PEQUEÑOS CUADROS

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Cansado de sus promesas incumplidas, cerró su alma de un portazo y lo expulsó de su corazón a patadas. Pero en su mente, aquel siguió rumiando con forma de bronca y de unas cuarenta no dichas a sopapos. Generosa, de pie pese a la angustia, le cedió el lugar a la vida del otro y se quedó sola en la casa de muchas habitaciones para que aquel partiera hacia su rincón de libertad y silencio. Guardiana, en la distancia, siguió cantando pese a los oscuros pensamientos y diseñó un encargo nuevo para proteger a esos lejanos. Cálido, lo abrazó en una noche de frío entre chocolates y licores, y le brindó una ceremonia de amistad como hacia cierto tiempo se venía repitiendo en otros rostros y presencias, esas que no había alcanzado a ver antes. Expectante, alzó el teléfono para explorar el misterio de su desaparición y el sonido de su voz y la promesa de una llegada le cambiaron el espíritu del día.Envalentonado, le puso dos vueltas de llave al cerrojo de su alma y decidió dejar de darle patadas: pero escupió al menos una vez de esas cuarenta que le quedaban. Las treinta y nueve restantes se las cantará alguna noche de primavera.

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Cansado de sus promesas incumplidas, cerró su alma de un portazo y lo expulsó de su corazón a patadas. Pero en su mente, aquel siguió rumiando con forma de bronca y de unas cuarenta no dichas a sopapos.

Generosa, de pie pese a la angustia, le cedió el lugar a la vida del otro y se quedó sola en la casa de muchas habitaciones para que aquel partiera hacia su rincón de libertad y silencio.

Guardiana, en la distancia, siguió cantando pese a los oscuros pensamientos y diseñó un encargo nuevo para proteger a esos lejanos.

Cálido, lo abrazó en una noche de frío entre chocolates y licores, y le brindó una ceremonia de amistad como hacia cierto tiempo se venía repitiendo en otros rostros y presencias, esas que no había alcanzado a ver antes.

Expectante, alzó el teléfono para explorar el misterio de su desaparición y el sonido de su voz y la promesa de una llegada le cambiaron el espíritu del día.Envalentonado, le puso dos vueltas de llave al cerrojo de su alma y decidió dejar de darle patadas: pero escupió al menos una vez de esas cuarenta que le quedaban.

Las treinta y nueve restantes se las cantará alguna noche de primavera.