No. 21 ¿Sembrar combustibles?

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18 de junio de 2009 • Número 21 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada ¿SEMBRAR COMBUSTIBLES? TEMA DEL MES Director Supleme

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En los 20 años pasados gastamos más energía que en toda la historia previa de la humanidad. Energía en gran medida proveniente de los hidrocarburos cuya combustión es altamente contaminante y está en la base de la crisis ambiental que ocasiona el catastrófico cambio climático.

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18 de junio de 2009 • Número 21

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

¿SEMBRAR COMBUSTIBLES?

TEMA DEL MES

Director

Supleme

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La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 18 de junio de 2009 • Número 21 • Año II En una era de caos climático y recursos disminuidos

el modelo neoliberal se vuelve inviable. Su dependencia de las exportaciones con enormes gastos de transporte y creciente empleo de recursos es insostenible. La viabilidad económica futura demandará un dramático vuelco hacia las economías locales, reintroducir una versión modernizada de la sustitución de importaciones y promover una ordenada rerruralización y revitalización de las comunidades a través de reforma agraria, educación, métodos agroecológicos de pequeña escala, control de importaciones-exportaciones y énfasis en la democracia local. Todo en preparación de la inevitable desindustrialización de la agricultura que vendrá al declinar la disponibilidad de combustibles baratos.

Jerry Mander (editor), Manifesto on Global Economic Transitions, Global project on

economic transitions, septiembre, 2007.

En los 20 años pasados gastamos más energía que en toda la historia previa de la humanidad. Energía en gran

medida proveniente de los hidrocarburos cuya combustión es altamente contaminante y está en la base de la crisis ambiental que ocasiona el catastrófico cambio climático.

Cuando se le ve el fin a los veneros del diablo. Además de envenenar la atmósfera, los combustibles fósiles se agotan provocan-do una debacle energética. Según los exper-tos estamos en el punto de inflexión pasado el cual habrá una declinación general de la producción petrolera. No que los hidrocarbu-ros se vayan a terminar de un día para otro, sino que cada vez se requiere más energía para producir la misma cantidad de energía petrolífera. Y el problema es mayúsculo pues la generosidad de los combustibles fósiles, que condensan millones de años de trabajo biogeológico, es difícil de igualar.

La cuestión está en que el nuestro es un mundo petrolizado y cuando el “oro negro” se agota, se agota también el ciclo histórico iniciado hace más de 200 años con el desplie-gue del capitalismo industrial. Orden inicuo presidido por las ganancias y sostenido por un creciente gasto de energía, que sólo fue posible por la providencial existencia de los hidrocarburos.

El carbón mineral se empleaba ya en las pri-meras máquinas de vapor del siglo XVIII, pero para las de combustión interna fueron necesa-rios los derivados del petróleo. A mediados del siglo XIX se perfora el primer pozo petrolífero y con ese poderoso recurso la pasada centuria vive una inusitada aceleración: en un lapso equivalente al 0.05 por ciento de la historia de la humanidad el uso de energía crece mil 600 por ciento, la economía se expande mil 400 por ciento, el empleo de agua dulce aumenta 900 por ciento y, al pasar de dos 500 millones a seis mil millones, la población se incrementa 400 por ciento Pero a su vez el bióxido de car-bono en la atmósfera aumenta un terrorífico mil 300 por ciento y las emisiones industriales se disparan un 40 mil por ciento.

La Agencia Internacional de Energía docu-menta que entre 1980 y 2004 hubo un incre-mento de la demanda mundial de energía de 45.7 por ciento, para llegar a 11 mil 204 mi-llones de toneladas de petróleo crudo equi-valente, y proyecta para 2030 una demanda de 17 mil 95. En 1980 las principales fuen-tes de esta energía fueron petróleo, con 42.8 por ciento; carbón mineral, con 24.6; y gas natural, con 17 por ciento, es decir en total 84 por ciento provenientes de combustibles fósiles; mientras que en la proyección a 2030 prevé que el petróleo aporte 35.2 por ciento, el carbón 24.6, y el gas 20.5 por ciento, donde se aprecia una baja en la participación del pe-tróleo pero una dependencia apenas un poco menor, de 80 por ciento, de los combustibles fósiles en conjunto.

Todo hace pensar que globalmente, esta-mos en la inminencia del pico del petróleo, también llamado pico de Hubbert, en referen-cia al geofísico que en 1956 trazó la curva que señalaba la cúspide y caída de la producción petrolera en Estados Unidos. En términos geológicos la fórmula designa el momento de mayor producción de un yacimiento, a partir del cual ésta se reduce. Dicho máximo ha sido alcanzado ya en muchas regiones productoras y según diversos autores en el nivel planetario es una inflexión en curso o inminente.

Pero, además de que se produce menos combustible, los rendimientos decrecientes de los yacimientos se traducen en reducción de la energía neta que se obtiene del petró-leo pues la extracción y refinamiento deman-dan gastos cada vez mayores. Otro factor que acentúa la declinación es que tienen que ex-plotarse aceites más pesados, depósitos más profundos o fuentes no convencionales en los fondos marinos, en el Ártico o en arenas bituminosas. Así, la energía neta del petróleo pasó de cien a uno, a 20 a uno, en los años recientes, y sigue descendiendo.

El que se rebase el pico del petróleo y en-tremos en un período de creciente escasez de combustibles fósiles constituye un fin de épo-ca. Y esto es así no porque habrá que cambiar de fuentes de energía sino porque la densidad energética del petróleo, el gas y el carbón es excepcional y posiblemente irrepetible, pues al estar formados por materia orgánica acu-mulada y comprimida desde el cenozoico y durante tiempos geológicos, condensan enormes cantidades de energía solar. Energía empaquetada, a la mano, y “barata” en una lógica extractiva, que la humanidad sorbió y quemó en poco más de 200 años.

En un suspiro cósmico, el capitalismo saqueó el presente y el pasado; depredó la biosfera viviente y la biosfera fosilizada en la litosfera. Pero el sueño ha terminado y con él se esfumó el espejismo de abundancia en que vivió la efímera civilización industrial.

Con el petróleo se agota un paradigma civilizatorio, un sistema mundo que sien-do socialmente inicuo y ambientalmente predador también resultó energéticamente insostenible.

La salida a la crisis terminal del mercan-tilismo absoluto no está en desarrollar otras fuentes manteniendo el derroche energéti-co, ni mucho menos en sustituir de mane-ra generalizada los combustibles fósiles por agrocombustibles cuya eficiencia energética, saldo ambiental y balance económico son dudosos por decir lo menos, además de que compiten por la tierra y el agua con la pro-ducción de alimentos. No necesitamos suce-dáneos del petróleo; lo que hace falta es cam-biar radicalmente nuestro modo de producir, de mercadear, de consumir y de convivir.

La crisis energética gravita decisivamente sobre la crisis agropecuaria. No sólo porque una de las opciones a los combustibles fósi-les son los agrocombustibles, cuya expansión se da –en parte– sobre tierras antes destina-das a otros cultivos (caña de azúcar y cerea-les, para producir etanol, y oleaginosas para generar biodiesel); sino también porque la agricultura siguió los mismos patrones que la industria y hoy depende en gran medi-da de la disponibilidad y bajo costo de los derivados del petróleo: las máquinas agrí-colas, muchos sistemas de riego y toda la agroindustria son grandes consumidores de energía, la mayor parte de los fertilizantes proviene de la industria petroquímica y la globalización agropecuaria supone despla-zar cosechas masivas a grandes distancias con enorme dispendio en combustibles. El estrangulamiento del modelo energético es también el agotamiento del paradigma de la “agricultura industrial” que empezó a impo-nerse hace dos siglos.

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

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Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPO

DISPENDIO ENERGÉTICO(¡Dame más gasolina!)

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Existen 800 millones de automovilistas que quieren garantizar su medio de movilidad, y que enfrentan el interés de los dos mil millones de personas más pobres del mundo que luchan por su sobrevivencia, por su alimentación.LESTER R. BROWN (2006)

Para sustituir diesel con biodiesel en sólo dos por ciento se necesitaría emplear el 50 por ciento de la producción mundial de aceites vegetales.MIGUEL BALTANÁS (2006)

Llenar el tanque de una camioneta SUB (casi 94 litros) en Estados Unidos requiere 204 kilos de maíz, cantidad que contiene sufi cientes calorías para alimentar a una persona durante un año.AGENCIA EFE

Los monocultivos a gran escala pueden conducir a una signifi cante pérdida de biodiversidad, erosión del terreno y fi ltración de nutrientes.INFORME DE LA ONU SOBRE LOS AGROCOMBUSTIBLES.

Una tonelada de maíz puede producir 413 litros (109 galones) de etanol. Con esa cantidad un moderno automóvil estadounidense puede recorrer unos dos mil 800 kilómetros. Esto debería proyectarse para cerca de 150 millones de autos existentes en Estados Unidos.ÁNGEL RODRÍGUEZ ÁLVAREZ EN SU INFORME

“ETANOL: ¿COMBUSTIBLE LIMPIO?”

Por cada tonelada de combustible obtenido de la palma de aceite se producen 33 toneladas de emisiones de CO2, o lo que es lo mismo, diez veces más que las producidas por el petróleo.INFORME DE LA CONSULTORA HOLANDESA DELFI HYDRAULICS

Un litro de etanol genera una erosión de entre 15 y 25 kilos de suelo, lo cual signifi ca su pura y simple desaparición. Además, según sea la región, se necesita entre 500 y mil 500 litros de agua para producir un kilo de maíz, lo que signifi ca que un litro de etanol extraído del maíz requiere la utilización de entre 120 y 360 litros de agua.WWW-ECOPORTAL.NET

En Indonesia el gobierno prevé destruir 16.5 millones de hectáreas de selva tropical para plantar palma de aceite, con el fi n de obtener biodiesel. En Malasia el plan es para seis millones de hectáreas. En Sumatra y Borneo ya han sido convertidas en plantaciones de palma aceitera cuatro millones de hectáreas.AMIGOS DE LA TIERRA

Según la FAO, entre 2003 y 2008 se duplicó el uso de maíz para biocombustibles y se prevé que la demanda aumentará 12 veces para el 2016.

CIFRAS PARA EL DESÁNIMO

20 POR CIENTO DEL MAÍZ DE ESTADOS UNIDOS ES TRANSFORMADO EN ETANOL; CINCO AÑOS ATRÁS, ERA SIETE POR CIENTO

EL PRECIO DEL MAÍZ SE ELEVÓ EN MÁS DEL DOBLE EN 2006-2008

2007 FUE EL AÑO DE PLANTACIÓN MÁS GRANDE EN ESTADOS UNIDOS DESDE 1944

UN ACRE DE MAÍZ NECESITA EL EQUIVALENTE A 415.8 LITROS DE GASOLINA PARA SU FERTILIZACIÓN, COSECHA Y TRANSPORTE

EL PROMEDIO DE GANANCIA DE LOS REFINADORES POR GALÓN (3.785 LITROS) HA CAÍDO DE 1.06 A 0.03 DÓLARES EN MENOS DE UN AÑO. SI LA INVERSIÓN EN ETANOL SE DEBILITA, LOS PRECIOS DEL MAÍZ CAERÁN

SI LOS PRECIOS DEL MAÍZ CAEN, LOS AGRICULTORES QUE HAN CAMBIADO A MAÍZ SUFRIRÁN PÉRDIDAS

EN 2008 LOS PRECIOS ESTUVIERON EN SUS MÁS ALTOS NIVELES DE 25 AÑOS. ESO HA SIDO BUENO PARA LOS QUE SON DUEÑOS, PERO NO PARA QUIENES QUIEREN RENTAR O COMPRAR TIERRA

EL COSTO DE ALIMENTAR A LOS PUERCOS SE ELEVÓ EN 85 POR CIENTO EN 2006-08

LOS PRECIOS DE LA CARNE, LECHE Y JARABE DE ALTA FRUCTOSA SE ELEVARON ENTRE DIEZ Y 25 POR CIENTO EN 2007. LOS MEXICANOS SE MANIFESTARON EN LAS CALLES DESPUÉS DE QUE LOS PRECIOS DE LA TORTILLA SE ENCARECIERON 60 POR CIENTO ENTRE 2006-08

ACTUALMENTE ESTADOS UNIDOS ES RESPONSABLE DE DOS TERCERAS PARTES DE LAS EXPORTACIONES GLOBALES DE MAÍZ.

UN ESTUDIO PREDICE QUE EL EFECTO DEL ETANOL EN LO PRECIOS DE LOS ALIMENTOS ELEVARÁ EL NÚMERO DE LAS PERSONAS QUE SUFREN HAMBRE CRÓNICAMENTE EN 600 MILLONES PARA EL 2025

LOS GIGANTES DEL AGRONEGOCIO COMO ARCHER DANIELS MIDLAND SE ENRIQUECEN GRACIAS A MILES DE MILLONES DE SUBSIDIOS DE MAÍZ Y A UN APOYO DE 51 CENTAVOS DE DÓLAR POR CADA GALÓN DE ETANOL QUE PRODUCEN. PERO LOS PEQUEÑOS AGRICULTORES RESENTIRÁN PÉRDIDAS

NO HAY “BALANCE DE ENERGÍA” EN LA PRODUCCIÓN DEL ETANOL

EL CÍRCULO NO VIRTUOSO DEL MAÍZ Y LA BIOENERGÍA

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Lourdes Edith Rudiño

La baja en los precios del pe-tróleo este año provocó que las empresas interesadas en

proyectos de agrocombustibles en México “se enfriaran”, y si bien sus planes se mantienen vivos, están en un impasse: realizan estudios y evaluaciones, pero nada más por ahora; no hay avances físicos, no están metiendo dinero a construc-ción de plantas. Asimismo el Pro-grama de Producción Sustentable de Insumos para Bioenergéticos y de Desarrollo Científico y Tecno-lógico –que lanzó la Secretaría de Agricultura en 2008— fue dado de baja y está en proceso de redacción su nueva versión, que implicará una posposición de metas.

Miguel Ángel Cervantes Sán-chez, coordinador del Programa de Bioenergéticos de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), afirmó en entrevista que el programa original preveía que para el 2012 México tendría sembradas 300 mil hectá-reas de cultivos energéticos (caña de azúcar, remolacha y sorgo dulce, fundamentalmente) para producir etanol, pero ahora se estima que se-rán 200 mil y estarían listas en 2013.

La intención original prevalece, sustituir paulatinamente el uso del oxigenante mtbe en las gasolinas en

las tres principales zonas metropoli-tanas del país, primero Guadalajara, luego Monterrey y al final el Valle de México, con un volumen de 880 mil litros de etanol anuales a partir de 13.2 millones de toneladas de cultivos.

El funcionario explicó que la si-tuación actual de los precios del pe-tróleo –que ha conducido a la baja los del etanol— coloca los planes de agrocombustibles en una posición de escasa rentabilidad. “Siendo aun muy eficientes, hoy difícilmente lograrían tasas de retorno superio-res al diez por ciento; estarían en el límite de la viabilidad. Entonces estos proyectos han perdido el atrac-tivo por ahora, pero el interés está latente; hay un futuro promisorio pues todo el mundo espera que el petróleo vuelva a una tendencia al-cista, aunque quizá no tanto como ocurrió en los años recientes. Así, subirán las gasolinas automática-mente y los bioenergéticos volverán a ser viables y atractivos”.

Planes pendientes. La Sagarpa cuenta con un listado de 41 proyec-tos empresariales para producción de agrocombustibles –etanol, pero también biodiesel (éste previsto con jatropha curcus, higuerilla y palma de aceite)— en donde se aprecia un estatus generalizado de “pendiente”.

Algunos están “pendientes de proyecto y de plan de negocios”;

otros más, como el polémico de la empresa Destilmex, en Navolato, Sinaloa, diseñado para utilizar maíz, aparecen como “pendientes de per-misos de las secretarías de Energía y Agricultura”, y muy pocos son los que tienen ya proyectos completos o han iniciado pruebas. Llama la atención también que en varios de los proyectos los impulsores no son empresas particulares, sino “el gobierno del estado”, como ocurre en Tamaulipas, Chiapas, Colima, Oaxaca y Baja California.

El entrevistado destacó que un factor que será toral en el desarro-llo de estos planes –la condiciones de entrega del etanol a PEMEX y los precios que la paraestatal pa-gará— aún no se ha definido. En el seno de la Comisión Interse-cretarial para el Desarrollo de los

Bioenergéticos, donde se reúnen las secretarías de Agricultura, Ener-gía, Medio Ambiente, Hacienda, Economía y PEMEX, este asunto “está aún en un nivel deliberativo”. No hay compromisos escritos. “(...) Dependemos enormemente de las condiciones de PEMEX, que por ley es el monopolio en la mezcla de las gasolinas”.

–¿Será que PEMEX se mantiene escéptico ante los agrocombustibles?

–Lo que pasa es que ahora a PE-MEX le sale más barata la gasolina que el etanol.

Miguel Ángel Cervantes comentó que los proyectos de agrocombusti-bles se ubican en distritos de riego abandonados o desaprovechados, con ganadería extensiva de muy bajo rendimiento. “Es allí donde vemos un potencial importante para cubrir las necesidades de este primer plan para atender las tres principales zo-nas metropolitanas. Las tierras están repartidas por todas partes, Veracruz, Tamaulipas, Jalisco y Tabasco, bási-camente”. El principal cultivo pre-visto es la caña de azúcar, aunque también el sorgo dulce o forrajero “podría darnos una sorpresa” –éste no espera a que salga la semilla. An-tes de que salga, crece el sorgo, y se siembra y cosecha igual que la caña, tiene mieles incristalizables que no sirven para hacer azúcar pero sí para fermentar y hacer alcohol.

Respecto de la caña, afirmó que no se prevé echar mano de las 683 mil hectáreas de caña que hoy se tienen establecidas en 15 estados de la Repú-blica para la producción de azúcar.

“No seríamos competitivos si trabajáramos con las deficiencias y los sistemas de la industria cañera existente. Tendría que ser una nue-va industria, mucho más producti-va, eficiente y moderna, y por los es-tudios que tenemos, las intenciones

de inversión que hay apuntan a esa visión”. Se pretende que las inver-siones en caña para etanol sean en terrenos diferentes a los actuales ca-ñeros, “en unidades muy compac-tas, con productividades superiores a las cien toneladas por hectárea –-en comparación con 74-75 que hoy registran los campos de caña–; sabemos que hay zonas productoras de riego y bien tecnificadas que es-tán por los 120 o 130 toneladas”.

El funcionario comentó que tam-bién en biodiesel hay una condición de stand by en las inversiones, pues las cotizaciones de éste superan los 58 pesos por litro, mientras que el diesel tradicional está debajo de ese nivel. Sin embargo, “las expectativas de exportación a Europa, y las nue-vas tecnologías que van a ir surgien-do podrían hacerlo competitivo”.

Subvenciones. Respecto de qué subsidios pretenderá el gobierno federal aplicar a los plantes de agro-combustibles, dijo que es algo que se discute en la comisión interse-cretarial, “pero no hay un esquema especializado. Lo que hay son los esquemas normales, por ejemplo de financiamiento (de la banca de desarrollo)”.

Dijo que, más allá de los subsidios que dio hace tres años la Sagarpa –vía el Fideicomiso de Riesgo Com-partido (Firco) — a dos empresas de Sinaloa (Destilmex y MexStarch, por 50 millones y 25 millones de pesos, respectivamente), esta depen-dencia ha apoyado hasta ahora, con poco más de 47 millones 500 mil pesos, proyectos de validación de paquetes tecnológicos. Los recursos han sido para el Instituto Nacional de Investigaciones Forstales Agrí-colas y Pecuarias (INIFAP), para la Fundación Comunitaria Puebla, el gobierno de Chiapas y la empresa Bioetamex, SAPI de CV.

EN SUSPENSO, LOS PLANES DE BIOCOMBUSTIBLES; LA INVERSIÓN ESTÁ FRENADA: SAGARPA• Pospone el gobierno planes de producción de cultivos para etanol

AGROCOMBUSTIBLES

La Conafor y la jatrophaLa Comisión Nacional Forestal (Conafor), dependien-te de la Secretaría de Medio Ambiente, conformó en su presupuesto federal 2009 una bolsa específica de su esquema ProÁrbol para apoyar el cultivo de la jatropha.

Ante la pregunta de por qué la Conafor tomó esa medida, Víctor Sosa Cedillo, coordinador de Pro-ducción y Productividad de la Comisión, dijo que la decisión ocurrió porque “existe interés de diversas empresas nacionales y extranjeras en asociación con los dueños de los terrenos en desarrollar este tipo de proyectos”.

Precisó que la empresa Grupo KUO-REXCEL pre-vé plantaciones de jatropha y establecimiento de una refinería de biocombustibles en Yucatán, la empresa Vecenergy Vida de México prevé plantaciones en Mi-choacán, Guerrero y Oaxaca y el Instituto para la Re-conversión Productiva y la Agricultura de Tropical de Chiapas pretende plantar tal especie en esta entidad sureña. Pero además “hay numerosos productores del sector social, ejidos, comunidades y pequeños propie-tarios interesados”.

Según el funcionario, ya en 2007 y 2008 la Conafor dio subsidios a plantaciones de jatropha –que es un

árbol nativo de México– considerando su potencial de transformación en biodiesel y por su función como árbol protector y restaurador de suelos degradados. El establecimiento de la jatropha, dijo, “no afecta te-rrenos de sistemas de cultivo agrícola, ni implica des-montes de bosques”.

Para 2009 la Conafor tiene previsto apoyar cer-ca de 20 mil hectáreas de jatropha en Campeche, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco, Tamau-lipas, Veracruz y Yucatán, “dependiendo de la de-manda y los recursos disponibles”. Sosa Cedillo subrayó que los apoyos se entregan sólo a quienes cuentan con constancia de registro o autorización de la plantación por parte de la Secretaría de Medio Ambiente.

También dijo que, según un estudio del INIFAP, en México hay seis millones de hectáreas con potencial para establecer jatropha.

Se le comentó a Sosa Cedillo que aún el Ejecutivo no ha emitido el reglamento de la Ley de Promoción y Desarrollo de Bioenergéticos, por lo cual otorgar subsidios a la jatropha podría representar una ilegali-dad, pues su fin es la producción de biodiesel.

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La Fundación (E)-misión, con sede en Guadalajara, es la instancia privada que impulsa desde hace varios años

los proyectos de biocombustibles en México. Su presidenta, Isabel Gómez, ratifica la idea expresada por la Secretaría de Agricultura, de que por ahora “los inversionistas se han retirado completamente” de estos planes en México debido a la caída de los precios del petróleo y del etanol, y en general a la crisis financiera y económica global.

No obstante, confía en que México figurará en los biocombustibles en el futuro, y que los inge-nios azucareros –los que se perfilan como “los más claros inversionistas”, pues la caña de azúcar es la materia prima más viable para etanol en el país— reaccionarán más temprano que tarde, en cuanto

vuelvan a tener excedentes de azúcar (como ha ocurrido en años recientes). “Los ingenios ya tie-nen la infraestructura y lo único que hace falta es la parte de la fermentación, la destilación y la deshidratación, para pasar de alcohol y etanol, al tiempo que cogeneren energía eléctrica”.

Por ahora, la Fundación está iniciando un plan para zonas semidesérticas y salinas alre-dedor de Guadalajara, Monterrey y ciudad de México, que busca establecer superficies com-pactas de producción de sorgo dulce alrededor de módulos de riego, y prevé que cada dos mil 500 metros cuadrados habrá una “miniplanta” que transformará el sorgo en etanol y que ten-drá capacidad para cien mil litros diarios.

El plan inició con una “fase de transición” con otro cultivo, con soya, financiada por Fi-deicomisos Instituidos en Relación con la Agri-cultura (FIRA). Esta fase implica el acuerdo con productores de la localidad de Tamoin, en la Huasteca Potosina, para que trabajen en gru-po (que adquieran insumos juntos y entreguen sus cosechas en agricultura por contrato a una aceitera de Monterrey). La intención es capa-

citar a los campesinos en el trabajo en grupo, y que un año más tarde la producción ya no sea de soya sino de sorgo dulce para etanol.

No hay aún en estos proyectos capitalistas firmes, pero según Isabel Gómez, la inten-ción es que los productores de sorgo partici-pen con 30 por ciento de las acciones de la empresa de etanol y el otro 70 “sería de inver-sionistas nacionales y extranjeros”.

“El volumen previsto en este plan es de 30 mi-llones de litros anuales de etanol de sorgo, y para eso se necesitan tener 10 mil hectáreas. Estamos ya compactando las primeras, van dos mil 500”.

Un estímulo para que los agricultores en-tren en este programa es que “la Comisión Nacional del Agua (Conagua) les va a mo-dernizar sus tierras”. En diciembre pasado la Fundación firmó con la Conagua y con la Confederación Nacional Campesina (CNC) un convenio para que recursos públicos del plan sexenal para tecnificar y modernizar su-perficies de riego lleguen a tierras abastece-doras de materia prima para elaborar biocom-bustibles.(Lourdes Edith Rudiño).

LOS INGENIOS AZUCAREROS TERMINARÁN PRODUCIENDO ETANOL: FUNDACIÓN (E)-MISIÓN

PROYECTOS PARA LA PRODUCCIÓN

DE BIOENERGÉTICOS 2009 • Esta lista representa únicamente proyectos que han sido del conocimiento de la SAGARPA.

Localización Tipo de Proyecto Responsable Tipo de

biomasa Producción (Millones de litros anuales)

Comentarios

Baja California Bioetanol Impulsa Gob. del Edo. Sorgo ND Pendiente proyecto y Plan de negocio

Colima Bioetanol Impulsa Gob. del Edo. Caña de azúcar 54 Pendiente proyecto

y Plan de negocio

Jalisco Bioetanol Promotor Jorge Álvarez Zepeda

Caña de azúcar y sorgo dulce

109.5

Se proponen dos nuevas plantas productoras de Etanol y la reconversión de Ingenio J. Maria M. Pendiente proyecto y plan de negocios (Primera etapa)

Morelos Bioetanol

Compañía Morelense Agroindustrial y MAN Ferrostaal México S.A. de C.V.Ing. Enrique Olivera Melo Medina

Sorgo Dulce 200

Inició prueba de variedades P-V 2008Operación Industria 2010Pendiente plan de negocios

Morelos Bioetanol C.N.C. (Unión Local de Productores de Caña de Azucar )

Caña de Azúcar 50 Pendiente proyecto

y Plan de negocio

Oaxaca Bioetanol Impulsa Gobierno del Estado.

Caña de Azúcar 43

Proyecto completo. Se identifi can un proyecto adicional

Querétaro Bioetanol BIOETAMEX (grupo COMEX)Alfredo Achar Tussie

SorgoSorgo DuceCelulosa

122 Pendiente Plan de negocios

Sinaloa Bioetanol DEXTILMEX, S.A. de C.V. C. Oscar Roberto Diarte Chaidez

Maíz 110 Pendiente Permisos SENER y SAGARPA

Sinaloa Bioetanol MEXSTARCH, S.A. de C. V. Ing. Luis Ramón Lorence Rubio

Maíz 38 Pendiente Permisos SENER y SAGARPA

Sonora Bioetanol BIOFIELS Energía Renovable y Sustentable. C.J,. Eduardo González

Algas verde azules 945 Pendiente Plan de negocio

Tamps Bioetanol Impulsado por el Gob. del Edo.

Caña de Azúcar 186 Pendiente Plan de negocio

Tamps Bioetanol Impulsado por el Gob. del Edo. Sorgo 190.3 Pendiente Plan de negocio

Tamps Bioetanol Compañía Agroenergética Los Aztecas S.A. de C.V.

Caña de azúcar 185.76 Pendiente Plan de negocio

Veracruz Bioetanol

BIOCOM S.A. Filial de Servicios Azucareros del Trópico S.A. de C.V. La Gloria. José Seoane Castro.

Caña de Azucar 14

Pendiente Plan de negocio Se identifi can tres proyectos adicionales

ND Bioetanol CITROTECNO, S.L. Cítricos ND Pendiente Proyecto y Plan de negocios

ND Bioetanol Rosanna Feruggi Pereda,. Red Nacional de Productores y Empresarias Sociales A.C.

Yuca 0.200 Pendiente Proyecto y Plan de negocios

ND Bioetanol Empresas Santos Caña de azúcar 180 Pendiente proyecto y

plan de negocios

ND Bioetanol Zajay de R.L. de C.V. Café 1.46 Pendiente proyecto y plan de negocios

Chiapas Biodiesel Impulsa Gob. del Edo. (Instituto para el fomento de la agricultura tropical)

Jatropha 3.5 Proyecto con tecnología Colombiana

Colima Biodiesel Impulsa Gob. del Edo. Jatropha 17.5 Pendiente Proyecto y Plan de negocio

Michoacán BiodieselBioenermex de México, S.A. de C.V. C. Jorge Terrones López

Jatropha y Higuerilla ND

Pendiente Proyecto y Plan de negocio Planta Industrial en pruebas

Michoacán Biodiesel Jatro BioFuels, Dr. Christoph Weber Jatropha ND Pendiente proyecto y

Plan de negocios.

Morelos Biodiesel Carlos Camacho Gaos, Director general de PRETIUM S.C.

Jatropha ND Pendiente proyecto y Plan de negocio

Oaxaca Biodiesel Impulsa Gob Edo.. Jatropha ND Pendiente proyecto y Plan de negocio

Puebla Biodiesel José Luis Coutyolenc y Gabriel Hinojosa.

Pongamia, Jatropha ND Pendiente proyecto

y Plan de negocio

Sinaloa Biodiesel BioD Sinaloa, Biodiesel Industries, INC. Delaware Corporation C. Russell Teall

Jatropha 12 Pendiente proyecto y Plan de negocio

Sonora Biodiesel Seawater Foundation. HT Ciruit y Carl Hodges de Seawater Foundation

Salicornia bigelovii 2.5 Pendiente Plan de negocio.

Yucatán Biodiesel Grupo KUO operando bajo la empresa Kuosol, SA de CV, José Luis Pérez Fernández

Jatropha 200 Pendiente proyecto y Plan de negocios.

Veracruz Biodiesel Palmicultores del Campo S.P.R. de R.L. C. Gloria

Palma de aceite 150 Pendiente proyecto y

Plan de negocios.

ND BiodieselRobert Constantini y Antonio Echeverría, The Avery Group

Algas 8,176 Pendiente proyecto y Plan de negocios.

Guerrero Biodiesel Bioenergy SA de CV Aceites y grasas 0.073

Como una primera etapa el uso de aceites y grasas gastados

Monterrey Biodiesel Bioil Marco Gabriel Paz Aceites y grasas 0.073 Pendiente el Plan

de negocio.

Campeche Pellets Estrattego ND ND ND

Cd. Valle Hermoso, Tamps.

Etanol Bioenergéticos Mexicanos S.A.P.Pi. de C.V. ND ND ND

Carrillo Puerto, Q. Roo

Pellets Peletizadora del Caribe Mexicano, S.A. de C.V. ND ND ND

Caborca, Sonora y Guadalajara, Jalisco.

Etanol Destiladora del Noreste, S.A. de C.V. ND ND ND

Lázaro Cárdenas, Michoacán

Biodiesel Vecenergy Bida de México, S.A. de C.V. ND ND ND

Morelos, Puebla Biodiesel EOS / March Total

Management S.A. de C.V. ND ND ND

Tlahualillo, Durango Biodiesel Rafael Rios Trejo ND ND ND

Coxcatlan Puebla Biodiesel Cultivos Ambientales ND ND ND

Panuco, Ver. Bioetanol Terra Helios Alternative Solutions, S.A. de C.V. Sorgo dulce 136 En búsqueda de

inversionistas

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18 de junio de 20096

Víctor Suárez Carrera

Desde hace unos años nuestro país vive una especie de “fiebre por los bio-combustibles” promovida por inver-

sionistas privados, el gobierno federal y algu-nos gobiernos locales. Se trata de presentar la producción de etanol y diesel a partir de maíz, sorgo, caña de azúcar, pastos y jatropha, entre otros cultivos, como la solución a los problemas de la caída en la rentabilidad agrícola, la de-pendencia de los combustibles fósiles, la conta-minación ambiental y el calentamiento global.

De acuerdo con la Red Mexicana de Bio-energía, actualmente se encuentran en pro-ceso de construcción diez plantas de bioe-tanol y biodiesel en los estados de Sinaloa, Tamaulipas, Veracruz y Chiapas.

Entre los más fervientes promotores de los biocombustibles está la Fundación (E)-mi-sión, conformada por ex funcionarios de los gobiernos panistas de Jalisco, el Consejo Na-cional Agropecuario, los empresarios impor-tadores de maíz (Idaquim), la Cámara Nacio-nal de las Industrias Azucarera y Alcoholera y la Confederación Nacional de Productores de Maíz de la Confederación Nacional Cam-pesina (CNC), esta última ya conocida por su papel al servicio de Monsanto para legalizar la siembra de maíz transgénico en México.

La pretensión del gobierno federal y de un poderoso grupo de inversionistas mexicanos y extranjeros de utilizar millones de toneladas de alimentos y cientos de miles de hectáreas agroforestales para la elaboración de biocom-bustibles representa una reacción tardía, se-guidista y acrítica del boom experimentado en Brasil, Estados Unidos (EU) y la Unión Euro-pea (UE) en la producción de bioetanol y bio-diesel. Más aún, es una amenaza más contra la soberanía y seguridad alimentarias de México, contra los derechos de los campesinos y cam-pesinas y contra el derecho a la alimentación de los mexicanos. De hecho, coloca a nuestra agricultura frente a un grave dilema económi-co, social, ambiental, de seguridad nacional e incluso ético: ¿la agricultura mexicana debe producir comestibles o combustibles?

La producción actual de biocombustibles: crimen contra la humanidad. El progresivo ago-tamiento de las reservas mundiales de petróleo, la dificultad y los altos costos para el control de las fuentes de suministro por parte de EU y la Unión Europea y el incremento de los precios del hi-drocarburo en el decenio pasado, impulsaron a dichas potencias a establecer sendas políticas de Estado para la producción de bioenergéticos con metas a mediano plazo (2015-2020) para la sustitu-

ción de combustibles fósiles por bioetanol y bio-diesel en los automotores en proporciones que van del 10 al 15 por ciento. A manera de ejemplo terrorífico: para 2016 en EU se destinarán 125 millones de toneladas de maíz para su transfor-mación en etanol para los automotores, lo cual representa 35 por ciento de la producción total del grano en ese país. Con ese volumen de maíz podrían alimentarse 500 millones de personas anualmente en América Latina y África.

De hecho, estas decisiones geopolíticas que no económicas (no es rentable la produc-ción sin subsidios ni protección arancelaria) ni ambientales (se afecta la cubierta forestal, se contaminan suelo y agua con la agricultura industrial, no hay reducción de gases de efec-to invernadero), son en gran parte responsa-bles de la caída de las reservas mundiales de alimentos y de la escalada sin precedentes en los precios agrícolas que precipitaron la crisis alimentaria global de 2006-2008.

Asimismo, el mundo, con una población en crecimiento y con 950 millones de perso-nas con hambre, está presenciando la irracio-nalidad de que hacia el 2020 un cuarto de la

superficie arable de EU y de la Unión Euro-pea estará dedicada a la producción agrícola para combustibles, no para comestibles. De continuar esta tendencia, para 2050 se afecta-rá directamente la seguridad alimentaria de 9 mil 300 millones de personas (la población mundial en 2009 suma 6 mil 783 millones).

Frente a estos hechos, Jean Ziegler, ex rela-tor especial de la Organización de las Nacio-nes Unidas para el derecho a la alimentación, ha concluido que la producción de biocom-bustibles constituye un crimen contra la hu-manidad. Por su parte, Olivier de Schutter, su sucesor a partir de 2008, ha demandado una moratoria de cinco años para evitar mayores impactos sobre los derechos ambientales, so-ciales y humanos así como para evaluar sus consecuencias sobre el derecho a una alimen-tación adecuada.

La irracionalidad de los biocombustibles en México. Si está política es irracional en Estados Unidos y la UE que poseen exce-dentes alimentarios y son importadores netos de petróleo, en el caso de México lo es aún más en virtud de que nuestro país tiene una

dependencia alimentaria de 40 por ciento y es expulsor de 500 mil mexicanos cada año a EU al tiempo que es exportador de petróleo crudo e importador neto de petrolíferos.

Si nuestro país tuviera una política de Esta-do para un desarrollo sostenible con base en la soberanía alimentaria y energética, debe-ría hacer exactamente lo contrario: producir domésticamente sus alimentos y refinar en México su petróleo crudo.

¿Cómo es que se pretende utilizar millones de toneladas de alimentos y cientos de miles de hectáreas para producir combustibles en Méxi-co para los automotores de Estados Unidos cuando 20 por ciento de la población padece desnutrición y anemia, cuando importamos 40 por ciento de nuestro alimentos con un valor de 20 mil millones de dólares (2008), cuando im-portamos ocho millones de toneladas de maíz (una tercera parte del consumo interno) con un valor de dos mil 350 millones de dólares (2008), cuando importamos un promedio anual de tres millones de toneladas de sorgo con un valor de 300 millones de dólares, cuando las reservas mundiales de alimentos se han abatido y los pre-cios de los alimentos se han elevado en más de cuatro veces de 2000 a la fecha como efecto del boom mundial de los bioenergéticos, cuando la producción mundial de alimentos se verá seve-ramente afectada en los próximos lustros por el cambio climático global, cuando la disponibi-lidad de agua para la producción de alimentos y para las ciudades está en entredicho? Como dice Bertolt Brecht en Preguntas de un obrero que lee: “A tantas historias, tantas preguntas”.

Y para acabar de profundizar la irracionali-dad de los biocombustibles en México se pre-tende utilizar el viaje de la producción de eta-nol para colar la “pertinencia ahora sí” de las semillas transgénicas en México como “solu-ción a la necesidad de incrementar la produc-tividad con beneficios ambientales” en los cul-tivos de maíz: un combinación explosiva. Director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC)

¿COMESTIBLES O COMBUSTIBLES EN LA AGRICULTURA MEXICANA?

MÉXICO Y LOS AGROCOMBUSTIBLES

Volumen y porcentaje de la producción de maíz de Estados Unidos

destinada a la transformación en etanol 2001-2008

2001/02 2002/03 2003/04 2004/05 2005/06 2006/07 2007/08 2008/09Millones de Toneladas 17.9 25.3 29.7 33.6 40.7 53.8 76.9 95.3

% de la producción 7.4 11.1 11.6 11.2 14.4 20.1 23.2 31.0

Fuente: Jacques Berthelot; Solidarité; 28 de mayo de 2009.

Estimaciones de la producción de maíz de Estados Unidos

destinada a la transformación en etanol 2009-2016

2009/10 2010/11 2011/12 2012/13 2013/14 2014/15 2015/16 2016/17Millones de Toneladas

104.1 109.2 112.4 115.6 118.1 120.7 122.6 124.5

% de la producción

33.9 33.1 33.2 33.7 34.0 34.3 34.5 34.4

Fuente: Jacques Berthelot; Folie et misère des agrocarburants; Solidarité; 28 de mayo de 2009.

Producción mundial de biocombustibles 2007-2008

2007 2008Mil millones de litros Etanol Biodiesel Total Etanol Biodiesel TotalEstados Unidos 24.5 1.7 26.2 34.0 2.0 36.0Brasil 19.0 0.2 19.2 27.2 1.2 28.4UE-27 1.8 6.1 7.9 2.8 8.0 10.8Francia 0.539 0.5 1.2 1.6 2.8China 0.950 0.1 1.1 1.9 0.1 2.0Canadá 1.0 0.1 1.1 0.9 0.1 1.0India 0.187 0.045 0.25 0.25 0.020 0.27Indonesia 0 0.409 0.4 - - 0.40Malasia 0 0.330 0.33 - - 0.33Otros 1.0 1.186 - 1.2 - 1.2Mundo 49.0 10.2 59.2 72.9 12.0 85.0

Fuente: Jacques Berthelot; Folie et misère des agrocarburants; Solidarité; 28 de mayo de 2009.

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Ana de Ita

Las corporaciones y la mayoría de los gobiernos promueven los agrocombustibles como

una opción para sustituir el petróleo por energías limpias, renovables, que garanticen a las comunidades rurales buenos precios agrícolas y mercados de exportación para los países del Sur, además de reducir las emisiones de gases invernadero a la atmósfera. Pero esta quimera se estrella con la realidad: la tierra ara-ble en el planeta es finita.

El sector agrícola se convierte en el cuello de botella de la pro-ducción de agrocombustibles. La reciente crisis agrícola provocada según un informe secreto del Ban-co Mundial (The Guardian, 2008) por el aumento al triple de la pro-

ducción de etanol, entre 2000 y 2006, alertó al mundo sobre el peli-gro de reducir la producción de ali-mentos y priorizar los tanques lle-nos a costa de los estómagos vacíos.

En México, la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos señala la prohibición expresa de pro-ducir agrocombustibles de maíz, a menos que existan “excedentes”, en un país que anualmente importa al-rededor de 10 millones de toneladas.

El año pasado inició la operación de una planta productora de etanol a partir de maíz blanco, Biocyclos, de la empresa Destilmex, en Sina-loa. Producir etanol con maíz viola la ley, pero el gobierno mexicano no sólo lo permite, sino que, por medio del programa de compras anticipadas del grano, otorgó un subsidio para las coberturas de precios de 120 mil to-

neladas compradas por esta empresa. El maíz mexicano tiene costos de

producción más altos que en Esta-dos Unidos, de ahí que es compensa-do con subsidios. La producción de etanol de maíz destinada a la expor-tación trasladará a Estados Unidos estos subsidios.

Los costos de la materia prima agrícola representan entre 59 y 91 por ciento del total en la produc-ción de agrocombustibles (Secre-taría de Energía, 2006). En un negocio en el que los márgenes de rentabilidad dependen de los volátiles precios del petróleo, re-sulta lógico que en ningún país la producción de agrocombustibles se haya desarrollado sin subsidios, y en la gran mayoría ha ocurrido a partir del despojo de las tierras campesinas, de la reducción de los

precios al agricultor, de la explota-ción del trabajo de los jornaleros, de la degradación ambiental y la destrucción de la naturaleza.

En México la producción de etanol de caña podría ser viable ya que el aumento de las importaciones de fructosa de maíz alentadas por el Tratado de Libre Comercio de Amé-rica del Norte (TLCAN) desplaza-ron del mercado doméstico 750 mil toneladas de azúcar. La meta de pro-ducción de 412 millones de litros de etanol para el 2012, aunque apenas sustituiría 5.7 por ciento del uso de gasolinas en las metrópolis, requiere de la producción de 800 mil hectá-reas de caña, el doble de la superficie sembrada actualmente, que busca-rían, según el estudio de la Secreta-ría de Energía (2006), establecerse en pastizales o tierras marginales.

La producción de etanol de caña se enfrenta en México con la es-tructura agraria y la Ley Cañera que impiden la reducción de los costos de producción por medio de la so-breexplotación del trabajo o del des-pojo de los territorios campesinos, a los niveles que el mercado neoliberal de los agrocombustibles requiere. En México 164 mil campesinos, la ma-yoría de ellos ejidatarios y comune-ros –76 por ciento, con parcelas me-nores a cinco hectáreas–, ubicados en 15 estados del país, producen caña en sus propias tierras, a diferencia de Brasil en donde los ingenios son pro-piedad de latifundistas que contratan a jornaleros, en un sistema de trabajo a destajo similar a la esclavitud. La Ley Cañera fija el precio de la caña como un porcentaje del precio del azúcar de tal manera que la industria no pueda compensar sus pérdidas exprimiendo los precios a los cam-pesinos. Funcionarios de la Reforma

Agraria interesados en intermediar la producción de caña para etanol compactando superficies ejidales, aclararon que la caña para etanol no está incluida en la mencionada Ley.

El piñón o jatropha para la pro-ducción de agrodiesel son la es-peranza de gobiernos como el de Chiapas, pues parecen más susten-tables que la palma africana. Sin embargo también son cultivos de plantación, que aunque no requie-ren insecticidas, sí utilizan herbici-das y fertilizantes que no son ino-centes en sus emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera o en el impacto al ambiente.

Aunque desde el escritorio de los políticos y funcionarios el cam-po se mira como un terreno bal-dío a merced de los inversionistas, la mitad de la superficie del país es propiedad de ejidatarios y comune-ros, que han defendido sus territo-rios como la condición de su exis-tencia; además las 25 millones de hectáreas agrícolas están cultivadas y no pueden ampliarse sobre las 55 millones de hectáreas de bosques y selvas. Así, las 800 mil hectáreas que proponen destinar para etanol de caña y las 120 mil para oleaginosas productoras de agrodiesel (cuatro por ciento de la superficie agrícola total) tendrán un impacto real en las condiciones de vida de los cam-pesinos, en la estructura y precios de los cultivos, en el paisaje rural, la biodiversidad y el ambiente.

La experiencia de otros países muestra que el avance de los agro-combustibles dirigido por los mer-cados se ha dado dejando tras de sí una estela de destrucción de vidas, recursos y ambiente. Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM)

MÉXICO Y LOS AGROCOMBUSTIBLES

Etanol de caña,

¿una posibilidad?

Inviable producir etanol de caña en México, afirman técnicos azucarerosDesde el punto de vista tecnológico, la mejor opción en México para producir biocombustibles es sin duda la caña de azúcar –con energía eléctrica y azúcar asociada–, pues por cada unidad de energía que insume este cultivo, puede ge-nerar ocho, en comparación con la relación uno a 0.8 que ofrece el maíz convertido en etanol, afirma Manuel Enríquez Poy, presidente de la Asociación de Técnicos Azucareros de México (ATAM) y vicepresidente de la Cámara Nacional de las Industrias Azucarera y Alcoholera (CNIAA).

Sin embargo, precisa, desde la perspectiva económica la posibilidad de transformar caña en etanol es “absolutamente nula” en el corto y mediano plazos, debido a que la agroindus-tria viene arrastrando una crisis (con un “cóctel peligroso“ de ingenios que fueron expropiados y luego devueltos y que, al no haber hecho cuentas con el gobierno, limitan el pago de la caña a los campesinos; de problemas climáticos, y de reduc-ción de uso de fertilizantes, pues éstos se encarecieron en años pasados) que ha motivado una caída drástica en la de produc-ción nacional de caña.

Así, con una reducción de 500 mil toneladas en la produc-ción de azúcar este año, que difícilmente llegará a los cinco

millones de toneladas, “¿cómo pensar en un programa para producir biocombustible, cuando el energético alimentario está en riesgo a futuro?”

El directivo comenta que esto se aúna a problemas es-tructurales como los costos agrícolas muy altos –ligados a una tenencia de la tierra fragmentada, de cuatro hectáreas por productor— que hacen que los cañeros ganen “casi nada” y por tanto no inviertan para mejorar su productividad.

Y pretender –como lo prevé la Secretaría de Agricultura— que en México se van a establecer zonas de cultivo de caña específicas para el abasto a plantas que generen etanol, es tam-bién inviable, pues los precios que se pagan por la caña, por ley, están asociados a los precios del azúcar. “La pregunta es cómo vas a diferenciar el precio de la caña. Con cifras estima-das, pero muy parecidas a lo que podría ocurrir, ¿cómo le vas a decir a un cañero te voy a pagar 250 pesos por tu tonelada de caña para generar etanol, cuando la caña para azúcar se vende en 400 pesos?”.

Juan Manuel Gamboa, asesor técnico de la Unión Nacio-nal de Cañeros, afirma que a esta agrupación “se han acerca-do dos o tres personas (supuestos inversionistas) que hablan de que tienen superficie para sembrar caña (adicional a las 683 mil hectáreas que hay en el país en este cultivo) y que tienen proyectos para plantas de producción de etanol, pero cuando ya profundizamos con ellos en el tema, se hacen a un lado. No hay nada serio de proyectos hasta hoy”.

En coincidencia con Enríquez Poy, señala que la negocia-ción del precio de la caña (previsto a ser menor que el que se paga para azúcar) representa un obstáculo para los proyectos de etanol, pero también la reducida competitividad de la agroin-dustria. “La producción de etanol en Brasil tiene un precio de tres pesos por litro, sin considerar comercialización ni envasado. Aquí estaríamos hablando de seis o siete pesos”. Enríquez Poy comenta que la agroindustria azucarera requiere una verdadera política que eleve la productividad agrícola de la caña y no "programas de papel" como los que maneja la Secretaría de Agricultura. Y también se necesita una flexibilización del mar-co legal para que la industria azucarera cogenere energía eléc-trica para vender a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

El mejor panorama que podría tener México es el de inge-nios que produzcan sacarosa parara consumo humano, que cogeneren energía con el bagazo de la caña y que además produzcan etanol. Con eso el balance energético sería muy positivo (lo dicho, de una unidad de insumo por ocho de re-sultados). El marco legal hoy establece que la CFE sólo puede adquirir energía eléctrica de fuentes continuas, no intermiten-tes (cuando los ingenios sólo pueden generar energía durante el periodo de la zafra, que es precisamente el de estiaje, cuan-do las presas hidroeléctricas tienen una capacidad reducida), y también limita a 20 megavoltios la adquisición por ingenio, cuando una fábrica azucarera con molienda elevada podría entregar mucho más que eso (Lourdes Edith Rudiño).

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Omar Masera

La actual discusión sobre el rol de los biocombustibles líquidos en el pa-norama de México ha dejado fuera

aspectos claves: se ha “borrado” de un plu-mazo a todas las otras aplicaciones de la bioenergía, muchas de las cuales podrían mejorar sustancialmente la seguridad y di-versificación energética de nuestro país, así como las condiciones sociales y ambientales, y ha sido muy pobre el análisis de modelos alternativos con criterios de sustentabilidad bajo los cuales deberían impulsarse estos biocombustibles.

Además, la discusión sobre los biocombusti-bles y sus impactos en la seguridad alimentaria no debería oscurecer el hecho de que estos cul-tivos representan sólo la punta del iceberg. La crisis alimentaria (México importa 25 por cien-to del maíz y el 90 por ciento de las oleaginosas que consume), la contaminación de suelos y mantos acuíferos por pesticidas y fertilizantes, la desforestación y degradación forestales desbo-cadas y la desigualdad aberrante y falta de opor-tunidades en el campo son atributos del sistema “minero” de desarrollo agropecuario dominan-te y continuará con o sin biocombustibles si no se transforma radicalmente este sistema.

Bioenergía: mucho más que biocombus-tibles líquidos. Aunque la discusión sobre bioenergéticos se ha centrado en los biocom-bustibles líquidos, como etanol o biodiesel, éstos no constituyen el uso dominante de la biomasa como fuente de energía, sino la leña y el bagazo de caña, que aportan siete por ciento de la demanda final de energía en México. Tampoco los biocombustibles líqui-dos tienen el mayor potencial energético en-tre las opciones bioenergéticas.

De hecho, la bioenergía incluye toda una gama de combustibles y tecnologías asocia-das, como la leña y el carbón vegetal, los residuos agrícolas y forestales, residuos de ac-

tividades agroindustriales –como aceites usa-dos, y grasas animales– y el biogás que puede generarse a partir del estiércol de animales, residuos humanos y de rellenos sanitarios. Estos combustibles pueden utilizarse para generar calor para cocinar, para calefacción o para usos industriales; también para generar electricidad y obtener combustibles líquidos y gaseosos. En un estudio realizado por la UNAM y la Red Mexicana de Bioenergía, por ejemplo, se determinó que en conjunto las distintas opciones bioenergéticas podrían ayudarnos a satisfacer más de la mitad de nuestras necesidades actuales de energía. Del potencial total identificado, 16 por ciento co-rresponde a biocombustibles líquidos y el 84 restante a las demás aplicaciones.

Abordar la bioenergía de manera integral de-bería ser entonces el punto de partida de una política de desarrollo en este sector, integralidad que está ausente en las leyes de promoción a la bioenergía, en la política pública y en los apo-yos a la investigación y desarrollo tecnológico.

Como ejemplo veamos la mínima impor-tancia que se da en el sector gubernamental a la investigación y desarrollo de las estufas eficientes de leña, aunque existe en México un programa ya en curso para instalar 400 mil unidades en los próximos cuatro años en los hogares rurales más pobres. Las estufas efi-cientes de leña, de las que existen modelos con reconocimientos internacionales en México, constituyen tecnologías costo-efectivas, que a la vez mejoran la salud y la economía de las familias rurales, reducen la degradación am-biental y mitigan emisiones de gases de inver-nadero (cada estufa mitiga el equivalente a las emisiones anuales de dos coches). Por cada mil 500 pesos que se gasta en una estufa efi-ciente, la sociedad recupera 17 mil pesos en daños evitados a la salud y al ambiente y en ahorros económicos directos a los pobladores. A pesar de estas bondades, ninguna secretaría de Estado, ni siquiera la de Medio Ambiente,

se han encargado de montar un programa de seguimiento y/o apoyar un modelo sustenta-ble de desarrollo de esta tecnología. ¿En dón-de están las prioridades?

Tampoco se ha hecho énfasis en el apro-vechamiento del biogás, que permite resolver un problema de disposición de residuos (por ejemplo en rellenos sanitarios o en las granjas pecuarias). Los biodigestores constituyen tec-nologías probadas, e instalados en las granjas, permitirían ayudar a reducir emergencias sa-nitarias como la que se presentó en la gripe porcina, ya que fomentan un manejo mucho más limpio de las instalaciones, además de generar un energético limpio y, como subpro-ducto, fertilizante de alto valor. Vale la pena destacar que el biogás tiene alto contenido de metano, que es un poderoso gas de efecto in-vernadero, por lo que, al capturarlo, estos pro-yectos también contribuyen a la mitigación del cambio climático. Otra vez, ¿en dónde están las prioridades?

Mucho menos se habla de la generación de energía eléctrica a partir de los residuos leñosos de aprovechamientos forestales que no tienen valor comercial como madera. Países como Finlandia o Suecia, por ejemplo, incluyen de manera regular el aprovechamiento de estos bioenergéticos en sus programas de manejo forestal, generando cantidades sustantivas de electricidad y calefacción residencial a las po-blaciones. Bajo un manejo adecuado, la re-moción del exceso de material leñoso muerto contribuiría además a reducir los incendios fo-restales y las plagas. En un estudio económico reciente del Banco Mundial se determinó que el uso de leña derivada del manejo forestal sus-tentable para generar electricidad es altamente costo-efectiva, con fuerte potencial de mitiga-ción de emisiones y gran creación de empleos rurales, al igual que el uso de carbón vegetal

para la siderurgia. Sin embargo, estas opciones están fuera de la administración actual, más dis-puesta a la retórica y a sacar leyes sin dientes sobre apoyo a los renovables que a dar pasos fir-mes a la transición energética. Mientras discu-timos sobre biocombustibles para el transporte, México ya decidió aumentar la oferta de elec-tricidad a partir de carboeléctricas ¡al mismo tiempo que promete reducir 50 por ciento de las emisiones a largo plazo! Insisto: ¿en dónde están las prioridades?

Hay opciones bioenergéticas que no repre-sentan un riesgo para la seguridad alimentaria, sino que, por el contrario, pueden apoyarla. Este es el caso de la red Tsiri en Michoacán, donde aproximadamente 120 tortilleras producen sus tortillas artesanales con maíz criollo, utilizando estufas eficientes de leña de tipo Patsari. Las es-tufas han permitido mejorar más de 40 por cien-to la rentabilidad de estas señoras –muchas de ellas viudas o madres solteras– y generar un es-pacio de trabajo limpio y sano. Como se utiliza exclusivamente maíz criollo, la red Tsiri apoya también a pequeños productores de maíz en su transición a sistemas orgánicos. Así se apoya la conservación de las variedades locales, produc-tores y tortilleras tienen mejores condiciones productivas, se ahorra la mitad de la leña en la manufactura de tortillas y los consumidores fi-nales tienen un producto sano que fomenta la economía local.

Criterios de sustentabilidad para bio-combustibles: el desarrollo de opciones agroecológicas. Un aspecto clave que se está trabajando a nivel internacional para normar la producción de biocombustibles líquidos es el desarrollo de criterios e indicadores de sus-tentabilidad. Este es un trabajo intenso que ha sido liderado por Europa, pero que ya se está adoptando también en Estados Unidos. Básicamente, se trata de que el etanol y

BIOCOMBUSTIBLES, TRANSICIÓN ENERGÉTICA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

MÉXICO Y LOS AGROCOMBUSTIBLES

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el biodiesel ––ya sea para la producción interna de los países o incluso para su exportación– cumplan con requisitos estrictos en cuanto a criterios sociales, económicos y ambientales.

Dos puntos críticos dentro de estos criterios son los ba-lances energéticos y de emisiones de gases de efecto inver-nadero, que resultan particularmente importantes dado que la razón de ser de los biocombustibles es reemplazar combustibles fósiles y contrarrestar con ello el cambio climático. Brevemente, el balance energético nos indica cuántos litros de gasolina o diesel son reemplazados por un litro de biocombustible y el balance de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), cuántos kilogramos de CO2 equivalente (es decir CO2 más otros gases como el óxido nitroso o metano) evitan emitir los biocombustibles, también comparados con la gasolina o el diesel de petró-leo. Para hacer estos cálculos se emplean los llamados análisis de ciclo de vida (ACV), pues debe incluirse todo el consumo de energía y emisiones que se dan a lo largo de la cadena productiva, desde la producción del cultivo (por ejemplo, en la preparación del suelo con tractores o el uso de fertilizantes) hasta la producción industrial del etanol o biodiesel. En el caso de los GEI, si la superficie cultivada con biocombustibles proviene de un cambio de uso del suelo, deben incluirse también las emisiones deri-vadas de haber removido la vegetación original.

Las principales conclusiones de estos estudios son: a) si hay cambio de uso de suelo, ninguno de los biocombus-tibles es viable; b) de los biocombustibles de primera ge-neración, la caña de azúcar que sólo utiliza bagazo como fuente de energía en los ingenios tiene relaciones acepta-bles; c) el uso del maíz u otros granos similares (como el sorgo) para etanol tiene coeficientes muy pobres y tam-poco es aceptable; d) del biodiesel, sólo la palma de acei-te que no provenga de cambio de uso del suelo es viable. En otros casos como la jatropha, simplemente no se sabe pues no hay experiencia suficiente en campo.

Así, más que seguir atados a los modelos productivos tipo revolución verde, centrados en aumentar los rendimientos por hectárea por medio del uso intensivo de insumos en monocultivos, la producción sustentable de biocombusti-bles debería basarse en el diseño de paquetes y sistemas de tipo agroecológico, con sistemas diversificados y bajo uso de insumos externos. Así, con metas tal vez menos am-biciosas, los biocombustibles podrían entonces ser parte integral de la producción agropecuaria y forestal orienta-da al uso múltiple del espacio y se podría obtener tanto comida como fibras, materiales y energía. Existe de hecho toda una línea de desarrollo de la producción de biodiesel y etanol a pequeña escala (las llamadas microdestilerías, por ejemplo) que han permitido empujar económicamente a productores, cooperativas y comunidades. Sin embargo, este tipo de investigación y desarrollo en México está, des-afortunadamente, marginado.

Poner la cosas en su justa medida: biocombusti-bles y un nuevo modelo agropecuario y forestal ¡ya! La discusión sobre biocombustibles no debe distraer los esfuerzos para cambiar lo que ya está sucediendo en el campo mexicano. Vivimos una situación de emer-gencia ambiental y de agudo deterioro social, que no ha sido causado por los biocombustibles y que seguirá acentuándose independientemente de lo que suceda con ellos si no se toman medidas urgentes. En el es-tado de Michoacán, por ejemplo, los bosques se han convertido “de facto” en tierra de nadie, acosados por la avidez de una expansión aguacatera, que no respeta ni pendientes, ni linderos. Las plantaciones desafían ya la ley de gravedad, colgadas literalmente de pen-dientes de más de 40 por ciento y sin ninguna medi-da para control de erosión. Los bosques en los que no entra en el aguacate son dominio de talamontes que dejan cerros y laderas pelones con absoluta impunidad. Como lo evidenció el caso de la granja porcícola de La Gloria, en Perote, Veracruz, durante el reciente brote de influenza, la producción intensiva de animales se realiza sin controles sanitarios reales y con descargas de contaminantes peligrosísimas para los pobladores locales. En este sentido, es urgente que los criterios de sustentabilidad sociales y ambientales se apliquen tam-bién (y sobre todo se hagan cumplir) en las actividades agropecuarias.Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM Campus [email protected]

Roberto de la Maza Hernández

El uno de febrero de 2008 fue publicada en el Diario Oficial de la Federación la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bio-energéticos (LPDB) con el objetivo de coadyuvar en el forta-

lecimiento de la seguridad energética nacional, la reactivación del sector rural, la generación de empleos y el bienestar social, así como en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Como resultado de ello, dio inicio la política nacional en la materia.

Esto, en un contexto mundial en que las inquietudes por los im-pactos de los bioenergéticos generaron señales de alerta en varios países. Por ello, el Estado mexicano ha sido muy cauteloso con el afán de asegurarse que efectivamente se obtengan beneficios rurales, energéticos y ambientales mediante la promoción y el desarrollo de los bioenergéticos.

En este sentido, lo primero que se consideró en la Ley aprobada por el Congreso fue salvaguardar la seguridad y soberanía alimen-tarias del país. Por ello, este ordenamiento encargó a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) la responsabilidad de otorgar los permisos relativos al uso del maíz en la producción de bioenergéticos. Sin embargo, acotó el otorgamiento del permiso respectivo a la existencia de inventarios ex-cedentes de producción interna del grano para satisfacer el consumo nacional.

Asimismo, ordenó a la Sagarpa realizar evaluaciones periódicas del impacto generado sobre la seguridad y soberanía alimentarias y el de-sarrollo rural, por la producción de insumos para bioenergéticos. De esta forma, el gobierno se asegura de que el uso de productos como el maíz, la caña de azúcar o el trigo para producir bioenergéticos no compita con los alimentos de los mexicanos, ni influya en sus precios.

Otro de los objetivos principales de la política de bioenergéticos es fortalecer la seguridad energética nacional, reduciendo la depen-dencia que tenemos de los hidrocarburos. En 2007 éstos representa-ron 90 por ciento de la producción de energías primarias, de acuerdo con el balance energético nacional.

Sin embargo, un aspecto que se debe cuidar es que los bioenergéti-cos tengan un balance energético positivo, esto es que la energía que desprendan sea mayor a la utilizada en toda su cadena de produc-ción. Para ello, la LPBD encarga a la Secretaría de Energía (Sener) realizar una evaluación periódica de este balance en los programas que prevé el propio ordenamiento.

También es conveniente que la autoridad en la materia tenga un estricto control sobre las actividades que se desarrollen en relación con los bioenergéticos, por lo que la misma Ley faculta a la Sener para otorgar permisos para la producción, almacenamiento, transpor-te, distribución por ductos y comercialización de bioenergéticos.

Por otro lado, se estima que el potencial de mitigación de emi-siones de gases de efecto invernadero por el uso de bioenergéticos es del orden de 2.5 millones de toneladas de CO2, de conformidad con las metas que se tienen para el aprovechamiento de etanol y biodiesel para el 2012, de acuerdo con la Estrategia Nacional de Cambio Climático, publicada por la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático en 2007.

De cualquier manera, se debe asegurar que en toda la cadena de los bioenergéticos no se generen mayores emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera que las que se tienen por el uso de hidrocarburos, o de lo contrario se estaría contraviniendo el espíritu de la Ley.

Para este efecto, la Ley facultó a la Secretaría de Medio Am-biente y Recursos Naturales (Semarnat) para evaluar periódica-mente los aspectos de sustentabilidad de los programas en la ma-teria, lo cual incluye realizar un balance sobre las emisiones de este tipo de gases contaminantes.

De esta forma, la nueva política nacional de bioenergéticos refleja el espíritu transversal que debe prevalecer en la materia, al dotar a distintas dependencias del Ejecutivo federal de los me-canismos que permitan garantizar el cumplimiento de los obje-tivos de la Ley. Asimismo, establece mecanismos que permitirán promover el desarrollo de los bioenergéticos en beneficio de la seguridad energética, sin comprometer la seguridad y soberanía alimentarias de nuestro país, ni su equilibrio ecológico. Director general adjunto de Bioenergéticos de la Subsecretaría de Planeación Energética y Desarrollo de la Secretaría de Energía (Sener)

Los bioenergéticos no competirán con la producción de alimentos

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Raúl Benet

El fin de la primera década del siglo XXI será recor-dado como el inicio de la Gran Crisis. También debe ser registrado como el boom en la era de los

agrocombustibles.La significativa contribución de los combustibles fósiles

a la crisis climática; su carácter finito y la reducción de sus reservas; las graves implicaciones geopolíticas para las economías más poderosas, y todo esto aunado a las grandes oportunidades de negocio y acumulación que se vislumbran en las fuentes alternativas, conducen a las corporaciones y a los gobiernos al nuevo paraíso de la gran promesa: los agro-combustibles, que son vistos como la solución mágica que permitirá a las corporaciones seguir alimentando un modelo basado en el crecimiento económico, la acumulación inde-finida de riqueza y la proliferación de más y más objetos de consumo, por supuesto dentro del mismo esquema de pobreza y desigualdad social creciente y devastación am-biental abismal.

En muchos países, incluido el nuestro, varias organizaciones campesinas y sociales, así como académicos y legisladores, ven la producción de agrocombustibles como una oportunidad para el desarrollo rural, pero bajo estrictas reglas y criterios de sustentabilidad, así como mecanismos de monitoreo, dentro de dimensiones y esquemas que garanticen el control en el ámbito de los productores locales, pues existen graves preocu-paciones de que esta actividad pueda provocar escasez y cares-tía de alimentos, mayor dependencia alimentaria, deterioro de bosques y selvas, pérdida del territorio y la cultura comunitaria y mayor acumulación de tierras y recursos en manos de corpo-raciones multinacionales.

Numerosos políticos e inversionistas han defendido a los agrocombustibles por su supuesta contribución a la reduc-ción de emisiones de gases de invernadero, con el argumen-to de que estos cultivos tienen la capacidad de incorporar el bióxido de carbono a la cadena alimenticia impidiendo que se libere a la atmósfera. Una fracción de la biomasa producida en los cultivos para agrocombustibles (del 20 al 30 por ciento) es usada para la alimentación de animales, que incorporan el bióxido de carbono en sus tejidos, del que otros organismos se alimentan, de tal manera que la biomasa sería un reservorio de carbono.

TEMA DEL MES

En todas las regiones agrícolas y fores-tales de México, tanto la Secretaría de Agricultura (Sagarpa) y la Comi-

sión Nacional Forestal (Conafor), como va-rios gobernadores, promueven activamente la sustitución de tierras agrícolas y forestales por tierras para la producción de agrocom-bustibles, no obstante que el 18 de mayo de 2008 el presidente Calderón declarara con enjundia y determinación que no se utilizaría ni un grano de maíz para la producción de agrocombustibles.

En México se había anunciado que se uti-lizarían agrocombustibles como oxigenantes en diez por ciento del volumen de gasolina en la ciudad de Guadalajara para el 2010, como programa piloto para generalizar el uso de biocombustibles en Monterrey, la Ciudad de México y posteriormente en todo el país. Por supuesto, también se ha fijado el objetivo de exportar cantidades significativas de agrocombustibles a Estados Unidos. Los gobiernos de Sinaloa, Tamaulipas, Jalisco, Veracruz, Morelos, Oaxaca y Chiapas han

anunciado, financiado y puesto en operación vastos proyectos de “reconversión”, en los que cientos de miles de toneladas de maíz y de hectáreas de tierra agrícola y forestal se aprestan a ser incorporadas a la producción de agrocombustibles. La Leyde Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos (LFPDB) obliga a contar con un certificado emitido por la Sagarpa que establezca que en el país hay inventarios excedentes de maíz para su uso como combustible.

La Sagarpa no ha emitido ningún certifi-cado o permiso en esta dirección, ni México tiene excedentes de maíz; al contrario, hay un déficit cercano al 30 por ciento. Sin embargo en Navolato la empresa sinaloense Destilmex ha instalado y puesto en operación, con fuer-tes aportaciones del gobierno estatal y federal y de inversionistas de Estados Unidos y sina-loenses, un inmenso reactor para el procesa-miento de 500 mil toneladas anuales de maíz para la producción de etanol que será expor-tado a Arizona y California. Aparentemente hasta ahora se han quedado sólo en la produc-

ción de almidones, en espera del reglamento y de la mejoría de los precios del mercado. El inversionista más visible de esta empresa, Eduardo de la Vega Chavarría, ha declara-do que en Sinaloa “no se aplica esa ley”, la LPDB, y en tanto Destilmex está procesando cientos de miles de toneladas de maíz para fines distintos a la alimentación. Cerca de 300 mil toneladas, casi tres por ciento de la producción nacional de maíz, son utilizadas por esa empresa para producir precursores de agrocombustibles.

En Tamaulipas, Biomex por su parte anun-ció en mayo del año pasado la próxima puesta en operación de su planta para etanol, con una capacidad de procesamiento de 450 mil toneladas de sorgo al año.

Aberraciones similares se repiten en el ám-bito forestal, como muestran los gobernadores de Chiapas y Veracruz recorriendo los muni-cipios de la mano de la Sagarpa, la Conafor y de industriales colombianos, estadouni-denses y españoles, y repartiendo plántulas y dinero para promover la “reconversión” (sic)

a jatropha curcas en tierras agrícolas, y fo-mentando las plantaciones forestales con ese tipo de plantas invasoras. Y cabe hacer notar que Monsanto, British Petroleum, Petrobrás, Repsol, Syngenta y Cargill destacan entre las grandes corporaciones interesadas en la pro-ducción de agrocombustibles en México.

La Conafor incluyó la promoción de ja-tropha curcas en sus reglas de operación 2009 de manera totalmente arbitraria e ilegal, pues con esto viola flagrantemente lo dispuesto en la ley de agrocombustibles. Esta comisión de-fiende el establecimiento de plantaciones de jatropha curcas como una manera de recupe-rar tierras “marginales” o deforestadas. Sin em-bargo, en ninguna de las leyes relativas a la ma-teria (la ley forestal, la agraria, la de desarrollo rural sustentable, la de promoción de bioener-géticos o la ley de equilibrio ecológico) está definido o considerado el término de “tierras marginales”, y esto es así porque en realidad es completamente arbitraria tal definición. Para algunos puede parecer que una selva baja caducifolia no muy conservada es una tierra marginal, y para otros esa misma tierra puede significar el reservorio mundial más importan-te de alguna especie. Es el caso por ejemplo de las selvas bajas de Morelos, que son conside-

RECONVERSIÓN A LA MEXICANA

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Sin embargo, cada vez más estudios muestran que tal esperanza está mal fundamentada. Una de las revistas científi-cas más prestigiosas, Science, publicó el año pasado un artícu-lo que se ha vuelto clásico por el método empleado y por las conclusiones obtenidas, en el que los autores utilizan datos de las grandes regiones del mundo donde se produce caña, maíz, trigo y soya, así como las dinámicas que se han dado en los paí-ses que están produciendo agrocombustibles, para modelar el efecto que tendrán los planes ya aprobados por muchos países (incluido México) a fin de sustituir una fracción significativa de las gasolinas fósiles por agrocombustibles.

La principal conclusión de este artículo es que para obtener los volúmenes planeados se está generalizando un cambio en el uso del suelo a escala global: una fracción significativa de las tierras que antes producían maíz, soya y trigo para alimentos se usa para producir etanol y diesel, y esto provoca el cambio de uso de suelo en bosques, selvas y pastizales naturales que son desmontados para compensar la pérdida de tierras agrícolas. Este cambio de uso de suelo observado, cuando se modela para las diferentes regiones del mundo, significa un aumento de casi 50 por ciento en la emisión neta de gases de invernadero, según los autores del artículo. Adicionalmente se están destruyendo bosques y selvas con la siembra de plantas invasoras como la jatropha curcas y la palma africana para la producción del agro-diesel, lo que libera a la atmósfera importantes cantidades del CO2 que estaba atrapado en los árboles y en el suelo forestal.

Otras investigaciones señalan que para que la producción de agrocombustibles alcance los rendimientos demandados por el mercado, es necesario utilizar grandes cantidades de fertilizantes de origen fósil, pesticidas y maquinaria agrícola, lo cual constituye otro desbalance importante en la pretendida disminución de gases de invernadero. Por sí solos, los fertili-zantes nitrogenados liberan a la atmósfera grandes cantidades de óxido nítrico, gas de invernadero 30 veces más dañino que el bióxido de carbono en términos del calentamiento global. La pretensión de que la siembra de insumos para la produc-ción de “bioenergéticos” es una medida favorable para hacer frente al cambio climático, no es sino un mito promovido por las grandes corporaciones interesadas en el negocio de los agrocombustibles, encabezadas por las empresas energéticas, biotecnológicas y agroindustriales.

Agrocombustibles en el menú. Uno de los principales “objetivos del milenio” de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) era reducir el hambre en 50 por ciento para el 2015, meta que se ha visto letalmente amenazada a partir del incremento de los precios de los granos en el mundo. Tanto la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) como la propia ONU han observa-do un grave incremento en los precios de los alimentos y han advertido del riesgo no sólo de se incumplan las metas de re-ducción del hambre en el mundo, sino de que ésta aumente drásticamente e incluso resurja en países que la habían supe-

rado décadas atrás. Y han asociado directamente este riesgo a la especulación e incremento de precios que ocurre por el uso de los granos y los recursos agrícolas (agua, tierra, abonos, re-cursos económicos) para la producción de agrocombustibles.

Según la FAO y el Fondo Mundial de la Alimentación de la ONU, los precios de los granos básicos se elevaron entre 20 y 70 por ciento en el orbe en los cuatro años recientes, prin-cipalmente por el uso de maíz, soya y tierras agrícolas para la producción de agrocombustibles.

Riesgo de pérdida de bosques y de daño a ecosistemas. En Brasil, millones de hectáreas de selva del Amazonas han sido arrasadas en los cinco años recientes para sembrar soya, ya que las tierras del sur del país, en las que antes se sembraba esa leguminosa, están siendo utilizadas para la caña de azúcar destinada a la producción de etanol. La prestigiosa ex ministra de medio ambiente brasileña, Marina Silva, manifestó con su renuncia que la política del gobierno de Lula, que fomenta de manera generalizada la producción de etanol, está provocando la desaparición de vastas áreas de la selva amazónica y la mata atlántica. En el sudeste asiático, las escasísimas poblaciones de orangutanes y otras especies en peligro de extinción, están perdiendo los últimos reductos de sus hábitat a manos de la palma de aceite para agrocombustibles.

La superficie de tierra agrícola y forestal mundial que está siendo reorientada hacia la producción de agrocombustibles es de más de 40 millones de hectáreas, y las tierras agrícolas se transforman para la producción de combustibles a una tasa anual creciente. Estados Unidos ha establecido la meta de utilizar 132 mil millones de litros anuales de etanol como combustible y la Unión Europea (UE) acordó que para el 2012 diez por ciento de las gasolinas provendrán de agrocombusti-bles. La totalidad de la tierra agrícola de EU será insuficiente para producir su propia demanda de agrocombustibles según

las metas establecidas para los próximos años, y lo mismo ocu-rre para los países de la UE, por lo que requerirán grandes cantidades de etanol, granos o aceites provenientes del Sur. Los europeos los están llevando desde países asiáticos como Malasia e Indonesia, en donde los monocultivos de palma de aceite para la producción de agrodiesel han provocado una de-vastación criminal de las selvas y el despojo de los territorios comunitarios. Cerca de 98 por ciento de la cobertura forestal de Indonesia se habrá perdido en los próximos cinco años y Malasia, el principal productor de palma de aceite del mundo, ha perdido ya 87 por ciento de su cobertura forestal. Lo mis-mo está ocurriendo en Brasil y Colombia para enviar etanol y biodiesel a EU, y México, como siempre, se encuentra en una posición privilegiada para proveer a Estados Unidos de tan importante producto. Campaña Vamos al Grano [email protected]

radas por la Sagarpa y la Secretaría de Desarrollo Rural estatal como “tierras marginales”, y que por lo tanto son sus-ceptibles de ser plantadas con jatropha. Sin embargo, estas selvas constituyen las regiones del mundo con mayor diversidad de especies de la familia de las Burseras. Otras tierras que pueden parecer “marginales” son tierras de “barbecho”, a las que los campesinos regresan después de unos años en una

práctica milenaria de rotación de cul-tivos y descanso de tierras. En general, las (mal llamadas) tierras “marginales” son menos productivas que las tierras consideradas “agrícolas”, y por lo mis-mo, para hacerlas “competitivas” en el mercado de los agrocombustibles, sería necesario utilizar grandes canti-dades de agua, fertilizantes químicos y trabajos mecanizados de preparación del suelo, lo cual, aunado al necesario

“desmonte”, contribuirá de manera muy significativa al incremento de los gases de invernadero, que era lo que supuestamente se pretendía resolver en primer lugar. Y como lo ejemplifica el caso mencionado, el riesgo de grave impacto sobre la diversidad de especies animales y vegetales queda ignorado.

Para la promoción de las energías renovables es fundamental partir de la gente, de la situación local. En México hemos sido testigos de la gran torpeza (por decir lo menos) con la que se han desarrollado programas de producción de energía limpia. En La Ventosa, en Oaxaca, por ejemplo, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) impuso a las comunidades los generadores de viento mediante engaños, incumplimientos e incluso despojos, con una lógica que sólo atendía las exigencias de los inver-sionistas (grandes corporaciones es-pañolas en su mayoría) provocando un rechazo total por parte de muchas comunidades a la tecnología eólica, que sin duda tiene inmensas virtudes. (Raúl Benet)

La Conafor y la jatrophaLa Comisión Nacional Forestal (Conafor), dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente, conformó en su pre-supuesto federal 2009 una bolsa específica de su esquema ProÁrbol para apoyar el cultivo de la jatropha.

Ante la pregunta de por qué la Conafor tomó esa me-dida, Víctor Sosa Cedillo, coordinador de Producción y Productividad de la Comisión, dijo que la decisión ocurrió porque “existe interés de diversas empresas nacionales y extranjeras en asociación con los dueños de los terrenos en desarrollar este tipo de proyectos”.

Precisó que la empresa Grupo KUO-REXCEL prevé plantaciones de jatropha y establecimiento de una refi-nería de biocombustibles en Yucatán, la empresa Vece-nergy Vida de México prevé plantaciones en Michoacán, Guerrero y Oaxaca y el Instituto para la Reconversión Pro-ductiva y la Agricultura de Tropical de Chiapas pretende plantar tal especie en esta entidad sureña. Pero además “hay numerosos productores del sector social, ejidos, co-munidades y pequeños propietarios interesados”.

Según el funcionario, ya en 2007 y 2008 la Conafor dio subsidios a plantaciones de jatropha –que es un árbol na-tivo de México– considerando su potencial de transforma-ción en biodiesel y por su función como árbol protector y restaurador de suelos degradados. El establecimiento de la jatropha, dijo, “no afecta terrenos de sistemas de cultivo agrícola, ni implica desmontes de bosques”.

Para 2009 la Conafor tiene previsto apoyar cerca de 20 mil hectáreas de jatropha en Campeche, Chiapas, Guerre-ro, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán, “de-pendiendo de la demanda y los recursos disponibles”. Sosa Cedillo subrayó que los apoyos se entregan sólo a quienes cuentan con constancia de registro o autorización de la plantación por parte de la Secretaría de Medio Ambiente.

También dijo que, según un estudio del INIFAP, en México hay seis millones de hectáreas con potencial para establecer jatropha.

Se le comentó a Sosa Cedillo que aún el Ejecutivo no ha emitido el reglamento de la Ley de Promoción y Desa-rrollo de Bioenergéticos, por lo cual otorgar subsidios a la jatropha podría representar una ilegalidad, pues su fin es la producción de biodiesel. (Raúl Benet)

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LEY DE BIOENERGÉTICOS

La Ley Federal de Promoción y Desarro-llo de los Bioenergéticos, que entró en vigor en 2008, señala la obligación del

Ejecutivo de publicar el respectivo reglamen-to en un periodo no mayor a nueve meses a partir de la publicación de la ley. El antepro-yecto de reglamento publicado en la página de la Secretaría de Energía se encuentra en una etapa muy cercana a su publicación.

Las organizaciones que signamos queremos señalar nuevamente las graves inconsistencias y contradicciones entre la versión actual del reglamento y la ley que aprobó el Congreso.

1. Un tema fundamental en el debate es el uso de alimentos para la producción de com-bustibles, ante al grave riesgo sobre la seguri-dad alimentaria que esto supone. La ley debe-ría proteger a todos los productos que la Ley de Desarrollo Rural Sustentable considera como básicos y estratégicos para la seguridad y la soberanía alimentaria. La Ley de Bioener-géticos sólo restringe el uso del maíz para este fin en tanto no haya excedentes en la produc-ción nacional. El anteproyecto de reglamento borra incluso este candado, al permitir la pro-ducción de combustible con maíz importado.

Sostenemos que el reglamento debe impe-dir el uso en la producción de combustibles de cualquier alimento básico y estratégico, y de las tierras y agua destinadas a su producción, con-forme la Ley de Desarrollo Rural Sustentable.

2. No existe en el reglamento ninguna res-tricción que impida sustituir superficies des-tinadas a maíz por otros productos alimenti-cios para la producción de agrocombustibles.

3. Los impactos energéticos y ambientales de la producción de etanol a partir de granos básicos son negativos porque: a) aumenta la dependencia de combustibles fósiles para pro-ducir etanol y b) la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es muy pobre e incluso negativa. c) el cambio de uso de suelo asociado al incremento en las zonas de cultivo impacta negativamente al medio ambiente.

4. Los temas de transparencia y partici-pación ciudadana son inexistentes en el reglamento. No sólo no hay instancias de participación ciudadana, sino que se oculta la información relativa a los permisos de uso de granos, al establecer que (la información relativa a los permisos) será clasificada.

5. El medio ambiente, la cobertura forestal y la biodiversidad quedan en fuerte riesgo. El anteproyecto establece que los cultivos rela-cionados con la producción de bioenergéticos deben desarrollarse en zonas con uso agrícola o pecuario, en tierras de baja rentabilidad o en tierras marginales o de abandono. No obs-tante, en ninguna ley vigente existe el con-cepto de tierras marginales o de abandono, por lo que su definición queda a la interpre-tación o al arbitrio de la autoridad en turno.

6. En lo relativo a la vigilancia y sanción, no se le otorga ninguna atribución a las instancias pertinentes, como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). El reglamen-to carece de mecanismos e instrumentos que permitan garantizar que la producción de insu-mos para agrocombustibles se lleve a cabo sin impactar el suelo, el agua, la biodiversidad y sin provocar el cambio de uso de suelo. Se omite el requisito de manifestación de impacto ambien-tal en la etapa de producción de insumos, que debiera exigirse al menos para la inserción de especies exóticas o invasoras en ecosistemas fo-restales (palma africana y jatropha, entre otras).

7. En las actividades que requieren permiso existe inconsistencia entre el ante-proyecto de reglamento y la ley de referencia. El artícu-lo 24 de la ley establece que las actividades y servicios relacionados con la producción, el

almacenamiento, el transporte y la distribu-ción por ductos, así como la comercializa-ción de bioenergéticos, se sujetarán a permiso previo de la Secretaría de Energía. El regla-mento, por su parte, ya no establece el requisi-to del permiso para la producción, sólo para su transformación en productos procesados. Sin embargo es en la etapa de producción donde se presentan los principales riesgos para la se-guridad alimentaria y el medio ambiente.

8. Si bien el reglamento habla de dar segui-miento al balance energético, debería conte-ner previsiones precisas para garantizar que la producción de bionergéticos cumpla con dos objetivos fundamentales, que son sustituir ener-gía fósil y contribuir a la mitigación de gases de efecto invernadero. Muchos estudios muestran que esto no es así, la producción de combustible con granos básicos no reduce la generación de gases de invernadero y consume energía fósil.

9. La promoción y producción de los bio-energéticos debe insertarse en una verdadera estrategia nacional de seguridad energética y búsqueda legítima de fuentes alternativas y sustentables de energía.

10. Tomando en cuenta los inmensos inte-reses, planes e inversiones a escala mundial y nacional en la producción de agrocombusti-bles, así como los graves riesgos que esta pro-ducción puede conllevar si no se construye un marco normativo adecuado, consideramos que es necesario que se abra un nuevo perio-do de consulta del reglamento, con una am-plia convocatoria entre los sectores sociales, académicos y de productores y que se con-templen en la discusión y en la decisión los temas de seguridad y soberanía alimentaria, energética y ambiental, sustentabilidad, par-ticipación ciudadana y transparencia.

OXFAM, ROSTROS Y VOCES, ANEC, SEMILLAS DE VIDA, GREENPEACE

POSICIONAMIENTO ANTE EL REGLAMENTO DE LA LEY DE PROMOCIÓN Y DESARROLLO DE LOS BIOENERGÉTICOS

Jorge Villarreal

México atraviesa un momento crítico y complejo. En medio de la crisis financiera y política, hay un asunto cuya solución debe ser inmediata: la crisis

alimentaria, problema estructural que impacta negativamen-te en la gente. Por ello vale la pena recapitular, de manera muy breve, ¿qué origina la crisis alimentaria?, ¿cuáles son sus efectos? y ¿qué retos representan sus posibles soluciones?

Algunas de las causas... En enero de 1994 entró en vi-gor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre cuyos fines estaba incrementar la produc-tividad agropecuaria regional. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados, ya que el campo mexicano llegó a esta apertura muy debilitado, sin condiciones para competir con la poderosa agroindustria de Estados Unidos (EU). Tal fragilidad tiene dos orígenes: el paulatino incremento de las importaciones de productos básicos desde hace 20 años y el desmantelamiento productivo/comercial que el gobierno ha propiciado a partir de 1992. Debilidad que se agrava por la coyuntura del encarecimiento de los productos de con-sumo básico en el mundo --principalmente los granos y en particular del maíz-- causado por el uso de los excedentes de maíz de EU en la producción de agrocombustibles y la consiguiente especulación en los mercados internacionales de granos y sus derivados.

Algunos de los efectos... En vez de que los altos precios coadyuven a mejorar el mercado nacional (producción,

abasto y comercialización), han ocasionado un exponencial crecimiento de los precios al consumidor de los alimentos básicos, afectando a más de la mitad de la población mexi-cana, que se encuentra en condiciones de pobreza, y pro-fundizando la pobreza alimentaria que padecen cerca de 18 de cada 100 habitantes de nuestro país.

Algunos de los retos: superar medidas superficiales. El gobierno ha tomado algunas medidas para subsanar esta crisis, pero no atajan el problema de raíz y además suelen ser contrapuestas, por ejemplo: los pactos para detener los precios versus el impulso a los agrocombustibles.

Calderón anunció un pacto del gobierno federal con los sectores industrial y comercial (con los agricultores exclui-dos) para contener el alza de los productos básicos. Al mis-mo tiempo, dijo que continuaría la importación desde EU de productos de consumo, con lo cual provocó especula-ción y el pacto terminó por quebrar. .

Mucho se ha argumentado que la crisis alimentaria fue detonada en parte por el uso de maíz para la producción de etanol. En 2007 Calderón vetó la iniciativa de Ley para la Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos, que estaba orientada casi exclusivamente al desarrollo de agrocombus-tibles y no al aprovechamiento integral de la bioenergía, lo cual fue un fuerte golpe para el sector agroindustrial que había cabildeado con la Comisión de Agricultura de la Cá-mara de Diputados (responsable de la iniciativa) para cana-lizar recursos públicos a la producción de etanol con maíz para exportación. Con fuertes presiones sociales, al final se

aprobó la ley con la adición de un artículo que prohíbe el uso del maíz para etanol (a menos que existan excedentes nacionales del grano) y que promueve el desarrollo integral de la bioenergía para --entre otras cosas-- reducir el uso del petróleo mediante energías limpias y hacer frente al cambio climático. Sin embargo, esta ley aún no tiene reglamento, y es necesario asegurar que se apegue a lo suscrito.

Posterior a la aprobación de esta ley, Calderón y la Secre-taría de Medio Ambiente han expresado su negativa al uso del maíz --o cualquier otro alimento de consumo básico-- para la producción de agrocombustibles. Sin embargo, la Secretaría de Agricultura los promueve y financia.

Son evidentes las decisiones contrapuestas del gabinete en el gobierno federal en el tema y deben ser analizadas con seriedad. ¿Qué hay detrás de ellas?: ¿desarticulación de políticas públicas que facilita la protección de intereses par-ticulares (como los agrocombustibles en Sinaloa)?, ¿falta de capacidad de gobierno para definir una política común que garantice el desarrollo del campo?, o ¿la política federal es que no hay política y se abandonan los asuntos públicos a la dinámica del mercado internacional de granos para resolver la crisis alimentaria?

Para muchas de las organizaciones campesinas, sociales y civiles en México, la única solución a la crisis alimentaria radica en el apoyo integral al campo, y para ello se requiere frenar la importación de granos y apostarle a la productivi-dad, el comercio y el abasto nacional. Coordinador de Programas de la Fundación Heinrich Böll Sitftung, Ofi cina para México, Centroamérica y el Caribewww.boell-latinoamerica.orgprogramas@boell-latinoamerica.org.mx

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Notas sobre la crisis alimentaria en México

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LEY DE BIOENERGÉTICOSLA LEY DE BIOENERGÉTICOS Y LA PRESIÓN EMPRESARIALVíctor Suárez Carrera

Diversos grupos empresariales mexicanos y extranjeros impulsaron por medio de la Fundación (E)-misión la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos (LPDB), aprobada por la LX Le-

gislatura del Congreso de la Unión y publicada por el Ejecutivo federal el uno de febrero de 2008. A pesar de los intereses empresariales, se logró establecer la prohibición para la producción de combustibles a partir del grano de maíz en sus diversas modalidades a menos que existan exceden-tes de producción interna del cereral para satisfacer el consumo nacional (artículo 11, fracción VIII). Restricción que es clave para la seguridad y soberanía alimentarias.

Esta fracción ha constituido un severo obstáculo a las pretensiones em-presariales de arrancar la producción de etanol en México con base en maíz máxime haberse construido con apoyo federal la primera planta en Sinaloa, misma que se encuentra parada al carecer del permiso correspondiente en los términos de la citada fracción.

Por esta razón, se pretende atacar la fracción VIII del artículo 11 de la LPDB por dos vías: • Violar la LPDB e incorporar en su reglamento la facultad de otorgar

permisos aun cuando no existan excedentes de maíz respecto a su con-sumo nacional. Este expediente ha sido utilizado frecuentemente por el gobierno de Calderón como fue el caso de la ilegal modificación al reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados que, en contra de la propia ley, permite otorgar permisos de siembra experimental de maíz transgénico a Monsanto, y

• Modificar tal fracción para que se consideren “excedentes regionales” de maíz en lugar de excedentes a nivel nacional y no se contemple “el grano de maíz en sus diversas modalidades” sino únicamente el “maíz blanco orientado exclusivamente al consumo humano”. Estas presiones empresariales han sido ya traducidas en sendas iniciativas de modifica-ción de la fracción por tres senadores: Mario López Valdez (PRI-Sina-loa), Federico Döring (PAN-DF) y Arturo Herviz (PRD-Veracruz). No sorprende la posición de los senadores del PRI y del PAN, ¿pero la del PRD? Al respecto hay muchas casualidades: el texto de cada una de las iniciativas es prácticamente el mismo, se presentan casi en la misma fe-cha (26 y 27 de marzo de 2008) y pretenden lo mismo: que se consideren “los excedentes de maíz por cada región y en función de cada variedad de maíz”. En otras palabras, si en Sinaloa existen excedentes de maíz blanco respecto a su requerimiento para consumo humano, en esa enti-dad se podrían otorgar permisos para plantas de etanol, aunque a escala nacional el déficit de maíz aumente de ocho millones de toneladas a, por ejemplo, diez millones.

Alternativas: • Es urgente frenar la pretensión empresarial de modificar la fracción VIII

del artículo 11 de la LPDB así como las intenciones del gobierno de Calderón de incluir ilegalmente en su reglamento la facultad de la Se-cretaría de Agricultura para otorgar permisos para la elaboración de eta-nol con maíz aun cuando en nuestro país exista insuficiente producción para satisfacer el consumo nacional.

• Luchar por el establecimiento a escala nacional y mundial de una mo-ratoria a la producción de bioenergéticos con base en alimentos y a la siembra de maíz transgénico por constituir una amenaza contra la se-guridad alimentaria mundial, la agricultura campesina y la soberanía alimentaria de los pueblos.

• Reorientación de la política energética y agroalimentaria con base en la soberanía alimentaria y energética, incluyendo un programa multianual para el impulso a la producción campesina de maíz a fin de alcanzar el equilibrio con el consumo nacional.

• Establecimiento de una política de Estado en materia de bioenergéti-cos, en el marco del fortalecimiento de nuestra soberanía alimentaria y energética, que incluya la asignación de presupuestos apropiados para la investigación pública en desarrollo de biocombustibles de segunda y tercera generación (a partir de desperdicios de cultivos agrícolas, basura, celulósicos de madera, algas y microalgas, etcétera).

• Renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TL-CAN) para asegurar el derecho de nuestro país a administrar el comercio exterior del maíz y demás productos agrícolas esenciales para la seguri-dad alimentaria de la población.

Gustavo Alanís Ortega

La más reciente versión a consulta del Progra-ma Especial de Cambio Climático (PECC), publicada en abril pasado, incluye en su ob-

jetivo 2.1.3 “fomentar la producción y uso sustentable de biocombustibles en México como una alternativa tecnológica baja en carbono”. Dentro de este objetivo tenemos la Meta 6: “elaborar la estrategia intersecre-tarial nacional de bioenergéticos en el 2009”; la Meta 7: “definir los criterios de sustentabilidad para evaluar el desempeño de las diferentes tecnologías de pro-ducción de biocombustibles en el 2010”; y la Meta 8: “reconvertir 300 mil hectáreas a cultivos que sirvan de insumos en la producción de biocombustibles, duran-te el periodo 2008-2012, sin comprometer la seguridad alimentaria o la integridad de los ecosistemas”.

Asimismo, la Ley Federal de Promoción y Desarro-llo de los Bioenergéticos menciona como uno de sus objetivos “procurar la reducción de emisiones conta-minantes a la atmósfera y gases de efecto invernade-ro”. Su reglamento, todavía por publicarse, comenta en su versión de consulta que “con el fin de procurar la protección al medio ambiente en la producción de insumos para la producción de bioenergéticos se considerará evitar acciones que puedan producir emi-siones que impacten la calidad del aire, minimizando los correspondientes gases de efecto invernadero”. También establece que las Normas Oficiales Mexi-canas, lineamientos y criterios “deberán considerar y minimizar la generación de gases de efecto invernade-ro contabilizando el beneficio neto generado con la reducción de los mismos”.

Si bien sigue habiendo posiciones encontradas sobre el aporte de los agrocombustibles a la mitigación del cambio climático, hay varios hechos. Uno, es que en México están previstas plantas de producción de etanol a base de maíz. Otro es que varios estudios demuestran que el balance energético de plantas para producir eta-nol puede llegar a ser muy pobre, así como su reduc-ción de gases de efecto invernadero.

Regulaciones necesarias. La mitigación del cam-bio climático por medio de la reducción de bióxido de carbono con la producción de etanol a base de maíz no es garantizada con la simple construcción de plantas, la publicación de una ley o de su reglamento; varios expertos en el tema aseveran que la mitigación

real está determinada por la tecnología de cultivo del maíz y el uso de fertilizantes, principalmente. Estos aspectos de las plantas y de la producción de insumos tienen que ser regulados apropiadamente para garan-tizar beneficios al clima.

En conclusión, tras la publicación de la segunda consulta del PECC, la política de agrocombustibles actual del gobierno mexicano es cuestionable. Los objetivos comentados en el PECC al respecto corres-ponden a lo planteado en la Ley y en el anteproyecto de reglamento; igual que en muchos otros instru-mentos legales, nos encontramos con muy buenos deseos e intenciones y pocos hechos contundentes y concretos no sólo para que éstos se cumplan sino también para poder enfrentar en tiempo y forma el inmenso reto climático que tenemos en el concierto local y global. ¿Cómo lograr que dichos instrumentos regulatorios logren garantizar reducciones reales?

¿Por qué ahora sí creer que tanto la ley como el reglamento en comento se van a aplicar y a cumplir de manera efectiva en un país en donde precisamen-te lo que no se cumple ni observa es la legalidad y el estado de derecho? El gran riesgo que corremos al no hacerlo, particularmente en el caso relativo al cambio climático, es que las condiciones climatoló-gicas nacionales cada vez serán más severas trayendo esto afectaciones considerables tanto a la salud de las personas como al entorno en que nos desarrollamos. ¿Estamos dispuestos a que esto suceda?

Una manera posible para darle la vuelta a la situa-ción actual sería impulsar un replanteamiento de la política relativa a los agrocombustibles en el país que no esté enfocada única y exclusivamente a favorecer los grandes intereses agroindustriales que ya pugnan por hacer de la Ley una herramienta para recibir recursos para sus plantas, quizá a costa del cambio climático, la alimentación de los mexicanos y el crecimiento y desa-rrollo del país, muy afectados estos últimos desde años atrás. Otra forma de entrarle a resolver un asunto de esta naturaleza sería con una política nacional de bio-combustibles que garantice una efectiva reducción de gases de efecto invernadero, así como sustentabilidad ambiental, seguridad alimentaria y alternativas ener-géticas; creemos que esto es lo menos que podemos espeerar del reglamento que está por publicarse. Presidente del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda)

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La política de cambio climático

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Lourdes Edith Rudiño

Además de la Ley de Promoción y Desa-rrollo de los Bioenergéticos (LPDB) y de su reglamento, el marco legal para

estos productos en México incorporará crite-rios y lineamientos ambientales, guías am-bientales, y probablemente normas oficiales obligatorias y/o no obligatorias en este ámbi-to. Asimismo, el Instituto Nacional de Ecolo-gía (INE) está impulsando que en unos pocos años se establezca un proceso de certificación ambiental tal como lo prevé Europa.

Todo esto –aunado a la posición que expre-sa la Secretaría de Hacienda, de evitar señales de que habrá carretonadas de subsidios para los biocombustibles– servirá como un tamiz para garantizar que se establecerán en Méxi-co sólo aquellos proyectos que sean rentables económicamente y que no tengan efectos perversos sobre el medio ambiente. Y en todo caso habrá algunas subvenciones para los proyectos que demuestren beneficios sociales importantes (de combate a la pobreza, gene-ración de empleo o incluso beneficios ecoló-gicos), afirmó el presidente del INE, Adrián Fernández Bremauntz.

El INE es la instancia que recibió la enco-mienda, de parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de representar el interés ambiental dentro

de la Comisión Intersecretarial para el Desa-rrollo de los Bioenergéticos, donde se están discutiendo las políticas y regulación de estos productos.

Adrián Fernández afirmó que a diferencia de otras decisiones de fomento productivo to-madas en el pasado con soslayo del aspecto ambiental, ahora resulta muy positivo que la mencionada comisión intersecretarial brinda el mismo peso al INE y a la Semarnat que a la Secretaría de Agricultura y la de Energía.

Recordó que hace poco más de cinco años en el mundo había un “frenesí” por los bio-combustibles que motivó a varias naciones a establecer metas y estímulos fiscales y de sub-sidio para la sustitución de combustibles fósiles por etanol o biodiesel con la intención de miti-gar el cambio climático (reducir las emisiones de gases de efecto invernadero). Con ello se promovió una expansión de cultivos de caña de azúcar, colza y palma de aceite, entre otros.

Pero de dos años para acá se ha venido documentando efectos ambientales contra-producentes: por ejemplo en Brasil mayor caña en el sur del país, en especial en Sao Paulo, ha desplazado siembras de soya y en-tonces los productores de esta oleaginosa han propiciado desmonte de bosques en el Ama-zonas para llevar allí su cultivo. O el caso de Indonesia, el segundo país después de Brasil en superficie forestal y también en deforesta-

ción, que amplió agresivamente su superficie de palma de aceite para atender demanda eu-ropea de una forma tal “que está saliendo más caro el caldo que las albóndigas”.

Así, en el mundo se está repensando las políticas de biocombustibles y se ha comen-zado a desarrollar esquemas de certificación que garanticen “ciclos de vida” adecuados, esto es que los biocombustibles no generen deterioro ambiental, que sean producidos sustentablemente.

“Y no es que estén siendo fundamentalis-tas; están viendo las cosas con más cautela. Por ejemplo, el informe Gallagher de la Agencia de Combustibles Renovables del Reino Unido no dice que esté mal la directiva de la Unión Europea de promover biodiesel y etanol; lo que dice es que no están prepara-dos con un sistema que garantice que los bio-combustibles que compra este bloque hayan sido producidos sustentablemente. Entonces Europa ya decidió desarrollar un sistema de

certificación de la forma y los insumos con que se producen los biocombustibles”.

En México, señaló el presidente del INE, desde fines del gobierno anterior y más en este gobierno, la Secretaría de Agricultura ha querido impulsar los biocombustibles. Pero el hecho de que las decisiones se estén tomando en la comisión intersecreatrial “nos garantizará que no se cometan los grandes errores que se ven en otros países”.

Lo que aspira el INE para los proyectos que se desarrollen en México es que el balance de carbono sea negativo (esto es que se capture más CO2 de lo que se emita) y que los impac-tos negativos al medio ambiente de las activi-dades agroindustriales no sean mayores a las que ocurre con la agroindustria ya establecida.

Ejemplificó con la agroindustria caña-azú-car, que es una gran contaminadora por la quema de caña y el vertido de vinazas a lagos y ríos. “No me parecería justo que nos ponga-mos más exigentes con la caña que se

LEY DE BIOENERGÉTICOS

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Adelita San Vicente Tello

La elaboración de leyes en nuestro país implica un pro-cedimiento complicado previsto en la Constitución, en específico en los artículos 71 y 72. Asimismo, en el

artículo 73 se establece que el Congreso es la única instan-cia facultada para expedir leyes.

Más allá de los preceptos constitucionales, los ciudadanos sabemos que las discusiones de las leyes en el Congreso son muy intensas y reflejan posiciones ideológicas opuestas de los legisladores o, en otros casos, intereses de los grupos a quienes representan. Aun cuando ha crecido la pluralidad en la vida política de México, la mayoría de los diputados y senadores respaldan al Ejecutivo y emiten leyes favorables a grupos particulares. Sin embargo, existe una minoría que se hace escuchar –a veces con medidas drásticas–, da la voz a organizaciones que defienden los intereses ciudadanos; y en ese complicado mecanismo de elaboración de leyes, logra insertar algunos preceptos opuesto al objetivo de las mis-mas, los cuales se llaman de manera coloquial “candados”.

Esta lucha política en la arena legislativa permite un ba-lance entre los diversos intereses y es producto de un ejer-cicio de la democracia que lentamente avanza en nuestro país. Por ello, resulta sumamente preocupante que los go-biernos panistas pretendan pasar por alto el trabajo de los

legisladores mediante la expedición de reglamentos. Esto constituye una grave ilegalidad pues la Constitución con claridad determina que el presidente de la República, en apego al artículo 89, tiene las siguientes “facultades (...) I. Promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia (...)”

En 2004 con la Ley de Juegos y Sorteos ya se observó esta dinámica, pero en el caso de la Ley de Bioseguridad de Or-ganismos Genéticamente Modificados (LBOGM) es suma-mente irresponsable pues tiene implicaciones nuestra salud y alimentación.

La aprobación de esta Ley resultó luego de un fuerte de-bate en el Congreso de la Unión, particularmente en 2004 en la Cámara de Diputados; entonces, gracias al trabajo de múltiples actores se logró insertar algunos instrumentos de bioseguridad en la Ley. Los instrumentos de bioseguridad son: el Régimen de Protección Especial del Maíz (RPEM), la determinación de centros de origen y de diversidad gené-tica, y las zonas libres de transgénicos.

El reglamento de la LBOGM fue publicado el 19 de marzo de 2008 sin tomar en cuenta ninguna de las medi-das de bioseguridad que se había logrado incluir en la Ley; tampoco se respetó el procedimiento, pues no se conside-raron las observaciones emitidas en la consulta. Asimismo,

en una completa violación constitucional se establecieron regulaciones que no contiene la Ley, apartándose totalmen-te del objeto de la misma, que es establecer los mecanismos de bioseguridad que permitan la protección del ambiente frente a la liberación de organismos genéticamente modi-ficados. Por el contrario, en detrimento de la bioseguridad, el reglamento procuró hacer más ágiles los permisos para la liberación de transgénicos tomando diversas medidas a favor del solicitante que afectan una adecuada revisión de la solicitud.

Con base en los vicios de inconstitucionalidad que pre-senta este reglamento, el municipio de Tepoztlán presentó en 2008 una controversia constitucional que fue admitida por la Suprema Corte de Justicia. Este procedimiento aún no se resuelve por la máxima instancia del Poder Judicial.

A pesar de ello, continuando con la violación a los pre-ceptos constitucionales y a los procedimientos establecidos en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo, en mar-zo de este año, se publicó una reforma al Reglamento de la LBOGM. Nuevamente se busca violar la Ley; la pretensión es anular el Régimen de Protección Especial del Maíz y dar por concluido el procedimiento iniciado en abril de 2008 en torno a su consulta.

Es evidente que con estos subterfugios legaloides se busca pasar por encima de la Ley para lograr la introducción del maíz transgénico a México a toda costa, aun violando la Cons-titución. En estos momentos de incertidumbre y en los que la bioseguridad ha cobrado relevancia es fundamental apegarse al marco jurídico existente en el país, y velar por el interés común frente a la presión de unas cuantas empresas trasnacionales. Semillas de Vida, AC

CRITERIOS AMBIENTALES SERÁN TAMIZ PARA PLANES DE BIOCOMBUSTIBLES: INE• Propone Adrián Fernández avanzar a la certificación ecológica

El desprecio por la democracia: Cómo el Ejecutivo viola la Constitución y pasa reglamentos por encima de leyes

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Camila Moreno

Brasil es mundialmente considerado un caso ejemplar y “camino ha-

cia delante” cuando se habla del éxito de los agrocombustibles. Lástima que los gobiernos que afirman eso para promover en sus países el modelo brasileño insistan en desconocer el alto costo social y ambiental del mo-delo de etanol de caña.

En Brasil, hace más de 30 años utilizamos regularmente el etanol de caña de azúcar como combustible, tanto puro como aditivo en proporción de 25 por ciento mezclado en toda la gasolina comercializada en el país. Ade-más las exportaciones de etanol del país son las mayores del mundo y crecen año con año –sumaron 5.16 mil millones de litros en 2008, 47 por ciento más que los 3.5 mil millones de 2007–; este comercio lo operan empresas como Archer Daniels Midland (ADM) y Bun-ge, que se disputan el control del mercado. El principal destino de exportación es Estados Unidos.

También utilizamos el bagazo de caña (la biomasa que queda des-pués de moler) para generar bioelectricidad y recientemente fue in-augurada una biorefinería pionera, que hace plástico de caña. Crece tanto la agroenergía que en 2008 la generada a partir caña de azúcar ya es la segunda fuente de energía más importante del país (representa 16 por ciento del total); está después del petróleo (que aporta 36,7 por ciento) y por encima de la hidroelectricidad (14,7 por ciento).

Los movimientos y organizaciones sociales de Brasil se oponen a la idea de que se clasifique como “limpia” la energía generada por la caña, pues sus impactos sociales y ambientales son cada vez más devastadores.

Al final, ¿cuál es el modelo que sustenta el gigantesco motor eco-nómico del etanol de caña Made in Brazil?

La caña es un cultivo estrella entre los agrocombustibles y en buena medida esto tiene que ver con que es el más avanzado en la transición a los llamados “biocombustibles de segunda generación”, el etanol celulósico. La caña sigue creciendo y ocupando las mejo-res tierras. Líder en los cultivos en expansión, avanzó 8.6 por ciento en superficie entre 2007 y 2008 para sumar casi siete millones de hectáreas. La producción es una agroindustria basada en grandes haciendas, siempre integradas a los grupos económicos poderosos. Con la estrategia de que el país permanezca como puntero en la ex-portación, se están creando cárteles, regiones de control de cada em-presa o fondo de inversión ligado a un grupo de plantas industriales, cada una con áreas de 200 mil a 500 mil hectáreas. Es algo de escala industrial y cada vez más masivo para atender el mercado externo.

Si es cierto que cuando hay humo, hay fuego, también donde hay caña, hay cañaverales... Y luego, transnacionales.

Del lado del mercado de combustibles –en este caso, de etanol– la multinacional estadounidense Monsanto anunció en noviembre del año pasado que adicionó la caña de azúcar a su línea de negocios principales; señaló que: “junto con la soya, el sorgo y el algodón, la caña de azúcar es ahora una commodity global”; hoy la demanda por etanol de caña ha sobrepasado la producción.

Este anuncio de Monsanto se dio luego de la compra, por 290 millones de dólares, de dos compañías de biotecnología hasta en-tonces brasileñas: CanaVialis, SA, de tecnología de semillas de caña de azúcar. que es la mayor empresa privada mundial en esa área, con contratos con 46 ingenios de Brasil que producen en un área de 1.1 millones de hectáreas, cerca de 20 por ciento del total del área nacional de caña, y Alellyx, SA, una compañía de genética aplicada que se dedica al desarrollo de variedades de caña de azúcar y de

eucalipto transgénico. Las dos empresas tenían contrato con Monsanto desde 2007 para de-sarrollar caña transgénica RR, tolerante al herbicida Round up Ready de Monsanto. La empre-sa afirma que pretende utilizar la tecnología desarrollada por las empresas brasileñas, que se suman a sus conocimientos en el área, para colocar en el mer-cado mundial semillas de caña de azúcar de mayor productivi-dad para 2016.

Es grave que se exporte este modelo brasileño como algo especial, cuando no es otra cosa que más de lo mismo: agronego-

cio, monocultivo y trasnacionales. Lo que también preocupa es que el cultivo de los agrocombustibles constituye, como ya se ve con la caña, una nueva y gigantesca frontera para expansión de transgéni-cos, cuyos riesgos e impactos preocupan y generan rechazo cada vez más generalizado, y que erosionan más y más la soberanía sobre los recursos estratégicos.

Existe información bien documentada y declaraciones públicas, además de investigaciones, videos y denuncias con los cuales los movimientos campesinos, organizaciones ambientalistas, grupos de derechos humanos, sindicatos, universidades e iglesias del país vie-nen en conjunto rechazando la imagen verde que Brasil vende al mundo sobre el etanol que produce.

El etanol de Brasil es visto por la sociedad civil brasileña como símbolo de degradación ambiental: encarecimiento y especula-ción con la tierra causada por la expulsión de los campesinos de su-perficies agrícolas, contaminación de suelos y uso excesivo de agua, incremento en el uso de pesticidas, emisiones y humo con las que-mas –lo que hace que en regiones de grandes áreas con plantaciones (como el estado de San Paulo) se presenten enfermedades respirato-rias en la población en general además de afectar a los trabajadores.

Desde el punto de vista social, del trabajo y del empleo, solamen-te 25 por ciento de la caña es cosechada mecánicamente, 75 por ciento del área de más de siete millones de hectáreas es cortada a mano, con un ejército de trabajadores jóvenes y migrantes someti-dos a empleos precarios, muchas veces en condiciones degradantes y no es raro encontrar casos de trabajo esclavo o de peonaje por deuda.

A partir de nuestra experiencia concreta de los impactos en nues-tro territorio, en Brasil hemos discutido mucho, y lo seguimos ha-ciendo entre las organizaciones y movimientos críticos, para definir con claridad las condiciones que deberían tener formas “alternati-vas” del uso de la biomasa. Creemos que sí es posible trabajar con agroenergía en pequeña escala y con la lógica de autoabastecimien-to y para mercados locales, pero ese proceso debe estar inserto en un marco más profundo de debatir en conjunto otro modelo energético y de sociedad, con una drástica reestructuración de prioridades.

Sin otra orientación, utilizar la agroenergía para abastecer este mismo modelo industrial agroexportador que sustenta esta sociedad moderna y consumista que ha generado el cambio climático, sólo nos puede llevar a que la medicina sea peor que la enfermedad. No podemos correr más riesgos. Hay que buscar soluciones reales, principalmente que sean a escala humana.

Lamentablemente, la tendencia general es que se venda la ener-gía limpia y “alternativa” más como un negocio, sin discutir sobre su producción y aplicación y dejando, sobretodo, que los actores corporativos usuales de la agricultura se sigan apropiando y logran-do controlar desde su origen los procesos productivos, como hace ahora Monsanto con la agroenergía. Terra do Direitos

AGROCOMBUSTIBLES EN EL MUNDO

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MONSANTO ARREBATA LA PRODUCCIÓN DE ETANOL

vaya a sembrar para etanol, respecto de cómo lo hemos hecho con anterioridad (con la caña para producción de azúcar); sería in-justo que a esta nueva industria le apliquemos estándares del siglo XXII”.

No obstante, agregó, sí se está previendo, y esto es una gran oportunidad, que los nue-vos ingenios que se construyan para procesar caña en etanol cumplan con el requerimien-to de cogenerar energía, “pues no es algo sofisticado o caro”. Con ello van a ahorrar dinero y se favorecerá el análisis de ciclo de vida, esto es favorecerá que el balance de carbono sea negativo. Y algo más que podría requerírsele a estos nuevos ingenios es que no descarguen vinazas en cuerpos de agua, sino que apliquen una técnica común en Brasil, que es la irrigo-fertilización, esto es que las vinazas se rieguen en los campos, pues ferti-lizan los suelos.

Precisó que el INE incorporó lineamien-tos en el reglamento de la LPDB, el cual ya tiene está en manos de la Presidencia de la Re-pública para su publicación, pero el medio am-biente no quedó totalmente “blindado” y por ello poco después de que salga el reglamento se publicarán los criterios y lineamientos am-bientales para biocombustibles, que serán de cumplimiento obligatorio, y habrá también guías ambientales para uso de quienes califi-quen la viabilidad de los proyectos. Además al INE le interesa avanzar en años próximos a la certificación ambiental en este rubro.

Señaló que en la comisión intersecretarial han detectado que en el aparato público existen no menos de 20 ventanillas (programas o esque-mas de financiamiento) en las cuales podrían calificar proyectos de biocombustibles. Por ello se está preparando un folleto que advierta a quienes acudan a esas ventanillas sobre la exis-tencia y detalles de los criterios ambientales.

Adrián Fernández afirmó que la comisión in-tersecretarial está deliberando el tema con mu-cho escrutinio, analizando por ejemplo asuntos tales como la convicción que se tiene ahora de que la oxigenación de las gasolinas (con etanol) no tiene ningún beneficio en la calidad del aire (como en algún momento se pensó); o el hecho de que la agroindustria azucarera de México pre-senta muchas deficiencias, a tal grado de que hoy por hoy traer etanol de Brasil y colocarlo en las refinerías de PEMEX resultaría más barato que producir etanol en los ingenios nacionales; o que la producción de etanol con maíz, como la reali-za Estados Unidos, no logra un balance de carbo-no negativo (adecuado para el medio ambiente).

Destacó que el tamiz que implicarán los criterios ambientales para los proyectos de biocombustibles, así como la posición cau-telosa que Hacienda expresa en la comisión, permitirán que sólo emerjan los proyectos que sean sustentables, rentables y/o social-mente positivos.

–¿Y qué va a pasar con los proyectos que ya están en marcha (por ejemplo el de Destil-mex en Sinaloa)?

–Habrá que preguntar a los abogados. Pero pienso que haber impulsado proyectos a par-tir de maíz en México es un error.

Es un error, explicó, porque el balance de la oferta/demanda del grano en México debe verse en términos nacionales y no regionales como lo ha hecho Sinaloa. Reiteró que un criterio fundamental que está viendo la comi-sión intersecretarial es que ningún proyecto de biocombustibles compita con el abasto alimentario.

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Alberto Alonso Fradejas

Tras ríos de tinta vertidos en el debate sobre la sustitución de buena parte de los combustibles fósiles (derivados del

petróleo o uso de carbón), consumidos en el Norte económico (especialmente), por com-bustibles de origen agrícola, pareciera que poco queda por añadir.

El veredicto es claro en el caso de la pro-ducción de etanol a partir de granos básicos. Academia, movimientos campesinos, la Or-ganización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Or-ganización para la Cooperación y el Desarro-llo Económico (OCDE), numerosos Estados del Sur (incluyendo a los mesoamericanos y a Brasil) e incluso el Fondo Monetario Interna-cional (FMI) y el Banco Mundial, coinciden excepcionalmente en culpabilizar al etanol de maíz de ser un importante factor (aunque no el único) tras el incremento de los precios de los básicos, sin mayores aportes netos a la reducción de emisiones contaminantes.

Para variar, no deja de sorprender, más por la necedad que por la falta de poderosas motivaciones, la excepción a este consenso discursivo anti agrocombustibles derivados de granos básicos, que genera la dizque pro-gresista y “verde” administración Obama con su decisión de no sólo refrendar, sino incluso tratar de superar la meta de consumir 36 mil

millones de galones de agrocombustibles en Estados Unidos para el año 2020, fijada a raíz del Decreto de Independencia Energética y de Seguridad (¿y la “lucha contra el cambio climático”?). Una meta que, al igual que las de la Unión Europea, pretenden alcanzarse usando lo propio y especialmente lo ajeno.

Ahora bien, esta casi unánime oposición da un giro de 180 grados cuando se trata de cuestio-nar a los agrocombustibles derivados de cultivos que aparentemente ahorran más energía de la que consumen. Concretamente, por sus impli-caciones en Mesoamérica, quiero referirme al etanol derivado de caña de azúcar y al diesel que puede obtenerse del aceite de palma africana.

Una cuestión de insumos. El principal cue-llo de botella para la venta masiva de agrocom-bustibles no es de corte financiero o tecnológi-co, sino de disponibilidad de suficiente materia prima agrícola al menor costo posible. Una nueva demanda del mercado internacional, cuya rentable satisfacción motiva a capitales y Estados a expandir el latifundio cañero/palme-ro sobre la base de los renovados procesos de dominación territorial (pues además de tierra, estos monocultivos necesitan agua, y ocasional, pero previsible, disponibilidad de fuerza de tra-bajo) derivados del desplazamiento espacial y temporal que han emprendido en la región los agronegocios vinculados con la producción, transformación o distribución de cualquiera de los productos derivados de la caña y la palma

Un desplazamiento que combina estrategias orientadas a desviar capitales hoy excedenta-rios hacia la exploración de usos futuros, con la adecuación de territorios rurales para la pro-ducción extensiva de caña y palma. Estrategias viabilizadas por las mismas configuraciones his-tóricas de los Estados mesoamericanos y respal-dadas por políticas de comunicación de masas y académicos al servicio del mejor postor, para facilitar la formación y circulación de capital ficticio (con valor monetario y existencia docu-mental, pero sin respaldo material), el cual es ya un mecanismo tradicional para la acumula-ción en etapas del capitalismo donde predomi-na el capital financiero sobre el productivo.

Se conforma, en definitiva, un discurso que identifica a estos monocultivos con la nueva panacea del desarrollo territorial rural en Mesoamérica, y que legitima la oferta públi-ca totalizadora alrededor de la caña, la palma y sus derivados. Respaldo oficial que impacta fuertemente sobre los procesos y mecanismos de integración regional –por ejemplo, vía la Comisión Mesoamericana de Biocombusti-bles, promovida por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y liderada por Colombia y Guatemala en el Proyecto de Integración y De-sarrollo de Mesoamérica (el conocido PPP), la Estrategia Energética Centroamericana 2020, la Política Agrícola Común Centroamericana o la epidemia de tratados de libre comercio que proliferan intra y extra regionalmente– y

que además conlleva graves implicaciones so-bre los derechos y las condiciones de vida de la población de los “territorios objetivo”.

Al contrario de lo que promueve ese discur-so hegemónico, y con base en nuestro trabajo en Guatemala (http://www.congcoop.org.gt/design/content-upload/canita.pdf), la caña y la palma generan hasta diez veces menos riqueza territorial que los cultivos campesinos y mucho menos empleo que éstos a escala territorial y na-cional. Si a esto le sumamos los desplazamientos forzosos por los procesos de (re)concentración agraria, el acaparamiento de las fuentes de agua, la degradación del suelo por mayor uso de agro-químicos, la sustitución de cultivos alimentarios y/o la ampliación de la frontera agrícola que altera/destruye ecosistemas completos, la ade-cuación de las relaciones sociales de producción al régimen acumulador flexible de estos agrone-gocios y el ataque contra el tejido socio organi-zativo comunitario y los patrimonios colectivos territoriales, tendremos más que sobrados argu-mentos legitimadores de la oposición y resisten-cia manifiesta por mucha población indígena, mestiza, afrodescendiente y campesina que defiende los territorios rurales mesoamericanos como espacios apropiados colectivamente.

Que no nos confundan, el debate entre agrocombustibles “buenos” y “malos” no es más que otra cortina de humo para desviar la atención de las consecuencias del nuevo ciclo de acumulación, despojo y dominio territorial en Mesoamérica. Responsable de Estudios del Instituto de Estudios Agrarios y Rurales de la Coordinación de ONGs y Cooperativas de Guatemala (Idear-Congcoop)[email protected]

AGROCOMBUSTIBLES EN EL MUNDOCentroamérica

¿AGROCOMBUSTIBLES? NO, GRACIAS

HACIA UNA NUEVA POLÍTICA MEDIOAMBIENTAL

En el marco de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente el Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas (CONOC), hace un llamado a los Poderes Ejecutivo y Legislativo tanto a nivel federal estatal y municipal; a las organizacio-nes de la sociedad civil y a la ciudadanía en general a generar una evaluación, ajuste y reorientación de las políticas públicas ambientales ante la gravedad de los problemas que ambientales que enfrenta México; así como la falta de información confi able y actualizada de los impactos reales de las políticas públicas en dicha materia. Como ejemplos de la problemática ambiental en México y de la incertidumbre sobre el direcciona-miento de las actuales políticas públicas señalamos:

• La crisis que enfrenta el sector forestal tanto en la parte productiva como en el manejo de los ecosistemas forestales;

• La insistencia del Ejecutivo Federal de promo-ver la siembra de maíz transgénico en México y los proyectos de biocombustibles;

• La falta de una política con impacto importante en la lucha contra la desertifi cación, degrada-

ción de las tierras en todo el país y en materia de adaptación al cambio climático;

• La contaminación de la mayoría de los hume-dales y cuerpos de agua;

• El manejo de la basura y de las aguas negras en casi todos los asentamientos humanos, en-tre otros.

• El insufi ciente reconocimiento y apoyos por los benefi cios ambientales que proporcionan los Sistemas forestales, agroforestales y agrí-colas, entre otros.

Más allá de los actos simbólicos que en el Día Mundial del Medio Ambiente se acostumbran, mu-chos de ellos para lucimiento de políticos y empre-sas privadas, sin tomar en cuenta a importantes sectores sociales, consideramos que es imposter-gable la defi nición de una política pública en materia de medio ambiente coherente con la magnitud de los problemas que enfrentamos y que en el medio rural contemple como un actor fundamental a la po-blación campesina, por lo que proponemos:

1. Un modelo de agricultura y producción ani-mal sustentable con base en las comunidades campesinas en lugar del modelo industrial agroalimentario promovido por los monopo-lios y el gobierno.

2. Colocar en el centro de las políticas agrofo-restales y medioambientales a la organización campesina y al control comunitario de los re-cursos forestales y de la gestión de los terri-torios rurales.

3. Prohibición a la siembra de maíz transgénico.

4. Moratoria a la producción de biocombustibles con alimentos.

5. Convocamos desde las organizaciones de la Sociedad Civil interesadas, junto con la participación, de la Cámara de Diputados, la Cámara de Senadores y el Poder Ejecutivo, a la realización de un “Foro Nacional sobre Política Pública y situación del Medio Ambiente en México”, del cual pueda surgir información actualizada y objetiva sobre la magnitud de la problemática ambiental en diferentes ámbitos y propuestas de reorientación de política pú-blica para enfrentarla.

¡¡Los problemas ambientales no desaparecen con discursos ni acciones aisladas!! Se requiere reorientar la política pública en materia ambiental con la participación de la sociedad en su conjunto.

ATENTAMENTE

CONOC:Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del

Sector Social, A.C.Asociación Nacional de Empresas

Comercializadoras de Productores del Campo, A.C.Coordinadora Nacional de Organizaciones

Cafetaleras A.C.Coordinadora Estatal de los Productores de Café

de Oaxaca, A.C.Frente Democrático Campesino, A. C.

Movimiento Agrario Indígena Zapatista, A. C.Red Mexicana de Organizaciones Campesinas

Forestales, A.C.

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Olivia Acuña Rodarte

En materia de crisis alimen-taria, el Banco Mundial clasifica a América Latina

como una región de “perdedores moderados”. Si bien los efectos de ésta resultan incomparables frente a los sufridos por África, las catás-trofes naturales han agudizado la pobreza en naciones como Haití, Honduras y Cuba y se ha profun-dizado la escasez de alimentos. Destacan consideraciones de la Comisión Económica para Amé-rica Latina y el Caribe (CEPAL) en el sentido de que el alza de los alimentos en 2007 impidió que ese año aproximadamente cuatro mi-llones de personas saliesen de la situación de pobreza e indigencia en la región. La misma institución señaló que en 2008 el efecto fue mayor, pues el incremento de los costos de los alimentos acumulado desde 2006 produjo pobreza e indi-gencia en 11 millones de personas en Latinoamérica.

América Central se diferencia del resto del subcontinente por el peso que tiene la actividad agrícola en su economía y por la presencia de 50 por ciento de su población en el campo. Según el Consejo Agropecuario Cen-troamericano, la contribución directa del sector agrícola al PIB representa 20 por ciento en Guate-mala y Nicaragua; entre 10 y 15 en Honduras, El Salvador y Belice, y menos de 10 por ciento en Costa Rica y Panamá. El mismo organis-mo señala que alrededor de 70 por ciento de sus exportaciones son de origen agropecuario. A pesar de ello, la actividad primaria se carac-teriza por la baja productividad y por la pobreza de su población: 64 por ciento de los pobres de Amé-rica Central se concentran en el medio rural.

La dependencia alimentaria es otra característica en Centroaméri-ca. Desde principios de los 80s, los alimentos del exterior representan alrededor de 80 por ciento de to-das sus importaciones agrícolas, y el valor de éstas últimas se ha in-crementado significativamente: en Belice y Nicaragua se duplicaron y en el resto de los países de la región se han cuadruplicado.

Esta situación indica que si bien la crisis alimentaria de 2008 agudi-zó el problema de la disponibilidad de alimentos en la región centro-americana, los orígenes de ésta se encuentran en una producción de

alimentos estancada y con un rit-mo creciente hacia la dependencia externa. Esta situación “despegó” prácticamente desde los 90s, en que las políticas neoliberales comenza-ron a tener sus primeros efectos en la actividad primaria. Así, entre 1990 y 2000, la dependencia de cereales tuvo un comportamiento alarman-te. Un diagnóstico del Consejo Agropecuario Centroamericano de-terminó que en Belice, El Salvador y Nicaragua la necesidad de com-pras de cereales del exterior repre-sentó en ese periodo 30 por ciento de su abasto total; en Honduras y Guatemala, 40 por ciento; 60 en Pa-namá y casi 80 por ciento en Costa Rica. Habría que agregar que otros factores como la alta vulnerabilidad de la región a los desastres natura-les (huracanes, inundaciones, el fenómeno de El Niño, erupciones volcánicas y deslizamientos, entre otros) han afectado seriamente al sector agroalimentario, expulsando a millones de campesinos hacia la migración como único recurso de sobrevivencia.

A finales de 2006 las primeras señales de escasez de alimentos fueron evidentes, y ya para los pri-meros meses de 2008 Centroamé-rica enfrentaba de lleno una crisis alimentaria. Dos elementos con-tribuyeron de manera importante: el alza constante del precio inter-nacional de los granos y una acele-rada inflación provocada principal-mente por el aumento diario en el precio mundial del petróleo.

En 2007 la región registró una inflación de seis por ciento, gastos por petróleo por alrededor de seis mil millones de dólares y un déficit comercial de más de 24 mil millo-nes de dólares. Le acompañaron a esta situación la escasez y el enca-recimiento de trigo, maíz, arroz, frijol, hortalizas, verduras, ajon-jolí y ganado menor (cerdo, pollo y otras aves). Un informe de la

CEPAL mostró que entre diciem-bre de 2006 y septiembre de 2008 el índice de precios al consumi-dor se elevó en 20.5 por ciento en promedio en la región y al mismo tiempo el índice de precios de los alimentos se incrementó más de 27 por ciento. La FAO reportó que en Guatemala y Honduras el precio al menudeo del maíz era entre un cuarto y un tercio más alto en no-viembre de 2008 que en el mismo mes del año anterior. Los precios del arroz, principalmente importa-do, subieron desde el comienzo del año en la mayoría de los países de la región, y en noviembre de 2008 eran 54 por ciento más altos que un año atrás en Nicaragua.

Se observa entonces que si bien Centroamérica presentaba una situación complicada de depen-dencia alimentaria derivada de las transformaciones estructurales en los 80s y 90s en toda la región, la coyuntura del alza de los precios vinculada en este caso a la produc-ción de biocombustibles, colocó a la zona en un escenario de extrema vulnerabilidad.

Sin lugar a dudas, la produc-ción de los llamados “combusti-bles verdes”, está ligada a la inse-guridad alimentaria en la región, ya que en los últimos años Guate-mala, Nicaragua y Panamá, se han convertido en importantes provee-dores de etanol hacia la Unión Eu-ropea (UE). Alemania, Italia y Es-paña han promovido, junto con el Banco Interamericano de Desarro-llo, la producción de agrocombus-tibles en América Central, incluso Finlandia financió en 2007 una planta de biodiesel en El Salvador.

Destaca sin embargo, el caso de Guatemala, que sobre la base de la caña y palma africana en grandes extensiones, ha incrementado sig-nificativamente la producción de etanol y biodiesel, ambos expor-tados principalmente a la Unión

Europea. Si bien no se trata de cul-tivos básicos, el hecho es que gran-des superficies de tierras antes en manos de familias campesinas de-dicadas al maíz y al arroz han sido desplazadas por empresas privadas que han intensificado los cultivos destinados a generar biocombusti-bles. La expansión de este agrone-gocio ha sido incluso promovido por otras naciones latinas como Colombia, que con miras a posicio-nar su tecnología en la producción de biodiesel, ha donado plantas pi-loto para este energético en Guate-mala, El Salvador y Honduras.

Tan sólo en 2007 Guatemala produjo cerca de 800 mil litros de etanol que en el marco del Acuerdo de Asociación entre la UE y Centroamérica, fueron exporta-dos libres de arancel. Frente a la “oportunidad” de comercio que representa esta actividad, contrasta el hecho de que Guatemala cuenta con el índice de desnutrición más alto del continente.

El escenario de Centroamérica parece poco alentador, ya que las últimas previsiones de la FAO para el año comercial 2008/09 (junio/julio) apuntan a nuevos incremen-tos en el uso de cereales para la producción de biocombustibles: en total 104 millones de toneladas, un 22 por ciento por encima de lo estimado para 2007/08. Esta cifra representa 4.6 por ciento de la pro-ducción mundial de cereales.

En Estados Unidos se prevé que el uso total de cultivos para trans-formación en agrocombustibles se incremente a cerca de 93 mi-

llones de toneladas (de las cuales 91 millones son de maíz), un 19 por ciento más sobre el nivel de 2007/08. Las previsiones anteriores indicaban un aumento más rápido en el uso del maíz para biocom-bustibles, pero el fuerte descenso de los precios del petróleo y la des-aceleración de la economía mun-dial redujeron estas expectativas en los meses recientes.

La gran paradoja es que naciones con una alta vulnerabilidad en su oferta alimentaria como los cen-troamericanos hayan hecho de la producción de biocombustibles una “alternativa” productiva y económi-ca para su campo agrícola. Sin lugar a dudas, esta situación obedece a las estrategias neocolonizadoras, en este caso de países europeos, en compli-cidad con gobiernos neoliberales que han permitido y promovido el uso de tierras de agrícolas para la pro-ducción de los nuevos energéticos.

La condición crítica en cuanto a disponibilidad de alimentos que vive América Central debería obligar a los gobiernos nacionales a revisar sus políticas agroalimentarias. La esca-sez sufrida particularmente en 2008 asociada a la producción de biocom-bustibles, hizo evidente la fragilidad en que se encuentran estos países en materia de alimentos. Revisar y rever-tir esta política tendrá que pasar ne-cesariamente por revalorar la agricul-tura campesina que históricamente fue el sector que, con apoyo estatal, logró garantizar la autosuficiencia ali-mentaria de esta región. Profesora-investigadora de la UAM Xochimilco

AGROCOMBUSTIBLES EN EL MUNDOCentroamérica

BIOCOMBUSTIBLES Y CRISIS AGROALIMENTARIA

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Valor de las importaciones agrícolas

(millones de dólares)

1979-1981 1989-1991 1999-2001 2003 2004Belice 37 43 67 63 78Costa Rica 123 174 451 572 691El Salvador 163 206 644 793 884Guatemala 149 191 657 843 962Panamá 130 163 396 444 642Honduras 146 111 445 533 650Nicaragua 121 120 288 296 301

Fuente: elaboración propia, con base en el Anuario estadístico de la FAO 2005-2006.

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Rachel Smolker

Es buena noticia que el nuevo presi-dente de Estados Unidos reconozca que el cambio climático es una pre-

ocupación real y seria, pero las “soluciones” de Obama dependen ominosamente de que-mar comida y bosques como combustibles.

Desde antes de que tomara posesión, Oba-ma hablaba con entusiasmo de los beneficios del etanol de maíz. No haberlo hecho hubiese sido políticamente suicida, dada la importan-cia de las elecciones primarias de Iowa y dado que él es originario de Illinois, el estado del maíz. Después de la elección, Obama cam-bió el énfasis en consonancia con el despertar nacional a las desastrosas consecuencias de convertir millones de toneladas de maíz de cultivo intensivo en combustible para coches en vez de proveerlo como comida.

Mientras ofrecía generosamente el dinero de los contribuyentes para rescatar la indus-tria del etanol de maíz, Obama había pues-to ya su atención en la nueva generación de combustibles de material vegetal “no comi-da”, esto es la celulosa, y se comprometió a una meta de 60 mil millones de galones de combustibles con base en este material para el año 2030 con todos los vehículos nuevos fabricados de uso flexible de combustible, los flex fuel.

Estas son ambiciones muy altas para un combustible que aún no podemos fabricar, al menos no comercialmente. Pero el presi-dente del “¡Sí podemos!” está convencido de que con suficientes subsidios se logrará encontrar el santo grial de los combustibles de celulosa. Esto, desde luego, embelesa a la gran industria y a la maquinaria académica involucrada en tratar de producir combusti-bles de celulosa. Alrededor de 75 por ciento de las subvenciones federales para todas las energías renovables ha sido volcado en mayor investigación y desarrollo y se espera que al-gún día sea factible quemar, refinar o conver-tir de alguna forma árboles, maíz, pastos y casi cualquier materia vegetal en la energía que mantenga el actual crecimiento económico.

Que el etanol de maíz o los combustibles de celulosa sean efectivos en reducir la emi-sión de gases de invernadero resulta secunda-rio en una nación perfectamente consciente de sus enemigos y con una mayor preocupa-ción en su independencia energética que en un colapso ecológico.

La industria del etanol ha dado furiosa-mente la pelea para impedir que se le obligue a calcular el cambio indirecto en el uso del suelo sobre el balance de gases invernadero; declara que “es demasiado complicada la medición” y que “a otras industrias que usan el suelo no las han obligado a hacer estas evaluaciones”.

Sin embargo, la EPA (Agencia de Protec-ción al Ambiente) confirmó, en sus recientes directrices del estándar de combustibles reno-vables, esta exigencia; y California también exigió la inclusión del cambio indirecto en el uso del suelo en sus evaluaciones dentro de los nuevos Estándares de Combustibles Bajos en Carbón. Obama prometió un Estándar de Combustibles Bajos en Carbón, que muy seguramente estará basado en el de Califor-nia, el cual exige que los combustibles para transporte bajen el total de emisiones de gases invernadero (huella de carbón) vía combus-tibles alternos y prácticas de refinación más eficientes (en el mismo sentido que la Unión Europea ha adoptado una Directiva Cualita-tiva de Combustibles).

Pero los ambientalistas conscientes del serio efecto ecológico y social de los bio-combustibles albergan pocas esperanzas de que una evaluación real de estas emisio-nes vaya finalmente a descalificar todos los biocombustibles.

Obama prometió a sus ciudadanos que iba a proponer una legislación dura sobre el cambio climático, que incluiría un Estándar de Energía Renovable (estipulando objetivos para que una parte de la producción de ener-gía sea de renovables, algo que varios estados ya han hecho). El borrador reciente de la le-gislación, conocida como Markey Waxman, incluye un estándar que, tal como está, da estímulos a la tala y quema de árboles (para producir electricidad) cortados tanto de tie-rras públicas como privadas, y a la quema de basura sólida municipal y de grandes cantida-des de residuos agrícolas. Como tantas otras medidas políticas para reducir emisiones,

los apoyos no están dirigidos a los paneles de energía solar ni a los generadores eólicos, sino a los biocombustibles (para el transpor-te), a la bioenergía (para generar electricidad) y a una “bioeconomía” entera (bioquímicos, bioplásticos, tintas, adhesivos, materiales de construcción y muchos más).

Esta “gran visión” no empezó con Oba-ma, sino con sus predecesores. Clinton, por ejemplo, aprobó en 1999 una orden ejecutiva para “Desarrollar y Promover Productos Bio-basados y Bioenergía”. Esto fue seguido del Acta de Investigación y Desarrollo de la Bio-masa, que incluyó apoyos para el etanol de maíz y mucho más, junto con el documento del Departamento de Energía de 2002 “Vi-sión de la Biomasa”.

Los objetivos eran que en Estados Uni-dos un cinco por ciento de la calefacción y la energía eléctrica, 20 por ciento del com-bustible para transporte y 25 por ciento de la producción química se generaran con mate-rial biológico. David K. Graham, subsecre-tario de Energía, Ciencia y Medio Ambiente con George W Bush, puso las cartas sobre la mesa: “Muchos piensan en la biomasa sólo como fuente para productos de combustibles líquidos como el etanol y el biodiesel. Pero la biomasa también puede convertirse en una multitud de productos que usamos cotidiana-mente. De hecho, hay muy pocos productos hoy día que estén hechos a base de petróleo y que no puedan producirse de la biomasa, in-cluyendo pinturas, tintas, adhesivos, plásticos y otros de valor agregado”. El Departamento de Energía orgullosamente detalla la nece-sidad de “biorefinerías integradas” masivas que consuman millones de toneladas

AGROCOMBUSTIBLES EN EL MUNDOEstados Unidos

ADMINISTRACIÓN DEBUTANTE ANTE LOS BIOCOMBUSTIBLES

Anne Petermann

El mundo dio un suspiro colectivo de alivio al ser elec-to Barack Obama presidente de Estados Unidos.

Era el fin de la pugilista dinastía Bush con su di-plomacia de “disparar primero” y su casi ininteligible perso-naje principal. En su lugar, con lenguaje franco, un hombre articulado y pensante se proclamó representante del cam-bio. Con él llegaron un millón (o más) de militantes que contribuyeron a su triunfo. “¡Sí podemos!” se convirtió en el eslogan de esta nueva generación de creyentes del “sueño americano”, en una “América” que se convertía de nuevo en algo confiable para el mundo.

Al menos eso parecía. No duró mucho la luna de miel. Conforme Obama iba armando su gabinete, se pusieron en relieve sus verdaderas lealtades. Sus designaciones en ins-tancias ambientales han sido una decepción.

Con la bandera de “energía renovable”, Obama eligió como miembros de su gabinete a reconocidos promotores de los biocombustibles. Tom Vilsack (secretario de Agricultura) es conocido por su relación cercana con Monsanto y por su apoyo al etanol de maíz; Ken Salazar (secretario del Interior) es uno de los mayores promotores del desarrollo de combus-tibles de celulosa, y Steve Chu (secretario de Energía) super-visó la creación del Energy Biosciences Institute (Insituto de Biociencias Energéticas), una coinversión de 500 millones de dólares entre la Universidad de California-Berkeley (una institución supuestamente pública), British Petroleum y los Laboratorios Lawrence-Berkeley (que él dirige). La meta de esta coinversión es la investigación y el desarrollo de combus-tibles de celulosa usando tecnologías de ingeniería genética.

En su reciente artículo en CounterPunch, “Obama y el me-dio ambiente: La política de dar gato por liebre”, Jeffrey St. Clair y Joshua Frank señalan que “(...) el implacable impulso de la administración de Obama para sustituir el petróleo por biocombustibles (...) conducirá a convertir las tierras de agricul-tura marginal a la producción de monocultivos genéticamente modificados y saturados de pesticidas, erosionando los suelos y consumiendo las reservas de agua de las grandes planicies y el medio oeste. Supervisando este equivocado esquema está el secretario de Agricultura de Obama, Tom Vislack, quien fuera gobernador de Iowa y que ha sido, desde hace tiempo, promo-tor de la industria agrícola y de la de bioingeniería.

“Con Vislack, el proyecto de biocombustibles está listo para ir más allá de quemar maíz y soya como combustible. Quie-ren tirar bosques nacionales y usar los árboles para alimentar generadores de energía a partir de biomasa. Este insidioso y poco notorio programa será conducido por el promotor de la biomasa, Homer Lee Wilkins, un desconocido desarrollador urbano de Madison, Mississippi. Wilkes fue el nombramiento sorpresa como subsecretario de Agricultura para Recursos Na-turales y Medio Ambiente, un puesto que conlleva, entre otras responsabilidades, la del Servicio Forestal de Estados Unidos.

“Así que estén atentos a una nueva oleada de ventas de madera en tierras federales, declaradas como ‘santuarios’ en el nombre del la lucha contra el cambio climático, categó-ricamente excluidas de un análisis ambientalista completo, ventas entusiastamente apoyadas por los, así llamados, gru-pos colaboracionistas, que serán los primeros en la fila para cobrar los lucrativos contratos de la explotación forestal”.

Los agrocombustibles llamados “de segunda generación”, basados en madera, promovidos por el equipo de Obama tam-

bién están conduciendo al desarrollo de árboles de ingenie-ría genética (también llamados genéticamente modificados o transgénicos) diseñados especialmente para ser transformados en combustible líquido. En diciembre de 2008, ArbolGen, una industria de árboles transgénicos, pidió permiso al gobierno de Estados Unidos para desarrollar en el sur del país plantaciones de eucaliptos transgénicos (modificados para tolerar el frío), orientados a la producción de agrocombustibles.

ArbolGen también pretende exportar las semillas de estos eu-caliptos transgénicos. La característica de ser resistentes al frío, permitirá plantar eucaliptos éstos en regiones del mundo dema-siado frías para los eucaliptos normales. Ello causará la destruc-ción de vastas extensiones de bosques naturales y de pastizales para desarrollar plantaciones de eucaliptos modificados gené-ticamente, expandiendo el desastre social y ecológico causado por dichas plantaciones y empeorando el problema del cambio climático al destruir importantes consumidores de carbono.

La proliferación de estos árboles modificados y de sus carac-terísticas desataría un devastador e irreversible daño ecológico y social. Además, la inmensa demanda mundial por madera a partir de la manufactura de combustibles líquidos de los árbo-les acelerará la deforestación de todos los bosques del mundo. Por ello, manufacturar agrocombustibles de madera se tradu-cirá en desalojos por doquier de comunidades que dependen de los bosques, en una pérdida devastadora de la biodiversidad forestal y en una tremenda descarga de emisiones de gases de invernadero que empeorarán el calentamiento global.

Así, lo verde del “Nuevo pacto verde” de Obama repre-senta dinero, al crear Obama incentivos fiscales para cor-poraciones que impulsan los biocombustibles y otras falsas soluciones al cambio climático, tal como la energía nuclear y el, así llamado, “carbón limpio”. Directora ejecutiva de Global Justice Ecology Project & North American Focal Point, Global Forest CoalitionTraducción: Paz Álvarez Sherer

Estados Unidos

¿qué tan "nuevo" es el pacto verde?

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de materia vegetal del campo a su alre-dedor y las conviertan en electricidad, calor, combustibles líquidos para el transporte, plás-tico y mucho, mucho más.

El entusiasmo con el que Obama hizo suya esta visión “bioeconómica” establecida antes de su tiempo se pone de manifiesto en los nombramientos de su gabinete: el secretario de Energía, Steven Chu, fue clave en el esta-blecimiento del Energy Biosciences Institute (Instituto de Biociencias Energéticas) en Ber-keley, California, cuya misión es desarrollar tecnologías para derivar combustibles a partir de materia vegetal (celulosa) por medio de plantas genéticamente modificadas para ser materias primas, y microbios para fermentar los azúcares contenidos en las plantas. Chu

cree fervientemente en el poder y el valor de la tecnología para abordar los retos de la hu-manidad, y aboga por el uso de la biología sin-tética, la creación de nuevas formas de vida (en este caso, de microbios capaces de digerir celulosa) a partir de ensamblar pedazos sinté-ticos de ADN.

Otro de los nombramientos significativos de Obama es el de Tom Vilsack como se-cretario de Agricultura: Vilsack tiene una larga “buena relación” con Monsanto, y como Chu, cree en el poder de la ingenie-ría genética para resolver los problemas de la agricultura.

Con todo el sector agrícola listo para su inclusión en el mercado internacional de car-bón, Vislack está apostando su posición como

orador principal en la próxima conferencia sobre biocarbono –una tecnología con la cual se quema materia vegetal con poco oxígeno para obtener carbón vegetal que se siembra en los suelos para “secuestrar carbón”, entre otros presuntos beneficios–. Los cabilderos del biocarbono han buscado agresivamente (y has-ta hoy con éxito) su inclusión en la CMCC (Convención sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas) como un método para la geoingeniería de la atmósfera, aun cuando los efectos de una carbonización y siembra de ta-les escalas son desconocidos y potencialmente no resultan tan buenos.

La afición de Estados Unidos por susti-tuir con plantas vivas los combustibles fó-siles tendrá una enorme repercusión sobre nuestros vecinos. Como el país mega consu-midor del vecindario que es, no hay duda de que habrá “nuevos mercados” creados para garantizar el flujo de materia orgánica y com-bustibles vegetales del Sur al Norte, y de nue-vos organismo genéticamente modificados y sintéticos del Norte al Sur.

Las granjas, los bosques, los suelos y las re-servas de agua del Sur están todos siendo vis-tos como fuentes de “energía alternativa” para coches, electricidad, químicos y manufacturas. Como dijo una vez Steve Kooning (antes eje-cutivo de British Petroleum y hoy subsecreta-rio del Departamento de Energía), “si ves una fotografía del planeta (...) es muy fácil detectar dónde están las partes verdes, y ahí están los lugares donde uno cultivaría de forma óptima materias primas”. Si donde vives es verde, ¡estás advertido! Investigadora del Global Justice Ecology ProjectTraducción: Paz Álvarez Sherer

No devolverán plantas de etanol subsidios de FircoEn 2006 –cuando en el mundo los biocombusti bles se veían como la gran alternati va a la energía fósil y no provocaban aún desencanto en instancias gubernamentales– la Secretaría de Agricultura, por medio del Fideicomiso de Riesgo Comparti do (Firco), decidió subsidiar con 50 millones de pesos a la empresa Desti lmex para el establecimiento de una planta procesadora de maíz en etanol en Navolato, Sinaloa, y con otros 25 millones para MexS-tarch, que instalaría su planta en Los Mochis.

Estos montos rebasaban con mucho el promedio de cinco millones de pesos que el Firco otorga por cada proyecto en el que se asocia (con riesgo comparti -do), pero se dieron “por excepción”, con la autorización expresa del secretario de Agricultura de entonces, Francisco Mayorga, con el argumento de que la nueva industria daría “salida” a oferta excedentaria de maíz blanco de Sinaloa. Además de esas dos plantas se preveía una más, en Guamúchil; en conjunto las tres procesarían casi un millón de toneladas de maíz, y el etanol sería para exportación a Estados Unidos. Sinaloa produce anualmente cinco millones de toneladas de maíz pero su consumo interno es de sólo 500 mil toneladas.

Cada año los excedentes maiceros de Sinaloa se almacenan al término de la cosecha (en junio-julio) y luego se envían al centro y sur de México (para atender el abasto para producción de torti lla mientras comienza la cosecha de primavera/verano, en noviembre-diciembre) o incluso se exportan. Todo, en un proceso con fuertes subsidios (para fl etes y pignoración).

La entrega de los apoyos de Firco –que se hizo de manera discreta, sin anuncio público— buscaba involucrar a los productores de maíz como so-cios con acciones de las empresas y ocurrió cuando el marco legal para los bioenergéti cos era inexistente; se hablaba de algunas iniciati vas, pero no se pensaba entonces restringir el uso del maíz, pues los precios internacionales (y nacionales) del grano entonces estaban deprimidos.

Un año después el escenario había cambiado drásti camente; los precios internacionales del maíz y demás granos se habían ido al cielo; la informa-

ción de los subsidios de Firco había trascendido y las organizaciones campe-sinas y ambientalistas criti caban y criti can que recursos públicos apoyen el uso de nuestro grano súper básico para atender la demanda energéti ca de los autos de Estados Unidos. Además ya la Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéti cos (LPDB) se orientaba a prohibir el uso del maíz como materia prima, a menos que haya excedentes nacionales.

Se ha dicho que los subsidios de Firco pagaron prácti camente la cons-trucción de las plantas, pero fuentes involucradas en la autorización de este recurso en 2006 afi rman que la planta de Desti lmex costó 500 millones de pesos (diez veces el subsidio de Firco).

¿Qué ha pasado con esas plantas, con esas intenciones y con lo subsidios de Firco? En entrevista, Rodrigo Díez de Sollano, director de Firco, afi rmó que la instalación de Desti lmex está concluida, “pero lo más probable es que co-mience a trabajar uti lizando una materia prima diferente al maíz; podría ser sorgo o cualquier oro grano, pues sus equipos son capaces de uti lizar diversos materiales, y la producción no necesariamente será sólo etanol, sino va a ge-nerar también pastas secas de desti lados y proteínas para consumo animal o humano”. Asimismo, la empresa podría decidir producir almidón a base de maíz. Lo que es un hecho es que la compañía no va a producir etanol con maíz, dijo Díez pues la ley lo prohíbe, y la Sagarpa vigilará esto.

En cuanto a los subsidios dados a MexStarch, dijo que Firco no exigirá que se le regresen, a menos que la construcción de la planta fuera suspendida. “Ellos ya compraron parte del equipo. Está pendiente la construcción de la planta. En-tonces está condicionado a que la planta no uti lice maíz para producir etanol. Van a hacer algunas adaptaciones técnicas para usar otras materias primas”.

Los subsidios de Firco quedaron en manos de las compañías, pero según Díez, Firco estará al pendiente de que se cumpla el compromiso de hacer so-cios a los agricultores proveedores de la materia prima. Firco está en espera de ver qué productores seleccionan las empresas.

Díaz de Sollano dijo que la Sagarpa está en espera de que se complete el marco legal de la LPDB (el reglamento y normas ambientales) para entonces saber qué sigue en materia de subsidios. “Vemos la jatropha como una op-ción interesante, pero los apoyos dependerán del marco legal”.

Al parecer esta consideración debió tenerse desde 2006. La moraleja: no apoyar proyectos cuando no hay un marco legal, sobre todo cuando se com-promete el principal alimento del mexicano. (LER)

Evento: Tianguis Alimentos Orgánicos-Alternativos en el DF. Organiza: Sociedad Civil. Lugar: Calle Laura No. 83, casi esquina con Bertha, cerca de eje 5 Sur y la calzada de Tlalpan; a 6 cuadras del metro Villa de Cortés. Fecha: Cada viernes de 10:00 a 17:00 hrs. Informes: 55 79 25 25 o al correo: [email protected]

Evento: Manejo Alternativo de plagas. Organiza: The Green Corner. Lugar: Lugar: Rancho “Loma Bonita” Km. 48 carretera Amecameca-Cuautla a 5 minutos de Nepantla, Estado de México. Fecha: 25, 26 y 27 de junio. 2009 Informes: 10547662 52863939 / 04437749477 / E-mail: [email protected]

Evento: Tianguis Orgánico Chapingo Fecha: Cada Sábado. Informes, dudas y comentarios a: Tel. 01 595 9521506 / E-mail:

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Tienda Alternativa: La Canasta Orgánica. Información y Pedidos: 55-23-37-38 y 85-01-33-54 (pedidos vía telefónica los días Jueves de 9 a 12:30 hrs.) www.lacanastaorganica.com.mx Nosotros te llevamos estos productos de la mejor calidad hasta las puertas de tu hogar u ofi cina en todo el Distrito Federal y área Metropolitana. Con tu compra estás ayudando a los pequeños productores nacionales así como a la conservación de nuestros recursos naturales y lo más importante, tu salud.

Evento: II Encuentro “Democracia participativa en México: aportes frente a la crisis civilizatoria. Organiza: Grupo de Estudios Ambientales, A.C. Lugar: Auditorio de la Casa de las Humanidades, UNAM, en Calle Presidente Carranza 162, Coyoacán, Ciudad de México. Fecha: Sábado 8 de agosto de 2009, a las 9:30 hrs Informes: Responsable del evento: Alfonso González Martínez. Colaboradores en la organización: Malinali Domínguez y Marco Antonio Rodríguez / www.gea-ac.org, correos electrónicos: [email protected]; [email protected], teléfonos: 56 19 28 92 y 56 17 90 27 con fax (de 9:00 a 17:00 horas, de lunes a viernes)

Cuaderno: Biocombustibles… Cuando la solución es parte del problema. Autor: Rostros y Voces (miembro de OXFAM Internacional) Editores: Rostros y Voces / OXFAM Internacional Informes: www.rostrosyvoces.

org / [email protected] (…) Rostros y Voces pone a su disposición este cuaderno, con el fi n de aportar elementos para la comprensión de nuestra realidad y enriquecer el análisis para la construcción de alternativas para el desarrollo de nuestro país. Lo hacemos convencidos de la importancia de la agricultura para nuestra economía y para garantizar nuestra seguridad alimentaria y lo hacemos también como parte del llamado que Oxfam está haciendo a nivel internacional para repensar la lógica con la que hasta ahora ha funcionado la economía mundial.

Carol Browner, asistente del presidente Obama para la Energía y el Cambio Climático

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Una de las principales compañías productoras de diesel a partir de jatropha para el mercado europeo es la em-presa D1 OILS, que presenta a la jatropha como una

“planta milagrosa”.Esta compañía ha logrado obtener miles de contratos con cam-

pesinos pobres en África y Asia para la producción de la jatropha convenciéndolos de las mágicas propiedades que tiene la planta para enriquecer a los campesinos pobres. Un grupo de organiza-ciones no gubernamentales de Suazilandia llevó a cabo una inves-tigación a fondo para verificar o desmentir las afirmaciones de la empresa respecto a las grandes virtudes de utilizar esta planta para la producción de diesel. A continuación se presentan las principa-les conclusiones, el reporte completo puede leerse en http://www.foe.co.uk/resource/reports/jatropha_wonder_crop.pdf

Crece bien en tierras marginales? Una afirmación crucial res-pecto a las virtudes de la jatropha por encima de otros cultivos para agrocombustibles es que crece bien en “tierras marginales” o de baja productividad, de tal manera que no compite con la produc-ción de alimentos. Sin embargo, las organizaciones de Suazilandia que llevaron a cabo esta investigación han documentado muchos casos en que los campesinos que firmaron contratos con la empre-sa empezaron a sembrarla en las tierras de mejor calidad, sustitu-yendo la siembra de cultivos alimenticios destinados a gente de muy escasos recursos y que carece de seguridad alimentaria. Hay varios reportes escritos que documentan estos hechos. Por ejem-plo, el reporte Gallagher, de la Agencia de Combustibles Renova-bles, señala que no existe manera de impedir que los cultivos como jatropha sean producidos en tierras agrícolas de buena calidad.

¿Tiene alta productividad en suelos pobres? Asociada a la su-puesta virtud de poder ser sembrada en tierras marginales, está la se-

gunda supuesta virtud de la jatropha, que la cosecha produce gran-des rendimientos de aceite, aun en suelos pobres. No obstante, los estudios disponibles muestran una variación muy considerable en el potencial de rendimiento de aceite, con rendimientos mucho más altos cuando se crece en suelos de mejor calidad. Las organizacio-nes de Suazilandia han documentado quejas de campesinos en el sentido de que la jatropha no crece bien en condiciones de sequía.

¿Bajo consumo de agua?, ¿los biocombustibles crecen en condiciones de sequía? La industria de los agrocombustibles afirma que es posible cultivar jatropha en tierras áridas. Sin em-bargo, en Suazilandia, algunos campesinos han manifestado que requiere riego hasta tres veces por semana, y que la obten-ción de agua para su cultivo está compitiendo con el uso domés-tico, como la cocina y la limpieza. No se han realizado estudios completos respecto al impacto de conjunto sobre los niveles de agua en el cultivo de jatropha, pero toda la evidencia sugiere que no produce a menos de que se le riegue abundantemente.

Invasiva y peligrosa… ¿Es segura la jatropha? No obstante que la jatrohpa ha sido plantada por muchos años en Suazilandia para usarse como jabón y en cercas vivas, en varios países es clasificada como una especie invasiva y una maleza agrícola nociva. Tam-bién es considerada una planta dañina por contener substancias carcinogénicas y presentar un riesgo a la salud humana y animal.

¿Resistente a enfermedades? Las organizaciones de Suazi-landia han documentado casos de severos problemas con plagas, pese a que al firmar los contratos, D1 OILS les insistió en que no necesitarían pesticidas. Debido a que la jatropha nunca antes ha sido usada como un cultivo comercial, no existe conocimiento local respecto a cómo controlar las plagas, y los campesinos han protestado porque D1 OILS se ha negado a apoyarlos.

Riesgo ambiental? En abril de 2008 el gobierno de Suazi-landia suspendió nuevos contratos debido a que no existen eva-luaciones de impacto ambiental para la siembra de la jatropha.

Oportunidades de desarrollo par alas comunidades pobres? Más de 80 por ciento de la población de Suazilandia depende de una actividad agrícola de subsistencia; muchos han sufrido debido a las severas sequías de los años recientes. D1 OILS les ha dicho que las comunidades más pobres se beneficiarán signi-ficativamente a partir de la plantación de jatropha. Sin embar-go, ha sido muy difícil encontrar evidencia de campesinos que se hayan enriquecido con la jatropha. Los estudios muestran que esta planta es viable sólo como cultivo de pequeña escala,

y es poco probable que se constituya en una fuente de ingresos importante para la gente. El potencial de la jatropha para las comunidades pobres también se ha ligado a que se cristalicen los grandes rendimientos prometidos en tierras marginales, pero como se vio más arriba, esto no está ocurriendo.

Un acuerdo justo para los campesinos? Las organizaciones de Suazilandia han señalado su preocupación sobre los contratos fir-mados por D1 OILS con los campesinos. Inquieta que los campe-sinos no podían leer o entender los contratos, que no les dejaron copias del contrato, y que los contratos no pueden ser revocados sino en periodos extremadamente largos, de hasta 25 años.

¿Soberanía energética? D1 OILS ha dicho que plantando jatropha, Suazilandia podría producir su propio biodiesel. Sin embargo, bajo la actual legislación, cualquier biodiesel produci-do ahí tiene que ser exportado. Este reporte concluye que no es probable que la jatropha sea una “bala de plata” que ayudará a Gran Bretaña y Estados Unidos a alcanzar sus metas de sustenta-bilidad por medio de biocombustiles, o resolver los requerimien-tos mundiales de energía. El rendimiento de aceite a partir de jatropha cuando se cultiva en tierras “marginales” o “de abando-no”, sin agua, fertilizantes o pesticidas es, en el mejor de los ca-sos, incierto. Es claro que los altos rendimientos requeridos para hacer que la jatrohpa sea comercialmente viable como biocom-bustible dependen de que sea plantada en tierras muy fértiles e irrigadas. Esto puede significar que la generalización de planta-ciones de jatropha para biodiesel compitan con la producción de alimentos y con la disponibilidad de agua para fines domésticos.

La experiencia de Suazilandia, apoyada por varios estudios científicos, implica que los responsables de hacer las políticas de producción y consumo de agrocombustibles, necesitan considerar a la jatropha con el mismo nivel de rigor que otros cultivos para agro combustibles. Tomado del reporte de Amigos de la Tierra Suazilandia y Amigos de la Tierra Internacional (28 de mayo 2009).

Elizabeth Bravo

En los años recientes todos los países de América Latina han adoptado políticas para promover de manera

acelerada cultivos para la producción de agrocombustibles con justificaciones liga-das a garantizar la soberanía energética y/o enfrentar el cambio climático, y como una respuesta a la crisis del agro que viven mu-chos países del Tercer Mundo.

La crisis alimentaria mundial, que se evi-denció con más fuerza en el 2007, ha obli-gado a revisar estos planteamientos, pues es imposible no asociar las variaciones en el precio de los alimentos con el uso de gra-nos en la producción de etanol y agrodiesel.

Como respuesta a estos hechos, en va-rios círculos se ha empezado a promover las llamadas “tierras marginales”, en las que aparentemente no hay agricultura, para pro-ducir agrocombustibles. De esta manera se estaría reactivando la economía local sin afectar la producción de alimentos, porque esas zonas son improductivas.

Entre las especies propuestas se destaca la jatropha o piñón. Muchos mitos se han

levantado alrededor de esta planta: que no requiere suelos fértiles para crecer, ni de gran-des cantidades de agua, o que no existen pla-gas conocidas que la ataquen. Se ha llegado inclusive a decir que es un árbol con vocación tercermundista, porque abrirá fuentes de tra-bajo para los campesinos y mercado para sus productos. El planeta se beneficiará porque se frenará el calentamiento global, así como los ecosistemas porque las plantaciones de ja-tropha mejorarán las calidad del suelo. Antes cabe preguntamos si esas áreas llamadas “tie-rras marginales” son en realidad improducti-vas, o son simplemente zonas que no se han insertado a la agricultura industrial. Tomemos como ejemplo lo que está pasando en dos pro-vincias ecuatorianas que son víctimas de este modelo: Manabí y Loja.

Estas son zonas donde se conserva una biodiversidad agrícola muy bien adaptada a las condiciones áridas, en donde prevale-cen variedades endémicas, y donde las po-blaciones han desarrollado sistemas produc-tivos armónicos con los bosques secos, como la extracción de productos del bosque como la lana de ceibo, plantas medicinales y frutas silvestres, y la cría de chivos. Las comunas del sur de Manabí son descendientes de los pueblos donde se han registrado los más antiguos indicios de agricultura en América del Sur, y hasta nuestros días mantienen sis-temas de manejo ancestrales de agua como son las “albarradas”.

Aunque se dice que la jatropha es ideal para zonas semiáridas, en las plantaciones que varias empresas han promovido en es-tas provincias, se ha visto que cuando las lluvias faltan, el fruto produce una sola se-milla, en lugar de tres, que es el promedio. Por eso se necesita usar agua proveniente de carros cisterna cuando la lluvia es escasa, lo que pone a las plantaciones de jatropha en competencia con las humanas en esta zona donde el acceso al agua potable es crítico.

Si bien las empresas no ocupan direc-tamente la tierra de las comunas, han firmado contratos por 20 y 25 años con los comuneros para que planten jatropha y les vendan la producción. Las empresas reciben además bonos de carbono por la captación de CO2, a partir de las tierras y el trabajo de unas comunidades que no tienen responsabilidad en el calentamien-to global ni relación con el negocio de los bonos de carbono. Estos contratos de largo plazo bajo criterios completamente ajenos a las comunidades significan en la práctica la pérdida de control sobre su territorio.

Dado que el piñón no es un cultivo como tal, sino una planta que está en pro-ceso de domesticación, la producción de aceite es muy variable y depende mucho de las condiciones climáticas, que son muy variantes en la zona. Sin embargo, los con-tratos establecen que la producción erráti-

ca y las pérdidas serán responsabilidad de los comuneros, lo que puede llevarles al endeudamiento con la empresa e incluso a la pérdida del territorio.Se desconocen los efectos de estas plantaciones a gran escala en los suelos, que por definición son po-bres. Los comuneros necesitarán añadir fer-tilizantes, y plaguicidas, porque las plagas y enfermedades emergerán eventualmente, como ocurre con cualquier monocultivo.

El modelo jatropha que se está gene-ralizando apunta ya a un cambio radical en la forma de vida imperante en la zona. Aunque en un principio se generen más ingresos monetarios, si estos proyectos prosperan, se estaría poniendo en peligro la supervivencia de las comunidades que han tenido la más larga presencia conti-nua en el Ecuador.

La nueva Constitución del Ecuador in-corpora como un eje del modelo econó-mico el “buen vivir” que es un concepto que viene de la cosmovisión andina (en kichwa, sumak kawsay) que establece un nuevo modelo de “relacionalidad” de las comunidades entre si, y de éstas con la naturaleza, con base en los ejes de la ra-cionalidad andina: la “relacionalidad”, la correspondencia, la complementación, y la reciprocidad.

¿Empata el modelo jatropha con el su-mak kausay o el buen vivir? Creemos que la respuesta es NO.

Ecuador

EL mito de la JATROPHA

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JATROPHA CURCAS ¿PLANTA MILAGROSA?