PARTIDOS VERDES

Su interés se enfoca en la protección ambiental, la estabilidad ecológica y la

calidad de vida. Consideran que la modernización de las sociedades industriales

autodestruye la tierra y la vida humana a consecuencia del crecimiento económico

ilimitado y por los efectos perjudiciales de la tecnología. Aparecieron en los

años 60s y 70s como parte de los denominados nuevos movimientos sociales,

principalmente en Italia e Irlanda.

Los partidos verdes alemanes "Die Grunen" han sido los más influyentes y

exitosos, en parte porque se aliaron a otras organizaciones populares tanto de

su país como del exterior. Empezaron a participar en elecciones locales y en

1980 se integraron como partido. En 1983 captaron arriba del 5% en las

elecciones de la "Bundestag" ganando 27 asientos. Su mejor momento fue en 1987

cuando obtuvieron el 8.2 % de los votos ganando 46 asientos. Petra Kelly fue su

líder más distinguida.

Los partidos verdes consiguieron más legitimidad en Europa a fines de los

ochenta a consecuencia del accidente nuclear en Chernobyl en 1986. Así, en Gran

Bretaña el Partido de la Ecología alcanzo casi el 15% de los votos. Sin embargo,

en los noventa los partidos verdes entraron en crisis perdiendo representación

en los parlamentos, en Alemania en 1990 y en Suecia en 1991. El problema de los

partidos verdes fue que se integraron con grupos de muy amplia variedad de

perspectivas ideológicas lo que ocasionó profundas divisiones en su interior.

La mayoría de la gente que votaba por los verdes eran simples simpatizantes

medioambientalistas cuyo mayor interés era que el gobierno dictara políticas

para la conservación de la naturaleza. Sin embargo, había partidarios más

activos y radicales que tenían en mente cambiar las bases de la sociedad. En

este radicalismo se combinaban posturas neomarxistas, feministas y

anti-industrialistas reaccionarios. Esto hizo que los "Die Grunen" se dividieran

en realistas ("realos") y fundamentalistas ("fundis"). Mientras que los primeros

buscaban influir sobre la política ambiental, los segundos querían ir más allá

modificando las pautas generales de organización de la sociedad. Aunque lograron

su propósito de mantener al movimiento verde como una fuerza social cultural

radical, perdieron su papel como partido político influyente.

Hay partidos verdes de izquierda y conservadores. Los primeros ligan la ecología

con cambios fundamentales de política. Para ellos la política debe basarse en

principios ecológicos, lo que significaría redefinir la relación entre la gente

y su ambiente de vida; respecto a la sociedad, los principios ecológicos

implican igualdad de oportunidades para el hombre y la mujer, para los

inmigrantes y para los minusválidos. En lo económico, el socialismo ecológico

exige a las empresas utilizar tecnologías de seguridad y cumplir las normas de

contaminación impuestas por el Estado. En lo político, aboga por la democracia

popular en la toma de decisiones.

Por su parte, los conservadores sólo se centran en una cuestión: la crisis

ecológica. Promueven un ajuste entre un modo de vida y un uso de la tecnología

que restaure la estabilidad entre la gente, la actividad económica y la

naturaleza. Han adoptado estructuras jerárquicas convencionales y no les

interesan las instituciones democráticas.

El sector que predomina es el de la izquierda y se cobijan bajo la corriente de

la Nueva Política. Esta última promueve un cambio de valores en las sociedades

industrialmente avanzadas. Su argumento es que a partir de 1960, las necesidades

materiales declinaron como la fuerza dominante en la vida de las personas, por

lo que los asuntos no materiales toman más importancia. Esto ha dado forma a un

nuevo movimiento de protesta conocido como postmaterialismo: la protección

medioambiental, interés por eliminar las armas nucleares, la autorrealización y

la igualdad emergen como asuntos prioritarios entre los jóvenes.

La base social del gran voto verde se compone de personas de clase media de la

ciudad bien educados y formados o empleados en la enseñanza, cuya conciencia

crítica difiere de la del ciudadano promedio. En Alemania por ejemplo, los que

votan por los "Die Grunen" tienden a ser académicos, intelectuales y críticos

del sistema capitalista.

Han ganado representación parlamentaria únicamente en sistemas políticos con

representación proporcional, como en Suecia, Bélgica, Finlandia, Luxemburgo,

Austria y Suiza. En Alemania los verdes han sido miembros de la coalición de

gobierno con el Partido Alemán socialdemócrata en las regiones de Hesse y

Berlín. En el Parlamento europeo los miembros elegidos de los verdes proceden de

Dinamarca, Italia Bélgica, España, Francia y Alemania.

VERDES POR UNA IZQUIERDA VERDE

Gentes diversas del ecologismo político defendemos la creación de un

espacio de izquierda verde con capacidad de ser el referente de la

izquierda alternativa que exige el escenario político español de

principios del s. XXI. Lo hacemos desde la convicción de que el electorado

que aspiramos a representar valora la capacidad de sumar por encima de

cualquier pureza. Lo hacemos, sin embargo, desde la fidelidad más firme a

los principios del ecologismo político. Lo hacemos, sobre todo, con la

voluntad de que ese espacio de izquierda verde sea el mejor marco para un

crecimiento efectivo en nuestro país de la presencia y la influencia de

los planteamientos políticos verdes.

La crisis de la izquierda alternativa

Los resultados de las últimas convocatorias electorales (elecciones

generales y elecciones europeas) parecen descorazonadoras para los que

estamos empeñados en la construcción de especios de izquierda alternativa.

Muchas lecturas han subrayado el declive de Izquierda Unida. A este dato

innegable hay que añadir otro no menos obvio: las opciones verdes “puras”

siguen sin prosperar, los resultados de las candidaturas verdes en

solitario son peores que nunca. En las últimas elecciones europeas, una

única lista “verde pura” obtuvo aproximadamente los mismos resultados que

cualquiera de las tres o cuatro que concurrían en elecciones anteriores.

Resultaría engañoso alegar aquí los cargos públicos obtenidos gracias a

las alianzas entre la Confederación de Los Verdes y el PSOE: se han

conseguido escaños, pero ni ha existido visibilidad política ni existen

perspectivas de que, a partir de esta alianza, se pueda construir un

espacio político verde de interés. A la sombra del PSOE no es posible

crecer hacia propuestas atractivas de izquierda alternativa.

El panorama de conjunto es, por tanto, el que ofrecen una Izquierda Unida

que decrece, unos “verdes puros” marginales y unos verdes tapados por el

PSOE. Un escenario, por tanto, de crisis y de incerteza para el conjunto

de la izquierda alternativa.

Hay que señalar que, en este contexto, Iniciativa per Catalunya Verds

representa, con sus buenos resultados electorales y su buena implantación

y proyección de futuro, una referencia positiva. Algo habrá que aprender

de su experiencias, teniendo en cuenta que ICV es, ahora mismo, un partido

con un mensaje, una práctica política, una imagen y una base electoral

homologables a lo que en Europa son los partidos verdes.

El espacio de la izquierda alternativa, a pesar de este desconcierto,

existe. La tendencia creciente al bipartidismo no significa que no exista

una parte importante de la sociedad española que se identifica con los

valores más progresistas y que perciben al PSOE como tímido o poco

decidido a plantear alternatives verdaderamente transformadoras. Una parte

importante de la sociedad sabe que un sistema puramente bipartidista no es

sólo un sistema político pobre, sino un sistema en que la alternancia

sustituye a las alternativas y en que la competencia electoral se

convierte en una carrera por ganar las posiciones del llamado “centro

sociológico”. El espacio convencionalmente situado “a la izquierda del

PSOE” sigue existiendo, y exigiendo articulaciones políticas creíbles.

Construir la izquierda verde

Somos muchos los que creemos que la izquierda verde, entendida como el

ámbito de confluencia entre la izquierda renovada y el ecologismo

político, es la mejor opción para llenar ese espacio de izquierda

alternativa con propuestas que respondan a las inquietudes y los retos del

presente. Lo creemos, en primer lugar, por una pura cuestión de geometría

de espacios políticos y electorales. El mapa político de las sociedades

occidentales de principios del s. XXI deja un espacio limitado para las

fuerzas con una clara voluntad transformadora. A la izquierda de la

socialdemocracia no hay sitio para propuestas en competencia.

La construcción de la izquierda verde exige la confluencia entre discursos

que en principio surgen de evoluciones diferentes, que responden a

“culturas” diferentes y que tienen acentos diferentes. Las alianzas, sin

embargo, son necesarias para los unos y para los otros. En la escena

política española, la competencia entre “postcomunistas” y verdes puede

perpetuar la situación actual: los primeros no encuentran el camino para

salir del declive mientras los segundos continúan instalados en la ilusión

de una explosión que nunca termina de llegar.

Una propuesta política nueva

La necesidad de esta colaboración va más allá de la pura conveniencia por

cálculos de aritmética electoral. El elemento esencial que debe

caracterizar a la izquierda verde no tiene que venir marcado por la suma

de esfuerzos o de siglas, sino por la confluencia de discursos o de

propuestas políticas. Ser ecosocialistas, en este sentido, no significa

ser “eco” y ser además “socialista”, sino situarse en un espacio nuevo que

es algo más que una suma de componentes.

Para que este espacio sea posible es necesario, por una parte, que la

izquierda tradicional incorpore nuevas inquietudes y nuevos acentos y, por

otra parte, que el ecologismo político sepa verse situado de manera

inequívoca en el campo político de la izquierda. El viejo lema según el

cual los verdes no estamos “a la derecha ni a la izquierda sino adelante”

es una consigna vacía. Puede haber quien entienda la sensibilidad

ambiental como un elemento transversal que tiene que ir penetrando todo el

espectro de los partidos, pero el ecologismo político es otra cosa, y debe

recoger, y reformular, las banderas más venerables de la izquierda:

justicia, derechos humanos, libertades.

Lo que se ha llamado la “justicia ambiental” es un buen ejemplo de esa

confluencia entre el discurso de la izquierda y el discurso ecologista en

un discurso nuevo. Partiendo del reconocimiento de que la Tierra nos

ofrece unos recursos que son finitos, y partiendo del imperativo ético de

un reparto equitativo de este “espacio ambiental” (por hacer uso de una

formulación creada por el ecologismo) disponible, la justicia ambiental

exige un reparto igualitario de recursos entre los miembros de una

comunidad, entre el Norte y el Sur, entre las generaciones actuales y las

venideras y, también, entre la especie humana y el resto de especies con

que compartimos el planeta. A principios del s. XXI, el discurso de la

izquierda tiene que incorporar reflexiones como ésta, y extraer las

conclusiones necesarias en términos de crítica a los modelos actuales de

organización social y de producción. El ecologismo, por su parte, ha de

recoger, a la hora de formular estas críticas, la tradición de izquierdas

de denuncia de las explotaciones.

Responder al electorado

Hay un argumento decisivo en favor del espacio de la izquierda verde,

además de la conveniencia de sumar esfuerzos y de la coherencia del

discurso: la existencia del espacio social. Es decir, la parroquia existe,

la demanda social puede estar ahí, si somos capaces de responder a lo que

se espera de nosotros. Existe un segmento de la sociedad que pide un

compromiso claro con la sostenibilidad, que exige políticas decididas de

solidaridad con el Sur, que no tolera que los intereses privados pasen por

delante de los intereses públicos, que ve los derechos sociales como

derechos fundamentales que el mercado no puede garantizar por sí mismo,

que quiere profundizar en la democracia y en la participación ciudadana,

que se siente pacifista.

Es un conjunto heterogéneo (interclasista, pero también intergeneracional,

con presencia en las ciudades y en el campo), que difiere del electorado

tradicional de que se nutrían los partidos comunistas. Es una parte de la

sociedad que no se identifica con la socialdemocracia, o, para decirlo en

positivo, que podría identificarse más con propuestas de izquierda verde.

Tal vez sea inecesario recordarlo, pero es un electorado para buena parte

del cual Izquierda Unida se ha convertido en un referente antiguo y las

listas verdes existentes hasta hoy no ofrecen garantía de credibilidad. Lo

esencial es que es un espacio social en que esa confluencia entre lo que

es izquierda alternbativa y lo que es discurso político verde ya se ha

producido. Es ante todo este sector de la sociedad el que nos tiene que

hacer sentir la exigencia de la creación el espacio de izquierda verde.

La credibilidad de la izquierda verde demanda una adecuada relación con

los movimientos sociales progresistas. Tanto los partidos verdes como

otros partidos de izquierda han manifestado su vocación de ser la voz, en

la arena política, de movimientos ciudadanos como el pacifismo, el

feminismo o el ecologismo. Hay que ser fieles a esta vocación manteniendo

una estricta renuncia a la instrmentalización, así como un respeto

absoluto hacia el papel protagonista que deben tener unos movimientos que

hoy gozan de más atractivo y credibilidad que los partidos: sólo así

contribuiremos a la impresindible revalorización de la política.

Crear propuestas para la izquierda plural

El espacio de izquierda verde, para ser atractivo, exige también tener la

voluntad de establecer alianzas con el resto de la izquierda. No hay

posibilidad de ser los únicos en la otra orilla. El electorado que puede

dar fuerza a las opciones de izquierda alternativa no desea el gobierno de

la derecha y desea que su voto sea útil para la derrota de la derecha: las

lecciones del 14-M fueron muy claras en esta dirección. Hay que tranmitir

vocación de formar mayorías de izquierda plural, si queremos ganar un

electorado que prefiere alternativas a la derecha antes que

testimonialismo. En el mapa político español, esto quiere decir capacidad

de entendimiento con el PSOE y con los nacionalismos progresistas.

Al mismo tiempo, hay que transmitir la voluntad y la capacidad de ser, en

el seno de estas experiencias de izquierda plural, la fuerza defensora de

las posiciones más avanzadas en el terreno social y en el terreno

ambiental. La vocación de gobierno tiene que ir acompañada de la garantía

de dirigir la acción de gobierno hacia posiciones que no tendría sin la

presencia de la izquierda alternativa. Este difícil punto de equilibrio

tiene que dar la medida de una propuesta política necesaria, capaz de dar

lugar a transformaciones que sin ella no serían posibles.

Verdes en la izquierda verde

La construcción de la izquierda verde impone obligaciones a todos. Esto es

algo que deberían enender tanto los “rojos-rojos” como los “verdes-verdes”

que, de no hacerlo, resultarán un freno para un proceso necesario.

Las obligaciones de la izquierda tradicional son las más evidentes:

cambiar discursos, cambiar estilos, cambiar caras. Hay lenguajes que cada

vez conectan menos con la sociedad. Hay referentes históricos que ya no

sirven, que quitan (en capacidad de atractivo, en credibilidad

democrática) mucho más de lo que aportan. Hay formas de funcionamiento que

deben ser superadas.

Las obligaciones del universo verde no son menos ciertas por ser menos

evidentes. Los verdes debemos abandonar la eterna tentación de la

autocomplacencia, el narcisismo de quien se cree en posesión de una verdad

que no puede compartir con nadie. Los partidos verdes, que siempre han

aplicado a los otros la exigencia de autocrítica y renovación, también

deberían plantearse la necesidad de revisar algunas inercias. Puede que

sea la hora de no dejarse confundir por la ilusión de que la emergencia

del ecologismo político en la escena española es imminente, como si fuera

un signo inevitable de los tiempos. Puede que sea la hora de cambiar

ciertas actitudes defensivas que no hacen otra cosa que traicionar la

propia debilidad: no es razonable trabajar por la extensión de las

propuestas del ecologismo y acusar al mismo tiempo de vampirismo o

cosmética toda incorporación de elementos del ecologismo que hagan otras

fuerzas políticas. Puede que sea la hora de ver que el miedo a ser

contaminados por la colaboración con otros partidos revela falta de

convicción en nuestra capacidad para contaminarlos de aire verde.

Confundir la colaboración con el entreguismo es un error corriente. En

realidad, debería verse la capacidad de construir alianzas como la mejor

apuesta para reforzar la propia presencia y la propia capacidad de

influencia. En el seno de esta izquierda verde de confluencia, los

referentes verdes han de encontrar el mejor ámbito para ampliar su

capacidad de atracción.

Situarse en el mapa político

El escenario de la izquierda alternativa española esta marcado por un

ecologismo político que no despega (o que sólo lo hace territorialmente y

de forma muy tímida) y por una Izquierda Unida que muestra muchas

dificultades para completar los deberes de renovación. Iniciativa per

Catalunya Verds representa una buena aproximacion a lo que debería ser

este espacio de la izquierda verde. Los nuevos cauces de colaboración

establecidos con IU (candidatura conjunta a las elecciones europeas, grupo

parlamentario común) deberían ser un estímulo para la evolución de esta

fuerza política.

Es importante tomar en consideración, a la hora de establecer una

estrategia de alianzas, los múltiples partidos políticos del nacionalismo

progresista que existen en España. En un momento en que la cuestión de la

articulación del Estado ocupa un lugar central en la agenda política

española, es bueno tener capacidad de establecer acuerdos que reafirmen la

apuesta verde por el reconocimiento de nuestra realidad plurinacional. En

muchas ocasiones, además, estas fuerzas políticas han jugado papeles

relevantes en movilizaciones en defensa del territorio frente a agresiones

ambientales.

Las personas y grupos del universo político verde han tomado opciones

diversas. Las listas en solitario pueden alzar todas las banderas, libres

de contaminación, pero no han dejado de ser irrelevantes (hablando en

conjunto) ni muestran signos de poder dejar de serlo. La Confederación de

Los Verdes puede exhibir cargos públicos y sello oficial europeo, pero la

coalición con el PSOE neutraliza su capacidad de articulación de

propuestas sólidas de izquierda alternativa.

Los verdes que defendemos las posiciones expuestas en este documento

optamos por la vía de la colaboración con otras fuerzas de la izquierda

alternativa en la construcción de un espacio de izquierda verde. No por

ello dejamos de ver la necesidad de renovación profunda que debe acometer

Izquierda Unida: al contrario, deseamos que nuestra voluntad de

colaboración funcione como un estímulo para esa tarea. Tampoco aspiramos a

una simple suma de lo que hoy son Izquierda Unida, Iniciativa per

Catalunya Verds y algunos partidos verdes: la izquierda verde sólo será

sólida y creíble si es capaz de atraer a mucha otra gente, gente que hoy

no está en ningún partido pero que podría sentirse atraída por una

propuesta de izquierda transformadora, ecologista, radicalmente

democrática y estrictamente contemporánea.

PLATAFORMA VERDES POR UNA IZQUIERDA VERDE

Barcelona Junio del 2004

Els Verds-Esquerra Ecologista de Catalunya

Red Verde de Madrid

Los Verdes de Canarias

Els Verds-Esquerra Ecologista del País Valencia

Independents dels Verds de les Illes Balears

Nueva Izquierda Verde Andaluza

+ personas independientes del movimiento verde, ecologista y social

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©2005 VERDES POR UNA IZQUIERDA VERDE

Webmaster:Frank Volkmer

A modo de Introducción

A partir del triunfo del Partido Laborista (LP) británico en 1997[1], una vertiente surgida del pensamiento socialdemócrata, conocida como Tercera Vía, comenzó a tener un determinado nivel de auge, entre las filas del pensamiento socialreformista y dentro de otras vertientes políticas, interesadas en una reorientación político-ideológica.

Esa singular expectativa despertada entre diferentes partidos y organizaciones políticas, es la razón del presente trabajo, que se propone analizar los rasgos

distintivos de la Tercera Vía, sus diferencias con la socialdemocracia clásica, delimitar su actual espacio político y proyectar sus posible escenarios futuros.

Seguido al triunfo de los laboristas británicos, los socialistas franceses(PSF)[2] formaron un gobierno de izquierda, y para coronar esa cadena de triunfos socialdemócratas en Europa, el Partido Socialdemócrata de Alemania(SPD), principal bastión de la Internacional Socialista(I.S.), también logró en septiembre de 1998 alcanzar una victoria electoral que le permitió encabezar el gobierno.

De esa forma, el mapa político europeo[3] cambiaba en favor de la socialdemocracia; ya que forman gobierno, en 12 de los 15 países de la Unión Europea. Ese fenómeno tiene una doble connotación, de una parte, se ponía de manifiesto el ocaso del neoconservadurismo político y el declive del modelo económico neoliberal. Por otra parte, teniendo en cuenta las experiencias pasadas, una parte del movimiento socialreformista, consideró que para retener el gobierno era necesario "renovarse".

Las experiencias negativas que era necesario superar, descansaban en el revés sufrido desde mediados de los años '80, por los partidos socialdemócratas, fundamentalmente allí en su principal y tradicional bastión, Europa, que forzaron a esa importante fuerza política del espectro de la izquierda, a pasar a la oposición.

De manera general, los partidos de orientación neoconservadora, con una política económica de corte neoliberal, se fueron colocando al frente en los gobiernos, no sólo en Europa Occidental; si no en los complejos y cambiantes sistemas políticos de Europa del Este. También el modelo político neoconservador y la alternativa económica de corte neoliberal, se extendió por América Latina, segundo bastión del movimiento socialdemócrata.

El paso a la oposición del movimiento socialdemócrata, unido al rechazo que provocó el derrumbe del modelo de "Socialismo Real" en la URSS y Europa del Este, provocó de manera generalizada e indistinta, un rechazo hacia la vertiente política de izquierda, hacia cualquier "modelo de socialismo", con carácter incluyente para la socialdemocracia.

Cabe señalar, que el retroceso de los partidos socialdemócratas[4], no sólo fue el desgaste del ejercicio del gobierno, previsto en la cultura política de la "Democracia Representativa". Ese desplazamiento también era resultado de una erosión de la identidad socialdemócrata clásica, que iba más allá de su paso a la oposición, como un componente de la alternancia en el poder de esa llamada "teoría pendular"; ese proceso fue mucho más profundo, no fue un paso más; ya que caló en los fundamentos político-ideológicos del socialreformismo.

Esa compleja situación a que se enfrentó el modelo del "Socialismo Democrático"[5], que ya había visto la inviabilidad de su proyecto del "Estado de Bienestar General", sufrió también los cambios en la estructura socioclasista, que se operaban en la sociedad, como uno de los resultados de

los cambios tecnológicos y productivos que traía aparejada la Revolución Científico-Técnica.

Ese escenario político, fue utilizado por una vertiente del pensamiento socialreformista[6], para ofrecer un "modelo alternativo de nuevo tipo", una oferta reveladora, que se distanciaba del revés sufrido por el modelo socialdemócrata tradicional y del desgastado modelo neoliberal. Con esa jugada se “desmarcaba” de los modelos convencionales hasta ahora conocidos y se presentó en el escenario político “luciendo” lo mejor de la Economía de Mercado de corte neoliberal: "su productividad", y el mayor reconocimiento obtenido por la socialdemocracia clásica: su "sistema distributivo".

Su proyecto descansa en un modelo construido a partir de la crítica negativa, es decir asumiendo lo que se desea, a partir de lo que se rechaza. Con ese presupuesto, se presenta como una fórmula salvadora, cuasi mesiánica, utilizando lo mejor del "Socialismo Democrático" y lo más pragmático del "neoliberalismo". Con esta posición se distanciaba de la "izquierda social" y de la “nueva derecha”, para buscar un espacio político en un "Nuevo Centro-Radical".

Con este híbrido político-ideológico, se intenta estimular la esperanza, de como enfrentar la inevitabilidad de la economía de mercado, en los tiempos del “capitalismo globalizado”. Bajo el membrete de un “Liberalismo Social” y dentro de un espacio político autoclasificado como de centro-izquierda, es decir un “centro radical” o una “izquierda moderada”. Esa “geometría variable”, le brinda una capacidad de adaptabilidad y de mimetismo, que le permite operar en muy variadas condiciones.

Ese elemento ambivalente, alienta a una parte de la sociedad de los países capitalistas desarrollados, que han visto el desgaste de los modelos presentados hasta hoy. La Tercera Vía, es por tanto, un proyecto surgido de una elite intelectual y utilizada de forma pragmática por una vertiente política interesada en atraer a las capas medias, el “sector terciario”, los pequeños y medianos empresarios, los nuevos ricos y una parte de la intelectualidad.

En resumen, la Tercera Vía no es más que un proyecto de carácter tecnocrático, con rasgos utópicos y matices futurológicos, proyectados hacia una reorientación política ideológica, en la búsqueda de un nuevo espacio político, para los nuevos sectores sociales, que aspiran a tener un espacio propio. Aunque sus “aportes” sólo han alcanzado el plano de la formulación teórica, se puede señalar, que hasta ahora ha resultado ser "más ruido, que nueces".

Fundamentos políticos e ideológicos de la tercera vía

Los fundamentos teóricos de la Tercera Vía desde el punto de vista doctrinario y programático[7], descansan más en el elemento "criticista” o lo que podemos denominar empíricamente, como "construir por negación", es decir delimitar sus lineamientos de identidad, a partir de la negación de los valores básicos, que critica de la socialdemocracia clásica y de los elementos que rechaza del

neoconservadurismo, y a partir de ello comienza a delinear su identidad fundamentalmente con los elementos.

Es por ello que la Tercera Vía, descansa en un fuerte eclecticismo conceptual, de lo que considera los valores aun salvables de la socialdemocracia, y lo aceptable del neoliberalismo.

Es la ambigua pero esperanzadora posición de los que se han cansado del agotamiento de las alternativas políticas clásicas de “derecha”, “centro” e “izquierda”, incluso han perdido las esperanzas de los “Neo” aparecidos como elementos salvadores en la década de los `80 y `90, como fue el caso del “neoconservadurismo” y el “neoliberalismo”.

Esta nueva figura o imagen presenta a esta alternativa política en una supuesta posición de “equilibrio” de balance, de “justo medio” de “razonable”. De algo revelador y nuevo porque “rechaza por ambos lados”.

A este punto de partida de la Tercera Vía, habría que añadir, que en esencia comparte los elementos básicos de la tesis de Fukuyama en su “Fin de La Historia”, sobre la inevitabilidad del capitalismo, del agotamiento de todos los demás modelos y del entrecruzamiento de las fronteras entre derecha, centro izquierda, para difuminarse política e ideológicamente[8].

Antes de presentar las bases de sustentación de la Tercera Vía, me gustaría señalar lo que he expresado en otras oportunidades sobre la socialdemocracia, pero que pude hacerse extensivo a cualquier vertiente política que estemos analizando y es que: “una cosa es un programa electoral, y otra un programa de gobierno”, “que una fuerza política en los marcos de la democracia representativa europea, no pude ser tan de izquierda o tan de derecha, en el ejercicio de gobierno, como prometió en la oposición”[9].

El principal propulsor de la Tercera Vía, el líder laborista y Premier británico, Tony Blair define claramente los objetivos de esta opción política, cuando señala: “Nosotros el centro-izquierda, debemos intentar ponernos a la cabeza de quienes dirigen el cambio social en la economía globalizada. La vieja izquierda se ha resistido a este cambio. La nueva derecha no ha querido dirigirlo”[10].

A partir de los elementos señalados anteriormente, podemos pasar revista a las bases de los presupuestos señalados por Giddenns en su obra y retomados por el “Blairismo”[11].

El basamento teórico de la Tercera Vía se limita al libro "La Tercera Vía: La renovación de la socialdemocracia"[12] del sociólogo británico, Anthony Giddens. Otros especialistas, en un intento por erigirse en teóricos de la novedosa tendencia han hecho algunas incursiones a su desarrollo, pero no hacen más que redondear las ideas y los proyectos ya planteados. Tal es el caso de Ralph Dahrendof y Guy Sorman[13], pero sólo se han quedado en la periferia de la cuestión.

El trabajo “Europa: La Tercera Vía”[14], cuyos autores son Tony Blair y el Canciller Federal y líder de los socialdemócratas alemanes, Gerhard Schröder,

constituye la plataforma programática, aunque para imprimirle un carácter popular tiene un corte periodístico, con el que se perfilan una serie de evaluaciones sobre los principales problemas del mundo de hoy, como son el desempleo, la globalización, la transnacionalización del capital y el papel de Estado en la economía, la política y la sociedad.

Ya adentrándonos en la base de sustentación de la Tercera Vía, observamos como esta corriente parte de la crítica al modelo de la socialdemocracia clásica (ver Anexo, Cuadro Nº1), su fuerte participación estatal en la conducción de la economía y la sociedad, y su marcada vocación por el “igualitarismo” de su política distributiva, frente a su baja productividad.

Le impugna a la socialdemocracia tradicional, a la que también denomina “vieja izquierda”, su excesivo paternalismo social y ciudadano, en aras de garantizar el pleno empleo y una fuerte seguridad social. Un componente al que crítica severamente es su “Internacionalismo”, por el que asume la ayuda y cooperación brindada al Tercer Mundo.

Lógicamente el neoconservadurismo o “nueva derecha”, según su denominación, no escapa a la crítica (Ver Anexos. Cuadro Nº2). En tal sentido, considera que su modelo tiene un Estado muy débil, con muy poca participación como regulador del mercado y la sociedad; ya que descansa su filosofía económica en el libre mercado, donde también concurre la fuerza de trabajo. También le crítica su aceptación pasiva a las desigualdades económicas y sociales; así como una “sobrestimulación” al individualismo y a la iniciativa económica y social privada.

El proyecto económico que propone la Tercera Vía, parte de la Economía de Mercado, pero curiosa y paradójicamente, rechazan la “Sociedad de Mercado”. Aunque estimula la iniciativa privada, considerándola un motor impulsor de toda las actividades, defiende la justicia social, la equidad y la igualdad de oportunidades, la solidaridad y la responsabilidad hacia los demás, pero conjuga la libertad individual y social con una proporción de responsabilidad de la sociedad con el individuo y de éstos con la sociedad.

Su política económica, estimula el desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa (PYME) -como un componente de la Empresa Mixta- modernizando las relaciones del mercado en un marco económico nuevo, modernizado para la actualidad, en la que se privilegia la iniciativa y la empresa privada y la actividad del mercado, completada y mejorada por la acción política, con una muy limitada acción del mercado en un marco muy restringido; ya que considera que el “Estado no debe remar; sino llevar el timón”[15].

A diferencia del movimiento socialdemócrata, la Tercera Vía no considera su pilar fundamental a la clase obrera y al proletariado; sino que se perfila más a atraer a los sectores sociales de las capas medias, los nuevos ricos, los JUPYS, la nueva intelectualidad y a los asalariados del sector terciario (sector del servicio). Resumiendo la Tercera Vía, prefiere ser más atractiva al empresariado que a la clase obrera[16].

No obstante, a que el trabajo de base el laborismo británico, históricamente ha tenido un fuerte componente sindical (tradeunionismo), ahora están llevando a cabo un recambio en el trabajo sindical, distanciando el partido del trabajo sindical. Están más colindantes con el "solidarismo", que propende a la vinculación y nexos de nuevo tipo, entre asalariados y propietarios, que salven las diferencias de clases[17].

Respecto al problema más importante de las sociedades europeas: el desempleo, el “Blarismo” consideró desde su campaña electoral, que la solución a este problema radica en limitar las prestaciones sociales y abrir la iniciativa a la reubicación laboral de los trabajadores, a través un la reorientación profesional y laboral. Para ello proponen y ya la están implementando una “Reforma Educacional”, encaminada a preparar al individuo de manera más amplia, a los cambios y a las demandas del mercado de la fuerza de trabajo, a partir de las propias capacidades del individuo.

En honor a la verdad, éste aspecto de la instrucción pública, ha resultado ser de todas las propuestas del programa electoral, la que mayor nivel de implementación práctica ha alcanzado. Pero como se puede deducir, este “linkage” entre empleo e instrucción, es un arma de doble filo pues la responsabilidad social del gobierno, se limita a la preparación del individuo. Por lo que sí queda fuera del mercado del trabajo, es decir en el paro, es una responsabilidad individual.

Respecto a los Valores de la Tercera Vía (Ver Anexos. Cuadro Nº3), estos se han concentrado en algunos principios de la socialdemocracia, como son el de la equidad social y la protección social a los más pobres, ahora considerados como los “débiles”.

En materia de Derechos Sociales, se considera que los mismos deberán ser otorgados con responsabilidad individual y social. Por otra parte consideran que cualquier autoridad pública debe ser otorgada en una proporción democrática.

El valor del “pluralismo cosmopolita” posee un componente fuertemente eurocentrista, pues en la práctica ese elemento se ha manejado en el sentido de una sociedad europeísta, de carácter supranacional, pero de hecho y de derecho excluyente a los inmigrantes del Tercer Mundo[18].

Un elemento que ha resultado ser muy controvertido, es el “conservadurismo filosófico”, ya que está referido a proteger los valores, principios y derechos fundamentales del individuo y de la sociedad, alcanzados por el desarrollo de la humanidad. Este aspecto está bajo el supuesto de evitar que los avances tecnológicos vayan en detrimento o conspiren contra los valores tradicionales del individuo y de la sociedad.

El programa básico de la Tercera Vía (Ver Anexos. Cuadro Nº 4) propuesto por Giddens y aceptado por el “Blairismo” se perfila hacia un Centro-Radical, distanciándose así de la posición de izquierda de la socialdemocracia clásica. Su basamento material objetivo, es la economía mixta. Propone la misteriosa

fórmula de un Estado sin enemigos. Asumo, que sus aspiraciones descansan en proyectar un Estado con una muy escasa participación, política, económica y social. Aunque el misterio está en cómo lo lograrán.

La democracia la perfilan desde el orden familiar, hasta con un carácter supranacional, dado que también se proyectan hacia la conformación de una nación cosmopolita, por su esencia supranacional.

Un elemento a destacar es el activo papel que le otorgan a la Sociedad Civil, la cual perfilan como activa y dinámica. No descarto la posibilidad, de que muchas responsabilidades sociales hoy en día dirimidas en la esfera de influencia de la Sociedad Política, pretendan transferirlas a la Sociedad Civil.

Estos son los elementos claves en los que se sustenta la programática de la Tercera Vía, que como bien se observa, quedan en el plano futurista. Muchos de sus postulados, también pudieran ser deseos o aspiraciones humanas de cualquier orientación política.

El espacio político de la tercera vía. Sus perspectivas

Los elementos que posibilitaron el surgimiento de la Tercera Vía dentro del movimiento socialdemócrata clásico, so pretexto de una modernización y readecuación a las nuevas condiciones internas y externas, fueron entre otras importantes condicionantes, el agotamiento del "Socialismo Democrático" y la inviabilidad del modelo neoliberal, a lo que habría que añadirle el derrumbe del “Socialismo Real”.

Según la óptica de la Tercera Vía, hoy día se hace necesario ofrecer una alternativa de nuevo tipo, que rebase las fronteras británicas, incluso las de la Unión Europea, para erigirse en una opción internacional, una variable política que esté por encima de la derecha, del centro y la izquierda clásica, ya que estas, han agotado sus modelos.

Respecto a la búsqueda de un espacio internacional, Tony Blair ha señalado: “Quiero lanzar una nueva conferencia permanente de centro izquierda, implicando al Partido Laborista, al Partido Demócrata (EE UU) a los partidos socialistas y socialdemócratas europeos y más allá. (...) Con todos los sectores de centro izquierda europeos y no solamente con los que aparezcan más próximos a nuestras posiciones actuales”[19].

El efecto de lo que califico como “síndrome del agotamiento” al referirnos a los modelos que interactúan en los marcos de la “Democracia Representativa”, a mi juicio tiene un doble efecto, por un lado es fenómeno supranacional y de otro está por encima de las corrientes y vertientes político e ideológicas clásicas. Ese efecto justifica a los seguidores de la Tercera Vía para afirmar que hoy día no hay derecha, centro, ni izquierda, porque todo está entrecruzado como resultado de la globalización, por ello se hace necesario buscar y encontrar una única solución a los problemas que afectan a todos.

Ese proceso ha producido sin lugar a dudas, un acercamiento al conocimiento de las ofertas que brinda la Tercera Vía, aunque los sujetos políticos que se acerquen, disten de ser adeptos o simpatizantes de sus atípicas propuestas. Al respecto me gustaría recordar, que siempre lo nuevo viste un halo místico y atractivo, más cuando asistimos o somos acotes dentro de una crisis sistémica de la cultura política[20].

Los fenómenos señalados anteriormente son clave para comprender el espacio político que ha logrado y el que espera la Tercera Vía, es la del “agotamiento de las alternativas” se ha convertido en un síndrome internacional. Téngase en cuenta que esta nueva alternativa política no sólo critica la inviabilidad de la izquierda clásica; sino también a la nueva derecha y al capitalismo clásico y ve como elemento de salvación la modernización de la Economía de Mercado.

Esos cambios en los cánones tradicionales, también se hicieron atractivos para fuerzas políticas que tradicionalmente se habían ubicado en una derecha y en un centro moderado, tal fue el caso de algunos Partidos Populares en el entorno europeo. El caso más representativo ha sido los pasos de acercamiento dados por el dirigente del Partido Popular y Presidente del Gobierno español, José María Aznar.

Por su parte, los socialistas franceses, con su fórmula de gobierno de la "Izquierda Plural" vienen buscando la unidad de toda la izquierda clásica, socialistas y comunistas y la izquierda emergente de los nuevos movimientos, esa posición unitaria de la izquierda marca una pauta de diferencia de la Tercera Vía, pero tampoco se puede afirmar que se han desmarcado o distanciado. El líder socialista francés y primer ministro del gobierno galo, se ha mantenido cercano a los debates y movimientos políticos de la Tercera Vía, en expectativa, en un compás de espera.

Lo cierto es, que para evaluar el verdadero potencial político de la Tercera Vía, hay que analizar el grado de simpatía o acercamiento que tienen un grupo de líderes de partidos políticos o dentro de un partido determinado la vocación “terceravista” de un grupo de cuadros dentro de la cúpula del partido o movimiento en cuestión. Por las características que analizamos al inicio del trabajo esta corriente de opinión, aun en elaboración no es muy popular en su lenguaje y continúa siendo un producto intelectual para las elites o cúpula de los partidos.

Los hechos demuestran que la estrategia de la Tercera Vía en ganar adeptos, no es la de un trabajo de base con las masas, sino la de un trabajo de cúpulas de poder, con la “partidocracia”, con el llamado “stablishment” de los sujetos políticos, ya sean partidos o movimientos políticos.

A la Tercera Vía se han acercado los partidos socialdemócratas de Holanda, Suecia, Alemania y algunos sectores dentro de los socialistas franceses y españoles. También algunos partidos de orientación socialdemócrata de Europa del Este, como es el caso de los socialistas húngaros y búlgaros se han acercado a los contactos que vienen sosteniendo los líderes interesados en promover esta opción política.

Desde el año 1998, se han venido desarrollado contactos entre los líderes interesados en promover un foro de discusión y debate de orientación política e ideológica de centro izquierda con la voluntad de gestar y “liberalismo social”. En ese espíritu Tony Blair y Bill Clinton dieron cita a un grupo de personalidades públicas, desde políticos has intelectuales de izquierda en el interés de lanzar a escala internacional su propuesta de crear una nueva Internacional de Centro-Izquierda. Bajo los auspicios de la facultad de Derecho de la Universidad de New York se reunieron varios líderes aunque no asistieron todos los esperados[21].

Posteriormente en 1998, también un grupo de líderes simpatizantes de esta vertiente se dieron cita en Washington, nuevamente bajo los auspicios del Partido Socialdemócrata de los EE UU y contando como anfitrión a Bill Clinton, para relanzar las propuestas de esa alternativa política frente a los problemas del mundo de hoy.

Cabría señalar que los principales impulsores de esta idea han sido Tony Blair y Bill Clinton seguidos en un primer momento por Gerhad Schröder, quien con el paso del tiempo se ha idos desmarcando de esta alineación.

También líderes como Massimo D´Lema, han acudido a las citas que se ha venido efectuando para coordinar acciones y delinear el perfil político ideológico de la Tercera Vía.

En noviembre del 2000 se dieron cita en Florencia[22] varios dirigentes de talla internacional como, Blair, Clinton, Schröder, D´Lema; Lionel Jospin y Fernando Enrique Cardoso. Cabría señalar que aunque el Partido Socialista Francés no comparte los lineamientos básicos de la Tercera Vía, premier galo y líder del PSF asiste a todas las reuniones manteniendo una cierta posición reservada. Por su parte Cardoso, sociólogo de profesión y de inclinación neoliberal, pretende asumir la representación en estas citas no sólo a nombre de América Latina, sino que intenta añadirle el componente del Tercer Mundo, casi ausente en esta vertiente.

El Presidente búlgaro, Petera Stoyanov es otro asiduo a estas citas, a las que asisten también otras figuras como el expremier italiano y dirigente europeo, Romano Prodi.

Aunque todavía es muy pronto para hacer una evaluación final sobre las posibilidades y perspectivas de la Tercera Vía para convertirse en una nueva internacional política, no se puede descartar que se cree próximamente. Pues vocación y ansias de liderazgo sobra de parte de algunos.

Pero, para evaluar la viabilidad de su acción política habrá que esperar la evolución de los acontecimientos, ya que la Internacional Socialista ante estos hechos, también se ha lanzado a revalorar su programa para enfrentar los retos de la globalización en el mundo de hoy.

La socialdemocracia clásica, interesada también en llevar a cabo un proceso de reorientación político ideológico, conformó en su último congreso (París, de

1999) la Comisión de Valores Fundamentales (Comisión Felipe) la cual elaboró el nuevo programa de la I.S. "El Progreso Global"[23], que ha sido aprobado recientemente en el Consejo de Maputo de la I.S (noviembre del 2000). En ese programa la socialdemocracia trata de analizar bajo una óptica objetiva y realista las circunstancias y dificultades del mundo del hoy a la par que presentan el proceso de globalización como un proceso objetivo el cual debe ser utilizado en beneficio de los ideales del "Socialismo Democrático".

Consideraciones Finales

- La "Tercera Vía" surge y se desarrolla por el interés de sectores existentes dentro de la socialdemocracia, de “modernizar”, mediante un proceso de reorientación político ideológico, las bases del “Socialismo Democrático” y con ello proyectar una nueva imagen, desmarcada de la izquierda tradicional y de la nueva derecha, en la búsqueda de un espacio político en el espectro del “centro-izquierda”.

- Los objetivos y proyectos propuestos por esa alternativa política, tienen un marcado carácter retórico, basado en las expectativas cuasi futurológicas y utópicas, de cómo enfrentar los problemas de hoy en el mañana. Con esa postura, intentan llenar el vacío paradigmático, las demandas y aspiraciones, de los nuevos sectores sociales, interesados en una "modernización" de la política y modelos tradicionales.

- Si bien es cierto que el modelo del Estado de Bienestar General, fue una alternativa ofrecida por la socialdemocracia tradicional, que finalmente resultó inviable, debe reconocerse que al menos sentó determinadas bases, encaminadas a lograr un cierto nivel de equidad social, en los marcos de los países desarrollados y logró instaurar determinadas medidas en la esfera de la seguridad social. Pero, la "Tercera Vía" negando los preceptos fundamentales del Estado de Bienestar General, no ha logrado ofrecer una alternativa constructiva y su programa se ha centrado en la crítica y la propuesta del desmontaje del modelo tradicional.

- Algunos partidos tradicionales, ubicados convencionalmente en el espectro político del centro-derecha moderado, han venido realizando reorientaciones políticas e ideológicas, en aras de modernizar su imagen, su proyección y vida orgánica. Con ese proceso, se han acercado a los presupuestos básicos de la Tercera Vía, en la búsqueda de un acercamiento a las demandas de sus simpatizantes.

- La Tercera Vía como intento de proyecto alternativo económico, político y social ha tenido la peculiaridad de que sus bases teóricas surgieron en los marcos académicos y fue utilizada y desarrollada rápidamente por políticos socialdemócratas "renovadores", en el interés de actualizar y reacomodar la teoría a partir de las experiencias prácticas.

- Las diferencias señaladas desde un principio, por parte del Partido Socialista Francés con la Tercera Vía y el posterior “desmarcaje” de esa orientación, realizado por el líder socialdemócrata alemán y jefe de gobierno Gerhard

Schröder, han frenado las potencialidades y las expectativas que inicialmente muchos "renovadores" dentro de la I.S y fuera de ella depositaron en las posibilidades de la "Tercera Vía" como opción política.

- No obstante, a las expectativas despertadas inicialmente, por la Tercera Vía, ésta no ha continuado creciendo en la magnitud esperada, aunque aun es muy pronto para considerar que este proyecto se ha estancado. Muy por el contrario, las reuniones de líderes socialdemócratas de esa tendencia, pueden constituir el inicio de la formación de una nueva Internacional Política de orientación de centro-izquierda en la que el Partido Demócrata de los EE UU fuera del gobierno puede constituir un fuerte impulsor y el expresidente Bill Clinton, pueda aprovechar sus relaciones para proyectar esa idea.

- La Tercera Vía no ha podido aprovechar las ventajas que le brinda el hecho de estar en tiempos de esplendor de la socialdemocracia en Europa, donde forma gobierno en 12 de los 15 países de la U.E. y dentro de ello en sus tres principales bastiones, Alemania (SPD); Francia (PSF) y en Gran Bretaña (LP). A esa posibilidad habría que contar las posibilidades de acercamiento que existieron a esa corriente por parte de Billy Clinton y de otras figuras del Partido Demócrata en el momento de su ejercicio de gobierno.

- La Tercera Vía ha sido diseñada para satisfacer las demandas y reclamos y expectativas políticas de los sectores que actualmente conforman las capas medias de la sociedad, "nuevos ricos", es decir la "nueva burguesía"; los pequeños propietarios, y los trabajadores del llamado sector terciario (sector de prestación de servicio).

- Esta alternativa de centro-izquierda, no ha cubierto con las expectativas que despertó y estimuló, entre sectores que potencialmente podrían ser posibles simpatizantes y potenciales adeptos y aun está en fase de proyecto, es un fenómeno político en desarrollo. Como proyecto ha quedado -hasta ahora- en la fase de formulación y en el desarrollo doctrinario entre una elite política y teórica, y está distante de haberse enraizado entre importantes sectores sociales que lo hayan elevado al rango de movimiento político y social.

- No obstante, que la Tercera Vía necesita de una expansión a escala internacional para potenciarse y consolidarse como movimiento político para aspirar a convertirse en una alternativa política, en sus pronunciamientos y proyecciones se ha distanciado de la "solidaridad internacional" proclamada por la socialdemocracia clásica, ya que se ha concentrado en sus pronunciamientos y proyecciones en los países altamente desarrollados y fundamentalmente remarcando un espíritu "eurocentrista".

- Aun es muy temprano para poder calificar definitivamente las perspectivas políticas para la Tercera Vía, si quedará en la fase de proyecto o se elevará al rango de movimiento, pues no ha alcanzado, ni la fase de auge, ni la de crisis. Pero desde ahora, si se puede evaluar que no pudo sacar la ventaja que le ofreció el auge del movimiento socialdemócrata en Europa y la simpatía del presidente Billy Clinton y sin embargo el auge y las expectativas con el que se inició a mediados de los ´90 decreció al rebasar el 2000.

- Después de un lustro en el ejercicio del poder por parte del gobierno laborista encabezado por Tony Blair, principal propulsor de la "Tercera Vía", su gestión no ha demostrado tener una alternativa, ni viable, ni novedosa y lejos de ganar adeptos esperados y deseados, ha sufrido en el plano político un "proceso de "desaceleración" en el proceso por lograr nuevos simpatizantes".

- La socialdemocracia clásica, interesada también en llevar a cabo un proceso de reorientación político ideológico, conformó en su último congreso (París, de 1999) la Comisión de Valores Fundamentales (Comisión Felipe) la cual elaboró el nuevo programa de la I.S. "El Progreso Global", que ha sido aprobado recientemente en el Consejo de Maputo de la I.S (noviembre del 2000). En ese programa la socialdemocracia trata de analizar bajo una óptica objetiva y realista las circunstancias y dificultades del mundo del hoy a la par que presentan el proceso de globalización como un proceso objetivo el cual debe ser utilizado en beneficio de los ideales del "Socialismo Democrático".

- También dentro de la izquierda, otras vertientes de pensamiento intentan enfrentar estos retos que ha conllevado a su actual crisis y bajo una óptica objetiva y unitaria intentar enfrentar los retos del mundo y preservar los valores fundamentales del socialismo, del progreso social, tal es el caso del "Foro de Sao Paulo" en el ámbito latinoamericano, mientras que en Europa se está desarrollando el “Foro de Barcelona" en un intento por aglutinar a la "Nueva Izquierda" y coordinar acciones para enfrentar los retos del mundo de hoy.