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Boletín Colombiano de Psicología AmbientalNo. 1. Año 2020

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ISBN

Asociación Colombiana de Facultades de Psicología. ASCOFAPSI

JUNTA DIRECTIVANelson Molina – Presidente, Universidad del ValleOscar Utria – Vicepresidente, Universidad de San Buenaventura BogotáIdaly Barreto Tesorera, Universidad Católica de ColombiaYadira Martinez – Secretaria, Universidad Simón BolivarRodrigo Mazo – Vocal, Universidad Pontificia Bolivariana MedellínDiego Restrepo Ochoa – Presidente Saliente, Universidad CESDirección Ejecutiva: Astrid Triana Cifuentes

Coordinación Editorial: ASCOFAPSI, Astrid Triana CifuentesCorrección de Estilo: Ana Lucía Arbaiza BayonaDiseño Gráfico: Precolombi EU, David Reyes

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o método, sin autorización escrita de Ascofapsi.

La responsabilidad de los textos contenidos en esta publicación es exclusiva de los autores.

Ascofapsi, diciembre de 2020

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6 ~ Primer Editorial Óscar Navarro Carrascal

10 ~ Segundo Editorial Henry Granada Echeverri

14 ~ Psicología Ambiental en Colombia: Una Revisión de Sus Avances Willian Sierra-Barón

15 ~ Resumen 17 ~ Los Precursores 19 ~ Una Perspectiva Institucional 19 ~ Avances Desde COLPSIC 24 ~ Avances Desde ASCOFAPSI 26 ~ Avances en Eventos Científicos 30 ~ Algunos Datos Sobre Formación en Psicología Ambiental 32 ~ Discusión 34 ~ Conclusiones 35 ~ Referencias

38 ~ Las Representaciones Sociales: Conceptos, Estructura y Aportes a la Comprensión/Transformación de Proyectos Socioambientales Desde una Perspectiva Psicoambiental Henry Granada Echeverri

39 ~ Resumen 40 ~ Introducción 40 ~ El Papel de la Psicología Ambiental en la Comprensión de la

Relación Sujeto Social-Ambiente 44 ~ El Proceso de Transacción Ambiental 45 ~ Procesos de Cognición Socio-Ambiental y Territorialidad 51 ~ Teoría de las Representaciones Sociales (RS) 53 ~ Conceptos Claves y Definiciones 58 ~ Aplicaciones: Desventajas y Potencialidades 62 ~ Referencias

66 ~ Los Autores/Editores

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Primer Editorial 7

a necesidad de construir comunidad o red para proyectar e impulsar los avances en psicología, es un hecho. Construir y consolidar una comuni-dad científica y/o académica en torno a un tema

mayor de esta disciplina, es un reto a la vez difícil y loable. En este contexto, la red de investigadores en psicología fomentada por ASCOFAPSI constituye un verdadero logro del cual no conozco referente en otro país. Desde el inicio de dicha experiencia con-sideré que la motivación genuina de los colegas y la dinámica organizativa estimulada por la red constituían una verdadera innovación en el campo. Varios años más tarde confirmo dicha intuición, ASCOFAPSI y sus nodos constituyen un verdadero espacio de reflexión, debate y colaboración que permiten a la psicología en Colombia crecer con pertinencia científica y social.

Es por ello que no podría sentirme más entusiasta al ver que la psicología ambiental se suma a dicho esfuerzo colaborativo. Si bien siempre fue fácil concebir que las disciplinas clásicamen-te enseñadas en las universidades y reconocidas socialmente tuvieran su propio nodo, como subdisciplinas que emergen en el contexto social y político colombiano, era más difícil para mí concebir que áreas poco o mal conocidas como la psicología ambiental pudieran algún día aspirar a tal empresa. Pues bien,

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es muy placentero descubrir que efec-tivamente desde hace ya varios meses se viene desarrollando el proceso de creación y consolidación de un nodo de investigadores en psicología ambiental en Colombia, que no solo surge en un momento clave para el país, y en gene-ral para la sociedad humana, sino que permite identificar y valorar las reflexio-nes, experiencias y problemáticas que aportan los colegas identificados con nuestra disciplina.

Casi que estábamos en mora de emprender tal empresa, en la cual re-conocemos el liderazgo del profesor Willian Sierra Barón, quien ha logrado crear una dinámica suficientemente consistente para que el nodo se mate-rialice. Uno de los aportes que permite tal aventura es precisamente su interés por comprender y comunicar la historia de nuestra disciplina en el país.

Dicho aporte, el cual me permi-to introducir aquí, es precisamente la materialización de dicha curiosidad. El reporte que el profesor Willian compar-te hoy con la comunidad de psicólogos colombianos y más allá, constituye un documento de referencia sin preceden-tes en nuestro país. Este documento podría incluso inspirar a otros nodos de la red, ya que permite establecer claramente los aspectos conceptuales, epistemológicos y temáticos que defi-nen la disciplina, así como identificar las instituciones, regiones y los colegas que aportan diariamente y desde hace

cierto tiempo, a la edificación de una identidad disciplinar, y hacernos una idea clara y precisa sobre cómo se ha desarrollado la psicología ambiental en Colombia, cuál es su devenir, cuáles son sus preocupaciones y sus métodos, a la luz de los referentes internacionales y las problemáticas propias de nuestro contexto nacional.

Hoy tengo el honor y la fortuna de introducir este primer boletín del nodo de psicología ambiental de la red de  investigador@s en psicología, ASCOFAPSI, invitándol@s a descubrir esta disciplina a través del trabajo ri-guroso y completo del profesor Willian Sierra Barón, titulado Psicología am-biental en Colombia: una revisión de sus avances. Estoy seguro que aquellos que pertenecen al nodo se sentirán identificados y reconocerán la impor-tancia de federarnos en torno a él, y aquellos que descubren la disciplina, recibirán los elementos necesarios para comprender el interés y la pertinencia de ella. El profesor Willian nos revela un tesoro oculto por algún tiempo. Por eso y por su liderazgo, quisiera expresarle mis agradecimientos.

Estimados colegas, disfruten la lec-tura.

Óscar Navarro CarrascalUniversidad de Nantes, Francia

Presidente de la Asociación Francesa de Psicología Ambiental (ARPEnv)

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Segundo Editorial 11

omo complemento de las consideraciones an-teriormente descritas, cabe señalar un segundo derrotero para el boletín: la importancia de iden-tificar, visibilizar y fortalecer la línea de trabajo fundamentada en la experiencia local-regional,

que explícita como objeto de trabajo y operación el estudio científico de las prácticas, los saberes y las propuestas de los diversos habitantes de los territorios que pueden articularse, contradecir o complementar las saberes académicos que la psicología ambiental ha construido.

Las variadas y en oportunidades ancestrales formas en las que los grupos humanos han hecho frente a las demandas de la naturaleza o del contexto social en el cual habitan, constituyen cada vez más un foco de atención para quienes hacen lectura de esas experiencias, entendidas como fuente y contenido especial de conocimiento y de intervención desde ópticas diferentes a las de una cierta homogeneidad constituida a lo largo de nuestra historia y expresada en algunos paradigmas dominantes. Confi-gurada como epistemología, desde el sur se propone, en primera instancia, develar y afrontar diferentes formas de colonización que han suprimido, desfigurado o subordinado la experiencia y el conocimiento construido local y regionalmente; y, en segunda

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instancia, proponer otros criterios de validación y asunción de tales saberes. La psicología debe atender esos llama-dos, hechos desde el análisis histórico, político, cultural e ideológico: el sur como complejo espacio sociocultural (más allá de lo geográfico).

Ciertas raíces ayudan a entender la importancia de esta propuesta: las nociones de calidad de vida y desarro-llo humano se encuentran en el centro de grandes debates mundiales, y a su sombra se toman decisiones de nivel internacional, nacional, regional y lo-cal, expresadas en políticas públicas encaminadas al mejoramiento de las condiciones vitales y al desarrollo de los habitantes de la región. Sin embar-go, las nociones, los contenidos y las estrategias impulsadas para el logro de tales objetivos suelen entenderse des-de las grandes instituciones mundiales (Organización de las Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud, ban-cos internacionales, organizaciones gremiales, entre otras) que detentan poder a diverso nivel. En la mayoría de oportunidades estas logran esparcir algunos bienes entre la población, pero acrecentando el haber de los ya ricos y poderosos. Como efecto se tiene la desigualdad y la inequidad ampliada y mantenida, pero de imposible supera-ción con el modelo actual de desarrollo que privilegia el mercado y sus “sabias” decisiones.

Tener en cuenta, analizar, estudiar y acercarse crítica y abiertamente a estas propuestas desde los actores regiona-les o locales, especialmente aquellos vulnerables, muestra otro espacio de pensamiento y acción: la noción misma de desarrollo socioeconómico despla-zada hacia la del “buen vivir”; el énfasis en el bienestar comunitario-colectivo y no solo, ni tanto individual, y en la necesidad de vincular a la naturaleza como sujeto de derechos, cuya pro-tección y uso desde otra racionalidad (convivencia y no sobreexplotación, o explotación “sostenible”) plantea un reto y un panorama decisivamente diferente y pertinente. Más aun, es un llamado al diálogo y al establecimiento de una rela-ción permanente entre estas dos líneas de trabajo: académica y territorial. Es de entender que nociones como moder-nización, desarrollo y éxito cambian no solo de enfoque sino de criterios para entender lo que es calidad ambiental, calidad de vida y desarrollo humano. Lo anterior empieza como reto, pero es un reto a largo plazo y funge como proyecto vital.

El aporte, la apertura y la aventura de esta decisión están en nuestras ma-nos, inteligencia e imaginación.

Henry Granada EcheverriUniversidad del Valle

Miembro Coordinador Nodo Psicología Ambiental, ASCOFAPSI

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PSICOLOGÍA AMBIENTAL EN COLOMBIA:  UNA REVISIÓN DE SUS AVANCES

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Resumen

Este artículo presenta el resultado de una revisión que buscó identificar aportes sobre los avances de la psicología ambiental (PA) en Colombia. En distintas fuentes documentales fueron identificados investigadores representativos. Se aporta una descripción de avances del campo propuestos por el Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSOC) y la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI). Se relacionan algunas características de investigaciones presentadas en congresos de psicología realizados en el país en la última década, así como información sobre la formación posgradual en este campo a nivel internacional y nacional. Se concluye que los desarrollos en psicología ambiental en el país han sido escasos, fragmen-tados y dispersos. Como principales desafíos se incluyen las necesidades de formación en el campo y el fortalecimiento del trabajo en red entre investigadores y organizaciones nacionales e internacionales.

PALABRAS CLAVE: psicología ambiental, Colombia, revisión, investigación.

Willian Sierra-BarónProfesor de Tiempo Completo, Universidad Surcolombiana

[email protected]

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El estudio de los problemas ambienta-les desde la psicología está cobrando cada vez más fuerza, más aun cuando la literatura científica da cuenta del efecto del comportamiento humano individual y colectivo (López-Cabanas y Aragonés, 2019; Sierra-Barón et al., 2018; Sierra-Barón y Meneses, 2018; Yuriev y Sierra-Barón, 2020) sobre el medioambiente, cuyas causas se ori-ginan en la alta producción de bienes y servicios, las formas de movilidad no sostenibles, el elevado consumo de ma-teriales, recursos naturales (renovables y no renovables) y los estilos de vida no sostenibles, comportamientos que con el paso del tiempo agravan la situación ambiental (Hausknost, 2020; Razak y Sabri, 2019; Zhang, 2019)

Diferentes autores han planteado la importancia de la preservación del medioambiente, de la relación de las conductas humanas y los efectos de estas en los ecosistemas, de la afecta-ción de los entornos en las personas y los aportes posibles para mitigar el cambio climático a partir de comporta-mientos humanos que contribuyan en la conservación de los recursos (Gärling, 2014; Milton, 2015; Navarro, 2013; Steg et al., 2012). Si se considera que el com-portamiento humano en su sentido más global es el producto de la interrelación del hombre y el medio en el que habi-ta, se podría plantear que casi toda la psicología es ambiental (Páramo, 1996).

En Colombia, la psicología ambien-tal (PA) ha tenido una historia corta, frag-mentada y dispersa, pero ha surgido en el marco de los grandes desarrollos del mundo conectado y a la vanguardia de sus avances. Páramo (1996) reconoce co-mo relevantes, además de sus trabajos, los aportes de Henry Granada Echeverri y Marcel Zimmerman. Para los fines de este escrito, no se encontraron datos que dieran cuenta de otros aportes sig-nificativos que hagan referencia a esto (esto no quiere decir que no los haya), por lo que a continuación se describen algunos hallazgos producto de la revi-sión de distintas fuentes de información.

Inicialmente se presenta una breve descripción de cuatro investigadores referentes y representativos de la PA en Colombia, sus perfiles y principales focos de interés. Este apartado se deno-mina Los Precursores. A continuación, se ofrece una mirada a la perspectiva insti-tucional desde Los Avances del Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC) y la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI). También se hace referencia a una contribución de la Asociación Americana de Psicología (APA), especialmente desde la división 34. Posteriormente, y tomando como referencia las memorias disponibles de congresos de psicología de alcance nacional realizados en el país, se presen-tan datos de algunas investigaciones en PA. Luego, se da cuenta brevemente de algunos elementos sobre la formación

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posgradual en el campo. Finalmente, se discuten los elementos que han ca-racterizado el desarrollo de la PA en

Colombia, así como sus principales desafíos.

Los Precursores

Para efectos del presente documento, este apartado parte de una descripción breve sobre las contribuciones de algunos de los investigadores que, a juicio del autor, iniciaron el camino de la PA en Colombia. En este punto es fundamental aclarar que no se pretende realizar aproximaciones demasiado detalladas y ex-haustivas, sino una descripción más de tipo enunciativa.

Inicialmente, Marcel Zimmerman, psicólogo social y doctor en Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universidad Louis Pasteur (1985; Estrasburgo, Francia), y profesor de la Universidad Nacional de Colombia en el área de psicología social hasta 1995, fue uno de los primeros investigadores que compartió en Colombia las preo-cupaciones de la PA. En sus investiga-ciones estudió aspectos relacionados con el transporte público y los mapas mentales del hábitat de la ciudad de Bogotá. Entre sus textos más recono-cidos se encuentran dos ediciones del libro Psicología ambiental y calidad de vida, publicadas en 1995 y 1998, y una tercera en el año 2010 que denominó Psicología ambiental, calidad de vida y desarrollo sostenible. El esquema de estas obras describe elementos teóricos de la PA, sus paradigmas psicosocia-les, así como nociones de psicología ambiental comunitaria (PAC); incluye además aspectos relacionados con las

aplicaciones e intervenciones de la PA. Otra de sus obras más destacadas revela sus desarrollos sobre ecopedagogía, cuyas contribuciones se condensan en tres ediciones: Ecopedagogía para el nuevo mileno, Ecopedagogía. El planeta en emergencia y Pedagogía ambiental para el planeta en emergencia, publi-cadas en 2001, 2005 y 2013, respecti-vamente. Estos textos se enfocan en los fundamentos conceptuales de la pedagogía ambiental y los procesos psicosociales implicados en el quehacer de estas acciones.

Por su parte, Henry Granada Eche-verri, psicólogo de la Universidad Nacio-nal de Colombia y magíster en Proyectos de Desarrollo Social de la Universidad del Norte (2001; Barranquilla, Colom-bia), es profesor de la Universidad del Valle (Colombia). Al igual que Marcel Zimmerman, es uno de los primeros investigadores que compartió en Co-lombia las preocupaciones de la PA. Sus contribuciones se evidencian en la

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publicación de libros y artículos cientí-ficos. Entre sus obras más destacadas se encuentran Psicología ambiental: una introducción temática y Dimensiones psicosociales del ambiente: su relación con el desarrollo humano, publicadas en 2002 y 2007, respectivamente. En las temáticas abordadas en sus artículos científicos se encuentran conocimiento y valoración del ambiente físico, cali-dad ambiental, diseño y planificación urbana, psicología social-ambiental, y percepción social del riesgo y el am-biente social.

Otro de los precursores de la PA en Colombia es Pablo Fernando Pára-mo Bernal, psicólogo de la Universidad Católica de Colombia, magíster en Cien-cias de la Universidad de Surrey (Reino Unido) y doctor en Psicología Ambien-tal de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (2004). En la actualidad es profesor de la Universidad Pedagógica Nacional y está vinculado al doctorado en educación de la misma institución. Sus investigaciones giran en torno a la pedagogía urbana y ambiental, la edu-cación ambiental, el espacio público, las actitudes hacia el medioambiente, el comportamiento urbano responsable, las reglas proambientales, los sociolu-gares, la ciudad habitable, la dimensión social del espacio público, la forma-ción ciudadana, la educación en reglas morales y la caminabilidad. Entre los aportes recientes más representativos se encuentra el texto “The city as an

environment for urban experiences and the learning of cultural practices”, publi-cado en el Handbook of environmental psychology and quality of life research, editado por Ghozlane Fleury-Bahi (Uni-versidad de Nantes, Francia), Enric Pol (Universidad de Barcelona, España) y Óscar Navarro (Universidad de Nantes, Francia) en 2017.

Otro de los grandes precursores es Óscar Eduardo Navarro Carrascal, psi-cólogo de la Universidad Metropolitana (Barranquilla), magíster en Proyectos de Desarrollo Social de la Universidad del Norte (Barranquilla), y magíster y doctor en Psicología Social y Ambiental de la Universidad de Paris V (Rene Descartes; 2006). Sus desarrollos investigativos incluyen las representaciones sociales del agua y sus usos, cambios socioam-bientales, psicología social ambiental (PSA), representaciones sociales del medioambiente y la contaminación del aire, educación ambiental, identidad ambiental, conectividad con la natura-leza, comportamientos proambientales, percepción de riesgo y estrategias de afrontamiento, espiritualidad, bienes-tar, comportamiento proambiental, y factores psicosociales que intervienen en la evaluación y la gestión de riesgos ambientales como: representación so-cial, apego al lugar, eficacia personal y estrategias de adaptación. Fue editor del Handbook of environmental psycho-logy and quality of life research (2017) y en la actualidad es presidente de la

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Asociación Francesa para la Investigación de la Psicología Ambiental (ARPENV, por sus siglas en francés).

Una Perspectiva Institucional

Una vez identificados los principales precursores de la PA en Colombia, en las siguientes líneas se aporta un breve recuento sobre las avanzadas institucionales recorridas por el Colegio Colombiano de Psicólogos (COLPSIC) y la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI).

Avances Desde COLPSIC

El Colegio Colombiano de Psicólogos (2013) desarrolló una propuesta de perfiles por competencias de los psicólogos en distintos campos. En el perfil del psicólogo social, que agrupa ambiental, comunitario y político, se describe una propuesta de competencias disciplinares e interdisciplinares del psicólogo ambiental. En la Tabla 1 se relaciona el compendio de competencias propuesto.

Tabla 1Las competencias disciplinares e interdisciplinares del psicólogo ambiental

Factor Indicadores

Fundamenta-ción teórica y conceptual

- Conoce los fundamentos de la psicología ambiental y su relación con otras disciplinas.

- Distingue los campos de intervención y su rol como psicólogo ambiental en el desarrollo de la intervención.

- Establece las relaciones entre psicología social, ecología y economía, así como con otras ciencias naturales, sociales y humanas.

- Indaga y comprende los problemas ambientales que influyen en las per-sonas, sus implicaciones y posibilidades de intervención.

- Comprende la relación de los individuos con el medioambiente teniendo en cuenta las diferencias culturales, económicas, políticas, religiosas, entre otras.

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Aspectos epis-temológicos

- Conoce los diferentes enfoques de la psicología social y particularmente de la psicología ambiental.

- Reconoce las fortalezas y limitaciones de los diferentes enfoques y mode-los teóricos de la psicología ambiental.

- Identifica puntos en común con otras disciplinas.- Identifica la pertinencia y contraste de la intervención con otros campos

aplicados de la psicología, como la social y comunitaria.- Fundamenta teórica y epistemológicamente sus investigaciones e inter-

venciones.

Investigación

- Se sustenta en resultados científicos producto de procesos investigativos en el campo de la psicología ambiental.

- Mantiene una actitud crítica frente a su actuación, el empleo de métodos y procedimientos para plantear avances científicos relacionados con la realidad colombiana.

- Propone, dirige y desarrolla proyectos de investigación que procuren resolver problemas de relevancia ambiental, psicológica y social.

- Selecciona métodos coherentes con el modelo teórico y la naturaleza del objeto de investigación en el campo de la psicología ambiental.

- Investiga de acuerdo con criterios éticos, legales y deontológicos.- Socializa sus hallazgos con la comunidad en general, al prever que sus

comunicados modelen reacciones sociales.- Comparte sus resultados con la comunidad profesional para generar

acumulación y apropiación de conocimiento de la psicología ambiental.

Evaluación de programas

- Conoce técnicas de evaluación y diseño de programas ambientales.- Aplica los conocimientos y fundamentos de la psicología ambiental y de

otras disciplinas.- Identifica los actores implicados y conoce sus perspectivas y expectativas

de los programas ambientales.- Dirige las acciones al bienestar común frente al individual o sectorial.- Reconoce el contexto en el que se aplicarán los programas y prioriza las

acciones que apunten al bienestar común.

Ético

- Conoce los derechos humanos y ejerce su profesión basado en el respeto de los mismos.

- Conoce los principios éticos, deontológicos y normativos que orientan y regulan el actuar del psicólogo.

- Comprende las implicaciones de sus intervenciones en el reconocimiento y la calidad de vida de las poblaciones intervenidas.

- Comprende que sus acciones deben recurrir al consentimiento informado.

Intervención

- Planifica sus acciones y objetivos de la intervención con la población intervenida y con otras disciplinas implicadas en el proyecto.

- Demuestra habilidades de conciliación y concertación de proyectos inter e intrainstitucionales, grupales, otros.

- Propone y realiza acciones coherentes con el contexto y la problemática.

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Desarrollo profesional

- Acredita su quehacer como psicología ambiental con base en la titulación formal.

- Selecciona información pertinente y actualizada, que le permita el ejercicio de su rol con respaldo en el conocimiento científico.

- Demuestra experiencia profesional en campos de la psicología ambiental.- Participa activamente en los gremios a nivel regional, nacional o inter-

nacional, en acciones tendientes a la promoción y el fortalecimiento del campo aplicado de la psicología ambiental.

Interdisciplinar

- Identifica el aporte de otras disciplinas y profesiones para la resolución de problemas socioambientales.

- Conoce e identifica los supuestos teóricos y metodológicos de las dife-rentes disciplinas en las que se puede apoyar.

- Interactúa asertivamente con otros profesionales con los que se compar-ten ámbitos de la psicología ambiental, como ingenieros ambientales y ecólogos.

Nota: información recuperada de COLPSIC (2013).

El aporte de COLPSIC (2013) fue novedoso para la época, ya que enunció una serie de orientaciones acerca del perfil del psicólogo ambiental. No obs-tante, en el 2009 la división 34 (Sociedad de Psicología Ambiental, de la Población y de la Conservación) de la APA dio a conocer un informe acerca de la interfaz entre la psicología y el cambio climático global, con el propósito de analizar el rol de esta área en la comprensión y el tratamiento de esta problemática, incluidos los esfuerzos para adaptarse y mitigar sus efectos (Swim et al., 2009). Entre los principales resultados se inclu-yó un análisis de distintos tópicos que son declarados como característicos de la evidencia científica disponible en el tema y, por tanto, prioritarios para su abordaje (Tabla 2).

Por su parte Gifford et al. (2011) describen el trabajo de los psicólogos ambientales desde tres niveles de análi-sis: el primero, orientado a los procesos psicológicos básicos, como la percep-ción del entorno, la cognición espacial y la personalidad, como determinantes en la estructuración de la experiencia y la conducta humana; el segundo, enfo-cado en la gestión del espacio social, es decir, el espacio personal, la territoria-lidad, el hacinamiento y la privacidad, así como en los aspectos del entorno físico de los comportamientos cotidia-nos como trabajar, aprender y convivir en contextos urbanos y formar parte de una comunidad; y el tercero, las distintas interacciones entre los seres humanos y la naturaleza, que incluyen el rol de la psicología sobre el cambio climático.

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Estos autores plantean que los psi-cólogos ambientales juegan un papel fundamental en el manejo adecuado de los problemas ambientales por medio de la promoción del cambio de compor-tamiento, dado que las intervenciones conductuales son generalmente más efectivas cuando se planifican, imple-mentan y evalúan sistemáticamente. Bajo esta premisa, los seres humanos contribuirán de forma significativa a lograr la sostenibilidad ambiental a largo plazo, mediante la adopción de patrones de comportamiento ambiental. Gifford et al. (2011) puntualizan que el

gran desafío para los psicólogos am-bientales es comprender los factores y procesos individuales y estructurales que atentan contra la sostenibilidad ambiental, de tal manera que la promo-ción de comportamientos ambientales pueda facilitarse en todos los contextos.

La Tabla 2 sintetiza los principales aportes de Gifford et al. (2011) relati-vos al alcance de las aplicaciones de la psicología ambiental, lo que permite visibilizar la amplia gama de posibilida-des y contextos de desempeño de los psicólogos ambientales.

Tabla 2Tópicos relevantes de abordaje en psicología ambiental

Swim et al. (2009) Gifford et al. (2011)

- Percepción del riesgo del calenta-miento global y el cambio climático.

- Tendencia de anticipación de las per-sonas a eventos futuros y remotos.

- Rol de la cultura y sus efectos sobre las concepciones y respuestas a los riesgos.

- Psicología de la gestión de recursos: conservación de energía y agua dulce, gestión de reciclaje y contaminación.

- Psicología ambiental residencial: el hogar como entorno que tiene estructura física (casa, apar-tamento, etc.) y significado (hogar).

- Psicología ambiental de barrios y ciudades: exploración de relaciones persona-ambiente en las ciudades, los lugares públicos, el vecindario, la comunidad y las calles.

- Psicología ambiental educativa: incidencia de características físicas de las escuelas y los entornos de aprendizaje sobre los procesos de interacción de estudiantes y maestros.

- Psicología ambiental del lugar de trabajo: rela-ciones entre el entorno físico y el trabajo, el rendimiento, los sentimientos, el comportamiento social, la salud y el estrés, así como la vida después de la etapa laboral.

- Determinantes psicológicos y contex-tuales del comportamiento humano al cambio climático, lo que incluye el crecimiento de la población, el uso de energía y las prácticas de consumo.

- Impactos psicosociales sobre salud mental del cambio climático real y per-cibido, lo que incluye estrés y ansiedad.

- Intervenciones para promover estra-tegias de afrontamiento, adaptación y respuestas saludables al cambio climático.

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Swim et al. (2009) Gifford et al. (2011)

- Impactos sociales y comunitarios del cambio climático.

- Efectos de las desigualdades socioe-conómicas en los impactos del cambio climático, e implicaciones éticas y de justicia social.

- Psicología ambiental natural: entorno natural como estímulo, fuente de apreciación estética, creativa y espiritual que da soporte vital a la especie, como restaurador y guía en el diseño y la planificación de principios de vida.

- La construcción social de la naturaleza, el medioam-biente y los problemas ambientales: procesos perceptivos, cognitivos, afectivos, sociales, cul-turales y simbólicos acerca del medio ambiente y la naturaleza.

- Psicología ambiental y diseño arquitectónico: el diseño social como forma de crear estructuras (edificios, casas, etc.) que se adapten mejor a sus ocupantes.

- Medioambiente y tecnologías de la información y las comunicaciones: efectos de los cambios producidos por la revolución en la tecnología de la información sobre la sostenibilidad ambiental.

- Barreras psicológicas que limitan la acción individual y colectiva sobre el cambio climático.

- Enfoques metodológicos y empíricos para comprender la naturaleza y los determinantes de los comportamientos que afectan el medioambiente.

- Desarrollo de intervenciones para promover comportamientos en pro del medioambiente.

Los aportes de Swim et al. (2009) y Gifford et al. (2011) revelan la urgencia de continuar perfilando el rol del psi-cólogo ambiental y sus posibilidades de alcance ocupacional. Es necesaria la inclusión de estos aspectos y de otros que resulten pertinentes para el contex-to colombiano, por lo que es fundamen-tal que organizaciones como COLPSIC desarrollen estudios documentales y empíricos que contribuyan a una mejor

caracterización del perfil del psicó-logo ambiental. Las investigaciones documentales ayudarán a rastrear las contribuciones adelantadas por psicó-logos ambientales al respecto y a guiar la redefinición del perfil. Por su parte, estudios empíricos aportarán eviden-cia de la aplicabilidad de estos perfiles en las realidades colombianas y en los escenarios en los que los psicólogos se desempeñan.

Avances Desde ASCOFAPSI

En el marco del 9o Encuentro de la Red de Investigadores en Psicología, realizado en el año 2018, y que tuvo por sede a la Universidad Surcolombiana y a la Universidad Cooperativa de la ciudad de Neiva (Huila), fue fundado el Nodo Psicología Ambiental con participación de investigadores de tres instituciones: Universidad Surcolombiana, Universidad Santo Tomas y Universidad Católica de Colombia.

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Boletín Colombiano de Psicología Ambiental

Producto de esta reunión fundacional se desarrolló un plan de acción a través del cual se adelantaron una serie de activi-dades entre las que se destacan, por ser las más representativas, dos: la organiza-ción del Simposio Psicología Ambiental: Vínculos, Experiencias y Reflexiones en Colombia, que fue realizado en el marco del Congreso Colombiano de Psicología 2019, llevado a cabo en la ciudad de Barranquilla (Colombia); y el Encuentro de Miembros del Nodo, en el que se ana-lizaron los avances del plan y se fijaron acciones para los próximos años. Cabe destacar que en el congreso de 2019 también se desarrolló otro simposio de psicología ambiental denominado Nuevos aportes a la psicología ambiental en Colombia.

El pasado mes de septiembre de 2020 se llevó a cabo el X Encuentro de la Red de Investigadores en Psicología de manera virtual. Allí se desarrolló la segunda reunión del Nodo Psicología Ambiental, con una agenda bastante nutrida que permitió dar cuenta de los avances de los dos primeros años de su existencia. Entre otras actividades se adelantaron tres conversatorios, a saber: (a) Reseña de experiencias en investigación, dirigido por Henry Gra-nada Echeverri, de la Universidad del Valle; (b) Lecciones aprendidas de los dos primeros años de existencia del Nodo Psicología Ambiental, dirigido por Willian Sierra Barón, de la Univer-sidad Surcolombiana; y (c) Análisis y

reflexiones en torno a la prospectiva de desarrollo de la psicología ambiental en Colombia: sus principales retos y desafíos, por Óscar Navarro Carrascal, de la Universidad de Nantes. Producto de los dos primeros años, el Nodo ha reunido 24 investigadores de distintas universidades a nivel nacional (Tabla 3), entre los que se incluyen miembros adscritos a ASCOFAPSI, no miembros y aliados estratégicos (nacionales e internacionales), lo cual ha enriquecido significativamente los propósitos misio-nales del Nodo.

El balance que dejó la reunión fue muy positivo porque permitió poner en sintonía los avances. Además de todos los proyectos y de la producción individual de que cada investigador, la cual puede ser consultada en sus perfiles de CvLAC, Google Scholar, ResearchGate, etc., se cuentan proyec-tos de interés colectivo para el Nodo y por consiguiente para la psicología ambiental en Colombia. Entre los más destacados se encuentran dos investi-gaciones que están en curso, a saber: Producción e impacto científico y for-mación de investigadores en psicología ambiental en Colombia, liderada por Iván Felipe Medina Arboleda, en la Universidad Católica de Colombia y Estrategias curriculares, extracurricu-lares y de producción académica de formación ambiental en los programas de psicología en Colombia, liderada por Willian Sierra Barón, en la Universidad

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No. 1. Año 2020

Tabla 3Miembros Nodo Psicología Ambiental

Investigador Filiación institucional

Willian Sierra Barón* Universidad Surcolombiana

Pablo Páramo Universidad Pedagógica Nacional

Cecilia María Díaz Soto Universidad de San Buenaventura Medellín

Elizabeth Ojeda Rosero Universidad de Nariño

Evangelina Pérez Corzo Universidad Popular del Cesar

Ana Karen Ceballos mora Universidad de Nariño

Sharol Cortés Miranda Universidad del Magdalena

Irma Yaneth Gómez* Fundación Universitaria Konrad Lorenz

Jesús David Matta Universidad Surcolombiana

Katy Luz Milláne Otero Universidad Católica Luis Amigó

Alex Felipe Saza Quintero Universidad Surcolombiana

Henry Granda Echeverri* Universidad del Valle

Marco Alexis Salcedo Universidad Nacional de Colombia

Rosaura Guerra Oñate Universidad Popular del Cesar

María Gabriela Barrera Daza Universidad Popular del Cesar

César Andrés Gómez Acosta Fundación Universitaria Sanitas

Óscar Navarro Carrascal Universidad de Nantes, Francia

Paula Andrea Tamayo Montoya Universidad Santiago de Cali, Universidad del Valle

Alba Nubia Muñoz Fundación Universitaria Konrad Lorenz

Alfredo Delgado Rodríguez Universidad Autónoma de Tlaxcala, México

Diego Alveiro Restrepo Ochoa Universidad CES

Ketty Herrera Mendoza Universidad de la Costa

Iván Felipe Medina Arboleda Universidad Católica de Colombia

Julio Abel Niño Rojas Universidad Santo Tomas

Nota: Elaborado por la Comisión de Coordinadores del Nodo 2020-2022.

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Boletín Colombiano de Psicología Ambiental

Surcolombiana. Adicionalmente, en la Universidad Surcolombiana se creó el programa de Maestría en Psicolo-gía Ambiental (primer programa en Latinoamérica), el cual está iniciando el proceso de obtención de registro

Avances en Eventos Científicos

Desde el año 2007 se viene adelantando en el país un evento que cuenta con amplio reconocimiento entre el gremio de psicólogos (ver Tabla 4). Con el paso del tiempo este evento, que se realiza cada 2 años, ha dado testimonio de los procesos de articulación y divulgación de los avances científicos de la psicolo-gía colombiana en sus diferentes campos. El primer congreso organizado por el COLPSIC se realizó en el año 2007, y las versiones de los años 2009, 2013, 2015, 2017 y 2019 fueron desarrolladas entre COLPSIC y ASCOFAPSI. Las versiones de los congresos realizados en los años 2010 y 2012 fueron organizadas por la Sociedad Colombiana de Psicología (SOCOPSI), organización que tuvo vigencia a nivel na-cional entre los años 1978 y 2014, y que articuló esfuerzos con el nacimiento del COLPSIC en 2006. Para efectos del presente documento no fue posible acceder a las memorias de congresos organizados por SOCOPSI en años anteriores. Los datos que se presentan a continuación son producto de la revisión de las memorias disponibles de los congresos mencionados, a partir de la cual se identificaron los resúmenes que se consideraron enmarcados en la PA.

Seis de los ocho documentos que contienen las memorias de estos even-tos fueron recuperados en la web (Ta-bla 4). Se encontraron 25 resúmenes posibles de clasificar en el campo PA. De acuerdo con el tipo de resumen, 16 fueron clasificados como de investiga-ción, ocho de revisión/reflexión y uno indeterminado. Al centrar el análisis en los 16 trabajos clasificados con el rótulo de investigación, se identificó que la metodología utilizada es mayormente

cuantitativa (12): con trabajos que in-cluyen alcance correlacional (9), cua-siexperimental (2) y psicométrico (1). También se identificaron trabajos de metodología mixta (1), documental (1) y cualitativa (2). En cuanto a los partici-pantes, principalmente los estudiantes (6) y la población general (6) representan el foco de interés en las investigaciones relacionadas, sin embargo, se constató que existe interés en participantes víc-timas de desplazamiento forzado (1),

calificado en el Ministerio de Educación Nacional, así como el Diplomado en Psicología Ambiental, que será ofrecido por ASCOFAPSI en el primer semestre del año 2021.

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No. 1. Año 2020

Tabla 4Congresos de psicología de alcance nacional organizados en Colombia

Nombre AñoMemorias

disponibles

I Congreso del Colegio Colombiano de Psicólogos “Psicología y Sociedad”

2007 No

II Congreso Nacional de Psicología COLPSIC–ASCOFAPSI “Unidos por la Psicología”

2009 No

XIV Congreso Colombiano de Psicología “Un Encuentro de la Diversidad en Psicología”

2010 Sí

XV Congreso Colombiano de Psicología 2012 Sí

III Congreso de Psicología COLPSIC–ASCOFAPSI “Por la Reconstrucción del Tejido Social”

2013 Sí

Congreso Colombiano de Psicología 2015 2015 Sí

Congreso Colombiano de Psicología 2017 “Psicología y Cons-trucción de Paz”

2017 Sí

Congreso Colombiano de Psicología 2019 “La Psicología en el Siglo XXI ¿Qué Nos Une?

2019 Sí

usuarios de parques (1) y empleados (1). Esto llama la atención y permite que se empiece a caracterizar la tendencia de las preocupaciones investigativas como respuesta a problemas específicos (en uno de los trabajos presentados no fue posible determinar el tipo de partici-pante).

En relación con los contextos abordados en las investigaciones, se

identificó que los más frecuentes son educación superior (5) y contextos ur-banos (4). Llama la atención la baja presentación de trabajos en contextos rurales (1) y salud pública (1), a pesar de ser contextos caracterizados por una cantidad importante de problemáticas en los que la PA a nivel mundial tiene mucha pertinencia y acogida (Tabla 5).

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Boletín Colombiano de Psicología Ambiental

Tabla 5Contextos que abordan las investigaciones (n=16)

Contexto abordado No.

Educación superior 5

Hogares urbanos 4

Educación ambiental 1

Educación media 1

Redes sociales 1

Rural 1

Salud pública 1

Urbano y rural 2

Total 16

Figura 1Ubicación geográfica de los participantes

Con tecnología de Bing©HERE, MSFT, Microsoft, Wikipedia

3

4

22

3Atlántico

Antioquia

Valle del Cauca

Huila

Cundinamarca

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No. 1. Año 2020

Finalmente, la filiación institucio-nal de los investigadores y autores de los trabajos relacionados con PA, está encabezada por universidades de las regiones y del centro del país. En tér-minos generales, a pesar de la poca cantidad de trabajos identificados, la distribución incluye diversas regiones. La filiación institucional de los autores con mayor número de trabajos son las siguientes: Universidad de la Costa–CUC (4), Fundación Universitaria Konrad Lorenz (4), Universidad Católica de Co-lombia (4), Universidad Surcolombiana

Geográficamente, la ubicación de los participantes de las investigaciones se distribuye de la siguiente manera: Cundinamarca (4), Atlántico (3), Huila (2), Antioquía (3) y Valle del Cauca (2) (Figura 1).

(3), Universidad del Valle (3), Universidad Santo Tomas (2), Universidad de los Andes (1), Universidad de Antioquia (1), Universidad Libre de Cali (1) y Universi-dad Católica Luis Amigó (1). En uno de los trabajos no fue posible identificar la filiación institucional de los autores.

Al analizar las categorías más re-presentativas que se reflejan en la infor-mación de los documentos revisados, representadas a continuación mediante una nube de palabras, con mayor fre-cuencia se identifican las siguientes: comportamiento proambiental, percep-ción, inundaciones, riesgo, climático, desastres y consumo (Figura 2), lo que permite concluir la tendencia temática de las investigaciones presentadas en estos eventos.

Figura 2Temas más representativos

comportamientoproambiental

consumoclimáticoambiental

cambiodiseño

desastres ambientalizaciónresilienciaproambientes

lugar gestióneducación

socio-ecológicahábitos

curricular

agua apegosocial

responsableactitudes

psicólogos

ruralidad

riesgo percepcióninundaciones

formacióndimensión

discurso

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Boletín Colombiano de Psicología Ambiental

Algunos Datos Sobre Formación en Psicología Ambiental

En el contexto internacional, especialmente en Estados Unidos y Europa, existen posgrados en PA cuya finalidad es preparar personal cualificado en la generación de nuevo conocimiento para asumir los retos que imponen las urgencias medioam-bientales en los tiempos de hoy. Para mayor información acerca de programas de posgrado afines a psicología ambiental, puede ser consultado el portal web de la división 34 de la APA, y en la Tabla 6 se presenta información acerca de programas de posgrado en PA a nivel internacional:

Tabla 6Posgrados en psicología ambiental

Programa Universidad País

Doctorado en Psicología Ambiental

City University of New York Estados Unidos

Maestría en Psicología Ambiental

Inland Norway University of Applied Sciences

Noruega

University of Groningen Holanda

University of Magdeburg Alemania

University of Surrey Reino Unido

Nota: Información basada en los datos del portal web de la División 34 de la APA: Programas de Posgrado en Psicología Ambiental y de la Conservación.

Algunos casos de posgrados sin denominación específica en PA, orien-tados en español, pero que cuentan con gran reconocimiento son: el Máster en Intervención y Gestión Ambiental: Persona y Sociedad, ofrecido por la Uni-versidad de Barcelona (España); el Doc-torado y la Maestría en Psicología con Residencia en Psicología Ambiental de

la Universidad Nacional Autónoma de México; y el Doctorado y la Maestría en Psicología–Línea Psicología Ambiental y de la Sustentabilidad de la Universidad de Sonora (México). El primer caso re-presenta uno de los dos referentes de habla hispana más cercanos (aunque un porcentaje de la formación se imparte en inglés). El segundo y tercer caso,

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representan los referentes latinoameri-canos que se conocen. En Colombia, la Maestría y el Doctorado en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, con énfasis en pedagogía urbana y am-biental, profundiza en algunas áreas de trabajo de la PA.

A partir de lo anterior, se revela que la formación posgradual en PA (en algunos casos como línea de especiali-zación) viene siendo objeto de atención por parte de importantes universidades del mundo, en la medida que cada vez la psicología, como ciencia social y hu-mana, ha ganado más terreno entre las

Discusión

Este corto recorrido permite una aproximación a un desarrollo corto, fragmenta-do y disperso de la psicología ambiental en Colombia. Corto, en razón a que no hace más de tres décadas que se inició con el interés de pocos investigadores en Colombia acerca del abordaje de la relación e interacción entre el hombre y el ambiente desde la PA, hacia la preocupación de problemáticas ambientales en el país; fragmentado, dado que los avances descritos no dan cuenta de la cons-trucción de procesos que permitan evidenciar la evolución de las tendencias en los intereses investigativos inicialmente propuestos; y disperso, pues producto de su fragmentación, no se encuentran propuestas explícitas de articulación en-tre quienes iniciaron los orígenes de la PA en el país, la perspectiva institucional y los avances científicos divulgados en algunos congresos de alcance nacional realizados en Colombia. A juicio del autor de este escrito, posiblemente el Nodo de Psicología Ambiental de ASCOFAPSI sea el primer esfuerzo colectivo de arti-culación que busca aportar a la disminución de la brecha hacia una perspectiva común de la psicología ambiental en Colombia.

disciplinas con posibilidades de aportar a la comprensión de la interacción in-dividuo-ambiente y las problemáticas medioambientales. De acuerdo con datos del Sistema Nacional de la Edu-cación Superior de Colombia (SNIES), hasta el año 2020 no se cuenta con registros de programas de posgrado en PA en Colombia. Es por ello que la información presentada da cuenta de la escasa oferta de programas de pos-grado en esta área en Latinoamérica, situación que también se presenta en el territorio colombiano, lo que sugiere un enorme desafío.

Ausencias en la articulación de los procesos investigativos (tendencias de los investigadores precursores de la

PA), formativos (ausencia de formación posgradual específica en el campo) e institucionales (falta de definición del

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perfil ocupacional y competencias del quehacer del psicólogo ambiental), impiden el desarrollo y avance de un campo de la psicología que quizás goza hoy de la mayor pertinencia, justo por las necesidades apremiantes de los efectos del cambio climático que su-gieren que desde las distintas ciencias y disciplinas se realicen esfuerzos hacia el desarrollo de estrategias de adaptación y mitigación (Clayton, 2019).

Instituciones como COLPSIC y ASCOFAPSI (el Nodo de Psicología Ambiental, en particular), guiadas por organizaciones como la APA, en espe-cial la División 34 denominada Sociedad para la Psicología del Medio Ambien-te, la Población y la Conservación, la Asociación de Psicología Ambiental (PSICAMB), la Asociación Internacional de Estudios Persona-Ambiente (IAPS, por sus siglas en ingles), el Grupo Am-biental de la Sociedad Interamericana de Psicología, la Asociación Brasilera de Psicología Ambiental y Relaciones Persona-Ambiente (ABRAPA, por sus si-glas en portugués) y la Sociedad para la Investigación de la Psicología Ambiental (ARPENV, por sus siglas en francés), en-tre otras, podrían articular esfuerzos en-caminados hacia la construcción de una perspectiva de la psicología ambiental desde las realidades colombianas, en el marco de los desarrollos de grupos y contextos que cuentan con experiencias y trabajos que pueden guiar el camino de la PA en Colombia. Este es uno de

los principales desafíos, puesto que implica un gran trabajo de articulación y colaboración entre investigadores, instituciones y el medio externo, que evidenciaría una visión de trabajo en red, lo cual en el país apenas da cuenta de los primeros aprendizajes, como el Nodo Psicología Ambiental de la red de investigadores de ASCOFAPSI.

Otro gran desafío es la inclusión de cursos básicos y electivos en los progra-mas de psicología, la creación de pro-gramas de posgrado (especialización, maestría y, porque no, doctorados), y la oferta de formación continuada (cursos, talleres, seminarios, diplomados, etc.). Esta es una tarea que requiere que colegas interesados por la PA, lideren propuestas que se enmarquen en las necesidades locales, así como en las últimas tendencias de investigación en PA en el mundo.

Es recomendable que los psicó-logos ambientales del país, así como aquellos que adelantan sus procesos de formación en el campo, se articu-len a los esfuerzos institucionales que lideran COLPSIC y ASCOFAPSI, con el fin de aportar visiones epistemológicas, teóricas y metodológicas que permitan consolidar una propuesta de perfil de competencias y ocupacional del psicó-logo ambiental en Colombia, así como su pertinencia en el abordaje de los pro-blemas ambientales que afronta el país. También es necesario que se reevalúe la composición del campo al que está

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adscrita la PA, según la propuesta de estructuración de campos de COLPSIC, bien sea para un análisis que conlleve la propuesta de un campo independiente (para lo cual el Nodo de Psicología Am-biental de ASCOFAPSI estaría dispuesto a acompañar este proceso, puesto que, como se ha documentado, cuenta con una corta pero robusta experiencia) o

el diálogo con campos cuya producción divulgada en los congresos de psico-logía revisados está más próxima a los intereses de la PA, como es el caso de la psicología del tránsito y la seguridad vial, la psicología del consumidor, y la psicología enfocada a las emergencias y desastres.

Conclusiones

Los inicios de la PA en Colombia están impulsados por esfuerzos de psicólogos, quienes a través de sus investigaciones han empezado a abordar algunas proble-máticas ambientales que desafían al país. Estos investigadores y su producción científica, hoy es referenciada por psicólogos preocupados por el quehacer de la disciplina en un área quizá no muy explorada en el país, pero con una gran demanda, ya que el cuidado del ambiente natural y construido se ha convertido en una prioridad mundial.

Se desconoce de manera profunda la historia de la psicología ambiental en Colombia, por lo que estamos en la obligación de escribirla y contarla (a través de eventos como congresos, seminarios, foros y de la escritura cien-tífica). En ausencia de esto, se tiende a pensar, en concordancia con el co-nocimiento de lo institucional, que la psicología ambiental es nueva en el país. No obstante, es claro que desde hace aproximadamente 50 años, a partir de la enseñanza e investigación del profesor Marcel Zimmermann en la Universidad Nacional de Colombia (años 69 y 70) se viene hablando en el país de psicología ambiental. Los avances de hoy permi-ten el reconocimiento de actores que

trabajan en ella a nivel nacional y algu-nos a nivel internacional. A su vez, se ha iniciado el proceso de reconocimiento de la dinámica de investigación que se está adelantando a nivel nacional, se reconocen algunas experiencias de formación (propuesta posgradual y de formación continuada), no obstante, los procesos de formación posgradual representan uno de los principales re-tos. La interdisciplinariedad en los de-sarrollos científicos de la psicología ambiental en el mundo, indica que no es posible el desarrollo de este campo con una mirada endogámica, y en esto el Nodo de Psicología Ambiental, ya está dando sus primeros pasos.

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Los avances por el desarrollo de la PA en Colombia requieren que es-tos esfuerzos individuales se canalicen junto con los propósitos institucionales de COLPSIC y ASCOFAPSI (donde se tienen la mayor cantidad de avances gremiales del campo a partir del Nodo de Psicología Ambiental), y en alianza con organizaciones públicas y priva-das en el territorio nacional, así como con asociaciones y redes de investi-gadores internacionales (enunciadas anteriormente). Así mismo, es necesario buscar el avance del campo a partir de su intervención en las problemáticas ambientales del país, que como se sabe no son pocas. Esto debe avanzar con iniciativas de formación en pregrado, posgrado y educación continuada, de tal manera que permitan que psicólo-gos con preocupaciones e intereses en las problemáticas ambientales puedan vincularse y apropiarse de los funda-mentos epistemológicos, teóricos y me-todológicos necesarios para el avance de la investigación y la intervención. La articulación de estos esfuerzos re-dundará significativamente en eventos nacionales de psicología, incluso si se realiza la apertura al diálogo con

colegas preocupados por la psicología del consumidor, la psicología del tránsi-to, la seguridad vial y la psicología inte-resada en las emergencias y desastres. Producto de este diálogo, seguramente se podrán empezar a desarrollar eventos específicos en PA. Es necesario orientar los procesos de formación en psicología ambiental a nivel nacional, así como los perfiles laborales y ocupacionales, dado que algunas preguntas por re-solver con urgencia son: ¿Qué hace un psicólogo ambiental? ¿Dónde y cómo se forman los psicólogos ambientales? ¿Cuáles son sus posibilidades laborales? ¿Dónde puede emplearse? Todos estos son aspectos que están un poco más avanzados en otros campos aplicados de la psicología.

Futuras investigaciones que abor-den la PA en Colombia deben enfocarse en la revisión de los esfuerzos curricula-res de los programas de psicología del país por la formación en PA, la identifi-cación de productos, especialmente de generación de nuevo conocimiento, así como la identificación de la producción científica en revistas científicas, lo que contribuirá a continuar ampliando el panorama de la PA en el país.

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rrollo sostenible (3ra ed.). Ecoe.Zimmerman, M. G. (2013). Pedagogía ambiental para el planeta en

emergencia (3ra ed.). Ecoe.

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LAS REPRESENTACIONES SOCIALES: CONCEPTOS, ESTRUCTURA Y APORTES A LA COMPRENSIÓN/TRANSFORMACIÓN DE PROYECTOS SOCIOAMBIENTALES DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOAMBIENTAL

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Resumen

El presente documento plantea la importancia de entender los diferentes niveles y dimensiones de las relaciones entre la sociedad y el ambiente, con el fin de mejorar los logros de sustentabilidad ambiental y social en los diferentes territorios. Desde la óptica de la psicología ambiental se formula el modelo transaccional como uno de los más adecuados para tal propósito. Posteriormente, se señala el papel articulador que juega la teoría de las repre-sentaciones sociales (RS), así como los conceptos más relevantes (i.e., percepción, conocimiento y valoración socio ambiental), y se expone la estructura y la dinámica de funcionamiento. Finalmente, se reflexiona sobre las ventajas y dificultades de esta teoría para el logro de aproximaciones entre las ciencias de la naturaleza y la sociedad. Igualmente, se delibera sobre su trabajo mancomunado en iniciativas de investigación y transformación de carácter socioambiental, y en torno a diferentes situaciones y problemáticas.

PALABRAS CLAVE: representaciones sociales, transacción socie-dad-ambiente, sustentabilidad socio-ambiental territorial.

Henry Granada EcheverriPsicólogo–Mg. Proyectos de Desarrollo Social

[email protected]

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Introducción

En 1983 Granada se refirió al ambiente desde una concepción inicial y simple, en la que aparecía como escenario donde el hombre y sus proyectos se movían y sufrían diferentes derroteros, hasta la noción de ambiente como actor que, con su historia y sus propias fuerzas, desafía a la sociedad y obliga a planificar pros-pectivamente las acciones de la misma. La trayectoria de los cursos históricos de las relaciones sociedad-ambiente alimentan las diferentes líneas de base desde las cuales se imaginan y desarrollan los diferentes escenarios. En la construcción de tales líneas, el acceso complejo y la influencia de los poderes de los diversos actores sociales han configurado una verdadera arena de conflictos, donde ca-da vez se reconoce más la necesidad de una regulación estatal concertada con estos actores. Sin embargo, se requiere de un marco de referencia cada vez más obligante y éticamente exigible: la sustentabilidad territorial.

Este último concepto clave puede ser abordado desde diferentes vertien-tes, las cuales pueden enriquecer un espacio de convergencia e interdiscipli-nariedad. En este sentido, el presente documento pretende analizar el aporte

de la psicología ambiental en esta direc-ción, así como el papel integrador del concepto de representaciones sociales. Los capítulos siguientes desarrollan estos objetivos.

El Papel de la Psicología Ambiental en la Comprensión de la Relación Sujeto Social-Ambiente

De acuerdo con Moser y Uzzell (2002), el papel que puede desempeñar la psicolo-gía ambiental en la comprensión de la relación sujeto social (sociedad)-ambiente, así como en la fundamentación de actividades de investigación/transformación sobre esa interacción, podría resumirse en los siguientes puntos:

1. Los contextos donde surgen las pre-guntas sobre esta relación requieren el examen del pasado, el presente y el futuro de las interacciones y no solo una aproximación coyuntural.

2. La importancia del contexto so-cioambiental para la comprensión

del ejercicio del comportamiento humano (individual, grupal, organi-zacional o comunitario) implica con-ceptualizarlo más allá de un simple y silencioso escenario o como un so-porte material de la acción humana. Por el contrario, este contexto debe

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ser entendido como una parte inte-gral de la red o estructura misma, es decir, tomarlo como territorio.

3. La ampliación y profundización del campo de investigación y las ac-ciones psicológicas se expresa en una tendencia creciente hacia la adopción de una perspectiva más inclusiva, holista y transaccional sobre la relación persona-ambiente.

4. La práctica investigativa y profe-sional se realiza en escalas cada vez más diversas (i.e., micro, meso, macro y megasistémicas), de manera que se incluye la temporalidad o trayectoria a través del concepto de cronosistema. Esto nos introduce al concepto de ambiente global, lo cual incorpora una variedad de temáticas relacionadas con los con-textos naturales, construidos o en transición. Esto mismo ocurre en nociones como comportamientos proambientales (Corral-Verdugo et al., 2002; Corral-Verdugo 2010) y sostenibilidad psicosocial (Moser, 2004; Moser y Uzzell, 2004; Uzzell 2004; Wiesenfeld y Giuliani, 2004), entre otros.

Por su parte y dentro de una visión más contemporánea, Valera y Tomeu (2016) consideran que la psicología ambiental ha realizado una serie de esfuerzos para comprender cómo reac-cionamos y nos adaptamos a las carac-terísticas del ambiente, especialmente

cuando estas son de índole desfavora-ble. Sin embargo, en muchos aspectos es factible reconocer líneas de interés en la transformación, en la investigación y en el surgimiento de una tendencia. Para esta nueva tendencia no solo importa optimizar las adaptaciones persona-am-biente sino desarrollar conocimientos y experiencias sobre la manera en la que las personas y los grupos pueden construir ambientes en los cuales pue-dan desarrollar sus potencialidades, satisfacer sus necesidades y obtener bienestar de tipo social y psicológico. Esta orientación, en la cual el núcleo de interés reside en cómo incorporar el medio (a partir de su mejora) a nuestra calidad de vida en lugar de priorizar la intervención en crisis o la defensa ante las amenazas, toma cada vez mayor fuer-za y permite enfocarse en la prevención. Dicho enfoque se denomina psicología ambiental positiva, para la cual el énfasis en el mejoramiento y no solo en el no deterioro y cuidado del entorno crea lazos y perspectivas cualitativamente diferentes para la relación adaptativa exitosa (gana-gana) entre la sociedad y la naturaleza.

Desde esta perspectiva, la calidad del medio (en sus aspectos conven-cionales biofísicos: aire, suelos, agua, ausencia de contaminación, confort cli-mático, etc.) hace parte y es responsable de la calidad social de la vida. De igual manera, cede la tendencia a buscar los lugares aún prístinos y no deteriorados

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para disfrutarlos, al tiempo que aumenta la posibilidad de la cogestión ambiental, al menos en el nivel local. En la experien-cia constructiva de lugares urbanos y de restauración de lugares socialmente significativos, el enfoque comunitario y participativo puede cambiar la tenden-cia de considerarse solo como tareas técnicas y de expertos, a la vez que cualifica el sentido de pertenencia y de bienestar de los habitantes. Algunos aspectos en esta dirección pueden ser los siguientes:

1. La concepción socio-física del espa-cio se configura como una encruci-jada (cercana a la noción de interfaz, Granada, 2016) de características físicas, de experiencias psicológicas y de significados sociales/culturales, donde los seres humanos dialogan e interactúan. Un componente crucial de estas interacciones son los enla-ces (redes) emocionales y afectivos (no solo perceptivos y cognitivos) que se desarrollan con los diferen-tes significados del espacio, hasta convertirlo en un lugar habitable y “propio”. Este punto es esencial para entender el concepto de territoriali-dad y su importancia en programas y proyectos sobre gestión preventiva del riesgo.

2. El espacio socio-físico como fuente de apreciación estética se ha con-vertido en un logro para quienes buscan un bienestar compartido

en su interacción (entorno y socie-dad). El valor estético del paisaje y las emociones restaurativas que produce (calma, laxitud, admira-ción, comunión, etc.) mezclan los procesos de carácter fisiológico con los psicosociales y convierten este espacio en un lugar estimu-lante para la exploración, conser-vación o mejoramiento, así como la apropiación simbólica territorial (no necesariamente jurídica). En este sentido, no solo se aprecian los valores físico-bióticos mencionados al comienzo (i.e., ausencia de ruidos, sonidos gratos, silencios envolven-tes, visualización de los procesos naturales in situ, etc.) sino que ganan terreno los denominados placeres hedónicos (arousals), relacionados con la capacidad estimulante del entorno y que resultan positivos para el bienestar físico y psicoso-cial, según sus umbrales de valor (Berlyne, 1974; Granada, 2006, 2015; Páramo, 2006).

3. Por otro lado, el espacio socio físico también puede ser fuente de identi-dad y apego. El ambiente no actúa solo como un conjunto de variables biofísicas que soportan la actividad humana, sino que genera una serie de atribuciones y significados que hacen del mismo un hábitat y no solo un terreno mercantilizable. Como estos significados y enlaces son socialmente construidos (aún en

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medio de conflictos), las personas tienden a establecer y reforzar lazos especiales con ciertos hitos o sig-nificados simbólicos que la historia y la vida cotidiana ha contribuido a estructurar. Desde la teoría de las representaciones sociales (ver más adelante), estos aspectos se denominan componentes centrales o nucleares. Moser (2003) denominó a los lugares o territorios así cons-tituidos espacios de vida.

Por otro lado, significar los es-pacios físicos para habitarlos resulta una necesidad básica, a veces poco tangible. Cuando la interacción espa-cio-hombre convierte el primero en lugar, el segundo adquiere un atributo esencial y diferente: territorialidad. En consecuencia, las implicaciones para los diseños y la ejecución de planes de erradicación, traslado, desplazamiento u otros fenómenos migratorios requisito o condición para realizar proyectos y megaproyectos, no se ocultan. Al res-pecto, los trabajos de Canter (1977), Navarro (2010), Stokols (1990), Tamayo (2010) y la trayectoria en la construcción de la noción de buen vivir (que suele reemplazar el concepto de planes de desarrollo) juegan un papel cada vez más relevante desde lo socio-cultural hasta lo ético-político (Caraballo, 2015).

Valera y Tomeu (2016) plantean que a pesar de las discusiones y las discre-pancias que esta mirada pueda suscitar entre científicos de la naturaleza, de la sociedad y los grupos humanos mismos (no “expertos”):

el caso es que se ha trazado un camino que permite conducir y promo-ver –aún dentro de un contexto global en donde el estrés, temor y prevención del riesgo son lugares comunes– una nueva visión y conceptualización sobre ambientes positivos en donde estos estados negativos han sido afrontados con confianza, bienestar, esperanza y la promoción de la salud en su sentido pleno. (p. 20)

Con el fin de configurar adecuada-mente esta parte introductoria, es conveniente plantear el concepto de interacción sujeto social (perso-na) ambiente dentro de un modelo transaccional. Desde este enfoque se amplían y profundizan algunos de los aspectos mencionados anteriormente, de manera que se perfila un tipo de aproximación a la temática en la que se reduce el riesgo de simplificaciones cómodas y se exige aproximaciones teóricas y metodológicas de mayor complejidad.

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El Proceso de Transacción Ambiental

El proceso de transacción ambiental, mencionado en Holahan (1995), considera que asumir al sujeto social y al ambiente como sistemas autónomos no solo es insuficiente, sino que distorsiona la explicación y la comprensión de su interacción. La relación sujeto social (persona)-entorno genera un sistema que los incluye a cada uno de ellos: un supersistema. Para conocer la estructura y función de cada uno no basta con entender cada elemento por separado, sino que es necesario conocer su funcionamiento durante la interacción. Una primera consecuencia de esta premisa es que el estudio de los ecosistemas biofísicos debería hacerse carac-terizando también a los sujetos sociales que afectan y son afectados por aquellos. Esto permearía a los científicos de las ciencias de la naturaleza a los aportes de las ciencias sociales. Además, esto se debería realizar cuando el punto central de

interés es el ecosistema humano (am-biente social), donde las características del ambiente biofísico deberían ser del interés del científico social. Una conse-cuencia adicional es que la interdisci-plinariedad funge como oportunidad y exigencia epistemológicamente “natural” para el estudio.

Por su parte, la interacción recí-proca constituye una transacción en la que la noción de causalidad no solo es multivariada sino sistémica, de manera que permite formar redes y circuitos de retroalimentación (positiva o negativa) pero no linealidades. Sin embargo, solo la investigación continuada puede re-solver preguntas como cuáles factores o componentes son relevantes en las diversas interacciones, cómo interac-túan y qué efectos producen a corto, mediano o largo plazo. Siguiendo la perspectiva de Granada (2007), algunas recomendaciones al respecto son:

• Los estudios de las interacciones deben ser de carácter longitudinal. Esto significa obtener una mayor validez que la que otorga un tipo de diseño flash, o de una sola medición, en cuanto a las conclusiones que se obtengan según el caso tratado.

• Debido a que es difícil y a veces poco útil realizar registros conti-nuos, se debe acudir a técnicas de muestreo acordes con los objetivos y características del problema. Así mismo, es recomendable asumir una posición alternativa promisoria, aunque esta genere polémica: el abordaje cualitativo.

• Según los criterios relacionados con la intervención intencional (i.e., ne-cesidad, conveniencia y posibilidad), tanto los métodos experimentales, los no experimentales y los de ti-po participativo tienen cabida allí. La jerarquización de sus ventajas y

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dificultades se efectúan para cada caso y según herramientas teóricas o metodológicas de las que disponga o pueda “inventar” el autor.

• Cualquier contexto natural o arti-ficial, tiene sentido para la investi-gación ecológica (Bronfenbrenner, 1987), ya que en cada uno de ellos suceden eventos de interacción que nos permiten profundizar los proce-sos de desarrollo y de transacción ambiental. En este sentido, importa reconocer y aplicar los criterios de validez ecológica y pertinencia de

los análisis cualitativo, cuantitativo o combinado.

Los anteriores puntos requieren formular y desarrollar investigación ambiental de tipo contextualizada, pues el contexto se convierte en actor y deja de ser solo un escenario pasivo donde los sujetos sociales diseñan y ejecutan sus intervenciones (Granada, 1983). Esta breve conclusión nos abre la puerta al siguiente apartado que tiene como eje el concepto de territorialidad.

Procesos de Cognición Socio-Ambiental y Territorialidad

Proshanski et al. (1978) distinguieron dos tipos de enfoques en el estudio y defini-ción de la percepción. El primer enfoque se denomina de la percepción objetual y corresponde a la concepción psicológica clásica de la percepción, donde se enfatiza en la búsqueda de propiedades de estímulos simples (e.g., la luminosidad, el color y la forma, entre otros). Desde esta perspectiva se toma al individuo como ser pasivo ante los estímulos ambientales. Por otro lado, los autores plantean la percepción ambiental, donde el entorno se considera de forma molar, holística o propiamente como una unidad perceptiva. De igual forma, la persona organiza la experiencia en el ambiente a partir de propósitos u objetivos, los cuales pueden ser esencialmente utilitaristas o de carácter emocional estético o relacional.

Dentro de la percepción ambiental se encuentran diversos aspectos, tales como: los cognitivos (pensamientos); los afectivos (emociones); los interpre-tativos (significados); y el evaluativo (actitudes, apreciaciones). Todos estos factores operan conjuntamente e impli-can diversas modalidades sensoriales.

Se considera que el proceso perceptual interactúa con la conducta en la solución de problemas cotidianos de índole es-pacial, específicamente. No obstante, la tradición investigadora ambiental tiende a distinguir simplemente entre percepción, cognición, significado y actitudes ambientales.

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Por su parte, Holahan (1995) argu-menta que la percepción del ambiente determina las actitudes y las conductas. Aunque estas percepciones las provee el ambiente, también forman parte del individuo. En la medida en que la per-cepción provee al sujeto de elementos para poder actuar frente a los asuntos cotidianos, el individuo logra organizar coherentemente e integrar los estímulos que el mundo suministra.

La psicología ambiental toma de la perspectiva holística todos los procesos que permiten a las personas captar su ambiente. En este sentido, el proceso de la percepción de un ambiente fí-sico es complejo y dinámico, pues el individuo no solo capta propiedades y características de su entorno, sino que además “las construye” y aporta aspectos especiales en la definición e interpretación de este. En otras pala-bras, Holahan (1995, como se citó en Granada, 2004), argumenta que “la percepción del ambiente (en el indivi-duo) es un proceso activo, no pasivo” (p. 77). En palabras de Granada (2002), la relación entre los componentes de la percepción y los procesos cognitivos sigue un modelo más sistémico que lineal, que se corresponde mejor con lo que ocurre cuando el sujeto interactúa con ambientes y contextos cotidianos, de mayor escala que la diseñada para el laboratorio. Esta misma observación la sostuvo Lynch (1992) en su análisis

respecto a la percepción y valoración del paisaje.

Lo anterior significa que en los procesos de organización de estímu-los y su engranaje en el concepto de situaciones, el individuo no solo capta propiedades y características de su entorno, sino que además aporta en la definición e interpretación de este. En tal sentido, aunque en un principio se reciben sensaciones del ambiente, gracias a la percepción se organiza e interpreta dicha información (de tipo sensorial) en unidades de significación. En otras palabras, es un proceso psicoló-gico en el que las diversas sensaciones se organizan y configuran en un cuadro coherente y activo del ambiente que los rodea.

En consecuencia, la percepción nos permite conocer de manera inmediata el ambiente, de manera que se genera un conocimiento ambiental, el cual com-prende “el almacenamiento, la organi-zación y la reconstrucción de imágenes de las características que no están a la vista en ese momento” (Holahan, 1995, p. 44). Finalmente, este proceso genera actitudes con el ambiente, las cuales pueden ser entendidas de manera sin-tética como los sentimientos favorables o desfavorables que el individuo tiene sobre él, así como expectativas sobre este y un ajuste de la percepción. Así mismo, dicho autor recalca que es-tos tres procesos no actúan de forma separada uno del otro, sino que son

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procesos psicológicos con los cuales los individuos enfrentan el ambiente físico. Adicionalmente, perfeccionar la percepción sobre un ambiente, como en el caso de una ciudad, le permitirá al visitante desplazarse de manera más segura. En la misma dirección, Thibaut (2004) consideró que la comprensión de la relación sujeto y ambiente urbano pasa por una aproximación adecuada a la noción de la percepción como pro-ceso complejo, que interactúa con una situación y no con un estímulo. Solo en esta medida se podrá captar y significar toda la compleja y densa relación que el sujeto establece con un ambiente como el de la ciudad, en sus diferentes escalas.

En la psicología ambiental se les atribuye alta importancia a los proce-sos de adaptación, ya que son los que le permiten al individuo ajustarse a y ajustar las exigencias de su ambiente físico. Un ejemplo que podría ilustrar ello se encuentra en las investigaciones que han examinado las consecuencias que, dentro de la sociedad y en la con-ducta, tienen los esfuerzos que realiza una persona para adaptarse a una gran estimulación en los ambientes sobrepo-blados. También se ha estudiado cómo las funciones adaptativas están implica-das en los procesos de la percepción del ambiente físico y la elaboración de mapas mentales en dichos ambientes.

Robert White (1974, como se citó en Granada, 2004) afirmó que el concepto

de adaptación “debe definirse amplia-mente y abarcar todos los procesos que se presentan al interactuar los organis-mos vivos con su ambiente” (p. 27). Del mismo modo, el autor sostiene que, en el proceso de adaptación, el individuo posee una serie de estrategias para contrarrestar tanto las más simples co-mo hasta las más complejas molestias ambientales, de manera que tiene una participación activa en el proceso.

De igual forma, dentro del proce-so de adaptación se encuentran tres aspectos importantes a resaltar: (a) los procesos psicológicos a través de los cuales los seres vivos se relacionan con su ambiente; (b) una perspectiva holística del individuo y su ambiente; y (c) el rol activo que los organismos vi-vos tienen en relación con su ambiente. Entonces, el concepto de adaptación se podría definir como el proceso en el que interviene tanto el hombre como el ambiente, y gracias al cual el individuo puede generar nuevas conductas y esti-los de vida. Sin embargo, cuando no hay un equilibrio (e.g., deterioro sostenido del medio ambiente) el mismo puede afectar y hasta destruir al hombre.

Por otro lado, se ha planteado que el individuo puede crear un ma-pa mental de su zona de residencia, de su ciudad o de su zona geográfica más general. Estos mapas se originan a partir de la relación que existe entre la persona y el medio donde se encuentre. Sin embargo, en muchas ocasiones tales

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relaciones se llevan a cabo de forma ambigua y según los procesos de sub-jetivación. En consecuencia, los mapas mentales (o cognoscitivos) permiten captar, organizar, almacenar, recordar y descifrar la información y características del ambiente geográfico (Proshanski, 1978).

Como se dijo anteriormente, los mapas mentales son producto de la percepción de las personas y su confi-guración puede estar mediada por el sexo, la raza, el estatus o simplemente la regularidad con que se transite por diversos lugares. Este mecanismo ayuda al individuo a tener un conocimiento propio de la ciudad, su simbolización y la solución de problemas habituales.

Los mapas mentales que constru-yen los individuos son de vital impor-tancia, ya que proporcionan conciencia de la diferencia entre lo que se percibe y lo que “realmente” sucede. Dentro de la interacción sujeto-ambiente, la creación de mapas mentales le permite al individuo identificarse respecto a su zona de residencia, ciudad o país, al tiempo que crea un valor adaptativo para ayudar en la solución de problemas (e.g., encontrar recursos necesarios para la supervivencia y los atributos de los sitios que contienen esos recursos). Así mismo, la cartografía social tiene otra característica importante. Sirve como base de comunicación entre personas sobre su ambiente físico y crea símbolos compartidos que permiten establecer

una identidad. Al respecto, Lynch (1960, como se citó en Granada, 2004) sostiene “que las representaciones compartidas del ambiente proporcionan los símbo-los y la memoria colectivos que resul-tan esenciales para la comunicación social” (p. 118). Igualmente, el autor agrega que la función organizadora de los mapas cognoscitivos le facilita al individuo desplazarse con un senti-miento de seguridad emocional. Por su parte, Downs y Stea (1977, como se citó en Granada, 2004) plantean que estos recursos proporcionan un sentido de ubicación, indispensable para que el individuo pueda entender su vida de forma ordenada e integral. En tal forma, estos procesos básicos de interacción son la base para la planeación de la vida cotidiana, así como para el diseño de los ambientes urbanos y rurales.

El concepto de territorialidad. El concepto de territorialidad se encontra-ba inicialmente ligado a estudios desa-rrollados en el campo de la etología. En la actualidad, este concepto se aborda a partir del control y la regulación de la in-teracción humana, donde se destaca el aspecto sociocultural (más que el bioló-gico) con un elevado significado simbó-lico, el cual es influenciado por factores personales, situacionales y culturales. En este orden de ideas, la territorialidad tiene que ver con la permanencia y en la forma en que las personas regulan el espacio que les envuelve.

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Al respecto existen diversas defi-niciones de territorialidad, las cuales implican la consideración de conceptos como espacio físico, exclusividad de uso, identidad, apropiación y sentido de pertenencia. La exclusividad tiene que ver con el uso particular que se les otorga a los espacios públicos. En este sentido, un espacio puede ser un medio para el establecimiento de relaciones interpersonales, puede tener una con-notación económica y ser un modo de recreación.

El concepto de identidad ofrece elementos de referencia y comparación, ya que solo a partir de la interacción con los otros las diferencias y características individuales obtienen valor y generan un aporte a la dinámica social. Además, este concepto sintetiza el universo sim-bólico que caracteriza a la colectividad porque constituye pautas particulares de interpretación de la realidad, de pensamiento, así como códigos para las diversas formas de valorar y sentir el ambiente. Es decir, la identidad solo se constituye en función de la interacción con el medio externo, ya que, en una situación de aislamiento, las característi-cas individuales resultan prácticamente irrelevantes.

El concepto de apropiación co-rresponde a un proceso mediante el cual se hace “especial” un espacio que en principio es ajeno. En tal proceso, el espacio se transforma, se interioriza y se aprehende cognitivamente, de manera

que es dotado de significados que se ratifican en la interacción con los demás y emergen sentimientos y conductas de defensa, rechazo a la ocupación y pre-vención o reacción a la invasión.

Por su parte, el concepto de sentido de pertenencia se instaura a partir de una identidad colectiva. Además, este término involucra una actitud consciente y comprometida afectivamente ante el universo, que es significativo y singula-riza una determinada colectividad en la que el sujeto participa activamente.

A partir de los conceptos defini-dos anteriormente se puede definir la territorialidad. De acuerdo con Gifford (1987), este concepto es entendido “co-mo un patrón de conductas y actitudes sostenido por un individuo o grupo, basado en el control percibido, intencio-nal o real de un espacio físico definible, objeto o idea” (p. 137). Dentro de la perspectiva del autor, la territorialidad se comprende desde el concepto de identidad, el de exclusividad de uso, y a través de lo que llamamos apropiación se une con el mundo de lo simbólico y la identidad. De esta manera, permite un modo de comportamientos en el interior de una entidad.

En este contexto, la psicología am-biental también se ocupa del estudio del espacio geográfico y de la relación que el hombre establece con él, a partir de la cual se convierte en territorio. En este proceso, el individuo adquiere sig-nificados, simbolismos y conocimientos

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gracias a la experiencia y la interrelación que ha sostenido con un espacio, así como a todas las relaciones sociales que acontece dentro de este (Canter, 1977). Estos dos procesos (la experiencia con el medio y las relaciones sociales) son determinantes para la construcción del conocimiento social y permiten instau-rar las representaciones sociales, por medio de las cuales se logra captar e interpretar la realidad a través de las experiencias.

El territorio juega un papel im-portante para la conformación de la identidad de cada individuo, ya que, por medio de la práctica, el uso asignado y la función que cumple, el individuo otorga a un lugar ciertas valoraciones que lo hacen sentir propio. Al otorgarle simbolismos al territorio, los individuos adoptan conductas específicas según las construcciones sociales que logran hacer a través del uso. En este sentido, los procesos subjetivos (i.e., conducta, emociones, conocimientos, juicios, en-tre otros) interactúan con las propieda-des físicas, sociales y aquellas atribuidas al medio ambiente.

Por otro lado, la territorialidad pue-de ser un mecanismo por el cual se obtiene cierto grado de privacidad, de manera que existe una relación directa con dicho concepto. Partiendo de que este concepto se asocia con la pose-sión u ocupación de un lugar (o área geográfica) por parte de un individuo o grupo, el poseer dicho territorio supone

preservar y regular un cierto grado de privacidad.

Una distinción importante entre la privacidad y la territorialidad, es que mientras en la primera el control del acceso recae en uno mismo, en la se-gunda el espacio físico es lo que más se enfatiza, ya que por lo general en este aspecto el territorio fija unos lí-mites tangibles. En consecuencia, la privacidad no conlleva límites físicos, pues a diferencia del territorio, puede ser afectada por medio de fotografías o acontecimientos pasados o futuros dentro de su vida cotidiana. Esto deja claro que este concepto va más allá de un espacio geográfico.

En conclusión, el territorio corres-ponde a un espacio socialmente va-lorizado y por lo tanto culturalmente construido. Este espacio es objeto de apropiación subjetiva, de sentimientos, de pertenencia, de valorizaciones y de identidad, por parte de las personas (o grupo social) que se encuentren en él. Dichas personas se encargan de permitir su reproducción, así como la satisfacción de sus necesidades básicas (Granada, 2014).

Con respecto a esto, Altman (1975, como se citó en Fischer, 1997) propuso categorías y descripciones útiles para la comprensión del sentido del territorio. Su punto de vista puede expresarse resumidamente de la siguiente manera. El territorio primario es un lugar que se experimenta de manera estable y es

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identificado claramente como propio. En consecuencia, se encuentra controla-do por los ocupantes que se encuentren en ese lugar por un tiempo prolongado. Un ejemplo claro que resalta el autor, es el caso de una vivienda o una ofici-na personal en el trabajo. Aquí lo que asegura este tipo de territorio es la inti-midad, no obstante, el habitante puede personalizarlo y cualquier intento de in-gresar puede ser considerado una viola-ción. A partir de ello, es posible señalar que el territorio primario representa los soportes esenciales de los procesos de regulación de fronteras interpersonales y de la identidad personal.

Los aspectos destacados del te-rritorio secundario se encuentran en la delimitación de un lugar de menor do-minio, donde se considera semipúblico o semiprivado. En ocasiones, las reglas

de estos sitios pueden ser definidas o confusas en cuanto al acceso y uso. Además, este es un lugar controlado por las personas que se encuentren allí. Así mismo, no siempre es ocupado por las mismas personas y, por ende, es objeto de apropiación y su control es definido con más ambigüedad que en el terri-torio anterior. Un ejemplo de territorio secundario puede ser un restaurante o una discoteca.

Por último, el territorio público es un lugar en el que cualquiera puede penetrar y beneficiarse de los derechos del lugar. Los que regulan los comporta-mientos en estos lugares son las institu-ciones, las normas y las costumbres. Por lo tanto, los procesos de regulación de las fronteras interpersonales son débiles y ofrecen escasa intimidad.

Teoría de las Representaciones Sociales (RS)

Como lo manifiesta Araya (2000), citando la tesis doctoral de Moscovici (1961), este no pretendía conocer el psicoanálisis sino la forma en la que en las personas se origina el respectivo pensamiento social. De acuerdo con Araya: “Moscovici estudió cómo las personas construyen y son construidas por la realidad social” (p. 13). A partir de allí, el autor propuso una teoría encaminada al estudio del conocimiento del sentido común y sus formas de elaboración como apoyo para entender la realidad social que lo rodea. De esta manera, Moscovici planteó la teoría de las representaciones sociales, entendidas como:

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(…) sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o ne-gativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de códigos, valores, lógicas clasificatorias, principios interpreta-tivos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el mundo. (Araya, 2000, p. 11)

Por su lado, Banchs (2000) realizó una síntesis de varios de los conceptos expresados por autores como Moscovici y Jodelet. Según la autora, las RS:

Son la forma del conocimiento del sentido común propio a las sociedades modernas bombardeadas constante-mente de información a través de los medios de comunicación de masas. Como tal siguen una lógica propia diferente, pero no inferior a la lógica científica y se expresan en el lenguaje cotidiano específico de cada grupo social. En sus contenidos encontramos sin dificultad la expresión de valores, actitudes, creencias y opiniones cuya sustancia es regulada por las normas sociales de cada colectividad. Al abor-darlas tal cual ellas se manifiestan en el discurso espontáneo, nos resultan

de gran utilidad para comprender los significados, símbolos y formas de interpretación que los seres humanos utilizan en el manejo de los objetos que pueblan su realidad inmediata. Deben ser estudiadas en sí mismas y no a través de la conducta y, al hacerlo de esta manera, podemos prever los comportamientos de los grupos frente a sus objetos. (p. 16)

A partir de lo anterior, es posible resaltar al menos dos aspectos de in-terés. En primer lugar, las RS funcionan como sistemas de interpretación, lo cual se asemeja al conocimiento cientí-fico, aunque quizá con lógicas o reglas diferentes (este aspecto resulta inte-resante, ya que abre canales entre la diferencia-semejanza de la construcción de conocimiento en las ciencias de la naturaleza y la construcción llevada a cabo en el campo del sentido común. Un meta-análisis de ambas lógicas sería un trabajo prometedor). De esta forma, las RS orientan y organizan las conductas y las comunicaciones sociales, al tiempo que afectan procesos como la asimila-ción, la organización, la aceptación o el rechazo de conocimientos. Esto mismo ocurre con la toma de decisiones que afectan los desarrollos individuales y co-lectivos, la identidad social y personal, el arraigo de costumbres o la aceptación de innovaciones. En otras palabras, to-ca la médula de la interacción social e incorpora dimensiones como el poder

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y la adaptación en sus variados signifi-cados. En este sentido, la aceptación, el rechazo, la valoración o la indiferencia ante ciertos atributos del ambiente, así como el efecto de su relación con el sujeto dentro de la vida social, se encuentra estrechamente relacionado con estos mecanismos.

El segundo aspecto de interés se relaciona con los fenómenos sociocog-nitivos. Al respecto, las RS generan una actividad de apropiación de la realidad gracias a su doble faceta (como proceso y producto), las cuales funcionan como constituyentes y constituidos, respecti-vamente. Ahora bien, la RS es principal-mente simbólica. Independientemente de si su naturaleza es pictórica, teatral o política, la RS reemplaza al objeto (está en su lugar) y lo hace presente cuando se encuentra lejano o ausente. De esta manera, la RS del objeto es su sustitu-ción simbólica.

Por otro lado, las RS también fueron entendidas como la producción y elabo-ración social del ambiente por parte de un individuo. Según Granada (2007), las RS se podrían entender como:

La contribución que hace cada uno de los miembros de una sociedad particu-lar en la generación y mantenimiento de las creencias que son compartidas entre ellos, puesto que tales RS no son solo producto sino construcciones simbólicas que se crean y recrean en el curso de las interacciones sociales. (p. 31)

Entonces, es posible señalar que, si bien las RS son una serie de conocimien-tos adquiridos socialmente, se requiere la existencia de procesos individuales, como la experiencia que un sujeto ha vivido a través de las relaciones en de-terminados contextos sociales (e.g., el grupo de amigos al que pertenece, la escuela, el trabajo, la iglesia o el barrio). Así mismo, el contacto y la interacción se establecen a partir de las conver-saciones cotidianas y las relaciones interpersonales que cada uno instaura en la realización de sus actividades. Estos aspectos permiten que los indivi-duos pertenecientes a una comunidad adopten diferentes opiniones, juicios, criterios, valores y actitudes que guían su comportamiento dentro del mundo que les circunda.

Conceptos Claves y Definiciones

Las personas conocen la realidad que les rodea mediante explicaciones que ex-traen de los procesos de comunicación y del pensamiento social. Dichos elementos encierran puntos de vista tanto compartidos como divergentes sobre diversas cuestiones. De esta forma, las RS sintetizan dichas explicaciones y hacen referencia

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a un tipo específico de conocimiento, llamado también conocimiento del sen-tido común. Este tipo de conocimiento juega un papel crucial en la forma en la que la gente piensa y organiza su vida cotidiana. Es relevante la observación de que el sentido común (o el saber no experto) se convierte en objeto de interés intrínseco (epistemológicamente hablando) para la teoría y la investigación social. De esta forma, deja de ser solo éticamente importante y legalmente conveniente.

Así mismo, la construcción social de la realidad es un concepto importante para la teoría de las RS, ya que compren-de todas las relaciones intersubjetivas que una persona ha entablado. De esta manera, la construcción social posibilita una interacción y una comunicación, al facilitar que las personas compartan sus experiencias. Igualmente, en la cons-trucción de la realidad influyen carac-terísticas como la cultura, la posición social de cada persona, las experiencias específicas vividas a diario, la identifica-ción del contexto social y el lenguaje. Dichas características adecúan la crea-ción de determinadas categorías para la interpretación de la realidad y las relaciones sociales. También le permite a una persona que no pertenece a ese contexto social, detectar las ideologías, las normas y los valores propios de la comunidad o el grupo.

Al enfatizar en el carácter social de las representaciones, Moscovici

distingue tres modalidades que son resaltadas en el trabajo de Arruda y retomadas como elementos particular-mente importantes en Granada (2007). La primera modalidad son las represen-taciones hegemónicas que reemplazan aquellas que son compartidas por todas las personas integradas dentro de un grupo determinado, de manera que brinda una identidad que los distingue de otros grupos.

La segunda modalidad correspon-de a las representaciones emancipadas o autónomas. Su característica principal radica en que no posee un carácter hegemónico, es decir, no todos los integrantes de un grupo comparten las mismas RS. Por el contrario, varios individuos (o subgrupos) poseen RS par-ticulares y relativamente autónomas, las cuales pueden estar relacionadas con representaciones de otro u otros gru-pos. Finalmente, los autores plantearon la modalidad de las representaciones polémicas, que se establecen a partir de las diferentes representaciones y que pueden generar conflicto y controversia según el grado e intensidad de la dife-rencia. Por esta razón, es importante observar el grado de complejidad de las RS, bien sea al interior de un grupo social o entre grupos sociales de un contexto más amplio. Esto ocurre tanto en la variedad como en la intensidad y la significación.

A estas alturas, y después de carac-terizar brevemente las RS, vale la pena

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preguntarse ¿cómo se generan las RS? ¿Cuáles fuentes contribuyen a su confor-mación? En un excelente resumen, Araya (2002) menciona tres fuentes de las cuales se forman las representaciones sociales. A continuación, se presentan brevemente.

• El fondo cultural acumulado en la sociedad a lo largo de su historia. Dicho fondo está constituido por las creencias ampliamente com-partidas, los valores básicos y las referencias históricas y culturales que conforman la memoria colectiva y la identidad de la propia sociedad. Todo ello se materializa en las di-versas instituciones sociales (e.g., en la lengua) y en general en todos los objetos materiales. Además, las fuentes de determinación de las RS se encuentran en el conjunto de condiciones económicas, sociales e históricas que caracterizan a una sociedad determinada, así como en el sistema de creencias y de valores que circulan en su seno.

• Los mecanismos de anclaje y obje-tivación, los cuales provienen de la propia dinámica de las RS. El primero de ellos concierne a la forma en que los saberes y las ideas sobre deter-minados objetos hacen parte de las RS de dichos objetos, mediante una serie de transformaciones especí-ficas. El segundo da cuenta de có-mo inciden las estructuras sociales

sobre la formación de las RS, y de cómo intervienen los esquemas ya constituidos en la elaboración de nuevas representaciones.

• El conjunto de prácticas sociales relacionadas con las diversas mo-dalidades de la comunicación so-cial. En efecto, en los procesos de comunicación social es donde se origina la construcción de las RS, principalmente. En este sentido, los medios de comunicación de masas tienen un peso preponderante para transmitir valores, conocimientos, creencias y modelos de conductas. Tanto los medios que tienen un al-cance general (e.g., la televisión) como los que se dirigen a catego-rías sociales específicas (e.g., las revistas de divulgación científica) desempeñan un papel fundamental en la conformación de la visión de la realidad que tienen las personas sometidas a su influencia. La comuni-cación interpersonal y, en particular, las innumerables conversaciones en las que participa toda persona en su vida cotidiana, es otra modalidad de la comunicación social. Su influencia es igualmente significativa.

Es importante recordar que la in-serción social, o la ubicación de las personas en la estructura social, no solo interviene para la exposición selectiva de distintos contenidos conversaciona-les. Por el contrario, ejerce también una

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influencia sobre el tipo de experiencia personal que se establece con relación al objeto de la representación. Esta experiencia varía según las distintas ubicaciones sociales y condiciona la relación con el objeto, así como la natu-raleza del conocimiento que se alcanza sobre el mismo. Todos estos elementos contribuyen a la configuración de las RS, de manera que sus efectos se entrela-zan con aquellos que provienen de las comunicaciones sociales. El fenómeno actual del efecto de los contenidos y las intensidades de las redes sociales sobre la conformación y afectación de las de-cisiones sobre consumo, las emociones electorales, la toma de partido (a veces extremos), son procesos que expresan tal configuración.

Como se planteó anteriormente, las RS emergen o se generan de forma social. Sin embargo, existe un proceso psicológico individual (más no por fuera del contexto) en relación con un objeto social, que le permite a cada sujeto tomar partido frente a lo que acontece culturalmente y según la experiencia vivida en la citada relación. Es por esto que Granada (2007) propuso que se debe estudiar tanto al objeto como al grupo, la sociedad o la cultura. De ello surgen dos procesos claves para la formación de las RS. El primero de ellos es la objetivación, encargada del objeto. Tal proceso otorga significado de acuerdo con el contexto del grupo, al tiempo que permite el tránsito de

algo abstracto hacia experiencias o ejecuciones concretas. Se refiere al proceso mediante el cual lo intangible se transforma en tangible, lo invisible se vuelve perceptible. Por otro lado, se encuentra el proceso del anclaje, que corresponde al grupo en el cual se establece la representación del objeto. Dicho proceso permite el hallazgo de identificaciones o diferencias entre los individuos que pertenecen al grupo. El anclaje radica en una integración de la representación del objeto, a partir de la experiencia y los significados, de ma-nera que lo desconocido se inserta de forma conocida. La posibilidad de lograr la inserción, la permanencia y el enri-quecimiento del significado, permite que las RS existentes puedan enraizarse más dentro de una comunidad.

Finalmente, cabe resaltar que para que la objetivación tenga un lugar con-creto dentro del marco teórico de las RS, este debe ser adherido al concepto de anclaje, lo cual se debe a que uno complementa el otro. Sin embargo, el primero transforma las ideas abstractas en imágenes culturales, mientras que el segundo recoge todos estos conceptos construidos en la cultura y los lleva a una permanencia e insistencia dentro del contexto semántico del grupo. De esta forma, se refuerza y es reforzado por acciones determinadas que además se autorregulan.

Además de la clasificación ante-rior, también se encuentran las RS de

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tipo nuclear y periférico. Por contenido nuclear se entienden los elementos que dan significado a las RS, en cuanto se encuentran asociados a los eventos históricos, sociológicos e ideológicos del grupo. Este tipo de contenido se caracteriza por la permanencia y rigi-dez de sus contenidos. Por su parte, el contenido periférico corresponde a todas las experiencias individuales y particulares de los subgrupos, que se llevan a cabo con el objeto o referente social. Este contenido es influenciado por el contexto, pero de manera más flexible que el primer tipo de contenido mencionado. De esta manera, aunque el contenido periférico puede variar, no modifica la estructura de significaciones de las RS.

Según Granada (2007), la objetiva-ción y el anclaje articulan las tres funcio-nes básicas de la representación. Esas funciones pueden ser resumidas de la siguiente manera:

• La función cognitiva de integración de la realidad posibilita a los miem-bros de una comunidad obtener nuevos conocimientos. Dichos co-nocimientos deben ser compren-sibles y claros para todos, ya que permitirán crear nuevas referencias

o categorías dentro de un intercam-bio social.

• La función de interpretación de la realidad facilita la asignación de significados al mundo y a las expe-riencias que se viven dentro de él. Aunque estas interpretaciones cir-culan tanto a nivel discursivo como práctico, se dinamizan y cambian, suelen mantenerse dentro del inter-juego de los límites de los valores nucleares, salvo en ciertos momen-tos y condiciones (e.g., conflictos).

• La función de orientación de con-ductas y relaciones sociales opera como directora de los comporta-mientos, acciones y prácticas que los individuos de un grupo social llevan a cabo. Esta función no es lineal, sino que suele ser sinuosa y puede desarrollar retrocesos y realimentaciones.

A partir de los tres tópicos anterio-res se puede decir que la función de las RS se presenta tanto en el plano cogniti-vo como en la realidad. Es decir, aquello que se percibe y se cree acerca de algo, así como el actuar en consecuencia fren-te a las situaciones cotidianas.

Aplicaciones: Desventajas y Potencialidades

A la noción de RS se le atribuye la posibilidad de aprehender el lugar en donde se entrelazan lo psicológico y lo social. Así mismo, dicho concepto invoca y desarrolla

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la manera en que los sujetos sociales aprehendemos los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro ambiente, las informaciones que en él circulan, las personas de nuestro entorno próximo o lejano, y la anticipación de varias de las consecuencias de nuestras decisiones. De esta forma, se constituye en un mecanismo de retroalimentación clave para los comportamientos de ín-dole adaptativo.

Aunque este conocimiento se cons-tituye a partir de nuestras experiencias, también tiene lugar gracias a la infor-mación, los conocimientos y los mo-delos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y otros aspectos fragmenta-rios (no sistemáticos) del conocimiento científico y la comunicación social.

Dentro de las definiciones de RS, una de las más aceptadas tanto por su naturaleza sintética y generalizadora, como por su poder integrador, es la de Denise Jodelet (1986). Esta definición plantea que:

El concepto de representación social designa una forma de conocimiento específico, el saber de sentido co-mún, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracteriza-dos. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social. Las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento práctico

orientados hacia la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. En tanto que tales [sic], presentan características específicas a nivel de organización de los contenidos, las operaciones mentales y la lógica. (p. 474)

Ahora bien, es posible avanzar en la descripción del concepto de RS, a partir de una óptica relacionada con la orientación a la acción. Esto se logra al mencionar tres dimensiones que per-miten entender y reflexionar sobre sus posibilidades en el uso de proyectos de investigación y las transformaciones pertinentes. La primera es la actitud, la cual juega un papel determinante en la orientación (positiva o negativa, favora-ble o desfavorable) de la conducta de las personas o grupos, con relación a la representación de un contenido espe-cífico. Es usual que esta dimensión sea considerada como una disposición para todos los objetos y situaciones con los que se tiene relación. De esta manera, se produce una de sus consecuencias más importantes: ciertas reacciones emocio-nales o afectivas, son consideradas ele-mentos claves en la caracterización de una relación general con el ambiente y, especialmente, la interacción territorial. Esta disposición se logra esencialmente a través de la experiencia (aunque el contexto situacional también afecta) y ejerce una influencia en la manera de actuar de las personas. Así mismo,

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los patrones conductuales regidos o controlados por esta dimensión suelen jugar un papel clave en la comprensión de la interacción sujeto-ambiente. Al respecto y en esta misma dirección, Corraliza (2002) afirma que:

En el principio de la acción humana se encuentra una reacción afectiva; en el inicio de la relación del sujeto con el ambiente (natural o construido) se halla una serie de dimensiones afectivas, decisivas en la construcción de una imagen ambiental y determinantes de las estrategias de acción de un sujeto o un grupo en un espacio o frente a un recuro ambiental. Desa-rrollos básicos y aplicados como los estudios de preferencia de paisajes naturales o escenarios urbanos, o de respuestas emocionales de otro tipo (el miedo), así como el análisis de los de contenidos simbólicos depositados en un espacio son aspectos cruciales para redefinir la relación del sujeto (individual) con el ambiente (natural o construido). (p. 76)

Las dimensiones afectivas a las que se refiere Corraliza (2002) resultan un as-pecto que nutre la idea de reflexión y ac-ción “sentipensante”, tan cara para Fals Borda y Arturo Escobar. Por su parte, las actitudes poseen la característica de reflejarse en el comportamiento de las personas. Además, las actitudes guían el comportamiento y lo determinan (en

parte) en momentos como la toma de decisiones acerca del lugar de residen-cia, la toma de decisiones pendientes sobre el respeto a la naturaleza, las preferencias del panorama (natural o urbano) y las conductas de carácter proambiental o deteriorante, relacio-nadas con las propiedades específicas (conocidas o no) del ambiente.

Por su parte, la información contri-buye a la organización de los conoci-mientos que posee una persona o grupo sobre un hecho, objeto o situación so-cial. Ella se logra gracias a la obtención, la organización y el análisis de los datos almacenados sobre eventos pasados, o a partir de hechos ocurridos en el pre-sente, bien sea en forma de imágenes o conceptos. Esta dimensión influye en la cantidad de datos y las explicaciones que poseen las personas acerca de la realidad social. En este sentido, depen-de de la porosidad o flexibilidad de los límites en que se mueven los valores nucleares de las respectivas represen-taciones.

El control y la manipulación de la información masiva, unido a la confianza de la fuente correspondiente que sus-cite en las personas o grupos, generan resistencias a los cambios y oposición activa a la recepción de información contraria o diferente. En consecuencia, la información, elemento que guía la in-teracción sujeto-ambiente, no desarrolla su potencialidad transformadora si no se la liga (anclaje) a los valores (aspectos

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afectivos) del grupo o sujeto. De igual manera, no logra transformar parte de los núcleos que rigen su patrón de comportamientos. Este proceso permite establecer una diferencia clave entre las acciones de carácter informativo (campañas) de las de carácter valorativo (educacionales).

Finalmente, la noción de campo de la representación se compone de todas las opiniones, imágenes y creencias sobre las RS. De esta manera, es una forma particular de conocimiento. La integración de estos elementos permite que las RS sean organizadas y jerarqui-zadas. Esto también puede ocurrir como lo manifiesta Granada (2007):

En la búsqueda del sentido de los acontecimientos y actos que en su re-petición llegan a hacernos habituales, los seres humanos organizamos un conocimiento (las RS) y las convertimos en parte de nosotros mismos muchas en forma inconsciente, casi automá-ticamente. En ese orden de ideas las RS se convierten en un mecanismo de pensamiento y acción. (p. 32)

Ahora bien, cuando se quiere en-tender la relación de una comunidad con su territorio es necesario indagar

en aquello que se ha construido, a partir del discurso/acción en su diario vivir. En este sentido, se debe prestar aten-ción a la información que poseen de su entorno, la calidad de las fuentes de la misma y la relevancia de esta, dentro de las diferentes redes que constituyen el grupo, organización o comunidad.

Como se expuso anteriormente, el concepto de territorialidad no solo se refiere a los límites preestablecidos, sino que adquiere un valor simbólico en el ejercicio de la misma. Así mismo, la com-presión de las RS proporciona las bases para la planeación, la ejecución y la eva-luación de acciones de investigación/intervención sobre el ambiente. Esto se debe a que las RS constituyen sistemas sociocognitivos que no solo generan información, sino que crean normas o códigos de conductas. Dichos códigos permiten el conocimiento del lugar donde se habita, al tiempo que generan sentimientos, identificación y apego. De esta manera, el sentido de territorialidad le permite a una comunidad configurar sus principios básicos, aquellos que los distinguen de los demás, en la medida en la que se comparte un sentimiento hacia el hábitat local o regional.

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Figura 1Síntesis de los referentes y dinámica de las RS

Las Representaciones Sociales (RS): Referentes y Dinámica

REFERENTE (QUÉ) DINÁMICA (CÓMO)

1. Actitudes• Disposición(positiva/negativa)• Conocimiento (alto, medio, bajo)• Comportamiento (positivo/negativo)

Objetivación• Volver familiar lo desconocido

Funciones• Orientación• Interpretación• Identidad• Nuevos conocimientos

Anclaje• Fijar y comunicar lo objetivado

2. Información• Fuente (TV)• Confiabilidad (alta, media, baja)

Las Representaciones SocialesSistema de:

conocimientos, imágenes, creencias, opiniones, prácticas,

percepciones y valoraciones que constituyen el contexto

normativo (cultural) y el comunicativo, los cuales guían

la acción y significan la vida social.

3. Campo de representación• Nucleares (homogéneas, autónomas, conflictivas)• Periféricas (dispersas, aglutinadas)

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Valera, S., & Tomeu, V. (2016). Some cues for a positive environmental psychology agenda. En G. Fleury-Bahi, E. Pol, & Ó. Navarro (Eds.), Handbook of environmental psychology and quality of life research (pp. 41-63). Springer. https://doi.org/10.1007/978-3-319-31416-7_3

Wiesenfeld, E., & Giulani, F. (2004). La psicología ambiental comunita-ria: una vía para el desarrollo sostenible. En E. Tassara, E. Pedreira, & M. do C. Guedes (Eds.), Psicologia e ambiente (pp. 389-408). EDUC-PUC-US.

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LOS AUTORES/ EDITORES

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Los Autores/ Editores 67

Henry Granada Echeverri es psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá), magíster en Proyectos de Desarrollo Social de la Universidad del Norte en convenio con Paris XII. Fue profesor de tiempo completo de la Universidad Católica de Colombia, de la Universidad Nacional de Colombia, de la Universidad del Norte y de la Universidad del Valle (desde 1979 hasta su jubilación en el 2003). Fue docente hora cátedra en la Universidad Javeriana (Bogotá y Cali) y desde 2003 en el Sistema de Regionalización de la Universidad del Valle. Ha realizado diversas publicaciones en el campo de la psicología social-am-biental-comunitaria y últimamente en el campo de la psicología rural. Participó en proyectos socioambientales a diferente nivel y escala, y desde hace 12 años pertenece al grupo de investigación en Medio Ambiente y Desarrollo Humano (GAMHA). Su línea de trabajo es Calidad del Ambiente, Calidad de Vida y Desarrollo Humano. Inició el campo de trabajo en psicología ambiental y más recientemente, en psicología rural. Es profesor invitado en varias universidades para desarrollar actividades a nivel de posgrado.

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Boletín Colombiano de Psicología Ambiental

Los atardeceres son su anclaje preferido como ser humano-natural.

Irma Yaneth Gómez es doctora en Educación de la Universidad Pedagó-gica Nacional, magíster en Psicología con énfasis en Psicología de las Organi-zaciones y el Trabajo de la Universidad Católica de Colombia. Es especialista en Psicología de la Seguridad y Sa-lud en el Trabajo de la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá, y en Gerencia de Recursos Humanos de la Konrad Lorenz. Es psicóloga de la Fun-dación Universitaria Konrad Lorenz y Técnico Profesional en Administración de Empresas (INPAHU). Es líder en pro-cesos de coaching gerencial y para las organizaciones, para lo cual cuenta con certificación internacional expedida por INILID. Tiene experiencia de 16 años en el área de la gestión del talento humano en diferentes organizaciones del país. Posee 19 años de experiencia como docente universitaria en el área de la psicología de las organizaciones y el trabajo, en niveles de pregrado y pos-grado (especialización y maestría). Ha sido evaluadora de tesis de maestría. Ha

publicado capítulos de libro en temas relacionados con el análisis de proble-mas en contextos de organizaciones. Es autora de un modelo de formulación e intervención de problemáticas organiza-cionales basado en la modificación de la conducta (FIPO-OBM). Ha sido ponente nacional e internacional y consultora or-ganizacional. Es miembro fundador de la Red Nacional de Prácticas en Psicología y de la Red Nacional de Investigadores en Psicología de las Organizaciones y el Trabajo, avaladas por la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI).

Óscar Navarro Carrascal es doc-tor en Psicología de la Universidad de Paris Descartes. Es profesor titular en psicología social y ambiental de la Uni-versidad de Nantes, e investigador del Laboratoire de Psychologie des Pays de la Loire (LPPL–EA 4638) de la mis-ma Universidad. Es presidente de la Asociación Francesa de Investigación en Psicología Ambiental (ARPEnv). Sus trabajos actualmente se inscriben en el análisis de los factores psicosociales que intervienen en la evaluación y la gestión

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de riesgos ambientales (percepción y representación del riesgo, estrategias de adaptación), así como en los factores que favorecen los comportamientos proambientales, la conexión con la natu-raleza, particularmente. Es investigador principal de varios proyectos financia-dos por la Agencia Nacional de Inves-tigación (ANR) francesa (CLIMATRisk, COM2SICA, RELEV) y coinvestigador de varios proyectos europeos (N4C, Urbinat). Así mismo, es coautor del Han-dbook of environmental psychology and QOL research, publicado por Springer en 2017.

Willian Sierra-Barón es psicólogo y magíster en Educación de la Univer-sidad Surcolombiana (Neiva, Colom-bia). Es especialista en Gerencia de la Salud Ocupacional de la Fundación Universitaria María Cano (Medellín, Co-lombia) y especialista en Gerencia de Recursos Humanos del Real Centro Universitario Escorial María Cristina (Madrid, España). Fue joven investiga-dor y becario del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia.

En la actualidad es candidato a doctor en Psicología en la Universidad Católica de Colombia. Es profesor de tiempo completo de planta de la Universidad Surcolombiana (Neiva, Colombia), y es miembro fundador y coordinador del Nodo de Psicología Ambiental de la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología (ASCOFAPSI). Además, es Investigador Asociado del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia, y dirige el Grupo de Investi-gación SINTROPÍA, adscrito a la Facul-tad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Surcolombiana, también reconocido por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia. Sus líneas de investigación están en los campos de la psicología organizacional y la psicología ambiental, específica-mente los determinantes internos del comportamiento proambiental en el ho-gar y en el trabajo, la ambientalización curricular en la educación superior, y la adaptación transcultural de instrumen-tos de medición y evaluación.

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La necesidad de construir comunidad o red para proyectar e impulsar los avances en psicología, es un hecho. Construir y consolidar una comunidad científica y/o académica en torno a un tema mayor de esta disciplina, es un reto a la vez difícil y loable. En este contexto, la red de investigadores en psicología fomentada por ASCOFAPSI constituye un verdadero logro del cual no conozco referente en otro país. Desde el inicio de dicha experiencia consideré que la motivación genuina de los colegas y la dinámica organizativa estimulada por la red constituían una verdadera innovación en el campo. Varios años más tarde confirmo dicha intuición, ASCOFAPSI y sus nodos constituyen un verdadero espacio de reflexión, debate y colaboración que permiten a la psicología en Colombia crecer con pertinencia científica y social.