Pensamiento Social de La Iglesia

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INDICE

Objetivos y sitios en Internet........4

Introduccin general...5

Siglas de textos7

CAPITULO 1

APROXIMACIN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA..8

1.1. Naturaleza del PSI.....8

1.2. Principios fundamentales del PSI10

1.3. Breve historia .17

1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina...24

Autoevaluacin30

CAPITULO 2

LA REALIDAD SOCIO-CULTURAL .352.1. La familia cuna de la cultura34

2.2. La migracin.39

2.3. La educacin en la globalizacin.45

2.4. Los Medios de Comunicacin.50

Autoevaluacin57

CAPITULO 3

EL COMPROMISO SOCIO-POLTICO .613.1. La Democracia y los sistemas polticos 62 3.2. Sindicatos.66

3.3. Los Derechos Humanos. ..70

3.4. Ecologa y la paz. .77

Autoevaluacin.88

CAPITULO 4

EL COMPROMISO SOCIO-ECONMICO DEL CRISTIANO.934.1. Modelos Econmicos: El Neoliberalismo, el socialismo marxista.954.2. El trabajo humano...100

4.3. Criterios y orientaciones para el compromiso social del laico109

CONCLUSIN: HACIA UNA CIVILIZACIN DEL AMOR..114

Autoevaluacin..117

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS118

OBJETIVOS GENERALES

Impulsar un modelo de educacin salesiana centrada en el desarrollo de potencialidades de las personas, basado en los valores ticos y cristianos, que se expresa en el ejercicio permanente de la solidaridad, el respeto, la democracia y la participacin, segn el carisma salesiano.

ACADMICOS:

El estudiante al finalizar el mdulo podr conocer los fundamentos en que se desarrolla el pensamiento social cristiano para poder establecer un visin ms amplia sobre la forma de afrontar los problemas sociales desde la fe.

LABORALES:

El estudiante al finalizar el presente mdulo podr realizar un juicio fundamentado desde la fe cristiana sobre los problemas sociales a los que como profesionales deber dar respuesta en su contexto laboral.

INVESTIGATIVOS:

El estudiante al finalizar el presente mdulo estar en la capacidad de acercarse a las posturas de pensamiento social con herramientas gnoseolgica y teolgicas para iniciar procesos personales de bsqueda y respuestas a problemticas emergentes en su contexto social

ACTITUDINALES:

El estudiante al finalizar el mdulo de Pensamiento Social de la Iglesia afrontar las problemticas sociales que le toque asumir con disposicin abierta, pues posee los elementos bsicos que el pensamiento social cristiano propone como elementos bsicos para construir las sociedades desde la persona y para la persona en todas sus dimensiones

SITIOS "INTERNET"

ORGANIZACIONES EN ROMA

Santa Sede: www.vatican.va

Pontificio Consejo de Justicia y Paz www.vatican.va

Caritas Internationalis: www.caritas.net CONF. EPISCOPAL ECUATORIANA

www.conferenciaepiscopal.ec

COMISIN JUSTICIA Y PAZ www.nodo50.or/juspax

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

www.multimedios.org

www.cercate.it

www.zenit.org

www.servidoras.org.ar.

www.sjsocial.or

AGENCIAS

Misereor (Agencia para Latinoamrica de los Obispos Catlicos de Alemania)

www.misereor.de/

Cruz Roja (informacin sobre las implicaciones humanitarias)

www.icrc.orgAmnista Internacional: www.amnesty.org

INTRODUCCIN GENERAL

Iniciar este nuevo mdulo en este camino de formacin humana, cristiana y salesiana es recordar el camino recorrido desde la antropologa, las enseanzas de Don Bosco y la tica de la persona. En este mdulo nos proponemos reflexionar el tema social a la luz de las enseanzas de la Iglesia; ensea que nos implica a todos, pues el objeto de estudio no son temas eminentemente religiosos, sino las situaciones del que hacer humano; por eso, el componente social es tambin parte integrante de la concepcin cristiana de la vida. Esta propuesta social no se queda en una simple teora sino pasa a ser la vida en Cristo, esto es una prctica, un estilo de vida y de construccin social. Por eso el compromiso social del cristiano no implica solo tener conocimiento del conjunto de principios, sino es tomar la decisin de identificarse con el proyecto de Jess y de su Iglesia.

Adems, el hombre por naturaleza es un ser social, llamado a implicarse en la construccin de la comunidad humana, no puede quedarse indiferente ante lo que sucede a su alrededor, en esto la enseanza de Jess nos sirve de modelo, el nunca permaneci indiferente ante el sufrimiento humano, nos dice la liturgia. El mandamiento ms importante que proclama se resume en el amor al prjimo o sea entre los hombres. Y este amor que busca alcanzar la perfeccin, que no se lo puede asumir sin la relacin con el alter. El hombre est invitado por Dios a transformar el mundo, por el hecho de estar invitado a la perfeccin: el hombre, en efecto, dotado de naturaleza social segn la doctrina cristiana, es colocado en la tierra para que, viviendo en sociedad y bajo una autoridad ordenada por Dios, cultive y desarrolle plenamente todas sus facultades para alabanza y gloria del Creador y, desempeando fielmente los deberes de su profesin o de cualquier vocacin que sea la suya, logre para s juntamente la felicidad temporal y la eterna (QA: MSI 98).

Por todo esto diremos que el verdadero significado de la tica social es el dirigir el actuar humano hacia el bien. Se puede llamar tica social o enseanza social, la ciencia que proporciona directrices para la accin, a travs de las cuales puede crecer el bien de las personas, en s misma y en dimensin social. La practica social cristiana debe tener cuidado de no separar la fe de la vida, la teora de la prctica. Una verdad que es vivida debe ser anunciada y viceversa.

Un compromiso social eficaz comprende: tomar en serio la propia vocacin a la humanizacin, con el consiguiente empeo de espiritualidad, formacin integral y actuacin personal y asociada en el apostolado; la espiritualidad debe estar centrada en la liturgia, en la oracin y en la abnegacin, que informe toda la actividad humana.

Asumir el seguimiento de Cristo, significa crecer personalmente en la virtud de la caridad, como un don de Dios. Para resolver los problemas humanos se debe fomentar la caridad el amor , y adems es necesaria para fomentar la dignidad de la persona. Por eso la caridad debe estar presente en toda relacin humana porque viene del amor de Dios; la misma que se convertir en el elemento unitivo en la sociedad. Lo contrario a la caridad es el egosmo, el que es contrario a una plena vida social. Debemos hacer de la caridad norma constante y suprema de toda actuacin, ya que la caridad es el vnculo de la perfeccin, fuente y culmen de toda la existencia cristiana (CEC 826. 1827)

La enseanza social de la Iglesia convida a todos sus miembros a preocuparse por la vida social de las personas; todos estamos llamados por Dios a contribuir desde dentro, a modo de fermento, en el desarrollo del mundo. A continuacin sealaremos algunos mbitos que nos ayudarn a servir mejor a la persona y a la sociedad:

Promover la dignidad de todas las personas: es el bien ms precioso que el hombre posee, deriva la esencial igualdad de todas las personas y todos los dems principios del orden social.

Promover el inviolable derecho de la vida.

Evangelizar la cultura.

Defender el derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa.

Recordar que el matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos.

Estimular la caridad y la solidaridad: la caridad con el prjimo, especialmente por los ms necesitados.

No abdicar de la participacin en la poltica; los criterios basilares de esta participacin son la consecucin del bien comn, la promocin de la justicia, el espritu de servicio, la autonoma de las realidades terrenas, la solidaridad, la voluntad de dilogo y de paz.

Poner al hombre en el centro de la vida econmica-social.

Para llevar a la prctica esta enseanza requiere formar la conciencia. Para este estudio se debe evitar ante todo, los errores del individualismo (la conciencia moral es un puro subjetivismo que afecta exclusivamente a la persona singular) y del colectivismo (reduce el saber universal a cultura colectiva, la conciencia debera ser una conciencia de grupo).

Las dificultades propias de una sociedad secularizada y permisiva, que debilita los recursos morales de las personas. Esto obliga a profundizar en la formacin de la persona y especialmente de la conciencia. En las actuales condiciones sociales, con un pluralismo muy prximo al relativismo y a la indiferencia tica, con la abundancia de informacin de todo tipo que el hombre recibe, con los conflictos que existen, mantener la lucidez de la conciencia requiere, junto con la fortaleza y una verdadera personalidad, la continua atencin a la catequesis y a la disciplina de la conciencia.

El camino del hombre necesita una luz que oriente, en modo firme y seguro, para vencer los obstculos que encuentra la tica social y la dificultad para formar la conciencia. Tal es la luz de Cristo, enseada autnticamente por la Iglesia, columna y fundamento de la verdad (1 Tm 3, 15). Esta enseanza de la Iglesia en el campo social es lo que se llama Doctrina social de la Iglesia.

SIGLAS DE TEXTOS

Siglas de los documentos del magisterio de la Iglesia que utilizaremos en este texto. Las siglas estn tomadas del original en latn.

CA. Centesimus Annus.

CL. Christifideles Laici.

DH. Dignitatis Humanae.

DIM. Dives in Misericordia.

DR. Divini Redemptoris.

DSI. Doctrina Social de la Iglesia.

DV. Dei Verbum.

EN. Evangelii Nuntiandi.

GS. Gaudium et Spes.

HV. Humanae Vitae.

IM. Inter Mirfica.

LC. Libertas Conscientiae.

LE. Laborem Exercens.

LG. Lumen Gentium.

LN. Libertatis Nuntius.

MM. Mater et Magistra.

NAE. Nostra Aetatae

OA. Octogesima Adveniens.

Orientaciones. Orientaciones para el estudio y la enseanza de la Doctrina

Social de la Iglesia en la formacin de sacerdotes.

PP. Populorum Progressio.

PT. Pacem in Terris.

P.S.I.Pensamiento social de la Iglesia

QA. Quadragsimo Anno.

RH. Redemptor Hominis.

RN. Rerum Novarum.

RM. Redemptoris Missio.

SCh. Sapientia Christiana.

SRS. Sollicitudo Rei Socialis.

SS.EE. Sagrada Escritura.

SS.PP. Santos Padres.

TdL. Teologa de la Liberacin.

Vat. II. Concilio Vaticano II.

CAPITULO 1

APROXIMACIN AL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

Objetivo: Al finalizar la unidad el estudiante tendr una visin global del sentido de la Doctrina Social de la Iglesia y de su desarrollo en Amrica Latina.

Introduccin

Un primer acercamiento al Pensamiento Social de la Iglesia (PSI) nos invita a considerar de forma panormica la trayectoria de crecimiento y desarrollo del encuentro permanente de la Iglesia con las realidades sociales a lo largo de la historia y de forma ms explcita en estos ltimos tiempos. Partimos justamente con el concepto de PSI para precisar de qu estamos hablando, tomando en cuenta que la Iglesia pone al centro a la persona y hace una opcin preferencial por los pobres. En este asomarnos al PSI consideraremos algunos principios fundamentales para entender la dinmica interna del estudio social y sus dimensiones de aproximacin. La historia es la testigo de los acontecimientos de los avances dialcticos que se dan en las relaciones humanas a nivel social. Concluiremos el captulo presentando la tarea de la Iglesia de presentar las tomas de conciencia del camino social en criterios y orientaciones, pues, al ser la Iglesia una organizacin humana, necesita caminar todos juntos hacia objetivos comunes.

Sumario

1.1. Naturaleza del PSI.

1.2. Principios fundamentales del PSI

1.3. Breve historia

1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina.

DESARROLLO

1.1. Naturaleza del PSI.

La Iglesia catlica fue fundada como tal por Jesucristo para que, en el transcurso de los siglos, los hombres encontraran salvacin, en la bsqueda de una vida ms excelente; nada, pues, tiene de extrao que la Iglesia catlica, siguiendo el ejemplo y cumpliendo el mandato de Cristo, haya mantenido constantemente en alto la antorcha de la caridad durante dos milenios. La enseanza social de la Iglesia se origina del encuentro del mensaje evanglico y de sus exigencias ticas con los problemas que surgen en la vida de la sociedad. Las cuestiones que de este modo se ponen en evidencia llegan a ser materia para la reflexin moral que madura en la Iglesia a travs de la bsqueda cientfica e incluso a travs de las experiencias de la comunidad cristiana, que debe confrontarse todos los das con diversas situaciones de miseria y, sobre todo, con los problemas determinados por la aparicin y desarrollo del fenmeno de la industrializacin y de los sistemas socio-econmicos relativos.

Nos dice la Gaudium et Spes que la Iglesia nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espritu Santo, tiene una finalidad escatolgica y de salvacin, que slo en el mundo futuro podr alcanzar plenamente. Est presente ya aqu en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena que tienen la vocacin de formar en la propia historia del gnero humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Seor. Unida ciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido "constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" (cf. Efe 1, 3; 5, 6, 13-14, 23). De esta forma, la Iglesia avanza, juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razn de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios. (Gaudium et Spes, n. 40)Por tanto, la Doctrina Social aplica la luz de los principios evanglicos a la realidad en cambio de las comunidades humanas, interpreta con el auxilio del Espritu de Dios los signos de los tiempos e indica profticamente las mximas necesidades de los hombres hacia donde camina el mundo. El Magisterio de la Iglesia ha convertido, por tanto, la Doctrina Social en un mtodo de evangelizacin.

1.1.1. Definicin

Al abordar los trminos hay quienes pretenden distinguir entre doctrina, enseanza y pensamiento. Pero en estos momentos los tres nombres se utilizan como equivalentes, el trmino ms utilizado para tratar de esta dimensin social de la Iglesia es Doctrina, que no ha gozado de buena prensa, al menos durante los ltimos veinte aos.

Dos son las definiciones que se han dado sobre la Doctrina Social de la Iglesia: La ms clsica afirma que es el conjunto de enseanzas de la Iglesia sobre los problemas de orden social o el conjunto de conceptos que el Magisterio escoge de la ley natural y de la revelacin y que adapta a los problemas sociales de su tiempo con la finalidad de ayudar a los pueblos y a los gobiernos a organizar una sociedad humana y ms conforme con los designios de Dios sobre el mundo.

Acogiendo las propuestas podemos concluir que la Doctrina Social de la Iglesia es "el conjunto sistemtico de principios de reflexin, criterios de juicio y directrices de accin, que el Magisterio de la Iglesia Catlica establece, fundndose en el Evangelio y en la recta razn, a partir del anlisis de los problemas de cada poca, a fin de ayudar a las personas, comunidades y gobernantes a construir una sociedad ms conforme a la manifestacin del Reino de Dios, y, por tanto, ms autnticamente humana"

1.1.2. Fuentes

Las fuentes de la Doctrina Social se encuentran en el derecho natural y en la revelacin. As lo recuerda los papas Po XII y Juan XXIII. Tambin los Santos Padres y los concilios. El derecho natural es el lugar de encuentro de todos los hombres. Todo hombre es persona, y de esa naturaleza personal nacen los derechos y deberes que son a su vez universales, inviolables e inalienables. El derecho natural podra entenderse como el conjunto de instancias fundamentales de las personas que crean una plataforma de encuentro entre todos los hombres La revelacin es la segunda fuente que impulsa y orienta la Doctrina Social hacia la comunin y la disponibilidad. Las disposiciones bblicas de alteridad, fraternidad, comunidad, sociabilidad, generosidad, as como las exigencias de justicia, de misericordia, de gratuidad y de sinceridad orientan un nuevo humanismo en el que el hombre se comprende a s mismo y a sus dems hermanos. Con estas dos fuentes revelacin y derecho natural la Doctrina Social evita, por una parte, convertirse en pura tica y, por otra, reducirse a ideologa y praxis relativa. El Catecismo de la Iglesia Catlica lo fundamenta de la siguiente manera: La Iglesia expresa un juicio moral, en materia econmica y social, cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvacin de las almas (GS 76). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misin distinta de la que ejercen las autoridades polticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del bien comn a causa de su ordenacin al supremo Bien, nuestro ltimo fin. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relaciones socioeconmicas (canon 2420).

1.1.3. Sujetos El primer sujeto activo de la Doctrina Social de la Iglesia es el Espritu Santo. Su accin se concreta en el momento del discernimiento de la fe, pues la Doctrina Social es una experiencia de fe que luego se proyecta en la accin social. En segundo lugar acta la jerarqua de la Iglesia en su papel de indagar las realidades de la vida y de pastorear al pueblo de Dios. En tercer lugar, el dilogo con los dems cristianos y con los hombres de buena voluntad se convierte en sujeto agente. En resumen, sujeto activo de la Doctrina Social es toda la Iglesia, iluminada por Dios. El papa con la autoridad universal que le viene de Cristo interviene en la fijacin de la Doctrina Social con sus proclamaciones en las encclicas sociales y en otros documentos de diverso rango. Todos los cristianos, guiados por sus pastores, estn implicados en la tarea de discernir y proclamar la enseanza social, pero son los papas los responsables directos de la Doctrina Social.

1.1.4. Destinatarios Los documentos oficiales por los que se exhibe de manera oficial la Doctrina Social van dirigidos a los Pastores de la Iglesia y a todos los fieles del orbe catlico. Sin embargo, desde la Pacem in terris es habitual dirigir estos documentos a todos los hombres de buena voluntad, porque se tiene el convencimiento de que el compendio de Doctrina Social es eminentemente razonable y pertenece al mundo de la verdad humana. As pues, la Doctrina Social de la Iglesia se ha hecho tambin ecumnica. La dimensin antropolgica que Juan Pablo II ha impregnado en la Doctrina Social se ha centrado en la bsqueda de la dignidad de la persona humana, imagen de Dios. Por esto, la Solicitudo rei socialis dir en su comienzo que la preocupacin social de la iglesia se orienta al desarrollo autntico del hombre y de la sociedad, que se respete y promueva en toda su dimensin la persona humana.

1.2. Principios fundamentales del PSI

Los principios se refieren a las proposiciones o criterios doctrinales que orientan toda la moral social desde una visin cristiana del hombre y de la sociedad. Tienen carcter terico, prctico y validez universal. Son tericos porque recogen conceptos que desde un anlisis filosfico y teolgico tratan de explicar la realidad del hombre y de la sociedad. Son prcticos porque impulsan a la construccin de un orden social ms acorde con la visin humanizadora de la sociedad. Y tienen validez universal en la medida que expresan pilares del orden moral natural o verdades de fe, aunque su formulacin pueda variar segn las circunstancias. Los principios de la doctrina social, en su conjunto, constituyen la primera articulacin de la verdad de la sociedad, que interpela toda conciencia y la invita a interactuar libremente con las dems, en plena correspondencia con todos. En efecto, el hombre no puede evadir la cuestin de la verdad y del sentido de la vida social, ya que la sociedad no es una realidad extraa a su misma existencia.

Como una primera enumeracin se pueden indicar los siguientes principios: la dignidad de la persona humana, el principio del respeto a la vida humana, el principio de asociacin, el principio de participacin, el principio de la proteccin preferencial de los pobres y de las personas vulnerables, el Principio de Administracin, el principio de la igualdad humana, la solidaridad, la subsidiariedad, el bien comn o el destino universal de los bienes como raz moral de la economa (Orientaciones..., 36). Veamos de modo general algunos principios y tres de modo ms ampliado: El principio de solidaridad, el de subsidiaridad y el de bien comn.

a) El principio de la dignidad de la persona humana

Este principio lo hemos tratado largamente en tica de la persona. Todo ser humano por haber sido creado a imagen de Dios y rescatado por Jesucristo, no tiene precio y es digno de respeto, como miembro de la familia humana. Es el principio bsico de la doctrina social catlica. Las personas individuales tienen una dignidad; sin embargo, el individualismo no tiene lugar en el pensamiento social catlico. El principio de la dignidad humana da a cada persona un derecho de pertenencia a una comunidad, a la familia humana.

Cada persona, cualesquiera que sean su raza, su sexo, edad, su nacionalidad de origen, su religin, su estatus con relacin al empleo, su nivel econmico, su salud, su inteligencia, sus logros o cualquier otra caracterstica que sea causa de diferencias, es digna de respeto. No es lo que ustedes hacen o tienen lo que les da derecho a ser respetados, sino el simple hecho de ser un ser humano es el que establece su dignidad. Debido a esta dignidad, la persona humana, en la ptica catlica, no es nunca un medio, sino siempre un fin.

El hombre debe desarrollar esta dignidad sustancial durante su existencia individual y social a travs de su inteligencia, de la conciencia moral, de la sabidura que profundiza en la verdad de las cosas, de la libertad y de la responsabilidad.

La dignidad de la persona humana se expresa en los derechos fundamentales del hombre y en su reconocimiento social. Propiamente el hombre es el nico titular de los llamados derechos fundamentales. Los principales derechos humanos son: el derecho a la vida, el derecho de libertad religiosa, el de participacin en la vida social (libertad de dar y recibir educacin, libertad de expresin, de asociacin, etc.) y en la vida econmica (derecho a la iniciativa econmica, al sustento necesario, a la superacin de la pobreza individual y colectiva, etc.).

b) El principio del respeto a la vida humana

Toda persona, desde el momento de su concepcin hasta su muerte natural, tiene una dignidad inherente y un derecho a la vida en conformidad con esta dignidad.

La vida humana, en cada etapa de su desarrollo y de su declinar, es valiosa y, por tanto, digna de proteccin y de respeto. Siempre es culpable atacar directamente una vida humana inocente. La tradicin catlica ve el carcter sagrado de la vida humana como algo que forma parte de toda la visin moral de una sociedad justa y buena.

c) El principio de asociacin

Nuestra tradicin proclama que la persona no solamente es sagrada sino social. La manera como organizamos la sociedad a nivel econmico y poltico, legal y jurdico- afecta directamente a la dignidad humana y a la capacidad de los individuos para crecer en comunidad.

La familia es el punto central de la sociedad; se debe proteger siempre la estabilidad familiar y jams ha de ser devaluada. Al asociarse con otros en familia y en otras instituciones sociales que favorezcan el crecimiento, protejan la dignidad y promuevan el bien comn las personas humanas alcanzan su plenitud.

d) El principio de participacin

Creemos que las personas tienen el derecho y el deber de participar en la sociedad, buscando juntas el bien comn y el bienestar de todos, especialmente de los pobres y de las personas vulnerables.

Sin participacin, no pueden obtenerse los bienes que cualquier institucin social pone a la disposicin de la persona. La persona humana tiene derecho a no ser privada de participar en esas instituciones que son necesarias para el desarrollo humano.

Este principio se aplica, de manera especial, a las condiciones relativas al trabajo. EI trabajo es ms que una manera de ganarse la vida; es una forma de participacin continua en la creacin de Dios. Si debe protegerse la dignidad del trabajo, deben respetarse tambin los derechos fundamentales que son el privilegio de los trabajadores el derecho a un trabajo productivo, a un salario conveniente y justo, el derecho a organizar sindicatos y a adherirse a ellos, el derecho a la propiedad privada y a la iniciativa econmica.

e) El principio de la proteccin preferencial de los pobres y de las personas vulnerables

Creemos que encontramos a Cristo cuando lo encontramos en las personas necesitadas. La parbola del Juicio final juega un papel importante en la tradicin de la Fe catlica. Desde sus orgenes, la Iglesia ha enseado que seremos juzgados por lo que hayamos escogido hacer o no hacer ante los hambrientos, los sedientos, los enfermos, las personas sin techo, los presos... Hoy la Iglesia expresa esta enseanza mediante los trminos: opcin preferencial por los pobres.

Por qu un amor preferencial por los pobres? Por qu poner en primer lugar las necesidades de los pobres? Porque el bien comn, el bien de la sociedad en su conjunto, lo exige. Lo contrario de rico y poderoso es pobre y sin poder. Si el bien de todos, el bien comn debe prevalecer, debe orientarse una opcin preferencial haca los que sufren por ausencia de poder y por los efectos de la privacin. De otro modo, el equilibrio necesario para mantener el tejido de la sociedad se romper en detrimento de todos.

f)El Principio de Administracin. La tradicin catlica insiste en que demostremos nuestro respeto por el Creador mediante la administracin de la creacin. El administrador es un gerente, no un propietario. En una poca de creciente conciencia respecto a nuestro entorno fsico, nuestra tradicin nos est llamando a un sentido moral de responsabilidad en relacin con la proteccin del medio ambiente campos de cultivo, praderas, bosques, aire, agua, minerales y otras reservas naturales. Las responsabilidades de administracin se refieren tambin al uso personal de nuestros talentos, al cuidado de nuestra salud personal y al uso de nuestras pertenencias.

g) El principio de la igualdad humana

La igualdad de todas las personas viene de su dignidad esencial... Si las diferencias de talentos forman parte del plan de Dios, la discriminacin social y cultural frente a los derechos fundamentales no es compatible con el designio de Dios.

Tratar a los iguales con igualdad es una manera de definir la justicia, que de manera clsica se ha comprendido, como el hecho de dar a cada uno lo que le corresponde. Subyacente a esta nocin de igualdad est el simple principio de justicia una de las ms precoces sensaciones ticas que siente el ser humano en crecimiento es el sentido de lo que es justo y de lo que no lo es. Ahora vemos con un poco ms amplio los principios de solidaridad, subsidiaridad y bien comn.h) Principio de solidaridad

La solidaridad nos ayuda a ver al "otro"-persona, pueblo o nacin-no como un instrumento cualquiera para explotar a poco coste su capacidad de trabajo y resistencia fsica, abandonndolo cuando ya no sirve, sino como un "semejante" nuestro, una "ayuda" (cf. Gn 2, 18-20), para hacerlo partcipe como nosotros, del banquete de la vida al que todos los hombres son igualmente invitados por Dios. (Sollicitudo Rei Socialis, n. 39)

- Aproximacin

Para comprender de mejor manera lo que se quiere decir con solidaridad, nos detenemos un poco en este principio y comenzamos con algunas aproximaciones no muy precisas de su real concepcin.

La solidaridad como un acto filantrpico, es una actitud noble, pero por el hecho de que se debiten de las tarjetas de crditos una suma de dinero, puede en algunos casos resultar ms una actitud puntual, y no ser un valor internalizado. La solidaridad implica mucho ms que actos aislados, involucra a toda la persona, es don y tarea, implica una disposicin, una bsqueda, dilogo, hbitos, estilo de vida. Importan dos maneras de concebir el mundo una, salvarse solo, arrojar ciegamente a los dems de la balsa y, la otra, un destino de salvarse con todos, buscando salvar la vida hasta el ltimo nufrago

El mundo actual con la globalizacin nos presenta esta opcin: o sucumbimos al slvese quien pueda que es la desintegracin o nos amarramos todos de la misma tabla, globalizando la solidaridad como lo ha manifestado el Papa Juan Pablo II.La solidaridad no es una moda, el riesgo que hay es el que frente a una crisis, hablar de la solidaridad vende, es polticamente correcto. Es a lo que se recurre en campaas polticas. La solidaridad no es un tema coyuntural solamente.

La solidaridad no es fruto de una ideologa, en este sentido es un mandato de cercana y de ayuda a los que pertenecen al grupo o categora social que se dice representar o defender, por ejemplo, dentro de un grupo tnico o clase social, en contra de la totalidad y hasta de forma antagnica. As resulta colaboracin para dentro, y para afuera confrontacin. Es clebre la pregunta (y su respuesta) que le hicieron a la Madre Teresa de Calcuta. Cuando le hablaron de la pobreza ella respondi: yo no conozco la pobreza, slo conozco a pobres. Los sujetos de la solidaridad, son las personas, no las entelequias ni las categoras sociales annimas.

La solidaridad no es un sentimiento. Si bien es necesario trabajar con el corazn y un corazn de misericordia, la solidaridad implica mucho ms que el corazn, mucho ms que el agarrarse de la mano, participar de un evento solidario. Comentaba un especialista en medios, que muchos de nosotros nos quedamos con la conciencia tranquila luego de mirar imgenes dolorosas, compadecernos de ellas, y luego de cinco minutos seguir la vida. Parecera que con ese momento de congoja ya lavamos nuestras culpas y responsabilidades.

- La solidaridad como Principio de interdependencia.

La solidaridad no reemplaza a la justicia. No viene a ser el sucedneo de la inaccin y por ende de la irresponsabilidad de quienes tienen a su cargo de atender el Bien Comn de la sociedad, ni pretende olvidar ni justificar las omisiones del dar a cada uno lo suyo. Es ms bien un complemento y un perfeccionamiento de aquella virtud.

La solidaridad es la interdependencia vista como un sistema que determina las relaciones sociales, en sus aspectos econmico, cultural, poltico y religioso, y asumida como categora moral. Por esto decimos que la solidaridad no es un sentimiento o algo parecido frente a los males de tantas personas, cercanas o lejanas. La solidaridad es la determinacin firme y perseverante de empearse por el bien comn; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. Esta solidaridad fuerte, consiste en vivir con todas sus consecuencias el que todos seamos responsables de todos. Si todos somos dependientes de todos (un hecho) es preciso que todos seamos responsables de todos (un imperativo tico que deriva del hecho anterior).

Precisamente el camino que propone transitar la Iglesia a travs de su Doctrina Social y el remedio que propone contra la exclusin es la solidaridad. Y esto nos lleva a entender su fundamento: la dignidad humana.

Los fundamentos expuestos por la DSI nos permiten tener un punto de partida para abordar el camino de la solidaridad. Ella tiene mltiples alternativas, cada uno sabr, individuo o asociacin, cual de ellos escoger. En este sentido un dato muy importante a tener en cuenta es la aparicin de innumerables iniciativas, sociedades intermedias, ONG, centros de estudios, fundaciones, etc., en los cuales uno puede participar. Quizs en este verbo est la clave, pues es lo contrario a la exclusin, participar significa ser parte de.

Por eso, Pablo VI deca claramente hace 35 aos: No se trata tan slo de vencer el hambre, y ni siquiera de hacer que retroceda la pobreza. La lucha contra la miseria, aunque es urgente y necesaria, es insuficiente. Se trata de reconstruir un mundo en el que cada hombre, sin exclusin alguna por raza, religin o nacionalidad pueda vivir una vida plenamente humana liberada de las servidumbres debidas a los hombres o a una naturaleza insuficientemente dominada; un mundo en el que la libertad no sea palabra vana y en donde el pobre Lzaro pueda sentarse a la mesa misma del rico. Ello exige mucha generosidad, numerosos sufrimientos y un esfuerzo continuado. Cada uno examine su conciencia que tiene una nueva voz para nuestra poca (PP. 45)

En definitiva si ser solidario significa vivir en comunicacin y comunin con el otro, estar pendiente de l, percibirlo como miembro del propio proyecto histrico, tomar en cuenta sus necesidades y hacerse cargo de ellas, compartir sus situaciones

- Solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo.

La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jess de Nazareth, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la muerte de Cruz (Flp 2, 8): en l es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con l, lo salva y lo constituye en la unidad. En l y gracias a l, tambin la vida social puede ser nuevamente descubierta, aun con todas sus contradicciones y ambigedades, como lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invita a las formas ms elevadas y comprometedoras de comunicacin de bienes.

Jess de Nazareth hace resplandecer ante los ojos de todos los hombres el nexo entre solidaridad y caridad, iluminando todo su significado: A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a s misma, al revestirse de las dimensiones especficamente cristianas de gratuidad total, perdn y reconciliacin. Entonces el prjimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, recatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la accin permanente del Espritu Santo. Por tanto, debe ser amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Seor, y por l se debe estar dispuesto al sacrificio, incluso extremo: dar la vida por los hermanos (Jn 15, 13)

i) Principio de subsidiariedad

Nos dice el Papa Juan XXIII, Pero mantngase siempre a salvo el principio de que la intervencin de las autoridades pblicas en el campo econmico, por dilatada y profunda que sea, no slo no debe coartar la libre iniciativa de los particulares, sino que, por el contrario, ha de garantizar la expansin de esa libre iniciativa, salvaguardando, sin embargo, inclumes los derechos esenciales de la persona humana. Entre stos hay que incluir el derecho y la obligacin que a cada persona corresponde de ser normalmente el primer responsable de su propia manutencin y de la de su familia, lo cual implica que los sistemas econmicos permitan y faciliten a cada ciudadano el libre y provechoso ejercicio de las actividades de produccin. (Mater et Magistra, n. 55)

- Origen y significadoEl Compendio de la Doctrina Social aborda de esta manera el principio. La subsidiaridad est entre las directrices ms constantes y caractersticas de la doctrina social de la Iglesia, presente desde la primera gran encclica social. Es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas expresiones agregativas de tipo econmico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, poltico, a las que las personas dan vida espontneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social. Es ste el mbito de la sociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la subjetividad creativa del ciudadano. La red de estas relaciones forma el tejido social y constituye la base de una verdadera comunidad de personas, haciendo posible el reconocimiento de formas ms elevadas de sociabilidad.

La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la sociabilidad es subrayada por la Iglesia en la encclica Quadragesimo anno, en la que el principio de subsidiaridad se indica como principio importantsimo de la filosofa social: Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, as tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbacin del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y drselo a una sociedad mayor y ms elevada, ya que toda accin de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos .

Conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda ( subsidium ) por tanto de apoyo, promocin, desarrollo respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminaran por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.

A la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda econmica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales ms pequeas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringira, de hecho, el espacio vital de las clulas menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas.

- Indicaciones concretasEl principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a estas ltimas a ayudar a los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia y cuerpo intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad.La experiencia constata que la negacin de la subsidiaridad, o su limitacin en nombre de una pretendida democratizacin o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces tambin anula, el espritu de libertad y de iniciativa.

Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralizacin, de burocratizacin, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato pblico: Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la prdida de energas humanas y el aumento exagerado de los aparatos pblicos, dominados por las lgicas burocrticas ms que por la preocupacin de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos . La ausencia o el inadecuado reconocimiento de la iniciativa privada, incluso econmica, y de su funcin pblica, as como tambin los monopolios, contribuyen a daar gravemente el principio de subsidiaridad.

A la actuacin del principio de subsidiaridad corresponden: el respeto y la promocin efectiva del primado de la persona y de la familia; la valoracin de las asociaciones y de las organizaciones intermedias, en sus opciones fundamentales y en todas aquellas que no pueden ser delegadas o asumidas por otros; el impulso ofrecido a la iniciativa privada, a fin que cada organismo social permanezca, con las propias peculiaridades, al servicio del bien comn; la articulacin pluralista de la sociedad y la representacin de sus fuerzas vitales; la salvaguardia de los derechos de los hombres y de las minoras; la descentralizacin burocrtica y administrativa; el equilibrio entre la esfera pblica y privada, con el consecuente reconocimiento de la funcin social del sector privado; una adecuada responsabilizacin del ciudadano para ser parte activa de la realidad poltica y social del pas.

Diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una funcin de suplencia. Pinsese, por ejemplo, en las situaciones donde es necesario que el Estado mismo promueva la economa, a causa de la imposibilidad de que la sociedad civil asuma autnomamente la iniciativa; pinsese tambin en las realidades de grave desequilibrio e injusticia social, en las que slo la intervencin pblica puede crear condiciones de mayor igualdad, de justicia y de paz. A la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse ms all de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificacin slo en lo excepcional de la situacin. En todo caso, el bien comn correctamente entendido, cuyas exigencias no debern en modo alguno estar en contraste con la tutela y la promocin del primado de la persona y de sus principales expresiones sociales, deber permanecer como el criterio de discernimiento acerca de la aplicacin del principio de subsidiaridad.

j) Principio del bien comn

Es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro ms pleno y ms fcil de la propia perfeccin (Gaudium et Spes, nm. 26). Es superior al inters privado, est unido inseparablemente al bien de la persona humana y compromete a los poderes pblicos. Tiene un doble sentido. En primer lugar indica la apertura de las personas y los grupos a los intereses generales. Y en segundo lugar, seala el conjunto de indicaciones generales para que las personas y los grupos sociales puedan desarrollarse integralmente.

EI bien comn es comprendido como el conjunto de condiciones sociales que permiten a las personas alcanzar su plena potencialidad y realizar su dignidad humana. Las condiciones sociales en las que piensa la Iglesia, presuponen el respeto a las personas, el bienestar y el desarrollo social del grupo y el mantenimiento de la paz y de la seguridad por parte de la autoridad pblica. Hoy, en una poca de interdependencia global, el principio del bien comn conduce a la necesidad de estructuras internacionales que pueden promover el justo desarrollo de las personas y de las familias, por encima de las fronteras regionales y nacionales.

Lo que constituye el bien comn ser siempre materia de discusin. La ausencia de sensibilidad para el bien comn es un signo cierto de decadencia de una sociedad. Cuando se erosiona el sentido de la comunidad, disminuye la inquietud por el bien comn. Una buena preocupacin comunitaria es el antdoto a un individualismo desenfrenado que, como el egosmo ilimitado de las relaciones personales, puede destruir el equilibrio, la armona y la paz en el seno de los grupos, de los vecindarios, de las regiones y de las naciones.

Es conveniente mirar este esqueleto en el que se mueve el PSI; por supuesto hacer entrar estas enseanzas sociales catlicas en el centro de la Fe. Al realizarlo afirmamos que lo que creemos est a la fuente de los que hacemos. Para los cristianos, no hay solamente verdades que creer, sino tambin verdades que hay que poner en prctica. El reto es ste, pasar de lo doctrinal a lo prctico a la luz de los principios y valores. "La misin de la Iglesia no es slo ofrecer a los hombres el mensaje y la gracia de Cristo, aunque de suyo se refiere a la salvacin de los hombres, se propone tambin la restauracin del orden temporal" (AA., 5). Gua a los cristianos en el cumplimiento de sus obligaciones como ciudadanos de este mundo.

Los cristianos y las comunidades necesitan formacin y competencia en materias de ciencia y de poltica que los capaciten para realizar una accin eficaz segn criterios morales rectos [GS. 43; AA. 13; LC. 79]. Los cristianos (pastores y pueblo), "cada uno segn sus propias capacidades, preparacin y funciones, en la diversidad de dones y ministerios, en la nica misin salvfica de la Iglesia". "Somos enviados como pueblo. El compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente 'eclesial', que exige la accin concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de la comunidad cristiana. Sin embargo, la misin comunitaria no elimina ni disminuye la responsabilidad de cada persona, a la cual se dirige el mandato del Seor de 'hacerse prjimo' de cada hombre: 'Vete y haz t lo mismo' (Lc 10,37)". (EV, 79).

1.3. Breve historia del Pensamiento Social de la Iglesia.

El PSI es tan antiguo como el mismo mensaje evanglico. Pero ese pensamiento, como "corpus" doctrinal especfico, es reciente.

1.3.1. Desarrollo del PSI en la historia.

1.3.1.1. Dos etapas histricas diferenciadas.

En los documentos oficiales del Pensamiento Social de la Iglesia hay una intuicin fundamental y comn a todos ellos: que la misin religiosa de la Iglesia pasa necesariamente por su intervencin en la vida social, partiendo siempre de los principios religiosos y morales del cristianismo.

Hasta ahora se pueden marcar dos etapas diferenciadas en el tiempo. Una se inicia con Len XIII y culmina en Juan XXIII. Otra, desde el final de este Pontificado, con el Vaticano II, hasta nuestros das.

En la primera etapa el PSI forma un todo homogneo: lo social es ms cuestin moral que poltica, econmica o tcnica. La Iglesia ilumina la conciencia de los fieles y evita que se desven. La Revelacin para los creyentes y los principios de derecho natural para todos los hombres, proporcionan a la Iglesia la solucin. Casi no acude a las ciencias sociales. Propugna la conversin interior antes que las reformas de estructuras. Son los seglares quienes han de poner en prctica esta doctrina.

Una segunda etapa, a partir de Mater et Magistra, introduce puntos que afectan al fondo y a la forma del pensamiento anterior. Evoluciona la eclesiologa contextual, el mtodo de abordar los problemas sociales y econmicos, la traduccin prctica de los principios, sus preocupaciones dominantes e incluso a su propia auto comprensin (MM., 231-232). Hay hasta un cambio de carcter antropolgico en el tratamiento: la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales los convierte en el eje de sus enseanzas. Con dicho cambio, que vena preparndose, se acerca a la mentalidad moderna.

Excluye intencionadamente el tono condenatorio, da mayor responsabilidad de iniciativa y de protagonismo a los cristianos laicos, se presenta como teologa moral, basada en el Evangelio.

Finalmente, Juan Pablo II aade algunos aspectos nuevos: la cristificacin (Orientaciones..., 13. Cfr. RH., 7, 11, 13 y 18, en relacin con GS., 10). En los discursos de Puebla y en la encclica Redemptor Hominis intensifica la fundamentacin antropolgica y eclesiolgica que vena de atrs. Otro tanto hace con la fundamentacin bblica (LE., 3).

El PSI se ha visto enriquecido por los aspectos de la justicia, como concepto donde se originan o encuentran los problema de distribucin de los bienes de la tierra: materiales, culturales, personales, sociales...; de la paz y seguridad porque el peligro armamentista ha sido permanente amenaza a la vida social y es necesario el cambio de la economa militar por inversiones a favor del desarrollo; la supervivencia del planeta ya que se puede agotar el pan de los pueblos pobres y del futuro de todos los pueblos; finalmente, la democracia puesto un desarrollo global slo puede darse con democracia, participacin y respeto institucional.

1.3.1.2. Principales documentos. Contexto histrico

La locucin doctrina social se remonta a Po XI y designa el corpus doctrinal relativo a temas de relevancia social que, a partir de la encclica Rerum novarum de Len XIII, se ha desarrollado en la Iglesia a travs del Magisterio de los Romanos Pontfices y de los Obispos en comunin con ellos. La solicitud social no ha tenido ciertamente inicio con ese documento, porque la Iglesia no se ha desinteresado jams de la sociedad; sin embargo, la encclica Rerum novarum da inicio a un nuevo camino: injertndose en una tradicin plurisecular, marca un nuevo inicio y un desarrollo sustancial de la enseanza en campo social.

En su continua atencin por el hombre en la sociedad, la Iglesia ha acumulado as un rico patrimonio doctrinal.ste tiene sus races en la Sagrada Escritura, especialmente en el Evangelio y en los escritos apostlicos, y ha tomado forma y cuerpo a partir de los Padres de la Iglesia y de los grandes Doctores del Medioevo, constituyendo una doctrina en la cual, aun sin intervenciones explcitas y directas a nivel magisterial, la Iglesia se ha ido reconociendo progresivamente.

Los eventos de naturaleza econmica que se produjeron en el siglo XIX tuvieron consecuencias sociales, polticas y culturales devastadoras.Los acontecimientos vinculados a la revolucin industrial trastornaron estructuras sociales seculares, ocasionando graves problemas de justicia y dando lugar a la primera gran cuestin social, la cuestin obrera, causada por el conflicto entre capital y trabajo. Ante un cuadro semejante la Iglesia advirti la necesidad de intervenir en modo nuevo: las res novae, constituidas por aquellos eventos, representaban un desafo para su enseanza y motivaban una especial solicitud pastoral hacia ingentes masas de hombres y mujeres. Era necesario un renovado discernimiento de la situacin, capaz de delinear soluciones apropiadas a problemas inusitados e inexplorados.

De la Rerum novarum hasta nuestros das

Como respuesta a la primera gran cuestin social, Len XIII promulga la primera encclica social, la Rerum novarum. Esta examina la condicin de los trabajadores asalariados, especialmente penosa para los obreros de la industria, afligidos por una indigna miseria. La cuestin obrera es tratada de acuerdo con su amplitud real: es estudiada en todas sus articulaciones sociales y polticas, para ser evaluada adecuadamente a la luz de los principios doctrinales fundados en la Revelacin, en la ley y en la moral natural.

La Rerum novarum enumera los errores que provocan el mal social, excluye el socialismo como remedio y expone, precisndola y actualizndola, la doctrina social sobre el trabajo, sobre el derecho de propiedad, sobre el principio de colaboracin contrapuesto a la lucha de clases como medio fundamental para el cambio social, sobre el derecho de los dbiles, sobre la dignidad de los pobres y sobre las obligaciones de los ricos, sobre el perfeccionamiento de la justicia por la caridad, sobre el derecho a tener asociaciones profesionales.

La Rerum novarum se ha convertido en el documento inspirador y de referencia de la actividad cristiana en el campo social. El tema central de la encclica es la instauracin de un orden social justo, en vista del cual se deben identificar los criterios de juicio que ayuden a valorar los ordenamientos socio-polticos existentes y a proyectar lneas de accin para su oportuna transformacin.

La Rerum novarum afront la cuestin obrera con un mtodo que se convertir en un paradigma permanente para el desarrollo sucesivo de la doctrina social. Los principios afirmados por Len XIII sern retomados y profundizados por las encclicas sociales sucesivas. Toda la doctrina social se podra entender como una actualizacin, una profundizacin y una expansin del ncleo originario de los principios expuestos en la Rerum novarum. Con este texto, valiente y clarividente, el Papa Len XIII confiri a la Iglesia una especie de carta de ciudadana respecto a las realidades cambiantes de la vida pblica y escribi unas palabras decisivas, que se convirtieron en un elemento permanente de la doctrina social de la Iglesia, afirmando que los graves problemas sociales podan ser resueltos solamente mediante la colaboracin entre todas las fuerzas y aadiendo tambin que por lo que se refiere a la Iglesia, nunca ni bajo ningn aspecto ella regatear su esfuerzo.

A comienzos de los aos Treinta, a breve distancia de la grave crisis econmica de 1929, Po XI publica la encclica Quadragesimo anno, para conmemorar los cuarenta aos de la Rerum novarum. El Papa relee el pasado a la luz de una situacin econmico-social en la que a la industrializacin se haba unido la expansin del poder de los grupos financieros, en mbito nacional e internacional. Era el perodo posblico, en el que estaban afirmndose en Europa los regmenes totalitarios, mientras se exasperaba la lucha de clases. La Encclica advierte la falta de respeto a la libertad de asociacin y confirma los principios de solidaridad y de colaboracin para superar las antinomias sociales. Las relaciones entre capital y trabajo deben estar bajo el signo de la cooperacin.

La Quadragesimo anno confirma el principio que el salario debe ser proporcionado no slo a las necesidades del trabajador, sino tambin a las de su familia. El Estado, en las relaciones con el sector privado, debe aplicar el principio de subsidiaridad, principio que se convertir en un elemento permanente de la doctrina social. La Encclica rechaza el liberalismo entendido como ilimitada competencia entre las fuerzas econmicas, a la vez que reafirma el valor de la propiedad privada, insistiendo en su funcin social. En una sociedad que deba reconstruirse desde su base econmica, convertida toda ella en la cuestin que se deba afrontar, Po XI sinti el deber y la responsabilidad de promover un mayor conocimiento, una ms exacta interpretacin y una urgente aplicacin de la ley moral reguladora de las relaciones humanas..., con el fin de superar el conflicto de clases y llegar a un nuevo orden social basado en la justicia y en la caridad.

Po XI no dej de hacer or su voz contra los regmenes totalitarios que se afianzaron en Europa durante su Pontificado. Ya el 29 de junio de 1931 haba protestado contra los atropellos del rgimen fascista en Italia. En 1937 public la encclica Mit brennender Sorge, sobre la situacin de la Iglesia catlica en el Reich alemn. Este texto fue ledo desde el plpito de todas las iglesias catlicas en Alemania, tras haber sido difundido con la mxima reserva. La encclica llegaba despus de aos de abusos y violencias y haba sido expresamente solicitada a Po XI por los Obispos alemanes, a causa de las medidas cada vez ms coercitivas y represivas adoptadas por el Reich en 1936, en particular con respecto a los jvenes, obligados a inscribirse en la Juventud hitleriana. El Papa se dirige a los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles laicos, para animarlos y llamarlos a la resistencia, mientras no se restablezca una verdadera paz entre la Iglesia y el Estado. En 1938, ante la difusin del antisemitismo, Po XI afirm: Somos espiritualmente semitas.

Con la encclica Divini Redemptoris, sobre el comunismo ateo y sobre la doctrina social cristiana, Po XI critic de modo sistemtico el comunismo, definido intrnsecamente malo, e indic como medios principales para poner remedio a los males producidos por ste, la renovacin de la vida cristiana, el ejercicio de la caridad evanglica, el cumplimiento de los deberes de justicia a nivel interpersonal y social en orden al bien comn, la institucionalizacin de cuerpos profesionales e interprofesionales.

Los Radiomensajes navideos de Po XII, junto a otras de sus importantes intervenciones en materia social, profundizan la reflexin magisterial sobre un nuevo orden social, gobernado por la moral y el derecho, y centrado en la justicia y en la paz. Durante su Pontificado, Po XII atraves los aos terribles de la Segunda Guerra Mundial y los difciles de la reconstruccin. No public encclicas sociales, sin embargo manifest constantemente, en numerosos contextos, su preocupacin por el orden internacional trastornado: En los aos de la guerra y de la posguerra el Magisterio social de Po XII represent para muchos pueblos de todos los continentes y para millones de creyentes y no creyentes la voz de la conciencia universal, interpretada y proclamada en ntima conexin con la Palabra de Dios. Con su autoridad moral y su prestigio, Po XII llev la luz de la sabidura cristiana a un nmero incontable de hombres de toda categora y nivel social.

Una de las caractersticas de las intervenciones de Po XII es el relieve dado a la relacin entre moral y derecho. El Papa insiste en la nocin de derecho natural, como alma del ordenamiento que debe instaurarse en el plano nacional e internacional. Otro aspecto importante de la enseanza de Po XII es su atencin a las agrupaciones profesionales y empresariales, llamadas a participar de modo especial en la consecucin del bien comn: Por su sensibilidad e inteligencia para captar los signos de los tiempos, Po XII puede ser considerado como el precursor inmediato del Concilio Vaticano II y de la enseanza social de los Papas que le han sucedido.

Los aos Sesenta abren horizontes prometedores: la recuperacin despus de las devastaciones de la guerra, el inicio de la descolonizacin, las primeras tmidas seales de un deshielo en las relaciones entre los dos bloques, americano y sovitico. En este clima, el beato Juan XXIII lee con profundidad los signos de los tiempos.163 La cuestin social se est universalizando y afecta a todos los pases: junto a la cuestin obrera y la revolucin industrial, se delinean los problemas de la agricultura, de las reas en vas de desarrollo, del incremento demogrfico y los relacionados con la necesidad de una cooperacin econmica mundial. Las desigualdades, advertidas precedentemente al interno de las Naciones, aparecen ahora en el plano internacional y manifiestan cada vez con mayor claridad la situacin dramtica en que se encuentra el Tercer Mundo.

Juan XXIII, en la encclica Mater et magistra, trata de actualizar los documentos ya conocidos y dar un nuevo paso adelante en el proceso de compromiso de toda la comunidad cristiana. Las palabras clave de la encclica son comunidad y socializacin: la Iglesia est llamada a colaborar con todos los hombres en la verdad, en la justicia y en el amor, para construir una autntica comunin. Por esta va, el crecimiento econmico no se limitar a satisfacer las necesidades de los hombres, sino que podr promover tambin su dignidad.

Con la encclica Pacem in terris, Juan XXIII pone de relieve el tema de la paz, en una poca marcada por la proliferacin nuclear. La Pacem in terris contiene, adems, la primera reflexin a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos; es la encclica de la paz y de la dignidad de las personas. Contina y completa el discurso de la Mater et magistra y, en la direccin indicada por Len XIII, subraya la importancia de la colaboracin entre todos: es la primera vez que un documento de la Iglesia se dirige tambin a todos los hombres de buena voluntad, llamados a una tarea inmensa: la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la gida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad. La Pacem in terris se detiene sobre los poderes pblicos de la comunidad mundial, llamados a examinar y resolver los problemas relacionados con el bien comn universal en el orden econmico, social, poltico o cultural. En el dcimo aniversario de la Pacem in terris, el Cardenal Maurice Roy, Presidente de la Pontificia Comisin Iustitia et Pax, envi a Pablo VI una carta, acompaada de un documento con un serie de reflexiones sobre el valor de la enseanza de la encclica del Papa Juan para iluminar los nuevos problemas vinculados con la promocin de la paz.

La Constitucin pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II, constituye una significativa respuesta de la Iglesia a las expectativas del mundo contemporneo. En esta Constitucin, en sintona con la renovacin eclesiolgica, se refleja una nueva concepcin de ser comunidad de creyentes y pueblo de Dios. Y suscit entonces nuevo inters por la doctrina contenida en los documentos anteriores respecto del testimonio y la vida de los cristianos, como medios autnticos para hacer visible la presencia de Dios en el mundo . La Gaudium et spes delinea el rostro de una Iglesia ntima y realmente solidaria del gnero humano y de su historia, que camina con toda la humanidad y est sujeta, juntamente con el mundo, a la misma suerte terrena, pero que al mismo tiempo es como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.

La Gaudium et spes estudia orgnicamente los temas de la cultura, de la vida econmico-social, del matrimonio y de la familia, de la comunidad poltica, de la paz y de la comunidad de los pueblos, a la luz de la visin antropolgica cristiana y de la misin de la Iglesia. Todo ello lo hace a partir de la persona y en direccin a la persona, nica criatura terrestre a la que Dios ha amado por s mismo. La sociedad, sus estructuras y su desarrollo deben estar finalizados a consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana. Por primera vez el Magisterio de la Iglesia, al ms alto nivel, se expresa en modo tan amplio sobre los diversos aspectos temporales de la vida cristiana. Se debe reconocer que la atencin prestada en la Constitucin a los cambios sociales, psicolgicos, polticos, econmicos, morales y religiosos ha despertado cada vez ms... la preocupacin pastoral de la Iglesia por los problemas de los hombres y el dilogo con el mundo.

El desarrollo es el nuevo nombre de la paz, afirma Pablo VI en la encclica Populorum Progressio, que puede ser considerada una ampliacin del captulo sobre la vida econmico-social de la Gaudium et spes, no obstante introduzca algunas novedades significativas. En particular, el documento indica las coordenadas de un desarrollo integral del hombre y de un desarrollo solidario de la humanidad: dos temas estos que han de considerarse como los ejes en torno a los cuales se estructura todo el entramado de la encclica. Queriendo convencer a los destinatarios de la urgencia de una accin solidaria, el Papa presenta el desarrollo como el paso de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida ms humanas, y seala sus caractersticas. Este paso no est circunscrito a las dimensiones meramente econmicas y tcnicas, sino que implica, para toda persona, la adquisicin de la cultura, el respeto de la dignidad de los dems, el reconocimiento de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Procurar el desarrollo de todos los hombres responde a una exigencia de justicia a escala mundial, que pueda garantizar la paz planetaria y hacer posible la realizacin de un humanismo pleno, gobernado por los valores espirituales.

En esta lnea, Pablo VI instituye en 1967 la Pontificia Comisin Iustitia et Pax, cumpliendo un deseo de los Padres Conciliares, que consideraban muy oportuno que se cree un organismo universal de la Iglesia que tenga como funcin estimular a la comunidad catlica para promover el desarrollo de los pases pobres y la justicia social internacional. Por iniciativa de Pablo VI, a partir de 1968, la Iglesia celebra el primer da del ao la Jornada Mundialde la Paz. El mismo Pontfice dio inicio a la tradicin de los Mensajes que abordan el tema elegido para cada Jornada Mundial de la Paz, acrecentando as el corpus de la doctrina social.

A comienzos de los aos Setenta, en un clima turbulento de contestacin fuertemente ideolgica, Pablo VI retoma la enseanza social de Len XIII y la actualiza, con ocasin del octogsimo aniversario de la Rerum novarum, en la Carta apostlica Octogesima adveniens. El Papa reflexiona sobre la sociedad post-industrial con todos sus complejos problemas, poniendo de relieve la insuficiencia de las ideologas para responder a estos desafos: la urbanizacin, la condicin juvenil, la situacin de la mujer, la desocupacin, las discriminaciones, la emigracin, el incremento demogrfico, el influjo de los medios de comunicacin social, el medio ambiente.

Al cumplirse los noventa aos de la Rerum novarum, Juan Pablo II dedica la encclica Laborem exercens - al trabajo, como bien fundamental para la persona, factor primario de la actividad econmica y clave de toda la cuestin social. La Laborem exercens delinea una espiritualidad y una tica del trabajo, en el contexto de una profunda reflexin teolgica y filosfica. El trabajo debe ser entendido no slo en sentido objetivo y material; es necesario tambin tener en cuenta su dimensin subjetiva, en cuanto actividad que es siempre expresin de la persona. Adems de ser un paradigma decisivo de la vida social, el trabajo tiene la dignidad propia de un mbito en el que debe realizarse la vocacin natural y sobrenatural de la persona.

Con la encclica Sollicitudo rei socialis, Juan Pablo II conmemora el vigsimo aniversario de la Populorum progressio y trata nuevamente el tema del desarrollo bajo un doble aspecto: el primero, la situacin dramtica del mundo contemporneo, bajo el perfil del desarrollo fallido del Tercer Mundo, y el segundo, el sentido, las condiciones y las exigencias de un desarrollo digno del hombre. La encclica introduce la distincin entre progreso y desarrollo, y afirma que el verdadero desarrollo no puede limitarse a la multiplicacin de los bienes y servicios, esto es, a lo que se posee, sino que debe contribuir a la plenitud del ser del hombre. De este modo, pretende sealar con claridad el carcter moral del verdadero desarrollo. Juan Pablo II, evocando el lema del pontificado de Po XII, Opus iustitiae pax, la paz como fruto de la justicia, comenta: Hoy se podra decir, con la misma exactitud y anloga fuerza de inspiracin bblica (cf. Is 32,17; St 3,18), Opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la solidaridad.

En el centenario de la Rerum novarum, Juan Pablo II promulga su tercera encclica social, la Centesimus annus, que muestra la continuidad doctrinal de cien aos de Magisterio social de la Iglesia. Retomando uno de los principios bsicos de la concepcin cristiana de la organizacin social y poltica, que haba sido el tema central de la encclica precedente, el Papa escribe: el principio que hoy llamamos de solidaridad ... Len XIII lo enuncia varias veces con el nombre de amistad...; por Po XI es designado con la expresin no menos significativa de caridad social, mientras que Pablo VI, ampliando el concepto, en conformidad con las actuales y mltiples dimensiones de la cuestin social, hablaba de civilizacin del amor .193 Juan Pablo II pone en evidencia cmo la enseanza social de la Iglesia avanza sobre el eje de la reciprocidad entre Dios y el hombre: reconocer a Dios en cada hombre y cada hombre en Dios es la condicin de un autntico desarrollo humano. El articulado y profundo anlisis de las res novae, y especialmente del gran cambio de 1989, con la cada del sistema sovitico, manifiesta un aprecio por la democracia y por la economa libre, en el marco de una indispensable solidaridad.

Benedicto XVI, el papa actual, retoma el aspecto social desde la perspectiva del amor, visto como justicia, en la encclica Deus Caritas est, Dios es amor.

Los documentos aqu evocados constituyen los hitos principales del camino de la doctrina social desde los tiempos de Len XIII hasta nuestros das. Esta sinttica resea se alargara considerablemente si tuviese cuenta de todas las intervenciones motivadas por un tema especfico, que tienen su origen en la preocupacin pastoral por proponer a la comunidad cristiana y a todos los hombres de buena voluntad los principios fundamentales, los criterios universales y las orientaciones capaces de sugerir las opciones de fondo y la praxis coherente para cada situacin concreta.

1.4. Pensamiento Social en Amrica Latina.

A partir del siglo XVI se fue superando la visin esttica del universo y de la vida y comenz a gestarse un cambio social.

La revisin histrica que se viene haciendo desde principios de siglo, ha despejado en parte el panorama. Es cierto que hubo sectores eclesiales cmplices de los dominadores, pero tambin es cierto que la iglesia templ la violencia de los conquistadores, previno la comisin de crmenes contra la humanidad y promovi la autodeterminacin y el derecho de autodefensa de los oprimidos. El ncleo de la cultura latinoamericana, a pesar de las mltiples dificultades por la que atraves la iglesia a lo largo de estos cuatro siglos, hace que nuestro continente siga siendo cristiano, aunque dotado de una fe muy poco explcita y operante.

En Amrica latina entr, juntamente con la conquista, la cristiandad colonial: una cultura donde el cristianismo era parte integral, como lo era en Espaa, donde el Reino de Dios coincida con el proyecto histrico espaol.

Aqu tambin el cristianismo se identific con la totalidad de la estructura social, con todas las ventajas y todos los defectos que significa esa actitud.

Desde principios del siglo pasado comienzan los movimientos de independencia: el clero, especialmente el bajo clero criollo en su totalidad tambin se juega a favor de la ruptura con Espaa, pesando en forma decisiva en el movimiento emancipador. En casi todos nuestros pases, la iglesia, a travs de los sacerdotes y religiosos (no siempre de los obispos) patrocin y consagr el acto primero de la independencia. Pero haba mucha divisin. El patronato, que por inercia histrica heredaron los gobiernos independientes, dificulto el nombramiento de obispos, se clausuraron los seminarios y declin sensiblemente el nmero y la calidad de los sacerdotes. Cundi el anticlericalismo, entr en crisis la cristiandad y a finales de siglo la Iglesia oficial estaba debilitada y exhausta.

La teologa vigente segua siendo conservadora, tradicional, despreocupada de las tareas temporales, aunque sustentada por gente fuertemente instalada en el ms ac; una teologa que reflejaba la mentalidad de los terratenientes y dueos de las minas, una teologa cuyo enemigo era el liberalismo burgus, el comunismo, el protestantismo y los tiempos modernos.

La pastoral oficial, a su vez, haca causa comn con los partidos conservadores y se enfrentaba con los partidos liberales y con grupos de izquierda.

De ese modo pensaba defender las convicciones y posiciones de la Iglesia sobre escuelas, unin Iglesia- Estado, matrimonio, etc. Era una accin poltica que la arrastrara hasta la violencia, como sucedi mas tarde en Mxico.

A lo ms de Iglesia asuma un papel de mediadora, de conciliadora en los conflictos sociales y polticos. Obispos y sacerdotes mediaron en la colonia en beneficio de los esclavos y ms adelante ante los patrones para aliviar la suerte de los campesinos.

En un sistema de cristiandad esa forma de intervencin fue ms o menos eficaz. Pero hoy eso ya no funciona; por eso, la Iglesia ha pasado de una pastoral de mediacin a una pastoral de compromiso.

a- Defensa del derechos de los indios

P. Francisco de Vitoria (Burgos 1483. Salamanca 1546). Es un profesor de la Universidad de Salamanca que no slo renueva los estudios teolgicos, sino que marca un hito en el derecho pblico, creando el derecho internacional. Su obra explica la de Sto. Toms de Aquino.

En la reeleccin De Indis prior rechaza la usurpacin como ttulo justificativo de dominio y afirma que los indios eran los verdaderos dueos, antes de la llegada de los espaoles. Tambin considera ttulos ilegtimos para justificar la soberana castellana la autoridad universal del emperador, la temporal del papa, el descubrimiento, el no recibir los indios el Evangelio, los pecados de estos, la adquisicin por enajenacin contractual y la ordenacin divina.

P. Bartolom de las Casas (Sevilla 1477. Madrid 1566). En 1515 regresa a Espaa de donde haba partido para Amrica. Aqu inicia su labor de defensa de los indios contra encomiendas y repartimientos, hasta ser nombrado protector de los indios por Cisneros (1516). Contra la conquista, preconiza la colonizacin pacfica, con instalaciones de labradores y misioneros. En 1540 redacta su Brevsima historia de la destruccin de las Indias. Esta obra supone un alegato, frente a las acusaciones que los colonizadores espaoles le hacen, por su apostolado en favor de los indios. Denuncia el sistema colonizacin introducido en las Indias, basado en la violencia y la rapia en vez de la humanidad y la justicia. La obra logra gran resonancia, influyendo en la legislacin de Indias.

P. Francisco de Surez (Granada 1548. Lisboa 1617). Es profesor jesuita en Lisboa. En su obra de filosofa del derecho afirma que "la potestad civil, en cuanto se encuentra en un hombre o prncipe por derecho legtimo y ordinario, emana del pueblo y de la comunidad, prxima o remotamente, y no puede tenerse de otro modo para que sea justa (...) Estando esta potestad conforme a la naturaleza de las cosas inmediatamente en la comunidad, para que ella comience a estar en otra persona, como en el prncipe supremo, es necesario que se le atribuya por el consentimiento de la comunidad".

Para Surez, el Estado es quien vigila el bien de la comunidad y el bien comn de todos los hombres. Su tesis limita el poder, establece barreras morales y atribuye soberana al pueblo, pero slo desde la teora, pues su obra se conforma con el orden establecido.b- Inquietud por el problema social

Y as, llegamos hasta el SIGLO XX. En Amrica latina el despegue hacia la industrializacin comienza en la poca del 30. En esa poca va perdiendo poder la clase liberal anticatlica y el catolicismo cobra un nuevo aliento.

La Iglesia se va retirando de la vida poltica y se va centrando siempre ms en los problemas de la tica social (la cuestin social) y de justicia econmico- social. Los telogos que ya se formaban en Roma introducen en el Continente la Accin Catlica, fundada por Po XI en 1922 y definida como la participacin de los laicos en el apostolado jerrquico de la Iglesia. Y con la Accin Catlica surgen otras instituciones semejantes, alimentadas por la nueva teologa de la nueva cristiandad; decimos nueva porque la antigua haba casi desaparecido bajo la persecucin laicista de los liberales.

Ciertos sectores cristianos comenzaron a abrirse a lo que se llam el problema social, pero con un anlisis socioeconmico muy deficiente: se contentaban con afirmaciones doctrinales, principistas y ahistricas, divorciadas en general del compromiso concreto.

Despus de la Segunda Guerra Mundial se tom conciencia de que los Catlicos de Amrica Latina representaban casi un tercio de los catlicos del mundo y comenz el envo de sacerdotes, religiosos y laicos europeos y la remesa de considerables sumas de dinero para apoyar las obras que se iban emprendiendo.

La tarea era reconvertir a las naciones latinoamericanas en naciones catlicas, dominando, la enseanza, la poltica, en fin, todo lo que pudiera dominarse, que eso es la cristiandad. El Reino de Cristo pareca exigir que se reconociera la Religin Catlica como la oficial y mayoritaria.

Los telogos se formaban ahora no solo en Italia, sino que los ms progresistas iban a Francia, pas de la pastoral, de las experiencias catequticas, de los sacerdotes obreros, etc. La doctrina social de la Iglesia permita a muchos realizar experiencias de compromisos obreros o en grupos marginados. Es la poca en que surgen universidades catlicas y centros teolgicos, y comienza una tibia lucha social.

Los militantes obreros de la JOC hicieron posible incluso cierta presencia de la Iglesia en el mundo del trabajo.Bajo el influjo de E. Mounier, J. Maritain, el dominico Lebret, etc., se fueron formando partidos de inspiracin cristiana: en la dcada del 30 en Chile y ms tarde en Argentina, Venezuela y otros pases. Tambin surgi la Confederacin Latinoamericana de Sindicatos Cristianos.

En Ro de Janeiro, en 1955, se realiza la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, cuyo tema fue la formacin del clero.

Pero ya se destaca all la situacin infrahumana en que viven muchos trabajadores, la transformacin que sufren las estructuras sociales a causa del proceso de industrializacin y la necesidad de una presencia activa de una Iglesia en el mundo econmico - social (no 45 )

All mismo queda constituido el CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, organizacin que coordina los diversos centros donde se irn formando los telogos militantes de la poca siguiente. Tres aos despus los religiosos se confederan en la CLAR y poco a poco comienza la organizacin latinoamericana de todo tipo de movimientos, desde los bblicos hasta los sindicales. Pero en teologa se sigue imitando y aplicando lo europeo, sin conocimiento histrico ni real de estos pases.

c- La Iglesia Latinoamericana con los signos de los tiempos

Sin embargo, poco a poco entramos en una nueva poca. Desde 1962, comienzo del Concilio Vaticano II, hasta Medelln (1968) ir cambiando la actitud de la Iglesia; la Iglesia, declarada servidora de la humanidad por Pablo VI en 1965, comenzar ahora a intervenir en lo social no para salvaguardar sus convicciones o posiciones, sino para defender y liberar al hombre latinoamericano oprimido.

Esta es la gran novedad de Medelln y el secreto de su xito: el hombre aceptar en la Iglesia una actitud poltica, si esta actitud no defiende sus intereses sino los del hombre oprimido.

Era una poca en que, bajo la inspiracin de la Populorum Progressio, se pensaba desarrollar nuestras naciones segn el modelo de las naciones desarrolladas y con la ayuda de stas (en concreto de Estados Unidos y Europa). La Alianza para el Progreso estaba en esta lnea.

La reflexin cristiana a que dio lugar esta situacin ya era una teologa que se acercaba a la realidad, pero que an ignoraba el problema de las clases y de la dependencia que el continente latinoamericano sufra bajo el poder econmico, poltico y militar de los Estados Unidos. Este movimiento de reflexin desarrollista, condicionando por la dcada del 60, culminar en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en MEDELLN, que es como el Vaticano II de Amrica Latina. (Hay que reconocer que en el Vaticano II apenas si se oye el clamor del Tercer Mundo y de las clases explotadas).

Pablo VI cuando lleg a Colombia para inaugurar Medelln, dijo el 22 de agosto: La lucidez y la valenta del Espritu es necesario que se haga hoy presente para promover la justicia social, para amar y defender a los pobres.

Medelln trata de poner a Amrica Latina a la luz de los reflectores, tomar conciencia de su situacin efectiva y elaborar planos de accin. Rechaza la violencia como solucin de los problemas, pero denuncia enrgicamente la violencia institucionalizada contra el pobre. En los Documentos finales todava aflora el vocabulario desarrollista, pero ya asoma abiertamente el tema de la liberacin: Es el mismo Dios quien, en la plenitud de los tiempos, enva a su Hijo para que hecho carne, venga a liberar a todos los hombres de todas las esclavitudes a que los tiene sujetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria, la opresin, en una palabra, la injusticia y el odio que tienen su origen en el egosmo humano. La Iglesia defensora de los indios desde el descubrimiento, trat de adaptar esa actitud evanglica a la hora que viven nuestros pueblos.

Tres aos despus, en 1971, el Snodo de los Obispos, en Roma, ratific el pensamiento de Medelln: El combate por la justicia y la participacin en la transformacin del mundo se nos muestran plenamente como una dimensin constitutiva de la predicacin del Evangelio. La misin de predicar el Evangelio en el tiempo presente, requiere que nos empeemos en la liberacin integral del hombre, ya desde ahora, en su existencia terrena

Por entonces ya haban surgido centros de reflexin latinoamericana (OSLAM, IPLA, etc.) y los telogos ya se iban haciendo cargo de la problemtica angustiosa de pobreza e injusticia que sufra nuestro continente. Numerosos sacerdotes, impacientes por una accin rpida en el rea social, haban tomado partido, individual y en grupos, ejerciendo una nueva especie de liderazgo poltico y social, que la mayora de los obispos criticaba como impropio de sus funciones sacerdotales. No faltaron quienes hicieran causa comn con los marxistas (Cristianos por el Socialismo). Todo esto cre tensiones en el mbito eclesial. La masa de los catlicos permaneci al margen de estos compromisos y sigui expresando su fe mediante las devociones populares, salvo algunos que adoptaron actitudes radicales hasta enrolarse en grupos guerrilleros.

d- La Teologa de la Liberacin

La reflexin teolgica sigui un camino paralelo: desde 1968 a 1972, encabezada por Gustavo Gutirrez, se fue formulando la teologa de la liberacin, cuya historia puede remontarse hasta Bartolom de las Casas (s. XVI), pero cuyo estmulo inmediato fueron los movimientos de liberacin presentes aqu y all en nuestro continente. Los grupos de reflexin (Sacerdotes para el Tercer Mundo, en Argentina, el Grupo de los 80 en Chile, el ONIS en Per, etc.) ven que el subdesarrollo se debe a la expoliacin de los pases ricos; no se puede hablar de desarrollo sin una previa liberacin.

Hay que empezar por una ruptura de la dependencia. Los pases que comen mucho, dejan hambrientos a los dems. El subdesarrollo es un subproducto del desarrollo capitalista. El Tercer Mundo se desangra para que viva el mundo desarrollado. Por las venas abiertas de Amrica Latina se escapan el petrleo, el oro, el estao, el uranio, el hierro, el carbn, los pltanos, el caf, el azcar, el cacao... dejando a la comunidad anmica y exange. Como deca Pablo VI, cuando el tercer mundo recibe ayuda de los pases ricos, tiene la impresin de que le devuelven con una mano apenas una pequea parte de lo que le quitan con la otra.

Pero qu tiene que ver esto con la teologa? Tiene que ver. Los problemas econmicos y polticos se traducen de inmediato en problemas teolgicos. Todo puede ser reflexionado teolgicamente. Lo que caracteriza a la ciencia teolgica ms que el objeto de su estudio es su perspectiva: la perspectiva teolgica es la de la fe. Y justamente Medelln seala el pasaje de una teologa del desarrollo a una teologa de la liberacin.

Las categoras que funcionan en adelante ya no son desarrollo-subdesarrollo; se concentran en el dilema Opresin-liberacin. Se habla de un cambio radical de situacin y no solo de una reforma parcial. La TEOLOGA DE LA LIBERACIN, elaborada por hombres comprometidos desde las bases en el proceso latinoamericano, es una reflexin a partir de una verdad que se hace y que no slo se afirma. El que reflexiona en esta onda tiene que acompaar al pueblo desde el pueblo en su proceso de liberacin: slo as podr sealar cmo tiene que ser la presencia y la accin de la Iglesia en su campo de accin. El peligro que corre es el de convertirse en una justificacin ideolgica o un aval religioso al servicio de una opcin poltica revolucionaria y, si sus lderes son sacerdotes, el derivar hacia un clericalismo de izquierda.

e- Documento de Puebla

Diez aos despus de Medelln, a principios de 1979, los Obispos de Latinoamrica, reunidos en su III Conferencia Episcopal en la ciudad de PUEBLA DE LOS ANGELES (Mxico), ejerciendo su magisterio extraordinario nos entregaron un precioso documento.

Al referirse al tema de la Evangelizacin, liberadora y promocin humana Puebla comienza reconociendo los esfuerzos de muchos cristianos de Amrica Latina para iluminar las situaciones conflictivas con la Palabra de Dios.

A partir de Medelln -aade- hubo en este campo avance y retrocesos (470-471). Luego aborda el tema de la ENSEANZA SOCIAL DE LA IGLESIA, definindola como un conjunto de orientaciones doctrinales y criterio de accin (472) . Lo novedoso no es tanto el contenido cuanto el rejuvenecimiento de la Enseanza Social de la Iglesia: en Puebla se toma conciencia clara y definida del hecho de que la Iglesia posee esta Doctrina propia y del valor que tiene para formar la conciencia social de los fieles y sensibilizarlos a fin de que sepan responder de manera eficaz a los desafos y problemas graves que surgen de nuestra realidad latinoamericana (476).

Los obispos de Puebla no podan olvidar que casi la tercera parte de los habitantes de Amrica Latina viven en extrema pobreza. Al hacer una radiografa pastoral del contexto sociocultural del continente enumeran las infinitas angustias que tienen su origen en la pobreza (n 15-71); y acaban por hacer una clara y proftica opcin preferencial y solidaria por los pobres (1134).

El servicio al pobre es, para la Iglesia, un criterio para saber si sigue a Cristo que se ha identificado con los pobres de su tiempo; se trata entonces no slo de una opcin tica, sino teolgica. Esta opcin quiere llevar a la Iglesia a comprometerse en la liberacin del pobre y del oprimido, a vivir ms modestamente e incitar a los cristianos a una sobriedad y moderacin en sus vidas. En el Mensaje a los pueblos de Amrica Latina , los Obispos confiesan paladinamente: An estamos lejos de vivir todo lo que predicamos (n 2). Esta opcin por los pobres es el ncleo central de Puebla y su principio de interpretacin. Todos los nmeros del Documento debieran ser ledos desde esta opcin preferencial. Hay en Puebla dos polos interactivos: los pobres y su liberacin integral.

En Puebla los obispos se propusieron abiertamente esclarecer el concepto de liberacin (480-490). No se refirieron a las teologas de la liberacin, que son interpretaciones particulares de la liberacin cristiana, esfuerzos de sistematizacin o aplicaciones a la situacin de Amrica Latina, teologas de diversas tendencias y de diverso valores; tampoco condenaron la teologa de la liberacin, salvo ciertas lneas de algunas de ellas. Hicieron algo mucho ms importante: pusieron las bases de la autntica liberacin cristiana integral, plena, original y proclamaron una evangelizacin liberadora que debe llevar a la accin y al compromiso (486-490).

La salvacin cristiana es una liberacin de todas las servidumbres del pecado personal y social; pero nos liberamos para un valor, para el crecimiento progresivo en el ser, en esa comunin con Dios y con los hombres que culmina en el Reino definitivo (482, 491-506). Esa liberacin tiene que ser total: resulta mutilada si se deja de lado el aspecto religioso y tambin si se deja de lado el aspecto humano temporal, olvidando derechos fundamentales que no son otorgados por gobiernos o instituciones, por poderosas que sean, sino que tienen como autor al propio Creador y Padre (485,483).

Con respecto a la poltica Puebla reafirma el deber y el derecho de estar presente en ella, para iluminar y transformar la sociedad, sin entrometerse en la poltica de partidos que corresponde a los laicos, inspirados en la Enseanza Social de la Iglesia.

Tambin detecta el Documento un deterioro poltico-social en Amrica Latina, debido a injusticias e ideologas que generan y fomentan la violencia. Condena enfticamente la violencia, tanto la terrorista y guerrillera como la represiva (531-532), e invita a buscar otros caminos, porque la violencia engendra nuevas formas de opresin y no es cristiana ni evanglica (507-530).

Hay que creer en la fuerza histrica del amor y no de la violencia. Por eso en el Mensaje a los pueblos de Amrica Latina los obispos hacen un llamado a todos los hombre de buena voluntad para que sean constructores abnegados de la civilizacin del amor, explican el sentido orgnico de esta civilizacin y concluyen con un acto de fe a Cristo Liberador, en poder del Evangelio y en la esperanza que alimenta y fortalece al hombre en su camino hacia el Padre.A. AUTOEVALUACIN DE LA PRIMERA UNIDAD.

La autoevaluacin es una primera aproximacin a la comprensin del contenido del captulo, le invita a poner atencin a ciertos detalles del presente captulo.

1. Seale las etapas ms importantes del desarrollo de la DSI. Nota diferencias entre ellas? Cules?

2. Por qu el PSI es vida, y no mera teora. Es percibida como tal?

3. Quines han sido, en la historia de Amrica Latina, los profetas que han estado de parte del pueblo?

4. Qu se entiende por Teologa de la Liberacin?

B. PISTAS DE REFLEXIN PARA LOS ESTUDIANTES DE SEMIPRESENCIAL.Para los estudiantes de Semipresencial se adjunta con el material, las preguntas que debern trabajar para el semestre correspondiente.

C. LECTURAS COMPLEMENTARIAS.Para profundizar las temticas sugerimos estas lecturas complementarias.

1. CONGREGACIN para la EDUCACIN CATLICA. Orientaciones para el estudio y la enseanza de la Doctrina Social de la Iglesia en la formacin de los sacerdotes. Col. Documentos y Estudios, 142. Ed. PPC. Madrid, 1989. Tambin se encuentra en EDICE. Madrid, 1988. 130 pp.

1. MOESSNER. Johannes. Los principios sociales cristianos. en La cuestin social. Ed. Rialp. Madrid, 1960, pp. 341-375.

2. SANZ de DIEGO, Rafael. Ni ideologa ni Tercera va: Doctrina para la accin. 43 Revista de Fomento social 172 (1988) 345-368.3. Revista Utopa.D. BIBLIOGRAFA COMPLEMENTARA.1. CAMACHO [LARAA], Ildefonso Doctrina social de la Iglesia. Una aproximacin histrica. Col. Biblioteca de Teologa, 14. Ed. Paulinas. Madrid, 1991. 619 pp.2. FUNDACIN PABLO VI - INSTITUTO SOCIAL LEN XIII. Cien aos de Doctrina Social. De la Rerum Novarum a la Centesimus Annus. (Vol. que se corresponde con 62/64 C