OXÍGENO

71
OXÍGENO

description

cómic pdf

Transcript of OXÍGENO

Page 1: OXÍGENO

OXÍGENO

Page 2: OXÍGENO

PROLOGO

Los cuatro hombres corrían por el terreno despa-rejo surcado de cunetas de tres metros de profun-didad por uno de ancho. Era peligroso andar porla selva de tallos sin ver el suelo que pisaban. Elsuelo de tierra blanda pisoteados por miles depies día tras día se hundía hasta veinte centíme-tros debajo de las suelas de las botas.Lo único bueno era que la hierba alta los tapaba aellos y a su vez, no ocultaba el objetivo.El Monte Basement se elevaba unos trescientosmetros de altura y tenía forma de pirámide escalo-nada rematada con una chimenea con forma demeseta. La elevación era una mezcla de tierrasuelta y escombros gruesos, hasta buenos pedazosde paredes de ladrillos aún fuertemente unidoscon cemento, hierros retorcidos por allá y vigasde los techos hacían las veces de puente entre lascunetas más profundas que rodeaban el monte.Aquél sitio no estaba enclavado en Vietnam, aun-que la selva de los alrededores se le parecía. Tam-poco el pasadizo de trincheras era una reliquia ocopia de la Línea Maginot, sino que Basement erael nombre clave que se le daba al más grande hor-

Page 3: OXÍGENO

miguero que la historia de la Tierra había visto er-guirse en el medio de la pámpa húmeda.Decían que en las llanuras del centro de los Esta-dos Unidos y en Madagascar había construccio-nes similares, pero los soldados que asustados seacercaban al objetivo jamás habían estado tan cer-ca de uno.Y ya estaban demasiado cerca de éste para que lehablaran de otros sitios peores.Venado City era la ciudad más cercana, el hogarde los cuatro combatientes que rezaban para noser descubiertos por el enemigo. La zona estabalejos de ser el lugar en donde habían nacido ycriados. Muchos cambios se habían sucedido enla superficie de todo el planeta en los últimosveinte años.Las interminables llanuras capaces de dar cuatrocosechas de trigo o maíz al año habían quedadoen el olvido generado por el crecimiento masivo ydesmedido de la vegetación.Carlos Sánchez, cabo y miembro número dos delComando Delta del Segundo Ejército de la Cruzdel Sur se agachó debajo de la copa de un enormey esponjoso hongo blanco.Ante la señal de advertencia, los otros tres deja-ron de moverse y se parapetaron entre las hojas

Page 4: OXÍGENO

caídas de un gigantesco helecho.-- Estas hojas están sanas. -- dijo Remigio Santos,profesor de historia, pasando los dedos por las lar-gas hojas grandes como una pierna -- No creo quehaya hormigas por aquí.-- Si hay trincheras, entonces hay hormigas.--contestó Alberto Migrau, arquitecto de profe-sión, soldado por necesidad.-- Tal vez las hubo...«Milicianos», pensó el Teniente Mora, el miem-bro número uno del Comando Delta, antes de de-tener la discusión.-- Silencio, abandonado o no, nos enviaron a des-truirlo, y eso haremos.Sánchez hizo seña de que todo estaba bien o almenos sin moros en la costa. ¿Cómo podía estartodo bien si tu malvón era más grande que un om-bú adulto?Continuaron la marcha cuidando de no engan-charse en las frondosas plantas de cardo que cre-cían junto a la siguiente trinchera.Volvieron a detenerse. El suelo era blando y sehundía en parte como si estuvieran pisando gomaespuma.-- Es este. -- dijo Mora, moviendo el mentón ha-cía la amplia cuneta que se encontraba debajo.

Page 5: OXÍGENO

Era más ancha y profunda que las anteriores cune-tas que cruzaron y estaba cubierta por una hierbamás rala que apenas les llegaba a las rodillas. Seasemejaba más a un cañadón que a una trinchera.-- ¿Es el de los planos?-- Es el camino principal de salida del hormigue-ro. Estoy seguro. -- el teniente Mora comenzó adesprenderse la mochila.-- Esto me trae mala espina. No hay HormigasSoldados y éste camino parece que hiciera unoscuantos días que no se usa. -- dijo Sánchez -- Talvez el historiador ése tiene razón.Mora miró al profesional devenido en soldadoque en esos momentos no los escuchaba, su aten-ción parecía estar centrada en las casamatas, hor-migueros más pequeños y puntiagudos que se le-vantaban a un costado de la Trinchera Principal,como se denominaba a aquél sector en los planos.Las «casamatas» eran elevaciones menores, de unmetro de altura y levantadas en tierra compacta aun costado del cunetón.-- Mejor llamo a la base. -- sugirió Mora, se aga-chó y prendió el móvil que iba conectado a la ore-ja izquierda -- Al habla Mora.A treinta kilómetros al suroeste se encontraba elPuesto de Avanzada del Norte, a pocas cuadras de

Page 6: OXÍGENO

Venado City.-- ¿Rodrigo? ¿Qué ocurre?La voz de Pablo Melgar le llegó con mucha dis-torsión a través del sistema de onda corta. Morale explicó lo que ocurría. Recibió respuesta y cor-tó.-- Se le escuchaba enojado. -- masculló Sánchez-- Putos ejecutivos de Mega-Corp. Se creen muymalos con sus culos a cubierto.-- Si, pero creo que tiene razón. -- susurró Mora,apagando el móvil -- Algunos insectos pueden in-terferir nuestras ondas de baja frecuencia y cono-cer nuestra posición.-- ¿Qué es lo que dijo?-- Hay que seguir con el plan. -- sentenció Mora,poniendo manos a la obra.-- No sé porqué no utilizan los cañones de plasmay listo.-- Porque quemarían todo. Esto requiere un traba-jo quirúrgico y nosotros somos el escalpelo...En eso les llegó el grito.-- ¡Cuidado! -- alertó Santos.Los dos comandos se tiraron al suelo. Una patru-lla enemiga surcaba el limpio y azul cielo volan-do en bandadas. El zumbido les llegó a los oídoscomo el sonido de una lluvia lejana.

Page 7: OXÍGENO

En realidad eran avispas del tamaño de un F-14Tomcat que buscaban a su futura víctima entre laalta vegetación de la superficie terrestre.Lo bueno de luchar contra insectos gigantes, eraque la humanidad tenía como enemigos a variasespecies de insectos que se comían entre sí, pensóMora. La cadena alimenticia no se había cortadocon el crecimiento descomunal de los insectos, si-no que el ser humano había dejado de estar en lacúspide, para contentarse con un segundo o tercerlugar.-- Nuestra artillería en la retaguardia se ocuparáde ellas.La humanidad no podía contentarse con ocuparun lugar en el podio. Debía volver a recuperar elprimer lugar, seguía pensando Mora mientras ar-maba el trípode, aunque para ser justos, algunoshumanos también se mataban entre sí.No era momento para filosofar y prestó atencióna acomodar firmemente las patas del trípode.Sánchez ajustó el láser y los acomodó sobre lastres patas. Mora lo encendió y lo apuntó con su-mo cuidado al centro de la chimenea.-- Ya está.Se echaron nuevamente cuerpo a tierra y espera-ron el arribo del caza-bombardero, escuchando el

Page 8: OXÍGENO

zumbido de las avispas volando a dos mil metrosde altura y luchando por no abandonar de una vezpor todas la misión.-- Esto está mal. Esto está mal. -- repetía Sánchez,al principio en voz baja para que Santos y Migrauno lo escucharan, pero luego ya había perdido lapaciencia -- No puede ser que no se vea ni a unasola hormiga por aquí.El ruido de reactores a combustión comenzó a so-nar en alguna parte del cielo, interrumpiendo elreto que Mora le iba a lanzar a Sánchez, aunqueél tuviera las mismas dudas que su subordinado.-- El láser sigue a punto. -- comentó, mientras loafirmaba y por enésima vez comprobaba que estu-viera apuntando a la cima del gigantesco hormi-guero -- ¡Listo!-- ¡Salgamos de aquí!Echaron a correr por el centro del cañadón aleján-dose de la montaña hormiguero. El sonido del ca-za de guerra superando mach-1 atronaba en susoídos.-- ¡Ya está sobre nosotros, hay que salir! -- advir-tió Mora quien iba cerrando la fila.Sánchez abandonó el camino duro y seguro reali-zado por el paso diario millones de patas de hor-migas del tamaño de un dogo para subir por la

Page 9: OXÍGENO

cuesta y salir de la Trinchera Principal.Pero como toda misión que se llevaba a cabo conmilicia, era obvio que iban a tener problemas,pensó Mora. Remigio Santos trepó con pasos in-seguros la cuesta y tuvo la mala fortuna de meterun pie en un pozo tapado con tierra suelta. El«crac» que hizo el hueso del tobillo al partirse fuesonoro para Mora a pesar del estridente sonidodel avión. El historiador cayó gritando de dolor ydoblándose aún más la pierna.Mora se detuvo de inmediato. Sin pensar en losdolores que debía estar sintiendo Santos, lo sacódel pozo sin contemplaciones y se lo cargó sobrelos hombros, pese a ser el doble de pesado que él.-- ¡Déjame aquí!-- No sabes lo que es ser devorado por cientos dehormigas. Es preferible morir quemado. -- jadeóel heroico Teniente.Habían terminado de subir la cuesta cuando oye-ron el silbido de la bomba cayendo.-- ¡Alejémonos lo más posible del cañadón! -- or-denó, aunque Sánchez y Migrau ya le habían sa-cado una buena ventaja, aún podía verlos inter-nándose en la jungla de dura hierba.La explosión era inminente, el inenterrumpido sil-bido de la bomba lanzada a más de veinte mil me-

Page 10: OXÍGENO

tros de altitud anunciaba que todavía tenía espe-ranzas para dar un paso más.-- ¡Al piso!Mora se enterró de cabeza sin pensar en comocaería Santos, el cual cayó desmayado por el do-lor aplastando una buena cantidad de pajas bravasfilosas como hojas de cuchillo.Durante un segundo el silencio absoluto se pro-longó. Luego Mora comenzó a oír el jadeo de supropia respiración. Migrau tosió un poco más ade-lante, se había levantado una buena cantidad detierra tan liviana similar al talco, que se les pega-ba en las partes del cuerpo llenas de sudor.-- ¿Qué mierda es lo qué ocurrió? -- quiso saberSánchez, escondido.-- La bomba no explotó. -- fue la única explica-ción que Mora encontraba.-- No tiramos bombas con retardo.-- Claro que no, es una M-301, una «desintegra-dora». -- Mora probó nuevamente con el móvil.-- El Mayor Melgar se va a enojar.-- A la mierda con él.-- Creí que era tu amigo, Teniente.Mora hizo caso a omiso a las opiniones de Sán-chez y se concentró en recibir comunicación.Cambió de frecuencias de onda, pero nada logró.

Page 11: OXÍGENO

-- O el enemigo interfirió las comunicaciones o...-- ¿O qué?Mora no contestó.-- Sánchez, Migrau. -- miró a cada uno -- carguena Santos, yo regresaré a buscar el láser y ver quepasó con esa maldita bomba.Pero ni bien los abandonó, antes de que el caboSánchez comenzara a protestar, el suelo tembló.-- ¡Al suelo! -- advirtió Mora tirándose nueva-mente de panza, sintiendo el afilado tallo de lospastos desgarrarle la ropa verde de fajina -- Nohagan ruido.El temblor de la superficie fue increscendo, y latierra suelta como neblina fue volando cubriéndo-los, obligándolos a taparse las fosas nasales conlas manos para poder respirar algo mejor. Lo queMora sabía era que aquello no se debía a un movi-miento de placas tectónicas o terremoto alguno,tampoco lo realizaba un pelotón de hormigas co-rriendo por los túneles volviendo a casa.-- ¡Por favor no! -- gimió Sánchez, haciendo quela desesperación de Migrau aumentara.-- ¿Qué pasa? ¿Qué sucede?-- ¡Abajo! -- cuchicheó Mora con enojo -- Silen-cio.Migrau no hizo caso y se puso en pie. A su lado

Page 12: OXÍGENO

Sánchez rezaba con los ojos cerrados.-- ¡Migrau al suelo, es una orden!Pero ni aquello detuvo al arquitecto. Cuando elsuelo se abrió, puso pies en polvorosa y lanzó elfusil, aunque poco le servía.Una boca llena de dientes entrelazados salió delsuelo y se cerró a la altura del ombligo de Mi-grau. El ruido de su grito fue tapado por el chas-quido de la cadera al partirse en mil pedazos.Mora no vio la escena pero se la imaginó. Ya ha-bía estado bajo el ataque de un gusano-ciego en laRepública Mediterránea.El anélido salió majestuoso de la tierra y su pieltranslúcida brillo bajó los rayos del sol. Era ungusano grande como una ballena franca, de un co-lor pardo y con costras de tierra pegadas entre losanillos. Luego de estirarse en el aire se ovillo so-bre sí mismo y procedió a devorar los restos deMigrau.-- Sánchez.El cabo seguía implorando.-- ¡Sánchez!Ante la insistencia de Mora abrió los ojos.-- ...Mora hizo señas con su mano para que se alejarade allí, a lo que recibió como respuesta un rotun-

Page 13: OXÍGENO

do movimiento de cabeza hacia los lados.-- ¡No!-- Ve por Santos y vuelve a Venado City.-- No voy a hacer eso.-- ¡Es una orden! -- amenazó Mora.Un gutural sonido que se podía comparar con elbarritar de un elefante provino de las profundida-des de la criatura. Ambos miraron al gusano ir-guiéndose sobre las pequeñas patas aguijonadasque escarbaban la tierra cubierta de sangre, mien-tras sus mandíbulas triangulares masticaban fre-néticamente.Mora movió las cejas imperativamente y luego sepuso en pie preparando el fusil de ataque FAR-91.-- ¡Ahora!Abrió fuego contra el gusano y echó a correr endirección contraria a la de Sánchez. Se detuvo alos pocos pasos y volvió a abrir fuego, sólo parallamar la atención. Sabía bien que las grandes ba-las del FAR-91 no podían traspasar la gruesa pieldel anélido. Era como tirar pelotitas de tenis con-tra una lona. Las balas calibre 8 mm. rebotaroncontra la parte alzada del gusano pero al menoslograron su objetivo.Mora vio que el gusano apuntaba su cabeza coro-nada con tres cuernos color rojo hacia su direc-

Page 14: OXÍGENO

ción y echó a correr. Juntó los pies y resbaló porel declive que lo llevó otra vez al fondo de laTrinchera Principal, por ella corrió en dirección algigantesco hormiguero. Migrau había tenido ra-zón después de todo. Allí no había hormigas sol-dado. Cuando los gusanos-ciegos andaban en lascercanías, las hormigas abandonaban el hormi-guero, se trasladaban y construían en otro lado.Mora miró de reojo atrás sin dejar de correr. Elanélido había mordido el anzuelo y venía detrásmetiendo y emergiendo de la tierra. Avanzando atoda velocidad. Mora redobló esfuerzos hasta lle-gar a la entrada del hormiguero. Un boquete cir-cular de metro y medio de altura cuya negrura erala invitación a salvar la vida.Sin dudar cruzó el umbral.Dentro estaba oscuro y fresco. Las paredes eranestrechas y completaban un círculo perfecto decasi dos metros de altura. Pero ése laberinto de tú-neles no detendrían la envergadura del gusano.Mora abrió fuego sin apuntar sólo para indicar supresencia al gusano. Pero su acción también lla-mó la atención a un par de hormigas rezagadasque no habían abandonado el Monte Basement.Por suerte aparecieron delante y Mora las vio jus-to al encender la linterna de neón que llevaba aco-

Page 15: OXÍGENO

plada al cañón del FAR-91. No eran de la varie-dad «soldado», sino que más pequeñas pero gran-des como un cordero.Las eliminó con una fuerte ráfaga del penúltimocargador. Lo cambió y pasó sobre los cuerpos delas tres hormigas, mirando el camino que habíadejado. Un sordo resoplar le indicó que el gusanopor alguna parte venía. Ojalá Sánchez haya deja-do atrás su parálisis, pensó.-- ¡Aquí estoy! -- gritó a sabiendas que el gusano-ciego no veía, pero contaba con una especie desonar que captaba hasta el rítmico golpeteo de uncorazón.Siguió adentrándose en el hormiguero, ahora eltúnel descendía ostensiblemente hasta que llegó auna zona abierta. Parecía un recinto amplio en cu-yas paredes se veían gruesas raíces y ramas colo-cadas perfectamente en posición horizontal. Casiparecía la obra de un decorador de interiores.Quitó del arma la linterna de neón e iluminó lazona que resultó ser una caverna de más de diezmetros de altura y completamente circular. Todalevantada en tierra.En el centro del lugar, la bomba.Intacta.La bomba que debía de haber detonado y volado

Page 16: OXÍGENO

por los aires al hormiguero y al gusano-ciego in-vasor.Mora pensó en el traje de batalla conocido comoArmadura Stealth, le habría venido de perillas pa-ra una misión como aquella.Muchas cosas estaban saliendo mal.Se acercó a la bomba con un mal presentimiento.El proyectil era un bodoque lleno de explosivosrecubierto de metal. Grande como el motor de uncamión, yacía medio enterrado en la tierra. Se pa-rapetó tras él y aguardó la aparición del gusanopor alguno de los agujeros que terminaban en elcentro-cámara del hormiguero.De reojo comenzó a mirar una de las protuberan-cias en la bomba. En realidad era un dispositivoanclado en el fuselaje. Era un control que se colo-caba en la espoleta para retardar la explosión. Yacasi no se usaban por lo peligroso del sistema.Más de una vez había explotado en el mismoavión antes de largarla.Mora tecleó el código. En vano, ni siquiera estabaactivada.El mal presentimiento volvió a resurgir. Muchascoincidencias. Malas coincidencias.Pero la cabeza enorme y amarillenta del anélidosalió de uno de los túneles, arrojando trozos de

Page 17: OXÍGENO

tierras y cascotes a la cámara. Las paredes másfuertes del centro del hormiguero detuvieron porun momento al gusano cuyo cuerpo quedó apri-sionado justo a la mitad, abriendo los tres dienteslargos como espadas toledanas y dejando escaparun agudo gorgoteo que ponía los pelos de punta.No tenía tiempo para elucubrar conspiraciones ensu contra. Mora volvió a dispararle, más por rabiay descargo que por otra cosa. Con esperanzas vol-vió a teclear la combinación de números que re-cordaba de otras campañas.Nada.Ya era obvio que el aparato había sido corrompi-do.El gusano barritó y se movió con violencia. Teníamedio cuerpo atorado. Es decir que de ocho ani-llos que componían el repugnante cuerpo sólo seveían cuatro.Ahora cinco.La emprendió a culatazos contra el dispositivohasta arrancarlo por completo del fuselaje. En sulugar quedó una pequeña abertura por la cual me-tió una mano. Con la punta de los dedos alcanzólos cables. Verde, rojo y negro. Tironeó de elloshasta sacarlos fuera del fuselaje.Un barritar más fuerte que los anteriores lo hizo

Page 18: OXÍGENO

mirar hacia arriba. Sí, el gusano maldito se estabadesatorando. Terminó de vaciar el cargador contrasu cuerpo y tiró el fusil para tomar el cuchillo Ka-Bar que llevaba atado en una de sus piernas.Cortó los cables y después comenzó a unirlos.-- ¡Verde con negro, rojo derecha con negro por laizquierda! -- decía recordando la vieja lección delos bombarderos.Una nueva lluvia de cascotes le avisó que el gusa-no finalmente se había liberado.-- A ver si esto te traspasa hijo de puta.

Page 19: OXÍGENO

PRIMERA PARTE

En la historia de la Tierra existen fechas que mar-caron coyunturas, las primeras relacionadas conacontecimientos religiosos, la salida de Egiptopor parte de Moisés, el nacimiento de Cristo, laconquista de La Meca por Mahoma, entre otras.Luego vinieron las fechas transcedentales de via-jes y descubrimientos, América, Australia, la Lu-na y Marte, fechas que marcaron las memorias delos pueblos, y entre medio guerras y luchas de po-der.Finalmente los acontecimientos científicos marca-ron hitos. La vacuna contra el SIDA o los trata-mientos para vencer al cáncer fueron fundamenta-les, pero también la creación de las Fábricas deAlimento Sintético, una idea que terminó con elhambre en el mundo y que se hizo realidad gra-cias a Mega-Corp.Mega-Corp una corporación que financia y desa-rrolla semejante descubrimiento hizo que sus ac-ciones subieran hasta la estratósfera y más allá,promoviendo el afincamiento en Marte y Céres.Su poder es tal que poco a poco fue adueñándosede las mentes, acciones y los bolsillos de todo elmundo. Con eso llegó la paz. Una Pax romana.

Page 20: OXÍGENO

Para el año 2500 las paz en el planeta dejó de seruna utopía. Más de 300 naciones se han unido ba-jo el mando de siete consejeros que deciden lasuerte política, económica y militar de sus nacio-nes representadas. No vale la pena aclarar las cir-cunstancias, pero éste sistema de gobierno llama-do Confederación de Naciones Unidas, más o me-nos deja a todos contentos y los pequeños paísesal menos no entran en guerra por cualquier cues-tión.Más allá de que las guerras entre países hayanquedado de lado, la inseguridad y la corrupciónsiguen siendo moneda corriente.Pero para comienzos del siglo 26 el mayor proble-ma es el ecológico. Las fabricas sintéticas de ali-mentos y agua potable dejan a la población vivircómodamente con las barrigas llenas. El único in-conveniente es que esas fábricas utilizan compo-nentes que desechan residuos tóxicos para el pla-neta. En especial para las capas superiores denuestro escudo protector.La atmósfera ya no es lo que era y el agujero enla capa de ozono más que agujero es un boqueteque no filtra los rayos solares y los deja clavarseen la superficie terrestre. Más de la mitad delAmazonas es una zona desértica, al igual que el

Page 21: OXÍGENO

Gran Chaco y la Selva Lancadona entre Guatema-la y México.Pero volviendo al tema de las fechas, hoy en día,se recuerdan dos fechas en especial. La del 2502donde ocurrió el DIA-E y el 2517 cuando se per-dió toda esperanza.Como se deja traslucir, ambas fechas marcan de-sastres naturales y artificiales.La única pregunta que ahora se hace la gente es siel remedio fue peor que la enfermedad.

Page 22: OXÍGENO

Año 2502-DIA-E a 2507.

Washington DC, capital de los Estados FederadosUnidos de la Costa Atlántica.Trigésima Primer Reunión del Comité Científicopara la solución atmosférica con los ConsejerosPlanetarios.-- No podemos esperar ayuda de la colonias mar-cianas, las fábricas terraformadoras aún no hanterminado su trabajo allí. -- opinó el consejero eu-roasiático, después de una larga exposición del re-presentante científico.-- Tampoco creo que sea una opción. El trasladode esas fábricas de regreso a la Tierra saldría unojo de la cara.-- opinó el consejero elegido por lospaíses del norte de América -- Mis ayudantes medicen que casi el PBI entero de todas las nacionesdel continente y la mitad de las euroasiáticas es loque costaría. Los países que yo represento se nie-gan a desembolsar semejante dineral.El representante de la República Autónoma Andi-na negó con la cabeza.-- Se puede y se debería hacer.El consejero de los países de la Cruz del Sur loseñaló.-- Recuerde que usted y el representante de la

Page 23: OXÍGENO

República Democrática de Siberia están aquí co-mo simples observadores.-- No hace falta que lo amoneste. -- continuó elnorteamericano desde su sitial, en el centro de lasala de reuniones -- Claro que se puede hacer, pe-ro hay otro factor a tener en cuenta, y ése factores el tiempo. Tengo entendido que los niveles pro-tectores de la atmósfera han caído un cuarenta porciento con respecto a la medición de los últimosaños. -- el científico que estaba a su lado asintiórotundamente -- Eso se traduce en quemadurasvarias, pocas horas de exposición al sol y menoshoras de trabajo. Creo que los únicos que han ga-nado dinero en estos últimos años son los vende-dores de paraguas.El comentario arrancó pocas sonrisas entre lospresentes virtuales. La situación era tan grave quela mayoría no tenía muchas ganas de festejar chis-tes.Un informe decia que el calentamiento global eratan grave que en el próximo lustro Holanda yLóndres podían quedar anegadas por la subida delas aguas.-- Para no cansarlos con quejas y situaciones queustedes mismos han vivido en sus regiones, lesquiero informar que el tiempo necesario para traer

Page 24: OXÍGENO

o construir aquí mismo una fábrica terraforma-dora es de tres a cuatro años.-- Eso es mucho tiempo. -- resopló el representan-te de la Liga de Naciones de la Cruz del Sur, enclaro apoyo a la propuesta que estaba por decir sucolega del norte.-- Así es. Yo creo que la solución que proponeMega-Corp es la adecuada, la eficiente y sobre to-do la más veloz, para estos tiempos que corren.Varios de los presidentes y consejeros presentesen el edificio aplaudieron la iniciativa e intercam-biaron miradas de entendimiento. Las cuentasbancarias de varios de ellos estaban llenas de cré-ditos gracias a los donativos de Mega-Corp.Los presentes virtuales también festejaron desdesus hogares a miles de kilómetros. Más de un ter-cio de los consejeros ejercían su oficio desde suslugares de origen y allí recibían las migajas queMega-Corp repartía a diestra y siniestra para obte-ner su conformidad.-- Ahora a votar.El dirigente científico fue casi corrido de un coda-zo por el enorme representante norteamericano yla votación se llevó a cabo.Menos de dos segundos bastaron para decidir eldestino de la Tierra y mostrar el resultado del vo-

Page 25: OXÍGENO

to en cada una de las pantallas.203 a 98.El marcador quedaría en la historia como el efita-fio de que unos pocos decidían el destino de mi-llones de seres humanos.De esa forma Mega-Corp obtuvo la facultad delanzar un ejército de satélites cargados con tambo-res de SHIELD-OX. Un producto gaseoso que seesparciría a diferentes alturas que iban desde losdiez mil a cuarenta mil metros y provocarían cam-bios favorables en cada una de las capas de la at-mósfera. En especial en la estratósfera que esdonde se encuentra concentrado el O3 u ozono.El SHIELD-OX estaba diseñado para actuar co-mo un virus. Un virus que infectaba partículas degases sucios de contaminación y las convertía enoxígeno.Los científicos contratados por Mega-Corp ha-bían hecho una demostración trascendental endonde encerraban en un galpón hermético un vie-jo motor de combustión y lo hacían marchar du-rante dos horas. Luego introdujeron dos asperso-res conectados a tanques con SHIELD-OX sin de-tener la marcha del motor y los encendieron.Una cámara de MEGA-TV mostró al mundo y re-pitió hasta el hartazgo como el SHIELD-OX una

Page 26: OXÍGENO

vez liberado en medio de una densa humadera ne-gra de aceite y dióxido de carbono fue perdiendoopacidad y se transformaba en una traslúcida ne-blina.El primer satélite con el innovador producto des-pegó hacia la estratosfera el 9 de junio a las 5:58horario de Greenwich desde la lanzadera espacialde Tokio. En minutos subsiguientes, los despe-gues se sucedieron desde los distintos puertos es-paciales. Delhi, Baikonur, Edimburgo, Malmoe,Houston, Florida, Martín García, Santa Elena yAdelaida.A las 6:37 el primero de los satélites llegó a la al-tura predeterminada y se mantuvo en órbita geo-céntrica. Abrió sus paneles como si fueran pétalosde una flor y liberó una infinidad de partículascargadas con SHIELD-OX.Uno a uno los satélites desplegados por Mega-Corp repitieron la acción. El SHIELD-OX se es-parció más liviano que el aire por la invisible at-mósfera como esporas en un campo a punto desembrar.Un aplauso cerrado en los centros de monitoreofue el corolario para que Mega-Corp fuera recibi-da en el mundo entero como la madre de las em-presas.

Page 27: OXÍGENO

La salvadora del nuevo mundo.

Los cambios en el cielo no se notaron al día si-guiente, ni al otro, ni siquiera a la semana.El mundo continuó con sus problemas diarios, pe-queñas guerras financieras, el dólar subió, bajó yvolvió a subir a la par de los créditos. Las magis-traturas y los políticos siguieron haciendo sus ne-gocios con diferentes corporaciones bajo la super-visión de Mega-Corp. River Plate ganó su 333campeonato y los colonos marcianos continuaronreclamando autonomía y la destrucción total de lafábrica de alimentos instalada en Cydonia.

Unos años después...Como uno más en todo el mundo Rodrigo Moracortaba el pasto del jardín delantero de su casacon una vieja corta-cesped a cuchilla. Le gustabahacerlo a la manera antigua. El tiempo de licenciaque le daba el Ejército de la Cruz del Sur le gusta-ba pasarlo en casa y arreglar los problemas coti-dianos que se presentaban día a día. Hacer losmandados, cambiar y cuidar a sus bebés, revisarel coche y perder el tiempo jugando a las cartascon su mujer. Además de hacerle el amor cuandose presentaba la oportunidad.

Page 28: OXÍGENO

Pablo Melgar, vecino, amigo y compañero de ar-mas de Mora en el Ejército de la Cruz del Sur seburlaba de él desde su valla de madera por lo quetardaba en dejar el jardín parejo como una alfom-bra.-- ¿Eso que usas es de la época de Tutankamón?-- Si, lo encontraron en su tumba. -- refunfuñóMora dándole para delante con el ruidoso trasto.El verlo enojado y transpirado alentó a Melgar aseguir con las cargadas.-- ¡Já! Mira mi Green 14 sintético, así lo deja midron.-- ¡Bien por tu dron!-- Éste Green lo traje de Augusta, -- Melgar acari-ció el cesped como si de el pelaje de una mascotase tratara -- es una parte clonada de la vieja can-cha de golf donde se realizaba el Master.-- Odio el golf y además, ¿pasto clonado? ¿en se-rio? Ya lo he oído todo. -- Mora dio la vuelta has-ta detenerse junto a su vecino. Se secó la frente altiempo que Melgar le tendía una lata de cervezarefrigerada Ice-Beer -- Espero que tu césped noéste tan duro como éste.-- Ahora que lo dices mi dron rompió dos cuchi-llas el mes pasado.Mora apuró la cerveza refrigerada de un trago.

Page 29: OXÍGENO

-- Al menos podemos respirar mejor.-- Y la cerveza tiene su propio sistema de enfria-miento. -- festejó Melgar -- ¡Ah sí! Y el cielo esmás azul.En ese momento un ruido los alertó. Don Váz-quez renegaba con un trasto con piernas y brazos.Lo dejó fuera para que lo recogiera el basurero yluego alzó una mano.-- ¿Qué lo que le pasa al androide?-- Lo compré el año pasado y al muy maldito yase le oxidaron los transistores.-- Tiene razón. -- advirtió Melgar -- El mes pasa-do le pasó lo mismo al cerebro positrónico delmío.-- Por eso yo no uso robots o drones para que mecorten el pasto. -- dijo Mora, y la volvió a em-prender con la vieja máquina de tracción a sangre.

Pero un año después el cortar el césped no era tanagradable. La invasión de gramilla era un serioproblema en todo el mundo.El pasto crecía hasta 10 centímetros por día en al-gunas zonas y eso no sólo creaba inconvenientesen los jardines o parques. Las banquinas de lospocos caminos que quedaban a nivel suelo eranintransitables. Los duros yuyos eran capaz de pin-

Page 30: OXÍGENO

char por sí solos las antiguas cubiertas de caucho.En los campos de cultivo el meter una máquinacosechadora era para ganarse un problema y poreso apareció el dirigible sembrador, vehículo parael hombre de campo creado por los ingenieros deMega-Corp.En las grandes ciudades, para el siglo veintiséisno había ciudades pequeñas, la gramilla crecíafuerte y era capaz de romper contrapisos, levantarpavimentos y crecer desmedidamente si no eracortado a diario.Las selvas de Vietnam, Costa Rica y el Amazonasrecobraron su antiguo esplendor en pocos años, loque sirvió como propaganda positiva para las em-presas dueñas o subsidiarias de las Fábricas deAlimentos, las mayores contaminadoras del mun-do.Lugares del Mato Grosso se tornaron inaccesiblespara el ser humano si no se metía con un batallónde máquinas de palas mecánicas.La primera ciudad en quedar aislada por completodel resto del mundo por la crecida de la vege-tación fue Paloh, en el oeste de la isla de Borneoen la región que dominaba Indonesia. El avancede la selva fue tal que el gobierno de la isla gastóen un mes el combustible de gasolina, de gas y de

Page 31: OXÍGENO

electricidad que utilizaba para todo el año paramantener a raya la enormes enredaderas que seabrazaban a postes, columnas y vigas que hubieraen la ciudad.En Guayana, Venezuela y a orillas del Orinocoocurrió algo peor, que hacía estremecer a quien loescuchara. Las noticias extraoficiales hablabansobre el avistamiento de las primeras hormigas«soldado». Grandes como un perro y fuertes co-mo un jabalí. Atacaban coordinadas como si fue-ran comandadas por un maestro ajedrecista acualquiera que invadiera su territorio.Aunque los medios televisivos manejados por elgobierno de la Cruz del Sur negaron la existenciade semejante insecto, los pueblerinos de la zonadecían que no solo los pequeños papagayos o mo-nos eran sus víctimas, sino que se enfrentaban alos más atemorizantes caimanes o a la mismísimaanaconda.Pero estos eran sitios pocos conocidos y las gran-des agencias de noticias no tenían sus cámaraspuestas en esas partes alejadas del globo. En reali-dad los ojos de la tele-audiencia se interesaban enalgo más lejano, los lentes de grabación y muestrase centraban sobre Marte.

Page 32: OXÍGENO

Rodrigo Mora nada sabía tampoco de los peque-ños cambios que se realizaban en distintas zonasde la Tierra. Su excusa, llevaba dormido más deveinte cinco días en un tubo criogénico camino alplaneta rojo.El Servicio Especial para las Colonias, los llama-dos «Red Rangers» llevaban a cabo la segundaexcursión punitoria contra los colonos rebeldes.Mora iría a la cabeza del grupo de choque, estre-nando el nuevo rango de Teniente.Los insurgentes marcianos habían cercado elpuerto espacial de Cydonia y amenazaban concortar el «puente espacial» con Deimos. El peda-zo de roca satelital donde se encontraba el PuertoEspacial Huygens para las naves que llegabandesde la Tierra.Además en Cydonia se hallaba la única Fábricade Alimentos construida en Marte y que alimenta-ba millones de habitantes que vivían en los do-mos y en las tiendas Bio-Esferas.El viaje a Marte tardaba un mes y cinco días odiez, dependiendo siempre de la posición de laLuna terrestre, en donde estaba la base principaldesde la cual salían las grandes astronaves conmercaderías y suministros para los planetas hastael momento colonizados. Marte, Venus y el aste-

Page 33: OXÍGENO

roide Ceres.Mora se sentó y se masajeó la cara, sin pensar encurvaturas de la Luna ni órbitas de planetas leja-nos.No podía saber en dónde carajo estaba.-- De nuevo a la acción «Monito».-- Detesto despertar de la criogenia. -- se quejóMora -- Prefiero una noche de borrachera antesque esto. Al menos en ése caso sé que de algo dis-frute.Melgar a su lado y ya parado le tendió una cerve-za refrigerada.-- Entonces empieza.Mora dio un sorbo y sintió que el frío líquido au-mentaba su malestar.-- ¡Ja! ¡Ja! La criogenia no se compara en nadacon dormir a la par de un recién nacido bastantemás llorón que el padre. -- comentó Melgar, pa-teando el tubo aún cerrado del novato Sánchez --¡Despierta pendejo!Eso era lo malo de Pablo Melgar. Siempre teníaque ser el alma de la fiesta y estar en el centro dela atención. Y esa forma de ser en el espacio semagnificaba.Pablito, el primogénito de Mora había estado llo-riqueando ante el dolor que significaba la salida

Page 34: OXÍGENO

de los primeros dientes.Al parecer todo el barrio lo había escuchado, yPablo Melgar, el principal perjudicado se habíaencargado de desparramar la novedad por todoslados.-- Ya te dije que está solucionado. -- Mora se ma-sajeó las sienes -- Voy a cambiar a Pablito de lu-gar así no molestan al «Bello Durmiente» Jaime.Jaime era el hijo de tres años de Melgar y Ely, suseñora.-- No hace falta, «Monito». Mi mujer ya pasó aJaime a la otra habitación.-- ¿Cómo es eso de «Monito»? -- preguntó la ca-bo Ramírez, desnuda como todos los que se ibandespertando -- Así no se saluda al nuevo Tenien-te.-- Lo siento, Teniente. -- Melgar se inclinó hastacasi tocar el piso de metal con la frente.-- Saluden como quieran mientras me hagan casocon las órdenes. -- dijo Mora, empezando a vestir-se.-- ¡Bienvenido Teniente! -- saludó el sargentoBronx, un negro petiso y morrudo con físico y na-riz de boxeador -- Espero que no se haya aburridodurante su licencia, la que no se va a aburrir ahorava ser su mujer...

Page 35: OXÍGENO

Ése fue el comienzo de todo tipo de malos chis-tes, en su mayoría machistas, sobre la paternidadque tenía cada uno sobre sus hijos y fue alternán-dose con charla informal sobre la vida de cadauno los últimos meses.Los «Red Rangers» estaban conformados por losmejores soldados del mundo. Hombres entrena-dos desde su más tierna adolescencia para servir,combatir tanto táctica,estratégica y físicamente endiferentes escenarios.Vestidos y equipados como correspondía, los do-ce miembros activos del grupo se sentaron en lasala de situación de la nave, en dónde recibieronel dossier audiovisual con las órdenes a cumplir yel estado de las cosas en el planeta.El cerebro de silicio del crucero interplaneatrioAmérico Vespucio se acopló con el muelle espa-cial de Deimos. Un brazo metálico tachonado detornillos y tuercas pintado de negro y amarillo sedesplegó hasta la nave para que los guerreros des-cendieran.Desde uno de los ventanales, percibieron los gi-gantescos paneles solares que se mantenían en ór-bita y cuya función era recoger los rayos del sol yredirigirlos a la helada superficie marciana.-- Dicen que aún faltan más de doscientos años

Page 36: OXÍGENO

para respirar tranquilamente allá abajo. -- comen-tó Melgar, apuntando con el mentón la anaranjadasuperficie planetaria.-- Aún así lo prefiero antes que lanzar porqueríasa la atmósfera, como hizo Mega-Corp. -- dijo Mo-ra.Melgar hizo un gesto de desacuerdo.-- Viviríamos con mascarillas todo el día.-- Es el precio que hay que pagar por tanta estupi-dez. Setecientos años contaminando el mundo, al-gún día tiene que explotar y lo pagaremos noso-tros o nuestros hijos.-- Me sorprendes. -- se quejó Melgar -- Casi queestás de acuerdo con los tipos que estamos por ira apalear.-- No estoy de acuerdo con las formas que losmarcianos se quejan y cometen piquetes, pero silos entiendo.-- ¡Eres un maldito conservador involucionario,«Monito»!-- ¡Ja! ¡Ja!Arribaron a un pequeño hangar, el único lugarque conocerían de la estación de Deimos, en don-de esperaron el vagón cargado de armas que ha-bían traído de la Tierra.-- Tengo algo qué decirte, Mora. -- dijo Melgar

Page 37: OXÍGENO

mientras repartía los fusiles de asalto FAR-91.-- Debe de ser serio, porque si me llamas por elapellido en lugar de Rodrigo o «Monito».-- Lo es.-- ¡El maldito es un robot gay! -- dijo la cabo Ra-mírez que había escuchado. Desvergonzada pasóuna mano por la entrepierna de Melgar levantan-do un coro de risotadas.Ese acto no le gustó a Mora. Era sabido que Mel-gar y Ramírez mantenían relaciones sexuales du-rante los períodos de campaña. La relación que te-nían no podía llamarse romance, pero si una justadeportiva, en donde cada uno se sacaba las ganascon el otro y nada más.Con Mora al mando esos encuentros iban a termi-nar.Melgar por fin se despachó.-- ¡Hoy es mi última misión con ustedes! -- alzóla voz por encima del jolgorio del chiste -- Meofrecieron trabajo en la Corpo.-- ¿En Mega-Corp?Melgar asintió solemnemente.Mora ni siquiera preguntó si le pagarían más. Lasgrandes empresas pagaban un sueldo mínimo de5-1 en relación con los que abonaba los distintosejércitos de la Confederación.

Page 38: OXÍGENO

-- ¿Por qué lo hiciste? -- preguntó Mora con serie-dad, sin dar ni una pizca de ánimo por el paso quesu amigo había tomado.-- Quiero una vida mejor. -- contestó Melgar arru-gando la frente.Mora permaneció en silencio, haciendolo sufrir.-- ¡Hey! ¡No te pongas así boludo! -- Mora sonrióy le dio un puñetazo en el hombro -- Te felicito.Vamos a disparar unos cuantos tiros en tu honor.

Y los tiros no se hicieron esperar.Los insurgentes contaban con artillería antiaérea ypese a no dominar el aeropuerto de Cydonia sa-bían de qué dirección vendrían los refuerzos paralos escasos defensores que quedaban en pie en laFábrica de Alimentos Sintéticos.La nave de descenso orbital de los Red Rangers,la VDO «Cargo», apenas tenía más cosas que unantiguo colectivo de pasajeros. Contaba conasientos, cinturones de seguridad y barras para te-nerse agarrado, pero los Red Rangers no los utili-zaban. Se decía que era de mala suerte, además deuna muestra de debilidad. Así que se manteníanparados, en equilibrio mientras el bólido descen-día por inercia propia con sólo los estabilizadoresde dirección encendidos.

Page 39: OXÍGENO

Esa forma de descender era el bungee jumpingmás extremo de la Vía Láctea.La cosa se puso fea cuando los proyectiles antiaé-reos comenzaron a explotar cada vez más cerca.A través de las redondas ventanillas podían verlas nubes de color negra cargadas de metrallaabrirse como una mariposa asesina a pocos me-tros del fuselaje.A pesar de la velocidad de descenso que traían,uno de los proyectiles alcanzó a dar en un costadoy la nave comenzó a girar, desparramando a losRed Rangers dentro como si fueran monedas den-tro de un lavarropas.-- ¡Se han roto los estabilizadores!-- ¡Ya se encenderán los frenos cuando falten cienmetros! -- advirtió Mora tratando de hacer pie --¿Tienes miedo Pablito?-- ¿Miedo? ¡Esto es mejor que la montaña rusaesa que armaron en la Luna!Los modulos de frenos a gas atornillados a la qui-lla se encendieron como estaba previsto. La velo-cidad de descenso disminuyó, pero no por eso el«colectivo» dejó de dar vueltas, sino que ganó ve-locidad.A escasos cien metros de la superficie se inflaronlos airbags externos del fuselaje que absorbieron

Page 40: OXÍGENO

parte del golpe pero no lo suficiente.El choque contra el concreto de la pista de aterri-zaje fue lo suficientemente fuerte para que Bronxse mordiera la lengua y perdiera un trozo de ella,varios cayeran sentados y Mora fuera derribadode bruces contra la escotilla de escape.-- ¡Eso es buena suerte Teniente! -- auguró la ca-bo Ramírez -- Dicen que Julio César cayó de «je-ta» contra el suelo antes de conquistar la Galia.-- Espero no terminar como él -- dijo Mora, escu-piendo un diente.-- ¿Cómo terminó? -- preguntó Melgar, a quiénlas lecciones de historia no se le daban muy bienni en el pasado ni en el presente -- Conquisto Bri-tannia. ¿No?-- Asesinado por los que creía sus aliados.Mora articuló los cierres electrónicos de la escoti-lla y la hizo volar. Los Red Rangers bajaron conlas armas listas y desplegadas, vistiendo el habi-tual uniforme de combate color ladrillo; ése quese mimetizaba tan bien con el suelo color ocre deMarte; más la armadura articulada pintada de na-ranja llamada «Defender» y que era capaz de so-portar explosiones de granadas de manos y minasantipersonal.Las gafas de cristal rojo eran para proteger los

Page 41: OXÍGENO

ojos del brillo solar reflejado en los ocho panelesespejados fabricados con MYLAR aluminizado ylas mascarillas de oxígeno eran para no echar ha-locarbonos a los pulmones. Los halocarbonoseran potentes gases de efecto invernadero libera-do por bacterias aerobias modificadas genética-mente y plantadas en ambos polos del planeta.Espejos en paneles puestos en órbita más las bac-terias trataban de calentar el suelo, aumentando latemperatura se lograba vaporizar el poco de aguacongelada encontrada en los casquetes, más eldióxido de carbono ya tenías una atmósfera enmarcha, y con ello una terraformación.La mente de los Red Rangers sabía de eso, perolejos estaban de pensar en ello ahora.Abandonaron el VDO «Cargo» sin perder la com-postura y se desplegaron dentro del primer hangarque encontraron en el amplio predio asfaltado delpuerto espacial.Las proyectiles de las armas anti tanques explota-ban alrededor.Mora se preguntó quién armaba a los rebeldes.Sus dudas no se despejaron, sus pensamientosfueron interrumpidos por el inicio de la bravata.-- ¿Qué somos? -- preguntó Melgar con un gruñi-do.

Page 42: OXÍGENO

-- ¡Los peores del barrio!-- ¿Qué somos? -- ésta vez fue el vozarrón del sar-gento Bronx el que volvió a preguntar escupiendosangre provocada por el corte.-- ¡Los chicos malos! -- contestaron todos al uní-sono -- ¡Los peores hijos de puta de todo el maldi-to universo! ¡Red Rangers!Se desplegaron rápido por los tres edificios quetenían en las cercanías. Uno de ellos era una torrede control, que en esos momentos recibía la ma-yor descarga de armas de fusilería.La gran «eMe» roja, el símbolo de Mega-Corpcolgado debajo de la antena parabólica parecía serel blanco ideal con que los rebeldes practicabanpuntería.-- ¡Establece contacto con ellos! -- señaló Mora.Melgar, encargado de la radio adosada a su orejaizquierda encontró rápidamente la onda por lacual comunicarse.-- El encargado del edificio dice que están todosbien y que los mantienen a raya con las defensascomputarizadas del perímetro. -- Melgar se colo-có la mano sobre el oído -- Que es una suerte quellegamos, tres días más y hubieran tenido que ren-dirse.Mora asintió, observando como el viento empuja-

Page 43: OXÍGENO

ba la manga de indicaciones en dirección suroes-te.-- Ingresa a los archivos y extrae un plano de losalrededores.Melgar no pareció oírle.-- También dice que debemos esperar a uno de lossuyos para iniciar las acciones.Mora arqueó las cejas.-- Ni en pedo.-- ¿Vas a estrenar tu cargo de teniente desobede-ciendo una orden de la todopoderosa Mega-Corp?-- La guerra no es un entretenimiento. -- se quejóMora, aunque igual aguardó diez minutos a quese apersonara un hombre bajo cargado de cámarasde teve.-- Soy el camarógrafo de Mega-Corp.-- Por mí puedes ser el maldito Mahatma Gandhi.No te metas delante de mi mira.Con evidente mal humor, Mora los puso en mar-cha.Los insurgentes tomaban el pomposo nombre de«Hijos de Ares» y lo conformaban nativos delplaneta y empleados descontentos o despedidosde la empresa. Cómo Mora temía, tenían armasautomáticas, fusiles FAR-89, viejos tanques deguerra Goliath y hasta cañones de artillería mó-

Page 44: OXÍGENO

vil.Los colonos eran personas de un temple especial,vivían una dura vida en un planeta de clima hos-til. Una vida plagada de dificultades y en la quetenían que realizar sacrificios a diario. Un ejem-plo era la de trabajar como un burro toda su vidapor un sueño que recién lo verían cumplido sustataranietos.Y pese a estar curtidos como pocos en el conoci-miento del terreno, no estaban a la altura del gru-po de élite que acababa de llegar.Mora dividió al equipo en dos. Seis hombres paracada lado. Dejó a Bronx al mando del equipo Bra-vo y les ordenó que al amparo de las defensascomputarizadas se acercaran al sector norte y rea-lizaran fuego de supresión.-- ¿Y yo con quién voy? -- preguntó el camaró-grafo.Melgar se echó a reír ante la cara de Mora.-- Sígueme como puedas y filma todo.Al mando de Alfa Mora corrió con los suyos aldescubierto, atrayendo el fuego de las baterías deproyectiles móviles hacia el lado sur, detrás de latorre de control.El puerto espacial tenía forma hexágonal estirada,con los principales edificios en el centro, entre

Page 45: OXÍGENO

ellos la Fábrica de Alimentos. Los «Hijos deAres» dominaban los tres lados del norte, la zonamás alta del terreno, por lo cual su visión delcampo de batalla era privilegiada.-- ¡Estamos atrayendo el fuego, teniente! -- advir-tió Sánchez.-- ¡Ése es el plan, pendejo!Los grandes proyectiles comenzaron a golpear elsuelo y dejar enormes cráteres humeantes tras desi.Las explosiones herían en los oídos pese a portarcon el equipo protector completo. Los dientesapretados sobre el protector bucal. Las piernasrespondían bien ante los temblores y las gafas lespermitían ver a través del grueso humo negro.-- ¡Si quería una cortina de humo, teniente, hubié-ramos tirado nuestras bonitas granadas color púr-pura! -- comentó Oblesky por el intercomunica-dor adosado al martillo del oído de la oreja dere-cha.-- Pero esto es más divertido, ¿O no?El equipo Alfa de los Red Rangers avanzaron aduras penas hasta llegar al lugar donde se encon-traban los primeros vehículos de los revoltosos.De pronto el suelo tembló con una detonacióncercana. Mora se agachó y aguantó el cimbrona-

Page 46: OXÍGENO

zo, sintió que algo se le pegaba en la armaduranaranja.Restos sanguinolentos.-- Perdimos a nuestro camarógrafo.Mora ordenó que sacaran los cuchillos curvos. Elenemigo estaba cerca.Atacaron la primera batería móvil con una celeri-dad rayana a la perfección. Los hombres metidosdentro del tanque de guerra Goliath nunca supie-ron que les pasó.-- ¡Valdéz, hackealo!-- A la orden Teniente.-- ¿Oblesky, puedes conducirlo?-- Me extraña. Aprendí a manejar con uno de es-tos.Sin perder iniciativa, los Red Rangers se movie-ron a la siguiente posición y luego a la otra y a lapróxima. Soportando disparos, explosiones y gol-pes sin cesar en su empuje arrollador.Al terminar el día el cerco sobre el puerto espa-cial y la fábrica de alimentos se había ampliado,perdiendo los rebeldes la iniciativa y varias de lasposiciones de artillería.

La segunda campaña marciana fue rápida y expe-ditiva. Una vez establecido un perímetro de segu-

Page 47: OXÍGENO

ridad alrededor del aeropuerto, comenzó el puenteespacial con la base Huygens en Deimos para des-cargar el resto del equipo traído desde la Tierra.Armas livianas y vehículos pesados. Transportetodo terreno y mercenarios pagados por Mega-Corp, que habían venido en una sección apartadaen el mismo crucero espacial de los Red Rangers.-- ¿Ves ése tipo de ahí? -- señaló Mora a Sánchez-- Gana el doble que tú escudando su culo tras eltuyo.Sánchez se levantó la mascarilla y escupió contrael polvo naranja del suelo.-- Prefiero ser un Ranger antes que un cobardeadinerado.-- ¡Ése es mi pollo!Y los Red Rangers fueron los primeros en descen-der por las escalas de cuerda de los helicópterosColeóptero-Osprey.El impresionante tajo en la superficie que era elValle Marineris era el objetivo. El helicóptero degran autonomía y maniobrabilidad, era el únicoaparato volante capaz de meterse en lugares cerra-dos o de poco espacio gracias a la acción de suscuatro rotores retráctiles.En el fondo del Valle, un Cañón incrustado en elsuelo marciano que puesto en la Tierra atravesaría

Page 48: OXÍGENO

todo Estados Unidos, se encontraba la base de losinsurgentes.-- Recuerden la recomendación general. -- dijo lavoz del C.O. de Mega-Corp en Marte acoplada ala radio-auricular de cada Red Ranger -- No que-remos muertes. La mayoría de los «Hijos deAres» pertenecen a Mega-Corp. Si un asalariadomuere, la empresa pierde dinero, tiempo y un em-pleado adaptado a las condiciones del Planeta.-- Yo me preocuparía en ¿por qué sus empleadosestán descontentos y en segundo orden por quétienen las mismas armas que nosotros?-- Es política de la empresa....-- Si la seguridad de mis hombres se ve amena-zada no dudaré en abrir fuego sea de los suyos ono.Mora se arrancó el auricular y lo aplastó con el ta-co de la bota y dio la orden de avanzar por el in-trincado y cerrado camino, sin esperar a que losotros Osprey descargaran su pasaje mercenario.Todo estaba en penumbras y el frío se sentía a tra-vés del traje protector. Allí a casi diez kilómetrosde profundidad de la superficie, era difícil ver elsol o alguno de los paneles de terraformación. Laluz era proporcionada por las luces de neón insta-ladas en cascos y armas.

Page 49: OXÍGENO

Estaban en un lugar denominado «Exit» dentrodel Valle Marineris que demarcaba la salida porun antiguo canal a la planicie de Cryhse.Se metieron por uno de los profundos desfilade-ros.-- Están aquí. -- informó Melgar observando ellector de calor -- El frío hace funcionar a las estu-fas, -- sonriendo mostró una mancha amarilla debordes naranja en la pantalla HD del aparato derastreo -- Alguien tiene mucho frío ahí dentro.El termómetro marcaba treinta grados bajo cero.Sin protección o alguna estufa se corría el riesgode morir congelado en ese valle congelado.Como era su costumbre Mora dividió al equipoen dos y procedió a encabezar el ataque, cuandoalguien lo detuvo.-- ¿Por qué no me pones al mando?-- Tú te vas y Bronx es el que sigue en el rango. --contestó Mora, algo molesto por la interrupción --Ahora prepara tu FAR-91, indícame las señalesde calor y no te quejes.La oscuridad y el terreno accidentado, lleno dedepósitos aluviales de rara forma los cubrieron delos ojos cansados de los rebeldes apostados enprecarias tiendas.Los guardias fueron desalentados y tras pasar por

Page 50: OXÍGENO

un grupo de tiendas se metió por una serie deapretadas cavernas cuando sucedió el primer in-conveniente. Las vieron justo a tiempo gracias alas gafa.-- Minas anti-personas adosadas a las paredes. --informó Melgar.El adminículo similar a un teléfono celular estabapegado con cinta a las paredes de basalto. Habíacinco de esas minas adosadas a diferentes alturas.-- Preparen las armas. -- Mora cerró todas las arti-culaciones de la armadura y se colocó el protectorfacial -- Vamos a tocar timbre.Dio un paso, luego otro y finalmente trotó hastapasar por donde estaban las minas. Una luz rojase encendió en el aparato cuando lo detectó y ex-plotó. Las cinco detonaciones lo llenaron de cla-vos y polvo que dañaron la pintura, pero la arma-dura «Defender» soportó todos los impactos.-- ¡Vamos!Alentados por la acción de su jefe, Alfa corrióhasta llegar al sitio donde se encontraba la cale-facción.-- ¡Usted otra vez aquí!Lo saludó un hombre sentado sobre una roca conun niño aupa. La adrenalina de Mora estaba tan afull que le costó un momento responder. No esta-

Page 51: OXÍGENO

ba preparado para que lo saludaran, sino para quelo cosieran a balazos.-- Lo siento, no lo conozco.-- dijo al fin.Mora bajó el arma. Los Red Ranger lo siguieron.No había peligro allí. Sólo un líder cansado y ro-deado por las familias de los que habían sido los«Hijos de Ares».El susto y el miedo se percibía en el ambiente.-- No hace falta. Pero yo sí lo conozco, usted ac-tuó en favor de Mega-Corp durante la primera re-vuelta.-- La Crisis de las Bombas. -- asintió Mora -- Sehizo para calentar el planeta, descongelando dió-xido de carbono de los polos.-- Y recibió medallas y condecoraciones por dejarque Mega-Corp lanzara bombas nucleares sobrenuestros cultivos y hogares.Mora pensó en callar, no tenía por que contestar.-- Seguía ordenes. -- dijo, y se arrepintió en el ac-to. Se sintió un estúpido.-- Oh sí, claro. -- el anciano de rostro curtido yvoz quejumbrosa los señaló con una mano quemás que mano parecía una garra -- Las peoresatrocidades se han cometido escudándose en esafrase. Ése será el epitafio final para la raza huma-na.

Page 52: OXÍGENO

-- ¡Cállese viejo decrépito! -- un mercenario dioun paso delante y quiso dar una patada al anciano.Mora lo vio justo y le juntó las piernas de una pa-tada.-- Vete de aquí. -- abochornado señaló a los suyos-- No dejen entrar a nadie. El prisionero es nues-tro.El anciano lejos de mostrarse agradecido, lo mirócon desprecio.-- Recuerde Teniente, aquí la humanidad llegósupuestamente para empezar de nuevo, y está co-metiendo los mismos errores que allá, en la Tie-rra.

Los rebeldes se entregaron pacíficamente. Los ca-ñones de pulso traídos desde la Tierra desactiva-ron las pocas armas que le quedaban a los rebel-des y eso facilitó la acción militar terrestre. Al pa-recer los insurgentes se la habían jugado el todopor el todo por tomar el aeropuerto, la Fábrica deAlimentos y negociar.Muchos de ellos fueron multados con días de tra-bajo forzado, sin goce de sueldo, y su deuda fueaumentado un mil por ciento, con lo que queda-ban atados a Mega-Corp de por vida.A los líderes insurgentes en cambio se les inició

Page 53: OXÍGENO

acciones legales y fueron trasladados de regreso ala Tierra en el mismo viaje de Mora y los RedRangers.

Durante el tiempo que los Red Rangers realizabansu trabajo en Marte, la ciudad de Manaos en elcorazón de Brasil vivió y sufrió la invasión demosquitos más grande de su historia. Toda lacuenca del Amazonas se volvió una zona intransi-table para alguien que no llevara un traje protec-tor. Los repelentes no daban abasto con cada mesque pasaba, el nuevo ciclode mosquitos ya esta-ban adaptados al repelente y picaba al portadorcomo si nada.

En Nueva York para la misma época al mito delcocodrilo en las alcantarillas, al fantasma en elsubte y la maldición del Hotel Dakota donde fren-te a sus puertas asesinaron a John Lennon, habíaque sumarle una nueva leyenda urbana. La apari-ción de cucarachas cazadoras de ratas.Eso era bien posible ya que las doblaban en tama-ño y tenían el cuerpo blindado y ahora para ma-tarlas debías desenfundar un .38 y meterles un ba-lazo en medio de las antenas.Su aparición fue certificada por la cámara de un

Page 54: OXÍGENO

fotógrafo del New Yorker que ganó un «WolrdPress Photo» por su instantánea de una cucarachaagarrada del lomo de una negra rata de cloaca.En la República del Río de la Plata aconteció elsegundo accidente después de Borneo de relevan-cia mundial con respecto al crecimiento desmedi-do de la vegetación. Un tramo del sistema deautopistas elevadas que rodeaban la ciudad autó-noma de Buenos Aires colapsó ante el apretuja-miento que realizaba un par de enredaderas trepa-doras que creció por las columnas de hormigón.La estructura se vino abajo un viernes a la tarde,horario pico de la vuelta a casa desde el trabajo.Los muertos se contaron por centenas.

-- Bienvenidos a la Tierra. Bienvenidos a Victory.-- la azafata los saludó con una enorme sonrisa alabrir la escotilla de la sonda.-- ¿Y cómo está la Tierra?-- preguntó Melgar,siempre siempre ameno para la conversación conel género femenino.La mujer continuó con la amplia sonrisa sin mos-trar los dientes y abría bien grande los ojos. Se lanotaba algo nerviosa mientras desenganchaba loscinturones de seguridad, necesarios por ley paraque la sonda pudiera funcionar.

Page 55: OXÍGENO

-- La Tierra está bien, llegamos en plena tempora-da de viajes a los centros vacacionales de la Luna.-- dijo Sánchez, saliendo por sus propios mediosdel vehículo de forma esférica.-- Malditos selenitas, no es la gran cosa y encimaya tienen mosquitos allí. -- se quejó Melgar ras-cándose el cuello -- Al menos en Marte no hay.-- Si, y aquí vienen más grande cada verano.La azafata tuvo un respingo al oírlos hablar.-- ¿Está todo bien?-- Perfectamente señor.-- Oye «Monito», vamos. Es hora de dejar la resa-ca criogénica atrás.Mora era el último en quedar en el módulo. Lacriogenia durante el viaje de regreso, más la co-mida en la estación Lunar más el viaje con unagravedad regulada le habían dado vuelta el estó-mago.Con impaciencia la azafata empezó a reprogramarla sonda en el panel que estaba junto a la escotillade plexiglás. Ni bien Mora sacó su cuerpo del in-terior del vehículo, la mujer ocupó su lugar y lasonda se puso en marcha hacia la estratosfera.-- Parece que tus encantos no funcionaron -- bal-buceó Mora.-- Tal vez lleva prisa y aquí abajo están todos los

Page 56: OXÍGENO

baños ocupados. -- aventuró Melgar haciendo reíra carcajadas a Sánchez. Acicateado por las risasdel novato, continuó -- Y encima se me mamó elTeniente.-- ¡Vete a la mierda Pablo!Aún reían cuando salieron de los muelles de as-censo y descenso para encontrarse con un caos degente pugnando por traspasar la barrera de guar-dias uniformados con el traje color azul oscuro dela Cruz del Sur.El hall estaba lleno de personas que forcejeabanunas y otras observaban con gestos de horror laspantallas de teve colgadas del techo.-- ¡Mira eso!-- ¿Se acabaron los pasajes a Playa de la Tranqui-lidad? -- continuó con algarabía Melgar -- No estátan bueno como dicen. No pasa nada.-- Algo pasa...La borrachera espacial que traía Mora se despejóde golpe, o más bien quedó a un lado, latente. Larelajación que había sentido en el viaje de regresoquedó atrás.El Red Ranger ya estaba despierto y en alerta.-- Vamos afuera.Se metieron entre el gentío y con brazadas y algu-nos golpes pudieron abrirse paso entre medio de

Page 57: OXÍGENO

la marea de gente que luchaba por llegar hasta lascapsulas espaciales. Esa gente no tendría suerte.Ya ninguna volvería a bajar desde la estación es-pacial.En pocos segundos, escuchando las expresionesde la turba y lo que mostraban los canales de tevesupieron que la humanidad ya no luchaba contrael crecimiento desmedido de la vegetación, sinocon la aparición de gigantescos insectos que ibandesde las hormigas, arañas, piojos y una infinidadde alimañas que en circunstancias normales noeran más grandes que un bicho bolita.Justamente una variedad de Mantis era la que sehabía aparecido en las afueras de la ciudad deVictory. Más precisamente sobre las márgenes delrío Paraná.Una vez fuera del lío del aeropuerto, los tres RedRangers la percibieron recortada sobre el fondooscuro del cielo, detrás de los enormes pilones yconfundido entre los cables portadores del tramocentral.Era de un verde oscuro, largas patas espinosas yuna cabeza triangular que se elevaba a más deveinte metros de altura, cerca del carril de pasodel puente.El ulular de las sirenas y el griterío conmociona-

Page 58: OXÍGENO

do de la gente era lo que se percibía como ruidode fondo. Los tres en silencio buscaron acercarseal sitio donde estaba la enorme criatura, distante aun kilómetro y medio más o menos, de su posi-ción.-- ¡Es como el maldito Godzilla número 33! --anunció Sánchez.Avanzaron un poco más siguiendo la calle de lacostanera teniendo las aguas del río a su izquier-da.-- ¿De dónde salió eso?-- Con qué lo vamos a voltear. -- se preguntó Mel-gar.Las preguntas seguían saliendo a borbotones, pe-ro seguían acercándose sin encontrar una explica-ción.La criatura apenas se movía. En la zona no habíaelectricidad y la mantis era iluminada por decenasde focos estáticos y por una veintena de helicópte-ros que iban y venían a su alrededor.A menos de trescientos metros de distancia, se to-paron con una valla, guardias y una cantidad in-mensa de móviles de televisión. Mora se detuvoante uno de Mega-Tv y sin mediar invitación semetió en él y se sentó junto al técnico que mani-pulaba los drones volantes con cámaras incorpo-

Page 59: OXÍGENO

radas.-- ¿Quién eres tú?-- Seguridad.-- Esta bien, mira, pero no toques nada.Los otros dos se metieron también.-- ¿Qué es esto? -- se preguntó por enésima vezSánchez.-- No lo sé. -- respondió el técnico -- Apareció ha-ce cosa de una hora. Apenas se mueve. Lo únicointeresante que hizo hasta ahora fue mover un po-co una de las piernas aserradas y ladear la cabeza.-- el tipo lanzó una estúpida carcajada -- Sino des-truye un par de vigas del puente me sacarán delaire y pondrán otra vez la novela.Las tomas captadas desde diferentes ángulos mos-traban cada detalle de la cara del «monstruo». Losmúltiples pelos semejantes a alambres retorcidos,un cuerno aserrado en el lugar donde debía de en-contrarse la boca y la cuadricula infinita similaresa los parlantes de un bafle, en sus grandes ojos deun marrón oscuro.La mantis gigante seguía sin moverse.El técnico pulsó unos botones y una de las cáma-ras enfocó a un solitario tanque de guerra cruzan-do el puente colgante de oeste a este. Hizo unacercamiento para que se viera el símbolo de la V,

Page 60: OXÍGENO

correspondiente al Quinto Cuerpo de Caballeríadel Ejército de la Cruz del Sur.-- ¿Qué lleva sobre la torreta? -- preguntó l técni-co.-- Los nuevos cañones de Gauss. -- contestó Mora-- Armas de plasma.-- ¿Cómo la de los satélites?-- Exacto. Hace tiempo que han sido desarrolla-dos, para vehículos de menor porte, sólo que aquíaún no se han probado.-- Esperemos que funcione. -- asintió Melgar.A menos de cien metros de la criatura, el tanquepintado de verde cemento se detuvo lanzando unabocanada de humo blanco al aire. De inmediatose oyeron los goznes hidráulicos desplazando latorreta con la enorme bobina adosada al ánimadel cañón, cuya boca quedó apuntando contra lacabeza de la mantis.Justo en ése momento la mantis pareció percatar-se del tanque y giró la cabeza en su dirección.Fue lo último que hizo.El aire se estremeció alrededor del tanque de gue-rra cuando disparó el cañón de plasma.La bobina magnética impulsó el proyectil cons-truido con una aleación de wolframio resistente alas altas temperaturas a una velocidad supersóni-

Page 61: OXÍGENO

ca. El rozamiento con el aire hizo que el misil lle-gara a temperaturas solares.El disparo de plasma atravesó como un rayo in-candescente la parte baja de la cabeza triangulardel monstruo, la cual se desmaterializó incinera-da.El cuerpo descabezado se apoyó momentánea-mente sobre uno de los pilones del puente y lenta-mente se hundió en las tranquilas y profundasaguas del río Paraná.Un silencio espectral se adueñó de todos los cu-riosos que observaban la escena en vivo, que fueseguido por una ovación.Melgar y Sánchez chocaron las palmas arriba.-- ¡Le dimos a ése hijo de puta!-- Se morían de ganas por utilizar el cañón deplasma. -- dijo Mora.-- No estás contento. -- sentenció el aún festivoMelgar.-- Habría que retener el cuerpo de la bestia y estu-diarlo. -- respondió Mora saliendo del móvil de lateve.-- ¿Adónde vas?-- A casa, me muero de ganas de ver a las melli-zas.-- Por supuesto. Yo también quiero ver a Jaime y

Page 62: OXÍGENO

a Ely y a mi maldito robot cocinero.Volvieron las risas y los chistes en el tren balaque realizaba el viaje desde Victory a VenadoCity. Viajaban cómodamente sentados gracias alas tarjetas que los acreditaban como miembrosdel Ejército. Detrás suyo iba el resto de la gente,parada, tomada del pasamanos. Todos ellos co-mentando los sucesos recién vividos.-- Pronto irás con ellos. -- Mora señaló con el ín-dice las cabinas particulares donde viajaban losbien empilchados y pocos comunicativos gerentesde Mega-Corp En unos años ni te acordaras denosotros.-- Más vale que me tires un alfajorcito, por lo me-nos. -- dijo Sánchez.-- No jodan.Arribaron media hora después a Chateubriand, es-tación de Venado City. El panorama con el que seencontraron era muy similar al del hall del puertoespacial en Victory.-- ¿Qué es lo qué ocurre? -- preguntó Mora a unguarda.-- Se han visto extrañas criaturas por los alrededo-res.-- ¿De qué tamaño?El guarda se puso la mano sobre el pecho.

Page 63: OXÍGENO

-- Ah, pequeños. -- contestó Sánchez teniendo enmente la mantis del río Paraná.-- ¡Si a usted le parece pequeño un bicho bolitagrande como una vaca, allá a usted! -- dijo malhu-morado el guarda -- ¡Circulen señores!-- Será mejor que vayamos a casa.Mora y Melgar se despidieron de Sánchez conapenas una palmada y corrieron por las calles sinperder tiempo. En vano iban a buscar un taxi.Gracias al entrenamiento, no demoraron demasia-do en llegar al barrio donde vivían. Además habíapoco tránsito en las calles y la noche estaba espe-cial para correr.Lástima las circunstancias, pensó Mora, quien yase había imaginado una docena de alternativascon la vida de su esposa y sus hijas.Lo mismo le pasaba a Melgar, que por su mayoraltura y rendimiento físico, corría más rápido quesu compañero.-- ¡Vamos «Monito»! ¡Vamos «Monito»! -- decíamientras transitaban las últimas cuadras.La respuesta final a sus miedos y dudas estabaahora frente a ellos. Las luces del porche de am-bas casas encendidas.-- Nos vemos, «Monito».-- Salúdame a Jaime y a Ely.

Page 64: OXÍGENO

Pero Melgar ya desandaba el camino de gravaque lo depositaba en su casa. Mora esperó unossegundos. En eso oyó nuevamente la puerta deMelgar abrirse y cerrarse.-- No están. -- Melgar regresó corriendo -- Nocreo Ely se haya ido a lo de mi suegra.-- Bueno, me toca. -- dijo Mora.Desde afuera todo parecía tal cuál lo había deja-do.Percibió que las luces dentro estaban apagadas.Coloco el pulgar en el identificador de huellasdactilares. La puerta principal de la casa se abrióde par en par.Y entonces surgieron los gritos.-- ¡¡¡Sorpresa!!!Las dos familias enteras se les tiraron encima. Elyllevando en brazos al pequeño Jaime y Zahibi car-gando con Pablito, quien lloraba a moco tendido.-- ¡Escuchamos que venían y nos escondimos! --explicó Zahibi, la esposa de Mora por encima delllanto del niño.-- ¡Ven aquí mi amor!Entraron a la casa haciendo los típicos comenta-rios de cuanto habían crecido las criaturas durantesus ausencias.-- Parece que en lugar de tres meses hubieran pa-

Page 65: OXÍGENO

sado tres años. -- exageró Melgar -- El viaje hastaaquí se me hizo interminable.-- No quisimos ir a la estación por los disturbios.-- comentó Ely, la esposa de Melgar -- Desde queen los noticieros se supo de la existencia de esascriaturas, la gente se volvió loca.-- Los precios de la comida sintética se fueron porlas nubes.-- informó Zahibi mientras programabala comida que quería cada uno en la computadorade la cocina conectada directamente con la Fábri-ca de Alimentos de Venado City -- Crecieron másque el césped.-- ¿Se sabe algo de la mantis gigante?-- Ahí la están pasando. -- indicó Ely, señalandola pantalla de cristal líquido extendida sobre la pa-red.-- No puede ser por que dice en «Vivo». -- dijoMelgar Y no se parece en nada al bicharraco quevimos en Victory.Las imagenes mostraban a un ser arácnido escu-piendo una pasta amarillenta a cuanto helicópterole pasaba cerca. En nada se parecía a la mantis delrío Paraná, sólo en lo gigante.El graf rezaba Directo desde La Banda, Capital dela República Andina.-- Subir volúmen. -- ordenó Mora al televisor

Page 66: OXÍGENO

-- ...sólo sabemos que esta araña de cinco metrosde altura subió al rascacielo más alto de la ciudadcual King Kong moderno, -- el periodista relatabaemocionado lo que todo el mundo veía y buscabameter palabras -- y ha creado un entramado de re-des de telaraña en la cúpula de los edificios deldistrito financiero.-- ¿Se sabe si es peligrosa? -- preguntó un oyenteen línea directa con el periodista.-- Si lo es. Además de producir telaraña no ha de-jado de escupir una pasta corrosiva. Tenemosimágenes de ello.La pantalla se dividió en dos. Una imagen mostra-ba la silueta arácnida encaramada en un lugardonde solo las luces de los helicópteros llegaba, yla otra imágen mostrba lo sucedido diez minutosantes.La toma había sido hecha en el aeropuerto espa-cial de Santiago del Estero, donde arribaban losascensores orbitales. Allí los muelles de embarcoeran atacados por una docena de seres de ocho pa-tas y cinco ojos color rubí, con los mismos escu-pitajos ácido.-- Ése es el lugar de arribo de Ramírez y Valdéz.-- dijo Melgar con preocupación.-- Espero...

Page 67: OXÍGENO

En ése momento una de las sondas de arribo sederretía con ocupantes y todo delante de la cáma-ra después de recibir una lluvia de escupitajos dellíquido amarillento. El cámarografo se acercó alaparato de ascenso y descenso orbital para teneruna mejor toma de los restos burbujeantes cuandola imágen desapareció.-- ¡Por Dios! -- gimió Zahibi desde la cocina -- Nisiquiera supieron que les pasó.Pero las imágenes en vivo continuaban y el perio-dista enamorado de su voz volvió a hablar.-- Es el momento de recordar que la Mega-Tvperdió un dron-cámara en éste ataque sin prece-dentes. -- dijo con tono lúgubre, para despuéscambiar rápidamente -- ¡Preguntas de los televi-dentes!-- ¿Qué espera el Ejército para intervenir?-- Cabe recordar que la República Andina renun-ció a pertenecer a la Cruz del Sur después de quese negara al envío de Shield-Ox, por eso no cuen-ta con ejército y solo con una escasa y mal prepa-rada defensa civil, ese es el precio...-- ¡Apagar! -- dijo Mora disgustado.La pantalla se puso negra y luego desapareciódentro de la pared.-- ¿Qué es lo que está pasando?

Page 68: OXÍGENO

Nadie supo qué contestar.-- ¿La naturaleza se volvió loca? -- esgrimió Mel-gar una respuesta.-- Esto es obra del hombre. -- contestó Mora --Tenlo por seguro.Melgar no se mostró de acuerdo, pero se calló laboca.Permanecieron en silencio un buen rato, inclusodurante la comida. Jaime y Pablito se durmierontemprano, pero éste último empezó a llorar justoen el momento en que despedían a los Melgar.-- Esta noche dormimos en la habitación de hués-pedes. -- dijo Melgar en clara alusión al llanto delniño.-- Buenas noches.-- Al fin solos. -- exclamó Zahibi guiñando un ojo-- Lo voy a hacer dormir y luego prepárate.Mora sonrió.Zahibi dio el pecho al niño en el cuarto y Mora sepreparó unos mates en la cocina, debía mantener-se ocupado para no ceder a la tentación del sueño.Esa noche habría fiesta en la cama después de unbuen tiempo. Sólo esperaba que el tubo criogéni-co no tuviera efectos residuales congelando suspartes íntimas.En eso se escuchó el retumbar.

Page 69: OXÍGENO

Al principio lejano. Como un zapateo que fue in-crescendo. Los platos sucios arriba de la mesa co-menzaron a tamborilear y los colchones flotantesse alzaron hasta el techo.-- ¿Qué mierda?-- ¿Terremoto? -- Zahibi apareció con Pablitoprendido al pecho.Mora negó con la cabeza y cometió el error deasomarse a la puerta para ver que sucedía. De in-mediato la cerró y colocó el seguro electrónico.-- ¡¿Qué pasa?! -- gritó Zahibi. Ya no era sólo eltemblor, sino aquél zapateo infernal que llenabalos oídos.--¡Lleva a Pablito arriba!-- Quiero saber...Una explosión de astillas y metal voló desde lapuerta. Mora alcanzó a correrse y evitar ser empa-lado por el largo cuerno negro que atravesó lapuerta del frente.-- ¡Vamos arriba!Subieron los peldaños prácticamente a los saltos yabrazados esperaron en la habitación a que el tem-blor pasara.-- ¿Qué es lo qué viste?-- Rinocerontes...Mora dejo de abrazarla y se acercó a la ventana

Page 70: OXÍGENO

que daba a la calle.-- Ten cuidado.-- Está pasando.-- ¿El terremoto?-- No es un terremoto. -- desde la planta alta Moravio un par de rezagadas criaturas de un color ne-gro azabache que se veía lustroso debajo de laspocas luces que permanecían encendidas -- Esuna estampida.-- ¿Una estampida de qué Rodrigo?-- De escarabajos.Afuera, la visión de los destrozos era semejante alo que quedaba después del paso de un huracán.Postes de luz quebrados a la mitad, chisporroteode generadores, autos abollados y varios dadosvuelta. Frondosos árboles caídos enredados enuna maraña de cables.La casa del vecino de enfrente de Mora estabacompletamente derruida. Las casas de bellos jar-dines cuidados con cercas pintadas de blanco a lacal, estaba atravesado por el camino de destruc-ción que había dejado a su paso una manada deescarabajos cornudos grandes como rinocerontes.-- ¡No vayas Rodrigo! -- pidió Zahibi.-- Tengo que ver si hay heridos. -- le dio un besoa ella y al bebé -- Ve dentro. Ya vuelvo.

Page 71: OXÍGENO

Volvió a la calle. El ulular estridente de sirenas yalarmas pronto se mimetizó con el sonido de gri-tos y llantos.Pero hubo un grito desgarrador que Mora escu-charía en su mente durante mucho tiempo.Giró hacia la casa de su vecino y amigo. PabloMelgar estaba parado en el lugar donde debía deestar la habitación de Jaime. Se miraba las manoscubiertas de arañazos.-- ¡Pablo!Melgar lo vio sin verlo. Los ojos deshorbitados,enloquecidos.-- No pude. No pude agarrarlos. -- dijo mostrandolos dedos sangrantes con trozos de tela.Mora trató de contenerlo, pero Melgar se dejócaer de rodillas. Lo abrazó en el suelo y juntoslloraron en medio de la casa derrumbada.