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EL ATENEO 33 Asunción GARCÍA IGLESIAS Secretaria de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre En 1995 aparecía en la prensa la noticia de que la casa de la antigua calle de Velintonia 3, donde Vicente Aleixandre (1898-1984) pasó la mayor par- te de su vida, había sufrido un pequeño incendio en el que se había visto envuelto un vagabundo que dormía en el jardín. Éste fue el punto de par- tida para que José Luis Cano, poeta, crítico y gran amigo de Aleixandre, y Alejandro Sanz, actual pre- sidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, decidieran hacer un llamamiento para salvarla del abandono, en el que reclamaban a los cargos políticos competentes que adquirieran el chalé, cerrado desde el fallecimiento de su herma- na Concepción, en 1986, y lo transformaran en sede de la Fundación Vicente Aleixandre y en un centro de documentación y estudio de la poesía española del siglo XX. A través de una carta manifiesto, se recogieron más de un centenar de firmas de destacados nom- bres de la cultura española (Francisco Brines, An- tonio Colinas, Rafael Morales, Francisco Nieva, Pere Gimferrer, Fernando Lázaro Carreter y mu- chos otros) y de los representantes de las más pres- tigiosas instituciones culturales y fundaciones, como la Fundación Federico García Lorca, la Fun- dación Gerardo Diego, el Ateneo de Madrid, la Real Academia Española, la Fundación Cultural Miguel Hernández, etc. La idea fue recibida por todos con entusiasmo, y la mayoría de los viejos y leales amigos de Aleixandre se mostraron encanta- dos con ella. En Velintonia, Vicente escribió la ma- yor parte de su obra. Por allí pasaron los más no- tables escritores, poetas e intelectuales del siglo XX, desde Federico García Lorca, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Miguel Hernández, Jorge Guillén o Dámaso Alonso, a Pablo Neruda, José Hierro, Claudio Rodríguez, Francisco Brines o Leopoldo de Luis; desde la generación del 27 a la del 50, la del 36 o los novísimos. En aquel momento nadie cues- tionó la necesidad ineludible de abrir de nuevo sus puertas a la poesía, ni supeditó tampoco su recupe- ración al hecho de que estuviera llena o no de las pertenencias del Nobel. Esperanza Aguirre, entonces concejal de Cultu- ra y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Ma- drid, acogió la propuesta con interés; la noticia apareció en diversos medios de comunicación y se intentó que las tres administraciones, Ministerio de Cultura (Carmen Alborch), Ayuntamiento de Madrid (José María Álvarez del Manzano) y Comu- nidad de Madrid (Joaquín Leguina), llegaran a un acuerdo para adquirir la propiedad. Así comenzó una larga espera cargada de falsas promesas, a la vez que se iban pasando el testigo unos a otros y se acercaban las elecciones generales. Carmen Alborch aseguraba, en 1995, que el tema era «cosa de la Dirección General del Libro», mientras que José Antonio Gómez Angulo, el concejal de Cultu- ra que sustituyó en el cargo a Aguirre, se mostró La soledad de Velintonia

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EL ATENEO � 33

Asunción GARCÍA IGLESIAS

Secretaria de la Asociación de Amigosde Vicente Aleixandre

En 1995 aparecía en la prensa la noticia de quela casa de la antigua calle de Velintonia 3, dondeVicente Aleixandre (1898-1984) pasó la mayor par-te de su vida, había sufrido un pequeño incendioen el que se había visto envuelto un vagabundoque dormía en el jardín. Éste fue el punto de par-tida para que José Luis Cano, poeta, crítico y granamigo de Aleixandre, y Alejandro Sanz, actual pre-sidente de la Asociación de Amigos de VicenteAleixandre, decidieran hacer un llamamiento parasalvarla del abandono, en el que reclamaban a loscargos políticos competentes que adquirieran elchalé, cerrado desde el fallecimiento de su herma-na Concepción, en 1986, y lo transformaran ensede de la Fundación Vicente Aleixandre y en uncentro de documentación y estudio de la poesíaespañola del siglo XX.

A través de una carta manifiesto, se recogieronmás de un centenar de firmas de destacados nom-bres de la cultura española (Francisco Brines, An-tonio Colinas, Rafael Morales, Francisco Nieva,Pere Gimferrer, Fernando Lázaro Carreter y mu-chos otros) y de los representantes de las más pres-tigiosas instituciones culturales y fundaciones,como la Fundación Federico García Lorca, la Fun-dación Gerardo Diego, el Ateneo de Madrid, laReal Academia Española, la Fundación Cultural

Miguel Hernández, etc. La idea fue recibida portodos con entusiasmo, y la mayoría de los viejos yleales amigos de Aleixandre se mostraron encanta-dos con ella. En Velintonia, Vicente escribió la ma-yor parte de su obra. Por allí pasaron los más no-tables escritores, poetas e intelectuales del sigloXX, desde Federico García Lorca, Luis Cernuda,Gerardo Diego, Miguel Hernández, Jorge Guillén oDámaso Alonso, a Pablo Neruda, José Hierro,Claudio Rodríguez, Francisco Brines o Leopoldo deLuis; desde la generación del 27 a la del 50, la del36 o los novísimos. En aquel momento nadie cues-tionó la necesidad ineludible de abrir de nuevo suspuertas a la poesía, ni supeditó tampoco su recupe-ración al hecho de que estuviera llena o no de laspertenencias del Nobel.

Esperanza Aguirre, entonces concejal de Cultu-ra y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Ma-drid, acogió la propuesta con interés; la noticiaapareció en diversos medios de comunicación y seintentó que las tres administraciones, Ministeriode Cultura (Carmen Alborch), Ayuntamiento deMadrid (José María Álvarez del Manzano) y Comu-nidad de Madrid (Joaquín Leguina), llegaran a unacuerdo para adquirir la propiedad. Así comenzóuna larga espera cargada de falsas promesas, a lavez que se iban pasando el testigo unos a otrosy se acercaban las elecciones generales. CarmenAlborch aseguraba, en 1995, que el tema era «cosade la Dirección General del Libro», mientras queJosé Antonio Gómez Angulo, el concejal de Cultu-ra que sustituyó en el cargo a Aguirre, se mostró

La soledad de Velintonia

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interesado durante un tiempo e, incluso, parece serque expuso el proyecto ante la Unión Europea. LaFundación Cultural del Colegio de Arquitectos y elColegio de Aparejadores ofrecieron su ayuda parala rehabilitación del edificio y los más prestigiososhispanistas italianos, reunidos en el Congreso In-ternacional sobre Vicente Aleixandre en Bérgamo(Italia), también apoyaron públicamente la defensade Velintonia... Sin embargo, las promesas y lasbuenas intenciones se fueron olvidando, el clamorse convirtió en un susurro y, junto con él, el pro-pio nombre de Aleixandre volvió a ser silenciadohasta el punto de que, en 2004, apenas se recordóel vigésimo aniversario de su fallecimiento.

En vista del persistente desinterés de las insti-tuciones, la Asociación de Amigos de Vicente

Aleixandre organizó una concentración frente a lahistórica casa el 28 de marzo de 2005, a la que acu-dieron reconocidos personajes de la cultura. Duran-te unas semanas esta acción reivindicativa fue re-cogida por diversos medios de comunicación yatrajo de nuevo la atención del Ayuntamiento deMadrid, la Comunidad de Madrid y el Ministeriode Cultura que, presionados por la opinión públi-ca, constituyeron una comisión destinada, en teo-ría, a negociar una posible adquisición del inmue-ble. Trinidad Jiménez, por entonces portavoz delgrupo socialista en el Ayuntamiento de Madrid, yRosa León, responsable de asuntos culturales, pre-sentaron una proposición en el pleno del Ayunta-miento del 30 de marzo de 2005 para que el muni-cipio, junto a la Comunidad de Madrid (CAM), se

Vicente Aleixandre

La casa del poeta

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hiciera cargo de la adquisición patrimonial de la vi-vienda. Se reunió a todos los herederos que, en eltranscurso de esos años, habían conseguido dejar-la libre de cargas, se iniciaron los trámites perti-nentes y hubo algunas declaraciones exculpatorias,como la que hizo Carmen Calvo en el Congreso,en la que afirmaba que el precio reclamado era«desorbitado e injustificable para los recursos pú-blicos», por lo que se les ofreció una cantidad quese encontraba muy por debajo del precio de merca-do que reclamaban legítimamente. No hubo nadamás que hablar, todo se limitó a un par de reunio-nes informales «para cubrir el expediente» y algu-nas columnas en los periódicos.

A día de hoy, las llamadas «negociaciones» conlas tres entidades públicas están rotas. La razónalegada, procedente del Ministerio de Cultura ysecundada rápidamente por las otras dos adminis-traciones implicadas, fue la concentración quetuvo lugar frente a dicha institución el 23 de mayode 2007, unos días antes de las elecciones autonó-micas, acto que «colmó el vaso de su paciencia»por «electoralista». La realidad es que las personasnombradas para constituir la comisión, AntonioHidalgo, subsecretario de Cultura; Rogelio Blanco,director general del Libro; Álvaro Ballarín, directorgeneral de Archivos, Museos y Bibliotecas de laCAM; Santiago Fisas, consejero de Cultura y De-portes de la CAM; Alicia Moreno, concejal de lasArtes del Ayuntamiento y Juan José Echeverría,director general de Patrimonio Histórico de laCAM, nunca se implicaron realmente en la salva-ción de Velintonia.

A las concentraciones frente al chalé que tuvie-ron lugar el 30 de septiembre de 2006 y el 5 demayo de 2007 bajo el lema «Salvemos la casa de lapoesía», le han sucedido otras, bien de nuevo fren-te al Ministerio de Cultura (las siguientes tuvieronlugar el 4 de octubre de 2007 y el 6 de marzo de

2008), bien frente al Ayuntamiento de Madrid (el13 de junio y el 18 de octubre de 2007), ante la Pre-sidencia de la Comunidad de Madrid (el 29 de ju-nio y el 22 de noviembre de 2007) o incluso fren-te a la Residencia de Estudiantes (el 11 de julio de2007). Además de estas movilizaciones, desde laAsociación se han enviado cartas informativas avarios premios Nobel y a diversas instancias: laFundación Nobel, todos los grupos parlamentariosespañoles, la UNESCO, la Oficina del ParlamentoEuropeo en España, entre otras.

El 12 de julio de 2007 se dio lectura en el Ate-neo de Madrid al manifiesto firmado por su presi-dente, José Luis Abellán, que, bajo el título «Con-tra la destrucción del patrimonio histórico-cultu-ral», refrendaron numerosos escritores e intelectua-les y que fue la plataforma para que diversas orga-

La soledad de Velintonia

Puerta principal de Velintonia 3

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nizaciones que desde hace tiempo intentan salvar orecuperar parte del patrimonio histórico-cultural denuestro país se unieran bajo ese mismo lema.

Algunas de las razones esgrimidas por determi-nados políticos o por algún intelectual poco ecuá-nime para intentar restarle valor a tan históricolugar son, por ejemplo, que «el gasto es despropor-cionado para los logros», o que en la casa «no haynada de Aleixandre, ni muebles, ni archivos, nidocumentos, ni primeras ediciones».

Al parecer, el dinero público se emplea paraotros fines, como el despacho del señor alcalde, LaNoche en Blanco, las obras interminables del futu-ro Teatro Canal (al tiempo que se pretende elimi-nar el mítico Teatro Albéniz), la restauración delTeatro Cervantes en Buenos Aires, la Biblioteca deSarajevo... Todo es más importante que la casa deAleixandre, sobre quien, además, se cierne un tes-tarudo desdén institucional totalmente incompren-sible. En 2007 se cumplió el trigésimo aniversario

de la concesión del Premio Nobel al poeta y los ac-tos institucionales, homenajes o publicaciones enrecuerdo de tan señalado acontecimiento, una vezmás, brillaron por su ausencia.

Hace unos meses aparecía en los periódicos lanoticia de que la casa en Londres donde ArthurRimbaud y Paul Verlaine vivieron su tormentosarelación sentimental y donde crearon una pequeñaparte de su obra, había sido adquirida por un ricoadmirador de Rimbaud con el propósito de rescatar-la de la especulación inmobiliaria y transformarlaen un centro cultural, lugar de encuentro, inter-cambio y estudio de las nuevas generaciones. Alcomprador, Michael Corby, lo ayudaron en su em-peño algunas figuras destacadas de la literatura y elespectáculo, como el escritor Julian Barnes, la can-tante Patti Smith, los actores Stephen Fry y SimonCallow y la organización Poets in the City. Comoescribió en 2006 el poeta y premio Nobel irlandésSeamus Heaney, en una carta dirigida a la Asocia-

Vicente Aleixandre

Velintonia 3 con el cartel de «Se vende»

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ción de Amigos de Vicente Aleixandre en la queapoyaba nuestra causa, «Las casas en las que losescritores han vivido y trabajado son puntos de re-ferencia en la actividad cultural de un país» y, almargen de cualquier moda o interés institucional,la necesidad histórica de salvar tan emblemáticoedificio es un hecho incuestionable. Así lo recla-mó también Pere Gimferrer en su discurso de in-greso en la Real Academia Española, pronunciadoen 1985:

[...] para bien de todos, espero y deseo que la casa deVicente se mantenga siempre, como en vida del poe-ta y como ahora mismo, a título de perpetuado mo-numento incólume a un gran escritor y a su genera-ción, del mismo modo que el carmen granadino deManuel de Falla, para instrucción, ejemplo y goce delas generaciones futuras. Hago, por si algún día llega-se a ser necesario, público llamamiento desde aquí ental sentido a todos los amigos de Vicente y de la li-teratura y a las instancias públicas y privadas perti-nentes para que así sea: es una responsabilidad quehemos contraído, es algo que a nosotros mismos nosdebemos.

Según el artículo 1 de la Carta de Venecia apro-bada durante el Segundo Congreso Internacional deArquitectos y Técnicos de Monumentos, reunidosen Venecia del 25 al 31 de mayo de 1964:

La noción de monumento histórico comprendetanto la creación arquitectónica como aislada, comoel ambiente urbano o paisajístico que constituya eltestimonio de una civilización particular, de una evo-lución significativa o de un acontecimiento histórico.Esta noción se aplica no sólo a las grandes obras, sinotambién a las obras modestas que con el tiempo ha-yan adquirido un significado cultural.

Muchos de los intelectuales, escritores, poetas,pintores o pensadores de nuestros tiempos han en-tendido el significado de estas palabras (FranciscoBrines, Ian Gibson, Javier Marías, Ricardo Zamora-no, Juan de Loxa, Julio Maruri, Antonio Colinas,

entre otros), pero parece ser que nuestros sucesivosgobernantes no llegan a comprender su alcance.

Mientras tanto, Velintonia languidece cubiertade olvido y soledad, con el cartel de «Se vende»colgado de sus muros, ajena a las especulaciones,las ideologías y los intereses políticos o económi-cos. Si muchos de los que la ignoran conocieranrealmente su historia, se acercaran a visitarla, atra-vesaran su umbral, pasearan por las habitacionesvacías, escucharan su respiración y los ecos delpasado o contemplaran el cedro del Líbano desde laventana del dormitorio del poeta, tal vez, desde lacercanía, sería más difícil que siguieran alimentan-do la continuada negación de lo evidente: la obli-gación ineludible, la urgencia y el deber de salvarel refugio de uno de nuestros premios Nobel, unode los mejores poetas de nuestros tiempos (si no elmejor).

El 15 de diciembre de 2007, las puertas de Ve-lintonia volvieron a abrirse a la poesía y a los ami-gos de Aleixandre en un homenaje organizado porel Ateneo de Madrid, la Fundación Miguel Hernán-dez y la Asociación de Amigos de Vicente Aleixan-dre para conmemorar el trigésimo aniversario de laconcesión del Premio Nobel. Entre las paredes va-cías y descoloridas de sus estancias se escuchó lavoz firme y serena de Vicente, se leyeron algunosde sus poemas y se llenó de voces, de música y deamistad lo que en un tiempo fuera el salón. Duran-te unas horas, la casa del poeta volvió a vivir, e in-cluso volvió a rememorar la «tremenda risa morenade Federico», la «voz gruesa» de Neruda,la «cara atezada y sobria» de Miguel Hernández,la «palabra vehemente» de Dámaso o «la figurafina, silenciosa» de José Luis Cano. Allí estabantodos, vivos aún en el recuerdo y en la historia, in-tentando, por unos breves momentos, colmar depresencias la tremenda soledad del número 3 de Ve-lintonia. �

La soledad de Velintonia