Pierre Bourdieu: “Los Tres Modos de Conocimiento

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Pierre Bourdieu: “Los tres modos de conocimiento teórico” (BOURDIEU, P., Esquisse d’une théorie de la pratique, 1972, Genève: Droz, pp.162—164) El mundo social puede ser objeto de tres modos de conocimiento teórico que implican en cada caso un conjunto de tesis antropológicas, lo más a menudo tácitas, los cuales sin ser de manera alguna excluyentes, al menos de derecho, sólo tienen en común el oponerse al conocimiento práctico. El conocimiento que llamaremos fenomenológico (o, si se quiere, en términos de las escuelas actuales, “interaccionista” o “etnometodológico”) explicita la verdad de la experiencia primera del mundo social, es decir la relación de familiaridad con el ambiente familiar; esta aprehensión del mundo social como un mundo natural y que va de suyo, por definición no se reflexiona y excluye la cuestión de sus propias condiciones de posibilidad. El conocimiento que se puede denominar objetivista (del cual la hermeneútica estructuralista es un caso particular) construye las relaciones objetivas (e.g. económicas o lingüísticas) que estructuran a las prácticas y a las representaciones de las prácticas, es decir, en particular, al conocimiento primero, práctico y tácito, del mundo familiar, al precio de una ruptura con este conocimiento primero, y por lo tanto con los presupuestos tácitamente asumidos que le confieren al mundo social su carácter de evidencia y de natural. En efecto, es a condición de plantear la cuestión que la experiencia dóxica del mundo social excluye por definición, la de las condiciones (particulares) que tornan posible esa experiencia, que el conocimiento objetivista puede establecer a la vez las estructuras objetivas del mundo social y la verdad objetiva de la experiencia primera como privada del conocimiento explícito de dichas estructuras. Finalmente, el conocimiento que puede denominarse praxeológico tiene por objeto no sólo el sistema de las relaciones objetivas construido por el modo de conocimiento objetivista, sino también las relaciones dialécticas entre esas estructuras objetivas y las disposiciones estructuradas en las cuales se actualizan y que tienden a reproducirlas: es decir el doble proceso de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad. Este conocimiento supone una ruptura con el modo de conocimiento objetivista, vale decir una interrogación sobre las condiciones de posibilidad y, por esa vía, sobre los límites del punto de vista objetivo y objetivante que

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Pierre Bourdieu: “Los tres modos de conocimiento teórico”

(BOURDIEU, P., Esquisse d’une théorie de la pratique, 1972, Genève: Droz, pp.162—164)

El mundo social puede ser objeto de tres modos de conocimiento teórico que implican en cada caso un conjunto de tesis antropológicas, lo más a menudo tácitas, los cuales sin ser de manera alguna excluyentes, al menos de derecho, sólo tienen en común el oponerse al conocimiento práctico.

El conocimiento que llamaremos fenomenológico (o, si se quiere, en términos de las escuelas actuales, “interaccionista” o “etnometodológico”) explicita la verdad de la experiencia primera del mundo social, es decir la relación de familiaridad con el ambiente familiar; esta aprehensión del mundo social como un mundo natural y que va de suyo, por definición no se reflexiona y excluye la cuestión de sus propias condiciones de posibilidad.

El conocimiento que se puede denominar objetivista (del cual la hermeneútica estructuralista es un caso particular) construye las relaciones objetivas (e.g. económicas o lingüísticas) que estructuran a las prácticas y a las representaciones de las prácticas, es decir, en particular, al conocimiento primero, práctico y tácito, del mundo familiar, al precio de una ruptura con este conocimiento primero, y por lo tanto con los presupuestos tácitamente asumidos que le confieren al mundo social su carácter de evidencia y de natural. En efecto, es a condición de plantear la cuestión que la experiencia dóxica del mundo social excluye por definición, la de las condiciones (particulares) que tornan posible esa experiencia, que el conocimiento objetivista puede establecer a la vez las estructuras objetivas del mundo social y la verdad objetiva de la experiencia primera como privada del conocimiento explícito de dichas estructuras.

Finalmente, el conocimiento que puede denominarse praxeológico tiene por objeto no sólo el sistema de las relaciones objetivas construido por el modo de conocimiento objetivista, sino también las relaciones dialécticas entre esas estructuras objetivas y las disposiciones estructuradas en las cuales se actualizan y que tienden a reproducirlas: es decir el doble proceso de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad. Este conocimiento supone una ruptura con el modo de conocimiento

objetivista, vale decir una interrogación sobre las condiciones de posibilidad y, por esa vía, sobre los límites del punto de vista objetivo y objetivante que capta las prácticas desde fuera, como fait accompli, en vez de construir su principio generador situándose en el movimiento mismo de su efectuación.

Si el modo de conocimiento praxeológico puede aparecer como un retorno puro y simple al modo de conocimiento fenomenológico, y si la crítica del objetivismo que aquel implica se expone a verse confundida con la crítica que el humanismo ingenuo dirige a la objetivación científica en nombre de la experiencia vivida y de los derechos de la subjetividad, ello se debe a que es el producto de una doble translación teórica; en efecto, el conocimiento praxeológico opera una nueva inversión de la problemática que la ciencia objetiva del mundo social ha constituido como sistema de relaciones objetivas e independientes de las conciencias y las voluntades individuales, al plantear ella misma las preguntas que la experiencia primera y el análisis fenomenológico de esta experiencia tendían a excluir. Así como el conocimiento objetivista plantea la cuestión de las condiciones de posibilidad de la experiencia primera, develando de este modo que esa experiencia se define, fundamentalmente, como no planteando esa cuestión, así el conocimiento praxeológico restablece sobre sus pies al conocimiento objetivista al plantear la cuestión de las condiciones de posibilidad de esa cuestión (condiciones teóricas y también sociales) y hace aparecer al mismo tiempo que el conocimiento objetivista se define, fundamentalmente, como excluyendo esa cuestión: en la medida en que se constituye en contra de la experiencia primera, aprehensión práctica del mundo social, el conocimiento objetivista se ve desviado de la construcción de la teoría del conocimiento del mundo social, de la que produce al menos negativamente la carencia, al producir el conocimiento teórico del mundo social en contra de los presupuestos implícitos del conocimiento práctico del mundo social; el conocimiento praxeológico no anula los logros del conocimiento objetivista, sino que los conserva

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(BOURDIEU, P., Esquisse d’une théorie de la pratique, 1972, Genève: Droz, pp.162—164)

y los supera al integrar lo que este conocimiento había debido excluir para obtenerlos.

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