PARA PADRES Y MAESTROS
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¿A qué nos referimos cuando decimos "niños con necesidades
especiales"? Nos referimos a cualquier niño que pueda necesitar ayuda
adicional debido a un problema médico, emocional o de aprendizaje.
Estos niños tienen necesidades especiales porque pueden necesitar
medicinas, terapia o ayuda adicional en el colegio, cosas que otros niños
no suelen necesitar o solo necesitan de vez en cuando.
Un niño que padece una enfermedad, como la epilepsia, la
diabetes o la parálisis cerebral, también tendría necesidades
especiales. Pueden necesitar medicinas u otro tipo de ayuda
para realizar sus actividades diarias. Los niños con problemas
de visión podrían necesitar libros en Braille. Los niños con
problemas de audición o de habla también tendrían
necesidades especiales. Los niños con problemas de aprendizaje suelen
tener necesidades especiales. Los niños con síndrome de Down pueden ir
a un colegio normal y podrían incluso estar en tu clase, pero tienen
necesidades especiales a la hora de aprender, por lo que un asistente
podría acompañarles en clase.
Podríamos identificar a algunos niños con necesidades especiales pero,
probablemente, no a todos. Un niño podría tener un problema que no
resulta evidente a menos que conozcas bien a la persona. Por ejemplo,
alguien podría tener problemas de ansiedad (preocupación) pero no lo
sabrías a menos que el niño te lo dijera. Posiblemente, sus padres,
maestros y orientadores ya trabajan con él de forma individual para
ayudarlo con su problema.
Finalmente todos los niños tienen los mismos derechos, sin ningún tipo
de distinción. Es parte de nuestra labor como sociedad brindarles el
apoyo necesario y las oportunidades que se merecen.
Siempre se ha dicho que el concepto de
hijo único esta asociado con la extrema
protección y la mala educación.
Sin embargo hoy en día el panorama de esta situación esta cambiando. Las investigaciones
llegan a asegurar que un niño que es hijo único posee más cualidades que defectos. Antes, el
hijo único tenía fama de creerse el centro del universo, de ser egoísta, malcriado y
rebelde.
Hoy en día se ve el lado positivo de la situación. Se considera al hijo como una persona
normal, independientemente de que sea único o no.
EL HIJO ÚNICO
“El hijo único
posee más
virtudes que
defectos”
Según la psicóloga argentina Gabriela Ensinck, el hecho de ser
hijo único no es un elemento que define por sí solo el futuro de
un niño. Su evolución, como la de cualquier otro, depende de la
educación que le den sus padres. El hijo único puede tener un
desarrollo tan sano como el de un hijo con hermanos. Algunos
problemas que experimentan los niños, como la dependencia de los
padres, el consentimiento, la sobreprotección, introversión, etc,
no son sólo características de los hijos únicos. Se deben, en la mayoría de las veces a la
manera como los padres los educan.
¿Hay algo de positivo en tener sólo un hijo?
Por un lado, para las familias supone la mitad de preocupaciones y
la mitad de gastos. Además es posible ocuparse mejor del hijo y
darle más oportunidades y facilidades en la vida. Existen expertos
que afirman que los hijos únicos poseen más capacidad para ser
triunfadores en la vida. Consideran que el niño vive con una carga menor de ansiedad pues no tiene que
disputar el espacio ni la atención de sus padres. Lo que a la vez en un inconveniente porque el niño no
aprende a compartir. Todo le pertenece.
El problema de crecer sin hermanos es que todas las expectativas y las exigencias familiares estarán
puestas sobre él. Tal vez sea por eso que algunos estudios señalan que un hijo único crece con ideas
de vencedor, debido a que sus padres proyectan en él sus propias ilusiones y siempre le exigen dar lo
mejor de sí mismo. El hijo único es el que sufrirá los miedos y equivocaciones de sus padres. No
tendrá con quien compartirlas. Y además, pueden que se aburran un poco más que lo normal. Pero nada
es tan definitivo. Tanto los hijos únicos como los que tienen hermanos pasan por las mismas situaciones.
A menudo nos quejamos del desorden de la habitación de nuestros hijos o de que van
dejando sus cosas por cualquier lugar de la casa. Pero suele ocurrir también queno
nos detenemos a explicarles cómo deseamos que esté su cuarto. Nos limitamos a
decir: "este cuarto es un desastre", "parece un basurero" o sencillamente le
mandamos que lo ordenen, sin explicarles cómo deben hacerlo y por qué.
Hemos de tener en cuenta que hay niños que por naturaleza son muy desordenados y
no les importa vivir con el desorden. Pero a pesar de ello y aunque no logremos una
perfección en este sentido, si desde muy pequeños les vamos enseñando y
orientando, podemos corregirles en gran medida esta conducta desordenada y hacer
del orden un hábito para ellos.
Debemos tener paciencia y ser perseverantes ante el desorden de nuestros hijos. Si
observamos que al principio no avanzan en este objetivo, no debemos desistir. Poco a
poco y con tiempo, iremos obteniendo logros.
No podemos agobiarlos buscando resultados inmediatos ni estar constantemente
regañándoles para que ordenen. Es un proceso lento que irán aprendiendo
gradualmente. Es conveniente ser realistas y no exigir un cambio radical en un
periodo corto de tiempo.
NIÑOS DESORDENADOS
Los padres no podemos aceptar como
algo normal y natural que el cuarto de
nuestros hijos esté desordenado. En
tal caso, no podremos corregirlos ni
poner los medios suficientes para que
el orden sea un hábito en ellos. Es
fundamental que los niños entiendan
por qué deben ser ordenados y qué
deben hacer para conseguirlo.
¿Cómo hacer para que sean más ordenados?
Desde que son muy pequeños, debemos lograr que
el niño entienda que cada uno tiene que
responsabilizarse de sus cosas en casa, saber
cuidarlas y colocarlas en su sitio. Podemos fijar
unas pautas de comportamiento que han de cumplir,
entre las que sugerimos las siguientes:
Cada cosa en su sitio:Hay que destinar sitios y
espacios para sus cosas. Todo tiene que tener un lugar
concreto donde colocarlo. Para ello, nosotros podemos idear
un sistema que le facilite su colocación.
Colocar las cosas en lugares accesibles:
Tenemos que facilitarle todo lo posible la posibilidad de coger y guardar sus cosas sin nuestra
ayuda. Para ello, es necesario colocarlas en lugares de fácil acceso para ellos, situando las
estanterías, las perchas y las cajas de sus juguetes según su altura o bien, facilitarles un
taburete estable en el que pueda subirse para coger y guardar sus cosas.
Desde muy pequeño el niño debe adquirir la costumbre de recoger sus
juguetes cuando haya terminado de jugar:Al principio, es necesario que los padres
estén con él y guarden juntos los juguetes, enseñándoles como hacerlo y mostrándoles que
recoger todo lo que han sacado forma parte del juego.
Evitar acumular cosas innecesarias o inservibles: Cuando sus juguetes se estropeen
y ya no sirven deberá deshacerse de ellos.
Procurar ser claros y precisos cuando queremos que ordene y limpie: Es más
positivo utilizar frases en las que se concrete lo que esperamos que haga: "guarda los
juguetes en sus cajas" o "cuelga la ropa en el armario"; y ser firmes en nuestra forma de
pedírselo, no dando lugar a que nos diga "luego lo hago" o "espera un poco".
Incentivar el orden: Utilizando elogios y reforzando
comportamientos positivos. Cuando el niño lo deje todo perfectamente
ordenado o si observamos que ha realizado un gran esfuerzo, debemos
hacerle saber lo felices que nos sentimos por ello.
Muchos padres no saben qué hacer para que sus hijos abandonen alguna
mala costumbre como morderse las uñas, chuparse los dedos,enrollarse los
pelos en el dedo,hurgarse la nariz, decir palabrotas, comerse las uñas, etc. Y
muchos de ellos tienen razón en preocuparse ya que algunas costumbres
que se inician en la infancia, pueden conservarse hasta la edad adulta.
Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que pueda
justificarla. Es decir que el mal hábito puede ser apenas una forma que el
niño tenga de expresar algo que le esté
molestando.
Es necesario estar atento y, siempre
que sea posible, se debe cortar lo malo
por la raíz. Pero sin agobios ni
ansiedades, porque en este caso los
resultados pueden no ser nada buenos.
Con paciencia, determinación y
mucho cariño, todo se soluciona para
el bien de los niños. Según el Dr. Pedro
Barreda, de pediatra al día, no todas las
manías o actos repetitivos son motivo
de preocupación. Dependen de la edad
del niño, de las circunstancias y de la
frecuencia con que aparezca el hábito.
A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje
corporal.
MALOS HÁBITOS
¿Cómo un niño adquiere un mal hábito?
Existen algunos motivos por los que un niño empieza a repetir una mala
acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los
niños, principalmente los más pequeños, aprenden imitando. En casa, los
niños imitan a sus padres y/o hermanos. En la escuela, a sus compañeros. Si
el niño, no todos, convive con alguien que guiña los ojos a cada tres por
cuatro, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e
inconscientemente se inicia un hábito.
Lo mismo ocurre si los padres de este niño están
diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán
ellos que su hijo no aprendan lo mismo? Hay que
introducir buenos hábitos en la vida de los niños,
y todo empieza en la familia, en la casa.
Otra vía de adquisición de un mal hábito puede
tratarse de señales que el niño emite cuando no
encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa.
Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. En niños
mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la
familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal
hábito para llamarles la atención. Es probable que, en estos casos, el niño se
desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el
tiempo, en un mal hábito.
¿Mejor separados que
juntos?
En ocasiones, es mejor que
la pareja se separe, a que
continúe viviendo
situaciones conflictivas de
convivencia, que afecten
negativamente a sus hijos.
Este podría ser el caso de
los niños que están
viviendo situaciones
adversas, por ejemplo, de
constantes peleas,
discusiones que terminan
en maltrato o problemas de alcoholismo o drogas. Si el ejemplo de su padre y/o
madre no es el más adecuado, seguramente será más beneficioso para ellos que
sus padres se separen.
Por el bien de tus hijos
Está comprobado que el niño sufre mucho más en
situaciones en que los padres son infelices juntos, que
cuando deciden vivir separados. Los niños quieren
sentir que sus padres son felices.
EL DIVORCIO Y LOS HIJOS
Es importante considerar que, al tomar la decisión de separarse, se analice
primero la relación con los hijos, los cambios que éstos pueden sufrir y, sobre
todo, que su decisión no afecte ni comprometa a las necesidades básicas de los
niños.
Los hijos en común continuarán necesitando decariño, cuidados, atención, apoyo
y comprensión.
Los hijos son lo primero
Aunque separados, la pareja jamás dejará
de ser padres para sus hijos. No se puede
olvidar que los niños tienen derechos y
necesidades básicas como la alimentación,
el alojamiento, el cuidado de su salud, la
educación y el vestir. Cumplir con las
necesidades básicas de manutención para
los niños es fundamental para su
desarrollo.
Por otra parte, los niños sólo se sentirán
seguros si existe un clima de confianza, respeto y afecto entre sus padres.
Considerando estos derechos de los niños, los padres deberían ofrecer una
educación basada en valores como el optimismo, la responsabilidad y la familia,
brindando a sus hijos una convivencia civilizada, integradora y social.
Al mismo tiempo, los padres separados, cada uno desde su sitio, deben seguir
observando el comportamiento de sus hijos y facilitarles su compañía, no solo
durante las visitas establecidas.
La depresión, que antes
solo se diagnosticaba en
personas adultas, está cada
día haciendo sufrir
también a los niños. Ya
no son sólo los adultos
los que se deprimen. La
depresión infantil puede
surgir a causa de "cambios
importantes y estrés"
como resultado de la
pérdida de los padres, un
divorcio, problemas
familiares, etc.
Aproximadamente, el 5
por ciento de los niños
padece de depresión en
algún momento. Los
niños que viven con
mucha tensión, que han
experimentado una
pérdida familiar o que
tienen desórdenes de la
atención o de la conducta, o presentan dificultades en el aprendizaje o
problemas de salud mental, corren mayor riesgo de sufrir depresión.
DEPRESIÓN INFANTIL
Síntomas para identificar la depresión infantil
Cada niño es único en su forma de ser, en su personalidad y en la manera de aceptar los
cambios que se producen en su vida. Para sospechar que un niño tiene depresión, es necesario
conocer muy bien al pequeño y saber qué es realmente normal en su comportamiento.
No hay que apresurarse a sacar conclusiones. Padres y profesores deben estar atentos cuando
algún niño presenta alguna de las siguientes características:
- Está continuamente triste, llorando con más facilidad
- Ha perdido el interés por los juegos preferidos y por la escuela
- Se aleja de sus amigos y de la familia
- Presenta una comunicación pobre
- Se aburre y se cansa con facilidad
- Presenta menos energía o concentración
- Está irritable o demasiado sensible frente a pequeñas frustraciones, montando rabietas o
berrinches con más facilidad
- Se le nota extremamente sensible hacia el rechazo y el fracaso
- Expresa baja autoestima, depreciándose a sí mismo
- Elige "finales tristes" para sus cuentos y representaciones
- Se comporta de una manera agresiva
- Se queja constantemente de dolores tales como de cabeza o de estómago
- Duerme demasiado o muy poco
- Come demasiado o muy poco
- Sufre una regresión, hablando como un bebé u orinándose en la cama
- Habla de suicidio
- Habla de escaparse de casa
¿Se puede proteger a tu hijo para que no se convierta en un acosador ni en un acosado? Pues, claro que sí. Por lo menos, existen algunas pautas que pueden ayudar tanto a la familia como a los educadores y a la sociedad de un modo general, a
prevenir este fenómeno. Luchar contra el bullying es una responsabilidad de todos. Cada parte implicada debe cumplir
su papel.
Recursos familiares contra el acoso Existen cursos y reuniones en las escuelas de padres y madres que
pueden orientar a los progenitores acerca de lo que se puede hacer para
mantener alejados a sus hijos del bullying. Se basan, normalmente, en
reglas básicas como:
1. Preocuparse por los hijos, hablando con ellos y creando un canal de diálogo.
Evitar los monólogos. Se aprende y se conoce mejor a los hijos, escuchándoles.
2. Estar pendiente de los posibles síntomas como nerviosismo, falta de apetito,
insomnio, bajo rendimiento escolar o fobia escolar.
3. Controlar y supervisar las conductas de los hijos, observando qué hacen, a
dónde van, con quién juegan, cuáles son sus intereses y proyectos.
4. Determinar los límites y las normas. Exigir el cumplimiento de las
elementales.
5. Educar para controlar las emociones, para comportarse con los demás y
para convivir con otros.
6. Observar los comportamientos, estados de ánimo y cambios en los hábitos
de los niños.
Hijo adoptado
Si vas a tener un hijo
adoptado, seguramente
pensarás una y otra vez en
¿cómo reaccionará tu hijo o
hija?; ¿qué cuidados
especiales necesitará?; ¿cómo
será tu primer encuentro con él o con ella? Adoptado o
biológico, un hijo cambia la vida de los padres. Tu vida
experimentará un cambio radical; habrá un niño o una
niña que ahora te espera en casa y que depende
absolutamente de ti. Adoptado o no, los niños necesitan
mucho amor, y como todos tendrá el derecho a conocer su
identidad y sus orígenes, en su momento. Para unos, el
tener un hijo adoptado significa un acto de solidaridad.
Pero para otros, y muchos felizmente, representa apenas
una forma, un camino elegido para ser padres y formar
una familia. Lo que debe estar claro es que un hijo será
siempre un hijo, sea cual sea el lugar o la circunstancia de
su nacimiento.
¿Qué sentimientos suelen estar
muy presentes en el niño adoptado?
- El miedo a ser nuevamente
abandonado por su nueva familia, como
hicieron sus padres biológicos.
- La desconfianza hacia los adultos (que
les han abandonado, defraudado,...).
Habrá que volver a ganar su confianza y,
sobre todo con mucho amor y paciencia, pues el niño le pondrá a prueba todo
lo que pueda para ver si ustedes realmente le importan.
Es en esos momentos límite, donde ustedes no le pueden fallar, y deben seguir
mostrándole su amor incondicional; ello no significa aprobar todas sus
conductas, sino ratificar su amor hacia él aún cuando éstas sean inapropiadas.
- El sentimiento de que nada perdura, de
inseguridad ante todo, pues no conocen
la estabilidad.
Las situaciones de separación, pérdida y
abandono que, indudablemente, se
repetirán en mayor o menor grado, a lo
largo de su vida, serán especialmente mal
vividos por el niño adoptado. Se mostrará
especialmente sensible y reacio a iniciar
relaciones basadas en la confianza, hasta