Obra el gigante de la cienega

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EL GIGANTE DE LA CIENEGA

NARRADOR: - Damas y caballeros, niños y niñas, les pido su amable atención al suceso que cambio la historia de el mágico pueblo de la Ciénega de Zimatlán.Todo empezó con el ingenioso plan de los hermanos Peña Don Abraham y Don Javier, ambos dueños de parcelas de caña a orillas del río “Nilo-huela”.

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DON ABRAHAM: - Querido hermano, hace tiempo que debimos tener esta plática, y tú sabes muy bien de lo que estoy hablando y a que me refiero.

DON JAVIER: - Se a lo que te refieres mi estimado hermano, se trata de la panela, no debimos esperar tanto tiempo a que el agua nos llegará al cuello, ahora ya es demasiado tarde, ya nadie quiere comprarnos la panela que producimos, los terrenos de caña cada día son menos y la gente joven no quiere trabajar más en el campo y menos quieren ir a la escuela.

DON ABRAHAM: - Por lo costosa que esta la vida, últimamente la gente ya no se da tiempo de cocer una calabaza para sus hijos, es más fácil soltar unos pesos y mandarlos a la tienda a comprarse algunas chucherías, que perder el tiempo para preparar unos deliciosos buñuelos bañados con jarabe de panela, o ir por unas deliciosas charrascas al trapiche.

DON JAVIER: - Me acuerdo y me da mucha nostalgia debido a que antes nuestros trapiches producían y mantenían a tantas familias, ahora y apenas los mantenemos de pie.

DON ABRAHAM: - Tienes toda la razón mi querido hermano, es precisamente por lo que quería platicar contigo.

DON JAVIER: - Te escucho y tienes toda mi atención.

DON ABRAHAM: - Bien, tengo un plan para generar un poco de efectivo que nada nos caería mal en este tiempo tan difícil.

DON JAVIER: - A ver hermano antes de que sigas, mientras no se trate de algo ilícito prometo entrarle, pero si se trata de hacer daño a alguien no mas te digo que aunque me este llevando la tristeza jamás le haría daño a nadie.

DON ABRAHAM: - No te preocupes nadie saldrá lastimado, uno que otro engañado pero nada de que preocuparse.

DON JAVIER: -Entonces dime cuál es tu plan.

DON ABRAHAM: -Mira es algo muy sencillo, un gigante de dulce.

DON JAVIER: -¡De dulce!

DON ABRAHAM: -Si hermano un gigante de dulce, pero no de cualquier dulce, si no de panela.

DON JAVIER: -Oye entiendo que estamos muy amolados, pero de que nos serviría hacer un gigante de panela, no entiendo el propósito.

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DON ABRAHAM: -Quizás sea mejor así, solo prométeme que cooperaras con todo lo que te diga.

DON JAVIER: -Esta bien, todo sea por ayudar a mis trabajadores que tiene ya un mes que no he podido pagarles.

DON ABRAHAM: -Necesitamos construir un gigante de Panela.

DON JAVIER: -Cuenta con toda la panela necesaria para hacerlo.

DON ABRAHAM: -Iré a visitar a un viejo amigo mío que es escultor para que lo haga.

NARRADOR: -Así fue como los dos hermanos construyeron una gran farsa, y una vez terminado el gigante los hermanos lo enterraron en una de sus parcelas, y pasado un año desde aquel entierro buscaron a dos inadvertidos e inocentes mozos Bacholino y Herbacio para que hicieran el gran descubrimiento.

DON JAVIER: -Oigan bien, quiero que me hagan un pozo justo aquí, entendieron.

BACHOLINO Y HERBACIO: -¡Si señor!.

NARRADOR:- Don Javier se retiró, y los dos mozos se pusieron a trabajar sin ningún reparo y sin esperar la gran sorpresa que aguardaba, a solo un metro de la excavación encontraron lo que parecía ser una enorme pierna pegada a un enorme cuerpo, Bacholino exclamo …

BACHOLINO: -¡Parece que aquí enterraron a un antepasado!.

HERBACIO: -Si, es cierto, parece un gigante vamos a descubrirlo.

(se ponen a desenterrar al gigante)

HERBACIO: -Es mejor que demos aviso a nuestro patrón para que venga a ver.

BACHOLINO: -Si, vamos pronto, porque ya me está dando miedito.

NARRADOR: -Los mozos llegaron a la casa de Don Javier, éste ya los esperaba con la noticia y fingió gran asombró al escucharlos.

BACHOLINO Y HERBACIO: (jadeando por la carrera) - Don Javier, Don Javier, no nos va a creer pero en el lugar donde nos dijo que hiciéramos el pozo, encontramos un difuntote.

DON JAVIER: -A ver a ver, con calma, ¿qué fue lo que encontraron?

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BACHOLINO: -Un difuntote, está más alto que Don Cañoalote.

HERBACIO: -Y eso que Cañoalote mide lo de una caña cortada de cabo a rabo.

DON JAVIER: -Pero eso es imposible, a ver muchachos vamos a ver si es verdad lo que dicen.

NARRADOR: los hombres le enseñaron el sitio a Don Javier el cual ya le era conocido tanto el lugar como lo que había en el hoyo, sin embargo mostró gran asombró y desconcierto.

DON JAVIER: -Pronto llamaré a mi hermano Abraham, él sabrá que hay que hacer con este asunto.

DON ABRAHAM: -Que pasó hermano vine en cuanto me entere de la noticia.

DON JAVIER: -Mira lo que encontraron mis mozos.

DON ABRAHAM: -Parece ser un gran descubrimiento, sin lugar a dudas se trata de un gigante del que habla las santas escrituras, pronto demos parte a las autoridades y ustedes dos tengan (les da unas monedas) vayan a la cantina de Doña Tencha y tómense un mescal para el susto, y desahóguense dicen que no es bueno quedarse con estas cosas y Doña Tencha es buena escuchando.

NARRADOR: Lo que Don Abrahan Sabia es que Doña Tencha aparte de ser buena escuchando era más buena informando, y pronto todo el pueblo se enteró del gigante y al otro día en el lugar del descubrimiento una gran muchedumbre fue a ver con sus propios ojos el gran descubrimiento.

DON ABRAHAM: -Pasen, pasen, acérquense y vean el maravilloso descubrimiento, “El Gigante de la Ciénega”, véalo con sus propios ojos y que no le digan que no le cuenten pase, pase.

REPORTERA: -Me encuentro en el ahora famoso pueblo de la Ciénega, donde los hermanos Peña descubrieron en sus terrenos un gran hallazgo lo que parece ser un gran hombre de piedra, ahora vamos a entrevistar a los responsables de este descubrimiento.

REPORTERA: -¿Cuáles son sus nombres?

HERBACIO: (saca un enorme peine de la bolsa de su pantalón y se peina) -Me llamo Herbacio y mi compañero Bacholino.

REPORTERA: -Es verdad que ustedes descubrieron este gigante.

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BACHOLINO: -Mire “ansté”, nosotros estábamos escarbando un pozo donde el Cañal del patrón Javier allá cerca del rio Nilo-huelas, cuando…

REPORTERA: -A ver si entendí bien, estaban haciendo un pozo cerca del rio, pero eso suena algo incoherente no cree.

NARRADOR: En eso se acercó Don Abrahan quien estaba muy al pendiente de lo que preguntaba la reportera e intervino en la entrevista desviando la conversación.

DON ABRAHAN: -Hola disculpe soy dueño de las parcelas donde se llevó a cabo el descubrimiento y quiero aprovechar para felicitarla por su gran programa.

REPORTERA: -Si muchas gracias, nuestro éxito se lo debemos a nuestros queridos televidentes. DON ABRAHAN: -Si lo sé, y es por eso que quiero invitarlos a que vengan y se convenzan de este gran hallazgo.

NARRADOR: El comercial que hizo Don Abraham dio resultado, y cada día llegaban a la Ciénega más y más gente de pueblos vecinos que entre curiosos, aventureros, chismosos, ricos, pobres, hasta enfermos buscando un milagro llegaban a depositar su fe ante el gran gigante, pero entre ese gentío también había uno que otro incrédulo que veía el fenómeno como un acto fraudulento, uno de esos incrédulos era el doctor muy respetado del pueblo que hacía tiempo que tenia rencillas con los hermanos Peña y sabía que todo podía ser un engaño por ello mando a llamar a la capital a su primo Diego, un brillante antropólogo para que investigará el caso.

Al otro día en la cantina de Doña Tencha había un encuentro familiar, el Doctor y su primo festejaban un reencuentro que ya hacia tiempo que no se miraban. DOCTOR: -Hola primo te he mandado traer porque quiero que pares esta farsa, no me gusta ver como esos pillos de los hermanos Peña se aprovechan de la ingenuidad de nuestra gente, quiero un hasta aquí, no lo soporto más.

DIEGO: -Tranquilízate primo, y nos llegará el día, la verdad siempre sale a la luz y si este asunto del gigante es falso seguro que, gigante será la vergüenza de los que hayan tramado este engaño.

DOCTOR: -Mañana por la mañana iremos al lugar donde se hizo el hallazgo.

DIEGO: -Mañana será otro día y hoy digamos salud por la familia, el amor y la ciencia, las tres cosas que nos muestran la verdad absoluta.

NARRADOR: Lo que los inadvertidos primos no contaban con que Doña Tencha estaba atenta de la plática familiar y no dudó en sacar provecho de la información obtenida, así que esa misma tarde fue a ver a Don Abrahan para contarle los

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planes del Doctor y su primo capitalino, Don Abraham agradeció el favor de Doña Tencha dándole un buen incentivo y le pidió que le consiguiera a un teporochito el cual hiciera cualquier cosa por un trago de mescal y preparó una mentira más para recibir a el Doctor y su primo.

TEPOROCHITA: - ¡Miren le esta brotando agua milagrosa al gigante!.

TEPOROCHITO: - Beberé un poco de esta agua para que se me quite esta ceguera.

(Toma un poco de agua del costado del gigante)

TEPOROCHITO: - ¡Milagro, milagro estoy curado, gracias al agua dulce que brota del costado de este gigante estoy sano. (se ponen a bailar)

NARRADOR: toda la gente comenzó a tomar agua que brotaba del gigante, un truco de Don Abraham que había preparado una noche antes.

DOCTOR: -Mira primo como esta gente se amontona para tomar ese liquido disque milagroso.

DIEGO:- Vamos averiguar de que se trata, tráete un bote y vamos a tomar una muestra para investigar que tan milagroso es.

( El Doctor y su primo dan un sorbo a la botella).

DOCTOR: - Esta dulce.

DIEGO: - Me parece un preparado de caña.

DOCTOR: Si, es verdad me sabe a guarapo.

DIEGO: No hay ni existen guarapos milagrosos, sin embargo es una bebida muy rica.

DOCTOR: -Lo único que cura el guarapo es la bilis que me hacen pasar los hermanos Peña y su gigante milagroso.

DIEGO:- Ahorita cuando caiga la noche regresaremos a visitar al gigante.

DOCTOR: - Estoy seguro que esta noche Don Abraham preparará mas de su agüita milagroso y nosotros estaremos ahí para desenmascararlo.

NARRADOR: Así cuando llegó la noche y bajo el cobijo de la obscuridad, el gigante recibió una visita de los primos.

Doctor: Mira primo ahí esta Don Abraham.

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DIEGO:- Si es verdad y parece que le está echando algo al gigante.

DOCTOR: - Vamos a descubrir a ese farsante.

DIEGO: - ¡No primo¡ espera tengo una mejor idea, esperemos a que se vaya, ya veras le pondremos una trampa, ve y consigue un poco o mejor dicho bastante chile molido.

DOCTOR: - Creo que ya te entendí, por esas ideas tan brillantes fue que te mande a traer de la capital voy y regreso pronto.

NARRADOR: Cuando Don Abraham se marchó, los primos vaciaron una gran cantidad de chile piquín, y así al amanecer…

DON JAVIER:- Pasen, pasen, a probar el agua dulce y milagrosa del gigante.

(la gente se amontona y beben del agua picosa, todos empiezan a toser sin cesar)

ABUELITA:- Esto pica mucho.

TEPOROCHITO:- ¡Hasta lo borracho se me quito!.

DOÑA TENCHA: -¡Agua, agua pronto que me ahogo!.

DOCTOR: -Ahí tienen su merecido por no dudar ni un tantito de lo que ven sus ojos.

DON ABRAHAM: (Con cara de angustia) - Pero que pasa, no entiendo por favor llamen al Doctor, un Doctor por favor, pronto que Doña Tencha se está Ahogando.

DOCTOR:- Me parece que todo esto es producto de la bebida milagrosa, nos tiene que decir que es realmente lo que le brota a este gigante.

DON ABRAHAM: -Es solo guarapo que sale de la caña de nuestro trapiche.

DOCTOR: -Sabia que tarde o temprano tenía que salir a la luz la verdad, ahora escúchenme, este gigante que todos adoran no es más que un invento de Don Abraham y Don Javier.

DON JAVIER: -SI es verdad pero les juro que yo no quería que alguien saliera lastimado.

DIEGO: -No se preocupe he oído que lo picoso con un pedacito de panela se pasa, pero lo que no se puede pasar con nada es la vergüenza, ahora expliquen por qué lo hicieron.

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DON ABRAHAM: -Bueno está bien, para nadie es nuevo saber que de los 32 trapiches que había en la Ciénega solamente quedan los nuestros, a pesar de nuestros esfuerzos por mantenerlos nos resulta cada vez mas difícil pagarles a nuestros trabajadores y para variar con el aumento de la gasolina cada mes, aunado a la baja venta de nuestro productos no nos quedó de otra que hacer este gran engaño.

DON JAVIER: -Les ruego que nos disculpen y nos perdonen.

REPORTERA: -Quiero entrevistar a Don Javier y a Don Abraham porque su gigante ha llamado tanto la atención de los turistas que La Cienega se ha convertido en el lugar mas visitado de todo el país.DON ABRAHAM: -Es Verdad eso

REPORTERA: -Absolutamente, gracias a que la televisión es vista en casi todos los lugares, ustedes y este hermoso pueblo han sido elegidos para llevar a cabo la próxima Guelaguetza.

DON JAVIER: -¡Qué suerte!.

DOCTOR: -Bueno, después de todo no todo fue tan malo.

DIEGO: -Yo creo querido primo que al contrario, todos salimos ganando, esta gente por fin van a poder pagarte la consulta, yo me llevaré a este gigante al Museo Nacional de Antropología.

NARRADOR: Es así como termina esta historia del gigante de la Ciénega, que aunque nunca ha existido siempre debemos hablar de la grandeza de nuestro pueblo.

GRACIAS.

PERSONAJES

DON ABRAHAM: Abraham Barriga ArellanesDON JAVIER: Javier Sumano Díaz

BACHOLINO: Alejo Castellanos RuizHERBACIO: Irvin de Jesús Vásquez Díaz

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REPORTERA: Lizbeth Barriga Arellanes DOCTOR: José Alberto Rendón Celaya

DIEGO: Diego Alfonso Morales HernandezDOÑA TENCHA: Brenda Altamirano SánchezTEPOROCHITO: Bryan Eliud Rodríguez López

TEPOROCHITA: Guadalupe Celaya QuirozABUELITA: Axianeydt Zanya Ramirez ojeda

NARRADOR: Arely Sumano Cruz

MUCHEDUMBRE: Alumnos de 3° y 4° de la Esc. Prim. Vespertina“Margarita Maza de Juarez”

Esta obra fue elaborada y representada por los alumnos de 3° de la Esc. Prim. Vespertina “Margarita Maza de Juárez”, en colaboración con su maestro de grupo, Profr. Fernando Valentín Santiago.

Ciénega de Zimatlan, Zimatlan, Oax.; A 10 de mayo de 2014.

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Narrador: Lo que el Doctor sabia y la gente no creía que Don Abraham era un farsante, desde ese entonces Don Abraham y Don Javier trataban de esconderse.

Diego: - Mañana iremos por Don Abraham y Don Javier e iremos a informar a la policía para que vengan a agarrar a estos farsantes, para que se pudran en la cárcel como los farsantes que son y asi demostraremos a todas las personas que hicieron mientras nosotros estábamos muy encantados con el gigante.

Descubierto' en 1869 en Nueva York, el gigante de Cardiff figura en los anales de las falsificaciones arqueológicas como un fraude tan notable que ha llegado a ser comparado con el del cráneo trampeado del 'Hombre de Piltdown'. Sin embargo, lo que distingue al montaje del 'gran hombre petrificado' neoyorquino de engaños como los de la célebre calavera inglesa, los egipcios neolíticos marselleses de Riou y los artefactos de Glozel, es su carácter chusco y que su autor no tuvo

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especial interés por engañar a los científicos. De hecho, cuando salió a la luz alegó que en realidad pretendía reírse de los fundamentalistas religiosos.La historia de este fraude empieza con la excavación de un pozo en una granja. La explotación agrícola estaba en Cardiff, al norte del estado de Nueva York, y su propietario era William 'Stub' Newell, que había encargado a Gideon Emmons y Henry Nichols la excavación de un pozo para extraer agua en uno de sus campos. El 16 de octubre de 1869 la pareja de trabajadores se topó con lo que parecía ser un pie de piedra a un metro de profundidad, más o menos. Uno de los dos obreros -no está claro quién- exclamó: "¡Algún viejo indio fue enterrado aquí!". El pie remataba una pierna que a su vez formaba parte de un cuerpo desnudo. El de un hombre enorme, de unos tres metros de altura, aparentemente de piedra.La noticia de la aparición del gigante voló por la comarca y pronto recorrió todo el estado. Newell montó una tienda alrededor del gigante, ya al descubierto en su lecho de tierra, y empezó a cobrar 25 centavos a los curiosos que hacían cola para ver el prodigio. Ante el éxito de la iniciativa, recogida con entusiasmo por la prensa local, el granjero aumentó la tarifa a 50 centavos. Un periódico de Siracusa calificó el asunto de "maravilloso descubrimiento". La entrada subió a un dólar.De los numerosos testimonios que se conservan sobre el gigante de Cardiff destaca el detalladísimo relato del historiador y diplomático Andrew Dickson White (1932-1918), cofundador de la Universidad de Cornell, recogido en el capítulo 56 de sus memorias (páginas 465-485 del volumen 2 de 'Autobiography', 1917), titulado, de forma muy reveladora, como 'Un capítulo de la locura humana'. Comienza describiendo la comarca, en la que él mismo había nacido y vivía y a cuyos paisanos describe como prudentes, pacíficos y cultos. Sin embargo, White afirma que "en otoño de 1869 esta región pacífica estaba conmocionada de un extremo a otro" por lo que a él le pareció un disparate completo. La noticia de la aparición del gigante "había corrido de granja en granja".El historiador no vivió el inicio del asunto, al encontrarse de viaje, y se enteró del 'hallazgo' al volver a casa. Cuando oyó hablar de la figura su primera reacción fue pensar que el asunto, por ridículo, se habría convertido en motivo de chistes y bromas. Pero pronto descubrió asombrado que el ambiente era otro. "Estuve ausente durante varias semanas en un estado lejano y, a mi regreso a Siracusa -explica White-, me encontré con uno de los ciudadanos más importantes, un diácono muy respetado de la Iglesia presbiteriana, antiguo juez del condado. Le pregunté en un tono jocoso acerca de este nuevo objeto de interés, esperando que se uniera a mí riéndose de todo el asunto". Pero, "para mi sorpresa, se puso muy solemne". El diácono le dijo: "Le aseguro que no es un asunto de risa; es una cosa muy seria. De hecho; no hay ninguna duda de que se ha realizado un descubrimiento asombroso". El exjuez le aconsejó que se acercara a admirar la maravilla y juzgara por sí mismo.

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Exhumación de la figura en 1869Gran solemnidadWhite aceptó el consejo y visitó la granja de Newell acompañado por su hermano. "A medida que nos acercábamos vimos por todas partes señales del enorme interés popular" despertado por el gigante. Había calesas, carretas y carruajes de todo tipo que se acercaban al lugar cargados de curiosos. La granja parecía una feria en cuyo centro "había una tienda" rodeada por una "multitud empujando para entrar". Ya en el interior, "vimos una gran fosa o tumba, y, en el fondo de la misma, quizá a unos cinco pies por debajo de la superficie, una figura enorme, en apariencia de caliza gris de Onondoga. Era un gigante de piedra, totalmente desnudo, con las extremidades contraídas en agonía. Tenía un color como si hubiera pasado mucho tiempo enterrado", y su piel presentaba gran cantidad de "punciones, como si fueran poros". El bloque tenía huellas que a White le parecieron de desgaste causados por la erosión del agua. La iluminación y el ambiente hacían que la visión del gigante produjera "el efecto más extraño. El aire estaba impregnado de gran solemnidad. Los visitantes rara vez hablaban por encima del susurro".Una vez fuera, White preguntó por las circunstancias del hallazgo y no tardó mucho en llegar a una conclusión: "Todo el asunto era indudablemente un engaño". Al erudito todo aquello le resultó sospechoso, empezando por el lugar de la excavación, que le pareció inadecuado para abrir un pozo. En cuanto a la figura, "de ningún modo podía tratarse de un ser humano fosilizado". Al contrario, todo indicaba que era una escultura moderna, "realizada por alguien sin genio ni talento" pero que había visto dibujos, "grabados o fotografías de esculturas notables". Es más, White sugiere que probablemente el falsario se había inspirado en las alegorías del día y la noche que adornan la tumba de los Medici de la

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iglesia de San Lorenzo, en Florencia, obra de Miguel Ángel. "Estaba claro además -añade el académico- que no se había pretendido que fuera considerado un ídolo o un monumento". Al contrario, el autor o fabricante había pretendido que fuera tomado por "un gigante fosilizado", de ahí la presencia de los poros en su piel supuestamente petrificada. La idea se impuso "contra toda razón científica". Solo había un rasgo de la figura que jugaba a favor de la pretendida antigüedad del bloque "y que me dejaba perplejo": los indicios de erosión causada por el agua y cuya formación "habría requerido siglos", teniendo en cuenta la dureza de la piedra caliza de la región.White también se vio sorprendido por el folklore 'tradicional' y 'autóctono' que sobre los gigantes floreció en la comarca de un día para otro. De pronto se empezó a hablar de leyendas y relatos indios sobre estos seres que se remontaban a tiempos inmemoriales, pero de las que nadie había oído hablar nunca hasta aquel momento y que en realidad habían brotado de la nada. No faltó un viejo "piel roja Onondaga" que declaró "de forma impresionante" que la figura "es indudablemente el cuerpo petrificado de un profeta indio gigante que apareció hace muchos siglos y predijo la llegada de los rostros pálidos y que, justo antes de su muerte, anunció a los suyos que sus descendientes lo volverían a ver".Las valoraciones más entusiastas del hallazgo llegaron de pastores y reverendos de las diferentes iglesias presentes en la región, que veían en el gigante de Cardiff la confirmación de las referencias bíblicas a los gigantes, como por ejemplo "En aquellos días, y aún después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad" (Génesis 6,4). White cita a un "excelente doctor en teología", pastor de una de las principales iglesias de Siracusa, que afirmaba que no podía haber nadie que tras observar al gigante no se convenciera de que "lo que tenemos aquí es un ser humano fosilizado, quizá uno de los gigantes mencionados en las Escrituras". Otro religioso aseguraba que "esto no es una cosa ideada por el hombre, sino que se trata del rostro de alguien que vivió sobre la tierra, la auténtica imagen de un hijo de Dios". Porque una cosa que maravillaba a White es que, siendo la figura de una factura muy tosca, rozando la chapuza, a todos los convencidos de su realidad les parecía la imagen fidelísima de un hombre. Una señora señalaba que se podían apreciar "las venas de sus piernas", mientras que un reportero aseguraba que aquello no podía ser una estatua, pues no había ser humano capaz de concebir ni ejecutar una figura así: "Ninguna pieza escultórica ha producido nunca el temor inspirado por esta forma ennegrecida".

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El gigante de Cardiff en su fosa de la granja NewellJesuitas y feniciosPero si desconcertantes eran los comentarios de los reverendos y pastores, más chocantes resultaban los de los pocos científicos que admitieron que el gigante era real, bien una estatua antigua o un hombre fosilizado. La mayor parte de los académicos y estudiosos que se acercaron a observar el gigante lo consideraron un fraude, y ello a pesar de que entonces la investigación científica de los orígenes del ser humano estaba todavía en pañales, pero hubo unos pocos que dieron el hallazgo por bueno. White menciona a un grupo de sabios de la Universidad Estatal de Albany que se acercaron a examinar el prodigio y con los que pudo entrevistarse en su hotel. Los expertos fueron extremadamente prudentes, "cautos", como dice White, y "afortunadamente" rechazaron la idea de que la figura fuese un hombre petrificado. Pero uno de ellos, el profesor Hall, aceptó que se trataba de una estatua antigua. ¿Por qué? Porque había estado enterrada en un lugar sobre el que había crecido todo un bosque durante generaciones y por las señales de erosión que presentaba la piedra. Las mismas marcas que habían desconcertado a White. Mientras, un tal doctor Boynton, un "experto local en temas científicos", propuso una explicación: la estatua era obra de misioneros jesuitas, llegados a la zona doscientos años antes. Pero la aportación erudita más asombrosa se debió a Alexander McWhorter, un estudioso de la Escuela de Teología de la Universidad de Yale. McWhorter afirmó haber descubierto una diminuta "inscripción fenicia" en la figura (que nadie más lograría ver). Tras un análisis bastante confuso del texto, llegó a la conclusión de que la estatua "fue traída por una colonia de fenicios". "Solo sabemos que en algún

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periodo distante la gran estatua, traída en una nave de Tarshish a través del mar de Atl, fue enterrada cubierta con ramitas y flores", escribió.Los creyentes en la autenticidad del gigante formaron dos grupos: los religiosos, que creían que se trataba de un gigante bíblico petrificado, y los 'cientifistas', que proponían que se trataba de una estatua antigua. Los escépticos como White enmudecían de asombro. No por el gigante, sino por la credulidad que les rodeaba. El cofundador de la Universidad de Cornell se esforzó por entender -y explicar- esa credulidad. "Había una evidente 'alegría en el creer' en la maravilla -señala-, y estaba amplificada por la superstición particularmente americana de que la corrección de una creencia se decide por la cantidad de gente que puede ser inducida a adoptarla, de que la verdad es una cuestión de mayorías".Uno de los escépticos, cuyo nombre no cita White, decidió pasar a la acción. Se las apañó para acercarse a la figura con un martillo y arrancar un trozo. "Al cogerlo en la mano el asunto se aclaró al instante", señala el historiador. No era piedra caliza. Era yeso. Muy blando. Hasta el punto de que se podía marcar con una uña. Eso explicaba las huellas de la erosión. Podían ser el fruto de unos pocos días de exposición a una corriente de agua, no de siglos. Otro escéptico hizo acto de presencia, esta vez con nombre. Y con buenas credenciales. Se trataba del paleontólogo Othniel C. Marsh, de la Universidad de Yale, que examinó el 'gigante' y fue rotundo en su veredicto: "Es de origen reciente (...), es notable, pero un notable fraude". Una farsa, en definitiva. "Estoy sorprendido de que algunos observadores científicos puedan no haber detectado las pruebas inconfundibles de que no es antiguo", añadió. Pero, como señala White, "el escepticismo no era bien recibido" en la región, en la que ya se había formado una pequeña industria turística en torno a la atracción.Este éxito propició que la historia del gigante de Cardiff diera un giro circense con la intervención del magnate de las carpas P. T. Barnum. El 'rey del espectáculo' propuso a Newell que le cediera el bloque en alquiler para llevarlo de gira con su circo y exhibirlo durante tres meses a cambio de 60.000 dólares. El granjero rechazó la oferta porque ya había llegado a un acuerdo con otro exhibidor, David Hannum, célebre por su inmortal frase "cada minuto nace un tonto". Muy en su línea, Barnum decidió solucionar el contratiempo fabricando su propio gigante. Contrató a un escultor, Carl C. Otto, que se las arregló -¿cómo?, es un misterio- para obtener un molde del original. Por supuesto, el empresario vendió 'su' hombre de piedra como el "verdadero gigante de Cardiff". En un momento dado ambos coincidieron en Nueva York. Newell demandó a Barnum.

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Traslado del gigante de Cardiff a SiracusaUn lector de DarwinY entonces, mientras un tribunal se disponía a dirimir un pleito inaudito, el falsario salió a la luz y confesó a través de la prensa el 10 de diciembre de 1871. Se trataba del primo y socio de Newell en la explotación del hallazgo, George Hull, un fabricante de puros de Birmingham (Nueva York). Es posible que Hull se viera forzado a descubrir el montaje presionado por los periodistas y algunos científicos, que habían ido atando cabos y cotilleando entre los granjeros hasta descubrir los manejos de los socios. En todo caso, Hull vendió su historia como si se tratara de una monumental broma a costa de los fanáticos religiosos y los creyentes en la fidelidad histórica de la Biblia. Como explica Mark Rose en 'When Giants Roamed de Earth' ('Archaeology', vol. 58 nº 6, 2005), Hull era un ateo convencido que además había leído a Darwin. Una discusión acalorada sobre los gigantes mencionados en el Génesis con un reverendo metodista le había llevado a idear una farsa para dejar en ridículo a los fundamentalistas que creían en la verdad literal de las Escrituras, en especial los relatos referidos al origen del hombre. Hull explicó que tras discutir con el pastor, un tal Mr. Turk, de Ackley, Iowa, pasó la noche pensando "sobre cómo la gente podía creer estas llamativas historias de la Biblia sobre gigantes (...). De pronto pensé en fabricar un gigante de piedra, y hacerlo pasar por un hombre petrificado".La ocurrencia se convirtió en un plan muy elaborado. Hull decidió fabricar la figura lejos del lugar donde iba a ser descubierta. En junio de 1868 compró un bloque enorme de yeso en Iowa y lo hizo transportar por tren hasta Chicago, explicando a los propietarios de la cantera que iba a servir para tallar una estatua de Abraham Lincoln, que había sido asesinado tres años antes. En Chicago encargó a un cantero alemán, Edward Salle, que tallara el gigante, obligándole además a guardar silencio como parte del trato. Una vez esculpida la figura, Salle la 'envejeció' con arena, tinta y ácido sulfúrico. Los famosos poros que tanto asombrarían a los creyentes fueron hechos con una aguja de coser. Ya terminado, el gigante volvió a viajar en tren hasta una estación cercana a Cardiff, donde la recogió Newell, que se encargó de enterrarla en sus propiedades. Un año después, encargó a Emmons y Nichols, que no estaban al corriente del engaño, que excavaran un pozo en el lugar, propiciando el 'descubrimiento'. Newell no

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había sido capaz de callarse el secreto y se lo contó a algunos vecinos, pero estos prefirieron mantenerse en silencio, disfrutar del espectáculo y, en el mejor de los casos, rascar algunos dólares.El destape del fraude sirvió para que Barnum eludiera un fallo en su contra en los tribunales. El juez admitió el argumento de sus abogados de que no se le podía considerar un falsificador, pues en realidad había falsificado una falsificación. Barnum recaudó más de 150.000 dólares con su falso gigante falso. Curiosamente, Newell y Hull ganaron menos con el 'verdadero' gigante falso: unos 44.000 dólares. Además, el éxito del gigante de Cardiff generó una oleada de 'descubrimientos' de hombres petrificados en Estados Unidos, de los que se registró por lo menos una docena, según recoge Mark Rose en su artículo. En cuanto al original, que fue homenajeado en 1870 por Mark Twain en un relato paródico, 'A Ghost History', perdió popularidad después de que se destapara el engaño. En 1901 lo llevaron a la exposición Panamericana de Buffalo, donde apenas recibió visitas. Un editor de Des Moines, Iowa, lo compró pero se deshizo de él en 1947 vendiéndolo al Farmer's Museum de Cooperstown, Nueva York, donde se exhibe en una tienda que reproduce la de la granja de Newell. En la entrada hay un cartel que dice 'El mayor fraude del mundo'.

El gigante en la primera página del 'Syracuse herald'

Clever Hans, ¿un caballo prodigio?

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Una pequeña pero original historia que, hace un siglo,  desató una  “guerra” entre dos bandos científicos: los tradicionales que eran los más incrédulos y que postulaban que un caballo no podía ser inteligente, y por otro lado estaban los darwinianos que creían que la inteligencia era un don que tenían todas las especies. 

Rubén M. Gatti / Médico Veterinario

En 1906,  Wilhelm von Oster, vivía en Berlín, era un profesor de matemáticas jubilado, y había observado que su caballo Clever  Hans, tenía una excepcional inteligencia, ya que le parecía que entendía el alemán hablado y escrito y  por lo tanto decidió enseñarle matemáticas.   

El profesor Von Oster le decía al oído una operación y Hans daba el resultado con golpes sobre el piso de sus patas delanteras. Por ejemplo se le decía que haga la resta de 11 menos 6 y Hans daba 5 golpes de pata en el piso.

La fama de Hans en Alemania fue creciendo y traspasando las fronteras, se hacían exhibiciones públicas y mucha gente iba a visitarlo desde distintos lugares de Europa y quedaban maravillados de su habilidad.

Muchos también desconfiaban y hacías pruebas por ejemplo sin su propietario porque obviamente sospechaban de Von Ester, pero el sabio Hans seguía acertando los resultados, lo que reforzaba la observación de su  increíble inteligencia por lo menos para la abstracta matemática, cosa que hasta ese momento solo era un pasatiempo para algunas mentes humanas.

Fue entonces que el profesor C. Stumpf, director del Instituto de Psicología de la Universidad  de Berlín, y un asistente el Sr. Otto Pfungst, que eran más incrédulos todavía de la capacidad de Hans, hicieron más pruebas y observaron que cuando el que esperaba la respuesta sabía el resultado, Hans dabas la respuesta correcta, pero cuando el que esperaba la respuesta no sabía el resultado, (no sabía el problema matemático planteado), o si lo sabía no podía ser visto por el equino,  éste no acertaba el resultado.En base a esto, determinaron que Hans lo que en realidad hacía era captar las variaciones de actitud o gestos del público que sabía la respuesta. Cuando los asistentes sabían el resultado esperaban que Hans hiciera sus golpes en el suelo, pero cuando llegaba al número correcto, se quedaban inmóviles, levantaban la cabeza y miraban al caballo, entonces Hans se detenía y acertaba el resultado. O

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sea que Hans lo que hacía y muy bien era interpretar el idioma gestual de los humanos, que la mayoría de las veces es inconciente, pero como para los animales es una forma de comunición muy utilizado, tienen más facilidad para interpretarlo.

Esta historia de Hans produjo en su momento una “guerra” entre dos bandos científicos, por un lado estaban los tradicionales que eran los más incrédulos y que postulaban que un caballo no podía ser inteligente, y por otro lado estaban los darwinianos que creían que la inteligencia era un don que tenían todas las especies y la diferencia era cuestión de grado entre los animales y el hombre.

La observación de Stumpf y Pfungst parecía apoyar a los tradicionalistas y lamentablemente la investigación quedó allí. 

Si bien con esto se observó que el caballo no hacía ecuaciones matemáticas, se dejó de lado la importancia de estudiar el lenguaje corporal y la comunicación que representa. Por otro lado, actualmente,  un siglo después de ese acontecimiento sabemos que la inteligencia ya no es una sola, inclusive dentro de los propios  humanos.

* Conferencista Internacional. Fue Consejero Titular del Consejo Profesional de Médicos Veterinarios. Es autor de los libros  El gato. Una mascota especial (1996) y Señales de alarma en la salud de nuestro gato - Ed. Argentina 2003, Ed. Española 2006 y Edición en Inglés 2007.