Para una dicotomía de la música · 26 UNIVERSIDAD DE MEXICO Para una dicotomía de la música...
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26 UNIVERSIDAD DE MEXICO
Para una dicotomía de la música
Ravel- "m.e11.Os efusivo"
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contemplación y la música de comunión-en el sentido del communio latino-,una exterior a nosotros, otra interior;una objetiva, otra subjetiva. .
Pero cabría una objeción: esa dicotomía la hacemos sobre un.caudal musical de cuyo origen e intención primerano podemos estar muy seguros. ¿No serátodo ello una especie de espejismo producido en el terreno de la estilística? Ladiferencia entre esos dos linajes de mú-
descubre en la imagen de devoción pa- sica es, desde luego, real; la ve cualquierecen ser las mismas que percibimos en ra. Pero también son reales los espejisuna sinfonía de Mozart, pongamos por mos: lo que no es real es el objeto quecaso. La fuga de Bach es típica de esa el espejismo nos hace ver. Guardini poespecie de música que escuchamos sin ne en su ensayo como ejemplos de imamet;elarnos en ella y sin que ella se mez-' gen de culto obras muy anteriores a lasele en nosotros, que tiene su ámbito que le sirven para ilustrar su conceptopropio en nuestra exterioridad, que está de imagen de piedad. La distinción queahí para que la contemplemos y reve- -siguiendo' su dicotomia- hice entrerenciemOs. La sinfonía de .Mozart, al música de contemplación y música decontrario, representa la música que 'pue- comunión la ilustré con Bach y Mozartde ser nuestra, y de hecho lo es, como respectivamente, es decir, con dos múalma de nuestra alma, música cuyo ám-· sicos entre los que, si no median siglos,bito propio es nuestra interioridad, lu- sí median años de profunda revolucióngar donde parece completarse definiti-úistilística. Ello pudiera indicar que don~
vamente. Asé;. pues,. no creo muy ar~n-. ',;'c!e vemos imagen de culto o música deturado establecer la distinción entre'~'la'contemplación,esto es, un fenómeno ramúsica que podríamos denomina'r de dicalmente óntico, no haya más que un
estilo.muy alejado de nuestra sensibilidad. Guardini no parece pensar que haya caído en esa trampa de la historia,pero no deja de reconocer la situaciónen el tiempo' de los dos fenómenos queanaliza. "Por lo que toca a la consecución histórica -dice-, sólo puede entenderse que el uno ha tenido su tiempo y,al fatigarse su impulso interior, se haagotado como tarea objetiva y h;1 retrocedido, mientras que el otro empiezasu tiempo, haciéndose operante en elinterior del artista y llegando a ser visible en su conjunto como tarea." Y aúnañade: "La historia parece mostrar quela imagen de culto corresponde a períodos primitivos -pensemos en el con~epto de lo arcaico-, mientras que lazmagen de devoción aparece en situaciones posteriores." Lo mismo sucedeen la música. Veamos.
Si comparamos un motete de Perotinocon uno de Victoria, el primero nos parecerá menos sensible, más duro yarido,que el segundo. Quizá lo despachemospbniéndole la etiqueta de "primitivo".y de eso a calificarlo de "bárbaro" no habrá, en el fondo de nuestra conciencia,más que un paso, aunque, si sabemosalgo de historia de la música y de lateoría musical de aquellos tiempos, nosabstendremos de aplicarle aquel califi·cativo y en su lugar pondremos el de"cerebral".
Comparemos ahora el mismo motetede ·Victoria con cualquier cantata deBach: la obra de Victoria la encontraremos, en relación con la de Bach, tanárida, primitiva o cerebral, como el motete de Perotino en comparación conella.
Pero sigamos avanzando historia ade,lante, y en el mismo caso estará, p.l1 ¡¡
nosotros, la música de Bach comparad:.con la de Mozart, la de éste comparada con la de Beethoven, y la de Beethoven comparada con la de los románticos,~ea el que fuere. La música parece haber,Ido perdiendo aridez, primitivismo ointelectualismo a lo largo de los sigloso -vista en otra perspectiva- haber idoganando cordialidad, sensibilidad, refinamiento y, en una palabra, humanidad. Pero ¿se trata de un proceso real
M U S 1 e A
Por Jesús BAL Y GAY
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"guía al alma del Kaiser"
E L e 1 N Eo no será más bien un espejismo nacidodel mayor o menor grado de sintoniza·ción de nuestra sensibilidad -de la delhombre contemporáneo, quiero decircon esas músicas, mayor cuanto más ceroca de nosotros se hallan éstas? Los casosq.ue acabo de mencionar parecen sugenr que de esas dos hipótesis, la segundaes la cierta.
Sin embargo, veamos qué sucede alcerrarse el romanticismo, es decir, al comenzar lo que podemos denominar nuestra época? ¿No se hace menos efusiva,menos cordial, más árida la música?Compárese, si no, la de Strauss o deDebussy con la de Wagner. y el procesoque así se inicia continuará con Ravel,Stravinsky, Bartók y ''''ebern -para nocitar más que nombres especialmente representativos- y aun dentro de la producci6n de un mismo autor, Falla, porejemplo. Así resulta, pues, que nos con·mueve más una sinfonía de Schubertque una de Stravinsky, aunque ésta hayasido escrita en nuestro tiempo y aquéllahace ciento cuarenta años. La de Stra·vinsky es música de contemplación y lade Schubert música de comunión. Quiere ello decir que esas dos especies de música no se hallan situadas en el tiemposegun un orden irreversible.
Es bastante extraño que Guardini, tanatento siempre a todas las manifestaciones del espíritu y tan radicalmente inserto en nuestro tiempo, examine comoproblemática la posibilidad de que elhombre actual vuelva a la imagen deculto. Parece no considerar dentro deesa jerarquía pinturas como, por ejemplo, algunas de Rouault o esculturascomo algunas de Epstein. Por eso, altratar de escrutar el futuro, ve comosignos de ese retorno la actual tendenciaa salir del subjetivismo de la Edad Moderna, el hecho de que la estructurasociológica se transforme de individualista en totalista, y el que nuestra vidaespiritual parezca desplazar su centro degravedad del problema al principio de labúsqueda a la construcción, de lo psicológico a lo óntico; pero no pasa de verindicios, síntomas o augurios al!{ dondeya, si no me equivoco, se está dando elfenómeno.
Si no fuera por ciertas partituras COII
temporáneas, cabría dudar de la realidadóntica de lo que denomino música decontemplación. Pero gracias a ellas sabemos que esa realidad existe. Sus autores no sólo lo han demostrado con elmero hecho de crearlás, sino que, ade·más, han confesado paladinamente supropósito deliberado de hacer una talmúsica. Así, pues, hay que pensar quela objetividad de ciertas obras de otrostiempos es una categoría real y no elresultado de un proceso de objetivación,cuyos agentes pudiesen ser la lejanía fnel tiempo y la falta de familiaridad nu~s·
tra con su estilo. Aunque esto no quieredecir que el alejamiento progresivo deuna música de comunión, subjetiva opsicológica -como el lector guste de denominar!a-, no produzca en ella, paranosotros, una especie de poda o desnudiJ-miento que la deje con el tronco oen 'los cueros vivos de lo óntico. Por esoquizá tengamos que admitir, dentro dela música objetiva o de contemplación,la que lo es peT se y la que lo es peraccidens, lo cual no invalida nuestraconvicción acerca de su existencia.
Por Emilio GARCÍA RIERA
CIVIL1~ACI6N (Civilization) , película norteamerIcana de Thomas H. lnce. Argumento: .C. Gardner SulIivan. Foto: Irving WilIat.Interpretes: HershalI MayalI, Howard Hickman, Charles French y Enid Markey. ProduCIda en 1916 por Ince.
Thomas Harper Ince, padre del western,maestro de toda una generación de cineastas y formador, junto con Griffithy l\~ack Sennett, de la famosa compañíaTnangle, es el realizador de una película que año tras año, por Semana Santa,vemos anunciada en los cines de barrio:Civilización. El Cine-Club del IFAL hat~nido hace roco el buen gusto de exhibula y, graCIas a ello, he podido verlados veces. sin temor a pulgas, desafoques, etcetera.
E,I film data de 1916, lo que quieredeCIr que es contemporáneo de las prime.ra~ grandes. superproducciones deGnffIth (El naCimiento el,' IIna naciónIntolemncia) a las que evidentement~trata de emular. Pero si en Griffith esnotoria la búsq ueda de un n ue\"() len·g.uaje '~ ~ravés del montaje y dcl cm pIcoslstematlco del f'/os"-IIP, J nce sc cil'leaparentemente a la tradición del cinc~onumental primitivo por la que unIIlm no era sino una succsión de "cuadros pUsticos animados". Ci"iliza"¡rJ/Ifue realizada en plena Primera GuerraMU~,~lial con una intención religiosa ypacIfIsta y, formalmcnte, esL't conccbida~~ funci~n dc un propósito ejemplaIlzante. Cada cuadro, cada escella intentar;l exprcsa~' una idca gencral, yasí,pasamos de la. Imagen dc /In jJII('iJto ¡"tlZ a. l.a del tm~no que, llevado por suambl~lón, conCIbe planes bélicos. (Enese. tIrano, que lo cs dc "un país cualqLlI.era", no resulta difícil rcconocer alKa Iser) . Después veremos entre otras (0
S<.l~ los horrores. l.le la guerra, la destrucClan de las famIlIas por culpa de la le\'a,una b~taJJa en pleno ma l' )' la apariciónde ~nsto. Veremos cómo l~n Jesús, queob~lamente conoce La DIVina Comedia,gUla al alma del Kaiser entre las ruinasy los desastres causados por el propio
tirano. Finalmen te, aSIstIremos al arre·pentimiento del mal hombre y a la firma de un tratado de paz "en condiciones honrosas".
Resultaría demasiado fácil y, por lotanto, profundamente deshonesto, burlarse de todo ello. Es evidente que losp.ropósitos d~ Ince, en primera instanc~a, no son SIDO los de hacer una espeCIe de sermón protestante utilizando toda .la fuerza de un arte popular. Y esc~lnoso comprobar que ciertas convenCIOnes temáticas del cine norteamericano ,-~o.mo la de representar siempre ala lelICldad en un medio rural y comoproducto de una división artesanal deltrabajo- se han mantenido prácticamente hasta nuestros días. U na cosa es elcine y otra muy particular el cine norteamericano, sin duda.
Para bien y para mal. Y el bien noes escaso. Si los cine-clubs tienen unpoco. la culpa. c~e que no se pucela verun fl.lm pnmltlVO in que uno sient;'paralIzadas las facultades críticas. es cvi·dente que películas como las de IlIcccontribuy~n a aclarar las cosas)' a dcjar,1 cada qUlcn en su lugar. :'\i la (;aiJirillde Pastronc ni ningún film europeo dela época dan le dc una virtud fundamental propia d los grandes rcali/ado.res lIo!'lealllericanos: la eficacia.
Es el sentido d la eficacia lo que 11('.va a Incc a anticiparse en nlluho, casos a un Drc)'er o a un Eiscnstei n cn ellogro, dc e~eClos. ~'ormales que des!)(Ióhabran de: IClcnllflGlrSC COII la idea delclasicismo cinematogr;ífico, J IICC consi.gue crca r en nosot ros la sensación dcque cld;1 UIIO de sus planes, clda un;1de sus esccnas, sólo pucde resolvcrs(' deuna mancra: Li que él proponc, [S;I cndemoniach habilidad debe casi lodo alhábito de pensar que cl cinc no sirve:para ilustrar ideas ya conocidas dc ant~mano por la I:{eneralidad, sino que el~lIle es, por encuna de todo, creador deIdeas. ~e ahí que ¡nce parezca estarconven~,do de que él es el primero endenunCIar los horrores de la guerra)' el
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