Nomadas 3 Sandro Etnografia, Crisis y Violencia

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NÓMADAS  34 NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD C ENTRAL COLOMBIA * Las reflexiones y el traba jo a cad ém ico qu e s oportan e s te texto s on una com- binación del trabajo empírico en varias investigaciones sobre la gestión del conflicto armado en Colombia y en el desarrollo de mi disertación doctoral pa ra la Facultad Lati noam ericana de Ciencias Sociales , FL A CSO. * * Ca ndida to a Doc tor en Ci encias Soc iales , opción Estudios Polí ti cos, de la Facu ltad Latinoam ericana de Ci encias Soci ales , FLA CSO-Ecua dor. Docen- te/investigador del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos, IESCO - Universidad Central. E-mail: [email protected] Etnografía y crisis: algunos debates y una práctica de investigación en contextos de violencia * Sandro Jiménez-Ocampo** Este artículo presenta un revisión cruzada entre el debate contemporáneo sobre la guerra y la violencia en tanto objetos de investigación empírica y una práctica particular que se ha apoyado en la etnografía para abordar escenarios de crisis, específicamente los relacionados con el trabajo con víctimas de la violencia en Colombia y con el seguimiento a la respuesta del Estado desde sus  mec ani smo s de int erve nci ón políti ca de la guerra en este país. El text o par te de una conte xtua liz ació n de la viol enc ia políti ca en tanto campo de saber y poder, para luego adentrarse en un diálogo cruzado entre las apuestas éticas y metodológicas en diversos enfoques y mis conjeturas frente a los retos identificados desde mi propia experiencia de investigación. Palabras clave: guerras contemporáneas, violencia política, etnografía de la crisis, antropología política. Este artigo apresenta uma revisão entre o debate contemporâneo sobre a guerra e a violência em tantos objetos de  pesquisa empírica e uma prática particular que se apoia na etnografia para abordar cenários de crise, especificamente os relacionados com o trabalho com vítimas da violência na Colômbia e com o surgimento à resposta do Estado desde seus  mecanismos de intervenção política da guerra neste país. O texto parte de uma contextualização da violência política tanto  no campo do saber e poder , para logo adiantar- se no diálogo entre as apostas éticas e metodológicas em diversos enfoques e as conjeturas do autor frente aos retos identificados desde sua própria experiência de investigação. Palavras-chaves: guerras contemporâneas, violência política, etnografia da crise, antropológica política. This article presents a review between the contemporary debate about war and violence as an empirical research topics, and a research practice which have use the ethnography in crisis environments, specifically those related with victims of political violence in Colombia and the monitoring of state responses in terms of its political management of war. The text starts with a conceptualization of political violence as a knowledge-power field to get in a crossed dialogue between the ethical and methodological proposals in diverse approaches and the author’s conjectures about the challenges identified during his own research experience. Keywords: contemporary wars, political violence, crisis ethnography, political anthropology. ORIGINAL RECIBIDO: 22-IX-2008 – ACEPTADO: 02-X-2008 [email protected] • PÁGS.: 34-49

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    NMADAS34 NO. 29. OCTUBRE2008. UNIVERSIDADCENTRAL COLOMBIA

    * Las reflexiones y el trabajo acadmico que soportan este texto son una com-binacin del trabajo emprico en varias investigaciones sobre la gestin delconflicto armado en Colombia y en el desarrollo de mi disertacin doctoralpara la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO.

    ** Candidato a Doctor en Ciencias Sociales, opcin Estudios Polticos, de laFacultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Ecuador. Docen-te/investigador del Instituto de Estudios Sociales Contemporneos, IESCO -Universidad Central. E-mail: [email protected]

    Etnografa y crisis:

    algunos debates y unaprctica de investigacinen contextos de violencia*

    Sandro Jimnez-Ocampo**Este artculo presenta un revisin cruzada entre el debate contemporneo sobre la guerra y la violencia en tanto objetos de

    investigacin emprica y una prctica particular que se ha apoyado en la etnografa para abordar escenarios de crisis, especficamentelos relacionados con el trabajo con vctimas de la violencia en Colombia y con el seguimiento a la respuesta del Estado desde susmecanismos de intervencin poltica de la guerra en este pas. El texto parte de una contextualizacin de la violencia poltica entanto campo de saber y poder, para luego adentrarse en un dilogo cruzado entre las apuestas ticas y metodolgicas en diversosenfoques y mis conjeturas frente a los retos identificados desde mi propia experiencia de investigacin.

    Palabras clave: guerras contemporneas, violencia poltica, etnografa de la crisis, antropologa poltica.

    Este artigo apresenta uma reviso entre o debate contemporneo sobre a guerra e a violncia em tantos objetos depesquisa emprica e uma prtica particular que se apoia na etnografia para abordar cenrios de crise, especificamente osrelacionados com o trabalho com vtimas da violncia na Colmbia e com o surgimento resposta do Estado desde seus

    mecanismos de interveno poltica da guerra neste pas. O texto parte de uma contextualizao da violncia poltica tantono campo do saber e poder, para logo adiantar-se no dilogo entre as apostas ticas e metodolgicas em diversos enfoquese as conjeturas do autor frente aos retos identificados desde sua prpria experincia de investigao.

    Palavras-chaves: guerras contemporneas, violncia poltica, etnografia da crise, antropolgica poltica.

    This article presents a review between the contemporary debate about war and violence as an empirical researchtopics, and a research practice which have use the ethnography in crisis environments, specifically those related with victimsof political violence in Colombia and the monitoring of state responses in terms of its political management of war. The textstarts with a conceptualization of political violence as a knowledge-power field to get in a crossed dialogue between theethical and methodological proposals in diverse approaches and the authors conjectures about the challenges identifiedduring his own research experience.

    Keywords: contemporary wars, political violence, crisis ethnography, political anthropology.

    ORIGINAL RECIBIDO: 22-IX-2008 ACEPTADO: 02-X-2008

    [email protected] PGS.: 34-49

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    3NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    Prembulo

    Es importante aclarar al lectorque las reflexiones aqu recogidas lasrealizo desde una condicin de

    enunciacin del tipo insider/out-sider, pues si bien mi trabajo nopuede asumirse como una vozde la antropologa, ya que nosoy antroplogo (outsider), s esclaro que gracias a varios aosde trabajo sistemtico confuerte influencia etnogrfica(insider) asumo esta entradametodolgica como parte delpatrimonio general de lasciencias sociales y no slo de

    aquella que se constituycomo nicho original y natu-ral para el trabajo etnogr-fico, la antropologa.

    Otra precisin es la deuna delimitacin que ponedistancia de aquella visinque simplifica la lectura delos procesos de la guerra yla paz como simples trn-sitos por el reformismo ins-titucional en el marco deldiscurso de la paz comobien supremo y del de-recho internacional hu-manitario como fuentenica de legitimacin,para ir ms all y obser-var la historicidad enque ocurren tales acon-tecimientos, as comolas formas de apropia-

    cin/resistencia que tales discursosgeneran.

    La forma narrativa del texto seplantea desde una presentacin do-ble entre un texto y un meta-texto,en donde se podr apreciar el lugardel debate de los temas planteados(texto) al tiempo que la posicio-

    nalidad desde mi propia experien-cia de investigacin (meta-texto).Este ltimo estar marcado comoenlace y con estilo itlico en dis-tintos lugares dentro de la secuen-

    cia discursiva del documento.

    Finalmente, si bien en este art-culo se presenta un recorrido biblio-grfico importante, este no pretendeser exhaustivo, pues no se trata deinscribir el trabajo como un estadodel arte, sino como una apuesta re-flexiva para mostrar la convergen-

    cia y las tensiones en la construcin de una red conceptual y capacidad o incapacidad de mexperiencia de investigacin concrta para conectar el trabajo etnogr

    fico cercano y comprensivo codebates ms globales y generalen las ciencias sociale

    Contextodel debate

    Despus de ciencincuenta aos de terizacin e investigacisobre la guerra (Baliba

    2006), este campo de sber pareciera haberse consolidado como una especde lugar comn no sen el mundo de la reflexiterica, sino en el mbide la accin poltica. A psar de la normalizacin quun horizonte de tiempo tasignificativo supone, al ladde la abundante historia dexperiencias de guerra, nencontramos en un mometo revelador en trminos dlos alcances y las limitacionde las redes conceptuales hata ahora usadas para dar cuenta de uno de los fenmenque mayor atencin acarrea enuestra historia.

    Despus del fin de la Segunda Guerra Mundial y la creaci

    del sistema internacional de nciones para el sostenimiento dla paz, que hoy conocemos como Nciones Unidas, dos temas en lagendas de seguridad mundial haocupado la atencin de esta organzacin: la primera fue la contencide conflictos o la intervencin sbre los mismos durante el perodo d

    PeregrinoRiveraA rce:Recuerdosdecampaa(1900),Haciendoelvale.

    ElhabilitadodelBonLibresdeOcaa.MuseoNacionaldeColombia.

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    la guerra fra; y en segundo lugar,las gestiones humanitarias para aten-der la proliferacin de conflictos ar-mados internos, en adelante CAI,desde finales de los aos ochenta

    hasta nuestros das.De esta manera, los CAI se con-

    virtieron en la razn permanentepara que la comunidad de naciones,

    y las agencias especializadas para talfin, realizaran permanentes llamadospara aminorar los daos, mediar oapoyar en la resolucin de este tipode confrontaciones que generalmen-te son catalogadas como emergen-cias complejas. De hecho, las

    Naciones Unidas, para el perodo detiempo de referencia, han tenidoque realizar sesenta y cuatro llama-mientos para recaudar 11.000 millo-nes de dlares para programas desocorro, y han obtenido 7.000 millo-nes (Fisas, 2004: 65).

    En este sentido, este tipo de fe-nmenos se han convertido en uncampo de conocimiento especializa-do y en un mbito de intervencinpoltica altamente institucionalizado,pues alrededor de l se articulan cen-tros de investigacin, agenciasmultilaterales y un sinnmero de sis-temas de regulacin, tanto de tipopoltico (como el poder de sancindel Consejo de Seguridad de las Na-ciones Unidas), como de orden jur-dico (por ejemplo, el establecimientodel Estatuto de Roma y la Corte Pe-nal Internacional).

    Dentro de este desarrollo insti-tucional, han surgido dos sub-cam-pos especializados en los distintosfrentes de lo que aqu llamaremosla gestin o la administracin de losCAI: por un lado, las intervencio-nes sobre crisis humanitarias por vio-lencia poltica (dedicadas a la

    asistencia y proteccin de vctimassobrevivientes, refugiados y despla-zados internos), y por otro, los me-canismos de justicia transicional(que definen los caminos legitima-

    dos internacionalmente para lastransiciones del conflicto hacia elpost-conflicto).

    Estos dos sub-campos, muchosde los cuales se articulan alrededorde casos histricos y sociedades ob-jetos de la intervencin (casi todosgeopolticamente clasificados comodel Tercer Mundo, con excepcin dela experiencia de los Balcanes),entran y salen del horizonte de visi-

    bilidad de la comunidad internacio-nal, tanto por lo hecho como por lodejado de hacer. Con lo hecho hagoreferencia al tipo de mecanismos deintervencin humanitaria desplega-dos o el nivel de profundidad en laaplicacin de los dispositivos paradar cuenta de la verdad, la justicia

    y la reparacin durante las transi-ciones; y con lo dejado de hacer, tra-to de sealar los debates sobre laintervencin tarda o incompletarespecto a los estndares del dere-cho internacional humanitario y losderechos humanos.

    De lo que poco se establecenregistros son de las condicionesinternas de tales sociedades vincu-ladas con los procesos de trasfor-macin poltica y social que suponeplegarse al discurso y las institucio-nes internacionales para la gestin

    de los CAI, y al tiempo, reconocerlas transformaciones endgenasque se esperara complementen laaplicacin de los mecanismos detransicin.

    Las dos reas ms afectadas delplaneta por el desarrollo de conflic-tos armados internos han sido

    Latinoamrica y frica. Para nues-tra regin sobresalen los casos de ElSalvador (entre 1980 y 1992), Gua-temala (entre 1960 y 1996), Per(entre 1980 y 2000) y Colombia (con-

    flicto vigente y el de ms largaduracin de la historia contempo-rnea). Todos ellos unidos por la pro-fundidad de los daos asociados conla confrontacin y por la compleji-dad para el abordaje de salidassostenibles hacia procesos de paz deestirpe social.

    Cada uno de estos casos ha sidoobjeto de aplicacin de los distintosmecanismos de intervencin de con-

    flictos, disponibles para su poca, ental sentido, es claro que no sonequiparables entre s, pues lasespecificidades de los actores en con-tienda y el tipo de vctimas no sonirreductibles a una categora comn;pero lo que s ha sido punto de en-cuentro, es que cada uno fue lugarde experimentacin de los disposi-tivos de intervencin humanitaria yde los procesos de negociacin delconflicto bajo la perspectiva de lajusticia transicional. De hecho, en to-dos ellos se plante una comisin detransicin o de verdad.

    Como en todo campo de saber,existe una distribucin de objetos,categoras y abordajes metodol-gicos que asumen determinadasconvergencias y divergencias deacuerdo con el peso especfico decada disciplina. En este trabajo se

    presenta cmo en dicha distribucinexiste un lugar ambiguo y apenasen constitucin desde la etnografaen escenarios de violencia poltica,pues segn lo plantea Scheper-Hughes y Bourgois (2004: 5) la ma-

    yor cantidad de teoras sobre lascausas, significados y consecuen-cias de la violencia masiva y de los

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    3NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    genocidios viene de disciplinascomo la historia, la psicologa, lapsiquiatra, el derecho comparado,los derechos humanos y la cienciapoltica.

    En tal sentido, es mi propsitocompartir algunas exploraciones endonde una perspectiva etnogrficase enfrenta a las formas dominan-tes de dar explicaciones y realizarintervencin sobre estos fenmenos.Este ejercicio tambin implica re-visar crticamente la guerra y la vio-lencia poltica como objetos deestudio plagados de ideas norma-lizadoras y moralizantes que inhiben

    la discusin crtica y reflexiva so-bre los lmites conceptuales de di-cho campo y, al tiempo, explorar lamanera en que la etnografa de lascrisis polticas puede aportar de ma-nera diferencial a esta discusin,para desde ella recuperar la rela-cin con lo particular, en lo queGreenhouse denomina la relacinentre inestabilidad poltica y vidasocial (2002: 1); todo para presen-tar cmo el trabajo etnogrfico sobreescenarios de conflictos marcadospor la aplicacin sistemtica de vio-lencia, conduce al replanteamien-to mismo de las nociones con lasque definimos lo poltico y la pro-pia vida en sociedad.

    De esta manera, la crisis de laguerra como sujeto y objeto de co-nocimiento en las ciencias sociales,justifica este intento de observar la

    forma en que la aproximacinetnogrfica puede ayudar a zanjaresa separacin entre lo universal ylo singular, lo pblico y lo privado,lo visible y lo invisible, lo legtimo ylo ilegtimo. Este intento no suponeen ningn caso abandonar la lectu-ra crtica ante la tradicin totali-zante o la emergente presencia de

    lo singular y lo particular a cadaexperiencia de guerra y violencia;incluyendo en dicha crtica la propiaapuesta de la antropologa poltica,pues como plantearon Scheper-

    Hughes y Bourgois: los antroplogoshan sido muy lentos, muy ambiguos,muy reflexivos y el saber etnogrficoproducido muy local (2004: 4),cuando de dar cuenta de los con-textos de guerra y violencia polticase trata.

    Pero reconociendo lo anterior, ladecisin del nfasis propuesto bus-ca explorar lo que Mertz observa res-pecto a que

    los antroplogos que trabajan

    asuntos relacionados con la vio-

    lencia, han planteado lo inade-

    cuado de lo estndares y las

    convenciones de la ciencia

    social, cuando tratan de repre-

    sentar el desorden y la emo-

    cionalidad involucrada en el

    proceso; pues para el momento

    en que contamos una historia,

    hemos a su vez removido la voz

    original a travs de la narrativa

    de las ciencias sociales, al tiem-

    po que hemos domesticado y

    obliterado gran parte de la inme-

    diatez y la falta de estructura que

    caracteriza tales eventos. (2002:

    361, traduccin ma).

    En otras palabras, el tipo de es-cenarios aludidos por Mertz, impli-can lo que Mac C. Lewin (2002)

    presenta como los lmites y la opaci-dad de nuestro entendimiento, quees a su vez el reto de la etnografapara delinear la relacin entre cam-pos sociales y estructuras. Condicio-nes ambas que nos enfrentan a loslmites del lenguaje y a nuestra am-bigua forma de representar este tipode realidades.

    La guerray la violencia polticacomo preocupacinen las ciencias sociale

    La decisin de usar las dos ctegoras enunciadas busca dcuenta de la manera en que lciencias sociales abordan el conflicto armado moderno, sin prtender hacer de ellas un smipues la consolidacin de los tminos en la comunidad cientfic

    y en la vida pol t ic a ob edec e que cada uno de ellos ha tomadun camino explicativo distintdentro de una especie de sentid

    prctico aceptado tcitamente elos mbitos mencionados. Por ulado, el trmino guerra ha sidconvencionalmente aplicado casos donde el sujeto histrico dla confrontacin estaba claramente definido como un Estado o unnacin, que segn Balibar (2006representa el modelo clausewitzeno puro, es el sujeto de la estrtegia defensiva que al final asume victorioso. Para usar una ctegora filosfica, puede ser identficado con cierta figura tpica duna unidad moderna militar, publo o Estado, ya sea preexistente, construida durante el proceso mimo de la guerra.

    Por su parte, el trmino vilencia poltica ha sido aplicadfundamentalmente en el sentidde Nieburg (cit. Braud, 2006: 16

    segn el cual, sta se caracteripor un conjunto de actos de deorganizacin y de destruccin y lsiones cuyo objetivo, eleccin dblancos y de vctimas, circunstancias, ejecucin y/o efectos adquiren un significado poltico, es dectienden a modificar el comportmiento ajeno en una situacin d

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    negociacin con repercusionessociales.

    En tal sentido, la primera dife-renciacin en el uso de uno y otro

    trmino se ha derivado de una con-dicin de escala, donde se advierteque lo que se pone en juego es elalcance de la confrontacin, lo quecomporta una preocupacinen la cual la guerra debe serun estado transitorio (en tr-minos clausewitzianos, lapoltica por otros medios),mientras que la violenciapoltica puede ser una ma-nifestacin naturalizada de

    la conformacin del sujetohistrico que legtimamentepuede llegar a hacer la gue-rra, es decir, el Estado-na-cin; pero esta vez no frentea otro Estado sino frente a suenemigo interno.

    Alrededor de estas dosmiradas se han desarrolla-do mltiples entradas y des-plegado variados esfuerzospor capturar analticamen-te la guerra y sustituirla porla paz. Para el caso colom-biano, Zuleta (2006) afirmaque estos esfuerzos fraca-saron: la guerra creci yjunto con ella, los estudiosbasados en la moral de lasoberana imperialista queen virtud de una pretendi-da justicia universal divi-

    niza la paz, su propia pazcomo marco de referencia cientfi-ca de la guerra.

    Dada esta matriz analtica decorte moral, al lado de la evolucin yla mutacin de las formas y el senti-do de la guerra, lo que termin porconvertirse en la excepcin fue la

    paz, en lo que Bobbio (1982), Alliezy Negri (2003), Scheper-Hughes yBourgois (2004), Richmond (2006) yParis (2006), se asume como el con-tinuo guerra-paz-guerra. Achille

    Mbembe en Necropolitics (2003) yMichel Foucault en Society Must beDefended (2003) realizan adverten-cias igualmente dramticas sobre la

    artificialidad de la lnea que separala guerra y la paz (Richards, 2005).

    Es justo en este movimientodonde la polemologa gira su aten-cin hacia la violencia poltica, no

    ya en las causas, ni tampoco en lassalidas, sino en las formas del acon-

    tecimiento y de los eventos (en estesentido, son importantes los traba-jos de Nagengast (1994), Richani(2002) y Braud (2006)).

    Enlace 1: esta secuencia geneal-gica de la consanguinidad al tiempo quela diferencia entre las formas de posi-cionamiento y la utilizacin de las no-

    ciones de guerra y violenciapoltica, dejan de ser un pro-blema discursivo y se tornanen un problema material para

    un programa de investigacinque apunte a establecer des-de la etnografa una relacincon la compresin cercana de

    los casos de estudio, al ladode la crtica conceptual y con-siderando las implicaciones dela historicidad propia de cada

    caso. En mi experiencia de in-vestigacin sobre las formasde gestin del conflicto arma-

    do colombiano y de la polticade respuesta al dao asocia-do con la violencia poltica, loslugares desde donde se lee la

    guerra, la violencia y la paz,han sido parte integral de ladisputa y la confrontacin.En tal sentido, el investigador

    debe enfrentarse a un conjun-to de lugares comunes y de lu-gares prohibidos, unos y otros

    asociados con el momento do-minante del debate pblico,sea este en la direccin del pn-dulo hacia la consolidacin de

    la confrontacin armada. O

    sea en el sentido de la pacifi-cacin. El reto de una perspectiva de

    investigacin como la mencionada essuperar la trampa del acontecimientoque dicta siempre respuestas sobre lacoyuntura y la emergencia de dicho mo-

    vimiento pendular y superar los luga-res comunes en la interpretacin desdelas ciencias sociales que terminan por

    Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaa(1900) , U n veterano de larevolucin. Museo Nacional de Colombia.

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    3NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    sumarse a la naturalizacin de ciertaforma ser-estar en escenarios de excep-

    cin continua y, en tal sentido, resig-narse a respuestas siempre parciales,sustancialistas y esencializantes de la

    violencia.

    En este contexto, la dis-tribucin del inters de lasdistintas ciencias socialesfrente a la guerra y la violen-cia poltica como objetos deconocimiento no es acciden-tal. La tensin entre totali-zacin y particularizacin(Zuleta, 2006), estructura yproceso (Richani, 2002; Ho-

    ward-Ross, 1993), poltica yvida social (Greenhouse,2002) y entre lo local y loglobal (Scheper-Hughes yBourgois, 2004), ha sidoasumida desde varias pers-pectivas: la primera de ellas,la estructural. Zuleta (2006)volviendo al caso colombia-no argumenta que ello hasupuesto el derrocamiento dela sociologa como conoci-miento imperante para la ex-plicacin de la violencia y, encambio, entroniz al de lahistoria, en alianza con laeconoma y la ciencia polti-ca y el derecho comparado.Se dio por sentado una juri-dicidad entendida como latendencia o criterio favora-ble al predominio de las so-luciones de estricto derecho

    en los asuntos polticos y so-ciales (Diccionario de laReal Academia, II, 1984:805)1 .

    La segunda perspectiva, la di-mensin de lo particular, lo local yla experiencia diferenciada de laviolencia poltica, ha sido asumida

    desde las discusiones que le dan acada caso un carcter no equipara-ble a otro y, en esa medida, se buscadar cuenta no de las cercana o di-ferencias entre los casos, sino de la

    manera en que ellos son interveni-dos y valorados; de all los trabajos

    sobre los conflictos internos y lasguerras civiles (Fajen y Yudelman,2001) los anlisis socio-histricos so-bre los efectos de la violencia en lasociedad (Pecaut, 2001) y las consi-deraciones sobre la relacin entre

    agentes internacionales y agentes locales en el mapeo de los conflictintestinos o encajonados en el dminio del discurso de la soberandel Estado-nacin (Fisas, 200

    Minn, 2007; Frost, 2001).Finalmente, la terce

    perspectiva refiere a aqullos trabajos que intentadar cuenta de cmo se contituye y se resuelve la relcin vctima-victimar(Zuleta, 2006; Castillej2007; Theidon, 2006), cmo se afrontan los cambios dramticos en el orde

    poltico producto de la vilencia (Greenhouse, Mert2002) y con ellos cmo transforman las subjetividdes en escenarios de guer

    y violenci a prolongada(Das, 2000; Comarrof Comarrof, 2006). Frente todos ellos aparece un cafuerte sobre lo que ofrece especificidad de la etnogrfa como antdoto efectivcontra este imaginario epdemiolgico de la violencia travs del cambio de nfasis que mira ms all dla respuesta sobre lo que dipara la guerra, para pregutarse por los nfasis qupermiten explorar cmo gente hace la guerra y la p(Richards, 2005).

    Enlace 2: una trayectria de investigacin con un se

    tido etnogrfico en el marde relaciones complejas, como las acbadas de presentar, debe tratar de reponder si es posible una etnografa

    la crisis que no quede atrapada en acontecimiento y pueda dar cuenta las condiciones de enunciacin des

    Peregrino Rivera Arce: Recuerdos de campaa(1900),Capitn Gai tn - M irando al enemigo. Museo Nacional de Colombia.

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    donde construye sus interpretaciones?Con condiciones de enunciacin trato

    de invitar a explicitar las implicacionesde asumir una y otra de las posiciona-lidades presentadas, es decir: qu im-

    plica una postura de corte estructuralen trminos de su posibilidad de reco-nocer los puntos ciegos sobre los queun enfoque de este tipo se construye,todo cuando de generalizar una expli-

    cacin se trata? Qu aporta el nfasissobre lo local mas all de una miradacomprensiva que adems establezca re-

    laciones entre los discursivo y lo extra-discursivo?, en otras palabras, cmola mirada sobre lo cercano, particulary diferencial permite que la etnografa

    pueda ayudar a llevar al lmite nues-tros conceptos (lo discursivo) y cmolo emergente en la convergencia de lohistricocultural presenta formas alter-

    na ti va s de enun ciac in (l o ex tr a-discursivo)? Finalmente, cmo lograrque la entrada privilegiada de la etno-

    grafa a las subjetividades, y para elcaso en discusin, a las subjetividadesde experiencias de crisis, no se quedeen las crnicas que con gran sentido

    emptico y gran riqueza fenome-nolgica, sean incapaces de conectarla historicidad y las grandes trayecto-rias co-constitutivas de dichas experien-

    cias subjetivas?

    Las nuevas guerras:sub-campos de saber ypoder dentro delabordaje de conflictosarmados internos

    La discusin terica para enmar-car el debate del manejo de conflic-tos armados internos es de talamplitud que desborda las posibili-dades de un nico texto de reflexin;por tal motivo, esta lectura paraleladel debate internacional y de mi ex-periencia investigativa no conside-

    ra el campo de los llamados conflictstudies, pues muchos de ellos nonecesariamente profundizan losasuntos de violencia poltica y losque s lo hacen se concentran en el

    comportamiento de los actores, laeconoma poltica de la confronta-cin y la demografa de las vctimasno sobrevivientes. Esta segunda par-te de la discusin prioriza la maneraen que se interviene el conflicto ar-mado en la perspectiva de su trans-formacin hacia el post-conflicto.Ms concretamente, se interesa porpensar el ms all del conflicto,en tanto cambio poltico.

    Dentro de este campo destacocuatro entradas pertinentes paraesta reflexin en donde se expre-san distintos lugares no slo en eldebate terico, sino en la investi-gacin emprica. Estos recogen lostrabajos ms significativos para deli-mitar el campo de reflexin y accinaqu propuesto. Estas entradas son: lateora poltica, el anlisis jurdico y delderecho internacional humanitario, elanlisis comparado y las aproximacio-nes histrico-etnogrficas.

    En primera instancia, abordamosalgunas de las discusiones en teorapoltica. All se destacan los debatessobre los alcances y limitaciones dela nocin liberal de la justicia cuan-do sta se trata de aplicar en esce-narios de guerra o de daos masivos

    y genera lizados. Los trabajos deBarkan (2000 y 2006) y Allen (1999)

    son buenos ejemplos de tales reflexio-nes. El elemento ms importante pordestacar en esta discusin giraalrededor de la incapacidad de laperspectiva moderna-liberal para re-conocer la necesidad de trascenderlas lgicas de retribucin-compen-sacin individual de los daos, ar-gumento de base en la idea de

    justicia del liberalismo clsico, endesmedro del reconocimiento a losdaos de corte masivo y al resarci-miento de carcter colectivo, que nohan sido adecuadamente teorizados

    y que son la condicin general entodas las sociedades afectadas porconflictos armados internos de lar-ga duracin (Colombia) o de altaintensidad (Ruanda).

    Otra preocupacin fuerte enesta primera entrada referenciada,gira alrededor de las implicacionesticas y las formas de legitimacinque se construyen alrededor de losmecanismos de gestin de los con-

    flictos y de su transicin, es decir,sobre los alcances de la verdad y lasimplicaciones de la reparacin. Aeste respecto encontramos los plan-teamientos de Brooks (1999), Frost(2001) y Rotberg y Thompson.(2000). El punto central en esta dis-cusin es el cuestionamiento de has-ta dnde las medidas indirectas dela verdad, el otorgamiento de dis-culpas y el reconocimiento del dao,pueden garantizar efectivamentemovimientos hacia el sostenimientode la paz.

    Finalmente, una de las discusio-nes ms importantes en este primermbito de anlisis que al tiempo esuno de los puntos menos tratadossistemticamente, es la crtica a lanocin liberal de lapaz. En este sen-tido, Paris (2006) y Richmond(2006), critican el carcter episte-

    molgico no cuestionado otorgado auna idea de paz que slo da cuentade las necesidades de ampliacin delos principios bsicos del liberalismo:el mercado, las instituciones y eldiscurso universalita de los derechoshumanos. Estos autores ayudan acomprender el carcter restrictivode las transiciones cuando la paz es

  • 5/25/2018 Nomadas 3 Sandro Etnografia, Crisis y Violencia

    4NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    reducida slo a las reformas haciademocracias electorales, la apertu-ra econmica y el privilegio de de-rechos individuales.

    La segunda entrada importantede produccin frente a los mencio-nados sub-campos de saber dentro delas nuevas guerras contemporneases el anlisis jurdico ydel DIH. Estembito es el ms prolfico de todos,ventaja cuantitativa que es muy in-dicativa de la centralidad otorgadaa esta dimensin en los debates so-bre la violencia poltica organizada ylas transiciones conflicto/post-con-flicto. Cabe preguntarse si la judiali-

    zacin de asuntos de alto raigambrepoltico resulta una salida sosteniblea problemas tan complejos. En cual-quier caso, en este campo encontra-mos trabajos referidos en primer lugara la descripcin de la batera de dere-chos y disposiciones internacionalesque se ponen en juego en cualquierproceso de intervencin sobre con-flictos armados y en los intentos detransicin, Call (2004), Lekha Sriram

    (2004), Nash (2000). De otro lado,estn las discusiones sobre cada unode los componentes especficos de losmecanismos especializados en la jus-ticia transicional, con gran atencin

    sobre las comisiones de verdad y re-conciliacin; aqu se destacan los tra-bajos de Teitel (2003), Hayner (2001),Espinoza y Ortiz (2001), Ally (1999).Tambin hay desarrollos sobre el com-ponente de las reparaciones a las vc-timas de los conflictos, que de hechoes el aspecto menos tratado con pro-fundidad, si se considera la amplituden el tratamiento de la tipificacinde violaciones elegibles y a la discu-sin sobre los estndares aceptados

    en justicia y perdn. Estos debates sontratados en Colson (1998), Galaway

    y Hudson (1996), De Greiff (2004).

    La tercera entrada de desarro-llo que es pertinente destacar es ladel anlisis comparado histrico ypoltico. Aqu los esfuerzos porcomparacin son diversos, aunqueno es muy claro el nivel de siste-maticidad de estos esfuerzos. Uno

    de los primeros intentos est en lcomparaciones en el nivel tericentre los sistemas de contencin dconflictos o los dispositivos de juticia transicional, frente a otr

    mecanismos de intervencin en ecenarios de violacin de derechhumanos de corte ms local y mnos verticalista en el sentido dla comunidad internacional hacsociedades nacionales; al respeto se encuentran los textos de DGreiff y Cronin (2002), Orozc(2003), Van de Merwe, DewhirstHamber (1998).

    El siguiente criterio de compar

    cin utilizado es el regional o multcaso, que da cuenta de manera mudescriptiva y casustica de las formde unos y otros frente a la aplicaci

    y la cercana o la distancia destndar esperado de los acuerdinternacionales o de los sealmientos de los grandes poderes de geopoltica global. Se destacan ltrabajos de Arnson (1997), Harpe(1996), Kritz (1995). Con esta mism

    Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaa( 1900) , Escorzos de revolucionarios enfermos.M useo Nacional de Colombia.

  • 5/25/2018 Nomadas 3 Sandro Etnografia, Crisis y Violencia

    NMADAS42 NO. 29. OCTUBRE2008. UNIVERSIDADCENTRAL COLOMBIA

    lgica son varias las comparacionesentre la comisiones de la verdad yreparacin, como se puede ver enAndrews (2003) y Steiner (1997).

    La cuarta entrada importante adestacar es la de corte histrico-etno-grfica. Es importante regresar a laprecisin inicial, cuando demarcabaesta propuesta del campo de conflictstudies, pues all es probable encon-trar una gran cantidad de trabajosobre la historia poltica de los con-flictos y sobre la etnografa de casosemblemticos de victimizacin. En laperspectiva de mi reflexin interesala relacin entre historia poltica de

    la transicin y la etnografa de la ac-cin poltica asociada con tal proce-so. En tal sentido, destaco los trabajosde Beristain (1999), Boraine (2000),Elster (2003 y 2004), Lira y Morales(2005), Molina (2005), Castillejo-Cuellar (2007). Pero dado que el pro-psito de este texto no es el de unarevisin bibliogrfica exhaustiva, esteltimo componente quisiera desarro-llarlo desde una discusin meto-dolgica un poco ms detallada, queconsidere lmites y posibilidades, as-pecto que se presenta en el siguientepunto.

    Enlace 3: en mi experiencia de in-vestigacin sobre el conflicto armado

    en Colombia con sus peculiares ma-nifestaciones de violencia pol tica, escurioso y altamente problemtico laparadjica centralidad de los discur-

    sos sobre la guerra y la paz, al tiem-

    po que el vaciamiento que se ha hechosobre los contenidos del debate en es-

    tos conceptos. De este modo, las prc-ticas acadmicas y socio-polticasparten de esa continua guerra-pazcomo una condicin dada, en donde

    el trabajo acadmico define su perti-nencia por su capacidad de dar cuen-ta de cmo acontece la guerra o por

    allanar caminos hacia la paz. Muypoca discusin se encuentra sobre el

    tipo de paz de la que hablamos, no entanto anhelo de escenario post-con-flicto, sino respecto a las implicaciones

    de la presuncin teleolgica donde lapaz se asume indist inta y homog-neamente para todos los actores so-ciales que la anhelan o se disputan elderecho a definirla. En este contexto,

    las discusiones internacionales sobrelos lmites del liberalismo moderno,para dar cuenta de conflictos de una

    fuerte base y afectacin colectiva, sonde gran pertinencia para el caso co-lombiano. El problema para el inves-tigador es cmo introducir el debate

    sobre lo inimaginado o lo inimagina-ble; me refiero a que la nocin de unEstado liberal (en alguna versin dedemocracia o de poder popular repre-

    sentado en un soberano, sea presiden-te, parlamento o partido nico)pareciera ser lo nico posible. As, una

    crtica acadmica a la clave liberal (dereformismo institucional, libre merca-do y discurso universalista del dere-cho) para la gestin de conflictos

    armados y la construccin de transi-ciones hacia escenarios de paz o paci-fi cados, es una empresa que nacefracasada y, en consecuencia, pare-

    ciera confirmar el fin de la historia entrminos de Fukuyama. Pero como nonos hemos enfrentado al fin de lo real,

    una ciencia social crtica s debera asu-mir la aventura abismal de adentrarseen lo inimaginable.

    Consideracionesmetodolgicas en elabordaje etnogrficode la guerra y la

    violencia poltica

    Lo primero por aclarar es queuno de los aportes ms importantesde las perspectivas etnogrficas a los

    estudios sobre violencia poltica, hasido el esfuerzo metodolgico paradar cuenta de la diversidad de losfrentes que se presentan para la dis-cusin en este campo. Estas entra-

    das metodolgicas van desde elinters por acceder a los relatos ynarrativas de los sujetos afectadospor la violencia poltica aunque elsujeto de la experiencia siempre hasido del inters de la antropologa,particularmente en lo relacionadocon las formas de seguimiento, a lastransformaciones polticas de grandimensin y la exploracin de losintersticios del Estado sobre los quese construyen nuevas formas de

    subjetivacin (Greenhouse, 2002).As mismo, se intentan comprenderlas formas emergentes de organiza-cin social para dar cuenta de lacapacidad de agencia de los sujetosen contextos de profundas crisisinstitucionales y sociales (Howard-Ross, 2003).

    Frente a las maneras de abor-dar la crisis asociadas con la vio-lencia de carcter sistmico, Mertz(2002: 352) nos ofrece una idea delreto metodolgico que implica eltrabajo etnogrfico en estos cam-pos, cuando se pregunta por cmoconfigurar un acto cercano de com-prensin de fenmenos donde lascondiciones bsicas de certeza so-bre alguna conexin social desapa-recen, o donde la propia fibra dela condicin humana ha sidotrastocada?

    Este reto metodolgico y tico seha venido resolviendo sobre la prc-tica de diversas maneras. En primerlugar, frente a los procesos desubjetivacin construidos alrededorde la experiencia de crisis extrema yviolencia, una primera entrada quepresentan distintos investigadores, es

  • 5/25/2018 Nomadas 3 Sandro Etnografia, Crisis y Violencia

    4NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    el anlisis de narrativas que les per-mite evidenciar las diferentes formasde racionalizar y de registrar emo-cionalmente la experiencia lmite delsufrir. Un ejemplo de ello es la entra-

    da de Warren (2002: 385), quienenfatiza en la necesidad deidentificar en dichas narra-tivas las estrategias deborramiento de vctimas porparte de victimarios, cuan-do se ponen en circulacindiscursos de una realidaddividida en donde la narra-tiva que se legitima es la delsujeto que produce el dao.

    Mertz (2002: 357) des-taca como Greenhouse(2002) va ms all de estechoque de mbitos de laverdad, para explorarnuevas concepciones dela agencia de los sujetos,frente a sus formas de res-puesta a la sujecin de unlado o de subjetivacinmovilizadora del otro. Enla visin de Greenhouse(2002), estas experienciasse deben observar comoun proceso de desacopla-miento entre la agencia yla estructura, lo que a suvez ofrece mayores posibi-lidades de superar la ilu-sin de la concrecin ensociedades que permanen-temente se estn rehacien-do desde la interaccin

    (Mertz, 2002: 358). Esta posicin nospreviene sobre la clsica relacinagencia-estructura versus cambiosocial, pues en procesos donde elcambio deviene de experiencias pro-fundas de violencia, las dos prime-ras pierden conexin en un complejoe incierto proceso de recreacin yadaptacin.

    Otro elemento altamente pro-blemtico en la aproximacin et-nogrfica a estos contextos giraalrededor del lugar de la voz de losactores. Aqu caben las preguntas por

    quin habla, quin silencia, quin

    traduce. A este respecto, Das (2000)y Poole (2004), exponen cmo el ha-blante es el administrador privado depoblaciones que en sus trabajos estdocumentado en la figura del repre-sentante de la casta dominante o elgamonal, en uno y otro caso respec-tivamente. Mientras que por el ladodel reconocimiento del dao por vio-

    lencia, Herman (1992: 7) plantea tensin entre el deseo del victimarde no hablar del dao, mientras qulas vctimas demandan el reconocmiento del dolor y de sus prdid

    (Mertz, 2002: 361).En este sentido, vale

    pena mencionar uno de lefectos ms importantes sbre el lugar de la narrativde las vctimas en estas diputas por el reconocimientMe refiero al llamado de Catillejo-Cuellar (2007) por incorporar a las vctimas comagentes en la historia, e

    donde la restitucin de su vse entienda desde la valorcin epistemolgica y poltca del testimonio en tanexperiencia y narrativa eejercicio dentro del procede restitucin de la dignidahumana; distancindose ade las prcticas dominanten los procesos de transicide la violencia poltica quprivilegian el discurso factu

    y forense de datos y hechde vctimas annimas, edonde slo aparecen traduciones plidas de la realidarepresentadas en vocabularcontrolado y respuestas ssignificado histrico y crentes de sentido y valor pltico en el reconocimiendel dao.

    Tambin es importante destaclas advertencias de Greenhou(2002) y Richani (2002). La primese refiere a las dificultades y compljidades entre actuar en el contexto dviolencia y tomar medidas sobre lefectos de la misma, hecho que impca asumir los retos de la relaciinsider-outsider(Greenhouse, 2002: 8

    Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaa(1900),Amadeo Revolucionario. Museo Nacional de Colombia.

  • 5/25/2018 Nomadas 3 Sandro Etnografia, Crisis y Violencia

    NMADAS44 NO. 29. OCTUBRE2008. UNIVERSIDADCENTRAL COLOMBIA

    Enlace 4: esta relacin es parti-cularmente problemtica si se consi-

    dera la sociologa poltica de muchosde los acadmicos de las llamadaseconomas emergentes, en donde las

    agendas de investigacin estn con-dicionadas no slo por las visionesrestringidas e instrumentales de losgobiernos en el Tercer Mundo, sinotambin por los trminos de referen-

    cia y las condiciones de finan-ciamiento de agencias internacionalesy del mundo de las ONG huma-

    nitraristas o del aparato de desarrollo.En este escenario se torna inestablela posicin del acadmico y borrosasu relacin entre estar adentro y

    discutir desde afuera, sobre todocuando los dispositivos de financiaciny control de los resultados comuni-cables de la investigacin condicionan

    el desarrollo de agendas de largoaliento y el espritu crtico frentes alos agentes de un lado los guberna-

    mentaleso hacia el otro los no gu-bernamentales.

    Por su parte, Richani (2002: 4)hace un importante llamado a nominimizar el anlisis de las relacio-nes de poder entre los actores des-de una lgica que slo mira lacausas de las disputas y los efectosde las mismas sin tener en cuenta lamanera en que estas relaciones searticulan con procesos de ms largoaliento y escala, que a su vez pue-den influenciar la posicionalidad delos mismos. En sntesis, se planteaun importante llamado a no hacer

    del proceso y la historicidad de losmismos una caja negra, como ha su-cedido en muchos de los abordajesque planteamos inicialmente sobrelos campos del derecho y la polticacomparada.

    Enlace 5: el reto metodolgico sur-ge cuando como lo mencionaba an-

    tes la agencia y la estructura pierdensu relacin vinculante y adems, las

    manifestaciones de la agencia estnprofundamente marcadas por la suje-cin violenta o autoritaria, al tiempo

    que la estructura se hace inenteligibleestratgicamente para garantizar eldesarrollo de determinadas estrategiasde control social y de legitimacin delpoder. Frente a este escenario el nfa-

    sis en la etnografa de lo extraordinarioen lo ordinario, permite romper esoscircuitos cerrados en los que agentes y

    estructuras se manifiestan en escena-rios de crisis institucional por violenciapoltica.

    Los nfasis de Das (2004) so-bre las firmas del Estado en la In-dia o de Poole (2004) sobre losprocedimientos y los movimientosde la administracin de justicia enlos mrgenes del Estado peruano,son perfectos ejemplos de este tipode abordajes, en donde a travs dela identificacin de los intersticiosdel Estado, se hace posible acer-carse a la materialidad que asumeel mismo frente a los ms diversosproblemas en la relacin agente-estructura, al tiempo que permitedevelar cuando esta ltima se pre-senta como un borramiento de laprimera.

    De esta forma, Das (2000) re-cuerda la importancia de estas en-tradas metodolgicas que permitenplantear debates por las disputas so-bre lo real en la presencia o influen-

    cia del Estado, adems de poderinterrogar la vida diaria como lugarde lo ordinario donde acontece losextraordinario. Estas posturas sonticas al tiempo que metodolgicas,pues como lo plantea Mertz (2002:367), establecen una difcil lnea deseparacin entre etnografa y accinsocial, lo que en el fondo ha sido la

    lucha histrica de la antropologapoltica contempornea, al tratar deno caer en los enfoques monolticos

    y generalizantes de la interpretacinen la distancia.

    Otra entrada metodolgica in-teresante por destacar es la de laantropologa de los eventos. La estra-tegia la plantea Hoffman y Lubke-mann (2005), quienes parten deprecisar que los eventos son difci-les de reconocer, pues ellos tienencierta ininteligibilidad. Es un even-to, un ejemplo o una excepcin?Manifiesta la estructura, un proce-so, una situacin o los invalida a

    todos ellos? Un evento es por defi-nicin un momento singular (Hoff-man y Lubkemann, 2005: 316).

    La referencia a lo particular po-dra llevar a cierta sustancializacinde la explicacin de las experienciasasociadas con la guerra y la violen-cia poltica. Para evitar esta tenden-cia, Hoffman y Lubkemann afirmanque podemos plantear con seguri-dad que lo que constituye un even-to, lo que lo diferencia de unmomento o de otro, frente a su sig-nificado particular, es que siemprees socialmente construido y local-mente significativo (2005: 317, tra-duccin ma).

    Ante estas dificultades que pre-senta el trabajo etnogrfico en zonasen conflicto, cabe preguntarse: cmopodemos entonces hacer una etno-

    grafa de eventos tan complejos?Qu tipo de regularidades, si exis-ten, pueden estructurar las irregula-ridades que caracterizan las zonas deguerra? y dnde y cmo las podemosencontrar? (Hoffman y Lubkemann:2005: 319). Pero tal vez la preguntaque comporta mayor complejidad escmo desde un evento se puede ar-

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    4NMADASJIMNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFAYCRISIS: ALGUNOSDEBATESYUNAPRCTICADEINVESTIGACINENCONTEXTOSDEVIOLENCIA

    ticular un comprensin global de loque acontece y toma lugar en lo lo-cal y lo cercano?

    Para responder a estas pregun-

    tas, Hoffman plantea con clari-dad que los eventos ganan sufuerza de las imgenes amplias,globales, y de la potencia de las

    yuxtaposiciones creativas conlas cuales los narradores ofre-cen o iluminan las circunstan-cias especficas y las audienciascon las cuales ellos hablan(Hoffman y Lubkemann, 2005:320). Importante destacarque estas audiencias en el

    contexto de la geopoltica dela guerra y los conflictos ar-mados contemporneos sonde carcter trasnacional. Denuevo, no slo desde el di-logo o la influencia de losactores globales macro es-tructurantes, sino desde laspropias redes de actores so-ciales y de circulacin nohegemnica de discursos.

    De all se deriva lanecesidad de tener encuenta que entre las es-trategias analticas msimportantes compartidasentre los etngrafos delas zonas de guerra, seencuentran la maneraen que ellos exploran elinter-juego de la histo-ria y la biografa; sea en

    trminos de memoria o narrativa,de rituales o representaciones; cadauna de estas contribuciones, ofre-cen indicios tericos sobre cmo lainmediatez de un evento es en granmedida una pregunta por el en-cuentro del sujeto con su pasado(Hoffman y Lubkemann, 2005:321).

    Enlace 6: una aproximacin am-plia a los eventos que disuelva la

    divisin entre aquellas definiciones queenfatizan la ruptura, asociadas co-mnmente con la historia social, y el

    significado de las prcticas sociales,

    que son caractersticas desde el pun-

    to de vista etnogrfico, se constituyeen una fuente central de proble-mat izacin, no slo en el sentido ylas formas en que se despliegan rela-

    tos y discursos que pretenden totali-zar la memoria colectiva, sino desdela manera en que se construyen for-

    mas de resistir y adaptar los distintdispositivos polticos desde los actor

    sociales diversos que cada vez ms rquieren enfrentar los conflictos armdos y la violencia poltica como regmen

    excepcionales, donde los estados demergencia y transicin permanenguerra-paz-guerra, vuelven fuente de legi

    macin para los regmen

    autoritarios o pseudos poplares que se conformanusan estratgicamente la a

    ministracin regulada ddesorden.

    Conclusiones:las fronteras

    y los lindesemergentes sobrlos que se insertla etnografa dela violenciapoltica

    Mertz plantea una fraque parece ms una premique tenemos que aprenderasumir como base del trabaen el mundo acadmico contemporneo: la ciencia socies incapaz de confrontar el dlor, la incertidumbre y la incpacidad de cierre (2002: 36traduccin ma).

    Con esta afirmacin podmos rastrear a lo largo de la sciologa, la antropologa,

    ciencia poltica y la historia, mbitos y lugares comunes donde presume la presencia de regulariddes que permiten la articulacin dmltiples experiencias en una narrtiva totalizante. Por el contrario, lejemplos aqu discutidos presentaesos intentos de dar cuenta de lo ntotalizable, sin perder de vista la r

    PeregrinoRiveraA rce:Recuerdosdecampaa(1900),GeneralUribeUribe.MuseoNacionaldeColombia.

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    NMADAS46 NO. 29. OCTUBRE2008. UNIVERSIDADCENTRAL COLOMBIA

    lacin con una totalidad, que enmuchos casos se presenta opaca einenteligible.

    Esta entrada permite tensionar

    los lmites explicativos de diversasnociones centrales para las cienciassociales; por ejemplo: nociones comoidentidad, donde el movimiento va delo estable a lo mutante; la ley, don-de el foco se mueve de la enuncia-cin abstracta a la materialidad desu constitucin y desarrollo; el Esta-do, que pasa de la mera abstraccino fetiche a la concrecin desde susmecanismos de sujecin o de legiti-macin; los mrgenes, que dejan de

    ser el lmite no alcanzado por el pro-greso, para convertirse en el dispo-sitivo sobre el cual administrar lasestrategias de inclusin-exclusin;los procesos de subjetivacin, que yano son la mera incorporacin delacervo histrico cultural, sino quese convierten en el lugar de entra-da y de salida de determinados dis-positivos de poder.

    Estos aportes nos ubican frentea una reflexin obligada respecto alas formas de tratamiento de las ex-periencias lmite asociadas con laviolencia poltica y la crisis institu-cional generalizada. Pensar unciencia social no dominada por lanormalizacin, implica evitar la na-turalizacin hecha del discurso delas crisis, al tiempo que nos poneen la necesidad de dislocar las pos-turas que justifican lo incierto, frag-

    mentado y desestructurado, bajosupuestos culturalistas de una es-pecie de lugares endgenamentecaticos.

    Cuando hablo de los supuestosculturalistas, me refiero a la gene-ralizada y simplista explicacin deque dada la prolongada presencia

    del conflicto y de la mediacin vio-lenta en muchas de las sociedadesobjeto de estudios similares, la ni-ca explicacin posible es que se haconstruido una cultura de la vio-

    lencia. Para justificar tal argumen-to abundan los estudios de casoesencializados a travs de crnicas

    y biografas que terminan legiti -mando la idea de que la violenciaes de carcter ontolgico y que deall surge la capacidad de coexis-tencia con tan anmalas condi-ciones de vida.

    Este argumento se asume desdeel tipo de anlisis que Palti (2007) cri-

    tica como tipos culturales ideales,que para l no son en definitiva sinola contraparte necesaria de los tiposideales de la historiografa de lasideas polticas. De ah que Palti afir-ma que no es suficiente con cues-tionar las aproximaciones culturalistaspara desprenderse efectivamente delas apelaciones escencialistas a latradicin y a las culturas locales comoprincipio explicativo ltimo. Con-tinuando con Palti, es necesariopenetrar y minar los supuestos episte-molgicos en que tales apelaciones sefundan, es decir, estructurar de ma-nera crtica aquellos modelos queen la historia de las ideas funcionansimplemente como una premisa, comoalgo dado (Palti, 2007: 39).

    As, la etnografa, en un sentidorelacional, permite que los casos ylas experiencias particulares den

    cuenta no slo de su inscripcin odistanciamiento de determinadostipos ideales, si no que se convier-ten en la evidencia de los lmitesconceptuales, discursivos y materia-les de los tipos ideales con los queesperamos establecer las conexionesentre Estado y sujeto, o entre agen-cia y estructura.

    En conclusin, la etnografa dela crisis y las experiencias lmite,permite balancear el peso episte-molgico y poltico de muchas de lashistorias sociales y de las trayecto-

    rias de vida, que en otras perspecti-vas no pasaran de meras anomalas,reducidas al mundo concreto del daa da ordinario, para ser entoncesresituadas como fuentes fundamen-tales de saber para la comprensinde los mecanismos de respuesta y detransformacin de los escenariosms desestructurantes de la accin

    y entendimiento humanos.

    Cita

    1 Esta posicin se inspira en el caso de laviolencia en Colombia, la cual en unalectura del autor de este texto hace evi-dente que el argumento responde a unatendencia en las ciencias sociales y noslo o una manifestacin sui generisdelcaso en mencin.

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