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ecía Joaquín Viz- caíno, Marqués viudo de Pontejos: “Dichosos los se- res que por sus ta- lentos, sus méritos y virtudes hacen imposible el olvido”. Esa máxima se aplica, sin du- da, al que fue uno de los mejo- res alcaldes de Madrid, ciu- dad a la que convirtió en una urbe civilizada, organizada, pulcra, y preocupada por los más desfavorecidos. La misma ciudad que hoy le recuerda a través de una escultura (sita en la Plaza de las Descalzas Reales), una plaza, una calle, y un busto (este último, parte de una fuente situada en la Plaza de Pontejos). J oaquín Vizcaíno nació en La Coruña en 1790. Dedicó los primeros años de su adolescencia a la carrera de las armas, partici- pando en varias acciones béli- cas. El título de Marqués de Pontejos lo obtiene tras casar- se con Mariana de Pontejos y Sandoval, Marquesa de Pon- tejos y Condesa de la Ventosa. Poco después de su boda, se retira del servicio militar y, tras viajar por todo el territo- rio español, se establece en Madrid, donde cultiva amista- des como la de Mesonero Ro- manos y forma parte de la So- ciedad Económica Matritense de Amigos del País, “llegando a ser el alma de aquella socie- dad, donde comenzó a dar muestras de su enorme talento como organizador, lo que le llevó junto con otros socios fundadores a crear el Ateneo de Madrid”. T ras enviudar de Maria- na de Pontejos, en 1834, es llamado a ser Alcalde de Madrid, comen- zando así una fructífera activi- dad que le llevó a ser recorda- do como uno de los mejores regidores de la ciudad. Lo cierto es que bajo el mandato del Marqués de Pontejos, Ma- drid pasó de ser una urbe “anárquica y desordenada, maloliente y sucia”, a conver- tirse en una ciudad limpia y bien organizada. Y tan sólo en dos años de gestión. P ontejos organizó en pri- mer lugar el sistema de calles (muchas de las cuales no tenían nombre, ni número, y eran identificadas cuando algún personaje des- tacado vivía en ellas). Se hi- zo un plano minucioso de la ciudad, rotuló las calles y las numeró. También instaló un sistema de alumbrado para disminuir la peligrosidad, y empedró las vías para evitar el barro en los días de lluvia y el polvo en verano. Para luchar contra la mendicidad, fundó el Asilo de San Bernardino. Y creó los baños públicos, una iniciativa en un principio criti- cada pero que con el tiempo fue respaldada por los madri- leños. “E n la historia de los alcaldes de Madrid -se dice en una de las biografías de nuestro pro- tagonista-habría que hacer un punto y aparte para el Mar- qués de Pontejos, porque ade- más de poner todo su esfuerzo en embellecer la ciudad y en multiplicar las obras de cari- dad, consumió parte de su for- tuna personal”. F ue también uno de los socios fundadores del Casino de Madrid, en 44 Casino de Madrid Marqués Viudo de Pontejos Obra de: Medardo Sanmartí. En: Plaza de las Descalzas Reales. Año: 1892

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ecía Joaquín Viz-caíno, Marquésviudo de Pontejos:“Dichosos los se-res que por sus ta-

lentos, sus méritos y virtudeshacen imposible el olvido”.Esa máxima se aplica, sin du-da, al que fue uno de los mejo-res alcaldes de Madrid, ciu-dad a la que convirtió en unaurbe civilizada, organizada,pulcra, y preocupada por losmás desfavorecidos. La mismaciudad que hoy le recuerda a

través de una escultura (sitaen la Plaza de las DescalzasReales), una plaza, una calle,y un busto (este último, partede una fuente situada en laPlaza de Pontejos).

Joaquín Vizcaíno nacióen La Coruña en 1790.Dedicó los primeros

años de su adolescencia a lacarrera de las armas, partici-pando en varias acciones béli-cas. El título de Marqués dePontejos lo obtiene tras casar-se con Mariana de Pontejos ySandoval, Marquesa de Pon-tejos y Condesa de la Ventosa.Poco después de su boda, seretira del servicio militar y,tras viajar por todo el territo-rio español, se establece enMadrid, donde cultiva amista-des como la de Mesonero Ro-manos y forma parte de la So-ciedad Económica Matritensede Amigos del País, “llegandoa ser el alma de aquella socie-dad, donde comenzó a darmuestras de su enorme talentocomo organizador, lo que lellevó junto con otros sociosfundadores a crear el Ateneode Madrid”.

Tras enviudar de Maria-na de Pontejos, en1834, es llamado a ser

Alcalde de Madrid, comen-zando así una fructífera activi-dad que le llevó a ser recorda-do como uno de los mejoresregidores de la ciudad. Locierto es que bajo el mandatodel Marqués de Pontejos, Ma-

drid pasó de ser una urbe“anárquica y desordenada,maloliente y sucia”, a conver-tirse en una ciudad limpia ybien organizada. Y tan sólo endos años de gestión.

Pontejos organizó en pri-mer lugar el sistema decalles (muchas de las

cuales no tenían nombre, ninúmero, y eran identificadascuando algún personaje des-tacado vivía en ellas). Se hi-zo un plano minucioso de laciudad, rotuló las calles y lasnumeró. También instaló unsistema de alumbrado paradisminuir la peligrosidad, yempedró las vías para evitar elbarro en los días de lluvia y elpolvo en verano. Para lucharcontra la mendicidad, fundó elAsilo de San Bernardino. Ycreó los baños públicos, unainiciativa en un principio criti-cada pero que con el tiempofue respaldada por los madri-leños.

“En la historia de losalcaldes de Madrid-se dice en una de

las biografías de nuestro pro-tagonista-habría que hacer unpunto y aparte para el Mar-qués de Pontejos, porque ade-más de poner todo su esfuerzoen embellecer la ciudad y enmultiplicar las obras de cari-dad, consumió parte de su for-tuna personal”.

Fue también uno de lossocios fundadores delCasino de Madrid, en

44 Casino de Madrid

Marqués Viudo de PontejosObra de: Medardo Sanmartí. En: Plaza de las Descalzas Reales. Año: 1892

45Casino de Madrid

o t o ñ ode 1836, meses des-

pués de finalizar su mandatoen la alcaldía. También fue elfundador de la Caja de Aho-rros y Monte de Piedad deMadrid.

Murió con tan sólocincuenta años, víc-tima de unas fiebres

tifoideas. La ciudad no lo olvi-dó, y pasados los años, por ini-ciativa del Consejo de Admi-nistración de la Caja de Aho-rros y Monte de Piedad deMadrid, se convoca un con-curso público para erigir dosestatuas: una al Marqués dePontejos (fundador de la Cajade Ahorros) y otra al PadrePiquer (fundador del Montede Piedad).

En “La Gaceta” del 4 deagosto de 1888 se publi-caron las bases del con-

curso. Para la estatua de Ponte-jos se presentaron nueve pro-yectos, resultando ganador elde Medardo Sanmartí, escultorbarcelonés, discípulo de Jeró-nimo Suñol y becado en la Aca-demia Española de Bellas Artesen Roma.

Para la realización de laestatua, Sanmartí utili-zó una fotografía de un

retrato realizado al Marquéspor Vernet. El resultado, a

juicio de los críti-cos, fue “una fi-gura puramentedescriptiva e inex-presiva” (Maríadel Socorro Sal-vador, “La escul-tura monumentalen Madrid: calles,plazas, y jardines

públicos. 1875 - 1936”), “apesar de haber tratado de sa-car un gran parecido con el re-tratado, la obra resulta hierá-tica e inexpresiva” (AntxónHernández y Antonio RuizBarbarín “Madrid mira a susestatuas”).

La estatua, que fue inau-gurada en 1892, estabafundida en bronce, y te-

nía unas medidas de 2,70 x1,25 x 0.95 m. Se situó en elcentro de la Plaza de las Des-calzas Reales, dentro de unjardincillo, y sobre un pedes-tal cilíndrico, de mármol de laAlconera, rodeado de colum-nas. Es curioso comprobarque el coste de la estatua fuede 20.000 pesetas (del año1892), y el del pedestal, 15.200pesetas.

El Marqués de Pontejosaparece vestido a lamoda de la época de

Isabel II, “con cierto aire ro-mántico”. En la mano derechaporta un libro o unos docu-mentos (que para muchos re-presentan los papeles funda-cionales de la Caja de Aho-rros), mientras que a la iz-quierda se sitúan los atributosdel ahorro en relación con eltrabajo: un haz de trigo, unyunque y un martillo, y unahucha. Es curioso que al con-sultar distintas fuentes, algu-nas de ellas señalan que en lamano derecha el Marquesporta el bastón de mando, asílo sostienen Baztán (“Monu-mentos de Madrid”) y RincónLazcano (“Historia de los Mo-numentos”).

Tras la remodelación dela Plaza, la estatua secolocó en un sencillo

pedestal, prismático rectangu-lar, de planchas de granito pu-limentado. Así, en la actuali-dad, los viandantes puedenobservar “cara a cara” al quefue uno de los hombres quemás hizo por el desarrollo dela Villa y Corte.

A la izquierda, estatuade Pontejos en la Plazade las Descalzas Reales.A la derecha, busto en laPlaza de Pontejos.

El busto de Pontejos situado en laPlaza del mismo nombre, formaparte de una sencilla fuente