Nota sobre Géneros y Comunicación Literaria

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NOTA SOBRE GÉNEROS Y COMUNICACIÓN LITERARIA José Domínguez Caparros UNED A pesar del rechazo que el concepto de género literario sufrió en la teoría de Croce, hoy no se duda de la utilidad de tal noción dentro de los estudios literarios. Podemos recordar, entre otros, los argumentos a favor de tal concepto expuestos por Lázaro Carreter y por Todorov '. De momento sólo voy a ilustrar uno de los hechos que Lázaro Carre- ter presenta en apoyo de la realidad del género literario. Se trata de que el escritor sitúa frecuentemente de manera explícita su creación en unas coordenadas genéricas. Así, Valera, que en Las ilusiones del Doc- tor Faustino se dirige frecuentemente al lector, se cura en salud res- pecto a la posible falta contra alguna regla del género «novela», cuan- do dice: «Bien sabe el autor o narrador de esta historia que aquí como en otros pasajes de ella, han de incomodarse los lectores con el héroe principal, de quien exigen en novela una fidelidad y una constancia prodigiosas y a quien han de condenar porque ya amaba a María, ya a Costancita, ya a las dos a la vez, y porque amó durante algunos días a la misma Rosita; pero tire contra él la primera piedra quien en la vida real haya tenido menos varia- ciones en sus amores» ^. ' F. Lázaro Carreter, «Sobre el género literario», en Estudios de poética, Madrid, Taurus, 1976, pp. 113-120; T. Todorov, «Les genres littéraires», en ¡ntroduction á la litté- rature fantasíique, París, Seuil, 1970, pp. 8-27. ^ J. Valera, Las Uusiones del doctor Faustino, Madrid, Castalia, 1970 (Clásicos Casta- lia, 26), pp. 393-394. 335

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NOTA SOBRE GÉNEROS Y COMUNICACIÓN LITERARIA

José Domínguez Caparros

UNED

A pesar del rechazo que el concepto de género literario sufrió en la teoría de Croce, hoy no se duda de la utilidad de tal noción dentro de los estudios literarios. Podemos recordar, entre otros, los argumentos a favor de tal concepto expuestos por Lázaro Carreter y por Todorov '.

De momento sólo voy a ilustrar uno de los hechos que Lázaro Carre­ter presenta en apoyo de la realidad del género literario. Se trata de que el escritor sitúa frecuentemente de manera explícita su creación en unas coordenadas genéricas. Así, Valera, que en Las ilusiones del Doc­tor Faustino se dirige frecuentemente al lector, se cura en salud res­pecto a la posible falta contra alguna regla del género «novela», cuan­do dice:

«Bien sabe el autor o narrador de esta historia que aquí como en otros pasajes de ella, han de incomodarse los lectores con el héroe principal, de quien exigen en novela una fidelidad y una constancia prodigiosas y a quien han de condenar porque ya amaba a María, ya a Costancita, ya a las dos a la vez, y porque amó durante algunos días a la misma Rosita; pero tire contra él la primera piedra quien en la vida real haya tenido menos varia­ciones en sus amores» .̂

' F. Lázaro Carreter, «Sobre el género literario», en Estudios de poética, Madrid, Taurus, 1976, pp. 113-120; T. Todorov, «Les genres littéraires», en ¡ntroduction á la litté-rature fantasíique, París, Seuil, 1970, pp. 8-27.

^ J. Valera, Las Uusiones del doctor Faustino, Madrid, Castalia, 1970 (Clásicos Casta­lia, 26), pp. 393-394.

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En este mismo sentido, el efecto de realidad perseguido por Daniel Defoe, en Robinson Crusoe, ie lleva a la negación retórica del género con el que el lector identifica esta obra sin duda, cuando dice:

«Son tantos los viajeros que han escrito el relato de sus travesías que resultaría bien poco interesante que yo hiciera una detallada narración so­bre los lugares donde tocamos puerto, así como de sus habitantes. Dejo esas cosas a otros y remito al lector a los diarios de viaje de algunos in­gleses, muchos de los cuales han sido publicados y otros se anuncian fre­cuentemente» '.

Y, si salimos de la obra de creación y acudimos a comentarios de un autor, no faltan las frecuentes alusiones a hechos que tienen que ver con una caracterización genérica de su obra. Como ejemplo, tomemos las siguientes palabras de Federico García Lorca a propósito de su Ro­mancero Gitano:

«Desde el año 1919, época de mis primeros pasos poéticos, estaba yo preocupado con la forma del romance porque me daba cuenta que era el vaso donde mejor se amoldaba mi sensibilidad. [...] El romance típico ha­bía sido siempre una narración y era lo narrativo lo que daba encanto a su fisonomía porque cuando se hacía lírico, sin eco de anécdota, se convertía en canción. Yo quise fundir el romance narrativo con el lírico sin que per­dieran ninguna calidad y este esfuerzo se ve conseguido en algunos poemas del Romancero como el llamado Romance sonámbulo [•••]» *.

Si estamos de acuerdo con la licitud de hablar de géneros, cabe se­guir preguntándose por el lugar que este concepto ocupa dentro de las disciplinas literarias. El concepto de género, que se identifica con una reiteración de constantes a lo largo de las manifestaciones literarias, y, al mismo tiempo, funciona como un concepto teórico-abstracto clasifi­cador de las obras ,̂ tiene que ver con dos disciplinas claramente dife­renciadas en la teoría, aunque en la práctica cada vez se ve más la ne­cesidad del mutuo apoyo. Me refiero a la historia literaria y a la teoría literaria.

' D. Defoe, Robinson Crusoe, Barcelona, Lumen, 1975 (Ediciones de Bolsillo, 366, 383), II, p. 212.

* F. García Lorca, Prosa, Madrid, Alianza Editorial, 1980 (4." edic), pp. 51-52. ' Este carácter abstracto del concepto de género, que lógicamente debía ser recha­

zado por teorías del tipo de la de Croce, queda perfectamente reflejado en las siguientes palabras de E. Bruss:

«Mais on oublie trop souvent qu'on se place, en fait, dans l'abstrait

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A este problema está dedicado el importante y ya clásico trabajo de Viétor donde, tratando de resolver el problema de «.hay que empezar por el establecimiento de unas categorías abstractas (tipos) o por la ma­nifestación histórica del género, dice:

«U déoart en sera une saisie intuitive de l'élément générique á partir des représ^ntants ^tiquement les plus significatifs du genre, "e pas sm-vant qui ̂ ndHÍ, d^4 au tout historique du genre, raméne aux debuts de l'histoire du genre» .

Esta pertenencia del género a la historia y a la teoría literarias ^ r e ­fleja también en distinciones a que se acude a veces dentro de la teona de\os géneros. Pienso, por ejemplo, en la ^Í^'^'^^'^'Z^^Z -producto de un acercamiento inductivo: observación de "n penodo d a d o - v tipo -producto del acercamiento deductivo que postula la exTsS^ci'a dfgéneíos literarios a partir de una '^o^^^^t^^^^^^^' rio-; o la diferenciación de géneros teóricos yj^^"'''^f¿'^^i Wolf-Dieter Stempel señala que el género lene que ver a 1^^«^ «^^ f̂ sistema - q u e podemos asimilar a la teoría i t e r a n ^ y.''"H^ H Í ^ 2 « !í!que pude asearse con la historia literana-, adqmnend° de es^a fo^ia En estatuto similar al de la norma en el pensamiento de Co

' ' " e s ' a situación intermedia es la que hace de los géneros un objetó privilegiado de estudio, y la que está en la raíz del interés actual por ellos, como señala Rainer Warning:

d'un texte ne se determine P̂ * ̂ ¿ f .^vateur mlmétique ou thémati-qu'on appelle son ^̂ V'*; °"J^.^"S^Tméme fason pour la simple raison que. Elle ne peut se tóte™'"" °^.'* S q u e aux autres fonctions d'un qu'une intégration totale de ' V ° or^au de lUé'awre sui generis. et tout texte rendrait n'importe quel "'°',f *V^,''^"tructure, aussi infime fút-changement dans le *'^«'^''^^;'!é°^r?q„e. S o b i ¿ ^ il, créarait une nouvelle catégone génenque ^̂ _̂ ^̂ hie conside-il, créarait une nouveiie '^"'^S"!'^,/,7 i-Si ™, 15.16.

tura», en R.S.E.L., 10,1, 1980, p. 196. Httéraires», en Actas del Xl¡ Con-0 W. D. Stempel, «Pour une descnp ion «1|^S*"'"'«'^^ j971. Tomo II, p. 568.

greso Internaciomlde Lingüistica y Fdoiogía Románica, Bucares

certainement pas par hasard, mais en rapport avec le développement d'une théoríe pragmatique du texte, que ce secteur, le plus anden de la théorie littéraire, a de nouveau suscité un intérét croissant ees derniéres années. En effet, des genres opérent précissément á la frontiére entre la théoríe du discours en general et les concrétisations historíques du discours» ''.

Y Todorov:

«Le genre est le lieu de rencontre de la poétíque genérale et de l'his-toire littéraire événementielle; il est á ce titre un objet prívilegié, ce qui pourrait bien lui valoir l'honneur de devenir le personnage principal des études littéraires» '".

Parece justificado el afirmar que la forma adecuada de comprender el concepto de género, y de que este concepto sea útil en los estudios literarios, consiste en salir de la obra individual —la obra, única, nos lleva a un relativismo estéril. También parece justifícado el afirmar que no conviene quedarse en esquemas meramente teóricos, que recogen dentro de la obra los rasgos que ilustran estas propiedades teóricas, asignadas de antemano a un tipo genérico, y que, por su forzosa gene­ralidad, no explican las normas genéricas reales por las que se rige una obra o un grupo de obras.

El carácter normativo del género se compagina muy bien con una concepción de la literatura como hecho comunicativo en el que no sólo existe un autor, sino que, además, hay un factor tan importante en el funcionamiento literario como es el lector, el público " .

La teoría de los actos de lenguaje —en sus aplicaciones a la litera­tura— y la estética de la recepción insisten en el carácter institucional de la literatura y en la importancia del lector dentro del fenómeno lite­rario ^̂ .

Si, partiendo de lo dicho anteriormente, concebimos una obra litera­ria como un hecho comunicativo —con autor, texto y lector— nuestra

' R. Waming, «Pour une pragmatique du discours fictionneU, en Poétique, 39, 1979, p. 325.

'" T. Todorov, Les genres du discours, París, Seuil, 1978, p. 52. " F. Lázaro Carreter, ¿Qué es la literatura? Santander, Publicaciones de la U.LM.P.,

1976. Una aplicación del esquema de la comunicación a la historia de la literatura es la del checo VodiCka, según reseñan Ibsch EIrud et D. W. Fokkema, «La théorie littéraire au XX' siécle», en A. Kibédi Varga (ed.) Théorie de la littérature, París, Picard, 1981, p. 44.

'̂ J. Domínguez Caparros, «Literatura y actos de lenguaje», en Anuario de Letras, México, XIX, 1981, pp. 89-132; Colectiva, La actual ciencia literaria alemana. Salamanca, Anaya, 1971; T. Todorov, Les genres du discours, cit.

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comprensión de dicha obra tiene que tener en cuenta las normas que ri­gen el comportamiento de cada uno de estos factores dentro del pro­ceso de la comunicación. Podemos arriesgar la opinión de que son estas normas las que, en deñnitiva, nos darán las características de un gé­nero, y la pertenencia de una obra a un determinado género.

Dentro del pensamiento teórico-literario —es decir, dentro de la disciplina literaria de mayor nivel de abstracción—, cuando se ha tra­tado de dar una defínición del género literario, no se han olvidado las referencias teóricas a cada uno de estos elementos. Veamos, como ejemplo, algunas de las caracterizaciones del concepto de género li­terario.

Apreciaciones que inciden en el papel del emisor-autor son, por ejemplo, las siguientes:

a) P. Larthomas:

«Si la notion de genre est fondamentale, c'est que chaqué genre litté-raire represente, au delá de toutes les autre$ différences qui sont souvent plus apparentes que réelles, une maniere particuliire d'utiliser le langage. Qu'est-ce á diré? Que l'auteur (au sens tres large du terme), en choisissant tel ou tel genre, choisit une certaine forme, recherche une certaine effica-cité, d'une certaine maniere; que son texte agit de telle ou telle fa;on sur un auditeur ou un lecteur qui est dans telles ou telles conditions matéríelles ou dans telles ou telles dispositions d'esprít» ".

b) Lázaro Carreter, refiriéndose a las coordenadas en las que se si­túa la obra de un escritor, dice que éste:

«Las recibe en forma de propuestas u opciones, y con ellas van, justa­mente, los géneros literarios, no como meros estímulos del ánimo, que le muevan a escribir desde un temple espiritual dado y a adoptar la primera persona (lírica), la tercera (narrativa) (Jakobson, 1973:130] o la primera y la segunda alternantes (dramática), sino como configuraciones estructurales bien determinadas, de las cuales sólo podrá zafarse mediante un golpe de genio» '*.

c) Viétor:

'̂ P. Larthomas, «La notion de genre littéraire», en P. Guiraud y P. Kuentz, LM sty-listiqut. Lectures, Paris, Kliencksieck, 1975, p. 72.

'* F. L á̂zaro Carreter, «Sobre el género literario», cii, p. 115.

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«En vertu de leur disposition structurale, des contenus determines ont déjá une aptitude naturelle pour le genre du sonnet, de l'élégie ou de Pode. Les exemples les plus signiricatifs dans l'histoire des genres montrent que c'est en fonction de tels rapport [...] que se decide l'instinct créateur du poete. [...] Pourquoi une expérience déterminée trouve-t-elle dans un sonnet et non dans une ode sa forme appropriée? Bien sur, l'instinct du poete sera á méme d'en décider plus facilement que le savoir du théoricien ne saura discerner le probléme» .

d) Carlos Bousoño:

«La poesía es, según la concepción tradicional, un género literario, lo que implica, por parte del autor, voluntad de arte, y por parte del lector, conciencia de que lo que lee es lenguaje imaginario dicho por un yo fic­ticio» '".

Basten estas apreciaciones para destacar que la noción de género se presenta, sin lugar a dudas, a la mente del creador, que es quien decide qué rasgos formales, estructurales, va a adquirir el mensaje que va a emitir. Lógicamente, puede decidir, en muy diversos grados, acercarse o separarse de unas estructuras presentes en obras anteriores.

Si tenemos en cuenta que la manifestación más evidente de la idea de género procede de la repetición de rasgos estructurales en dos o más obras, comprenderemos que sean frecuentes las apreciaciones sobre el concepto de género que se centra en el mensaje, en el texto. Veamos al­gún ejemplo.

En los orígenes de la teoría literaria del siglo XX, Tomachevski con­sidera los géneros literarios como clases particulares de obras

«que se caracterizan por un agnipamiento de procedimientos alrededor de los procedimientos perceptibles, que llamamos los rasgos de género» '''.

Lázaro Carreter también señala la unión de género y unas particula­ridades estructurales en los siguientes términos:

«Esa estructura [la que un escritor da a una obra teniendo en cuenta

" K. Viétor, «L'histoire des genres littéraires», cit., p.498. '* C. Bousoño, Teoría de la expresión poética, Madrid, Credos. 1970 (5." edic). I, p. 50. " B. Tomachevski, «Thématique», en T. Todorov, (ed.), Théorie de la littérature.

Paris, Seuil, 1965, p. 302.

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modelos anteríores], en cuanto tal, consta de funciones dispuestas en un cierto orden y tensión mutua, y están desempeñadas, en el plano del conte­nido, por ciertos elementos significativos (personajes, por ejemplo, com­portamientos, lugares de acción, orientaciones afectivas, etc.), que, aunque puedan ser sumamente diversos en las distintas obras del género, permiten su reducción a unas pocas categorías funcionales bien diferenciadas» "*.

No parece necesario insistir en que el género tiene que concretarse, forzosamente, en unas peculiaridades textuales. Ahora bien, conviene señalar que no toda peculiaridad textual es un rasgo genérico —así lle-garíantos a la individualidad de la obra y a la imposibilidad de hablar de género literario, concepto que, como hemos visto, tiene un carácter abstracto—, sino que, como dice Lázaro, estos elementos significativos constituyen un rasgo genérico cuando se pueden reducir a categorías funcionales. O, como señala E. Bruss:

«L'association entre caractéristiques textuelles et identité générique n'est pas naturelle, mais conventionnelle. [...] Ce n'est qu'en vertu des re­gles constitutivos de la littérature que les caractéristiques d'un texte donné "ont la valeur" de signaux d'une fonction générique donnée. L'autobio-graphie ne présente aucune caractéristique et méme n'existe pas, en dehors des institutions sociales et littéraires qui la créent et la soutiennent» '".

Si tenemos en cuenta que la cuestión de la constitución de un gé­nero «es casi una aporía resoluble si se acepta que tal constitución se produce cuando un escritor halla en una obra anterior un modelo es­tructural para su propia creación» ^ , tendremos que admitir que el re­ceptor del mensaje es un elemento capital, si no el principal, en la con­figuración del género. En efecto, el escritor funciona antes como lector que como escritor, antes como receptor que como recreador o modifi­cador de unas «configuraciones estructurales bien determinadas» (Lázaro).

Según esto, las palabras y la ejemplificación de Claudio Guillen son de una agudeza ejemplar:

«[El género] arranca de un proceso de agrupación [...]. El Lazarillo a solas no se defendía [...]. El Guzmán conoce un éxito excepcional, pero sus efectos traspasan los límites de una obra única, repercuten en el Lazari­llo y dan origen a la idea de un género imitable. He aquí que las dos no-

'* F. Lázaro Carreter, «Sobre el género literario», cit., p. 117. " E. Bruss, «L' autobiographie considerée commc acte littéraire», cit., p. 18. ^ F. Lázaro Carreter, «Sobre el género literario», cit., p. 117.

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velas se acoplan en la imaginación o la memoria de los lectores, formando grupo, y que este género rudimentario alcanza algo como una vida propia, sugerente, que incita a la imitación. No es la obra individual (...] la que crea el género, desde luego, sino el lector —o el escritor antes de escribir, o sea, en cuanto lector [...]» '̂.

La denominada «estética de la recepción», al centrarse en el estudio de la literatura a través del destinatario de la obra, concede una gran importancia a la idea de género como conjunto de normas que rigen una correcta comprensión del mensaje por parte del lector. Y, al mismo tiempo, concede una gran importancia al receptor como punto de partida en la caracterización del género. Resumir su pensamiento en este punto merecería un trabajo aparte. Ejemplo de por dónde van sus intereses pueden ser las siguientes palabras de Weinrich:

«Creado por Karl Mannheim, el concepto de "horizonte de expecta­tivas" fue introducido en la filología por Hans Robert Jauss. Jauss lo em­plea sobre todo para los géneros literarios: la obra literaria que se presenta como perteneciente a un determinado género literario, se coloca en un ho­rizonte de expectativas que se ha formado el lector —el lector culto— por su familiaridad con ese género» ^.

Conviene que oigamos las palabras del propio Jauss, en el sentido de que

«[...] toda obra literaria pertenece a un género, lo que equivale a afir­mar pura y simplemente que toda obra supone el horizonte de una expecta­tiva, es decir, de un conjunto de reglas preexistentes para orientar la com­prensión del lector (del público) y permitirle una recepción apreciativa» ".

Dentro de la teoría literaria española, cito las lúcidas palabras de Carlos Bousoño:

«(...] vamos comprobando que lo "poético" de una novela o de un cuento, o de un poema, de una obra de teatro o un trozo de conversación.

'̂ Apud F. Abat Nebot, «Sobre la novela picaresca como género literario». Apéndice a su edición de La vida de Lazarillo de Tormes, Madrid, Edaf, 1979, p. 145.

^ H. Weinrich, «Para una historia literaria del lector», en Colectiva, La actual ciencia literaria alemana, cit., pp. 127-128.

" H. R. Jauss, «Littérature médiévale et théorie des genres», en Poétique, 1,1970, p. 82.

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no aparece o suele no aparecer más que cuando ta significado lo .nterpre-tom<» resoectivamente. romo "significado de novela" o bien "de cuento , ÍÍ^T^ml^ etc pues esa interpretación nos sitúa en una actitud de es-o e r a S c t ¿ ron respecto a lo que va a venir y. por tanto nos pone en si-^ació^ r -a^nt ir imo". Naturalmente, ello supone en el lector una idea bs^un"e p r e S ^ l o que es cada uno de esos moldes literanos, idea que, p̂ r su parte pr^de de ciertas ronviccioncs nuestras o elementos cosmo-visionarios» '*

Visto lo que la teoría literaria puede decir respecto de los factores de ía comunicación literaria y su papel en el '̂ «"̂ «Pt̂ ̂ f ¿f^^ °' Quiero trazar ahora unas líneas de cómo pueden aprovecharse estas in-TacTo ™ el estudio concreto de una obra o un grupo de obras. En-fm Dues e í e terreno de la crítica literaria, del que pueden derivarse afinas ndTcacones prácticas para el comentario de textos, en lo que i refiere al tratamiento del estudio del género literano de una obra. Y ío Is Que se trate de una simple aplicación del esquema teóna,, pues Ja Smos vTsto que la teoría reconocía un papel fundamental al recep-L ^ d T r n ^ ^ e ' L l o mismo a;̂ .̂ ^^^^^^

STZl'SJST7^s'te::^¡^sT::J:Je en pSturas como la de Todorov, cuando propone llamar géneros

«les seules classes <^^^:;^^^T^^^^,^:^^::^J''^:^T^ot

£TdiLL^urrsr(d';̂ ^^^^^^ «. <^ ̂ ^^'^ ̂ --dique et indirecte, dans les textes eux-mémes»

indicadoe, '^f''^^^^¡¿Z'^£'^T¿,ST!^'^.^ S ^ * „ " S r , " p u ° r ; S ñ ? r i e ° U ' ^ o es^ue^a de, es.udio de, gé-ñero de una obra e, siguiente:

GÉNERO; AUTOR+TEXTO+RECEPTOR

Es decir, ,a situacidn de - ™ ™ » S l i Í : ? . T ; ! ^ T f cala^SS & e L ^ t S ' ; t 1 « e T i S n 1 n ' S s t S n . p L I a , descHpci6n,

se puede partir de:

" T ^ u s o f i o , «Significación de los géneros., en ínsula, n." 281, abril 1970, p. 14. " T. Todorov, Les gentes du discours, cu., p. •*•>•

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METALENGUAJE DE ACERCA DE AUTOR AUTOR+ TEXTO+ RECEPTOR TEXTO AUTOR + TEXTO + RECEPTOR RECEPTOR AUTOR+ TEXTO+ RECEPTOR

Es decir, el estudio de la situación de comunicación literaria propia de un género tiene que servirse del metalenguaje de cada uno de los factores de esa comunicación. Se trata, por supuesto, del metalenguaje referido a la cuestión del género.

Si, idealmente, habría que suponer que, para caracterizar un gé­nero, habría que completar todos los apartados, en la práctica el caso más frecuente será el del género descrito de acuerdo con parte del es­quema propuesto. Tómese, pues, el cuadro como guía de clasificación de los textos relacionados con esta cuestión.

Veamos ahora unos ejemplos del tipo de observaciones metalingüis-ticas que habría que tener en cuenta, y de su clasificación según el cua­dro anterior.

Pío Baroja, en su obra Juventud, egolatría, escribe:

«Esta vez, en lugar de salirme una novela, me han salido unos comenta-ríos acerca de mi vida.

Como casi todos mis libros, éste me ha aparecido entre las manos sin pensarlo y sin quererlo. Me hablan encargado escribir una autobiografía de diez o quince páginas. [...]

Quizá al lector le parezca impropia la petulancia del autor en algunos pasajes; quizá en todos encuentre al autor impertinente y ridículo. He que­rido lucir y sacar al aire mi vanidad y mi egotismo para que no me vaya ahogando la tendencia ascética» ^.

Aquí, a partir del texto, encontramos información sobre el autor —que escribiría respondiendo al encargo de una autobiografía—; sobre el texto —que no hay que entender como novela, sino como «comentarios acerca de mi vida»—; sobre el lector —que es dirigido en el sentido de la benevolencia a la hora de juzgar los comentarios sobre la vida del autor.

Si leemos el prólogo de Julio Caro Baroja a la edición de esta obra, encontramos las siguientes afirmaciones:

«Al recoger él mismo en sus Páginas escogidas (aparecido poco des­pués) un capítulo de él [de Juventud, egolatría], indica que es obra autobio-

^̂ P. BaTOja, Juventud, egolatría, Madrid, Taurus, 1977, pp. 20-21.

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gráfica, escrita en parte a requerimiento de su editor de «"^°»="'/;J'«="^ mi padre, Rafael Caro Raggio. En parte también lo concibió pensando en la cbmposición de un prólogo para tales páginas. Por ultimo porque un tra­ductor alemán le había pedido unas notas sobre su vida y sus ideas» .

En estas palabras del receptor Caro Baroja encontramos referencias al género de la obra de Pío Baroja. Estas referencias aluden al autor y su intención, que oscila entre autobiografía, prólogo o presentación de si mismo. Aunque para intentar definir más precisamente el género de la obra de Baroja sería necesario allegar más testimonios de otros recep­tores, o del autor, estos dos recogidos - d e l texto y de un receptor-puedan servirnos para una primera calificación de la obra en cuestión ?omo «autobiografía o comentario sobre algunos aspectos de su vida.

En La Gaviota, de Fernán Caballero, se define con toda nitidez el género «novela de costumbres» ^ . El texto mismo, pues, da la clave

^^"u"? descripción del género «diario de viaje», se encuentra en el texto de Roblón Crusoe citado al principio. En este c a ^ ; «> je^^o también da las claves genéricas, aunque, por una figura retónca de ma-

^" * S e t ; i o T " c L C a r ^ ^ ^ ^ - intención modelo y carácTer de su obra, lo constituyen las palabras de García Lorca ci-

n o ? r u p Í V Ó 7 e r ejemplos dados son sólo indicaciones de p^r dónde pueden ir las caracterizaciones del género de una obra. Habría qSver^qué resultado daría un examen más preciso de todos los puntos

" " " ^ í o j a terminar citando las palabras de una pepona que no se de­dica fundamentalmente a la crítica literaria ni a la ^o^f i j ro que UuTtran perfectamente la actitud del receptor bterano. Dice José María de Areilza:

.A, comprar -libro^nuc;^ el U^r^^^^^^ ^ m ' ^ ^ ^ ^ " Z

esquemas P''>P'°''^^^''J''^!?^^^^udoefido. Una pieza que se re-

" Ibídem, p. 8. . . r^tuMn 1979 (aásicos Castalia, n.° 95), » Fernán Caballero, La Gaviota, Madnd, Castalia, iv/v vv,

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el propósito de naturalista que avizora la especie y el género del libro para clavarle, como a las mariposas, alfiler y rótulo» ".

Estas palabras ilustran perfectamente la recepción de la obra literaria —recordemos los horizontes de expectativas— y la importancia que en tal recepción tiene la clasificación genérica.

^ José M." de Areilza, «Los libros de trabajo», en el diario El País, Suplemento Li­bros, 3, II, 1980, p. 7.

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