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254 EditorialJoan Gasparin

Joan Gamper 22 · 08014 BARCELONATEL. 93 430 64 79 · FAX 93 363 16 95

[email protected]

255 Carroll DunhamTraducción: Germán Guahardo Bernal

261 Anorexia y bulimia desde la psicohomeopatia Por Lic.Norberto Litvinoff - Dr.Guillermo Tesone

266 La cortisona de la Homeopatía: la crema mágica

sumario

268 Las aportaciones de Masi Elizalde

274 Las diluciones cincuenta milesimalDr. Flavio Briones S. M.V.

280 Relación de la Familia Real con la Homeopatía Española

283 Apuntes sobre curación y sanaciónLuis Detinis

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editorialApreciado Socio/a

En este siglo XXI, la Homeopatía va a tener un mayor desarrollo terapéutico, enfocándolo hacia la evolución mental y emocional del ser humano, lo que yo denomino Homeopatia.2.

Si tanto el Dr. Gallawardin en su libro “Repertory of the Psychic Medicines with Materia Medica” en el cual describía su expe-riencia clínica de las personalidades de los pacientes, como J. T. Kent en su libro “Lecciones de Materia Médica” introdujeron el término “Personalidad del remedio”, parece razonable indagar más sobre este aspecto.

En un futuro venidero los homeópatas (de hecho, ya lo hace-mos) ayudaremos a restablecer estos cuadros clínicos pertur-bados emocionalmente, que está viviendo la sociedad, bien sea por su alejamiento de la naturaleza o por la visión excesiva-mente materialista que nos aleja de la importancia de regresar a conceptos más espirituales que necesitamos.

¿Cuantas veces nos encontramos en consulta con niños cada vez más violentos, personas deprimidas, algunas casi rallando la esquizofrenia, que no encuentran solución a sus problemas?. Un ejemplo de ello, lo tenemos con Hyosciamus, un remedio que ayuda a personas que, por celos o surmenage intelectual, empiezan a sufrir de delirios: como que les quieren envenenar, desean desnudarse en presencia de extraños, etc.

A mi entender, quien está desarrollando mejor este concepto es el Dr. Didier Grangeorge, quien nos narra remedios que pueden ayudar a restablecer matrimonios rotos, remedios para conec-tarnos con nuestro ser espiritual, etc.

Para estas desviaciones, a veces, solo con tratamiento psicológico, no es suficiente. Aquí entra en juego la homeopatía, al restablecer un aspecto emocional dañado. Esto es, a mi entender, la homeopatía.2.

Joan Gasparin Presidente de la Sociedad Española Homeopatía Clásica

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CARROLLDUNHAM (1828 -1876)

Hahnemann ha tenido se-guidores de diversas ten-dencias, algunos desde la metafísica otros desde el naturalismo. En América los hahnemannianos del siglo XIX más destacados fueron Constantino Hering y Carroll Dunham. Com-pañeros en la fundación de facultades de medicina con homeopatía, así como asociaciones médico ho-meopáticas, Dunham fue sin embargo el científico ejemplar del siglo XIX.

Para el historiador Harris Coulter “Ca-rroll Dunham, célebre hahnemanniano angloamericano fue notable por su labor como investigador experimental, acadé-mico, fundador de escuelas y asociaciones, destacando en su intento de unificar el gre-mio homeopático en el American Institute of Homeopathy del cual fue presidente.”

Médico graduado del Columbia College de Nueva York Dunham inaugura el empleo del lenguaje de la teoría y el método científico en sus disertaciones sobre homeopatía. Es pues el primer epistemólogo de esta disci-plina médica. Además investiga y promue-ve la ciencia mediante ensayos clínicos ho-meopáticos en grupo a nivel hospitalario. Dunahm es pionero en el empleo de la pro-piedad semántica en sus ensayos y textos,

pero también en la expe-rimentación que lo lleva a recomendar el empleo de dinamizaciones altas como la 200c y la 1000c para todo tipo de afecciones, agudas o crónicas. Busca fraterni-zar con la comunidad no homeopática, mediante el reconocimiento y respeto a las diversas especialida-des médicas; fomenta la formación del homeópata profesional previa titula-ción como médico; escribe la primera farmacodinamia narrativa o comentada,

a manera de relato didáctico del medica-mento apropiado para facilitar su estudio y comprensión por el alumno. Su farmacodi-namia narrada fue ejemplo para sus suce-sores Nash y Kent, quienes la perfeccionan y superan a Dunham en este renglón. Poste-riormente Nash y Kent inspiran a Margaret Tyler en ésta forma de presentar la Materia Médica.

En aquella época su criterio científico riva-lizaba con la influencia que el místico Ema-nuel Swedenborg ejercía sobre un grupo de homeópatas norteamericanos religiosos e influyentes. Kent, por ejemplo, es un se-guidor parcial de Dunham, al proseguir la divulgación del empleo de altas dinamiza-ciones tanto en enfermedades agudas como crónicas. Sin embargo en torno a los prin-

Traducción: Germán Guahardo Bernal

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cipios del marco teórico homeopático, Kent prefiere distanciarse de Dunham y se coloca en las filas metafísicas de los swedenbor-gianos (ver Filosofía Homeopática de Kent).

Dunham y Hering fueron los lideres indis-cutibles de la homeopatía anglosajona del siglo XIX. Dunham fue director del Ameri-can Institute of Homeopathy y en un pro-yecto que ahora podemos reconocer como precursor de la Liga Médica Homeopática Internacional, Dunham promovió y dirigió la primera Convención Mundial Homeopá-tica. En todo procuraba siempre la unifi-cación del gremio homeopático y tenia la firme convicción de que esto seria posible en base a un criterio médico y científico. A continuación se presentan los párrafos más trascendentes de su pensamiento.

Frases de Carroll Dunham.

Selección de citas a partir de TEXT BOOK OF MATERIA MEDICA. Antología de clases de farmacodinamia dictadas por Dunham en el New York Homeopathic Medical College.

Quien ejerce la medicina cumple muchas fun-ciones en la práctica profesional. Puede diag-nosticar, actuar como cirujano, dar antídotos químicos, prevenir actuando como higienis-ta, o bien brindar tratamientos que modifi-quen al organismo hasta terminar la actividad morbosa, suplantándola por una saludable.

La primera tarea es formular un diagnóstico, al cual sigue el pronóstico. Los fármacos se em-plean si la enfermedad no corresponde a solu-ciones mecánicas, químicas, higiénicas, según lo indiquen las leyes fisiológicas, siendo éstas incapaces de devolver la salud al enfermo.

Sostenemos que no hay otro camino para prescribir correctamente con seguridad y curar rápidamente al paciente, que el de elegir los fármacos en estricta concordan-cia con la similitud de los síntomas. Pero esta adhesión a la ley terapéutica en modo

alguno equivale a declarar que los síntomas constituyen realmente la enfermedad. Para valorar los síntomas en la prescripción re-querimos del conocimiento de la fisiología y la patología hasta sus máximos recursos, auxiliándonos de otras disciplinas de la ciencia médica. Nos ofrecemos en sacrificio por la ofensa a estas respetables ciencias, auxiliares y subsidiarias, al gran objetivo y finalidad práctica de la medicina, la apli-cación de fármacos para curar al enfermo. No conoceremos la función pervertida si no estamos familiarizados con el funcio-namiento normal, en salud. No podremos reconocer un tejido modificado o enfermo si no estamos familiarizados con el tejido sano. El conocimiento del tejido sano lo obtenemos de una ciencia, la anatomía; el conocimiento de las funciones en salud, de otra ciencia, la fisiología.

Las interrelaciones de los diferentes órga-nos del cuerpo son tan íntimas que cuando las funciones de ciertos órganos están al-teradas invariablemente se afectan algunos otros órganos. Conocer esto es indispensa-ble y es una ayuda de incalculable valor para apreciar el verdadero estado de nues-tro paciente. Este tipo de conocimientos es propio de la patología, ciencia que se ocu-pa de las relaciones y funciones alteradas del organismo enfermo.

La terapéutica es la ciencia de tratar al enfermo con fármacos. De estas aulas nos graduamos como médicos ¿no tendre-mos otras obligaciones profesionales hacia nuestros pacientes que las de administrar-les fármacos? Con seguridad que sí. Por lo tanto hemos de ser homeópatas y algo más.

Recuérdense pues los alcances y límites de la homeopatía. Queremos evitar malenten-didos y que se nos adjudique la creencia de que, por ser homeópatas, todas las en-

La homeopatía es la ciencia de la terapéutica, tiene los ele-mentos de toda ciencia natural.

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fermedades deben ser tratadas únicamente por fármacos. Siendo la homeopatía una ciencia que maneja fenómenos naturales –los fenómenos del enfermo y fármaco en su relación con el ser humano vivo- se ubica junto a las otras ciencias físicas naturales.

Quien ejerce la medicina cumple muchas funciones en la práctica profesional. Puede diagnosticar la enfermedad, descubrien-do y dilucidando el sitio de la misma y sus efectos. O bien, si es que pretende resta-blecer la salud del enfermo, puede actuar como cirujano u obrar como el químico con antídotos de las sustancias nocivas que per-judican al organismo; puede ser un higie-nista y prevenir mediante un régimen que se adapte a las leyes de la fisiología, regu-lando su vida al alejarlo de las causas de su enfermedad. Puede obrar como terapeuta, administrando sustancias que modifiquen el organismo hasta lograr su curación.

Aunque el empleo de fármacos debe estar subordinado a las medidas higiénicas, sabe-mos que por más que atendamos a las nece-sidades higiénicas del paciente, por sí mis-mas pueden ser insuficientes para curar su enférmedad. Aun regulando sus costumbres y haciéndole observar estrictamente las leyes fisiológicas, seguirá padeciendo tras-tornos en sus funciones, que si no son co-rregidas, llevaran a lesiones, déstrucción de órganos o bien a la muerte. Debemos en-contrar algún medio particular que actúe en el enfermo curativamente, una terapia far-macológica. Pero cómo investigar la natu-raleza y propiedades de cada medicamento en particular? Denominamos patogenesias a la investigación de los fármacos homeopá-ticos. Se realiza por un grupo de observado-res independientes. Las coincidencias de los efectos observados son pruebas alentadores de la justeza del método. Aplicando los co-nocimientos fisiológicos a los resultados de esas patogenesias se logrará una aprecia-ción más o menos completa de la acción de un fármaco. De esta manera investigamos la naturaleza y propiedades de los fármacos.

La fórmula de la similitud Por Carroll Dunham

Comparando el conjunto de sínto-mas del paciente, con los producidos por los fármacos conocidos, encon-tramos al más si-milar. Contra este método empírico y casi mecánico se objeta el no to-mar en cuenta las causas de los sín-tomas; no relacio-

nar los síntomas con sus causas; ignorar in-cluso la fisiología y la patología, ciencias que tanto han aclarado la naturaleza y causas de las enfermedades; que en la prescripción se pueden cometer grandes errores, ya que iguales síntomas exteriores pueden deberse a causas internas muy diferentes.

En verdad, al momento de emplear esta ley terapéutica, el agregado de síntomas constituye la enfermedad y orienta hacia la prescripción correcta en la curación rápida y segura del paciente. Pero queremos acla-rar que esta adhesión a la ley no equivale a declarar que los síntomas constituyen real-mente la enfermedad; veremos que no hay riesgo de confundir diferentes enfermedades -engañados por una similitud en sus sínto-mas-. Y si no demostramos que para valorar los síntomas requerimos del conocimiento de la fisiología y la patología como máximos recursos, auxiliándonos de las otras discipli-nas de la ciencia medica, nos ofrecemos en sacrificio por la ofensa de esas respetables ciencias, auxiliares y subsidiarias a ese gran objetivo de la medicina, la aplicación de fár-macos para curar al enfermo.

Solo conoceremos la función pervertida de la enfermedad si estamos familiarizados con el funcionamiento normal, en salud. No podre-mos reconocer un tejido modificado o enfer-

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mo si no estamos familiarizados con el tejido sano. El conocimiento del tejido sano se ob-tiene de la ciencia de la anatomía: el de las funciones en salud de otra ciencia, la fisiolo-gía. Por ello admitamos que no conoceremos los síntomas que son las manifestaciones de la enfermedad, si no estamos familiarizados con la anatomía y la fisiología. Asimismo, sin la ayuda de la fisiología y la patología se-remos enteramente incapaces de reconocer, discriminar y valorar los síntomas.

Conocemos a esos síntomas como caracte-rísticos y son de la mayor importancia en la prescripción. Difieren de los síntomas pa-tognomónicos requeridos en el diagnóstico.

La terapéutica es la ciencia de tratar al en-fermo con fármacos, reconocemos así los límites y alcances de la homeopatía. Las lesiones y accidentes a que está expuesto el hombre, pueden requerir la intervención del cirujano. Aunque la ciencia terapéuti-ca nos permite recurrir menos a la inter-vención quirúrgica que lo estimado bajo la atención alopática. La homeopatía nos per-mite curar enfermedades previamente con-sideradas exclusivas del tratamiento mecá-nico-quirúrgico. No podremos discernirlo si ignoramos ambas ramas de la ciencia, si no sabemos todo lo que puede conseguirse con la terapéutica desde la homeopatía, si ignoramos asimismo los recursos y limita-ciones de la cirugía. Los progresos registrados en los últimos treinta años en fisiología, patología, quí-mica e historia natural, han conferido a la medicina preventiva un alcance e impor-

tancia inimaginables hasta entonces. Se demostró que muchas enfermedades epidé-micas dependen de las condiciones en que vive el individuo, la familia y la comunidad, condiciones que pueden ser modificadas y atendidas: drenaje inadecuado, ventilación deficiente, alimentos y bebidas malsanas, falta de luz y calor, profesiones perjudicia-les, costumbres y relaciones sociales inco-rrectas. Por cierto que no hay tarea más im-portante para el médico que la prevención de las enfermedades mediante su esfuerzo diligente -sea como funcionario público o consejero médico familiar o individual- para mejorar lo ambiental, eliminando las causas materiales de la enfermedad.

La investigación ha demostrado también que ciertas enfermedades dependen en parte de gérmenes o parásitos cuya elimi-nación por medios químicos o mecánicos es condición esencial para la salud. Al elimi-narlos así, cumplimos con nuestro deber tan plena y fielmente como al administrar, según la ley homeopática, el remedio que modifica de tal modo los procesos vitales del organismo que impedirán el desarrollo de gérmenes y parásitos.

Hago énfasis en las variadas disciplinas mé-dicas pues debe quedar claro que la homeo-patía solo se aplica en el tratamiento del enfermo mediante fármacos. Si no queda claro, si no comprendemos que en calidad de médicos tenemos otras funciones además de administrar fármacos, podemos equivo-carnos. Sucede a muchos que en su esmero por aplicar la ley homeopática de curación en todas sus actividades profesionales, pre-tenden introducirla no sólo en lo atendible con fármacos, sino también sustituir los pro-cedimientos y menesteres de la cirugía, obs-tetricia, higiene, química y mecánica. Por temor a parecer desleal al principio guía, que no puede operar como orientación en ninguno de esos niveles, se colocan en el di-lema de descuidar algo que es fundamental para la seguridad o curación de sus enfer-mos, faltando así a su deber como médicos.

La intención de la ley terapéu-tica es individualizar. A veces resulta difícil elegir el más similar pero quien prescribe debe pasar por este proceso y solo obtendrá el más similar si encuentra algún síntoma o secuencia de síntomas exclu-sivos del fármaco distintivo.

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O bien si buscan explicaciones falsas que se amolden a la ley homeopática, poniéndose en ridículo ellos y la ciencia que como tera-peutas ejercen y enaltecen.

La Ciencia de la Terapéutica. Por Carroll Dunham

Soy partidario de una completa libertad de opinión y práctica, pues estoy seguroo que en perfecta libertad más pronto llegará el conocimiento y la pureza de la práctica que todos deseamos. La medicina científica posee la capacidad del progreso infinito en cada uno de sus elementos, sin detrimento de su integridad como un todo.

Para lograrlo, será necesario probar que tal ciencia es posible, demostrar cuáles deben ser su naturaleza y condiciones, y demos-trar que en el pasado la medicina no conta-ba con los medios para construir una cien-cia que cumpliera con tales condiciones. Es nuestro objetivo discutir la naturaleza y condiciones de la ciencia de la terapéuti-ca, así como la manera en que esta ciencia puede estudiarse y para conformarse en el arte práctico de la medicina.

El profesional médico debe apoyarse en el conocimiento de la patología para derivar conclusiones sobre la naturaleza, causa y pronóstico de la enfermedad. No es territo-rio de la terapéutica, es un problema para la historia natural de la enfermedad, que el médico aborda tal como un naturalista analiza algún problema en la física.

En la práctica general se atienden muchas condiciones de sufrimiento intenso y aun mortal, que se resuelven exitosamente por la aplicación del conocimiento científico fue-ra de la terapéutica. Eso nos muestra que un conocimiento completo de la fisiología, la patología y la higiene son indispensables para que el médico pueda realizar un análisis preliminar de un caso y determinar a qué ca-tegoría pertenece, si amerita el tratamiento medicamentoso en parte o en su totalidad, si es que cae en los dominios de la terapéutica.

Debemos introducir un nuevo elemento, la acción que un estímulo especial que pueda causar sobre la susceptibilidad del orga-nismo para restaurar la salud. La fórmula que relacione estímulos y susceptibilidades podrá descubrirse al aplicar la inducción a multitud de instancias de acción y reacción, confirmadas luego por verificaciones de-ductivas. Esta fórmula se constituye como una ley empírica, un principio fundamental de la terapéutica. Con este método, hará lo que todo estudiante de cualquier rama de la ciencia natural hace y ha hecho.

Consideremos ahora dos condiciones que definen toda ciencia natural. Primero la capacidad de progreso infinito en cada ele-mento sin detrimento a su integridad como un todo. Nuestro conocimiento de los fe-nómenos naturales gana continuamente en comprensión y detalle, mientras nuevos elementos se incorporan constantemente a nuestro acervo... Cambios poderosos ha su-frido la óptica por recientes descubrimien-tos, pero la estructura de esa ciencia y sus fundamentos descansan imperturbables, mientras se enriquece y no se revoluciona por ello. Lo mismo vale para la química. A medida que nuestros instrumentos de investigación son más exactos y extensos, nuestro conocimiento de las propiedades de los cuerpos se incrementa, mientras la ley de la afinidad química en proporciones definidas permanece inalterada. Esta mis-ma ley se sujeta a generalizaciones más extensas. Es el caso de las revolucionarias

La homeopatía se considera la ciencia de la terapéutica, pues suponemos que antes de establecerse la homeopatía con su fundamento científico, la terapéutica no existía como ciencia. A los homeópatas les corresponde mostrar la juste-za de esta proposición.