Origen y características del conductismo americano

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 1 El conductismo, su origen y características John. A. Mills Traducido por Mg. Dante Bobadilla Ramírez Universidad de San Martín de Porres Lima - Perú Los historiadores sostienen por lo general que el conductismo fue la fuerza dominante en la creación de la moderna psicología norteamericana. Ahora que esta psicología ha vuelto al eclecticismo de sus primeros años, podemos analizar este rol. Los académicos del conductismo todavía enfrentan una paradoja: aunque de veras quisieran mostrar todo lo que deseamos saber acerca del conductismo, la verdad es que el conductismo y su rol en la psicología sigue siendo todo un misterioso enigma. Conocemos casi todo sobre el conductismo porque los mismos conductistas han escrito mucho, tanto en términos generales como de temas específicos, y porque tenemos una fuente secundaria de análisis sobre teorías conductistas y porque además tenemos montañas de libros críticos del conductismo. Aun así, el conductismo permanece como un enigma porque su extraña dominancia en Norteamérica bloquea nuestros esfuerzos por comprenderlo correctamente. La psicología norteamericana (y de muchos otros países, especialmente Canadá y los países anglo parlantes), son entrenados para pensar de manera conductista desde sus primeros años de pre grado, por lo general, sin ser conscientes de este hecho. Un psicólogo americano que pretende realizar sus prácticas básicas tiene que invol ucrarse con todos los esquemas conductistas porque la cultura académica conductista es la que dicta las bases de la tarea psicológica. Cualquier psicólogo norteamericano que investiga para entender algo dentro de la psicología, en comparación con otras ciencias sociales, tiene enormes dificultades para llegar a territorios que no sean meramente conductuales. El conductismo fue la tierra que nutrió a las nacientes ciencias sociales norteamericanas. A fines del siglo XIX como a inicios del s. XX, se estableció una relación simbiótica entre los científicos sociales y el trasfondo intelectual del público. Los escritos de los científicos sociales eran leídos y entendidos porque asimilaban la opinión general de sus lectores y los articulaban. Debido a que los norteamericanos tenían una visión sumamente pragmática de la ciencia, la mayoría de los lectores, así como los mismos científicos sociales, empleaban lo que leían como las bases para establecer programas de acción social correctiva. Tales programas, a su vez, proporcionaban material para los siguientes análisis de los científicos sociales y, sobre ellos, instituyeron las bases de las crecientes ciencias sociales. La esencia del conductismo es la adecuación de la teoría a su aplicación práctica, entendida como predicción, y comprometiendo el trabajo de la mente humana con la tecnología social. Esa fue la base ideológica sobre la que se edificaron las ciencias sociales en Norteamérica. Ahora que ya sabemos lo suficiente, podemos decir confidencialmente que la psicología conductista no se erigió dentro la psicología misma, sino dentro de la sociedad norteamericana, desde la década de 1880 en adelante. Está claro que las prácticas investigativas -e incluso la teorización del conductismo norteamericano hasta mediados de la década de 1950- estuvo impulsada totalmente por el imperativo intelectual de crear tecnologías que pudieran ser empleadas en el control social y en la predicción social. Un análisis de los esfuerzos desplegados por los primeros conductistas, en especial J. B. Watson, E. Guthrie, E. Tolman, C. Hull y B. F. Skinner, nos proporcionan suficiente evidencia para sostener la incuestionable y nunca cuestionada- tesis acerca de lo que perseguían los conductistas y la razón de su hegemonía. Sin embargo, restringir nuestro análisis a los “gigantes” del conductismo, podría enfatizar su predominancia por encima de la verdad histórica, ya que su trabajo representa tan solo una expresión notoria de un panorama mucho más amplio acerca de las características típicas del modo de ser del científico social norteamericano. Nuestra mejor trayectoria será, entonces, trazar la historia del conductismo desde sus inicios, no solo en la ciencia social norteamericana sino en el contexto intelectual y social. Antes de empezar nuestro estudio, sería apropiado definir lo que entendemos por “conductismo”. Los conductismos y neoconductismos varían demasiado entre ellos. Tanto que muchos académicos llegan a decir que no es posible discernir características comunes. La tarea es aun más difícil porque necesitamos hacer dos clases de distinciones: filosóficas y psicológicas. Filosfóficamente podemos distinguir entre el conductismo radical y el metodológico. El radical cree que lo mental y lo físico son lo mismo y que todo lo mental puede ser explicado mediante un lenguaje fisicalista. Skinner solía decir que era un conductista radical. Cuando revisamos el material publicado, Hull también es tratado como radical. La mayoría de los psicólogos norteamericanos que estuvieron activamente enganchados a la investigación empírica fueron recientemente catalogados como metodológicos. Ellos creen que los constructos psicológicos deben ser definidos operacionalmente, es decir, en términos de los procedimientos que se requieren para inducir

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Introducción del libro de John. A. Mills: "Control: A history of behavioral psychology".

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El conductismo, su origen y características

John. A. Mills

Traducido por Mg. Dante Bobadilla Ramírez 

Universidad de San Martín de PorresLima - Perú

Los historiadores sostienen por lo general que el conductismo fue la fuerza dominante en la creación de lamoderna psicología norteamericana. Ahora que esta psicología ha vuelto al eclecticismo de sus primerosaños, podemos analizar este rol. Los académicos del conductismo todavía enfrentan una paradoja: aunquede veras quisieran mostrar todo lo que deseamos saber acerca del conductismo, la verdad es que elconductismo y su rol en la psicología sigue siendo todo un misterioso enigma. Conocemos casi todo sobre elconductismo porque los mismos conductistas han escrito mucho, tanto en términos generales como detemas específicos, y porque tenemos una fuente secundaria de análisis sobre teorías conductistas y porqueademás tenemos montañas de libros críticos del conductismo. Aun así, el conductismo permanece como unenigma porque su extraña dominancia en Norteamérica bloquea nuestros esfuerzos por comprenderlocorrectamente. La psicología norteamericana (y de muchos otros países, especialmente Canadá y los paísesanglo parlantes), son entrenados para pensar de manera conductista desde sus primeros años de pre grado,por lo general, sin ser conscientes de este hecho. Un psicólogo americano que pretende realizar sus prácticasbásicas tiene que involucrarse con todos los esquemas conductistas porque la cultura académica conductistaes la que dicta las bases de la tarea psicológica.

Cualquier psicólogo norteamericano que investiga para entender algo dentro de la psicología, encomparación con otras ciencias sociales, tiene enormes dificultades para llegar a territorios que no seanmeramente conductuales. El conductismo fue la tierra que nutrió a las nacientes ciencias socialesnorteamericanas. A fines del siglo XIX como a inicios del s. XX, se estableció una relación simbiótica entrelos científicos sociales y el trasfondo intelectual del público. Los escritos de los científicos sociales eran leídosy entendidos porque asimilaban la opinión general de sus lectores y los articulaban. Debido a que losnorteamericanos tenían una visión sumamente pragmática de la ciencia, la mayoría de los lectores, así comolos mismos científicos sociales, empleaban lo que leían como las bases para establecer programas de acciónsocial correctiva. Tales programas, a su vez, proporcionaban material para los siguientes análisis de loscientíficos sociales y, sobre ellos, instituyeron las bases de las crecientes ciencias sociales. La esencia delconductismo es la adecuación de la teoría a su aplicación práctica, entendida como predicción, ycomprometiendo el trabajo de la mente humana con la tecnología social. Esa fue la base ideológica sobre la

que se edificaron las ciencias sociales en Norteamérica.

Ahora que ya sabemos lo suficiente, podemos decir confidencialmente que la psicología conductista no seerigió dentro la psicología misma, sino dentro de la sociedad norteamericana, desde la década de 1880 enadelante. Está claro que las prácticas investigativas -e incluso la teorización del conductismo norteamericanohasta mediados de la década de 1950- estuvo impulsada totalmente por el imperativo intelectual de creartecnologías que pudieran ser empleadas en el control social y en la predicción social.

Un análisis de los esfuerzos desplegados por los primeros conductistas, en especial J. B. Watson, E. Guthrie,E. Tolman, C. Hull y B. F. Skinner, nos proporcionan suficiente evidencia para sostener la incuestionable –ynunca cuestionada- tesis acerca de lo que perseguían los conductistas y la razón de su hegemonía. Sinembargo, restringir nuestro análisis a los “gigantes” del conductismo, podría enfatizar su predominancia porencima de la verdad histórica, ya que su trabajo representa tan solo una expresión notoria de un panoramamucho más amplio acerca de las características típicas del modo de ser del científico social norteamericano.Nuestra mejor trayectoria será, entonces, trazar la historia del conductismo desde sus inicios, no solo en laciencia social norteamericana sino en el contexto intelectual y social. Antes de empezar nuestro estudio,

sería apropiado definir lo que entendemos por “conductismo”. 

Los conductismos y neoconductismos varían demasiado entre ellos. Tanto que muchos académicos llegan adecir que no es posible discernir características comunes. La tarea es aun más difícil porque necesitamoshacer dos clases de distinciones: filosóficas y psicológicas. Filosfóficamente podemos distinguir entre elconductismo radical y el metodológico. El radical cree que lo mental y lo físico son lo mismo y que todo lomental puede ser explicado mediante un lenguaje fisicalista. Skinner solía decir que era un conductistaradical. Cuando revisamos el material publicado, Hull también es tratado como radical. La mayoría de lospsicólogos norteamericanos que estuvieron activamente enganchados a la investigación empírica fueronrecientemente catalogados como metodológicos. Ellos creen que los constructos psicológicos deben serdefinidos operacionalmente, es decir, en términos de los procedimientos que se requieren para inducir

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manifestaciones concretas en la conducta, relacionadas con los constructos que se investigan. Rechazandiscutir las implicancias metafísicas de su trabajo. Watson, Tolman y Guthrie caen en esta categoría. Elconductismo lógico es una postura adoptada por ciertos filósofos aunque realmente no representan alconductismo psicológico. A pesar de que algunos pasajes de los escritos de Skinner pueden llevarnos aconsiderarlo en esta categoría. El conductismo lógico sostiene que todo el lenguaje mentalista puede sertraducido, sin pérdida de significado, en un lenguaje físico (el lenguaje en cuestión expresaría lo que laconducta exhibe cuando una persona declara estar experimentando un pensamiento o estado mental). Losconductistas lógicos, al igual que los metodológicos, dejan abierta la cuestión de qué son los estados

mentales, y se parecen a los radicales en el hecho de que pretenden analizar los estados mentales con lamisma minuciosidad.

Psicológicamente, debemos distinguir entre conductismo y neoconductismo. El conductismo es lo queapareció con fuerza en los años 1920. Los primeros conductistas compartían una serie de nociones en lasque las cuestiones negativas pesaban más que las positivas. Todos ellos le negaban una existencia propia ala vida mental, y no aceptaban la idea de que la conciencia fuera el campo principal de estudio de lapsicología, y todos pensaban que la introspección era un camino equivocado para lograr datos psicológicos.En cuanto al lado positivo, todos eran objetivistas (esto es, creían que todos los datos reales eran aquellosque podían ser directamente observados). Los primeros conductistas, con algunas excepciones, compartíanla convicción de que la doctrina conductista podía ser directamente aplicada en los seres humanos y que losexperimentos proporcionaban una ruta directa hacia el conocimiento. Casi todos pensaban que lasinvestigaciones psicológicas deberían tener implicancias sociales directas. Sobre todo, ningún conductistaprodujo nunca una teoría comprensiva completa sobre sus bases empíricas.

Tolman instauró el neoconductismo en 1920. Casi todos los neoconductistas fueron científicos animalistas,llegando a producir sofisticadas, y a veces comprensibles, teorías psicológicas. La mayoría de ellos coincidíanal menos en sostener el credo conductista sobre la importancia de la aplicación social de sus teorías, peroque tales teorías debían ser empíricamente probadas, por lo que todos se concentraron en el ambiente delaboratorio de animales y en experimentos extremandamente controlados. Tales trabajos con sus corolariosque proporcionaron una justificación teórica a su aplicación, constituyeron la “ciencia conductista” que tuvosus mejores días entre 1950 y fines de 1960.

Pese a la diversidad de formas que tiene el conductismo, podemos reconocer una serie de característicascomunes. La primera de ellas es la poca importancia que le asignan a la teoría en sus trabajos. La teoría lestiene sin cuidado. En cierta ocasión, el historiador John. C. Burnham lo expresó de una manera muyconvincente: los conductistas quisieran tener una base teórica para su trabajo práctico, pero la teoríaparticular a ser empleada es algo que no les interesa. Todo su interés está volcado a la cuestión de lautilidad práctica de su quehacer. J. B. Watson expresa este principio en una extraña frase de su famosomanifiesto: “La meta teórica de la psicología es la predicción y control de la conducta”. Muchos hancoincidido en señalar que esta frase es un contrasentido, por ejemplo, el psicólogo Franz Samelson: lo

normal es considerar que la predicción y el control son cuestiones prácticas, tecnológicas, muy diferentes delo que es una teoría, y que más bien se derivan de ella. Una manera de entender ese contrasentido esasumiendo que para Watson, la necesidad de la tecnología debería guiar la búsqueda de una teoría. Lainterpretación de Burnham y de Samelson son exactamente las mismas. Dentro de ese marco deinterpretación podríamos tratar la ruta instrumental de Hull como una aproximación a la construcción de unateoría y como la expresión de las intenciones de Watson. Sin embargo, la máxima expresión de la empresaconductista fue el desprecio absoluto que mostró B. F. Skinner por las teorías. De entre los mayoresconductistas de los primeros tiempos, tan sólo Tolman se mostró distante de tal actitud, y en la mayor partede su trabajo, demostró ser un teórico puro. Pero incluso él deseaba que las teorías psicológicas tuvieranimplicancias directas en la vida cotidiana.

La segunda característica esencial del conductismo era su duda y hostilidad abierta hacia la “especulaciónfilosófica”. Para mayor precisión, habría que decir que esta era la parte más integral de su desarrollopsicológico. A fin de establecerse como una profesión distinta, los psicólogos se esforzaron por diferenciarsede sus colegas más cercanos. Al principio esta separación era incompleta porque la primera generación depsicólogos americanos, tales como W. James, J. Baldwin, G. Stanley Hall, procedían de la filosofía. La

segunda generación de psicólogos trató de distanciarse rápidamente de ellos y de la filosofía. Aunque esemovimiento fue muy amplio, con psicólogos muy diversos como Robert M. Yerkes, Edward L. Thorndike yWatson finalmente, la consigna del conductismo de apartarse de la filosofía se mantuvo firme desde 1920hasta fines de 1960, y esta actitud inspiró y guió a los psicólogos norteamericanos. En contraste, lospsicólogos europeos eran abiertos a la influencia necesaria de la filosofía, no sólo en la ciencia en general,sino en la psicología en particular.

Una tercera característica que define el conductismo, es su entrega y conversión en una versión pragmáticadel positivismo. En tanto que el pragmatismo como el positivismo eran doctrinas filosóficas, no podían evitarla existencia de una contradicción en el corazón del conductismo. Aunque la filosofía fue excluida delconductismo por decreto, acabaron siendo miembros honorarios de algunas doctrinas filosóficas. Todos los

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conductistas fueron positivistas y todos fueron pragmatistas. El conductismo era positivista porque creía quesólo se podía llegar a la verdad apegándose a los hechos. Para ellos, un “hecho” era una ocurrir meramentefísico. Con respecto a la cuestión de las teorías, creían que las teorías se estructuraban al margen de loshechos y que el rol de las teorías era incrementar los alcances de la predicción. Incluso para Tolman, lateoría cumplía una función pragmática. Para los conductistas, la construcción de una teoría era un simpleregistro de puntuaciones, algo que se genera como consecuencia de las observaciones. Uno iba generandosu teoría por ese camino, haciendo más y más observaciones que incrementaban la precisión de la teoría encada etapa. Ningún conductista consideraba la posibilidad de construir teorías comprensivas de la mente y

realizar pruebas y experimentos para ir refinándolos.

Dentro de su positivismo pragmático, el conductismo era un producto típico y esencialmentenorteamericano. Mientras que los intelectuales norteamericanos habían estudiado y admirado elpensamiento europeo, los líderes pensadores norteamericanos tradicionalmente se esforzaban por pensar deuna manera autónoma, dentro de su propio marco cultural, incluso con cierto desdén por el resto del mundo.En particular, los norteamericanos siempre asociaron las teorías a una aplicación inmediata, incluso si fueransimples o burdas. Al momento en que se desarrollaba el conductismo, las principales influencias foráneasfueron la Gestalt y el positivismo lógico. Sin embargo, ambos enfoques no tuvieron mucha gravitación en sutrabajo. En el caso del positivismo lógico, el historiador de la ciencia Laurence Smith ha mostrado que Hull,Tolman y Skinner, cada uno por separado, crearon su propia idiosincrática versión de positivismo, muy almargen de lo que fue el positivismo lógico.

Una cuarta característica del conductismo es su materialismo. Los reportes aquí son confusos debido aldesprecio del conductismo por la filosofía, y porque, en el caso del conductismo posterior, creían que susenfoques teóricos les permitían predecir e incluso explicar la conducta sin tener que adoptar ningunaposición filosófica acerca del problema mente-cuerpo. Sin embargo, un examen minucioso de los escritos delos líderes del conductismo, revela que se trataba de un pensamiento materialista. Aunque Watson empezóla tradición conductista de cercar el paso de la influencia filosófica, no deseaba anunciar abiertamente elcredo conductista, hasta que hubiera analizado el tema del pensamiento desde un punto de vistaconductista. Su tesis del pensamiento es claramente materialista. La teoría de Guthrie es tambiénmaterialista y limita sus ejemplos a habilidades perceptuales-motoras, dando la impresión de que extendíasu análisis hacia eventos puramente mentales sin ningún cambio conceptual. Hull creía en un materialismobiomecánico. Skinner es difícil de entender apropiadamente, pues creía que los eventos privados sonsimplemente los que ocurren “dentro de la piel” (es decir, los eventos físicos y mentales eransustancialmente equivalentes), y dado a que pretendía usar un criterio público para establecer el significadoy naturaleza de los eventos mentales, puede ser considerado materialista.

Al anunciar que su “meta teórica” era la predicción y el control, Watson expresó l o que sería la quintacaracterística fundamental del conductismo. Incluso su amigo Yerkes, quien se mantuvo distante de la fiebreconductista, estaba obsesionado con la tecnología de control social. Como los iniciales científicos sociales

norteamericanos, ambos consideraban a la teoría como un instrumento preciso para alcanzar cambiossociales radicales. El problema para Watson, como para todos los primeros conductistas, como StevensonSmith (1883-1950) y Guthrie, era la enorme brecha que existía entre el complejo fenómeno empírico a serexplicado y su simple y burda teoría. Los conductistas lograron construir teorías exitosas, capaces desoportar sus grandes ambiciones, tan solo después del desarrollo de las estadísticas inferenciales en ladécada de 1930 y la creación de un pseudo-positivismo (operacionalismo). El empleo del operacionalismo lepermitió al conductismo formular constructos hipotéticos con variables intervinientes. La intención detrás deestos constructos era permitir la predicción considerando los factores inobservables dentro de lasexplicaciones. Para Hull, el conductista teórico más influyente, las metas sociales permanecen siendosagradas, aun cuando ellas tuvieran que ponerse a un lado bajo el interés de construir una estructura teóricaconvincente. Más aun, el enfoque teórico de Hull y los beneficios que esperaba de él, fue modelado sobre laestructura social de las compañías norteamericanas de sus días. Siguiendo como un jovenzuelo, estaexcursión dentro de la experimentación, Skinner volvió a abrir el sendero hacia la experimentación máspura, en la misma línea trazada por Watson. Su desprecio por la teoría estuvo acompañado por unaaparente habilidad para demostrar que su enfoque sustentado en la investigación empírica, casi carecía delímites para su aplicación práctica. Como de costumbre, Tolman se mantuvo en el banquillo de la principal

corriente conductista. Aunque estaba firmemente convencido de que el conductismo podría eventualmenteproducir aplicaciones, y aunque era un activista social en la esfera privada, Tolman no estaba dispuesto aarriesgar o perturbar un proyecto teórico corriendo precipitadamente hacia un campo aplicado.

La sexta característica definida del conductismo es más compleja y será discutida nuevamente en diferentespuntos del libro. Aunque, eventualmente, las teorías conductistas derivaron del trabajo empírico conanimales en el laboratorio, el enfoque conductista sobre su campo era notablemente diferente de otroscientíficos animalistas. En primer lugar, sus datos eran casi exclusivamente derivados de una base muyestrecha –dos especies de ratas y una de palomas- y se caracterizaban por la ausencia de observacionescomparativas. En segundo lugar, y a pesar de que expresaban su adhesión a la teoría evolutiva de Darwin,los conductistas permanecieron ligados a un enmascarado neo-lamarckismo que sustentaba muchas de sus

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teorías del aprendizaje desarrolladas entre los 1930s y 1940s. Esas teorías estaban animadas por la creenciade que, en cada aspecto importante, la conducta animal era controlable y predecible por factores que podíanmanipularse en el laboratorio. Esta creencia estaba sutilmente asociada a otra, raramente manifestada, quetodos los aspectos cruciales de la conducta animal eran controladas por medio del aprendizaje. Hay unacontinuidad entre esta creencia y la creencia tan típica en los primeros años de las ciencias socialesnorteamericanas, que los mayores cambios evolutivos se originaban en la mente. La convicción de que lamente estaba sujeta a las influencias del ambiente y que podría controlar también su propio destino eraconsistente con la creencia, forjada detrás del pensamiento conductor de los reformistas norteamericanos y

los científicos sociales, de que la conducta humana podría ser modelada hacia las metas sociales por aquellosque comprendían la naturaleza de tales metas y el significado de sus alcances. Está claro que algunosconductistas (Skinner es el mejor ejemplo) fueron hechos en el mismo molde. Los animales fueron lossustitutos de los humanos, el laboratorio y su aparataje eran los análogos de las situaciones sociales, y elexperimentador/teorizador era el controlador social.

La séptima y definitiva característica del conductismo es su vocación por un utilitarismo extremo a través delcual, tanto los valores como las características personales, eran vistas y entendidas en términosestrictamente instrumentales y funcionales. En efecto, la persona es tratada como un ente físico en unentorno lleno de atributos abstractos pero definibles operacionalmente, y cuya solo funcionamientopromoverá la inmediata adaptación del individuo a las circunstancias sociales. Consistentemente, lasvariables eran definidas en términos de un instrumentalismo puro. Lo bueno era que aquello ayudaría a laspersonas o animales a alcanzar determinadas metas definidas operacionalmente (conseguir comida, laseguridad de un refugio, mantener un nivel óptimo de ansiedad, etc.) Lo correcto fue definido como aquelloque ofrecía ventajas personales inmediatas (como lo decía Jeremy Bentham, los conductistas manejan elaltruismo diciendo que es frecuentemente una manera de beneficiarse posponiendo la gratificación). “Deber” fue referido como aquello que se tiene que hacer para lograr una adaptación. Belleza, en todos sus sentidos,fue relacionado con determinados arreglos (de sonido, colores, objetos, etc.) que ofrecen gratificaciones alos humanos. Las relaciones personales fueron vistas únicamente en términos operacionales y no por suvalor como meta final. En tal sentido, la meta final de los conductistas fue demostrar que sus teorías seaplicaban a todos los aspectos de la vida humana, sin preocuparse en lo absoluto por cuestiones como lamoral y los valores, tanto así que las personas eran objetos extraños en sus escritos. Incluso Skinner, quienfrecuentemente se refería a estos aspectos, no hizo ningún esfuerzo por tratarlos de alguna manera seria.

Aunque desde mi punto de vista, podemos también considerar una especial forma de conceptualizar laexperimentación, como una característica más del conductismo, este tópico será discutido más delante deforma separada, debido a dos razones: por su complejidad y porque los enfoques del conductismo hanestado siendo empleados por los psicólogos norteamericanos hasta épocas muy recientes. Estos enfoques secaracterizan por ciertas actitudes hacia la cuantificación y al rol de la naturaleza de la experimentación, queresulta sorpresivamente muy difícil de retratar, pero cuya rigidez determina la conducta de la investigación.Para decirlo de manera amplia, las mediciones han sido puestas en el centro de la empresa científica. Tan

solo aquello que puede ser contado o medido logra consideración como un tema científico. La pasión por lacuantificación alcanza su apogeo en las teorías de Hull pero ocupa un lugar central en todas las versiones delconductismo. Junto con el extremado valor que se le atribuye a la cuantificación, encontramos no solo unacreencia en torno a la experimentación como el único camino para hallar datos, sino también un enfoque dela experimentación que resulta sumamente curioso a todos aquellos que están fuera del entorno de lapsicología.

Este enfoque, que fue diseminado por toda la psicología norteamericana, fue articulado por Watson comosigue: “podemos decir que la meta de los estudios psicológicos es asegurarse de los datos y las leyes, demanera que dados determinados estímulos, la psicología pueda predecir cuál será la respuesta, o, de otrolado, dada una respuesta, se pueda determinar la naturaleza del estimulo efector”. La sentencia de Watsonno sólo coloca en el centro del quehacer psicológico la predicción y el control en lugar de la comprensión,sino que determina el rumbo de las investigaciones psicológicas hacia un burdo interés en el control de laconducta. Si uno toma a Watson seriamente, uno tendría que preguntar ¿qué pasos habría que seguir paralograr la predicción? Primero, el estímulo mismo y todos sus efectos deben ser puestos de manifiesto.Segundo, todas las causas de la respuesta y cada característica de la respuesta deben estar abiertas a la

observación. Tercero, cada grado creciente o decreciente de intensidad del estímulo debe estar reflejado enlos correspondientes niveles de la intensidad de la respuesta. Dado el tratamiento de acuerdo a lapredicción, se hace inevitable la necesidad no solo de una cuantificación sino de una particular forma decuantificación. Esta forma de cuantificación, a su vez, controlará tanto el enfoque del experimento, como elrol asignado al experimento en relación con otras formas de obtener datos.

La concentración exclusiva no solamente sobre la predicción, sino sobre toda la empresa predictivaanunciada, necesitaba una muy clara distinción entre causas (VI) y efectos (VD). La obsesión por lapredicción y el control indujo a la necesidad de tener que separar las diversas variables independientes. Lavariación de cada una de ellas en su momento, y el estudio de sus efectos en variables dependientesaisladas, fue considerado parte necesaria del proceder experimental.

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Debido a que los psicólogos angloamericanos contemporáneos, manejan lo que he llamado el enfoqueconductista de la experimentación, como algo natural y como el único enfoque disponible, es vital reconocerque esto fue una construcción cuya historia puede ser rastreada con algún detalle. Andrew Winston hamostrado que el primer texto formal con este enfoque fue la segunda edición del libro de Robert SessionsWoodworth (1869-1962) “Experimental Psychology” (la primera edición fue publicada en 1938 y la segundaen 1954). Aunque Woodworth no fue un conductista, elevó la experimentación a la más alta posición de la

 jerarquía entre los dispositivos para obtener datos. Publicó sus tratados de experimentación al mismo tiempo

en que el operacionismo (la doctrina según la cual los conceptos debían ser definidos en términos de losprocesos por los cuales pueden ser puestos de manifiesto) tenía poseída la imaginación de los psicólogosexperimentalistas. Un concepto psicológico fue definido operacionalmente por primera vez en el segundopárrafo de la tesis que Skinner presentó en 1931 para su Ph.D. El estilo de definición operacional de Skinnerfue seguido pocos años después por dos artículos muy influyentes del psicólogo de Harvard S. S. Stevens. Acontinuación, el concepto fue rápidamente incorporado en la psicología norteamericana.

La propuesta de Woodworth relativa a la experimentación, tal como fue expandida por el conductismo, poseemayores problemas conceptuales para los psicólogos de los que podría tener para los físicos. Aun en el casode animales muy simples, internamente, factores inobservables controlan la conducta la mayor parte deltiempo. Los psicólogos norteamericanos con el conductismo como vanguardia, eventualmente manejaroneste problema planteando la cuestión: “En principio, ¿qué características podrían tener los eventosinobservables si ellos fueran observables?”. Se asumió que los factores inobservables tan sólo actúan entrelos estímulos observables y las respuestas observables. Se asumió también que la naturaleza de los eventosinternos podían entenderse completamente si se podían tratar cada uno de ellos de manera aislada, endistintos componentes conceptuales, definidos operacionalmente en términos de los procesos requeridospara hacerlos evidentes.

Los psicólogos contemporáneos que han sido completamente formados en este enfoque de laexperimentación, no logran ver las paralizantes limitaciones que este esquema impone a su habilidad paragenerar y explicar datos psicológicos. Pero sobre todo, destruye el objetivo que la psicología tiene por sí misma, que es la explicación de la conducta. Puedo demostrar lo que quiero decir discutiendo uno de losclásicos paradigmas de la psicología experimental, el condicionamiento pavloviano. Primero, el investigadortoma la decisión de limitar sus observaciones a un solo acto (por ejemplo, si el animal experimental sonperros, ese acto puede ser la salivación). Segundo, y crucial, la observación es cuantitativa (cantidad desaliva, latencia de la respuesta, amplitud de la respuesta, probabilidad de que la respuesta ocurra, etc.).Tercero, las observaciones se realizan en condiciones estrictamente controladas. La medición de laintensidad de la respuesta es asignada a lo que se llama la variable dependiente, mientras que lascondiciones en que se hacen las observaciones se asignan a la variable independiente. En un típicoexperimento que sigue el modelo pavloviano, un investigador puede suponer que el incremento de laintensidad de la respuesta es una función de los sucesivos ensayos. En diferentes experimentos los animales

empleados pueden diferir (perros y conejos), la respuesta puede diferir (salivación a veces, parpadeo de losojos, en otras), la definición operacional de la fuerza de la respuesta puede diferir (latencia en una, amplituden la otra), y el rango de los ensayos pueden diferir (algunas respuestas toman más que otras). Pero losinvestigadores, típicamente encuentran que la intensidad de la respuesta R es una función de E formada porel nivel de la práctica.

Incluso hoy, si uno le pregunta a la mayoría de los psicólogos experimentales que explique el resultado (osea, que expliquen qué es lo que causa que la curva de respuesta siga un determinado curso de tiempo),ellos contestarán esencialmente describiendo el típico resultado. Dirán que la intensidad de la respuestacrece como consecuencia de la práctica de refuerzo. Bajo este criterio, al refuerzo se le concede un estatuscausal. Pero el término “refuerzo”, por lo menos en el experimento, simplemente describe el procedimientoque el experimentador ha seguido. Entonces, la expresión “La intensidad de la respuesta crece como unafunción del refuerzo” debería ser interpretado como “Cuando un experimentador decide limitar su atención aciertas respuestas y obtener estas en condiciones totalmente controladas, lo que decide llamar 'intensidad dela respuesta' crece como una función de las condiciones conceptualizadas por el experimentador”. Elexperimento por sí solo no nos dice nada acerca de la eficacia causal del refuerzo (o sea, qué es lo que hace

que sea el refuerzo el que tenga una causalidad efectiva). Sobre todo, no nos dice nada acerca de lo queestá ocurriendo dentro del animal en experimentación.

No estoy diciendo que los psicólogos ignoren las causas, los estados mentales o los procesos cerebrales. Enel campo del aprendizaje animal, la gente ha especulado con procesos encubiertos al condicionamiento,desde los días de Pavlov. Tales especulaciones, sin embargo, no emergen solamente de la experimentación.Ciertamente, uno puede idear experimentos para probar algunas deducciones derivadas de alguna teoría, opara falsar otra teoría, pero los experimentos no proporcionan, de primera mano, ningún conocimiento por sí solos.

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El enfoque hacia la experimentación que acabo de describir, está en los límites de lo no científico. A fin dever porqué, permítasenos considerar una pieza de investigación en el campo de la conducta animal y vercómo esto contrasta con el enfoque conductista. La explicación de Konrad Lorenz sobre los mecanismosinnatos de liberación (MIL) en animales inferiores tuvo su origen en su estudio del mecanismodel rodamiento del huevo en el ganso gris. La conclusión de Lorenz estuvo basada en observacionescuidadosas, combinadas con una mínima intervención manipulativa experimental. Para mayores datos, suprimer paso fue el desarrollo de un modelo en el que pudiera diferenciar entre los MIL propiamente y losreflejos de apoyo, logrando demostrar que el rodamiento de huevos y los reflejos de apoyo eran controlados

por dos mecanismos fisiológicos completamente diferentes. Habiendo desarrollado ya su modelo, seleccionóunas especies y un modelo de conducta que le permitiera recolectar los datos necesarios para verificar lacerteza de su modelo. Solo después de que determinó la forma real en que el ganso gris rueda sus huevos,Lorenz empezó con sus experimentos. Es fundamental notar que el propósito de su experimento no fuedescubrir la naturaleza del rodamiento de los huevos (sus observaciones ya habían hecho esto) sinodescubrir el rango de tamaños, textura de la superficie, y formas de los objetos que provocaban larespuesta. El estudio comienza donde él había terminado –con observaciones comparativas posteriores. Lafunción de estas fue explicar el rol adaptativo tanto del rodamiento de huevos como de otras conductasinstintivas similares. Aunque sean completamente estereotipadas, ellas son extremadamente adaptativas enlos hábitats naturales.

El contraste entre los enfoques de Lorenz y el de los conductistas, es que después de leer a Lorenz, unotiene la sensación de saber qué hace un mecanismo innato de liberación (MIL) y cuál es su funciónadaptativa. Sobre todo, note que Lorenz descubrió que los animales inferiores funcionan como una máquina,de manera estereotipada, pero usando observaciones detalladas, él fue capaz de demostrar por qué, en suhábitat natural, sus conductas parecían buscar un propósito o seguir un control, similar al de los humanos,como el amor maternal. En un típico experimento conductista, la explicación se oculta angustiosamente enlas sombras. Además resulta vago, pues la explicación conductista es circular y deductiva. Un sistema devariables operacionales le permite a uno explicar, pero solo si se asume que se está tratando con algunaespecie de mecanismo. En muchas áreas de la psicología, es legítimo asumir que uno está tratando con unmecanismo (o con un sistema que puede ser totalmente entendido en términos mecánicos). Por ejemplo lasprincipales investigaciones en el campo de la percepción visual pueden explicar el reconocimiento depatrones y formas de manera muy convincente mediante la simulación por computadoras. Una teoría denivel muy superior puede entonces, en principio, permitirnos incorporar tales conclusiones en nuestracomprensión general del ser humano.

Un punto central a ser comprendido es que una buena parte del trabajo en la moderna psicología cognitivaestá volcada a la explicación de cómo funciona la mente individual. Siguiendo el análisis del psicólogo KurtDanziger, podemos decir que la psicología cognitiva está tratando de crear un compromiso entre elparadigma conductista y el preconductista. Danziger asegura que históricamente, la psicología ha consistidoen una familia de paradigmas unidos en un sentido puramente nominal. Cada paradigma tiene su propia

manera de definir lo que constituye sus datos, de determinar qué métodos deben usarse para recolectar losdatos, de definir el rol y la naturaleza de las fuentes de sus datos (esto es, maneras idiosincráticas de tratarla mente, las personas o los sistemas individuales de disposición/acción), de tratar con el rol y la naturalezade los observadores, y de tratar el problema mente/cuerpo.

Por los 1930s, impulsados por la impaciencia sobre las cuestiones filosóficas y por sus weltanschauung(cosmovisión) pragmática, los psicólogos norteamericanos crearon lo que Danziger ha llamado el modeloneo-Galtoneano de investigación. En este enfoque, el individuo es tratado meramente como una carreta quecontiene una o unas variables de interés, sin asumir nada previamente acerca del modo en que actúan ellasen el individuo. Más aun, el modelo neo-galtoneano exige que uno debe tratar con grupos y no conindividuos. La característica más definida del modelo neo-Galtoniano es el empleo de grupos de tratamiento.Los experimentadores manipulan de la misma manera a todos los individuos del grupo, de manera que sonlos experimentadores, en vez de los individuos seleccionados para el experimento, los que terminan siendolos agentes causales. El problema con el enfoque neo-galtoneano es que este crea una serie de relacionespuramente funcionales en las manipulaciones experimentales y los efectos conductuales. En un modelo neo-galtoneano puro, los hallazgos consistentes con las hipótesis experimentales podrían demostrar apenas que

nuestras presunciones eran lógicamente sostenibles, pero no que ellas sean provisionalmente ciertas.

El psicólogo Tim Rogers nos ha mostrado cómo los conductistas rompen el impase para sus colegas. Losprimeros tipos de definiciones operacionales propuestas por los psicólogos fueron totalmente consistentescon el modelo neo-galtoneano. Los conceptos psicológicos fueron definidos en términos de las operacionesrequeridas para hacer evidente la conducta relevante. Las variables independientes podrían entonces serdefinidas en términos de manipulaciones experimentales estandarizadas, y las variables dependientes entérminos de las observaciones de la conducta elegida. Skinner inventó un nuevo tipo de operacionalismomediante el cual un constructo era definido en términos no de las operaciones mediante las cuales estemismo se hace manifiesto sino en términos de las operaciones necesarias para producirlo, con lo cualcambiaba el enfoque, sacándolo de la naturaleza para llevarlo hacia el laboratorio y abandonando la

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conducta producida naturalmente para ocuparse de una conducta inducida artificialmente. Un buen ejemplode esta definición operacional es el hambre, típicamente definido en términos de los procedimientos seguidospara reducir el peso corporal de ratas o palomas al 80% de su nivel de alimentación normal. Tan prontocomo en 1944, Israel y Goldstein señalaron que Skinner se había apartado significativamente del propósitooriginal y de la naturaleza de las definiciones operacionales. El propósito principal de las definicionesoperacionales era inhibir a las personas de engancharse con debates insustanciales acerca de la verdaderaesencia de los conceptos que usaban en su trabajo como científicos. Pero definir conceptos tales comoátomo, electrón o neutrón, operacionalmente, no releva a los físicos de la obligación de comprender cómo es

que tales entidades funcionan en el mundo real. Una serie de explicaciones causales derivadas de losexperimentos debían ser confrontadas finalmente con lo que ocurre en el mundo natural.

Sin embargo, el enfoque de Skinner, “resuelve” el problema de la relación entre la conducta inducida en ellaboratorio y el de la vida real mediante la fe. Su forma de operacionismo, el cual podemos llamar

  “operacionismo productivo”, es más efectivo cuando se aplica a variables intervinientes, tales como elhambre o la sed. Si nosotros los definimos operacionalmente, no necesitamos apelar a estados internoscomo explicaciones (hambre, por ejemplo, se convierte en lo que el experimentador induce, y no en lo quesiente el animal). Por muchos años, la creciente sofisticación y el “éxito” de los procedimientos delconductismo experimental, cegaron a los psicólogos frente a los defectos inherentes en el operacionismoproductivo.

Estos defectos emergen especialmente fuertes en el caso de la teoría del mecanismo, la aplicación másfecunda del operacionismo productivo. La teoría del mecanismo asumía que todas las definicionesoperacionales respecto del mismo mecanismo eran convergentes. Demasiado pronto para eso porqueevidentemente esta creencia era falsa. Así, inducir sed de diferentes modos (privando a los animales deagua, dándoles soluciones salinas o alimentarlos con comida seca, por ejemplo) tenía diferentes efectos enla conducta. Por tanto, los biólogos de animales habían virado hacia el concepto de los estados centralesmotivacionales. Los teóricos del mecanismo se limitaron tan solo a estados inducidos en el laboratorio,mientras que los teóricos de los estados centrales motivacionales trataban con estados que ocurrían en lanaturaleza o en situaciones experimentales sumamente sencillas. La presunción de la teoría fue simple y, enprincipio, empíricamente verificable (por ejemplo, que cualquier disposición conductual dada, “captura” temporalmente un sistema completo de respuestas del animal y que cada disposición tiene algunamanifestación de conducta observable y definible). La teoría del estado central de motivación erasuficientemente robusta para permitir a los etólogos hacer predicciones muy precisas de la conducta de unrango muy amplio de especies.

En contraste, la teoría del mecanismo encontraba una serie de fallas muy embarazosas, cuando losexperimentadores intentaban emplear procedimientos más complejos que los usados en los laboratoriosdurante los 1940s y 1950s o para extender sus trabajos más allá de ratas y palomas. Muy frecuentemente,en lugar de motivar a sus individuos a realizar alguna tarea experimental, estos investigadores inducían un

recurso instintivo o una conducta paralela. Tales conductas eran luego interpretadas como actividadesemergentes inducidas por el estrés. Los mismos teóricos conductistas del aprendizaje animal se hallaban endificultades debido a la fisura del operacionismo productivo. Para tomar el caso del mecanismo del hambre,en un simple experimento de laboratorio con una variedad de especies usadas, daba la impresión de serevidentemente cierto que reduciendo la libre alimentación, el peso corporal induciría al hambre y nada másque al hambre. Pero estamos aceptando la validez del recurso conductista solo sobre la base de una premisaantropomórfica oculta, no sobre la base de una validación empírica. El argumento implícito sobre el cualreposa el caso del conductista es “Si yo reduzco el peso corporal o limito la cantidad de comida diaria en unser humano, estoy induciendo el hambre. Luego he reducido la ingesta de alimentos de mis animales delexperimento. Por tanto, he inducido el hambre en mis animales del experimento”. El problema es que amenos que uno haya verificado independientemente que el procedimiento ha inducido internamente elhambre, no se puede asumir que la conclusión sea necesariamente cierta. El procedimiento podría haberinducido otros estados en adición al hambre (como frustración) o la exposición repetitiva ante el mismoprocedimiento en determinados animales podría producir tolerancia creciente hacia el hambre. Por supuesto,la validación independiente requerida podría haberse efectuado, pero el conductista no la hacía.

El conductismo ha tenido ciertamente sus éxitos en el campo de la conducta animal. Pero es esencial darsecuenta que en el caso de la técnica conductista paradigmática (condicionamiento operante) tenemos quereconocer, sobre bases no conductistas, que estamos tratando con un sistema controlado porretroalimentación de respuesta. Una vez que este ha sido establecido, un amplio abanico de técnicasconductuales está a disposición del psicólogo fisiológico o del psicofarmacólogo. En cambio, el conductistadesligado de la teoría, ha desviado seriamente a los psicólogos animalistas.

En el campo humano, las definiciones operacionales fueron primero aplicadas al concepto de inteligencia,pero su empleo se extendió rápidamente a otras áreas. Como en el caso del trabajo con animales, elpropósito manifiesto fue proporcionar a los psicólogos un conjunto de definiciones concordadas para susconceptos. Como en el caso del campo animal, las definiciones operacionales productivas proliferaron.

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Constructos como la ansiedad, afecto materno, disonancia cognitiva o satisfacción de necesidades, fuerondefinidos en términos de las operaciones requeridas para generar muestras de ellos en grupos de sujetosexperimentales. Detrás de los propósitos manifiestos, había dos objetivos ocultos. El primero fue un cambiosutil mediante el cual el nuevo “significado científico” del constructo estaba subordinado a los requerimientosdel enfoque de tratamiento de grupos. Desde el punto de vista del sentido común, la eficacia causal y laexperiencia cualitativa de la ansiedad o la disonancia cognitiva yace con el individuo. Cuando los conceptosson redefinidos en términos de las operaciones experimentales, el locus del control es cambiado delindividuo al experimentador. Al mismo tiempo, hay una sobreposición suficiente entre el significado

 “científico” y el del sentido común como para hacer comprensibles al público los hallazgos de los psicólogos.

El segundo propósito velado fue la introducción de lo que es en efecto la explicación mecánica. Para dar unsimple ejemplo, un investigador que define el vínculo maternal operacionalmente (en términos de horasdedicadas por la madre a sus bebes, horas dedicadas a vocalizar a sus bebes, proporción del tiempodedicado a sonreír a sus bebes, y así sucesivamente), que define operacionalmente el amor del niño y lamadre (en términos de números de veces en que emplea un término afectivo, número de veces por sesiónde observación en que el niño se acurruca a la madre, etc.) y que encuentra una relación funcional entre lasdos variables, normalmente concluirá en que el vínculo, tal como se ha definido operacionalmente, tiene unainfluencia causal entre el amor madre/niño, tal como ha sido definido operacionalmente. Sosteniendo casitodo ese trabajo en los campos de la personalidad, psicología anormal, social y del desarrollo, es una claraadherencia a una versión del positivismo en el cual la empresa investigativa completa se soporta en lacreencia sobre alguna especie de fuerza oculta y desarticulada de carácter mecánico. El vínculo, la sensaciónde necesidad, las variadas formas de depresión, o las diversas formas de ansiedad supuestamente dirigen alos individuos y los llevan a manifestarse con diversas formas de conducta. Por ejemplo, en los días previosa la proliferación de códigos éticos, los psicólogos tenían a su disposición un juego de técnicas para induciransiedad. Se asumía que tales técnicas que producen un efecto experimental, podrían inducir la mismadisposición conductual en todos los sujetos del grupo de tratamiento. El simple sentido común podríaindicarle al psicólogo experimental que, sin alguna especie de constatación independiente, la conclusión notendrá ninguna garantía. Un procedimiento dado podría resultar inefectivo para algunos sujetos, inducir a ladistracción a otros, hostilidad en otros, y así por el estilo. Muchos psicólogos podrían replicar estavariabilidad entre los sujetos, expresándolo como un error estadístico, mientras que la consistencia entresujetos podría expresarse propiamente en los efectos del tratamiento. El problema con este argumento esque los efectos del tratamiento en este tipo de trabajos resultan por lo general sumamente pequeños, demanera que en el mejor de los casos, los estados inducidos suman una proporción muy pequeña de lavarianza. Más aun, no podemos descontar los efectos de la congruencia, de las influencias percibidas delexperimentador.

Aun cuando tales dificultades hayan sido superadas, los experimentos en muchas áreas de la psicologíatienen que encontrarse con el lastre señalado por Jan Smedslund, quien ha señalado que la mayoría de lasinvestigaciones en psicología pueden ser interpretadas en términos del lenguaje psicológico del sentido

común, y que los psicólogos deberían renunciar a sus explicaciones causales. El argumento de Smedslundtiene una considerable fuerza cuando se le aplica a los “hallazgos” de aquellos trabajos sobre el ser humano.Para regresar a mi ejemplo del vínculo maternal, el simple uso del término “vínculo” automáticamenteimplica dos o más elementos a ser vinculados. De tal entendimiento, se sigue que este vínculo debe serrecíproco. Si una madre tiene un fuerte vínculo con su bebe y este no ama a su madre en correspondencia,nos preguntaríamos qué aspecto del vínculo maternal induce la reacción adversa del bebe (la madre es muyentregada pero fría, su amor es superficial, etc.). Smedslund argumentaría que en tales casos nosotrosbasamos nuestras conclusiones primeramente examinando el significado de los términos que empleamos (elsentido de amor superficial, por ejemplo, es que este induce ambivalencia y necesidad de escape en elbebe). Si definimos nuestros términos operacionalmente y establecemos que el amor superficial induceambivalencia y retracción, entonces Smedslund podría decir que no hemos hecho más que confirmarnecesariamente lo que ya ha sido establecido por un análisis semántico del lenguaje en sentido común.

Dado el problema lógico inherente al uso de las definiciones productivas operacionales, podemos preguntarpor qué su uso llega a ser tan amplio, no solo en la psicología sino como parte integral de las investigacionesempíricas de la disciplina. La respuesta engaña, creo yo, desde el inicio de la práctica investigativa en los

EEUU durante las primeras dos décadas del siglo XX. Los psicólogos fueron exigidos a probar su utilidad enel campo de la medición mental. La primera dificultad fue que la naturaleza de los factores causales,especialmente de la inteligencia, era totalmente desconocida. La solución para esta dificultad fue inventaruna serie de definiciones operacionales sumamente burdas. La otra dificultad fue que el estudio cercano deindividuos, en investigaciones rigurosamente controladas, no les permitía a los psicólogos americanoscumplir las obligaciones que le imponían la sociedad en general y la industria en particular. La solución fue,una vez más, conceptual. Los psicólogos americanos fabricaron el método de investigación neo-galtoniano,cuyo concepto fundamental fue el tratamiento grupal. En el enfoque neo-galtoneano, el individuo seconvierte en un recipiente de variables independientes, cada uno de los cuales pueden ser manipuladosaisladamente de las demás. El control, como ya he dicho, fue removido del individuo y trasladado alexperimentador. Este, a su vez, se convierte en manipulador debido a la ecuación de la ciencia con

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tecnología, dentro y fuera de la psicología en la época, se asumió que el conocimiento se derivaba de laacción en vez de la reflexión o el razonamiento, y que tan sólo aquellas manipulaciones que tuvieran algunarelevancia en el empleo social serían consideradas importantes. Durante el resto del siglo, los psicólogosinventaron técnicas de manipulación más y más precisas y más y más sofisticadas, con técnicas estadísticasmuy refinadas, especialmente las variadas formas de análisis de varianza y las diversas formas de análisisde factores que tuvieron a su disposición; y entonces estuvieron aptos para proponer sus teorías y discutirsus hallazgos empíricos en el lenguaje del positivismo lógico. Pero yo percibo siempre una angustia,expresada usualmente en una inmoderada forma de alocuciones defensivas acerca de toda esta empresa.

El conductismo descrito arriba fue el producto del contexto social e institucional en el que se desarrolló lapsicología norteamericana. Mi análisis de él empieza en el capítulo 1 con una breve revisión del movimientopor el Progreso, concentrado en su simbiótica relación entre el progresivismo y la ciencia social naciente.Ambos, el progresivismo y los científicos sociales creían que la ciencia debería servir al bien de la sociedad,donde el bien era definido en términos del confort material y el éxito. Ambos grupos también creían que eraposible desarrollar tecnologías sociales para modelar al ser humano de manera que pueda servir a los finesde la sociedad, tal como lo definían las élites con acceso al conocimiento de los propósitos finales de lasociedad. Tales propósitos fueron definidos en términos de una conceptualmente incoherente peroideológicamente unificada y poderosa serie de doctrinas que fueron llamadas “evolucionismo naturalista”.Inicialmente los intelectuales norteamericanos fueron lamarckianos, pero esto fue lentamente reemplazadopor una particular versión de neodarwinismo en el cual, el lenguaje darwiniano y sus conceptos, fuerontransformados hacia una continuación y una implícita retención de las nociones lamarckianas. Una teoríafuncional del causalismo y una atomización de la persona fueron características de las ciencias socialesnorteamericanas en este período de formación. Luego, la ciencia social emergente en Norteamérica, fue unaderivación intelectual del progresivismo.

Título original: “Modelando una profesión” 

Control: A history of behavioral psychology.

New York University Press. 2000