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1 Pueblos indígenas, Estados-Nacionales y fronteras: dinámicas del pueblo Mapuche en Norpatagonia Argentina 1 Dr. Sebastián Valverde (FFyL-UBA/CONCIET Ciudad Aut. De Buenos Aires, Rep. Argentina) Resumen El objetivo principal del presente trabajo, es problematizar los diferentes mecanismos y dinámicas de “fronterización” hacia el pueblo indígena Mapuche en la región cordillerana de Norpatagonia Argentina y en particular en esta localidad de Villa la Angostura, promovidos por diferentes sectores sociales no indígenas, a través de discursos y representaciones sociales. Analizaremos diferentes crónicas históricas locales -que resultan nodales en torno a cómo se construye un “relato” sobre la región- así como retomaremos diferentes discursos y controversias que se vienen dando con la comunidad Mapuche local Paichil Antriao y con la figura del “Cacique Antriao” (que fue de los primeros pobladores de la zona a finales del Siglo XIX). El ámbito constituye un lugar privilegiado para reflexionar, no sólo en relació n a las fronteras socioculturales entre “blancos”, “europeos” e “indígenas” -en definitiva la frontera con el “otro” - sino también a la estrecha relación de esta zona con el vecino país de Chile, que es muy cercano en términos geográficos y en cuanto a las múltiples dinámicas sociales. Cabe destacar como tendencias que caracterizan a esta zona, en primer lugar, la estrecha relación con las poblaciones del occidente cordillerano (donde luego se consolidaría el estado Chileno) donde el “limite” efectivo fue sumamente tardío (recién en la década de 1930-1940). Paralelamente, es necesario comprender el prejuicio muy extendido en la región contra los pobladores chilenos (de bajos recursos, muchas veces descendientes de indígenas), lo que incluye identificación estigmatizante sumamente falaz por cierto- del pueblo Mapuche como presuntamente de “origen chileno”. Palabras Clave: Pueblo indígena Mapuche; Patagonia Argentina, Fronteras “Un futuro soñado por pioneros”: a modo de introducción a la problemática de las fronteras La crónica histórica 2 de la localidad de Villa la Angostura, Provincia de Neuquén 3 , en la región cordillerana del norte de la Patagonia 4 argentina, se inicia con el título con que 1 Trabajo presentado en la 29ª Reunión Brasilera de Antropología, realizada entre los días 03 al 06 de agosto de 2014, Natal/RN. 2 Reseña histórica de la localidad de Villa la Angostura. En: http://www.villalaangostura.com.ar/historia-de-la-villa.html 3 La localidad de Villa la Angostura es la cabecera del Departamento “Los Lagos” de la Provincia de Neuquén. Se asienta sobre la orilla norte del Lago Nahuel Huapi y se extiende hasta el Lago Correntoso en una zona de grandes bellezas naturales, al contar con lagos, ríos y montañas (que

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Pueblos indígenas, Estados-Nacionales y fronteras: dinámicas del pueblo Mapuche en

Norpatagonia Argentina1

Dr. Sebastián Valverde (FFyL-UBA/CONCIET – Ciudad Aut. De Buenos Aires,

Rep. Argentina)

Resumen

El objetivo principal del presente trabajo, es problematizar los diferentes mecanismos y

dinámicas de “fronterización” hacia el pueblo indígena Mapuche en la región cordillerana de Norpatagonia Argentina y en particular en esta localidad de Villa la Angostura, promovidos por diferentes sectores sociales no indígenas, a través de discursos y representaciones

sociales. Analizaremos diferentes crónicas históricas locales -que resultan nodales en torno a cómo se construye un “relato” sobre la región- así como retomaremos diferentes discursos y

controversias que se vienen dando con la comunidad Mapuche local Paichil Antriao y con la figura del “Cacique Antriao” (que fue de los primeros pobladores de la zona a finales del Siglo XIX).

El ámbito constituye un lugar privilegiado para reflexionar, no sólo en relació n a las fronteras socioculturales entre “blancos”, “europeos” e “indígenas” -en definitiva la frontera con el

“otro”- sino también a la estrecha relación de esta zona con el vecino país de Chile, que es muy cercano en términos geográficos y en cuanto a las múltiples dinámicas sociales. Cabe destacar como tendencias que caracterizan a esta zona, en primer lugar, la estrecha relación

con las poblaciones del occidente cordillerano (donde luego se consolidaría el estado Chileno) donde el “limite” efectivo fue sumamente tardío (recién en la década de 1930-1940). Paralelamente, es necesario comprender el prejuicio muy extendido en la región contra los

pobladores chilenos (de bajos recursos, muchas veces descendientes de indígenas), lo que incluye identificación estigmatizante –sumamente falaz por cierto- del pueblo Mapuche como

presuntamente de “origen chileno”.

Palabras Clave: Pueblo indígena Mapuche; Patagonia Argentina, Fronteras

“Un futuro soñado por pioneros”: a modo de introducción a la problemática de las

fronteras

La crónica histórica2 de la localidad de Villa la Angostura, Provincia de Neuquén3, en la

región cordillerana del norte de la Patagonia4 argentina, se inicia con el título con que

1 Trabajo presentado en la 29ª Reunión Brasilera de Antropología, realizada entre los días 03 al 06 de agosto de 2014, Natal/RN.

2 Reseña histórica de la localidad de Villa la Angostura.

En: http://www.villalaangostura.com.ar/historia-de-la-villa.html 3 La localidad de Villa la Angostura es la cabecera del Departamento “Los Lagos” de la Provincia de

Neuquén. Se asienta sobre la orilla norte del Lago Nahuel Huapi y se extiende hasta el Lago Correntoso en una zona de grandes bellezas naturales, al contar con lagos, ríos y montañas (que

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encabezamos este apartado. Luego de esta primera aseveración, el relato histórico continua

afirmando: “Hacia fines del siglo XIX se asentaron en esta región los primeros pobladores.

El medio de vida de estos pioneros era la agricultura y la ganadería en pequeña escala. Para

comunicarse y abastecerse debían realizar largos viajes a caballo a Chile, por el paso de

Puyehue, o a Bariloche, siguiendo la huella que bordeaba el Nahuel Huapi”.

Luego asevera, aludiendo a los años “1902 – 1903”:

“Al definirse la cuestión de límites con Chile, toda esta zona quedó bajo soberanía

argentina. Para fomentar el asentamiento de pobladores y afianzar la soberanía nacional, el

Gobierno creó la Colonia Pastoril Nahuel Huapi, los colonos recibieron estas tierras bajo

ciertas condiciones”.

En el párrafo siguiente, se relata:

“Llegó a la zona el italiano Primo Capraro, un hombre de gran empuje y visión, que se

convertiría en el principal promotor del desarrollo regional”.

“Se dedicó a trabajar la tierra, montó un aserradero y el primer emprendimiento turístico

con un hotelito en las inmediaciones del río Correntoso; el primer contingente de turistas

visitó esta zona alrededor del 1924”.

No podemos dejar de mencionar y a la vez plantear como punto de partida de este trabajo,

una serie de aspectos por demás paradójicos de esta crónica histórica. El primero de ellos es la

omisión en el relato, al origen étnico u otra característica, de aquellos a los que menciona

como “los primeros pobladores” que se asentaron en la región a fines del siglo XIX.

Al igual que ocurre con otros pueblos indígenas del país y América Latina, los integrantes

de los grupos originarios en general, y el pueblo Mapuche5 en particular, han sido

históricamente estigmatizados, invisibilizados y negados.

forman parte de la Cordillera de los Andes, que oficia de límite con el vecino país de Chile). Se encuentra a 80 Km. de las ciudades San Carlos de Bariloche y a 110 Km. de San Martín de los Andes (por el circuito turístico de “Los Siete Lagos”) y a 30-40 kilómetros de la frontera con Chile. 4 La Patagonia constituye la parte más austral de América del Sur. Comprende los territorios del sur de

Chile y de Argentina. En Argentina, abarca un sector de la Provincia de Buenos Aires, junto con La Pampa, Neuquén y Río Negro. Éstos distritos corresponden al área norte de la Patagonia que abordamos en este trabajo. En cambio, la sección sur está compuesta por las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego (Ver Mapa Nº 1).

5 En lengua originaria “mapudungún”, el gentilicio Mapuche significa “gente de la tierra” (Juliano,

1996). Este pueblo se asienta en el sur de Chile y en Norpatagonia Argentina. Sobrevivió a los ataques genocidas y etnocidas llevados a cabo a ambos lados de la Cordillera de los Andes a fines del siglo XIX (Radovich y Balazote, 2009). En el vecino país de Chile, se asienta en la Octava, Novena y Décima Región y (como resultado de las migraciones) en la región Metropolitana; sumando un millón de integrantes (Juliano, 1996; Bengoa, 2007). En Argentina, se ubican en las provincias de Chubut,

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En efecto, los primeros pobladores que se asentaron en la zona de la actual localidad de

Villa la Angostura, a fines del Siglo XIX y a quienes se está aludiendo el relato, son los

pobladores indígenas Mapuche Ignacio Antriao y Segundo Paichil, cuya denominación y

origen indígena es desde ya y –sugestivamente- omitida en el relato. Sin duda se trata de ellos,

ya que, como se puede leer en el párrafo siguiente cuando se creó la “Colonia Pastoril

Nahuel Huapi”, estos colonos “recibieron estas tierras bajo ciertas condiciones”. Fueron

Antriao y Paichil, los beneficiarios del lote 9 de “la Colonia” (aspecto sobre el que

volveremos más adelante), sobre el que luego crecería la localidad de Villa La Angostura.

Otro punto al cual deseamos hacer referencia en esta frase, es que señala cómo, al resolverse

el litigio de límites “toda esta zona quedó bajo soberanía argentina”. Resulta llamativa la

mención a la conformación de los límites en los años 1902-1903, que corresponde a la

delimitación formal -más que efectiva- de la frontera con el vecino país de Chile, ya que en

los hechos en esta zona el “límite” no funcionó como tal hasta bien avanzado el Siglo XX

(décadas de 1930 y 1940).

En el párrafo siguiente del relato, se menciona la llegada del italiano Primo Capraro,

destacando sus características y el “impulso” que generó al “desarrollo” de la región. En esta

cita se observa una estrecha asociación entre el “gran empuje y visión” de Capraro –

destacándose la fundación del primer hotel y la llegada de los primeros turistas-

estableciéndose una relación entre aquellos antecedentes y la oferta turística actual.

En definitiva, vemos que, al tiempo que se negaba y estigmatizaba a los indígenas, se daba

(y se sigue dando) una continua exaltación de los “pioneros” de origen “blanco”, por lo

general “europeos” –o en menor medida asiáticos, “turcos” como se denomina en la zona-,

como “fundadores” y artífices del “progreso” de la región. Es muy común que diversas calles,

espacios públicos, comercios, etc. lleven la denominación de “pioneros”, ya sea en términos

genéricos o aludiendo a personas específicas, catalogadas como “primeros pobladores” o

“fundadores” de algún comercio, emprendimiento o infraestructura específica que es

presentada como el “símbolo” del “progreso”.

En este sentido, deseamos remarcar la paradójica situación por la cual es recién el

“pionero” de origen italiano -varias décadas después de los primeros pobladores de la región-

quien es por primera vez identificado por su nombre, su nacionalidad y las labores que ha

efectuado, en contraste con la ausencia de personalización y mención de estos aspectos de los

Río Negro, Neuquén, La Pampa y Buenos Aires (Radovich y Balazote, 2009) (ver Mapa Nº 1) conformando algo más de 200.000 miembros de acuerdo al último censo de población del año 2010 (INDEC, 2012), siendo el pueblo originario más numeroso del país (seguido por los grupos Qom-Toba, Guaraní, Diaguita y Kolla).

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primeros pobladores (que llegaron a la región a fines del Siglo XIX). También resulta

sugestiva la omisión a “esfuerzos” que efectuaron éstos últimos, por cierto también claves

para el desarrollo de la región. En efecto, en el párrafo que antes mencionamos, que alude a la

conformación de los límites con Chile resulta llamativa la falta de mención a la colaboración

de los “primeros pobladores” Mapuche que se habían asentado en la zona a fines del Siglo

XIX, con la “comisión de límites” que trabajo en la zona por aquellos años y que concluyó

precisamente con la delimitación de la frontera con Chile en 1902 (luego haremos referencia

nuevamente a este aspecto).

Cabe destacar que desde principios de la última década (desde el año 2003), los

descendientes de Antriao y Paichil, vienen realizando una serie de movilizaciones y reclamos

judiciales en busca de su reconocimiento como “Comunidad Mapuche” (como Lof Paichil

Antriao), que ya obtuvo la formalización correspondiente del Estado Nacional, no así del

Provincial y el Municipal, lo cual es objeto de grandes controversias. En la actualidad, las

tierras que tradicionalmente ocupa el Lof Paichil Antriao se hallan titularizadas a nombre de

particulares ajenos a la comunidad que –aunque nunca tuvieron su posesión –las reclaman

como propias. Esto contribuye a explicar la situación de conflictividad con diferentes sectores

privados, interesados en avanzar sobre esos valiosos terrenos.

El objetivo principal del presente trabajo, es problematizar los diferentes mecanismos y

dinámicas de “fronterización” hacia el pueblo indígena Mapuche en la región cordillerana de

Norpatagonia Argentina y en particular en esta localidad de Villa la Angostura, promovidos

por diferentes sectores sociales no indígenas, a través de discursos y representaciones

sociales. Entendemos que estas crónicas históricas -que resultan nodales en torno a cómo se

construye un “relato” sobre la región- y diferentes controversias que se vienen dando con la

comunidad Mapuche local Paichil Antriao, constituyen muestras privilegiadas de las

múltiples dinámicas asociadas con las “fronteras”. Retomando lo planteado por diferentes

autores (Bartolomé, 2006, Cardoso de Oliveira y Baines, 2005; Trinchero 200 y 2007)

partimos de entender a las fronteras no solo desde el punto de vista político-jurídico, sino

también sociocultural, temporal junto con otras formas posibles de delimitación. No sólo nos

referimos a la frontera sociocultural entre “blancos”, “europeos” e “indígenas”, en definitiva

la frontera con el “otro”, sino también a la estrecha relación de esta zona con el vecino país de

Chile, que es muy cercano en términos geográficos –se encuentra a tan solo 30 o 40

kilómetros-.

En este sentido, debemos considerar el nivel de conflictividad de la comunidad Mapuche

Paichil Antriao en la sociedad local, su creciente presencia pública y movilización

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protagonizada por los diversos movimientos y comunidades indígenas, y por otro lado las

particularidades de esta región en relación a la frontera con Chile. Cabe destacar, en primer

lugar, la tardía conformación del límite efectivo con el vecino país de Chile (recién en la

década de 1930-1940) y paralelamente, el prejuicio muy extendido en la región contra los

pobladores chilenos (de bajos recursos, muchas veces descendientes de indígenas). A esto se

le suma la identificación estigmatizante –sumamente falaz por cierto- del pueblo Mapuche

como presuntamente de “origen chileno” y cómo esto se da específicamente en relación a la

comunidad Mapuche Paichil Antriao. Por esto es que históricamente la operación, no solo se

ha basado como antes señalábamos, en la negación e invisibilización de los pueblos

indígenas, sino en presentarlos reiteradamente como “extintos”, “en el pasado” o

“extranjeros”.

Cabe destacar que este trabajo se nutre de diversas temáticas que involucran al pueblo

indígena Mapuche, que venimos investigando desde fines de la década de 1990. Nos

centraremos en crónicas históricas y notas periodísticas publicadas en medios locales, y

también en discursos que hemos recabado en la zona y que hemos publicado en otras

oportunidades (ver Valverde y García, 2006).

Fragemento de la reseña histórica de la localidad de Villa la Angostura

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Mapa Nº 1: Mapa bicontinental,

zona la República Argentina

Mapa Nº 2: Provincia de Neuquén, zona de

Villa la Angostura

Fuente: Instituto Geográfico Nacional

Fuente: Instituto Geográfico Nacional

El pueblo Mapuche en Norpatagonia Argentina y en la región de Villa la Angostura

La ejecución a fines del siglo XIX de las campañas militares -de carácter genocida-

conocidas eufemísticamente como “Conquista del Desierto” (en Pampa y Patagonia entre los

años 1879 y 1885) y “Conquista del Chaco” (entre los años 1870 y 1911) se sustentaron, en

términos ideológicos, en la construcción del indígena como supuestamente “bárbaro”,

“belicoso” y “enemigo interno” (Trinchero, 2007).

En cuanto al pueblo Mapuche, su sometimiento militar tuvo lugar a fines del siglo XIX

después de varios siglos de resistencia, cuando también en el occidente cordillerano (en el que

se encontraba expandiendo el estado chileno) se desarrollaba una operación militar similar

(denominada “Pacificación de la Araucanía”) (Radovich, 2003). La “Conquista del Desierto”

permitió la incorporación de las áreas habitadas por el pueblo Mapuche a la estructura

económica del Estado Nación argentino en formación. Además del exterminio y del

sometimiento de miles de indígenas, el resultado fue la privatización y concentración de

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grandes extensiones de tierra, que resultaban necesarias para la expansión de la clase

terrateniente y la consolidación del modelo agro-exportador. Otro efecto fue el reasentamiento

de la población sobreviviente en tierras marginales, adoptando como actividad preponderante

la crianza de ganado menor (ovino y caprino) en forma extensiva (Radovich y Balazote,

2009).

Luego de las conquistas y con el proceso de conformación nacional, las políticas

pretendieron homogeneizar en términos culturales a la población asentada en el territorio.

Esto se ha dado con particular intensidad en la región de Norpatagonia, donde se aplicaron

después de la Conquista, políticas en pos de la estigmatización y homogeneización de la

identidad indígena (y también de otros sectores considerados “indeseables”, como

inmigrantes chilenos de bajos recursos, muchas veces descendientes de indígenas y criollos).

Esto se ha complementado con otro desplazamiento de la “alteridad”: el de simbolizar a los

indígenas actuales a través de atributos ligados de una u otra manera a la noción de

“exterioridad” (en relación a lo “contemporáneo”, lo “nacional”, lo “normal”, etc.). El más

extendido de estos desplazamientos, y quizás el más eficiente como representación, es el de

“extranjería” a través de la identificación estigmatizante, de larga data, de los “Mapuche” con

los “chilenos” (Radovich y Balazote, 2009). Esto ocurre también, en menor medida, con otros

pueblos, signándolos como supuestamente bolivianos (en el Noroeste Argentino) o

paraguayos (en el Noreste). Pero hay otras asignaciones de similar tenor, siempre vinculadas a

esta noción de “externalidad”, como las permanentes acusaciones a los indígenas -en especial

a sus organizaciones- de “intentos de secesión”, “ilegalidad”, etc.

Con el devenir democrático (a partir de 1983) y en particular en los últimos años, se viene

produciendo en esta zona -al igual que en el resto de Argentina y América Latina- una

creciente organización y presencia de los pueblos indígenas a través de diversos movimientos

indígenas. Estos procesos sumamente complejos e innovadores, apuntan a revertir la

tendencia histórica a la negación y la invisibilización por parte del Estado y de los sectores

hegemónicos de la población indígena en la narrativa de la Nación argentina. A la vez, vienen

protagonizando en los últimos años, crecientes movilizaciones y reivindicaciones por sus

territorios, su identidad étnica, su cultura y el derecho a la autodeterminación como pueblo.

En estrecha asociación con estos procesos organizativos, se viene dando un incremento en

los diversos litigios con inversores privados y algunos niveles del Estado, registrándose en

algunos contextos, situaciones de gran conflictividad. Tendencia que es plenamente

coincidente con la de otros grupos indígenas y de pequeños productores rurales a lo la rgo del

país (Tamagno, 2012). Las causas de estos litigios se explican a partir de la expansión de

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diversas actividades económicas –o las “fronteras productivas”- con la consiguiente

valorización de los territorios ocupados por las poblaciones y comunidades indígenas (al igual

que otros pobladores rurales).

Cabe destacar que similares procesos se vienen produciendo en el vecino país de Chile

(donde también se asienta el pueblo Mapuche). Allí la expansión forestal, la construcción de

centrales hidroélectricas y de carreteras, viene afectando severamente éste pueblo indigena

Mapuche (Alwin Oyarzún, 2008) aunque los niveles de conflictividad son muy superiores.

De hecho desde hace años, esta región de Norpatagonia argentina, viene creciendo en

importancia como centro turístico y de servicios. Por un lado, el atractivo paisajístico

contribuyó a promover en las últimas épocas la expansión de la actividad turística (y sus

asociadas). Por otro lado, en las localidades involucradas en estos cambios –como Villa la

Angostura- se vienen desarrollando aún más los servicios terciarios y las actividades político-

administrativas6. Esta expansión de la actividad turística, no sólo ha implicado un gran

incremento en la cantidad de visitantes y nuevos propietarios, sino también una modificación

cualitativa en la demanda, con nuevos perfiles socio-económicos y de consumo que tienden a

generar un mayor “prestigio” al lugar.

“Cacique”, “Lonko” o solo Antriao: el debate

Una de las controversias que se plantean en un contexto de creciente conflictividad, es la

que tuvo lugar en los últimos meses con la comunidad Mapuche local Paichil Antriao. Un

grupo de descendientes del cacique Antriao (que vivió a fines del Siglo XIX y principios del

XX) presentaron una nota al Concejo Deliberante local, solicitando se cambie el nombre de

una calle que lleva actualmente la denominación “Cacique Antriao” en el Barrio Norte de

dicha localidad, por Ignacio Antriao.

Los firmantes sostienen que: “Ignacio Antriao nunca fue un cacique, sino un ciudadano

más llegado a este lugar" y que "su nombre está siendo usado y manoseado injustamente"

6 La variación poblacional de los últimos años (1991-2010) permite dimensionar los cambios de este

período. Mientras la Provincia de Neuquén creció de 388.833 a 551.226 habitantes (41,8% de incremento), en los cuatro Departamentos del “corredor de los lagos” que corresponden a la zona de mayor desarrollo de la actividad turística (Aluminé, Huiliches, Lácar y Los Lagos –en este último caso donde se asienta Villa la Angostura-) la población creció casi el doble que en el total provincial: un 80,5%. En el mismo período, la Provincia de Río Negro creció de 506.772 a 638.645 habitantes (un 26,0% más), pero el departamento cordillerano de Bariloche aumentó de 94.640 a 133.500 (un 41,1%) (INDEC, 2001 y 2012).

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(“Angostura Digital”, 03/04/2014). La comunicación de estos familiares de Antriao, señala

que “La familia Antriao era de ciudadanía chilena, llegada a este lugar a fin de 1800”. Más

adelante destacan que: "(…) la familia Antriao, si bien eran descendientes mapuches, nunca

vivieron en comunidad, por lo tanto Ignacio Antriao nunca fue Cacique, sino un ciudadano

más llegado a este lugar" (“Angostura Digital”, 03/04/2014).

En primer lugar, debemos explicitar que tal como se encuentra ampliamente

documentado, Ignacio Antriao fue de los primeros habitantes de la zona, antes de la

conformación del Estado Nación y de la efectiva frontera con Chile (recordemos, que esta se

hallaba a pocos kilómetros de esta localidad).

La articulación de la región de Nahuel Huapi con el occidente cordillerano hasta bien

avanzado el Siglo XX

Con relación a los argumentos que esgrime esta nota presentada por algunos

descendientes de Antriao, la petición cae en la falacia -ampliamente extendida y difundida

una u otra vez en la región- de atribuir una supuesta nacionalidad “chilena” o “argentina” a

los pobladores, cuando aún faltaban varias décadas para que se conformaran efectivamente

los límites nacionales entre ambos países. En este sentido, es necesario hacer referencia a la

conformación de ambos Estados-Nacionales en la región, luego de la denominada “Conquista

del Desierto” (que tuvo lugar entre los años 1879 y 1885). En efecto, la presencia del Estado

argentino hasta la finalización de dicha campaña era completamente inexistente. En la región

de Nahuel Huapi, una institución -como es el registro civil7- recién podía encontrarse del

lado argentino en la localidad de Carmen de Patagones a (nada más y nada menos) que a

unos 1000 km. En dirección a la costa Atlántica (ODHPI, 2013).

Recién en el año 1897 comenzó a funcionar el Registro Civil de la zona de “Limay” (ver

mapa Nº 3), es decir que antes de ese año no había manera -en la zona- de anotar a un recién

nacido como “argentino”. Pero aun con posterioridad a esta fecha, por una cuestión práctica,

muchos pobladores Mapuche de la zona del lago Correntoso y actual Villa la Angostura, se

iban a anotar al occidente Cordillerano (actual República de Chile), dado que además se

7 Es necesario comprender que el registro civil constituía una institución de gran trascendencia por

aquellos años. Según lo que señala el historiador local Vallmitjana (1997), en el Juzgado Civil del Departamento “Los Lagos” se anotaban los nacimientos, enlaces y defunciones del vecindario. Pero además se extendían los boletos de marca para hacienda, las guías de transporte de animales y se certificaban las compraventas (Vallmitjana, 1997:49).

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movilizaban a dicha zona para proveerse de diferentes mercaderías y vender sus

producciones (ver mapa Nº 3). En los hechos, este registro civil era más utilizado que el del

paraje Limay, que correspondía al propio Departamento “Los Lagos”. En este sentido,

debemos considerar las enormes dificultades en las comunicaciones por aquellos años, ante

la falta de caminos y transportes adecuados. Muchas veces cuesta imaginarse cómo eran

efectivamente las relaciones entre las diferentes zonas por aquellos años, comparadas con las

existentes en la actualidad, o incluso a aquellas que se van a dar a partir de la década del

1930 o 19408.

Por su relativa cercanía geográfica y una serie de factores históricos, políticos

económicos y socioculturales, la zona del occidente cordillerano tuvo una vinculación

fundamental con las poblaciones del lago Correntoso y el Nahuel Huapi cercanas a éste

(ODHPI, 2013). En este sentido, es conocida, y es objeto de reiteradas controversias, la

relación de esta población Mapuche -que se asienta en lo que hoy es Villa la Angostura- con

la localidad de San Pablo (Chile). Esta última, se encontraba ubicada a 25 Km. de la ciudad

de Osorno y a 130 Km. de Puerto Montt (ver mapa Nº 3). Diversos testimonios y documentos

históricos revelan que esta localidad trasandina era reiteradamente visitada desde antaño por

las poblaciones de la vertiente Este de la cordillera (actualmente Argentina), como ámbito de

comercio y sociabilidad, y a la vez por ser el lugar propicio para efectuar diferentes trámites.

Esto explica que muchos Mapuche residentes en Correntoso y la actual localidad de Villa la

Angostura, se anotaran en el registro civil de San Pablo, Chile, en especial en los meses de

verano, cuando se efectuaban la mayor parte de estos viajes. En el mapa adjunto, se observa

al apreciar el relieve, que era más fácil la circulación en sentido Este-Oeste, que hacia otros

centros asentados al Este de la Cordillera, sobre los que todavía la presencia del Estado-

nación argentino aún era muy incipiente (casi inexistente) (ver mapa Nº 3). Remarcamos que

ambos Estados –y la frontera- no estaban consolidados, cambio que tendría lugar recién en la

década de 1930 y 1940.

Por otro lado, es muy común suponer –y de hecho esta es la imagen que se impuso como

resultado de la consolidación del Estado-nación en la región- que la cordillera constituye una

especie de “pared”, casi infranqueable, cuando en realidad está compuesta por numerosos

8 Como ejemplo elocuente de lo aquí expuesto, a principios del Siglo XX la forma más rápida para

viajar de Nahuel Huapi a Buenos Aires, era por la vía trasandina del Paso Pérez Rosales a Puerto Varas o Puerto Montt (actual República de Chile), y desde allí por vapor o ferrocarril se debía alcanzar Santiago de Chile, para volver a cruzar la cordillera a Mendoza y en tren trasladarse a Buenos Aires, recorrido que duraba unos siete días (Vallmitjana, 1997).

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valles transversales que hacen más fácil la circulación en dirección Este-Oeste (y viceversa)

que Norte-Sur.

Otro aspecto que debemos considerar, para comprender el registro de pobladores

Mapuche asentados al Este de la cordillera (actual Argentina) que se anotaban en el Oeste, es

que el Estado chileno, si bien no dominaba territorialmente la región de Nahuel Huapi, a

fines del Siglo XIX desarrolló una política de “ciudadanización” de la población indígena, en

especial de aquellos que cruzaban al cordón montañoso para comerciar con los incipientes

centros urbanos cercanos al Pacífico (ODHPI, 2013).

A partir de diversos trabajos que hemos efectuado en la región en estos años, hemos

registrado reiterados testimonios entre los pobladores, funcionarios y entendidos en la

temática, que dan cuenta de esta tendencia. Quien fuera comisionado de fomento de la

localidad de Villa Traful (Departamento Los Lagos, Pcia. de Neuquén) y también Juez de

Paz de dicha localidad, afirma que a muchos pobladores que “nacieron en Traful” se los

inscribía como “chilenos”, ante la falta de oficinas en esta localidad neuquina que efectuara

dicho trámite:

Uno de los factores que contribuyen a explicar la persistencia de estos contactos

trascordilleranos, se explica a partir del elevado poblamiento con grupos allende la cordillera

que caracterizó a las áreas fronterizas de la Patagonia, muchos de ellos mestizos e indígenas

que reingresaron al territorio argentino una vez terminadas las campañas militares (Bandieri

2009). Esta tendencia es evidente en los primeros censos de población en la región –como el

del año 1895- donde se advierte el peso de la población registrada como de “nacionalidad

chilena”, en especial en las zonas cordilleranas9. Esta presencia de población trascordillerana

del lado argentino, y de las articulaciones que persistían allende la cordillera, surge también

9 Los datos del primer censo de población efectuado en la región (del año 1895), revelan que el por

entonces Territorio Nacional de Neuquén estaba poblado por 14.517 habitantes, de los cuales la mayoría eran chilenos (61%) en tanto sólo el 38% eran argentinos. Los europeos constituían sólo el 1% de la población (se trataba principalmente de españoles, franceses e italianos). El “Departamento IV” (que constituía la zona cordillerana del sur del Territorio Nacional de Neuquén) estaba compuesto por 1401 chilenos y 1301 argentinos, en tanto los europeos totalizaban sólo 34 habitantes y el resto de las nacionalidades 10 (norteamericanos y uruguayos) (República Argentina; 1898:658-661). En el territorio Nacional de Río Negro, los argentinos representaban el 83%, mientras los europeos ascendían a un 9,8% (sobre todo españoles e italianos) y los chilenos eran el 7,2% (Torres, 2006). No obstante, en la zona cordillerana, crecía sensiblemente la población chilena, ya que en el Departamento “Nahuel Huapi” (actualmente Bariloche) sobre 196 habitantes, 124 eran chilenos (63,3%) y 62 argentinos (31,6%), lo que evidencia una tendencia homologable al vecino distrito neuquino (Torres, 2006:265-267).

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desde la propia literatura histórica tradicional. Muchas veces, al contar anécdotas, historias

de los “pioneros”, brindan testimonios elocuentes e insoslayables, de gran valor factico10.

Esta estrecha vinculación entre la zona de la actual ciudad de San Carlos de Bariloche y

su área de influencia (lo que incluye donde se asienta actualmente Villa la Angostura) y

Puerto Montt, ubicado al occidente del cordón montañoso (que desde ya incluye sus zonas

linderas), ha sido caracterizada muy acertadamente por la historiadora Laura Méndez (2005)

como una dinámica centrada en una “Una región y dos ciudades”. Como señala esta autora,

desde Puerto Montt se transportaban a Bariloche mercaderías europeas que llegaban a los

puertos chilenos y era trasladada por el lago Nahuel Huapi, mientras del Este de la cordillera

se exportaban principalmente lanas y ganado en pie, provenientes del Nahuel Huapi y zonas

aledañas. Con la imposición de las barreras aduaneras, recién en los años „20 y ‟30, y la

construcción del ferrocarril (finalizado en 1934) este comercio empezó a declinar y esta zona

comenzó a orientarse comercialmente hacia el Atlántico (Méndez, 2005).

Otra muestra contundente de hasta qué punto las relaciones entre poblaciones y territorios

trascienden y son anteriores a las fronteras jurídicas que se han constituido entre ambos

Estados – Nación se observa en la zona de El Manso (Provincia de Río Negro), a algo más de

100Km. al sur de Villa la Angostura. Una vivienda construida en el año 1899 tiene la

particularidad de que el límite con Chile se conformó con posterioridad al predio donde ya se

encontraba instalada esta casa, por lo tanto la mitad del terreno “quedó” en Argentina y la

otra mitad en Chile y el “hito” fronterizo (poste de color rojizo) se encuentra en el medio del

jardín (ver foto adjunta).

Foto grafía del “Hito” N° 11, ubicado en el interior de la vivienda, Hito N° 11, Valle del

Manso, Pcia. de Río Negro

10

En este sentido Manuel Porcel de Peralta, en la obra “Biografía del Nahuel Huapi” del año 1965 (primer edición de 1958), destaca que a principios del Siglo XX “(…) la celebración popular en San Carlos [Por San Carlos de Bariloche] no es el 25 de Mayo, ni el 9 de Julio: que solo festeja tímidamente algún argentino en su domicilio (….). La auténtica celebración popular y bullanguera, alegre, luminosa es la del 18 de Septiembre [Día de la Independencia de Chile] (Porcel de Peralta, 1965:155). Otra anécdota la relata Vallmitjana (1997) en relación al almacén de Jarred A. Jones en la cabecera del Río Limay, en los primeros años del Siglo XX. Por aquel entonces, el destacamento policial contaba con un comisario (que era el único de nacionalidad argentina) y cuatro agentes de origen trasandino (chileno). En una “alborotada reunión” –tal como describe este autor- se encontraban el comisario y sus subordinados y “entre festejos y chanzas los agentes acabaron ofendiendo a su jefe por cuestiones de nacionalidad” (1997:27) lo que devino en un enfrentamiento que terminó generando confusión, revuelo –y un verdadero escándalo- en dicha reunión social. A raíz de este hecho, “(….) durante un par de semanas el comisario atendía solo los asuntos policiales por ausencia de personal” (Vallmitjana, 1997:27).

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13

Fuente: fotografía, Lic. Dario Xicarts (Hito N° 11, Valle del Manso, Pcia. de Río Negro).

Pero además hay otro aspecto que refuerza lo señalado en estos párrafos en relación a las

articulaciones cordilleranas hasta bien entrado el Siglo XX y es que -si hay una región del

corredor de los Lagos de Norpatagonia donde la consolidación del Estado-Nación y la

conformación de la frontera con Chile fue relativamente tardía- fue precisamente en Villa la

Angostura, y en el Departamento “Los Lagos” de la Provincia de Neuquén. Al menos lo fue

en mayor medida que las localidades vecinas (como Bariloche, San Martin de los Andes,

Junín de los Andes y Aluminé). Esto es explicable, por varias cuestiones que a continuación

detallaremos. En primer lugar, a diferencia de lo que ocurre en los Departamentos Neuquinos

vecinos, en el caso de “Los Lagos” es recién con la conformación del Parque Nacional

Nahuel Huapi que el Estado comenzó a tener presencia efectiva en el territorio. Sus dos

localidades (la propia Villa La angostura, ciudad cabecera del Departamento y Villa Traful)

corresponden a dos de las siete “villas” turísticas creadas por Parques Nacionales dentro de

su jurisdicción en la década de 1930 (García y Valverde, 2007). Muy diferente fue el caso de

San Carlos de Bariloche, San Martín de los Andes, Junín de los Andes y Aluminé (en la

misma Provincia de Neuquén), cuyas localidades fueron fundadas previamente y

transcurrieron tres décadas (y en un caso más de cuatro) hasta la conformación del Parque

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14

Nacional11. Una muestra elocuente de la tardía conformación del Estado en la zona del

Departamento “Los Lagos” (y Villa la Angostura), es el hecho de que la primera escuela

haya iniciado sus funciones en la década del ‟30 -más específicamente el 2 de Mayo de 1932-

(Yayo de Mendieta, en “Angostura Digital”, 11/04/2014), cuando, por cierto, si en Argentina

hay una institución que es emblemática de la presencia del Estado, ella es sin duda la escuela

pública.

En segundo lugar, otra de las razones de la tardía presencia del Estado en esta región de

Villa la Angostura, es el relativo aislamiento -por la falta de vías de comunicación- respecto

de otros centros urbanos cercanos, en especial de la propia Provincia de Neuquén, como San

Martín de los Andes, donde la conexión es por el denominado “Camino de Los Siete Lagos”

(que suele cortarse en la temporada invernal por las lluvias, nevadas y aludes de barro). En

cambio, la relación más fluida es con San Carlos de Bariloche12 (perteneciente a la Provincia

de Río Negro) dada su mayor cercanía (80 Km.) y facilidad de circulación. Estas

particularidades, se han visto plasmadas en el lento crecimiento de esta localidad de Villa la

Angostura durante la mayor parte del Siglo XX. Esta tendencia recién se empieza a revertir

en la década de 1990, a partir de la pavimentación de la ruta Nº 231 -que la comunica con

Bariloche- lo que trajo como resultado un crecimiento acelerado de su población, pasando de

3.056 habitantes en 1991 a 7.325 en 2001 (INDEC, 2001); y en 2010, registró 11.087

habitantes (Diario “La “Mañana del Neuquén”, 29/12/2010), es decir más del triple en 20

años. Estos factores que venimos mencionando, permiten comprender la escasa presencia

estatal hasta bien entrado el Siglo XX y la persistencia de articulaciones con el occidente

cordillerano, aun cuando desde hacía décadas estaba delimitada –en términos formales- la

frontera con Chile.

11

Mientras Villa la Angostura fue fundada en 1932, la vecina ciudad de Bariloche fue fundada en 1902 (en Río Negro). En el corredor de los lagos de la Provincia de Neuquén, Aluminé se hizo lo propio en 1915, Junín de los Andes en 1883 (es de hecho la localidad más antigua de la provincia) y San Martín de los Andes en 1898 (Valverde, 2010). 12

La ciudad de San Carlos de Bariloche se asienta sobre la margen sur del Lago Nahuel Huapi, contando -de acuerdo a datos del año 2010- con 108.205 habitantes (INDEC, 2012; Diario “Bariloche 2000” 26/11/2010) siendo el principal centro urbano de la “zona de los lagos” y uno de los principales de la Patagonia.

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15

Mapa Nº 3: Décima Región Chilena y del Sur-Oeste de las Provincia de Neuquén y Oeste de Río Negro (con relieve).

En el mapa adjunto (con relieve), pueden apreciarse al Oeste las localidades de San Pablo, Osorno y Puerto Montt (República de Chile) y hacia el

“Este”, la zona Argentina del Nahuel Huapi, las localidades de Bariloche (Provincia de Río Negro) y Villa la Angostura (Provincia de Neuquén)

y donde se encontraba asentado el Registro Civil de “Limay”.

Limay

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“Nunca fueron comunidad Mapuche”: el Lof Paichil Antraio y las formas de

alterización

Retomando los argumentos que esgrime la nota firmada por descendientes de Antriao,

(que solicitan el cambio de denominación, eliminando la palabra “Cacique”), los firmantes

señalan que los integrantes de la familia Antriao “nunca vivieron en comunidad”. En

relación a este pedido, es necesario señalar cuáles son los criterios que rigen en la Argentina

para establecer el reconocimiento de una comunidad indígena, los que se basan en la Ley Nº

23.302 sobre “Política Indígena y apoyo a las Comunidades Aborígenes”, sancionada en el

año 1985. En efecto, en su Artículo Nº 2, que conforma el apartado Nº 2 titulado “DE LAS

COMUNIDADES INDIGENAS", señala: “(…) Se entenderán como comunidades indígenas

a los conjuntos de familias que se reconozcan como tales por el hecho de descender de

poblaciones que habitaban el territorio nacional en la época de la conquista o colonización

e indígenas o indios a los miembros de dicha comunidad (…)”. Es decir, los argumentos se

centran en el auto-reconocimiento que se sustenta en ser descendientes de poblaciones

indígenas asentadas con anterioridad a la conformación del Estado-Nación.

Indudablemente la comunidad Paichil Antraio cumple con estos requisitos, ya que se

reconocen como pertenecientes al pueblo Mapuche y son descendientes directos de Ignacio

Antriao, quien se asentaba en la región mucho antes de la conformación del Estado-nación en

la zona. En este sentido, la muestra elocuente de que Antriao era un profundo conocedor de

la región, es el hecho que se desempeñó como baqueano de la “Comisión de Límites” de

Argentina que trabajó entre los años 1895 y 1903, dirigida por el reconocido pionero de la

región F. P. (conocido como “perito”) Moreno.

Esto último además no es un dato menor, y por eso lo deseamos enfatizar: su

asentamiento era anterior al momento en que la frontera con el vecino país estuviera trazada,

ya que ese era precisamente el objetivo de la comisión de límites con la que colaboró Antriao

(!!!). Se trataba de trazar efectuar las tareas vinculadas con el establecimiento de dicho límite.

Por ello, en el año 1902 cuando se demarcaron los límites fronterizos (después del fallo

del laudo arbitral británico) y se conformó la “Colonia Agrícola Pastoril Nahuel Huapi”, les

fue otorgado el lote Nº 9 (donde actualmente se asienta el ejido de la localidad de Villa la

Angostura) a los pobladores Mapuche Ignacio Antriau y a José María Paisil. Este beneficio a

los antepasados que dan origen a la actual comunidad Paichil Antriao, les fue otorgado

justamente como reconocimiento por su colaboración con la comisión de límites.

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17

No obstante, a través de la copropiedad a ambos grupos familiares, luego por medio de

sucesivas subdivisiones del lote original, así como el avance de diversos actores privados –a

medida que estas tierras se iban valorizando- sus descendientes fueron perdiendo la mayor

parte de estas tierras.

Si el hecho de conformar una comunidad está cumplimentado por la Ley Nº 23.302, el

párrafo siguiente de la misma refuerza lo antedicho, ya que destaca “La personería jurídica

se adquirirá mediante la inscripción en el Registro de Comunidades Indígenas y se

extinguirá mediante su cancelación”. Paradójicamente, este requisito ya fue cumplido por la

comunidad Paichil Antriao, ya que se encuentra reconocida y posee personería jurídica ante

el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (RE.NA.C.I.) dependiente del Instituto

Nacional de Asuntos Indígenas (I.N.A.I.) mediante Resolución Nº 220/07.

En otras palabras, el hecho de pretender eliminar la denominación de “cacique” o “lonko”

en los hechos esta desconociendo los criterios que rigen en la Argentina para determinar la

entidad de una comunidad indígena, y a la vez negando a Paichil Antriao el reconocimiento

que el propio Estado argentino ya le ha asignado (por medio de los organismos

correspondientes).

Esta operación se encuentra claramente comprendida en las diferentes formas de

discriminación hacia el pueblo Mapuche que describen Radovich y Balazote (1990), cuando

afirman que: “Una forma de discriminación que sufre este grupo es la negación de la

posibilidad de ser reconocidos como pueblo” (1990: 74).

El otro aspecto que deseamos destacar de esta negación al carácter de “cacique” o

“lonko” a Antriao, es la frontera que se establece –presuntamente- entre el hecho de ser

“descendientes [de] mapuches”, y el hecho de “vivir en comunidad”, que se evidencia en

esta nota al afirmar que “nunca vivieron en comunidad”.

En el escenario de reivindicación y movilización étnica que se viene dando en Villa la

Angostura que hemos señalado anteriormente, se han ido instalado una serie de discursos

estigmatizantes, a medida que estos reclamos con crecientes niveles de conflictividad –y de

judicialización– se fueron recrudeciendo. Uno de estos argumentos, se basa en el supuesto de

que en la zona había “familias indígenas” pero “nunca fueron comunidad mapuche”. Desde

tales aseveraciones, se efectúan diversas operaciones –algunas de las cuales se evidencian en

la nota-, entre las que a continuación describimos. Por un lado, nunca se explicita n los

motivos por los cuales Ignacio Antriao y su familia no han tenido, supuestamente, tal forma

de vida. En realidad creemos que los autores de estas comunicaciones desconocen los

principios que rigen para definir la entidad de una comunidad indígena (tal como por

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18

ejemplo, explicita la Ley Nº 23.302) y construyen una visión esencializada y estereotipada de

las mismas, retomando como ejemplo el caso de otras localidades del “Corredor de los

Lagos” de la misma Provincia de Neuquén, donde esas comunidades “sí serían legítimas” y

“auténticas”. Por esto, esta idea se centra en otra noción muy extendida en la zona que es la

legitimidad que tendrían –a diferencia de Paichil Antriao- esas otras comunidades. En este

sentido, en otra nota periodística un ex funcionario sostiene: “(…) no hubo comunidades

como existen en San Martín de los Andes o en Junín, que siempre estuvieron asentadas en

ese lugar y nunca se fueron. Por diferentes motivos fueron familias, sí familias con origen

indígena, de poblaciones indígenas, que después se desintegraron” 13. Contrastando con estos

discursos que afirman que otras comunidades están en la región “desde siempre”, múltiples

testimonios y documentos revelan el carácter histórico, de estas otras comunidades, que han

sido el resultado de diferentes procesos de reasentamientos y movimientos en diferentes

períodos históricos14. No obstante, a diferencia de lo que sucede con Paichil Antriao, ante la

legitimidad que poseen en estos otros casos desde las instancias oficiales y la sociedad en

general, se tiende a “cristalizar” y a esencializar tal existencia. Lo que en realidad ocurre, es

que en la medida en que existan comunidades “tangibles” se tiende a legitimar social y

jurídicamente su existencia, o bien -como en el caso de esta localidad- la ausencia de

reconocimiento institucional deriva en lo inverso. Resulta sumamente sugerente en este

sentido el análisis efectuado por el antropólogo chileno Álvaro Bello para América Latina,

quien señala cómo, paradójicamente: “La comunidad, como un hecho socialmente

construido, aunque parezca un razonamiento tautológico, se sirve del propio concepto de

comunidad para construirse como realidad” (Bello, 2004: 108-109). Continua afirmando

este autor, parafraseando a Pierre Bourdieu: “(…) cuando se trata del mundo social las

palabras crean las cosas, porque establecen el consenso sobre la existencia y el sentido de

las cosas” (2004: 109).

13

Entrevista publicada en el sitio web de “argentina.indymedia” 03/01/2007.

14 Como han señalado Bianchi, Borruat de Bun y Mariscotti en un temprano trabajo del año 1961,

referido a la comunidad Aucapán (la más poblada del Departamento Huiliches, cerca de Junín de los Andes) su asentamiento en el área actual es resultado de múltiples procesos de reasentamiento: “(…) a mediados del Siglo XIX, vivían en San Javier, cerca de patagones y construían una prospera colonia de indios pacíficos, al servicio del gobierno, y su cacique recibía sueldos de oficial del ejército. Más tarde fueron desplazados a Catan Lil y de allí pasaron – tal vez con alguna breve estadía en el Malleo- a Aucapán, tal como nos informara, un tanto confusamente, Feliciano Linares, quien nos aseguró categóricamente haber nacido en Catan Lil” (Bianchi et. al; 1961:200).

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Por último, otra operación que se efectúa desde tales deslegitimaciones hacia la

comunidad Paichil Antriao, es desconocer las múltiples dinámicas históricas, socioculturales,

económicas que evidencian sus antecedentes como comunidad. En contraposición con tales

lecturas, el proceso de recuperación, revalorización de la identidad pone de manifiesto esta

idea de lo colectivo, de lo comunitario en relación al territorio, a su propio grupo en el

devenir histórico y la relación con la sociedad no indígena, lo cual es una prueba cabal de

tales preceptos comunitarios (ODHPI, 2013). A la vez, la comunidad reconoce como su

territorio ancestral un área mucho más vasta que la de las 125 hectáreas que hoy ocupan. A

esto se le suma la presencia de un “rewe” -espacio (altar) sagrado utilizado por el pueblo

Mapuche en muchas ceremonias- en la zona actualmente en conflicto, y que tiene una

antigüedad que data desde principios del Siglo XX. A este “rewe” asistía gran cantidad de

personas para las diversas ceremonias, entre ellas los grupos familiares que conformaban la

comunidad (Moyano, 2013).

Por lo tanto, el sentido comunitario del empleo de ámbito es evidente. A la vez esto se

vincula con otro de los aspectos que deseamos señalar. Tal como se encuentra ampliamente

documentado, la población indígena de esta región de la margen Norte del Lago Nahuel

Huapi y el Lago Correntoso, se encontraba articulada a la confederación de caciques liderada

por el Lonko Sayhueque –denominada “País de las Manzanas”-15, para el período inmediato

anterior a la denominada “Conquista del Desierto”. Esto evidencia cómo las dinámicas de las

poblaciones indígenas de esta zona, se circunscribían a redes regionales, que incluían tanto el

“Este” como el “Oeste” de la Cordillera de los Andes, sobre los que luego se conformaría n

los Estados-Nación argentino y chileno. El “País de las Manzanas” liderado por Sayhueque,

abarcaba –hasta el momento del avance militar por parte del ejército argentino- el territorio

delimitado por los ríos Collon-Cura y Limay hacia el este, la cordillera de los Andes hacia el

oeste hasta el volcán Lanín, el río Malleo como límite norte, y el lago Nahuel Huapí en

dirección sur (Vezub, 2006).

15

Vezub (2006 y 2009) ha efectuado un exhaustivo análisis en los últimos años, a partir de la recuperación de la correspondencia del Longko Sayhueque entre los años 1860 y 1881, lo que ha permitido reconstruir la historia de la jefatura política que encabezó en Neuquén durante el Siglo XIX, y resistió la invasión militar del estado argentino, en la mal llamada "Campaña del Desierto". Estos documentos -que pasaron desapercibidos por los historiadores del Siglo XX- resultan de gran valor histórico, ya que fueron escritas por los propios secretarios del Lonko (en español) por lo que resultan una fuente de primera mano. Dan cuenta de las actividades desarrolladas por más de veinte años (entre 1860 y 1881) hasta que los documentos fueron capturados por las tropas que invadieron sus tolderías.

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Fronteras, reconocimiento y disputas por los recursos

En este apartado deseamos profundizar una serie de aspectos asociados a la conformación

de las “fronteras” en sus múltiples dimensiones, en relación al reconocimiento del “cacique

Antriao” -a través de esta denominación otorgada a una calle- y los argumentos esgrimidos

por algunos sectores sociales que intentan poner en duda o suprimir tal denominación.

Un aspecto sumamente paradójico que deseamos señalar de esta tendencia a negar el

carácter de “lonko” o de “Cacique” de Antriao, es que en un contexto radicalmente diferente

como el del año 1993, el Municipio de Villa la Angostura reconocía en una ordenanza la

presencia ancestral de Ignacio Antriao –incluso lo llamaba “cacique” (y entre paréntesis

aclaraba “lonko”)-. Como señala el anexo explicativo e historial de la ordenanza Nº 532/93

(realizado por Carlos Almada):

“Ignacio Antriao fue cacique (lonko) de las huestes de Sayhueke y tenía sus

dominios a principios de siglo desde el Correntoso hasta la península de Quetrihue.

Cuando el gobierno nacional encomendó la mensura y subdivisión de la Colonia

Nahuel Huapi, se trazaron los límites del lote pastoril nº 9 de más de 600 has., desde

el actual Cruce hasta el lago Correntoso y primeras estribaciones del Cerro

Belvedere, dándole a este cacique (lonko), el título de propiedad de estas tierras, en

recompensa por sus servicios de baquiano ante la Comisión de Límites que actuaron

en la zona. Fue uno de los firmantes del Acta de Fundación de Villa la Angostura en

1932 y fallece en 1936” (Concejo Deliberante, Villa la Angostura, 1993).

A través de este documento, el propio Concejo Deliberante de Villa la Angostura en el

año 1993 certificaba la presencia del cacique (lonko) Antriao, y como señalamos

anteriormente, el carácter “estable” de su población en la zona, además de dejar sentada su

colaboración con la “comisión de límites”.

Por esto resulta por demás paradójico que dos décadas después de esta ordenanza, se esté

discutiendo la legitimidad de la denominación de “lonko” o “cacique” en relación a Antriao.

Pero también evidencia hasta qué punto la irrupción en la arena pública de los pueblos

indígenas despierta un sinfín de controversias y nuevos litigios, impensables poco tiempo

atrás. Dinámicas que están dadas por el paso de los indígenas, en algunos casos reconocidos

solo “retóricamente” -o bien muchas veces “en el pasado”, e incluso en algunos casos casi

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como un “adorno” dentro de las “particularidades locales”-16 a “nuevos sujetos sociales y

políticos” (1991:32) tal como los ha definido Diego Iturralde en relación a estos procesos de

emergencia étnica en América Latina. Este cambio sustancial, implica disputar recursos con

sectores de poder local, como son los intereses inmobiliarios y ligados al empresariado

turístico. En este sentido, creemos que es evidente el contraste entre el contexto en que le fue

puesto el nombre de “Cacique Antriao” a la calle, y el contexto actual signado por la

conflictividad actual que viene manifestando la comunidad Pachil Antriao.

Hace unos años, el hecho de asignar el nombre de “Cacique Antriao” a dicha calle, era

una operación que se vinculaba claramente con representar a los indígenas “en el pasado”

como ya “extintos”, reconociéndoles una presencia anterior a la “historia” de la civilización

“occidental”, pero soslayando los múltiples conflictos, rupturas y contradicciones entre tal

antecedente y la sociedad actual. Se trata de una manipulación que se basa -como ha

destacado muy acertadamente Barabas (2000) en su análisis de la construcción del “indio

como bárbaro”- en la inclusión de los indígenas como parte de la historia “blanca”, pero

siempre “en el pasado”, como ya “desaparecidos”, como un escalón “superado”, que

posibilita reafirmar el “triunfo de la civilización”.

Desde ya tal ejercicio implica una apropiación de una parte de la historia indígena,

obliterando los diferentes conflictos y contradicciones y las acciones mismas de exterminio

de la sociedad blanca a la indígena. En palabras de la autora, al caracterizar esta operación de

“apropiación” de lo indígena: “La sociedad criolla consumó en ese momento una

expropiación selectiva de la historia antigua de los nativos al asumirla como su propio

pasado glorioso” (Barabas, 2000:14).

Ahora bien, en 2014 en un contexto diametralmente diferente al del año 1993 (en que fue

promulgada la ordenanza que alude al “Cacique Antriao”) se explica esta campaña de

algunos sectores sociales por eliminar la denominación “Cacique” a dicha calle.

Con respecto a la intencionalidad de tal omisión, el objetivo es evidente: negar toda

entidad al reclamo Mapuche actual, negando la legitimidad de la “comunidad” Pachil

Antriao. Siguiendo a Vázquez (2000), es en situaciones de contacto interétnico con fuertes

objetivos contrapuestos, que suelen emplearse y promoverse interesadamente múltiples

discursos peyorativos sobre las poblaciones indígenas. En palabras de este autor: “(…) Si con

16

En investigaciones que hemos efectuado –referidas a los efectos socioeconómicos e identitarios que ha generado la actividad turística en el pueblo Mapuche- hemos verificado cómo la expansión de esta fuente de ingresos tiende a visibilizar a este pueblo dentro de los diversos “atractivos” locales. No obstante, esta escenificación es efectuada en forma ahistórica y esencializada, presentando a este pueblo originario como un “adorno” dentro de la “imagen turística” que se promueve.

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raras excepciones las representaciones que el Estado argentino (en sus diferentes ámbitos y

niveles) construyó sobre los pueblos originarios fueron estereotipadas e históricamente

estigmatizadoras, diversos segmentos de la sociedad civil elaboran una visión semejante.

Esta visión es más notoria e intensa en las fronteras de los contactos interétnicos, en las que

se producen fuertes tensiones entre los miembros de los diversos segmentos de la sociedad

regional – nacional con quienes los aborígenes interactúan en el interior de un campo de

interacción socioétnico” (Vázquez, 2000:71-72).

Estos discursos estigmatizantes17, precisamente tienen lugar en un contexto donde los

reclamos entran en tensión con los intereses de los sectores inmobiliarios, turísticos, etc. Así

es comprensible la selección y reiteración de diferentes estigmas sobre esta población. Tal

como afirma Vázquez: “(…) estas representaciones tienen como intención la de influir en la

formación de la opinión pública en circunstancias en que existen intereses fuertemente

encontrados entre algunos miembros de la sociedad regional – nacional y la población

indígena” (Vázquez, 2000:72).

A modo de cierre y apertura de fronteras

El abordaje de los procesos de “fronterización” en relación a los pueblos indígenas

adopta una particular relevancia en el contexto actual, signado por situaciones de gran

conflictividad como las que se vienen registrando en algunos contextos. Tal es el caso de la

comunidad Mapuche Paichil Antriao de Villa la Angostura, que experimenta destacados

niveles de litigio con diversos sectores estatales y privados, con múltiples controversias que

surgen de su reorganización en términos formales relativamente recientes, así como diversas

17 Consideramos de suma utilidad el concepto de “estigma” (y sus asociados “estigmatización”, “estigmatizantes”, etc.) para dar cuenta de las representaciones y prácticas

negativas que en ocasiones se despliegan sobre diversos grupos sociales diferenciados identitariamente –pueden referirse a representaciones étnicas u otras–. Esta noción fue

analizada entre otros autores, por Erving Goffman en su ob ra de 1963 “Estigma: la identidad deteriorada”. Este autor, que ha procurado construir una teoría sociológica del estigma, señala en sus primeras definiciones: “Los griegos (…) crearon el término estigma para

referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los presentaba” (Goffman, 2001:11). En la actualidad, el término

se utiliza, en relación a diferentes tipos de estigmas. La variante que aquí nos interesa subrayar, se refiere a: “(…) los estigmas tribales de la raza, la nación y la religión, susceptibles de ser transmitidos por herencia y que pueden contaminar a toda una familia ”

(Goffman, 2001: 14). En palabras de este autor: “El termino estigma será utilizado, pues, para hacer referencia a un atributo profundamente desacreditador; pero lo que en realidad

se necesita es un lenguaje de relaciones, no de atributos” (Goffman, 2001: 13).

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características que la diferencian de otras comunidades de localidades vecinas. Todos estos

factores refuerzan y explican las agudas polémicas que se vienen generando en relación a la

movilización y reivindicaciones llevadas a cabo por estas familias Mapuche.

En esta aproximación a la problemática de las fronteras, adquieren una importancia

central los diferentes discursos que construyen un determinado tipo de relación con el “otro”

al tiempo que también crean –y recrean- un “nosotros”. Como acertadamente lo ha señalado

Bartolomé: “Una antropología de las fronteras étnicas es también una antropología de la

ideología y del discurso que pretender justificarlas” (2006:310). Por ello, el abordaje de los

diferentes “estigmas” ha resultado central dentro de este análisis. Una de las utilidades de

este concepto, radica precisamente en la relación social que se construye con el “otro”, en

definitiva la relación social que subyace al estigma. Éste, en efecto, construye y reproduce un

“otro”, pero también –en dicho proceso– crea “un nosotros”. Tal como ha señalado Goffman

en su lucido análisis sobre el “estigma”: “Un atributo que estigmatiza a un tipo de poseedor

puede confirmar la normalidad de otro” (Goffman, 2001: 13). Por eso un aspecto clave de

esta dinámica de “fronterización” hacia la comunidad Paichil Antriao y su negación como tal,

es afirmar la supuesta “normalidad” de lo que es visualizado como lo propio: los “pioneros”,

los “pobladores”, las “familias indígenas” (pero no comunidades), tal como surge del análisis

de los diferentes discursos locales. También el hecho que los indígenas, estarían en un lugar

“distante”, “alejado” o bien en “el extranjero”. Por lo tanto la comunidad Paichil Antriao

vendría a tensionar esa presunta “normalidad” o “armonía” y en ese sentido el “Cacique

Antriao” es la figura que p lasma o legitima también la existencia de la comunidad. Por eso el

deseo de quitar la denominación de “Cacique” a “Antriao”.

En relación a este reconocimiento de algunos aspectos vinculados al pueblo Mapuche,

mientras otros atributos son los que resultan estigmatizados, entendemos que esto es

explicable a la luz de una lógica muy propia de la Provincia de Neuquén. En efecto, la

provincia ha incluido a las poblaciones indígenas, generando una apropiación selectiva de

algunos aspectos y, a la vez, una negación de otros.

Es en ese punto, donde la noción de “frontera” cobra pleno sentido: los Mapuche pueden

formar parte en ciertas ocasiones de ese “nosotros” (no así en otros casos), pero siempre y

cuando cumplan con ciertos atributos. Entre los mismos, en el caso de Villa la Angostura,

como vimos se encontraría el hecho que sean “familias” o “individuos” (incluidas dentro de

la categoría englobadora de “pobladores”) y en “el pasado”. Esta apropiac ión “del Mapuche”

pero de ciertas condiciones –que en algunos casos implica negar el carácter de Mapuches

mismo-, ha sido puesta de manifiesto muy elocuentemente por un dirigente indígena en el

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conflicto de Pulmarí de 199518, quien señalaba “(…) para el huinca el indio bueno es el que

hace lo que él desea; si es así no queremos ser buenos” (Diario “Río Negro”, 12/11/1995).

Como contrapartida, forman parte del “exterior”, de la “otredad” las “comunidades”,

precisamente en una localidad como Villa la Angostura donde el Estado históricamente ha

negado (y aún niega el Municipio y la Provincia) el reconocimiento de las mismas,

contrastando con otros ámbitos de las mismas. Paralelamente, como vimos al inicio de este

trabajo, está claro que un indígena no puede ser “fundador” de la localidad, ni siquiera ser de

los “emprendedores” al desarrollo local. De allí la negación como indígenas de los primeros

pobladores, la falta de mención a sus acciones –como la colaboración en la comisión de

límites- y, como contrapartida, situar las principales “gestas” asociadas al progreso en las

labores desarrolladas por los “pioneros” de origen europeo.

Como analizamos en otro trabajo (Valverde, 2010) los diferentes discursos y categorías

estigmatizantes efectuadas en variados conflictos protagonizados por el pueblo Mapuche en

la Provincia de Neuquén, se vinculan con la inserción de la población indígena en el contexto

social, tanto en el sistema productivo, como en la estructura política local y regional. Esto es

explicable, ya que la forma en que se han configurado las poblaciones originarias en cada

ámbito y en los diferentes momentos históricos, se vincula directamente con tales

representaciones y discursos sobre estos pueblos.

Tal como ha señalado Trinchero para las poblaciones indígenas del “Chaco Central”:

“Los estigmas étnicos que son activados respecto a los pobladores (…) son significantes de

los contenidos que adquieren en un momento determinado, las contradicciones entre la

reproducción de la vida y la reproducción del capital en dicho momento” (Trinchero,

2000:360).

No obstante, más allá de las diferencias –con ciertas regularidades- en cada contexto local

y conflicto específico, la exaltación de un pasado (supuestamente) armónico, resulta una

18 En Aluminé (provincia de Neuquén), en especial en la zona de Pulmarí, se dió un agudo conflicto entre los años 1995-1996. A partir de las fuertes restricciones a las familias indígenas Mapuche y los abusos del ente gubernamental que administraba estas áreas, se dio a principios del año 1995 una intensa movilización de las comunidades y organizaciones indígenas, con la ocupación pacífica de dicha institución, la toma de campos en litigio, múltiples declaraciones públicas y acciones de solidaridad de vastos sectores sociales no indígenas. Ante la inusitada repercusión, el “conflicto de Pulmarí” se transformó en un emblema de la lucha del pueblo Mapuche y otros pueblos originarios argentinos. De hecho, como resultado de este conflicto, se recuperaron miles de hectáreas de territorios ancestrales indígenas (Nawell, et al. 2004).

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constante, en este escenario actual que se presenta “incierto”, “conflictivo” e “imprevisible”.

Es esta misma operación, la que atribuye al “afuera” las causas de estos conflictos 19.

Para finalizar, deseamos señalar la pertinencia de enfoques como los que desarrollara ya

hace varias décadas Roberto Cardoso de Oliveira, para el abordaje de los pueblos indígenas

en situaciones de fronteras internacionales (Cardoso de Oliveira, 1992 y Cardoso de

Oliveira y Baines, 2005), pero que mantienen un estrecho correlato con otro tipo de fronteras.

En efecto, no podemos dejar de vincular estas construcciones que asocian “armonía” con lo

“propio” y por otro lado “conflicto” con el “exterior”, con la histórica tendencia a identificar

al pueblo “Mapuche” como presuntamente de origen extranjero –como “chileno”-. No

obstante, en la medida en que hoy el Estado Nacional y Neuquino ha reconocido la

preexistencia de este grupo indígena, la “fronterización” se viene desplazando hacia diversos

atributos (por ejemplo “ser comunidades”, las supuestas “influencias externas”) que siguen

teniendo una connotación asimilable a lo “extranjerizante”.

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19

En otra oportunidad (Valverde, 2010) analizamos los diferentes discursos y categorías estigmatizantes efectuadas en diferentes conflictos protagonizados por el pueblo Mapuche en la Provincia de Neuquén, como el conflicto de Pulmarí de 1995. En dicha ocasión, señalábamos como uno de los argumentos presentes en los medios periodísticos locales en el epicentro de la movilización indígena, se refería a que Mapuche o como se los denomina en la zona “paisanos”, que –supuestamente- durante décadas convivieron en paz con los “huincas”, cada vez estaban más enfrentados. Lejos de tales argumentos, destacábamos las centenarias relaciones de desigualdad y diversos conflictos que se venían manifestando y que en realidad no hacen más que tomar carácter público en los primeros meses de 1995. También nos referíamos a que en esta zona de Aluminé, dado que estas comunidades -a diferencia de lo que sucede en Villa la Angostura- fueron institucionalizadas tempranamente (en la década del ‟60, ‟80 y „90) la estigmatización no se refiere a restarles entidad a las mismas. Por el contrario, los mensajes negativos, se dirigían a la organización etnicista en este contexto de aguda movilización, o bien a los presuntos “apoyos internacionales” o “intentos de secesión” que estarían detrás de estos reclamos protagonizados (Valverde, 2011).

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