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AlejandroCussiánovich
Extracto del
libro:
“Paradi g ma
de lProtagonismo”
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I . AlgunasPremisas
Necesarias
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A.- PARA ENTENDER LA RELACIÓN ENTRE PROTAGONISMO Y LA
CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO.
1. Tanto el discurso sobre protagonismo como la propia Convención
sobre los Derechos del Niño (en adelante CDN) son hijos de la
racionalidadoccidental.
Pero cabe preguntarse si se trata exactamente en todos sus alcances, de
una matriz sin fisuras, es decir, sin posibilidad de abrirse y estar más apta
para un diálogo intercultural. Después de todo, la cultura occidental es
una de las culturas que más se ha relacionado como la que más con
otras culturas, con otras lógicas. Desafortunadamente, no siempreaprendió o incorporó lo incorporable y emancipador de esas otras
culturas1
.
2. La CDN es un texto jurídico internacional, con un lenguaje propio de
dicha matriz.
Es decir, sometido a las exigencias del principio de inteligibilidad,
claridad, de precisión, etc. Allí está su riqueza y allí mismo radica su
riesgo de univocidad, es decir, de pretendida homogeneización de unarealidad compleja y diversa. Mientras que los discursos sobre
protagonismo, son una forma narrativa, ensayista de acercarse a un
fenómeno social siempre embrional, a un proceso abierto. Ambos
discursos son ya una interpretación de la realidad, incluso, una
interpretación de la interpretaciónprimera.
3. Es legítimo y necesario preguntarse por la relación y tensiones entre
ambos discursos.
Pero conviene recordar que en cuanto discurso particular, el
protagonismo adelanta en el tiempo de casi tres lustros al texto que
recoge la CDN. En efecto, consideramos que la CDN finalmente no logra
hilvanar decididamente aquello que uno de sus notables predecesores
señalara setenta años antes, es decir, la necesidad de una convención
que se centrara en la libertad de los niños más que en su protección.2
1 VerE.Morin, “Brevehistoriadela barbarie enoccidente”. Paidós.2007
2 Ver el excelente artículo de Verónica Polverini, “El origen del concepto de interés superior del niño”, en
Rev. Justicia para Crecer, n.14, Abril-Septiembre 2009, p.6-12 que nos recuerda que el primer borradorpolaco de 1959 ponía en acento no sólo en la protección especial, sino en las condiciones de libertad y
dignidadcomola consideraciónfundamental.
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Tensión que sigue acompañando la cuestión de derechos del niño hasta
hoy: si se debe poner el acento en la protección de los niños o en sus
derechosa la autodeterminacióny ciudadanía activa.
3
4. NilaCDN nilos discursos sobre protagonismodan paratodo.
Es decir, pretenden cubrir cuanta novedad vaya emergiendo en materia
de infancia en cuanto fenómeno social. En este sentido, ambos
discursos, con las salvedades de sus propias naturalezas, acusan límites
dentro de los cuales, cabe, sin embargo, saber apoyarse para hacer
avanzar la justicia en relación a las infancias. Las limitacioneso carencias
de ambos enfoques no justifican su ilegitimación como instrumentosconceptuales y prácticos, como herramienta jurídica en el caso de la
CDN y de carácter vinculante, pues ambos parecen responder, de
alguna manera, a un objetivo común, la dignidad de todo niño, niña, de
todos los niños y niñas. Si bien un texto que forme parte del cuerpo de
derechos humanos constituye una herramienta políticamente
necesaria, hay que entenderla como un resultado históricamente
situado de luchas, de procesos de búsqueda y de presiones que revelan
las dificultades, pero también las posibilidades, de hacer avanzar a la
comunidad hacia horizontes de mayor y más sostenida humanización.
La promoción del protagonismo de las infancias forma parte de esas
cuestiones prácticas y conceptuales extra-jurídicas que son condición
para el desarrollo delderecho y la normativa.
5. Los riesgos de una comprensión liberal de los derechos humanos y
del protagonismo.
El paradigma del protagonismo y, en general, el discurso de los derechos
humanos, pueden ser subsumidos en el marco liberal del
individualismo, en la exaltación del individuo -propia de la modernidad-
como el sujeto de los derechos, del protagonismo, quitándole la fuerza
ética y política de su referente a la especie sin distinción alguna.
Exactamente entendiendo los derechos como “humanos”, es decir de la
humanidad. En esta perspectiva, podría entonces entenderse la
dificultad para hacer del ser humano parte de la naturaleza toda y por
3 Ver M. Liebel, M. Martínez M, en Presentación, p. 13 a “Infancia y Derechos Humanos, Hacia una
ciudadaníaparticipantey protagónica”, Ifejant, 2009.
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ende no como el único sujeto de derechos. Las distintas generaciones de
derechos van dando cuenta de esta comprensión más abarcante. En el
mundo andino, dentro de su concepción del runa/jaqi y la pachamama,su racionalidad supera la dicotomía que distingue el pensamiento
occidental dominante. En la cultura andina el individuo no es el actor
principal, pues todo tiene una connotación colectiva, incluida la
experiencia personal vivida como experiencia colectiva, en relación con
el todo. Por ello, se puede afirmar que “los conceptos de individuo y de
yo no sonuniversalizables”.4
6. El discursodelprotagonismo y el pensamiento andino-amazónico.
Consideramos que el discurso sobre la promoción del protagonismo en
el mundo andino rural en particular, debe inexorablemente partir del
reconocimiento concreto y de las experiencias culturales ancestrales y
actuales de cómo el niño y la niña son considerados en la comunidad.
Del lugar social, económico, cultural que el niño tiene garantizado en la
comunidad.Porelloel propiodiscursode laCDN suena comoraro, como
que recién se estaría descubriendo la pólvora cuando se habla,
inferencialmente, de participación, de ser actores sociales, de ser
ciudadanos, etc. No se trata de idealizar la cultura andino-amazónica.
Todas las culturas tienen sus bemoles y están necesitadas del diálogo
con otras culturas siempre y cuando éstas no tengan pretensiones
avasalladoras y de no reconocimiento de las culturas diferentes sino
como inferiores. Pero ciertamente que en el mundo andino-amazónico
se puede encontrar modos de vida de los niños y niñas que hacen
audible y verificable lo que en contextos más occidentalizados
conocemos como protagonismo.5
7. Más allá delaexpresión formal deambosdiscursos.
Lo que interesa es averiguar el contenido de las categorías y de los
discursos, tanto los de la CDN como los del protagonismo. De lo que se
trata no es apenas de encontrar equivalentes conceptuales. La
interculturalidad como un componente inherente a toda cultura –la
4 Josef Estermann, “Filosofía Andina. Sabiduría indígena para un mundo nuevo”, ISEAT, 2007, p.83; ver además, JoséSánchez-Parga, “Del niño sujeto al niño objeto: una mutación antropológica” en Rev.Faro, n.1, 2009, UPS, p.31-62 en
especial, Corolario: formación y deformación de la subjetividad del niño indígena, p.56-58:”…en el medio socio-cultural
indígena el desarrollo de la personalidad subjetiva del niño corresponde al reforzamiento e identificación crecientes con su
familiay sucomunidad: conel nosotros”.
5 Ver porejemplo, lasexcelentes reflexionesal respectoen Rosario Panez,G, Silva,Max SilvaP , “Elemprendimiento infantil
enlosAndes.Un modelodepromoción decapacidades para niñosde 0 a 3años”, 2007, Panezy SilvaConsultores,passim.
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interculturalidad no es exterior a la propia cultura, le es parte esencial
aunque no sea obligatoriamente percibida y desarrollada, exige un
esfuerzo por hallar equivalencias funcionales, es decir, referentes queacerquen dinámicas, tendencias, formas de entender las cosas. En la
cultura andina, la única forma de intentar encontrar equivalentes que
permitan entenderse es en el cara a cara, a partir de las experiencias
concretas vividas, actuadas. Para el andino, sin distinción de edad
cronológica, el paisaje, el territorio, clima, ciclo animal y cosmológico,
su capacidad de admiración, son algo vivencial, una interpretación
significativa, hermenéutica, una experiencia primordial que se expresa
en múltiples medios Escucharse, narrarse las experiencias es la única
posibilidad de encontrar referentes homeofórmicos6, teniendo en
cuenta que para el andino la experiencia es un modo de vivir integral
(más que la empiria científica occidental), predominantemente no
conceptuales, como mitos, creencias, ritos, celebraciones, costumbres,
símbolos, etc. Paso necesario para eventualmente incorporar
categorías de origen cultural otro al nuestro. Esto ya se hace, por
ejemplo cuando aceptamos en castellano expresiones como
ombusmann, accountability, empowerment, insight , etc., o cuando se
empieza a hablar de la Abya-Yala para indicar nuestro continente
profundo en permanentedesarrollo y madurez, o el concepto de pacha,
wawa,etc.7
8. Losriesgos realesdelesencialismo.
Para el discurso de la CDN como para el protagonismo, corremos
siempre el riesgo de quedar en el esencialismo, es decir, en
conceptualizaciones que pretenden entregar lo que hace que las cosas
sean lo que son distinguiéndose inequívocamente de las demás. Esta esuna tendencia dominante en la sociedad global occidental que
reproduce el enfoque supra-cultural, transtemporal, acéptico,
pretendidamente válido al margen del contexto específico en que se
pronuncie. Por ello, al intentar entrar en diálogo el discurso del
protagonismo -tal como lo conocemos hoy pensado desde las
experiencias de organizaciones de muchachos y muchachas
6 Ver J.Estermann,op.cit.,p.92-93
7 Ibidem, p.80,nota 43
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trabajadores- con culturas como la andino-amazónica, no puede menos
que estar abierto a posibles enriquecimientos en lo práctico y en lo
conceptual.
9. El universalhumano, unpunto deencuentro.
En el fondo, el protagonismoes apenas una forma de poner derelieve lo
más profundamente rico de la condición humana, su carácter único e
irrepetible. Consideramos que ello se verifica por igual en la visión
occidental como en otras visiones, incluso cuando dicha condición
humana, distinguible del resto del entorno visible como del mundo de la
trascendencia, seaasumida con los acentos que en el occidente se carga
de individualidad y con el enraizamiento comunitario y cósmico con el
que se da en el mundo andino y amazónico. Dicho de otra manera, lo
que llamamos humano en el marco de la cultura occidental cobra
también en la cultura andinacontenido en la relación con el otro, la otra.
Es gracias al otro igual aunque diferente que nos descubrimos como
humanos. Podríamos decir que este universal humano8
es el que
permite la relación intercultural, es un elemento necesario y suficiente 13
de reconocimiento de transculturalidad común, de origen del ideal y larelación ética que arrastra un compromiso y una responsabilidad. Fue
de lo que dudaron los primeros occidentales que invadieron las tierras
de la Abya-Yala y no lograban reconocer a los indígenas de estas tierras
comoseres humanos iguales a ellos.
10.Epistemologías divergentes,peroquedialogan.
No obstante el origen igualmente occidental del paradigma subyacente
al discurso de los derechos humanos del niño y del protagonismo,
consideramos que la epistemología que sustenta a la CDN refiere
básicamente a la responsabilidad del Estado, de la familia, de la
cooperación internacional frente a la infancia y, salvado esto, a los
márgenes de maniobra que le concede de forma gradual a los niños,
vistos como futuro, en preparación, dicho elegantemente, en proceso
de desarrollo, en una especie de inacabable libertad vigilada. Es en este
preciso sentido que consideramos que la CDN no logró incorporar y
hacer suyos los mejores avances que ya se venían haciendo desde la
8 J.Estermann, op.cit, p.90-91.
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simultáneamente una deconstrucción de las representaciones
dominantes y heredadas de las infancias en el marco de la modernidad
occidental y capitalista y desarrollar, más bien, las intuiciones de unaforma otra pensando a las infancias en su entorno social, cultural,
político, comunitario, éticoy planetario.
2.El reto dereelaborar sentimientos y sentidos instalados.
Desde el reconocimiento y desarrollo del protagonismo se viene
constituyendo en algunos sectores de la infancia y de quienes asocian
su trabajo a este sector de la ciudadanía, una nueva subjetividad social
respecto al sentido de ser niños, niñas, de su ubicación en la sociedad.Se trata de descolonizar el mundo de las subjetividades de sociedades
que históricamente encubaron percepciones, sentimientos, empatías,
simpatías y antipatías que inhibieron el desarrollo de la condición de
sujetos sociales de niños y niñas a lo largo de la historia, de sentir y
conceptuar a los niños como cuestión de Estado, como en vínculo
político con el resto de la sociedad y del Estado. En otras palabras, el
sacudirse del relegamiento histórico al ámbito de lo doméstico y
privado al que fueron confinadas lasinfancias.
3. Lanecesidad deunpensamientocrítico, complejoy emancipador.
La tendencia hoy como ayer es la de imponer un pensamiento desde las
esferas del poder, vale decir, asistimos a nuevas formas de colonización
de las conciencias, de los imaginarios, de las subjetividades, del
pensamiento, de los discursos jurídicos, pedagógicos que hacen no sólo
oportuna sino radicalmente necesaria una revisión crítica de cómo
hasta hoy se entendió el protagonismo referido a las infancias, en
particular. La teoría crítica, la pedagogía de la complejidad, la
antropología crítica están llamadas a dar su contribución a fin de evitar
toda sublimación, toda idealización finalmente ingenua del rol de la
infancia en la vida social, política. Es en este horizonte que emerge el
aporte del paradigma de la incertidumbre, en el que se evidencia
oportunoun acercamiento transdisciplinar.
9 Ver Aníbal Quijano, “Otro horizonte de sentido histórico”, en América Latina en Movimiento, ALA,n.441,
Febrero2009,pa-2-5
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4.El protagonismo, nuevo nombre delaciudadanía.
La ciudadanía encuentra en el paradigma del protagonismo no sólo un
nuevo nombre, sino el eje articulante de su realidad profunda, de suconsistencia social antes que meramente jurídica. Hoy además se habla
de ciudadanía global, de ciudadanía planetaria, para señalar que no es
cuestión en primer lugar de ver positivizados sus derechos o de ser
titular de derechos normativizados para ser considerado ciudadano. La
condición humana es la de ser alguien en el contexto, de ser reconocido
y reconocerse como tal. En otras palabras, desde el protagonismo hay
un rechazo a cualquier forma de discriminación, de exclusión y la
exigencia de una integración en condición de ciudadanos igualesaunque diferentes. Un sociólogo y militante italiano nos decía, “con esto
ustedes en América Latina se han adelantado al nuevo paradigma que
preocupaa Europa”10
.
16
10 ConversaciónconEnzo Melegari,presidentedel MLAL,el 18deFebrero del2002enVerona.11 Remitimos alartículodeVerónicaPolverini, op.cit., passi
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V . H A C IA U N N U E V O
C O N T R A T O S O C IA L
DESDE EL CO-PROTAGONISMO
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¿Qué significa un nuevo contrato social? Contrato Social significa: ¿qué otro
vínculo necesitamos y quisiéramos establecer? Hay estudios que se han
realizado y explican cómo se han ido constituyendo los vínculos entre la
sociedad y las nuevas generaciones. ¿Por qué necesitamos un nuevo contrato
social? ¿Es por las deficiencias y límites que tiene la Convención como todo
producto cultural? ¿Es por la riqueza que nos plantean hoy las nuevas
generaciones que interpelan al conjunto de la organización social y al mismo
Estado?…¿Es por lo que les falta o por lo que han demostrado que tienen no
sólo como potencialidades sino que tienen en acto y que ya son capaces sus
organizaciones de tener una opinión y consistente? Pero surge la pregunta: ¿Es
por las deficiencias teóricas y prácticas y por el incumplimiento de la
Convención que tenemos que pensar en un nuevo contrato social?
Consideramos que no, ello sería desconocer la complejidad de los asuntos
conceptuales, teóricos y prácticos, políticos y culturales que subyacen en el
hecho de plantearse un nuevo contrato social de las infancias con la sociedad,
las culturas y elEstado.
Un nuevo contrato social ¿se basaría en la teoría de la contractualidad, del tú y
yo? Pero hay que romper ese esquema, y es que no es un problema de contrac-
tualidad. ¿Qué es lo que nos une? Nos une la solidaridad vinculante. Eso es lo
vinculante, eso lo que están desarrollando los chicos y chicas, en particular los
organizados, en perspectiva de hacer valer sus derechos y su dignidad. Es decir,
la solidaridad vinculante, no tanto la norma vinculante que también tiene que
estar, pero lo que nos interesa para el nuevo contrato es que tenga otra base,
otro punto de partida y ahí la teoría de la contractualidad no nos sirve mucho,
pero sí podría ser el desarrollar un nuevo sentido de la solidaridad vinculante,
de la responsabilidad o, y si se quiere, la co-responsabilidad vinculante. El
vínculo tiene que ver con el desarrollo de la condición solidaria y de la respon-
sabilidad social y política, los niños no quieren ser más sólo el objeto de la res-
ponsabilidad de los adultos, sino que quieren compartir esa responsabilidad.
Incluso, si fuere menester, asumir a su nivel la responsabilidad compartida de
su familia. Es lo que millones de niños y niñas vienen haciendo, precisamente
sin desdibujar su condición infantil, sino desarrollando otra manera de ser niño
o niña aunque choque con el ideal y modelo que sólo existe en la imaginación y
sigue dominante incluso después deveinte años de CDN.
Y es que un nuevo contrato social es fundamentalmente un acuerdo ético,
incluso un acuerdo moral. Un contrato social de las infancias, es esencialmente
también un contrato espiritual y planetario, experiencia transcultural, transreli-
giosa, transpolíticay transpersonal.Es unnuevopactoconel cuerpo.86
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Si no, ¿por qué cuesta tanto prohibir y erradicar el castigo físico y humillante a
nivel de las legislaciones nacionales e internacionales y a nivel de las pautas de
crianza que lo legitiman y naturalizan? Cuando se hizo la declaración de los
derechos de los niños en el 59, tuvo una fuerza moral y ética. Ojalá que la actual
Convención tenga esa misma fuerza moral y ética se auguraba un conocido
jurista norteamericano con vasta experiencia en América Latina. Se dice que
con la Convención ha caído la autoridad paterna, que la función tradicional de
padre va transformándose imparablemente. Hay quienes dicen que los dere-
chos son el resultado de la ciudadanía. Pero en realidad, no hace falta ser for-
malmente declarado ciudadano para empezar a tener derechos.87
El ser sujeto
de derechos precede, preside y prolonga la condición ciudadana, precisamente
porque decir derechos es apuntar directamente a dignidad humana que es su
fundamento y la matriz fundante de todo discurso sobre los llamados derechos
humanos positivizados. La Convención ha declarado a los niños como sujetos
dederecho, aunquejamás emplee esta expresión.
Un nuevo contrato social deriva en lo que dijo ese poeta peruano: la
Convención es una “declaración de amor” que liga éticamente, que no
prescribe con el tiempo lo que reconoce. Podríamos decir, que la CDN es una
declaración de amor fraterno, de sorolidad , aunque con frecuencia parezca
más bien trasuntar cierto airecillo a amor paternal o maternal. Con los cambios
en la cultural patriarcal y en la familia tradicionalmente aceptada funcional a
dicha matriz cultural, estamos asistiendo a un escenario que parece irreversible
en sus grandes tendencias. Factores de carácter económico, de las
transformaciones en la pirámide demográfica, hacen que hoy los roles
tradicionales no tengan mayor sentido y vigencia como, en el tiempo,
ciertamente lo tuvieron.
Desde una perspectiva intertranscultural, ¿Cuáles serían los paradigmas que
sostendrían ese nuevo contrato social?, ¿Los derechos de las infancias?, ¿La
dignidad concretada en el co-protagonismo como nueva forma de vida
colectiva y personal? Definitivamente, un nuevo contrato social de las infancias
con el resto no sólo desemejantes, sino con el cosmos, con la patria - tierra, está
llamado a hacer de los niños y niñas de nuestros pueblos, los “encausadores de
la esperanza” como diría Nicolescu. Los movimientos sociales de NNA, de
NNATs pretenden que un nuevo contrato social signifique no sólo para ellos y
86Ver B.Nicolescu, “manifiesto…”, op.cit., passim.
87 VerM.Liebel, M.MartínezM,op.cit,p.14
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ellas, sino para todos, un proyecto de porvenir. En este sentido, un nuevo
contrato social trasunta el optimismo y la utopía que las generaciones
emergentes suelen traer al mundo consigo. Y es que apuntar a un nuevo
contrato social de las infancias deviene por su propia fuerza un nuevo contrato
socialpara todos y todas.
El contrato social heredado de la modernidad y de la sociedad industrial, de
limitada aplicación, hoy viene siendo desplazado por ese otro contrato que,
con mayor extensión y violencia gracias al contexto de globalización excluyente,
está al origen del conflicto actual caracterizado, entre otras cosas, por la
estandarización provocada por los medios de producción cultural y social, por
la revolución comunicacional, por la fluidez acompañada de la razón indolente,
instrumental y cínica, por la permanente tendencia al pensamiento único, todo
ello hacho sentido común y naturalizado, casi biologizado. Hablar de
protagonismo, es remitirnos al sujeto, al individuo, a la razón como productora
depensamientocrítico y complejo.
Se trata entonces de hacer del protagonismo, como se ha indicado en estas
páginas, un componente de la propuesta de un nuevo contrato social que se
centre en la dignidad de todo sujeto, que contribuya a la deconstrucción y
reelaboración de ideologías, de sentidos comunes, de megas tendencias que
históricamente se han instalado y que son portadoras de nuevas formas de
colonizaciónde losespíritus, de lasconciencias, de lassubjetividades.
Un nuevo contrato no estará exento de conflictos e incertidumbres, de
complejidades y de pasiones. El protagonismo aparece entonces como una
hipótesis de transformación cultural requerida de nutrirse permanentemente
de la fuerza emancipadora del pensamiento crítico, de la valoración del sujeto,
de la persona, del diálogo entre la razón y el sujeto en su globalidad, del sujeto y
su entorno todo.
El protagonismo no es algo espontáneo y en lo concreto deviene en un
resultado cultural, social. El hecho de que cada individuo sea un ser único en el
plano ontológico, no garantiza una evolución natural a devenir protagonista en
el tejido histórico.
Aspiramos a un nuevo contrato social que haga, muy en especial de las nuevas
generaciones no sólo interlocutores válidos, sino coprotagonistas de su
sociedad.
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