Novia, de Alejandro Dolina

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Novia Hace mucho tiempo, yo tenia una novia buena y hermosa. Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita. Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su llanto me irritaba. Pero un día, un incidente que ni siquiera recuerdo, me despertó el temor de perderla. El amor crece con el miedo. Mi conducta cambió. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el daño que había hecho y empecé a vivir para ella. Le hacía el amor en todos los zaguanes, le cantaba valses de Héctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por los lugares más hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas. Me hice sabio y generoso solo para merecer su amor. Pero un día me dejó. -No te quiero más- me dijo, y se fue. Suplique un poco, solo un poco, porque era bueno. Después me puse a esperar la muerte sentado en un umbral. Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo. Indagué a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia. Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo, Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era una perpetua vigilancia. Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido. Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda. La seguí entre las sombras y vi que se detenía en la esquina que yo conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y esperó, esperó mucho. Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia, pero él la rechazó. Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en verla sufrir y amar

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Un joven maltrata a su novia hasta que un día se arrepiente y comienza a tratar con cariño. Al poco tiempo ella sufrirá un cambio completamente inesperado.

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Novia

Novia

Hace mucho tiempo, yo tenia una novia buena y hermosa. Me amaba con una devocin tal, que no pude resistir la tentacin de ser malvado. Me solazaba en la traicin, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita.

Ella lloraba en secreto, cuando yo no la vea, pues saba que su llanto me irritaba. Pero un da, un incidente que ni siquiera recuerdo, me despert el temor de perderla. El amor crece con el miedo. Mi conducta cambi. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el dao que haba hecho y empec a vivir para ella. Le haca el amor en todos los zaguanes, le cantaba valses de Hctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por los lugares ms hermosos del mundo. Le impona aventuras inesperadas. Me hice sabio y generoso solo para merecer su amor. Pero un da me dej. -No te quiero ms- me dijo, y se fue. Suplique un poco, solo un poco, porque era bueno. Despus me puse a esperar la muerte sentado en un umbral. Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pens que seguramente me haba dejado por otro. Decid averiguarlo. Indagu a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia. Resolv seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el da, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo, Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perd mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era una perpetua vigilancia.

Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido. Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda. La segu entre las sombras y vi que se detena en la esquina que yo conoca bien. Me escond en un portal. Ella se detuvo y esper, esper mucho.

Cerca de una hora despus, apareci un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar haba en su paso. Ella intent una caricia, pero l la rechaz. Inmediatamente comprend que el hombre se complaca en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diablico. Cada tanto, me llegaban rfagas de una risa vulgar. No poda concebirse un individuo mas vil y detestable. Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendi. Al llegar a la luz de la avenida, pude ver que aquel hombre era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desdn csmico que tanto me haba costado borrar del alma, con la maldad de mis peores pocas. Con la impunidad de los necios. No pude soportarlo, pens en cruzar la calle y pegarme una trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mi mismo dejar tranquilo a aquella muchacha. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe que decirme. Se detuvieron un instante y pas delante de ello. Ella no me vio. Yo s me vi. Me mir con un gesto de advertencia. Despus los perd de vista y me qued llorando.

Alejandro Dolina.