NO. 87 100 AÑOS Actualidad de la revolución campesina

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20 de diciembre de 2014 Número 87 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada 100 AÑOS #Ayotzinapa • Actualidad de la revolución campesina • Zapata-Villa: concordancias-discordancias • Lucha por la tierra hoy • Situación de la propiedad agraria • Zapatismos posrevolucionarios • Campesinos y anarquismo • Mujeres rurales en lucha • Campo-ciudad

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Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria En celebración del centenario del encuentro de los ejércitos revolucionarios de Francisco Villa y Emiliano Zapata, en su entrada a la Ciudad de México, del 24 al 28 de noviembre se realizaron las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria, en espacios de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM-X) y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Unidad San Lorenzo Tezonco. En la inauguración, Martha Olivares, académica de la UAM-X, que el objetivo de las Jornadas sería recordar los hechos históricos alrededor del encuentro de estos dos caudillos del norte y del sur, y revitalizar así las reivindicaciones sociales que hace un siglo se conquistaron con las armas y se plasmaron en la Constitución. Hoy todas esas conquistas, dijo, han sido disipadas por la contrarrevolución gobernante, pero tenemos que restaurarlas y ampliarlas.

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20 de diciembre de 2014 • Número 87

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

100 AÑOS#Ayotzinapa

•Actualidaddelarevolucióncampesina•Zapata-Villa:concordancias-discordancias

•Luchaporlatierrahoy•Situacióndelapropiedadagraria•Zapatismosposrevolucionarios•Campesinosyanarquismo•Mujeresruralesenlucha•Campo-ciudad

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Este número de La Jornada del Campo recoge de manera resumida las intervenciones presentadas en las Jor-nadas en Defensa de la Tierra, la Vida, el Agua y la Memoria, realizadas del 24 al 28 de noviembre. Algunas de estas interven-ciones pueden ser consultadas en www.jornada.unam.mx/suplementos/. Las po-nencias de las cuales hay versión

electrónica completa están se-ñaladas con un ícono así:

LA LECCIÓN DE VILLA Y ZAPATALos movimientos de protesta, cuerdos y locos, sensatos

y absurdos, afectaban a casi todos los aspectos de la vida (…) Casi no había actividad que no fuera blanco

de un grupo comprometido dispuesto a pasar los fines de semana formando piquetes ante laboratorios,

bancos y depósitos de combustible nuclear (…) A veces, cuando me sumaba a una manifestación contra

los experimentos con animales o contra la deuda del Tercer Mundo, sentía que estaba naciendo una religión

primitiva, una fe en busca de un dios al qué adorar.

J. G. Ballard, Milenio negro

Frente al reduccionismo que sólo con-sideraba relevantes los movimientos sociales protagonizados por clases y dirigidos contra agravios “estruc-

turales”, se agradece la diversidad de actores y el inagotable stock de causas reivindicables que hoy tenemos. Pero así como hay un falso pluralismo posmoderno cuya diversidad es pu-ramente epidérmica y de marketing: la multi-plicación de las cocacolas, la infinita variedad de hamburguesas en los macdonals, la prolife-ración de los cereales de caja…, también hay una pseudodiversidad contestataria encarnada en las mil y una banderas de la “sociedad ci-vil”: proteger el medioambiente, suprimir los transgénicos, salvar a las mariposas Monarca, acabar con las corridas de toros y los circos con animales, eliminar la comida chatarra…

En Imperio, Hardt y Negri explican como el capitalismo de hoy se pluraliza para me-jor preservar la homogeneidad. “El comercio reúne las diferencias ¡y cuantas más mejor! Las diferencias (de mercancías, de pobla-ciones de culturas…) parecen multiplicarse indefinidamente en el mercadeo mundial (…) El marketing posmoderno reconoce la diferencia de cada mercancía y de cada seg-mento de la población y adapta sus estrategias de acuerdo con tales diferencias”. En otro sitio los mismos autores constatan un hecho paralelo, la vertiginosa proliferación de los movimientos contestatarios hoy casi siempre temáticos o locales y “el hecho de que estas luchas no se vinculan horizontalmente entre sí, sino que cada una de ellas salta vertical-mente, directamente, al centro virtual del im-perio (…) Una de las paradojas (…) de nuestra época (es que) en la tan celebrada era de las comunicaciones, las luchas han llegado a ser casi incomunicables” (págs. 112, 108).

Algo semejante sostengo yo en El hombre de hierro. Pero en vez de verla como rasgo pos-moderno, sospecho que el origen de la diver-sidad artificiosa y alienante es más viejo y está en la fractura de las antes unidas esferas de la vida que opera la modernidad: la sociedad de la naturaleza; lo divino de lo mundano; los productivo de lo reproductivo; lo económico de lo político y de lo social; lo público de lo privado… A lo que corresponde la separación y contraposición disciplinaria de los saberes: ciencias duras y ciencias blandas, y dentro de éstas economía, sociología, ciencia política, antropología… Compartimentación que co-rre paralela con la especialización de las em-presas y, en otra esfera, con la especialización de las organizaciones no gubernamentales y con ellas la especialización de las causas y los movimientos sociales.

Sin duda, la pluralidad es deseable y pla-centera. Pero una cosa es amar la diferencia y otra procurar la balcanización avanzando hacia un mundo de compartimentos estancos

donde cada uno se mire el ombligo encueva-do en su cajonera identitaria. Y no, el chiste de la diversidad es el diálogo que conserván-dola la trasciende. No los particularismos en-simismados sino la universalidad provisional y siempre en construcción de los muchos que conversan, intercambian puntos de vista, po-lemizan, echan pleito…; la buena universali-dad sostenida por los consensos y los disensos; el nosotros que no niega a los otros.

Pero a veces la lógica introvertida que separa se impone sobre apertura y generosidad que reúnen. En el México del siglo XXI la per-tinente y loable multiplicación de las luchas localizadas y temáticas ha derivado en dis-persión y a veces en patrimonialismo contes-tatario: cada grupo con su identidad, su cau-sa, su espacio, su discurso, sus símbolos, sus demonios, sus palabras claves… Así las cosas, cuando amenazas mayores provenientes del sistema exigen fuerzas opositoras también mayores, la convergencia resulta difícil. Y si eventualmente se logra, cada quien marcha con su camiseta y más preocupado por dar visibilidad a sus banderas específicas que por el avance conjunto de un movimiento que aparece como simple medio para el posicio-namiento de cada uno de sus participantes.

Y en eso estábamos cuando el calendario nos recordó que en 2014 se acabala un siglo de que Villa y Zapata se pusieron de acuerdo en Xochimilco para unificar sus banderas y coor-dinar sus luchas, y cuando la decidida movili-zación de los normalistas de Ayotzinapa y sus familiares por el crimen de Iguala nos exigió a los demás salir del ensimismamiento, supe-rar las diferencias y tratar de sumar fuerzas.

Villa y Zapata eran muy distintos: alto, ro-busto y colorado el del norte, bajo, delgado y moreno el del sur; el uno abstemio y el otro to-mador. Pero había diferencias más profundas.

En un norte árido y poco poblado que sin em-bargo los grupos nómadas originarios trans-formados en guerreros reivindicaban como propio, los colonizadores blancos y mestizos fueron por necesidad “mata apaches”. Pero cuando por fin derrotaron a las tribus y hubo paz, llegó el vertiginoso latifundio ganadero a despojarlos a ellos de las tierras por las que habían derramado sangre. Entonces los “mata apaches” se volvieron apaches ellos mismos: “bárbaros del norte” que defendían sus cam-pos contra el terrateniente y que años después se fueron a la revolución encabezados por un bandido generoso: Francisco Villa.

En el sur pródigo y socialmente más denso, los nahuas herederos de las grandes civilizaciones no habían sido exterminados sino progresiva-mente expropiados de sus tierras y aherrojados al latifundio, de modo que cuando vieron la oportunidad se alzaron en armas para recupe-rar lo perdido, y lo hicieron encabezados por un aguerrido caballerango: Emiliano Zapata.

Los del norte eran mestizos que luchaban por pueblos libres y tierras propias donde re-construir la agricultura familiar, los del sur eran indios que luchaban pueblos libres y tierras pro-pias donde reconstruir la comunidad. Y tanto su talante, como sus demandas, como su cul-tura, como su forma de guerrear eran distintos.

En el norte el nomadismo de las tribus caza-doras y recolectoras, la colonización ranchera

y el trabajo itinerante en cosechas, socavones y tendido de vías, dieron lugar a un ejército formado por agricultores, jornaleros, mine-ros, ferrocarrileros y también gente de clase media: la División villista, disciplinada, ra-zonablemente bien armada, uniformada de caqui, militarmente solvente y con una gran movilidad geográfica.

En cambio en el centro y sur el sedentarismo de comunidades de ancestral cultura agríco-la gestó al Ejército Liberador zapatista, un campesinado insurgente de calzón de manta y huaraches, mal armado, indisciplinado y poco profesional que no se hallaba cuando los combates lo apartaban demasiado de sus pueblos y de sus milpas.

Ranchero y mestizo, el villismo era ubicuo y dislocado, mientras que el zapatismo, nahua y comunitario, era de acendrada vocación local. El del norte tenía claro el conjunto del escena-rio bélico y el del sur no, pero en cambio el Plan de Ayala le daba a la causa zapatista una proyec-ción nacional en tanto que el villismo no veía más allá de los proyectos reformistas locales.

Y sin embargo supieron ponerse de acuerdo. Así lo cuenta el corrido: “Zapata le dijo a Vi-lla –ya perdimos el albur, /tú atacaras por el norte y yo atacaré por el sur”. Desde entonces Norte y Sur, campesinos e indios, nómadas y sedentarios, rancheros y comuneros lucharon unidos por Tierra y Libertad, haciendo de la mexicana la primera revolución de la historia protagonizada por los campesindios.

En tiempos de la revolución México era tan diverso como lo es ahora. Pero en el curso de la lucha los diferentes agravios locales y sectoriales se fueron condensando en reivin-dicaciones unitarias en que todos podían re-conocerse. El talento político de las corrientes populares más visionarias se mostró en su ca-pacidad de sintetizar en fórmulas simples los deseos profundos de las mayorías nacionales.

En Xochimilco, además de los insoslayables asuntos bélicos, Villa y Zapata discutieron sólo un par de temas: su común rechazo a Carranza y su compartida preocupación por el latifundio y el autoritarismo sintetizada en una bandera: Tierra y libertad. Y en tor-no a eso sumaron fuerzas convocando así a otros alzados agraristas como Carrera Torres en San Luís Potosí, los hermanos Arenas en Tlaxcala y el minero Juan Medina en Jalis-co. Es verdad que la convergencia se desgastó pronto pero fue suficiente para darle a la va-riopinta insurgencia mexicana el carácter de revolución campesina.

Entonces, ahí está el ejemplo.

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

Suplemento informativo de La Jornada 20 de diciembre de 2014 • Número 87 • Año VIII

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poCOMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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SEGUNDO MANIFIESTO EN NÁHUATL DE EMILIANO ZAPATA

TLANAHUATIL-PANOLOANIORDEN PARA SER PASADA

Analtepemeh de noncateh itech nin tlalpan de netehuiloya den

tlanahuatiani Arenas.

Ustedes: pueblos de aquellas tierras del lugar de combate del jefe Arenas.

Axcan, cuac nonquez tlalticpac-chanehqueh de non altepemeh tlami quitzetzeloah necah tliltic ahmo cualli nemiliz carrancista,

noyollo pahpaqui ihuan itech nin mahuizticah, intocah netehuiloanimeh

tlatzintlanecah, ihuan nanmechtitlanilia ce pahpaquilizticah tlahpalolli ihuan

ica nochi noyollo niquinyolehua nonquez altepemeh, ahquihqueh

cateh quichihuazqueh netehuiliztle ipampa melahqui tlanahuatil

ihuan ahmo nen motenecahuiliah, quitlahtlazazqueh nen mocualinemiliz.

Ahora, cuando esos habitantes de la tierra de esos pueblos se acaban de sacudir esa negra y no buena vida ca-rrancista, mi corazón se alegra y con respeto, en nombre de los revolucio-narios de las zonas bajas (Tierra Ca-liente), les envío un feliz saludo y con todo mi corazón invito a esos pueblos, aquellos que están haciendo la revolu-ción por un mandato verdadero y no en vano ofrecen su palabra, ni tiran por la borda su buena forma de vida.

Tiquintlahpaloah nonquez netehuiloanimeh tlen mocuepan

ican nin yollopaquilizticatequi ihuan quiixnamiquih in nexicoaliztle ipan non huey netehuille, tlen aic hueliti

tlami nian aic tlamiz, ceme ican itlamiliz in tliltic oquichtlanahuatiani,

de necah moxicoani, teca-mocayah, de non cemihcac teixcuehcuepa tlen

itocah Venustiano Carranza, que quimahuizquixtia in netehuiliztle

ihuan quipinahtia totlalticpacnantzi, Mexihco, ceme quimahuizpolohticah.

Saludamos a esos revolucionarios que se vuelven hacia esta labor alegradora de corazones y le hacen frente al engaño en esa gran lucha, que nunca puede ni nunca terminará, solamente con el fin del negro mandón, de aquel engañador, burlador de personas, de ese que siem-pre voltea el rostro de la gente, que se llama Venustiano Carranza, que deshon-ra a la revolución y avergüenza a nuestra apreciable madre tierra, México, (y) so-lamente le está destruyendo su dignidad.

Tehuantih, tlalxelohca-netehuiloanimeh, tic-pahpaquilizihtah cuac

nanhuitzeh ihuan nanquimiactiliah ahquihqueh quitlahtlanih tlalli,

ihcon timonechicohtazqueh ihuan timocepampalehuizqueh non

ahquihqueh aic otixehxelihtazquiayah.

Nosotros, los que peleamos por la división de las tierras, vemos alegre-mente cuando ustedes vienen y en-grosan a aquellos que piden la tierra, así nos iremos uniendo y juntos nos apoyaremos quienes nunca nos hubié-ramos ido separando.

Nonquez altepemeh tlen mochihchicahuah huan quiixnamiquih nonqueh huehhueitin tlalpialoanimeh

quixtianoz ihuan den nonquez altepe-tecamocayahqueh; nonquez

tlaltequipanohqueh, tlen ahmo quinencahuah nin mahuizticatequi de quiixnamiquizqueh non techtlahilihta

cemanahuac, toyollo pahpaquih ihuan tiquinmahtlaxcalhuiah ihuan

tiquinceliah, axcan cuac huitzeh tonahuac ihuan moixcuepan

den tlahtlanahuatiani Carranza, ahmo cualli ihuan moxicoani, tlen

nanmechpiaya ica necayahualiztle.

Esos pueblos que se fortalecen y le hacen frente a aquellos grandes posee-dores de tierras, cristianos, y a esos que engañan a la gente de los pueblos; esos trabajadores de la tierra, que no aban-

donan este honroso trabajo de enfrentar a aquel que en el mundo nos desprecia, nuestro corazón se alegra y les aplaudi-mos y los recibimos, ahora cuando vie-nen a nuestro lado y se voltean el rostro del muy mandón Carranza, el no bueno y embustero, que los tenía con engaños.

Axcan cuac nanhualmocuepan, nanhualtentihueh de chihchicahualiztle

ihuan pahpaquiliztle, nanquichicahuaquihue ninqueh

oquich-netehuiloanimeh.

Ahora cuando ustedes regresan, vie-nen llenos de mucha fuerza y gran fe-licidad, ustedes vendrán a fortalecer a estos hombres revolucionarios.

Nochtin nonqueh altepemeh, nochtin nonquez tlaltequipanohqueh,

tiquinyolehuah man mocetilihcah tonahuac ihuan ticyolihuitizqueh zan

ce netehuiliztle, man tinehnemicah ica nepalehuiliztle de nanmehuantih ihuan tehuantih, ixpan necateh teca-

mocayahqueh ihuan quimahcayo, quipalehuiah tlen inhuaxca tlaltequihuah

quixtianoz ihuan motocayotiah netehuiloanimeh ihcuac amihtla

in chihca, zan quitlacachihua neca ahmo cualli tlayecanqui.

A todos esos pueblos, a todos esos tra-bajadores de la tierra, los invitamos que se unan a nuestro lado y revitalizaremos una sola lucha, que caminemos con el apoyo de ustedes y de nosotros, frente a aquellos engañadores de la gente y a los que les prestan ayuda sus trabajadores cristianos, y se nombran revoluciona-rios cuando en nada son fuertes, sólo los ha creado ese no buen dirigente.

Man titlatehuicah ihuan ahmo timocehuicah ihuan tohuaxca

yez in tlalticpactli, tehuaxca oyeya tocolhuantzitzihuah, ihuan

mahtexoxopilmeh techquixtilihqueh itencopa nin tonameyo de necateh

opahpanohqueh tlahtlanahuatiani; man tic-cepan-ahcoctacah ica maitl

tlehcoahuac ihuan ica toyollochicahualiz, necah cualtzi tlachicanaloni motocayotia

estandarte, den tomahuizzohcayotl ihuan tomahquixticayotl titlaltequipanohqueh;

man titlatehuicah ihuan tiquintlanizqueh ahquihqueh yancuic mahcoquizqueh de quinpalehuizqueh

non tetlalquihquixtilihqueh, de non mohueytominchihuah ican tequitl den toampoah ihuan de nonqueh

hacienda-teca-mocayahqueh; yehua non totequimahuizzoh, tla

ticnequih techtocayotizqueh de oquichtli cualli innemiliz, ihuan huel

nelli cualli altepechanehqueh.

Que luchemos y que no descansemos y nuestra será la tierra, propiedad que fue de nuestros respetables abuelos, y que patas de manos de piedra nos han robado por las claras órdenes de aquellos gobernantes que han pasado y pasado; que todos juntos vayamos a elevar, con la mano levantada y con la fuerza de nuestro corazón, aquel her-moso instrumento que se toma para ser visto, el cual se nombra estandarte, de nuestra dignidad y de nuestra liber-tad de trabajadores de la tierra; que lu-chemos y venceremos a aquellos que de nueva cuenta se han encumbrado para ayudar a esos despojadores de tierras, a esos que hacen mucho dinero con el trabajo de nuestros semejantes, y a esos embusteros hacendados; ésa es nuestra honrosa labor, si queremos que nos llamen hombres de digna for-ma de vida, y muy buenos y verdade-ros habitantes de los pueblos.

Nin Cuartel General quincuitlahuiltia nonquez altepemeh ihuan nochtin chanehqueh, ahmo quin mixotiah,

oquich-tepoztlatoponianimeh ihuan non oquichtih tlen ahmo aca inahuac mocalactiah, huel huey cualli inemiliz

ihuan quipiazqueh nochi nin chicahualiz

itech in temahquixtih-oquich-tlatehuiloanimeh, tla tel nancateh

ica non tlanequiliztli, nepechtecaliztli, yollohtiliztli ihuan necetiliztli a nin huel

nelli huey ipehualohcah netehuiliztli, ihuan nin Caltlanahuatiani, huel nelli

huey de nochtin netehuiloanimeh, itencopa hual techixpantiah.

Este Cuartel General exhorta a esos pueblos y a todos los habitantes, a los que aún no se inscriben, a los que hacen tronar los fusiles, y a los hom-bres que con nadie se han metido, a los de muy grande y recta vida y que tendrán toda esta fuerza de los revolu-cionarios libertadores, si, no obstante, están con esa voluntad, respeto, inspi-ración y unión a estos muy grandes y verdaderos principios revolucionarios, y a este Jefe Local (Cuartel General), muy grande y verdadero de todos los revolucionarios, nos lo vengan a ma-nifestar por su propia palabra.

Axcan ocachi quemeh aic monequi timocepampalehuizqueh, ica nochi toyollo ihuan ica nochi

totoyoquiliztli, itech inon huey tequitl de necetiliztli mahuiztic, huel nelli, de necateh tlen quipehualtihqueh

netehuiliztle, tlen quiyollohpiah nin pehualoni ihuan ahmo quipoloah

nin neltocaliz de cualli inemiliz.

Ahora como nunca se necesita que todos juntos nos apoyemos, con todo nuestro corazón y con toda la rapidez, en esa gran labor de grandiosa unifi-cación, bien verdadera, de aquellos que empezaron la Revolución, los que guardan en su corazón estos principios y no pierden la fe de una buena vida.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley

El general en jefe del Ejército Libertador

EMILIANO ZAPATA

Nota: Tictlatlauhtiah ahqui imac ahciz nin tlanahuatille man quinpahpanoltilih

nochtih oquichtli de non altepemeh.

Nota: Rogamos a quien llegue a sus manos este mandato que lo haga pasar constantemente a todos los hombres de esos pueblos.

Traducción al español: Baruc Martínez Díaz.

DIVERSIDAD Y UNIÓN DE PUEBLOS ZAPATISTAS

…eternos son los principios del Plan de Ayala como eterna es la

tierra, que heredamos a nuestros hijos y ellos a sus hijos

Macedonio García OcampoTeniente de caballería del Ejército

Libertador del Sur, originario de Juchitepec, Estado de México

Las palabras del teniente Ma-cedonio García engarzan tres tiempos cruciales: el pasado, el presente y el futuro. La tie-

rra que ellos recibieron de sus mayores, la que a su vez heredarán a sus hijos y éstos a sus propios descendientes. Si en-tendemos la historia de nuestro país des-de esta perspectiva, necesariamente ten-dremos que tomar en cuenta el proceso civilizatorio mesoamericano y, sobre todo, a aquellos actores cuya existencia se hizo posible sólo cuando ya había sido desarrollado el complejo agrícola de la milpa: los pueblos. Pueblos, que con todos los cambios, rupturas, conti-nuidades y restructuraciones, han per-manecido, a veces mejor reconocidos a veces menos, en el espacio y el tiempo de la ruralidad mexicana. Estas comuni-dades de raigambre mesoamericana que fueron las principales sostenedoras del Ejército Libertador del Sur que coman-daba el general Emiliano Zapata. Ellas, quienes al decir de Francisco Pineda, eran las portadoras de la civilización del maíz. Las que durante seculares luchas, unas con mayor o menor éxito, habían defendido sus tierras, montes y aguas.

La historia del zapatismo, pues, no puede ser comprendida de manera profunda soslayando a los pueblos mesoamericanos. A éstos quienes dedicaban sus fiestas religiosas a deidades agrícolas, ya sean a los antiguos teteoh o a los santos más contemporáneos; a las que tenían sus especialistas rituales que controlaban el tiempo para la obtención de bue-nas cosechas; en fin, a aquellas que, hablando una lengua indígena o no, pertenecían a un mismo universo cul-tural que no es posible entender, más allá de las variantes regionales o de sus particulares procesos históricos, si no tomamos en cuenta la comple-jidad de la civilización mesoamerica-na. Esta fue una de las fortalezas del movimiento zapatista: la diversidad de los pueblos, unida por medio de una historia que venía de muy lejos y que, a pesar de sus singularidades, era compartida por todos ellos.

Esta riqueza mesoamericana, dentro del zapatismo, se aprecia con mayor nitidez, aunque también esté presen-

te en otros de sus documentos, en los dos manifiestos en náhuatl que el 27 de abril de 1918 se elaboraron por orden del Cuartel General. Es bien sabido que ambos textos tuvie-ron la intención de atraerse, de nue-va cuenta, la simpatía y el apoyo de los combatientes y pobladores de la región de Tlaxcala y Puebla en donde operaba el general Domingo Arenas; y como en esa zona era más frecuente el uso del idioma mexicano, se tuvo que realizar la traducción correspon-diente. Verdadera hazaña de los dos probables nahuatlahtos-traductores que nos permite avizorar la comple-jidad del zapatismo en dos sentidos: primero, la apertura hacia una plura-lidad lingüística; y, segundo, el cono-cimiento de los ideales zapatistas más allá de la terminología jurídica de la época: la lucha por una buena vida (cualli nemiliztli), la recuperación del territorio ancestral (tlalticpactli, tehuaxca oyeya tocolhuantzitzihuah), la defensa de nuestra respetable ma-dre tierra, la que se dice Patria (tot-lalticpacnantzi mihtoa Patria) y el actuar para ser buenos y verdaderos habitantes de los pueblos (huel nelli cualli altepechanehqueh). Era, en re-sumen, la búsqueda de ese “pedacito de felicidad”, como en su momento dijera el general Felipe Ángeles al referirse al ideal zapatista.

Ahora, que se está dejando sentir una nueva oleada de expolio y despojo contra los territorios de los pueblos mexicanos, me ha parecido pertinente realizar una nueva traducción de este segundo manifiesto en náhuatl zapa-tista (para llevarla a cabo, conviene advertir, actualicé la escritura y la se-paración originales). Las palabras del teniente Macedonio García, al igual que el contenido del manifiesto, ad-quieren hoy una sorprendente vigen-cia. La memoria histórica no es un cúmulo de recuerdos vacíos sino un abanico de experiencias humanas que se pueden convertir en herramientas de lucha. La resistencia de los pue-blos se alimenta con lo más recóndito de su historia, así como el maíz, plan-ta sagrada, se nutre de las profundida-des de nuestra madre tierra.

Baruc Martínez Díaz

Huexocalco, Ticic tlaxilacalco, Tlahuac altepec

Desde la casa de los huejotes, en el barrio de Ticic, en

el pueblo de Tláhuac

LAS JORNADAS EN DEFENSA DE LA TIERRA, EL AGUA, LA VIDA Y LA MEMORIA TUVIERON COMO PUNTO DE PARTIDA UN ACTO POLÍTICO CULTURAL DONDE SE REPRESENTARON EL NORTE Y EL SUR. ERANDO GONZÁLEZ, ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO (UACM) ENTONÓ CORRIDOS VILLISTAS, Y EL NAHUATLATO BARUC MARTÍNEZ DÍAZ LEYÓ EL SEGUNDO MANIFIESTO DE EMILIANO ZAPATA, EN NÁHUATL Y EN SU PROPIA TRADUCCIÓN AL CASTELLANO. AQUÍ TENEMOS UNA COLABORACIÓN DE MARTÍNEZ DÍAZ Y EL SEGUNDO MANIFIESTO DEL CAUDILLO DEL SUR.

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20 de diciembre de 20144

TESTIMONIO DE UN SOBREVIVIENTE DE AYOTZINAPAUriel Alonso, un joven de 19 años, sobreviviente de la balacera contra estudiantes de la normal “Raúl Isidro Burgos”, de Ayotzinapa, Guerrero, y de la desaparición de 43 de ellos, estuvo presente el primer día de las Jornadas en Defen-sa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria, acompañado de Yuridia Hernández, sobrina de José Ángel Navarrete, uno de los desaparecidos. Allí compartió sus vivencias del 26 y 27 de septiembre; habló de su miedo constante pero también de su solidaridad con los padres de las víctimas y su demanda de justicia. He aquí su testimonio.

Soy uno de los jóvenes que sobrevivió a esa masacre del 26 de septiembre. Hoy sigo sufriendo el hostiga-

miento día a día. Son 43 compañe-ros los desaparecidos, pero así fuera uno, haríamos hasta lo imposible por encontrarlo. Hablaré de lo ocu-rrido el 26 de septiembre. Ese día se venía la marcha del 2 de octubre, la conmemoración de la matanza de Tlatelolco. Y nosotros como estu-diantes, como gente que siempre ha estado en la lucha, estamos en cualquier tipo de eventos sociales, apoyando. Ese día nosotros fuimos con todo el grupo de primer año, cinco de segundo y uno de terce-ro. Nos dirigimos a Iguala, por-que Chilpancingo estaba repleto de federales; no podríamos entrar porque un día antes intentaron golpearnos. Decidimos no exponer a los compañeros de primero y de-cidimos irnos a Iguala. Llegamos y organizamos una recolecta para los gastos que se iban a hacer para venir a la Ciudad de México. Estu-vimos unos 20 minutos. De allí de-cidimos ir por dos unidades hasta la Central de Autobuses. Hay un trato con la empresa siempre y cuando los autobuses estén disponibles. Nada más nos han recalcado que no los maltratemos y que los trate-mos con limpieza, y a los choferes no les pagamos pero les damos lo que ellos necesitan. Les pedimos a tres choferes que nos hicieran favor de traernos a la marcha del 2 de oc-tubre. Accedieron, y preguntaron si no les iba a pasar nada. Les dijimos que no, y les pedimos que nos lle-varan primero a la normal y luego a la Ciudad de México.

Abordamos los autobuses, íbamos en tres autobuses, dos de la línea Costa Line y uno de Estrella de Oro, todo iba bien, incluso no sabíamos por dónde andábamos, entramos al centro. Yo iba en el último autobús, me di cuenta de que nos iban siguiendo cinco o seis patrullas de policía munici-pal de Iguala y les dijimos a los compañeros de primero que no se asustaran, que no iba a pasar nada. Siempre ha habido el diálogo con las fuerzas federales, estatales e incluso con las municipales. De dialogar y llegar a acuerdos. Pero

esto fue sorprendente para noso-tros. Nos bajamos para tratar de hablar, pero ellos accionaron sus armas contra nosotros y nos em-pezaron a disparar. Había mucha gente en el Zócalo de Iguala. Lo que hice fue subir a todos. Varios compañeros estaban paralizados. Los tuve que jalonear para que se subieran a los autobuses, ya que es-taban arriba, decidí irme hasta el primer autobús. Pensé en que yo sería el primero en recibir los gol-pes si pasaba algo. Queríamos salir al Periférico para llegar a Chilpan-cingo, arrancamos y a unos cien metros tal vez, una mujer policía nos tapó el paso con una patrulla municipal, la 002. Aldo Gutiérrez, que después recibió un disparo en la cabeza, era uno compañero que iba muy alegre esa noche. Me de-cía “paisa, vamos a ser los primeros en tirar golpes. Si pasa algo vamos a ser los primeros en bajarnos”.

Cuando nos tapó el paso la pa-trulla, nos bajamos Aldo y yo, y otros tres compañeros de segundo para tratar de mover la patrulla. Un compañero se subió a ella e intentó echarla a andar, pero no pudo. Entonces empezamos a mo-verla y nos empezaron a disparar, y cuando me di cuenta de que Aldo tenía un balazo en la cabeza, lo intenté agarrar pero las balas me lo impidieron y tuve que tirarme al suelo y arrastrarme hasta la parte de atrás donde ya estaban varios de nuestros compañeros, alrededor de 35; estaban escon-didos, ocultándose. Nos balacea-ban y nosotros decíamos que no entendíamos el motivo. Ellos no nos hacían caso, se reían; marqué al 066, dije a la operadora que ne-cesitábamos una ambulancia pues un compañero tenía una bala en la cabeza y se nos estaba murien-do. Ella me ponía trabas, que para que queríamos la ambulancia, que de dónde éramos, que si de verdad era emergencia o solo estábamos jugando. Tuvimos que llamar a familiares. Les dijimos cómo esta-ba la situación y a los 25 minutos llegó la ambulancia, incluso se iba a pasar porque los policías nos es-taban disparando. Se llevó a Aldo y los policías seguían disparan-do. Muchos compañeros estaban

llorando. Luego me di cuenta de que a compañeros que venían en el tercer autobús los habían acribi-llado, y que a todos los tenían en el piso boca abajo, y los estaban golpeando; a los choferes también los golpearon. Les dijeron que si andaban de revoltosos con noso-tros a ellos también les iba a tocar. Tardó más o menos dos horas la balacera, posteriormente llegaron tres patrullas de Cocula, venían armados, encapuchados, y nos apuntaban. Uno de ellos intentó dialogar conmigo. Me daba mie-do. Decía que dialogáramos para que ya acabaran, a lo cual nosotros renegamos, y nos dijeron: “quere-mos que se vayan, si no se van, vamos a venir por ustedes”, y no-sotros pues asustados tuvimos que estar allí y ya después se fueron. Nuestros compañeros subieron a las patrullas con las manos en la cabeza y varios estaban llorando. Yo les dije que no se asustaran, que sólo los iban a tener detenidos y que íbamos a ir por ellos.

Empezaron a llegar maestros, compañeros de Iguala que también son estudiantes, reporteros, y gente de civil, llegaban a ver qué estaba pasando y les dijimos que los poli-cías nos habían balaceado. El últi-mo camión estaba bien balaceado, las llantas ponchadas, había mucha sangre en ese autobús. Como a la media hora llegaron otros compa-ñeros de la normal que estaban

allá, les habíamos comentado y les dijimos que había pasado. Había-mos terminado de hablar ante la prensa, y a eso de la una de la ma-drugada llegó un convoy armado: una camioneta doble cabina color rojo, camionetas negras, coches ne-gros, azul y blanco y se baja gente encapuchada, toda de negro, pero las armas ya eran de alto calibre, calibre 50, cuerno de chivo y otras. Entre esos carros estaban estacio-nadas unas patrullas de policías municipales, entonces lo único que alcancé a ver es que se bajaron, uno de los primeros se hincó y empezó a dispararnos a todos, corrimos; al-cancé a escuchar es que un compa-ñero gritó: “me dieron, ayúdenme”; no pudimos hacer nada, porque las balas nos lo impedían. Era la cosa de correr o morir, la idea era sobre-vivir, nos escondimos, muchos en casas, que les abrieron las puertas; otros en azoteas; yo me metí a un terreno baldío con otros compañe-ros de primero.

Estuvimos tres horas escondidos, teníamos miedo de salir, pasaban patrullas, pensábamos que si salía-mos nos van a matar. Mi celular tenía saldo y batería, le marqué a un compañero de iguala y le pedí que viniera con nosotros. Estába-mos a dos cuadras. Me dijo: “es una zona donde radica la mafia, si yo voy son capaces de matarme”. A las 5:30 llegó una patrulla, nos llevó, empezaron a buscar a to-dos los que estaban escondidos. Nos llevaron a la Fiscalía, dijimos como estuvo la situación. Pero an-tes habíamos pasado por el lugar de los hechos y vimos dos cuerpos de nuestros compañeros de primer año. Muchos teníamos miedo, decíamos que ese día nos iban a matar a todos. Al otro día, a las tres de la tarde nos llaman de parte del Servicio Médico Forense (Semefo) para que fuéramos a reconocer un cuerpo, creían que era un norma-lista de Ayotzinapa. Era el com-pañero Julio César Mondragón, oriundo del Estado de México, lo vimos que estaba bien golpeado de las costillas y con quemaduras de cigarro en los dedos; lo peor de todo es que le arrancaron la cara, le sacaron los ojos. Les dijimos que nos dijeran qué habíamos he-cho para que estuvieran matando a nuestros compañeros peor que como animales. Teníamos miedo.

Con esto quedaba claro que no sólo era gente de la policía sino

del crimen organizado. El Semefo nos dijo que al chavo los torturaron vivo. Fue un dolor muy grande, empezaron a llegar a los padres. Desgraciadamente hay 43 padres que no volvieron a ver a sus hijos. A lo mejor tienen la esperanza de volver a abrazarlos y llevárselos. Desgraciadamente no ha sido así, no los han vuelto a ver. Nos trasla-damos a la escuela. Quedamos un poco trastornados. Muchos com-pañeros de primero y de segundo no quisieron hablar ante los me-dios, tenían miedo a represalias, entonces varios compañeros y yo hablamos y dijimos cómo estuvo la situación. Desde ese día nosotros quedamos muertos en vida. Que-remos ver a nuestros compañeros, sólo recuerdo cuando juntos sem-bramos la tierra, sembramos la flor de cempasúchitl, la milpa, le dába-mos de comer a los marranos por la tarde, jugábamos, nos bañábamos en la alberca, hicimos muchas co-sas juntos. Muchos me decían que ya se acercaba el 2 de noviembre, que iban a poder ir a ver a sus fami-liares, que en diciembre se juntaba toda la familia e iban a estar con ellos. Siento que les fallé a los com-pañeros, pues yo les dije que sí.

Ahora toca que la flor ya la cose-charon, la fueron a vender, pero fueron sólo 15 compañeros de pri-mero. No fueron los 140. La milpa ya está dando y sólo veo a unos diez compañeros de primero. Ya no veo a todos los que estaban. Es-tamos haciendo hasta lo imposible para que el mundo se entere de lo que nos hicieron esa noche. Pedi-mos justicia, reparación de daño. Pero el hostigamiento sigue contra nosotros, nos han llegado amena-zas. Policías ministeriales nos han correteado en el momento en que hemos ido a Chilpancingo. Noso-tros tratamos de dar ánimos a los papás de los desaparecidos, pero la verdad es que no se puede. Va-rias personas nos han dicho que nos salgamos de (la movilización), incluso los padres (de los desapa-recidos) pero yo dije que no; si yo estuviera desaparecido, mis com-pañeros estarían haciendo lo mis-mo que yo, me estarían buscando, se estarían desvelando, así pasaran dos o tres semanas sin dormir, sin comer bien. No podemos superar esto fácilmente. Cada vez que ve-mos una patrulla, me recuerda la noche del 26 de septiembre. Esto es un golpe duro para los estudian-tes y para los padres de familia.

JORNADAS EN DEFENSA DE LA TIERRA, EL AGUA, LA VIDA Y LA MEMORIAEn celebración del centenario del encuentro de los ejércitos revolucionarios de Francisco Villa y Emiliano Zapata, en su entrada a la Ciudad de México, del 24 al 28 de noviembre se realizaron las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria, en espacios de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM-X) y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Unidad San Lorenzo Tezonco. En la inauguración, Martha Olivares, académica de la UAM-X, que el objetivo de las Jornadas sería recordar los hechos históricos alrededor del encuentro de estos dos caudillos del norte y del sur, y revitalizar así las reivindicaciones sociales que hace un siglo se conquistaron con las armas y se plasmaron en la Constitución. Hoy todas esas

conquistas, dijo, han sido disipadas por la contrarrevolución gobernante, pero tenemos que restaurarlas y ampliarlas.

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ACTUALIDAD DE LA REVOLUCIÓN CAMPESINA DE 1910

Rememorar la toma de la Ciu-dad de México el 6 de diciem-bre de 1914 por los ejércitos de Villa y Zapata no es ejercicio

de nostalgia, sino necesaria actualiza-ción de experiencias que hoy, cuando nuestros campos van pasando a manos de los nuevos latifundistas de la mine-ría, el gran turismo y los desarrollos ur-banos, son más importantes que nunca.

El panel Actualidad de la Revolución Campesina de 1910 contó con partici-paciones que ligaron la realidad de un siglo atrás con la que hoy vivimos. En la mesa hubo reflexiones relativas a la concepción de la posesión de la tierra y cómo fue sólo a partir de la Indepen-dencia que se incorporó la posibilidad de la “disposición” de este recurso –pues antes de ello, e incluso apoyado por los españoles colonizadores, la tierra era vista como un bien social y los intereses privados eran fuertemente limitados-; se habló también de la relación fraterna entre Francisco Villa y Emiliano Zapa-ta, comprobada por el contenido de un intenso intercambio epistolar; y de los motivos que impulsaron la rebeldía en un norte muy despoblado a fines del si-glo XIX, en principio ligados más a la democracia pero luego con contenido agrarista. Por último, representantes campesinos de Milpa Alta, y de la Bahía de Tobari, en Sonora, hablaron de las luchas sociales contemporáneas.

Armando Bartra, académico de la Univer-sidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco (UAM-X), moderador del panel, calificó el encuentro de Villa y Za-pata en Xochimilco y su entrada al centro político de la Ciudad de México el 6 de di-ciembre de 1914 como “una conversación entre el norte y el sur; entre la gente de Aridoamérica, la parte ancha de la Repú-blica, y una representación muy auténtica de la gente de centro-sur. Un encuentro entre un hombre de comunidad, quizá de hablaba náhuatl, y otro hombre represen-tante de los rancheros del norte, con una forma diferente de entender la libertad, la reforma agraria, la visión comunitaria e indígena”. Ese encuentro, dijo, mostró y muestra que discursos políticos diferen-tes pueden ponerse de acuerdo y dialogar. “Somos lo que somos porque norte y sur pueden marchar juntos”.

Emilio Plutarco García, miem-bro de la Coordinadora Na-

cional Plan de Ayala (CNPA), dijo que tanto Villa como Zapata incorporaron el

agrarismo, el carácter de clase y el an-tiimperialismo al movimiento revolucio-nario iniciado en 1910, y si bien fueron derrotados, su presencia ideológica y simbólica ha nutrido y sigue nutriendo a las luchas sociales.

Los ejércitos de Villa y Zapata estaban integrados por obreros fabriles, peones súper explotados de las haciendas, in-dígenas despojados de sus tierras y jóve-nes cuyos padres habían sido avanzados por la leva (reclutamiento forzoso para combatir a los opositores al régimen) impuesta por el porfiriato.

“A diferencia de los soldados federales, los zapatistas contaban con apoyo de la gente de los pueblos y podían volver a sus comunidades en épocas de siembra y de cosecha, sin abandonar su compromiso revolucionario. Ciertamente se trataba de campesinos que no querían cambiar, pero en el sentido de no abandonar sus pueblos y aldeas, es decir, su territorio con todo lo que ello implica desde el punto de vista de su cosmovisión y su cultura”.

El representante de CNPA destacó la cor-dialidad y el respeto con que Villa y Zapata se trataban epistolarmente. “En su corres-pondencia nunca se vio alguna expresión de molestia o tensión entre ambos.

En vísperas de la Soberana Conven-ción de Aguascalientes (25 de agosto de 1914), en una de las muchas cartas que Zapata preocupado por quien sería designado presidente provisional, se di-rigió al general Villa, diciéndole:

“(…) nuevamente manifiesto a usted que ha llegado el momento solemne de que el gobierno provisional de la Repú-blica se establezca y ahora más que nun-ca debemos tomar empeño para que los ideales del pueblo mexicano, que están bien definidos en el Plan de Ayala, no sean burlados, pues el gobierno provi-sional debe ser netamente revoluciona-rio para garantía de la causa del pueblo, que es el Plan de Ayala, pues nada más justo que el presidente provisional sea electo por votación directa de los jefes revolucionarios del país, tal como lo dis-pone el artículo doce del Plan de Ayala, porque de no ser así esté usted seguro que guerra continuará (….)”.

Villa le respondió así: “He tenido verdade-ra satisfacción en leer su indicación refe-rente a la necesidad que hay de evitar que ocupen los puestos políticos personas que

por sus antecedentes inspiran desconfian-za y aunque eso ha sido lo que siempre he procurado, me complace oírlo de la-bios de Ud. porque eso me da a entender que los dos somos de la misma opinión y que caminamos de acuerdo en todos los asuntos relacionados con nuestra patria”, reseñó Plutarco Emilio García.

El historiador Jesús Vargas habló de los motivos que influyeron para que la po-blación de Chihuahua participara en el movimiento revolucionario. Explicó que a diferencia de las tierras del sur de Méxi-co, en ese estado había una situación de despoblamiento. En noticias estadísticas escritas por José Agustín Escudero en 1832, se calculaba que en ese momento Chihuahua sumaba 130 mil o 140 mil habitantes mestizos. Ello, además de los cien o 120 mil indígenas, sobre todo ra-rámuris, calculados cien años antes por el obispo de Nueva Viscaya. “En un te-rritorio de casi 50 millones de hectáreas había sólo 250 mil personas”.

Así, en Chihuahua la revolución no es-talló por la cuestión de la tierra. “Hay un mito que viene de generalizar las causas de la revolución por medio del hambre, la lucha por la tierra, la concentración de la propiedad y el abuso de los caciques. En Chihuahua los movimientod prerre-volucionarios tienen su raíz en los fraudes electorales, en pro de la democracia y en defensa de la Constitución de 1857.

De cualquier manera, sí hubo un conteni-do agrario, aclaró. Previo a la revolución, en 1883, el presidente Manuel González ordenó un trabajo de deslinde de los te-rrenos de la nación y de los privados. Para ello se formaron compañías deslindado-ras, que en Chihuahua eran en realidad “compañías despojadoras, formadas por agrimensores y abogados que tenían todo el apoyo del ejército”. Éstas iban a las co-munidades, a las colonias formadas des-de la época colonial y exigían títulos a la gente, títulos que no tenían. Registraron más de diez millones de hectáreas que no tenían titulación y por tanto se las adjudi-caron a la nación. Las compañías recibían como pago la tercera parte de esas tierras y además podían comprar al gobierno otra tercera parte a precios de regalo.

“Los habitantes de estas comunidades obviamente estuvieron en la revolución y combatieron para que se les restituye-ran sus propiedades, pero originalmente se lanzaron junto con los clubes anti-reeleccionistas y no enarbolan un

TESTIMONIOS DE DESPOJO Y LUCHA: MILPA ALTA, DF, Y BAHÍA DE TOBARI, SONORAJulián Flores, representante de bienes comunales de Milpa Alta: “El territorio comunal de Milpa Alta suma unas 28 mil hectáreas (15 mil forestales y el resto agrícolas). Actualmente producimos el nopal. En la zona forestal hay especies importantes que están en extinción a nivel mundial, como el zaca-tuche, al cual le decimos teporingo; el venado cola blanca, gato montés, coyote, y otras. Hemos pasado por grandes problemas, de riesgo de despojo por proyectos federales, desde la década de los 702’s. Entre los más importantes está el de la carretera Xochimilco-Oaxtepec que atravesó toda la zona agrícola de Milpa Alta hasta colindar con Morelos. Nos organizamos los pueblos comuneros, que son nueve de un total de 12 de la delegación, y negocia-mos con los secretarios de Comunicaciones y tuvie-ron que indemnizarnos. Luego vino el proyecto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la línea de alta tensión, en 1974-75, que viene de Chicoasén, Chiapas y llega a Topilejo, Distrito Federal; el pro-yecto estaba previsto para pasar por el centro del bosque, tenía que abrir una brecha de 60 metros de ancho y derribar miles de árboles, también tuvimos que organizarnos y luchar contra la CFE; no la deja-mos pasar, y la línea se tuvo que desviar hacia zo-nas agrícolas. Eso fue también negociación. En 1974 también el Politécnico invadió 800 hectáreas de bosque, del lado oriente. Luchamos, enviamos mu-chas cartas al gobierno, y finalmente esa instalación se fue al Estado de México. Los conflictos han per-sistido. En 2012 surgió el megaproyecto carretero del Arco Sur. Nos pidieron autorización para excavar en el subsuelo de nuestras tierras. Nosotros consul-tamos a las asambleas ejidales y todas dijeron que no al proyecto. Enviamos las actas de las asambleas a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Milpa Alta rechazó el proyecto”.

Antonio Zúñiga, representante del pueblo mayo: “Vengo del sur de Sonora perteneciente al munici-pio de Benito Juárez, en la Bahía del Tobari, donde hay tres comunidades indígenas mayos, Paredón Colorado, Aceitunitas y Paredoncito. Somos mayos pescadores pero también tenemos hermanos ma-yos que viven de la tierra, en ejidos o comunidades. El territorio mayo es el más grande de Sonora, con cinco municipios: Álamos, Navojoa, Benito Juárez, Etchojoa y Huatabampo, así como toda la parte nor-te de Sinaloa. Una parte de la problemática de estas tierras es de pescadores. Por más que hemos lucha-do, las respuestas son casi nulas. Hay un despojo ha-cia toda la clase trabajadora tanto en tierra como en mar; allá estamos constituidos en cooperativas. La lucha la hacemos con el amparo de un centro cultu-ral ubicado en Aceitunitas por ser la parte media de las tres comunidades. Nuestro principal problema son las granjas acuícolas, que originalmente fueron proyectos del gobierno para amortiguar un poco el rezago agrario, pero pronto los inversionistas, los capitalistas, se apoderaron de ellos y desgraciada-mente son muy destructivos para nuestra bahía y están acabando con nuestros productos del mar. Esas granjas utilizan cedazos para que las especies marinas ajenas al camarón, que ellas cultivan, no pasen a los rebombeos. Pero los cedazos no son los óptimos y cada dos horas, cuando los limpian, se sacan 50 kilos de larva de las especies que no-sotros capturamos. Hay una mortandad enorme. Y eso no importa a las autoridades federales y menos a los inversionistas. Además su actividad aumenta la salinidad del suelo y se secan nuestros manglares, que son muy importantes pues allí se reproducen o se cruzan todas las especies de nuestra bahía y del propio mar. A todo esto se suma la descarga de 19 drenes de pesticidas, fertilizantes y más conta-minantes de los grandes agricultores del Valle del Yaqui –cuyos predios van de 200 a mil 500 hectá-reas- que llegan a la bahía”.

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plan que la historiografía haya recogido como un plan en el cual de-mandan que se recuperen sus tierras. En el movimiento donde participa Francisco Villa desde sus orígenes vamos a tener que él como bandolero se liga a jóvenes bandoleros de fami-lias despojadas de tierras que habían ocupado por generaciones”.

Además, comentó Vargas, hubo una experiencia pre-revolucionaria muy importante de defensa de la tierra. A fines del siglo XIX, un cacique del distrito de Guerrero, Joaquín Chávez, con el apoyo del gobierno porfirista, presionó a la población de Tomochi –mestizos que antes habían despojado a rarámuris- para quitarles sus tierras, unas dos mil 500 hectáreas, por ser una región impor-tante para la minería. El pueblo en-tero se defendió, salió cuatro veces a enfrentarse con el Ejército, y al final cayó vencido, pero se convirtió en un símbolo para la revolución de 1910. El último enfrentamiento fue de dos mil soldados contra 200 “rifleros”.

Por su parte, Francisco López Bárcenas, abogado oaxaqueño in-volucrado en causas de defensa del territorio, afirmó que los criollos que se hicieron del poder en la guerra de Independencia adoptaron por pri-mera vez en México la idea clásica romana de la propiedad, que implica no sólo uso y disfrute de los bienes, sino también su disposición. Esta

idea fue impulsada a lo largo del si-glo XIX vía dos instrumentos: uno, desaparecer totalmente la existencia de los pueblos indígenas (con excep-ción de Oaxaca, donde una ley de 1825 reconoció los municipios con menos de mil habitantes que se re-gían por usos y costumbres, o sea las repúblicas de indígenas, aunque ello por motivos económicos pues con ellos comercializaban grana cochi-nilla), y dos, desaparecer los territo-rios ocupados por pueblos indígenas.

Antes de eso, explicó, las formas de tenencia de la tierra en la época pre-hispánica no implicaban el asunto de la disposición, “tenían básica-mente el asunto del uso y disfrute y

con un sentido de propiedad públi-ca”. En el caso de Aridoamérica, los pueblos en aquel tiempo eran nóma-das o semi nómadas y no guardaban una posesión del espacio en que habitaban (hoy eso sigue viéndose con los rarámuris, que en cierto mo-mento del año viven en barrancas y en otro en los bosques, dependiendo del clima y de lo que recolectan). Y cuando llegaron los españoles a co-lonizar, su concepto era de propiciar la ocupación de las tierras; ellos in-cluso trajeron el modelo del ejido.

“Entonces hubo una imbricación entre lo que pudiera ser posesión de los bienes públicos en Mesoamérica y la ocupación de los territorios como

una forma de ir ejerciendo poder en España y eso va a dar un híbrido, va a haber propiedad privada pero sobre todo propiedad pública tanto en la república de indios como en la república de españoles”. Y eso se mantuvo a lo largo de la Colonia y se rompió luego de la Independencia.

“En 1857 se establecieron reglas claras para la propiedad privada y para seguir con la privatización; se decreta la Ley de Desamortización, se pone a trabajar a las compañías deslindadoras de tierras, y esto va a terminar en una gran desamorti-zación, una gran concentración a nivel nacional de tierras en manos privadas y de la Iglesia, y se va a dar

fundamentalmente un gran despo-jo a los pueblos indígenas”.

Esto fue entonces lo que motivó que los pueblos indígenas se fue-ran a la guerra contra el Estado. Como resultado de la revolución de 1917, “surgió un nuevo tipo de propiedad que no se había dado en el mundo y que vino a contra-decir la idea de propiedad privada heredada de los romanos, esto es la idea de propiedad originaria que todavía tenemos en nuestra Constitución”, y que implica la idea de que la propiedad es de la nación. La elaboración del artícu-lo 27 constitucional emanado de la Revolución considera varios ti-pos de propiedad que surgen de la originaria: la comunal –con la que se restituye a los pueblos tierras de las que habían sido despojadas-; los ejidos –que tienen el sentido de la distribución y consideran la entrega de tierra a los pueblos que no la tuvieran y la necesitaran-; el reconocimiento de propiedad privada que no hubiera sido cons-truida con base en el despojo, y la propiedad pública, para el funcio-namiento del Estado. En la Cons-titución quedó también plasmada la posibilidad de la expropiación “por utilidad pública y mediante indemnización”, esto es la expro-piación en el sentido de devolver a la nación lo que de por sí había sido propiedad originaria.

ARMA TPP ROMPECABEZAS DE VIOLENCIA

El trabajo que realizó el Capítulo México del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) du-rante los tres años recientes, al documentar denuncias de alrededor de mil 500 organi-zaciones en toda la República derivó en una liga clara entre la violencia económica que implica el libre comercio, al favorecer al ca-pital sobre el interés de los pueblos y las co-munidades, y la ingeniería jurídica que arma el gobierno para que nadie tenga acceso a la justicia e incluso para criminalizar la protesta.

Así lo afirmó Andrés Barreda Marín, uno de los garantes del Capítulo México de este Tribunal, al presentar la experiencia del TPP ante el auditorio de Las Jornadas de Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria.

En su presentación, hecha en un foro de Villa Milpa Alta, precisó que el trabajo del Tribunal derivó en la acusación general de “desvío de poder” contra del Estado mexi-cano, “por destrucción de todas las vertien-tes de la vida nacional”. El desvío del poder (económico, político, jurídico, de género, y demás que ejerce el Estado) deriva en muer-tes, desplazamiento y sufrimiento de miles de personas en México y el mundo, dijo.

En este marco, afirmó que la violencia obser-vada en el caso de los normalistas de Ayotzi-napa es parte de un hecho estructural. No es algo aislado, ni es algo esté comenzando ahora, “es una violencia que se viene ejer-ciendo de manera oculta desde hace mu-cho”, y que las preaudiencias y audiencias que realizó el TPP en su Capítulo México –con la participación de 400 investigadores, jueces y dictaminadores- ha logrado docu-

mentar. Todo ese trabajo se está digitalizan-do y estará disponible en su página tppmexi-co.org, si bien ya en este momento puede ser consultado en parte.

El rompecabezas que armó el tribunal de-muestra la ingeniería institucional ligada al libre comercio que despoja y que además criminaliza los actos de resistencia. “Es un material no para la academia, sino para que los pueblos se organicen, se entiendan y es-tablezcan posibilidades de acuerdo. Lo que documentamos no es de un grupo, sino de mil 500 grupos que luchan en este país”.

En el caso de Ayotzinapa, preguntó, ¿quién habla del cultivo de amapola y de las reser-vas de oro de Guerrero? ¿Qué está detrás de la violencia? Ese estado tiene las principales reservas áureas de México.

“La violencia y el terror en las comunidades campesinas de Guerrero sirven exactamente para lo que se requiere: vaciar los pueblos, igual que ocurre en todas las montañas; eso está ocurriendo en Tamaulipas, y eso ocu-rrió en la comunidad de Allende, en Coahui-la, donde asesinaron a 300 y arrasaron el pueblo y lo dejaron vacío. Eso es lo que está ocurriendo en Veracruz, en todos los lugares donde hay gas shale. Estos proyectos requie-ren vaciar los territorios y eso es lo que es-tán haciendo. Por eso es importante el rom-pecabezas armado colectivamente. Es muy importante dotar a la gente de argumentos y poner en el centro el problema económico”.

Dijo que el TPP ha buscado romper el cer-co de silencio que el gobierno mexicano ha construido meticulosamente en el plano in-ternacional. “Es el gobierno que más dinero gasta a nivel mundial queriendo crear una

imagen falsa de sí mismo, y lo apoyan los medios de difusión mundiales, las embaja-das, los Estados. México es el que más trata-dos de libre comercio ha firmado, 14 con 50 países, y eso le da una red de complicidad a nivel planetario brutal”.

Cabe señalar que El TPP nació en 1979 por iniciativa del abogado italiano Lelio Basso, te-niendo como principal referente la Declara-ción Universal de los Derechos de los Pueblos o Carta de Argel de 1976, los Archivos del Proceso de Nüremberg, los Acuerdos sobre Derechos Humanos de las Naciones Unidos y la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados. Y toma experiencia del Tribu-nal Russel, que juzgó los crímenes estadouni-denses cometidos en Vietnam y que permitió crear una conciencia universal pública al res-pecto. El TPP está integrado por cerca de 130 miembros de alta reputación moral, nombra-dos por el Consejo de la Fundación Interna-cional Lelio Basso y la Liberación de los Pue-blos. Los garantes del capítulo México frente al TPP son, además de Barreda, Magdalena Gómez Rivera, el obispo Raúl Vera López, Ja-vier Sicilia, Jorge Fernández Souza, Clodomi-ro Siller Acuña y Gilberto López y Rivas.

El Capítulo México del TPP realizó audien-cias, primero en siete vertientes en los que había grupos organizados que podían visibi-lizar los problemas, pero luego, la presencia y contundencia de nuevos asuntos ampliaron esta cifra y se generaron nuevas audiencias. Las vertientes iniciales son: 1.- Guerra sucia, violencia estructural e impunidad; 2.- vio-lencia contra los migrantes; 3.- violencia de género (incluidos los crímenes contra homo-sexuales, que son ignorados por los medios); 4.-violencia contra los trabajadores, tema que considera la grave situación del desempleo,

donde se inscriben 30 millones de mexica-nos que han debido migrar a Estados Unidos; 5.- destrucción del campo y de la soberanía alimentaria, donde se considera la agresión que sufre la producción indígena y de peque-ña escala; 6.- devastación ambiental, “que en el caso de México raya en las peores del mundo rebasando a la de China ya”, y 7.- vio-lencia estructural en el manejo de los medios de comunicación, lo que tiene que ver con el oligopolio y el comportamiento fraudulento en los procesos electorales, y también con el freno absoluto al desarrollo de medios civiles, como las radios comunitarias.

El TPP agregó a esas vertientes, una más re-lativa a la educación, dadas las luchas magis-teriales de los tiempos recientes, y otra de jó-venes ante la emergencia nacional, “pues son los jóvenes mayoría en el número de víctimas de la guerra sucia de Calderón, en el número de migrantes, en los casos de feminicidio, en condiciones laborales precarias, en agravia-dos ambientales…” Y por último, se abrió una vertiente transversal, transtemática, denomi-nada “represión social”. Las acusaciones que formula el TPP-México contra el Estado, no contra las empresas u otros actores, dijo, por-que los crímenes son estructurales, permiti-dos por el Estado. “Si fuéramos contra las em-presas, no acabaríamos nunca”, dijo Barreda.

Barreda explicó que el TPP pide que los que-josos formulen sus acusaciones conforme a derecho, pero pueden argumentar con base en leyes nacionales o internacionales, y ape-lar a derechos colectivos –“pues el Tribunal no se mueve sólo en los derechos individua-les, sino más bien en los colectivos, de los pueblos”-, aun cuando algunos de éstos, como los derechos de las mujeres, no estén reconocidos en la Constitución mexicana.

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La propiedad social de la tierra hoy

CRECE EL NÚMERO DE POSESIONARIOS PERO TAMBIÉN EL RENTISMO

México fue escenario de la primera revo-lución agraria del siglo XX, que dio

un drástico vuelco a la tenencia de la tierra. Pese a las reformas privatizantes, las tierras producti-vas siguen siendo propiedad social y paradójicamente el número de ejidatarios y comuneros aumenta. Pero de manera silenciosa, vía ocu-pación subrepticia o renta legal cada vez más parcelas campesinas pasan a manos de particulares.

En las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria, la mesa de discusión La Propiedad Social Hoy incluyó la participación de:

Héctor Robles Berlanga, experto en temas agrarios y res-ponsable de la página web Subsi-diosalcampo.org, quien habló de cómo la abrumadora realidad (con un creciente número de pro-pietarios de la tierra y población rural) contradice las intenciones del sistema gubernamental de “invisibilizar al campo”.

Carlos Rodríguez Wallenius, académico de la Universidad Autó-noma Metropolitana Unidad Xochi-milco (UAM-X), quien en contrapar-te, comentó la concentración de la tierra por medio del rentismo.

Pedro Moctezuma, de la asociación Agua para Todos, Agua para la Vida, quien mencionó lo-gros importantes en la defensa del agua.

Víctor Suárez, de la Asocia-ción Nacional de Empresas Comer-cializadoras de Productores del Campo (ANEC), quien definió la nueva desamortización de tierras.

Y hubo ponencias de casos parti-culares de lucha por la tierra: de Ignacio del Valle, de Atenco.

María Luisa Albores, de la organización Tosepan Titatanis-ke, de Puebla.

Carlos Beas, del Istmo oaxaqueño.

Héctor Robles afirmó que nun-ca antes en el país habíamos te-nido tanta población rural y tan-tos propietarios de la tierra como ocurre hoy: “en 1910 en las zonas rurales –que implican comuni-dades de hasta dos mil 500 ha-bitantes- teníamos diez millones de habitantes, y ahora tenemos 24 millones. En 1910 teníamos 300 mil propietarios de la tierra y hoy suman más de siete millones. Incluso las reformas de 1992 (al artículo 27 constitucional y a la Ley Agraria), que iniciaron con 5.5 millones de titulares de la tie-rra, no lograron frenar que cada vez más personas tengan derecho a la tierra y estén en ella”.

“Por eso yo digo que es un mo-vimiento silencioso, que ha ga-nado, que sigue estando y defen-diendo la tierra, y que no es fácil que desaparezca”.

Señaló que el modelo económi-co al que ha apostado el gobier-no en las décadas recientes tenía como productor ideal a aquel de tamaño grande que debía comercializar y dedicarse a cul-tivos distintos a los tradicionales, “distintos a los granos que nos alimentan”. Y sin embargo, los que predominan hoy día son pro-ductores de menos de cinco hec-táreas, “son siete de cada diez, y si consideramos a los que tienen menos de 20 hectáreas, son nue-ve de cada diez”, y siguen pro-duciendo maíz y frijol. “Nunca antes estos campesinos habían sembrado tanto maíz como aho-ra, siete de cada diez, y en frijol seis de cada diez. Son temporale-ros, resistentes a todo”.

Robles Berlanga destacó la resisten-cia campesina y su determinación para permanecer; sin embargo, afirmó que hay que hacer ajustes legales; mencionó la necesidad de recuperar las asambleas ejidales y comunales, “porque ese era un es-pacio de defensa, de saber quiénes estaban allí, cómo se controlaba el territorio, cómo se defendía, y eso se ha perdido. En esas asambleas se discutía y se tomaban acuerdos”.

Nuevo latifundismo. Carlos Ro-dríguez Wallenius afirmó que si bien no se ha vendido mucho la tierra de ejidos y comunidades, sí se está rentando, y son las grandes empresas las que están acaparando tierras. En lugar de comprarla, la rentan, la explotan y cuando deja de servirles, simplemente la de-vuelven contaminada o sin capa-cidad productiva. “Eso pasa en la minería, que es tal vez el caso más extremo. El 25 por ciento del terri-torio nacional está concesionado a las mineras. Y algo similar ocu-rre con las plantaciones forestales comerciales: ahora hay 200 mil concesiones de eucalipto, de teca y otras especies y 80 mil de pal-ma africana; están sobre ejidos y comunidades y pagan una migaja a los campesinos. Son una nueva forma de despojo a las comunida-des. Otra forma de arrasar con las tierras de propiedad social aparece con la construcción de unidades habitacionales y va de la mano de la privatización del agua. Por cierto, en Atenco y Texcoco, los campesinos se han mantenido en resistencia pero están queriendo entrar allí; casualmente algunas de las inmobiliarias son las que cons-truyeron su casita a La Gaviota”.

Comentó que Altos Hornos de México tiene en posesión super-ficies que equivalen al estado de Sonora, similar a como se decía de Enrique Creel Cuilty, que tenía en posesión casi todo el estado de Chihuahua durante el porfiriato. “Hay además un pro-pietario chiapaneco que tiene en concesiones el equivalente a Ta-basco, un prestanombres llama-do José Jiménez Arana”.

Destacó la reforma al 27 consti-tucional realizada este 2014 antes de las reformas estructurales, que permite que extranjeros se adue-ñen de tierras en litorales y en la frontera. “Esto ha desatado una verdadera compra de terrenos para desarrollos turísticos; se han establecido cerca de 80 desarro-llos en los dos años recientes; es-tán comprando litorales en toda la parte noroeste del país: en la península de Baja California, en Sonora, Nayarit y Colima, y tam-bién en la Península de Yucatán.

Eso despoja a campesinos, a pes-cadores y a pueblos indígenas”.

Víctor Suárez Carrera, por su parte, habló de la resistencia cam-pesindia en defensa de la tierra, el agua y la vida. “Hoy como ayer, las comunidades campesinas e indíge-nas resisten ante los intentos de des-pojo y privatización impulsados por una coalición de fuerzas nunca an-tes vista en la historia de lucha por la tierra: las fuerzas del capital tras-nacional aliadas con la oligarquía mexicana y sus operadores políti-cos: Peña Nieto, partidos del Pacto por México, Congreso de la Unión y congresos locales, gobernadores, centrales campesinas, etcétera”.

Dijo que estamos viviendo hoy una nueva “desamortización de tierras”, pues en la reforma energé-tica se estableció que el suelo –pro-piedad de ejidos y comunidades en su mayoría- y el subsuelo tendrán una utilización prioritaria para la exploración y explotación de hi-drocarburos, misma que es consi-derada como actividad estratégica, de orden público e interés social. “Es decir, el suelo nacional que está en manos de ejidos y comuni-dades (y pequeñas propiedades) es considerado como tierra y territo-rios ‘baldíos’, en ‘manos muertas’, tal y como se pensaba desde 1856 con la Ley Lerdo de desamortiza-ción de bienes de corporaciones eclesiásticas y civiles y en1883 con la ley porfiriana de colonización y deslinde de terrenos baldíos”.

Pedro Moctezuma destacó la fuerza social que ha logrado éxitos al frenar intentos embates contra la posesión social de los recursos. Este 2014 se logró frenar la gran reforma del agua al servicio de las trasnacionales, del fracking y de la explotación de energía; esa refor-ma estaba lista para ser aprobada, fue dictaminada en secreto el 24 de marzo en la Cámara de Diputa-dos. Y gracias a un movimiento na-cional en 26 estados de la Repúbli-ca, organizaciones de base de todo el país comisiones de cuenca, uni-versidades, ejidos y comunidades, se logró frenar al presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos de la Cámara, que iba a presentar esta ley, que la iba a anunciar pre-via a la reforma energética. Hubo un nuevo intento de presentar la reforma en la Cámara en noviem-bre, pero la lucha por los desapare-cidos de Ayotzinapa frenó esto.

“Se están logrando formas de articu-lación nuevas”, dijo, el Movimiento Urbano Popular (MUP) por ejemplo y pueblos originarios antes nos dába-mos la espalda. El MUP invadía y los pueblos defendían el territorio. Y hoy hay alianzas entre ellos.

Esto, dijo, se mantuvo casi todo el siglo XX “hasta que llega-ron los neoliberales y le quitaron el sentido social al 27 y lo acer-caron a la idea de propiedad del derecho romano, a la idea de que se puede disponer de la tierra (…) existe todavía la idea del ejido y la comunidad, pero no en el sentido que tenía en la época prehispánica ni en el 27 constitucional de 1917; lo que hay ahora es una propiedad privada condicionada, pues la ac-tual legislación establece ciertas condiciones para que llegue a ser propiedad plena, privada”.

Advirtió: las reformas estructu-rales de las décadas recientes –la del 27 constitucional en 1992, y la energética este año, entre otras- han sido de hecho una segunda desamortización de las tierras. Y en estos momentos, la utilidad de particulares se disfraza de utilidad pública, para despojar de sus tie-rras a los ejidatarios, comuneros y propietarios privados.

Además el 27 constitucional de 1917 no permitía que los recursos naturales pudieran ser de los pri-vados. Se quedaba el Estado con ellos, pues la idea es que el Estado iba a redistribuir, iba a cuidar que se mantuvieran para que futuras generaciones pudieran disfrutar de ellos. “Ahora vemos que las empre-sas mineras son dueñas de una ter-cera parte del país, las eólicas son dueñas de alrededor de 12 por cien-to, el agua la tiene la Cervecería Modelo o los agricultores del norte, o sea que se han ido concentrando mucho los recursos naturales, bajo la idea de que los recursos son de la nación y los administra el gobier-no federal. Pero como el gobierno federal no representa a la nación, hace con ellos lo que quiere”.

López Bárcenas comentó que la función de la expropiación ha cambiado radicalmente. La Ley de Expropiación de 1936 ha sido reformada constantemente. Esta acción se usó anteriormente para hacer obra pública nacional y aho-ra se usa para expropiar ejidos y co-munidades y entregarla al capital, con el argumento falso de que es para utilidad pública. “Por ejem-plo el artículo 6 de la Ley Minera dice que la extracción de minera-les es de utilidad pública; yo sólo veo utilidad privada. Ahora, con la reforma energética, todo es uti-lidad pública (…) Otra forma que atenta contra la propiedad social son las servidumbres, que no son otra cosa que un uso forzoso que establece alguna autoridad para que las tierras de otro la pueda usar alguien y ahora con la refor-ma energética han establecido servidumbre de uso y servidumbre de paso. Así, pueden llegar las em-presas y decir ‘voy a usar tu tierra porque es de utilidad pública y entonces a mí la ley me permite usarla. Si no quieres negociar, eso lo vemos después, por lo pronto yo uso la tierra’”.

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VILLA - ZAPATA CONCORDANCIAS Y DISONANCIASIntelectuales, académicos e historiadores participaron en la mesa Villa y Zapata: Convergencias y Divergencias. En este texto presentamos unas estampas de este panel, donde la cita de extractos epistolares, anécdotas y pasajes históricos bien documentados mostraron los muchos encuentros y pocos desencuentros entre esas dos figuras de la Revolución, de sus ejércitos, de sus luchas y de sus causas.

Pedro Salmerón, doctor en His-toria por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), profesor del ITAM y autor de una larga lista de libros publicados, en-tre ellos La División del Norte:

La principal convergencia política es que tanto el vi-llismo como el zapatismo desarrollaron en la prácti-

ca, en sus terrenos, una revolución social que alteró profundamente el modelo de propiedad privada y puso la riqueza al servicio de la so-ciedad, de los pueblos, y en el caso del villismo también de la guerra, y la principal convergencia militar es que hubo una estrategia militar que ambos ejércitos siguieron.

Es muy claro el carácter revolucio-nario de las confiscaciones villis-tas en Chihuahua y en la Laguna, el incipiente reparto agrario en hidalgo y la administración revolu-cionaria en los bienes intervenidos el villismo. En cuanto a los zapa-tistas, los libros que han trabajado el tema muestran que desde que tuvieron el control de Morelos y regiones aledañas instrumenta-ron una reforma agraria integral, y que se impulsaron también la fundación de un banco rural y el establecimiento de escuelas técnicas agrícolas y se abrieron oficinas para el reparto de tierras fuera de Morelos. Hay estudios que hablan de cómo este reparto fue mucho más allá de los viejos títulos de propiedad, en función de las necesidades de los pueblos, y los ingenios y las destilerías fue-ron confiscados y puestos bajo ad-ministración de revolucionarios y centralizados en siete centrales azucareras. Esto fue una trans-formación social, una auténtica revolución social. Ello no obstante que tanto en Chihuahua, Duran-go y la Laguna como en Morelos, Guerrero y Puebla, esas medidas fueron echadas atrás después de las derrota militar de los ejércitos populares.

Acabo de terminar un libro, so-bre la guerra civil de 1915, y allí he confirmado algo: en contra de lo que nos han dicho, sí hay una estrategia militar de alcance na-cional elaborada por el alto man-do militar de los ejércitos de la Convención (de Aguascalientes) y me refiero a dos personajes: Villa y Zapata. Ellos diseñaron una estra-tegia que llevan a la práctica, en la cual Villa asume el mando supre-mo y Zapata actúa como el jefe de uno de los cuatro sectores en que se divide militarmente a la Repú-blica. Una carta de Villa a Zapata de enero de 1915 dice: “En cuanto a los trabajos que dice usted han estado haciendo nuestros enemi-gos para dividirnos, ya tenía cono-

cimiento de ello, por eso no debe preocuparnos, porque las fuerzas de usted y las mías se han unido en fraternal abrazo y ellas tienen que volver al país la tranquilidad y la calma castigando a los políticos intrigantes”.

Francisco Pineda Gómez, profesor de la Escuela Nacional de Antropo-logía e Historia (ENAH), autor de varios libros sobre la Revolución, como Ejército Libertador 1915:

Una diferencia entre la revolución del norte y la del sur es que el objetivo explícito del

primer levantamiento del norte, el 20 de noviembre de 1910, fue el reclamo por el fraude electoral de 1910 que impidió la llegada de (Francisco I.) Madero a la Presi-dencia. En el sur, lo que se plan-teó en 1911 fue otro problema, que obedecía a otras condiciones, la lucha de los pueblos en contra de las haciendas, es decir del régimen colonial de propiedad agraria, de usurpación territorial que impuso Hernán Cortés en Morelos. Zapa-ta lo expresa con claridad en una carta a Gildardo Magaña: “¿Cómo se hizo la conquista de México?, ¿cómo se apropiaron de las tierras los conquistadores? Por medio de las armas. ¿Cómo se han transferi-do las propiedades agrarias usurpa-das? Por medio de las armas. Pues por medio de las armas vamos a hacer que esas tierras vuelvan a sus legítimos dueños y se restituya la propiedad de los pueblos”. Esa carta sintetiza la aspiración social de largo aliento, en la historia de larga duración y no en la coyun-tura del fraude electoral de 1910.

Algo más que distingue al proceso maderista con la revolución social es el asunto de los recursos materia-les. Madero hizo la revolución con financiamiento bancario y luego se lo cobró al gobierno. A la caída de Porfirio Díaz, resultó un escándalo que la familia Madero le cobrara al erario nacional 642 mil 195 pesos (más o menos siete millones de dó-lares actuales) para restituir lo que había invertido en la revolución. El desglose era: gastos varios (viá-ticos, propaganda, etcétera), más de 50 por ciento, y 48 por ciento correspondiente a armas y muni-ciones. Los zapatistas se fueron a la revolución con lo que tenían, con escopetas, pistolas de chimenea, machetes, gente incluso desarma-da para conseguir los elementos materiales durante la lucha, y eso marcó el carácter de la revolución social y su estrategia militar: esta-ban obligados a tomar las hacien-das para adquirir caballos, víveres, maíz y armas que estaban en las ha-ciendas o en los grandes comercios. Sus carencias y pobreza los obligó

a multiplicar las acciones armadas en contra de los grandes propieta-rios. El movimiento zapatista ad-quirió una magnitud impensable en nuestra época actual, y en esa experiencia sucedió lo extraordina-rio, lo que no estamos acostumbra-dos a ver, que es la unificación de los levantamientos multitudinarios locales, con distintos agravios, con distintas reivindicaciones, en un solo gran movimiento revoluciona-rio, que fue el zapatismo. Eso fue lo que constituyó al Ejército Liber-tador, y entre los distintos jefes que había de Puebla, Guerrero y Oaxa-ca se pusieron de acuerdo para designar a Zapata como general en jefe. La lucha revolucionaria se potenció por la acertada elección de una dirección revolucionaria radical, firme, incorruptible, y la unificación de los levantamientos multitudinarios.

Otro elemento de distinción se refiere a la cuestión agraria. En el Plan de San Luis, Madero planteó resolver los problemas agrarios, pero ve esto como un acto mercan-til de compra venta y lo hizo no antes de la caída de Porfirio Díaz, sino cuando él estaba ya en el go-bierno. Entonces consideró que la solución en la cuenca de México sería desecar el Lago de Texcoco y vender las tierras para convertirlas en un vergel a mil pesos la hectá-

rea. Considerando que un jorna-lero ganaba 25 pesos diarios, él y su familiar no debían gastar nada ni siquiera en comida durante 64 años para adquirir cinco hectá-reas. Madero no buscaba una po-lítica agraria destinada a resolver las necesidades de los campesinos, quería resolver el financiamiento del Estado, pues calculaba que por la vía de las ventas de la tierra del Lago de Texcoco obtendría el Estado 20 millones de pesos.

Paco Ignacio Taibo II, escritor, in-telectual, activista y periodista, experto en novela policiaca y en la historia de las revoluciones mexi-canas y autor de múltiples libros como Si Villa viviera, con López anduviera: La batalla de Zacatecas:

El villismo fue un proceso político militar de muy lenta elaboración y em-pezó en el enfrentamien-

to a Victoriano Huerta. Antes lo que hubo fue maderismo y hay un coronel villista de origen bandole-ro, que políticamente lo único que trae es venganza y odio de clase, sin mayor elaboración, y con un cono-cimiento ”notable” del país. Cuan-do Villa visita por primera vez Teotihuacán pregunta al guía si los indios que hicieron esas pirámides tan chingonas todavía andaban por aquí. Le contestan “no, ya se fue-ron”, y él replica, “sí, ya se me ha-cía, porque los que andan por aquí se ven bien huevones, no se ven como para levantar pirámides”. Su visión del sur es absolutamente pri-maria. No conoce Veracruz, nunca llegó allí y tardará años en comer el primer tamal, según los cronistas del villismo, y eso porque Zapata se lo regala. No hay percepción indi-genista en Villa y cuando conecta con yaquis y tarahumaras en el pro-ceso de construcción de la División del Norte, no los ve como indíge-nas ni reconoce en ellos la calidad

originaria; es un güero de rancho, requemado que sabe mucho más de Texas que lo que podría saber de los popolucas. Entonces identificar al villismo como maderismo son chingaderas para Villa.

Lo que quería Madero era una reforma burguesa limitada en tér-minos democráticos respecto del porfirismo y no daba para más. Y si hablamos de las discrepancias en-tre Villa y Madero tendríamos que establecer que el primer punto de contacto fue extraño: vio a Ma-dero montando un caballo, pero con ayuda (Madero sí sabía mon-tar pero traía una mano herida); para villa eso eran chingaderas de tercera. La primera definición de Villa para ése que era el jefe de la revolución fue: “es un catrín con sarapito”. El segundo contacto fue una invitación de Madero a Villa a cenar, y el primero era vegeta-riano; imagínense la reacción de Villa, comedor de todas las pin-ches vacas que pasaban y ladrón de ellas. Y lo más patético es que Madero le tira un rollo espiritista, algo que no encaja con Villa, que era un pragmático con tres pares de cojones y cuya relación con el pensamiento mágico era inexis-tente. Pero Madero lo conquista porque Villa tiene una capacidad para detectar a kilómetros a quien no es derecho, y Madero tenía la virtud de ser un demócrata limi-tado pero consecuente, dispuesto a morir por lo que él creía. Villa reconoce ese valor y se vuelve un incondicional acrítico de Madero, a tal grado que desarma a los ma-gonistas en 1911, algo que el Villa de 1915 no hubiera hecho.

Mientras, el zapatismo tiene una gestión muy desde abajo, muy consecuente y muy continua. La relación tierra-comunidades es transparente desde el primer ins-tante de la revolución social.

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La lucha revolucionaria se potenció por la acertada elección

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NEOZAPATISMO POSREVOLUCIONARIOS: DE LA COORDINADORA NACIONAL PLAN DE AYALA AL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL

La demanda de tierra y libertad que planteaban los zapatistas en la se-gunda década del siglo

XX es la mismo que en nuestros días enarbolan muchas comunida-des y movimientos sociales. Aun-que tal vez hoy el enunciado sería “territorio y autonomía”.

En la mesa sobre los herederos de Villa y Zapata de las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria:

Beatriz Canabal, académica de la Universidad Autónoma Metro-politana Unidad Xochimilco (UAM-X).

Habló acerca de los años poste-riores al cardenismo –cuando se concretó la reforma agraria y se afectaron latifundios-; explicó: los intereses privados se consolidaron otra vez, “se protegió de nuevo y de diversas maneras la concentración de la tierra”, y las ofertas de tie-rras a los campesinas tenían fines clientelares por parte de las cen-trales priistas y el reparto agrario descendió al igual que la calidad de tierra entregada.

“Hacia 1950 se registraban siete mil 335 predios mayores de mil hectá-reas; para 1960, el 66 por ciento de los predios eran inferiores a cinco hectáreas y el 50 por ciento de la po-blación económicamente activa en el campo se encontraba desposeída. Desde entonces, el reclamo por la tierra se sujetó a hacer cumplir la Constitución por la vía legal; pocas veces los campesinos buscaron otras vías para lograrlo, y cuando lo hicie-ron, fueron orillados por la cerrazón del aparato político burocrático”.

Canabal hizo un recuento histórico de las movilizaciones, organizacio-nes y eventos que surgieron en las décadas y gobiernos siguientes, y que en gran medida tenían la lucha por la tierra como principal bandera.

Por su lado, Arturo Anguiano, también de la UAM-X, recordó cómo el 12 de marzo de 2001 -86 años después de que entraran jun-tos a la capital Emiliano Zapata y Francisco Villa- llegó a esta ciudad el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), después de ha-cer un recorrido en caracol en la mitad del país y con un conteo de participantes de millones. Los nue-vos zapatistas vinieron para exigir el cumplimento de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, que re-frendan lo que planteaba Zapata, tierra, autonomía y autogobierno.

Y luego de que el gobierno e insti-tuciones se negaron a atender esa demanda indígena, “los zapatistas regresaron a sus comunidades y se dedicaron a poner en práctica lo que planteaban esos acuerdos”.

Comentó que entonces muchos de los que habían apoyado al EZLN empezaron a hablar del “fracaso” sufrido: “los zapatistas ya no estu-vieron en los medios, se empeza-ron a olvidar de ellos y cambiaron de tema. Porque así es nuestro país, pasan de moda los temas. Así, el proyecto del EZLN se quedó apa-rentemente cercado, acorralado.

“Y sin embargo en los años que siguieron, a partir sobre todo de 2003, cuando crearon los Caraco-les, las Juntas del Buen Gobierno, se fue desarrollando una política distinta, un proceso de autonomía, pero no sólo eso, también una serie de actividades que buscaban por fuera de las comunidades, trascen-diendo su geografía. Empezaron a plantear un proyecto alternativo a nivel nacional e internacional, un proyecto de izquierda no insti-tucional, o de izquierda de abajo y de allí surgió ‘la otra campaña’ que fue muy mal interpretada por mucha gente, pues pensaban que era contra un candidato específi-co. En realidad era otra cosa, era un proyecto que se hacía en pa-ralelo a un proceso electoral que se realizaba y que para muchos de nosotros no tenía sentido pues no había opciones de fondo que se enfrentaran en el país”.

El 12 de diciembre de 2012 hubo una reaparición impactante del EZLN, agregó Anguiano, don-de más de 40 mil bases de apo-yo estuvieron en los principales municipios de Chiapas haciendo presencia simbólica; lo más impor-tante de todo esto es que el EZLN irrumpía. “Y la gente empezó a ver que no se habían muerto, que no habían desaparecido, sino al con-trario, se habían renovado; muchos de los niños de los zapatistas, que no habían nacido en 1994, apare-cieron también en esas grandes manifestaciones, que no tenían jefes ni dirigentes, sino una comu-nidad muy grande y variada”.

El EZLN, dijo, hizo un experi-mento muy sui generis, la “escue-lita”, mediante el cual abrieron sus puertas para dar a conocer incluso internacionalmente que habían logrado poner en práctica aquello que habían buscado, un proyecto que habían planteado junto con todos los pueblos indígenas de Mé-xico, que era la autonomía, el au-togobierno, una economía propia.

“Si leen los cuatro libros que publi-caron los zapatistas, escritos por las comunidades, pueden ver un pro-ceso de resistencia que se fue tra-mando, organizando y extendiendo y que permitió desarrollar nuevas relaciones sociales internas, más igualitarias, y permitió crear una for-ma de gobierno realmente de la co-munidad, que fueron justamente las Juntas de Buen Gobierno, los Cara-coles, que agruparon regionalmente a diferentes municipios autónomos y crearon situaciones que van recupe-rando a la propia comunidad, a los pueblos, un espacio que había sido ya expropiado para todos nosotros; una política que casualmente se re-gresa al origen, en la cual los pueblos deciden sobre su vida, y sobre reglas comunitarias y democráticas.

“Y plantean una auto-organiza-ción, un autogobierno que no sólo va definir el orden social que se puede tener en una comunidad, en un pueblo, sino que también va a realizar todos los trabajos que normalmente corresponden al Es-tado, de construir alternativas de educación –que es una de las cosas donde más han avanzado-, y crear toda una experiencia de salud, con promotores de los propios pueblos, que se fue construyendo con las comunidades y que recupera tradi-ciones ancestrales en combinación con toda la técnica moderna de la cual pudieron echar mano. Lo más importante es que se crea una economía, que algunos pueden llamar economía de la resistencia, otros la pueden llamar economía

de sobrevivencia, puede decirse también que es economía de gue-rra, pues no ha dejado de haber guerra en ese espacio por parte de los gobiernos y de los partidos; han logrado sobrevivir en términos eco-nómicos y lo han hecho de forma impresionante. También han logra-do asegurar el abasto alimentario de las comunidades, aprovechan-do la producción y exportación de productos como el café. Las tierras recuperadas, que no están en todos los Caracoles ni en todas las tierras zapatistas, son la base productiva del EZLN, junto con otras activi-dades como la artesanía”.

Anguiano consideró que la expe-riencia zapatista, si bien implica una economía de subsistencia, es igualitaria y todos están compro-metidos. “La experiencia tiene que ver con lo central, con quien organiza todo eso que son las propias comunidades, que se han dado sus órganos de gobierno, ór-ganos que implican determinado tipo de acciones, de organización a nivel económico, político, social y cultural, pero que también im-plican atender el problema de la justicia de una forma ‘muy otra’”.

Si bien la globalización ha pro-piciado muchos agravios –afirmó Ramón Vera, integrante de la orga-nización GRAIN y editor del suple-mento Ojarasca, de La Jornada-, también ha servido para observar todas esas luchas aparentemente aisladas con una lente panorámica e integral, y lograr un análisis co-hesionado y organizado a tal grado que se genera una expectativa de que la transformación es posible.

En su intervención, que situó en las amenazas que nos agobian en el presente, Ramón Vera relató ha-ber participado dentro de un grupo promotor del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), el cual des-pués de 120 reuniones (incluidas audiencias y preaudiencias) realiza-

das en tres años y con la participa-ción de más de mil organizaciones y comunidades en unos 25 estados de la República, decidió acusar al gobierno mexicano de “desvío del poder”, esto es “que en vez de que el gobierno mande obedeciendo, para decirlo de forma zapatista, uti-liza toda su estructura fundamen-tal, jurídica, toda su estructura de política pública, todos sus recursos, todo su aparato represivo y todo su aparato de construcción y de siste-ma operativo para abrirle margen de maniobra a las corporaciones, gran-des, medianas, chiquitas, en detri-mento de la población en general. Y esas corporaciones son colindantes siempre con el crimen organizado, con el cual comparten los mismos objetivos: el enriquecimiento y la explotación”.

Precisó que una de las audiencias del TPP estuvo relacionada con el maíz, y la discusión implicó el te-rritorio, la posibilidad de la autono-mía, de la soberanía alimentaria, de la defensa de la cultura y de las formas de reproducción campe-sina, “que es lo que los zapatistas plantearon hace un buen rato”.

Señaló que la idea del desvío de poder “nos permite entender cómo funcionan los tratados de libre co-mercio: como herramientas que paulatinamente van modificando leyes y generando reformas y políti-cas a modo de entregar la soberanía nacional, con un desmantelamien-to de todo aquello que defiende los ámbitos comunes y derechos colectivos (…) Ha habido un emba-te contra la subsistencia, contra la posibilidad de que la gente pueda producir sus propios alimentos, sin depender de las corporaciones”.

Afirmó que hoy, cuando la re-forma energética está tratando de erradicar la propiedad social porque le estorba, lo establecido originalmente en la Constitución de que las tierras, las aguas y los montes son propiedad social, re-presenta un dique muy fuerte, no obstante los rompimientos y frag-mentaciones que ha sufrido en las décadas recientes.

“Todavía hay una fuerza cohesiona-dora de los ejidos y las comunidades y eso se nota muchísimo”, dijo.

En este panel también participaron:

Carlos Alberto Ríos, acadé-mico de la UACM, con la ponencia “La memoria rebelde. El (contra) po-der del recuerdo neozapatista”.

Ehécatl Dante Aguilar, aca-démico de la Universidad Autóno-ma del Estado de Morelos, con “la experiencia zapatista como directriz para la generación revolucionaria de Morelos”.

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SALIENDO DE LAS SOMBRAS: MUJERES RURALES A CIEN AÑOS DE VILLA Y ZAPATA*Gisela Espinosa Damián UAM-Xochimilco

Hoy y desde hace un cuarto de siglo, en los escenarios políticos mexicanos y continen-

tales está presente un nuevo sujeto político y social: mujeres rurales, indígenas y no indígenas. Por pri-mera vez desde hace siglos, empe-zaron a aparecer con voz propia y con reivindicaciones surgidas des-de la experiencia de ser mujeres rurales, politizando sus malestares y convirtiéndolos en crítica social y propuestas de cambio.

Además de un sinfín de pequeños procesos organizativos y de luchas de mujeres, o de luchas mixtas donde las mujeres tienen papeles importantes, también existen arti-culaciones amplias, por ejemplo la Red Nacional de Mujeres Rurales, la Cooordinadora Nacional de Mu-jeres Indígenas, la Coordinadora Guerrerense de Mujeres Indígenas, la Asamblea de Mujeres Indígenas de Oaxaca, la Asociación de Muje-res Mexicanas Organizadas en Red, la Red de Jóvenes Indígenas, la Red de Abogadas Indígenas, la Red de Casas de la Mujer Indígena…

La emergencia de este joven su-jeto social, de apenas un cuarto de siglo, no significa que estuvie-ran ausentes hace cien años en la Revolución, o que no hayan participado en las luchas por la tierra y en las luchas campesinas, indígenas y sociales a lo largo del tiempo que media entre el ingreso triunfante de Villa y Zapata a la Ciudad de México en 1914 y este aciago 2014, cuando al tiempo en que recordamos aquel momento asistimos a los efectos violentos y criminales de la contrarrevolución hecha gobierno.

En una mirada restrospectiva se observa que durante los primeros 75 años de la posrevolución, cuan-do algunas reividicaciones sociales se lograban concretar, como el de-recho a la tierra o a la educación y la salud, la profunda desigualdad de las relaciones de género y de poder en el campo mexicano, se expresaron en que el sujeto rural único fue “el campesino”. El hom-bre fue el sujeto revolucionario, el sujeto con derechos agrarios, el su-jeto productivo, el destinatario de los créditos y programas oficiales, el dirigente político, el jefe de fa-milia, la autoridad comunitaria, el comisariado ejidal o comunal, el interlocutor del Estado, el objeto del clientelismo y del corporativis-mo y el rebelde perseguido.

Pero las mujeres del campo esta-ban ahí, luchando y sosteniendo la vida cotidiana y la producción familiar, invisibilizadas o conver-tidas en imágenes estereotipadas: echando tortillas junto al comal, cargando un hijo a cuestas, cami-nado atrás del varón, o en el pa-pel de “adelita” que se suma a “la bola” y cuya imagen coqueta ocul-ta su dura y ruda vida –alimentar a la tropa, atender heridos y recoger a los muertos exponiéndose a las balas o a vilaciones sexuales que también trajo la Revolución–; las

encontramos estetizadas en con-cursos como la “flor más bella del ejido”. O bien forzadas a ocultar su ser mujer, como el coronel zapatis-ta Amelio Robles, diestro en armas y caballos, macho, valiente y arro-jado, que en realidad era Amelia Robles… lesbiana y transgénero. A una mujer nadie le habría hecho caso en la guerra, y masculinizar-se era condición para tener mando y dejar el lugar de la obediencia y la invisibilidad.

La Revolución fue algo más que el movimiento armado, también fue momento propicio para tocar diversas opresiones, no sólo las so-cioeconómicas y políticas, sino las que se establecen entre hombres y mujeres. El Congreso Feminista de Yucatán en 1916, con la des-tacada participación de maestras que hablaban maya y español, fue espacio emblemático de sub-versiones de género: el derecho al divorcio, la educación sexual y el uso de anticonceptivos, el llamado a las mujeres a decidir el número de hijos, el “no” a la doble moral sexual (una para hombres y otra para mujeres), el amor libre de requisitos y reconocimientos del poder estatal… fueron algunas de las revolucionarias ideas que em-pezaron a erosionar el orden de gé-nero construido no sólo durante el porfiriato sino en un largo tiempo.

Más adelante, el Frente Único pro Derechos de la Mujer creado du-rante el Cardenismo que alcanzó una membresía de unas 50 mil mujeres, tendría en el reconoci-miento del derecho al voto feme-nino su principal eje articulador, pero también incluyó reivindica-ciones sociales y políticas nacidas

en las múltiples experiencias de ser mujer luego de la Revolución.

El orden patriarcal de género está cada vez más agrietado, aunque perviva en el imaginario social y en el “deber ser” de am-plios grupos rurales. Justamente el hecho de que desde hace un cuar-to de siglo, las mujeres del campo, indígenas y no indígenas, hayan irrumpido en el espacio público político indica que algo ha cam-biado y sigue transformándose, pues las mujeres rurales de hoy no sólo participan en los espacios pú-blicos y sociales, en las luchas terri-toriales, políticas, etcétera, porque ahí esté su hombre. Tienen una perspectiva propia, han politizado malestares e imaginarios sociales y hablan por sí mismas, compartien-do las luchas de sus comunidades, de sus organizaciones mixtas, pero también criticando el orden social que las excluye o coloca en el últi-mo peldaño, que las violenta, las explota y les niega voz y voto.

Poner en el centro la reproducción social de la vida ha sido un valor y una experiencia histórica de las mujeres todas, en especial de las rurales. Ellas han conservado ese tesoro históricamente desvalori-zado sin el cual no sobreviviría la humanidad; hoy es fortaleza ante la crisis civilizatoria a la que ha lle-vado el progreso y el capital, que todo somete a la obtención de la máxima ganancia. En este sentido, las perspectivas de cambio social se feminizan, aunque no se reco-nozca el aporte de las mujeres ni el costo en trabajo, salud y desigual-dad social que ha significado y si-gue significando para ellas. Es por eso que las organizaciones y mo-

vimientos de mujeres rurales del reciente cuarto de siglo cuestionan la injusticia, la desigualdad, la dis-criminación y la sobrecarga de tra-bajo que implica para ellas mujeres poner en el centro cuidado del otro y de la naturaleza.

Así, la feminización de los valores y principios que perfilan otro futuro exige despatriarcalizar la vida rural al tiempo en que se lucha por justi-cia social y compartencia de tareas, responsabilidades y decisiones en los espacios público y privado.

Es necesario replantear asuntos públicos que parecían cosa juz-gada, como el derecho a la tierra, el acceso a políticas y recursos públicos, la crítica a políticas asis-tenciales y familistas disfrazadas de “equidad de género, el papel productivo de las mujeres rurales (no sólo su papel reproductivo), su derecho a la tierra y a tener car-gos públicos y de representación política, la necesidad de parar la violencia intrafamiliar y el ma-chismo. Son todos temas públicos que emergen junto con la organi-zación, movilización y voz de las mujeres rurales. Ellas han cons-tatado que los derechos no son “cosas dadas” e inamovibles sino procesos, y que sólo existen si hay sujetas que se atreven a pensarlos, a defenderlos, a exigirlos.

Este último cuarto de siglo, a pesar de los altibajos, observamos un pro-ceso contínuo de organización y lu-cha de mujeres rurales, en el marco de los procesos y discursos políticos de sus movimientos mixtos, cam-pesinos e indígenas; pero también influenciados por el pensamiento critico del feminismo nacional e internacional, por los movimientos contrahegemónicos –el altermun-dismo-; inmersos en las luchas en defensa de los derechos humanos y de las “minorias” y en la ola y arti-culaciones de los movimientos en defensa de los territorios.

En cientos de comunidades y re-giones se van gestando liderazgos femeninos rurales. Se constata la existencia de una nueva dirigencia femenina en el medio rural e indi-gena aunque muchas de estas desta-cadas mujeres no quieran llamarse líderes, quizá por una reminiscen-cia que indica que ellas no pueden serlo, quizá porque ser mujer líder sigue siendo un atrevimiento casti-gado socialmente, o quizá porque muchos de esos liderazgos se ejer-cen más colectivamente.

Gisela Espinosa Damián. Académica de la UAM- X. Mesa Género y Lucha Campesina: Construcción de Liderazgos Femeninos. FO

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Evento: AGROFESTIVAL:PatrimonioCulturalyNatu-ral Tláhuac-Milpa Alta-Xo-chimilco. Organiza: Varias Organizaciones. Fecha y lugar: 13,14 y 15 de diciem-bre de 2014. 17 de enero y 1 de febrero de 2015. Cor-redor Miguel Hidalgo adjunto a la iglesia Pedro Tláhuac y al kiosko. De las 10:00 a las 20:00 horas. Información: [email protected] / FB: EXPOCO-OPERATIVASUNAM.

El orden patriarcal de género está cada vez más

agrietado, aunque perviva en el imaginario social

y en el “deber ser” de amplios grupos rurales

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REVOLUCIÓN, CULTURA POPULAR Y CONTRACULTURAEn las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria, hubo una mesa dedicada a Zapata y Villa en la Cultura Popular y la Contracultura. He aquí una breve reseña:

Juan Manuel Aurrecoechea hizo una presentación de cartones apa-recidos con frecuencia (en cantidades de más de mil) en la prensa de Esta-dos Unidos en las primeras décadas del siglo XX, donde se muestra el inte-rés por reforzar la idea en la opinión pública de un mexicano estereotipado: se le presenta como un ser salvaje, sucio, feo, ingobernable, estúpido, las-civo, flojo, violento, insensato, machista, borracho y poco deseable para su ingreso en territorio estadounidense. Pero además los cartones denigran el proceso revolucionario y plantean que la forma como los mexicanos ocu-pan su tierra resulta un “desperdicio” y que lo mejor que podría suceder es que EU se la adueñara, como parte del “Destino manifiesto”.

Inició su exposición con la pre-sentación de una caricatura aparecida el 20 de noviembre de 1910, precisamente el día

del estallido de la Revolución mexi-cana. Describió Aurrecoechea: “fí-jense en el torvo mexicano de apa-riencia siniestra y amenazante que asoma por una esquina de la casa de (Porfirio) Díaz con el martillo en la mano, en el centro del dibu-jo. Este personaje se repetirá con ligeras variantes en miles de cari-caturas estadounidenses durante toda la década siguiente; servirá lo mismo para representar a villistas, orozquistas, zapatistas y constitu-cionalistas; federales, huertistas o felicistas; hasta que, a fuerza de repetirse machaconamente, termi-na por convertirse en la imagen de México mismo”.

Comentó que múltiples caricatu-ras repitieron la imagen del revolu-cionario cruel, sanguinario, estú-pido y desafiante que se complace en matar sin razón alguna. “En muchos momentos de la Revolu-ción todos los días aparecían cari-caturas sobre México y muchas en las primeras planas de periódicos de enorme circulación y gran in-fluencia en Estados Unidos. La conclusión a la que llegaría un lector sin más información que la que proporciona la caricatura nor-teamericana es que la Revolución mexicana fue una disputa entre criminales”.

Mostró un cartón realizado en mayo de 2014, luego de que la División del Norte había tomado Torreón, “cuando Villa era, sin discusión, el militar revolucio-nario con más victorias, el que controlaba mayor territorio y el que parecía el hombre fuerte de México, por encima de Carranza”. En ese dibujo aparece un hombre con el rostro de Villa, que carga el saco del botín y se apresta a tomar la Ciudad de México.

Aurrecoechea comentó que a dife-rencia de Villa, Emiliano Zapata tuvo muy poca presencia en la caricatura estadounidense de la Revolución. “En cerca de mil 500 cartones, Zapata aparece sólo 23

veces frente a 247 de Villa”. Y es que no en Estados Unidos no se comprendía muy bien la figura de Zapata. “El columnista con-servador John W. Carey es uno de los pocos estadounidenses que entiende que la revolución más radical es la zapatista. Al igual que los conservadores mexicanos, Carey ve en Zapata a un nuevo Atila, y así lo expresa en el texto que ilustró el dibujo en el que el revolucionario parece un cowboy borracho que dispara sin ton ni son mientras patea baldes de san-gre: ‘¿Quién ronda por México su ánimo guerrero con la violencia de la espada y la antorcha y cuen-ta como desperdiciado el día en que no provoca alguna miseria humana? –dice el texto al pie de la caricatura- ¿Quién ensombrece la fama de los viejos hunos y hace parecer a Nerón un modelo de hu-manidad y un santo a Jesse James? Mientras se suceden presidentes de paso fugaz ¿quién es el hombre que hace el trabajo en México? Ese hombre es Emiliano Zapata’”, citó el ponente.

Los cartones mostraban también al capital estadounidense como una forma de domesticar a los salvajes mexicanos. Aurrecoechea presentó un cartón publicado du-rante la segunda década del siglo XX, luego de la decisión anun-ciada de Henry Ford de abrir una planta ensambladora de automó-viles en la Ciudad de México. “El caricaturista dibuja al empresario automotriz trayendo la buena nueva del automóvil a los típicos mexicanos, bárbaros y armados (…). Los revolucionarios forman fila para cambiar sus armas por herramientas y autos. Una cam-pesina, frente a un Ford atiborra-do de niños, detiene a su marido que sale de una choza con su rifle, diciéndole: ‘Nada de iniciar una nueva Revolución, quedaste de lle-varnos a pasear’ (…) la caricatura sintetiza ejemplarmente cómo el fin de la Revolución es el tiempo del retorno triunfante del capital estadounidense. La planta que Ford anunció como empresa civi-lizadora se estableció finalmente en la Ciudad de México en 1925”.

Por su parte, Jesús Ramírez, editor de Regeneración, del Mo-vimiento Regeneración Nacional (Morena), habló de la proyección que ha tenido la imagen de Emi-liano Zapata a lo largo del tiempo, y que hoy es un símbolo de la con-trarrevolución (vista ésta “más allá de los espacios juveniles del rock, como una resistencia al establish-ment”), y al mismo tiempo lo es de la resistencia cultural, esto es de la resistencia de los pueblos vía las fiestas populares, la cosmovisión y las ceremonias ligadas al origen indígena.

Explicó que la imagen de Zapa-ta trasciende fronteras, pues está presente en movilizaciones de al-termundistas, en expresiones de rechazo a la globalización y en medio de estrategias novedosas de lucha popular en diversas partes del mundo. “Zapata” o “Emilia-no Zapata” es nombre de bares, discotecas, espacios culturales en Berlín, Praga, Londres, Distrito Federal o cualquier ciudad sud-americana y a la vez es emblema contra los poderes globales, ade-más de ser una figura que para el mexicano es símbolo de rebelión

e imagen santa, algo que es difícil de entender para la mentalidad oc-cidental, dijo.

Paola Ávila presentó avances de un trabajo que elabora para la maestría en desarrollo rural de la Universidad Autónoma Metropolita-na Unidad Xochimilco (UAM-X) res-pecto de las expresiones culturales y artísticas surgidas alrededor de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que nació en 2006.

Dijo que ha buscado observar cómo las manifestaciones y enfren-tamientos de la APPO en 2006 han dejado una huella que permanece, se transforma, se autocritica, se mata a sí misma y vuelve a surgir. Comentó que la Virgen de las Ba-rricadas y el “Niño APPO” fueron las figuras “religiosas” a las cuales acudían los miembros de la APPO para recibir protección ante la vio-lencia. El Niño APPO nació el 2 de febrero en medio de la tradición de vestir al niño Dios, en el Día de la Candelaria, y nació con cuetones, con escudo y resortera, precisa-mente en las barricadas, donde la gente reproducía su vida, donde cocinaba, comía, dormía, etcétera.

Mostró también imágenes de graffiti y de tatuaje que surgieron para dar fe y permanencia a la lucha de la APPO, todo ello en manos de jóvenes. El movimiento de la APPO, dijo, fue cúspide de una coyuntura, pero nos habla de un hartazgo de la población ante lo que vivían en términos polí-ticos pero también en términos de modificación de la ciudad de Oaxaca, que ha sido modernizada, remozada, en contra de los deseos de la gente. En 2006 maestros en plantón –que pretendían ser des-alojados- detonaron una llama que hizo que la gente saliera a las calles: no sólo eran profesores, era la gente del barrio cuidándose de las fuerzas policiacas y cuidando a los maestros y es que en Oaxaca en cada familia hay por lo menos un maestro.

Víctor Sánchez Reséndiz habló de las diversas expresiones cultu-rales relacionadas con la Revolu-ción, y especial de Zapata, que surgen de raíces diferentes: “Por ejemplo, cuando escuchamos una canción zapatista con la interpre-tación de Amparo Ochoa a partir de un poema de Germán List Ar-zubide, pues eso nada tiene que ver con la tradición suriana. Y es que tenemos el zapatismo que surge en la región suriana, con una memoria que se trasmite de generación en generación y que se va diluyendo por el tiempo; otro que va a surgir desde la vi-sión oficial, que crea todo un dis-curso de la Revolución –del cual seguimos presos-, y otro la discur-sividad que se va creando desde la resistencia de izquierda y que apa-rece en murales de Diego Rivera. Rivera pintó a Zapata con calzón de manta, cuando éste nunca fue peón, sino caballerango y vestía de charro. Y luego está la individualización, donde el actor principal de la lucha, que son los pueblos, se va diluyendo y queda Emiliano Zapata solo, y hay una producción al infinito de la ima-gen de Zapata, que se expresa en corridos e historias”.

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La ciudad y el campo

TRADICIÓN AGRÍCOLA Y REVOLUCIONARIA DE LOS PUEBLOS DEL SUR DEL DFLa mesa La Ciudad: Memoria y Revolución fue espacio para que académicos hablaran de los encuentros y desen-cuentros entre lo rural y lo urbano; la “intromisión” de la cosmovisión indígena en el mundo citadino –al referirse ni más ni menos que la Ciudad de México, la urbe más poblada de México-, con una emergencia cada vez más rica de las tradiciones y la cultura de los pueblos originarios, más allá de los más de 160 que existen en esta capital. He aquí algunas reflexiones de esta mesa:

Iván Gomezcésar, académico de la Universidad Autónoma de la Ciu-dad de México (UACM). Si vemos con cuidado, la Ciudad de México es una ciudad en donde se mueven los pueblos, donde hay un renaci-miento de ellos; hace 20 años los investigadores pensábamos que había unos cien pueblos aquí, la mayoría en la zona sur. Hoy la con-tabilidad va por 160 pueblos. ¿Qué pasó? Una parte de los pueblos ori-ginarios, los rurales y semi-rurales como los de Milpa Alta, Xochimil-co, Tláhuac y Tlalpan, constituyen apenas la tercera parte de todos los pueblos de la ciudad. Más de cien son plenamente urbanos. Es decir, no dependen de la agricultu-ra y sin embargo siguen subsistien-do, y un porcentaje importante de ellos ha reafirmado su existencia en estos 20 años, ha recuperado espacios, especialmente en el pla-no cultural.

Además la ciudad ha sido receptora de migrantes –muchos expulsados de sus lugares de origen por

condiciones económicas y sociales injustas-, que llegan a reconstruir las condiciones de sus pueblos aquí. Es el caso de pobladores na-huas de Chilacachapa, Guerrero, que llegaron al norte de la ciudad y han venido comprando –de a po-quito y en condiciones de mucha pobreza- una colonia completa. Allí conviven con nahuas de Vera-cruz y mixtecos de Oaxaca.

Esta gente cuenta con una casa de la cultura que tardó ocho años en construir y que funciona en algunos aspectos como forma de gobierno; esta casa hace las fun-ciones de juez de paz. Los tres grupos indígenas que viven en esa colonia tienen una suerte de

asamblea donde se reconocen los pesos específicos de cada uno y resuelven asuntos que competen a la comunidad. Es decir, sin per-juicio de la ley, estos migrantes indígenas tienen experiencias de reconstitución de pueblos en ple-na ciudad. Y así como esa colonia debe haber muchas más.

De esta manera, a cien años de la entrada de Villa y Zapata a la Ciudad de México, esta urbe tiene un perfil originario muy fuerte, no reconocido y que apenas empieza a tomar su verdadera dimensión. Y esto se profundiza si se considera que hay muchas poblaciones urba-nas y rurales que no se consideran indígenas pero que comparten ele-mentos culturales muy fuertes con la población indígena, en comida, tradiciones, la fiesta, el carnaval…

Estoy estudiando la colonia Buenos Aires, en pleno centro de la capital, y lo que he encontrado me asom-bra; ellos tienen una fiesta patronal muy grande que es una suerte de carnaval, pero resulta que hay una especie de correspondencias entre la colonia y varios pueblos de la pro-pia ciudad. Por ejemplo, pueblos de Xochimilco prestan un niño Dios a una familia de la Buenos Aires año con año. El pueblo Santa María Aztahuacan (en Iztapalapa) aporta carros alegóricos a la fiesta patro-nal… ¿Qué pasa aquí? Que mu-chos sectores populares de la capi-tal comparten elementos culturales con esta población. Esto representa entonces una emergencia de las identidades indígenas del país.

Un factor importante es el hecho de que, no obstante la tradición de enfrentamientos entre pueblos que existe en la región central de México –fundamentalmente

por conflictos agrarios-, cuando hay ceremonias, conmemoracio-nes, se distienden los conflictos. Por ejemplo, el 6 de enero miles de milpaltenses van a Chalma y atraviesan zonas de pueblos con los que tienen problemas, pero en esa ocasión todos son hermanos. Esto indica que hay elementos que permiten a los mexicanos superar sus diferencias, permiten puntos de encuentro. Y la parte religiosa es muy importante. En este país en algún lugar en este momen-to mismo hay miles de personas caminando hacia un santuario. No ha de haber un solo minuto en que esto no ocurra. Existen en el país 200 lugares sedes de peregrinación.

Armando Bartra, académico de la UAM-Xochimilco. En los cinco siglos recientes, el campo del Altipla-no y la Ciudad de México han tenido una relación mala. Es un mal matri-monio pero allí está. Es el campo el que ha sufrido. La parte urbana des-poja a la rural sistemáticamente del agua, de la tierra, de la cultura… es una pésima relación.

El despojo lo hace la ciudad igual que las mineras, como las grandes presas, y esto tiene que cambiar, por el bien de todos, de los chilan-gos de banqueta y de los chilangos de surco. Necesitamos cambiar la crónica desavenencia y construir un acuerdo mutuamente ventajo-so. Tenemos que aprender a lle-varnos bien, debemos diseñar un futuro para el Distrito Federal.

Y es más fácil imaginar este her-moso futuro, si vamos al pasado. Porque hubo un tiempo feliz, vivi-do por los abuelos o más allá de los abuelos, para recordarlo en su ple-nitud, en que esta región era un

prodigio de agricultura, en que era un suntuoso vergel que alimenta-ba, y bien, a todos los habitantes de Tenochtitlan, que era la mayor ciudad del continente.

Años en que esta cuenca, que llama-mos valle, no era el paraíso, pero sin duda era mucho más armónico y más equilibrado de lo que es ahora. Los chilangos éramos gente del agua, esto era un lago, pero las grandes aguas se fueron, las expulsamos de hecho. En el sur del Distrito Federal y en la zona de Texcoco la gente sigue siendo del agua, gente lacustre, de tradición campesina, y persisten en el espíritu, en la fiesta patronal y en el carnaval. Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta, Tlalpan, Álvaro Obregón, Cuajimal-pa, y los municipios mexiquenses de Chalco, Tlalmanalco, Amecame-ca… En todos estos lugares se capta el agua que luego mandan a los chi-langos sedientos de la parte seca. Y se-car a los pueblos del agua es matarlos. Nosotros se las estamos robando. El agua que ellos aún vigilan y conser-van es el agua de la que vivimos los resecos chilangos de banqueta.

Los xochimilcas desarrollaron suti-les y elaboradísimas técnicas agrí-colas, que hoy podemos ver toda-vía. Las chinampas –islotes con las que se amplían las zonas de cultivo y las zonas de pendiente para evitar que al desmontarlas el agua corra y deslave la tierra- se volvieron te-rrazas con tierra volcánica. Son un lujo de productividad: las chinam-pas pueden tener entre tres y cinco cultivos agrícolas ciclos anuales, que pueden ser de hasta cuatro to-neladas por hectárea.

Lo que hoy queda son unos 200 kilómetros de canales, casi todos contaminados por aguas negras, muchos intransitables por el lirio acuático; el viejo esplendor se per-dió y con él se esfumaron el pesca-do blanco, la almeja de Xochimil-co y otras especies.

Esto es una destrucción, un crimen y debería hacernos reflexionar. América Latina es el continente más urbanizado del mundo, somos fabricantes de ciudades y ocho de

cada diez pobladores de la región vivimos en urbes. De las ciudades de América Latina, la de México destaca, es la mayor y tenemos el privilegio de tener muchísimo sue-lo de conservación y lo debemos preservar. Dentro de esto quizá 300 kilómetros cuadrados son de tierras potencialmente agrícolas. En pocas palabras, nuestra ciudad es campo, y esto es privilegio mientras lo con-servemos. El territorio del Distrito Federal es mayoritariamente rural.

El problema es que este suelo agrí-cola o potencialmente agrícola no se aprovecha adecuadamente. Y preservarlo ante la amenaza de la urbanización anárquica y de las invasiones ilegales, sería im-posible si el territorio enorme está despoblado. Si el entorno rural no es ocupado por comunidades campesinas dispuestas a preservar-lo y aprovecharlo no podrá haber fuerza pública u organización que pueda defenderlo. Sólo la agricul-tura sostenible y otros aprovecha-mientos amables con el medio ambiente pueden frenar el creci-miento depredador y suicida de la mancha urbana. Aunque muchos campesinos deploran que sus hijos –con estudios logrados gracias al esfuerzo en el campo- ya no quie-ren cultivar la tierra, también hay experiencias de jóvenes que alcan-zan altos niveles de estudio y que sin embargo sienten amor y apego al campo.

Los tres grupos indígenas que viven en esa colonia

tienen una suerte de asamblea donde se

reconocen los pesos específicos de cada uno

y resuelven asuntos que competen a la comunidad. Es decir, sin perjuicio de la ley,

estos migrantes indígenas tienen experiencias

de reconstitución de pueblos en plena ciudad.

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INSURGENCIAS CAMPESINAS Y ANARQUISMO: RICARDO FLORES MAGÓN, EMILIANO ZAPATA, NESTOR MAKNOLos campesinos son naturalmente anarquistas, decía Bakunin. Y efectivamente en muchas de las grandes rebeliones agrarias del XX estuvo presente el pensamiento ácrata. De algunas de ellas se habló en el panel Anarquismo y Campesinado de las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria. La cita que encabeza esta nota es tomada de la ponencia “Sobre ilusos y utopistas”, presentada por Carlos Albertani, académico de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). Y resulta muy oportuna en momentos en que en México se señala a los anarquistas como violentos y se les confunde con encapuchados anónimos.

Ilusos, utopistas, nos gritan. (…) Y sin em-bargo, lo que se llama civilización, ¿qué

es sino el resultado de los esfuerzos de los utopistas y de los ilusos? Los soñadores,

los poetas, los ilusos, los utopistas tan despreciados de las personas “serias”, tan perseguidos por el “paternalismo” de los

gobiernos, ahorcados aquí, fusilados allá, quemados, atormentados, aprisionados, descuartizados en todas las épocas y en

todos los países, han sido no obstante los propulsores de todo movimiento de

avance, los videntes que han señalado a las masas ciegas los derroteros luminosos

que conducen a cimas gloriosas.

Ricardo Flores Magón

Carlos Albertani convivió en este panel con Rubén Trejo, de la UACM, y con Lorena Paz Paredes, investigadora del Instituto Maya. Trejo delineó elementos de una in-vestigación que está realizando ac-tualmente sobre la relación entre el magonismo y el zapatismo durante la Revolución Mexicana, y Lorena Paz habló de un movimiento insu-rreccional encabezado por el guerri-llero anarquista Néstor Makhno, en Ucrania, que se mantuvo en acción de 1918 a 1921 bajo el fuego de ejér-citos invasores y contrarrevolucio-narios y de fuerzas militares soviéti-cas, tema que es central en el libro recién editado Tierra y libertad. Po-pulismo y marxismo en las revueltas campesinas rusas de los siglos XIX y XX, de la propia Lorena Paz.

A continuación, algunos extractos de las palabras de Albertani:

Enterrado muchas veces, calumniado y denigrado siempre, el anarquismo vuelve a surgir una y otra

vez, particularmente en tiempos de crisis. Su trayectoria larga, acci-dentada y no exenta de contradic-ciones, muestra la veracidad de las palabras de Ricardo Flores Magón: el ejemplo de nuestros utopistas generosos, su obstinada voluntad de cambiar las cosas aquí y ahora, nos anima a luchar y a encarar esta época de empobrecimiento cre-ciente y represión criminal. Con-trario a lo que muchos creen, ser anarquista, no implica ser violento o extremista, ni creer ingenuamen-te en la posibilidad de implantar la sociedad perfecta. Implica, más bien, una actitud, una manera de estar en el mundo, pero sobre todo formas de lucha diversas que no pueden enclaustrarse en ninguna doctrina cerrada.

De formación juarista, Ricardo Flores Magón y sus compañeros llegaron muy pronto al anarquis-mo, del cual elaboraron una in-terpretación original que combi-

naba la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz con la resistencia indígena, el liberalismo anti-impe-rialista y el comunismo libertario de matriz kropotkiniana.

El Partido Liberal Mexicano (PLM), la organización de Ri-cardo, reclutaba a sus militantes por tres medios: el periódico, la creación de clubes y sociedades culturales y el contacto directo. No era un partido en el sentido tradicional, sino una red en donde cada grupo gozaba de autonomía a partir de un credo común cuyo eje central era la insurrección ar-mada contra la dictadura. Gracias al periódico Regeneración –que apareció de manera intermitente entre 1900 y 1918-, la palabra re-volucionaria se difundió en Méxi-co vía cuentos, poemas y obras de teatro que inauguran el filón de la literatura de agitación.

Cientos de clubes liberales im-plantados en todo el país fomenta-ron huelgas (como las de Cananea y Río Blanco) y organizaron rebe-liones que contribuyeron a la caí-da del viejo régimen empujando la lucha social más allá de un mero cambio de gobierno.

Cuando el 20 de noviembre de 1910, inició el movimiento arma-do, Regeneración había alcanzado un tiraje de 30 mil ejemplares que circulaban clandestinamente por todo México. Integrantes del PLM llevaron a cabo acciones armadas en todos los estados del norte, así como en Oaxaca, Yucatán, Jalisco, Tlaxcala, Veracruz y Tabasco. Em-pezaba la corta pero heroica epope-ya de lo que se ha llamado “la otra revolución” para diferenciarla de la revolución meramente política que impulsaba Francisco I. Madero.

Los magonistas mantenían rela-ciones estrechas con los pueblos indios, particularmente los yaquis y tarahumaras.

El 29 de enero de 1911, guerrilleros del PLM tomaron la ciudad de Mexi-cali, Baja California, declarando, acto seguido, que era su intención construir una república socialista en donde los hombres y las mujeres gozarían del producto de su trabajo.

En abril de 1911, el PLM llamó a luchar contra “el capital, la auto-ridad y el clero”, bajo la consigna “Tierra y libertad” que les llegaba de los anarquistas españoles. El 25 del mismo mes, los maderistas firmaron con los representantes del gobierno federal los Tratados de Ciudad Juárez que estipulaban

la renuncia del dictador y el cese de las hostilidades. Los liberales que ya habían roto con Madero, lo tacharon de traidor. El 26 junio, las tropas federales aplastaron a los insurgentes bajacalifornianos contando con la complacencia de Madero. El día 14, Ricardo, Enri-que, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa habían sido detenidos en Los Ángeles bajo la acusación de violar las leyes de neutralidad de los Estados Unidos. El 23 de septiembre los cuatro refrenda-ban su postura anarco-comunista desde la cárcel: “a escoger, pues: o un nuevo gobernante, esto es, un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda imposición religiosa, política o de cualquier otro orden”. Pasarían los siguientes tres años tras las rejas.

Muy golpeado y disminuido, el PLM, nunca se disolvió. El últi-mo número de Regeneración, el 262 de la cuarta serie, salió el 16 de marzo de 1918. Contenía dos textos memorables: un saludo a la revolución rusa que refrendaba la vocación internacionalista de sus autores y un manifiesto dirigido a los anarquistas de todo el mun-do y a los trabajadores en general que llamaba a “la insurrección de todos los pueblos contra las condi-ciones existentes” y concluía con palabras proféticas: “para lograr que la rebeldía inconsciente no forje con sus propios brazos la ca-dena nueva que de nuevo ha de es-clavizar al pueblo, es preciso que nosotros, todos los que no creemos en gobierno, todos los que esta-mos convencidos de que gobier-no, cualquiera que sea su forma y quienquiera que se encuentre al frente de él, es tiranía, porque no

es una institución creada para pro-teger al débil, sino para amparar al fuerte, nos coloquemos a la altura de las circunstancias y sin temor propaguemos nuestro santo ideal anarquista, el único humano, el único justo, el único verdadero”.

He aquí un extracto de la po-nencia de Rubén Trejo, donde en-lazó magonismo con zapatismo.

Regeneración, el periódico de combate del Partido Liberal Mexi-cano (PLM), publicó en enero de 1911 la primera noticia de la insu-rrección campesina en Morelos.

No ha habido periódico que dé cuenta del levantamiento que hace varias semanas ocurrió en Cuautla de Morelos. Sin embargo, en correspondencia que hemos recibido de fuente fidedigna, se nos comunica que los rebeldes de Cuautla siguen sobre las armas, operando con buen éxito en aque-lla región.

De esta forma, Regeneración tuvo la primicia de la irrupción campe-sina suriana en el escenario de la Revolución Mexicana. Es proba-ble, por la fecha señalada, que el periódico ácrata hubiese recibido información de que a finales de 1910 los habitantes de Anenecuil-co, Villa de Ayala y Moyotepec estaban repartiéndose las tierras que reclamaban como suyas. El campesino que encabezaba esta obra justiciera era Emiliano Za-pata, calpuleque de Anenecuilco. El despojo de tierras por parte de las haciendas había condenado a sus antiguos propietarios a la más angustiosa miseria. La situación se había vuelto insoportable y los

campesinos decidieron tomar me-didas extraordinarias y llevaron a cabo dos repartos de tierras en ese convulso año de 1910.

De la ponencia de Lorena Paz, tomamos esto:

El ejército popular de Makhno lle-gó a ser tan irregular y a la vez tan eficaz como el de Emiliano Zapata, que casi por los mismos años opera-ba en Morelos al sur de México: el Ejército Libertador del Sur, donde muchos de los guerrilleros después de los combates cambiaban armas por azadón y amanecían pacíficos campesinos en sus pueblos. Pero a diferencia de los morelenses, los aldeanos ucranianos alzados en ar-mas, no tuvieron descanso, y quie-nes se enrolaban en la guerrilla difícilmente volvían a sus campos, pues estuvieron constantemente bajo fuego: a veces combatiendo en las fronteras a las tropas “blancas” del movimiento dirigido por oficia-les zaristas y a fuerzas extranjeras de ocupación, otras veces luchando contra los “rojos” que los presiona-ban en la retaguardia. En el levan-tamiento comandado por Néstor Makhno, sólo se dejaba el ejército muerto, preso o derrotado, a esos guerrilleros la vida no les dio para más. Y es que cuando este ejército campesino ganó la guerra contra los invasores y los Blancos, de in-mediato fue aplastado por el Ejér-cito Rojo que había sido su aliado. Y Maknho tuvo que huir del país, mal herido.

En un volante de los insurrectos di-rigido a la población trabajadora de la ciudad de Alejandrovsk, se lee:

“Hasta ahora se les ha dicho que los makhnovistas son bandidos, bando-leros y pogromistas [saqueadores antisemitas]. Sepan que es la más artera calumnia. Los miembros de nuestro ejército insurreccional son honestos campesinos y obreros revolucionarios [...] La población pacífica de la ciudad [...] tiene que sentirse en seguridad, puede seguir tranquilamente su trabajo sin con-siderarnos como sus enemigos.

“El ejército insurreccional revolu-cionario tiene como meta ayudar a los campesinos y los obreros en su larga y penosa lucha por la eman-cipación…de todas las formas de yugo del capital y del poder polí-tico [...] Por eso, nuestro ejército aparece como el amigo y el defen-sor de los obreros, los campesinos y los pobres en general. El ejército no sólo cuenta con la simpatía y la confianza de éstos, sino con su co-laboración y su participación”.

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LAS MUJERES DE HOY Y LA LUCHA POR LA TIERRAEn las Jornadas en Defensa de la Tierra, el Agua, la Vida y la Memoria participó Blanca Mendoza, miembro de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA).

“Yo quiero hablar de la lucha por el derecho de la mujer a la tierra y de la represión que sufrimos al defender el terri-

torio, el agua y los bosques –dijo Blanca- y con esto me refiero a luga-res que nos proporcionan identidad historia, dignidad y memoria”, dijo.

La ponente refirió que es originaria del municipio de Tecuanapa, Gue-rrero, a donde pertenecen ocho de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. “Yo he venido acompa-ñando a los familiares y trabajo con las madres, indígenas, campesinas, mujeres solas; estamos trabajando la conquista, el reacomodo, el co-raje, el dolor y la tristeza”.

Habló de su experiencia en Te-cuanapa. Dijo que la gente de este municipio se abastece de agua del manantial Las Cazuelas, pero hay una presión creciente por el recur-so, pues indígenas de la Montaña Alta, asolados por el narco y los caciques, migran a vivir a los po-blados de los municipios de Ayutla de los Libres y de Tecuanapa. En-tonces, por inducción de partidos políticos, cuyos candidatos ofrecen agua en sus campañas, y de los go-biernos locales, los poblados se han enfrentado entre sí por el agua. En ese marco –y con antecedentes desde el gobierno de Rubén Figue-roa padre-, ha habido secuestros y represión. “Figueroa hijo nos puso en estado de sitio, con un soldado en cada esquina de las calles de Te-cuanapa (…) Yo estuve secuestrada por los cinco pueblos que nos dis-putaban el agua”.

“Mi sorpresa fue que las mujeres nos organizamos; anduvimos en un recorrido por los pueblos que también defendían su territorio y su agua, nos asesoramos con abo-gados, que nos ayudaron a armar la estrategia y los acuerdos. La situa-ción no se resuelve aún pero deja-mos de enfrentarnos entre pueblos, demostramos al gobierno que entre nosotros podemos avanzar organi-zados. Hemos llegado al acuerdo de que el agua es para todos, siem-pre y cuando alcance. Con estudios hechos por la UNAM, la UACh y otros, estamos demostrando los lí-mites de la disponibilidad del agua, para que ya el PRD, el PRI o el Verde Ecologista dejen de ofrecer nuestra agua a pueblos lejanos, y que dejen de enfrentarnos y divi-dirnos, pues somos hermanos.

“Hoy el agua se tandea, se le da en las noches a Tecuanapa de la parte alta, en la tarde y noche a Tecuana-pa de la parte baja y en la madruga-da a los cinco pueblos que tenemos alrededor. Esa es la decisión que tomamos en asamblea popular”.

Blanca considera que hay un des-precio de los gobiernos hacia los pueblos más pobres. “En Tecuana-

pa, en Marquelia, en la Montaña Alta, todavía las mujeres se mueren de enfermedades de transmisión se-xual que traen los maridos del otro lado, de Estados Unidos; allá va un médico cada seis meses, y cuando les detectan cáncer de mama o Sida, no le dan seguimiento. Cuan-do les detectan el virus del papilo-ma humano, anemia o falta de áci-do fólico, igual, no hay tratamiento ni medicamento. Así están las mu-jeres de esa zona. La secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, llevó una unidad médica móvil, pero sólo con el chofer, no hay mé-dico ni enfermera ni nada. Aquí vemos el desprecio y el abandono de las compañeras de la Montaña”.

Blanca Mendoza relató otra de sus experiencias de participación y lucha, en San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo, aledaño a Pachuca, en la comunidad de Pino Suárez, rela-tivo al proyecto Relleno Sanitario Metropolitano (RSM) del gobierno, que afecta un predio de 15 hectá-reas. La amenaza de este relleno, dijo es acabar la flora y fauna y se contaminar el único arroyo que se tiene para agua de la comunidad y de otros pueblos aledaños.

“Esta lucha la realizamos en 2011; organizamos a la población, pero nos costó mucho trabajo. La gente cree que cuando el gobierno dice ‘allí se va a construir esto’, en efecto ocurrirá y ya no le piensa más. Y no quiere defender, y es que defender cuesta mucho, cuesta la vida. Con-vocamos a un primer foro, tuvimos seis asistentes; decidimos insistir con otro foro, a donde llevamos expertos de la UNAM, de Chapingo. Hici-mos una verbena popular y pedimos a la gente que presentara la gastro-nomía local para que entendieran que se iba a perder todo eso a causa del RSM. El gobierno dijo ‘pueden seguir hablando y diciendo lo que quieran. A nosotros la CNPA nos vale madres’. Cambiamos entonces de estrategia, anduvimos dos o tres compañeros casa por casa explican-do las consecuencias del relleno. En el tercer foro tuvimos 20 habitantes que nos acompañaron, hicimos una consulta popular, llegaron paramili-tares y nos quitaron el espacio donde nos habíamos instalado. Nos subie-ron a una camioneta y nos amena-zaron: ’le bajas a tus huevos o te vas a la chingada’; rápido corrí con mis compañeros de la CNPA. Sí sentí miedo, más que en Guerrero, pues el PRI de Hidalgo es muy violento, entonces era el PRI de (Miguel Án-gel) Osorio Chong, de (Jesús) Muri-llo Karam, de los que están ahorita burlándose de los familiares de los desaparecidos de Ayotzinapa.

“Entonces nos fuimos a la UNAM, tocamos muchas puertas, para que la UNAM nos recibiera. Les plantea-mos la preocupación por el proyecto. Hicieron estudios, nos asesoraron en

conflictos de tierra y tomamos algu-nos talleres. Y fue cuando se suma-ron más y más mujeres en contra del relleno sanitario. Cuando tuvimos los conocimientos para defender la tierra, llamamos al gobierno a una mesa de trabajo, y ellos dijeron ‘sí, vamos con nuestra constructora, con nuestros expertos, nuestros ar-quitectos, con toda la tecnología’.

“Cuando llegamos a las mesas de trabajo, éramos puras mujeres del pueblo, también iban expertos de la UNAM, en mecánica del suelo y en resolución de conflictos; fueron tam-bién del Instituto de Ecología de la UNAM. Los representantes del go-bierno de Hidalgo explicaron que en su proyecto todo iba a ser sustenta-ble, que aquí íbamos a transportar la basura, nos lo pintaron maravilloso y dijeron que la constructora ya estaba pagada, que había recibido muchísi-mo dinero y que no suspendería su labor y debía terminar el relleno, se usara o no. La constructora es de Murillo Karam (está a nombre de sus sobrinos, y se llama HIVACO).

“Nosotras dijimos ‘pues que acabe la constructora pero el relleno no va a funcionar y háganle como quieran’. A los 20 días me avisaron que la constructora había reanudado su ac-tividad. Entonces decidimos llevar a toda la comunidad. La sorpresa es que ya la gente estaba politizada. Nos juntamos unos tres mil compa-ñeros y sacamos la maquinaria. La llevamos a la casa ejidal. Nos rodea-ron de granaderos, de policía federal, nos espantamos. No hubo enfrenta-miento. El secretario de gobierno del estado pidió diálogo. Mientras tanto en la UNAM estaban elaborando el informe para ver las consecuencias del relleno. Hicimos guardias para evitar que se llevaran la maquinaria y lo importante es que la población había comprendido que había que estar al pendiente y al pie del cañón. Estuvimos allí ocho meses y apenas en enero de 2014 la UNAM dio su veredicto, que dice que no es acepta-ble instalar el relleno”.

Cabe señalar que, según reportes de la prensa, el Instituto de Ecolo-gía de la UNAM determinó en un dictamen “la inviabilidad del RSM (…) En el dictamen se indica que el proyecto promovido por el gobierno del estado por medio de su Secreta-ría del Medio Ambiente no cumple con las disposiciones de la NOM-083-SEMARNAT-2003 que prohí-be la construcción de sitios de cap-tación de residuos sólidos urbanos y desechos de manejo especial en planicies aluviales, zonas fluviales y de recarga de acuíferos, como es el caso del predio antes mencionado. Insistir en el proyecto implicaría poner en riesgo de contaminación los mantos freáticos que abastecen

de agua a 19 municipios del Valle del Mezquital y de la región del Valle de Tizayuca, entre ellos Acto-pan, Santiago de Anaya, San Salva-dor, El Arenal y Alfajayucan” (La Jornada, 12 de junio de 2014).

Blanca Mendoza afirmó: “Lo que comprendimos y la experiencia que tenemos es que no tenemos de parar, que debemos informar-nos, estar siempre preparados para estas luchas (…) Nos tenemos que informar, capacitar, que sepamos decir por qué defendemos nues-tra causa. Debemos inmiscuirnos para defender nuestros derechos y los de los otros de este México triste y dolido”.

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SI VAN POR TODO, LO DEFENDEREMOS TODAS Y TODOSMayra I. Terrones Medina

En los dos años recientes, los tiem-pos del despojo se han acelera-do, pareciera que los de arriba están en un maratón donde el

premio se lo llevará el más oportunis-ta, sanguinario y represor. El 16 y 17 de agosto pasado se celebró un encuentro en San Salvador Atenco, Estado de México, que buscó poner en la mesa ideas y traba-jo conjunto para la defensa de la tierra, el agua y la vida.

Con la preocupación de diversas organiza-ciones, comunidades, colectivos e indivi-duos, iniciamos un debate sobre ¿qué ha-cer? El panorama no era bueno, sobre todo para las comunidades indígenas y campe-sinas que han resistido los embates de los despojos neoliberales.

La compra de voluntades, la intervención de intereses particulares de todos los parti-dos políticos en territorios comunitarios, el uso a modo de las leyes y la aprobación de reformas que abren la puerta a una alianza tripartita (gobierno, empresas nacionales-trasnacionales y narco) para seguir des-pojando y explotando irracionalmente los recursos de nuestra patria conformaban el escenario del encuentro.

Llegamos allí con la noticia del derrame de 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico provenientes de la presa Jales de la mina de cobre Buenavista, en el municipio de Ca-nanea, Sonora, con la contaminación de los ríos Bacauchi y Sonora. El 7 de agosto la vida de los pobladores de seis municipios se puso en riesgo por una empresa que ha sido señalada incontables veces por ser be-neficiaria de los gobiernos sin restricción alguna: Grupo México.

El 10 de agosto la periodista San Juana Mar-tínez en una conferencia de prensa destapó las estadísticas del México violento: 150 mil víctimas en ocho años producto del narcotráfico, de desaparición y extorsión; en el periodo de Calderón, dijo, cuando se emprendió la �guerra contra el narco� se registraron 300 mil desaparecidos y 80 mil migrantes. Y entre el gobierno de Calderón y lo que va de Peña Nieto suman un millón 500 mil los desplazados y más de 30 mil huérfanos por actos violentos.

El comité Cerezo presentó el informe “La defensa de los derechos humanos en Mé-xico: una lucha contra la impunidad� que documentó, entre junio de 2013 y mayo de 2014, 200 detenciones arbitrarias en el Dis-trito Federal. El Imparcial hablaba de 57 mil 899 muertos en los primero 20 meses de gestión de Peña Nieto, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

El 19 de agosto el Nevado de Toluca cam-bió de estatus legal; de parque nacional a área de protección de flora y fauna, que-dando autorizadas distintas actividades productivas antes prohibidas en esta zona forestal, como la tala, la ganadería y la agricultura. El Instituto de Ecología de la UNAM declaró que las autoridades federa-les emplearon información incorrecta para justificar el cambio de estatus legal. La pri-vatización se justificó y la explotación está a la vuelta de la esquina.

Sí, el despojo de la vida, el agua y la tierra, como lo dijimos en la declaratoria del encuen-tro, se volvió una realidad cotidiana. Para el 20 de agosto las comunidades wixáricas de San Sebastián de Teopanahuaxtlán y Tuxpan de Bolaños marcharon hacia Guadalajara para exigir que se les restituyeran 10 mil 300 hectá-reas de la comunidad de Yexca, en Nayarit, que les habían sido despojadas por ganaderos naya-ritas a pesar de existir una resolución a su favor.

El 22 de agosto un grupo de decenas de priistas y un grupo de jóvenes que portaba playeras con la leyenda “Paz y progreso” obs-taculizaron el paso de una manifestación del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra-Atenco para demandar la nulidad de la asam-blea ejidal apócrifa del 1 de junio y la sus-pensión del acta resultante de ésta, dadas las inconsistencias legales. Este grupo arremetió contra la manifestación que tenía por obje-to llegar al Tribunal Agrario y acompañar la audiencia. El 24 de agosto un grupo de mili-tantes priistas arremetieron contra miembros del Consejo Indígena en Defensa del Terri-torio, en Zacualpan, Colima, para apoderar-se de la caseta de cobro del balneario de la comunidad; Paola Alonso Máximo resultó herida en la cabeza. En febrero de este año la mayoría de los comuneros destituyó al priista Guzmán Teodoro, acusándolo de no atender la postura de la comunidad contra la explo-tación de una mina de oro en su territorio.

En el encuentro en Atenco reflexionábamos que los gobiernos son cómplices y serviles: a cambio de unas migajas, nos entregan a la vo-racidad de los dueños del dinero, quienes bus-can convertir en mercancía todo lo que somos y el mundo al que pertenecemos. El proyecto turístico comercial Parque Intermunicipal Cholula es uno más de los ansiados negocios de Rafael Moreno Valle; el 26 de agosto los pequeños propietarios de las dos Cholulas despertaron a las cinco de la mañana con sus predios invadidos por granaderos y autorida-des municipales que plantaban estandartes de expropiación en sus milpas; los pobladores salieron a defender sus predios y quitaron las mallas y los funcionarios huyeron. El 6 de oc-tubre se programó la toma simbólica y pacífi-ca de San Andrés Cholula y al día siguiente fueron desalojados los manifestantes y deteni-dos cuatro pobladores con lujo de violencia.

El 28 de agosto la organización Alianza Única del Valle denunció que 150 antor-

chistas de filiación priista, acompañados del síndico municipal de la comunidad de Nicolás Romero, Estado de México, provo-caron una confrontación con los pobladores que están en la defensa del bosque, la tierra y el agua y alertando sobre estas prácticas.

Decíamos en el encuentro que los megapro-yectos se imponen sin el consentimiento de las comunidades por la vía de una legalidad a modo o de grupos pagados que regular-mente están afiliados a un partido político.

El despojo también se manifiesta cuando nos quieren arrebatar la libertad de expre-sar nuestra inconformidad. El 11 de septiem-bre, un grupo de personas vestidas de civil se llevó a Mario Luna, vocero de la tribu yaqui, en la comunidad de Vicam; tres horas des-pués se informó que estaba detenido en el penal de Hermosillo. La razón era una orden de aprehensión de junio del 2013, cuando Francisco Romo denunció al vocero yaqui, y a otros tres compañeros de secuestrarlo du-rante dos días y haberle robado su coche. El 23 de septiembre fue también detenido Fer-nando Gutiérrez en Vicam La tribu yaqui ha emprendido una campaña de protesta contra la construcción y operación del acueducto Independencia que extrae agua de su río.

Como lo dijimos en el encuentro de Atenco, se criminaliza a las comunidades que de-fienden su territorio. No se castiga a quien roba, destruye y mata, sino a quien desde la resistencia busca detener esta barbarie. La dupla criminal integrada por los dueños del dinero y gobernantes es premiada con ma-yores facilidades para continuar lucrando.

El 27 de septiembre despertamos con una noticia que llevó nuestra indignación a lí-mites inimaginables: seis muertos y 43 des-aparecidos como saldo del ataque de la po-licía municipal a estudiantes de la Normal Isidro Burgos, en Ayotzinapa, Guerrero. La sociedad mexicana activa y no salió a las calles, internacionalmente voltearon a ver nuestra patria, repudiando no sólo los acon-tecimientos de Ayotzinapa, sino la violencia generalizada que hemos soportado por tan-tos años. Nuestras agendas de lucha se tripli-caron con seis jornadas nacionales de lucha que llegaron al 6 de diciembre junto con las Jornadas en Defensa de la Tierra el Agua, la Vida y la Memoria. Nunca imaginamos lle-gar a este día con más dolor y rabia del que

de por sí la lucha carga ante las injusticias y el cinismo de este mal gobierno.

El anuncio de más de 50 fosas clandestinas que se encontraron en Guerrero no fue sufi-ciente para encontrar una respuesta a lo su-cedido; el grupo de poder que ostenta la silla presidencial no ha podido responder ante tal agravio porque lo perpetró él mismo. La de-fensa de la vida se ha vuelto no sólo una aspira-ción sino una posición política. ¡Vivos se los lle-varon, vivos los queremos!, ha sido la consigna que ha mostrado la posición de todas y todos, como pueblo no podemos dar un paso atrás.

Para los despojadores no es suficiente tanto dolor infringido al pueblo mexicano y el 3 de noviembre cientos de granaderos ingresaron en pueblo otomí Xochicuautla, en el Estado de México, para defender a la empresa que está construyendo ilegalmente la autopista Aeropuerto de Toluca-Naucalpan. El 15 de ese mes se denunciaron amenazas de muer-te contra Martín Solís Bustamante, líder de El Barzón, por defender el derecho al agua y el medio ambiente sano, Solís encabeza la lucha de diversas comunidades del noreste del estado de Chihuahua para oponerse a la sobre explotación ilegal del agua, y contra la minera canadiense Mag Silver, en el ejido de Benito Juárez, municipio de Buenaven-tura. El día 16, campesinos de bienes comu-nales de la comunidad de Cacahuatepec, opositores a presa La Parota, una lucha que lleva más de diez años; fueron atacados por hombres armados en un acto planeado, que provocó el asesinato de cinco personas. El 23 de noviembre dos miembros del colectivo Ustedes Somos Nosotros fueron asesinados frente a la casa de uno de ellos con un dispa-ro a quemarropa; este colectivo proporciona asistencia humanitaria a migrantes.

La violencia ha ido creciendo en nuestro país desde hace varias décadas pero en los tiempos del neoliberalismo hemos visto su intensifica-ción sistemática, hasta el punto de normali-zar la compra de voluntades, la violación a los derechos humanos y la corrupción.

Todos los despojos que dialogamos en el en-cuentro nos superaron por mucho en estos meses; la realidad nos puso en la cara con más intensidad la necesidad de la defensa permanente de nuestros territorios pero no es suficiente con resistir tenemos que cons-truir alternativas.

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“LA TIERRA NO SE NEGOCIA, Y LAS LUCHAS SON DE TODOS”: IGNACIO DEL VALLEDurante su participación en el panel La Propiedad de la Tierra Hoy, Ignacio del Valle, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra con una historia de luchad en defensa de la tierra de Atenco de 13 años, lanzó varias arengas: ¡Za-pata vive, la lucha sigue!, ¡Libertad a presos políticos!, ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! He aquí sus palabras:

Necesitamos hacer más todos y gritar más fuerte para que por lo menos nos volteen

a ver y hacernos escuchar. Y que despertemos juntos de esta rea-lidad tan lacerante, tan infame y descarada que nos inflige quien dice representarnos. Nuestro pue-blo aún adormilado está. Hay una emergencia del pueblo en todos los sectores de nuestra sociedad, la resistencia está, pero debemos fortalecer esa conciencia, esa cla-ridad de lo que está sucediendo y de lo que podemos hacer, sa-ber qué hacer y cómo resistir sin ser sometidos. Voy a hablar de 13 años de esa resistencia en Atenco por no dejar la tierra, tierra de nuestros abuelos, de donde somos originarios, de esos pueblos que se asentaron hace cientos de años en la ribera de lo que fue el Lago de Texcoco. Los pueblos son pueblos originarios y tenemos una razón legítima de no querer quitarnos de allí. En esos 13 años tuvimos que aprender y que aclarar el sentido que tiene el defender la tierra, y en esa reflexión tuvimos que echar cuentas de nuestro pasado. A las nuevas generaciones les tenemos que recordar nuestros orígenes, de-cirles que nos sentimos plenamen-te orgullosos de esta tierra donde vivimos y de principios importan-tes que allí adquirimos, como son el respeto, la solidaridad, la hos-pitalidad. A nuestros abuelos los escuchábamos hablar de voluntad, de hospitalidad, de compartir, de que lo que se dé debe darse con alegría y amor, y agradecer lo que se reciba. Que la alegría tuya tiene que ser mi alegría y tu tristeza mi tristeza, no lo comprendíamos de niños, sólo jugábamos.

Y veíamos esos espacios y escuchá-bamos el canto de las aves, de esos lugares, de esos espejos de agua, donde había grandes manchas de patos, de garzas. Escuchábamos el canto de tantas aves; recuerdo esos atardeceres con el canto de las aves y recuerdo muy especí-ficamente un pájaro que subía y cuando tocaba o alcanzaba la luz, se dejaba caer en vertical, y como que se carcajeaba y otra vez, y cada vez volaba más alto. Eso era un espectáculo para nosotros. Hoy hemos perdido muchas especies en nuestro territorio. Recuerdo a unos pájaros a los que llamába-mos los petirrojos, los charroteos, las monjas… ahora ya no existen. Y con ese proyecto que nos cae como agua helada el 22 de octu-bre de 2001, en donde nos dicen por medio de un Decreto presi-dencial que ya no somos dueños de la tierra, nos tuvimos que jun-

tar. Nuestros abuelos nos habían dicho que nos teníamos que juntar para decidir, para discutir qué tan bueno era ese proyecto o no, y nos daba miedo, la incertidumbre da miedo. La gente decía “ya lo dijo el gobierno, y ya diciéndolo el go-bierno pues nada se puede hacer”.

Entonces nuestros abuelos, los más grandes, decían, esas tierras en 1929 se repartieron y mencio-naron a nuestros abuelos a los que les repartieron esa tierra y nos ha-blaban de Zapata y de Villa, y de la Revolución. La mayor parte de los abuelos en el territorio fueron peones de la hacienda grande y nos platicaron también del mal-trato que les daban. Eso nos hizo reflexionar y darle un sentido a por qué teníamos que hacer algo para defender la tierra. El cómo, bueno, pues allí surgieron las opiniones en esa primera etapa. Estábamos en la plaza y tomé el micrófono. Antes había platicado con mi padre y me había dicho: “va a ser muy difícil. Es un decreto y los decretos no se tiran porque nos rebelemos”. Pero no me dijo no luches. Les comento esto por-que me imagino que ese sentir lo ha tenido mucha gente ante esos proyectos que hablan de moderni-dad y progreso. Cuando yo tomé el micrófono, nunca pensé que mi padre estaba a mi lado. Empecé a hablar. Le dije a la gente “algo te-nemos que hacer, hay dos formas, la vía legal y la otra es rebelarnos”. ¿Cómo? No dejar la tierra. Ya nos imaginábamos que iban a llegar las máquinas y que iban a traba-jar y a tirar la milpa. Les dije “nos vamos a poner enfrente de las má-quinas y las vamos a quitar”. Y de reojo vi una imagen, y era la ima-gen de mi padre. Y pensé si está

es que está de acuerdo y entonces pregunté gritando “¿La vamos a defender?”. “¡Pues claro que sí!”, contestaron todos.

Había mucho ánimo, de todos, no hubo nadie que dijera no estoy de acuerdo. Fue un tiempo muy hermoso, donde predominaba el sentimiento era la unidad, la unión, el aquí estoy, el dame tu mano, en medio de esa incerti-dumbre, ese miedo.

Dar la mano provoca un senti-miento de esperanza, de no esta-mos solos, de no estoy loco. Te-nemos que decidir juntos y claro que el miedo existe y va a estar presente, pero el miedo lo tene-mos que utilizar para enfrentar lo que viene. Por allí algunos dijeron: “es que se tiene que ver al gober-nador, se tiene que ver al presiden-te, se tiene que ver al diputado…”. Claro que todo eso lo buscamos. Y lo hicimos en comisiones, y sien-do muchos le daba fuerza. Que vaya fulanito, que sabe escribir a máquina, que vaya tal porque está estudiando en la universidad. Y surgieron las diferentes propues-tas, pero todas tenían un solo sen-tido, defender la tierra. Y que no falle nadie, tenemos que ir todos, en esas primeras marchas vimos la integración de hombres y mujeres.

Ese 22 de octubre de 2001 tuvi-mos que decidir, y surgieron las formas, y alguien sacó un mache-te, y todos tenemos un machete en nuestras casas. Es un símbolo, no es para agredir, ese símbolo es para advertirle al sistema que es-tamos dispuestos a todo. Que es un símbolo de trabajo y dignidad, pero también es para defendernos. ¿Y lo vamos a usar? No, vamos a

seguir trabajando. Así marchamos juntos y nos hicimos uno solo y algo que descubrimos fue la soli-daridad, porque llegaron nuestros compas con líderes de partidos, de organizaciones, llegaron estudian-tes, cecehacheros, nuestros estu-diantes, jóvenes, esa fuerza, y allí estuvieron. Y les decíamos “si vie-nes como pueblo, bienvenido seas, pero si vienes como organización o como partido y quieren hacer proselitismo, escucharemos tus propuestas y recibiremos tu ayuda, pero vamos a decidir sólo los que estamos aquí como pueblo”.

Esa fue la primera etapa, esa re-sistencia, donde llegaron muchas manos, muchos pensamientos, muchos gritos, esto tuvo que salir, de la localidad, del territorio y eso nos ayudó mucho. Los jóvenes nos llevaron la fuerza que se necesita. La lección que hemos aprendido en estos 13 años es que no es por Atenco ahora, es por las comuni-dades del sur, es por el Istmo de Oaxaca, es por los estudiantes, pues allí estuvimos cuando hubo el problema en la UACM. Si hay que ir a gritar o hacer algo por los presos, pues lo hacemos. ¿Por qué? Porque ya vivimos en carne propia lo que es resistir, entonces nuestro concepto, nuestra visión se aclara. Ya nos volvemos más de ustedes, ya el asunto que ahora vivimos, tan indignante, ya no es sólo de Ayotzinapa, ya es nuestro, lo hace-mos nuestro.

En Atenco han cambiado la for-ma de querernos despojar. Ya a mi vecino lo han puesto en mi contra, por las dádivas, por esa tentación del dinero. Hoy dicen ya no te expropio, hoy te vengo a proponer una negociación y pon-le precio a la tierra. Pero los que hemos entendido –quizá somos pocos- sabemos que la tierra, esa tierra a la que un día le pusieron un precio de 7.20 pesos, no se ven-de. Hemos entendido que la tierra no tiene precio, no se negocia. La tierra es como una madre. Hemos aprendido que somos iguales, que la palabra liderazgo la tenemos que borrar de nuestro vocabulario. La responsabilidad recae en todos. Hay un problema, cómo penetra esa tentación por lo económico, por el afán de progresar, dizque progresar, progreso ¿Para quién? Hoy nos ponen contra nuestros hermanos, nuestros vecinos, y las instituciones se han corrompido. Ahora el afán es individualizar la tenencia de la tierra, a lo que nosotros nos oponemos. Estamos viendo la parte legal, o legaloide, pues no queremos que se privati-ce la tierra, y la queremos seguir manteniendo en comunidad, por-que esa es la fuerza. Estamos en resistencia en Atenco. Hay una consigna: que la decisión y la pro-testa que hoy tenemos es la misma que tuvimos en 2001. La tierra no se negocia, y como consecuencia, la decisión está tomada: el aero-puerto, a la chingada.

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AYOTZINAPA, SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG*Plutarco Emilio García Jiménez

Los dolorosos e indignan-tes sucesos de Iguala, Guerrero, en que fueron atacados por policías y

sicarios estudiantes y deportistas y desaparecidos 43 estudiantes nor-malistas de Ayotzinapa, son sólo la punta de un enorme iceberg de la impunidad, la complicidad criminal y la corrupción donde se involucran poderes públicos. Por otra parte, la rebelión estudiantil de normalistas y politécnicos también es expresión de una profunda crisis educativa que el país viene arrastrando desde hace varias décadas, evidenciando retrocesos, no sólo en oportunida-des y oferta educativa, sino en la calidad de la educación en todos sus niveles. La política educativa de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón se supeditó a los com-promisos político-electorales con el liderazgo corrupto del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Edu-cación (SNTE) y el favoritismo a los beneficiarios del gran negocio de las instituciones educativas privadas.

Tanto las escuelas normales rura-les, como el Instituto Politécnico Nacional fueron producto del im-pulso a la educación popular (lai-ca, gratuita y obligatoria) que die-ra el gobierno del general Lázaro Cárdenas (1934-1940) en beneficio de los trabajadores urbanos y de los campesinos. Cárdenas también creó los internados de primera en-señanza para hijos de campesinos y soldados, las escuelas prácticas de agricultura y la Escuela Nacional de Agricultura (Chapingo).

Con la expropiación de los bienes de las empresas petroleras extranjeras y la reforma agraria, abrió el camino para la modernización del país. Hoy, paradójicamente, en nombre de la modernización, se están entre-

gando nuestros recursos naturales a empresas extranjeras, incluido el pe-tróleo, al tiempo que se desmantela parte de un sistema educativo que en el pasado dio renombre al país.

A principios de los años 60’s la Secretaría de Educación Pública (SEP) quitó de facto el carácter na-cional a la hoy Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM), convirtiéndola en escuela regional y reduciendo su matrícula. En 1969, de las 29 escuelas normales rurales que existían en el país, de golpe se cerraron 14 de ellas, para convertir-las en escuelas técnicas de nivel me-dio o simplemente desaparecerlas. ¿Acaso ya había suficientes maestros rurales para satisfacer la demanda educativa? No, lo que sucedió es que el gobierno veía en esas escuelas un riego para la estabilidad política, pues desde finales de la década de los 50, en la ENM, las normales ru-rales y la Escuela Normal Superior se gestaron movimientos sociales importantes en el país, como el Mo-vimiento Revolucionario del Magis-terio dirigido por el profesor Othón Salazar en la Sección IX del SNTE, el movimiento estudiantil normalis-ta contra el Plan de Once Años, el movimiento cívico en Guerrero y el movimiento del 68 que, surgido en la UNAM, contó con apoyo estraté-gico de los normalistas, los estudian-tes politécnicos y del magisterio. Por ello, esas escuelas resultaban incó-modas para los gobiernos federales y locales, eran calificadas como nidos de agitadores comunistas.

Tras los sucesos del 68, las au-toridades, alarmadas por las mo-vilizaciones estudiantiles y el surgimiento de grupos armados encabezados por maestros rura-les, no dudaron en cerrar la mitad de las normales rurales y las que

quedaron había que marginarlas, reducirles presupuesto y su matrí-cula. Ante la exclusión y la hosti-lidad oficial, a los estudiantes no les que quedaba otro recurso mas que expresar permanentemente su inconformidad, la cual sería acallada sistemáticamente con la represión, lejos de buscar el diálo-go con los estudiantes. Esta situa-ción condujo a un círculo vicioso en el que a mayor radicalidad de los estudiantes, mayor violencia de la fuerza pública, llegando al asesinato de estudiantes durante una protesta en Chilpancingo en diciembre de 2011.

El asesinato de estudiantes y de-portistas, así como la desaparición de 43 estudiantes de la normal ru-ral “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzi-napa, el 26 de septiembre pasado, es una acción represiva ejecutada conjuntamente por la policía mu-nicipal de Iguala y bandas del cri-men organizado. Pero la aparente incapacidad del Estado mexicano para localizar a los 43 estudiantes y la aparición de un gran número de fosas clandestinas con cadáve-res, cuya identidad se desconoce, plantea muchas interrogantes, pues los sucesos van más allá de la responsabilidad de la policía local y del crimen organizado, ya que han evidenciado la participación u omisión de instancias del gobierno del estado de Guerrero y probables mandos del ejército mexicano y la policía federal. La larga espera y la información manipulada, han generado desconfianza en las fa-milias afectadas y en gran parte de la opinión pública, en torno a las acciones y ofrecimientos del gobierno de Peña Nieto.

La caída del gobernador Ángel Aguirre Rivero, la captura del ex presidente municipal de Iguala y su esposa, así como el informe del Procurador General de Justicia del pasado 7 de noviembre, en el que se afirma que los 43 estudiantes fueron asesinados y calcinados, no detendrán las acciones de pro-testa ante el gobierno mexicano. Por el contrario, las protestas son cada vez más radicales y violentas. Las movilizaciones de familiares de muertos y desaparecidos, estu-diantes normalistas, universitarios y politécnicos, campesinos, tra-bajadores, intelectuales, artistas e informadores, son una clara ad-vertencia de que si las autoridades no responden con resultados con-cretos a sus reclamos de justicia y respeto a los derechos humanos, el país puede caer en una crisis po-lítica y social sin precedentes.

*Artículo publicado originalmente en la edición 17 del mes de diciembre de 2014, de la revista Newsweek en español.

Habla David Cabañas, hermano de Lucio Cabañas

LA VIOLENCIA CONTRA EL PUEBLO ES VIEJA EN GUERREROEstas fechas del centenario de la

entrada de los ejércitos de Za-pata y Villa a la Ciudad de Mé-xico coinciden con la caída en combate de Lucio Cabañas, el 2 de diciembre de 1974. Lucio fue un maestro de origen hu-milde. Pudo estudiar gracias a la educación pública gratuita; de no ser así, no hubiera sido maestro; seguramente sólo revolucionario, como yo que no fui a la escuela. Nos con-vertimos en luchadores socia-les, dada la situación. Guerre-ro es un estado riquísimo en todos los aspectos, si piedras siembras, piedras se dan. Te-nemos un litoral enorme y no son explotadas ni atendidas las riquezas que hay allí, pero sus habitantes sí son explota-dos, reprimidos, perseguidos y asesinados. La parte princi-pal de Acapulco, que es Cale-ta, la parte que está hacia el aeropuerto, donde están el malecón, el muelle y los hote-les y las playas más grandes, donde está el Paraíso Marriot y otros hoteles de cinco es-trellas, estaba compuesta por dos ejidos.

Para construir esa parte her-mosa de Acapulco, el gobier-no de Miguel Alemán Valdez robó los ejidos Icaco y Los Mangos, ¿Cómo lo hizo? Pro-metiendo a los dueños de los ejidos, que eran originarios de allí, tierras en otras partes, por ejemplo en Ometepec. A mu-chos los engañaron y los vol-vieron a engañar y se fueron a Ometepec con un papelito que decía que eran dueños de tantas hectáreas. Pero al llegar a Ometepec les dijeron “aquí ni siquiera sabemos de la existencia de ustedes”. O sea que no había nada. Cuan-do quisieron volver, no pudie-ron, porque a los ejidatarios que se negaron a salir los ha-bían matado o desparecido o los habían encarcelado. Así desaparecieron a los dueños originales de esos ejidos y así crean la belleza de Acapulco.

Digo esto para mostrar cómo han sido los gobernantes, y no sólo de Guerrero, sino de todo México.

Otro caso sobresaliente es el del 20 de agosto de 1967. Al sindicato independiente de productores de coco, los co-preros, le debían muchos mi-llones de pesos. Los copreros hicieron una marcha grande al sindicato. Y los recibieron asesinos a sueldo; mataron a una gran cantidad de copre-ros. Destacó El Sanatón, un hombre negro alto, jefe de los matones. Antes de eso, el 18 de mayo de 1967 la policía in-tentó asesinar a Lucio y mató a cinco compañeros, entre ellos María Isabel Gómez, que

tenía siete meses de embara-zo y dos niños en el vientre.

Tuvimos un gobernante llama-do Raúl Caballero Aburto (1957-61), asesino como la mayoría de los gobernantes que hemos tenido en Guerre-ro. Ese bañó de sangre la tie-rra guerrerense. A cientos de campesinos se les asesinó en diferentes partes del estado. La policía montada, que era la del estado, se encargaba a destajo de asesinar gente en toda la Costa Grande de Gue-rrero, desde Acapulco hasta Zihuatanejo, mataban a suel-do. Así asesinaron a mi pa-dre, a mi tío, a los hermanos Tapia, a los Arrieta, y otros más a la entrada de Atoyac.

¿Quién era Lucio Cabañas? Car-los Cabañas Macedo, general zapatista y abuelo de Lucio, junto con Amadeo Vidales y Valdomero Vidales, que también eran zapatistas, con Emiliano Zapata como su lí-der, se levantaron en armas en 1927 y dieron una lucha porque la Revolución mexi-cana no se había dado en Guerrero. Había y hay una gran inconformidad y se dio un levantamiento muy gran-de. Esto se mantuvo vigente hasta 1967-1970, y en ese marco surgió Lucio como lí-der; fue un hombre que tuvo la idea de una organización guerrillera, llamada Partido de los Pobres, y una brigada campesina armada de auspi-ciamiento. Para combatirnos, en 1974, el Estado mexicano nos envió a 25 mil soldados y causó la desaparición de por lo menos 150 parientes nues-tros; fueron torturados y se-guramente asesinados, pues no han aparecido. Actual-mente tenemos a dos familia-res entre los estudiantes des-aparecidos de Ayotzinapa.

La historia nos demuestra que por las malas no podemos tomar el poder. No lo pudi-mos hacer. La historia nos ha hecho como resultado y por eso venimos planteando hoy una lucha pacífica, en busca de justicia. O sea que hay que ponernos de pie uni-dos y con ningún partido, ni con los que son de izquierda, pues muchos de ellos son la trampa para mediatizar a quienes luchan por un cam-bio. En México nunca ha ha-bido justicia, no ha habido un gobierno al que realmente le interese la justicia para las mayorías. Y por tanto debe-mos crear unidad, crear el poder popular ponernos de pie juntos y de esa manera ver cómo juntos cambiamos la situación de este país, por eso planteamos crear un nuevo Constituyente.

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20 de diciembre de 201418

El 6 de diciembre de 2014, en el Monumento a la Revolución, se realizó un gran acto conjunto con el que numerosas organizaciones civiles y sociales conme-moraron los cien años de que Villa y Zapata tomaron la capital y dieron su apoyo a los padres y compañeros de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Ahí, los convocantes, en voz de María Luisa Albores, de la Cooperativa Tosepan Titataniske, y de Doña Trini, del frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, dieron un mensaje a la ciudadanía que reproducimos en sus partes sustantivas.

MEXICANAS Y MEXICANOS:

En su lucha por regenerar a México, hace un siglo los ejércitos de Villa y Zapata tomaron con las

armas esta capital. Hoy nosotros la retomamos simbólicamente por-que la herencia de Villa y Zapata ha sido traicionada. Y la retoma-mos también porque las mexica-nas y los mexicanos nos merece-mos un México mejor.

Un México donde no se entregue a los extranjeros nuestra riqueza natural; donde no haya presiden-tes corruptos que conceden me-gaproyectos a cambio de casas en Las Lomas; donde los campesinos conserven la propiedad de la tierra y puedan alimentarnos a todos; un México donde los trabajadores ten-gan empleo seguro y salario justo; donde no se mate a las mujeres y donde éstas tengan derechos que se respeten; un México donde los pue-blos indios no sean relegados sino reconocidos como originarios; don-de todos tengamos trabajo digno, ingreso suficiente, vivienda adecua-da, educación de calidad, alimentos sanos, derecho a la salud, acceso a la justicia, tranquilidad y seguridad…

Y sobre todo un México donde no maten, no torturen, no desaparez-can a nuestros hermanos y nuestras hermanas, a nuestros hijos y nues-tras hijas; un México donde no haya crímenes como el de Iguala y donde no golpeen y encarcelen a los que protestan por esos críme-nes; un México de vida y no un México de muerte. Y, para empe-zar, un México sin Peña Nieto.

El regreso del PRI a la Presidencia de la República continúa y profun-diza la política antinacional y anti-popular de las últimas décadas. Y sobre todo profundiza el despojo.

Nos lo quieren quitar todo: los re-cursos naturales que son del pueblo, pero también el derecho al trabajo y el derecho a la tierra conquistados gracias a la Revolución. Desde hace 30 años las leyes se modifican para facilitar el despojo. Primero los cam-bios al artículo 27 constitucional, luego la Ley Minera, después la fir-ma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora la reforma energética.

Igualmente dañinas fueron las re-formas laboral, educativa y fiscal, y la ley de medios de comunicación.

La amenaza más reciente es el in-tento del PRI, PAN y PVEM de reactivar una iniciativa de ley diz-que para garantizar el “derecho a la movilidad”, que acotaría los de-rechos constitucionales de mani-festación, reunión y protesta social. Restricción que la derecha preten-de impulsar precisamente cuando se multiplican en todo el país las manifestaciones de protesta.

Pero no vamos a permitir que cer-cenen nuestros derechos ni que nos despojen. Porque con el sa-queo crece también la resistencia. Nunca en toda nuestra historia la defensa de las libertades, del terri-torio, del trabajo, del patrimonio y de la vida había convocado a tan-tas mexicanas y mexicanos.

Después de múltiples encuentros e intercambios, pensamos que son ocho los ejes estratégicos que pue-den unificar nuestra lucha:

1.- Defensa de la soberanía nacio-nal, que corresponde origina-riamente al pueblo y que los gobiernos del PRI y el PAN han cedido a Estados Unidos, a los organismos multilaterales y a las trasnacionales.

2.- Defensa de las riquezas natura-les, que son de todas y todos y debieran ser gestionadas social-mente, pero están siendo entre-gadas a las empresas privadas sobre todo trasnacionales, que las depredan.

3.-Defensa de la propiedad social de la tierra y del derecho de los pueblos a sus territorios, lo que incluye tanto a las tierras cam-pesinas como las colonias y lo-tes de las ciudades.

4.-Defensa del derecho al trabajo digno, seguro y bien remunerado, para los asalariados urbanos y para los rurales.

5.- Defensa del derecho a la salud, a la alimentación, a la vivienda, a la recreación y a una educación gratuita y de calidad para todos y todas.

6.- Defensa del derecho al desarro-llo urbano incluyente pluriétni-co, multicultural y participativo.

7.- Defensa de la producción cam-pesina pagada a precios justos, sustentable y sin transgénicos, que sea soporte de la soberanía

alimentaria y del derecho la alimentación.

8.- Defensa de la democracia efec-tiva, de las libertades políticas y de los derechos humanos piso-teados por fraudes electorales, represiones y criminalización de las resistencias.

Mexicanas, mexicanos: Vivimos tiempos de definición. El crimen de Iguala nos puso ante una en-crucijada: o estamos con los muer-tos, los desaparecidos, sus familias y sus compañeros o estamos con quienes por sus actos o sus omisio-nes son responsables del crimen; o estamos con las víctimas o estamos con los victimarios; o estamos con la vida o estamos con la muerte.

México es un país de jóvenes en el que se mata a los jóvenes. La “gue-rra del narco” iniciada por Calde-rón y continuada por Peña Nieto es un juvenicidio del que el Estado mexicano debe responder. Y el go-bierno federal es el principal res-ponsable. Pero la administración de Peña Nieto no está haciendo más que provocar y confundir. El decálogo anunciado hace una se-mana es demagógico. Demagógi-co y peligroso.

Además de iniciativas recicladas y retórica hueca, hay en el anun-cio presidencial una amenaza a la autonomía municipal y un intento de reeditar el Plan Puebla Panamá de Vicente Fox. Veamos.

Cuando los cárteles han infiltra-do todos los niveles de gobierno y no sólo las alcaldías, una reforma constitucional que permitiera in-tervenir o disolver supuestos nar-co-ayuntamientos sería un golpe al municipio libre y un regreso al centralismo autoritario y a los jefes políticos de los tiempos de Porfirio Díaz.

Por otra parte, la estigmatización de Guerrero, Oaxaca y Chiapas por ser fuente de conflictos es ofensiva y discriminatoria. Mien-tras que la pretensión de sacarlos del atraso mediante corredores industriales y megaproyecto es un mini Plan Puebla Panamá que sólo conviene a las grandes corpo-raciones interesadas en saquear los recursos del sur y el sureste.

Después de la compra de la elec-ción presidencial y de la imposi-ción de las reformas estructurales,

en 2013 vivimos tiempos de pas-mo ciudadano. En 2014 ese pas-mo terminó. El crimen de Iguala fue demasiado y el pueblo está despertando.

La consigna central es ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! Y hay que gritarla una y otra vez… Pero junto a este agravio que nos toca a todos, porque en este país todos so-mos Ayotzinapa pues todos somos víctimas, hay otros reclamos.

Y es que mientras que en Amé-rica Latina la mayor parte de los pueblos y gobiernos se va librando del neoliberalismo, los que dizque gobiernan nuestro país siguen afe-rrados a un modelo que fracasó no sólo por su costo social y ambien-tal, sino también por su incapaci-dad de dinamizar la economía.

En los dos años de Peña Nie-to la economía colapsó. Y peor que la economía está la seguri-dad. México es un tiradero de muertos con nombre y de muertos anónimos en más de 400 fosas clandestinas. En nuestro país to-dos los días son día de muertos. Y la responsabilidad es de un gobierno ilegítimo, corrupto, inepto, omiso y amenazante que si no puede con el paquete –y hasta ahora no ha podido- debe renunciar…

Llamamos a levantar cuatro exi-gencias inmediatas:

1.- Presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa y castigo a los culpables materia-les e intelectuales de los asesi-natos y la desaparición forzada.

2.-Salida de Peña Nieto de la Presidencia de la República,

como primer paso para ini-ciar el desmantelamiento del narco-Estado.

3.- Libertad a las y los presos polí-ticos y alto a la criminalización de la protesta.

4.- Derogación de los cambios an-tinacionales y antipopulares a la Constitución llamados “refor-mas estructurales”.

Los próximos días serán decisivos. Como pocas veces en nuestra his-toria, una causa unifica a práctica-mente todos los mexicanos. Y nos unifica contra el gobierno, que a sus estrategias antinacionales y antipopulares, suma corrupción, torpeza y frivolidad.

Por estos días conmemoramos cien años de la Convención de Aguascalientes y de la toma de la capital por Villa y Zapata. Pero so-bre todo conmemoramos el pacto de los dos líderes en Xochimilco. Los rancheros mestizos del norte árido y los comuneros indígenas del pródigo sur venían de rumbos distintos y pensaban diferente. Pero los intereses del pueblo pesa-ron más y sin cancelar sus diferen-cias la División del Norte y el Ejer-cito Liberador del Sur se pusieron de acuerdo.

Hoy cuando el país necesita con urgencia propuestas y acciones unitarias ¿Seremos capaces de ponernos de acuerdo? ¿Estaremos a la altura de Villa y Zapata? No-sotros pensamos que sí. Por esto estamos aquí.

¡JUSTICIA, TRABAJO, TIERRA Y LIBERTAD!

MENSAJE A LA CIUDADANÍA EN LA EMERGENCIA NACIONAL

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20 de diciembre de 201419

A CIEN AÑOS… LA EXIGENCIA DE JUSTICIA PERMANECE Enrique Pérez Suárez Coordinador de Comunicación de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC)

A mi madre.

Campesinos, indígenas obreros, maestros, es-tudiantes y ciudadanos de a pie volvieron a sa-

lir a las calles y tomaron simbóli-camente la Ciudad de México, tal como lo hicieron Villa y Zapata en su lucha por liberar a México.

Desde temprana hora, este 6 de diciembre los diversos contingen-tes se fueron congregando en el Ángel de la Independencia, para participar en la movilización con-vocada por diversas organizacio-nes campesinas, sindicales, ma-gisteriales, sociales y estudiantiles en el marco de la conmemoración de los cien años de la entrada de los ejércitos revolucionarios de Francisco Villa y Emiliano Zapata y como una jornada más de la ac-ción global por Ayotzinapa.

La movilización fue encabezada por los padres de familia de los 43 jóvenes desaparecidos de la Es-cuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” desde aquel fatídico 26 de septiembre. Poco más de dos meses han pasado desde su des-aparición y la exigencia de “vivos se los llevaron, vivos los queremos” se escuchó más fuerte que nunca.

Alrededor de las 16:30 horas, inició la gran caminata desde el Ángel de la Independencia al Monu-mento de la Revolución. Del uno al 43 contaba la gente, para termi-nar con un grito ensordecedor de “¡justicia!”. Pancartas que exigían la “presentación con vida de los 43 jóvenes”; “Fuera Peña”; “Fue el Estado” y “mientras nosotros sem-bramos alimentos y vida, el Estado siembra muerte y despojo”.

“Nos lo quieren quitar todo: los recursos naturales que son del pue-blo, pero también el derecho al trabajo y el derecho a la tierra con-quistados gracias a la Revolución. Nos arrebatan los lugares donde habitamos y donde laboramos. Nos arrebatan el patrimonio familiar y el comunitario. Nos arrebatan nuestros derechos individuales y colectivos. Nos arrebatan nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestras esperanzas”, leían a dos voces el pronunciamiento María Luisa Al-bores, de la organización Tosepan Titaniske, de Cuetzalan, Puebla, y doña Trini, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), durante el mitin ante los ojos y oí-dos de la gente concentrada en el Monumento a la Revolución.

Mientras el viento arreciaba, los contingentes continuaban su andar hacia la Plaza de la Revolución con la rabia por delante reclamando “justicia, trabajo, tierra y libertad”. El frío se apoderaba de la plaza,

pero el mensaje era contundente y claro ante la pretensión del Estado de arrebatarnos todo. El unísono de las voces de dos guerreras, di-rigentas campesinas arrebataba el ruido de la multitud para asegurar que “…no vamos a permitir que cercenen nuestros derechos ni que nos despojen (…) Porque con el sa-queo crece también la resistencia. Nunca en toda nuestra historia la defensa de las libertades, del terri-torio, del trabajo, del patrimonio y de la vida había convocado a tantas mexicanas y mexicanos”. Obreros, campesinos, indígenas, empleados, estudiantes, maestros, comercian-tes, artistas, pequeños empresarios, gente del campo y gente de la ciu-dad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, indígenas y mestizos, agri-cultores y colonos, pobres, clases medias y hasta algunos acomoda-dos y ricos que también ven ame-nazados sus negocios. Todos se mo-

vilizan cuando su trabajo, su tierra, su patrimonio, su dignidad, su vida están en riesgo.

Y desde la tribuna popular, agregan que después de muchos años, de muchos encuentros e in-tercambios, proponen ocho ejes estratégicos para intentar unificar la lucha de todos: (Ver página 8)

La mayoría de la gente que partici-pó en la movilización ya se encuen-tra en la plancha del Monumento a la Revolución. Hacen comunidad, buscan a sus “compas”; a sus fami-liares; charlan entre sí, gritan des-aforados las consignas una y otra vez, ondean las banderas negras de México en señal de luto; la indig-nación y la rabia se dejan escuchar.

Las exigencias inmediatas que plan-tean doña Trini y María Luisa son:

1. Presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa y castigo a los culpables materia-les e intelectuales de los asesi-natos y la desaparición forzada.

2. Salida de Peña Nieto de la pre-sidencia de la República, como primer paso para iniciar el des-mantelamiento del narcoestado.

3. Libertad a las y los presos polí-ticos y alto a la criminalización de la protesta.

4. Derogación de los cambios an-tinacionales y antipopulares a la Constitución llamados “re-formas estructurales”.

Una carretada de aplausos se es-cucha, y reiteran que “como po-cas veces en nuestra historia una

causa unifica prácticamente a to-dos los mexicanos. Y nos unifica no con el gobierno sino contra el gobierno. Un gobierno que a sus estrategias antinacionales y anti-populares, suma su corrupción, sus torpezas, sus frivolidades…”.

Y a pesar del intenso frío no hay lugar para la desesperanza, por hoy más que nunca se reitera que “nuestra causa es la cau-sa de la vida, (…) la paz, (…) la justicia, (…) la libertad. Y para llevarla adelante necesitamos evitar provocaciones para que el movimiento siga creciendo, para que se sigan sumando mexicanas y mexicanos hartos de tanta san-gre, de tanta corrupción, de tanta impunidad”.

Y recordaron que “por estos días conmemoramos cien años de la Convención de Aguascalientes y de la toma de la capital por los ejércitos de Villa y Zapata. Pero sobre todo conmemoramos un acuerdo de uni-dad, el que pactaron los dos líderes en Xochimilco. Los rancheros mes-tizos del norte árido y los comuneros indígenas del pródigo sur venían de rumbos distintos y pensaban dife-rente. Pero los intereses del pueblo pesaron más y sin cancelar sus di-ferencias la División del Norte y el Ejercito Liberador del Sur se pusie-ron de acuerdo”.

Se preguntaron: “hoy cuando el país necesita con urgencia propues-tas y acciones unitarias ¿Seremos capaces de ponernos de acuerdo? ¿Estaremos a la altura de Villa y Zapata?”

“Nosotros pensamos que sí. Por esto estamos aquí”, concluyeron ante una multitud indignada y harta, pero hoy, como hace cien años, con los sueños y las espe-ranzas intactas…

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