicia de mi
país acusó a ciudadanos iraníes de estar implicados en la voladura de la AMIA, fue el
único presidente y luego también yo, que se atrevió a proponer, a pedir a la República
Islámica de Irán, que colaborara, que prestara cooperación con la investigación.
Este pedido se produjo intermitentemente desde el año 2007 en adelante, 2007, 2008,
2009, 2010, 2011 hasta que finalmente, la República Islámica de Irán accedió, porque
antes ni siquiera podíamos tenerlo como parte de la agenda, accedió a una reunión
bilateral que luego se llevó adelante y que motivó la firma entre ambos países de un
memorándum de entendimiento de cooperación judicial. ¿Para qué? Para lograr que los
ciudadanos iraníes que estaban acusados y que por supuesto viven en Teherán, en la
República Islámica de Irán, pudieran declarar ante el juez.
¿Qué pasó cuando firmamos este memorándum? Pues pareció que se desataron los
demonios internos y externos.
Las instituciones de origen judío que nos acompañaron todos los años, se volvieron de
repente en contra, todos los años nos habían acompañado aquí a pedir la cooperación.
Cuando se decide hacer la cooperación a través del instrumento, nos acusan de
complicidad con el Estado de Irán. Lo mismo sucedió aquí en este país cuando los
fondos buitres hicieron lobby ante el Congreso americano diciendo que nosotros
éramos socios de la República Islámica porque en ese momento no se le decía
República Islámica como le dicen ahora, se le decía por algunos el Estado Terrorista de
Irán.
Hicieron lobby e inclusive en sus sitios de la web colocaban fotos mías junto a las del
entonces presidente Ahmadineyad como si fuésemos socios.
Hoy, esta semana, nos venimos a enterar que en un emblemático hotel de esta ciudad,
el Waldorf Astoria, se reúne el Canciller de este país, el jefe del Departamento de
Estado con su par iraní. No tenemos críticas para ellos, al contrario, todo lo que sea
diálogo, todo lo que sea entendimiento nos parece muy bien.
Lo que sí nos gustaría preguntarles a los que acusaban a Irán y los calificaban de
terroristas y el año pasado, no estoy hablando de hace un siglo, el año pasado, qué dirán
hoy, qué dirán hoy los que el año pasado también cuando hablaban de los que hoy
conforman el ISIS, muchos de los que eran denominados como fredom fighters, que
peleaban en Siria contra el gobierno de Al Asad, hoy forman parte del ISIS.
Y yo creo que acá está el otro problema que tenemos frente a la inseguridad y frente al
terrorismo. Que desde las grandes potencias se cambia con demasiada facilidad el
concepto de amigo-enemigo o de terrorista-no terrorista. Y el problema es que tenemos
que definir de una buena vez por todas, que no podemos seguir utilizando a la política
internacional o a la posición geopolítica para poder dirimir posiciones de poder.
Y lo digo desde ser una militante contra el terrorismo internacional e, inclusive, como
nota de color, se está tramitando también en la Justicia de mi país una amenaza que me
ha llegado aparentemente del ISIS por dos razones: una, por mi cercanía con Su
Santidad, el
Y
Papa Francisco, y, la otra, porque reconozco la necesidad de la existencia de dos
Estados como es el de Israel y el de Palestina. Que dicho sea de paso, vuelvo a
reclamar, por favor, a esta Asamblea, el definitiva reconocimiento de Palestina como
un Estado más integrante pleno de esta Asamblea. (APLAUSOS)
Allí vamos a empezar a desatar alguno de los nudos gordianos, no hay un solo nudo
gordiano, son varios. Allí vamos a empezar a desatar alguno de los nudos gordianos de
la cuestión de Medio Oriente.
El reconocimiento del Estado de Palestina, el derecho de Israel a vivir en sus fronteras,
pero también el derecho de Palestina a que no se utilice contra ellos el uso
desproporcionado y desmedido que ha provocado la muerte de cientos de niños y
mujeres, cosa que condenamos como condenamos también a aquellos que atacan con
misiles a Israel.
Fundamentalmente, creemos que en épocas de buitres económicos y halcones de la
guerra, necesitamos más palomas de la paz para construir un mundo más seguro,
necesitamos más respeto al derecho internacional, necesitamos más igualdad de
tratamiento entre los que estamos aquí sentados.
Porque también escuché por parte de un mandatario hoy por la mañana, hablar del uso
de la fuerza para atentar contra la integridad territorial o para no respetar la integridad
territorial de un país. Aquí también la República Argentina es leading case, porque
también tenemos pendientes de hace más de cien años con el Reino Unido el reclamo
de soberanía y el reclamo de esta Asamblea para que se siente el Reino Unido con
Argentina a discutir la cuestión soberana de Malvinas. Allí nadie se preocupa, allí no
hay ningún veto del Consejo de Seguridad.
Porque lo que pasa es que la Argentina no forma parte del Consejo de Seguridad ni de
la naciones que deciden en el mundo. Y mientras esto suceda, mientras valga más el
voto de los cinco permanentes que estén sentados en el Consejo de Seguridad, que el
voto de la Costa de Marfil o de Ghana o de Kenia o de Egipto o de Uganda o de
Argentina o de Bahréin o de Emiratos Árabes, nada se va a solucionar. Solamente serán
discursos que daremos acá todos los años sin que arribemos a ninguna solución.
(APLAUSOS)
Debemos luchar, esta Asamblea debe retomar los poderes que ha delegado, poderes
que ha delegado en un Consejo que luego casi parece una paradoja, la Asamblea tiene
que pedirle permiso al Consejo para ver qué es lo que decide o si entra algún miembro.
Cuando debemos rescatar que esta Asamblea, la soberana, la de Naciones Unidas,
donde cada uno de nosotros valemos un voto, la verdadera democracia global.
Cuando esta democracia global se cumpla a rajatabla, no digo que se va a solucionar
absolutamente todo, pero creo que va a haber principios de solución.
Yo no soy ni pesimista ni optimista, quiero ser realista. En todo caso, entre el
pesimismo y el optimismo, elijo siempre el optimismo, pero con realismo, porque el
optimismo sin realismo, o es ingenuidad o es cinismo. Y no quiero ser ingenua ni
cínica frente a todos ustedes.
Quiero decirles realmente lo que pensamos desde mi país, desde ese lugar que viene
reclamando desde hace mucho tiempo la reforma de organismos de seguridad, la
reforma del Fondo Monetario Internacional.
Fíjense ustedes, en el año 2003, parecía casi imprescindible reformar el Fondo
Monetario Internacional. Hoy ya casi nadie se acuerda de pedir la reforma del Fondo
Monetario Internacional porque ha perdido protagonismo en todas las decisiones. Es
más, el propio Fondo Monetario Internacional y su titular y otra ex titular como Anne
Kruger, están pidiendo también una regulación en la forma de reestructurar las deudas
soberanas. Porque mientras no haya un tratado internacional aprobado por esta
Asamblea, por más cláusulas que impongan las reestructuraciones, nunca faltará algún
juez como Griesa, en algún lugar del mundo que diga que eso no vale nada y quiera
aplicarle a un pobre país tasas usurarias para desangrarlo.
Es eso lo que está pasando, porque en definitiva, me parece que lo que se quiere tirar
abajo, es la reestructuración de la deuda soberana que con tanto trabajo hemos
realizado el pueblo argentino.
Yo quiero también, porque antes de venir aquí estuve en Roma entrevistándome con
otro compatriota que hoy ocupa un lugar de fuerte liderazgo, no solamente religioso,
sino también moral y de ejemplo, y quiero traer fundamentalmente el mensaje de paz,
de construcción de la paz.
Si queremos realmente combatir el terrorismo, trabajemos por la paz; no se combate el
terrorismo haciendo sonar los tambores de la guerra. Al contrario, es lo que quieren
precisamente, una reacción simétrica para que entonces...a comenzar la rueda, siempre
haya un crédito de sangre que reclamar.
Por eso creo que es importante que reaccionemos profundamente acerca de estas
cuestiones. Y traerles, por sobre todas las cosas, la certeza de que si esta Asamblea, si
estas Naciones Unidas recupera su liderazgo, si esta Asamblea recupera su mandato
ante la inobservancia por parte de muchísimos países de los derechos internacionales
que sí le aplican a otros pero que no reconocen para ser aplicados a ellos mismos, estoy
segura que habremos contribuido fuertemente en la construcción de la paz, en la lucha
contra el terrorismo en la cual nadie va a estar ausente pero, fundamentalmente, en
dejarles a nuestros hijos un mundo mucho mejor del que hoy tenemos.
Porque y para finalizar, quiero recordar que el año pasado, los problemas eran otros, el
año pasado se hablaba de otros problemas y de otros peligros en materia de seguridad.
Hoy han cambiado, los que ayer eran malos, hoy no parecen tan malos; los que ayer
tenían que ser invadidos y arrasados, hoy parece ser que están colaborando para el ISIS
desaparezca.
Y mañana, primero fue Al Qaeda, y pregunto yo Al Qaeda y los talibanes, dónde
aparecieron, de dónde sacan las armas, de dónde sacan los recursos. Mi país no
produce armas, quiénes son los que les venden las armas.
Luego aparecieron los que iban a ser la Primavera Árabe y que finalmente resultaron
no ser tan primavera, sino más bien algo de otoño y casi un invierto, en el cual pasaron
de luchadores por la libertad también a personas que, bueno, que merecían ser
perseguidas y encarceladas.
Ahora es el ISIS, este nuevo engendro que ha aparecido terrorista degollando gente por
televisión en verdaderas puestas en escena que uno se pregunta cómo, desde dónde,
porque permítanme, me he tornado absolutamente desconfiada de todo después de ver
todas las cosas que han pasado. Y que las cosas que pasan por televisión en las series
que tanto nos entretienen y nos divierten, son pequeñas ficciones al lado de la realidad
que tenemos que vivir hoy como mundo.
Por eso, es bueno que nos preguntemos cómo va in crescendo esto y cómo van
surgiendo cada vez más y mayores problemas, que le hacen decir al Papa que estamos
viviendo prácticamente una tercera guerra.
Es cierto, una tercera guerra que ya no es de las guerras convencionales que vivimos en
el siglo XX, sino que son guerras focales en donde realmente las únicas víctimas
terminan siendo las poblaciones civiles.
Por eso, dentro de unos instantes, en el Consejo de Seguridad en el cual temporalmente
formamos parte, queremos plantear algunas de estas cosas, algunos interrogantes. No
tenemos certezas, no tenemos verdades absolutas, pero tenemos muchos interrogantes
y queremos preguntárselos a aquellos que poseen mucha más información que
nosotros, muchos más datos que nosotros, que cuentan con redes de información
mucho más profundas que mi país.
No sea cosa de que de tanta información, de tantos datos se tenga mucha información
pero realmente se sepa mucho, pero realmente se comprenda poco de lo que pasa.
Porque hay que comprender lo que está pasando para poder encarar una resolución
definitiva.
Agradezco profundamente una vez más la voluntad política de los países, de los 124
países que acompañaron la Resolución 68/304. Sé, como todos lo saben, de que hubo
presiones también para que no tuviéramos ese número o para que no hubiera votación,
pero creo que el ejercicio del multilateralismo práctico, efectivo y democrático de esa
Resolución, demuestra que no todo está perdido. Por el contrario, está en las manos de
cada uno de nosotros, de cada uno de nuestros países abordar la solución real y efectiva
de los problemas que hoy tiene el mundo.
Muchas gracias y muy buenas tardes a todos y a todas. (APLAUSOS)
“NO SE COMBATE EL TERRORISMO
HACIENDO SONAR LOS TAMBORES DE
LA GUERRA”
Discurso CFK en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas
24 de Septiembre de 2014
Bueno, la verdad que saludo a todos y cada uno de los mandatarios y mandatarias, que
integran este Consejo de Seguridad: vengo con algunas certezas y con algunos
interrogantes, también, a participar en esta reunión del Consejo, sin lugar a dudas para
aprobar la resolución que hemos acordado; sin lugar a dudas también para condenar
decidida y definitivamente al terrorismo.
Mi país, la República Argentina, junto a los Estados Unidos de Norteamérica, fueron
los países del continente americano, que fueron objetos de salvajes atentados
terroristas: en 1992, se voló la Embajada de Israel, en Buenos Aíres; en 1994, la sede
de la AMIA. A partir de allí, también, tengo muchos interrogantes porque con todo esto
que está sucediendo, este fenómeno que apareció ahora, el ISIS, algo desconocido el
año pasado, es como que desde 1994, que sucedió esto en la Argentina, en aquel
momento en mi país y en el mundo se decía que Hezbollah había sido responsable de la
voladura de la AMIA; hoy Hezbollah es un partido en el país del Líbano; luego, en el
año 2006, la Justicia de mi país, a raíz de la creación de una Unidad Fiscal Especial,
impulsada por el Presidente Kirchner para investigar a fondo el atentado que se había
producido - reitero - en 1994. Hace 20 años, este año, que se produjo el atentado, sin
que todavía se hayan podido juzgar a los culpables y a partir de esta investigación, que
realizó este fiscal, decidió, el juez de la causa, imputar a ciudadanos iraníes: 8
ciudadanos que viven en Teherán.
A partir de allí, el Presidente Kirchner, primero, y quien les habla, después, desde el
año 2007 hasta el año 2012, pedimos en cada una de las Asambleas que se celebraban,
aquí, en Naciones Unidas, la cooperación de la República Islámica de Irán para poder
interrogar a estos acusados. Es más, ofrecimos alternativas - como el caso Lockerbie -
ofrecimos alternativas de un tercer país, donde ser juzgados.
Finalmente, en el año 2012, el canciller iraní nos propone una reunión bilateral, y a
partir de allí se formula - en el año 2013 - un Memorándum de Entendimiento para la
Cooperación Judicial entre ambos países, con el único objeto de que los ciudadanos
iraníes pudieran prestar declaración ante el juez, porque en mi país no existe en el
sistema judicial argentino la condena en ausencia, deben ser interrogados, deben ser
juzgados y esto hace a la vigencia de la Constitución y de los derechos fundamentales.
A partir de la firma de ese convenio, tanto dentro de mi país organizaciones de la
comunidad, que siempre nos habían acompañado en el reclamo de cooperación contra
la República Islámica de Irán, nos acusaron de que estábamos acordando con los
iraníes y realmente nos surgió una duda de que si cuando se nos reclamaba que
reclamáramos cooperación al Estado de Irán se hacía con la intención realmente de
lograr esa cooperación o de crear un casus belli.
Y también en este país, fundamentalmente, los denominados fondos buitres hicieron un
formidables lobby ante el Congreso americano, esto puede registrarse en los sitios web
de los fondos buitres, de la Task Forcé, en donde ponían fotos mías con Ahmadineyad,
donde parecía ser y si así se lo denominaba al Estado Terrorista Islámico hasta el año
pasado, era condenable hace un memorándum de entendimiento de cooperación
judicial.
Con sorpresa realmente, pero no con disgusto, con sorpresa, pero no con disgusto
porque nada que sea diálogo puede ser malo, nos enteramos que durante el fin de
semana el jefe del Departamento de Estado de este país se entrevistó con su par iraní,
en un conocido hotel de esta ciudad, a fin de abordar el problema de ISIS.
Ustedes saben que son sunitas y quienes gobiernan Irán son chiitas para ver qué grado
de cooperación o de avances en el programa nuclear se podía hacer y, entonces,
observo como un discurso mucho más amigable y amistoso hasta de quienes, el año
pasado, se nos acusaba junto a nosotros o de haber hablado con ellos de ser terroristas.
No me parece mal el diálogo y bienvenido sea; creo que el diálogo siempre es bueno
entre las naciones.
Pero las preguntas que me hago, es que desde aquel atentado, de 1994; pasando por el
atentado de Al Qaeda, a las Torres Gemelas, ideado y plasmado por Osama bin Laden,
que tampoco surgió como un hongo después de la lluvia. Osama bin Laden fue
entrenado, junto a los talibanes, para enfrentar a Rusia, durante la Guerra Fría, a
Afganistán, ese extraño país, del que solamente salió vivo Alejandro Magno, como
digo yo. Pero realmente la pregunta es ahora también surgió la famosa Primavera
Árabe, en la cual todos eran aparentemente luchadores de la libertad, Freedom Fighters
y donde a partir de la Primavera Árabe iban a surgir nuevas democracias y resulta a ser
que muchos de los Freedom Fighters de la Primavera Árabe resultaron ser muchos
fundamentalistas, que hoy, recibieron entrenamiento militar en esos momentos y hoy
están combatiendo en el ISIS y reclutando jóvenes.
Les aclaro, como nota de color, que también he sido amenazada por el ISIS, en mi país
se está investigando en la Justicia una amenaza que sobre mi persona ha hecho el ISIS.
Yo realmente no creo mucho que el ISIS se ocupe de la Presidenta de la República
Argentina, sinceramente lo creo así. Y los motivos por los cuales han dicho que me han
amenazado y que van a atentar contra mi vida es mi amistad con el Papa Francisco y el
hecho de que reconozco y propugno la existencia de dos Estados: el Estado de
Palestina y el Estado de Israel para que puedan convivir pacíficamente.
Yo he anotado, acá, algunas preguntas que me surgen, porque también en el interregno
de todo esto había aparecido Sadam Hussein con armas químicas en Irak, con el cual se
libró una batalla, finalmente se terminó con Sadam Hussein y luego Irak se fue
complicando cada vez más, y es como que el mundo se va complicando cada vez más y
que el escenario, que teníamos el año pasado, donde parece ser que lo más importante
era Irán y su amenaza nuclear, ahora, ya ha dejado de ser esto y ha pasado a ser el ISIS,
unos nuevos terroristas, que no sabemos quién les compra el petróleo, no sabemos
quién le vende las armas, no sabemos quién los ha entrenado, porque obviamente
manejan recursos económicos, manejan recursos armamentísticos, manejan recursos
de difusión francamente cinematográficos, lo cual me lleva a plantear interrogantes
acerca de qué es lo que está pasando y fundamentalmente de cómo hacemos para
combatir eficazmente el terrorismo porque evidentemente la respuesta militar, que
obviamente hay que defenderse frente la agresión, sin lugar a dudas, nadie lo pone en
cuestión, está claro que la forma en que se ha venido combatiendo al terrorismo no es la
adecuada porque cada vez se complica más, cada vez son más grupos, cada vez son
más violentos, cada vez cuentan con más poder.
La lógica indica que si yo estuve observando una determinada metodología para
combatir un problema y ese problema, en lugar de desaparecer o disminuir, aumenta y
se agrava, al menos, tengo que revisar la metodología y los métodos que estoy llevando
adelante porque algo no está andando bien. No digo que tenga la verdad revelada
acerca de lo que hay que hacer, no digo que tenga la certeza absoluta de cómo hay que
hacerlo, lo que sí sé es que hay un viejo dicho en mi país que dice que lo único que no
se puede hacer con los caníbales es comérselos. Y me parece que lo más importante es
que entendamos que la lógica del terrorismo es la de lograr una reacción exactamente
simétrica en violencia y en ataque para justificar en crédito de sangre permanente,
porque por cada uno, van dos, y si le mataron dos, son tres, y si le mataron tres son
cuatro, es el crédito de sangre permanente.
Y además, en un marco el de Medio Oriente, donde se sigue sin reconocer al Estado de
Palestina donde hemos visto el uso desproporcionado de la fuerza contra población
civil en Palestina y donde no hemos visto caer a ninguno de los líderes que tiraban
cohetes para el otro lado. Al contrario, hemos visto morir niños, mujeres y ancianos
inocentes. Esto sigue alimentando cada vez más a estos grupos.
Por eso digo que, más allá de esta Resolución, que compartimos, que aprobamos de
ayudar, de acompañar pero, sinceramente, sería muy falsa, muy cínica si viniera a
decirles acá que estamos acertando en el método. Me parece que la situación en Medio
Oriente tiende absolutamente a complicarse.
Es más, como miembro de G-20, el año pasado, en San Petersburgo, no tan lejos, fue en
noviembre, si mal no recuerdo, todavía no hace un año, se consideraba la posibilidad
de que el gran enemigo era el gobierno de Siria y que los que lo combatían eran los
Freedom Fighters. Bueno, se ha descubierto que muchos de los Freedom Fighters
ahora forman parte del ISIS. Entonces, ¿quiénes eran los que alimentaban a los
opositores y les daban armas y les daban recursos como Freedom Fighters, luchadores
de la libertad?
Entonces, creo que replantearse un montón de cosas, sobre todo aquellos que cuentan
con mucha información, mucha más información por supuesto de la que cuento yo
como Presidenta de la República Argentina, ustedes se imaginarán que mi país no
produce armas, no vende armas, al contrario, tenemos que comprar petróleo porque nos
falta energía, aunque tenemos un gran yacimiento que nos convierte en el futuro en
grandes proveedores...y no sé si alegrarme cuando digo esto porque cada país que tiene
gas y petróleo tiene grandes problemas. Pero lo cierto es que somos un país que no
produce armas, somos un país que compra energía, somos un país que no cuenta con
toda la información que cuentan las grandes potencias.
Pero muchas veces, creo que, además de contar con información, hay que entender lo
que pasa en cada sociedad, en cada pueblo y tratar de ver cuáles son los instrumentos
más adecuados para combatir en serio al terrorismo. Porque no sería nada extraño que
el año que viene, en el 2015, haya desaparecido el ISIS y haya aparecido cualquier otro
grupúsculo con algún nombre extraño, con actitudes todavía más virulentas y más
violentas, bueno, y, finalmente, no hagamos más que profundizar.
También para finalizar, Presidente, no se preocupe que ya termino, creo que también
una cuestión fundamental en esta lucha, es el respeto por los derechos humanos.
Y lo hablamos por qué. Lo hablamos desde un país que sufrió una dictadura genocida
sin precedentes y que también actuó una Justicia sin precedentes, acá no hubo
necesidad de hacer un Tribunal de Núremberg ni de recurrir a juzgar a los dictadores al
Tribunal de La Haya, fue la propia Argentina, nuestro propio sistema judicial, el que
enjuició y condenó a quienes habían sido responsables, inclusive también, de la muerte
de ciudadanos y ciudadanas francesas, como las monjas francesas, y ciudadanas suecas
también desaparecidas.
Con lo cual, creemos que tenemos algunos antecedentes para poder hablar de la
necesidad de que la lucha esta se lleve a cabo en un marco de juridicidad y de respeto a
los derechos humanos que nos garanticen precisamente, no seguir retroalimentando el
monstruo.
Muchas gracias, señor Presidente.
LA INVESTIGACIÓN QUE ESTÁ REVOLUCIONANDO EL DEBATE
ECONÓMICO MUNDIAL
Pasado y futuro de la desigualdad
Por Tilomas Piketty*
Con su libro El capital en el siglo XXI, próximo a ser publicado por Fondo de Cultura
Económica, Thomas Piketty produjo una conmoción. Su tesis es que en el largo plazo
la renta del capital es superior al crecimiento y que, por lo tanto, la riqueza tiende a
concentrarse. Luego de un período excepcional explicado por las dos guerras
mundiales, el mundo se acerca a niveles de desigualdad similares a los de la época
victoriana.
La distribución de la riqueza es una de las cuestiones más controversiales y debatidas
en la actualidad. Pero, ¿qué se sabe realmente de su evolución a lo largo del tiempo?
¿Acaso la dinámica de la acumulación del capital privado conduce inevitablemente a
una concentración cada vez mayor de la riqueza y del poder en unas cuantas manos,
como lo creyó Marx en el siglo XIX? O bien, ¿acaso las fuerzas que ponen en
equilibrio el desarrollo, la competencia y el progreso técnico llevan espontáneamente a
una reducción de las desigualdades y a una armoniosa estabilización en las fases
avanzadas del desarrollo, como lo pensó Kuznets en el siglo XX? ¿Qué se sabe en
realidad de la evolución de la distribución de los ingresos y de la riqueza desde el siglo
XVIII, y qué lecciones podemos sacar para el siglo XXI?
Éstas son las preguntas a las que intento dar respuesta en este libro. Digámoslo de
entrada: las respuestas presentadas son imperfectas e incompletas, pero se basan en
datos históricos y comparativos mucho más extensos que todos los trabajos anteriores -
abarcando tres siglos y más de veinte países-, y en un marco teórico renovado que
permite comprender mejor las tendencias y los mecanismos subyacentes. El
crecimiento moderno y la difusión de los conocimientos permitieron evitar el
apocalipsis marxista, mas no modificaron las estructuras profundas del capital y de las
desigualdades, o por lo menos no tanto como se imaginó en las décadas optimistas
posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Cuando la tasa de rendimiento del capital
supera de modo constante la tasa de incremento de la producción y del ingreso -lo que
sucedía hasta el siglo XIX y amenaza con volverse la norma en el siglo XXI-, el
capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que
cuestionan de modo radical los valores meritocráticos en los que se fundamentan
nuestras sociedades democráticas. Sin embargo, existen medios para que la
democracia y el interés general logren retomar el control del capitalismo y de los
intereses privados, al mismo tiempo que mantienen la apertura económica y evitan
reacciones proteccionistas y nacionalistas. Este libro intenta hacer propuestas en este
sentido, apoyándose en las lecciones de esas experiencias históricas, cuyo relato
constituye la trama principal de la obra.
¿Un debate sin fuente?
Durante mucho tiempo los debates intelectuales y políticos sobre la distribución de la
riqueza se alimentaron de muchos prejuicios y de muy pocos hechos.
Desde luego, cometeríamos un error al subestimar la importancia de los conocimientos
intuitivos que desarrolla cada persona acerca de los ingresos y de la riqueza de su
época, en ausencia de todo marco teórico y de toda estadística representativa. Veremos,
por ejemplo, que el cine y la literatura -en particular la novela del siglo XIX- rebosan
de informaciones sumamente precisas acerca de los niveles de vida y fortuna de los
diferentes grupos sociales, y sobre todo acerca de la estructura profunda de las
desigualdades, sus justificaciones y sus implicaciones en la vida de cada uno. Las
novelas de Jane Austen y de Balzac, en particular, presentan cuadros pasmosos de la
distribución de la riqueza en el Reino Unido y en Francia en los años de 1790 a 1830.
Los dos novelistas poseían un conocimiento íntimo de la jerarquía de la riqueza en sus
respectivas sociedades; comprendían sus fronteras secretas, conocían sus implacables
consecuencias en la vida de esos hombres y mujeres, incluyendo sus estrategias
maritales, sus esperanzas y sus desgracias; desarrollaron sus implicaciones con una
veracidad y un poder evocador que no lograría igualar ninguna estadística, ningún
análisis erudito.
En efecto, el asunto de la distribución de la riqueza es demasiado importante para
dejarlo sólo en manos de los economistas, los sociólogos, los historiadores y demás
filósofos.
Atañe a todo el mundo, y más vale que así sea. La realidad concreta y burda de la
desigualdad se ofrece a la vista de todos los que la viven, y suscita naturalmente juicios
políticos tajantes y contradictorios. Campesino o noble, obrero o industrial, sirviente o
banquero: desde su personal punto de vista, cada uno ve las cosas importantes sobre las
condiciones de vida de unos y otros, sobre las relaciones de poder y de dominio entre
los grupos sociales, y se forja su propio concepto de lo que es justo y de lo que no lo es.
El tema de la distribución de la riqueza tendrá siempre esta dimensión eminentemente
subjetiva y psicológica, que irreductiblemente genera conflicto político y que ningún
análisis que se diga científico podría apaciguar. Por fortuna, la democracia jamás será
reemplazada por la república de los expertos.
Por ello, el asunto de la distribución también merece ser estudiado de modo sistemático
y metódico. A falta de fuentes, de métodos, de conceptos definidos con precisión, es
posible decir todo y su contrario. Para algunos las desigualdades son siempre
crecientes, y el mundo cada vez más injusto, por definición. Para otros las
desigualdades son naturalmente decrecientes, o bien se armonizan de manera
espontánea, y ante todo no debe hacerse nada que pudiera perturbar ese feliz equilibrio.
Frente a este diálogo de sordos, en el que a menudo cada campo justifica su propia
pereza intelectual mediante la del campo contrario, existe un cometido para un
procedimiento de investigación sistemática y metódica, aun cuando no sea plenamente
científica. El análisis erudito jamás pondrá fin a los violentos conflictos políticos
suscitados por la desigualdad. La investigación en ciencias sociales es y será siempre
balbuceante e imperfecta; no tiene la pretensión de transformar la economía, la
sociología ni la historia en ciencias exactas, sino que al establecer con paciencia hechos
y regularidades, y al analizar con serenidad los mecanismos económicos, sociales,
políticos que sean capaces de dar cuenta de éstos puede procurar que el debate
democrático esté mejor informado y se centre en las preguntas correctas; además puede
contribuir a redefinir siempre los términos del debate, revelar las certezas
estereotipadas y las imposturas, acusar y cuestionarlo todo siempre.
[...]
Marx: el principio de acumulación infinita
Cuando Marx publicó en 1867 el primer tomo de El capital, es decir exactamente
medio siglo después de la publicación de los Principios de economía política y
tributación de David Ricardo, había habido una profunda evolución de la realidad
económica y social: ya no se trataba de saber si la agricultura podría alimentar a una
población creciente o si el precio de la tierra aumentaría hasta las nubes, sino más bien
de comprender la dinámica de un capitalismo en pleno desarrollo.
El suceso más destacado de la época era la miseria del proletariado industrial. A pesar
del desarrollo -o tal vez en parte debido a él- y del enorme éxodo rural que había
empezado a provocar el incremento de la población y de la productividad agrícola, los
obreros se apiñaban en cuchitriles. Las jornadas de trabajo eran largas, con sueldos
muy bajos. Se desarrollaba una nueva miseria urbana, más visible, más chocante, y en
ciertos aspectos aún más extrema que la miseria rural del Antiguo Régimen. Germinal,
Oliver Twist o Los miserables no nacieron de la imaginación de los novelistas, ni así lo
hicieron las leyes que en 1841 prohibieron el trabajo de niños menores de ocho años en
las manufacturas en Francia, o el de los menores de diez años en las minas del Reino
Unido en 1842. El cuadro del estado físico y moral de los obreros empleados en las
manufacturas, publicado en Francia en 1840 por el Dr. Villermé y que inspiró la tímida
legislación de 1841, describía la misma realidad sórdida que La situación de la clase
obrera en Inglaterra, publicado por Engels en 1845 (1).
De hecho, todos los datos históricos de los que disponemos en la actualidad indican
que no fue sino hasta la segunda mitad -o más bien hasta el último tercio- del siglo XIX
cuando ocurrió un incremento significativo del poder adquisitivo de los salarios. De la
década de 1800-1810 a la de 1850-1860, los salarios de los obreros se estancaron en
niveles muy bajos, cercanos a los del siglo XVIII y los siglos anteriores, e incluso
inferiores en algunos casos. Esta larga fase de estancamiento salarial, que se observa
tanto en el Reino Unido como en Francia, es impresionante particularmente debido a
que el crecimiento económico se aceleró durante ese período. La participación del
capital - beneficios industriales, renta del suelo, rentas urbanas- en el producto
nacional, en la medida en que se lo puede estimar a partir de las fuentes imperfectas de
las que disponemos hoy día, se incrementó fuertemente en ambos países durante la
primera mitad del siglo XIX (2). Disminuiría ligeramente en los últimos decenios del
siglo XIX, cuando los salarios recuperarían parcialmente el retraso en su incremento.
Sin embargo, los datos que reunimos indican que no hubo disminución estructural
alguna de la desigualdad antes de la Primera Guerra Mundial. En el transcurso de
1870-1914, en el mejor de los casos se presenció una estabilización de la desigualdad
en un nivel muy elevado, y en ciertos aspectos una espiral inequitativa sin fin, en
particular con una concentración cada vez mayor de la riqueza. Es muy difícil decir a
dónde habría conducido esta trayectoria sin los importantes shocks económicos y
políticos provocados por la deflagración de 1914-1918, que a la luz del análisis
histórico, y con la retrospectiva de la que disponemos hoy día, se revelan como las
únicas fuerzas que podían llevar a la reducción de las desigualdades desde la
Revolución Industrial.
Lo cierto es que la prosperidad del capital y de los beneficios industriales, en
comparación con el estancamiento de los ingresos destinados al trabajo, era una
realidad tan evidente en la década de 1840-1850 que todos estaban perfectamente
conscientes de ello, aun si en ese momento nadie disponía de estadísticas nacionales
representativas. Es en este contexto donde se desarrollaron los primeros movimientos
comunistas y socialistas. La pregunta central es simple: ¿para qué sirvió el desarrollo
de la industria, para qué sirvieron todas esas innovaciones técnicas, ese trabajo, esos
éxodos, si al cabo de medio siglo de desarrollo industrial la situación de las masas
siguió siendo igual de miserable, sin más remedio que prohibir en las fábricas el trabajo
de los niños menores de ocho años? Parecía evidente el fracaso del sistema económico
y político imperante. Esto llevó a plantearse la siguiente pregunta: ¿qué se puede decir
de la evolución que tendría semejante sistema a largo plazo?
Marx se consagró a esta tarea. En 1848, en vísperas de la “Primavera de los pueblos”,
ya había publicado el Manifiesto comunista (3), texto corto y eficaz que se inicia con el
famoso “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” (4) y concluye con
la no menos célebre predicción revolucionaria: “[El] desarrollo de la gran industria
socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las que ésta produce y se apropia de
lo producido. La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su
hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables” (5).
En las dos siguientes décadas, Marx se dedicó a escribir el voluminoso tratado que
justificaría esta conclusión, y a fundamentar el análisis del capitalismo y de su
desplome. Esta obra quedaría inconclusa: el primer tomo de El capital se publicó en
1867, pero Marx falleció en 1883 sin haber terminado los dos siguientes tomos, que
publicaría después de su muerte su amigo Engels, a partir de los fragmentos de
manuscritos -a menudo oscuros- que dejó.
A semejanza de Ricardo, Marx basó su trabajo en el análisis de las contradicciones
lógicas internas del sistema capitalista. De esta manera, buscó diferenciarse tanto de
los economistas burgueses (que concebían en el mercado un sistema autorregulado, es
decir capaz de equilibrarse solo, sin mayor divergencia, similar a la “mano invisible”
de Smith y a la “Ley de Say”), como de los socialistas utópicos o proudhonianos
quienes, según él, se contentaban con denunciar la miseria obrera, sin proponer un
estudio verdaderamente científico de los procesos económicos operantes (6). En
resumen: Marx partió del modelo ricardiano del precio del capital y del principio de
escasez, y ahondó en el análisis de la dinámica del capital, al considerar un mundo en el
que el capital es ante todo industrial (máquinas, equipos, etc.) y no rural, y puede,
entonces, acumularse potencialmente sin límite. De hecho, su principal conclusión es
lo que se puede llamar el “principio de acumulación infinita”, es decir la inevitable
tendencia del capital a acumularse y a concentrarse en proporciones infinitas, sin límite
natural; de ahí el resultado apocalíptico previsto por Marx: ya sea que haya una baja
tendencial de la tasa de rendimiento del capital (lo que destruye el motor de la
acumulación y puede llevar a los capitalistas a desgarrarse entre sí), o bien que el
porcentaje del capital en el producto nacional aumente indefinidamente (lo que, tarde o
temprano, provoca que los trabajadores se unan y se rebelen). En todo caso, no es
posible ningún equilibrio socioeconómico o político estable.
Esta negra profecía de Marx no estuvo más cerca de ocurrir que aquella prevista por
Ricardo. A partir del último tercio del siglo XIX, por fin los sueldos empezaron a subir:
se generalizó la mejora del poder adquisitivo, lo que cambió radicalmente la situación,
a pesar de que siguieron siendo muy importantes las desigualdades, y en algunos
aspectos éstas no dejaron de crecer hasta la Primera Guerra Mundial. En efecto, la
Revolución Comunista tuvo lugar, pero en el país más atrasado de Europa, aquél en el
que apenas se iniciaba la Revolución Industrial (Rusia), mientras los países europeos
más adelantados exploraban otras vías -socialdemócratas- para la fortuna de sus
habitantes. Al igual que los autores anteriores, Marx pasó totalmente por alto la
posibilidad de un progreso técnico duradero y de un crecimiento continuo de la
productividad, una fuerza que, como veremos, permite equilibrar -en cierta medida- el
proceso de acumulación y de creciente concentración del capital privado. Sin duda
carecía de datos estadísticos para precisar sus predicciones. Sin duda también fue
víctima del hecho de haber fijado sus conclusiones desde 1848, aun antes de iniciar las
investigaciones que podrían justificarlas. Es por demás evidente que Marx escribía en
un clima de gran exaltación política, lo que a veces conduce a atajos apresurados que es
difícil evitar; de ahí la absoluta necesidad de vincular el discurso teórico con fuentes
históricas tan completas como sea posible, a lo que en realidad Marx no se abocó (7). A
esto se suma que Marx ni siquiera se cuestionó sobre cómo sería la organización
política y económica de una sociedad en la que se hubiera abolido por completo la
propiedad privada del capital - problema complejo, si lo hubiera- como lo demuestran
las dramáticas improvisaciones totalitarias de los regímenes que intentaron llevarla a
cabo.
Sin embargo veremos que, a pesar de todos sus límites, en muchos aspectos el análisis
marxista conserva cierta pertinencia. Primero, Marx partió de una pregunta importante
(relativa a una concentración inverosímil de la riqueza durante la Revolución
Industrial) e intentó darle respuesta con los medios de los que disponía: he aquí un
proceder en el que los economistas actuales harían bien en inspirarse. Entonces, cabe
destacar que el principio de acumulación infinita defendido por Marx contiene una
intuición fundamental para el análisis tanto del siglo XXI como del XIX, y en cierta
manera aún más inquietante que el principio de escasez tan apreciado por Ricardo. Ya
que la tasa de incremento de la población y de la productividad permanece
relativamente baja, las riquezas acumuladas en el pasado adquieren naturalmente una
importancia considerable, potencialmente desmedida y desestabilizadora para las
sociedades a las que atañe. Dicho de otra manera, un bajo crecimiento permite
equilibrar tan sólo frágilmente el principio marxista de acumulación infinita: de ello
resulta un equilibrio que no es tan apocalíptico como el previsto por Marx, pero que no
deja de ser bastante perturbador. La acumulación se detiene en un punto finito, pero ese
punto puede ser sumamente elevado y desestabilizador. Veremos que el enorme
incremento del valor total de la riqueza privada -medido en años de producto nacional-,
que se observa desde la década de 1970-1980 en el conjunto de los países ricos -en
particular en Europa y en Japón-, obedece directamente a esta lógica.
De Marx a Kuznets: del apocalipsis al cuento de hadas
Al pasar de los análisis de Ricardo y de Marx en el siglo XIX a los de Simón Kuznets
en el siglo XX, se puede decir que la investigación económica pasó de un gusto
pronunciado -y sin duda excesivo- por las predicciones apocalípticas a una atracción
no menos excesiva por los cuentos de hadas, o por lo menos por los finales felices.
Según la teoría de Kuznets, en efecto, la desigualdad del ingreso se ve destinada a
disminuir en las fases avanzadas del desarrollo capitalista, sin importar las políticas
seguidas o las características del país, y luego tiende a estabilizarse en un nivel
aceptable. Propuesta en 1955, se trata realmente de una teoría para el mundo encantado
del período conocido como los “Treinta Gloriosos”: para Kuznets basta con ser
paciente y esperar un poco para que el desarrollo beneficie a todos (8). Una expresión
anglosajona resume fielmente la filosofía del momento: “Growth is a rising tide that
lifts all boats” [El crecimiento es una ola ascendente que levanta todos los barcos]. Es
necesario relacionar también ese momento optimista con el análisis de Robert Solow
en 1956 de las condiciones de un “sendero de crecimiento equilibrado”, es decir una
trayectoria de incremento en la que todas las magnitudes -producción, ingresos,
beneficios, sueldos, capital, precios de los activos, etc - progresan al mismo ritmo, de
tal manera que cada grupo social saca provecho del crecimiento en las mismas
proporciones, sin mayor divergencia. Se trata de la visión diametralmente opuesta a la
espiral desigualitaria ricardiana o marxista y de los análisis apocalípticos del siglo
XIX.
Para entender bien la considerable influencia de la teoría de Kuznets, por lo menos
hasta la década de 1980-1990, y en cierta medida hasta nuestros días, debemos insistir
en el hecho de que se trataba de la primera teoría en este campo basada en un profundo
trabajo estadístico. De hecho, habría que esperar hasta mediados del siglo XX para que
por fin se establecieran las primeras series históricas sobre la distribución del ingreso,
con la publicación en 1953 de la monumental obra de Kuznets La Part des hauts
revenus dans le revenu et l’épargne [La participación de los ingresos elevados en el
ingreso y el ahorro]. Concretamente, las series de Kuznets sólo se refieren a un país
(Estados Unidos) y a un período de 35 años (1913-1948). Sin embargo, se trata de una
importante contribución que se basa en dos fuentes de datos totalmente inaccesibles
para los autores del siglo XIX: por una parte, las declaraciones de ingresos tomadas del
impuesto federal sobre el ingreso creado en Estados Unidos en 1913; por la otra, las
estimaciones del producto nacional de Estados Unidos, establecidas por el propio
Kuznets algunos años antes. Fue la primera vez que salió a la luz una tentativa tan
ambiciosa de medición de la desigualdad de una sociedad (9).
Es importante entender bien que sin estas dos fuentes indispensables y
complementarias es simplemente imposible medir la desigualdad en la distribución del
ingreso y su evolución. Las primeras tentativas de estimación del producto nacional
datan desde luego de finales del siglo XVII y de principios del XVIII, tanto en el Reino
Unido como en Francia, y se multiplicaron a lo largo del XIX. Pero eran siempre
estimaciones aisladas: habría que esperar al siglo XX y al período entre las dos Guerras
para que se desarrollaran, a iniciativa de investigadores como Kuznets y Kendrick en
Estados Unidos, Bowley y Clark en el Reino Unido, o Dugé de Bernonville en Francia,
las primeras series anuales del producto nacional. Esta primera fuente permite medir el
producto total del país. Para medir los ingresos altos y su participación en el producto
nacional, también es necesario disponer de las declaraciones de ingresos: esta segunda
fuente fue suministrada, en todos los países, por el impuesto progresivo sobre el
ingreso, adoptado por varios países alrededor de la Primera Guerra Mundial (1913 en
Estados Unidos, 1914 en Francia, 1919 en el Reino Unido, 1922 en India, 1932 en
Argentina) (10).
Es esencial darse cuenta de que aun en ausencia de un impuesto sobre el ingreso
existían todo tipo de estadísticas relativas a las bases tributarias en vigor en un
momento dado (por ejemplo sobre la distribución del número de puertas y ventanas por
jurisdicción en la Francia del siglo XIX, lo que además no deja de ser interesante).
Estos datos, sin embargo, no nos dicen nada sobre los ingresos. Por otra parte, a
menudo las personas interesadas no conocen bien su ingreso mientras no tengan que
declararlo. Lo mismo sucede con el impuesto sobre las sociedades y sobre el
patrimonio. El impuesto no sólo es una manera de hacer contribuir a unos y otros con el
financiamiento de las cargas públicas y de los proyectos comunes, y de distribuir esas
contribuciones de la manera más aceptable posible; también es una manera de producir
categorías, conocimiento y transparencia democrática.
Lo cierto es que los datos que recolectó Kuznets le permitieron calcular la evolución de
la participación en el producto nacional estadounidense de los diferentes deciles y
percentiles superiores de la distribución del ingreso. Ahora bien, ¿qué encontró?
Advirtió que entre 1913 y 1948 en Estados Unidos se dio una fuerte reducción de las
desigualdades en los ingresos. Concretamente, en la década de 1910-1920, el decil
superior de la distribución, es decir el 10% de los estadounidenses más ricos, recibía
cada año hasta el 45-50% del producto nacional. A fines de la década de 1940, la
proporción de ese mismo decil superior pasó a aproximadamente el 30-35% del
producto nacional. La disminución -de más de diez puntos del producto nacional- es
considerable: es equivalente, por ejemplo, a la mitad de lo que recibe el 50% de los
estadounidenses más pobres (11). La reducción de la desigualdad fue clara y
contundente. Este resultado fue de importancia considerable, y tuvo un enorme
impacto en los debates económicos de la posguerra, tanto en las universidades como en
las organizaciones internacionales.
Hacía décadas que Malthus, Ricardo, Marx y tantos otros hablaban de las
desigualdades, pero sin aportar ni la más mínima fuente, el más mínimo método que
permitiera comparar con precisión las diferentes épocas y, por consiguiente, clasificar
las diferentes hipótesis. Ahora, por primera vez, se proponía una base objetiva; desde
luego imperfecta, pero con el mérito de existir. Además, el trabajo realizado estaba
sumamente bien documentado: el grueso volumen publicado por Kuznets en 1953
expuso de la manera más transparente posible todos los detalles sobre sus fuentes y sus
métodos, de tal modo que pudiera reproducirse cada cálculo. Y, por añadidura,
Kuznets presentó una buena nueva: la desigualdad disminuía.
La curva de Kuznets: una buena nueva en la época de la Guerra Fría
A decir verdad, el propio Kuznets estaba perfectamente consciente del carácter tan
accidental de la compresión de los elevados ingresos estadounidenses entre 1913 y
1948, que debía mucho a los múltiples shocks provocados por la crisis de la década de
1930 y la Segunda Guerra Mundial, y tenía poco que ver con un proceso natural y
espontáneo. En su grueso volumen publicado en 1953, Kuznets analizó sus series de
manera detallada y advirtió al lector del riesgo de cualquier generalización apresurada.
Pero en diciembre de 1954, en el marco de la conferencia que dictó como presidente de
la American Economic Association reunida en un congreso en Detroit, optó por
proponer a sus colegas una interpretación mucho más optimista de los resultados de su
libro de 1953. Esta conferencia, publicada en 1955 bajo el título “Crecimiento
económico y desigualdad de ingresos” es la que daría origen a la teoría de la “curva de
Kuznets”.
Según esta teoría, la desigualdad en cualquier lugar estaría destinada a seguir una
“curva en forma de campana” -es decir, primero crecería y luego decrecería- a lo largo
del proceso de industrialización y de desarrollo económico. Según Kuznets, a una fase
de crecimiento natural de la desigualdad característica de las primeras etapas de la
industrialización -y que en Estados Unidos correspondería grosso modo al siglo XIX-,
seguiría una fase de fuerte disminución de la desigualdad, que en Estados Unidos se
habría iniciado durante la primera mitad del siglo XX.
La lectura del texto de 1955 es esclarecedora. Tras haber recordado todas las razones
para ser prudente, y la evidente importancia de los shocks exógenos en la reciente
disminución de la desigualdad estadounidense, Kuznets sugirió, de manera casi
anodina, que la lógica interna del desarrollo económico, independientemente de toda
intervención política y de todo shock exterior, podría llevar igualmente al mismo
resultado. La idea sería que la desigualdad aumenta durante las primeras fases de la
industrialización (sólo una minoría está en condiciones de sacar provecho de las
nuevas riquezas producidas por la industrialización), antes de empezar a disminuir
espontáneamente durante las fases avanzadas del desarrollo (cuando una fracción cada
vez más importante de la población se beneficia del crecimiento económico, de ahí una
reducción espontánea de la desigualdad) (12).
Estas “fases avanzadas” se habrían iniciado a fines del siglo XIX o a principios del XX
en los países industrializados, y la reducción de la desigualdad ocurrida en Estados
Unidos durante los años 1913-1948 sólo sería el testimonio de un fenómeno más
general, que en principio todos los países, incluso los países subdesarrollados
sumergidos en ese entonces en la pobreza y la descolonización, deberían experimentar
tarde o temprano. Los hechos puestos en evidencia por Kuznets en su libro de 1953 se
volvieron súbitamente un arma política de gran poder (13). Kuznets estaba
perfectamente consciente del carácter por demás especulativo de una teoría como ésta
(14). Sin embargo, al presentar una teoría tan optimista en el marco de su Presidential
address a los economistas estadounidenses, que estaban muy dispuestos a creer y a
difundir la buena nueva presentada por su prestigioso colega, Kuznets sabía que tendría
una enorme influencia: había nacido la “curva de Kuznets". A fin de cerciorarse de que
todo el mundo había entendido bien de qué se trataba, se esforzó además en precisar
que el objetivo de sus predicciones optimistas era simplemente mantener a los países
subdesarrollados en “la órbita del mundo libre”. En gran medida, la teoría de la “curva
de
Kuznets” es producto de la Guerra Fría.
Entiéndanme bien: el trabajo realizado por Kuznets para establecer las primeras
cuentas nacionales estadounidenses y las primeras series históricas sobre la
desigualdad es muy considerable, y es evidente al leer sus libros -tanto más que sus
artículos- que tenía una verdadera ética de investigador. Por otro lado, el importante
crecimiento que tienen todos los países desarrollados en la posguerra es un
acontecimiento fundamental, y el hecho de que todos los grupos sociales hayan sacado
provecho de él lo es aun más. Es comprensible que haya prevalecido cierto optimismo
durante los años conocidos como los Treinta Gloriosos y que hayan perdido
popularidad las predicciones apocalípticas del siglo XIX sobre la dinámica de la
distribución de la riqueza.
Sin embargo, la mágica teoría de la “curva de Kuznets” fue formulada en gran medida
por malas razones, y su fundamento empírico es muy frágil. Veremos que la fuerte
reducción de las desigualdades en los ingresos que se produce en casi todos los países
ricos entre 1914 y 1945 es ante todo producto de las guerras mundiales y de los
violentos shocks económicos y políticos que éstas provocaron (sobre todo para los
poseedores de fortunas importantes), y poco tiene que ver con el apacible proceso de
movilidad intersectorial descrito por Kuznets.
Reubicar el tema de la distribución en el centro del análisis económico
El tema es importante, y no sólo por razones históricas. Desde la década de 1970, la
desigualdad creció significativamente en los países ricos, sobre todo en Estados
Unidos, en donde en la década de 2000-2010 la concentración de los ingresos recuperó
-incluso rebasó ligeramente- el nivel récord de la década de 1910-1920: es pues
esencial comprender bien cómo y por qué la desigualdad disminuyó la primera vez.
Desde luego, el fuerte desarrollo de los países pobres y emergentes -y sobre todo de
China-, potencialmente es una poderosa fuerza de reducción de la desigualdad en todo
el mundo, a semejanza del crecimiento de los países ricos durante los Treinta
Gloriosos. Sin embargo, este proceso genera fuertes inquietudes en el seno de los
países emergentes, y más aún en el de los países ricos. Además, los impresionantes
desequilibrios observados en las últimas décadas en los mercados financieros,
petroleros e inmobiliarios, de manera bastante natural pueden suscitar dudas respecto
del carácter ineluctable del “sendero de crecimiento equilibrado” descrito por Solow y
Kuznets, y conforme al cual supuestamente todas las variables económicas clave
crecen al mismo ritmo. ¿Acaso el mundo de 2050 o de 2100 será poseído por los
traders, los súper ejecutivos y los dueños de fortunas importantes, o bien por los países
petroleros, o inclusive por el Banco de China, o quizá lo sea por los paraísos fiscales
que resguarden de una u otra manera al conjunto de esos actores? Sería absurdo no
preguntárselo y suponer por principio que a largo plazo el desarrollo se “equilibra”
naturalmente.
En cierta forma, en este inicio del siglo XXI estamos en la misma situación que los
observadores del siglo XIX: asistimos a transformaciones impresionantes, y es muy
difícil saber hasta dónde pueden llegar, y qué aspecto tendrá la distribución mundial de
las riquezas, tanto entre los países como en el interior de ellos, en el horizonte de
algunas décadas. Los economistas del siglo XIX tenían un inmenso mérito: situaban el
tema de la distribución en el centro del análisis e intentaban estudiar las tendencias de
largo alcance. Sus respuestas no siempre eran satisfactorias, pero por lo menos se
hacían las preguntas correctas. En el fondo no tenemos ninguna razón para creer en el
carácter autoequilibrado del crecimiento. Ya es tiempo de reubicar el tema de la
desigualdad en el centro del análisis económico y de replantear las cuestiones
propuestas en el siglo XIX. Durante demasiado tiempo, el asunto de la distribución de
la riqueza fue menospreciado por los economistas, en parte debido a las conclusiones
optimistas de Kuznets, y en parte por un gusto excesivo de la profesión por los modelos
matemáticos simplistas llamados “de agente representativo” (15). Y para reubicar el
tema de la distribución en el centro del análisis, se debe empezar por reunir un máximo
de datos históricos que permita comprender mejor las evoluciones del pasado y las
tendencias en curso, pues al establecer primero pacientemente los hechos y las
regularidades, al cotejar las experiencias de los diferentes países, podemos tener la
esperanza de circunscribir mejor los mecanismos en juego y darnos luz para el
porvenir.
1. Friedrich Engels (1820-1895), quien se volvería amigo y colaborador de Marx, tuvo
una experiencia directa con su objeto de estudio, pues en 1842 se instaló en Manchester
y dirigió una fábrica de su padre.
2. Recientemente, el historiador Robert Alien propuso llamar “pausa de Engels" a ese
largo estancamiento salarial.
3. K. Marx y F. Engels, El manifiesto comunista, Jesús Izquierdo Martín (trad.), Fondo
de Cultura Económica, México, 2007.
4. Y la primera frase prosigue así: “Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido
en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, los
radicales franceses y los polizontes alemanes”.
5. Idem. El talento literario y polémico de Karl Marx (1818-1883), filósofo y
economista alemán, explica sin duda parte de su inmensa influencia.
6. Marx había publicado en 1847 La miseria de la filosofía, libro en el que ridiculizó La
filosofía de la miseria, publicada por Proudhon algunos años antes.
7. Marx intentó a veces utilizar de la mejor manera posible el aparato estadístico de su
época (que era mejor que el de la época de Malthus y Ricardo, aunque objetivamente
seguía siendo bastante rudimentario), pero muy a menudo lo hizo de manera
relativamente impresionista y sin establecer de manera muy clara el vínculo con sus
desarrollos teóricos.
8. Los Treinta Gloriosos es el nombre dado a menudo -sobre todo en Europa
continental- a las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, caracterizadas
por un crecimiento particularmente fuerte.
9. Simón Kuznets fue un economista estadounidense nacido en Ucrania en 1901, quien
se mudó a Estados Unidos a partir de 1922. Fue estudiante en Columbia, luego profesor
en Harvard; falleció en 1985. Es autor tanto de las primeras cuentas nacionales
estadounidenses como de las primeras series históricas sobre la desigualdad.
10. Ya que a menudo las declaraciones de los ingresos sólo atañen a una parte de la
población y de los ingresos, es esencial disponer también de las cuentas nacionales
para calcular el total de los ingresos.
11. Dicho de otra manera, las clases populares y medias -a las que se puede definir
como el 90 por ciento de los estadounidenses más pobres- vieron que se incrementó
claramente su participación en el producto nacional: de 50-55 por ciento en la década
de 1910-1920 a 65-70 por ciento a finales de la década de 1940.
12. Esta curva también es conocida como “curva en U invertida”. El mecanismo
específico descrito por Kuznets se basa en la idea de una progresiva transferencia de la
población de un sector agrícola pobre hacia un sector industrial rico (al principio sólo
una minoría goza de las riquezas del sector industrial, de ahí el incremento de la
desigualdad; luego todo el mundo goza de ellas, por lo que se da una reducción de la
desigualdad), pero es evidente que ese mecanismo muy estilizado puede adquirir una
forma más general (por ejemplo, la forma de transferencias progresivas de mano de
obra entre diferentes sectores industriales o entre diferentes empleos más o menos bien
remunerados, etc.).
13. Es interesante señalar que Kuznets no tuviera ninguna serie que demostrara el
incremento de la desigualdad en el siglo XIX, pero que ello le pareciera evidente
(como a la mayoría de los observadores de la época).
14. Como lo precisa él mismo: “Esto es tal vez un 5 por ciento de información empírica
y 95 por ciento de especulación, y posiblemente parte de esto no sea más que una
ilusión”.
15. En esos modelos, que se impusieron tanto en la investigación como en la enseñanza
de la economía desde la década de 1960-1970, se supone por regla general que cada
uno recibe el mismo salario, posee la misma riqueza y dispone de los mismos ingresos,
de tal manera que por definición todos los grupos sociales gozan del crecimiento en las
mismas proporciones. Semejante simplificación de la realidad puede justificarse para
estudiar ciertos problemas muy específicos, pero desde luego limita drásticamente al
conjunto de las cuestiones económicas que pueden plantearse.
El texto es un fragmento de la Introducción de El capital en el siglo XXI, cedido a el
Dipió por Fondo de Cultura Económica y su revista La Gaceta.
Traducción: Eliane Cazenave-Tapie Isoard
* Profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la París School of
Economics.
LA ERA DE LA VULNERABILIDAD
Por mucho que la economía se recupere, será un fracaso si la desigualdad sigue
creciendo
Joseph Stiglitz
26 de Octubre de 2014
Dos nuevos estudios muestran, una vez más, la magnitud del problema de la
desigualdad que azota a Estados Unidos. El primero, el informe anual sobre ingresos y
pobreza, emitido por la Oficina del Censo de Estados Unidos, muestra que, a pesar de
la supuesta recuperación de la economía desde la Gran Recesión, los ingresos de los
estadounidenses comunes continúan estancados. El ingreso promedio de los hogares,
ajustado a la inflación, se mantiene por debajo del nivel de hace un cuarto de siglo.
Antes se pensaba que la mayor fortaleza de Estados Unidos no era su poder militar,
sino un sistema económico que era la envidia del mundo. Sin embargo, ¿por qué otros
buscarían emular un modelo económico mediante el cual una gran parte —incluso una
mayoría— de la población ha visto que sus ingresos se estancan mientras que ios
ingresos de los ubicados en la parte superior de la distribución de ingresos se disparan
al alza?
Un segundo estudio, el Informe sobre Desarrollo Humano 2014 del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, corrobora estos hallazgos. Cada año, el PNUD
publica una clasificación de países según su índice de desarrollo humano (IDH), el cual
incorpora otras dimensiones del bienestar además del ingreso, que incluyen las
relacionadas a la salud y educación.
EE UU, según el IDH, ocupa el quinto lugar en el mundo y se encuentra por debajo de
Noruega, Australia, Suiza y los Países Bajos. No obstante, cuando su puntuación se
ajusta por el factor desigualdad, esta cae 23 puntos —uno los más grandes descensos
de ese tipo entre los países altamente desarrollado. De hecho, EE UU cae por debajo de
Grecia y Eslovaquia, países que las personas normalmente no consideran como
modelos a seguir o como competidores de EE UU en la disputa por los primeros
puestos en las tablas de clasificación.
El informe del PNUD hace hincapié en otro aspecto del desempeño social: la
vulnerabilidad. Señala que, si bien muchos países lograron sacar a las personas de la
pobreza, la vida de muchas de esas personas continúa siendo precaria. Una pequeña
vicisitud —por ejemplo, una enfermedad en la familia— puede empujarlas
nuevamente a la indigencia. La movilidad descendente es una amenaza real, mientras
que la movilidad ascendente es limitada.
En Estados Unidos la movilidad ascendente es más un mito que una realidad, mientras
que la movilidad descendente y la vulnerabilidad es una experiencia ampliamente
compartida. Esto se debe, en parte, al sistema de atención de salud de Estados Unidos,
el cual continúa dejando a los estadounidenses pobres en una situación precaria, a pesar
de las reformas del presidente Barack Obama.
Aquellos en la parte inferior se encuentran sólo a pocos pasos de la quiebra,
enfrentando todo lo que esto implica. Con frecuencia, es suficiente que sufran una
enfermedad, divorcio o pérdida del empleo para que se vean empujados al abismo.
La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible de 2010 (también
llamada Obamacare) tenía la intención de desahogar estas amenazas —y hay fuertes
indicios que señalan que esta ley sí se encuentra de camino a reducir significativamente
el número de estadounidenses sin seguro médico. Sin embargo, y en parte debido a un
fallo de la Corte Suprema y a la obstinación de los gobernadores y legisladores
republicanos, que en dos docenas de Estados de EE UU se han negado a ampliar
Medicaid (seguro para los pobres) —a pesar de que el Gobierno federal paga casi la
totalidad de la factura— 41 millones de estadounidenses permanecen sin seguro de
enfermedad. Cuando la desigualdad económica se traduce en desigualdad política —tal
como ha sucedido en muchas regiones de EE UU—, los gobiernos prestan poca
atención a las necesidades de aquellos en los estratos inferiores.
Ni el producto interior bruto (PIB) ni el IDH reflejan cambios en el transcurso del
tiempo o las diferencias entre países en cuanto a la vulnerabilidad. No obstante, en
Estados Unidos y en otros lugares se ha mostrado una marcada disminución de la
seguridad del empleo.
Aquellos con un trabajo se preocupan sobre si van a ser capaces de mantenerlos,
mientras que los desempleados se preocupan sobre si van a conseguir trabajar.
La reciente crisis económica aniquiló la riqueza de mucha gente. En EE UU, incluso
después de la recuperación del mercado de valores, la mediana de la riqueza cayó más
del 40% desde el año 2007 al 2013. Eso significa que muchas de las personas mayores
y aquellas que se acercan a la jubilación se preocupan sobre sus niveles de vida.
Millones de estadounidenses han perdido sus viviendas y millones de personas más se
enfrentan a la inseguridad de saber que pueden perder las suyas en el futuro.
Estas inseguridades se suman a las que durante mucho tiempo han enfrentado los
estadounidenses. En las zonas urbanas centrales marginadas del país miles de jóvenes
hispanos y afroamericanos se enfrentan a la inseguridad de una policía y un sistema
judicial que son disfuncionales e injustos; cruzarse en el camino de un oficial de policía
que tuvo una mala noche puede llevar a una pena de prisión injustificada, o incluso a
peores situaciones.
Tradicionalmente, Europa ha entendido la importancia de abordar la vulnerabilidad
mediante el suministro de un sistema de protección social. Los europeos han
reconocido que un buen sistema de protección social puede incluso conducir a un
mejor desempeño económico en general, debido a que los individuos están más
dispuestos a asumir riesgos que conducen a un mayor crecimiento económico.
No obstante, en muchas partes de Europa, en la actualidad, la alta tasa de paro (12% en
promedio, y del 25% en los países más afectados), junto con los recortes en la
protección social que fueron inducidos por la austeridad, se han traducido en un
aumento sin precedentes en la vulnerabilidad. Esto implica que la caída del bienestar
de la sociedad puede ser mucho mayor a la disminución que muestran la medición
convencional del PIB —cifras que por sí solas ya son bastante sombrías, debido a que
la mayoría de los países publican ingresos reales per cápita (ajustados a la inflación)
que son menores en la actualidad que aquellos que mostraban antes de la crisis—. Es
decir, que se ha perdido un lustro.
El informe emitido por la Comisión Internacional para la Medición del Desempeño
Económico y el Progreso Social (que presidí) hizo hincapié en que el PIB no es una
buena medida para mostrar cuán bien se desempeña la economía. Los informes del
Censo de EE UU y del PNUD nos recuerdan la importancia de esta percepción. Ya se
ha sacrificado demasiado en el altar del fetichismo del PIB.
Independientemente de cuán rápido crece el PIB, un sistema económico que no puede
brindar ganancias a la mayoría de sus ciudadanos y en el cual una proporción creciente
de la población se enfrenta a una inseguridad cada vez mayor es, fundamentalmente, un
sistema económico fracasado. Y algunas las políticas, como las de la austeridad, que
aumentan la inseguridad y conducen a ingresos y nivel de vida menores a grandes
segmentos de la población son, fundamentalmente, políticas errónea
El imperio y la legitimación de la tortura
Atilio Borón
12 de Diciembre de 2014
La publicación del Informe del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos
dado a conocer días pasados describe con minuciosidad las diferentes “técnicas de
interrogación” utilizadas por la CIA para extraer información relevante en la lucha
contra el terrorismo. Lo que se hizo público es apenas un resumen, de unas 500
páginas, de un estudio que contiene unas 6.700 y cuya primera y rápida lectura produce
una sensación de horror, indignación y repugnancia como pocas veces experimentó
quien escribe estas líneas.[1] Los adjetivos para calificar ese lúgubre inventario de
horrores y atrocidades no alcanzan a transmitir la patológica inhumanidad de lo que allí
se cuenta, sólo comparables a las violaciones a los derechos humanos perpetradas en la
Argentina por la dictadura cívico-militar, o las que en el marco del Plan Cóndor se
consumaron en contra de miles de latinoamericanos en los años de plomo.
El Informe es susceptible de múltiples lecturas, que seguramente animarán un
significativo debate. Para comenzar digamos que su sola publicación produce un daño
irreparable a la pretensión estadounidense de erigirse como campeón de los derechos
humanos, siendo que una agencia del gobierno, con línea directa a la Presidencia,
perpetró estas atrocidades a lo largo de varios años con el aval -caso de George W.
Bush- o la displicente indiferencia de su sucesor en la Casa Blanca.
Obviamente, si ya antes Estados Unidos carecía de autoridad moral para juzgar a
terceros países por presuntas violaciones a los derechos humanos, después de la
publicación de este Informe lo que debería hacer Barack Obama es pedir perdón a la
comunidad internacional (cosa que desde luego no hará, o no lo dejarán hacer, como lo
demostró el escándalo de los espionajes), interrumpir definitivamente la publicación de
los informes anuales sobre la situación de los derechos humanos y del combate al
terrorismo en donde se califica el comportamiento de todos los países del mundo
(excepto Estados Unidos, juez infalible que no puede ser enjuiciado) y asegurarse que
prácticas tipificadas como torturas por el Informe senatorial no sólo no volverán a ser
utilizadas por la CIA o las fuerzas regulares del Pentágono sino tampoco por el número
creciente de mercenarios enrolados para defender los intereses del imperio, lo que
tampoco tiene demasiadas probabilidades de ocurrir.
Precisamente, la idea de nutrir cada vez más a las fuerzas del Pentágono con
mercenarios reclutados por sus aliados en el Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Emiratos,
Qatar, etcétera) o por compañías especializadas, como Academi (la tenebrosa ex
Blackwater) es liberar al gobierno de los Estados Unidos de cualquier responsabilidad
por violaciones a los derechos humanos que pudieran cometer estos “contratistas”,
como eufemísticamente se los denomina. Al “tercerizar” de este modo sus operaciones
militares en el exterior la aplicación de torturas en contra de presuntos, o verdaderos,
terroristas se realiza al margen de las estipulaciones de la Convención de Ginebra que
establece que los prisioneros de guerra deben tener garantías jurídicas de defensa y ser
tratados de modo humanitario. Los mercenarios o “contratistas”, por el contrario, son
bandas contratadas por Washington para operaciones especiales, actuando al margen
de toda ley. No tienen prisioneros sino “detenidos”, a los cuales pueden mantener bajo
su custodia todo el tiempo que consideren necesario, negándoseles el derecho a la
defensa y quedando a merced de los maltratos o las torturas que sus captores decidan
aplicarles, gozando para ello de total impunidad.
En segundo lugar, el Informe obvia considerar que la tortura fue legalizada por el
Presidente George W. Bush. Tal como lo hemos señalado en un estudio publicado en
2009 la tortura como una práctica habitual venía siendo utilizada desde mucho tiempo
atrás por la CIA y otras agencias del gobierno federal. En dicho texto decíamos que “a
partir de los atentados del 11 de Septiembre y la nueva doctrina estratégica establecida
por el presidente George W. Bush al año siguiente (“guerra contra el terrorismo",
“guerra infinita”, etcétera) las torturas a prisioneros, sean éstos supuestos combatientes
enemigos o simple sospechosos, se tornaron prácticas habituales en los interrogatorios,
así como también los tratos inhumanos o degradantes infligidos a las personas bajo
custodia de las tropas estadounidenses. A fin de evitar las consecuencias legales que se
desprenden de esta situación Washington adoptó como una de sus políticas el traslado
de sus prisioneros a cárceles situadas en países donde la tortura es legal o en los cuales
las autoridades no tienen interés alguno en impedirla, sobre todo si se trata de favorecer
los planes estadounidenses; o enviarlos a Afganistán, Irak o la propia base
norteamericana de Guantánamo, donde se puede interrogar brutalmente a cualquier
prisionero sin ningún tipo de monitoreo judicial y sin la presencia de molestos
observadores como, por ejemplo, la Cruz Roja lntemacional.”[2]
Para estupor de propios y ajenos, aún después de haberse dado a conocer el Informe del
Senado el vocero de la Casa Blanca apeló a ridículos eufemismos cuando transmitió el
repudio del presidente Obama por sus revelaciones: condenó los “duros y atroces
interrogatorios” practicados por la CIA, obviando utilizar el término correcto para
definir lo que según la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanas o Degradantes es simple y llanamente eso: tortura. En su artículo primero la
Convención establece que “Se entenderá por el término ‘tortura’ todo acto por el cual
se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión; de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido;
o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en
cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos
por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a
instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas
los dolores o sufrimiento que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o
que sean inherentes o incidentales a estas.” [3]
De acuerdo a esta definición es imposible sostener que prácticas tales como la
“rehidratación rectal", la “hipotermia”, la “alimentación rectal”, colgar a una víctima
de una barra, amenazar con violar a su esposa o hijas, la prohibición de dormir o el
“submarino” (“waterboarding”, como se la llama en inglés) aplicadas cruelmente por
horas y días para interrogar sospechosos de terrorismo no constituyen flagrantes casos
de tortura.[4]
No obstante ello, en Marzo de 2008 el presidente Bush vetó una ley del Congreso que
prohibía la aplicación del “submarino” a presuntos terroristas, dando cumplimiento a
un anuncio previo en el cual advertía que vetaría cualquier pieza legislativa que
impusiera limitaciones al uso de la tortura como método válido y legal de
interrogación. En respuesta a sus críticos la Casa Blanca dijo que sería absurdo obligar
a la CIA a respetar los preceptos establecidos por la legislación internacional porque
sus agentes no se enfrentaban a combatientes legales, fuerzas regulares de un estado
operando de conformidad con los principios tradicionales sino a terroristas que actúan
con total desprecio por cualquier norma ética. De este modo Bush y su pandilla
intentaron justificar la violación permanente de los derechos humanos bajo el pretexto
del “combate al terrorismo”. No sólo eso: su Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld,
autorizó explícitamente en Diciembre del 2002 la utilización de por lo menos nueve
“técnicas de interrogación” que sólo en virtud de un perverso eufemismo pueden dejar
de ser calificadas como torturas. Lo interesante del caso es que Estados Unidos adhirió
a la citada Convención (que cuenta con 145 estados partes) en el año 1994 pero se
cuidó muy bien de ratificar el Protocolo que le otorga facultades de control al Comité
de la Tortura de las Naciones Unidas. En otras palabras, la simple adhesión a la
Convención fue una movida demagógica, carente de consecuencias prácticas en la
lucha contra la tortura.
El horror que despierta el Informe no debería llevarnos a pensar que allí se encuentra
toda la verdad. Si bien destruye el argumento central de la CIA en el sentido de que
esas “duras tácticas de interrogación” eran necesarias para prevenir nuevos ataques
terroristas contra Estados Unidos, lo cierto es que la estimación de los números de los
detenidos y torturados se ubica muy por debajo de lo que permiten inferir otras fuentes
documentales. En el Informe, por ejemplo, se dice que “la CIA mantuvo detenidas a
119 personas, 26 de los cuales aprehendidas ilegalmente”. Sin embargo, es sabido que
para perpetrar estas violaciones a los derechos humanos Estados Unidos habilitó
numerosas cárceles secretas en Polonia, Lituania, Rumania, Afganistán y Tailandia; y
contó con la colaboración de países como Egipto, Siria, Libia, Paquistán, Jordania,
Marruecos, Gambia, Somalia, Uzbekistán, Etiopía y Djibouti para realizar sus
interrogatorios, a la vez que algunas ejemplares “democracias” europeas, como
Austria, Alemania, Bélgica, Chipre, Croacia, Dinamarca, España, Finlandia, Irlanda,
Italia, Lituania, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia,
amén de otros países extraeuropeos, colaboraron en facilitar la entrega y traslado de
prisioneros a sabiendas de lo que les aguardaba a esas personas.[5] El número de
víctimas supera con creces las 119 del Informe. Téngase presente que según Human
Rights First, una organización no gubernamental estadounidense, el número total de
detenidos que pasaron por la cárcel de Guantánamo desde su inauguración fue de 779
personas.[6] Por otra parte, un informe especial de Naciones Unidas asegura que sólo
en Afganistán la CIA detuvo a 700 personas y a 18.000 en Irak, todos bajo la acusación
de “terroristas".[7] Ni hablemos de lo ocurrido en el campo de detención de Abu
Ghraib, tema que hemos examinado en detalle en nuestro libro.[8]
Para finalizar, tres conclusiones. Primero, el Informe pone el acento en la inefectividad
de las torturas soslayando imprescindibles consideraciones de carácter ético o político.
De las veinte conclusiones que se presentan en las primeras páginas del Informe sólo
una, la vigésima, expresa alguna preocupación marginal por el tema al lamentarse que
las torturas aplicadas por la CIA “dañaron la imagen de los Estados Unidos en el
mundo a la vez que ocasionaron significativos costos monetarios y no- monetarios.”
[9] No existe ninguna reflexión sobre lo que significa para un país que presume
orgullosamente de ser una democracia -o la más importante democracia del mundo,
según algunos de sus más entusiastas publicistas- además del “líder del mundo libre”
incurrir en prácticas monstruosas que sólo pueden calificarse como propias del
terrorismo de estado al estilo del que conociéramos en América Latina y el Caribe en el
pasado. La tortura no sólo degrada y destruye la humanidad de quien la sufre; también
degrada y destruye al régimen político que ordena ejecutarla, la justifica o la consiente.
Por eso es que este nuevo episodio demuestra, por enésima vez, el carácter farsesco de
la “democracia norteamericana”. De ahí que la expresión que mejor conviene para
retratar su verdadera naturaleza es el de “régimen plutocrático.” Régimen, porque
quien manda es un poder c/e fado, el complejo militar-financiero-industrial que nadie
ha elegido y a quien nadie rinde cuentas; y plutocrático, porque el contenido material
del régimen es la colusión de gigantescos intereses corporativos que son, como lo
anotara Jeffrey Sachs días atrás, quienes invierten centenares de miles de millones de
dólares para financiar las campañas y las carreras de los políticos y los lobbies que
cabildean en favor de sus intereses y que luego obtienen como compensación a sus
esfuerzos beneficios económicos de todo tipo que se miden en billones de dólares.
Todo esto, además, justificado por una decisión de la Corte Suprema de Estados
Unidos que legalizó los donativos ilimitados que, en su enorme mayoría, pueden
beneficiarse del anonimato.[10]
Segundo, el Informe se abstiene de recomendar la persecución legal de los
responsables de las monstruosidades perpetradas por la CIA. Ante una descripción que
parece inspirada en las más horribles escenas del Infierno de Dante, los autores se
abstienen de recomendar al Premio Nobel de la Paz que la justicia tome cartas en el
asunto. Pero el pacto de impunidad está consagrado, y ante la inacción de la Casa
Blanca los torturadores y sus numerosos cómplices, dentro y fuera de la
Administración Bush, han salido a apoyar abiertamente las torturas y acusar a los
redactores del Informe de parcialidad ideológica, todo esto en medio de una desaforada
exaltación del chauvinismo estadounidense y de una cuidadosa ocultación de las
mentiras utilizadas por Bush y su pandilla, desde las referidas a qué fue lo que
realmente ocurrió el 11-S, en donde hay más incógnitas que certezas, hasta la
acusación a Irak de poseer armas de destrucción masiva. Dado que Obama ha dado a
entender que no enjuiciará a los responsables materiales e intelectuales de estos
crímenes la conclusión es que no sólo se legaliza la tortura sino que también se la
legitima, se la aprueba, tal vez como un “mal necesario” pero se la justifica. Ante ello
sería bueno que algún tribunal del extranjero, actuando bajo el principio de la
jurisdicción universal en materia de delitos de lesa humanidad, trate de hacer justicia
allí donde el régimen norteamericano apaña la impunidad de los criminales y consagra
la perversión y la maldad como una virtud.
Tercero y último: la deplorable complicidad de la prensa. Todos sabían que la CIA y
otras fuerzas especiales del Pentágono tienen incorporada la tortura de prisioneros
como un SOP (“standard operating procedures”, un procedimiento estandardizado de
operación en la jerga militar de los servicios norteamericanos), como se ha dicho más
arriba. Pero los grandes medios -no tan sólo los pasquines rabiosamente derechistas de
la cadena de Rupert Murdoch y muchos otros de su tipo, dentro y fuera de Estados
Unidos- conspiraron voluntariamente o no, es irrelevante, para no llamar a la cosa por
su nombre y utilizar en cambio toda clase de eufemismos que permitieran edulcorar la
noticia y mantener engañada a la población norteamericana. Para el Washington Post,
el New York Times y la Agencia Reuters eran métodos de interrogación “brutales”,
“duros” o “atroces", pero no torturas; para la cadena televisiva CBS eran “técnicas
extremas de interrogación” y para Candy Crowley, la jefa de la corresponsalía política
de la CNN en Washington, eran “torturas, pero según quien las describa”. Para el canal
de noticias MSNBC (fusión de Microsoft con la NBC) eran, según Mika Brzezinski,
hija del estratego imperial Zbigniew Brzezinski y, por lo visto, fiel discípula de las
enseñanzas de su padre, “tácticas de interrogación utilizadas por la CIA”. Esta es la
gente que luego es señalada por los políticos y los intelectuales de la derecha para
darnos lecciones de democracia y de libertad de prensa en América Latina y el Caribe.
Sería bueno tomar nota de su complicidad con estos crímenes y de su absoluta carencia
de virtudes morales como para dar lecciones a nadie.
- Dr. Atilio Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
(PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico
2013.www.atilioboron.com.ar
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Notas
[1] El Informe puede consultarse en la siguiente dirección:
https://es.scribd.com/doc/249652086/Senate-Torture-Report
[2] Cf. Atilio A. Boron y Andrea Vlahusic, El Lado Oscuro del Imperio. La Violación
de los Derechos Humanos por Estados Unidos (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg,
2009), pp. 43-44.
[3] Ibid., p. 44.
[4] Sobre el tema de la tortura el libro de Roberto Montoya, La impunidad imperial.
Como Estados Unidos legalizó la tortura y “blindó” ante la justicia a sus militares,
agentes y mercenarios (Madrid: La esfera de los libros, 2005) es una fuente
absolutamente imprescindible por la meticulosidad de su investigación y la sólida
fundamentación de los casos examinados. Particularmente instructivo es su análisis de
las 35 “técnicas de interrogación”, las cuales, como dicen los miembros de una
Comisión ad-hoc convocada por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, podrían
tener como resultado “que personal estadounidense involucrado en el uso de esas
técnicas pudieran ser objeto de persecución por violación de los derechos humanos en
otros países o que pudiera ser entregado a foros internacionales, como la Corte Penal
Internacional. Esto tendría un impacto en futuras operaciones o viajes al exterior de ese
personal." Cf. Montoya, op. cit, pp. 130-134. Datos más específicos sobre las “técnicas
de interrogación” se encuentran en
http://globalsecurity.org/intell/library/policy/army/fm/fm34- 52
[5] “¿Qué países colaboraron con el programa de torturas de la CIA”, informe
elaborado sobre la base de documentación aportada por la American Civil Liberties
Union y la Open Society Justice Initiative, y publicado por La Nación (Buenos Aires)
el 10 de Diciembre del 2014. Ver
http://www.lanacion.com.ar/1751052-que-paises-colaboraron-con-el-programa-
de-torturas-de-la-cia
[6] http://www.humanrightsfirst.org/sites/default/files/gtmo-by-the-numbers-2014-11
-24.pdf
[7] Cf. “Preiiminary Findings on Visit to United States by Special Rapporteur on
Human Rights and Counter-terrorism”, May 29, 2007, en El Lado Oscuro, op. cit., pp.
55-56.
[8] El lado oscuro, op. cit., pp. 47-48
[9] Informe, op. cit., pg.16.
[10] “Understanding and overcoming America’s plutocracy”, Huffíngton Post, 6
Noviembre 2014.
http://www.huffingtonpost.com/jeffrey-sachs/understanding-and-overcom_b_611361
8.html
La derrota del bipartidismo español
Federico Vázquez*
En las pasadas elecciones europeas el 25 de mayo, la crisis de representación política
española se hizo notar en las urnas. Por primera vez en la era democrática del país,
los dos partidos mayoritarios, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el
Partido Popular (PP), que gobiernan ininterrumpidamente desde hace más de treinta
años, no lograron sumar ni el 50% de los votos, dándole lugar a nuevas fuerzas
políticas como al partido político Podemos. ¿Se desplomará el bipartidismo español?
¿Habrá algún antecedente en el mundo? Un grupo de politólogos progresistas,
atrincherados durante años en los claustros universitarios, deciden ir más allá de las
aulas y pasar a la acción, arman un partido político y se presentan a elecciones. Y Ies va
bien. La fuerza política se llama Podemos y fue la sorpresa electoral de España en las
pasadas elecciones europeas celebradas el 25 de mayo.
Pero la originalidad no termina ahí: los politólogos, devenidos en políticos,
encabezados por Pablo Iglesias, lograron cinco bancas en el Parlamento Europeo y
1.250.000 votos con un discurso absolutamente contrario a la biblioteca del “catch air.
Lo hicieron más bien bajo la bandera gramsciana de la contra hegemonía: lograron que
un puñado de verdades que parecían minoritarias se conviertan, en poco tiempo, en
sentido común de una parte de la sociedad.
Esa ruptura en el discurso político dominante no se trató de un simple corrimiento
hacia la izquierda. Por un lado, Podemos apuntó contra el bipartidismo del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP) -a los que denomina
“casta”, unificándolos como parte de un sólo conjunto- que gobierna
ininterrumpidamente desde la transición democrática pos franquista. Esto le permitió
abrir un abanico de temas que hasta entonces eran tabú en España, como la pérdida de
soberanía frente a Alemania, el autoritarismo residual de la Constitución de 1978 o la
irracionalidad de sostener a los bancos mientras se desfinancia la seguridad social. Pero
el quiebre también se da hacia el otro lado: Podemos propone la herejía de sostener que
el eje derecha - izquierda (fundante y constitutivo del imaginario político no sólo
español sino europeo) es hoy superado por contradicciones más urgentes como
“oligarquía-pueblo” o el ya mencionado “casta-ciudadanos”.
Se siente la brisa de la política latinoamericana en esas dicotomías heterodoxas. Y es
que otra ruptura de Podemos respecto a los parámetros políticamente correctos de
España es, justamente, su mirada respecto a los gobiernos progresistas de América
Latina. Algunos de sus miembros fundadores, como Juan Carlos Monedero, Íñigo
Errejón y el propio Pablo Iglesias -mucho antes de incursionar en el terreno electoral-
realizaron estudios y trabajos de asesoría para ios gobiernos de Venezuela, Bolivia y
Ecuador, entre otros.
Mientras disfruta el segundo cortado en un bar del centro de la ciudad de Buenos Aires,
Juan Carlos Monedero advierte, desde el vamos, que no existe ningún interés por
copiar modelos. Prefiere usar la palabra “considerar”, y usa un giro metafórico cuando
habla de América Latina: “un espejo donde puedes ver tu realidad y eso te permite
limpiar prejuicios”. Lejos, entonces, de tomar recetas de políticas públicas, la
referencia se da en un nivel más abstracto y profundo a la vez: “nosotros, en Europa,
planteamos que había que recuperar la pasión por la política, porque se estaban dejando
las emociones solamente a la extrema derecha” desliza Monedero. América Latina,
antes que un faro, parece haber funcionado como una lupa donde quedó expuesta y
amplificada no una solución, sino una carencia.
Los orígenes
Más allá de estas referencias sobre América Latina, el origen de Podemos está
íntimamente ligado a lo que allí quedó nombrado como 15M y en Argentina se conoció
como el movimiento de los “indignados”. En marzo de 2011, luego de tres años de
crisis económica, un manifiesto llamado ¡Democracia Real YA!, realizado por
pequeños colectivos sociales, comenzó a tener un apoyo aluvional en las redes
sociales. 1 El texto hacía hincapié en las llagas sociales producto de la crisis
(desempleo, recortes sociales) pero también en una acusación ética al conjunto de la
clase política. El 15 de mayo, las calles de Madrid y otras ciudades españolas se
inundaron de ciudadanos que salieron entusiasmados bajo consignas como “no somos
mercancías en manos de políticos y banqueros”. Un sector minoritario, pero que fue
creciendo en cuestión de horas, decidió acampar en la Plaza del Sol. Había empezado
un movimiento social inesperado, por fuera del marco de los partidos políticos y los
sindicatos quienes, hasta ese momento, tenían el monopolio de las manifestaciones
públicas (tal vez con la excepción de las manifestaciones de las víctimas de ETA, que
sin embargo solían ser acompañadas por el gobierno y los partidos políticos).
Monedero recuerda que al día siguiente del 15M, el humorista gráfico apodado “El
Roto”, publicó una viñeta en el diario El País que resumía la sensación de lo que había
pasado: “los jóvenes salieron a las calles y súbitamente todos los partidos
envejecieron”. La crisis de representación había quedado expuesta. La épica de la
transición a la democracia había quedado muy atrás, junto a los discos de Serrat y Ana
Belén. Lo que había sido el “destape” posfranquista fue mutando, a lo largo de tres
décadas, en un sistema político anquilosado, donde la alternancia entre el PSOE y el PP
tenía incluso, su pata “rebelde” en la participación testimonial y predecible de
Izquierda Unida.
Cuando la espuma del consumo primermundista bajó abruptamente con la crisis del
2008, los jóvenes españoles no sólo descubrieron que vivían en un país viejo, sino que,
además, eran más pobres que sus padres.
El movimiento de indignados, de espíritu asambleario y refractario a todo lo que huela
a partidos políticos, siguió liberando energía social contenida, pero fue incapaz de dar
un salto organizativo o programático. Salvando las distancias, algo similar a lo que
ocurrió en Argentina con las asambleas barriales posteriores a la crisis de 2001, donde
una oleada de politización inorgánica no pudo ni construir herramientas propias que la
hagan perdurar, ni adscribir a organizaciones por fuera de ella.
El avance de la crisis hizo emerger manifestaciones sociales cada vez más numerosas.
La más grande fue, de hecho, este mismo año, el 22 marzo pasado, cuando ocho
columnas convergieron en Madrid desde distintos puntos de España. Según las
organizaciones convocantes, fue la concentración más importante de los últimos años,
con cerca de 2 millones de asistentes.
En ese clima convulsionado, el grupo de politólogos de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, funda Podemos y
deciden competir en las elecciones europeas del 25 de mayo.
Los medios y el liderazgo
Con las movilizaciones del 15M como trasfondo social, resta todavía entender cómo
hicieron para constituir un grupo político exitoso desde las aulas universitarias. En una
especie de berlusconismo inverso, la clave estuvo en la televisión. La primera salida a
la luz pública fue con un programa político (“La Tuerka”), trasmitido desde canales
zonales de Madrid y luego compartido en las redes sociales, donde Pablo Iglesias hacía
las veces de conductor joven, carismático y políticamente incorrecto. Esta herramienta
comunicacional, por demás modesta, fue suficiente para hacer ruido. La audiencia
creció, entusiasmada porque se debatían temas ausentes en los medios de
comunicación masivos, como la vigencia del sistema monárquico o de la propia
Constitución. A comienzos de 2013, Iglesias fue invitado a un programa de televisión
emblemático de la derecha, “El gato al agua”. Fue el comienzo de un raid por los
programas políticos más vistos de la televisión española que, al ver la repercusión que
generaba, buscaban tenerlo cada vez más en las tertulias nocturnas. Es interesante
anotar el sendero comunicacional de Podemos: de los márgenes de la “alternatividad”
al epicentro mediático, con el objetivo de instalar la discusión en terrenos ajenos y
hostiles, antes que contentarse con el refugio de los dispositivos comunicaciones
propios. Y ahí se soldó el elemento que faltaba para el proyecto político: Pablo Iglesias
pasó de ser un profesor universitario con pedigrí político (es nieto del fundador del
PSOE, de nombre homónimo) a un referente popular. La importancia de su figura, a
pesar del discurso de horizontalidad y participación que promueve Podemos, quedó
demostrada en la elección del 25 de mayo, cuando decidieron incorporar en las boletas
la cara del candidato, algo inusual en un país acostumbrado a la preponderancia de las
estructuras partidarias.
En este sentido, y volviendo al vínculo de Podemos con las experiencias políticas de
América Latina, Juan Carlos Monedero conceptualiza la idea del liderazgo, con un
juego de palabras oximonórico: un leninismo amable. Y lo explica así: “Nosotros
estamos planteando que en Europa, sometida a enormes perplejidades (a la crisis del
mundo del trabajo, al desarrollo tecnológico, a la crisis de las ideologías, a la crisis de
la familia tradicional, a la crisis de los Estados nacionales) había que reducir la
incertidumbre para poder operar políticamente. Y la manera de reducir la
incertidumbre pasaba por lo que yo llevo años llamando un ‘leninismo amable’. Es
decir, la necesidad de liderazgos que respondan a las necesidades de las mayorías de
seguir caminando en pos de la emancipación. Pero tienen que ser liderazgos dialogados
con esas mayorías. Ya no basta con ‘bajar línea’ como en el siglo XX, sino que tiene
que haber un diálogo, donde esas personas que hayan llegado a algunas conclusiones, y
tengan la capacidad de explicarlo, dediquen tiempo a ese diálogo. Es decir, el
‘leninismo amable’ actúa como catalizador, empodera a la ciudadanía, y de alguna
manera, al tiempo que la empodera se está retirando. Pero es absolutamente necesario y
eso lo hemos visto en América Latina”.
Crisis de representación
Las elecciones europeas son las que menos entusiasmo despiertan en los electorados
nacionales. Las razones son lógicas: se votan parlamentarios europeos para un órgano
con pocas atribuciones, y donde resulta muy indirecto el impacto político en cada uno
de los países. Estas características explican una muy baja participación (en España votó
solamente el 43% del electorado), pero también una mayor “libertad” en el voto. Fue
así como quiso debutar electoralmente Podemos, bajo la premisa de que en unas
elecciones de este tipo los ciudadanos progresistas se sentirían menos convocados a no
dividir el voto de izquierdas que en una elección general donde se disputa el gobierno
frente a los conservadores.
El cálculo fue correcto: el 25 de mayo de pasado, Podemos logró el 7,98% de los votos
y se coló en el sistema político. Hay un segundo dato de la elección que es el que le
otorga relevancia a ese guarismo, a primera vista modesto: por primera vez en la era
democrática, los dos partidos mayoritarios no lograron sumar ni el 50% de los votos,
cuando hasta las elecciones anteriores el PSOE y el PP reunían el 70 u 80% del
electorado. El poder de fuego está en la simultaneidad de los hechos: el ascenso de una
fuerza política inesperada junto al desplome del bipartidísimo abre una etapa de
incertidumbre y horizontes nuevos en la política española.
Falta ver cuánto de circunstancial o de permanente hay en ese desbarranco del
bipartidismo. Monedero lo explica como parte de un movimiento de largo aliento
durante el cual los partidos políticos se “cartelizaron” y pasaron a funcionar como
“empresas maximizadoras de votos que van todas yéndose inconscientemente al
centro, por la necesidad de aumentar su caudal de votos”. Pero, agrega, la paradoja es
que “ese querer ser de centro, ese querer representar a la moda los fue alejando, al
mismo tiempo, de la ciudadanía. Porque la ciudadanía interpretaba que no decían
nada”.
El análisis podría extrapolarse a casi todos los países europeos, sumidos en una apatía
política creciente. La diferencia, crucial, es que mientras en la Europa del “Norte” esa
desafección partidaria le abre el lugar a expresiones políticas de extrema derecha
(Inglaterra, Francia, Alemania), en la Europa del “Sur” (España, Grecia, Portugal) la
crisis de representación es aprovechada por la izquierda.
Gobernar España
El caudal de votos y la visibilidad mediática hizo que Podemos, después de las
elecciones de mayo, siguiera creciendo. Según la encuesta del Centro de
Investigaciones Sociales (CIS) del mes julio, el 15% de los ciudadanos votaría a
Podemos en futuras elecciones, apenas seis puntos por debajo del PSOE. Pero en la
intención de voto directa, Podemos llega al segundo lugar, a un punto de distancia del
PP. Otra encuesta, publicada a fines de agosto por el diario El Mundo, acentúa la
trayectoria: Podemos alcanza una intención de voto del 21,2%, a sólo un punto del
PSOE y a menos de diez del PP. Un verdadero terremoto político.
Ese entusiasmo se trasladó a círculos, asambleas y agrupaciones que hoy se suman al
movimiento, de cara a construir una mayor institucionalidad partidaria. A partir del
próximo 15 de septiembre y hasta el 15 de noviembre, Podemos tiene planeado realizar
una “asamblea ciudadana” que recoja ese entusiasmo participativo y donde se afinen
propuestas programáticas y un curso de acción de cara a las elecciones municipales y
regionales de fin de año.
Juan Carlos Monedero entiende que se acercan a un momento de encrucijada: “En
España hay 8.000 municipios y no estamos dispuestos a que una marca en ascenso,
limpia, virtuosa como es Podemos sea ensuciada por arribistas que quieran presentarse
como delegados de Podemos cuando lo que realmente son es delegados de sus
intereses particulares”. El peligro latente es que lo que fue sorpresa y frescura, se
convierta en una opción política más dentro del sistema. Al tiempo que “somos
conscientes de que no participar te deja fuera de juego. La gente quiere votar a
Podemos, hay toda una voluntad popular de apoyarnos y tenemos que ver como lo
articulamos”.
Más allá de las estrategias electorales que finalmente adopten, lo que subyace es la
definición de no querer ser una fuerza testimonial. “Nosotros queremos gobernar
España” afirma, tajante, Monedero.
La experiencia latinoamericana, más cuando se piensa en un posible gobierno pos
neoliberal en España, aparece de nuevo. Monedero no oculta que fue, incluso, asesor
personal de Chávez durante algún tiempo. Pero a la hora de rescatar la experiencia no
se detiene en las misiones sociales, la construcción de la Unasur u otros emblemas del
chavismo. Prefiere destacar la importancia de un liderazgo político “sin miedo”.
“Chávez era una persona a la cual le dolía su pueblo y era una persona que no tenía
miedo. Y yo creo que uno de los rasgos centrales de Podemos es que no tenemos
miedo. Y eso es lo que les aterra”.
Un último apunte: por estos días tanto los medios conservadores, como los de historia
progresista y presente reaccionario como El País, instalaron una campaña donde
señalan que un eventual gobierno de Podemos sería una versión ibérica del chavismo.
La lectura de Monedero va en otro sentido: “las políticas públicas participadas en
países como Venezuela son esenciales para sacar a millones de la pobreza, igual que en
Brasil o Bolivia, pero ojalá puedan tener ellos una seguridad social como la que hay en
Europa, porque la seguridad social es la institucionalización de la victoria de los
trabajadores”. Estas notables diferencias entre la semi-periferia europea y la periferia
sudamericana eliminan, entonces, el peligro de cualquier copia de modelos. Y son,
justamente, la comprensión de esas diferencias, la lectura fina de las particularidades
nacionales, lo que hace que un movimiento político sea exitoso. El tiempo dirá si eso,
efectivamente, es lo que está ocurriendo en España.
‘Periodista., Le Monde diplomatique, edición Cono Sur
Crisis del mercado petrolero: choque a la vista
Raúl Zibechi
8 de Diciembre de 2014
El mercado petrolero, otrora regulado por los acuerdos entre Estados Unidos y
Arabia Saudita, está cada vez más fragmentado. Un mercado desregulado anticipa un
período en el que imperará la ley del más fuerte, hasta que aparezca un orden, quizá
pospetrolero, como parte de un nuevo mapa energético global.
El pasado 27 de diciembre los ministros de los doce países que integran la OPEP
(Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron mantener los actuales
niveles de producción aunque el precio del barril de crudo viene cayendo en el último
semestre, acumulando una caída superior al 30 por ciento. A pesar de la proliferación
de crisis con honda capacidad desestabilizadora, en Ucrania y en Medio Oriente, y las
sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos a Rusia, el precio del crudo sigue
cuesta abajo.
No es la primera vez que esto sucede, ya que el precio del petróleo es eminentemente
político. Tampoco afecta sólo a los hidrocarburos: la onza troy de oro cayó de 1.800 a
1.150 dólares, así como los precios de los productos agropecuarios y de los minerales.
Sin embargo, en el petróleo se cruzan algunas situaciones extraordinarias al tratarse de
una mercancía que tuvo la capacidad, en la historia reciente, de hacer caer regímenes,
encumbrar gobiernos y diseñar el mapa geopolítico de regiones enteras.
Así como asistimos a una desarticulación geopolítica global, el mercado petrolífero
atraviesa una sucesión de cambios bruscos que, en alguna medida, contribuyen a
explicar la situación actual. Quizá un cambio decisivo, en el corto plazo, sea que el
partido de las grandes petroleras, el Grand OH Party, como señala Michael T. Klare en
irónica alusión al Partido Republicano (GOP o Grand Oíd Party), haya obtenido el
control completo del parlamento en las recientes elecciones estadounidenses.
Sobre los cambios en el mercado del petróleo abundan las suposiciones revestidas de
análisis rigurosos, que a menudo ocultan parte de la información o acuden a teorías
conspirativas para explicar lo que sucede. En gran medida, esto es consecuencia de la
opacidad del mercado del petróleo, un sector altamente cartelizado, donde el poder de
decisión está fuertemente concentrado en un puñado de países y empresas que ponen
condiciones al resto sobre cuotas de producción, canales de comercialización y
monedas en las que debe transarse. Sin embargo, todo esto está siendo vapuleado por la
realidad.
Ganadores y perdedores
Con el precio del barril a 70 dólares, la mayor parte de los países de la OPEP tendrán
enormes dificultades para cuadrar sus cuentas. El punto de equilibrio presupuestario
para Irán es de 140 dólares, para Argelia y Venezuela de 121, para Ecuador de 117,
mientras Irak, Angola, Nigeria, Arabia Saudita y Libia oscilan entre 106 y 90 dólares.
Sólo Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pueden sobrevivir sin problemas con el crudo
a menos de 70 dólares (Russia Today, 28 de noviembre de 2014).
Aunque Vladimir Putin minimizó las consecuencias para su país de la caída del precio
del crudo, el presupuesto de Rusia para 2015-2017 (como el de casi todos los países
exportadores) fue hecho sobre la base de un barril a 100 dólares. Según el presidente
ruso, cuyo país no es miembro de la OPEP pero participó en la reciente reunión del
organismo, el mercado mundial se estabilizará hacia mediados de 2015.
El ministro de Desarrollo Económico, Alexey Uyukayev explicó que el barril a 70
dólares implica el mismo precio en rublos que cuanto se cotizaba a 100, por la
devaluación de la moneda rusa. “Para el sistema presupuestario el precio de petróleo
denominado en rublos es mucho más importante que el componente en dólares”
(Xinghua, 29 de noviembre de 2014). Detalló que eso sucede porque el rublo no está
atado al dólar, al punto que los negocios multimillonarios con China se cotizan, de
ahora en más, en yuanes.
Uno de los países más afectados es Venezuela. Uno de los más beneficiados, en el
corto plazo, los Estados Unidos. Y China, de la cual no se habla, devenida en la
principal importadora de crudo. El petróleo equivale al 96 por ciento de las
exportaciones totales de Venezuela y contribuyen a la mitad del presupuesto del
Estado. Este año el déficit equivale al 15 por ciento del PIB y la inflación ronda el 60
por ciento anual. El economista Daniel López afirma que “si el precio del barril
permanece en tono a 60 dólares, los programa sociales van a sufrir
financieramente”(Deutsche Welle, 28 de noviembre de 2014).
Venezuela enfrenta, además, un declive de la producción petrolera porque no hay
fondos para prospección y nuevas instalaciones, en particular refinerías para el
procesamiento de crudo. Este año se debió importar crudo de Argelia. El gobierno de
Nicolás Maduro está gestionando la venta de Citgo, la mayor subsidiaria de PDVSA en
Estados Unidos, que cuenta con tres refinerías y una red de seis mil estaciones de
servicio, para conseguir fondos frescos.
Según López, pese a las dificultades “no quebraremos porque hay dinero”. Se refiere
al reciente préstamo de China de 4.000 millones de dólares, que llevó las alicaídas
reservas a más de 23.000 millones de dólares.
La OPEP, y Venezuela dentro de la organización, tuvo muchas dudas a la hora de
disminuir la producción para evitar que los precios sigan cayendo. Vladimir Mílov,
director del Instituto de Política Energética de Rusia y columnista de Forbes, estima
que “si la OPEP intenta mantenerlos precios actuales o elevados, tendrá un resultado
contrario”, porque el consumo está estancado y la producción no deja de crecer. De
pugnar por un aumento del crudo, “dará más seguridad a las compañías
estadounidenses que se dedican a proyectos de esquistos y éstas intensificarán aún
más la producción, nivelando los efectos de las cuotas por parte de la OPEP” (Russia
Today, 28 de noviembre de 2014).
Las nuevas tecnologías
Según Mílov, una reducción de un millón de barriles diarios en la producción de la
OPEP, de los 30 millones de que producen sus miembros, implica para los países
exportadores un costo de 2.500 millones de dólares mensuales, sin garantía de que
consigan su objetivo.
Los datos sobre la evolución de la producción y consumo de petróleo para 2013 son
elocuentes. La producción creció levemente, de 86,2 millones de barriles diarios en
2012 a 86,8 en 2013. El consumo pasó de 89,9 a 91,3 en el mismo período (1) Lo más
notable es la evolución de Estados Unidos: en 2006 produjo 6,84 millones de barriles
diarios, que se convirtieron en 11 millones en 2014, recuperando su pico de producción
de 1970. La producción no convencional es la gran explicación (2).
Es el único país cuya producción se incrementa de modo exponencial. Se acerca así a la
autosuficiencia, situada en los 18 millones de barriles diarios, que podría alcanzar antes
del fin de la década. El especialista en temas energéticos Michael T Klare, aporta datos
que dicen que las grandes corporaciones de la energía están entre las principales
fuentes de financiación del Partido Republicano. En la última campaña electoral, “el
87 por ciento de los 51 millones de dólares que aportaron fueron a parara los
republicanos” (Rebelión, 22 de noviembre de 2014).
La estrategia en el último medio siglo ha sido muy clara: petróleo y gas fueron los
pilares de la seguridad nacional, ya que el acceso privilegiado a fuentes seguras a
precios preferenciales (Medio Oriente) otorgaba a Estados Unidos “ventaja
competitiva en relación a las potencias rivales”, y más recientemente hizo que
Washington tuviera mayor capacidad “en la confrontación con países petroleros
hostiles como Irán, Rusia y Venezuela”, apunta Klare.
Con el gas y petróleo de esquisto las cosas cambiaron, para mejor. “Los jefes
republicanos sostienen que la mejor manera de contrarrestar los avances de Rusia en
Ucrania (o en cualquier lugar de Europa) es acelerarla explotación de las reservas de
gas no convencional y exportar los excedentes obtenidos como gas natural licuado”,
sigue Klare. Esta nueva estrategia apunta a desgajar a Europa de Rusia, principal
mercado de Moscú del cual depende todo el continente, pero también a dañar la
economía rusa. Para rematar la apuesta, energía barata supone que las empresas que
migraron a Asia vuelvan casa. De ese modo se consigue un doble objetivo: acorralar a
Rusia, principal adversario estratégico, y contrarrestar el ascenso de China, principal
rival económico.
La apuesta republicana va más lejos, con una virtual integración de los sistemas
petroleros de Canadá y México bajo dominio de las multinacionales estadounidenses,
desde que el país azteca decidió abrir sus empresas estatales a la inversión extranjera
por primera vez desde su expropiación en 1938. Sólo falta modificar la legislación
nacional, que desde el embargo petrolero árabe de 1973-1974 impide la exportación de
petróleo y gas natural como medida preventiva.
Una de las principales consecuencias de la política energética estadounidense es que
los países productores agrupados en la OPEP ya no están en condiciones de regular el
mercado petrolero. Los doce países que la integran producen apenas un tercio del
petróleo global y su producción empieza a mermar. “Estamos entrando en una nueva
era para los precios del petróleo, donde el propio mercado va a administrar a la
oferta, no más Arabia Saudita y la OPEP”, dijo Mike Wittner, de la Societé Generale
en Nueva York (Valor, 28 de noviembre de 2014).
Un mercado desarticulado
En la medida que no aparece un actor, o un pequeño grupo de actores, con la capacidad
suficiente como para poner orden, el mercado petrolera es cada vez más caótico. Los
datos apuntan que algo nuevo está sucediendo: Arabia Saudita ya no vende la mayor
parte de su petróleo a Estados Unidos sino a China; Estados Unidos revierten su aguda
dependencia; China y Rusia firmaron un mega acuerdo gasero por 700.000 millones de
dólares a pagar en yuanes, con lo que China se asegura una fuente de suministro y
Rusia deja de depender del mercado europeo; Arabia Saudita es ya el sexto consumidor
de petróleo del mundo (pasó de 1,4 a tres millones de barriles diarios de 2001 a 2013)
con lo que menguan los excedentes exportables del primer productor; lo mismo sucede
con Rusia, segundo productor.
Una vez más, China es el gran ganador (tanto por el acuerdo con Rusia como por el
petróleo a bajo precio), mientras la Unión Europea está en serias dificultades, ya que
los suministros rusos no son seguros y la promesa de Washington de venderle gas de
esquisto es, apenas, una promesa.
Dos hechos convergen: una nueva geopolítica del petróleo y la crisis de la propia
industria. “La industria del petróleo se salvó gracias al petróleo de esquisto, pero se
perderá también a causa del petróleo de esquisto”, estima el boletín mensual del
Laboratorio Europeo de Anticipación Política (Geab 89,17 de noviembre de 2014). La
crisis del mercado se puede visualizar en una gráfica donde aparecen las inversiones y
la producción. Hasta 2006 el aumento de las inversiones provocaba aumentos en la
producción. A partir de ese momento, ambas líneas se acercan hasta cruzarse en 2010:
la producción de las once principales compañías cae drásticamente a pesar de que las
inversiones siguen creciendo.
Las grandes empresas petroleras están endeudadas y empiezan a vender sus activos.
Pero la crisis afecta de modo muy particular a las explotaciones de esquisto, ya que
“corren el riesgo de no ser rentables si el precio del barril se instala debajo de 80
dólares a largo plazo”, señala el Geab. A las dificultades sobre la rentabilidad deben
sumarse las críticas y protestas por la contaminación que produce. Algunas
publicaciones especializadas apuntan una desaceleración de las perforaciones.
Hay quienes aseguran que se trata de un espejismo, ya que la producción de petróleo y
gas no convencionales crecen de forma abrupta, pero tienden a bajar en la misma forma
y a corto plazo. “Las estimaciones más optimistas pronostican el aumento o la
producción constante hasta 2020 (solamente); otros creen que es probable una caída
desde 2016”, insiste el Geab. Al parecer es Arabia Saudita, el país más afectado por el
petróleo de esquisto, quien está detrás de la caída de los precios como forma de
desestimular a la industria no convencional.
La ley del más fuerte
El relatorio de la empresa Sanford C Bernstein & Co. del mes pasado, establece que
Arabia Saudita, Irán e Irak “pueden mantenerla producción con un barril a 30 dólares,
en tanto algunos productores estadounidenses necesitan un precio superior a los 80
dólares” (Valor, 28 de noviembre de 2014). La Agencia Internacional de Energía
sostiene que el costo de producción de petróleo de esos países oscila en torno a los 10 o
20 dólares el barril, mientras el no convencional tiene costos superiores a los 70 u 80
dólares.
En la misma dirección, el vicepresidente de la rusa Lukoil está convencido que la
actual política de la OPEP de dejar caer los precios, va a quebrar la industria de
esquisto de los Estados Unidos y que los precios volverán a subir “en 2016, cuando la
OPEP complete su objetivo de limpiar el mercado marginal estadounidense”. Si esto
fuera así, se entienden algunos de las interferencias que está sufriendo la estrategia
estadounidense en Medio Oriente.
Sin embargo, los analistas del mayor banco de Noruega, el DNB ASA, recuerdan que
buena parte de la producción de los Estados Unidos puede mantenerse incluso con un
barril a 42 dólares, en tanto Goldman Sachs aseguró que los precios van a caer aún más,
“hasta que aparezcan evidencias de desaceleración de la producción en Estados
Unidos”, que podría volver a sumar un millón de barriles diarios en 2015 (Valor.; 28
de noviembre de 2014). Estamos ante una guerra de precios, comercial y de estrategias,
que está terminando de desregular el mercado petrolero.
Es en este punto donde se cruzan las principales dificultades. Si la arquitectura de la
gobernanza energética cruje, como el sistema todo, el problema es que no se adivinan
las nuevas vigas maestras que apuntalen un nuevo sistema. El petrodólar, que
conformaba el núcleo de esa arquitectura desde 1973, basado en la alianza que Estados
Unidos y Arabia Saudita establecieron en 1945 al finalizar la segunda guerra mundial,
se está desmoronando a una velocidad increíble.
“En un sistema desregulado de acceso a los recursos energéticos”, concluye el Geab,
“prevalece la ley del más fuerte”. Los que más sufren, son los que no producen
petróleo ni gas, como Europa, y los que no tienen poder militar para imponer su
voluntad. Una vez más, la alianza Rusia-China cuenta con los dos factores decisivos, a
lo que puede sumarse la creciente asociación de intereses entre chinos y saudíes.
Según los analistas, estaríamos cerca de un shock en el mercado del petróleo, con
efecto dominó sobre las bolsas de valores de todo el mundo. Esta vez el epicentro de la
futura crisis no sería el sector inmobiliario ni el bancario, sino el energético. No
debemos olvidar que el orden mundial nacido en la segunda posguerra mundial, tuvo
en el petróleo el nudo gordiano que está empezando a desatarse.
Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del
Consejo de ALAI.
Notas
(1) “Statistical Review of World Energy 2014”, publicado por BP, ex British
Petroleum, en www.bp.com La diferencia entre producción y consumo se deben a
cambios en las existencias, consumo de aditivos y combustibles de sustitución.
(2) Petróleo y gas no convencional, de esquisto o shale en inglés, obtenido mediante
el método de fractura hidráulica o fracking, por el que se rompen rocas que liberan gas
a miles de metros de profundidad“
RELACIÓN ESTRATÉGICA”
Néstor Restivo
13 de Julio de 2014
Más de 100 países, más de la mitad del mundo, tiene como principal socio a China. La
fortaleza de los Brics expresa el cambio de paradigma internacional, con eje en la
multipolaridad.
En junio se cumplieron diez años de la visita que hizo a China el entonces presidente
Néstor Kirchner, con lo que se inauguró la “relación estratégica” refrendada ese mismo
2004 con el viaje de su par Hu Jintao a nuestro país, el de Cristina Fernández de
Kirchner a la República Popular China en 2010 y, ahora, del 18 al 20 de julio, el del
actual presidente chino Xi Jinping a la Argentina, donde quizás ese lazo pase al status
“estratégico integral”. En cada una de esas travesías, más otras de numerosos ministros
y comitivas oficiales y privadas en un sentido y otro y aun del ex primer ministro Wen
Jiabao en 2012, se consolidó una relación que hoy está, en comercio e inversiones,
entre las más sensibles para Argentina.
No es algo singular. Hay más de 100 países, más de la mitad del mundo, cuyo principal
socio es China. Pero en el caso argentino hay algo específico. Nuestra región, el
Mercosur, es en el siglo XXI uno de los más grandes y pocos reservorios de alimentos
mundiales. Para un país superpoblado y en plena expansión de su mercado interno, de
su proceso de urbanización y de cambios de consumo de sectores que salen de la
pobreza para constituir nuevas capas medias, esta zona del planeta, como otras de
África y Oceanía, Ucrania y pocas más, asume un carácter estratégico, también por la
provisión de recursos energéticos y minerales.
El gran debate que existe hoy entre los pocos -aunque en número creciente-
economistas y sinólogos divide aguas. De un lado, quienes plantean que el vínculo con
el gigante asiático primariza nuestra economía por el perfil comercial planteado (a
cambio de venderles soja, cobre o mineral de hierro se importa industria y tecnología;
80 por ciento de lo que exporta China son bienes tecnológicos) e inclusive por las
inversiones (que justamente van a minería, energía y productos rurales, en general,
reafirmando ese patrón). Del otro, aquellos que rechazan esa crítica fijando, por un
lado, lo inevitable del auge chino, modificando ya no la relación con nuestra región
sino todo el formato global (económico, pero también geopolítico) y, por otro,
sosteniendo que en el caso de Argentina, igual para Brasil, nuestra región debería
aprovechar la visita de Xi y los crecientes lazos con China para incorporar ese dato
irreversible a la agenda de desarrollo pendiente en nuestro territorio, lo que incluye la
cuestión industrial. Este modelo siglo XXI, donde estén en el centro del debate el
conocimiento, las cadenas de valor, la conectividad física, las obras de infraestructura y
una renovación del concepto de sustitución de importaciones que incluya los
encadenamientos productivos y las especialidades.
El aspecto regional es relevante, y no sólo por una cuestión de escala ni siquiera desde
China hacia nuestro vecindario. También desde aquí no debería obviarse que China es
todavía más que su propio y ya vasto territorio. Es el núcleo de una zona lindante, los
países del llamado Asean, sin olvidar a India, Corea del Sur y Japón, muy integrados
entre sí, y donde Argentina tiene grandes posibilidades de complementariedad, muchas
de las cuales ya aprovecha.
Xi viene a la Argentina (igual hará antes el líder ruso Vladimir Putin, mientras tanto
analistas conservadores insisten con que Argentina está cada vez más aislada del
mundo) luego de pasar por Brasil para la reunión de los Brics, otro dato que habla del
cambio de paradigma internacional, con eje en la multipolaridad y búsqueda de nuevas
formas de integración y de financiamiento al desarrollo, autónomos de los poderes que
dominaron el mundo el siglo pasado. Y un nuevo mundo donde China ocupa cada vez
más centralidad. Muchas cifras son conocidas, como los datos recientes que ya la
ubican, pese a los intentos de Beijing de amortiguar la expectativa, como primera
economía mundial en términos de paridad de poder de compra, y primer PBI absoluto
en breve. Otros son menos difundidos, como uno reciente de la Cepal, revelado esta
semana en una sesión académica por Félix Peña, de la Fundación ICBC, según el cual
hay 16.000 empresas chinas invirtiendo en 179 economías del mundo, o que la
participación china en el comercio mundial está superando la de Estados Unidos.
América latina ocupa un lugar muy importante en la estrategia china. En apenas más de
un año de gestión, Xi hace ahora su segunda visita, amén de recorrer el resto del mundo
como ningún otro de sus antecesores.
Posiblemente haya, en Buenos Aires, anuncios en áreas como las represas de Santa
Cruz Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, cuya financiación estaba pendiente por un
tema de seguros, el paso trasandino por San Juan, acueductos en Entre Ríos o la
renovación y arreglo del ferrocarril Belgrano Cargas, que va del Norte a los puertos del
Paraná, pero también con miras a cruzar del NOA a salidas por el Pacífico, con Salta
proyectando una planta procesadora de soja.
En el Belgrano Cargas, según fuentes del Ministerio de Transporte, ya se garantizó el
capital que también dependía del aseguramiento. Todo junto son inversiones
multimillonarias. Desde luego, habrá otros convenios sobre temas “clásicos”: cereales
y oleaginosas, leche en polvo, carne (un rubro que se supone tendrá un gran
crecimiento de consumo en China, en torno de 80 por ciento hacia 2030, contra 15 por
ciento de soja, dijo el lunes en un seminario Fernando Vilella, de la Facultad de
Agronomía de la UBA), vinos, energía nuclear y refrendar acuerdos espaciales y
satelitales como ya hay con Neuquén o, finalmente, la ratificación de dos empresas
chinas por participar de la inminente licitación de la represa Chihuido en esa misma
provincia.
Fuera de los convenios entre gobiernos, a nivel privado el sábado 19 -el día fuerte de la
visita, que incluye obviamente bilateral con Cristina Fernández de Kirchner, comida de
honor y visita a una estancia para un show folklórico- habrá un foro entre empresarios
argentinos y chinos donde, por ahora, “hay previstos 24 preacuerdos o cartas de
intención que involucran unos 250 millones de dólares”, dijeron desde la Cámara
Argentino-China, que organizará esas reuniones de negocios y vino puliendo el tema
con Cancillería. “Con Xi vienen casi 150 empresas de primer nivel y es una
oportunidad que se presenta pocas veces para empresarios argentinos que quieran, cara
a cara, explorar negocios con pares chinos”, señaló Ernesto Fernández Taboada,
director ejecutivo de la Cámara que preside Carlos Spadone. Los empresarios chinos
son del rubro alimentos, energía, minería, infraestructura, turismo y otros. En la
Cámara esperan que “se siga afianzando la relación entre privados además de los
convenios que se impulsan desde los Estados”.
Como se observa muchas veces en estudios sobre la relación bilateral, China
impresiona por su tamaño y por las asimetrías que eso plantea. Pero acaso la principal
no sea la escala, sino el hecho de que China, por tradición, planifica estratégicamente
qué busca del otro y cómo obtenerlo.“
Fotos del socio oriental”
Néstor Restivo
18 de Noviembre de 2014
Desde el aeropuerto Pudong de Shanghai hasta el centro, distancia que equivale a la
que va desde el aeropuerto de Ezeiza al Obelisco, se tarda siete minutos a 300
kilómetros por hora en el Maglev, el tren de levitación magnética. De esa ciudad a
Nanjing, vieja capital del país, donde el gobierno argentino compró a la empresa CSR
los vagones para el tren San Martín, se demora una hora y media en el tren bala, que
también alcanza esa velocidad. Y el mismo tren de Nanjing a Beijing, la capital, más de
1000 kilómetros de distancia hacia el norte, toma cuatro horas por el mismo medio. En
todos esos recorridos, o en el que va de Shanghai a Ningbó, el mayor puerto chino, a un
par de horas por una autopista que incluye un puente interminable sobre el mar, el
segundo más largo del mundo (el primero está también en China, en la bahía de
Jiazhou, conectando con la ciudad de Qingdao), luce una sucesión inagotable de
fábricas y barrios construidos o construyéndose, centrales que escupen humo sin
problema y un cielo polucionado que no deja ver el sol casi ningún día, salvo cuando
cambia el viento, unas horas.
La contaminación es uno de los costos más visibles de la industrialización de vértigo
que China logró en tres décadas, un proceso que a otras potencias les llevó dos siglos.
Los sitios nombrados están al este de la República Popular China, sobre el mar, o un
poco hacia adentro, como Beijing, en una franja de unos 300 kilómetros de ancho que
serpentea de norte a sur. Ahora las industrias, y en general las pesadas, metalmecánicas
y siderometalúrgicas, que están al norte y hacen aún más contaminante el aire, se están
mudando hacia el interior, para dejar que las ciudades de la costa que miran al Mar de
China, las más conocidas como las mencionadas u otras como Shantou, Xiamen,
Shenzhen o Guangzhou (Cantón), se dediquen al comercio, los servicios y la alta
tecnología.
Ese fenómeno acelera otro de notable record en China, la urbanización, la mudanza
masiva del campo a las ciudades por unos 20 millones de personas cada año (una
“Argentina” por bienio). Ahí, dicen algunos en China, se abre otra oportunidad para
Argentina: la venta de tecnología y know-how agropecuario al gran país asiático, ya
que habrá menos campesinos labrando la tierra y se demandarán insumos y servicios
para producciones más intensivos.
Como lección por evitar las hambrunas terribles vividas entre los años ’50 y ’60 del
siglo pasado, China había garantizado su autosuficiencia alimentaria. Pero en años
recientes el Partido Comunista gobernante tomó una decisión estratégica que abrió la
posibilidad de grandes exportaciones de países como Argentina: abandonaron esa
autosustentabilidad en productos como la soja o, crecientemente, el maíz, pasando a
depender de importaciones. Así también los chinos ahorran agua y tierras cultivables
(mucha menos superficie que en nuestro país, y contaminada) y se dedican a
producciones más intensivas y de mayor impacto laboral, como frutas, verduras y
hortalizas. Por cierto, en este tema recientemente se abrió en China un debate sobre la
conveniencia de seguir importando transgénicos: una provincia, Hubei, ya avanzó en
prohibiciones por un caso de arroz, y ello abriría toda una discusión en países
productores como Argentina sobre su dependencia de exportaciones de ese tipo a
países como China. Mientras, sus colosos empresarios, como Cofco, llegan al país
comprando Nidera, que justamente tiene una división especial en genética para
semillas.
Además de soja, Argentina (que en julio tornó a “estratégica integral” su vínculo con la
RPCh, el segundo grado en importancia de la política exterior de Beijing, sólo
superado por la relación con Rusia y algunos de sus vecinos del Sudeste asiático) tiene
la perspectiva de otros consumos en China: los que en franco aumento, a medida que
surge una nueva clase media urbanizada, se están observando en carnes, diversos
congelados, lácteos, vinos y otros alimentos con mayor elaboración. Sin contar con
otros acuerdos en materia financiera, como el swap entre bancos centrales o las
inversiones en obras de infraestructura.
Volviendo a la economía de dragón gigante, que acaba de superar a Estados Unidos
como mayor economía mundial medida en poder de compra en divisas, luce hoy una
tasa de expansión anual de 7,6 por ciento, casi tres puntos menos que su asombroso
promedio de las últimas décadas pero igualmente notable. La crisis mundial (caía de la
demanda) pero asimismo una decisión interna tomada hace algunos años (depender
menos del comercio y las inversiones externas y descansar más en el mercado interno)
lo explican. Ese crecimiento se observa abrumadoramente en los aeropuertos, las
estaciones ferroviarias, las construcciones, los puertos y tiene el nombre de “sueño
chino” que hace las veces de un leit motiv del presidente Xi Jinping, quien propone a
los 1350 millones de chinos que sueñen con un futuro de prosperidad y que apuesten en
su propio país las riquezas que van acumulando.
Todos los caminos conducen a Irán
Ezequiel Kopel
20 de Noviembre de 2014 - Agencia Paco Lirondo
Mientras Estados Unidos carece de un plan definido, no existe ningún arreglo posible en Siria
e Irak que no incluya a la república islámica.
A Barack Obama no le queda otra opción que emplear una estrategia cautelosa en Irak.
No por deseo propio sino, simplemente, porque aún no posee un plan definido para ese
país, después de abandonarlo a la órbita de Irán. Este país, de mayoría chiita al igual
que Irak, no siguió la táctica empleada por los norteamericanos cuando desbarataron la
insurgencia sunita entre los años 2006 y 2008, a base de dinero y posiciones en el
ejército, y dejaron que el gobierno iraquí del ex primer ministro Nouri al-Maliki
profundizara una política de discriminación económica y social a la minoría sunita
(durante los años de Saddam Hussein la ecuación fue a la inversa). Pero ahora, la
situación ha cambiado y la insurgencia sunita, encabezada por el Estado Islámico, ha
mutado a su forma más radical y ambiciosa. Ya no sólo Irak y Siria son los
amenazados: el último mensaje del líder del El mencionando a Arabia Saudita (que,
automáticamente respondió ampliando a 20 kilómetros su zona de seguridad en la
frontera con Irak) demuestra que el conflicto se encuentra sólo en su fase inicial; y su
escenario puede ampliarse a países tan distantes como Egipto, Pakistán o Libia.
Por el momento, Estados Unidos intenta influir mediante sus aliados en la zona, ya
sean los kurdos en Irak o los supuestos moderados en Siria, con la intención de
desestabilizar al Estado Islámico y no tener que lanzar una invasión estadounidense
con fuerzas terrestres que podría complicar la situación aún más. No obstante, ya hay
más de 3000 “asesores” norteamericanos en Irak. Una invasión -como pretenden
numerosos representantes del partido republicano de Estados Unidos, envalentonados
por su reciente victoria en últimas elecciones parlamentarias- sin lugar a dudas
destruiría militarmente al Estado Islámico por un determinado periodo de tiempo,
aunque a la larga haría a sus seguidores más numerosos y fuertes, pues les otorgaría
una legitimidad medida por el peso de su contrincante, el gran satán americano, y
dejaría de ser una lucha religiosa y social contra los opresores infieles chiítas o las
fuerzas de la secta alawita de Basher Al Assad. El El comprende a la perfección esta
ecuación formulada por ellos mismos, que explica sus constantes provocaciones con
las decapitaciones a occidentales y el crescendo en lo gráfico de las imágenes de sus
videos de propaganda: la intención del líder yihadista, Abu Bakr Al bagdadí, de que
Estados Unidos se inmiscuya en el conflicto hasta quedar atrapado. De esta manera, la
situación ya no volvería sólo a 2003 -cuando los norteamericanos invadieron Irak- sino
a la de 2006 -cuando las tropas estadounidenses se desangraban en Irak a manos de
sunitas y chiítas por igual-,
Obama cree controlar la situación pero de un día para el otro las acciones de un Senado
opositor comandado por los republicanos lo pueden conducir a una acción delimitada
por alguna ley: como antecedente vale recordar cómo el cierre de Guantánamo fue
cancelado por las gestiones de los republicanos en el Senado y cómo el mismo
Congreso logró que Obama implementara el bloqueo financiero a las ventas del
petróleo iraní, incluyendo la acción a la Ley de Defensa
Si el objetivo es improvisar sobre la marcha mientras se espera la ofensiva del gobierno
iraquí -prevista para los primeros meses de 2015-, entonces Estados Unidos, en
contraste, tiene dos metas bien claras en Siria: por un lado, debilitar tanto al Ejército
Islámico como a la milicia pro Al Qaeda de Jabhat al- Nusra y, por otro, que el poco
organizado y supuestamente moderado “Ejercito Libre Sirio” aproveche su
oportunidad para tomar el lugar de esas dos organizaciones y derroque al gobierno de
Basher Al- Assad. Si bien parece poco probable el éxito de este plan, que a la vez
implica que el Ejercito Libre Sirio permanezca “moderado” y no degenere en algo peor
-como antes sucedió con sus apadrinados talibanes afganos-, los norteamericanos
tienen otro as bajo la manga: un arreglo que incluya a Irán. El acuerdo contemplaría el
desarrollo de un programa nuclear iraní con “fines pacíficos” a cambio de su
colaboración activa contra el Estado Islámico, que también tiene por objetivo a la
república “infiel” de los ayatollahs. Además, dejaría al ejército sirio activo y en pie, en
contraposición a lo realizado por los norteamericanos cuando conquistaron Irak:
purgaron su ejército de los militantes del partido de gobierno Bath, provocando así la
destrucción de las fuerzas armadas, tal como quedó contemplado cuando el ejército
iraquí no presentó batalla ante el avance del ejército islámico, muchos de los cuales
pasaron a formar parte de las filas de los extremistas. La repetición del mismo error
cometido por George W. Bush y su gabinete podría ser mucho más riesgosa en esta
oportunidad y sus consecuencias, más perdurables.
Hay dos corrientes de pensamiento sobre cuál debería ser la mejor alternativa para
detener al Estado Islámico; ambas contienen a Irán. Mientras una opción convoca a
contemplar una alianza con el estado persa, la otra considera que Irán es parte del
problema y su inclusión, que produciría el enojo de Arabia Saudita y los países del
golfo, lo único que lograría sería la exacerbación del conflicto. Lo cierto es que Irán ha
invertido política y militarmente en diferentes países de la región y dicha inversión ha
dado sus frutos: con diversos grados de éxito, Irán controla las capitales árabes de Siria,
Líbano, Irak y ahora Yemen. En Damasco es la “joroba del camello” que sostiene al
régimen de Bahser Al Assad, en Beirut funciona a través de sus aliados y súbditos del
Hezbollah, en Bagdad se pudo apreciar cómo el coronel Qasem Soleimani
-comandante en jefe iraní de la Guardia Revolucionaria Quds- se pasea dictando
órdenes a las fuerzas militares iraquíes y las milicias chiítas y en Sana ‘a el apoyo de
Irán le admitió a los rebeldes Houthis posicionarse a kilómetros del estratégico
estrecho de “Bab al-Mandab”, que permite conectar el mar Rojo con el mar
Mediterráneo.
Irán está dispuesto a negociar una salida en Siria que no contenga a Assad; sólo basta
leer los cuatro puntos de su plan, que incluye la descentralización del poder fuera de las
manos de la presidencia siria. Pero sólo lo hará bajo el amparo de un acuerdo que
contemple sus ambiciones nucleares. A Irán no le importa cuánta sangre se derrame en
Siria, no así en Irak, donde sus intereses son mayores y la mayoría de la población es
chiíta. Sin embargo, la ecuación que calcula en ambos países es simple: con nosotros
habrá sangre pero sin nosotros, habrá mucha más.
Integración Regional
LAS CUATRO ETAPAS DE LA UNASUR
Federico Vázquez
El viernes pasado se inauguró en Ecuador la sede permanente de la UNASUR. La cita marcó
un posible cambio de paradigma: dejar atrás un tiempo de relativo estancamiento, luego del
impulso político de los primeros años. ¿Diplomacia presidencial o institucionalización?
El cambio de siglas impidió verlo como un aniversario redondo, pero exactamente hace
una década, el 8 de diciembre de 2004, los presidentes de la región firmaron en la
antigua capital inca de Cusco la creación de la Comunidad Suramericana de Naciones
(CSN), antecedente inmediato de la Unasur, que tomaría ese nombre recién en el 2008.
Toda la década, tal vez como ninguna anterior en la historia de la región, estuvo
signada por la palabra “integración”. Los críticos argumentan que el verbo fue más
rápido que las acciones concretas. Los entusiastas que los avances fueron inéditos. Para
saltar por arriba de estas ideas, generalmente prefijadas, intentemos un esbozo de
historización del proceso, para ver dónde estamos parados hoy.
La historia de la integración sudamericana puede pensarse en cuatro etapas bien
diferenciadas.
1) La primera va desde aquella reunión de 2004 en Cusco hasta mediados de 2008.
Estos primeros años marcados por la novedad y la sorpresa: los presidentes de la región
podían reunirse sin tutelas de poderes externos, lo que lejos de convertirse en una
“amenaza” y posterior desestabilización, significó una mayor estabilidad política al
interior de los países. Los Presidentes y Jefes de Estado de los 12 países que conforman
América del Sur construyeron su propia agenda de temas, hasta volver rutinaria la cita
anual o semestral. Una normalidad que, increíblemente, estuvo ausente en los casi
doscientos años de historia independiente que arrastraba la región.
Siempre se corre el riesgo de leer el contexto con el diario del lunes, pero lo cierto es
que en 2004 la actual hegemonía progresista y nacional-popular todavía era una
promesa. Ni Evo Morales era presidente en Bolivia, ni Correa había ganado en
Ecuador. Tampoco el Frente Amplio había roto el férreo bipartidismo uruguayo.
Todavía faltaba un año para la célebre cumbre de Mar del Plata donde terminaría de
morir el proyecto del Alca. La ola posneoliberal, sin embargo, ya había llegado a
Brasil, Argentina y Venezuela.
En ese marco, estos primeros años expresaron “valentía” presidencial antes que un
proceso integrador: era posible crear un foro continental autónomo de norteamérica sin
morir en el intento. Estados Unidos, definitivamente volcado sobre México y
Centroamérica, dejaba un gran espacio para la iniciativa política de una camada de
líderes con ansias de ocuparlo.
2) La segunda etapa ya fue otra cosa. En mayo de 2008, los doce presidentes de
América del Sur firmaron el Tratado Constitutivo, tras el cual la Comunidad
Sudamericana de Naciones se convirtió en Unión de Naciones Sudamericanas. Sin
embargo, lo relevante no fue ese cambio jurídico. En ese mismo mes de mayo estalló la
crisis boliviana en torno a la reforma constitucional que intentaba aprobar el gobierno
indígena de Morales. Ante este avance, los departamentos del oriente del país,
gobernados por una elite blanca y racista, desconocieron al gobierno central e iniciaron
un proceso de desestabilización política. Desconocieron los decretos y leyes
impartidos desde La Paz, y los referentes más extremistas formaron milicias civiles
armadas. En varias plazas públicas del oriente hubo actos de vejación a colectivos
indígenas. El punto culmine fue el 11 de septiembre: una veintena de indígenas que
apoyaban al gobierno de Morales fueron asesinados en el departamento de Pando,
controlado por la oposición. Cuatro días después, el 15 de septiembre, Bachelet, a
cargo de la presidencia Pro témpore de la UNASUR reunió a los presidentes en
Santiago de Chile. La “declaración de La Moneda”; fue contundente: apoyo al
gobierno de Morales, aviso a los opositores de que no reconocerán ninguna ruptura del
orden democrático, condena a la matanza y creación de una comisión internacional
para ayudar a la investigación. A los pocos días, la protesta opositora comenzó a
desinflarse y los gobernadores terminaron sentándose a negociar con Evo cómo se
votaría la nueva constitución.
Un año después, Cristina Kirchner convocó de urgencia a la Unasur, en la ciudad de
Bariloche. Esta vez, el tema era un permiso especial por el cual Uribe iba a permitir que
7 bases militares fueran operadas directamente por Estados Unidos. Sin fuerza para
condicionarlo legalmente, pero haciendo una gran puesta en escena, los presidentes
hicieron saber a Uribe que una sesión de soberanía de ese tipo no pasaría
desapercibida. Incluso Lula, que siempre tuvo un rol componedor en la región, “invitó”
a Obama a la cumbre para explicar los planes bilaterales con Colombia, algo que desde
ya no sucedió.
Esta aceleración del protagonismo de la Unasur como foro para resolver problemas
políticos internos tuvo su pico máximo al año siguiente. El 4 de mayo, en la localidad
bonaerense de Los Cardales, los presidentes sudamericanos eligieron Néstor Kirchner
como Secretario General de la Unasur. La elección tenía lógica: se trataba del primer
Presidente de la oleada progresista que ya no estaba en el gobierno y tenía una fluida
relación personal con todos los mandatarios. El 22 de julio, en una reunión de la OEA,
Uribe, que ya estaba por terminar su mandato, acusó a Venezuela de proteger
guerrilleros de las FARC en su territorio. Al día siguiente Chávez rompió relaciones
con Colombia. Chávez llegó a advertir que corrían “vientos de guerra” en la región.
Kirchner gestionó personalmente entre los presidentes y recibió al ya electo Juan
Manuel Santos (“Ojo, no piensa igual que Uribe”, dicen que deslizó Kirchner cuando
lo conoció en una gira que hizo el colombiano antes de asumir”). Finalmente, una
reunión tripartita entre Santos, Chávez y Kirchner terminó por saldar la cuña que había
metido Uribe antes de dejar el poder.
Casi sin solución de continuidad, a fines de septiembre se produjo el alzamiento
policial que terminó con el secuestro de Correa en Quito. Esa misma madrugada, se
volvieron reunir los presidentes, convocados por Kirchner, en Buenos Aires. Por
primera vez, los presidentes de Unasur firmaron sanciones concretas para quien rompa
el orden democrático: “cierre de fronteras, suspensión del comercio, del tráfico aéreo y
de la provisión de energía, servicios y otros suministros”, dice parte del documento
aprobado en la reunión de aquel día 1 de octubre de 2010.
3) Sin embargo, ese impulso se cortaría drásticamente. Menos de un mes después
Néstor Kirchner fallecía en El Calafate. A partir de ese momento, en parte por la falta
de un liderazgo que lo motorice, en parte por el propio éxito como solucionador de
conflictos, la Unausur comenzó un tiempo amesetado, con pocos avances.
La secretaría general fue compartida durante este tiempo por Colombia y Venezuela,
en un gesto por mostrar que los acuerdos diplomáticos entre ambos países eran
perdurables. Algo que efectivamente sucedió: en estos años, no hubo grandes
desacuerdos entre Santos y Chávez, y después Maduro.
Pero la destitución de Fernando Lugo en Paraguay a mediados de 2012 mostró a una
Unasur con menos músculo, donde las posiciones de las diplomacias nacionales
superaron la coordinación regional. A lo que se suma la propia dubitación de Lugo,
todo lo cual hizo que las fuerzas sociales y políticas conservadoras de Paraguay
volvieran al gobierno sin ganar las elecciones. La enfermedad y muerte de Hugo
Chávez fue otro golpe para el impulso político de la Unasur durante el bienio
2012-2013.
4) La reciente inauguración de la sede de la Unasur en Ecuador podría estar iniciando
un cuarto momento en la breve vida histórica del organismo. Las razones no están en
contar con un edificio modernista de 20.000 metros cuadrados, sino en una
revitalización de la agenda regional. Consolidado como bloque político, probado su
papel como interlocutor en conflictos que antes se resolvían en otras oficinas (como la
OEA, cuando no el Departamento de Estado) la Unasur debe asumir el reto de
objetivos más volcados a la integración física y social: la libre circulación de las
personas dentro de la región, la constitución de un fondo de reservas, un tribunal donde
dirimir cuestiones económicas para empresas y gobiernos (una suerte de CIADI
sudamericano), y obras de infraestructura que ningún país por separado puede afrontar,
entre otras. Todas ellas fueron dichas por los presidentes en la última reunión en la
ciudad de la Mitad del Mundo, cuando se inauguró la nueva sede.
Estos diez años de proceso de integración, con sus más y sus menos, pueden resumirse
en una premisa que se mostró falsa: Unasur no fue, como se pensaba, un nucleamiento
“ideológico” de gobiernos amigos, sino que se transformó en el espacio geopolítico
natural de los países sudamericanos. Incluso hoy, cuando la Alianza del Pacífico
pretende disputar la centralidad económica con el Mercosur, nadie duda de que el
bloque político de pertenencia reside aquí.
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO
Alvaro García Linera
Conferencia Magistral pronunciada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires el 9 de Abril de 2010.
Muy buenas noches a todos ustedes, permítanme agradecer su presencia, su tiempo, su
generosidad. En verdad me hallo profundamente emocionado por la presencia de cada
uno de ustedes. Quiero saludar respetuosamente al profesor Sergio Caletti, decano de
la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, quiero saludar a Hugo Trinchero, decano
de la Facultad de Filosofía y Letras, que han tenido la amabilidad de invitarme, primero
a la entrega de este honor para mí como profesor y como investigador, como luchador,
del honoris causa. Y de que me han invitado para que pueda compartir con ustedes unas
horas, unos minutos de diálogo en la Universidad.
Quiero saludar muy respetuosamente a las representantes de las Madres y Abuelas de
Plaza de Mayo (aplausos). Madres, no solamente de los desaparecidos, si no de todos,
de todos los que luchamos, de todos los que amamos la Patria, de todos los torturados,
de todos los perseguidos, de todos los comprometidos en esta América Latina. Por
ustedes estamos aquí, de ustedes sacamos la energía para hacer lo que hacemos. Quiero
saludar a los dirigentes, a los representantes de las distintas organizaciones sociales, a
los embajadores presentes, congresistas, y en particular a mis compatriotas. Muy
buenas noches queridos compatriotas.
Es el inicio de un ciclo de conferencias del posgrado de la Universidad, y como tal, por
respeto a la Universidad y a las personas que han sido tan amables de invitarme, voy a
moverme parcialmente en un lenguaje académico, por respeto y en un esfuerzo de
brindar elementos académicos para nuestros profesores y estudiantes. Pero está claro
que voy a hablar de lo más profundo que tiene el ser humano, de sus compromisos, de
sus convicciones, de sus amores y sus pasiones sociales. Voy a hablar de mi Pueblo, de
Bolivia y de su Revolución, voy a hablar de Evo Morales, del Movimiento Indígena.
Voy hablar de lo que hoy estamos haciendo en la Patria para transformar las
condiciones de opresión.
He elegido para esta conversación trabajar el concepto de Estado, en sus características
y en sus definiciones. Luego voy a pasar a definir el concepto de Estado en momentos
de transformación revolucionaria. Y voy a rematar luego en el horizonte de las
transformaciones sociales, en el Estado, por encima del Estado y por fuera del Estado.
En la actualidad no cabe duda de que en al ámbito de las Ciencias Sociales, en el
ámbito del debate en los movimientos sociales, en las organizaciones sociales, en la
juventud, en los barrios, en los sindicatos, en los gremios, en las comunidades hay un
renovado interés por el debate por el estudio, por la discusión en tomo ai Estado, al
poder.
Hay por lo general dos maneras de acercarse al debate en torno al Estado, en la
sociedad contemporánea, latinoamericana y mundial: una lectura que propone que
estaríamos asistiendo a los momentos casi de la extinción del Estado, casi a la
irrelevancia del Estado. Se trata de una lectura no anarquista... lindo sería que fuera una
realidad del cumplimiento del deseo anarquista de la extinción del Estado. No, al
contrario, es una lectura conservadora que plantea que en la actualidad la
globalización, esta interdependencia planetaria de la economía, la cultura, los flujos
financieros, la justicia y la política estuvieran volviendo irrelevante el sistema de
Estados contemporáneo. Esta corriente interpretativa, académica y mediática habla de
que la globalización significaría un proceso gradual de extinción de la soberanía estatal
debido a que cada vez menos los Estados tienen influencia en la toma de decisiones de
los acontecimientos que se dan en ámbito territorial, continental y planetario; y
emergería otro sujeto de los cambios conservadores que serían los mercados con su
capacidad de autorregulación. Esta corriente también menciona que a nivel planetario
estaría surgiendo un gendarme internacional y una justicia planetaria que debilitaría el
papel del monopolio de la coerción, del monopolio territorial del la justicia que poseían
anteriormente los Estados.
Permítanme diferir de esa lectura, porque si bien existe claramente un sistema
superestatal de mercados financieros y un sistema judicial de derechos formales que
trasciende las limitación territoriales del Estado, hoy en día lo fundamental que los
procesos de privatización que ha vivido nuestro continente, nuestros países, y los
procesos de transnacionalización de los recursos públicos, que es en el fondo lo que
caracteriza al neoliberalismo contemporáneo, lo han hecho no seres celestiales, no lo
han hecho fuerzas transterritoriales, sino que quienes han llevado adelante estos
procesos son precisamente los propios Estados. Esta lectura extincionista del Estado,
digámoslo así, olvida que los flujos financieros que se mueven en el planeta, no se
distribuyen por igual entre las regiones y entre los Estados, que los flujos financieros
no por casualidad benefician a determinados Estados en detrimento de otros Estados,
benefician a determinadas regiones en detrimento de otras regiones. Y que esta
supuesta gendarmería planetaria encargada de poner orden y justicia en todo el mundo,
no es nada más que el poder imperial de un Estado que se atribuye la tutoría sobre el
resto de los Estados y sobre los pueblos del resto de los Estados. Esta lectura
extincionista, por último olvida, como lo están mostrando los efectos de la crisis de la
economía capitalista del año 2008 y 2009, que quien al final paga los platos rotos de la
orgía neoliberal, de los flujos financieros y del descontrol de los mercados de valores,
son los Estados y los recursos públicos de los Estados. En otras palabras, frente a esta
utopía neoliberal de la extinción gradual del Estado, lo que van demostrando los
hechos es que son los Estados los que al final se encargan de privatizar los recursos, de
disciplinar la fuerza laboral al interior de cada Estado territorialmente constituido, de
asumir con los recursos públicos del Estado los costos, los fracasos, o el
enriquecimiento de unas pocas personas.
Frente a esta lectura falsa y equivocada de una globalización que llevaría a la extinción
de los Estados, se le ha estado contraponiendo otra lectura que hablaría de una especie
de petrificación también de los Estados, sería como su inverso opuesto. Esta otra
lectura argumenta que los Estados no han perdido su importancia como cohesionadores
territoriales. La discusión de la cultura, el sistema educativo, el régimen de leyes, el
régimen de penalidades, cotidianas y fundamentales que arman el espíritu y el hábito
cotidiano de las personas, siguen siendo las estructuras del Estado. A su favor también
argumentan que el actual sistema mundo, en el fondo es un sistema interestatal, y que
los sujetos del sistema mundo siguen siendo los propios Estados, pero ya en una
dimensión de interdependencia a nivel mundial. Sin embargo esta visión, digamos así
defensora de la vigencia del Estado como sujeto político territorial, olvida de que
también ciertas decisiones y ciertas instituciones de carácter mundial por encima de los
propios Estados, regímenes de derechos, ámbitos de decisión económica, y ámbitos de
decisión militar, incluso varios procesos de legitimación y construcción cultural, en
otros países exceden a la propia dinámica de acción de los Estados.
Podemos ver entonces que ni es correcta la lectura extincionista de los Estados, ni es
correcta la lectura petrificada de la vigencia de los Estados. Lo que está claro es que
tenemos una dinámica, un movimiento y un proceso. La globalización significa
evidentemente un proceso de mutación, no extinción de los procesos de soberanía
política. No estamos asistiendo a una extinción de la soberanía, sino a una mutación del
significado de la soberanía del Estado.
Igualmente, lo que estamos viendo en los últimos 30 años es una complejización
territorial de los mecanismos de cohesión social, y de legitimación social. Podemos
hablar de una bidimensionalidad estatal y supra estatal de la regulación de la fuerza de
trabajo, del control del excedente económico y del ejercicio de la legalidad. En otras
palabras, hay y habrá Estado, con instituciones territoriales, pero también hay, y habrá
instituciones de carácter supraterritorial que se sobreponen al Estado. Esto es más
visible si tomamos en cuenta la propuesta que hace el profesor Wallerstein de este
período de transición, de fases, entre una hegemonía planetaria, hacia una nueva
hegemonía planetaria. En América Latina, en otros países, en Argentina, en Bolivia,
esta tensión entre reconfiguración de la soberanía territorial del Estado y existencia y
presencia de ámbitos de decisión supraestatales lo vemos a diario.
En los últimos 5 a 10 años hemos asistido a un regreso, a una retoma digámoslo así, de
la centralidad del Estado como actor político-económico. Luego voy a ver los
componentes internos del Estado, pero en principio del Estado como sujeto territorial
en el contexto planetario. Pero a la vez, América Latina está viviendo dramáticamente
eso, existen flujos económicos y políticos desterritorializados y globales, que definen
muchas veces al margen de la propia soberanía del Estado, temas que tienen que ver
con la gestión y la administración de los recursos del Estado.
Voy a dar un ejemplo para explicar esta complejidad de retoma de un centralidad del
Estado, pero ya no como en los años 40 o 50, sino en ámbito de construcción de otra
serie de instituciones desterritorializadas. El presupuesto del Estado es un ejemplo. Por
una parte los procesos contemporáneos en América Latina de distribución de la
riqueza, de potenciamiento de iniciativas de soberanía económica del país, de mejora
del bienestar de las poblaciones, tiene que ver con un uso y disposición de recursos
económicos que tiene el Estado, y esta es una competencia estrictamente estatal,
territorialmente delimitada. Pero a la vez como las producciones de nuestros países
cada vez están externalizándose, es decir, ampliándose más allá del mercado interno y
se están dirigiendo a mercados internacionales, los ingresos que capta el Estado vía
impuestos, vía ventas propias, cada vez depende menos de decisiones del Estado, que
de los circuitos económicos de comercialización de esos productos. De tal manera que
si bien hoy los Estados están retomando en América Latina una mayor capacidad de
definir políticas sociales, políticas de empleo, inversión en medios de comunicación,
en medios de transporte, en infraestructura vial; a la vez está claro que esos recursos, la
intensidad de esta distribución social, la intensidad de esta creación de infraestructura
médica, educativa en favor de la población, depende más de la fluctuaciones de los
commodities como llaman los economistas, de las mercancías que vendemos. Es
distinto la soberanía de un Estado con el precio del petróleo a 185 dólares el barril, que
a 60 o a 30 dólares el barril.
La capacidad de disponer el excedente económico para temas sociales, para temas de
infraestructura, para inversión productiva, para educación, varía en función de esa
variación de los precios, no solamente del petróleo; del gas, de los minerales, de los
alimentos, de los productos que las sociedades producen contemporáneamente. En este
ejemplo entonces en el presupuesto está esta bidimensionalidad: por una parte hay
soberanía y hay una retoma de la soberanía del Estado sobre estos recursos y sobre el
uso del excedente económico, pero a la vez hay una dependencia de definiciones al
margen del Estado, en cuanto a los volúmenes de esos excedentes a ser utilizados en
beneficio de la población, porque estos dependen cada vez más de cómo se constituyen
los precios a nivel internacional, a nivel internacional de esas mercancías.
Quiero entonces retomar el concepto de Estado. No porque en el Estado se concentra la
política. Está claro que las experiencias sociales del continente, de Bolivia, de
Argentina, del Ecuador, son experiencias que hablan de que la política excede al
Estado, va más allá del Estado. Pero a la vez está claro que un nudo de condensación
del flujo político de la sociedad pasa en el Estado, y que uno no puede dejar de lado al
momento de materializar y objetivar una correlación de fuerzas sociales y políticas en
torno al Estado.
¿Qué fue entonces de este sujeto que llamamos Estado? ¿A qué llamamos Estado? Es
evidente que una parte del Estado es un gobierno, aunque no lo es todo. Parte del
Estado es también el Parlamento, el régimen legislativo cada vez más devaluado en
nuestra sociedad. Son también las Fuerzas Armadas, son los tribunales, las cárceles, es
el sistema de enseñanza y la formación cultural oficial, son los presupuestos del
Estado, es la gestión y uso de los recursos públicos. Estado es también no sólo
legislación sino también acatamiento de la legislación. Estado es narrativa de la
historia, silencios y olvidos, símbolos, disciplinas, sentidos de pertenencia, sentidos de
adhesión. Estado es también acciones de obediencia cotidiana, sanciones, disciplinas y
expectativas.
Cuando definimos al Estado, estamos hablando de una serie de elementos diversos, tan
objetivos y materiales como las FF.AA., como el sistema educativo; y tan etéreos pero
de efecto igualmente material como las creencias, las obediencias, las sumisiones y los
símbolos. El Estado en sentido estricto son pues entonces instituciones. No hay Estado
sin instituciones. Lo que Lenin denominaba “la máquina del Estado”. Es la dimensión
material del Estado, el régimen y el sistema de instituciones: gobierno, parlamento,
justicia, cultura, educación, comunicación; en su dimensión de instituciones, de
normas, procedimientos y materialidad administrativa que le da vida a esa función
gubernativa. Pero también entonces de ese conglomerado, de ese listado que hemos
dicho que es el Estado, el Estado no es solamente institución, dimensión material del
Estado, sino también son concepciones, enseñanzas, saberes, expectativas,
conocimientos. Es decir, esta sería la dimensión ideal del Estado.
El Estado tiene una dimensión material, que describió muy bien Lenin, como el
régimen de instituciones. Pero también el Estado es un régimen de creencias, es un
régimen de percepciones, es decir, es la parte ideal de la materialidad del Estado; el
Estado es también idealidad, idea, percepción, criterio, sentido común. Pero detrás de
esa materialidad y detrás de esa idealidad del Estado, el Estado es también relaciones y
jerarquías entre personas sobre el uso, función y disposición de esos bienes; jerarquías
en el uso, mando, conducción y usufructo de esas creencias. Las creencias no surgen de
la nada, son fruto de correlaciones de fuerza, de luchas, de enfrentamientos. Las
instituciones no surgen de la nada, son frutos de luchas, muchas veces de guerras, de
sublevaciones, revoluciones, de movimientos, de exigencias y peticiones.
Tenemos entonces los tres componentes de todo Estado: todo Estado es una estructura
material, institucional; todo Estado es una estructura ideal, de concepciones y
percepciones; todo Estado es una correlación de fuerzas. Pero también un Estado es un
monopolio. Voy a retomar este debate de monopolio y de democracia para estudiar
Bolivia como gobierno de movimientos sociales. Un Estado es monopolio, monopolio
de la fuerza, de la legislación, de la tributación, del uso de recursos públicos.
Podemos entonces cerrar esta definición del Estado en las cuatro dimensiones: todo
Estado es institución, parte material del Estado; todo Estado es creencia, parte ideal del
Estado; todo Estado es correlación de fuerzas, jerarquías en la conducción y control de
las decisiones; y todo Estado es monopolio. El Estado como monopolio, como
correlación de fuerzas, como idealidad, como materialidad, constituyen las cuatro
dimensiones que caracterizan cualquier Estado en la edad contemporánea.
En términos sintéticos podemos decir entonces que un Estado es un aparato social,
territorial, de producción efectiva de tres monopolios: recursos, cohesión y
legitimidad. Y en el que cada monopolio, de los recursos, de la coerción y de la
legitimidad, es un resultado de tres relaciones sociales. Tenemos entonces, utilizando
brevemente a los físicos, que el Estado es como una molécula, con tres átomos y dentro
de cada átomo tres ladrillos que conforman el átomo. Similar. Un Estado es un
monopolio exitoso de la coerción, lo estudió Marx, lo estudió Weber; un Estado es un
monopolio exitoso de la legitimidad, de las ideas fuerzas que regulan la cohesión entre
gobernantes y gobernados, lo estudió Bourdieu; y un Estado es un monopolio de la
tributación y de los recurso públicos, lo estudió Norberto Elias y lo estudió Lenin.
Pero cada uno de estos monopolios exitosos y territorialmente asentados está a la vez
compuesto de tres componentes: una correlación de fuerzas entre dos bloques con
capacidad de definir y controlar, una institucionalidad, y unas ideas fuerzas que
cohesionan.
Uno puede jugar teóricamente la combinación de tres monopolios, con tres
componentes al interior de cada monopolio. El monopolio de la coerción tiene una
dimensión material: fuerzas armadas, policía, cárceles, tribunales. Tiene una
dimensión ideal: el acatamiento, la obediencia, y el cumplimiento de esos monopolios,
que cotidianamente lo ejecutamos los ciudadanos y necesidad de reflexionarlos,
dimensión ideal del monopolio. Pero a la vez este monopolio y su conducción, es fruto
de la correlación de fuerzas, de luchas, de guerras pasadas, sublevaciones,
levantamientos y golpes, que han dado lugar a la característica de este monopolio.
Igualmente con la legitimidad, el monopolio de la legitimidad territorial, tiene una
dimensión institucional, una dimensión ideal y una dimensión de correlación de
fuerzas. Igual el monopolio de los tributos y de los recursos públicos.
Tenemos entonces un acercamiento más completo al Estado como relación social,
como correlación de fuerzas y como relación de dominación. El concepto que nos daba
Marx del Estado como una máquina de dominación entonces tiene sus tres
componentes complejos: es materia, pero también es idea, es símbolo, es percepción, y
es también lucha, lucha intema, correlación de fuerzas internas fluctuantes.
Entre los marxistas, kataristas, e indianistas, es muy importante este concepto que no es
solamente teoría, porque permite ver cómo asumimos la relación frente al Estado. Si el
Estado es sólo máquina, entonces hay que tumbar la máquina. Pero no basta tumbar la
máquina del Estado para cambiar al Estado. Porque muchas veces el Estado es uno
mismo, son las ideas, ios prejuicios, las percepciones, las ilusiones, las sumisiones que
uno lleva interiorizadas, que reproducen continuamente la relación del Estado en
nuestras personas. E igualmente, esa maquinalidad y esa idealidad presente en
nosotros, no es algo externo a la lucha, son frutos de lucha. Cada pueblo es la memoria
sedimentada de luchas del Estado, en el Estado y para el Estado.
Y entonces la relación frente al Estado pasa evidentemente desde una perspectiva
revolucionaria por su transformación y superación. Pero no simplemente como
transformación y superación de algo externo a nosotros, de una maquinalidad externa a
nosotros, sino de una maquinalidad relacional y de una idealidad relacional que está en
nosotros y por fuera de nosotros. Por eso los clásicos cuando hablaban de la superación
del Estado en un horizonte post-capitalista, no lo ubicaban como meramente un hecho
de voluntad o de decreto, sino como un largo proceso de deconstrucción de la
estatalidad en su dimensión ideal, material e institucional en la propia sociedad.
Con este concepto de Estado, en lo genérico, que articula distintas dimensiones, quiero
entrar a los momentos de transición de un tipo de Estado a otro tipo de Estado. Por lo
general los teóricos han trabajado, en Sociología, en Ciencias Políticas... trabajan al
Estado en su dimensión de estabilidad, pero poco se han referido al Estado en su
momento de transición. Cuando se pasa de una forma estatal, a otra forma estatal. Y yo
quiero referirme a ello, porque es justamente lo que hemos vivido, lo que puede ayudar
a entender en términos de la Sociología y de la Ciencia Política el proceso boliviano
contemporáneo.
Un Estado -este régimen de creencias de instituciones y dominación-, funciona con
estabilidad cuando cada uno de esos componentes, de esos ladrillos que hemos
mencionado, mantiene su regularidad y continuidad. Hablamos del Estado en tiempos
normales. Pero vamos a usar el concepto de “crisis estatal general” de Lenin, para
estudiar cuando esos componentes de Estado no funcionan normalmente, cuando su
regularidad se interrumpe, cuando algo falla, cuando algo en la institucionalidad, en la
idealidad, en la correlación de fuerzas que da lugar al Estado, se quiebra, no funciona,
se tranca. En esos momentos hablamos de una crisis de Estado. Y cuando esa crisis de
Estado atraviesa la totalidad de esos nueve componentes que hemos mencionado
anteriormente hablamos de una crisis estatal general.
¿Cuáles son los componentes de una crisis estatal general? ¿Cuándo vamos a hablar de
que estamos pasando, no meramente de un cambio de gobierno, de un cambio de
administración de la maquinaria del Estado, si no de un cambio de las estructuras de
poder y de dominación a otras estructuras de poder y dominación? Cuando hay una
crisis estatal general. ¿Y cómo identificamos una crisis estatal general? A partir de 5
elementos. El primero: el momento de la develación de la crisis. La transición de un
Estado a otro Estado tiene varias etapas, digámoslo así. La primera etapa es cuando se
devela la crisis de Estado, cuando se manifiesta y se expresa la crisis de Estado. ¿Qué
significa que se exprese una crisis de Estado? En primer lugar, que la pasividad, la
tolerancia del gobernado hacia el gobernante comienza a diluirse. En segundo lugar,
que surge inicialmente de manera igual, puntual, pero con tendencia a crecer, a
irradiarse, a encontrar otros escenarios de aceptación, un bloque social disidente, con
capacidad de movilizarse socialmente y de expandirse territorialmente en su protesta.
En tercer lugar, una crisis estructural del Estado en su primera fase de develamiento
surge cuando la protesta, el rechazo y el malestar, comienza a adquirir ámbitos de
legitimidad social.
Cuando una marcha, una movilización, una demanda y un reclamo sale del aislamiento
y de la apatía del resto de la población y comienza a captar la sintonía, el apoyo, la
complacencia de cada vez sectores más amplios de la sociedad. Por último, la crisis se
devela en su primera fase cuando surge un proyecto político no cooptable por el poder,
no cooptable por los gobernantes, con capacidad de articulación política y de generar
expectativas colectivas.
Esto es lo que sucedió en Bolivia desde el año 2000 hasta el año 2003. Como ustedes
saben, en Bolivia en el año 1985 hubo una retoma del gobierno y luego del Estado, del
poder, por parte de las fuerzas conservadoras. En el año 1982, se habían retirado los
militares del gobierno, había surgido un gobierno democrático de izquierda que había
fracasado en su capacidad de administrar y de articular un bloque sólido de poder.
Surge una propuesta conservadora, entre el MNR, con una política de liberalización del
mercado, privatización de empresas publicas, desregulación de la fuerza laboral,
despido de trabajadores, cierre de empresas públicas, dando lugar a 20 años de régimen
neoliberal. Presidentes como Víctor Paz Estenssoro, Jaime Paz Zamora, Sánchez de
Losada, Banzer, Quiroga, representaron todo este largo período oscuro de
neoliberalismo en nuestro país. Y la propuesta de ellos no solamente eran 20 años, eran
40, 50, 60 años de estabilidad política neoliberal.
Pero algo sucedió en Bolivia en el año 2000. A partir del año 2000, protestas locales,
los productores de hoja de coca, la confederación de campesinos de las tierras altas,
básicamente en el mundo indígena aymara. Protestas barriales en las ciudades más
pobres que habían estado existiendo de manera dispersa, sin repercusión y sin
irradiación, a partir del año 2000 comienzan a irradiarse. No podía preguntarse por qué
pasó ello, por qué protestas puntuales casi irrelevantes frente a un sistema político
neoliberal, estable, sólido, comenzaron a adquirir mayor eficacia. Porque el régimen
neoliberal de Bolivia, después de privatizar los recursos públicos estatales, empresas
de mineras, empresas petroleras, de telecomunicaciones, empresas públicas, en las
regiones, el año 2000 comenzó a afectar los recursos públicos no estatales. 20 años
privatizaron recursos públicos estatales, y a partir del año 2000 intentaron comenzar a
privatizar recursos públicos no estatales. ¿Cuáles son los recursos públicos no
estatales? El sistema de agua. El sistema de agua, en el mundo campesino indígena
boliviano es un sistema muy complejo de gestión y administración colectiva y
comunitaria de esos recursos escasos. De regulación, administración. Fue en ese paso
cuando el neoliberalismo pasa de la privatización de lo público estatal a lo público
comunitario, a lo público no estatal, en que se va a producir este quiebre.
En una semana más el Presidente Evo va a estar en Cochabamba, este sábado 10 de
abril. Vamos a conmemorar 10 años de la Guerra del Agua, 10 años en que el pueblo
cochabambino, en una articulación de productores de hoja de coca, de campesinos
regantes que administran el uso del agua comunitaria, y jóvenes de barrios y de
universidades, van a formar localmente un frente de movilización social que va a
derogar una ley que va a expulsar una empresa extranjera, y que va a recuperar al
dominio público estatal, esa porción del agua.
Esta experiencia de hace 10 años, del 10 de abril del año 2000 no va a ser solamente
paradigmática por su efecto, hacer retroceder una ley dictada, promulgada por Banzer
Suárez sino que también va a lograr algo que no habían podido lograr anteriormente
otros sectores sociales en su protesta aislada: articular, ensamblar, campo y ciudad.
Jóvenes asalariados con jóvenes campesinos, profesionales con obreros. Va a ser una
experiencia, una especie de laboratorio de un bloque nacional popular con la capacidad
de irradiar esa experiencia al resto de los países.
A la Guerra del Agua de abril del año 2000 le vendrá el bloqueo más largo en Bolivia,
un mes de bloqueo de las carreteras. Aquí le llaman piquetes, ¿no? Durante un mes
entero trabajadores del campo, inicialmente en las zonas altas del altiplano aymara, La
Paz- Oruro, luego de las zonas de los valles quechuas; Chuquisaca-Cochabamba, y
luego las zonas bajas van a paralizar, van a bloquear las principales carreteras de
nuestro país en rechazo a una ley que buscaba privatizar nuevamente el recurso hídrico,
el agua. Y el éxito de esta movilización va a ser tal que va a dar lugar a una emergencia
de liderazgos campesinos indígenas. Van a ser tiempos en que el gabinete entero va a
tener que ir a negociar con el presidente, con el dirigente que en ese momento era Evo
Morales del Chapare, para acordar el rechazo a la ley.
Va a ser momento en que otro dirigente indígena, aymara, le va a decir al presidente de
entonces, que él como indígena no lo reconoce como presidente, y que va a hablar de
presidente indígena a presidente mestizo. Este va a ser Felipe Quispe, que va a volcar el
orden simbólico de una sociedad racista y colonial como la boliviana. Desde ese
momento el orden simbólico, la capacidad de articulación de bloques sociales, y la
legitimidad de la movilización van a comenzar a expandirse.
Bloqueo del año 2000. Al año siguiente, 2001, otra movilización. Formación de los
cuarteles indígenas de Calachaca, donde por turnos comunidades y comunidades
vendrán con viejos fusiles de la Guerra del Chaco de hace 60 años a hacer guardia para
impedir de que las FF.AA. entren a un territorio que lo consideran ellos como liberado
del control del Estado.
Dos años después, 2003, hubo otro levantamiento de pobladores de la ciudad de El
Alto. El Alto queda en el altiplano boliviano a 3900 m, la ciudad de La Paz a 3600 m;
son ciudades contiguas, que las separa simplemente que una está en un hueco y la otra
en la planicie. Los de arriba son en verdad socialmente los de abajo. Pero les tocará a
ellos sublevarse otra vez por el tema del agua y del gas, en rechazo a la venta de gas a
EE.UU. a través de una empresa a instalarse en el puerto de Chile. Los alteños se
sublevarán, inmediatamente esta sublevación contará con el apoyo del movimiento
campesino indígena de tierras altas, de tierras bajas. Sánchez de Losada buscará
retomar la presencia y el monopolio territorial, que producirá asesinatos, más de 67
muertos, hombres, mujeres y niños, en dos días, marcarán el inicio del fin de Sánchez
de Losada, porque ante semejante barbarie, el resto de la población no campesina, no
indígena, mestiza, urbana, profesional, de clase media, igualmente se sublevará, y esto
llevará a la huida de Sánchez de Losada en el año 2003.
Si ustedes ven, durante casi veinte años había protestas, siempre hay protesta, pero eran
protestas aisladas, puntuales, focalizadas, y deslegitimadas más allá del lugar de la
movilización. Hay un corte en el año 2000. Lo local se articula en torno a una demanda
general movilizadora: la defensa de los recursos públicos, de los recursos comunes, del
sistema de necesidades vitales como el agua. En torno a esa demanda los liderazgos, ya
no de clase media, ya no intelectuales ni académicos como venía sucediendo antes, ni
siquiera obreros, si no los liderazgos indígenas campesinos lograrán articular a
indígenas, a trabajadores campesinos, a jóvenes estudiantes, a pobladores migrantes
urbanos, luego a profesionales, luego a clase media. Lo harán inicialmente a nivel
local, Cochabamba. Seis meses después, en dos o tres localidades. Dos años después,
en varios departamentos. A este proceso de creciente surgimiento de un bloque popular
con capacidad de irradiar la suma de demandas, de articular otros sectores, de encontrar
legitimidad en la movilización, es lo que denominamos, teóricamente hablando, el
momento del develamiento de la crisis de Estado.
2000, 2003. Luego vendrá un segundo momento de la crisis de Estado que, siguiendo a
Gramsci, hemos denominado el “empate catastrófico”. El empate catastrófico es
cuando estas movilizaciones que pasan de lo local a lo regional, que logran expandirse
a otras regiones, que tienen capacidad de irradiación y de articular distintas fuerzas
sociales, se expanden a nivel nacional. Pero no solamente que se expanden a nivel
nacional, si no que logran presencia y disputa territorial de la autoridad política en
determinados territorios. Cuando de la demanda local, reivindicativa, que cohesiona a
un bloque popular, comienza a disputar la autoridad política en la región, la autoridad
política en la zona, la autoridad política en el departamento. Cuando comienza a
suceder eso, estamos en el momento del empate catastrófico. Simultáneamente hay
empate catastrófico cuando la fuerza de dominación del gobierno y del Estado inicia un
repliegue fragmentado de su autoridad y del gobierno, y frente a eso hay empate
catastrófico cuando la sociedad comienza a construir mecanismos alternativos de
legitimidad, de deliberación, y de toma de decisiones. Un empate catastrófico es en
parte lo que Lenin y Trotsky llamaban la “dualidad de poder “, pero es más que eso. Un
empate catastrófico es cuando esa disputa de dos proyectos de poder, el dominante y el
emergente, con fuerza de movilización, con expansión territorial, disputan
territorialmente la dirección política de la sociedad por mucho tiempo, no solamente
una semana, no solamente 15 días, no solamente dos meses, no solamente tres meses.
Dualidad de poderes. Sino 1 año, 1 año y medio, 2 años, 2 años y medio. En ese
momento, de una irresolución de la dualidad de poderes de una sociedad, es el empate
catastrófico.
Es lo que pasó en Bolivia entre el año 2003 y 2005: por una parte había el Parlamento
electo por los ciudadanos años atrás, pero por otra parte había el régimen de asambleas
barriales, el régimen de asambleas agrarias y comunitarias, donde se tomaban
decisiones con un efecto político incluso por encima de la decisión del Parlamento. Es
un momento en que el monopolio de la coerción no puede ejercerse en la totalidad del
territorio, porque hay zonas donde las fuerzas sociales comienzan a implementar un
monopolio social de los procesos de coerción. Eso es lo que pasó en Bolivia entre el
año 2003 hasta el 2005.
Un tercer momento de la crisis de Estado es lo que denominamos el momento de la
sustitución de las élites. Estabilidad política quebrada por focos que se irradian, que se
expanden, de protesta, movilización, articulación social y autoridad. Empate
catastrófico cuando esos focos regionalizados y expansivos logran presencia de control
territorial con capacidad de deliberar y de tomar decisiones en paralelo a las decisiones
gubernativas. Sustitución de élites es cuando el bloque dirigencial de estos sectores
sociales articulados acceden al gobierno. Es lo que paso en el año 2006 cuando el
Presidente Evo, en un bloque que unificó a los movimientos sociales, que
preseleccionó comunitaria y asambleísticamente a los representantes para ir al
Congreso, logra la extraordinaria victoria del 54%. Extraordinaria no solamente
porque no haya habido una victoria electoral de este estilo desde hace 50 años. Todos
los gobiernos en Bolivia eran elegidos por el 23, 28% del electorado. El Presidente Evo
logrará el 54%. Pero no solamente por eso, si no porque, di no además, y esto es quizás
el acto más decisivo en la historia política de nuestro país, porque un indígena para
quien la vida colectiva, la vida política y la vida económica de la sociedad había
definido, pese a que son la mayoría, había definido que solamente podían ser
campesinos, obreros, comerciantes y transportistas. Por decisión propia se volvían en
gobernantes, en legisladores y en mandantes de un país. No había pasado esto desde los
tiempos de Manco Inca, allá en 1540, cuando se repliega a Vilcabamba, zonas
interandinas entre Bolivia y Perú, no había pasado algo así.
Sobre el sedimento de 500 años de que los indios son gobernados y nunca pueden ser
gobernantes, de que los indios tienen que ser mandados y nunca pueden mandar; sobre
esta loza colonial que había horadado espíritus, hábitos, procedimientos, leyes y
comportamientos sociales, Bolivia, que siempre había sido un país de mayoría
indígena, por primera vez después de Manco Inca, después de 450 años, tenía un líder,
una autoridad indígena, como siempre debía haber sido.
Lo que vemos entonces, en términos de la sociología política, es un proceso de
descolonización del Estado, que se habían ido construyendo, de la sociedad, desde los
ámbitos comunitarios, sindicales y barriales, logran perforar, logran penetrar el
armazón del Estado. Presidente indígena, senadores indígenas, diputados indígenas,
canciller indígena, presidenta de la Asamblea Constituyente indígena. Las polleras, los
luchos, la whipala, que había estado marginada, escondida, muchas veces sancionada,
perseguida, castigada durante décadas y siglos, asumía y llegaba donde debiera haber
estado siempre: el Palacio de Gobierno.
Tenemos entonces un primer momento de conversión de la fuerza de movilización en
transformación en el ámbito de la administración del Estado. ¿Cómo pasar de la
administración del Estado a la transformación estructural del Estado? ¿Cómo convertir
la fuerza de movilización en institución, norma, procedimiento, gestión de recursos,
propiedad de recursos? Porque eso es el Estado, el Estado es la materialización de una
correlación de fuerzas. Ese fue el debate que tuvimos anteriormente con el profesor
Toni Negri en el año 2008, sobre este tema precisamente. El Estado no es la sociedad
política, el Estado no es la realización de la movilización política de la sociedad, pero
es una herramienta, o puede llegar a ser una herramienta que contenga esa
movilización o que ayude a consolidar los logros hasta aquí alcanzados. ¿Cómo no
valorar algo que ya ahora es irrevisable, y que no tiene marcha atrás? Los derechos de
los pueblos indígenas en la Constitución... Solamente quien no ha vivido la
discriminación, el que se lo escupa por tener piel más oscura, el que se lo margine por
tener un apellido indígena, el que se le haga una burla por que no pronuncie bien el
castellano... Solamente alguien que no ha vivido eso puede despreciar que se
institucionalicen derechos, de que a partir de ahora vale tanto un apellido indígena
como un mestizo, un color más oscuro o el color blanco, un idioma indígena o el
castellano.
Eso fue lo que pasó. Y esta tercera etapa de la crisis de Estado, de la visibilización de la
crisis, empate catastrófico, conquista de gobierno, que no es el Estado. Y es a partir de
ese momento, en este proceso de sustitución de élites políticas, que el Estado comienza
a convertirse en una herramienta donde comienza a atravesarse una nueva correlación
de fuerzas. Los procesos de nacionalización de los hidrocarburos, los procesos de la
nueva Constitución y de la Asamblea Constituyente, de la nacionalización de las
empresas de telecomunicación, de la nacionalización de otras empresas públicas, van a
comenzar a darle una base material duradera a lo que inicialmente había sido un
proceso de insurgencia y de movilización social.
Pero está claro que esto tiene un límite. O mejor, tiene que rebasar un límite. Si esta
transformación del Estado como correlación de fuerzas, donde ahora son otros los que
deciden, otras clases sociales las que toman las decisiones, otros hábitos, las
percepciones de lo que es necesario, requerible, exigidle, son las que comienzan a
apoderarse de la estructura del poder gubernamental, y dado que el Estado comienza a
administrar crecientes recursos públicos, fruto de la recuperación de la nacionalización
del gas, del petróleo, y de las telecomunicaciones, estaba claro de que eso iba a ser
rápidamente impugnable, observable, disputable y bloqueado. Claro, ninguna clase
dominante abandona voluntariamente el poder, a pesar de que uno se esfuerza para que
lo hagan. Ninguna clase dominante ni ningún bloque de poder puede aceptar que, de la
noche a la mañana, quien era su sirviente o empleada ahora sea su legislador o su
ministro. Ninguna clase dominante puede aceptar que los recursos, pacíficamente, que
los recursos que anteriormente servían para viajar a Miami, comprarse su Hammer para
él, para la esposa, para la amante, para la hija, para la nieta, desaparecen de la noche a
la mañana, y que esos recursos en vez de dilapidarse en un viaje a París o a Miami, en la
compra de una tienda o de un collar de perlas, sean utilizados para crear más escuelas,
para crear más hospitales, para mejorar los salarios.
Y está claro que en todo proceso revolucionario tiene que haber un momento de
tensionamiento de fuerzas. Y permítanme aquí comparar, con el debido respeto, el
proceso de descolonización en Bolivia, con el proceso de descolonización en
Sudáfrica. En ambos, la mayoría indígena y la mayoría de color negra, para darle un
nombre, que eran mayoría y que han sido excluidas del poder, acceden al gobierno; son
procesos de amplia democratización y de amplía descolonización. Pero hay una
diferencia. En el caso de Sudáfrica, que fue un gigantesco hecho histórico de
descolonización, que fue aplaudido por el mundo, por nosotros, dejó intacta la base
material del poder económico, la propiedad de los recursos y de las empresas. En el
caso de Bolivia, no. En el caso de Bolivia avanzamos de un proceso de descolonización
política, indígenas en puestos de mando; de descolonización cultural, hablar aymara, el
quechua, el guaraní tiene el mismo reconocimiento oficial que hablar castellano, en
palacio, en vicepresidencia, en Parlamento, en la universidad, en la policía, en las
Fuerzas Armadas. Descolonización política y cultural. Pero no nos detuvimos ahí, si no
que pasamos y dimos el salto a un proceso de de descolonización económica y material
de la sociedad al depositar la propiedad de los recursos económicos, los recursos
públicos, a potenciar por encima de la empresa privada extranjera, al Estado, por
encima de la gran propiedad terrateniente, a la comunidad campesina y al pequeño
propietario. Tierra, recursos naturales, hoy son de propiedad del Estado, de los
movimientos, de los campesinos y de los indígenas, en una proporción mayoritaria de
lo que era hace tres, cuatro o cinco años atrás.
Y está claro entonces que esto no iba a ser aceptado fácilmente, no iba a ser tolerado, y
como lo previo inicialmente Robespierre, luego Lenin, Katari, iba a tener que darse un
momento de definición de la estructura de poder. En ese momento de definición, o se
reconstituye el viejo bloque de poder conservador, o bien se acaba el empate
catastrófico y se consolida un nuevo bloque de poder, que es lo que hemos denominado
un punto de bifurcación. Y todo proceso revolucionario pareciera atravesar eso. Y es
un momento de fuerza, es un momento en el que Rousseau calla y quien asume el
mando es un sub. En el que Habermas no tiene mucho que decir y quien sí tiene que
decir es Foucault. Es decir, es el momento de la confrontación desnuda o de la
medición de fuerzas desnuda de la sociedad, donde callan los procesos de construcción
de legitimidad, de consenso, y donde la política se define como un hecho de fuerza. No
es que la política sea un hecho de fuerza, de hecho, fundamentalmente, la política son
procesos de articulación, de legitimación. Pero hay un momento de la política en que
eso calla, en que la construcción de acuerdos, los enjambres, las legitimaciones, se
detienen y la política se define como un hecho de guerra, como un hecho de medición
de fuerzas.
Eso es lo que sucedió en Bolivia en el año 2008, hace dos años atrás, entre agosto y
octubre del 2008. Fue un tiempo muy complicado para nosotros. Fue un tiempo en que
algunos ministros renunciaron internamente, fue un tiempo en que las secretarias y
secretarios de palacio se ponían a llorar en un rincón porque decían “qué iba a ser de
nosotros, cuando nos vengan a sacar”, pero fue un tiempo en que el Presidente Evo
mostró su capacidad de estadista, de líder y de conductor de un proceso revolucionario.
Fueron tiempos duros porque a este gobierno del Presidente Evo, del vicepresidente, de
los sectores sociales, que habíamos ganado con el 54% del electorado en Bolivia, se
nos planteó un revocatorio. Hubo una votación revocatoria de mandato. Nunca antes se
les había ocurrido a la derecha plantear lo mismo a los gobiernos que tenían el 22% o el
23% o el 27%. Y se les ocurrió al que tenía el 54%, un indio, evidentemente, plantearle
el revocatorio. Y así fue. Los sectores conservadores que se habían atrincherado en las
regiones, en las gobernaciones de las regiones, plantearon al congreso un revocatorio.
Hicieron aprobar en el Senado donde tenían mayoría, la derecha tenía mayoría en el
Senado. Yo me acuerdo que estaba en Palacio, el Presidente había viajado a Santa Cruz
y hablamos por teléfono. “Presidente Evo”, le digo, “acaban de aprobar ahora en el
Senado”. Se queda callado el Presidente unos cinco segundos, me dice, “no importa,
vamos al revocatorio, vamos a ganar”, me dice el Presidente Evo.
Me acuerdo que dice el Presidente Evo, luego aterriza en La Paz, nos reunimos de
emergencia el gabinete político, y el Presidente Evo dice “no hay que tenerle miedo, el
Pueblo nos ha llevado con su voto al gobierno, y si el Pueblo quiere que continuemos
nos va a dar su voto, y si no quiere que continuemos nos quitará su voto. Hemos sido
fruto de las organizaciones sociales, de este ascenso democrático de la Revolución y
enfrentemos pues esas mismas armas”. Y así fuimos al revocatorio. Lo que fue un
intento para derrocar al Presidente Evo electoralmente se convirtió en una gran victoria
del 67% de la participación.
Agosto del 2008. Intento de derrocamiento democrático electoral. Superamos esa
primera barrera. Derrotados en el ámbito electoral los sectores conservadores
inmediatamente van a apostar por el golpe de Estado. En septiembre del año 2008, en
verdad desde el 29, 28 de agosto, hasta el 12 de septiembre, se va a dar una escalada
golpista en Bolivia. Va a comenzar inicialmente bloqueando el acceso a los
aeropuertos. El Presidente Evo, el vicepresidente, no van a poder aterrizar en los
aeropuertos de 5 departamentos de los 9 que hay en Bolivia. Días después a estos
bloqueos de los aeropuertos, la toma física de los aeropuertos, sectores conservadores
van a atacar a la policía, a su comandancia, para obligarlas a subordinarse
regionalmente al mandato de los sectores conservadores. Logrado esto parcialmente,
en los siguientes días van a disponer un ataque a las instituciones del Estado. Durante
los días 9 y 10 de septiembre, 87 instituciones del Estado: telecomunicaciones,
televisión, representantes del ministerio en el ámbito de la administración de las tierras,
impuestos internos, 87 en total van a ser tomadas, quemadas y saqueadas por las
fuerzas mercenarias de la derecha. Al día siguiente tropas del Ejército boliviano,
soldados del Ejército boliviano van a ser desarmados por grupos especiales creados por
esta gente, y al mismo momento pequeñas células de activistas de derecha fascistas van
a dirigirse a cerrar los ductos de la venta del gas a Brasil, de la venta del gas a
Argentina, y del abastecimiento de petróleo y de gasolina al resto de Bolivia. Era un
golpe de Estado en toda la línea. Los que hemos conocido golpes de Estado sabemos
que un golpe de Estado comienza con el control de los medios de comunicación, de los
aeropuertos, de los sistemas de abastecimiento, y luego es la toma de los centros de
definición política: Palacio, Parlamento.
Comenzaron con eso, y ahí el gobierno actuó con mucha cautela. Ya habíamos previsto
que algo así iba a suceder, la sociología sirve para eso. Y tal lectura del punto de
bifurcación, como otros conceptos, lo habíamos dialogado con el Presidente. Me
acuerdo que el Presidente Evo en el año 2008 inició el gabinete, creo que el 2 o 3 de
enero a las 5 de la mañana como nos convoca su gabinete, y nos dijo a todos: “este año
es el momento de la definición. O nos quedamos o nos vamos, prepárense”. La
sociología dice eso, el punto de bifurcación. Es decir, o las fuerzas conservadoras
retoman el control del Estado o las fuerzas revolucionarias se consolidan. El Presidente
lo dijo de una manera, la sociología lo dice de otra manera, pero es la misma cosa. Nos
habíamos preparado para ello. Algún otro rato, ahora todavía es muy pronto para
comentar en detalle, para describir en detalle estos acontecimientos. Pero el Estado, el
gobierno se preparó.
Sabíamos que se venía un momento complicado, que iba a dirimirse un momento de
fuerza, la estabilidad o el retroceso, y nos preparamos. A través de dos tipos de
acciones envolventes. La primera fue un proceso de movilización social general, de
todas las fuerzas, que tenía el Partido, el campesino, el movimiento indígena, el
movimiento cooperativista, barrios, ponchos rojos, ponchos verdes, productores de
hoja de coca, del Chapare, de los Yungas. Tres meses antes de este acontecimiento se
había definido un plan de protección de la democracia en Bolivia. Y entonces cuando
comenzaron a darse estos sucesos estas estructuras de movilización comenzaron a
desplazarse territorialmente para defender al gobierno y para acabar con la derecha
golpista. Paralelamente hubo una articulación institucional cultivada por el Presidente
Evo en la redefinición de una nueva función de las FF.AA. en democracia, hubo
también un desplazamiento militar acompañado y en coordinación con los
movimientos sociales. Una experiencia extraordinaria, no muy común entre FF.AA. y
movimientos sociales en una acción envolvente para aislar los núcleos de rebelión y de
golpistas.
En medio de estos acontecimientos se va a dar la masacre de Pando donde once jóvenes
indígenas van a ser asesinados brutalmente a sangre fría, algunos a palos, por el
gobernador conservador que hoy está en la cárcel, como debe suceder. Y a partir de ese
eslabón del bloque conservador, el eslabón más débil, usando la categoría leninista, se
comienza a retomar el control territorial, y ante la presencia de la movilización social y
del respeto institucional de las FF.AA. en defensa de la democracia, las fuerzas
golpistas medirán fuerza, observarán posibilidades de esta conflagración de ejércitos
sociales y decidirán rendirse y se irán para atrás.
En septiembre de 2008 se dará la victoria militar del Pueblo sobre las fuerzas
conservadoras de derecha y golpistas. A la victoria electoral se sumará una victoria de
movilización social militar que será completada con una victoria de carácter política.
En octubre, al mes siguiente, son meses sucesivos... En agosto se da el revocatorio, en
septiembre el golpe y en octubre se dará una gran movilización, encabezada por el
Presidente Evo, de miles y miles de personas que se dirigirán al Parlamento para
exigirles la aprobación de la nueva Constitución y que se convoque a un referéndum.
Más de 60 mil, 100 mil personas acompañaron al Presidente Evo a bajar de El Alto, a la
Ciudad de La Paz, y en tres días, soy el presidente del Congreso, tres días sin dormir y
sin comer, aprobamos esa ley...
Un momento... este punto de bifurcación o momento de confrontación desnuda y
medición de fuerzas donde se dirime o sigues para adelante o vas para atrás, que se da
en cualquier proceso revolucionario. En el caso de Bolivia, tuvo tres meses y fue una
combinación excepcional de acciones electorales, acciones de masas, y acciones de
articulación política. Yo lo quiero mencionar y relevar eso porque de alguna manera es
un aporte en la construcción de los procesos revolucionarios. No apostar todo a una
sola canasta, no apostar únicamente o al ámbito meramente legal o electoral, no apostar
meramente el ámbito de la movilización únicamente, sino de tener una flexibilidad, de
una combinación de los distintos métodos de lucha que tiene el Pueblo: el electoral, el
de la acción de masas, el de los acuerdos y combinación política que va a permitir que
en este octubre se logre la aprobación de la nueva Constitución en el Congreso, perdón,
la aprobación de la ley que convoca al referéndum para aprobar la nueva Constitución.
Victoria electoral, victoria militar, victoria política, cerrarán el ciclo de la crisis estatal
en Bolivia.
La consolidación de este ciclo estatal vendrá posteriormente con tres actos electorales.
En enero del 2009 se aprobará la nueva Constitución con el 72% del electorado, en
diciembre del 2009 el Presidente Evo será reelecto con el 64%, y el domingo pasado, el
4 de mayo, el Movimiento al Socialismo, Instrumento por la Soberanía de los Pueblos,
logrará el control de dos tercios de los municipios de todo Bolivia y de más de dos
tercios de las gobernaciones de todo el país.
En Bolivia existen 335 municipios, alcaldías, donde ha habido elecciones. De los 335
municipios, el Movimiento al Socialismo ha ganado solo y con sus aliados alrededor de
250 municipios que representan casi el 70% de la totalidad de los municipios del país.
De las 9 gobernaciones en disputa hemos ganado en 6 gobernaciones y de los 9
parlamentos regionales, el MAS tiene mínimamente en la totalidad de ellos entre el 40
y el 55% de los representantes de los parlamentos regionales.
La crisis estatal, la transición de un tipo de Estado neoliberal, colonial, a un nuevo tipo
de Estado plurinacional, autonómico y con una economía social comunitaria, ha tenido
entonces este intenso período de transición de en verdad 8 años, 8 años y medio.
Primera etapa: momento en que se devela la crisis. Segundo momento: empate
catastrófico. Tercer momento: acceso al gobierno. Cuarto momento: punto de
bifurcación. A partir de ese resultado, la consolidación de una estructura estatal. Hoy
Bolivia reivindica, propugna y comienza a construir lo que hemos denominado un
Estado plurinacional, una economía social comunitaria y un proceso de
descentralización del poder bajo la forma de las autonomías departamentales,
indígenas y regionales. Un Estado complejo.
¿Dónde nos dirigimos ahora? ¿Dónde se dirige este proceso? Permítanme de manera
muy breve introducir otro concepto. El concepto de Estado aparente y de Estado
integral. El concepto de Estado aparente es un concepto de Marx que lo utiliza un gran
sociólogo boliviano ya fallecido, René Zabaleta Mercado, y el concepto de Estado
integral lo utiliza Gramsci. Llamamos Estado aparente -llama Marx, y Zabaleta- a
aquel tipo de institucionalidad territorial política que no sintetiza ni resume a la
totalidad de las clases sociales de un país, sino que representa solamente a un pedazo de
la estructura social, dejando al margen de la representación a una inmensa mayoría. En
términos de la sociología política, podemos hablar de la inexistencia de un óptimo
Estado-sociedad civil. El Estado aparece entonces como un Estado patrimonial que
representa y que aparece como propiedad de un pedazo de la sociedad en tanto que el
resto de la sociedad (indígenas, campesinos y obreros) aparecen al margen del Estado
sin ninguna posibilidad de mediación ni de representación. Ese es el Estado aparente.
Estado integral llama Gramsci a varias cosas en su reflexión, pero en particular a un
óptimo entre cuerpo político estadual y sociedad civil. Y a una creciente pérdida de las
funciones monopólicas del Estado para convertirse meramente en funciones
administrativas y de gestión de lo público. A esta lógica le llama Gramsci Estado
integral.
Permítanme, utilizando estos dos conceptos, un poco debatir tres tensiones, tres
contradicciones y un horizonte en el proceso político revolucionario. La primera
tensión y contradicción que no se resuelve teóricamente si no en la práctica: Bolivia,
con el Presidente Evo, con los sectores sociales sublevados y movilizados ha
constituido lo que denominamos un gobierno de los movimientos sociales. Esto
significa varias cosas; en primer lugar, que el horizonte y el proyecto que asume el
gobierno, de transformación, de nacionalización, de potenciamiento económico, de
diversificación económica, de desarrollo de la economía comunitaria, es un horizonte
estratégico creado, formado por la propia deliberación de los movimientos sociales.
En segundo lugar, que los representantes que aparecen en el ámbito del Parlamento, del
Congreso, de la Asamblea, son fruto en su mayoría de la deliberación asambleística de
los sectores sociales, urbanos y rurales para elegir a sus autoridades que luego son, en
algunos casos, elegidas por voto universal y otros por constitución elegida por
asamblea. La Constitución actual acepta que en el ámbito de los gobiernos regionales
la elección directa de asambleístas o asambleas sea por aclamación, por democracia
comunitaria.
En tercer lugar, que los mecanismos de selección del personal administrativo del
Estado deja de ser únicamente en función de meritocracia académica y combina otro
tipo de méritos, otro tipo de calificaciones, como es el haber ayudado a los sectores
sociales, el provenir de sectores sociales, el de no haber defendido dictaduras, no haber
participado de privatizaciones, haber defendido los recursos públicos estatales y no
estatales. Hay un mecanismo de preselección de la administración pública que pasa por
sectores sociales y que combina lo meritocrático académico con otro tipo de
meritocracia social, digámoslo así.
Bien, este horizonte, este proyecto de movimientos sociales, estos funcionarios que
emergen de sectores sociales, y esta conversación continua y esta aprobación de las
medidas estructurales que se toman del gobierno en las asambleas de los sectores
sociales movilizados hacen de nuestro gobierno un gobierno de movimientos sociales.
Pero a la vez estamos hablando de un gobierno del Estado, y todo Estado, por
definición que hemos dado al principio, es un monopolio. Pero entonces aquí hay una
contradicción: Estado por definición es monopolio, y movimiento social por definición
es democratización de la decisión. El concepto de gobierno de movimientos sociales es
una contradicción en sí misma, sí, ¿y qué?
Hay que vivir la contradicción, la salida es vivir esa contradicción. El riesgo es si
priorizas la parte monopólica del Estado, ya no será gobierno de los movimientos
sociales, será una nueva élite, una nueva burocracia política. Pero si priorizas
solamente el ámbito de la deliberación en el terreno de los movimientos sociales,
dejando la toma de decisiones, dejas de lado el ámbito de la gestión y del poder del
Estado. Tienes que vivir los dos. Corres ambos riesgos, y la solución está en vivir
permanentemente y alimentar esa contradicción dignificante de la lucha de clases, de la
lucha social en nuestro país. La solución no está a corto plazo, no es un tema de
decreto, no es un tema de voluntad, es un tema del movimiento social.
Pero esta contradicción viva entre monopolio y desmonopolización, entre
concentración de decisiones y democratización de decisiones, tiene que vivirse en un
horizonte largo. Ahí viene la categoría de Gramsci del Estado integral. En un
momento, decía Gramsci, en que los monopolios no sean necesarios, Estado sería
meramente como gestión y administración de lo público y no como monopolio de lo
público.
Y esta posibilidad está abierta en Bolivia a partir de dos elementos: por una parte sólo
los movimientos sociales, los que están encabezando este proceso de transformación.
Y por otra parte, hay una fuerza y una vitalidad comunitaria, rural y en parte urbana,
que permanentemente tiende a expandirse, a irradiarse, no solamente como
deliberación de lo público, sino como administración de lo público no estatal. Si este
Pueblo presenta a los movimientos sociales en la conducción del Estado, despliegue,
irradiación, potenciamiento de lo comunitario colectivo, de lo comunitario político, en
barrios, en comunidades, se potencia y se refuerza, está claro que esta construcción del
Estado que estamos haciendo hoy Bolivia, esta modernización del Estado ya no es la
modernización clásica de las élites de las burguesías nacionales, sino que su tránsito es
evidentemente al socialismo.
Lo que estamos haciendo en Bolivia de manera dificultosa, a veces con retrasos, pero
ineludiblemente como horizonte de nuestro accionar político, es encontrar una vía
democrática a la construcción de un socialismo de raíces indígenas, que llamamos
socialismo comunitario. Este socialismo comunitario que recoge los ámbitos de la
modernidad en ciencia y tecnología, pero que recoge los ámbitos de la tradición en
asociatividad, en gestión de lo común, es un horizonte.
No necesariamente inevitable, como nunca es inevitable la victoria de un proceso
revolucionario: es una posibilidad que depende de varios factores. En primer lugar de
la propia capacidad de movilización de los sectores sociales. Un gobierno no construye
socialismo, el socialismo es una obra de las masas, de las organizaciones, de los
trabajadores. Solamente una sociedad movilizada que expanda e irradie y que tenga la
habilidad de irradiar y de defender y de expandir y de tener formas asociativas, formas
comunitarias, modernas y tradicionales, de toma de decisiones de producción de la
riqueza y de distribución de la riqueza, puede construir esa alternativa socialista
comunitaria.
Lo que puede hacer un gobierno, lo que podemos hacer el Presidente Evo, el
vicepresidente, sus ministros, es apuntalar, es fomentar, es respaldar, es empujar ello,
pero evidentemente, la obra del socialismo comunitario tendrá que ser una obra de las
propias comunidades urbanas y rurales que asumen el control de la riqueza, de su
producción y de su consumo. Pero además, está claro que cualquier alternativa
postcapitalista es imposible a nivel local, es imposible a nivel estatal, una alternativa
socialista, o pongámosle el nombre que queramos, postcapitalista, que supere las
contradicciones de la sociedad moderna, de la injusta distribución de la riqueza, de la
destrucción de la naturaleza, de la destrucción del ser humano, tiene que ser una obra
común, universal, continental y planetaria.
Por eso, rompiendo el protocolo académico, me dirijo a ustedes como luchadores,
como estudiantes, como revolucionarios, como gente comprometida que ama a su país,
que ama a su Pueblo, que quiere otro mundo como indígenas, como jóvenes, como
trabajadores. Bolivia sola no va a poder cumplir su meta. Les toca a ustedes, les toca a
otros pueblos, les toca a una nueva generación, les toca a otros países; hacer las mismas
cosas y mejores cosas que las nuestras, pero hacer, no contemplar, no ver. La pasividad
de otros pueblos es la derrota de nosotros. El movimiento de otros pueblos es nuestra
victoria.
Por eso aquí, les venimos a decir en nombre del Presidente Evo y mío: nosotros
estamos haciendo lo que el destino nos ha colocado al frente, y no duden un solo
segundo, que solamente la muerte detendrá lo que venimos haciendo, que mientras
tengamos algo de vida, un átomo de vida, el compromiso con este horizonte
comunitario socialista de emancipación de los pobres, los indígenas, los trabajadores,
será nuestro horizonte de vida, de trabajo y de compromiso.
Les digo honestamente que no hay nada más hermoso que nos haya pasado en la vida
que vivir este momento, no hay nada más hermoso que haber vivido este momento y
haber acompañado al Presidente Evo y acompañar esta insurgencia de los pobres, de
los humildes, de la gente despreciada y marginada. Pero no puede eso detenerse ni
solamente observarse: es la contribución que hace el Pueblo boliviano con una
profunda humildad a los procesos de transformación del continente y del mundo.
Ahora quienes tienen que actuar son ustedes, son ustedes los jóvenes, los trabajadores,
los profesionales, los comprometidos que con su propia experiencia, su propia
capacidad, su propia historia, tienen que asumir el reto de construir otro mundo, un
mundo distinto, un mundo donde nos sintamos todos contentos y felices, porque, en
otros términos, eso es lo que llamamos socialismo, un mundo de la socialización, de la
felicidad y de la riqueza para todos.
Es el reto de ustedes compañeros, no nos dejen solos, muchas gracias.
LA NUEVA DERECHA
EN AMÉRICA LATINA
José Natanson
Noviembre 2014 - Le Monde Diplomatique Edición Cono Sur
Los resultados de los comicios presidenciales en Brasil, el antecedente de Henrique
Capriles en Venezuela y las encuestas en Argentina definen un paisaje electoral más
competitivo que el del pasado, con los gobiernos progresistas enfrentando más
dificultades para retener el poder y en el que se destaca la emergencia de una nueva
derecha, que es democrática, pos-neoliberal e incluso está dispuesta a exhibir una
novedosa cara social (casi diríamos populista, si no estuviéramos tan cansados de la
palabra, tanto en su acepción despectiva como en su -en otro momento valiosa, a esta
altura un poco hadante- elevación epistemológica).
Pero no nos desviemos y tratemos de caracterizarla.
Democrática
El talante democrático de la nueva derecha es toda una novedad regional. En efecto,
históricamente las fuerzas conservadoras rara vez resistían la tentación de golpear las
puertas de los cuarteles cuando percibían que sus intereses no podían imponerse por
vía de las urnas, como sucedió en 1955,1966 y 1976 en Argentina y como ocurrió en
1964 en Brasil, en 1973 en Uruguay y en los 80 en toda Centroamérica, o cuando,
como en el Chile de Allende o la Guatemala de Arbenz, consideraban que la
radicalización de los gobiernos de izquierda había alcanzado niveles intolerables. Todo
esto ocurría, por supuesto, en contextos políticos pretorianizados, en donde los
militares funcionaban como un recurso más del juego político y en donde también la
izquierda recurría de vez en cuando a ellos, como en Perú en 1968 y en Ecuador en el
2000.
Pero eso ha cambiado y hoy la derecha latinoamericana ha aceptado a la democracia
como el único sistema posible (el peor sistema diseñado por el hombre a excepción de
todos los demás, según el célebre aforismo de Churchill). Esto no implica, por
supuesto, que esté completamente libre de intentos golpistas, ensayos de
desestabilización y deslices autoritarios, como demuestra la experiencia reciente de
Honduras, Paraguay, Ecuador y Bolivia. Hay quienes practican el “golpismo sin
sujeto”, la nueva modalidad del desplazamiento extra-institucional del siglo XXI (1), y
están aquellos que se niegan a aceptar derrotas electorales limpias, algo que por otra
parte no es un vicio exclusivo de la derecha, a juzgar por las denuncias de fraude
agitadas por Andrés Manuel López Obrador tras las elecciones de 2006 en México.
Pero, más allá de los matices, lo central es que los núcleos más recalcitrantes
constituyen sectores minoritarios dentro de las fuerzas de la nueva derecha, que son
más complejas y contradictorias de lo que el punto de vista simplista está a menudo
dispuesto a admitir. En una mirada general, sus partidos y candidatos surgieron sobre
el final de los períodos autoritarios y en algunos casos enfrentándolos, como sucede
con el PSDB brasilero, un partido modernizante de profesionales e intelectuales que se
sumó a las protestas contra el gobierno militar, o como ocurre con Sebastián Piñera y
su célebre voto por el No en el plebiscito contra Pinochet, lo que desde luego no les ha
impedido explorar más tarde alianzas con fuerzas vinculadas a las dictaduras, como el
DEM brasilero o la UDI chilena. En suma, el carácter democrático de la nueva derecha
-más allá de sus convicciones, que como no somos psicólogos preferimos no explorar-
se explica por una cuestión de origen.
Pos-neoliberal
Además de democrática, la nueva derecha es pos-neoliberal. Aunque sus programas
económicos incluyen las conocidas prescripciones pro-mercado, son escasas las
menciones explícitas a las políticas de desregulación, privatización y apertura
comercial que constituían el núcleo básico del Consenso de Washington. Estrategia
que, una vez más, tiene menos que ver con la astucia ocultista del marketing político
que con el contexto: ocurre que todas estas reformas ya fueron aplicadas y que, aunque
hubo correcciones y contrarreformas de distinta intensidad, en términos generales se
encuentran vigentes. Por ejemplo, el arancel promedio latinoamericano -indicador de
apertura comercial- se sitúa actualmente en el 14 por ciento, contra el 42,5 en 1985; el
costo laboral -indicador de flexibilización- se redujo 40 por ciento, y el gasto público -
indicador de intervención estatal- pasó del 20,5 al 35 por ciento (2). En otras palabras,
las propuestas no incluyen menciones explícitas al neoliberalismo porque el
neoliberalismo es antipático pero sobre todo porque el neoliberalismo ya ocurrió.
Nuevamente habrá que matizar el argumento. Las bajas dosis de neoliberalismo
explícito contenidas en los programas económicos de la nueva derecha no implican de
ningún modo equipararlas a los oficialismos de izquierda. Una derecha sin izquierda es
un imposible geométrico tanto como un absurdo político. Las diferencias siempre
existen; lo crucial es capturarlas analíticamente y considerarlas en su justa medida. Por
ejemplo, un triunfo de Aécio Neves en Brasil, como uno de Lacalle Pou en Uruguay o
uno de Mauricio Macri en Argentina, no hubiera implicado un retorno al proyecto del
ALCA, como se anda diciendo por ahí, por el simple hecho de que, aun si ese hubiera
sido su objetivo, los empresarios paulistas no se lo hubieran permitido, y porque la
estrategia de Estados Unidos consiste ahora en firmar tratados de libre comercio
bilaterales más que embarcarse en imposibles negociaciones con bloques.
En cambio, sí podría llevar a una “flexibilización" del Mercosur, propuesta compartida
por los partidos opositores de los cinco socios del Mercosur. Aunque no resulta fácil
entender qué significa exactamente, porque la idea suele formularse en términos
abstractos, parecería apuntar a una transformación del bloque, de la unión aduanera
que es actualmente a una zona de libre comercio, para lo cual habría que derogar la
famosa cláusula 31, que les impide a los integrantes negociar individualmente tratados
comerciales con terceros. Un cambio de este tipo, que acercaría al Mercosur a modelos
de integración más abiertos como el NAFTA o la Alianza del Pacífico, supondría
abandonar el arancel unificado (por otra parte lleno de agujeros, excepciones y
regímenes especiales), los proyectos de integración productiva (salvo en casos como el
de la industria automotriz, escasamente desarrollados) y la convergencia económica
estructural (limitada a las declaraciones de deseos de las cumbres de presidentes). En
otras palabras: más que “abandonar” el Mercosur, implicaría recuperar su espíritu
comercialista original -recordemos que el tratado fundacional fue firmado en 1991 por
Carlos Menem y Fernando Collor de Mello- orientado a facilitar los negocios de los
sectores empresariales más dinámicos de cada país.
Social
Por último, la nueva derecha tiene una cara social. Sus líderes prometen mantener los
programas desplegados en la última década e incluso disputan la simbología de la
izquierda, como ocurre con Capriles, que aseguró que no desarmará las misiones
chavistas en caso de llegar a la presidencia, bautizó Simón Bolívar a su comando de
campaña y hasta se viste con el amarillo, azul y rojo en los actos proselitistas. El hecho
de que los candidatos de otros países hayan recurrido a la misma estrategia y que
incluso se debata su “caprilización” (3) confirma que, como en su momento sucedió
con Hugo Chávez, el primer líder de la nueva izquierda en llegar al gobierno,
Venezuela dispone de una asombrosa capacidad anticipatoria.
Real o impostada, la cara social de la nueva derecha la hace competitiva, le permite
combinar la apuesta al “voto de opinión” de las grandes ciudades con las redes
clientelares tradicionales, a veces heredadas de las dictaduras, como sucede con la UDI
en Chile y con DEM en Brasil, y en otros casos construidas por los viejos partidos
populistas, como ocurre con los blancos en Uruguay o como sucede con Macri en la
Ciudad de Buenos Aires, donde el PRO absorbió una parte de la densa trama del viejo
PJ Capital y consiguió, en todas sus elecciones, resonantes triunfos en las comunas del
Sur.
Esto marca un contraste con la mucho más ideológica derecha clásica, lo que a su vez
se refleja en el perfil de sus líderes. A diferencia de los viejos dinosaurios, en general
economistas estilo Alsogaray, Cavallo o López Murphy, la nueva derecha está
integrada por empresarios, gestores y deportistas, de Mauricio Macri a Vicente Fox, de
Samuel Doria Medina a Daniel Scioli. Hombres de acción, que casi siempre son
jóvenes o se esfuerzan por parecerlo, y que combinan berlusconianamente la tradición
liberal con la conservadora y exhiben una agilidad programática y un sentido de la
oportunidad de una astucia ausente en sus latosos antecesores.
Novedades.
Los rasgos analizados más arriba se reflejan en dos grandes transformaciones
electorales. La primera es un cambio de los votantes de la izquierda, que ha ido
perdiendo parte de su apoyo original en las clases medias para anclarse, cada vez más,
en los sectores populares, como demuestra el movimiento del electorado del PT del Sur
al Nordeste, y como revelan también los avances del Frente Amplio en el interior.
Incluso Evo Morales, que arrasó en los comicios presidenciales de Bolivia, obtuvo en
el núcleo altiplánico menos votos que en el pasado, como advierte Federico Vázquez
en la columna que acompaña este editorial. La segunda novedad, que será necesario
explorar con más calma, es la dificultad de los gobiernos progresistas para seducir a los
votantes más jóvenes, que cada vez más tienden a inclinarse por la oposición, quizás
porque la dramática experiencia del neoliberalismo permanece en ellos como un
recuerdo difuso, lejano. Por todos estos motivos, y por más que todavía no logre llegar
al poder, la nueva derecha aparece como un sujeto nuevo y competitivo en la política
latinoamericana.
1. Véase Juan Gabriel Tokatlian, “El neogolpismo”, Le Monde diplomatique, edición
Cono Sur, N° 178, mayo de 2014.
2. Eduardo Lora, “Las reformas estructurales en América Latina. Qué se ha reformado
y cómo medirlo”, BID.
3. www.artepolitica.com
BRASIL 2014:
POLÍTICA DE ALIANZAS E
IDEOLOGÍA
Amílcar Salas Oroño
10 de Noviembre de 2014 - Nodal.am
Tan sólo 48 horas después de que Dilma Rousseff fuera reelecta para un nuevo
período, la Cámara de Diputados decidió no convalidar el Decreto 8243 de este año
que establecía la Política Nacional de Participación Social, una serie de mecanismos
participativos - muchos de los cuales ya se implementan- que requerían de ciertas
reglamentaciones. Componiendo la votación contraria al Decreto, sectores opositores
y, al mismo tiempo, sectores aliados al gobierno, especialmente una parte del PMDB.
El dato viene a sintetizar un problema mediato que deberá encarar Dilma en su
próximo gobierno: el juego de intercambios y dinámicas del sistema político y la
relación con los aliados. Esto mismo a lo que apuntó la Presidenta en su primer
mensaje una vez confirmada su reelección: la Reforma Política.
Mayorías gubernamentales y dispersión política
Desde el punto de vista de sus resultados, el Partido dos Trabalhadores ha sido un
exitoso constructor de mayorías desde que accedió al gobierno en el 2003. La
progresiva ampliación de su coalición presidencial - pasó de 5 a 9 partidos durante los
mandatos de Lula a Dilma - ha permitido dos objetivos básicos: vehiculizar una
“agenda de cambios” y, según las circunstancias, lograr frenar los “climas
destituyentes” que oportunamente se instalaron. Sin embargo, esta última elección
presidencial puso de manifiesto ciertas circunstancias que colocan al PT frente a la
necesidad de realizar algunos reajustes respecto de su “política de alianzas”, si es que
no quiere continuar reforzando una tendencia que viene proyectándose desde hace
tiempo: la descaracterización ideológica de la coalición gubernamental, algo advertido
e indicado desde las calles en las movilizaciones de junio del 2013 y que se expresa,
también, en la fragmentación y dispersión política del próximo Congreso Nacional.
En ese sentido, se torna necesaria para el PT una substantiva modificación en lo que
respecta a la “política de alianzas”. Sobre todo porque la actuación (en todos estos
años) de ciertos partidos aliados y los discursos públicos de algunos de sus líderes han
desdibujando los contornos programáticos de lo que el propio PT le viene a proponer a
la sociedad. Más allá de los acompañamientos institucionales, buena parte de los
aliados, subidos a los efectos beneficiosos de mantenerse al interior del lulismo(como
expresión genérica de articulación política, transferible también a Dilma), desde un
punto de vista discursivo no han articulado una visión política común con la agenda
gubernamental y, más de las veces, han simplemente adaptado sus perfiles específicos
y locales a los formatos de la ideología dominante, sin forzar una mínima crítica con las
representaciones sociales establecidas. Esta separación y desacople ideológico es lo
que explica la expansión cada vez mayor de candidaturas vinculadas con intereses
puntuales - seguridad, agronegocio, etc.- dentro de la propia coalición gubernamental,
a contramano de reforzar un punto de vista más general, político.
De allí también un número importante de distorsiones respecto de la correspondencia
entre las elecciones estaduales y los resultados para Presidente. De un lado, aliados del
PT que lograron votaciones contundentes para sus cargos a gobernadores o diputados
mientras que, por otro lado, en esos mismos distritos Dilma Rousseff quedó muy por
debajo de Aecio Neves. Es el caso, por ejemplo, de lo ocurrido en Santa Catarina,
donde el PSD (aliado del PT) obtuvo con comodidad la gobernación mientras que allí
Aecio Neves sacó su porcentaje más alto (64,59%) respecto de Dilma (35,41%),
incluso más que en San Pablo. Un fenómeno de desmarcarse que tuvo, quizás, a varios
líderes del PMDB como principales protagonistas
Marchas y contramarchas para Dilma Rousseff
No había transcurrido una semana de la victoria de Dilma Rosseff para su segundo
mandato que en la Av. Paulista se convocaron el sábado 1 de noviembre sectores que,
sin ningún tipo de mediaciones, volvieron a expresar su vehemencia antidemocrática.
Como prolongación de los exabruptos que se verbalizaron durante la última campaña,
se trató de un reducido grupo - aunque hubo otros “actos” de la misma convocatoria en
Brasilia, Manaus y Curitiba- pidiendo desde el impeachment a Dilma a un nuevo
recuento de los votos - negado por el Tribunal Supremo Electoral, por falta de
argumentos- o la intervención directa de los militares, bajo la exaltación permanente de
quienes condujeron el acto en relación a lo que representa la Policía Militar (esa misma
Policía Militar que unos días después fue indicada por la muerte alevosa y planificada
de 9 personas en los barrios periféricos de Belén, en Paré). Estos actos y expresiones no
son algo inaudito ni en la historia brasileña ni en la latinoamericana, pero aparecen bajo
los nuevos ropajes de los tiempos: derechas no convencionales y reaccionarias que en
determinados momentos quiebran los límites de sus silencios y salen a publicitarse.
Ocurrió en los últimos años en Venezuela, en Bolivia - al momento de los conflictos
por las autonomías regionales- y en Argentina, según el discurso de ciertos núcleos
duros de los “cacerolazos” a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Dos factores impulsan a la aparición de estas posiciones antidemocráticas. De un lado,
los medios de comunicación hegemónicos, decididos a continuar en la misma
secuencia de informaciones tendenciosas y “espectacularizadas” de crítica al gobierno.
Del otro, una “ideología de mercado” (que Aecio Neves logró expresar y extender) y
que se ha convertido en una plataforma cognitiva para amplios sectores de la
ciudadanía y que minimiza - y, por momentos, desprecia- la injerencia que puede llegar
a tener el Estado en la reconstrucción de la dialéctica social, sobre la base de reforzar la
autoafirmación que supone el privatismo para las relaciones sociales. Una “ideología
de mercado” que se ha extendido durante estos años como un efecto indirecto - y
podría decirse, indeseado- de los cambios progresivos en la estructura social y el
crecimiento económico. Que se localiza principalmente en las grandes ciudades
brasileñas; a la manera de un soporte, junto con otros aspectos, de la victoria del PSDB
en la mayoría de las capitales en el segundo turno: Porto Alegre, Brasilia,
Florianópolis, Curitiba, Sao Paulo y Belo Horizonte (siendo que el PT venció en el
Estado de Minas Gerais). No es casualidad que sea en la Av. Paulista donde se
volvieran a expresar estos sectores antidemocráticos: corresponde a un distrito
electoral en el que Aecio Neves obtuvo el 86,68% de los votos, frente al 13,33% de
Dilma Rousseff.
Para las próximas semanas son esperables nuevas marchas y contramarchas (a la
acción del 1 de noviembre le correspondió su respuesta, unos días después en el mismo
lugar, organizada por el MST, la CUT, la Central de Movimientos Populares y O
Levante Popular da Juventude, entre otros) porque todavía no ha cesado la intensidad
de la politización de los últimos meses. Los problemas de las alianzas y de los
imaginarios colectivos están allí, en señales de alarma. La Reforma Política puede ser
un vector que las resignifique. Habrá que ver los ritmos en los que se desarrolle.
GOBIERNO DILMA 2015:
CLASES SOCIALES Y RUMBOS
ECONÓMICOS
Amílcar Salas Oroño
10 de Noviembre de 2014 - Nodal.am
El ranking de las principales empresas brasileñas se modificó en las últimas semanas
hacia una dirección específica: Bradesco, el segundo mayor banco privado del país,
alcanzó a Petrobrás en su valor de mercado; ambas empresas disputando un tercer
lugar detrás de Ambev y el banco Itaú. No debe ser visto como un detalle irrelevante
esta aproximación. Al margen de la caída del precio del petróleo o la desvalorización
de mercado empujada por el escándalo de corrupción que involucra a ex-funcionarios
de la estatal, políticos y constructoras, la consolidación de Bradesco - cuyos lucros
líquidos crecieron un 26,5 % en el tercer trimestre del año en comparación con el
mismo período del 2013, potenciados por una de las tasas de interés más altas del
mundo- también se proyectó hacia adentro del próximo gobierno, con la nominación de
Joaquim Levy como futuro ministro de Economía. Ex-directivo del banco, J. Levy
señala un rumbo; seguramente, una reformulación de lo que han sido estos años de
heterodoxa combinación entre más Estado y más mercado.
Orientación ideológica y agenda de cambios
El tiempo que transcurre desde que se dan los resultados electorales y la ceremonia de
posesión del cargo suele ser un período en el que se van presentando ante la ciudadanía
quienes serán las principales figuras públicas del próximo gobierno y, aunque sea de
forma general, el perfil y la naturaleza de lo que serán los siguientes años de gestión.
Por lo menos así ha ocurrido en las últimas sucesiones presidenciales brasileñas. Luego
de la primera victoria de Lula en el 2002 y antes de asumir la Presidencia, en medio de
un clima eufórico después de los tres intentos previos, se lanzó, por ejemplo, el
Programa Fome Zero - que aglutinó compromisos de diversos sectores sociales - al
mismo tiempo que se reubicaba al nuevo gobierno, desde un punto de vista simbólico,
en diálogo con determinadas tradiciones políticas, como las alusiones hechas por Lula
respecto de la experiencia de gobierno de Juscelino Kubitschek. Orientaciones de
agenda y reinterpretaciones de los pasados políticos.
En el 2006, durante los meses de transición post-reelección de Lula, se presentó, entre
otras iniciativas, el PAC (Programa de Aceleramiento del Crecimiento). Se trataba de
un reorganización de las inversiones públicas que, a posteriori, se volvió fundamental
en lo que fue la construcción de cierto “modelo de desarrollo” de allí en adelante. De
forma simultánea y como trasfondo ideológico, reapareció la figura de Getulio Vargas
y las instituciones creadas en ocasión de sus gobiernos, algo que, en principio, no
formaba parte de la identidad del PT. Circunstancia similar se dio cuatro años después:
tras la victoria de Dilma en el 2010, en aquél impasse administrativo se expusieron
algunas directrices de lo que sería el primer gobierno de una mujer como Presidenta,
con otras líneas políticas a profundizar como, por ejemplo, la revisión (institucional)
sobre el pasado dictatorial - y lo que sería la instalación de la Comisión Nacional de la
Verdad, que en estos días entregó sus resultados - junto con una revalorización de la
figura de Joao Goulart.
Ni J. Kubitschek, ni G. Vargas, ni J. Goulart reaparecieron en estas semanas de
transición desde que Dilma Rouseff obtuvo su reelección, el 26 de octubre. No hubo
una señal de dirección política del nuevo gobierno que se acople a tradiciones políticas
pasadas - de las que siempre se pueden sacar elementos de prospectiva- como tampoco
hubo una continuación de lo que fue el último tramo de la campaña, en la que se dio
una oxigenante y movilizadora participación popular. Han sido unos meses, en ese
sentido, bien diferentes. En realidad, lo que se ha manifestado de forma más concreta
es la debilidad política general en la que se encuentra el Partido dos Trabalhadores:
debilidad institucional, con oposiciones internas en la misma coalición gubernamental
- principalmente por parte del PMDB- dejando en evidencia una correlación de fuerzas
enflaquecida (tan sólo 70 diputados del PT de 513; 5 gobernadores de 27); debilidad
económica, en lo que han sido las presiones bursátiles sistemáticas en estas semanas y
los chantajes de las evaluadoras de mercado y de los propios agentes económicos;
debilidad mediática: con la sobreexposición tendenciosa del “escándalo de Petrobrás”,
direccionado hacia la devaluación de la legitimidad presidencial. En este escenario, la
nominación del “equipo económico - J. Levy, Nelson Barbosa y Alexandre Tombini-
junto con otras designaciones para las futuras funciones ministeriales, no sólo marca
una distancia respecto de los anteriores períodos de “transición” sino que, además,
pareciera reforzar aún más esa misma debilidad, volviendo atrás con un logro de los
últimos tramos de la campaña electoral y sobre el cual podría haberse relanzado la
continuidad de la “agenda de cambios”: la clarificación desde un punto de vista social
de los proyectos políticos en disputa en la sociedad brasileña.
Bancarios y banqueros
A lo largo de toda su historia como fuerza política el Partido dos Trabalhadores ha
contribuido a identificar y criticar, de cara a la sociedad, los proyectos políticos de las
“elites”. Desnaturalizando las formas tradicionales del ejercicio del poder,
visibilizando actores y derechos postergados, democratizando las formas de acceso y
construcción de ciudadanía; desde ese punto de vista puede afirmarse que ha sido un
partido “antielitista”. No sólo por el contenido programático de su convocatoria sino
también por los orígenes sociales de sus dirigentes y representantes, cuestión que
incluso se confirma hoy en día: los parlamentarios del PT que actuarán en la próxima
Cámara de Diputados a partir del 2015 poseen, en promedio, los patrimonios
personales más bajos y sus rostros son bastante más parecidos a sus electores si se los
compara con los de los otros partidos politicos; por ejemplo, es el principal partido con
representantes negros --18 en total--, mientras que el PSDB tiene,
exactamente...ninguno.
En un célebre discurso en Mato Groso do Sul en el 2010 Lula, sobre un estrado repleto
de dirigentes y candidatos, planteó un diálogo con Zeca do PT, el histórico referente
estadual de extracción sindical bancaria: “fuimos criados con la idea de que este país
debía ser gobernado por banqueros y nunca por bancarios..hasta que pudimos dar
vuelta esa visión”. No fue casualidad aquella alusión: entre los miembros del partido
con extracción sindical, la categoría de los bancarios siempre tuvo un peso histórico
significativo. Esa oposición entre bancarios y banqueros, usada en otros discursos y
por otros referentes, permitía ser directos sobre un punto: el que tiene que ver con la
consciencia social, con la consciencia de los problemas sociales, que se reconstruye de
forma muy diferente según el punto de vista de clase desde donde se realice. Y es esa
misma perspectiva y consciencia - para el caso, de los bancarios- la que se reorganiza
(políticamente) en el presente buscando las referencias, las inspiraciones y las
tradiciones del pasado; para los banqueros, la historia tiene un sentido completamente
distinto.
El problema no es tan sólo la nominación de un banquero como J. Levy - y no de un
bancario, en un sentido genérico- sino la ausencia de un discurso político-histórico
durante estos meses de transición que le hubiera dado un sentido diferente a los
cambios ministeriales y otra expectativa al nuevo mandato de Dilma Rousseff. Sin una
reorganización y cobertura ideológica que indique una dirección política, sin un
metabolismo discursivo, los puntos de vista de clase suelen salir a la luz de maneras
más directas. Circunstancias que los gobiernos latinoamericanos deberían considerar
atentamente, frente a los reordenamientos económicos mundiales, para poder continuar
con una “agenda de cambios” popular, democrática e inclusiva socialmente.
** Politólogo. Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (UBA)