PDF (El triple)

12
EL TIPLE Bien entrada ya la noche del 22 de diciembre de 1840, habíamos llegado a Chitaraque, villa de la anti· gua Provincia del Socorro, no muy distante de la bella y pintoresca San Gil. El ejército había hecho una mar· cha forzada, pues que iba dando alcance al enemigo que hula, casi picándole la retaguardia. Algunos sol- dados francos se hablan dispersado por la población en busca de alimento y bebida, y habían encontrado en cierta tienda un tiple rezagado que, a fuerza de in- dustria, lograron arreglar,. de manera que podla acom- pañar pasablemente, por vía de descanso de la fatiga, los alegres-o más bien tristes- cantares de estos afi- cionados, de que no faltan en un cuerpo de tropas tres o cuatro, por lo menos. Algunos individuos de la Compañía de Cachacos de Bogotá estábamos tirados sobre el empedrado de una cal1e, más muertos que vivos, por la cruda fatiga de aquel dia y la falta de alimento, y precisamente al fren- te de nosotros se instaló el filarmónico grupo en que cantaban, bien a dúo, bien alternando, dos voces va- roniles. Más o menos roncas esas voces, pero afinadas, de- jaban percibir bien la letra que cantaban, verdadera poesla nacional, inimitable por su. sencillez y aun por su lenguaje incorrecto: . •Si al volver de la guerra Me has olvidado, Haré cuenta, mi chata, Que me mataron •.. -Adiós porque ya me voy, Despedirme de vos quiero; Pero tengo la esperanza De volver, si no me muero" . •.Debajo de unos naranjos Escuché tus juramentos: Como aroma de sus flores Se los llevaron los vientos •..

Transcript of PDF (El triple)

Page 1: PDF (El triple)

EL TIPLE

Bien entrada ya la noche del 22 de diciembre de1840, habíamos llegado a Chitaraque, villa de la anti·gua Provincia del Socorro, no muy distante de la bellay pintoresca San Gil. El ejército había hecho una mar·cha forzada, pues que iba dando alcance al enemigoque hula, casi picándole la retaguardia. Algunos sol-dados francos se hablan dispersado por la poblaciónen busca de alimento y bebida, y habían encontradoen cierta tienda un tiple rezagado que, a fuerza de in-dustria, lograron arreglar,. de manera que podla acom-pañar pasablemente, por vía de descanso de la fatiga,los alegres-o más bien tristes- cantares de estos afi-cionados, de que no faltan en un cuerpo de tropas treso cuatro, por lo menos.

Algunos individuos de la Compañía de Cachacos deBogotá estábamos tirados sobre el empedrado de unacal1e, más muertos que vivos, por la cruda fatiga deaquel dia y la falta de alimento, y precisamente al fren-te de nosotros se instaló el filarmónico grupo en quecantaban, bien a dúo, bien alternando, dos voces va-roniles.

Más o menos roncas esas voces, pero afinadas, de-jaban percibir bien la letra que cantaban, verdaderapoesla nacional, inimitable por su. sencillez y aun porsu lenguaje incorrecto: .

•Si al volver de la guerraMe has olvidado,Haré cuenta, mi chata,Que me mataron •..

-Adiós porque ya me voy,Despedirme de vos quiero;Pero tengo la esperanzaDe volver, si no me muero" .

•.Debajo de unos naranjosEscuché tus juramentos:Como aroma de sus floresSe los llevaron los vientos •..

Page 2: PDF (El triple)

104 JOSE CAICEDO ROJAS

«Esta calle está mojada,Como que hubiera llovido, ••.De lágrimas de un amanteQue anda por aquí perdido ••.

«Debajo de tu ventanaMe cogieron prisionero,y para mayor dolorMe ataron con tu pat'iuelo*.

y por ese estilo iban ensartando, sin más intermisiónque la de un breve ritornello rasgueado -como todo elacompañamiento- varias coplas populares, que tratéluégo de apuntar en mi cartera, a pesar del cansancio,y ayudado de aquellos de mis compañeros que tam-bién las habfan ofdo.

La última que cantaron fue aquella tan conocida:

Mat'iana me voy de aquí,Como todos lo verán;A vuelta de mis espaldasSabe Dios lo que dirán.

y asi lo hicieron, en efecto, dos de ellos, pues ano-checieron y no amanecieron en el pueblo. Esa mismanoche desertaron, y cuando al dia siguiente, al toquede corneta, nos reunimos en la plaza para formar, su-pimos que se les buscaba, nada menOs que para fu-silarlos, de orden del General en Jefe, como desertoresen campaña.

Tal fue el efecto que en esos pobres labriegos pro-dujeron los tristes recuerdos de su tierra, de su rancho,de su familia, y en qJienes los melancólicos sonidosde un tiple despertaban la memoria vivfsima de todolo que amaban en el mundo. Nunca habfan sentido másprofundamente la ausencia forzada de su hogar, yla tentación fue irresistible. «Me levantaré e ¡-réa micas3», dijeron como el Pródigo, y así lo hicieron. Estaexperiencia del mágico poder del tiple es tan constan-te, que por eso sin duda se p¡jva entre nosotros al po-bre soldado que sale a campaña de llevar y acariciarese fiel compañero de sus penas y fatigas.

No volvimos a saber cuál fuese la suerte de estospájaros escapados de la jaula del cuartel, que tan biencantaban, ni si al fin les dieron caza, porque ese mismo

Page 3: PDF (El triple)

APUNTES DE RANCHERIA ios

día seguimos nuestra marcha para darla a otros pája-ros. Al cabo de algunos dlas se dio a nuestra compa-ñia orden de contramarcha, y regresamos al Socorro,donde permanecimos tres días esperando nuevas órde-nes, y no sin grave riesgo de caer en una celada.

Aquella ciudad es alegre y animada, y hablamos lle-gado alll en dia de mercado, en que, como es costum-bre general, permanecen en la población hasta el diasiguiente muchos de los que a él vienen, y destinan lanoche a divertirse co~ bailesicos y cantatas. Precisa-mente al pie de las ventanas de la casa en que estába-mos alojados la mayor parte -por cierto de las princi.pales, y perteneciente aUlla estimabillsima familia, aquien debimos toda clase de atenciones y la más cultahospitalidad- se había instalado desde las primerashoras un grupo de cantores de ambos sexos, los cua-les, acompañándose con dos acordes tiples, de vqcesa cual más claras y vibrantes, nos tuvieron encantadoshasta medianoche.

Si lag muchachas -porque sin duda lo cran-- quecantaban alegres coplas populares, hubiesen cultivadoel arte, y, llegando a una .mejor posición social, se hu-biesen contratado para un teatro, es posible que hubie-sen sido famosos sopranos y contraltos: tal era labelleza y suavidad de sus voces argentinas, lo ex-tenso de su diapasón y la facilidad cor. que lasmanejaban. Las coplas que cantaron fueron tántasque habrfa sido imposible retenerlas todas en la memo-ria, e impresas, habrían llenado tres columnas, por lomenos, de un p ~riódico. Lo singular era que casi siem-pre la copla que cantaba el hombre tenfa relación conla que cantaba la mujer, o era una especie de contesta-ción a ella.

Tomé nota de algunas, por ejemplo:

Mi mama me aconsejóQue no fuera enamorado:Por eso cuando te encuentroTe miro de medio lado.

¡Qué alta que va la lunay un lucero la acompaña!¡Qué triste se pone un hombreCuando una mujer lo engañal

Page 4: PDF (El triple)

106 JOSE CAICEDO ROJAS

Mi mujer y mi mulitaSe me murieron a un tiempo:¡Qué mujer ni qué demonioslMi mulita es lo que siento.

Cogi la pluma en la manoy el tintero en la rodilla,Pero fue escrita mi cartaCon más lágrimas que tinta.

¡Qué bonito pañuelito!Mi vida, ¿quién te lo dio?-En la plaza del SocorroUn buen mozo lo compró.

Mi chatica se murióAllá abajo en la quebrada;Yo no la vide morir,Pero vide la chulada.

No necesito de lefiaPara encender mi fogón:¡Qué más fuego he menesterQue el que arde en mi corazón!

Una noche en un fandangoYo vide unos ojos negros;Si la fortuna me ayuda,No me he de quedar sin ellos.

Mi chatica es muy bonita;Sólo un defecto le hallé:No tener los ojos negros,Pero yo se los pondré.

Mi vida, si me muriere,Echame mi churumbela,Por si acaso en la otra vidaMe aprieta el dolor de muela.

No son estas, por cierto, de las más sentimentales yconceptuosas, como otras muchas que dicen .casi im-provisadas, y en las cuales se revela UI1 verdaderonumen poético; pero las que hemos apuntado bastanpara nuestro propósito.

En estas inspiraciones f.ugitivas, hijas de la natura_leza y no del arte, y de dificil imitación para las personas civilizadas, y aun para los que se llaman poetas:

Page 5: PDF (El triple)

APUNTES DE RANCHERIA 107

~s donde debemos buscar nuestra verdadera poesíanacional y el genio de nuestro pueblo. La sencillez, elcandor, y a veces el fuego espontáneo de la inspira-ción, valen más que las formas y las reglas y constitu-yen el carácter de la verdadera poesía.

Al día siguiente me dijo uno de mis camaradas, cuan·do recordábamos el agradable concierto nocturno: cAquitienes un buen tema para un artículo de costumbres delos que escribes». En efecto, me pareció buena la idea;pero ¿qué podla yo escribir en un cuartel con honores decasa particular, o, más bien, en una casa con deshono-res de cuartel, cdonde toda incomodidad tiene su asien·to y donde todo triste ruido hace su habitación?» Sinembargo, comencé a ponerlo por obra, y mientras eldueño de casa estaba en su almacén, ocupé las piezasque él habitaba, donde tenia Su escritorio y buena Ií-breria, y con una confianza enteramente militar, mepuse a escribir este artículo titulado El Tiple, a que nopude dar fin sino a mi regreso a Bogotá. Decia asípoco más o menos:

cCuál fuese la música primitiva es cosa difícil de ave-riguar. En lo que no cabe duda es en que primero seconoció la vocal que la instrumental, por aquella pro-pensión innata, digámoslo así, del hombre a hacer usode la laringe para producir sonidos inarticulados. Sinduda con tal objeto se le dotó de ese órgano de unasola flauta; y notemos de paso que ésta es una de lasgrandes diferencias entre el hombre y los cuadrúpedos,aunque si tiene de común con las aves lo que se llamacanto, o modulación de la voz. Convengamos en quela música, como la palabra, son un privilegio de la es-pecie humana que la separa de los demás seres anima-dos por un abismo insondable, que en vano se esfuer-zan por llenar los amigos de novedades absurdas y desistemas ridiculos.

cEsas primeros cantos debieron ser algo como los re-citados de nuestras óperas, o como el canto llano, lIa·mado gregoriano, que, como todo el mundo sabe, noestán sujetos a medida ni ritmo determinado.

cPero lo cierto es que la música existe desde la másremota antígüedad. Desde los tiempos fabulosos halla-mos entre los hombres este elemento de vida, y no espreciso citar a Orfeo, ni a Tracio, ni a Tubal, ni a Pancon su flauta, o capador. Todos los pueblos, aun los

Page 6: PDF (El triple)

108 JOS E CAICEDO ROJAS

más bárbaros e incultos, han tenido su canto y sus ins-trumentos peculiares. que han inventado, cada uno se-gún su carácter, muchos de los cuales han quedado sinperfeccionarse. Los israelitas tenlan ya el arpa; losegipcios la flauta; los griegos el cistro; los romanos, lacítara y el heptacorde; los chinos, hindúes, turcos, me-jicanos, etc., tenian sus instrumentos propios; los ga-llegos y escoceses, la gaita; los muiscas, el fotuto; yasilos demás. Muchos de estos instrumentos, tlpicamentenacionales, como el arpa y la guitarra, se han genera-lizado con el tiempo en otros paises.

"Pero para un simple articulo de periódico hemos to-mado el asunto, como suele decirse, desde los huevosde Leda, cosa que no le gustaba al viejo Horacio. Ven-gamos, pues, a nuestra América: aqul, y particularmen·te en la Nueva Granada, tenemos el tiple y la bandola,que son una degeneración de la vihuela española, im-portada en estas regiones por los conquistadores, entrelos cuales no dejarla de haber algunos barberos. con-trabandistas y demás gente del bronce, de aquella queen las calles de Málap;a, Cádiz o Sevilla se solaza consu bandurria, sus castañuelas y panderos.

cEI tiple, decíamos, es una degeneración grosera dela española guitarra, lo mismo que nuestros bailes lo sonde los bailes de la Peninsula. Para nosotros es eviden-te que nuestras danzas populares no son sino urJapa-rodia medio salvaje de aquéllos. Comparemos nuestrobambuco, nuestro torbellino, nuestra caña, con el fan-dango, los boleros, la jota aragone3a y otros, y hallare·mos muchos puntos de semejanza entre ellos: elegantesy poéticos éstos, groseros y prosaicos aquéllos; perohermanos legitimos y descendientes de un común tron-co. ¿Qué es, en efecto, el bolero español sino el bailede una o dos parejas, que al són de una ronca guitarray al compás de un pandero, mueven el cuerpo conelegancia y gracia y ejecutan pasos verdaderamenteairosos y pintorescos? Y ¿qué les falta a nuestro bam-buco o torbellino -que bien merece éste tal nombre-para imitar grotescamente aquel baile?

cUna o dos parejas salen a bailar en medio de un co-rro de candidatos terpsicorianos: un alegre tiple suplela guitarra; un pandero suele acompañarle; el canto afi-nado y acompasado de los mismos músicos tiene todoslos caracteres de las alegres seguidillas y de las pican-

Page 7: PDF (El triple)

APUNTES DE RANCHERIA 109

tes malagueñas; yen fin, para que nada falte a la se-mejanza de esta caricatura, el alfandoque o chuchas consu ruido áspero y seco, hacen las veces de las casta-ñuelas, que en vano intentarían manejar nuestras ninfascampestres, para las cuales el arte de la crotalcgia esenteramente desconocido. Ni podrian ellas atender alredoble y repiqueteo de las castañuelas, siéndoles for-zoso emplear ambas manos en arremangar las largas ena·guas, inconveniente que no tiene el corto zagalejo delas manolas y bailarinas de teatro. Hasta el zapateadoque hacen con las quimbas nuestros calentanos, tieneno sé qué olorcillo a jota aragonesa, o al zapateado es-pañol. La diferencia, pues, que hay entre unos y otrosbailes está en el modo y no en la cosa.

Los majos del bolero visten rica y elegantemente: elraso, la seda, el oro y la plata campean profusamenteen 8 us lindos vestidos: sus movimientos son suaves yvoluptuosos, y no respiran sino amor y deleite. Nues-tras parejas rústicas, vestidas toscamente, dejan a unlado la mochila, la coyabra y los plátanos, y, aneman-gándose la ruana al hombro, emprenden al compás dela música sus estúpidas vueltas y extravagantes con-torsiones, con las cuales más parece que van a darse demojicones que a bailar. En nada se parece una camisetaa la chaquEtilla de terciopelo con alamares de platade un majo; en nada se semeja una camisa calentana,de tira bordada, al jubón ajustado que ciñe el talle flexi-ble y esbelto de una manola; en nada unas enaguas defula, al picaresco zagalejo que, bajando tres pulgadasde la liga, deja ver una fina media de seda.

Volvamos al tema que hemos enunciado. Nuestro ti-ple es una degeneración informe de la vihuela: un ves-tigio de las antiguas costumbres peninsulares mal acli-matadas en nuestro suelo. vestidas casi siempre con eltraje indlgena, y caracterizadas con el sello agreste denuestra América; vestigios que están connaturalizadoscon la índole y genio de nuestros pueblos.

El tiple es un instrumento pequeño y sencillo; tan pe-queño como dulce y agradable al oldo. En vano inten-taríamos definirlas sensaciones que eXDerimenta el habi-tante del interior de la República al oír el rasgueado deuna mano diestra en las cuatro cuerdas de un acordadotiple. Placer intenso, alegría, recuerdüs indescifrables

Ranchería-6

Page 8: PDF (El triple)

110 JOSE CAl CEDO ROJAS

de épocas pasadas y de lugares lejanos, melancolía,ternura, propensi6n al baile y al bullicio: todo esto, perono se sabe a punto fijo qué despierta el alegre són deun tiple. En la ciudad recuerda el campo y sus place-res: en el cam,Jo recuerda la algazara de las poblacio-nes. Oldo de lejos en una noche despejada y tranqui-la, cuando el viento duerme, o sólo nos trae sus gratGssonidos una aura tlmida, nos da la idea perf~cta de lagrandeza de la soledad, nos transporta, como el cantode la rana, a regiones extrañas y solitarias, nos hacesaborear algo tan apacible y tan dulce como un amorpuro. Cuando se halla uno en fiestas en algún pueb:o detierra caliente, y al acercarse ya la aurora se retira a'descansar, si alcanza a oir a lo lejos el canto triste yexpresivo de UJ bambuco femenil acompañado de unpar de tiples, cree uno percibir en medio del silencio yde la calma de la naturaleza algo que no es de estemundo. ¡Extraño poder el del tiplel ¡Oculta magia la deese canto apacible, aunque monótono!

El tiple, hecho toscamente de madera de pino, sinpulimento ni barniz, no excede en su mayor longitud decincuenta centímetros. El mástil o cuello ocupa, por loregular,.má3 de la mitad de esa extensión, yen él sehallan incrustados los trastes de metal o hueso, cuyonúmero varia mucho; pero, no siendo de uso sino losdos O tres más cercanos a la cejuela, en los demás po·ca se curan los fabricantes de colocarl(,s a distanciasconvenientes y según las reglas de la guitarra. Por loregular llevan cuatro cuerdas de las que se fabrican enel pals; algunos suelen tener encordado doble, pero esmás común el sencillo. Estas cuatro cuerdas, tan altasO agudas como lo permite la extmsión del instrumen·to, están templadas como las cuatro primeras de la gui-tarra: mi, si, sol, re; pero, siendo demasiado débil estaúltima, por lo delgado de la cuerda, para que puedadistinguirse con claridad su sonido, se requinta ordina-riamente, agregándole otra cuerda unisona con ella yen octava aguda. Suele templarse de alguna otra mane·ra, pero esta es la más común y usada (1).

(1) Desde la época en que se escribió este artículo el ti-ple y la bandola han sufrido modificaciones: hoy se fabricancon grande esmero y perfección artística, y los que se usanentre cierta clase de la sociedad son.finos y elegantes. Manos

Page 9: PDF (El triple)

APUNTES DE RANCHERIA 111

El torbellino, más comúnmente conocido en las pro-vincias del interior de la Nueva Granada, tanto en lospaises fríos como en los cálidos, es un aire en tres mo-vimientos rápidos, de suerte que es tanto o más allegroque los valses alemanes. Cada uno de los tres tiemposconsta de dos notas de igual valor, y cada una de ellases un acorde completo ya en la tónica, ya en la cuarta.Los tonos más comunes del torbellino, que siempre esen el modo mayor, son do, re, sol. la. El juego de la ma·no derecha consiste en rasguear alternativamente concuatro dedos para abajo, y con el pulgar para arriba.

Pero hasta aqul sólo hemos hablado del torbellinocomún, que no es otra cosa que un verdadero acom-pañamiento del alegre canto de este nombre. Igualc osa sucede con el bambuco que se ra~guea en el tiple,el cual, con el mismo aire y la misma construcción ycompás, se toca siempre por te no menor, siendo losmás comunes mi, re y la. En el canto, que es muchomás melodioso, tiene regularmente una parte en ma-yor, siempre en el relativo, la cual, contrastando con laparte menor, lo hace más triste y melancólico. La im-presión que causa en el ánimo la mÚ3ica del bambucoestá ya perfectamente definida: es una alegría triste;o también pudiera decirse, una tristeza alegre, y lacuestión sería de colocación de las palabras. El torbe-llino, por el contrario, es todo alegría, todo animación,todo vida: es una especie de tarantela que incita a bai-lar y cantar con un poder mágico, irresistible. Si entiempo de Homero hubieran existido el tiple y el tor-bellino, el poeta griego sin duda habría representadoa sus dioses en bullicioso corro, riendo y cantando enrededor de dos tiples bien rasgueados.

Es muy común que se junten una bandola y un tiple:la primera puntea, o lleva el canto obligado, mientrasque el tipl~ la acompaña de la manera que hemos di·cho. Si a esto se agregan dos buenas voces de hom-

aristocráticas no se desdeflan de puntear un tiple o bandola,instrumentos que han pasado a ser melodiosos, de maneraque se ejecutan en ellos, no sólo valses, polkas y otras pie-zas fugaces, sino aun oberturas enteras, acompafladas poruna guitarra para la armonla. No ha faltado colombj¡:no queen paises extranjeros se haya hecho admirar por esta habi·Iidad.

Page 10: PDF (El triple)

112 JOSE CAICEDO ROJAS

bre y mujer bien entonadas, queda completo el rústi·ca concierto. La bandola es un tiple algo más ilustrado:la diferencia consiste en que aquélla suele tener el bu-que o parte posterior de la caja formada de la conchaoe un armadillo o tortuga, y en qu~ las cuerdas, en vezde tocarse con los dedos, se puntean con un pedacillode cañón de pluma, de cuerno u otra sustancia seme-jante, a manera de uña larga.

Los tiples más acreditados eran los que se fabrica-ban en Chiquinquirá y en Guaduas, de donde solfansacarlos por cargas, como las papas, para expender·los en los pueblos principales. Se haelan algunos conmás esmero y lujo que los comunes, de madera de graonadilla, con embutidos y otros adornos. Aún se venen algunas casas antiguas de Bogotá tiples de estosque llamaremos aristocráticos, y que en tiempos másfelices han sido punteados por blancas y delicadasmanos.

Para ciertos hombres del campo que llevan una vidaerrante de pueblo en pueblo, el tiple es un compañeroinseparable; en los caminos, en las poblaciones y aunen las calles mismas de la capital, se les encuentradepartiendo alegremente, con la mochila a la espalday el tiple por delante. Estos rústicos dilettanti primerose proveen de cuerdas que de ninguna otra cosa. Enlas ventas y posadas se buscan y se juntan para tem-plar acordes sus tiples, y, dando la vuelta a la totumacolorada de Timaná, entonan con sus voces broncasaquello de

Hay ojos que dan enojos,Hay ojos que congracean,Hay ojos que con mirarConsiguen lo que desean.

Es digna de verse una caravana compuesta de ochoo diez personas de ambos sexos, que van o vienen delos mercados, o se dirigen a Chiquinquitá a [cum-plir una promesa, o bien se encaminan a fiestasa algún pueblo. Unos llevan ambas manos apoya·das en un palo que se atraviesa por delante del pe-cho, asegurado a las cuerdas de la maleta!que va a laespalda; otros arrean dos o tres bestias de ruin:estampa,ensilladas con los antiguos sillones forrados en pañocolor de grana, y pertenecen a las patroncitas de más

Page 11: PDF (El triple)

APUNTES DE RANCHERIA 113

respetabilidad entre ellos, las cuales prefieren por lopronto ir a pie, tomando parte en la algazara general.Ellas y las otras compañeras llevan por lo regular laruana fina del marido o del hermano puesta sobre lamantilla. Quién lleva dos sombreros, montado uno so-bre otro, quién cubre la copa del suyo con la totumaque ha de servir para muchos usos en la peregrinación,cuál tiene un par de alpargatas colgado del cinto. En elcentro de la caravana campean dos o más alegres mú-sicos que con cara risueña van rasgueando o cantandoa voz en cuello, y que parecen decir a los que pasan,¿quién más feliz que nosotros?

En todos los pueblos de alguna consideración, yparticularmente en los de tierra caliente, es muy co-mún hallar 103domingos por la noche grupos de per·sanas de ambos sexos, que, sostenidos por el guarapoy alentados por los humos del anisado, se disputan lapalma, como los pa!;tores de Virgilio y de Teócrito,apostando a cuál dice más coplas; aunque no se adju-diquen como premio al vencedor en el certamen un ca-yado o una copa de encina tallada. Estos alegres co-rros se forman por lo regular en cierta calle que hayen casi todos los pueblos, a la cual por un instinto po-pular se llama en todas partes la calle caliente: nom-bre significativo que dice más de lo que nosotros pu-diéramos explicar.

La única monotonía agradable que conocemos es lade estos cantos; y tanto, que al oyente o espectador,como sea un poco aficionado a la música, se le pasanlas horas insensiblemente, y también las noches, de-leitado con los encantos del tiple y de las voces ar-gentinas de nuestras cafentanitas. Muchas veces el díasorprenáe a estos cantores infatigables, que a la luz dela aurora se dispersan y retiran a sus estancias o ca-sas, después de haberse dicho y contestado innumera-bles coplas, acordes en su sentido y feliclsimas en susconceptos. Varias de ellas son improvi3adas, que noes raro hallar entre estos músicos destellos de un ge-nio verdaderamente poético. Asi es como, sin saberloapreciar, hollamos realizado entre nosotros aquellode los improvisadores napolitanos.

Los habitantes de los llanos de San Marlin y Casa-nare son admirables en el género jocoso, y por rarezase encuentra nada sentimental en sus coplas y gafe-

Page 12: PDF (El triple)

114 JOSE CAICEDO ROJAS

rones, que siempre afectan la forma del romance octo·sílabo, como se ve por el siguiente fragmento:

Por los yanos de SetentaOnde se colea ganao,Me dieron para mi siyaUn cabayito melao.Me echaron un toro josco,Los cachos aborcelaos;Le di tan fuerte jalónQue lo dejé mancornao.Vino el mayoldomo y dijo:No me martrate er ganao.Yo le dije: Cabayero,Sea usté mejor hablao,Que me yaman tantas muelas,Aunque no las he mostrao,Pues si las yego a mostral,~e ha de vel el sol clisao,La luna teflía en sangre,Los elementos trocaos;Que jumo tabaco en bombay escupo de medio lao.

Un habitante de los Llanos puede estar una nocheentera cantando o recitando en monótono 5ón, acom-pañado o nó con el tiple, esas jácaras que ellos llamangalerones, sin fatigarse, y sin que se le agote el caudalde desatinos que ensarta en su lenguaje, mitad llanero,mitad andaluz; pero el tiple es siempre el fondo y parteesencial de nuestros cantos populares.