NUMERO ESPECIAL: AÑO CONMEMORATIVO DEL 150 … · Nuestra Casa de Madrid. Seguimos adelante...

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DICIEMBRE 2006 Año XXIII. Nº 197 Hace tiempo que nuestras ciudades se vistieron con luces de colores, que los esca- parates de las tiendas nos seducen con bri- llos y adornos exquisitos, que las grandes superficies comerciales ofrecen los produc- tos típicos de las fechas que se aproximan. Mucho antes de que el adviento nos anime a cantar “¡Ven Señor Jesús!”, nuestras calles entonan villancicos. Todos los años se repi- te la misma historia: la despensa, la lotería, los regalos y las compras van más rápido que el sentimiento religioso. Los destellos superficiales despistan nuestra fe que, por más que intenta profundizar en el misterio de la Navidad, vive distraída por los ruidos de la navidad pagana y social. La pobreza del pesebre se olvida con el derroche del consumo. En cierta ocasión, preguntaba a unos niños durante la misa del gallo: - “¿Sabéis quién nace esta noche?” - Papá Noel -me respondieron sin vacilar. Triste realidad para los que contempla- mos desde la fe los misterios de Dios. Llega Navidad, viene Dios a nuestro encuentro y seguro que nos sorprende de tiendas. Y es que esta sociedad se empeña en explicarlo todo desde el materialismo: Navidad, Semana Santa…, incluso la Misión. Creemos que la tarea misionera es la misma que la de cualquier cooperante, identificamos “Misión” con trabajo por el desarrollo, enten- dido éste como bienestar materialista. No nos dejemos arrastrar por el espíritu que “folklo- riza” los misterios de la fe y profundicemos en el verdadero sentido de la Vida. No fue el sueño capitalista lo que llevó a Mgr. De Marion Brésillac a fundar la Sociedad de Misiones Africanas hace 150 años ni a dejarse la vida en Sierra Leona. Su vocación no era la de construir escuelas ni dispensarios ni pozos. Su pasión no era el modelo de desarrollo tecnológico. Su vida era Jesucristo humilde y humillado y eso fue siempre la razón de su existencia. A él le entregó todo y por él murió en Áfri- ca al servicio de su Evangelio. No nos engañemos. Los misioneros no somos agentes de desarrollo, voluntarios del pro- greso, cooperantes para el bienestar; ante todo y sobre todo somos enamorados de Cristo a quien descubrimos en el rostro desfigurado de nuestros hermanos más pobres. Trabajamos por el desarrollo, pero desde Cristo, como signo del Reino y nunca al servicio del modelo capitalista y deshumanizado que nos invade. Concluimos este mes las actividades con- memorativas del 150 aniversario con la fies- ta de la Inmaculada Concepción. Atrás que- daron las peregrinaciones, las publicaciones, los actos oficiales, la animación misione- ra… Estamos seguros de que todo lo que hemos vivido nos ha ayudado a conocer mejor quiénes somos, nuestra historia y los retos que se nos presentan de nuevo. Desde ahí, actualizamos nuestro compromiso con el Reino, afianzamos nuestra vocación y miramos al futuro con esperanza, porque somos la familia de Jesucristo, y él es el mismo ayer y hoy y siempre. La Sociedad de Misiones Africanas ha escrito durante siglo y medio una historia de amor con África y su gente, gracias a la sangre de muchos mártires que entregaron su vida por el Evangelio; una historia ani- mada por el amor a Cristo y de Cristo, que nace cada año por diciembre en el mundo entero. Apagad las luces para contemplar- lo en la pobreza de Belén; enmudeced para escuchar su llanto; no es la tarjeta de cré- dito la que nos ayuda a descubrirlo, sino la fe. Es Navidad; nace Jesús, el enviado, el misionero; salid a su encuentro: asomaos al dolor de los que sufren, allí lo encontra- réis; el derroche nos aparta de él. Pepe Ferrer En África, los centros comerciales son de otra manera. El desarrollo es para nosotros signo de la presencia del Reino de Dios. SMA - Sociedad de Misiones Africanas NUMERO ESPECIAL: AÑO CONMEMORATIVO DEL 150 ANIVERSARIO DE LA SMA Jesús, el Misionero

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DICIEMBRE2006Año XXIII. Nº 197

Hace tiempo que nuestras ciudades sevistieron con luces de colores, que los esca-parates de las tiendas nos seducen con bri-llos y adornos exquisitos, que las grandessuperficies comerciales ofrecen los produc-tos típicos de las fechas que se aproximan.Mucho antes de que el adviento nos anime acantar “¡Ven Señor Jesús!”, nuestras callesentonan villancicos. Todos los años se repi-te la misma historia: la despensa, la lotería,los regalos y las compras van más rápidoque el sentimiento religioso. Los destellossuperficiales despistan nuestra fe que, pormás que intenta profundizar en el misteriode la Navidad, vive distraída por los ruidosde la navidad pagana y social. La pobrezadel pesebre se olvida con el derroche delconsumo. En cierta ocasión, preguntaba aunos niños durante la misa del gallo:

- “¿Sabéis quién nace esta noche?” - Papá Noel -me respondieron sin vacilar.Triste realidad para los que contempla-

mos desde la fe los misterios de Dios. LlegaNavidad, viene Dios a nuestro encuentro yseguro que nos sorprende de tiendas.

Y es que esta sociedad se empeñaen explicarlo todo desde el materialismo:Navidad, Semana Santa…, incluso la Misión.Creemos que la tarea misionera es la misma

que la de cualquier cooperante, identificamos“Misión” con trabajo por el desarrollo, enten-dido éste como bienestar materialista. No nosdejemos arrastrar por el espíritu que “folklo-riza” los misterios de la fe y profundicemosen el verdadero sentido de la Vida.

No fue el sueño capitalista lo que llevóa Mgr. De Marion Brésillac a fundar laSociedad de Misiones Africanas hace 150años ni a dejarse la vida en Sierra Leona.Su vocación no era la de construir escuelasni dispensarios ni pozos. Su pasión no erael modelo de desarrollo tecnológico. Suvida era Jesucristo humilde y humillado yeso fue siempre la razón de su existencia.A él le entregó todo y por él murió en Áfri-ca al servicio de su Evangelio. No nosengañemos. Los misioneros no somosagentes de desarrollo, voluntarios del pro-greso, cooperantes para el bienestar; antetodo y sobre todo somos enamorados deCristo a quien descubrimos en el rostrodesfigurado de nuestros hermanos máspobres. Trabajamos por el desarrollo, perodesde Cristo, como signo del Reino ynunca al servicio del modelo capitalista ydeshumanizado que nos invade.

Concluimos este mes las actividades con-memorativas del 150 aniversario con la fies-

ta de la Inmaculada Concepción. Atrás que-daron las peregrinaciones, las publicaciones,los actos oficiales, la animación misione-ra… Estamos seguros de que todo lo quehemos vivido nos ha ayudado a conocermejor quiénes somos, nuestra historia y losretos que se nos presentan de nuevo. Desdeahí, actualizamos nuestro compromiso conel Reino, afianzamos nuestra vocación ymiramos al futuro con esperanza, porquesomos la familia de Jesucristo, y él es elmismo ayer y hoy y siempre.

La Sociedad de Misiones Africanas haescrito durante siglo y medio una historiade amor con África y su gente, gracias a lasangre de muchos mártires que entregaronsu vida por el Evangelio; una historia ani-mada por el amor a Cristo y de Cristo, quenace cada año por diciembre en el mundoentero. Apagad las luces para contemplar-lo en la pobreza de Belén; enmudeced paraescuchar su llanto; no es la tarjeta de cré-dito la que nos ayuda a descubrirlo, sino lafe. Es Navidad; nace Jesús, el enviado, elmisionero; salid a su encuentro: asomaosal dolor de los que sufren, allí lo encontra-réis; el derroche nos aparta de él.

Pepe Ferrer

En África, los centros comerciales son de otra manera.

El desarrollo es para nosotros signo de lapresencia del Reino de Dios.

SMA - Sociedad de Misiones Africanas

NUMERO ESPECIAL: AÑO CONMEMORATIVO DEL 150 ANIVERSARIO DE LA SMA

Jesús, el Misionero

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De militar a misionero. La Virgenmediadora. Encuentro con el padreDesgenettes.

Hijo de un militar, nació en Pierry, en eldepartamento de la Marne, el 15 de juniode 1808. Después de haber hecho sus estu-dios en el colegio de Reims, quiso seguirla misma carrera que su padre.Lugarteniente en 1834, capitán en 1837,tomó parte en las guerras de África, se dis-tinguió y fue condecorado por la Legiónde Honor en el campo de batalla.

En el célebre sitio de Constantina, sien-do uno de los primeros en el asalto a lacabeza de la compañía, recibió un impactode bala en pleno pecho. Cayó desmayado ycuando se levantó, extrañado de no sentirninguna herida, descubrió la bala, que des-pués de haber atravesado su uniforme ysus ropas, se había moldeado sobre la ima-gen en relieve de la medalla de la Virgenmilagrosa que llevaba por complacer losdeseos de su madre

Más tarde fue enviado en guarnición aParis, y encontrándose un día cerca de la

Adolphe Papetard iglesia de Nuestra Señora de lasVictorias, se refugió al abrigo de la lluvia,bajo el portal de esta iglesia. Viendoentrar a los fieles, de forma intuitiva,entró y pronto se encontró frente al sacer-dote Desgenettes, quien hacía en esemomento un relato sobre las graciasmaravillosas concedidas por la SantaVirgen. Movido sin duda por la gracia,siguió al señor cura hasta la sacristía y,enseñando la bala aplastada, donde se lehabía reproducido en la cavidad delplomo, todos los rasgos de la medallamilagrosa, le contó cómo esta medalla, lehabía servido de coraza y cómo le salvóla vida. Sacerdote y militar conversaronlargo tiempo y abrió a sus ojos los hori-zontes infinitos del cielo bajo esta peque-ña tierra que hasta ese momento le habíacautivado.

Desde este momento, el capitánPapetard, que se había planteado muchasveces dar su vida por su patria, quiso con-sagrar todas sus fuerzas, toda su inteligen-cia, todo su ser, al servicio del Rey dereyes. Dejando su espada, se hizo estu-diante de teología. A la edad de treinta y

150 ANIVERSARIO

Adolphe Papetard.

Los caminos de la Misión nos llevan por donde menos esperamos.

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tres años entró en el Seminario Romano,en 1841. Fue ordenado sacerdote en 1845,en la orden de la Trinidad, por el cardenalPatrizy, y durante varios años, se entregó alservicio de Dios y de las almas en el san-tuario de Nuestra Señora de las Victoriasen París.

Misionero en España para las misio-nes de África.

Papetard contaba ya con 49 años cuan-do conoció a Brésillac y se unió a laempresa misionera en África y en marzode 1857, fue enviado a Inglaterra para dara conocer la Sociedad de MisionesAfricanas, difundir el proyecto misioneroy reclutar hombres dispuestos a trabajar enÁfrica.

Ya en París cuando se encontraba listopara partir rumbo a Inglaterra, se sintióindispuesto y por prescripción médica fueenviado al sur de Francia, a Pepsignan,para recuperarse de sus dolencias estoma-cales. En Perpignan, debido a la proximi-dad con España, Papetard consultó aBrésillac si veía conveniente entrar enEspaña y difundir Misiones Africanas.

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150 ANIVERSARIO

Hay que trabajar para que la Misión vaya sobre ruedas

La medalla que salvó la vida a Papetard

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Brésillac accedió a la petición, y a pesardel desconocimiento del idioma y de lacultura española, decidió viajar aBarcelona.

Un ejemplo de constancia y tenacidaden la animación misionera.

El 23 de marzo de 1858, fecha de la lle-gada de Papetard a Barcelona, comenzóuna larga e intensa itinerancia por toda lageografía española, que se prolongaríahasta, al menos, 1866.

Visitó doce de las principales diócesisespañolas solicitando ayuda económica yvocaciones misioneras. Desde la ReinaIsabel II, pasando por la nobleza, marque-ses, duques, etc., hasta el pueblo sencillode la calle, colaboraron de forma extraor-dinaria dando un impulso económico y devocaciones misioneras a la recién nacidaSociedad de Misiones Africanas.

Ramón Oliveró: la sombra dePapetard.

Hay que reconocer también en este tra-bajo infatigable de difusión de MisionesAfricanas por la geografía española, lacolaboración inestimable del sacerdoteespañol Ramón Oliveró, quien permaneció

al lado de Papetard desde su llegada aBarcelona, hasta 1866, con la única excep-ción del viaje que realizó a Cuba de un añode duración. Oliveró hacía las veces de tra-ductor e intermediario con las personalida-des con las que se entrevistaba Papetard.

Los frutos del Espírtu. Primerasvocaciones y colaboración del puebloespañol.

Primeras vocaciones.

Pronto aparecieron los frutos del incan-sable trabajo de Papetard y Oliveró. Lasprimeras vocaciones surgieron en el cleroespañol: Bartolomé Sarrá fue el pionero eningresar en el Seminario de Lyon ennoviembre de 1859 con los estudios deteología muy avanzados. Poco después enmarzo de 1860, otro español ingresó en lacasa de Lyon. Fue el sacerdote gallegoFrancisco Fernández, que más tarde seríael primer SMA, junto con el padreBorghero en pisar tierra en el Dahomey, enabril de 1861, y también el primero enmorir en esta misma tierra el 30 denoviembre de 1863.

Contribución económica del puebloespañol.

En este primer año de andanzas porEspaña, Papetard y Oliveró, recaudaronal menos 110.000 francos (440.000 rea-les) cifra extraordinariamente importan-te para el desarrollo de la sociedadmisionera, teniendo en cuenta que separtía de cero. Hubo que comprar la pri-mera casa en Lyon, preparar dinero paralos gastos de los primeros viajes a Áfri-ca, manutención de los seminaristas queiban ingresando, etc... La fuentePapetard, como así denominabaBresillac a nuestro misionero, era inago-table. Los triduos organizados en lasparroquias por donde pasaba, las llama-das “Asociaciones de protección aMisiones Africanas”, que él mismofundó por toda España, las colectas enlas diócesis donde él no pudo pasar per-sonalmente, pero que los obispos titula-res de las mismas animaron a realizarentre el clero y el pueblo, etc.. fuerontodo un ejemplo de entrega y adhesión altrabajo misionero en África.

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Adolphe Papetard 150 ANIVERSARIO

Nuestra Casa de Madrid. Seguimos adelante gracias al esfuerzo de los que nos precedieron.

Como el sokurú, la Misión se construye entre todos.

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El Colegio de Niños Negros de PuertoReal.

Otro fruto digno de resaltar en el trabajode Papetard, fue la fundación de la primeracasa de Misiones Africanas en España. Nosreferimos al Colegio de Niños Negros dePuerto Real. Fue fundado en 1863 y sumisión era la de educar a niños traídos deÁfrica, para más tarde devolverlos a su paísde origen con un oficio aprendido para asíser ellos mismos protagonistas del desarro-llo de su pueblo. Los primeros en llegarfueron doce niños entre nueve y trece años,rescatados por Borghero, en el mercado denegros de Whydah, al precio de 400 fran-cos cada uno. Este colegio fue tambiéncasa de formación de los aspirantes espa-ñoles a ingresar en misiones africanas. Porél pasaron misioneros españoles como loshermanos legos Elías Martinez, deNavarra, y José Baviera, de Valencia, o elmallorquín Santiago Beauvert, que muriósiendo seminarista en Lyon.

Fundación de la casa de Niza. Muertede Papetard.

Poco después del cierre del Colegio dePuerto Real en 1866, Papetard volvió aFrancia a fundar una casa en Niza, destina-da al reposo de los misioneros que regresa-

ban de África con la salud precaria. Enesta misma casa, Papetard murió el seis demayo de 1877, a la edad de 69 años.

Dimensión esencial de la iglesia. Tareade todos

Sin duda la figura del padre Papetardsupo transmitir al pueblo español, con un

coraje y pasión extraordinarios, el trabajomisionero en África, coraje y pasión alque estamos llamados todos los bautiza-dos como corresponsales del trabajo deprimera evangelización. La figura delpadre Papetrad nos enseña que la misiónen África nos concierne a todos, tambiéna los que permanecemos en España y queel trabajo de primera evangelización estarea de todos los bautizados, de todo elPueblo de Dios. Nos enseña también queurge dar a conocer a nuestra iglesia espa-ñola el trabajo que se desarrolla en lospaíses de primera evangelización, porquela obra evangelizadora no es una dimen-sión más de la Iglesia sino la dimensiónesencial sin la cual la Iglesia carece desentido.

Al igual que la respuesta del puebloespañol del S. XIX fue muy variada,desde el aspecto económico, la oración, laadhesión en forma de vocaciones misio-neras, etc., hoy también el trabajo en Áfri-ca nos necesita a cada uno de nosotros y lallamada del padre Papertard sigue siendoactual.

Mariano Calle

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La campana suena también enGoumori.

La parroquia de Goumori está preparan-do el primer aniversario de su creacióncomo parroquia. A lo largo de este año, hahabido ciertos progresos en las sesentacomunidades que forman la parroquia. Enel pueblo de Goumori ya no se oyen sola-mente los altavoces de las mezquitas, puestodas las mañanas suena la campana de laiglesia. A las seis y media de la mañana,cuando los musulmanes han terminado susrezos, yo hago sonar cien campanadas paraque todo el pueblo pueda oír la llamada dela comunidad cristiana a la oración. Lacampana no es muy grande, pero tiene suvalor por ser el regalo que hacía el PadreErelh a las primeras comunidades que ibafundando en los años sesenta y setenta.

La oración, signo de nuestra fe.

De lunes a viernes, después de tocar lascampanas, me voy a los pueblos, puestengo la misa a las siete de la mañana enlos pueblos más importantes y esos díaslos catequistas dirigen la oración enGoumori. A veces se duermen o se olvidan

que les toca el turno de la oración, y eso sehace sentir en ese pequeño grupo de perso-nas que vienen regularmente a la oración,pues tienen que marcharse cansados deesperar. De cuando en cuando, digo a loscatequistas que, si nuestra iglesia se quedacerrada durante la semana, eso es un signode la poca estima que tenemos por nuestrafe cristiana, mientras que los musulmanesabren las mezquitas todos los días.

El esfuerzo tiene recompensa.

En los pueblos que son cabeza de distri-to, tenemos la misa un día fijo por semana,para que la Iglesia se haga visible conmayor regularidad. Cuando llego a lassiete de la mañana, allí está la gente espe-rándome. La mayoría son personas mayo-res que han recibido el bautismo este año,pero también hay gente joven que viene ala misa antes de ir al trabajo. La regulari-dad de la presencia del sacerdote es impor-tante para estas comunidades, pues asísaben que un día fijo a la semana hay misaen el pueblo. Salir temprano por las maña-nas en moto supone un gran esfuerzo,sobre todo en los meses de lluvia o cuandohace el viento frío del harmatán, pero hay

una compensación al ver que cada vezviene más gente a misa, y gente muydiversa, como funcionarios, comerciantes,mujeres con sus niños, jóvenes y viejos.

Cuarenta años de trabajo misionero.

Esas comunidades que existen en lospueblos más importantes son el fruto deltrabajo de todos los misioneros que me hanprecedido. Durante cuarenta años fueronvisitando esas comunidades, y así mantu-vieron la fe de esa gente que iba dando suspequeños pasos en el camino de Jesús.Cuando llegué a Goumori hace un año,para residir como primer sacerdote endicho pueblo, empecé a visitar esas comu-nidades con cierta regularidad, y encontréque había mucha gente mayor que no habíarecibido el bautismo por no haber hecho lacatequesis preparatoria. Esa gente mayorllevaba bastantes años en la comunidad, yalgunos habían conocido a los primerosmisioneros. Todos fueron bautizados enPascua, y ahora me esperan a la puerta dela iglesia el día que hay misa en el pueblo.

Las dificultades no faltan.

Si en los pueblos más importantes senota el trabajo realizado por todos los

En primera evangelizaciónTESTIMONIOS DE MISION

Guillermo, apenas un año después de la creación de la parroquia de Goumori, nos escribe desde el corazón parapresentarnos este rincón del norte de Benín y adentrarnos en la primera evangelización.

Guillermo Moret desde Goumori

La oración es grande, aunque el grupo sea pequeño

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misioneros que fueron pasando por esascomunidades, la realidad es muy distintaen las granjas dispersas en medio de estasabana africana. La gente que vive en lasgranjas ha dejado los pueblos para insta-larse en nuevas tierras de cultivo. Junto alos campos construyen la casa, y así vanformando pequeñas agrupaciones degranjas, estando las casas a cientos demetros unas de otras, y a veces a varioskilómetros. Llegar a esas comunidadesresulta difícil, pues los caminos son sen-das que se entrecruzan para ir a las dife-rentes granjas de campesinos o de pasto-res peulh. Esas comunidades sólo laspodemos visitar unas cuatro veces duran-te la estación seca, de noviembre hastajunio, pues aquí la estación de lluvias esmás corta, y con las primeras lluvias lagente trabaja en el campo y no está pararezos. Después disminuye el trabajo en elcampo, a medida que el maíz y el algodónvan creciendo, pero los caminos quedancortados por los arroyos hasta el mes denoviembre.

Se reúne la comunidad cristiana.

Cuando visitamos las comunidades deestas granjas, nos dirigimos a la casa delpresidente o del catequista de la comuni-dad y, después de los saludos habituales,nos sentamos a la sombra de un árbol.Tenemos que armarnos de paciencia, espe-rando que llegue la gente, mientras el cate-quista va en bicicleta por esas sendas,anunciando nuestra llegada a las restantespersonas de la comunidad. La reunióntiene lugar junto a un árbol, donde han cla-vado una cruz para indicar que es el lugarde oración de los cristianos. Unos troncos,

dispuestos en varias filas o en círculo, sir-ven de asiento.

Las comunidades siguen adelante apesar de los problemas.

La falta de catequistas es la mayor difi-cultad para que estas comunidades de lasgranjas puedan ir progresando en la fe. Sila persona que dirige la oración no estámuy motivada, la gente no se reúne, yespera nuestra visita que tan sólo es posi-ble unas cuatro veces al año. A pesar detodo, estas comunidades se mantienen añotras año, y ese número sigue creciendo,pues la gente de otras granjas más alejadasse entera de nuestra visita, y también quie-re que pasemos a rezar con ellos. Cuandose creó la parroquia de Goumori el añopasado, había unas sesenta comunidades, yahora ya son unas setenta. El trabajo nosdesborda, pero tenemos que hacernos pre-sentes allí donde nos llaman, aunque seareduciendo el número de visitas a cadacomunidad.

La alegría de servir al Reino de Dios.

En esta parroquia hay pues, trabajo deprimera evangelización para muchos años,

pero hace falta un verdadero esfuerzo parallegar hasta esas granjas dispersas por lasabana africana. Esta gente son los pobresde la sabana, pues no tienen ni pozos, niescuelas, ni dispensario, ni mercado, nicualquier otro servicio propio de un pue-blo. Anunciar el evangelio a los pobres esun signo de la presencia del Reino de Dios,y esto nos anima a coger la moto y recorrerese laberinto de sendas que llevan a lasgranjas.

Guillermo Moret

La misión de Goumori.

Anunciar el Evangelio a los pobres de la sabana es signo de la presencia del Reino de Dios.

ACTIVIDADES DEENERODías 26: VELADA MISIONERA

EN NUESTRA CASA DEASURA 34

EN MADRID, A LAS 20H.

Todos los miércoles, en nuestracasa de Madrid, a las 20,30h, osinvitamos a la Eucaristía y a un

ágape fraterno.

Para más información llama al91 300 00 41.

SMA - Sociedad de Misiones Africanas Página 6

En primera evangelizaciónTESTIMONIOS DE MISION

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Medicina TropicalTESTIMONIOS DE MISION

En el bosque sagrado, viven los espíritus.

El curandero conoce los secretos de las plantas.

El bosque sagrado.Ayer, de camino a Sudu, pasé junto al

bosquecillo que está a la salida de Soroko,cercano al riachuelo descarnado, porque yadesaparecieron las lluvias. Es un bosquepequeño, casi de juguete, no llegará a un parde hectáreas, y supongo que es el resto de unantiguo corredor forestal que ha ido quedán-dose en su mínima expresión a medida queavanzaban los cultivos del maíz, el algodóny mijo. Y lo ha salvado su condición desagrado. Es un bosquecillo sagrado. En élresiden los werekunus, espíritus terribles quemás vale dejar tranquilos, y crecen libremen-te las plantas utilizadas en medicina.

Es un parque como en la ciudad, pero enel campo y en su estado natural, salvaje.Tiene varios árboles gigantescos y unavegetación enmarañada que a todas lucesse observa que nadie penetra en él; tanpequeño y parece virgen. Sin embargoalguien debe adentrarse en esta floresta medecía recordando a Evaristo y las explica-ciones que me daba:

- Soy curandero, de estirpe sacerdotal.Las plantas son parte de mi familia y sóloyo puedo reconocerlas, utilizarlas. Sédónde están, en lugares que no son accesi-bles a los demás.

El trabajo del curandero.En su casa tenía unas hojas secándose

sobre la paja de una choza, unos tubércu-los troceados y unas marmitas sobre elfuego que cocían vete tú a saber quéechando espuma. Estás preparando unosbrebajes y mixturas y me dice que por lamañana ha estado en el monte en busca demedicinas como un cazador puede ir enbusca del cuerno del unicornio o el poeta

una estrella; pero él sabe dónde están lasque necesita y cuando las encuentra, searrodilla delante de ellas y dice:

- Perdona, planta; perdonad, hojas, peronecesito vuestra ayuda. Ha venido unmuchacho a verme, está mal y vosotras lopodéis curar. Tened piedad.

Deja un montoncillo de piedras junto ala planta y se retira despacio, sin mostrar-le la espalda hasta haberse alejado lo sufi-ciente. Por la tarde o al día siguiente vol-verá y si el montoncillo de piedras sigueintacto es que las plantas están de acuerdo

y recogerá con sumo cuidado las hojas o lacorteza que necesite.

- Gracias, hojas; gracias, plantas. Soismuy generosas.

Una vez en casa, hará sus preparativos,oraciones y encantamientos y cuandovenga el muchacho con la esperanza deencontrar una solución a sus problemas,Evaristo se dirigirá a la enfermedad contodo respeto, le pedirá noticias de su casa,cantará sus alabanzas y terminará supli-cándole que deje al muchacho ofreciéndo-le a cambio el sacrificio de un pollo, uncabrito o un cordero, según, porque entrehermanos todo se puede negociar si lapalabra es dulce y la actitud conciliadora.

El médico y el sacerdote.Este verano me hablaba un cirujano de

Voltaire que decía que los médicos auscultan,examinan y recetan al enfermo, le mareancon medicinas e intervenciones, pero al finales la naturaleza la que impone su ley una vezque se ha terminado el ceremonial.

Pues, claro que el médico tiene muchode sacerdote, pero quítale el ritual y verásen qué se queda si el enfermo no tieneansias de vivir, de sacar la cabeza a flote yrespirar el aire fresco de la mañana y con-templar su luz, un resquicio por el quepueda entrar el trino de un pájaro y mejoruna sonrisa, tu sonrisa.

Rafael Marco

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En todos los lugares de la tierra

se bailará esta noche,

porque ha nacido el hijo del Altísimo.

Ha nacido y es un regalo para todos.

Navidad, Navidad, Navidad.

Venid a ver dónde duerme

el Hijo del Altísimo.

Ha nacido en un establo.

Ha nacido y es un regalo para todos.

Navidad, Navidad, Navidad.

Venid con vuestros regalos

para acoger al hijo del Altísimo.

El mejor regalo que espera es tu corazón.

Ha nacido y es un regalo para todos.

Navidad, Navidad, Navidad.

Edita: SOCIEDAD DE MISIONES AFRICANAS (S.M.A.). Director: José Antonio Ferrer

Administración: François du Penhoat. Suscripción: 4 €.C/. Asura, 34 - 8043 MADRID • Tel.: 91 300 00 41 • Fax: 91 388 56 58.

E-mail: [email protected] • www.misionesafricanas.orgDep. Legal. M-38.305-1983

Nos ha nacido y es un regalo para todos.

SMA - Sociedad de Misiones Africanas Página 8

Villancico BaribaFELIZ NAVIDAD

La Sociedad

de Misiones Africanas

os desea Feliz Navidad.

Que sepamos acoger a

todos los pobres de la

tierra para que, en

nuestro corazón,

vivamos el misterio de

Belén.

La Sociedad

de Misiones Africanas

os desea Feliz Navidad.

Que sepamos acoger a

todos los pobres de la

tierra para que, en

nuestro corazón,

vivamos el misterio de

Belén.