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    LA RAZN PRACTICA Y LA POLTICA

    LA RAZN PRCTICA Y SU OBJETO.I-A RAZN ESPECULATIVA Y LA SAZN PRCTICA

    El hombre, puesto a pensar, se encuentra con ver-dades necesarias, inmutables y eternas, y a veces seextraa de que l, un gusanillo que no tiene delanteni detrs sino un tiempo mudadizo y breve, y a suspies una tierra inestable y precaria, pueda con tantafacilidad evadirse por la abstraccin a un universodonde todo es seguridad y permanencia; donde el serno es el no ser; donde el dos, adicionado al dos, pro-duce el cuatro; donde la virtud es siempre y eterna-mente laudable; donde el acto es superior a la po-tencia, y no hay efecto sin causa. El hombre sabe quede l depende ponerse o no ponerse a pensar en estaso en otras verdades inmutables, pero que, si se pone,queda prendido en una redecilla invisible, en un apa-rejo prodigioso que le levanta de su mundo 'contin-gente y corruptible hasta las verdades que nunca mue-ren. A esta facultad que tiene el hombre de poseerverdades necesarias y universales le llamamos raznespeculativa.

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO SLa misin del intelecto especulativo o terico es,como su nombre indica, reflejar los objetos. Semejaun espejo speculum, y su objeto se ha llamado poreso especuladle.Pero en el hombre no slo hay una razn especu-lativa o teortica. Hay adems una razn operativao prctica, cuya misin no es ya reflejar los objetos,como en la vez anterior, sino otra cosa muy distinta:realizarlos. Esta razn no se distingue realmente de

    la otra, sino que es una extensin de ella a la actividadoperativa del hombre. La capacidad operativa del hom-bre es inmensa, y slo puede llevarla a cabo con ayudade la razn prctica. Fuera de los momentos de ocioen que se da a la contemplacin, y en que escapa porla razn especulativa hacia el mundo de la verdad ne-cesaria e inmutable, todo lo dems es para el hombrenegocio, elaboracin de una materia en bruto. El hom-bre hace aparatos y mquinas portentosos; hace poe-mas y cuadros; cose y descose tripas. Pero hay algoms importante. El hombre tiene que realizar a cadainstante su propia vida, tiene que realizarse a s mis-m o. Sin haber sido consultados, nos encontramos depronto con la vida, y con la imponente labor de hacer-nos cada cual la nuestra bajo los dictados de la raznprctica.La verdad de este intelecto operativo o prcticoto es, por tanto, reflejo de una cosa que nos compeledesde fuera, sino al revs, norma y medida de unacosa que puede o tiene que realizarse fuera de l, ysu objeto se llama por eso operable.

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    1.0 OPERABLE

    He dicho operable. Pero la palabra suena algo ex-traa. Apenas si tiene empleo castellano fuera delcampo de las intervenciones quirrgicas, o, al menos,su significado principal tiene que ver con ellas. Deci-rnos operar, operacin, operable siempre que nos refe-rimos a ciertas intervenciones mdicas en el cuerpohumano. Los mdicos declaran si una lcera de est-mago o una hernia son operables. Y, sin embargo,cuando yo empleaba arriba esta palabra, le daba unsentido inmensamente ms amplio. Es operable todolo que puede ser intervenido por cualquier hombrepara su modificacin conforme a los dictados de larazn prctica.Yo me explico la primaca que tiene hoy en caste-llano la significacin quirrgica de la palabra opera-ble y la de sus congneres. Se trata de un tecnicismoque se ha divulgado en virtud de la influencia de losmdicos sobre el medio social. Los mdicos prefirie-ron decir operar en vez de obrar porque aquella vozguarda mayor semejanza que sta con su matriz co-

    mn, el operan latino. El hecho no debe extraarnos.Durante el seoro universal del latn como lenguajecientfico, el mdico, en virtud de su contacto ntimocon la sociedad y de su innegable influjo en las cues-tiones ms prcticas de la vida, pudo salpicar de for-mas cultas el idioma vulgar, las cuales tuvieron queadaptarse a l sin perder su carcter doctoral y tc-nico. Y por este procedimiento el operan y sus cong-neres dieron su salto a la ribera del castellano, ama-rran do su barca en el fondeadero' de la Medicina.

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO SEn cambio, la Filosofa y la Teologa haban em-pleado esta palabra con la amplitud propia de estas,disciplinas, designando con ella todo aquello, dondepuede intervenir un ser voluntariamente. No sloes operable una hernia, sino un tnel, un puente,una mquina, un acto de castidad o de lujuria, unainstitucin poltica. El mundo entero es operable porDios, que lo crea y conserva. Todo lo que puede sero no ser en dependencia de nosotros o de un ser supe-

    rior es operable.Es lgico pensar que este sentido, como ms exten-so que es, deba ser el primordial, ya que abarca en stodos los otros. Y, sin embargo, los filsofos y los te-logos no han logrado introducir el tecnicismo con todala amplitud que tiene en la Filosofa y la Teologa. Lapervivencia del latn en la exposicin de estas disci-plinas hasta el presente quizs explique este fenmeno.El filsofo y el telogo no han necesitado aclimatar sutecnicismo en castellano, quizs porque esta lengua eraapenas utilizada por ellos. Aun en nuestros das, lasgrandes obras de filosofa y teologa catlica, dondela doctrina de la razn prctica adquiere su ms cum-plida forma, siguen escribindose en latn, y, dicho seade paso, ste es uno de los pocos procedimientos quehan salvado a una minora de pensadores del crespoguirigay de Babel en que se debate el mundo contem-porneo.Pero el filsofo de nuestros das, cuando se aven-tura a escribir en castellano, debe en cierto modo for-jar el idioma desde la filosofa misma. Y lo que losmdicos lograron divulgando su tecnicismo, deben lo-grarlo hoy los filsofos dando a lo operable toda la.amplitud que tiene en las fuentes latinas de su disci-44

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    LA RAZX PRCTICA Y IA POLTICAplina. Es operable todo lo que puede ser objeto de lasmodificaciones que le imprime el hombre, o, en sucaso, un ser superior a l. Un tnel ;es operable en lamontaa, y en una pea puede operarse un edificio.Tambin es operable por la voluntad un acto de amoro de justicia.

    LO FACTIBLE Y L O AGIBLE

    Destaquemos estos dos ejemplos: un edificio ope-rable por los constructores y un acto de amor ope-rable por la voluntad. En ambos casos est claro quehay algo que puede ser o no ser, y su realizacin de-pende de nosotros. Mas en un caso puede observar ellector que lo operable se realiza de diferente modo queen el otro. El edificio est fuera de nosotros. Para surealizacin hay que trabajar una materia exterior, lapiedra. En cambio, el acto de amor no pertenece almundo exterior, y no es necesario que su posicin lono posicin por la voluntad afecte a una materia ex-terna.Estos breves ejemplos hacen ya ver que hay dosespecies de operable, o, dicho con otras palabras, quelo operable es un gnero subdividido en dos especiesa las que vamos a poner unos nombres que justifica-remos en seguida: lo factible y lo agible.Parejamente a lo que hicimos con la palabra ope-rable, debemos decir que el uso de las palabras facti-ble y agible en estas notas es .extraordinariamente pre-ciso. vSe trata, desde luego, de tecnicismos que no hanpasado al acervo comn del castellano con. su preci-sin filosfica. Para estud iar. sta es necesario re tro-traerse al latiij y no slo a l, sino tambin al griego.

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    LEOPOLDO EULOGIO PALACIOS

    PRIMERA DISTINCIN ENTRE FACTIBLE Y AGIBLE

    Factible y agible, TO-GV y xpaxzv, corresponden alfacer y agere la tin os, o al ^oisv y rcprceiv grieg osEn igual relacin proporcional estn factio y roTjoiq,actio y ^p?ie- El facer, el "hacer", es una actividadinteligente que se ejerce sobre una materia pertene-ciente al mundo exterior: cortar , pintar , etc. En cam-bio, el agere, el "ejecutar", es la actividad que se ejer-ce dentro del hombre mismo: querer , odiar , etc. ( i ) . .Lo factible es, segn esto, lo operable en una ma-teria exterior. Y entindase bien que exterior es aqutodo lo que empieza en nuestro propio cuerpo, es de-cir, todo lo que pertenece al mundo accesible a los sen-tidos corpreos. Es factible que una mujer se pintelos labios, o que un hombre se afeite, o qite se cubrael cuerpo de tatuajes. Y, a foriiori, es factible el actode real izar un puente, un cuadro, una mesa, que sonartefactos pertenecientes por completo al mundo ex-terior .No se crea que es necesario que lo factible sea per-manente o deje huella durable. Andar es un acto fac-tible, aunque sea por un alambre. El funmbulo rea-liza un "hacer", porque el andar se ejerce sobre elhilo, que es una materia exterior. Tambin es factibleel tocar la guitarra, porque las notas no son perma-nentes, pero las arranca la mano de una materia ex-te rna .Agible, en cambio, es todo lo que se opera dent.ro-

    (i ) Au nque mu chas veces algunas 'de, estas palab ras se usan prom is-cuamente, Aristteles ha tenido extraordinario empeo en delimitar sussentido, y con l Santo Toms de Aquino y la escolstica.46

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    LA RAZN PRCTICA Y LA POLTICAdel hombre mismo. Un acto de amor se engendra yflorece dentro del alma sin que trascienda acaso ai-mundo. Y aunque saliese y fructificase en obras ex-ternas, stas seran factibles, mientras l, considera-do con abstraccin de ellas, sera siempre agible. Y lomismo que decimos del amor podemos decir de cual-quier otro acto humano considerado en s mismo, conindependencia de sus consecuencias externas, que son,aqu pasadas totalmente por alto.

    OTRA DISTINCIN ENTRE FACTIBLE Y AGIRLE

    Esta discriminacin de lo factible y lo agible esprimordial. Segn ella, es factible todo acto humanoque se ejerce sobre una materia exterior, y agible todoacto humano considerado en s misino, como posicin-interior del sujeto. Una segunda discriminacin, sin?negar nada de lo adquirido en la dilucidacin prece-dente, sirve para determinarla mejor. Es como sigue,.Hay veces que consideramos en el acto humano Ios-efectos que deja fuera de s, como cuando considera-mos el acto del carpintero por la mesa que produce,prescindiendo en absoluto de la intencin moral con,que es realizado el artefacto. Otras veces, por el con-trario, consideramos nicamente la moralidad del acto,,fijndonos en el buen o mal uso de la libertad que hace*el sujeto. A los actos humanos considerados de la pri-mera manera se les llama factibles, y considerados bajo-su aspecto moral se les denomina agibles.Esta distincin aporta a la anterior la nota o ma-tiz de la amoralidad o de la moralidad de nuestros,actos. Es por eso ms fina que la otra. Aqu no nos

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    contentamos con ver en lo factible el acto externo pro-ductor de cosas, sino que lo vemos desde el bien o malde esas cosas mismas, desde el punto de vista de superfeccin tcnica, y, por lo tanto, prescindiendo dela intencin moral del sujeto. El carpintero puede serel mismo diablo y la mesa un artefacto excelente. Noha fingido la imaginacin popular al diablo como elartfice de los palacios maravillosos que apenas se ex-plican por el arte humano? Y lo agible no solamentelo vemos ya como posicin interior de un acto delibe-rado, sino como buen o mal uso de la libertad impli-cada en tal acto, y le consideramos, por tanto, en sumoralidad misma, en su bondad o malicia moral, queradica en la buena o mala intencin con que se ejecutael acto.No estar de ms aadir una indicacin. Ningnacto humano concreto es inoralniente indiferente; nin-guno es amoral. Por tanto, cualquier acto factible, contal de ser puesto humanamente, con advertencia de larazn y libertad, es tambin un agible. Por eso la exte-rioridad y amoralidad de lo factible slo debe enten-derse reduplicadamente: de lo factible en cuanto tal.Esto explica, segn veremos luego, que el arte, la vir-tud intelectual con que la razn prctica somete lofactible a sus reglas, sea de suyo amoral, en cuantono se preocupa por el bien del artista, sino por el biendel artefacto.

    A C L IMA T A C I N D E L A PA L A B R A A G IB L E

    Un da, leyendo a Baltasar Gracin, top con lapalabra agible. Deca as este autor, en su Orculo48

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    LA RAZN PRCTICA Y LA HJLTICAmanual y arte de prudencia: "Tener un punto de ne-gociante. No todo sea especulacin, haya tambin ac-cin [...]. Sea hombre de lo agible, que aunque no eslo superior, es lo ms precioso del vivir. De qu sirveel saber si no es prctico? Y el saber vivir es hoy elverdadero saber" (2).Fui en seguida al Diccionario de la lengua de laReal Academia Espaola, porque haca tiempo que mepreocupaba la traduccin del tecnicismo escolsticoagibile, cuya cspaolizacin ignoraba. La voz estabaen el catlogo oficial de nuestro idioma. Entonces ledi tambin aposentamiento en el mo, a pesar de saberque nadie la usaba todava.El Diccionario no da la acepcin exacta, pues lahace sinnimo de factible y hacedero, cuando precisa-mente el nico valor semntico de esta palabra consisteen oponerse a lo factible, si bien dentro del gnerocomn de lo operable.

    LA ACTIVIDAD Y "ET. . 'HACER"OEn Espaa se viene queriendo, desde hace variosaos, dar carcter de tecnicismo filosfico a la pala-

    bra "hacer". El fenmeno que llaman "hacer" se di-ferenciara del simple ejercicio de una actividad conel cual se le suele confundir. La actividad, cualquiera

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    algo (Ortega y Gasset). As, la filosofa es un hacer,,la poltica es un hacer, etc.Esta precisin terminolgica es afortunada en la,medida en que responde al intento de "precisar" quellevan sus partidarios. Pero no aporta ninguna me-jora a las precisiones terminolgicas que acabamos de-establecer nosotros de acuerdo con una tradicin mi-lenaria, y hasta puede prestarse a confusiones. La ac-tividad puesta por algo y para algo, el hacer en elsentido de estos autores, es, sencillamente, el acto hu-mano, el obrar u operar. Los escolsticos distinguenentre el acto del hombre, que puede ser un simple me-canismo, y el acto humano, puesto con advertencia ylibertad, por algo y para algo.Pero, adems, el designar la actividad puesta poralgo y para algo con la palabra hacer, en vez de lapalabra obrar u operar, puede inducir a tomar la es-pecie por el gnero, contra la fecunda doctrina del fa -cer y del agere, segn la cual el hacer y el ejecutarson dos especies del obrar.

    PA RA NG N DE 1.0 OPEKABLE V LO ESPECULABLE

    Despus de estas precisiones terminolgicas y con-ceptuales volvamos a nuestra caracterizacin de la ra-zn prctica frente a la razn especulativa. Y para lle-varla a cabo nada mejor que poner en parangn susrespectivos objetos: lo operable (en sus dos especies delo factible y de lo agible) y lo especulable.Ante lo factible y lo agible el hombre se siente rey..Un poco a la fuerza, es cierto, porque no opera slo-por solazarse, sino por atender a su urgente vida. Pero>So

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    LA RAZN PRCTICA Y LA 1*OLTICAde todos modos, cuanto hace o ejecuta es algo que de-pende de su albedro. Sus obras son hijas de su liber-tad y huellas de su dominio. En ellas ha podido inter-venir nuestra eleccin, la eleccin del arquitecto al ha-cer esta o aquella casa, o del hombre en general -alejecutar esta o aquella accin. Cualquier adn puedesometer lo factible y lo agible a las reglas de su razn,dejando en ellos la impronta de sus afanes, el sello desus ilusiones, el timbre de su deliberacin y de su cui-dado.Es de extraordinario inters no pasar por alto pa-reja condicin de lo operable. RevSalta, sobre todo, alponerlo en parangn con lo especulable, objeto de larazn terica. Frente a los objetos de la razn tericael hombre no elige. Quiera o no quiera., dos ms dos;suman cuatro. De nada sirve empearse en que as-ciendan a cinco, ni montar asambleas deliberativaspara lograrlo. La eleccin y el consejo slo tienen lu-gar entre cosas contingentes, que pueden ser o no ser..La verdad especulativa por la que s que la suma d-los ngulos de un tringulo es igual a dos rectos esindependiente de los cuidados del hombre. Las geome-tras no euclidianas muestran que unas veces tal sumaes superior a dos rectos, y otras veces inferior, dedonde algunos filsofos han concluido que toda lgicaes relativa. Pero, aparte del error que entraa tal pos-tura, para nuestro asunto la cuestin no cambia. Pues,al hablar de esas verdades se mentan objetividadesinalterables, que son lo que son con independencia delos caprichos de los hombres.Claro est que el saber teortico puede considerar-se tambin en su ejercicio, y caer, como tal, bajo laeleccin y deliberacin del hombre. Que la suma de

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    los ngulos de un tringulo sea o no sea igual a dosrectos es independiente de nuestra eleccin; pero nolo es el que aqu y ahora especulemos sobre tal verdad.Elegimos especular, y especular sobre tal verdad, por-que queremos. Mas esto no quita un pice de razn acuanto arriba dije. Porque si el especular nos pareceahora hijo de nuestra eleccin y libertad, es porque loconsideramos como acto voluntario. Y como acto vo-luntario la especulacin es un operable de la mismaclase que todos los otros.Esto nos lleva a distinguir en la especulacin dosaspectos: uno objetivo, dependiente del objeto, y ne-cesario e inmutable como ste; otro subjetivo, depen-diente del sujeto, y contingente y libre como ste. O,empleando la terminologa de la escuela, es menesterdistinguir la especificacin del acto de teorizar, estoes, su determinacin por el lado del objeto, y el ejer-cicio del tal acto, el hecho de ser puesto por l sujeto.Cuando pienso en cualquier materia de la filosofa pe-renne se puede distinguir en mi pensar el contenidoque refleja, cuya estructura es independiente de miquerer, y el ejercicio mismo de pensar, que yo pongoen marcha porque quiero.

    Pues bien, en la especulacin, de estos dos aspectosslo el segundo pertenece a la libertad del hombre.Este es libre de poner o no poner un acto de especu-lacin, o de ponerle sobre este o aquel asunto; pero,una vez puesto, queda prisionero de las leyes esencia-les del objeto, independientes del querer humano.En cambio -y esto es esencial en la accin, enla prctica, dependen de la libertad humana los dosaspectos. No slo el ejercicio, sino la especificacin.5 2

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    LA RAZN I'KACTICA Y LA POLTICANo slo la posicin o no posicin del acto, sino suobjeto especificativo (3).

    INTERVENC IN BEL APETITO EN E l, OBJETO DE LA BAZN PKCTICA -

    Por aqu se ve palmariamente el dominio que gozala razn prctica sobre las cosas, para arreg larlas, dis-ponerlas y realizarlas a su gusto. Las cosas de que seocupa la razn prctica no son fijas e inmutables, comolos objetos de la razn terica. Al contrario, son pls-ticas, dctiles. Y ella, la razn prctica, no es un dis-positivo de espejear verdades, sino de realizarlas. Esinventiva, proyectista. Fragua normas de conducta,traza formas de gobierno, arbitra medios para con-seguirlas, planea instituciones, hilvana sistemas. La ra-zn prctica es libre frente a.su objeto, libre para ur-dirlo a su gusto, sin verse compelida desde fuera conla rigidez de un objeto especulable. Luego veremos queesta arbitrariedad de la razn operativa tiene tambinlimitaciones, pero ahora me interesa resaltar cuanflexible es su textura en comparacin con la raznterica. Tan clara es la libertad de la razn prcticapara urdir a su gusto su propio objeto que se ha con-fundido a veces con la voluntad. Kant llama a la vo-luntad razn prctica. Y no es, en efecto, la libertaduna propiedad de la voluntad?iLa razn prctica no es la voluntad, no; pero essolidaria de ella. Quiero decir que la libertad que gozala razn prctica es en realidad un ingrediente que lepresta la voluntad. El asunto es de capital importan--

    > Cf. Cayetano, in I-II, q. 57, a. $: Actus proprius intellectui prac-;t quoad esse et quoad veritatem, pendet 'ab appetitu.(3) Cf, .tico, et quoad esse

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    cia para el tema de la prudencia poltica, y debemosdetenernos un momento en l.La voluntad persigue un fin y, en consecuencia,busca unos medios con que alcanzarlo. Estos mediosse los pide a la' razn prctica, y es evidente que losmedios que proponga la razn sern diferentes segnsean los fines que persiga la voluntad. Es decir,que la razn hablar predeterminada por lo que inten-te previamente la voluntad. Para atravesar el Tajo

    se requieren medios diferentes a los que son requeri-dos para cruzar el Pacfico. Y si tenemos intencin deatravesar el Tajo y no de cruzar el Pacfico, esta vo-luntad, que se decide libremente por una ur otra ins-tancia, predeterminar con su intencin cules seanlos medios que la razn seale. Cada nuevo fin que in-tenta la voluntad causa un cambio en el modo de en-frentarse la razn prctica con su objeto operable. Adistintos fines queridos por la voluntad responden, enestrecha dependencia de ella, distintos proyectos urdi-dos por la razn. Por eso la razn prctica dependede la voluntad, y toda su libertad en el planeamientode su objeto operable debe hacerlo con vistas al finprevio que la voluntad intenta conseguir. En esta soli-daridad es donde se ve mejor la dependencia esencialen que se encuentra la razn prctica respecto de lavoluntad.La voluntad no es aqu solamente lo que se quiere,sino la facultad de quererlo, el apetito racional. Lavoluntad es la ms alta de las potencias humanas per-tenecientes a la parte apetitiva del hombre. Es un ape-tito racional, como el concupiscible e irascible son ape-titos sensitivos. Por eso voy a englobar en la palabra''apetito"', como hacan los antiguos, todo el orden ten-54

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    LA KAZN PRCTICA Y LA POLTICAencial y afectivo del hombre, representado primor-dialmente por la voluntad.La prueba de que el objeto de la razn prcticadepende del apetito y sufre las vicisitudes de ste pue-de presentarse tambin con carcter experimental. Ksun hecho positivo, experimentable ya por la ms toscaintrospeccin. Quin, recordando sus momentos declera, no se da cuenta de que lo vea o razonaba todoa gusto y conformidad de su propensin volitiva a lavenganza ? Es decir, que en este caso el apetito de ven-ganza es el que mueve la razn prctica para que lasconclusiones hacederas sean favorables al desquite. Demodo semejante, cuando razona el justo, lo ve todoconforme al apetito racional, es decir, es la voluntadde dar a cada cual lo suyo lo que mueve su razn aplanear y dictaminar conclusiones favorables a la jus-ticia. En ambos ejemplos la razn prctica est teiday coloreada por el color del apetito: turbio en un caso,lmpido en el otro. El apetito o afecto mueve a la ra-zn prctica, y de su impulso y su color no puede ellaescaparse. No es que no pueda por su cuenta realizarsus operaciones; la razn cumple las suyas, que son losactos de razonar. Pero razona a base del ingredientevolitivo y afectivo que le ha suministrado el apetito.Por eso deca Aristteles que cada cual juzga de lascosas prcticas segn las disposiciones afectivas enque se encuentra. Qualis unusquisque est, talis finsvidetur ei (4)."Hay que hacerse amar, deca Joubert, porque loshombres no son justos ms que con los que aman."

    (4) Ethka Nicomaehea. III , 7 , 1 .114 a 32; ' (koc ' KQO' hoa-zc,o-o xa! xo zi'hoc, .

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO SEl apetito es para la razn prctica el transfondo que-da sentido a sus operaciones, y que no solamente la-da su ejercicio y la motoriza, sino que adems la espe-cifica hacindola tal o cual es el ape tito : si recto, rec ta ;si torcido, torcida.

    LA RAZN PRCTICA, HECHURA Y FUNCIN DEL APETITO Y DE LA VIDA

    El acto voluntario efectuado por el apetito racional'es la expresin ms perfecta de nuestra vida humana.Slo vivimos plenamente cuando nuestros actos son-voluntarios y conscientes. El acto humano es nuestravida. sta cobra por l todo su dramatismo. En l ra-dica nuestra libertad, y esto es decir bastante. Puesbien, el estudio de la razn prctica nos descubre a ma-ravilla que en ella todo es hechura y funcin de la vida,,hechura y funcin de la volicin y del apetito. Mientras,nuestra razn especulativa nos lleva fuera de s y fuera-del hom bre, a vivir en contacto con la verdad necesariapor tanto, en contacto con lo que no es el hombreen su existencia particular y contingente, en su oficiohistrico y vital, la razn prctica la razn vitare histrica lleva formado en ella, como el tronco susavia, un ingrediente humano que no la permite salirde s misma, que no dispara al hombre fuera de sj.mas le retiene dentro de la rbita de su existenciaconcreta, de su ocupacin histrica.La tradicin filosfica nos ha conservado una es-plndida frase de Aristteles glosada por Santo To-ms de Aquino en que se expresa con nervio sin igualla verdad que estoy exponiendo. La vida del hombrees trabajo, ocupacin, cuidado; en ella nos gua la ra-56

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    LA RAZN PRCTICA Y LA POLTICAzn prctica, la razn de nuestra existencia concreta,,vuelta a los afanes del quehacer cotidiano. Esta espara Aristteles y Santo Toms la vita secundumhominem. Frente a ella, por encima de ella y comosupuesto de ella est la vida de la razn especu-lativa, cuyos ojos estn vueltos a la verdad nece-saria e inmutable. Esta ya no es para Aristteles ySanto Toms la vita secundum hominem, sino msbien la evasin de nuestros cuidados, porque las ver-dades necesarias y eternas no se mudan por el capri-cho ni la libertad del hombre, y son en este sentidodivinas. Y ciertamente, la vida del ocio cientfico y dela especulacin filosfica es la vida ms semejante ala celeste. Toda verdad necesaria es ya, por serlo s unalgo divino, y no en vano los antiguos considerabanla filosofa como el conocimiento de lo divino y de lohumano: de lo divino, esto es, de las verdades peren-nes accesibles a la razn especulativa, y que no enve-jecen ni se gastan como los trajes; de lo humano, esdecir, de lo que debemos obrar en este mundo de con-tingencias y relatividades.

    En el hombre, la razn prctica es razn vital,porque lleva englobada la vida y es funcin del ape-tito y de todas sus resonancias vitales, y adems por-que nos es vital, en el sentido de que sin ella nos seraimposible vivir como hombres (la razn prctica es elprimer instrumento, del que dependen todos los otros).Y es histrica porque nuestra vida se mueve en el tiem-po, y porque es ella la razn que debe poner de ma-nifiesto el historiador o el filsofo de la historia al es-tudiar el acontecer humano. El hombre es lo que esporque antes ha sido lo que fue, y esta razn, este por

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    qu, debe ser declarado por la historia registrando loque ha dictado en cada coyuntura la razn prctica.I I

    L A RAZN PRCTICA Y SUS NORMAS.LA RAZN PRCTICA NO ES AUTNOMA ;

    Que se alce un edificio o que se realice un acto de.gobierno son realidades bien contingentes, que puedenacaecer o no, y que el hombre efecta bajo el imperiode la razn prctica. Son as todas las obras factibleso agibles por el hombre: contingentes, concretas, par-ticulares, emanadas de nuestro libre arbitrio. Y, sinembargo, en todas ellas puede relucir el resplandorde un sello que las transfigura y las hace rebasar elmomento y el lugar donde existen. El frontispicio delPartcnn o las agujas de la catedral de Burgos nopertenecen slo al pedazo de tierra que las sustentao al aire que las circunda: son concreciones de un pen-samiento universal. Y en el orden de la conducta, esteo aquel acto heroico es tambin la realizacin de unprincipio moral universal, cuyo valor translimita y ex-cede el acto donde se encarna, y domina el espacio yel tiempo.La razn prctica, aunque, segn lo dicho, estvuelta siempre hacia la accin particular y contingen-te , y su esfera no pueda rebasar nunca la vida huma-na concreta, goza de principios universales y necesa-rios alzados por' encima de sta, que iluminan su ac-58

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    LA SAZN PRCTICA Y LA POLTICAcin sobre la materia operable, y dan cauce y medidatrascendente a nuestras obras.Podra pensarse que estos principios ya no son pro-pios de la razn prctica, sino de la terica. El pro-blema deja de ser acuciante para quien ya sabe quela razn prctica no es realmente distinta de la otra,sino una mera extensin o aplicacin de ella a la accindel hombre. En cualquier caso, los principios norma-tivos universales y necesarios que la razn, prcticatiene la misin de imprimir en la conducta del hombreo en los artefactos con que puebla su mundo no sonmeramente especulativos, porque tienen una referen-cia esencial al obrar, con la mira de vencer sus difi-cultades y de dirigirle y adiestrarle.Al declarar que la razn prctica debe obedecer auna norma que est ms all de ella y le impone desdefuera el deber de obrar de manera determinada, de-cimos nada menos que esto: la razn prctica no esautnoma, ni es tampoco una razn vital que puedaerigir a nuestra vida en norma suprema c incondicio-nal. Hay que tender un velo restrictivo sobre el con-cepto de la razn prctica como duea y seora denuestra vida y circunstancias. La razn prctica nospermite saber hacer y ejecutar, pero es siempre a par-tir de un fin que es trascendente a ella.Si, en mi concepcin, la razn prctica no es aut-noma, tampoco lo ser la razn vital e histrica, iden-tificable con ella. Esto es un indicio a la diferenciabsica que separa mi concepcin de la de Ortega. Estefilsofo ha parangonado tambin la razn prctica yla razn vital, pero a base precisamente de la auto-noma de aqulla, esto es, tomndola en el sentido kan-tiano. Lo dice en este p rrafo : "Qu es, hablando con

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    precisin y lealtad, la "razn prctica", esa razn que,,,a diferencia de la teortica, es "incondicionada", ab-soluta, bien que vlida slo para el sujeto como tal yno para las cosas de la ciencia fsica ni de la metaf-sica? La razn prctica consiste en que el sujeto (mo-ral) se determina a s mismo absolutamente. Pero,no es esto "nuestra vida como tal"? Mi vivir consisteen actitudes ltimas no parciales, espectrales, ms omenos ficticias, como las actitudes sensu stricto teo-rticas. Toda vida es incondicional e incondicio-nada" (5).Pues bien, la misma distancia que hay entre la con-cepcin que forja Kant de la razn prctica y la queyo profeso en estas pginas es la que existe entre larazn vital a que yo me refera arriba y la concepcinde Ortega. Acaso pronto pueda ocuparme con deteni-miento de esta discrepancia fundamental, y del puntoen que empiezan a divergir los dos caminos.

    LA SINDRESIS "Y LA I-EY NATURAL

    Todos los principios universales y necesarios de larazn especulativa se obtienen a partir de la experien-cia. El mundo de la experiencia, accesible a nuestrosojos y a todos los sentidos externos, es la realidad pri-mordial en el orden del conocimiento, a la que es me-nester referir todas las dems realidades, verdaderaso ficticias, porque todas tienen de algn modo que apa-recer en ella. Las cosas sensibles y visibles tienen una'evidencia bsica y paradigmtica, que por ser primor-(5) Los subrayados son de Ortega y Gasset. "Kant. Filosofa pura",(Obras, Madrid, 1932, pg. 886.)

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    LA KAZS" PRCTICA Y LA POLTICA-dial, es indemostrable. El problema de la demostracindel mundo exterior slo se le plantea a quien, puestoen el disparadero del idealismo, ha comenzado por fin-gir que destruye esa radical evidencia.La experiencia suministra la base material de losprimeros principios especulativos, cuyos conceptos ya-cen inmersos en las cosas sensibles, y que el intelectosaca gracias a su poder abstractivo. Si, como quiereel realismo natural, el primer concepto que adquiereel hombre es el del ser concretizado en la esencia sen-sible, el segundo es el de su opuesto, el no ser. Elconcepto del vSer choca en nuestro espritu con el delno ser, y engendra inmediatamente este principio: el.ser no es el no ser. Los dos conceptos, como gironesdesprendidos del suelo de la experiencia por la abs-traccin, se han juntado en el cielo de la inteligenciapara formar la verdad primera y ms universal de larazn terica: el principio de contradiccin.En cambio, para obtener los primeros principiosprcticos no podemos detenernos en la experiencia ex-terna. Es imprescindible un acto de reflexin sobrenuestra vida, sobre nuestras inclinaciones naturales.Un movimiento que requiere mayor madurez en el su-jeto humano. Y que explica por qu los principios prc-ticos son adquiridos con posterioridad a los especula-tivos, y por qu la especulacin antecede a la accin.Los dos conceptos con que se formula el primerprincipio del orden prctico se extraen de nuestra in-clinacin natural al bien y la felicidad y muestra re-pugnancia al mal y la desgracia, que juegan aqu unpapel anlogo al que desempean los conceptos del sery del no ser como elementos del primer principio-del orden especulativo. Y lo mismo que al sacar de las

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO Scosas sensibles el concepto del ser y el del no ser vemos;que estos conceptos se oponen irreductiblemente, y for-mulamos el principio de contradiccin, as tambin, alobtener el concepto del bien por realizar y del mal porevitar, a que nos lleva nuestro deseo de felicidad ynuestra renuencia a la desgracia, formulamos el primerprincipio del orden prctico: hay que obrar el bien yevitar el mal. Un principio seco, adusto, generalsimoy vaco, desnudo corno un pramo, pero que puede-Henar se con todas las resonancias y todos los colores, to-das las perfecciones y todos los bienes, y la negacinde todo, absolutamente todo, lo que las niega.Este principio bsico enseorea bajo sus pies todoel reino de lo operable, con una sujecin tan estrecha,,que slo puede compararse a la que ejerce el principiode contradiccin sobre las regiones de lo especulable.

    Meditando sobre los primeros principios prcticoscomprobamos de nuevo que la razn operativa no es,autnoma. Las inclinaciones naturales del hombre ma-nifiestan ante su mente una ordenacin que la ra-zn no se ha inventado lindamente, que no res-ponden a un proyecto de ella misma, ni tampoco a unaautodeterminacin absoluta, y que delimitan desde fue-ra lo que el hombre debe hacer de s. La inclinacinnatural de que hablo no se enciende en nosotros como>una pasin sobrevenida ni se adquiere como un hbito.Es una propensin pursima e inalienable, que se yer-gue enhiesta e inconfundible entre las dems tenden-cias pasionales o habituales del individuo. Estas pue-den sofocarla a veces (casi siempre la estn sofocando),,pero es a sabiendas del hombre. De ah que tal incli-nacin se manifieste como impuesta de arriba, comoparticipacin de una ley superior a nuestra naturaleza,,62

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    IA RAZN PRCTICA Y LA POLTICAcuyo secreto est en Dios mismo; y que por eso, cuan-do nuestras inclinaciones naturales se revelan osten-siblemente a nuestra conciencia, digamos que la mismanaturaleza humana promulga la ley que debe regirnos.Despus de amanecida nuestra razn a un usopleno, el conocimiento de la ley natural y de sus pre-ceptos se hace habitual en el hombre, gozando ste degran facilidad para obtenerle cuantas veces quiera. Delhombre llegado a esta edad de discrecin se dice queposee sindresis.En castellano, sindresis ha venido a ser sinnimode discrecin, razn, cordura. Su sentido ms precisoes el de ser el hbito de los principios prcticos, estoes, la cualidad que nos facilita el conocimiento de los-preceptos universales de la ley natural. Todos estospreceptos o imperativos se refieren de un modo u otroal fin que debe alcanzar el hombre con sus obras, yque debe ser el principio orientador de su ejecucin.A la sindresis le debemos por eso el sentido de la.finalidad en nuestras acciones, y gracias a ella sabe-mos cul es el fin a que deben enderezarse nuestrasobras.

    EL ARTE Y LA PRUDENCIA

    Al fin se llega por los medios. Del fin nos ensea,la sindresis, mas y de los medios para conseguirlo?Aqu aparecen en el escenario dos nuevas virtu-des intelectuales prcticas, que ayudan a la razn ope-rativa en su misin de descubrir los medios adecua-dos para la consecucin del fin que nos seala la sin-dresis. Son el arte y la prudencia. La sindresis orde-na desde lo alto el rumbo que han de seguir nues-

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    Iras acciones. Pero la esfera del juicio sobre la elec-cin de los medios para alcanzar el fin es ya terrenodel arte y la prudencia, virtudes de objeto ms prxi-mo a nuestra accin y ms concreto. Y en este campocabe ya la eleccin y la iniciativa y todas las caracte-rsticas sealadas arriba al hablar de la obra humanasingular y concreta dependiente de la libertad del'nombre.El arte y la prudencia corresponden a lo factibley a lo agible, como virtudes especialmente encargadasde someter ambas materias a sus respectivas normas.El arte es la virtud de lo factible. Con esto damosya a entender hasta qu punto es extensa la significa-cin de esta palabra, con gran extraeza acaso dequienes la reducen a la regin del arte bello. El artees el principio productivo de todo lo artificial. Es curio-so ;que hoy la g-ente conserve una aceptable nocin de loartificial frente a lo natu ral , y, en cambio, a fuerza de irleyendo en peridicos, revistas y libros el nombre de artereferido nicamente a la pintura, escultura y bellas ar-tes, haya olvidado el primigenio sentido de este vocablo.Yo vuelvo a l y creo que no debe desaprovecharsela oportunidad que nos presenta el actual momentodel mundo. Hoy, precisamente, en que los artefactosnos agobian por todas partes, dado el creciente domi-nio que ha ido adquiriendo el hombre sobre la natu-raleza, necesitamos otra vez extender el concepto delarte all donde se extienda el de lo artificial.La prudencia es la virtud de lo agible. Si el artepuede an prescindir de la consideracin moral, de-bido a la peculiar ndole de lo factible, y es por esovirtud imperfecta, por no hacer bueno al que la posee,.la prudencia presenta una fisonoma inversa. Es una

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    LA SAZN PRCTICA Y LA POLTICAvirtud perfecta, no slo intelectual, como la ciencia oel arte, sino moral, pues aunque reside en la razn, sumateria es lo agible por la voluntad, y no ningn arte-facto factible fuera de ella y de valor independiente.Por eso no es slo una de las cinco virtudes intelec-tuales, sino tambin una de las cuatro cardinales.Lo que, ms caracteriza a la prudencia es la ndole'de sus reglas, que son flexibles y ocurrentes. Sin dudaesto proviene de la vida misma, que es un agible anteel que siempre cabe deliberacin. La vida personal,familiar y poltica se encuentra constantemente en en-crucijadas en las que de nada sirven reglas jas, comolas que pudiera emplear un tcnico para realizar unaobra de procedimiento invariable. La vida no toleraque se la trate con una cuadrcula inflexible. Lo quepiden sus situaciones siempre cambiantes es un golpede vista, una mano, una pericia y soltura sin las quefracasa nuestra accin. Este adiestramiento de la con-ducta humana lo suministra la prudencia.

    LA POLTICA. INSTITUCIN Y ARTEFACTO

    A n te el tema de la poltica se plantea a veces lacues t in de si es un arte. Yo creo que debera plan-tea rse de un modo ms completo: si es arte o si esprudencia . l is indudable que, sea cual fuere la respues-ta , deber basarse sobre la dist incin susodicha: laele tener o no reglas fijas. Si la poltica posee proce-dimientos invariables, es un arte; si , por el contrario,sus normas son f lexibles y ocurrentes, pertenecen ala prudencia. Y la ndole de las reglas no es ajena ala condicin de la materia que deben someter; no es

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO Slo mismo sujetar lo factible a que se refieren las reglasdel arte, por muy lbil que sea, que someter lo agiblea que ataen las reglas prudenciales. Lo agible es lohumano como tal, materia cuya labilidad incompara-ble slo tiene un nombre: libertad.Gusta la Edad Moderna de hablar mucho de la.poltica como arte a causa de lo que antes dijimos so-bre la amoralidad de las obras factibles. El maquia-velismo poltico quiere concebir el Estado como un,artefacto asptico de moral, para cuya produccin ymontaje se puedan transgredir por el estadista las le-yes morales, con tal de que la obra hecha resulte bien..Tambin un poeta puede ser planta maldita y a la vez.producir frutos de bendicin, como dijo Zorrilla.Sin embargo, el maquiavelismo no ve, a ,mi juicio,.la diferencia que separa una institucin y un artefacto.La institucin, por ejemplo, el Estado, no puede serslo una obra de arte, pues es la unin moral de variaspersonas para la consecucin de un bien comn, yaunque sea fruto de la industria y habilidad humana,,no puede pasar por alto los fines .morales a que pordefinicin se endereza. O dicho ms brevemente: elEstado como tal, en su esencia misma, no es una cosaoperable por una accin que deje resultados de valorapreciable en ellos mismos, con independencia de lavoluntad con que fueron hechos; una institucin noes, a mi modo de ver, una cosa factible. Posee la es-tructura de un ente agible, que no es externo a las,voluntades que le forjan y mantienen, ni tampoco^ajeno a la consideracin moral.

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    SOLIDARIDAD ENTRE LA VERDAD PRCTICA Y LA RECTITUD BE INTENCIN

    Acabamos de hacer ver cmo la razn operativa,,cuya misin es producir objetos, y no meramente es-pejear los ya existentes, no tiene, con todo, un campo,omnmodo para sus actividades, sino que stas debenajustarse a norma y medida: en primer lugar, a lasindresis, y despus, dependiendo de sta, a la pru-dencia y al arte. La sindresis como norma supremade lo operable, y el arte y la prudencia como normasprximas de lo factible y agible, son el marco dentrodel cual debe discurrir la razn prctica.Queda slo por examinar cul es el fundamentade estas normas en la prudencia y en el arte . Qu eslo que hace que una norma, por ejemplo, una ley civilemanada de la prudencia poltica del gobernante, seaverdadera ley, y merezca nuestro acatamiento y reve-rencia? Para responder tenemos que echar un vistazoa lo que pasa con la voluntad del legislador. La raznprctica no es la voluntad, pero depende de ella! Y sila voluntad no es recta, la razn operativa no podrformular rectamente ley alguna. Vemoslo con msdetenimiento.

    La base del hecho ya fue sealada arriba al hablarde la solidaridad entre la verdad de la razn prcticay la rectitud del apetito. Todos los actos agibles o fac-tibles, objeto, respectivamente, de la prudencia y elarte, dependen del apetito. La razn ve y razona con-forme se encuentre la parte afectiva del hombre. Elcorazn se mezcla en todos los juicios de la raznprctica. Probablemente, ningn escritor ha puesto derelieve la influencia del corazn sobre la cabeza tan

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    LKOPOLI EULOGIO PALACIOSbien como Jaime Balines en El Criterio. De forma po-pular, con gran maestra literaria para pintar conejemplos memorables esta influencia -Eugenio, DonMarcelino, Anselmo, muestra Balmes hasta qupunto la mudanza de nuestra parte afectiva, de lo quela filosofa tradicional llama el apetito, influye sobrela cabeza, y cmo, por ejemplo, "un corazn Heno deamargura derrama su hil sobre el entendimiento, yste, obedeciendo a las inspiraciones del dolor y ladesesperacin, se venga del mundo pintndole con loscolores ms horribles" (6).Balmes, mediterrneo y afectivo, procura curar-nos a todos de la influencia del corazn sobre la ca-beza. La lectura de su libro nos hace escuchar un fin-simo alerta frente a las mudanzas del nimo, no slocuando las pasiones estn levantadas, sino cuando sealtera nuestra tesitura en medio de una calma apa-rente."Nada ms importante para pensar bien que pe-netrarse de las alteraciones que produce en nuestromodo de ver la disposicin de nimo en que nos halla-mos." Palabras de oro, que son un eco balmesiano dela conocida verdad aristotlica reproducida arriba:qualis unusquisque est...- Balmes, en sus agudas observaciones para preca-vernos del mal influjo del corazn y del apetito, reco-mienda andar mucho sobre s. "No llega por lo comna tan alto grado la exaltacin de nuestros afectos quenos prive completamente del uso de la razn [...]. Loque hacen ordinariamente las pasiones es ofuscar nues-

    (6) Balmes, El Criterio, cap. XIX, III.6 8

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    LA RAZN PRCTICA Y I,A POLTICAtro entendimiento, torcer el juicio, pero no cegar de!todo aqul, ni destituirnos de ste" (7 ).Cogiendo al vuelo su frase, yo digo ms todava:que al igual que el apetito no logra cegar el juicio nidestituirnos del entendimiento, tampoco puede el -en-tendimiento destituirnos del apetito. Tengamos encuenta que las pasiones y afectos no pueden pasarsepor alto, que la razn no puede operar sin pasiones,que aun la razn especulativa depende en su ejerciciode la razn prctica, y que sta es funcin y hechurade la vida, del apetito, y no un dispositivo aislado,.extrahumano, de captar esencias. Y pues tal es nues-tra razn prctica, es menester, al querer mirarla ensu aspecto normativo, precaverla, ciertamente, del malinflujo del corazn, pero no suprimiendo el coraznmismo, sino dirigindolo, rectificndolo y purgndolopreviamente para que todo lo que inspire a la raznsea armonioso y lmpido.En el hombre hay inclinaciones naturales que vande suyo *al bien verdadero. Oigmoslas, prestemosatencin a su murmullo. Es una voz muy baja, ahoga-da casi siempre por el tumulto de otras inclinacionespasionales o adquiridas. Nuestro odo es la sindresis,el conocimiento al vivo de la ley natural. Si logramosque esa voz sea cada vez ms fuerte ya veremoscmo obtendremos un talante recto, un nimo quederramara su rectitud sobre el entendimiento, y ste,,,respondiendo a las inspiraciones del bien, nos descu-brir los medios para conseguirlo.Cuando lo que inspira la voluntad y el talante ala razn es, efectivamente, ntido y armnico, la razn

    (7) Balines, ap. dt., cap. XIX, VI . ', 69

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    responde siempre descubriendo los medios adecuadosde conseguir el fin que ella persigue. La razn res-ponde entonces de conformidad con un apetito recto.A este descubrimiento le llamo verdad prctica (8).Puede ser verdad factible, si los medios descubiertosson acciones dirigibles por el arte, o verdad agible silos medios descubiertos son acciones dirigibles por laprudencia.Como se ve, toda la seguridad y garanta de laverdad prctica radica en la previa rectitud de la parteafectiva del hombre. Por eso decamos arriba que larazn prctica era "funcin" de la vida y del apetito,de suerte que el valor y la verdad de aqulla depen-da del valor y rectitud de ste. Cuando cambia el rum-bo del apetito, cambia el curso de la razn; el apetitojuega as el papel de un "argumento", del que siem-pre es "funcin" la razn prctica.

    LA PRUDENCIA IY LAS 'VIRTUDES MORALES "

    La rectitud del apetito requerida para la prudenciaes mucho ms compleja que la requerida para el arte.El arte es virtud intelectual que no requiere un ape-tito tnoralmente recto en quien la posee, pues esta vir-tud slo se interesa por la bondad de los efectos queproduce el artfice sus artefactos, pero no por labondad del artfice mismo. La prudencia, en cambio,que adems de virtud intelectual es virtud moral, re-quiere la rectitud del apetito en s mismo, no en sus

    (8) Recurdese la expresin usada por S anto To m s para designarla verdad prctica: veruni per conform italem ad app'etitum rectutn( I - I I , q. 57, a. 5, ad 3).

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    LA RAZN PRCTICA Y LA POLTICAefectos; y esto hace que slo pueda lograr estabilidadgracias a unos dispositivos especiales, que mantienenel apetito en constante y habitual disposicin para elbuen fin. A estos dispositivos rectificadores del apetitoles llamamos virtudes morales, y- son tantas cuantasson las clases de apetito. Hay un apetito racional, quellamamos voluntad; hay dos apetitos sensitivos, quellamarnos concupiscible e irascible. Al apetito racionalle rectifica la virtud moral que llamamos justicia; alconcupiscible le adiestra la virtud moral que llamamostemplanza; al irascible le modera la virtud moral quellamarnos fortaleza. Todas estas virtudes puramentemorales reciben su fin de la sindresis, y establecenuna buena disposicin en la parte afectiva del hombreimprescindible para que opere la prudencia. Esta notiene fuerza por s sola, pa ra gu iar al hombre sin laayuda de las dems virtudes cardinales. Necesita pre-pararse previamente un mundo de predisposicionesfavorables al bien y a la verdad, dentro de cuyo m-bito venga ella a dictar la ltima conclusin hic etmine de lo que debe hacerse, esto es,, la accin concre-tsima en que consiste nada menos que nuestra vidaverdadera (9).

    Un ejemplo claro, de mximas consecuencias parala accin poltica, nos har ver hasta qu punto es ne-cesaria la previa rectitud de intencin creada por lasvirtudes morales: justicia, fortaleza y templanza.Es evidente que el acto principal para un poltico(9) Tam bin las virtud es m orales dependen a .'su vez de la prud en-cia. Las virtudes morales, bajo la direccin de la sindresis, preparanal apetito para que la prudencia dictamine cul es la accin que debeponerse. Una vez que la prudencia habla, las virtudes morales, ya endependencia de ella, elicitan bajo su direccin el acto moral.

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    es mandar. Este acto es tambin el principal de la ra-zn prctica y la prudencia, ya que es el ms cercano-a la accin. No puede llevarse a cabo accin conscienteque no haya sido disparada por un mandato de larazn. Pues bien, un poltico desprovisto de las virtu-des del apetito justicia, fortaleza y templanza nopodra mandar nada justo. Obsrvese que no somos-justos por conocer lo que es debido a cada cual, sino-.por ejecutarlo, y que el principio prximo de la eje-cucin del acto es el apetito. Y slo cuando el apetitoest empapado de justicia, cuando es constante y per-petua voluntad de dar a cada cual lo suyo, mover ala razn para que sta mande conforme a l. Entoncestendremos un acto de imperar emanado de la raznprctica y la prudencia poltica, que slo habr sido-posible por la mocin previa de un acto recto de lavoluntad. Y as la ley resultante ser veradera porconformidad al apetito recto. Inversamente, si la vo-luntad no va rectificada previamente por la justicia,la razn ser incapaz de mandar nunca dar a cada.cual lo suyo.El asunto es tan importante que cuando se tuerce-la rectitud de la intencin y del apetito por carecer devirtudes morales, slo queda flotando en la razn ixntriste remedo de prudencia poltica, una parodia o si-mulacro de habilidad y virtud, sometida a todas las;arbitrariedades y caprichos de nuestras torcidas ape-tencias. La razn prctica, movida por stas, descubretambin entonces los medios para alcanzar lo que la.voluntad intenta, pero como la intencin del apetitono es justa, sus orculos se convierten en ctedra detaimera, enseorendose de ella la .prudencia de la.72

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    LA RAZX PRCTICA Y IA POLTICAcarne, la astucia, el dolo, el' fraude, la falsa solicitud..,es decir, toda la nuebe de las falsas prudencias.

    CONSIDERACIN FINAL.La dilucidacin anterior permite ver que la raz.de la verdad poltica reside en la parte afectiva y ape-titiva del hombre, y que para conseguir una poltica

    verdadera se necesita primero un saneamiento de laintencin de la voluntad y de sus disposiciones afecti-vas, una rectitud del apetito, a la que seguir indefec-tiblemente el brote de la verdad en la razn. Esta co-rrelacin y dependencia entre el rumbo del apetito hu-mano y el curso de la razn prctica hacen de sta, se-gn vimos, una "funcin" de la vida.Hoy son numerosas las inculpaciones que se lanzancontra la razn, y que amenazan con abandonar nues-tra conducta a merced de la indeliberacin y la incons-ciencia. La vida est amenazada de perder su direc-cin racional, y la poltica, que es la forma de vida co-munal ms perfecta, se siente arrastrada a la irrefle-xin y el automatismo. Sobre todo se culpa a la raznde no haber suministrado un conocimiento adecuadodel hombre y de los grandes cambios humanos, de nohaber entendido al hombre sino de modo fsico y na-turalista, como una esencia o naturaleza inmutable,descuidando su aspecto cambiante e histrico. Pero estainculpacin no debe dar pie al racionalismo, ni ser-vir de pretexto para orlar de imprecisin una tarea tanesencial como la poltica.La razn considera al hombre como ser ya hecho-de modo fsico y naturalista, indagando su naturaleza,.

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    L E O P O L D O E U L O G IO P A L A C IO Sse dice. Bien, esto es cierto isi por razn entendemosla razn especulativa, que va a las verdades de la cien-cia, necesarias y universales. No es cierto, en cambio,si por razn entendemos la razn prctica, la cual, sinmenoscabo de la otra, va a las verdades operables (no"hechas ya, sino factibles o agibles) del arte y la pru-dencia. Y sta es la razn que gua la poltica, y cuyosdictados, acertados o errneos, quedan impresos en elcurso de la historia humana.

    LEOPOLDO EULOGIO PALACIOS.