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    Vol. 67 (2009), nm. 131 MISCELNEA COMILLAS pp. 461-480

    ACERCA DE RORTY:LA JUSTICIA COMO UNA MOTIVACIN

    A LA LEALTAD MS AMPLIA

    DANIEL PUCHE DAZ1

    Fecha de recepcin: junio de 2009Fecha de aceptacin y versin definitiva: septiembre de 2009

    RESUMEN: En el siguiente artculo me propongo hacer una crtica de una parte de laargumentacin tico-poltica de Rorty, concretamente de cmo tratar problemasde conflicto moral en los que se enfrentan lealtades a grupos distintos. Intenta-

    r llevar esta crtica a cabo contextualizando sus argumentos (sobre todo de suobra El pragmatismo. Una versin), que se exponen en la primera parte deltexto, en un marco ms propio de la filosofa crtica tradicional, tratando dehacer ver que su planteamiento es dependiente en cierto modo de esa filosofa.O dicho de otro modo, que pese a que intenta destruir argumentos racionalespuros en favor de otros ms pragmticos, no dejan stos de deber su eficaciaa los primeros, que creo siguen encontrndose presentes tras ellos.

    PALABRASCLAVE: Rorty, Conflicto moral, Justicia, lealtad, Pragmatismo, Criticismo.

    On Rorty: Justice as Motivation to a Broader LoyaltyABSTRACT: I propose in this paper to make a critique of one part of Richard Rortys

    ethic-political argumentation, specifically about how to treat moral conflict prob-lems in which the loyalty to different collectives is troubled. Ill try to hold thiscritique providing a context for Rortys arguments (specially of his work El prag-matismo. Una versin), which are exposed in the first part of the paper, in atraditional criticism framework. Ill try as well to show that Rortys approachdepends on this philosophy; although he pretends to destroy pure rationalarguments in favour of another ones more pragmatic, they owe their efficiencyto the first ones, which remain behind them.

    KEYWORDS: Rorty, Moral conflict, Justice, Loyalty, Pragmatism, Criticism.

    1 E-mail: [email protected].

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    D. PUCHE,LA JUSTICIA COMO MOTIVACIN A LA LEALTAD MS MPLIA462

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    ESQUEMA PRAGMTICO DE LA CONVIVENCIA POLTICA1.

    LEALTADESCERRADASYLEALTADESAMPLIAS.1.1.FORMAUNIVERSALDELEALTAD: JUSTICIA

    Rorty plantea un inicial distincin de concepto entre lealtadyjusticia,al referirse a acciones o tipos de comportamiento esperados en situacio-nes de conflicto moral. Este mbito de actuacin describira aquellasrelaciones humanas en las que se implica alguna clase de obligacin haciaotros, de modo que la accin propia no quede a la indeterminacin de una

    voluntad azarosa. Esa obligacin queda, para Rorty, que intenta describirlo que de hecho ocurre en la sociedad occidental, dentro o fuera de unosmrgenes marcados por la filiacin entre individuos y grupos, de tal formaque por necesidades externas o de contexto, estos mrgenes se ampliarn ose reducirn. Es lo que Rorty llama, recordando en cierto modo considera-ciones antropolgicas al grupo o al clan, el nosotros, frente a un ellos,que en determinadas situaciones quedara excluido de nuestro crculo deobligaciones para con sus necesidades. Hecha esta distincin, Rorty asu-me que en realidad cualquier clase de obligacin, de las que llamamosmorales, se refieren precisamente a larelatividadque marca esta elsticaconfluencia de crculos de confianza ms cercanos o ms lejanos, y portanto, no existe tanto una distincin de concepto entre lealtad y justicia,como una distincin de grado: aqulla precisamente que marquen nues-tras relaciones hacia esas personas y el medio o la situacin en que todosnos encontremos.

    Dicho esto, surgen inmediatas consecuencias para consideraciones ti-cas de carcter ms tradicional: si existen realmente obligaciones hacialas dems personas, cmo determinar el crculo de personas hacia el quedirigirse de un modo solidario o fraternal pues est claro que depen-diendo de la situacin unas personas pueden estar dentro de nuestro crculoy otras veces fuera y viceversa si hay que olvidar conceptos relativos a la

    moralidad conceptos de la filosofa, etc. Como dice Rorty, en lugar deser clasificadas por sus fuentes, las ideas sern clasificadas por su utilidadrelativa2.

    2 RICHARDRORTY, tica sin obligaciones universales, enEl pragmatismo, unaversin: Antiautoritarismo en epistemologa y tica, Barcelona: Ariel, 2000, p. 217. Enlo sucesivo nos referiremos fundamentalmente a esta obra, resultante del ciclo deconferencias impartidas por Rorty en junio de 1996 en la Universitat de Girona, yorganizadas por la Catedra Ferrater Mora de Pensamiento Contemporneo.

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    De entrada, por contraposicin a una moralidad de tipo kantiano, a laque Rorty se encuentra ms inclinado a rebatir, es la situacin o contexto la

    que marca las lealtades hacia otros individuos o grupos de personas, y noun tipo de obligacin abstracta la que obliga hacia todos por igual, comosi todas las personas nos fueran caras de la misma manera. Para Rortyes un sinsentido metafsico hablar de una obligacin fraternal hacia todoslos individuos; antes bien, es la necesidad o las expectativas de convivenciafeliz las que nos delinean un tipo de comportamiento u otro: bien cubiertasnuestras necesidades y las de nuestros seres queridos podremos ampliarnuestro crculo de relaciones solidarias o fraternales, mientras que, comodice Rorty, si las cosas se ponen feas (sic) estaremos menos dispuestos acompartir nuestros bienes, nuestra caridad. Es una simple cuestin prctica,

    en la que nada tienen que ver consideraciones filosficas o trascendentales.Una cuestin de supervivencia3. As, puede establecerse cul es la amplitudde nuestra lealtad en situaciones diversas: familia, amistades, comunidad,conciudadanos, habitantes de la misma regin, del mismo pas, continente,del mundo. Por otros criterios, pues de la consideracin personal depende,pueden establecerse los lmites entre raza, especie; entre la escala social olaboral; entre la pertenencia a grupos o colectivos de la ms diversa ndole(sexo, sexualidad, religin, afiliacin poltica, etc). La lealtad primera serahacia el yo, pues es uno quien decide hacia quin es leal en situaciones di-fciles. Tal vez la lealtad provocada por el amor hacia los hijos, o inclusive

    hacia creencias religiosas o hacia la nacin pudieran impulsar al sacrificio,anteponindose a uno mismo. No es contradictorio con la consideracinpragmtica sobre las lealtades.

    Un caso curioso es el que como ejemplo presenta Rorty, referido a laexternalizacin de las empresas, justificado por parte de sus directivosy accionistas en base a llevar un poco de justicia a otras regiones msdesamparadas es decir, por una cuestin de moralidad, y no como muybien pudiramos sospechar, por obtener mayores ganancias en un mer-cado laboral ms barato. En este caso parece que tienen al contrariosupuestamente, una motivacin hacia la justicia, que est por encima

    de la lealtad a sus conciudadanos nacionales. Lealtad que en este casoparticular habra de venir dada por la nacionalidad, no por la raza, ni porel sexo, ni desde luego por el nivel social. La paradoja se encuentra aqu: lalealtad se opone como motivacin a la justicia, pues, dentro de la perspectiva

    que considera como diferencia de grado su amplitud, es contradictorio satis-

    3 Resulta similar a las explicaciones biolgicas acerca de la, tambin muy huma-na, pasin del miedo: se la tiene por algo irracional, y sin embargo segn las circuns-tancias, pude ser algo perfectamente racional huir de un peligro evidente.

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    facer las necesidades ms cercanas con las del crculo ms amplio posible4.En este caso, se podra plantear si realmente es una diferencia de grado,

    y no de concepto, la motivacin que produce una lealtad mayor hacia lahumanidad en general que hacia los conciudadanos si de verdad fueraas, pues entonces de lo que se trata es de si la lealtad se define poralgn principio objetivo decercana, del tipo que sea, o por lealtad preci-samente a un principio de tipo moral. Pero para Rorty en todo momentose trata de relaciones entre personas, al referirse a la lealtad, donde princi-pios morales o filosficos slo vienen a enturbiar el contexto. No obstante,queda asumido que alguien, como estos empresarios benefactores, puedeadoptar como mxima para dirigir su lealtad algo opuesto a los crculosms cercanos, como inicialmente se supona. La cuestin es la misma: escompatible la lealtad con motivaciones de justicia esto es, ms amplias,universales, o una cosa excluye a la otra? Ms bien, argumenta Rorty,son dos tipos de lealtad distinta, o ms especficamente, dos lealtades agrupos distintos, pues es por el grupo al que va dirigida la lealtad por loque sta se define.

    Planteado en trminos de lealtades, el tema de la justicia o la mora-lidad queda diluido en consideraciones:a)cuantitativas(del nmero depersonas, la amplitud del crculo); de b)criterios(en base a qu se defineel crculo de seres cercanos, el nosotros), y de c)contexto(la situacio-nes dadas que marquen una menor o mayor relacin de necesidad); suproducto determina, no lo moral, cuestin que debe dejarse al margen,

    sino la delimitacin de la lealtad a la que temporalmente se atender.Rorty propone sustituir este ltimo producto de lealtad por lo que tra-dicionalmente se considerajusto. No habra as, cuestin pragmtica derelevancia, conflicto alguno entre lealtadyjusticiaen el bien entendidode que hay que eliminar esas distinciones, sino entre una lealtad1y unalealtad2(es decir, entre la lealtad a los crculos ms cercanos y reducidos,en orden descendente, o la lealtad a la humanidad en general o a gruposlo ms amplios posibles, segn la ecuacin descrita ms atrs, respecti-

    vamente). Se borra as de un plumazo la complicada consideracin mo-ral de origen kantiano sobre principios que obligan universalmente

    en tanto que seres humanos, y que poco o nada tienen que ver con nues-tras relaciones ms naturales. No se encuentran en las relaciones hu-manas direcciones deobligacinrecprocas, sino ms bien de confianza.Como bandera del pragmatismo, bien podra recordarse aqu que es porlas distintas personas a las que va dirigida nuestra lealtad (las distintas

    4 Ambos dilemas plantean el mismo problema: qu deberamos hacer: estrecharel crculo en pro de la lealtad o ensancharlo en pro de la justicia?. R ICHARDRORTY,La justicia como una lealtad ms amplia, enEl pragmatismo, p. 228.

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    consecuencias que tiene una u otra consideracin terica) por lo que sedistingue y define una u otra lealtad (por lo que se toma eleccin de tal

    o cual principio).

    DISTANCIAENTREELSENTIMIENTOYLARAZN: FORMANATURALY1.2.FORMAMORALDEACCIN. INDISCERNIBILIDADDELOSCONCEPTOS

    Aqu, segunda consideracin, se elimina en el planteamiento pragmticootra distincin terico-filosfica de procedencia platnica y consumacinkantiana, a saber, si laobligacincomo concepto moral parte de la dis-tancia entre las relaciones sentimentales hacia el prjimo (hacia el grupoms cercano) y las relaciones hacia la humanidad en conjunto (o hacia elgrupo ms amplio posible, en trminos rortianos). O lo que es lo mismo,entresentimientoyrazn; el sentimiento hara actuar con lealtad,de formanatural, hacia los seres cercanos, mientras que la razn, por medio de unamxima universalizable yartificial, como el famoso imperativo categrico,mandara actuar con lealtad hacia la humanidad en general. De ah ten-siones y disfunciones entre crculos prximos y lejanos. Plantear esto entrminos de lealtad1lealtad2elimina de la ecuacin problemas aadidos detipo terico5, pues aqu es lo relevante en el fondo, no habra diferencia realalguna segn se siguiera un modelo u otro (los conflictos que se siguen delas distintas lealtades seran los mismos, y las cuestiones morales seguiran

    inclumes), pero puestos a simplificar las cosas, mejor no multiplicar en-tes sin necesidad aadiendo ms complicaciones filosficas. El productode nuestra lealtad, segn los criterios a-b-c, seguira definindose por di-

    ferenciasrelevantes para nosotros, e inclusive por inters personal (inclusola filantropa puede ejercerse por alguna clase de bienestar personal queproporciona, y no por ser lo debido). Lo relevante, una vez ms, es que nose encuentra al final distincin entre haber hecho las cosas, digmoslo entrminos del mismo Kant,conformeal deber opor mordel deber, y por tan-to, tal distincin es irrelevante. Lo nico relevante es cmo vienen definidasnuestras lealtades, y en cualquier caso es slo importante para conocer qu

    se est dispuesto a hacer y cundo se est dispuesto a renunciar a hacerlo.Lo que en sociedades cada vez ms amplias lleva a lealtades cada vez msextensas son estos intereses, que inclusive pueden venir sancionadas porla ley; pero que en todo momento pueden entrar en tensin con lealtades a

    5 De acuerdo con esta concepcin, los dilemas morales no son el resultado deun conflicto entre razn y sentimiento, son el resultado de un conflicto entre yoesalternativos, entre autodescripciones alternativas, entre modos alternativos de darsentido a la vida (Ibid. p. 231).

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    grupos cerrados. No hay un principio al que acudir en estas situaciones detensin por contrariedad, sino a lo sumo una lealtad mayor a un grupo u

    otro como la mayor fuerza de obligar kantiana.A nivel de pequeos grupos o de individuos ocurre otro tanto, de formaparalela: existe una forma naturalde comportarse y otra desvinculada desta que acta por motivos ajenos a las afinidades directas. sta segundasera la moralidad, a la que se recurre al aparecer controversias o enfrenta-mientos. Igualmente, la diferencia entre la afinidad a lo prximo y la mora-lidad, entre la costumbre y la ley establecida, sera una diferencia no con-ceptual sino de grado. En las situaciones en las que puede aparecer algunaclase de conflicto, ste puede resolverse por medio de prcticas tiles, quemostrarn su eficacia en la manera en que solucionen la disputa. Es un aa-dido posterior el decir o tratar de justificar que la solucin vino por mediode una mediacin de lo moral o lo correcto. Como un barniz que se aadea la realidad para hacerla ms digerible y atractiva y egocntrica6, peroque no aade nada a la solucin misma. Lo genuinamente real, las prcticastiles de resolucin de problemas, nada tienen que ver con planteamientosmorales. La distancia entre conceptos no es sino una distancia de grados,que diferencia niveles de cercana a una postura o a otra. Por qu en algncaso someter la propia voluntad a una postura que no es la propia, o por quderivar la propia opinin hacia otra similar pero ms omnicomprehensiva?La razn, en el contexto que fuere, es puramente circunstancial. Si en la ma-yora de casos uno defiende sus propias creencias y opiniones contra las de

    los dems, esta resistencia puede verse aplacada si la postura de otro que esms fuerte nos amenaza, o si adecundose a otros sumar fuerzas puedelograrse un objetivo compartido como enfrentar un enemigo comn, osi de lo que se trata simplemente es de vivir en paz. Cuestin prctica de su-pervivencia: una estrategia de vida, que resulta ciertamente racional. Si esose reviste de obligacin moral, segn un principio universalista, es otracuestin que no aade nada a la prctica social, sino tan slo legitimacionesmticas y autojustificativas. La obligacin moral no se obtiene de una natu-raleza o de una fuente distinta de la tradicin, el hbito o la costumbre. Lamoralidad no es ms que una nueva y controvertida costumbre7.

    Procediendo de la inicial confianza en la familia, externalizar esa con-fianza a crculos ms amplios, hasta toda una sociedad en su conjunto,

    6 Cuando empleamos la palabra racional para elogiar la resolucin que hemostomado en la resolucin de estos dilemas (morales); o cuando empleamos la expresinsometerse a la fuerza del mejor argumento para caracterizar el procedimiento quehemos utilizado a la hora de tomar una decisin, lo que en realidad estamos haciendoes simplemente echarnos un vano cumplido (Ibid. p.. 244).

    7 RICHARDRORTY, tica sin obligaciones universales, en El pragmatismo,p. 207.

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    Vol. 67 (2009), nm. 131 MISCELNEA COMILLAS pp. 461-480

    puede reportar una mayor seguridad, por la fuerza mayor del grupo. Sinembargo, Rorty plantea si esta operacin de asimilacin a grupos cada vez

    mayores es natural o artificial; y dado que la motivacin a esa agregacina lealtades ms amplias obedece a un impulso objetivante de razones quese estima repercuten positivamente en el individuo, concluye que se tratade una obligacin no natural, sino al contrario, racionalizante, propicia-dora de relaciones de obligacin para con los otros, para con el grupo,se entiende: [] hacer lo que uno est obligado a hacer contrasta conlo que uno hace de forma natural, y para la mayora de la gente respondera las necesidades de la familia es la cosa ms natural del mundo 8. Una

    vez ms Rorty plantea la distincin entre lo natural, ceirse a una lealtada los crculos ms prximos, y lo artificial coincidente con lo tradicio-nalmente llamado moral que busca una lealtad mucho ms amplia,al grupo mayor posible. Es esta clase de relacin la que puede llevar aperjudicar a los seres cercanos en aras de una redistribucin de los bienesdel tipo que sean en una relacin amplia: [] alguien podra sentir laobligacin especficamente moralde privar a sus propios hijos y a s mis-mo de una parte de la comida disponible porque ah fuera hay gente quese muere de hambre. En este caso el trmino moral es apropiado porqueesta exigencia es menos naturalque la exigencia de alimentar a tus propioshijos9. Si el proceso de ampliar el crculo de confianza y lealtad, y por quno decir, incluso de cario, llegara a su extremo, la separacin conceptualentre familiar natural y obligatorio moral desaparecera; tal como

    propone la tesis de que es una distincin de grados; en el momento en quefuera natural el aprecio a todas las personas de la comunidad no cabrahablar de moralidad ni obligacin, pues toda relacin se desarrollara deforma natural. La naturalizacin de la moral supondra as la muerte dela misma: [] en la medida en que su relato sea tambin el nuestro, eltrmino moral se volver cada vez ms inapropiado10. El inters propioy familiar se puede ampliar de semejante manera, no obstante, si se danunas circunstancias idlicas de satisfaccin de necesidades, orden social,paz, abundancia, etc., pues de lo contrario, la lealtad a la humanidad ter-mina donde empieza la lealtad a la familia.

    8 Ibid. p. 209. Y contina: Ello es as porque la mayora de nosotros nos defi-nimos, al menos en parte, con respecto a los miembros de nuestra familia. Nuestrasnecesidades y las suyas en gran parte se solapan: no somos felices si ellos no lo son.Mientras nuestros hijos sufren hambre no deseamos hartarnos; ello no sera natural.[] En un mundo en el que el hambre es lo habitual, no parece que sea muy naturalcoger la comida de la boca de tus propios hijos para drsela a un desconocido conhambre y a sus hijos. Rorty comenta a Baier, aceptando su planteamiento.

    9 Ibid. p. 209.10 Ibid. p. 210.

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    RELATIVISMOCONCEPTUALYRELACIONESCULTURALES.1.3.RACIONALIDADPRAGMTICA

    El tema del relativismo cultural est en el frontispicio de toda esta expo-sicin de Rorty. Toda funcin tica de la filosofa quedara anulada ademssi admitimos, siguiendo el texto, que lo relevante son las afinidades electi-

    vas, y no principios universalizables. O lo que es lo mismo, nos las vemoscon el problema de si puede haber una lealtad universal, de mximo grado.Tambin enfrenta el autor esta posibilidad. Aqu se introduce por tanto laproblemtica sobre la globalizacin cultural, las polticas a nivel interna-cional. Por un lado, puede verse como la imposicin de un determinadotipo cultural, una macrovisin especfica de occidente que, por imponer sus

    mximas particulares niega a otras culturas menos amplias o menos poten-tes sus lealtades propias. Por otro, sigue sin estar razonado, para Rorty, enqu beneficia la utilizacin de motivos racionales en prcticas sociales. Oen trminos ms precisos, la raz del problema es que esas justificaciones

    vienen del mismo sistema que pretende imponer esas referencias morales,de modo que su validez supuestamente universal no puede justificarse msall de sus endogmicos mrgenes ni es necesario que lo haga, pues paraRorty el historicismo y el relativismo son siempre hasta cierto punto de-seables, como el etnocentrismo. Eliminado toda clase de referencia uni-

    versalista de la moral o de la justicia, podra entablarse dilogo con una

    cultura tan opuesta a la nuestra que continuamente violara principios paranosotros inalienables, tales como la vida, la libertad, la seguridad o la inte-gridad fsica y mental, etc.?; puede sin ms asumirse11que cada culturatiene sus particularidades y que desde la nuestra nada cabe decir al respec-to? Claramente, entre sociedades de este tipo incluiramos dictaduras detodo tipo, sistemas muy cerrados en torno a prcticas religiosas ancestrales,fanatismos, y dems.

    Aqu se ve un punto que Rorty trata de combatir: usualmente, en lamodernidad occidental, se acepta sin ms que nuestra cultura es superior,histricamente ms evolucionada, y que si bien pudimos tener un pasado

    semejante hoy est superado, y pueblos que todava viven de tal modo lohacen por estar anclados en una poca que deben superar, y que nosotrosya hemos superado. De ah la imposicin cultural de occidente sobre otraspartes del mundo. La forma liberal de pensar de occidente se basa precisa-mente en relativizar, tanto las creencias en general, como, y en primer lugar,las propias. De ah se puede llegar a consensos racionales temporales, pues

    11 Y cabra preguntarse: sera adems lo contrario a esto un dogmatismo occi-dental?

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    D. PUCHE,LA JUSTICIA COMO MOTIVACIN A LA LEALTAD MS MPLIA 469

    Vol. 67 (2009), nm. 131 MISCELNEA COMILLAS pp. 461-480

    no pueden suplantar algo as como el lugar eterno de la verdad 12. Igual-mente ocurre en la poltica democrtica: contar las cabezas para no tener

    que cortarlas. La proteccin del marco que permite tal forma de vida es loque se empea en defender occidente. Visto as, Rorty se pregunta a santo dequ imponer esta forma de vida a otras culturas: 1. si nuestra forma de viday de pensamiento occidental es la primera en aceptar que no hay verdadesinconmovibles, pues eso permite la forma de vida liberal, entonces no de-bera tratar tampoco de imponersuverdad sobre otras sociedades, pues notiene por qu ser superior, o reportar ms felicidad a sus integrantes; 2. si serrazonable en epistemologa y en poltica es estar dispuesto a equivocarse, ano proponer sino argumentos que pueden ser superados por otros mejores,queda fuera de razn la argumentacin acerca de la superioridad moral his-trica y racionalmente alcanzada por occidente, toda vez que; a)ni existe

    ningn tribunal de la razn transcultural ante el cual pueda resolverse estacuestin de la superioridad13, ni b)se puede segn los propios principiosoccidentales pretender suplantar ese lugar de una verdad trascendental. Laprimera consecuencia de esto, a la que aluda ms atrs, es que no slo esindecidible si nuestro pensamiento en poltica es superior, sino que tampocoexiste tal superioridad en ningn actor mundial. Esto ltimo es lo mismoque decir que la existencia o no de la misma superioridad racional es irre-levante, irrisoria, no soluciona ningn problema14. Y tampoco hay, comoconsecuencia, la consabida facultad al respecto (vase Kant, y en su este-la Habermas). Visto as, queda por anunciar tan slo una comunicabilidad

    cultural en respectos de mnimos comunes, variables segn se considerenunos u otros actores internacionales, y no pretender una universalizacin devalores mximamente racionales, o lo que sera lo mismo para Rorty, unaoccidentalizacin del mundo. El corolario es convivir sin violencia; y ellorequiere precisamente atenuar las propias concepciones para acomodar-las en situaciones precisas no en todo tiempo, lugar y circunstancia, sinrenunciar al valor de la propia posicin. Si lo relevante de la cultura occiden-tal es el relativismo de su propia concepcin, lo contrario al dogmatismo, lacuestin epistemolgica y poltica estar ms encauzada, consecuentemen-te, con principiosformalesque con cuestiones desustanciao contenido. Esaes la nica racionalidad de la que cabe hablar, una racionalidad pragmtica,

    12 La razn para el pragmatista [] no tiene por objeto la verdad sino la espe-ranza de obtener una mejor capacidad justificatoria. [} El problema de tener porobjeto la verdad es que, aunque de hecho se la alcance, uno no sabe nunca cundo laalcanza (Ibid. p. 213).

    13 Rorty, en conversacin con Walzer (RICHARDRORTY, La justicia como unalealtad ms amplia, enEl pragmatismo, p. 237).

    14 Desde mi punto de vista, la nocin de validez universal es tan innecesaria enepistemologa como en filosofa moral (Ibid. p. 238, en nota al pie).

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    D. PUCHE,LA JUSTICIA COMO MOTIVACIN A LA LEALTAD MS MPLIA470

    Vol. 67 (2009), nm. 131 MISCELNEA COMILLAS pp. 461-480

    pues no impone nada ni se presenta con la bandera de la verdad: ni renunciaa s misma ni ataca las concepciones de otros15.

    Racional es pues diluir en parte las posturas propias, aceptando la entra-da de otras con diferencias sustanciales pero puntos en comn en el mismocrculo de lealtades. En base a relativizar las creencias propias aceptar otrascuya oposicin a las nuestras es asimismo relativa: uno puede, al menoshasta cierto punto, confiar en esa gente16. La razn para ampliar el crcu-lo de lealtades no tiene as por qu recurrir a nociones trascendentales de

    justicia o moral, ya que estas concepciones son sustituibles por la bsquedade un acuerdo que pueda beneficiar a todas las partes. Es por tanto una

    estrategia racional, el propiciar acciones de consenso comunicativas, diraHabermas para obtener lealtad de uno o varios de los otros grupos, dandoa cambio la lealtad propia. Es racional eliminar enemigos haciendo de ellos,temporalmente al menos, aliados. Pero para ello, en primer lugar, no es ne-cesario recurrir a la distincin razn-sentimiento, en la que la superacinde las dificultades provenga del primer factor. Es ms, es precisamente elsentimiento17el que puede llevar al ideal de fraternidad humana, [] nocomo la imposicin de algo no emprico por encima de lo emprico, o dealgo no natural por encima de lo natural, sino, ms bien, como la culmi-nacin de un proceso de adaptacin []18, esto es, de flexibilidad en basea relativizacin. Y en segundo lugar, ms relevante si cabe, no se trata enningn momento de que un argumento superior a los dems sea finalmenteaceptado por todos tras larga deliberacin como en la teora de la accin

    comunicativa19: los argumentos y creencias de cada grupo se entrecruzandesdibujando algunos de sus mrgenes ms aparatosos para con los dems.Es una concepcin similar a la de la vinculacin familiar en la antropologaestructuralista, y en definitiva, como dice Rorty, cuestin de supervivencia.Un argumento aceptado mayoritariamente, por contener ms elementos encomn que otros entre diversos actores culturales, no es superior en vir-

    15 De acuerdo con esto, la diferencia que existe entre la presencia y la ausenciade racionalidad es la misma que existe entre una amenaza y una oferta, la oferta deuna nueva identidad moral y, por consiguiente, de una nueva y ms amplia lealtad, lalealtad entre grupos ms pequeos (Ibid. p. 241).

    16 Ibid. p. 243.17 [] Lo mejor es considerar que el progreso moral tiene que ver con una

    sensibilidadcada vez mayor, con una capacidad cada vez mayor para responder a lasnecesidades de una variedad cada vez ms grande de gente y cosas (RICHARDRORTY,tica sin obligaciones universales, enEl pragmatismo, p. 213).

    18 Ibid. p. 212.19 Ms an, la idea de mejor argumento slo tienes sentido si podemos iden-

    tificar una relacin de relevancia transcultural y natural que conecte las proposicionesentre s formando algo parecido al orden natural de razones cartesiano (R ICHARDRORTY, La justicia como una lealtad ms amplia, enEl pragmatismo, p. 245).

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    D. PUCHE,LA JUSTICIA COMO MOTIVACIN A LA LEALTAD MS MPLIA 471

    Vol. 67 (2009), nm. 131 MISCELNEA COMILLAS pp. 461-480

    tud de una mayor aproximacin a una racionalidad objetiva, sino que essimplemente mejor por producir mayoreficacia comprehensiva, y en virtud

    de ello mismo puede decirse que es racional. En este escenario, no hay ra-zn humana dilucidando razones universales, sino razn humana que buscacompromisos. Como corolario de todo ello hay que aadir que las razonesque finalmente se impongan pueden ser claramente etnocntricas, ser mscercanas a un grupo cultural que otro, de modo que el segundo renuncie ams cosas que el primero en orden a lograr la convivencia.

    CONSIDERACIONES SOBRE LA POSTURA PRAGMTICA2.DE RORTY

    Valga como sntesis lo siguiente: en todo momento la eficacia en la con-vivencia es el punto clave y meta de toda la argumentacin: la bsquedade una lealtad ms amplia, racional por atraer ms elementos a la propiacomunidad ([] como alguien que tiene una instructiva historia que con-tar20). El punto culminante de este planteamiento pragmatista es que esposible, deseable e incluso necesario que cada vez ms gente se identifiquecon un nosotros (que si adems es nuestro nosotros, mejor que mejor),pero no por alguna clase de principio trascendente, sino por motivos simple-mente prcticos, que encuentran su justificacin en ellos mismos, en el be-neficio que reporta la eliminacin de la disensin. Una vez ms es necesarioinsistir en la indeterminabilidad que se encuentra, al igual que en epistemo-loga al toparse con la verdad, en el hecho de que siempre para Rorty talampliacin del consenso y la lealtad puede ser perfectamente racional, perono la clase de racionalidad metafsica que presupone el kantismo o la razncomunicativa; y que si en cualquier caso nos topramos con ella, sera irre-levante, indistinguible de nuestras razones prcticas para alcanzar tal situa-cin e incognoscible. La calidad de las razones depende de su utilidadrelativa, de sus efectos positivos, y de ah se desprende que su consideracincomo reales21o vlidas es independientemente de cmo se hayan llegado a

    formar. Esto es un argumento ms en contra de un esencialismo metafsicoque precisa recurrir a principios que nada aaden a la solucin de proble-mas: en cuanto abandonemos la idea de que la finalidad del discurso es re-

    20 Ibid. p. 247.21 [] Una construccin social es simplemente el objeto intencional de un deter-

    minado conjunto de oraciones []. Todo lo que se necesita para que una cosa seaobjeto es que se hable de ella de una forma razonablemente coherente (RICHARDRORTY,tica sin obligaciones universales, enEl pragmatismo, p. 219).

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    presentar con precisin la realidad dejaremos de interesarnos por distinguirlas construcciones sociales de las dems cosas, y nos limitaremos a discutir

    acerca de la utilidad de los constructos sociales alternativos22

    .Creo que se puede hacer alguna crtica en torno a esta postura, y lo lle-var a cabo brevemente desde tres frentes. 1. En torno a la dicotoma me-tafsica entre la razn y el sentimiento, o entre lo artificial y lo natural, queRorty quiere ver superada. 2. En torno a la cuestin que he planteado comoindiscernibilidadentre actuar por principiosracionalesy actuar por princi-pios slopragmticos, que muy bien pueden coincidir, pero admitiendo surelativismo y practicidad, y no una forma trascendentalista. 3. En torno a lacuestin, precisamente, del origen de esos principios, sean racionales, o esasestrategias prcticas, sean pragmticas, por los que actuamos en situacionesde conflicto social.

    1. En primer lugar, parece que existe una ambigedad deliberada entrela razn como bsqueda de eficacia en la convivencia y el sentimientocomo sustitutivo de la moral, que se entremezclan en las motivacionesconducentes a la ampliacin del crculo de lealtad. Hay que recordar que lalealtad se trata de una gradacin que es adems revocable, tanto se puedeampliar como volver a reducir, segn la situacin. La lealtad se puede en-tender como un sentimiento de fraternidad, confianza y afecto hacia otraspersonas, que en su mxima expresin llevara a la filantropa universal. Porotro lado, un anlisis concienzudo y racional puede llevar a ampliar o redu-cir nuestro crculo de lealtad para obtener ventajas en la forma de vida, laseguridad, la defensa contra otros grupos, etc. Se tratara de una estrategia:ello es as porque, de acuerdo con esta explicacin de racionalidad, ser ra-cional y adquirir una lealtad ms amplia no son ms que dos descripcionesde una misma actividad. [] As pues, empieza a disolverse la oposicinentre argumento racional y sentimiento de simpata23.

    En el primer punto, en que la razn pragmtica coincide hasta ciertopunto con la razn filosfica tradicional, entiendo que para Rorty aqullainterviene en la definicin de la lealtad propia como un factor contextual,dicindonos el modo ms provechoso de actuar, y que puede detectarse aposteriori, si realmente hemos logrado solucionar un conflicto de conviven-

    cia o hemos obtenido lo que desebamos. Pero no sera una razn en smisma por la que actuar, no sera un cuarto punto d de los descritos msatrs (a-b-c, sin que emplee Rorty esta divisin). O en otras palabras, desdela postura de Rorty, que define loracionalo lorazonablecomo aquello queconviene con nuestro beneficio de forma no peyorativa, sera irracional

    22 Ibid., p. 219.23 RICHARDRORTY, La justicia como una lealtad ms amplia, en El pragmatis-

    mo, p. 242.

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    tener una postura filantrpica. Al menos en toda situacin que no sea deidlica naturaleza. Es decir, en toda situacin dada y dable. Como bien deca

    Rorty, si se diera tal situacin de expansin del sentimiento de cercana yfraternidad hacia toda la comunidad, o hacia toda la humanidad, la diviso-riasentimiento-raznse borrara. Pero como no puede darse tal situacin,sigue siendo contrario a naturaleza actuar por obligacin moral, segn sudefinicin tradicional kantiana. A mi modo de ver las cosas, esta nocinms fuerte [la de Kant y Habermas] es bastante intil. No veo qu sentidotiene decir que, en el caso de un holocausto nuclear, es ms racional preferira los vecinos que a la familia, o que es ms racional tomar la decisin deequiparar los salarios de todo el mundo que decidir preservar las institucio-nes de las sociedades democrticas occidentales liberales24.

    Probablemente tampoco Kant, ni Habermas, ni nadie, vea algo racionalni natural en quitar la comida a los propios hijos para drsela a extraos.Creo que Rorty falsea la nocin de moralidad tradicional que emplea paradar a entender que moral es en toda situacin contrario a nuestras ne-cesidades, o a las necesidades de nuestros seres queridos. Sostengo que noes contradictorio defender ambas cosas simultneamente, aun admitiendoque para ello se requiera cierto nivel de seguridad y proteccin de las nece-sidades (o lo que es lo mimos: no en todasituacin es contradictorio). Porejemplo, se puede participar de una poltica de igualdad social a la vez queproteger las necesidades de la familia. De hecho, casi todas las situaciones

    que vivimos en nuestra vida cotidiana pueden ser entendidas as: la lealtada un grupo u otro no plantea conflicto insoluble, es como la ms poderosafuerza de razn kantiana, que toma partido por una opcin sin negar quela otra tambin sea moral. No es necesario ir al caso de una guerra nuclear,pero si as lo hiciramos, habra que ver hasta qu punto se veran amena-zadas nuestras necesidades. Desde luego sera inmoral no repartir comidasi nos sobrase, antes que tirarla; pero si slo hubiera lo justo para nuestroshijos, Kant no dira que debemos quitarle la comida a ellos, como sugiereRorty: existe una mayor fuerza de obligar hacia los seres prximos, si no sepuede tratar a los otros como fines en s mismos, si por ejemplo amenazan

    nuestra vida.Por mi parte, admito que la moralidad no tiene por qu tratarse de algonatural, sino que antes bien, mantengo la distincin sentimiento-razn. Enlo que sigue tratar de justificar mi tesis. Rorty se expresa as: Si dejse-mos de concebir la razn como una fuente de autoridad y la concibiramos,simplemente, como el proceso de llegar a un acuerdo mediante la persua-sin, entonces empezara a desvanecerse el criterio platnico y la dicotoma

    24 Ibid. p. 244.

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    kantiana entre razn y sentimiento25. La razn aparece 1. como unfactorcontextual, no como una motivacin racionalque ira contra lo natural, lo

    coincidente con las necesidades de nuestra familia y amigos, y 2. comoalgo que se conocea posteriori. No obstante, Rorty hace ver quese puedenquererconsensos ms amplios, agrandar el crculo de lealtad, y que eso esracional. Pero no que un principio racional sea motivo para ello, lo quees absurdo. Racionaldescribe una situacin en las relaciones sociales hu-manas, no describe un principiomoral, pues hay que desecharlos. Ahorayo preguntara es contradictorio pensar en la razn como una motivacinpara ampliar la lealtad que pensarla como uncontexto situacional? Es decir,presuponiendo que la razn es alguna clase de facultad humana que nosproporciona productos racionales prcticos. En este momento, para criti-car la nocin de moralidad, parece que Rorty la decanta precisamente dellado contrario que anteriormente en base a esa ambigedad, del ladodel sentimentalismo moral, y no como antes, de la razn pura y dura queimpide que nuestros hijos coman. Dicho de otro modo de un modo no tandemaggico como en la frase anterior, al intentar acabar con el dualismorazn-sentimiento, o artificial-natural, emplea continuamente esos mismosprincipios divisorios. Por lo tanto siguen estando presentes, y no como algoyuxtapuesto, sino como complementarios.

    Pero si esto es as, entonces es la nocin de una lealtad ms amplia (laque aqu hemos llamado lealtad2) la que es incompatible, segn lo que indi-ca Rorty, con la naturaleza y la lealtad a la comunidad ms cercana 26. Es

    planteado en trminos de gradacin como continuamente resultan los mr-genes tan flexibles que no se puede determinar realmente lealtad alguna. Deeste modo quiere acabar con la nocin de moralidad, que sin embargo siguedefiniendo en cierto modo la direccin hacia el grupo ms amplio, habidacuenta de lo antinatural de seguir tal rumbo. Si desapareciera totalmenteeste criterio moral, no veo entonces cmo podra sustituirse, como preten-de, por la nocin de una lealtad ms amplia propiciada por el sentimien-to. Pues, por qu debera el sentimentalismo de nadie repartir la comidasobrante, o tratar de ampliar los derechos de que gozamos, o en generalampliar cualquier beneficio? Tal vez un principio moral acte tambin pordebajo de este sentimentalismo (acerca del origende nuestras mximas deactuacin me ocupar un poco ms adelante). Mi tesis a este respecto, esque la moralidad s sera un cuarto punto d por el que actuar en situacio-

    25 Ibid. p. 243.26 Segn este esquema: natural necesidades obligacin, deber, familia filantropa moral

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    nes de conflicto para definir nuestra lealtad, si as se quiere decir y queslo mediante ese principio artificial podra darse el salto de la lealtad1a

    la lealtad2. Es ms, que Rorty, con su explicacin tambin conduce a esto, sies que el actuar moralmente es contrario a nuestras necesidades, y por tantoa nuestra manera natural de actuar, nuestra manera sentimental. Es la tesisque empleo como ttulo de este artculo: la justicia o la moralidad son lasmotivacionesa la lealtad ms amplia.

    2. Siguiendo en esta lnea, habra que ver si la pretendida fusin ra-zn-sentimiento, y no su oposicin, pueden distinguirse de la nocin de

    deber moralque Rorty quiere eliminar, por absurda e innecesaria. Pondrun ejemplo del mismo Rorty, tal y como l lo ve: decir que el respeto delos derechos humanos nos exiga intervenir para liberar a los judos de lasgarras de los nazis, o a los bosnios musulmanes de las de los serbios es unmodo de decir que de no haber intervenido noshubiramos sentido inc-modos con nosotros mismos []27. Ahonda esto en la propuesta de que loque llamamos moralidad, de un modo filosfico, no es ms quecostumbres.

    Nuestrascostumbres. Pero, es esto lo mismo que hablar de la indiscernibi-lidadde la que venimos tratando para explicar la postura de Rorty respectode teoras filosficas tradicionales? Aqu quiero introducir, pues, la segundacrtica. Rorty asume que si intervenimos en estos casos, o al menos nosparece algo reprobable o nos repugna moralmente es por las circuns-tancias, digamos, emotivas (o sentimentales por usar la terminologa que

    venimos usando), hacia estas situaciones, y que definen nuestra cultura y

    costumbres. Pero en ningn caso porque lo encontremos inmoral, inmoralsegn un principio metafsico de moralidad. Simplemente repugna nuestrosentimiento y carcter. Si resulta que esto mismo es lo que manda hacer lafilosofa moral, es otro asunto. No podemos saber si nos parece horrible einmoral por cuestin sentimental (en torno a Hume), o si por ser inmoralnos parece horrible y repugna nuestro sentimiento (en torno a Kant). Elmismo Kant dira que lo inmoral y el sentimiento desagradable coincidiransin ms, pero no es esto lo relevante.

    Lo que quiero criticar aqu es que el hecho de que sea indecidible o in-cognoscible si el factor sentimental dicta lo que llamamos inmoral segn

    nuestra cultura, o si es al contrario, no tiene por qu llevar a desechar lasegunda opcin por intil (por no ser ya necesaria una normatividad mo-ral, sino tan slo una descriptividad cultural). Por qu no decir que puestoque no se puede saber cul opera realmente nos quedamos con la segundaopcin? La respuesta es simple: porque ha de predominar la opcin naturaly sentimental sobre la racional y universalista, lo que viene a ahondar en

    27 RICHARDRORTY, tica sin obligaciones universales, en El pragmatismo,p. 218.

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    que Rorty realmente no puede aceptar que de forma natural y sentimentalse ample al mximo el crculo de la lealtad de grupo, y por tanto mantiene

    la dicotoma que quiere ver superada, o a la que no quiere atender. No esposible aumentar el crculo de lealtades de forma natural. Por otro lado,que dos posturas con un mismo efecto son indiscernibles y por ello hay queeliminar la parte trascendental, es olvidar que el concepto queahoraformaparte de la cultura propia se ha logrado por esa misma racionalidad. No esirrelevante el origen de nuestras razones actuales.

    3. Esto me lleva a la tercera crtica, que ilustrar con este texto:Mientras que los metafsicos replican a Nietzsche que existe una baseracional para la creencia en Dios o los derechos humanos, los pragma-tistas responden que no hay nada malo en las tretas. Los pragmatistaspueden estar alegremente de acuerdo con Nietzsche en que slo a losdbiles esa gente dominada por los valientes, fuertes y felices guerre-ros que l idolatra se les poda haber ocurrido la idea de fraternidadhumana. Para los pragmatistas, sin embargo, ello afecta tan poco la ideade derechos humanos como la fealdad de Scrates afecta su explicacinde la naturaleza del amor []. Una vez desechemos la distincin entre ra-zn y pasin tambin dejaremos de discriminar una buena idea por culpade sus orgenes sospechosos28. Buena idea slo por nuestra cultura, nopor una objetividad de tipo absoluto o metafsico. Es decir, que no setrata de nada racional, slo prctico, para la mayora, al menos. Puedeque sea as, y sin embargo en qu complica las cosas admitir que ideas

    como sta de los derechos humanos pueden ser racionales, un tipo deconocimiento moral alcanzado con el tiempo? Es ms, creo que esto esprecisamente lo que defiende Rorty, como ocurre en toda su exposicin,aunque lo niegue. l dice que simplemente en nuestra cultura hemosllegado a pensar as, y simplemente lo asumimos como normal. De aqudesprendo dos puntos a tratar.

    Primero, respecto de esa indiscernibilidad entre lo supuestamente ra-cional y el producto de nuestra cultura, s que son dos modos de deciruna misma cosa. Que se haya llegado a eso por esfuerzos de pensadoreso activistas y por ello se lo llame racional no difiere en nada, creo yo, con

    entender que, a secas, es producto cultural nuestro. Ese barniz metafsicode decir que es un producto racional, no aade nada, dice Rorty, ni a laprctica resultante, ni a los principios mismos por los que nos guiamos.Por qu entonces denigrar su presencia, o decir que para nada sirven, oque no aaden nada a nuestras acciones y pensamientos culturales?Esos

    principios, son lo que definen nuestros aspectos culturales.Tanto como pue-dan serlo mandatos religiosos de Moiss o Jesucristo para nuestra cultura,

    28 Ibid. p. 217.

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    independientemente de que se crea en ellos como personajes iluminadospor Dios o como simples mortales. Son tretas (sic.), para Rorty. No se

    puede decir que de principios racionales se sigan resultados favorables?Pues al concepto de derechos humanos se ha llegado de modo racional.Rorty dice simplemente, como ejemplifica el texto anterior, que es irrele-

    vante cmo se haya llegado a ello, que lo importante es que aqu y ahoranos es til, o nos parece bien. Eso es negar la utilidad de la razn. De estose puede derivar an otra crtica, a la que no quiero sin embargo apenasmencionar, por la complejidad que traera a estas cuestiones ahora. Esla de que los crticos en general a la metafsica la presentan como pre-tendida depositaria de verdades universales, necesarias y muy abstrusasque por otro lado no pueden nunca demostrar, y lo que hay que hacer esceirse al conocimiento ms o menos natural que tenemos de las cosas. Ysin embargo acaban por guiarse por los mismos principios, diciendo queno lo hacen, que simplemente son coincidentes. Y puede que as sea; sinembargo, no se plantean si en realidad lo que un metafsico dice no es quehaya verdades ms all de todo entendimiento y demostracin humanas,

    sino si los productos de nuestro pensamiento demostrado son racionales,nada ms y nada menos. Lo que por otro lado como acabamos de ver, noest reido con su utilidad pragmtica. Y por ello pueden coincidir connuestra cultura, pues as los aceptamos, y no por ello ser rechazables comoinnecesarios.

    El segundo punto es sobre el origen histrico de nuestros principios

    o costumbres morales. Vimos cmo Rorty criticaba la supuesta evolu-cin moral de occidente, tratando de proponer una relativizacin culturalpara superar dificultades o conflictos. Por el contrario, entiendo que, porejemplo, nuestro concepto de libertad es un producto racional, o que esms racional una cultura que trata por igual a negros y blancos que aqu-lla que discrimina a los primeros en favor de los segundos. Y a ello se hallegado por motivaciones racionales, por argumentos de filsofos y otrospensadores y polticos que han trabajado para eliminar ciertas desigual-dades. Rorty nos dice que si esto ha llegado a ser as, ha sido por llegar aun punto de necesidades bien cubiertas y orden ms o menos estable que

    nos ha permitido dar derechos tambin a los negros o a las mujeres, etc.Por qu habran de hacerlo si estaban en el lado de los beneficiados? Larespuesta es clara, para Rorty: por una motivacin sentimental hacia ellos.Obvia que haya habido tambin una motivacin racional, dirigida al grupode personas ms amplio posible. Como vimos ms atrs, la equivalenciaque haca Rorty entre sentimiento y moral, concepto el primero que debasustituir al segundo, se disolva tan pronto como la situacin de prosperi-dad se acababa, de modo que bien podra ocurrir que en una situacin depenuria se volviera a esclavizar a los negros y a utilizar su fuerza de traba-

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    jo. Y se puede imaginar un apocalptico futuro que fuera as. Entonces lalealtad se reducira de nuevo, y ya no seracuestin sentimentalla de am-

    pliar los derechos al grupo ms amplio posible. En cambio, el concepto demoralidad, aunque se diera esa situacin de hecho, no cambiara en nadasu contenido. En qu diferencia esto las cosas? Es relevante conocer lasmotivaciones que empleamos para justificar nuestras acciones, en casos demoralidad y conflicto social, por la lealtad que en otros podemos encontrarargumentando nuestras razones. Esto muestra adems que s hay logroshistricos en cuestin moral. Etnocentrismo eglatra? Indiferenciableuna cosa de otra? Lo que no es indiferente es cmo se ha trabajado y argu-mentado para llegar a ello.

    Podemos entender nuestros logros actuales por un pasado histrico de

    guerras, luchas sociales, equilibrios de poder y dems, pero tambin justi-ficarlos racionalmente como pasos en favor de un modo de vida ms igua-litario. La Revolucin francesa es el ejemplo mximo. Para Rorty, comoindicaba en el texto de Nietzsche, cmo se haya producido el cambio noimporta para nuestra consideracin actual de ciertos elementos como realeso vlidos como los derechos humanos. Yo sostengo que s importa y esuna diferencia apreciable el cmo se haya llegado a condiciones actualesde existencia, pues por otros motivos no se hubiera producido del mismomodo. Aunque la resultante para Rorty simplemente fuera una diferenciacultural ms. Que s es relevante se ve claro en que, tambin para casos

    futuros hay una diferencia. De lo que se haga hoy y se argumente racional-mente depender el futuro de individuos, comunidades y naciones. No esseparable, como pretende Rorty, un estilo de vida que las motivaciones ra-cionales a priori y las justificaciones racionales a posteriori repor-tan. l dice que se puede atraer a ciudadanos de otras culturas al nosotrosejemplificando los beneficios de nuestro modo de vida. Pero no dice cmose han logrado gran parte de esos beneficios. Paralelamente, de lo que hoyse efecte depender la adhesin al nosotros de otros ciudadanos, y quizargumentos racionales como libertad, principio de igualdad, separacin depoderes, secularizacin y otros muchos intervengan en las motivaciones que

    lleven a la lealtad a nuestro modo de vida.

    CONCLUSIONES3.

    Rorty1. falseael concepto tradicional de moralidad, de forma que pretendeque, segn aqul, moral sera aquellocontrario a nuestras necesidades

    o a las de los nuestros. La moral sera, de esta forma, pura abnegacin,

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    sacrificio. Pero esto no es as, y toda tica clsica ha dejado un lugar (enel que consiste su racionalidad) al inters propio.

    La nocin de una lealtad ms ampliasera por lo tanto la que resulta2. ser incompatible con la naturaleza humana y con la lealtad a la comu-nidad prxima. Rorty quiere acabar con la nocin de moralidad a la vezque intenta dirigir la accin transformadora del mundo hacia el grupoms amplio posible, lo cual conduce a aporas insalvables.La nica forma de evitarlas es la deliberadamente ambigua distincin3.entre larazny elsentimiento, que se entremezclan en las motivacionesque conducen a la ampliacin del crculo de la lealtad y la justicia. Noest nada claro que la utilizacin del par conceptual razn-sentimien-to pueda distinguirse operativamente de la nocin de deber moralqueRorty quiere eliminar por obsoleta.Ello se debe a que llega a hacerse4. indecidiblela distincin entre ambosprincipios como fundamentos del hecho moral. Ante esta indescernibi-lidad (en el fondo, la de una moral pura respecto del inters propio),por qu no creer racional en sel comportamiento moral, al margenincluso de intereses, por ejemplo cuando hablamos de derechos huma-nos? En suma, Rorty confunde necesariamente, por el punto de partidapragmtico de sus anlisis, la ratio essendicon laratio cognoscendidelo moral.Rorty, como muchos otros crticos de la metafsica (llamemos as al5.discurso racional puro), termina defendiendo las posturas sostenidas

    por sta, pero afirma no estar hacindolo, sino que sus planteamientosson simplementecoincidentes. Lo que no se aclara es el por qu de esasupuesta incompatibilidad entre lo racional y lo pragmtico, que ala hora de la verdad terminan coincidiendo en las conclusiones, aunquepartan de premisas distintas. Esto sera lo que hay que explorar.

    BIBLIOGRAFA SELECTA SOBRE LA CUESTIN4.

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