No tengo título para esto
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No tengo título para esto.
Karen Marlen Osorio
@KarenMarOsorio
Me da vergüenza decir que pertenezco a la generación más adormecida de toda la historia.
Algunos dirán: Estás equivocada, la generación más aletargada era la del Medioevo, y no,
ellos no tenían todo lo que poseemos nosotros. Ver noticias en este país es, no sólo sentir
rabia con los victimarios y tristeza por las víctimas, sino eso: vergüenza por los que no
hacen nada por transformar esta realidad.
Generalmente hablando, en política –por tomarla de ejemplo-, atravesamos por algo peor a
lo transcurrido entre los años 1945 y 1965, cuando la violencia bipartidista era como una
polilla que acababa lentamente con la estabilidad nacional. Ahora no son 2, son 12 los
partidos que pelean, según la Resolución 1959 del 26 de agosto de 2010. Ojalá lo hicieran
por el bien común y por la defensa de un interés colectivo como hipócritamente lo dicen
para ganar votos, pero lo hacen por llegar al poder y cuando algún representante de uno de
los 12 llega allí, a la cima, hace de las suyas y actúa por su propio bien y el de su gente más
cercana. ¿¡Cómo puede esto ser posible!? Esa polilla se convirtió en un comején que no
sólo acaba con la estabilidad antes mencionada, sino con nuestra economía, nuestra salud,
nuestros recursos. Lástima que eso de “nuestros” aun no lo hemos entendido bien.
La juventud, ese grupo poblacional mayoritario pero paradójicamente con tan poca
capacidad de reacción y mucha de inacción ante los perjuicios causados por una sociedad
tan poco inclusiva, no se ha dado cuenta de lo que tiene en sus manos.
Basta con abrir los ojos, quitarse esas simbólicas cadenas que nos tienen atados a unos
estereotipos impuestos por otros, para darse cuenta de lo que tenemos en frente: El mundo.
Basta con no circunscribir ese "mundo" a un campo tan restrictivo como el de nuestro
hogar, nuestra Universidad o escuelas para notar el poder de cambio que tenemos en
nuestras manos. ¿Por qué quedarnos con los designios e imposiciones de un pequeño grupo
dueño del poder, que nos está haciendo daño? ¿Por qué no actuar? ¿Por qué no usar las
herramientas constitucionales a nuestro favor? ¿Por qué pensar en darle un mundo mejor a
nuestros niños si podemos darle niños mejores a nuestro mundo? ¿Por qué? ¿Porque somos
jóvenes? No, eso no justifica las preguntas anteriores.
Tenemos a nuestro alcance la facultad para ser generadores de cambio, para transformar
éste manoseado y estrujado país en algo más que droga, narcotráfico, guerra y politiquería.
Pero ¿qué hacemos? Dejamos que lo haga otro. Porque así es el colombiano: Acomodado,
como decía Jaime Garzón, quien a propósito, hizo más que Petro con toda su bulla de
oposición: Se preocupó por mover masas y cambiar perspectivas.
Muchos de los que leen esto se preguntaran, ¿Bueno, pero ella qué es lo que quiere que
hagamos? Fácil: Estudie, lea, prepárese. “El peor enemigo de un gobierno corrupto es un
pueblo culto”. Aunque el Estado no facilite a toda la población ésta prerrogativa tan
importante como lo es la educación, hágalo por sus propios medios. Busque formas de
divulgar información, y no hablo de compartir fotos, videos chistosos, y tendencias banales.
NO, hablo de información que sirva como referente a otros para que despierten y hagan
algo.
No sé cuántos leerán esto, ni cuántos actuaran después de hacerlo, pero lo que sé es que
siento que cumplí con mi trabajo de poner en función de una buena acción los medios que
tengo a mi alcance. Cumpla usted con el suyo también.