Pablo Neruda, su tiempo y el sentido de la historia

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    ISSN: 1134-2277

    ASOCIACIN DE HISTORIA CONTEMPORNEAMARCIAL PONS, EDICIONES DE HISTORIA, S. A.

    MADRID, 2015

    AYER98/2015 (2)

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    Asociacin de Historia ContemporneaMarcial Pons, Ediciones de Historia, S. A.

    ISBN: 978-84-15963-69-1ISSN: 1134-2277Depsito legal: M. 1.149-1991Diseo de la cubierta: Manuel Estrada. Diseo GrficoImpreso en Madrid2015

    Esta revista es miembro de ARCE

    AYER est reconocida con el sello de calidad de la Fundacin Espaola para laCiencia y la Tecnologa (FECYT) y recogida e indexada en Thomson-ReutersWeb of Science (ISI: Arts and Humanities Citation Index, Current Contents/

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    Ayer98/2015 (2) ISSN: 1134-2277

    SUMARIO

    DOSIER

    EMOCIONES E HISTORIAJos Javier Daz Freire, ed.

    Presentacin,Jos Javier Daz Freire ................................. 13-20Miguel de Unamuno y Bilbao: la experiencia melanclica

    de la modernidad,Jos Javier Daz Freire .................... 21-44Cuerpo, emocin y poltica en los orgenes de la clase obre-

    ra en Espaa (1884-1890),Mercedes Arbaiza ............. 45-70

    El valor afectivo de los fragmentos del cuerpo. Dimensionesculturales de la donacin de rganos en la Espaa demo-crtica,Alina Danet y Rosa M. Medina Domnech .... 71-99

    Emociones y animales en el archivo de la Historia Oral,Carrie Hamilton ............................................................ 101-127

    ESTUDIOS

    Dakar: puerto de guerra y de comercio durante la PrimeraGuerra Mundial, 1914-1918, Daniel Castillo Hidalgo . 131-157

    Pablo Neruda, su tiempo y el sentido de la historia: pos-tura ideolgica y creacin potica durante la GuerraFra, Rafael Pedemonte Lavis ....................................... 159-185

    Entusiasmo y desconfianza. Populismo y relaciones inter-nacionales en el caso Pern-Ibez, 1953-1955,JoaqunFermandois ................................................................... 187-211

    Mitos que matan. La narrativa del conflicto vasco,Gaizka Fernndez Soldevilla ........................................ 213-240

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    Sumario

    ENSAYOS BIBLIOGRFICOS

    La formacin de la Espaa contempornea: el agotamientoexplicativo del fracasoliberal,Jess Milln ................. 243-256

    Respuesta al ensayo bibliogrfico de Jess Milln, JosepFontana ......................................................................... 257-260

    HOY

    El Valle de los Cados. Espritu de cruzada o smbolo de

    reconciliacin?,Alicia Alted Vigil ................................ 263-275

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    Recibido: 27-12-2013 Aceptado: 06-06-2014

    Pablo Neruda, su tiempo

    y el sentido de la historia:postura ideolgica y creacin

    potica durante la Guerra Fra

    Rafael Pedemonte LavisUniversidad Pars 1, La Sorbona

    Resumen: A partir fundamentalmente de 1936, la literatura de PabloNeruda emerge de su pesimismo existencial y adopta una nueva formaque no slo se ve influenciada por los sucesos polticos de su tiempo,

    sino que refleja una visin de la evolucin humana claramente ins-pirada en una filosofa de la historia marxista, compartida por suscorreligionarios ideolgicos del Partido Comunista. Esto ltimo, ascomo su constante replanteamiento del rol del escritor en la sociedad,queda expresado de manera visible en algunas de sus publicacionesms comprometidas, tales como Canto General,Las uvas y el viento yCancin de gesta.

    Palabras clave: Pablo Neruda, Guerra Fra, Unin Sovitica, historia,marxismo.

    Abstract: Starting fundamentally from 1936, the literature of Pablo Nerudaarises from his pessimism and assumes a new form, which is not onlyinfluenced by contemporary political events, but also reflects a particu-lar vision of human evolution, conspicuously inspired by a Marxistphilosophy of history and shared with his fellow party members.This latter element, as well as the permanent reconsideration of thewriters role in the society, are clearly expressed in some of the moreengaged works of Neruda, such as Canto General, Las uvas y el viento

    and Cancin de gesta.Keywords: Pablo Neruda, Cold War, Soviet Union, History, Marxism.

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    Introduccin

    Gran parte de la creacin potica del chileno Pablo Nerudapermanece ntimamente ligada a su visin ideolgica y a los com-promisos polticos adquiridos a lo largo de su turbulenta e intensaexistencia. En efecto, las caractersticas de su vasta obra literaria sevieron, por momentos, profundamente condicionadas por las com-plejas vicisitudes internacionales impuestas durante el tenso con-texto de Guerra Fra. Es indudable que su posicionamiento ante

    los grandes acontecimientos que determinaron la evolucin de larealidad latinoamericana y mundial marc decididamente el conte-nido de una considerable proporcin de los versos que componensu poesa poltica (Canto General, Las uvas y el viento, Cancinde gesta, etc.). Es ms, sus convicciones no slo impregnaron partede sus influjos creativos, sino que se manifestaron de igual formaen algunas de sus mltiples actividades extraliterarias. De hecho, apartir de julio de 1945, Neruda asume una activa participacin en

    el Partido Comunista de Chile1

    , lo que lo llevara a emprender unafulgurante carrera poltica.La vida del escritor chileno no debe considerarse nicamente

    como la de un genio de excepcional rareza. Neruda es ante todoun sujeto histrico; su creacin, en consecuencia, se encuentra es-trechamente vinculada tanto a episodios reales de su existenciacomo a sus propias ambigedades, certezas y temores. De hecho,sus compromisos y esperanzas, as como sus desilusiones, explican

    a menudo las caractersticas y los temas abordados. Es as como po-demos asociar ciertos desplazamientos hacia fases creativas ms in-timistas y subjetivas con determinados sucesos que lo haban decep-cionado; de igual manera, otros eventos como, por ejemplo, lallegada al poder de los revolucionarios cubanos en enero de 1959lo llevan a componer testimonios entusiastas, marcados por un re-novado fervor poltico. Tal como lo subraya convincentemente Lu-crecia Romera, a partir de 1937 (ao de la aparicin de Espaa en

    el corazn) la literatura de Neruda dialoga permanentemente conla teora de su tiempo y con las fuentes del pensamiento occiden-

    1 Pablo NERUDA: Confieso que he vivido,Santiago, Pehun, 2008, p. 236.

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    tal. El signo de su poesa es a la vez una esttica, una tica y unapraxis poltica2, visiblemente sustentada por el llamado a trans-

    formar el mundo de Karl Marx.Si bien la participacin poltica del escritor chileno y sus posi-cionamientos ideolgicos concretos han sido reiteradamente evoca-dos por una serie de trabajos de muy buena calidad 3, poco se hadicho sobre la inspiracin filosfica del marxismo, y ello a pesar dela profunda e incontestable relevancia que posee este aspecto paraentender finamente su obra. Bajo un marco en que las diversas te-sis polticas de la izquierda circulaban y se debatan ampliamente

    en muy variados espacios especialmente cuando se haca parte deun partido declaradamente marxista-leninista no cabe duda queestas concepciones impregnaron el pensamiento del autor de CantoGeneral. A lo largo de innumerables pginas de sus publicacionesque constituirn la principal fuente documental del presente ar-tculo no slo se vislumbra la conviccin militante del escritor,sino que se distingue con claridad una concepcin coherente y glo-bal de la historia, claramente determinada por las referencias inte-

    lectuales del pensamiento de su tiempo, y sobre la cual no se ha in-dagado lo suficiente.Esta visin terico-poltica no alter meramente la retrica p-

    blica de Neruda, como queda claro hacia finales de los aos treinta.Concretamente, sus reivindicaciones ligadas a la adopcin de unamirada marxista del mundo modificaron tambin su forma de ha-cer poesa, su apreciacin global de la evolucin del orbe y su pa-sado, su consciencia del papel que deba desempear el intelectual

    en la sociedad y sus sensibilidades diversas hacia los eventos ms

    2 Lucrecia ROMERA: Prlogo. Neruda y el signo de la poesa, en PabloNERUDA:Las uvas y el viento,Santiago, Debolsillo, 2003, p. 8.

    3 Vanse, por ejemplo, las obras de David SCHIDLOWSKY: Pablo Neruda ysu tiempo. Las furias y las penas, 1904-1949, Santiago, RIL Editores, 2008; GrezDAWES: Poetas ante la modernidad: las ideas estticas y polticas de Vallejo, Huidobro,Neruda y Paz,Madrid, Fundamentos, 2009; Mara Magdalena SOLA: Poesa y pol-tica en Pablo Neruda: anlisis del Canto general,Ro Piedras, Editorial Universi-taria, 1980; Eugenia NEVES: Relacin entre la historia y la poltica en Canto Gene-ral de Pablo Neruda,Barcelona, Laia, 1979; Volodia TEITELBOIM: Neruda,Santiago,Editorial Sudamericana, 1996; Emir RODRGUEZMONEGAL: Neruda: le voyageur im-mobile,Pars, Gallimard, 2001, y Virginia VIDAL: Neruda: memoria crepitante, Va-lencia, Tilde, 2003.

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    crepitantes del siglo. Para dar cuenta justamente de la huella inde-leble que dej el pensamiento marxista sobre la historia en las face-

    tas evocadas es que hemos decidido dividir el presente artculo encinco segmentos bien determinados.Un primer epgrafe se encargar de evidenciar el vuelco neru-

    diano hacia una nueva forma potica, que se hace particularmenteexplcito como consecuencia de las vicisitudes de la Guerra Civilespaola a partir de 1936; posteriormente, nos adentraremos en lamanera cmo el poeta logra apropiarse de las doctrinas de la filo-sofa de la historia inspirada en Karl Marx para luego ser plasma-

    das en sus versos; una tercera seccin vislumbrar la concepcin deNeruda sobre el rol que debe atribuirse el intelectual en un mundomarcado por las injusticias y los debates ideolgicos; evaluaremostambin en un cuarto apartado las implicaciones ms notorias quetuvieron los grandes acontecimientos contemporneos, tanto en laconsciencia militante del chileno como en sus publicaciones y es-critos, que, sin duda, no permanecieron impasibles ante el torbe-llino del presente; por ltimo, examinaremos las consecuencias del

    episodio ms amargo que debi afrontar Neruda en el ciclo finalde su vida, cuando un grupo de intelectuales cubanos decidi re-dactar una misiva pblica para reprocharle su participacin en elcongreso del PEN Club International organizado en Nueva Yorkel ao 1966.

    Mirad este nuevo corazn que os saluda: hacia una renovada

    aspiracin literaria

    Sin querer trazar una lnea divisoria en la heterognea y com-pleja produccin potica de Neruda, podemos, no obstante, apre-ciar que una nueva mirada del mundo se evidencia con mayor fa-cilidad a partir de la segunda mitad de los aos cuarenta, cuandono slo adhiere a un proyecto poltico explcito, sino que tambinadopta un estilo esttico que ha sido calificado por Greg Dawes

    de realismo moral4

    . Polticamente, este periodo marca el iniciode una etapa de evidente afiliacin comunista, remplazando una

    4 Grez DAWES: Poetas ante la modernidad...,pp. 99-100.

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    trayectoria que desde el estallido de la Guerra Civil espaola en1936 se haba definido ms bien por una sensibilidad antifascista.

    Pero la aparicin del referente de la historia en la poesa nerudianaes anterior a su ingreso en la vida poltica activa. El conflicto b-lico que azota la Pennsula Ibrica se transforma justamente en eldramtico impulso que saca a Neruda de su obstinado ensimisma-miento para hacerlo mirar decididamente hacia fuera, permitiendoas un dilogo constante entre su creacin y las luchas sociales desu tiempo. En 1937 aparece Espaa en el corazn, obra que inau-gura una nueva forma de hacer poesaen la que la evolucin con-

    tempornea constituye una de sus fuentes primordiales. Indiscuti-blemente, a partir de este momento los sucesos de su pas, los desu continente y los de todo el orbe en general comienzan a inspirarsu pluma y a nutrir tanto su quehacer artstico como su propia exis-tencia5. En sus memorias, el vate hace alusin directa al impactoprovocado por su presencia en Espaa y por las trgicas consecuen-cias de los enfrentamientos que ensangrentaron el pas:

    El contacto de Espaa me haba fortificado y madurado. Las horasamargas de mi poesa deban terminar. El subjetivismo melanclico de mis20 poemas de amor o el patetismo doloroso de Residencia en la tierra to-caban a su fin [...] Puede la poesa servir a nuestros semejantes? Puedeacompaar las luchas de los hombres? Ya haba caminado bastante por elterreno de lo irracional y de lo negativo. Deba detenerme y buscar el ca-mino del humanismo6.

    Posteriormente, a travs de un poema titulado Reunin bajo lasnuevas banderas, integrado en las pginas de su Tercera residen-cia (1947), pero editado independientemente en octubre de 19407,Neruda nos ofrece un testimonio elocuente de su brusca y resueltaconversin. l mismo reconoce el carcter sombro y de angus-tiante desamparo de su anterior poesa de solitario, atravesada porel signo obsesivo de la muerte: Fund mi pecho en esto, escuchtoda / la sal funesta: de noche / fui a plantar mis races: / averiglo amargo de la tierra: todo fue para m noche o relmpago: / cera

    5 Virginia VIDAL: Neruda: memoria crepitante,p. 74.6 Pablo NERUDA: Confieso que he vivido,pp. 190-191.7 Mara Magdalena SOLA: Poesa y poltica en Pablo Neruda...,p. 73.

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    secreta cupo en mi cabeza / y derram cenizas en mis huellas. / Ypara quin busqu este impulso fro / sino para una muerte?8.

    Pero Neruda advierte que ya es tiempo de liberarse de esta os-cura consciencia melanclica para iniciar una marcha esperanza-dora junto al resto de los seres humanos: Yo de los hombres tengola misma mano herida, / yo sostengo la misma copa roja / e igualasombro enfurecido: / un da / palpitante de sueos / humanos,un salvaje / cereal ha llegado / a mi devoradora noche / para quejunte mis pasos de lobo / a los pasos del hombre9. El poeta anun-cia, para concluir, que ya no es el mismo individuo, que ha dado

    inicio a una nueva etapa: Es la hora / alta de tierra y de perfume,mirad este rostro / recin salido de la sal terrible, / mirad esta bocaamarga que sonre, / mirad este nuevo corazn que os saluda / consu flor desbordante, determinada y urea10. Estamos ante el mo-mento de conversin al prjimo, que es a la vez una salvacinpersonal, un instante decisivo a partir del cual Neruda se intere-sar cada vez ms por los referentes externos y por las luchas ca-ractersticas de su era11.

    Esta tendencia se materializar con mayor claridad hasta 1956,ao en el que Neruda se desplaza hacia una fase ms autobiogr-fica y autocrtica, aunque sin debilitar su compromiso militante12.Las renovadas inquietudes que agitan al insigne poeta son inse-parables de la crisis ideolgica desatada por las denuncias delXX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica, querevel los crmenes perpetrados por Stalin, causando un dolorosoy profundo impacto en la consciencia de Neruda13. Este ciclo venacer dos de sus publicaciones ms comprometidas y entusias-tas, fuentes esenciales de nuestro anlisis: el clebre Canto General(1950) y Las uvas y el viento(1954).

    A partir de 1945 su comunismo militante es un poderoso reflejode la posicin terrena que Neruda adquiere en el mundo, una posi-

    8 Pablo NERUDA: Tercera residencia (1935-1945), Buenos Aires, Losada, 1961,p. 39.

    9Ibid.,p. 40.10Ibid.,p. 41.11 Amado ALONSO: Poesa y estilo de Pablo Neruda: interpretacin de una poesa

    hermtica, Madrid, Gredos, 1997, pp. 359-363.12 Grez DAWES: Poetas ante la modernidad...,p. 132.13 Entrevista del autor a Virginia Vidal, Santiago, 11 de enero de 2013.

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    cin asumida con orgullo y con la responsabilidad propia de un mi-litante consciente. En este sentido, la percepcin del poeta respecto

    al agitado panorama internacional de posguerra permanece inevi-tablemente asociada a la visin oficial reivindicada por su partido,compartida por sus camaradas y, en ltima instancia, inspirada enlos designios del hermano mayor: la Unin Sovitica. La fideli-dad inquebrantable profesada por los miembros del Partido Comu-nista de Chile a la potencia socialista fue uno de los rasgos ms dis-tintivos de la colectividad, que vea en la nacin del este un modelohacia el cual los habitantes del planeta deban orientarse. Siguiendo

    al historiador chileno Joaqun Fermandois, la mirada del marxismolocal respecto a la Unin Sovitica debe calificarse como la rela-cin y dependencia ideolgica de un horizonte paradigmtico14. Elpoeta no permaneci ajeno a la ardiente admiracin de su partido,situacin que qued rotundamente reflejada en su obra de 1954Lasuvas y el viento,donde podemos leer, por ejemplo, un poema inti-tulado El ngel sovitico15. Aqu el compromiso se hace evidentey la poesa se convierte en un medio para explicitarlo.

    Una visin filosfica de la historia de inspiracin marxista

    Pero Neruda no slo posee una decidida y abierta postura antelas diversas situaciones que repercuten en su entorno. Mediante lalectura de algunas de sus estrofas podemos tambin percibir la ela-boracin de una visin coherente de la evolucin de su propio con-tinente. Innegablemente, Pablo Neruda se posiciona ante la historiay las vicisitudes del presente, una postura indefectiblemente ligadatanto a su identificacin militante como a la raigambre terico-po-ltica del comunismo. De hecho, en su literatura ms militante sedeja ver una concepcin del tiempo histrico evidentemente inspi-rada por la filosofa de la historia de Karl Marx.

    Como ha sido indicado por el reconocido pensador alemnReinhart Koselleck, la nocin compleja de filosofa de la historia

    14 Joaqun FERMANDOIS: Chile y el mundo, 1970-1973. La poltica exterior del go-bierno de la Unidad Popular y el sistema internacional,Santiago, Ediciones Universi-dad Catlica de Chile, 1985, p. 49.

    15 Pablo NERUDA:Las uvas y el viento,pp. 113-116.

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    se ha construido tras la era de las revoluciones de la segunda mi-tad del siglo XVIII, una alteracin conceptual que contribuye a expli-

    car la relevancia de la evolucin histrica en la estructuracin de lasdiversas narrativas filosficas sobre el progreso humano desarrolla-das abundantemente en el siglo XIX. Es as como podemos consta-tar que la historia transit desde su asociacin con un conjunto dehechos inconexos acontecidos en un pasado confuso a un singularcolectivo que reuna en su semntica el sentido profundo del deve-nir humano, modulando de esta forma el significado de las articu-laciones entre pasado, presente y futuro. De esta forma, la historia

    simultneamente se ideologiz, siendo apropiada por diversas filo-sofas polticas que intentaron asignarle, desde sus propias lgicas,aquel sentido tanto a la experiencia histrica como a las expectati-vas que ella misma perfilaba en el futuro16.

    Es absolutamente necesario tener en consideracin esta evolu-cin conceptual para entender en qu medida la visin marxista dela historia ha sido determinante en el pensamiento del siglo XX. Lospresupuestos esenciales de la visin de la historia reivindicada porMarx y por su colega Friedrich Engels se basan en lo que han de-nominado materialismo histrico. Este concepto clave del mar-xismo constituye una interpretacin terica que nos ofrece, a lavez, un modelo especfico para poder entender y explicar la histo-ria en su conjunto, atribuyndole al desarrollo de sta una direc-cin, un sentido. Notoriamente perceptible en el Manifiesto comu-nista (1848) que Marx redact junto a Engels, esta tesis implica queen el largo esquema del avance de la humanidad, el sistema de pro-duccin econmica y las contradicciones sociales inherentes que sederivan de l conforman la base sobre la cual se construye la histo-ria17. Consecutivamente, son estas tensiones internas del sistema lasque activan los mecanismos de cambio, permitiendo un desarrolloevolutivo e ineluctable hacia una sociedad liberada y sin clases. Laconcepcin materialista se convierte de esta forma en el funda-mento de la explicacin histrica. El estudio de las condiciones ma-teriales de produccin que determinan las particularidades de lastensiones sociales, siendo la lucha de clases una de sus manifesta-

    16 Reinhart KOSELLECK: historia/Historia, Madrid, Trotta, 2004.17 Karl LWITH: Histoire et Salut: Les prsupposs thologiques de la philosophie

    de lhistoire,Pars, Gallimard, 2002, pp. 67-68.

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    ciones ms recurrentes es lo que nos permite percibir el procesode edificacin de una sociedad y adentrarnos en las interacciones e

    intercambios entre grupos humanos para, en ltimo trmino, apre-ciar la dinmica de la historia18. Podemos resumir esta interpreta-cin mediante una de las aseveraciones que ha sido ms frecuente-mente aludida: No es la conciencia lo que determina la vida, sinola vida lo que determina la conciencia19.

    Empero, la filosofa de Marx no es slo una interrogacin delas condiciones del pasado para revelar las complejidades del pre-sente. El Manifiesto comunista es igualmente un documento pro-

    ftico, un anlisis de conjunto del desarrollo humano que con-cluye con una sentencia terminante: La burguesa produce, antetodo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria delproletariado son inevitables20. Se trata, por ende, de lo que seha llamado una filosofa de la historia, definida por el encade-namiento de etapas sucesivas que hacen avanzar a la humanidadhacia su liberacin. El estudio de los hechos pasados es lo queotorga a Marx y Engels el sustento cientfico necesario para definir

    las leyes que rigen la historia y que desembocarn inapelablementeen el comunismo, descrito como el movimiento real que anula ysupera el estado de cosas actual21.

    La inspiracin, consciente o inconsciente, que ha ejercido elpensamiento marxista en la construccin nerudiana de la histo-ria se vislumbra con mayor nitidez en el polmico libro Las uvas

    y el viento,donde Neruda adopta la visin lineal de la marcha ha-cia adelante de los pueblos. Al evocar la muerte trgica del intelec-tual y miembro del Partido Comunista Checoslovaco Julius Fuik,el poeta recalca: Nada se rompe entre tu vida y tu muerte: / esuna sola lnea sin ruptura / la que has edificado. / La lnea sigueviva, sigue recta y creciente / andando, andando siempre, / desde

    18 Eric HOBSBAWM: Marx et lhistoire, Pars, Hachette Littrature, 2009,pp. 54-55.

    19 Karl MARXy Friedrich ENGELS:Lidologie allemande. Premire partie, Feuer-bach,Pars, ditions Sociales, 1974.

    20 Karl MARXy Friedrich ENGELS: Manifiesto del Partido Comunista,EdicionesElctricas Iskra, 1999, p. 21. Accesible en http://investigacion.politicas.unam.mx/teoriasociologicaparatodos/pdf/Teor%EDa%201/Marx,%20Engels%20-%20Manifiesto%20del%20partido%20Comunista.pdf.

    21 Karl MARXy Friedrich ENGELS:Lidologie allemande...,p. 70.

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    la muerte tuya hasta otras vidas. La desaparicin de Fuik no des-truye su lucha revolucionaria; su legado, por el contrario, es reto-

    mado por sus herederos: Los hombres continuaron, / desde elminuto en que cay tu rostro, / la lucha, y se ti nuestra ban-dera / con la sangre sagrada / de tu corazn invencible 22.

    Aos ms tarde, bajo la euforia del triunfo revolucionario enCuba, Neruda renueva esta idea esperanzadora y anuncia un futuroredentor, construido no por una fuerza divina, sino por los hom-bres que, como en La Habana, han comenzado a liberar al pue-blo: No se detiene el hombre en su camino: / otro toma las armas

    misteriosas: / no tiene fin la primavera humana23

    . Pero este opti-mismo histrico no es una mera esperanza intuida, sino que se ma-terializa y encuentra su fuente de legitimidad en el desarrollo delhorizonte paradigmtico, la Unin Sovitica: Antes fue oscurala tierra, / hambre y dolor llenaron / el tiempo y el espacio. / En-tonces en la historia / vino Lenin, / cambi la tierra, / luego Sta-lin / cambi el hombre. / Luego la paz, la guerra, / la sangre, eltrigo: / difcilmente todo / se fue cumpliendo / con fuerza y ale-

    gra, / y hoy Ivn hered / de mar a mar la primavera roja, / pordonde yo te llevo de la mano24.Dentro de la evolucin general de la humanidad esbozada por

    Marx y Engels, el momento presente est llamado a convertirseen un instante decisivo. En efecto, para ambos intelectuales la so-ciedad capitalista contempornea constituye la ltima forma de an-tagonismo del proceso de produccin econmica, condensando ensu seno las condiciones para una resolucin definitiva de la tensin

    entre capital y trabajo, opresores y oprimidos25

    . Como queda enf-ticamente indicado en el Manifiesto comunista, la burguesa ya noposee las herramientas suficientes para seguir imponindose a laclase obrera: su reinado es desde ahora incompatible con el pro-greso social26. A este respecto, Neruda parece adscribirse a la te-sis leninista evocada en el clebre ensayo titulado El imperialismo,

    22 Pablo NERUDA: Las uvas y el viento,pp. 95-96.23 Pablo NERUDA: Cancin de gesta. Las piedras de Chile,Buenos Aires, Debol-

    sillo, 2004, p. 62.24 Pablo NERUDA: Las uvas y el viento,p. 105.25 Karl LWITH: Histoire et Salut...,p. 59.26 Karl MARXy Friedrich ENGELS: Manifiesto del Partido Comunista.

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    fase superior del capitalismo(1916), segn la cual el capitalismo mo-nopolista ha agravado seriamente las contradicciones sociales, mar-

    cando la segura transicin del imperialismo hacia un orden econ-mico y social superior27. El optimismo histrico que comparte conlos tericos marxistas se manifiesta de forma evidente en su famosoCanto General, donde no duda en dedicar un poema al pueblovictorioso, un pueblo que espera inapelablemente la consecucindel estadio ltimo: Mi pueblo vencer. Todos los pueblos / ven-cern, uno a uno. Y luego insiste con fervor vengativo: Pero estcerca el tiempo victorioso. / Que sirva el odio para que no tiem-

    blen / las manos del castigo, / que la hora / llegue a su horario enel instante puro, / y el pueblo llene las calles vacas / con sus fres-cas y firmes dimensiones28.

    El da inmenso, da de la lucha final29aquel en el que elcapitalismo agonizante del que nos habla Lenin30ser superado paradar paso al dominio de las clases oprimidas, no tardar en llegar:Creo que vamos subiendo / el ltimo peldao. / Desde all vere-mos / la verdad repartida, / la sencillez implantada en la tierra, / el

    pan y el vino para todos31

    . Haciendo suya una famosa frase delManifiesto comunista Un fantasma recorre Europa: el fantasmadel comunismo32Neruda constata con conviccin que: Un fan-tasma recorre el mundo, y pueden empezar de / nuevo / a golpearen los stanos: ya pagarn sus crmenes33. Est claro que, en estaetapa, el tiempo de la soledad desesperada, el de la sal funesta 34,tan presente en los versos nerudianos de comienzos de los aostreinta, ha sido dejado atrs y reemplazado por el de la esperanza

    posible y terrestre, que slo puede ser alcanzada por el hombre eneste mundo: Creo / que bajo la tierra nada nos espera, / pero so-bre la tierra / vamos juntos. / Nuestra unidad est sobre la tierra35.

    27 Vladimir LENIN: Limprialisme, stade suprme du capitalisme,Pars, ScienceMarxiste, 2010, p. 141.

    28 Pablo NERUDA: Canto General,Santiago, Pehun, 2008, p. 247.29Ibid.,p. 237.30 Vladimir LENIN: Limprialisme, stade suprme du capitalisme,p. 145.31 Pablo NERUDA:Las uvas y el viento,p. 36.32 Karl MARXy Friedrich ENGELS:Manifiesto del Partido Comunista,p. 7.33 Pablo NERUDA: Canto General,p. 310.34 Pablo NERUDA: Tercera residencia...,p. 39.35 Pablo NERUDA: Canto General,p. 33.

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    Es as como podemos ver reflejada la crtica materialista dela religin en la obra de Neruda. Tanto para Marx como para el

    poeta, al prometernos una redencin irreal se hace necesario libe-rar al hombre del fantasma religioso36 que debilita la voluntadhumana de poder alcanzar una autntica felicidad terrena. En sureemplazo, Neruda evoca la certidumbre de una fe; una fe intensa,pero secular, voluntariamente invertida en una elocuente estrofa:Hace miles de aos un hombre fue crucificado, / muri en su fe,pensando ms all de la tierra. / Su cruz pes sobre la vida hu-mana / y amas la congoja y la esperanza. / Nosotros tenemos mi-

    llones de crucificados / y nuestra esperanza est sobre la tierra37

    .

    Pablo Neruda y el rol del escritor

    A pesar del optimismo de la teora marxista no debemos olvidarque elManifiesto comunistaes tambin un llamado decidido a la ac-cin que concluye, de hecho, con la famosa arenga: Proletarios de

    todos los pases, unos

    38

    . Para que estos ltimos consigan alterar elcurso de la evolucin humana es necesario que los sectores alienadosde la sociedad se organicen polticamente y adquieran concienciade clase. En efecto, el gran salto de la historia pasa necesariamentepor un proceso eficaz de concientizacin, expresado en el desarro-llo de un conocimiento cientfico de la realidad. Cada militante com-prometido debe contribuir a acelerar este fenmeno asumiendo, enconsecuencia, una misin concreta. El poeta chileno acepta con en-tusiasmo esta responsabilidad, consagrando parte de su obra a estatarea. Este fenmeno no slo se hace evidente a comienzos de la d-cada de 1950 con el Canto General y Las uvas y el viento, sino queperdura en su literatura hasta el final de su existencia. Cancin degesta (1960), un libro dedicado a los revolucionarios cubanos queasumen el poder en la isla en enero de 1959, constituye un fiel re-flejo del compromiso poltico reivindicado por Neruda. En el pr-logo de la primera edicin el escritor explicita esta intencin:

    36 Karl MARX: Crtica del programa de Gotha,Mosc, Ediciones en Lenguas Ex-tranjeras, s.f., p. 32.

    37 Pablo NERUDA: Las uvas y el viento,p. 99.38 Karl MARXy Friedrich ENGELS: Manifiesto del Partido Comunista,p. 46.

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    Este libro no es un lamento de solitario ni una emanacin de la oscu-ridad, sino un arma directa y dirigida, una ayuda elemental y fraternal que

    entrego a los pueblos hermanos para cada da de sus luchas [...] Por miparte aqu asumo una vez ms, y con orgullo, mis deberes de poeta de uti-lidad pblica, es decir, de puro poeta [...] Ojal que mi poesa sirva a mishermanos del Caribe, en estos menesteres de honor [...] Mucho debemosconstruir. Que cada uno aporte lo suyo con sacrificio y alegra 39.

    Esta afirmacin no es slo una manifestacin de fervor pol-tico, es tambin un replanteamiento del rol mismo del escritor en

    el seno de la sociedad, un asunto largamente debatido que sobre-pasa las fronteras de Amrica Latina. El siglo XXvio surgir intensasdiscusiones relativas a la responsabilidad intelectual del artista y alpapel que ste deba asumir en un contexto de transformacionespolticas aceleradas. La experiencia sovitica, que impuls a partirde 1934 una doctrina oficial para el arte, nos ofrece un ejemplo pa-radigmtico de las dificultades para hacer coincidir las vanguardiasculturales y polticas. Estos principios, agrupados en el concepto

    de realismo socialista, pretendan homogeneizar la creacin in-dividual imponiendo cdigos estticos normativos favorables a losintereses ideolgicos del comunismo40. Sin embargo, como sealainteligentemente el socilogo francs Pierre Bourdieu, la reconci-liacin entre ambas esferas, a pesar de su recurrencia, genera innu-merables contradicciones, ya que este afn choca con la dificultadprctica de superar [...] la diferencia estructural [...] entre las posi-ciones avanzadas en el campo poltico y el campo artstico, y, almismo tiempo, el desfase, incluso la contradiccin, entre el refina-miento esttico y el progresismo poltico41. Esto explica, en parte,las tensiones crecientes que se desarrollaron entre las diversas pos-turas en torno a la utilidad de las producciones artsticas, una po-lmica particularmente intensa a lo largo de la segunda mitad delsiglo XXlatinoamericano.

    39 Pablo NERUDA: Cancin de gesta...,p. 13.40 Boris KAGARLITSKY:Los intelectuales y el Estado sovitico,Buenos Aires, Pro-

    meteo, 2006, pp. 142-153.41 Pierre BOURDIEU: Las reglas del arte: gnesis y estructura del campo literario,

    Barcelona, Anagrama, 1995, p. 374.

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    Como nos lo indica el caso de Neruda, estas preocupaciones yavenan producindose desde hace algn tiempo. Hemos visto como

    en 1937 la obra Espaa en el corazn hace de la historia presente yde los acontecimientos polticos una fuente fecunda y viva de crea-cin artstica. La Guerra Civil espaola no slo intensific la volun-tad poltica del chileno, sino que incentiv el compromiso, mediantela creacin literaria, de muchos otros escritores latinoamericanos.El peruano Csar Vallejo, cuya poesa se haba caracterizado por eltono pesimista de un lenguaje muy personal, compone en 1937 Es-

    paa, aparta de m este cliz. Aunque no debemos reducir el libro a

    una coyuntura, es innegable que Vallejo nos ofrece aqu un testi-monio estremecido, inolvidable, de su solidaridad humana42. Deacuerdo con el especialista Francisco Martnez Garca, la Guerra Ci-vil de 1936 fue la chispa que desencaden un complicado y devas-tador incendio psquico-artstico cuyas llamas devoradoras son losquince poemas de la serie43. Nuevamente en Chile, toda una pl-yade de escritores, conocida como la generacin del 38, se forjbajo los albores del conflicto en Espaa44y sus amplias repercusio-

    nes en el contexto local, donde en 1938 triunf el presidente PedroAguirre Cerda, lder del Frente Popular.Estos antecedentes resultan indispensables para constatar las

    intrincadas conexiones entre produccin literaria y vicisitudes po-lticas. Sin embargo, fue la consolidacin de la Revolucin cubanala que alent mayormente las controversias y estimul como nuncala voluntad de crear obras en funcin de un proyecto ideolgico.Al mismo tiempo, los afanes por teorizar esta problemtica se mul-

    tiplicaron durante toda la dcada de 1960. Una serie de rganos dedifusin cultural como Casa de las Amricas,Pensamiento Crticoy Mundo Nuevo publicaron artculos sobre esta cuestin, mien-tras los intelectuales se familiarizaban con ideas de autores extran-jeros, tales como Jean-Paul Sastre, Albert Camus, Georg Lukcso algunos de los tericos soviticos, entre muchos otros. El poder

    42 Citado en Francisco MARTNEZ GARCA: Introduccin: biografa y crtica,en Csar VALLEJO: Poemas humanos. Espaa, aparta de m este cliz,Madrid, Cas-talia, 1988, p. 40.

    43Ibid.,p. 37.44 Juan Armando EPPLE: Prlogo, en Fernardo ALEGRA: Obra narrativa se-

    lecta,Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2002, p. XIV.

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    de atraccin del proceso revolucionario cubano, as como la diver-sidad esttica que operaba en la isla durante el comienzo de los

    aos sesenta, sedujo si seguimos los comentarios del novelistachileno Jos Donoso a la casi unanimidad de los escritores delcontinente45, al punto que a lo largo de esta dcada ser revolu-cionario era casi una condicin sine qua non para ser consideradoun intelectual46.

    Algunas posturas respecto al rol del artista alcanzaron posterior-mente extremos casi irracionales. El ensayista cubano Jos AntonioPortuondo arga en 1965 la imposibilidad de mantener una posi-

    cin neutra en el campo literario, ya que a la hora de producirel intelectual se coloca en un bando u otro [...] La no-vinculacines alienacin [...] El que se evade no hace ms que situarse [...] enel campo opuesto. Y luego abogaba por una intelectualidad desti-nada a edificar la conciencia de las masas cubanas de acuerdo conlas orientaciones emanadas del Partido47. El poeta Nicols Guilln,presidente de la Unin de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC),ira an ms lejos a comienzos de los setenta al plantear la necesidad

    de acallar a los artistas que no contribuyen al reforzamiento del pro-ceso revolucionario. Luego de desacreditar al novelista James Joyce,un producto de la cultura britnica, destaca que no es lo mismohablar desde una trinchera que hacerlo en alguna reunin apacible ydigestiva. Y quin que no oiga silbar el plomo ni huela el humo delos fusiles estar en situacin de castigar o perdonar, es decir, de juz-gar?. Y finalmente concluye con una afirmacin delirante: Con-fieso que me molesta ver el sacrificio de un cordero, pero me deja-

    ra impasible el fusilamiento de un traidor48

    .Debemos leer el prlogo de Cancin de gestaantes citado bajola ptica de este contexto fuertemente politizado y que la lle-gada de Fidel Castro al poder contribuye a exacerbar considera-blemente. Al declararse poeta de utilidad pblica, Neruda noparece estar muy alejado de las aspiraciones de los idelogos del

    45 Jos DONOSO: Historia personal del boom,Santiago, Alfaguara, 2007, p. 60.46 Jorge FORNET: El 71: anatoma de una crisis, La Habana, Letras Cubanas,

    2013, p. 10.47 Bernardo CALLEJAS: Portuondo: la responsabilidad del intelectual, Hoy

    Domingo(La Habana), 8 de agosto de 1965, pp. 6-7.48Citado en Jorge FORNET: El 71...,p. 179.

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    realismo socialista. Pero como veremos con ms detalle en elapartado siguiente, el entusiasmo del poeta no slo estalla luego

    del triunfo de los barbudos. A lo largo de su vida, Neruda re-flexion constantemente sobre el sustento moral y artstico que de-ba justificar su obra. Era consciente de las mltiples dimensionesque su poesa poda adquirir y de las crticas que levantaba esta su-puesta contradiccin. Cancin de gesta nos ofrece nuevamente unbuen ejemplo. En un bello poema titulado No me lo pidan res-ponde a esta polmica sellando su reflexin con una declaracinreveladora: Tengo un pacto de amor con la hermosura: / tengo

    un pacto de sangre con mi pueblo49

    .Posteriormente, en Confieso que he vivido, sus memorias ps-tumas, Neruda evoca en ms de una oportunidad su permanentecuestionamiento respecto a la labor de la poesa y concluye que ensu creacin ha habido espacio tanto para el pueblo como para lahermosura estilstica, sin que la presencia de ambos planos con-forme una paradoja. Mencionando algunas de sus referencias litera-rias predilectas, defiende la dualidad de su obra y nos advierte con-

    tra las visiones sesgadas y unilaterales:Del mismo modo que me gusta el hroe positivo encontrado en las

    turbulentas trincheras de las guerras civiles por el norteamericano Whit-man o por el sovitico Maiakovski, cabe tambin en mi corazn el hroeenlutado de Lautrmont, el caballero suspirante de Laforgue, el soldadonegativo de Charles Baudelaire. Cuidado con separar estas mitades de lamanzana de la creacin, porque tal vez nos cortaramos el corazn y deja-ramos de ser. Cuidado! Al poeta debemos exigirle sitio en la calle y en el

    combate, as como en la luz y en la sombra50.

    Siguiendo esta lgica, para el Premio Nobel tanto la redac-cin de Las uvas y el viento libro de grandes espacios y muchaluz como la de Residencia en la tierra libro sombro51eran absolutamente necesarias y, a pesar del carcter discordante delas obras, ambas pueden justificarse sin que se produzca una con-tradiccin.

    49 Pablo NERUDA: Cancin de gesta...,p. 43.50 Pablo NERUDA: Confieso que he vivido,p. 398.51Ibid.,p. 399.

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    Es cierto que durante ciertos periodos, como a su regreso dela Unin Sovitica en 1949 o al estallar la Revolucin cubana diez

    aos despus, Neruda tiende a adoptar una posicin militante ra-dicalizada. Pero como veremos en el siguiente captulo, en el largoproceso de su creacin, el poeta oscilar de forma permanente en-tre sensibilidades divergentes, por momentos agudizadas por cir-cunstancias urgentes o aplacadas por fases de mayor introversin yautocrtica. Es as como podemos percibir que las intenciones delchileno, aquellas que lo motivan a escribir una estrofa o publicarsus composiciones, se vinculan durante su vida tanto con su interio-

    ridad profunda como con su percepcin de la historia y de los su-cesos que definen el tiempo presente.

    Pablo Neruda ante la historia de su tiempo

    El entusiasmo militante de la poesa de Neruda se encuentraprofundamente ligado a las vicisitudes de los eventos polticos que

    el chileno evala detenidamente. Las influencias ideolgicas per-mearon su heterognea creacin, consolidando una tensin entre labsqueda de formas literarias originales y su condicin de escritorcomprometido. Efectivamente, sus convicciones, esperanzas y de-cepciones explican a menudo los temas abordados en su obra, ascomo las tcnicas literarias utilizadas. Hemos visto que Las uvas y elviento constituye el mejor reflejo de un periodo de entusiasmo po-ltico exacerbado. Su escritura efectiva, que se extendi entre 1950

    y 1953, tuvo lugar luego de un primer viaje a Mosc y a los pasesde la esfera socialista, poco tiempo despus de haber sido expul-sado de su pas por motivos polticos. Sus pginas se encuentran,por ende, impregnadas de una admiracin sincera hacia el modelosovitico y hacia sus lderes, como se puede apreciar en uno de losextractos ms polmicos: Stalinianos. Llevamos este nombre conorgullo. / Stalinianos. Es sta la jerarqua de nuestro tiempo!52.

    Pero la pasin ideolgica de Neruda no slo condiciona los te-

    mas abordados durante esta etapa, sino que modifica incluso losprocedimientos tcnicos adoptados. En efecto, la orientacin mili-

    52 Pablo NERUDA:Las uvas y el viento,p. 121.

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    tante de comienzos de los aos cincuenta moldea en parte las va-riantes estticas de su produccin literaria, que desde ahora se in-

    serta en la evolucin de un mundo sistemticamente nombrado.En su nuevo discurso, los referentes histricos comienzan a ser de-signados explcitamente (Unin Sovitica, China, Mao, Repblicaspopulares, Churchill, Eisenhower o Trujillo), mientras que toda pa-labra es susceptible de ser poetizable. Al titular un poema Pro-mulgacin de la ley del embudo53 o La Anaconda Copper Mi-ning Co.54, Neruda corrobora el argumento del ensayista espaolJorge Guilln, quien sostiene que la palabra rosa no es ms po-

    tica que la palabra poltica55

    . Lejos estamos en esta segunda mi-tad del siglo XXde la abstraccin solitaria de los aos veinte, reti-cente a hacer de los recursos externos un material literario. Desdeun punto de vista tcnico, el desarrollo ideolgico de Neruda alteray condiciona tambin su forma de componer poesa.

    No obstante, ciertos acontecimientos posteriores afectarn alentusiasmo desbordante de comienzo de los aos cincuenta. Se-gn su amiga Virginia Vidal, el informe del XX Congreso del Par-

    tido Comunista de la Unin Sovitica (1956) que denunci el au-toritarismo estaliniano le roy el alma al ciudadano Neruda hastaprovocarle interrogantes tremendas, dejando atrs para siemprelas peridicas alabanzas grotescas56. El propio poeta confiesa elimpacto generado por la inesperada denuncia: Fue una mare-jada que nos empuj, a todos los revolucionarios, hacia situacio-nes y conclusiones nuevas. Algunos sentimos nacer, de la angus-tia engendrada por aquellas duras revelaciones, el sentimiento de

    que nacamos de nuevo57

    . El proceso conocido tradicionalmentecomo desestalinilizacin inaugurado por el XX Congreso, cuyoimpacto universal ha sido ampliamente estudiado, tuvo igualmenterepercusiones a nivel individual. El proceso creativo de Neruda vi-vi, por su parte, su breve periodo de desestalinizacin, comonos lo demuestran algunas de sus siguientes publicaciones. La

    53 Pablo NERUDA: Canto General,p. 199.54Ibid.,p. 218.55 Jorge GUILLN:Lenguaje y poesa: algunos casos espaoles,Madrid, Revista de

    Occidente, 1962, p. 252.56 Virginia VIDAL: Neruda: memoria crepitante,p. 80.57 Pablo NERUDA: Confieso que he vivido,p. 322.

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    consternacin que embarga al escritor chileno a partir de 1956 seasocia a una nueva fase creativa ms intimista y subjetiva. El nove-

    lista Jorge Edwards, amigo cercano y fiel colaborador de Nerudadurante su misin diplomtica en Pars (1971-1972), hace alusina un vuelco en la literatura nerudiana marcado por la publicacinen 1958 de Estravagario58, donde vuelven a aparecer los cuestiona-mientos existenciales de su juventud59.

    Los sucesos polticos de la segunda mitad de la dcada de loscincuenta incitan en Neruda un cierto desplazamiento hacia unaetapa ms pesimista, autocrtica e introspectiva60. Sin embargo, el

    poeta mantiene sus convicciones ideolgicas de izquierda, as comosu participacin activa en el Partido Comunista de su pas. Ya he-mos visto cmo Cancin de gesta (1960) evidencia la continuidadde su fidelidad militante. El nuevo rumbo de su obra no implicun rechazo de sus compromisos precedentes, sino que dio inicioa una tendencia ms crtica, atenuando su anterior dogmatismopoltico. En Memorial de Isla Negra (1964), Neruda vuelve a haceralusin a Stalin, aunque esta vez en un tomo completamente dis-

    tinto al adoptado en Las uvas y el viento: Y aquel muerto regala crueldad / desde su propia estatua innumerable: / aquel inmvilgobern la vida61. Su renovada capacidad autocrtica se hace evi-dente en un poema titulado Nosotros callbamos, en cuyas estro-fas advierte que saber es un dolor y reconoce que era pesado elsaco del silencio62.

    El XX Congreso del PCUS no fue el nico evento que estimulun replanteamiento interno de las convicciones del poeta, afec-

    tando as al curso de la creacin nerudiana. La invasin violenta delos tanques del Pacto de Varsovia desplegada en Praga en agosto1968 fue un duro golpe para la conciencia poltica de Neruda. Apesar del abrumador respaldo inicial otorgado por el Partido Co-munista chileno a sus pares moscovitas63, el poeta no lograba disi-

    58 Entrevista del autor a Jorge Edwards, Pars, 14 de junio de 2012.59 Pablo NERUDA: Estravagario,Barcelona, Seix Barral, 1982.60 Grez DAWES: Poetas ante la modernidad...,pp. 36-37.61 Pablo NERUDA:Memorial de Isla Negra,Barcelona, Seix Barral, 1982, p. 247.62Ibid.,p. 251.63 Alfredo RIQUELME: Rojo atardecer: el comunismo chileno entre dictadura y

    democracia,Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2009, p. 80.

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    mular frente a sus cercanos un creciente malestar. Desde temprano,Neruda mantuvo una estrecha relacin humana y emocional con la

    nacin checoslovaca; no debemos olvidar que su seudnimo estinspirado en el escritor praguense del siglo XIX Jan Neruda, autorde un volumen de cuentos que lleg a manos del joven Neftal Re-yes cuando tena tan slo diecisis aos64. Haba visitado Praga enmltiples ocasiones, recorriendo sus callejuelas, adquiriendo distin-tos objetos de coleccin, entablando relaciones de amistad con in-telectuales de ese pas. Por aadidura, su obra haba sido siempremuy bien recibida en Checoslovaquia y gozaba de numerosas tra-

    ducciones que producan cuantiosos derechos de autor65

    . Interro-gado por la periodista uruguaya Mara Ester Giglio sobre los suce-sos de agosto 1968, el Premio Nobel record haber vivido en Pragapor ms de un ao como refugiado poltico, y al comparar la UninSovitica con Checoslovaquia reconoce: A ambos pases los quieroinmensamente. Es muy cruel preguntarle a un nio cuando el papy la mam se pelean cul de los dos tiene razn. Sufro por esta di-vergencia [...], quiero que se acabe y se aclare. Soy enemigo de to-das las soluciones de fuerza66.

    Jorge Edwards nos hace saber que pocas horas despus de laintervencin armada, luego de preguntarle a Neruda por un inmi-nente viaje que pretenda efectuar a Mosc, este ltimo le habrarespondido apesadumbrado: Ya no creo que viaje [...] Me pareceque la situacin est demasiado checoslovaca67. Estos reparos fue-ron confirmados al poco tiempo en la obra Fin de mundo (1969),en cuyas pginas los lectores pudieron comprobar la postura auto-crtica del autor: La hora de Praga me cay / como una piedra en

    la cabeza [...] Sufrimos de no defender / la flor que se nos ampu-taba / para salvar el rbol rojo / que necesita crecimiento [...] Pidoperdn para este ciego / que vea y que no vea 68.

    64 Emil VOLEK: Pablo Neruda y algunos pases socialistas en Europa, RevistaIberoamericana,82-83 (1973), p. 356.

    65Ibid.,p. 362.66Citado en Virginia VIDAL: Neruda: memoria crepitante,p. 81.67 Jorge EDWARDS:Adis, poeta...,Barcelona, Tusquets, 1990, p. 183.68 Pablo NERUDA: Fin de mundo,Buenos Aires, Losada, 1976, pp. 20-21.

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    La carta de los escritores cubanos y el replanteamiento

    de su obra

    No obstante, no fue la invasin de las tropas del Pacto de Var-sovia el episodio ms amargo que Neruda tuvo que afrontar durantela ltima etapa de su vida, sino ms bien la carta abierta que ungrupo de intelectuales cubanos encabezados por los prestigiososescritores Nicols Guilln y Alejo Carpentier dirigi al compa-ero Pablo luego de haber aceptado una invitacin del PEN Club

    Internacional, una estructura tericamente independiente que agru-paba setenta y seis centros en cincuenta y cinco pases. De acuerdocon la Unesco, se trataba de la organizacin ms representativa deescritores de todo el planeta69. Junto con su esposa Matilde Urrutia,Neruda viaj al Congreso del PEN en Nueva York en junio 1966 ydio recitales ante un auditorio repleto de espectadores. La presen-cia del poeta ms popular de Amrica Latina fue, sin duda, utilizadapor los organizadores para resaltar la importancia y aceptacin delevento. Por otra parte, desde hace ya algunos aos el servicio de in-teligencia estadounidense (la CIA) vena realizando importantes es-fuerzos para convertir al PEN Club en un vehculo de los intere-ses de Washington. La mano invisible de la CIA, de hecho, nose mantuvo al margen de la organizacin del Congreso desarrolladoentre el 12 y el 18 de junio de 1966, el primero en cuarenta y dosaos realizado en suelo norteamericano70.

    Sin duda que los signatarios sospechaban la existencia de los ne-xos subterrneos entre ambas instituciones. De acuerdo con la en-

    sayista cubana y Premio Nacional de Literatura Graziella Pogolotti,quien tambin firm la famosa carta, desde el punto de vista nues-tro nosotros ya no estbamos en el PEN Club veamos que elPEN Club se estaba manejando en trminos muy politizados y nospareca que la presencia de Neruda legitimaba [la accin del PENClub]71. El hecho de que un militante comunista asistiera a esta

    69 Frances STONORSAUNDERS: La CIA y la guerra fra cultural,Madrid, Debate,2001, p. 503.

    70 Para ms detalles sobre las acciones secretas de la CIA en el PEN Club vaseibid.,pp. 499-511.

    71 Entrevista del autor a Graziella Pogolotti, La Habana, 7 de mayo de 2014.

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    reunin en suelo estadounidense, en medio de un arduo enfren-tamiento en Vietnam, era percibido, por tanto, como una conce-

    sin frente al enemigo ideolgico. Ms an si la recepcin apote-sica que le fue reservada a Neruda logr ser instrumentalizada parasubrayar la tolerancia ideolgica de una instancia como sta. El en-sayista uruguayo Emir Rodrguez Monegal, director de la revista

    Mundo Nuevo,tambin financiada subrepticiamente por la CIA, notard en publicar un informe auspicioso sobre la presencia del chi-leno. Destaca, en primer lugar, la efervescencia pblica desatada:Hay gente luchando por entrar y gente que llena los pasillos de

    tertulia y rebalsa sobre la platea [...] Quien preside la mesa, Ar-chibald McLeish, califica a Neruda de ms grande poeta vivo delmundo, lo cual desata ms aplausos de un auditorio fervoroso[...] Es una apoteosis. El poeta chileno debe huir de los centena-res de personas que se precipitan a buscar autgrafos, una palabra,quiz slo una mirada. Y luego, sealando la amplitud de tenden-cias del Congreso, comenta: Por eso, la apoteosis de Neruda no esslo una apoteosis del poeta chileno. Es tambin la de un hombreque viene aqu a decir lo suyo, y sin que ningn burcrata le puedadictar lo que quiere decir72.

    Es difcil saber por qu motivos el prestigioso autor de CantoGeneral decidi asumir el riesgo de hacerse presente en la reunindel PEN Club en medio de un contexto internacional turbulento.Es muy probable que mediante su participacin pretenda aplacarlas arduas crticas de un sector del mundo intelectual que sola re-procharle el carcter demasiado militante de su poesa. Esto ltimopoda ser particularmente deseable de cara a una eventual candi-datura al Premio Nobel. La investigadora inglesa Frances StonorSaunders ha demostrado categricamente que ya en 1963 el Con-greso por la Libertad de la Cultura, fundado en 1950 y respaldadopor el financiamiento sistemtico de la CIA, haba emprendido unacampaa de desprestigio contra Pablo Neruda, que sonaba ese aocomo posible galardonado73.

    Las cosas se agravaron una vez clausurado el Congreso cuando,de regreso a su pas, Neruda decidi detenerse unos das en la ca-

    72 Emir RODRGUEZ MONEGAL: Testimonios: diario del PEN Club, MundoNuevo,4 (1966), pp. 43-54.

    73 Frances STONORSAUNDERS:La CIA...,pp. 486-488.

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    pital de Per, donde fue condecorado con la Orden del Sol por elpresidente Fernando Belande: un lder considerado por La Ha-

    bana como un poltico imperialista. Esta ltima accin fue la gotaque rebas el vaso. Inmediatamente despus, los artistas cubanosredactaron una misiva y la publicaron en el Granma, rgano ofi-cial del partido, en la que le reprochaban sus acciones y su compla-cencia ante el enemigo. Lo que motiv a los firmantes aparen-temente estimulados por las insinuaciones del presidente de la islaOsvaldo Dortics no fue slo la aceptacin de la convocatoria delos miembros del PEN Club, sino la coyuntura en la cual se efec-

    tuaron ambas visitas, marcada por el recrudecimiento de los ata-ques norteamericanos en el sudeste asitico, as como por la muertereciente y violenta de una serie de guerrilleros peruanos74. Segn elestudioso cubano Jorge Fornet, se trataba igualmente de un ataquevelado dirigido al Partido Comunista de Chile75, una organizacinque defenda decididamente la va pacfica e institucional paraacceder al poder. La estrategia del partido de Neruda se opona deesta forma a las tesis castristas focalizadas en la necesidad de multi-plicar los ncleos guerrilleros en las zonas rurales con el fin de fa-vorecer la lucha armada revolucionaria76.

    Como lo indica el novelista habanero Lisandro Otero, la rela-cin de Neruda con sus pares de Cuba nunca fue la de dos amigosincondicionales77. Tras la publicacin de su Cancin de gesta, unaobra dedicada a los hroes de la Sierra Maestra y editada en 1960por la Imprenta Nacional de La Habana, se alzaron algunas voceslaudatorias, pero el libro fue rpidamente olvidado y su circulacinno fue incentivada (ello a pesar de un tiraje inicial de 20.000 ejem-plares). Cuesta entender este fenmeno, sobre todo si leemos al-gunos de los versos que exaltan claramente y sin ambages la Re-volucin cubana: Cuba es un mstil claro que divisan / a travsdel espacio y las tinieblas, / es como un rbol que naci en el cen-

    74 Lisandro OTERO: Llover sobre mojado (una reflexin personal sobre la histo-ria),Madrid, Clsicos Libertarios, 1999, p. 199.

    75 Jorge FORNET: El 71...,pp. 56-57.76 Para ms detalles sobre esta intensa controversia estratgico-poltica vase el

    artculo de Kevin DEVLIN: El reto castrista al comunismo, en Gregory OSWALDyAnthony STROVER (eds.): La Unin Sovitica y la Amrica Latina,Mxico DF, Le-tras, 1972, pp. 207-226.

    77 Lisandro OTERO:Llover sobre mojado...,p. 199.

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    tro / del mar Caribe y sus antiguas penas: / su follaje se ve de to-das partes / y sus semillas van bajo la tierra, / elevando en la Am-

    rica sombra / el edificio de la primavera78

    .Es probable que la causa de este sorprendente silencio se en-cuentre en algunas estrofas que podran haber sido interpretadascomo una crtica velada hacia el personalismo del lder mximode la Revolucin, Fidel Castro. Efectivamente, ciertos pasajes pue-den ser ledos bajo esta ptica, como el poema XIX, que si bien co-mienza con una alocucin entusiasta (Fidel, Fidel, los pueblos teagradecen), pronto se transforma en una advertencia ms o me-

    nos directa: sta es la copa, tmala, Fidel. / Est llena de tan-tas esperanzas / que al beberla sabrs que tu victoria / es como elviejo vino de mi patria: / no lo hace un hombre sino muchos hom-bres / y no una uva sino muchas plantas: / no es una gota sino mu-chos ros: / no un capitn sino muchas batallas79. Pablo Nerudasospechaba que el Comandante haba captado adecuadamente elsentido de sus versos, sin perdonrselos jams80, lo que habra cons-tituido el primer fermento de una hostilidad creciente que alcanz

    su apogeo con la carta de 1966.Segn el novelista chileno Poli Dlano, camarada poltico ycercano del poeta, lo que ms habra impactado y entristecido aNeruda fue la presencia, en la lista de firmantes, de una serie deamigos cubanos, tales como Nicols Guilln, Jos Antonio Por-tuondo y Juan Marinello81. Su irritacin y frustracin no slo severa reflejada en su escueta respuesta pblica, aparecida en las p-ginas del diario del Partido Comunista chileno El Siglo,sino tam-

    bin de forma ms confidencial en un mensaje dirigido a Jorge Ed-wards: No s si te dije que la carta de los cubanos escritores essencillamente vil. Yo les contest con moderacin para no mostraruna profunda divisin que, sin embargo, se est abriendo, muy apesar nuestro82. Como consecuencia, el autor de Residencia en la

    78 Pablo NERUDA: Cancin de gesta...,p. 63.79Ibid.,pp. 31-32.80 Jorge EDWARDS:Adis, poeta...,p. 150.81 Entrevista del autor a Poli Dlano, Santiago, 29 de enero de 2013.82 Abraham QUEZADA (ed.): Correspondencia entre Pablo Neruda y Jorge Ed-

    wards. Cartas que romperemos de inmediato y recordaremos siempre,Santiago, Alfa-guara, 2007, p. 88.

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    tierracomenz a reevaluar su respaldo irrestricto al proceso revo-lucionario en Cuba, anteriormente exteriorizado con la publica-

    cin de Cancin de gesta.Lo interesante es que este suceso hizo que Neruda se replan-teara incluso el contenido y la estructura de su libro. En efecto, al-gunas ediciones posteriores sufrieron modificaciones deseadas porel poeta y destinadas a plasmar por escrito sus nuevos sentimientos.En primer lugar, las desavenencias lo motivaron a tomar la decisinde excluir Cancin de gesta de sus Obras Completas, reunidas porla editorial argentina Losada. En una nueva edicin autnoma apa-

    recida en Uruguay hacia el ao 1968, Neruda incluy un prlogoque era en realidad una nueva rplica a los cubanos. Hacia el finaldel texto se poda leer un ttulo enigmtico: Juicio Final. Pero enlugar del poema, un anuncio: El editor hace constar que el poetacon este ttulo anuncia un poema que cerrara este volumen enuna edicin definitiva. Juicio Final no se incluy antes de 1977,cuando apareci una edicin pstuma de Cancin de gesta queNeruda habra deseado ver publicada en vida83. Se trataba, comobien podemos imaginar, de una respuesta firme y resuelta dirigidacontra los autores de la famosa carta: Este libro, primero entre loslibros / que propagaron la intencin cubana, / esta Cancin de gestaque no tuvo / otro destino sino la esperanza / fue agredido por tris-tes escritores / que en Cuba nunca liberaron nada / sino sus presu-puestos defendidos / por la chaqueta revolucionaria84.

    Este ejemplo notable nos seala de manera elocuente que lasproducciones artsticas pueden verse modificadas, reapropiadas eincluso reinstrumentalizadas en funcin de las renovadas vicisitudessociales y de las sensibilidades de cada creador. Al alterar la com-posicin de su libro, Pablo Neruda nos demuestra que la evolucinde las particularidades de su tiempo constituye una fuente cons-tante de replanteamiento de la labor intelectual, revelando la capa-cidad de adaptarse a las condiciones externas en permanente trans-formacin. Las alteraciones evocadas reflejan el surgimiento de unaconciencia ideolgica inestable dependiente de numerosos facto-res que van ms all de la bsqueda de una identidad esttica per-

    83 Hernn LOYOLA: Cancin de gesta: composicin, en Pablo NERUDA: Can-cin de gesta. Las piedras de Chile,Buenos Aires, Debolsillo, 2004, pp. 123-124.

    84 Pablo NERUDA: Cancin de gesta...,p. 64.

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    sonal y de una interaccin inherente entre la naturaleza del tejidohistrico y las fluctuantes manifestaciones humanas que este con-

    texto ve surgir. En este caso, como en muchos otros, poesa y po-ltica se convierten en dos factores que se encuentran, por momen-tos, muy ntimamente imbricados.

    Consideraciones finales

    Como hemos podido apreciar a lo largo de este anlisis, el ejem-

    plo de la heterognea obra potica del chileno Pablo Neruda repre-senta un caso revelador que nos permite adentrarnos en la complejainterconexin existente entre creacin artstica e influencias polti-cas, particularmente perceptible durante el periodo de tensin ideo-lgica que caracteriz la segunda mitad del siglo XX. La atmsferainstaurada a partir de finales de los aos cuarenta no slo determinlas grandes decisiones estratgicas de las autoridades, sino que in-fluenci, y de muy diversas maneras, las variadas manifestaciones dela vida cotidiana de los habitantes del planeta. Las caractersticas delcompromiso militante asumido por Neruda que tuvo un impactoevidente en gran parte de su produccin literaria, as como su vi-sin global de la evolucin humana notoriamente inspirada en lafilosofa marxista de la historia, no podran explicarse sin tener enconsideracin las particularidades del conflictivo contexto polticoen el que la literatura nerudiana se vio inserta.

    Las constataciones efectuadas nos invitan, por ende, a comple-jizar las relaciones, influencias e imbricaciones entre poltica y pro-

    duccin artstica. Junto con el antroplogo norteamericano CliffordGeertz, sostenemos que el concepto de cultura debe ser enten-dido como un sistema de significaciones referenciales dispersas queofrecen a los individuos una serie de orientaciones para entenderel mundo complejo, y a veces catico, que los rodea, explicando,en ltimo trmino, las caractersticas de sus comportamientos85.En sus interpretaciones tericas que privilegian una perspectiva se-mitica, Geertz defiende la idea de que la vida humana se encuen-

    tra siempre incrustada en una red compleja compuesta de mlti-

    85 Clifford GEERTZ: The Interpretation of Cultures: Selected Essays,Nueva York,Basic Books, 1973, p. 5.

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    ples capas explicativas susceptibles de ofrecer un significado y unadefinicin a aquellas referencias externas que nos rodean a diario.

    Las acciones y comportamientos de una comunidad especfica pue-den, en consecuencia, ser inspeccionadas mediante el anlisis in-terpretativo de esta malla multiforme de significaciones abstractas.Son stas, en ltimo trmino, las que determinan las caractersticasde las referencias colectivas e imaginarios sociales. Al subrayar estepunto, el antroplogo nos incita a desplazar el acento puesto tra-dicionalmente en las acciones de los poderes oficiales para recalcarla importancia de los universos mentales de un conjunto humano

    determinado en el que Neruda se hallaba profundamente im-buido respecto a una alteridad o un conjunto de ellas.En definitiva, una interpretacin de las creaciones estticas du-

    rante la Guerra Fra se ver enriquecida si es capaz de reevaluar laimportancia de los referentes externos y de considerar las persona-lidades analizadas como agentes activos, y en permanente transfor-macin, frente a las evoluciones del presente. Al obedecer a un te-jido colectivo, los individuos se transforman inevitablemente encreadores de una representacin compleja, pero no aislada, sobrelas vicisitudes que dominaron el contexto en el que les toc vivir.Pablo Neruda, al reflexionar permanentemente sobre los actores yfenmenos de su tiempo, se erige en un ejemplo concreto que nosayuda a desentraar las interconexiones existentes entre las sensi-bilidades individuales insertas en una colectividad y los influjos di-versos del panorama contemporneo, impregnando finalmente, deuna u otra manera, las creaciones literarias, as como otras mltiplesmanifestaciones humanas.

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