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PERSPECTIVA HISTÓRICA.
Personajes más relevantes de la patología cardiovascular.
Principales avances del siglo XX.
R. Fabregate, J. Sabán Ruiz, M. Fabregate, A. Utrilla
Introducción
La enfermedad cardiovascular tal como la en-
tendemos hoy día tiene unos cimientos sólidos en la
historia de la Medicina de los dos últimos siglos,
aunque como veremos luego existen datos proce-
dentes de las antiguas civilizaciones. En este capítu-
lo resaltaremos los hechos más destacados en la anatomofisiología cardiovascular, la fisiopatología
y grandes avances diagnósticos y terapéuticos pres-
tando especial atención a la biografía de los perso-
najes que con su aportación fundamental han escrito
las páginas más brillantes de esta historia.
Sin duda podemos citar a Leonardo da Vinci
como figura mas insigne por poner la primera pie-
dra sin la cual hoy los trabajos de Eugene Braun-
wald o Valentín Fuster entre otros no habrían podi-
do desarrollarse. Como muestra, en la biblioteca real del Castillo de Windsor se muestran 50 plan-
chas sobre el corazón y los vasos; en ellas se reco-
gen entre otros detalles anatómicos, las 4 cavidades
cardíacas, el nacimiento de las arterias coronarias y
las válvulas sigmoideas de la aorta.
Fig. 1: Papiro de Smith (1550 a.C.).
Las primeras referencias históricas relevantes
del conocimiento del árbol vascular las encontra-
mos en los papiros de Smith y Ebers. En el “Papiro
de Smith” (Fig. 1) se describe de forma incipiente la
anatomía del corazón y de los vasos periféricos, y
se hace la primera descripción del ictus. En el “Pa-piro de Ebers”, de la misma época, se habla de “in-
flamación de las venas” definiendo las varices co-
mo “serpentina dura, con muchos nudos y como si
se inflase con aire…”. Eran tratadas mediante
cauterización. También encontramos una referencia
al tratamiento de las úlceras de las extremidades, a
las que se les aplicaban apósitos de levadura. El
tratamiento con apósitos también aparece en otras
fuentes de la antigüedad, y así en el Libro de los
Reyes de la Biblia, puede leerse que Isaías aplicaba
al rey Ezequiel un emplasto de pescado seco ama-sado con agua para curar una úlcera crónica.
De la Medicina Griega clásica destacamos las
figuras de Aristóteles y Herófilo. Al primero se le
atribuye una primera visión aproximada del la fun-
ción de bomba del corazón y la distribución de la
sangre por el árbol vascular. Al segundo, la capaci-
dad de diferenciar por vez primera las arterias (que
contendrían sangre y neuma) de las venas (que
contendrían solamente sangre), llegando incluso a
describir la Phleps Arteroides o “vena arteriosa”
que correspondería a la arteria pulmonar. Cinco siglos después, en la Roma antigua, Galeno diferen-
cia con claridad la estructura de la pared de arterias
y venas, así como la calidad de la sangre que con-
tienen, pero la medicina romana no aporta grandes
novedades terapéuticas, manteniéndose la cauteri-
zación como única técnica curativa, al margen de
las sangrías, practicadas durante siglos en base a
supuestas propiedades terapéuticas, tratamiento que
está de vigente actualidad en la patología cardio-
vascular del siglo XXI por la eclosión del Síndrome
de Hiperferritinemia asociado al Síndrome Metabó-lico.
CAPÍTULO 1
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Fig. 2: Portada del libro de anatomía De humani corporis fabrica libri septem, escrito por Andreas Vesalius (1514-1564) y publicado en 1543.
En el siglo XIII, y en el seno de una extendida
cultura árabe que presta gran atención al desarrollo
de la medicina, Avicena aún considera que el ven-
trículo derecho está lleno de sangre y el izquierdo
de “espíritu”, y permanecen inalterables los concep-
tos anteriormente descritos. Durante el Renacimien-
to, y gracias al levantamiento de la prohibición de la disección de cadáveres, el conocimiento anatómico
vive una época de esplendor. A pesar de ello, Mi-
guel Servet, médico y teólogo español es quemado
vivo en la hoguera en 1553, tras haber descubierto
la circulación menor. Coetáneo de Servet, Vesalio
publica en De humani corporis fabrica (Fig. 2), una
detallada y acertada anatomía de los sistemas arte-
rial y venoso. El Renacimiento trae consigo a una
de las figuras históricas de la angiología: William
Harvey, que en 1628 defiende la teoría del bombeo
de sangre por el sistema arterial a partir del corazón
y su regreso por el sistema venoso hasta las cavida-des derechas. Sobre las arterias escribe: “No se
llenan porque se distienden, como los fuelles; se
distienden porque se llenan, como los odres”. Du-
rante el mismo período histórico Thomas Willis
descubre el polígono arterial que lleva su nombre y
Theodor Kerkring descubre los vasa vasorum.
La mayoría de los historiadores inician la His-
toria de la Enfermedad Coronaria (EC) resaltando la
figura clave de Heberden por su excelente descrip-
ción de la Angina de pecho, que presentó en el Ro-yal Collage of Physicians en 1768 aunque como
luego veremos otros habían hecho descripciones
similares con anterioridad. En referencia al Infarto
Agudo de Miocardio (IAM) debemos a Adam
Hammer en 1876 la primera descripción en un va-
rón de 34 años y atribuido por el autor a una oclu-
sión trombótica de una arteria coronaria. El trombo
fue confirmado en la autopsia. Años antes patólogos
como Cruveilhier in 1842 y Rokitansky in 1856 habían descrito infartos pero no trombosis corona-
ria. Karl Huber fue el primero que en 1882 describe
que la angina y el infarto eran manifestaciones de
una misma enfermedad coronaria con un estudio de
17 pacientes publicado en la revista “Virchows
Arch Pathol”. En 1912, James Herrick, un médico
de St. Louis, fue el primero en diagnosticar un
IAM en un paciente vivo. El año 1923 fue otro año
clave para la EC teniendo como protagonista a Jo-
seph Wearn, el primer médico en aplicar el electro-
cardiograma al diagnóstico del IAM. Seis años más tarde, en 1929, Samuel Levine publicó el primer
tratado sobre esta enfermedad recogiendo los pri-
meros 145 casos de la Universidad de Boston.
No podemos cerrar este apartado de introduc-
ción a la Enfermedad coronaria sin mencionar a S.
Kaefer y W.H. Resnick que fueron los primeros en
relacionar el angor pectoris con una hipoxia del
miocardio; Vasili I. Kolesov, destacado cirujano
cardiaco de San Petesburgo que fue el primero en
sentar las bases de la revascularización coronaria a partir de la arteria mamaria interna en 1964; Sabis-
ton DC Jr. que fue el primero en utilizar vena safe-
na interna autógena como injerto de bypass corona-
rio en 1962, método posteriormente perfeccionado
por Rene Favaloro en 1967 en la Cleveland Clinic;
Meyer Friedman y Paris Constantinides que en
1966 fueron los primeros cardiólogos que simultá-
neamente resaltaron el papel de una fractura de la
placa ateromatosa precediendo la formación del
trombo coronario; Kemp y Likoff que en 1967 des-
criben un nuevo Síndrome, bautizado 6 años des-
pués como Síndrome X coronario ó Angina micro-vascular, caracterizado por dolor precordial similar
a la angina, depresión del segmento ST en el test
del ejercicio y una angiografía normal, (síndrome
anteriormente descrito por John Blackall en 1813);
Peter Rentrop, médico alemán, introdujo en 1979 la
terapia trombolítica intracoronaria, aunque los pio-
neros de dicha terapia fueron Sol Sherry y Anthony
Fletcher en 1958 y Robert Boucek en 1960; y Atilio
Maseri demostró en 1978 el vasoespasmo coronario
en una arteriografía como característico de la angi-
na variante que había descrito Myron Prinzmetal en 1959.
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Fig. 3: Diseño anatómico de Leonardo da Vinci en el que
se describen los principales órganos, así como los siste-mas vascular y genito-urinario de la mujer (año 1507).
La Enfermedad Cerebrovascular aguda ocupa
un lugar destacado dentro de la enfermedad cardio-
vascular tanto por su prevalencia como por el im-
portante coste social de sus secuelas. Fue inicial-
mente conocida con la palabra castellana “plejía”, derivada bien de plesso (“golpear devastadoramen-
te”) o de plegmos (“golpe súbito”). El actual tér-
mino ictus (stroke) y su relación con la enfermedad
cerebrovascular se encuentra referido en el diccio-
nario Oxford de inglés, en la frase: Stroke of God’s
hand (“golpe de la mano de Dios”) en 1599. El
estudio y conocimiento anatómico del cerebro y su
patología vascular no progresó en los siglos venide-
ros hasta la época renacentista y en ella fueron cla-
ves las aportaciones de Leonardo da Vinci (Fig. 3),
Paracelso (1514-l564) y Vesalio, figura médica
cumbre de este periodo con su obra excelsa De humani corporis fabrica, en donde se perfila por
primera vez, aunque equivocadamente, el trayecto
carotídeo. Años más tarde, en 1655, Wepfer descri-
be por vez primera una apoplejía hemorrágica y tres
años más tarde la trombosis carotídea. En los mis-
mos años Sir Thomas Willis (1622-1675) de la
Universidad de Oxford, describe el polígono arterial
de la base cerebral que lleva su nombre.
En el periodo post-renacentista, en el siglo
XVIII, Morgagni describe en 1761 la existencia de
malformaciones aneurismáticas en los vasos cere-
brales, y años más tarde tanto Francisco Biumi co-
mo Paget de forma casi simultánea atribuyeron a su
ruptura el desarrollo de una hemorragia. A finales
del siglo XVIII Hunter y Von Halles describen de
forma minuciosa el árbol vascular cerebral, pero debemos a Baillei la primera descripción científica
de la ateromatosis carotídea como una “materia
óseo-terrosa depositada en el interior de la luz”.
En 1868, en plena era moderna, en la parisina Sal-
petriére, Charcot y Bouchard describieron pequeños
aneurismas que denominaron miliares en el estudio
de pacientes fallecidos de forma repentina. El siglo
XIX fue prolífero en aportaciones. El diagnóstico
diferencial estaba de moda en la época y así Aber-
crombie nos lega en 1831 una excelente diferencia-
ción entre infarto y hemorragia cerebral, distin-guiendo a su vez las formas intraparenquimatosa y
subaracnoidea. Pero sin duda la gran figura de la
época fue Sir William Osler (1849-1919) por su
legado clínico sobre el diagnóstico de los aneuris-
mas cerebrales. Ya en el siglo XX, Hans Chiari, en
1906, nos propone su revolucionaria visión sobre el
papel de la ulceración carotídea extracraneal como
etiología de infarto.
La visualización en 1927, por medio de con-
traste, del árbol vascular cerebral otorgó el premio Nobel de Medicina a los neurocirujanos Egas Mo-
niz y Almeida Lima, descubrimiento que facilitó en
su tiempo el diagnóstico de procesos expansivos y
vasculares, y que permitió la primera descripción en
la literatura contemporánea de una oclusión carotí-
dea cerebral a Sjókviest en 1936. Pasaron largos
años improductivos salvo por los nuevos conceptos
de “infarto lacunar” (Pierre Marie, 1920) y “acci-
dente isquémico transitorio” (AIT), descrito por
Ransay Hunt en 1914. Pero no fue hasta 1936 cuan-
do se introduce el término de “accidente cerebro-
vascular” por diversos autores, concepto luego re-frendado por los trabajos de Miller Fischer y Milli-
kan en 1951. Se inician tímidos intentos quirúrgicos
sobre el vaso carotídeo en 1947 (Dos Santos), y
posteriormente por De Bakey de forma infructuosa,
hasta llegarse a un primer abordaje reglado por
Larrea en 1951, y por el propio De Bakey, ya con
éxito, en 1953, fecha desde la que se ha practicado
un ingente número de endarterectomias carotídeas.
En 1970 Schiller, a quien debemos la generaliza-
ción del término de Accidente Cerebrovascular
(ACV), publica su tratado “Concepts of Stroke before and after Virchow”.
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En paralelismo con la evolución histórica de
la Enfermedad Cerebrovascular está la de los proce-
sos asociados, como la Demencia vascular o multi-
infarto y la Enfermedad de pequeño vaso. El prime-
ro de dichos procesos tiene como principales prota-
gonistas a Klipper, Alzheimer y Kraepelin, respon-
sables de la descripción inicial del proceso pero la
concepción definitiva se la debemos a Fisher (1968), y especialmente a Hachinski (1974). Con
respecto al segundo de los procesos histopatológi-
cos, fue Biswanger el que acuñó el término “leucoa-
raiosis” para definir dicha afectación. Como ambos
procesos están relacionados hoy se conoce a la de-
mencia multiinfarto como Enfermedad de Biswan-
ger aunque sería más apropiada denominarla “En-
fermedad de Klipper, Alzheimer y Kraepelin”.
En referencia a la Enfermedad Vascular Peri-
férica, el estudio de las enfermedades vasculares en el seno de una especialidad aislada es, en compara-
ción con otras muchas, extremadamente reciente.
La definición de la especialidad como “Angiología”
llega de la mano del insigne médico español Fer-
nando Martorell, que preside en junio de 1951 el
congreso constituyente de la sociedad internacional
de angiología en Atlantic City. En nuestro país, la
especialidad se reconoce como independiente en el
año 1978, redefiniéndose por parte del Ministerio
de Educación y Ciencia como “Angiología y Ciru-
gía Vascular”. En los últimos años, marcados por el extraordinario desarrollo de las técnicas endovascu-
lares – que han dejado de ser meramente diagnósti-
cas para convertirse en parte importante dentro de
nuestro arsenal terapéutico – muchos de los servi-
cios y unidades han pasado a autodenominarse de
“Angiología, Cirugía Vascular y Endovascular”.
Este imparable progreso ha sido muy lento a lo
largo de la historia de la medicina, apareciendo en
ésta muy pocas referencias a las enfermedades vas-
culares hasta finales del siglo XIX.
Si hacemos un recorrido por la historia la ci-rugía del Renacimiento se caracteriza en toda Euro-
pa por la división entre cirujanos y barberos; los
primeros, con instrucción teórica, conocimientos de
anatomía y de medicina; los segundos, poco más
que curanderos ambulantes. Sin embargo, tanto
unos como otros vieron amenazada su profesión por
los médicos, cuya mejor posición social y prepara-
ción les proporcionaba una mayor clientela. Duran-
te el medievo, esta intromisión fue evitada por el
poderío de los gremios de cirujanos. Sin embargo,
al debilitarse éstos, fue necesario el apoyo de las instituciones para la supervivencia de la profesión.
En España, el Protomedicato, fundado por los Re-
yes Católicos en 1477, era el responsable de la for-
mación y protección de los cirujanos. En la misma
época, en Francia se regularon los estudios de los
cirujanos barberos (de toga corta) y los cirujanos de
toga larga, que dependía de la Facultad de Medici-
na. El siglo XVII trae una revolución terapéutica
que viene a cambiar la cirugía: Ambrosio Paré
(1517) describe – y practica con éxito en el campo
de batalla – la ligadura de arterias y venas que vie-nen a sustituir a la cauterización con aceite hirvien-
do que se ha utilizado durante más de un milenio.
Han de pasar dos siglos más para que durante la
Ilustración, John Hunter (1728) describa un sinfín
de nuevas técnicas de ligadura arterial y tratamiento
de las lesiones de los vasos sanguíneos.
A partir del inicio del siglo XIX, la aparición
de nuevas técnicas quirúrgicas deja de ser enorme-
mente espaciada como hasta entonces, iniciándose
un período de imparable desarrollo que se ha hecho patente, sobre todo, en la segunda mitad del siglo
XX. En 1850 las ligaduras arteriales, hasta entonces
practicadas en vasos distales, se hacen en arterias de
gran calibre: subclavia (Colles), carótida primitiva
(J. Bell) y aorta abdominal (A. Cooper). En la se-
gunda mitad del siglo la aparición de las pinzas
compresoras (Pean, Doyen), el vendaje elástico
(Esmarch), el empleo del catgut (Lister) y la trans-
fixión de los tejidos sangrantes (Halsted) cambian
dramáticamente la forma de conseguir la hemosta-
sia en el campo quirúrgico. En 1862 Maurice Ray-naud describe el síndrome que lleva su nombre
denominándolo “asfixia local y gangrena simétrica
de las extremidades”. En 1888 Rudolph Matas rea-
liza la primera endoaneurismorrafia como técnica
de corrección de un aneurisma poplíteo, siendo el
primero más tarde en abordar quirúrgicamente, con
la misma técnica un aneurisma de aorta abdominal.
Muchos consideran a Alejandro de San Mar-
tín, cirujano navarro y profesor de la Facultad de
Medicina de Madrid, el iniciador de la cirugía arte-
rial directa, al desarrollar técnicas de anastomosis arteriovenosas, posteriormente desarrolladas por su
discípulo José Goyanes Capdevila que, en 1900,
publica técnicas “para extracción de coágulos con
catéteres y sondas”. El 8 de Septiembre de 1906
Goyanes reseca un aneurisma sifilítico de la arteria
poplítea sustituyéndolo por la vena vecina, en lo
que se considera el primer injerto venoso autólogo
de la historia. El desarrollo y perfeccionamiento de
estas técnicas, y la práctica de suturas, anastomosis,
e injertos arteriales y venosos lleva a Alexis Carrel
a recibir el Premio Nobel de Medicina de 1912 “en reconocimiento a su trabajo en suturas vasculares y
en transplante de vasos y órganos”. Inexplicable-
mente, estas técnicas de revascularización pioneras,
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empleadas en la Primera Guerra Mundial, cayeron
en desuso para no generalizarse hasta después de la
Segunda. Pocos años antes, en 1908, Leo Buerger,
médico vienés asentado en el Hospital Mount Sinaí
de Nueva York, había publicado una obra sobre los
trastornos circulatorios de las extremidades en la
que describía la Tromboangeítis obliterante, que
desde entonces lleva su nombre.
En 1927 Egas Moniz, profesor de Neurología
de la Facultad de Medicina de Lisboa, que sería
premiado con el Nóbel en 1949, practica la primera
arteriografía cerebral por punción directa de la caró-
tida, usando yoduro sódico al 25% (que había sido
introducida para la práctica médica por Brooks en
1924). En 1929 el también portugués Reynaldo Dos
Santos aplica la técnica para arterias femorales y
periféricas, describiendo las arteriografías tranlum-
bar y transfemoral. Esta última sería muy perfec-cionada en 1956 por el sueco Seldinguer, que utili-
zó catéteres sobre guías, diseñando la técnica que,
con pocas modificaciones, se utiliza en la actualidad
en multitud de procedimientos endovasculares
diagnósticos y terapéuticos. En 1941 René Leriche,
que había descrito el cuadro de oclusión aórtica que
desde entonces lleva su nombre implanta el primer
homoinjerto en posición aórtica. Joao Cid Dos San-
tos, hijo de Reynaldo trajo en 1946 la endarterec-
tomía. Dicen las crónicas de la época que, practi-
cando una tromboembolectomía extirpó inadverti-damente parte de la íntima y la media arterial. Jean
Kunlim practica en el Hospital Americano de París
el primer bypass con vena safena autóloga invertida
el 3 de Junio de 1948. Esta técnica comienza a ser
utilizada de forma regular por cirujanos americanos
en el conflicto bélico de Corea, disminuyendo de
forma espectacular la tasa de amputaciones en las
heridas de las extremidades.
En 1951, Dubost emplea el primer homoinjer-
to para el tratamiento de un aneurisma de aorta
abdominal. Uno de los más reconocidos científicos de la Historia, Albert Einstein había sido sometido
en 1948 a la técnica conocida como cellophane
wrapping para tratar un aneurisma aórtico. En ella,
se rodeaba la aorta de dicho material para prevenir
su crecimiento. Los resultados no fueron satisfacto-
rios en este ni en otros casos, de tal suerte que Al-
bert Einstein falleció en 1955 a causa de la rotura de
un aneurisma, después de rechazar un último inten-
to de resolución quirúrgica. En 1963 Thomas Fo-
garty revoluciona el mundo de la cirugía vascular al
presentar el balón de embolectomía que lleva su nombre, que vino a simplificar la técnica y a mejo-
rar de forma espectacular el pronóstico de los pa-
cientes portadores de embolias arteriales y, en me-
nor grado, de trombosis primarias. Aunque las pri-
meras publicaciones acerca del uso de técnicas de
dilatación arterial a distancia – Angioplastia – per-
tenecen a Charles Dotter en 1969, no es hasta la
década de los 80 que el argentino Julio Palmaz de-
muestra a la comunidad científica la posibilidad de
mantener las dilataciones arteriales en el tiempo
mediante el uso de stents. Años después (1990), desarrollando la técnica y utilizando stents recubier-
tos de dacron, el también argentino Juan Parodi
implanta con éxito por vez primera una endopróte-
sis para el tratamiento de un aneurisma de aorta
abdominal. Este es, probablemente, el último gran
hito desde el punto de vista quirúrgico, si bien el
desarrollo de nuevos dispositivos basados en estas
técnicas avanza de forma imparable.
El endotelio, capa de revestimiento interno de
los vasos guarda los secretos del “diagnóstico pre-coz” y de la “prevención” en la patología cardio-
vascular. Dicha capa no es un elemento pasivo co-
mo se pensaba, sino “activo”. Su peso (4,5 Kg) y
extensión (1000 m2 en un sujeto de 70 Kg), muy
superior a la de cualquier otro órgano, explica que
haya sido considerado en fecha reciente el principal
órgano (tomado como un todo) del organismo. En
1880 el patólogo Ernst Ziegler observó que el endo-
telio de las arterias ligadas era un “tejido funcio-
nalmente activo” y tenía capacidad de inducir la
proliferación de tejido conectivo y participar en la cicatrización de las heridas. Los investigadores
pioneros en este campo (Robert F. Furchgott, Louis
J. Ignarro y Ferid Murad) fueron galardonados en el
año 1998 con el premio Nóbel de Medicina, aun-
que, como suele pasar, otros autores igualmente
relevantes fueron ignorados. En perfecta sintonía
con la “hipótesis celular”, que concede todo el pro-
tagonismo a la célula, elaborada por Rudolf Ludwig
Carl Virchow siglos antes, la enfermedad cardio-
vascular, tal como se entiende en la actualidad,
tiene como principal protagonista una célula, la
célula endotelial, y ésta será el eje central de los diferentes capítulos de esta obra.
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Prehistoria y primeras
civilizaciones
Los orígenes de la enfermedad cardiovascular
podíamos remontarlos a la Prehistoria ya que en ella
las “fuerzas malignas” eran consideradas causas de
enfermedad que ellos atribuían a malos espíritus.
Salvando las distancias, esta perspectiva nos permi-
tiría encontrar una equivalencia entre dichas fuerzas
malignas y lo que hoy conocemos como “factores
de riesgo cardiovascular”. Los sanadores de la épo-ca iban desde el hechicero al médico más racional
que frotaba al enfermo o extraía un objeto del cuer-
po del paciente mediante manipulaciones o le san-
graba. Como citábamos anteriormente, uno de los
avances actuales incorpora la sangría para el trata-
miento de la hiperferritinemia asociada al síndrome
de insulin-resistencia con objeto de mejorar los
factores de riesgo cardiovascular asociados.
La primera civilización sumerio-babilónica
nos lega la importancia del corazón, al que denomi-
naban el libbu por considerarlo sede de la inteligen-cia y de la memoria. Sin embargo para ellos el ór-
gano esencial de la vida era el hígado. Esta supre-
macía del hígado sobre el corazón fue mantenida
durante siglos. En la Biblia, en el Libro de los Re-
yes, puede leerse que Isaías aplicaba al rey Ezequiel
un emplasto de pescado seco amasado con agua
para curar una úlcera crónica. También en la Biblia
encontramos las primeras descripciones de la en-
fermedad cardiovascular, y así en los textos “Libro
de los Salmos” y “Libro de los Reyes” del Rey
David encontramos sendas descripciones del infarto isquémico y de la hemorragia subaracnoidea respec-
tivamente: “Olvidada sea mi diestra y pégueseme
la lengua al paladar”; “Creció el niño y un día fue
a donde estaba su padre con los segadores y dijo
¡Ay, mi cabeza!,¡Ay, mi cabeza! El niño estuvo
sobre las rodillas de su madre hasta el mediodía y
luego murió”.
En el antiguo Egipto, los embalsamadores
preservaban el corazón por creer que sustituía el
soporte del alma, de la conciencia y de la memoria.
No andaban muy descaminados porque la relación entre el espíritu, el estrés y la enfermedad cardio-
vascular es innegable más allá de las creencias reli-
giosas. Los médicos-sacerdotes egipcios se referían
a los nervios, músculos arterias y venas con una
misma palabra (metu) y pensaban que estas estruc-
turas funcionaban como canales de un sistema de
ramificaciones que conectaba el corazón con las
distintas partes del cuerpo. A través de estos cana-
les, se distribuían las sustancias necesarias para la
vida. Ellos entendían que tanto en la salud como en
la enfermedad, el corazón y estos canales estaban
interrelacionados. Pero yendo más allá, en un papi-
ro egipcio se habla de la relación causa efecto como
base del tratamiento etiológico superponible al
abordaje terapéutico actual de la enfermedad car-
diovascular que contempla tanto los factores causa-
les como los mecanismos patogénicos implicados. Por último, en las momias egipcias, se han descrito
vestigios de lesiones aterosclerosas a pesar de la
edad temprana en la que se fallecía en esta época.
Hoy día se consideran a los Egipcios pioneros de la
cardiología recogiéndose en los papiros de Edwin
Smith, Ebers y Berlin auténticos tratados de cardio-
logía. En ellos se recoge al corazón como el centro
del sistema vascular. En el Papiro de Ebers podría
haber una referencia a una angina de pecho, descri-
biéndose por primera vez la relación entre enferme-
dad cardíaca y dolor en los brazos. Esta relación era tan familiar en Egipto que denominaban al anular el
“dedo del corazón”. En la Medicinas egipcia y grie-
ga también se hace mención al ictus, y más concre-
tamente en el papiro de Edwin Smith, escrito en
Egipto en torno al año 1550 a.C. En dicho papiro
también se hace referencia al corazón y los vasos
periféricos: “…. para conocer la forma en que el
corazón funciona. En él hay venas que van a todas
partes del cuerpo. Cuando un sacerdote pone sus
dedos en la cabeza, en las dos manos, en el sitio del
corazón, en las dos piernas, está midiendo el cora-zón…”. Clara referencia a la existencia de pulsos
arteriales que aún hoy son de gran importancia en la
exploración de los pacientes.
De la Grecia antigua destacaremos tres perso-
najes que brillaron con luz propia, Herófilo, Eristra-
to e Hipócrates. Herófilo y Eristrato eran de la es-
cuela de Alejandría. A ellos les debemos el cono-
cimiento de que el pulso periférico reflejaba los
latidos del corazón. El tercero fue más prolífero y es
considerado uno de los personajes mas ilustres de la
época. Para Hipócrates (460-370 a.C.), la enferme-dad era debida a un desequilibrio de los líquidos
corporales, si bien éste podía estar influenciado en
muchos casos por una falta de armonía en el en-
torno del paciente. La figura de Hipócrates fue de
tal relevancia que la medicina de su época se reco-
noce como medicina Hipocrática, y así, en el deno-
minado Corpus Hippocraticum se recoge todo el
saber médico de las escuelas médicas más relevan-
tes (Crotona, Cnido y Cos). La medicina Hipocráti-
ca tiene como objeto al hombre enfermo en su tota-
lidad, considerando siempre su historia personal. De esta forma, la intervención terapéutica debería esta-
blecer la armonía alterada del hombre con su en-
torno y consigo mismo. Esta filosofía sería aplica-
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ble en su integridad a la Medicina Cardiovascular
moderna, con un abordaje integral del enfermo,
dando una gran importancia del control de los facto-
res ambientales en la terapéutica. También en esta
época surge el primer tratado científico sobre el
corazón y los vasos sanguíneos. Aunque la descrip-
ción sobre el corazón fue de un alto nivel científico,
no supieron distinguir las venas de las arterias.
Fig. 4: Hipócrates (Cos, 460 a.C.–Larisa, 377 a.C.), con-siderado desde la Edad Media el Padre de la Medicina. Su concepción de la medicina, basada en la experiencia y en la observación, le llevaron a determinar que “La vida es corta, el camino del arte largo, el instante fugaz, la expe-riencia engañosa y el discernimiento problemático”. Hipócrates sigue siendo el símbolo de todas las cualida-des y principios morales inherentes a los médicos. Aún
hoy en día se observan sus reglas éticas y se pronuncia el juramento hipocrático, a pesar de los más de dos milenios y medio que nos separan de la existencia del célebre médico.
En referencia a la enfermedad cerebrovascular
encontramos menciones en el Libro de Historia de
Herodoto, en escritos de Diógenes y en el Tratado
de Medicina de Hipócrates de Cos (Fig. 4), en don-
de se describen sensaciones parestésicas como re-
sultado de lesiones cerebrales, recopiladas más
tarde en el Corpus Hippocraticum. Pero no fue
hasta 500 años después de Hipócrates, cuando Are-
teo de Capadocia (120-180 d.C.) acuñó por vez primera en su tratado “Praxis médica” la apoplejía
como: “Parálisis del cuerpo, sensación, conoci-
miento o movimiento”. En la historia de la medici-
na griega ocupa un lugar destacado la figura de
Aulio Cornelio Celso (30 a.C.- 50 d.C.), del que se
dice que probablemente no practicó la medicina
pero compuso una obra titulada “De Medicina” fiel
al hipocratismo, de notable interés en su época y
recuperada en el Renacimiento, teniendo gran in-
fluencia en la Europa moderna. Celso fue el primer
autor médico cuya obra fue impresa en caracteres
móviles (1478) tras el invento de Gutenberg. A él se
debe una de las primeras descripciones del compo-nente vegetativo que acompaña al ángor tal como se
recoge en el párrafo siguiente: “esta enfermedad se
la reconoce enseguida por lo exiguo y débil de las
pulsaciones, así como por el sudor totalmente insó-
lito en su forma y en su duración, que invade por
entero el pecho, el cuello e incluso la cabeza……”.
Aunque fueran Herófilo y Eristrato los prime-
ros médicos que hicieran referencia a la importancia
y orígenes del pulso, debemos a la medicina china y
especial a Pien Chio (siglo VI a.C.) la primera apli-cación de la exploración del pulso en la detección
de enfermedades, desarrollando toda una ciencia
conocida como pulsología. Dicha ciencia, junto al
confucionismo surgido de la aplicación de las teo-
rías filosóficas de Kung-tse (Confucio, para occi-
dente) (551- 479 a.C.) fueron una de las bases de la
medicina china de la época. Los principios filosófi-
cos de Confucio podríamos resumirlos en la frase
“vigilarse, corregirse, seguir los ríos, he ahí el
hombre perfecto (Jen). Resulta extraordinario el
paralelismo nuevamente entre dicho pensamiento filosófico y las bases de la medicina preventiva
cardiovascular aplicadas en la actualidad.
En la medicina de la Roma Imperial destaca la
figura de Claudio Galeno de Pérgamo (131-200
d.C.) (Fig. 5), de origen griego pero con residencia
habitual en Roma, al que se le reconoce como autor
de la síntesis de la medicina clásica en el siglo II de
nuestra Era que habría de convertirse en el funda-
mento de la medicina europea durante los siguientes
1000 años. Galeno elaboró un corpus doctrinal de
patología general cuyo núcleo lo constituyen dos conjuntos de 4 obras. El primero de dichos conjun-
tos se titula “Sobre la doctrina de los pulsos” y en
ellos se recogen la importancia de la exploración
del pulso en la semiología galénica. Otros escritos
de indudable interés fueron “Pneuma physicon” y
“Rete mirabilis”. Aunque sus trabajos tienen un
enorme mérito por las condiciones en las que traba-
jó, erró al considerar al hígado como el órgano for-
mador de la sangre que comenzaba a partir de ese
momento su recorrido en direcciones divergentes.
Dicho error evitó que Galeno descubriera la circu-lación entendiendo como tal el movimiento de una
misma sangre en forma de círculo. Su concepción
de la medicina se basaba en la noción de enferme-
8
dad a la que concedía una existencia autónoma y a
la que consideraba reflejo de una lesión anatomo-
patológica. La intervención médica consistía en
localizar el mal en el cuerpo y si es posible subsa-
narlo tal como se hace hoy día con los stent en el
enfermo coronario.
Fig. 5: La influencia de Claudio Galeno de Pérgamo
(131-200 d.C.) en la medicina se extendió al saber arábi-go y medieval. Su pensamiento ejerció una profunda influencia en la medicina practicada en el Imperio Bizan-tino, que se extendió con posterioridad a Oriente Medio, para acabar llegando a la Europa medieval, donde pervi-vió hasta entrado el siglo XVII.
De la Edad Media, nos queda muy poco de
medicina científica ya que para ellos la causa del
mal era una cuestión religiosa y en este sentido era más importante el sacerdote que el médico. De to-
das formas, la enfermedad cardiovascular no fue
olvidada y el culto al sagrado corazón fue introdu-
cido por una enferma cardíaca Santa Margarita
Maria de Alacoque (1673). También en esta época
queda patente la relación entre las emociones y el
aparato cardiovascular, y así Ibn Sinna, conocido
como Avicena (980-1037) tomaba el pulso del pa-
ciente mientras le sometía a diferentes estímulos
verbales. Sin duda la figura más relevante de la
Edad Media fue Ibn-Al-Nafis (1210-1288). Nacido en Damasco, dirigió el Hospital Al Mansouri de El
Cairo, siendo seguidor de Hipócrates y Avicena y
crítico con Galeno. En un pasaje de su “comentario
anatómico del Canon de Avicena” describió clara-
mente la circulación menor que pasó inadvertida
hasta que fue redescubierta por Miguel Servet.
Concluimos este apartado sobre la Medicina
antigua haciendo una mención a los pueblos preco-
lombinos de la península del Yucatán, donde, a
diferencia de Galeno, se consideraba el corazón
como el órgano clave de la vida y por ello era su
extracción el elemento característico de los sacrifi-
cios humanos masculinos. El origen de dichos sacri-
ficios podrían estar relacionados con elementos pertenecientes a las culturas Teotihuacana y Tolte-
ca.
Historia de la enfermedad
cardiovascular desde el
Renacimiento hasta nuestros días
Anatomofisiología del aparato
cardiovascular
Leonardo da Vinci (1452-1519):
Como indica su nombre, Leonardo Da Vinci
nació en la ciudad de Vinci. Hijo ilegítimo de un
abogado local, estudió pintura en Florencia. En
1482 se trasladó a Milán donde sirvió al Duque de
Milán como ingeniero, escultor y arquitecto. Fue un
hombre polifacético, siendo famoso por sus pintu-ras, entre las que destacan la Mona Lisa en el Lou-
vre y la Ultima Cena en Milán, por sus invenciones
(bicicleta, aeroplano, helicóptero, paracaídas) y por
su contribución a la historia de la Medicina.
Se sintió atraído por el corazón y el sistema
vascular entre los años 1508-1517. Sus trabajos
describen de una forma precisa la aterosclerosis de
un enfermo de edad avanzada que había fallecido en
el Hospital de Florencia. Mantuvo las ideas erró-
neas de Galeno en cuanto a su concepción del mo-
vimiento de la sangre. La figura de Leonardo da Vinci fue crucial en el desarrollo de la cultura oc-
cidental, siendo reconocido como el padre del alto
Renacimiento. Sus estudios anatómicos se recogen
en el “Manuscrito Anatómico A” (1510-1511). En
sus láminas se plasman los intentos de comprender
el funcionamiento humano. Leonardo realizó sus
investigaciones anatómicas en el Hospital del Espí-
ritu Santo de Roma, pero se vio obligado a renun-
ciar a sus estudios cuando, en 1515, fue acusado de
prácticas sacrílegas y el Papa León X le prohibió la
entrada en el Hospital, truncando así su carrera anatómica.
Paracelso (1493-1541)
9
Nació en Einsielden (Suiza). Se opuso a las
autoridades académicas de la época, sometiendo a
crítica a los clásicos. Su principal obra fue “Opera
Omnia Medico-Chemico-Chiriugica”. Paracelso
optó por intervenir lo menos posible a la hora de
solucionar heridas, fracturas y luxaciones, dejando
al tiempo y a la naturaleza ejercer su acción, evitan-
do a sus pacientes el trauma sobreañadido de una manipulación de dudosos resultados. Destacan sus
experiencias sobre heridas por arma de fuego y a
partir de su manejo introdujo interesantes conceptos
de la anatomía del aparato cardiovascular.
Fig. 6: Miguel Servet (1511-1553), considerado el descu-bridor de la circulación menor.
Miguel Servet (1511-1553):
Servet (Fig. 6) nació en Villanueva de Sigena
(Huesca). Se introdujo en la medicina a través de
su labor como corrector de una editorial. Estudió
medicina en París, convirtiéndose posteriormente en
médico del arzobispo de Viena. Más humanista preocupado por los problemas religiosos que inves-
tigador científico. Emprendió la disección de cadá-
veres con el ánimo de aclarar si el alma o espíritu
divino radicaba en la sangre, pensamiento extraído
de la lectura del Génesis y del Deuteronomio. Sus
estudios le permitieron redescubrir la circulación
menor, previamente descrita por Ibn-Al-Nafis
(1211-1288), aunque se descarta por los historiado-
res que Servet conociera dichos estudios, que no
salieron a la luz hasta 1924, momento en el que el
médico egipcio Mahy al Din al Tatawy incluyera su
descripción en su tesis doctoral. La obra de Servet
no alcanzó difusión al ser quemado con todos los ejemplares de su obra que Calvino logró encontrar.
El mundo moderno conoció la circulación menor de
la sangre por las descripciones realizadas por Juan
Valverde de Amusco y Realdo Colombo basadas en
los trabajos de Servet. Su obra más importante no
fue médica, sino religiosa: “Christianismi restitu-
tio”, impreso clandestinamente en 1553, el mismo
año de su fallecimiento en Ginebra. Aunque fue una
obra religiosa, en ella describe con toda claridad la
circulación pulmonar, debido a la posición de pri-
mer orden que la sangre ocupaba en sus preocupa-ciones teológicas.
Andrés Vesalio (1514-1564):
Belga de nacimiento realizó los estudios de
medicina en Lovaina y París. Tras estudiar en París
(1533-1536), llegó a Padua, donde fue nombrado
profesor de Cirugía (explicator chirurgiae). Impar-
tió su primera lección de Anatomía el 6 de diciem-
bre de 1537, en la que él mismo realizó la disec-
ción, a diferencia de la costumbre de la época, en la
que era función del barbero sangrador. Su principal legado fue “De humani corporis fabrica”, obra
cumbre del siglo XVI. En los libros III y IV de su
Fabrica se ocupa del corazón, las arterias y las
venas. En estos libros se describe el movimiento del
corazón como involuntario, la anatomía de los ven-
trículos y se perfila por primera vez, aunque equi-
vocadamente, el trayecto carotídeo.
En el plano anatómico, la obra de Vesalio in-
tentó reconciliar lo que se veía indiscutiblemente en
las disecciones humanas y lo que se leía en la obra
de Galeno. Si bien su contribución a la cirugía no
fue directa ni destacada, la orientación de la anato-mía que impulsó propiciaría gran parte de la base
científica de la cirugía de los siglos venideros.
Andrea Cisalpino (1519-1603):
Discípulo de Colombo, profesor en Pisa y más
tarde en Roma, fue una figura clave por rechazar
una de las tesis mayores de Galeno: el papel central
del hígado como órgano hematopoyético y fons
venarum (origen de los vasos), a favor del corazón,
como sostenía dicho autor. No llegó a describir la
circulación mayor, como haría Harvey, pero intuía que era factible que tal cosa sucediera a través de
las anastomosis arteriovenosas.
Fabrizi de Acquapendente (1533-1619):
10
Catedrático de anatomía en la Universidad de
Papua a quien le debemos la identificación y des-
cripción del sistema valvular venoso. Fue maestro
de William Harvey, introduciéndole en la fisiología
cardiocirculatoria que le permitirían a éste descubrir
la circulación mayor.
William Harvey (1578-1657): Harvey (Fig. 7) nació en Flokestone y alcanzó
el titulo de Bachiller en Artes en Cambridge. Su
estancia en Padua entre 1598 y 1602 bajo la tutela
del profesor Fabrizi de Acquapendente fue funda-
mental en sus investigaciones. En las mismas influ-
yó tanto la reimpresión en 1600 de la obra “Sobre
las cualidades y defectos del corazón” del galenista
Eustachio Rudio como los trabajos de Andrea Ci-
salpino. Dicha obra le animó a retomar el estudio
del lecho vascular culminando en 1628 con la des-
cripción de la circulación mayor como es conocida en la actualidad, cosa que hizo a su vuelta a Inglate-
rra, en la Universidad de Cambridge. Su obra “Prae-
lectiones Anatomicae” se conserva hoy día en el
Museo Británico. La primera aplicación práctica de
su descubrimiento sirvió para el estudio de las con-
secuencias que sobre las heridas envenenadas y
mordeduras de animales tenía el hecho de que la
circulación de la sangre permitiera la contaminación
de todo el cuerpo.
Fig. 7: William Harvey (1578-1657). En el grabado Har-
vey se vale de un ciervo para mostrar sus teorías sobre el sistema circulatorio.
Marcelo Malpighi (1628-1694):
Natural de Bolonia, ciudad en la que estudió
Medicina y en la que inició su carrera docente e
investigadora. De allí pasó a Pisa dónde trabajó 3
años y luego retornó a Bolonia en 1660. Su aporta-
ción a la enfermedad cardiovascular fue clave por
combinar la anatomía con la observación microscó-
pica, y de esta forma pudo identificar por vez pri-
mera una red capilar y describir dos tipos de fibras miocárdicas con funciones específicas. Erró al des-
cartar al miocardio como órgano secretor, un con-
cepto hoy día admitido por todos.
Giovanni Battista Morgagni (1682-1771):
Nacido en Forlìn, cerca de Bolonia. Médico
italiano que ostentó la cátedra de anatomía de Padua
desde 1701, puesto que desempeñó durante más de
60 años. Su obra maestra fue “De sedibus et causis
morborum”, de 1761, cuando contaba 79 años. En
ella hace descripciones de las induraciones de los vasos coronarios y de los aneurismas aórticos. En
1761 describe la existencia de malformaciones
aneurismáticas en los vasos cerebrales, y años más
tarde tanto Francisco Biumi como Paget de forma
casi simultánea atribuyeron a su ruptura el desarro-
llo de una hemorragia.
William Withering (1741-1791):
Este médico y botánico, nacido en Escocia,
comenzó su carrera de médico de éxito en Staf-
fordshire. Withering llegó a la conclusión que el producto eficaz en la hidropesía era la digitalis
purpurea y experimentó con 163 pacientes diversas
fórmulas y formas de administración con notable
éxito. Esta planta era conocida desde los tiempos
más remotos, pero se la consideraba como un pode-
roso veneno y sólo se utilizaba externamente para la
cicatrización de heridas. Withering introdujo ofi-
cialmente en la farmacopea la digitalis en 1785
publicando su obra “An Account of the Foxglove”.
Aterosclerosis y aterotrombosis
Ibn Sinna (Avicena) (980-1037):
Médico persa conocido como el príncipe de
los sabios. Al ser anterior a Andrea Cisalpino, del
que le separaban cinco siglos, fue el primero que
atisbó que “es el corazón el que da la vida al hom-
bre, pues sin el sólo sería una planta”. Dio mucha
importancia al pulso. En sus trabajos parecía intuir el mecanismo fisiopatólogico de la trombosis, afir-
mando que “la discrasia es la causa de la obstruc-
ción de las arterias por todo el organismo, se blo-
quean así las vías por las que circula el neuma y se
da lugar a una acumulación de los humores, lo que
conduce a la muerte”.
11
Johann Friedrich Georg Christian Martin
Lobstein (1777-1835):
Cirujano y anatomopatólogo francés al que se
le atribuye el término arteriosclerosis. Nació en
1777 en Giessen (Hessen). Cursó sus estudios en la
Universidad de Estrasburgo donde se graduó en
1803 y murió en 1835 en Francia. En 1829 publicó
“Traité d’anatomie pathologique” que contiene en la sección de enfermedad arterial el término arte-
riosclerosis, aunque O.J. Ekman en 1788 ya lo acu-
ñó en alguno de sus trabajos.
Carl Von Rokitansky (1804- 1878):
Nació en Königgrätz, Bohemia, en 1804. Es-
tudió medicina en las universidades de Praga y
Viena finalizándolos en 1828. Fue en Viena donde
se inició en las tareas docentes y de investigación
en el servicio que entonces dirigía el profesor
Johann Wagner. Realizó más de 30.000 autopsias y sus observaciones fueron de mucho valor, sobreto-
do los tratados sobre la enfermedad arterial. Escri-
bió un “Manual de Anatomía Patológica”, y fue el
primer defensor de la teoría trombogénica de la
aterosclerosis en 1841. En 1852 describió el desa-
rrollo lento y gradual de la placa ateromatosa como
resultado de la yuxtaposición de partículas hemáti-
cas.
Joseph Hodgson (1788-1869):
Cirujano inglés que publicó en 1815 una Mo-nografía de la Enfermedad Vascular, proponiendo
por primera vez la inflamación como causa de la
aterosclesosis, teoría sobre la que profundizó Ru-
dolf Virchow, y posteriormente Russell Ross en
1976, y más recientemente Peter Libby en 1990.
Tanto Hodgson como Virchow fueron los primeros
en vincular a la íntima con el origen de los cambios
ateroscleróticos, siendo por lo tanto los pioneros en
intuir una “patología endotelial”.
Rudolf Ludwig Carl Virchow (1821-1902):
Virchow (Fig. 8) nació en Schivelbein y fa-lleció ochenta y un años después en la ciudad de
Berlín. Estudió y ejerció en la Universidad de Ber-
lín, donde fue profesor de Anatomía. Más tarde
desempeñó la cátedra de Anatomía Patológica en la
Universidad de Wurzburgo hasta 1856. Virchow
opinaba que el ateroma era una inflamación de la
íntima a la que denominó endarteritis deformans.
En 1858 publicó “Die Cellularpathologie in ihrer
Begründung auf physiologische und pathologische
Gewebelehre”, donde continúa y amplía los estu-
dios emprendidos por Bichat sobre las enfermeda-des de los tejidos. Concede todo el protagonismo a
la célula en lugar de al tejido. Su afirmación “Om-
nis cellula a cellula” (“toda célula proviene de otra
célula”) marca el inicio de la teoría de la “Continui-
dad germinal”, punto de partida también de la teoría
del “Germen-plasma” de Weismann. Diagnosticó
por primera vez la embolia cerebral y descubrió la
neuroglía en la vaina de las arterias cerebrales. Es el
padre del actual concepto de infarto cerebral dicta-
do en 1856.
Fig. 8: Rudolph Ludwig Carl Virchow (1821-1902)
defendió con fuerza, y apoyándose en todo tipo de he-chos, el papel central de la unidad celular en la vida. A él
se deben también estudios experimentales sobre la leu-cemia, la mielina, así como sobre la trombosis, flebitis o triquinosis.
Felix Jacob Marchand (1846-1928):
Profesor de Anatomía Patológica en Giessen 1881-1883, y posteriormente en Marburg y Leipzig.
En 1904, introduce el término aterosclerosis, y lo
describió como el responsable de casi todos los
procesos obstructivos de las arterias, pero no dejó
claras las diferencias entre aterosclerosis y arterios-
clerosis, fenómeno descrito por Ekman y Lobstein
casi un siglo antes.
Russell Ross (1929-1999):
Nació en St Augustine, Florida, USA el 25 de
Mayo de 1929. Se graduó en la Cornell University
in 1951. Tras un breve paso por Nueva York se fue a Seattle donde aprendió Patología Experimental,
diplomándose en 1962. De allí pasó al Departamen-
to de Patología de la Universidad de Washington.
Su teoría “Response-to-Injury” (1973) sobre la ate-
12
rosclerosis fue revolucionaria en su época y sigue
vigente en la actualidad.
Herbert C. Stary:
Profesor de Patología de la Universidad de
Louisiana la escuela de New Orleans, de la que
fueron pioneros Holman, Strong y McGill. Clasificó
las lesiones aterosclerosas en cinco tipos de acuerdo con los estudios de autopsia practicados a pacientes
jóvenes. No se han difundido los detalles de su
biografía pero sus aportaciones fueron tan relevan-
tes que merece un lugar destacado en la historia de
la Enfermedad CV, por cuanto su clasificación am-
pliada hoy día a 8 estadios, sigue aún vigente.
Peter Libby:
Es jefe del departamento cardiovascular del
Brigham and Women’s Hospital, Boston (Massa-
chusetts), y director del D.W. Reynolds Cardiovas-cular Clinical Research Center en la Universidad de
Harvard. Su principal campo de investigación ha
sido el papel de la inflamación en la aterosclerosis.
Es coeditor del prestigioso texto de cardiología
Braunwald's Heart Disease. El Dr. Libby se graduó
en San Diego, Universidad de California y comple-
tó su formación en Medicina Interna y Cardiología
en su hospital actual.
Endotelio y disfunción
endotelial
Schack August Steenberg Krogh (1874-
1949):
Fisiólogo nacido en Grenaa, Jutland, Dina-
marca. Cursó estudios en la Universidad de Copen-
hague de la que fue profesor de fisiología animal
desde 1916 hasta 1945. Comenzó sus investigacio-nes en Groenlandia, relativas al sistema respiratorio
de algunos animales y del hombre. Durante sus
investigaciones desarrolló un microtonómetro para
medir la presión del oxígeno y del anhídrido carbó-
nico en la sangre arterial. Posteriormente sus inves-
tigaciones se dirigieron hacia el estudio de las acti-
vidades funcionales de los vasos capilares. En 1874
le otorgaron el premio Seegen de la Academia aus-
triaca de Ciencias por su papel sobre la espiración
del nitrógeno libre del cuerpo. En 1929 publica sus
resultados sobre el endotelio. Obtuvo los Premios
Nobel de Fisiología y Medicina por establecer el mecanismo que regula el intercambio gaseoso en la
respiración y por descubrir la fisiología de los va-
sos. Tuvo el mérito de estimar en su tiempo y con
los medios de que disponía la extensión (>1.000
m2) y peso (4,5 Kg) del endotelio para un sujeto de
70 Kg, que incluso en la actualidad se admite como
verdadero.
Fig. 9: Louis J. Ignarro, Ferid Murad y Robert Furchgott (de izquierda a derecha) fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina en 1988 por sus descubrimientos relacionados con el papel del óxido nítrico en la
comunicación celular.
13
Robert Furchgott:
Furchgott (Fig. 9) nació el 4 de junio de 1916
en Charleston (Carolina del Sur). Estudió Química
en la Universidad de Carolina del Norte. En 1956
trabaja como profesor de Farmacología en la Uni-
versidad del Estado de Nueva York y desde 1988 se
dedica a la enseñanza en el Departamento de Far-
macología de la Universidad de Miami. Sus investi-gaciones, llevadas a cabo junto a su colaborador
J.V. Zawadzki, por las que obtiene el Premio Nobel
de Medicina en 1998, se centraron en el análisis de
los efectos de distintas drogas sobre la musculatura
vascular, llegando a la conclusión de que los vasos
sanguíneos se dilataban sólo si el endotelio vascular
producía una señal desconocida que hacía que las
células musculares vasculares se relajen, poniendo
la primera piedra para el reconocimiento del endo-
telio como un “tejido funcional” y no sólo “mecáni-
co”. Pero la historia no siempre hace justicia y con frecuencia carece de memoria, puesto que ya en
1880 el patólogo Ernst Ziegler observó que el endo-
telio de las arterias ligadas era un “tejido funcio-
nalmente activo” y tenía capacidad de inducir la
proliferación de tejido conectivo y participar en la
cicatrización de las heridas. Furchgott bautizó a esta
sustancia con el término EDRF (factor de relajación
derivado del endotelio), aunque otros autores lo
denominaban “factor endotelial de Furchgott”.
Compartió el Premio Nobel con Ferid Murad y
Louis J. Ignarro.
Ferid Murad:
Murad (Fig. 9) nació el 4 de septiembre de
1936 en Whiting, (Indiana). Estudió Medicina en
Cleveland y su primer trabajo fue como profesor de
la Universidad de Virginia. También ha sido profe-
sor en la Universidad de Stanford y en la Universi-
dad de Chicago. Recibió el Premio Nobel de Medi-
cina, compartido con Robert F. Furchgott y Louis J.
Ignarro 1998, cuando trabajaba en la Universidad
de Texas (Houston). Sus trabajos fundamentales
fueron en el campo del análisis del mecanismo de acción de la nitroglicerina y otros agentes vasodila-
tadores, descubriendo en 1977 que la producción de
NO afectaba a las células musculares lisas.
Louis J. Ignarro:
Ignarro (Fig. 9) nació en 1941 en Brooklyn,
Nueva York. Estudió Farmacia en la Universidad de
Columbia entre 1962 y 1966, año este último en el
que inició sus estudios de Farmacología en la Uni-
versidad de Minnesota. Entre 1979 y 1985 fue pro-
fesor del Departamento de Farmacología de la Es-cuela de Medicina de Tulane University, Nueva
Orleans. Desde 1985 es profesor del Departamento
de Farmacología de la Escuela de Medicina de la
Universidad de los Ángeles (UCLA). Ignarro parti-
cipó en la búsqueda de la naturaleza química del
EDRF (factor relajante derivado del endotelio),
realizó una brillante serie de análisis y concluyó, en
1986, independientemente de Robert Furchgott, que
el EDRF era el óxido nítrico (NO). En el año 1998
se le concedió el Premio Nobel de Medicina y Fi-
siología, junto a Robert F. Furchgott y a Ferid Mu-rad, por sus descubrimientos relacionados con el
óxido nítrico como una señal molecular en el siste-
ma cardiovascular.
Salvador Moncada:
Farmacólogo hondureño, nacido en Teguci-
galpa en 1934. Estudió Medicina y Cirugía en la
Universidad de El Salvador y se doctoró en Farma-
cología en la de Londres. Ha sido profesor de las
Universidades de El Salvador y Honduras y profe-
sor visitante de King's College de Londres, así co-mo director de los laboratorios Wellcome Research
de Inglaterra, donde montó un equipo de investiga-
ción en prostaglandinas. Autor de más de 400 cola-
boraciones en libros y revistas médicas, es uno de
los más reputados investigadores en el área de las
ciencias biomédicas, con aportaciones para el tra-
tamiento de la inflamación, la aterosclerosis y las
enfermedades tromboembólicas. A Salvador Mon-
cada debemos el conocer el mecanismo de acción
de la aspirina y el descubrimiento de que las células
endoteliales de la pared vascular producen la pros-taciclina, una hormona local vasodilatadora y antia-
gregante plaquetaria. En 1988 tuvo el mérito adi-
cional de identificar junto a Palmer y Ashton la
enzima implicada en la síntesis de NO y que él
llamó NOS (Nitric Oxide Synthase). En 1990 com-
partió con el español Santiago Grisolía el premio
Príncipe de Asturias de Investigación Científica y
Técnica. De forma incomprensible no compartió el
Nóbel con Ferid Murad, Louis J. Ignarro y Robert
Furchgott. Pero la injusticia también habría que
hacerla extensiva a Zawadzki, que estuvo con
Furchgott en sus investigaciones y no fue condeco-rado.
Enfermedad coronaria (EC)
William Heberden (1710-1801):
Heberden (Fig. 10) nació en Londres en 1710
y fue educado en el St. John's College de Cambrid-ge donde se licenció en Medicina y Cirugía en
1739. Publicó su tratado de la angina en 1772 en el
que la relacionaba con un trastorno espasmódico
por su aparición brusca. Su magistral descripción se
recoge en la siguiente frase:“Hay un desorden del
pecho caracterizado por síntomas peculiares. Su
asiento y la sensación de «strangling» (ahogo o
14
estrangulamiento) y de ansiedad con que se acom-
paña, hace que no sea impropio llamarle «angina
pectoris». Aparece mientras caminan y su sensa-
ción es tan desagradable como si fuesen a morir.
Desaparece en el momento en que ellos se paran”.
También fue el primero en apuntar que el vino pro-
porcionaba un considerable alivio y el efecto con-
traproducente del estrés. Aunque la descripción clínica oficial de la angina se atribuye a Heberden
ya existen datos de un caso descrito en 1632 por
Earl de Clarendon. Heberden fallece en Londres en
1801. La descripción de Heberden fue posterior-
mente mejorada por W.P. Obrastzow y N.D. Stras-
chesko en 1910.
Fig. 10: William Heberden (1710-1801) describió por
primera vez el “angor pectoris”. Retrato realizado por Venita Jay, MD, FRCPC del Departamento de Patología del Sick Children Hospital, Toronto, Ontario, Canada.
Ascanio Sobrero (1812-1888):
Ascanio Sobrero fue un químico italiano que descubrió la nitroglicerina en 1847 mientras traba-
jaba en la Universidad de Torino. La nitroglicerina
fue aplicada por primera vez en 1846, observándose
que una pequeña cantidad de la sustancia oleosa
colocada sobre la lengua desencadenaba cefalea
intensa. En 1847, Constantin Hering creó la forma
de dosificación sublingual. La nitroglicerina no fue
aplicada en la EC hasta años más tarde, debiéndose
esta aplicación a William Murrell.
Thomas Lauder Brunton (1844-1916): Médico y farmacólogo. Trabajó en el St
Bartholomew´s Hospital. En 1857 administró por
primera vez una inhalación de nitrito de amilo, un
conocido vasopresor, y observó que el dolor angi-
noso se atenuaba en 30 o 60 segundos. Sin embar-
go, la acción del nitrito de amilo era transitoria y la
dosificación era difícil de ajustar.
William Murrell (1853-1912):
En 1879, William Murrell consideró que la
acción de la nitroglicerina era muy similar a la del nitrito de amilo y estableció el uso de ésta para
tratar la angina de pecho por lo que el nitrito de
amilo cayó en desuso. Los cambios en la percep-
ción del tiempo provocados por estos psicofármacos
iniciaron su uso extra-médico durante los ochenta.
Los resultados de sus investigaciones sobre la
nitroglicerina fueron publicados en la prestigiosa
revista Lancet.
Marc A. Ruffer (1845-1917):
Nacido en Lyon en 1845 de padre francés y madre alemana, Ruffer fue educado en Oxford gra-
duándose en medicina en Londres. Discípulo de dos
grandes figuras de la medicina: el francés Louis
Pasteur y el biólogo ruso Mestshnikov en Paris. En
1881 fue nombrado director general del Instituto
Británico para la medicina preventiva. Poco des-
pués quedó semiparalizado mientras ensayaba un
suero antidiftérico, contrayendo la enfermedad.
Hacia 1896 se traslada al Cairo donde fue profesor
de bacteriología del Medical School de esta ciudad.
Su mayor mérito consistió en iniciar el desarrollo de una nueva ciencia, la Paleopatología, de la que es
considerado el padre. La definió como “una doctri-
na sobre las enfermedades discernibles en los vesti-
gios humanos y animales de épocas antiguas”. Sus
trabajos se centraron sobre momias pertenecientes a
las XVIII-XXVII dinastías. Inventó una técnica
consistente en extraer finas muestras de tejidos
momificados para su estudio microscópico. En su
trabajo titulado “On arterial lesion found in Egip-
tian mummies”, publicado en 1911, describe calci-
ficaciones y ateromas arteriales coronarios en las
piezas procedentes de momias egipcias en las que por fortuna el corazón estaba bien preservado. Sus
trabajos han sido recientemente profundizados por
otro ilustre paleontólogo llamado A.T. Sandison en
1967.
Arthur Morris Master (1895-1973):
Nació en Nueva York en 1895. Se graduó en
la Cornell University en 1921, famosa hoy día en el
mundo de la Cardiología por sus criterios electro-
cardiográficos de HVI (Hipertrofia ventricular iz-
quierda). Realizó su formación en el Hospital Mon-te Sinai, y trabajó con el famoso medico y cardiólo-
go Thomas Lewis en el University College Hospital
de Londres. Después regresó a los Estados Unidos
15
dónde estandariza el primer test de esfuerzo en el
diagnóstico de la Enfermedad Coronaria en 1942
con la prueba de los 2 escalones (two-step) que él
consideraba que era suficiente para producir isque-
mia. Los trabajos de Master tuvieron un precedente
en los de Willem Eindhoven, quien en 1902 intro-
dujo la electrocardiografía y en 1908 obtuvo por
vez primera un ECG después de subir corriendo un tramo de escalera, pero no llegó a estandarizar di-
cha prueba para el diagnóstico de EC. Master falle-
ció en Nueva York en 1973.
Myron Prinzmetal (1908- 1987):
Nace en Buffalo, Nueva York, en 1908. Li-
cenciado en la Universidad de San Francisco, Cali-
fornia. Describió en 1959 junto con Rexford el sín-
drome de “Angina variante”, conocido posterior-
mente como Angina de Prinzmetal (Rexford fue
olvidado). Gran parte de su mérito habría que atri-buírselo a sus predecesores en las teorías del es-
pasmo coronario como William Heberden (1772)
Henri Huchard (1889), Louis Gallavardin (1925),
Hausner y Scherf (1933). Dicha teoría fue poste-
riormente consolidada por Oliva en 1973 y por
Atilio Maseri en 1978.
René Gerónimo Favaloro (1923-2000):
Nació y se crió en el barrio “El Mondongo” en
La Plata, Argentina, Fue insigne por perfeccionar
en 1967 la técnica del bypass introducida por los cirujanos Sabiston D.C. Jr. (1962) y Vasili I. Kole-
sov (1964). Sus trabajos los desarrolló en la Cleve-
land Clinic. Trabajó primero como residente y lue-
go como miembro del equipo de cirugía. El labora-
torio de Mason Sones Jr., padre de la Arteriografía
coronaria, disponía de la colección más importante
de cineangiografías de los Estados Unidos y ello
facilitó el trabajo de Favaloro. En 1971 Favaloro
regresó a Argentina con el sueño de desarrollar un
centro de excelencia similar al de la Cleveland Cli-
nic, que combinara la atención médica, la investiga-
ción y la educación. Con ese objetivo creó la Fun-dación Favaloro en 1975 junto con otros colabora-
dores. En 1992 se inauguró en Buenos Aires el
Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular
de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lu-
cro, con el lema “tecnología avanzada al servicio
del humanismo médico”. En el año 2000 la Funda-
ción Favaloro estaba endeudada en unos 75 millo-
nes de dólares americanos por la crisis económica
del país. Por tal motivo, el día 29 de julio del mis-
mo año toma la trágica decisión de quitarse la vida
de un disparo al corazón, cansado de “ser un men-digo en su propio país”, según consta en un escrito
aparecido tras su muerte. Actualmente la Fundación
Favaloro es una de las instituciones más grandes de
América Latina dedicada al estudio cardiovascular.
Robert A. Bruce (1916-2004)
Nació en Edinburgo, Escocia. Robert A. Bru-
ce es considerado el “padre de la Cardiología de
Esfuerzo” por su contribución al diagnóstico de la
Enfermedad Coronaria. Trabajó toda su vida en la ciudad de Seattle. Su protocolo, diseñado para el
diagnóstico de la Enfermedad en 1963, aún sigue
vigente. Bruce explicaba su importancia en analogía
con el coche: “Tu nunca comprarías un coche usa-
do sin antes ver como funciona su motor cuando se
pone marcha, lo mismo es aplicable para evaluar la
función del corazón”. Bruce también descubrió que
su test valía para que el paciente abandonara sus
malos hábitos y el 63% de los sujetos sometidos a
su estudio modificaron positivamente los suyos.
Murió a los 87 años en su casa de Seattle.
Harold T. Dodge Jr (1924-1999):
Harold Trace Dodge Jr, médico e investiga-
dor, creció en Seattle y asistió a la Universidad de
Washington durante 2 años, así como un año a la de
Harvard antes de entrar en la Harvard Medical
School. Se graduó en 1948. Hizo su internado en el
Peter Bent Brigham Hospital de Boston y de allí
regresó a Seattle, donde completó un año de resi-
dencia y se especializó en Cardiología. Regresó a la
Costa Este, pasando 4 años en el National Institute of Health (NIH). De allí regresó a Seattle donde
trabajó junto a Robert A. Bruce. Llegó a ser Jefe de
Cardiología del nuevo Seattle Veterans Administra-
tion Hospital. En los años 60 estuvo 3 años de Jefe
de Cardiología en la Universidad de Alabama. En
su colaboración con Bruce hizo importantes aporta-
ciones al diagnóstico de la Enfermedad Coronaria.
Murió en 1999.
Eugene Braunwald:
Braunwald (Fig. 11) está considerado uno de
los padres de la cardiología moderna y el autor más citado en esta especialidad. Nació en Austria en
1929, pero enseguida emigró con su familia a Esta-
dos Unidos, donde estudió medicina. Entre sus mu-
chos logros está el de ser editor de “Harrison's Prin-
ciples of Internal Medicine” y autor de “Heart Di-
sease”, el libro de texto más reconocido en cardio-
logía. Se graduó en la New York University, y
completó su residencia en el Johns Hopkins Hospi-
tal. Fue jefe de Cardiología y director clínico del
National Heart, Lung and Blood Institute, y funda-
dor del Departamento de Medicina de la Universi-dad de San Diego, California; desde 1972 a 1996
fue jefe de departamento de medicina del Brigham
and Women’s Hospital. Es el único cardiólogo
16
miembro de la National Academy of Sciences. En
1996 se trasladó a la universidad de Harvard, diri-giendo la Eugene Braunwald Professorship in Me-
dicine. En 1999 la American Heart Association
estableció en su honor el Eugene Braunwald Aca-
demic Mentorship Award con periodicidad anual.
Ha escrito más de 1.100 publicaciones en el campo
de la Cardiología, ocupando un lugar más que in-
signe en la historia de la enfermedad cardiovascu-
lar.
Valentin Fuster:
Fuster (Fig. 11), cardiólogo español, nació en
Barcelona en 1943. Cursó estudios de medicina en su ciudad natal, donde se licenció y obtuvo el doc-
torado. En 1971 se trasladó a Estados Unidos y ha
trabajado en la clínica Mayo de Rochester (Minne-
sota), en la unidad cardiaca del Hospital General de
Massachussets. Catedrático de cardiología de la
Universidad de Harvard, dirige en la actualidad el
Instituto de Cardiología del Hospital Monte Sinaí
de Nueva York. Su dilatada vida clínica y de inves-
tigación le ha permitido desarrollar nuevas líneas de
investigación cardiológica que han tenido gran re-
percusión en la patología y terapéutica cardiacas. En 1976 recibió el premio Servet de investigación
cardiovascular, en 1992 el Gruntzig de la Sociedad
Europea de Cardiología, en 1995 el de investigación
cardiovascular Lewis A. Conner y en 1996 el Prín-
cipe de Asturias de Investigación. Desde 2005 es
responsable del Comité Externo de Asesoramiento
y Evaluación Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares (CNIC) en España.
Enfermedad cerebrovascular
Sir Thomas Willis (1621-1675):
Nació en Great Bedwin (Wiltshire, Inglaterra),
y estudió en la Universidad de Oxford, donde coin-
cidió con William Harvey, de quien aprendió de
primera mano la nueva teoría sobre la circulación
de la sangre. Willis describió el polígono arterial de
la base cerebral que lleva su nombre. Es considera-
do uno de los mayores neuroanatomistas de todos
los tiempos y el fundador de la Neurología. Su nombre se relaciona con el “polígono de Willis”,
pero sus aportaciones fueron mas allá y a él le de-
bemos gran parte de la nomenclatura anatómica de
esta región. Además en sus reflexiones correlacionó
los hallazgos anatomopatológicos con la clínica y
muchos de ellos siguen aún vigentes. Con respecto
a su famoso polígono existen descripciones anterio-
res realizadas por el suizo J.J. Wepfer (1620-1695).
John Abercrombie (1780-1844):
Nació en Aberdeen (Escocia). Se doctoró en
1803. Fue miembro de Royal Collage de Cirujanos de Edimburgo. Abercrombie nos legó en 1831 una
excelente diferenciación entre infarto y hemorragia
cerebral, distinguiendo a su vez las formas intrapa-
renquimatosa y subaracnoidea.
Sir William Osler (1849-1919):
Osler nació en Bond Head, Ontario (Canadá)
en 1849. Estudió Medicina Interna en Canadá y en
Europa. Fue profesor en la Universidad McGill de
Montreal (1875-1884) y en la Universidad de
Fig. 11: Eugene Braunwald y Valentin Fuster, las dos figuras más relevantes de la cardiología actual.
17
Pennsylvania (1884-1888) donde fundó la Associa-
tion of American Physicians (Asociación de médi-
cos americanos). Desde 1888 a 1905 impartió clases
en la recién creada Facultad de Medicina de la Uni-
versidad Johns Hopkins. Es considerado uno de los
grandes iconos de la Medicina, y para muchos el
padre de la “Medicina Moderna”, aunque él mismo
consideraba que era Avicena. Fue sin duda la gran figura de la época por su legado clínico sobre el
diagnóstico de los aneurismas cerebrales llegando a
aseverar, entre otras aportaciones, que “las dilata-
ciones de mayor volumen dan lugar a síntomas de
tumor y su ruptura suele ser fatal” y que “Siempre
que una persona joven muere con síntomas de apo-
plejía grave y tras su muerte se encuentra una gran
efusión hemorrágica, es posible la presencia de un
aneurisma”.
Además de estas aportaciones ocupa un lugar
destacado en la historia de la enfermedad cardio-vascular por ser el primero que en 1889 correlacio-
nó el IAM con una oclusión de una arteria coronaria
y en observar las plaquetas de la sangre en 1873.
Su obra “Principles and Practice of Medicine”
(1892) se consideró durante mucho tiempo el libro
de texto oficial de las facultades de medicina de
todo el mundo. En 1905 se trasladó a Oxford (Ingla-
terra) para presidir la cátedra de medicina. Fue
nombrado Sir en 1911 por sus grandes contribucio-
nes en el campo de la Medicina. Falleció en dicha
ciudad en 1919. Sus teorías fueron continuadas por George Dock y James B. Herrick en la Universidad
de Minesotta.
Egas Moniz (1874-1955)
Seudónimo de Antonio Caetano de Abreu
Freire, médico, político y diplomático portugués.
Nació en Avança y murió en Lisboa, discípulo de
Ramón y Cajal y colaborador de Almeida Lima,
ambos especialistas en neurología. Profesor de neu-
rología de la Facultad de Medicina de Lisboa.
Realizó notables estudios sobre los tumores cere-
brales, posibilitados en gran manera por su descu-brimiento de la angiografía cerebral, que practicaba
mediante la coloración del cerebro para conseguir
su opacidad a los rayos X. En 1927 practicó la pri-
mera arteriografía cerebral por punción directa de la
carótida, usando yoduro sódico al 25% (que había
sido introducida para la práctica médica por Brooks
en 1924). En 1949 recibió el premio Nobel de Fisio-
logía y Medicina, compartido con el neurólogo
suizo W.R. Hess.
Michael Ellis DeBakey: Nació en 1908 en Lake Charles, Louisiana, de
padres emigrantes libaneses. Fue un eminente ciru-
jano cardiovascular. Se alistó de voluntario durante
la II Guerra Mundial. De Bakey se valió de los co-
nocimientos obtenidos en la cirugía de guerra para
mejorar su técnica quirúrgica. En 1953 se le atribu-
ye a DeBakey la primera endarterectomía con éxito
tras haber fracasado en una previa, pero entre am-
bas se le adelantó Larrea que fue verdaderamente
quien realizó en 1951 la primera cirugía de este tipo
con buen resultado. En 1966 implantó un corazón artificial. En 1987 recibió de manos del presidente
Ronald Reagan el premio National Medal of Scien-
ce. Intervino al presidente ruso Boris Yeltsin de un
quintuple bypass en 1996. En la actualidad es Can-
ciller Emérito de Colegio de Medicina Baylor e
integra activamente el personal del Methodist Hos-
pital de Houston, gozando de reconocimiento inter-
nacional como una leyenda viviente de la cirugía
cardiovascular.
En la Tabla 1 se recogen otras figuras revelan-tes en la historia de la enfermedad cerebrovascular.
Tabla 1: Otros personajes relevantes de la
Enfermedad Cerebrovascular
- John James Wepfer en 1655 describe por vez
primera una apoplejía hemorrágica y tres años
más tarde la trombosis carotídea.
- Gowers, en 1875, introduce el concepto de
embolismo cerebral.
- Quincke, en 1891, pionero del valor de la
punción lumbar en el diagnóstico de la hemo-
rragia subaracnoidea.
- Hans Chiari, en 1906, propone su revolucio-
naria visión sobre el papel de la ulceración
carotídea extracraneal como etiología de infar-
to.
- Ransay Hunt en 1914 describe el “accidente
isquémico transitorio”.
- Pierre Marie, 1920 introduce el concepto de
“infarto lacunar”.
- Sjókviest en 1936 hizo la primera descrip-
ción de una oclusión carotídea cerebral.
- Dos Santos en 1947 inicia tímidos intentos
quirúrgicos sobre el vaso carotídeo.
- Miller Fischer y Millikan en 1951 retomaron
el término “accidente cerebrovascular” (ACV) introducido en 1936 por diversos autores.
- Schiller a quien debemos la generalización
del término de ACV, publica en 1970 su trata-
do: “Concepts of Sfroke Before and After Vir-
chow”.
Hounsfleld, Premio Nobel de 1973, padre
de la tomografia computarizada (TAC)
18
Enfermedad arterial periférica
Ambrosio Paré (1510-1590): Nació en Bourg Herent (Francia). Comenzó
como aprendiz de un barbero-cirujano de París;
después trabajó durante cuatro años en el Hôtel-
Dieu de París, ya entonces famoso hospital de bene-
ficencia. En 1541 se convirtió en maestro barbero-
cirujano y trabajó como cirujano del ejército. En
1564, publicó su obra “Dix Livres de la Chirurgie”.
La primera parte contenía anatomía y fisiología y la
segunda, cirugía. En ésta se describían muchas téc-
nicas quirúrgicas, siendo una de las más significati-
vas el uso de ligaduras de grandes vasos en las amputaciones. Practica en 1517 con éxito en el
campo de batalla la ligadura de arterias y venas que
vienen a sustituir a la cauterización con aceite hir-
viendo que se venían utilizando durante más de un
milenio. Se considera a Ambrosio Paré como la
principal figura quirúrgica del siglo XVI, así como
el padre de la cirugía francesa.
John Hunter (1728-1793):
Nació en Long Calderwood, Escocia. En 1748
se mudó a Londres donde cursó los estudios de
Medicina junto a su hermano William Hunter, ana-tomista. Durante la Ilustración, describió un sinfín
de nuevas técnicas de ligadura arterial y tratamiento
de las lesiones de los vasos sanguíneos. Fue ciru-
jano y anatomista. Es considerado el padre de la
aproximación experimental a la Medicina. Cirujano
militar desde 1760 hasta 1763. En 1767 es nombra-
do Fellow de la Royal Society y obtiene los cargos
de cirujano del St. George's Hospital, cirujano del
rey Jorge III de Inglaterra y cirujano general del
ejercito. Muere en 1793 tras complicarse su angina
tras una discusión. Tenía una casa en Leicester Square con dos fachadas en las que coleccionaba
animales y rarezas anatómicas. Por la fachada prin-
cipal atendía a los ricos clientes durante el día y por
la fachada trasera daba a un callejón donde los resu-
rreccionistas entregaban los cadáveres para su es-
cuela de anatomía. Su personaje novelesco inspiró a
Robert Louis Stevenson a la hora de escribir “El
extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde”.
Maurice Raynaud (1834-1881):
Hijo de un profesor universitario, estudió me-
dicina en París, doctorándose en 1862, año en el que describe el síndrome que lleva su nombre, de-
nominándolo “asfixia local y gangrena simétrica de
las extremidades”. Fue también doctor en letras con
el famoso artículo sobre “Asclepiades de Bathynia”
(doctor y filósofo), y el libro sobre la Medicina en
tiempos de Molière. En 1866 fue agregado de la
facultad por los méritos acumulados con sus traba-
jos. Fue nombrado Académico de Medicina en
1879. Murió en 1881 tras descompensarse su en-
fermedad cardíaca.
Rudolph Matas (1860-1957)
Nació en Bonnet Carre, Louisiana, hijo de pa-
dre médico y farmacéutico. Cursó medicina en
Nueva Orleans, donde se graduó en 1880. Profesor de Cirugía en la Universidad de Tulane en 1895.
Fue el precursor de la cirugía vascular. En honor a
Antyllus, que operaba aneurismas en el Siglo III en
Grecia, Sir Williams Osler denominaba a Rudolph
Matas como el “Antyllus moderno”. En 1888 hizo
su primera cirugía exitosa de un aneurisma de la
arteria braquial siendo el primero más tarde en
abordar quirúrgicamente, con igual técnica, un
aneurisma poplíteo y uno de aorta abdominal, pu-
blicando una descripción de la misma y de sus re-
sultados en 1903. Fue Presidente de la Asociación Norteamericana de Cirugía.
Alejandro de San Martín (1847-1908):
Nació en Larrainzar (Navarra) y murió en
Madrid. Médico y cirujano eminente. Desde 1874
fue catedrático de Terapéutica, primeramente en
Cádiz y más tarde en Madrid. Desde 1898 fue sena-
dor por la Universidad Central, afiliado al partido
liberal. En 1906 fue ministro de Instrucción Pública
con Moret por indicación de Cajal, que declinó la
cartera. Escribió varias obras sobre Medicina y dirigió las revistas: “La Aspiración Médica” y “El
Siglo Médico”, disfrutando de extraordinario pres-
tigio científico. Muchos consideran a este autor,
cirujano navarro y profesor de la Facultad de Medi-
cina de Madrid, el iniciador de la cirugía arterial
directa, al desarrollar técnicas de anastomosis arte-
riovenosas, posteriormente perfeccionadas por su
discípulo Goyanes.
José Goyanes Capdevila (1876-1964):
Cirujano y otorrinolaringólogo español, nació
en Monforte (Lugo) y falleció en Santa Cruz de Tenerife. Fue profesor de cirugía de la Facultad de
Medicina y del Hospital General de Madrid, presi-
dente de la Academia Medicoquirúrgica y de la
Liga Española contra el Cáncer así como Doctor
Honoris Causa de la Universidad de Burdeos. En
1900, publica sus técnicas “para extracción de coá-
gulos con catéteres y sondas”. El 8 de Septiembre
de 1906 Goyanes reseca un aneurisma sifilítico de
la arteria poplítea sustituyéndolo por la vena vecina,
en lo que se considera el primer injerto venoso au-
tólogo de la historia.
19
Alexis Carrel (1873-1944):
Carrel (Fig. 12) nació en Lyon, Francia el 28
de junio de 1873. Biólogo médico y escritor. Se
licenció en Letras por la Universidad de Lyon en
1889 y al mismo tiempo estudiaba Medicina de la
que obtuvo el doctorado en 1900. Fascinado por las
experiencias del cirujano americano Rudolph Matas
sobre el tratamiento de los aneurismas emigró a Estados Unidos en 1904. Sus trabajos tuvieron con-
tinuidad en la Universidad de Chicago y en el Ro-
ckefeller Institute de Nueva York, en donde perma-
neció hasta el año 1938, fecha en que regresó a
Europa. Recibió el Premio Nobel de Medicina de
1912 “en reconocimiento a su trabajo en suturas
vasculares y en transplante de vasos y órganos”.
Además de excelente cirujano era un hombre inge-
nioso, creando un antiséptico para desinfectar heri-
das, la solución Carrel-Dakin, de gran utilidad du-
rante la I Guerra Mundial, y una especie de corazón artificial.
Fig. 12: Alexis Carrel (1873-1944), premio Nobel de
medicina en 1912.
Leo Buerger (1879-1943):
Nació en Viena (Austria), pero su familia emigró a USA cuando era pequeño. Fue educado en
el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universi-
dad de Columbia dónde se graduó en 1901, habien-
do sido interno en el servicio de cirugía del Hospital
Lennox Hill. Volvió a Europa para formarse en el
Breslau Surgical Clinic (Alemania), pero regresó a
los EEUU para ejercer como Profesor de Urología
en el Hospital Monte Sinaí. De allí paso a Califor-
nia, y tras una larga estancia en los Angeles regresó
a Nueva York en 1934.
Como urólogo introdujo el cistoscopio, deno-
minado de Brown-Buerger, pero el campo cardio-
vascular también tiene una deuda con él, ya que en
1908 publicó una obra sobre los trastornos circula-
torios de las extremidades en la que describía la
“Tromboangeítis obliterante”, que desde entonces
lleva su nombre.
Reynaldo Dos Santos (1880-1967):
Nació en Vila Franca de Xira (Portugal) en 1880. Estudió en París con los profesores Guyon, y
Pinard. Viajó a América para perfeccionarse en los
Hospitales de Boston (Prof. Cabot), Chicago
(Ochsner, Murphy, laboratorio de cirugía experi-
mental de Alexis Carrel), Rochester (Mayo Clinic),
Baltimore (Halsted, H. Cushing, Finney, H. Kelly y
Young), Philadelphia (Deaver y Keen), Nueva
York. En 1929 aplica la técnica para arterias femo-
rales y periféricas, introduciendo las arteriografías
translumbar y transfemoral. Esta última sería muy
perfeccionada en 1956 por el sueco Seldinguer, que utilizó catéteres sobre guías diseñando la técnica
que, con pocas modificaciones, se utiliza en la ac-
tualidad en multitud de procedimientos endovascu-
lares diagnósticos y terapéuticos.
René Leriche (1879-1955)
Cirujano francés que nació en Roanne (Loire)
en 1879. Estudió en Lyon, doctorándose en 1906.
Fue jefe de Cirugía Clínica en los años 1906-9. Jefe
de Cirugía experimental en 1920. Cuatro años más
tarde ejerció como profesor de Cirugía en Estras-burgo. En 1927 fue elegido miembro honorífico del
Royal College of Surgeons de Inglaterra. En 1931
Leriche regresó a Lyon, y en 1938 se trasladó a
París para trabajar como jefe de Cirugía Experimen-
tal. En 1941 describió el cuadro de oclusión aórtica
que desde entonces lleva su nombre, e implantó el
primer homoinjerto en posición aórtica.
Joao Cid Dos Santos (1907-1975):
Hijo de Reynaldo Dos Santos, creador de la
arteriografía. Fue condiscípulo de Michel de Bakey
y Anibal Introzzi (padre) en Estrasburgo bajo la formación de Rene Leriche. Según sus palabras
descubrió la endarterectomía de la siguiente forma:
“….en la época preheparínica se operaba contra-
rreloj porque las complicaciones trombóticas eran
muy frecuentes. Avisados de urgencia tuvimos que
intervenir a un paciente previamente operado de
oclusión arterial aguda. Reintervenimos al paciente
con anestesia local e introduje por la arteriotomía
previa una pinza de hemostasia para sacar los coá-
gulos. De repente noté algo duro calcáreo que
atrapé con la pinza. Me había llevado un segmento de endarteria calcificada y sin pretenderlo había
descubierto la endarterectomía”.
20
Fernando Martorell Otzet (1906-1984):
Médico catalán, pionero de la Cirugía Vascu-
lar en nuestro país, fundador de un Departamento
de Angiología en Barcelona, y figura de reconocido
prestigio mundial, presidiendo el Congreso Consti-
tuyente de la Sociedad Internacional de Angiología
en Atlantic City en 1951. Describió por vez primera
la “ulcera hipertensiva” y junto a Fabré mejoró la descripción de la vasculitis de las arterias principa-
les del arco aórtico, que lleva el nombre de Ta-
kayasu por haberla descrito en 1908. Tanto mejora-
ron los detalles clínicos que para muchos debería
llamarse Enfermedad de “Takayasu-Martorell-
Fabré”. Martorell fue autor de 15 libros de la espe-
cialidad.
En la Tabla 2 se recogen otros personajes re-
levantes de la arteriopatía periférica.
Tabla 2. Otros personajes relevantes
de la Arteriopatía Periférica
Jean Kunlim realizó el primer bypass con vena safena autóloga invertida el 3 de Junio de
1948.
Charles Dubost empleó en 1951 el primer
homoinjerto para el tratamiento de un aneu-
risma de aorta abdominal.
Thomas Fogarty fue el inventor de la cen-
trífugación de muestras y de la cirugía míni-
mamente invasiva. Introdujo el catéter de an-
gioplastia y el catéter de embolectomía. que llevan su nombre
Charles T. Dotter, padre de la angioplastia
periférica y de la radiología intervencionista
Julio Palmaz mostró a la comunidad cientí-
fica la posibilidad de mantener las dilataciones
arteriales en el tiempo mediante el uso de
stents.
Juan Parodi implantó con éxito por vez primera en 1990 una endoprótesis para el tra-
tamiento de un aneurisma de aorta abdominal.
Riesgo cardiovascular
Samuel A. Levine (1891-1966):
Samuel Albert Levine fue una figura clave en
la cardiología moderna, y merece un lugar destaca-
do por ser el primer epidemiólogo cardiovascular
que habló de factores que predisponían a la ateros-
clerosis coronaria, citando entre ellos la genética,
sexo masculino, obesidad, diabetes e hipertensión
en 1929, cincuenta y ocho años antes de que
Reaven, en 1987, describiera el Síndrome X. Por otra parte Samuel Levine publicó el primer tratado
sobre Enfermedad Coronaria recogiendo los prime-
ros 145 casos de la Universidad de Boston. En 1944
Samuel Levine, en el Hospital Peter Bent Brigham,
llevó a cabo lo que puede considerarse el primer
paso en rehabilitación cardíaca, cuando empezó a
sentar en un sillón a sus pacientes con infarto del
miocardio de 1 a 2 horas diarias al día siguiente de
su admisión. Levine demostró, venciendo la oposi-
ción inicial de muchos de sus colegas, los benefi-
cios en la recuperación física y psicológica de estos pacientes y la ausencia de consecuencias deletéreas.
A partir de entonces se desarrolló un intenso interés
en los efectos del ejercicio físico, tanto en el indivi-
duo normal como en la enfermedad coronaria, esti-
mulando a partir de 1970 el desarrollo de los prime-
ros programas de rehabilitación cardíaca en los
EEUU, Canadá y algunos países europeos.
Ludwing Aschoff (1866-1942):
Patólogo nacido en Berlín (Alemania). Fue
profesor de las universidades de Marburg y
Freiburg. Estudió sobre el sistema de conducción del corazón y sobre la teoría del sistema monocito-
macrófago. Descubrió el nódulo que lleva su nom-
bre en la fiebre reumática. En 1933, en consonancia
del pensamiento de Levine fue el primero en desa-
fiar la teoría de que la aterosclerosis era solo un
fenómeno relacionado con la edad motivando a
otros investigadores a la búsqueda de sus causas
para con ello se pudieran hacer una profilaxis de la
misma, llegando a afirmar: “La aterosclerosis no es
inevitable” (1933).
Paul Dudley White (1886-1973):
Nació en 1886 en Roxbury (Massachusetts).
Se licenció en Medicina por la Universidad de Har-
vard en 1911. Fue profesor de dicha universidad
desde 1914 a 1956. En 1942 fundó la American
Heart Association, de la que fue presidente durante
2 años. Fue jefe del equipo medico del Presidente
Eisenhower. Se le considera uno de los principales
pioneros del Riesgo CV junto a Samuel A. Levine.
En 1946 empezó el primer estudio epidemiológico
21
CV seleccionando a personas que habían sufrido
infarto de miocardio antes de los 40 años y a las que
examinaron antes de cumplir 50 años. Reunieron 97
hombres y 3 mujeres para su estudio que publicaron
en un libro en 1954. Excluyeron a los sujetos que
estaban diagnosticados de diabetes y a los que te-
nían hipertensión en el momento del examen. Como
grupo control seleccionaron a 146 individuos y 97 de ellos fueron apareados con cada uno de los casos
por edad, altura, peso, tipo físico, origen, tipo de
ocupación y nivel de actividad física. La elevada
proporción de fumadores tanto entre los casos como
entre los controles (90% de los enfermos coronarios
y 66% de los controles) explica que en aquel mo-
mento no se considerase el tabaco como factor de
riesgo. Sí observaron diferencias en los niveles de
colesterol no explicable por la dieta. Además obser-
varon que dichos niveles altos de colesterol así
como los de ácido úrico se correlacionaban en los enfermos coronarios menores de 40 años con un
biotipo al que denominaron mesomorfo-endomorfo,
más frecuente en los enfermos en comparación con
los controles. La confirmación y la ampliación de
estas observaciones motivaron los estudios longitu-
dinales de observación.
Lewis A. Conner (1867-1950):
Fue un pionero de la epidemiología cardio-
vascular, y un continuador de Levine en cuanto a la
importancia de la rehabilitación cardíaca. Presidente fundador de la American Heart Association (AHA)
en 1925 y primer editor jefe (1925-1937) del Ame-
rican Heart Journal. Conner pasó más de medio
siglo como staff del New York Hospital y del Cor-
nell University Medical College, y fue jefe del De-
partamento de Medicina desde 1916 a 1932. Fue el
primero en advertir de la epidemia de la Enferme-
dad Cardiovascular en el futuro, hoy nuestro pre-
sente. Asimismo fue el primero en implicar a los
políticos si querían detenerla.
Ralph S. Paffenbarger: Profesor emérito de epidemiología en la Es-
cuela de Medicina de la Universidad de Stanford,
del desconocemos algunos datos biográficos, fue
pionero en los estudios sobre el efecto del ejercicio
físico. Estudió los beneficios del ejercicio mediante
el seguimiento durante 22 años de los obreros del
puerto de San Francisco y durante 10 años de los
antiguos alumnos de Universidad de Harvard. Por
sus estudios llegó a la conclusión de que además de
mejorar la calidad de vida la prolonga de 6 a 9 años
y no 2 años como demostraron otros estudios.
Meyer Friedman (1911-2001):
Este prestigioso epidemiólogo americano des-
pués de haberse ocupado de las cardiopatías funcio-
nales durante los años de la segunda guerra mun-
dial, se obsesionó con los factores psicosociales que
favorecían la cardiopatía coronaria, describiendo el
tipo A de conducta como el factor de riesgo princi-pal.
Gerald M. Reaven:
Actualmente profesor emérito de medicina en
la Escuela de Medicina de la Universidad de Stan-
ford. Se graduó en Ciencias Biológicas en 1949 y
en Medicina en 1953. Fue residente en el Hospital
Universitario de Chicago en los años 53 y 54 y de
ahí fue a la universidad de Stanford en 1954-55.
Completó su residencia en Medicina Interna en la
Universidad de Michigan en los años 57-59. Profe-sor de Medicina en 1970. Desempeñó el cargo de
jefe de Endocrinología del 74 al 79 y fue director
del hospital de Stanford desde el año 1974-1990.
Dedicado al estudio de la Diabetes Mellitus desde
1960. Es famoso por haber descrito en 1987 el sín-
drome X, centrado en la insulín-resistencia, y que
hoy día es conocido como Síndrome Metabólico.
En 1988 recibió el premio Banting que otorga la
Sociedad Americana de Diabetes (ADA).
Fig. 13: Ancel B. Keys (1904-2004), apodado “Monsieur Cholesterol” por sus colaboradores de la Universidad de
Minnesota.
Ancel B. Keys (1904-2004):
Ancel Benjamin Keys (Fig. 13) se dedicó al
estudio de la influencia de la dieta sobre la salud.
Estudió Economía y Ciencias Políticas en la Uni-
versidad de California (1925), Licenciado en Biolo-
gía en 1929 y en Oceanografía en 1930. Profesor de
22
la Universidad de Minnesota en 1936. Durante la II
Guerra Mundial estudió la desnutrición y las dietas
de requerimientos mínimos. Fue director de dos de
los más grandes estudios longitudinales realizados
en los EEUU, el Twin Cities Prospective Study
(TCPS), iniciado en 1947-1948 y el Seven Coun-
tries Study, iniciado en 1957. Ancel Keys murió
centenario probablemente por aplicación de sus teorías sobre la nutrición y la salud cardiovascular.
Thomas Royle Dawber (1913-2005):
Nació en 1913 en Duncan (Brithish Colum-
bia), donde su padre fue un sacerdote metodista. Se
trasladó a Philadelphia donde realizó sus estudios
primarios y de allí a Boston, donde aprendió medi-
cina en los años 1933-37. Trabajó durante 12 años
en el Hospital de la Marina de Brighton, cerca de
Boston llegando a ser jefe del departamento de
medicina. Simultáneamente estuvo dos décadas al frente del Heart Institute de Boston, siendo el ver-
dadero impulsor del estudio Framingham, que
abandonó en 1966. Su último acto público fue el
Congreso Americano de Hipertensión del 2004
dónde asistió a la presentación del informe JNC 7.
William B. Kannel:
Profesor emérito de Medicina y Salud Pública
en la Universidad de Boston, y director del Visiting
Scientist Program del Framingham Heart Study, del
que fue director desde 1966 a 1979. Se graduó en la Universidad de Georgia, doctorándose en Salud
Pública en la Universidad de Harvard. Muchos le
atribuyen a él la autoría del concepto de Factor de
Riesgo y el ser el responsable del estudio Fra-
mingham desde su inicio, pero ambos méritos fue-
ron realmente de J.T. Doyle y Thomas Royle Daw-
ber respectivamente. Sin embargo sus aportaciones
a la enfermedad cardiovascular desde 1961 son
inconmensurables, por eso merece un lugar desta-
cado en la historia.
Kilmer McCully: Inició sus trabajos médicos en la Universidad
de Harvard y en el Massachusetts General Hospital
hasta que sus controvertidas teorías sobre la enfer-
medad coronaria le costaron su puesto de trabajo.
Continuó sus investigaciones en el VA Hospital en
Providence, Rhode Island. Sus teorías sobre el pa-
pel cardiovascular de la homocisteína son hoy día
plenamente aceptadas. La palabra homocisteína fue
utilizada por vez primera por V. du Vigneaud en
1933 para describir la estructura de un thiol deriva-
do del metabolismo de la metionina. En 1962 John Ellis observó que los sujetos tratados con vitamina
B6 por un síndrome del túnel del carpo en Texas
tenían menos EC y una longevidad de 10 años con
respecto a la media de la población. En 1968 Carey
observó en jóvenes con homocistinuria, un error
innato del metabolismo, presentaban una ateroscle-
rosis prematura. Con estos precedentes, en 1969
McCully observó que la elevación de los niveles de
esta sustancia en sangre y orina se asociaban con
enfermedad cardiovascular. Describió la enferme-
dad en dos niños de 2 meses y 8 años de edad res-pectivamente, en los que observó una aterotrombo-
sis diseminada y propuso la hipótesis de que la hi-
perhomocisteinemia podría causar aterosclerosis y
aterotrombosis.
Paul M. Ridker:
Es Profesor de Medicina en la Universidad de
Harvard y director del Center for Cardiovascular
Disease Prevention del Brigham and Women´s
Hospital en Boston, centrada en la epidemiología
molecular y genética de la Enfermedad Cardiovas-cular. Ha recibido numerosos premios por sus estu-
dios sobre la proteína C reactiva, habiendo sido
autor de más de 200 trabajos originales y tres libros
dedicados a la Enfermedad Cardiovascular. Paul
Ridker es además el director del estudio Physicians
Health Study (PHS) que realiza un seguimiento a
22.000 médicos norteamericanos desde 1982, me-
diante el que se persigue demostrar que la aspirina
es efectiva en prevención coronaria así como el
papel de la inflamación en la rotura de una placa de
ateroma y el infarto de miorcardio posterior que ese hecho provoca.
Principales avances del siglo XX
Siguiendo a Mehta y Khan, los principales
avances de la enfermedad cardiovascular en siglo XX han sido:
► Electrocardiografía
Rudolf von Koelliker y Henrich Müller en
1856 descubrieron la electricidad generada por el
músculo cardíaco. Alexander Muirhead realizó el primer registro en 1869 en el St. Bartholomew´s
Hospital de Londres, usando un precursor del elec-
trocardiógrafo llamado siphon de Thompson. En
1875 Gabriel Lippman dio a conocer su electróme-
tro capilar. Con dicho aparato realizó sus investiga-
ciones electrofisiológicas Augustus Desire Waller,
fisiólogo francés establecido en Edimburgo y luego
en la Universidad de Londres. Aunque Muirhead
habría registrado el primer electrocardiograma
(ECG) humano, fue Waller quien lo hizo por prime-
ra vez en un ambiente clínico fisiológico, y fue el
primero en publicar sus hallazgos. En 1887 Augus-
23
tus Waller ideó el primer electrocardiógafo que
llamó “cardiógrafo” en el St Mary´s Hospital de
Londres, llamando inicialmente a los trazos, elec-
trogramas, e hizo la presentación pública de su téc-
nica en 1889, a la que asistió Willem Einthoven,
considerado sin duda la figura más relevante de la
historia de la electrocardiografía. Fruto de su traba-
jo en el laboratorio de fisiología de la Universidad de Leiden Einthoven introdujo en 1901 el galvanó-
metro de cuerda, la nomenclatura actual del elec-
trocardiograma: P, QRS, S y T, así como el concep-
to matemático del triángulo que lleva su nombre,
siendo galardonado con el Premio Nobel de Fisio-
logía y Medicina en 1924. En 1908 se vendió el
primer aparato comercial, y posteriormente se tra-
bajaría en la mejoría de los electrodos, reduciéndose
el tamaño de los cilindros originales de Einthoven
de soluciones de electrolitos, que se mantuvieron
hasta 1930 (Fig. 14). En esa fecha, la Cambridge Instruments Company de Nueva York introdujo los
electrodos de placa, hechos de plata alemana. En
1923 Joseph Wearn fue el primer médico en aplicar
el ECG al diagnóstico del IAM, pero lo hizo sin
precordiales, ya que los electrodos de succión para
las derivaciones precordiales no fueron introducidos
hasta 1932 por Rudolph Burger, y aplicados en el
registro electrocardiográfico por Frank Wilson en la
Universidad de Michigan.
Fig. 14: Electrocardiografo fabricado por la Cambridge
Instrument Company de Ossining (New York), comprado
por el Lakeside Hospital en 1920, y actualmente conser-vado en el Dittrick Museum en Cleveland (Ohio).
► Cardiología preventiva
Después de la creación del primer National
Heart Institute (hoy NHLBI -National Heart Lung
and Blood Institute-) entre 1948 y 1951, 1.980
hombres y 2.421 mujeres fueron reclutados para un
estudio observacional en la comunidad blanca de-
Framingham (Massachussets). Desde la primera
publicación en 1961 (Annals of Internal Medicine)
hasta la actualidad, ha originado más de 1.000 pu-blicaciones científicas, sentando las bases de la
Cardiología Preventiva. Las figuras de Thomas
Doley Dawber y William B Kannel ya han sido
comentadas.
Dentro de la Prevención CV destaca en la ac-
tualidad la figura emergente de Salim Yusuf, jefe
del departamento del Corazón e Ictus, Ontario,
Científico Senior del Canadian Institutes of Health
Research, y director de cardiología de la McMaster
University, Hamilton (Ontario). Obtuvo su doctora-
do en la Oxford University. Ha sido el coordinador de los estudios ISIS-1, SOLVD, DIG, HOPE, OA-
SIS y CURE. Sus dos principales premios han sido
el Galien Canada Research Award (2001) y Lucian
Award for Cardiovascular Research (2002). Es una
de las figuras actuales más destacadas en la enfer-
medad Cardiovascular y a él debemos gran parte del
papel estelar de los bloqueantes del Sistema Renina
Angiotensina (IECA y ARA-II) en la Prevención
Cardiovascular del enfermo de alto riesgo.
En referencia a las estatinas y su papel en la prevención emerge la figura de Scott M. Grundy
por su liderazgo en el panel ATP III (Adult Treat-
ment Panel from the National Cholesterol Educa-
tion Program) que tanto ha aportado a la confección
de las guías de prevención dictadas por el resto de
organismos oficiales. Director del Center for Hu-
man Nutrition en la Southwestern Medical Center
de la Universidad de Texas. Es autor de más de 300
trabajos originales, en su mayoría relacionados con
la dislipemia y prevención de la aterosclerosis.
► Hipótesis lipídica de la aterosclerosis
En 1904 Felix Marchand introduce el término
aterosclerosis y sugirió que ésta era responsable de
casi todos los procesos obstructivos de las arterias.
En 1908 A.I. Ignatowsky observó una posible rela-
ción entre alimentos ricos en colesterol y la ateros-
clerosis experimental. Dos años mas tarde, en 1910,
Adolf Windaus mostró que las lesiones ateromato-
sas contenían 6 veces más colesterol libre y 20 ve-
24
ces más colesterol esterificado que una arteria nor-
mal. En 1913 Nikolai Anichkov indujo la ateroscle-
rosis en el conejo con dietas ricas en colesterol. De
Langen, médico alemán que ejercía en Java, dijo en
1916 que los javaneses tenían un colesterol bajo y
por ello tenían menos aterosclerosis. Snapper en
1941 observó que los chinos tenían menos enfer-
medad arterial por hacer una dieta baja en grasa. En 1944 el español Jiménez Díaz fue el primero en
considerar que en la raza caucasiana el colesterol
plasmático se correlacionaba con la presencia de
enfermedad coronaria, adelantándose 13 años a los
primeros resultados del estudio Framingham. En
1950 John Gofman identificó dos tipos de coleste-
rol, el LDL y el HDL. Ya entonces, y en esto es un
auténtico pionero y visionario por adelantarse me-
dio siglo, observó una relación inversa entre el col-
HDL y el riesgo de EC. En 1964 Konrad Bloch y
Feodor Lynen recibieron el Premio Nobel por sus trabajos sobre el metabolismo del colesterol y los
ácidos grasos. En la década de los 70 a los 80 Mi-
chael Brown y Joseph Goldstein identificaron el
receptor LDL y compartieron el Premio Nobel de
1985. El descubrimiento de las estatinas en 1976
(compactina) por Akira Endo en Japón, ha sido el
último descubrimiento revolucionario en la lucha
contra el binomio colesterol-aterosclerosis. Múlti-
ples estudios han demostrado su eficacia no solo
como hipolipemiante sino por tener efectos directos
(“pleiotrópicos”) sobre la placa de ateroma.
► Unidades Coronarias
En la década de los 60 a los 70 dos técnicas, la
resucitación cardiopulmonar y la monitorización
continua conectada a un sistema de alarma dieron
pie al nacimiento de las Unidades Coronarias. Te-
nían como objetivo primordial disminuir la mortali-
dad por arritmias de los sujetos con IAM. Fue Des-
mán Julian en 1961 quien presentó la primera des-cripción. Años más tarde Thomas Killip, famoso
por sus estadios de severidad del IAM, y John Kim-
ball sentaron las bases definitivas al publicar los
resultados de los 250 primeros sujetos ingresados.
► Ecocardiografía
Los pioneros fueron Inge Edler, cardiólogo, y
Helmuth Hertz, físico de la Lund University (Sue-cia). En 1954 ellos consiguieron las primeras imá-
genes, que denominaron “cardiograma ultrasónico”
con un aparato que bautizaron como “reflectosco-
pio”. En 1977 fueron condecorados con el Lasker
Price, equivalente americano al Premio Nobel. He-
cho sorprendente porque ellos, suecos, recibieron
un premio americano (Lasker Price), y el premio
sueco (Nobel) nunca les fue concedido. Posteriores
investigadores en este campo fueron John Reid y
John Wild, que desarrollaron el primer ecocardió-
grafo clínico en 1963, pero la verdadera figura im-
pulsora de este campo fue Harvey Feigenbaum,
quien publicó en 1972 el primer libro de Ecocardio-
grafía.
Los dispositivos ecocardiográficos complejos
son los basados en el efecto doppler que aportan
además de información estructural y funcional del
VI, datos sobre movimiento y velocidad. Este
efecto fue bautizado así en honor de Christian Dop-
pler (1803-1853), matemático y astrónomo, que
describió el fenómeno analizando el movimiento
de las estrellas. Siguiendo a su autor, cuando la
fuente emisora de ondas y el observador están en
movimiento relativo con respecto al medio material
en el cual la onda se propaga, la frecuencia de las ondas observadas es diferente de la frecuencia de
las ondas emitidas por la fuente. En el caso del do-
ppler vascular y cardíaco los ultrasonidos encuen-
tran los glóbulos rojos en movimiento en su ca-
mino, y son reflejados por estos y captados por la
sonda emisora. Si el espectro filtrado se amplifica y
se reproduce mediante un sistema adecuado la in-
formación Doppler se presentará al usuario como
un tono audible.
► Terapia trombolítica
En 1933 Willian Tillet y R.L Garner descu-
bren una toxina capaz de lisar el coágulo, la fibrino-
lisina estreptocócica, pero que no tenía una acción
directa, sino que precisaba para su acción un factor
plasmático, denominado por Milstone (1941) “fac-
tor lítico del plasma” y por L. Royal Christensen
(1945) plasminógeno. Este último autor bautizó a la
toxina como estreptokinasa. De esta forma se cierra
la cadena trombolítica, la toxina (estreptokinasa) actuaría sobre un factor plasmático (plasminógeno)
y se produce la plasmina, sustancia responsable de
la fibrinolisis. Peter Rentrop, de origen germánico,
fue el médico que introduce en 1979 la terapia
trombolítica intracoronaria aunque los pioneros de
dicha terapia fueron Tillet y Alan Johnson en 1952,
Sol Sherry y Anthony Fletcher en 1958 y Robert
Boucek en 1960. Después de Rentrop diferentes
estudios (Netherlands Trial, Western Washington
Trial, e ISIS-2) confirmaron sus beneficios a corto y
largo plazo.
► Cateterismo cardíaco y angiografía
coronaria
25
En 1844 Claude Bernard llevó a cabo por
primera vez un cateterismo cardiaco en animales.
Con el descubrimiento de los rayos X en 1895 por
Wilhelm Roentgen se adquiría así una nueva di-
mensión para el estudio cardiológico. Fueron dos
médicos germanos, Friedrich Jamin y Hermann
Merkel quienes publicaron el primer atlas radioló-
gico de coronariografías en 1907. En 1929, el tam-bién alemán Werner Forssmann realiza por primera
vez un cateterismo cardiaco que sorprendentemente
se hizo a sí mismo siendo residente de cirugía. El
mismo autor, perfeccionó su método utilizando un
medio de contraste. Estos trabajos, le valieron el
reconocimiento del Premio Nobel en 1956 que
compartió con otros investigadores que perfeccio-
naron su método: André Cournand y Dickinson
Richards.
Mason Sones, Jr, de la Cleveland Clinic, es considerado el padre de la arteriografía coronaria
moderna. Al disponer de la colección más impor-
tante de cineangiografías de los Estados Unidos
facilitó el trabajo de René Favaloro, que como ve-
remos en el siguiente apartado revolucionó la ciru-
gía de la Enfermedad Coronaria.
► Cirugía cardíaca
Wilfred Bigelow realiza por vez primera ope-
raciones a corazón-abierto en animales con el uso
de la hipotermia en 1949. John Lewis es el pionero
en humanos con la técnica de Bigelow en 1953, el
mismo año en el que John Gibbon utiliza por prime-
ra vez una intervención cardíaca con el uso de una
máquina corazón-pulmón. Había nacido la “cirugía
extracorpórea”.
La cirugía de la EC tiene un recorrido inde-
pendiente. En 1935 Claude Beck, de la Cleveland
Clinic, aporta sangre al miocardio con un injerto de
músculo pectoral sobre el epicardio. En 1946 Art-
hur Vineberg usó directamente la mamaria interna
como fuente de sangre al miocardio. En 1964 Vasi-
lii Kolessov, un cirujano ruso realiza la primera
anastomosis mamario-coronaria. A René Favaloro, de la Cleveland Clinic, se le atribuye el primer by-
pass en la coronaria derecha utilizando vena safena
en 1967, pero para ello se valió de las investigacio-
nes pioneras de Sabiston D.C. Jr. en este campo en
el mismo hospital 5 años antes, en 1962. Dudley
Jonson lo hizo posteriormente en la coronaria iz-
quierda. En 1968 Charles Bailey y Teruo Hirose
hacen un bypass utilizando nuevamente mamaria
interna. Ambos tipos de bypass, safena y mamaria
interna, se usan en la actualidad.
Pero si hay una figura relevante por sus apor-
taciones quirúrgicas esta es la de Christian Neeth-
ling Barnard (1922-2001) (Fig. 15 izq.), nacido en
Peacefort West, un pueblo de Sudáfrica, dónde sus
padres prestaban servicios como misioneros. Bar-
nard se graduó como médico en la Universidad de
Ciudad del Cabo en 1946 y posteriormente se tras-
lado a la Universidad de Minnesota para empezar su
especialización en cirugía. Al regresar a Ciudad del
Cabo desarrolló el departamento de cirugía torácica
e inició sus investigaciones de cirugía experimental. El 3 de diciembre de 1967 realizó el primer tras-
plante de corazón a un ser humano en la persona de
Mr. Louis Waskansky en el Hospital de Ciudad del
Cabo (Sudáfrica), quien sobrevivió 18 días. El se-
gundo receptor ya alcanzó los 19 meses. Se retiró a
una edad temprana en 1983 por sufrir una artritis en
las manos después de haber realizado 140 trans-
Fig. 15: A la izquierda se observa al Dr. Barnard y su equipo realizando un transplante cardíaco, previamente ex-
traído del cadáver por Hamilton Naki (derecha), el gran “ausente” en las fotos oficiales.
26
plantes. El Dr Barnard falleció en Chipre en 2001
Hoy en día se han realizado mas de 100.000 trans-
plantes en los EEUU con una supervivencia del 85-
90% al cabo de un año y del 75 % a los 5 años.
La historia de Christian Neethling Barnard no
habría sido tan brillante sin la figura de Hamilton
Naki (Fig. 15 drch.), quien extrajo del cuerpo del donante el corazón transplantado por Barnard en
1967. Naki no salió en la foto por no ser médico,
sino jardinero y negro en la época del apartheid.
Aprendió cirugía presenciando experiencias en
animales. Barnard lo requirió para su equipo por sus
extraordinarias habilidades, pero la ley no le permi-
tía operar pacientes ni tocar sangre de blancos. Vi-
vía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corrien-
te, en un gueto de la periferia de Ciudad del Cabo.
Enseñó cirugía a blancos durante 40 años y se retiró
con una pensión de jardinero. Cuando acabó el apartheid fue condecorado y recibió un diploma de
médico honoris causa, pero no fue indemnizado.
► Desfibriladores cardíacos
implantables automáticos
Peter Abildgaard, un veterinario danés utilizó
por vez primera en 1775 el shock eléctrico en po-
llos. En 1989 Jean- Louisel Prevost y Frederic Bate-
lli fueron los primeros en cardiovertir una fibrila-
ción auricular (FA) a ritmo sinusal, pero el método
fue perfeccionado y divulgado por Hooker en 1930.
El marcapasos artificial es atribuido a Albert
Hyman en 1932. Quince años más tarde Claude
Beck fue el primero en realizar una desfibrilación
eléctrica en un quirófano de la Cleveland Clinic. Wilfred Bigelow, John Callaghan y John Hopps del
Instituto Banting de Toronto desarrollaron la técni-
ca del marcapasos transvenoso en 1950. En 1956,
Paul Soy realizó por primera vez una desfibrilación
externa en un sujeto humano. El último paso rele-
vante en este campo tuvo lugar en Baltimore, cuan-
do en 1969 Michel Mirowski, Morton Mower y
William Staewen desarrollaron el AICD (Automatic
Implantable Cardiac Desfibrillator) en 1969.
► Angioplastia periférica y coronaria
Se considera padre de la angioplastia periféri-
ca y de la radiología intervencionista a Charles T.
Dotter (1920-1985), radiólogo vascular de la Uni-
versidad de Oregon en Portland, quien introdujo la
angioplastia transluminal periférica trabajando con
Melvin Judkins. En 1964 dichos autores describie-
ron una nueva técnica para tratar la estenosis ilio-
femoral con dilatadores rígidos. Una década más
tarde Andreas Gruentzing realiza por primera vez
una angioplastia en un ser humano, sustituyendo el
dilatador rígido por un balón. Dicho autor fue tam-
bién el introductor de la PTCA (Percutaneous
Transluminal Coronary Angioplasty) en el año
1979.
La aspirina: el mayor descubri-
miento de la historia de la enfer-
medad cardiovascular desde el
punto de vista preventivo.
Existen antecedentes de que los sumerios y los
chinos usaban las hojas de sauce como analgésico hace más de tres mil años. Mucho tiempo después
ese árbol daría inicio a la Aspirina, el fármaco más
investigado y popular del mundo.
En el siglo V antes de Cristo, Hipócrates de
Cos, el padre de la medicina Griega, retomando
antiguos conocimientos, usó un brebaje extractado
de la corteza y las hojas del sauce Salix Latinum
para aliviar los dolores y controlar la fiebre. Duran-
te la Edad Media las curanderas hervían la corteza
del sauce y la daban a beber a la gente agobiada por
el dolor. Esta pócima milagrosa quedó en el olvido por una ley que prohibió el descortezamiento y
corte de hojas del sauce, porque eran necesarios
para la industria cestera. En la época moderna post-
renacentista (1763), el clérigo inglés Edward Stone
inició el primer estudio clínico sobre los efectos del
extracto de sauce como antitérmico, a partir de
hojas secas de sauce disueltas en agua, té y un poco
de cerveza. En 1828 Johan Andreas Buchner, profe-
sor de farmacia de Munich, desarrolló a partir de la
corteza de sauce una masa amarillenta que llamó
salicina. Un año más tarde el químico francés Le-roux convirtió la salicina en cristales. En 1853 el
químico francés Charles Frederic Gerhardt intentó
superar el problema de ácido salicílico (principal
fármaco de la época), ya que era amargo y causaba
muchas molestias, combinando el salicilato de so-
dio con cloruro de acetilo, obteniendo ácido acetil-
salicílico. El científico no creyó en el futuro de su
compuesto y abandonó su trabajo. En 1859 Kolbe
sintetizó el ácido salicílico. El 10 de agosto de
1897, Félix Hoffmann, trabajando en los laborato-
rios de Bayer inició una nueva era en la farmacolo-gía al descubrir el ácido acetilsalicílico, principio
activo de la aspirina. El 6 de Marzo de 1899 fue
inscrita en la oficina Imperial de patentes de Berlín
como marca registrada de Bayer.
27
En 1950, se demostró que podría aumentar el
tiempo de sangrado y en 1970, en animales, se pudo
dilucidar que tenía un efecto antitrombótico. Si-
guiendo con sus acciones hematológicas, Vane
demostró que era antiagregante al ser un importante
inhibidor de las prostaglandinas. Posteriormente
Majerus y Roth fueron capaces de caracterizar la
interacción entre la aspirina y las plaquetas demos-trando que concentraciones bajas de aspirina aceti-
laban de forma irreversible la ciclooxigenasa pla-
quetaria, y de esta forma, disminuyendo los niveles
de tromboxano A2. Más tarde se descubrió que
acetilaba concretamente el residuo de serina 530 y
que no inhibía la síntesis endotelial de prostaglan-
dinas, particularmente (PGI2), un potente vasodila-
tador. Estos hallazgos supusieron la vía para la apli-
cación clínica de la aspirina en la prevención de los
eventos cardiovasculares, tal y como lo demostra-
ron posteriormente los numerosos estudios llevados a cabo. Sin embargo existe un importante número
de pacientes, en torno al 25%, que no responde a
la acción de la aspirina y que desarrollan el evento
cardiovascular, de lo que se deduce que tienen una
resistencia a la aspirina (RA).
Hoy día la Aspirina tiene múltiples usos más
allá de la prevención cardiovascular aunque sin
duda éste es el más importante. Antes decían los
médicos: “Tómese dos Aspirina y llámeme por la
mañana” en un futuro no muy lejano dirán: “Tóme-se una Aspirina diaria y tal vez no tenga que lla-
marme”.
28
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